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Nunca seremos estrellas de rock, 1995, 17 ediciones hasta febrero de 2009.

Estructura literaria compleja:


Novela fragmentaria con un único protagonista y 2 tramas independientes (con distintas tipografías) que se
van alternando y que confluyen al final:

1. La huida de Ventura contada en 72 capítulos por un narrador omnisciente.


2. Los intentos del inspector Carlos Noguerol (al final descubriremos que es su tío) de localizar a
Ventura en 10 capítulos marcados con letras (A-L). A esto se añade:
3. Los pensamientos de Ventura (monólogo interior) en otra tipografía y con una palabra como título:
107 fragmentos También hay varias letras de canciones en inglés y su traducción. Muy descriptiva.
Los fragmentos del narrador omnisciente son peripecia y mucha acción, que engancha al lector, y,
entre medias, suministra pequeñas píldoras de reflexión en los monólogos interiores.

Tema: Huida desesperada de Ventura después de matar a su padre (144) por someterle a malos tratos
físicos y psíquicos. Y los intentos de localizarle de la policía.
Novela social: retrata a la juventud actual urbana española, clase media baja, en 1995: centrada en los
conflictos de un joven de 19 años que sueña con ser estrella de rock: la generación X (fue su primer título).
Novela psicológica: drama.
Novela urbana: ocurre en ciudades y carreteras: tiene mucho de road movie: varios robos de coches y
persecuciones, choques, etc.
Tiempo: ocurre en 2 días.
Espacio: Ventura y su familia viven en Gerona. Él huye a Barcelona.
Violencia intrafamiliar es el detonante, pero sólo aparecen hechos violentos en el primer capítulo (asalto y
robo a un peatón) y en los 9 últimos capítulos que son pura acción: perseguido por la policía, arrolla a los
guardias civiles, roba un coche, toma un rehén y, cercado, amenaza con suicidarse. En su vagar por
Barcelona encuentra una chica ocupa que está apunto de redimirle, pero la aparición de la policía la aleja de
él.
Esta narración, desde la primera página despierta el interés del lector, le intriga, y le mantiene hasta el final
enganchado porque no sabe por qué huye Ventura ni por qué le busca la policía. El lector lo sabrá en la
página 144.
Ventura es muy aficionado al cine y a la música y tiene un coeficiente intelectual muy alto. El perfil del padre
de Ventura es muy especial: un antiguo hippy, separado, con una relación inicial muy buena con su hijo, que
no encuentra su lugar en la sociedad y acaba renunciando a sus sueños y ahogando su frustración en
alcohol. La música esta muy presente Ventura llega a decir «el rock es la banda sonora de nuestra vida». No
se sabe en qué momento mata al padre ni qué lo desencadena, pero en uno de los monólogos dice: «Si
hubieras podido entender que, simplemente, éramos distintos... Nunca me dolieron los golpes, me dolía tu
intransigencia, tu corazón, tu manera de decir «no» y de gritar y de despreciar. Sí, el desprecio era lo peor; y
estaba en tus ojos, en tu actitud, en tu superioridad. Y yo te veía fuerte sin saber que todo eso no era más
que lo contrario: debilidad». Y en otro monólogo:
«Aquello no era una película, sino el eco de su pasado más inmediato. Pero lo vio como si continuara en al
cine de la vida. Vio cada golpe, cada puñalada. Podía incluso contarlas. Una por cada grito que dio. Y una por
cada año, por cada paliza, por cada pelea, por cada incomprensión, por cada duda, por cada rabia mal
digerida, por cada insatisfacción acumulada, por cada... No quería llorar. Los rebeldes no lloraba..., Ventura
reflexiona: ¿Quién dijo que había que matar al padre para ser libres? Yo lo he hecho y no me siento libre. No
me siento nada. Y Jordi deja bien claro su mensaje. Y el lector lo escucha. Se ha rendido a su voz, se ha
entregado sin límites a su palabra que devora con avidez. A otro no lo escucharía.

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