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Hubo una temporada en que escuchaba Candyland de Cocorosie de forma obsesiva. La melodía me
parecía -me parece- perfecta, la incorporación vocal a la mitad de la canción, subiendo, melancólica,
cerrando ñoarante. Lo que más me impresionaba de todas formas era la base extraña que acompaña a toda
la pista, simulando gaviotas o ballenas, quejidos de animales o ruido de mundos al romperse. Ese detalle,
me habían comentado unos amigos, exasperaba a la audición. Sobraba. A mí me parecía lo más bello de
toda la pieza. Me encantaba escucharla parado en los semáforos: la voz trataba de subir por encima del
ruido de las obras o de los andamios, muchas veces no lo conseguía. No importaba. La melodía estaba
ahí.
Nacho y yo solemos inaugurar el verano tomando sardinas y sidra. Metereológicamente es difícil precisar
cuándo empiezan y terminan los veranos asturianos y quizás por ello, y por el deseo de instaurar, ya
adultos, un juego o un sacramento, recurrimos a fijar los límites temporales con las sardinas a la plancha.
Hace más o menos un año en una de esas veladas nos acompañó Pablo. La cena giró en torno a narrativa
y creación colectiva y colaborativa: “Crear, crear, lo importante es crear”. Dimos varios rodeos,
preguntamos, escuchamos, resumimos y sólo un par de horas después, en el Guetu, acertamos. La idea era
darle vuelta a una canción de Paul Simon. “50 ways to leave your lover” que nos había impresionado en
una versión de Tok Tok Tok. 50 piezas. 50 autores. Obras gráficas o textos. De un tirón escribimos en una
hoja 50 personas. ¿Consagrados?¿Novísimos?¿Jóvenes o maduras promesas del
arte?¿malditismo?¿publicadores?¿un grupo homogéneo?¿heterogéneo?. Hubo dudas iniciales que duraron
una ronda más. El libro sería, de ser, un libro de contemporáneos. 50 contemporáneos eligiendo una
manera para ser tu amante.
Y el libro es, y por eso así lo entenderán, un libro de contemporáneos. De cronopios. De Rulanes. No os
tenemos a todos, claro. Nos faltarían páginas. Un libro para el escarnio y derrota de Chusqueles
Pulgueiros, cometintas y puretas. Hay entre las 50, novísimas y princesas de la poesía, publicadores y
grandes de la literatura, premios nacionales, domadoras de la luz y las sombras, y los hay que nunca
publicaron ni volverán a publicar, los que escriben de tapado o las que dibujan a oscuras, a los que
tuvimos que seducir impunemente para robarles versos.
Otra idea clave acompañaba al proyecto: la última manera, la quincuagésima no sería ni un texto ni una
fotografía. La última y final manera de ser tu amante sería el propio libro. El diseño del propio libro. Una
manera envolviendo a todas las demás.
A lo largo de todo el libro hay una melodía central, perfecta, y en el fondo una base imperfecta que
asemeja al ruido de los cuerpos asomándose al vértigo o a la ternura. Ambas, centro y contexto, son
imprescindibles para comprender la belleza final que ofrecen todas y cada una de las maneras. El ruido de
la vida, de la vida real, es ese, este mismo que tienes en tus manos.
Anoche ya colgaba en alguna sidrería de Gijón el cartel de “Tenemos Sardinas a la Plancha”. El verano ha
llegado de nuevo, felizmente adelantado. Hemos cumplido la promesa que te hicimos un año atrás: estas
son nuestras 50 maneras de ser tu amante.
Rafa Cofiño con Ignacio González del Rey y Pablo Pérez: contemporáneos.
Verano 2010
Autores:
Pablo Pérez
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