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Pecado Ancestral vs Pecado Original

Por el P. Antony Hughes , rector de la Iglesia de Santa María ,en


Cambridge ,Massachusetts y capellan ortodoxo en la Universidad
Harvard.

Un hombre joven me llamó recientemente con motivo del movimiento de su


familia hacía la Iglesia Ortodoxa. Me contó un precioso relato de como su hija de
siete años les ayudó a su esposa y a él comprender una practica que es , para
muchos, un obstáculo . A pesar de que la familia tenía íconos en su casa , aun se les
hacía dificil comprender la práctica de besarlos . Una noche , después de las
oraciones con su hija , ella miró fijamente al ícono en su recámara y preguntó,

“¿Quien esta en esos retratos ,papi ?”

Él respondió,

“ La Virgen María y Jesús . “

Levantó el ícono , lo besó y lo abrazó , exclamando ,

“¡ Oh , papi , te aman tanto!”

“Luego “, me dijo, “Entendimos que se trata todo del cariño.”

De hecho ,el amor es el corazón y alma de la teología de los antiguos Padres y de la


Iglesia Ortodoxa. Los antiguos Padres de la Iglesia , tanto orientales como
occidentales , compartían la misma perspectiva : la humanidad anhela la liberación
de la tiranía de la muerte , el pecado , la corrupción y del diablo que es sólo
posible por medio de la vida , muerte y resurrección de Jesucristo . Sólo, el
advenimiento compasivo de Dios en la carne podía lograr nuestra salvación ,
porque , sólo él podía conquistar estos enemigos de la humanidad .

Es imposible para la Ortodoxia imaginar la vida afuera del amor global y gracia del
Dios que vino , él sólo , para rescatar su creación caída .

Para los Padres de la Iglesia Ortodoxa , la teología se trata todo del amor.

El Planteamiento de los Padres Ortodoxos

Por dominante que el término “ pecado original “ se haya vuelto , puede venir a ser
una sorpresa para muchos que era desconocido tanto en la Iglesia Oriental como la
Occidental hasta la época de Agustín (354-430) . El concepto posiblemente surgió
en las escrituras de Tertuliano, pero el término aparece por primera vez en la obra
de Agustín . Anterior a esto los teólogos de la Iglesia primitiva usaron una
terminología distinta que indicaba un modo distinto de pensar sobre el tema de la
caída, sus secuelas y la respuesta de Dios . El término utilizado por los Padres
griegos para describir la tragedia en el Jardín fue “ pecado ancestral “ .

Pecado ancestral tiene un significativo específico. La palabra griega para el pecado


, en este caso , amartema , se refiere a un acto individual con la cual los Padres
griegos asignaron responsabilidad por el pecado del Jardín sólo a Adan y Eva . La
palabra amartía , el término más comun para el pecado significa literalmente “ no
dar en el blanco “ y se usa en referencia a la condición común de la
humanidad (Romanides, 2002).

La Iglesia Oriental a diferencia de la Occidental , nunca habla del paso de la


culpabilidad de Adan y Eva a su prole , como hizo Agustín . Al contrario , se
considera cada individuo responsable sólo por la culpa de sus propios pecados . La
pregunta se vuelve, “ ¿En qué , pues, consiste la herencia de la humanidad de Adan
y Eva , si no en la culpa ?” Los Padres Ortodoxos responden unánimes : la
muerte . ( 1 Cor.15,21)

“El hombre nace con el poder parasítico de la muerte dentro de si”


escribe el P. Romanides ( 2002, p. 161).

Nuestra naturaleza ,como enseña san Cirilo de Alejandría, se hizo

“ enferma... por el pecado de uno “ (Migne, 1857-1866a ).

No es la culpa que pasa sino la condición , la enfermedad ;para los Padres


ortodoxos .

En el pensamiento ortodoxo , Adan y Eva fueron creados con una vocación : unirse
progresivamente a Dios en su capacidad para compartir su vida divina- la
deificación ( Romanides , 2002 , p. 76-77)

“ Tuvieron que madurar, crecer en conciencia por medio del


desprendimiento de la voluntad y la fe , para llegar a una confianza
amorosa en el Dios personal” (Clement, 1993, p.84)

Teófilo de Antioquía (segundo siglo) postula que Adan y Eva fueron creados ni
mortales ni imortales . Fueron creados con la capacidad de llegar a serlo por su
obediencia o su desobediencia ( Romanides,2002)
La libertad para obedecer o desobedecer les correspondía a nuestros antepasados
más antiguos,

“Porque Dios los hizo libres y soberanos” ( Romanides, 2002 , p.32) .

Aferrarse a la vocación divina los traería vida , rechazarla les traería la muerte ,
pero no por la mano de Dios . Continua Teófilo,

Si guardase el mandamiento de Dios, sería premiado con la


imortalidad... si , al contrario, se voltaría a las cosas de la muerte por
desobedecer a Dios , sería la causa de su propia muerte” ( Romanides ,
2002, p. 32)

Adan y Eva desobedecieron el mandamiento de no comer del arbol prohibido ,


rechazando a Dios y a su vocación de manifestar la plenitud de la existencia
humana ( Yannaras , 1984). La muerte y la corrupción. comenzaron su reino sobre
la creación.

“ El pecado reinó por la muerte .” ( Romanos 5,21)

En esta imagen la muerte y la corrupción no provienen de Dios ; ni las creó ni las


pretendió . Dios no es autor del mal . La muerte es la consecuencia natural de darle
la espalda a Dios .

Adan y Eva fracasaron por la tentación que aflige a toda la humanidad : ser
autónomos , determinar su propio camino , realizar la plenitud de la existencia
humana sin Dios. Segun los Padres ortodoxos , el pecado no es una violación de
una ley impersonal o codigo de comportamiento, sin un rechazo a la vida ofrecida
por Dios ( Yannaras, 1984). Este es el blanco al cual se refiere la palabra amartía
. La vida humana caída es, más que nada, la falta de realizar el potencial dado por
Dios a la existencia humana , que es, como escribe san Pedro ,

“ para que por éstos os hagáis participes en la divina naturaleza” (II


Pedro 1,4).

San Basilio escribe:

La humanidad es un animal que ha recibido la vocación de covertirse


en Dios” (Clement, 1993 , p. 76)

En el pensamento ortodoxo Dios no amenazó a Adan y Eva con castigos ni fue


enojado u ofendido por su pecado; Fue conmovido por la compasión . La expulsión
del Jardín y separación del arbol de la vida fue un acto de amor y no de venganza
para que la humanidad no

“ se hiciera inmortal en el pecado” (Romanides , 2002, p.32)


Hací comenzó la preparación para la Encarnación del Hijo de Dios y la solución que
sólo podía rectificar la situación : la destrucción de los enemigos de la humanidad
y de Dios , la muerte ( I Cor. 15,26 , 56) el pecado , la corrupción y el diablo
(Romanides , 2002).

Es importante anotar que la salvación como deificación no tiene nada que ver con
el panteismo porque los santos Padres insisten en la doctrina de la creación ex
nihilo (Atanasio , 1981) Los humanos como el resto de la creación entraron en
existencia desde la nada. Los seres creados siempre se quedaran creados y Dios
siempre se quedara increado. Sólo el Hijo de Dios cruzó ese abismo por su
encarnación .

La himnografía ortodoxa con frecuencia habla de la paradoja de la unión de lo


increado con lo creado sin ni mescla ni confusión en la maravillosa unión
hipostatica . Por ejemplo, la natividad de Cristo se interpreta como “ una recreación
secreta , por la cual la naturaleza humana fue asumida y restaurada a su estado
original” (Clement, 1993 , p.41) Dios y la naturaleza humana , separados por la
caída , se reunen en la persona del Cristo encarnado y ( la naturaleza humana) es
redimida por su victoria en la cruz y por su resurrección mediante la cual la muerte
es destruida. (I Cor. 15,54-55) .

En esta forma, el Segundo Adan realiza la vocación original y se invierte la tragedia


del Primer Adan , abriendo paso a la salvación de todos.

La caída no logró destruir la imagen de Dios ; el gran obsequio regalado a la


humanidad se quedó intacto , aunque dañado ( Romanides , 2002). Orígenes habla
de la imagen enterrada como en un pozo atascado con escombros. ( Clement , 1993)
.Mientras que la obra salvifica es conseguida por Dios por medio de Jesucristo, la
extracción de los escombros que esconden la imagen en nosotros requiere de
nuestra libre y voluntaria cooperación . San Pablo utiliza el termino sinergía , o
colaboración, (I Cor. 3,9) para describir la cooperación entre la gracia divina y la
libertad humana .

Para los Padres ortodoxos esto significa ascetismo ( oración , ayuno , caridad y
mantenimento de vigilia) relacionados con la imagen paulina del atleta espiritual (
I Cor. 9, 24-27). Éste es el obrar la salvación

“ con temor y temblor “ (Filipenses 2,12).

La salvación es un proceso involucrando a la fe , la libertad y esfuerzo personal para


cumplir el mandamiento de Cristo :

“ amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón , con toda tu alma y con
toda tu mente , y amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mat. 22, 37-39).
El gran himno de la Pascua Santa captura en pocas palabras la esencia del
entendimiento ortodoxo de la Expiación:

“Cristo ha resucitado de los muertos , la muerte por su


muerte hollando y a los que yacían en los sepulcros la vida
dando” ( Pentecostario )

Debido a la victoria de Cristo en la cruz y en la tumba la humanidad ha sido


liberada, la maldición de la ley se ha revocado , la muerte es asesinada y la vida ha
amanecido para todos. Máximo el confesor (580-662) escribe que “La muerte de
Cristo en la cruz es el dictamen de sentencia del juicio “ (Clement, 1993 p. 49) y por
esto podemos regocijar en la conclusión tan bellamente expresada por Olivier
Clement : “ En el Cristo crucificado se ofrece el perdón y se da la vida. Para la
humanidad ya no es asunto de temer el juicio o de merecer la salvación sino de
recibir el amor con esperanza y humildad” ( Clement, 1993 ,p.49).

El Legato de Agustín

La piedad y devoción de Agustín son en gran parte indiscutidas por teólogos


ortodoxos , pero sus conclusiones sobre la Expiación , sí lo son( Romanides,
2002). Agustín , como él mismo reconoce , nunca aprendió como leer el griego
correctamente y esto se volvió un estorbo para él . Parece haber dependido mucho
de traducciones latines de los textos griegos . Su mala interpretación de un texto
escriptural clave ( Rom. 5 ,12) sirve de ejemplo ( Meyendorff , 1979).

En el latin el modismo griego ef ho que significa “porque” fue traducido como en el


cual . Diciendo que todos han pecado en Adan es distinto que decir que todos han
pecado a causa de Adan . Agustín creó y enseñó que la humanidad había pecado en
Adan ( Meyendorff, 1979, p.144). El resultado es que la culpabilidad reemplaza a la
muerte como la herencia ancestral ( Agustín , 1956b). Por ende , el termino pecado
original evoca la creencia que el pecado de Adan y Eva es no sólo la primera
transgresión sino también la universal en la cual participa toda la humanidad .
Agustín , notoriamente discutió con Pelagio ( 354-418) sobre el lugar del albedrío
humano en la salvación. Agustín adoptó la opinion contraria a él que sólo la gracia
es salvífica , sola gratis ( Agustín , Sobre la Predestinación de los Santos, 7) . A
partir de esto , se desarrolló una doctrina de predestinación ( Dios arbitrariamente
otorga la gracia a quien quiere) que se endureció en los siglos 16 y 17 en la doctrina
de la doble predestinación ( Dios ,en su soberanía , salva algunos y condena otros
). La doctrina de la Iglesia de los primeros siglos sobre la imagen y sobre el libre
albedrío fue abandonada .

La idea romana de la justicia cobró prominencia con Agustín y la teología tardía


occidental. La idea de que Adan y Eva ofendieron la infinita justicia y honor de
Dios hizo de la muerte el método divino de retribución ( Romanides, 2002) Pero
esta idea de la justicia desvia mucho del pensamiento bíblico . Kalómiros explica el
significado de la justicia en el griego original del Nuevo Testamento:

La palabra griega dikaiosuni ‘ justicia’, es una traducción del


hebreo tsedaka . La palabra significa ‘la energía que salva al
hombre.’Es paralela y casi sinónima con la palabra hesed que significa
‘misericordia’ , ‘compasión’ , ‘amor’ y con la palabra emeth que
significa ‘fidelidad’ , ‘verdad”. Esto es todo contrario al entendimiento
jurídico de ‘la justicia’. ( p.31)

El punto de vista jurídico genera dos problemas para Agustín. Primero: ¿cómo se
puede entender la mutabilidad de amor a ira del Dios inmutable? Segundo: ¿Cómo
puede Dios , quien es bueno , ser el autor de un mal como la muerte? ( Romanides,
1992)

La única forma de responder a esto , como hizo Agustín al joven obispo Julián de
Eclano , que la justicia de Dios es inescrutable ( Cahill, 1995 ,p.65)

Logicamente, pues, la justicia proporciona prueba de la culpabilidad para Agustín ,


porque , como toda la humanidad sufre el castigo de la muerte y como el Dios justo
no puede castigar a los inocentes,luego todos son culpables en Adan . Por
semejante razonamiento, la justicia parece ser un criterio al cual Dios es obligado
( Kalómiros, 1980) . ¿Puede Dios ser mutable o sujeto a cualquier criterio o
necesidad?

Por contraste, el Padre ortodoxo, San Basilio el magno, atribuye el cambio de


actitud, no a Dios sino a la humanidad (Migne, 1857-1866b) . Por los
cimientos teológicos echados por Agustín y tomados por sus herederos , la
conclusión parece ser inevitable que un cambio radical ocurre en occidente
haciendo de la ira de Dios y no de la muerte el problema enfrentado por la
humanidad .( Romanides, 1992, p. 155-156).

¿Cómo , pues, pudo ser la ira de Dios aplacada? La enseñanza de la Iglesia antigua
no tenía respuesta porque sus adeptos no veian a la ira como problema . La Teoría
de la Satisfacción , propuesta por Anselmo de Canterbury (1033-1109) en su
obra Cur Deus Homo ofrece la respuesta predominante en occidente.

El pecado de Adan ofendió y enojó a Dios haciendo justificable el castigo de la


muerte sobre toda la humanidad .

El antídoto para esta situación es la crucifixion del Hijo encarnado de Dios porque
sólo el sufrimiento y muerte de un ser eterno igual podía satisfacer la ofensa al Dios
infinitamente deshonrado y aplacar su ira ( Williams, 2002; Yannarás , 1984, p.
152). Dios sacrifica a su Hijo para restaurar su honor y pronunciar el sacrificio
suficiete. La idea de la rectitud imputada nace de aquí. El entendimiento ortodoxo
que

“la resurrección...por Cristo , abre para la humanidad el camino del


amor que es más fuerte que la muerte” ( Clement, 1993, p. 87)

es reemplazado por una teoría jurídica de juzgados y fallos.

La imagen de un Dios iracundo y vengativo atormenta al Occidente donde existe


una profunda inseguridad y culpabilidad . Muchos hasta aparentan mantener que
la enfermedad , el sufrimiento y la muerte son la voluntad de Dios. ¿Por qué?
Sospecho que una razón es porque en lo más profundo persiste la creencia de que
Dios es todavía iracudo y tenemos que aplacarlo. Sí, en efecto , la enfermedad , el
sufrimiento y la muerte llegan y cuando llegan la gracia de Dios los transforma en
tribulaciones vivificantes , pero ¿son o no la voluntad de Dios? ¿Castiga Dios
cuando le da la gana, cuando nuestro comportamiento le disgusta o por ninguna
razón?¿ Las enfermedades que afligen a la creación , vienen de Dios?

Por ejemplo , ¿pudieramos decir que el sufrimiento del Hijo le dió gusto al Padre o
el de los condenados en el infierno? ( Yannarás , 1984) Freud se rebeló en contra
de tales ideas , llamando a tal dios un padre sádico ( Yannarás , 1984) . ¿Pudiera
ser que el ateismo moderno es una rebelión sana en contra de una deidad
terrorista como proponen Yannarás , Clement y Kalómiros? Kalómiros propone
que no existen ateos , que sólo son gente que odian al dios en que han sido
enseñados a creer.

La Ortodoxia concuerda con que la gracia es un obsequio , pero un obsequio


ofrecido a todos ,no sólo a un grupo selecto.
La gracia es una energía increada de Dios ,sosteniendo a toda la creación aparte de
la cual no existe nada ( Salmo 104, 29) Además, aunque la gracia sostiene a la
humanidad , la salvación no se puede forzar ni retener por decreto divino. Clement
puntualiza que los “Padres griegos ( y algunos occidentales) , segun los cuales la
creación de la humanidad conlleva un verdadero riesgo para Dios ,
pusieron énfasis en la salvación por medio del amor : Dios todo lo puede menos
forzar que un hombre lo ame. El obsequio de la gracia salva, pero sólo en un
encuentro de amor ( Clement, 1993 ,p.81) La teología ortodoxa mantiene que la
gracia divina sólo opera junto con el albedrío humano.

PRACTICA PASTORAL ORIENTE Y OCCIDENTE

En terminos sencillos, se puede decir que la Iglesia oriental tiende hacía un modelo
terapéutico que considera el pecado como enfermedad, mientras que la occidental
tiende hacía un modelo jurídico que ve al pecado como un fallo moral. Para el
primero ,la Iglesia es un hospital de almas , el ruedo de la salvación donde , por la
gracia de Dios los fieles pasan de

“ gloria en gloria” ( 2 Cor. 3,18)

a la unión con Dios en un esfuerzo común de gracia y albedrío humano.

La oferta hecha a Eva y Adan sigue: ascender a la vida o descender a la corrupción.


Para la segunda, sea que la Iglesia es considerada esencial , importante o arbitraria,
el modelo del pecado como fallo moral se basa en la elección divina y adherencia a
codigos morales y eticos como corrector del pecado y garante de fidelidad . Si es
autoridad eclesial o conciencia individual que impone el codigo , el resultado es lo
mismo.

Sin duda , el concepto de la salvación como proceso no es ausente en occidente. (


Uno puede recordar los místicos occidentales y el movimiento wesleyano por
ejemplo .) A pesar de esto , los fundamentos teológicos subyacentes de las Iglesias
oriental y occidental tocante al pecado ancestral o original siguen dramaticamente
opuestos.

La distinción es obvia cuando se refiere al entendimiento mismo de la ética . Para la


Iglesia occidental la etica parece implicar exclusivamente la adherencia a un codigo
externo ; para la Iglesia oriental la etica implica

“la restauración de la vida a la plenitud de libertad y amor” (Yannarás ,


1984 , p. 143)

La psicología moderna ha alentado a muchos médicos cristianos a ver el pecado


como una enfermedad y por ende , el enfoque juridico se ha mitigado. La
disposición de acudir a proveedores de servicios psicológicos cuando necesario
implica ,en sí , una expansión de la definición del pecado de ser infracción
moral a ser condición humana . Este es un avance feliz . El reconocimieto del
pecado como enfermedad nos ayuda entender que el problema de la condición
humana opera sobre muchos niveles y hasta puede contener un elemento genético .

Es notable que cristianos de un amplio espectro han redescubierto la psicología de


los escritores espirituales , de la Iglesia antigua . Yo mismo la descubrí en un curso
del Seminario de la Universidad Oral Roberts hace 25 años por la lectura de “ La
Vida de Santa Pelagia la Ramera.” Mi viaje hacía la Ortodoxia y el sacerdocio
comenzó allí. Estos pastores y maestros de la antigua Iglesia fueron inspirados por
la perspectiva enunciado en este ensayo : La muerte como el problema , el pecado
como enfermedad , la salvación como proceso y Cristo como Vencedor.

El pecado como un fallo al blanco , o dicho de otra forma , como un fallo de realizar
el pleno potencial del don de la vida humana , nos llama a un desarrollo gradual del
cargo pastoral . La meta es nada menos que una transformación existencíal desde
adentro por medio de un incremento en la comunión con Dios . Los pecados de
cada día son más que una infracción moral ; son revelaciones de la fragilidad de la
vida humana y evidencia de una lucha personal .

“ El arrepentimiento significa rechazar la muerte y unirse a la vida” (


Yannarás , 1984, 147-148)

En la Ortodoxia solemos insistir en el proceso y la meta más que en el pecado . Un


sagaz sacerdote ortodoxo serbio , en un entonces, comentó que Dios se preocupa
más por el rumbo de nuestras vidas que por los específicos. De hecho , las
Escrituras apuntan a la maravillosa verdad que,

“ Si guardas oh Dios los delitos, quien oh Señor podra subsistir pero


eres indulgente” (Salmo 130 , 3-4)

El camino esta abierto para quien lo quiera emprender . A un joven monje se le


preguntó,

“¿ Qué hacen todo el día en el monasterio.

Respondió,

“ Nos caemos y nos levantamos , nos caemos y nos lavantamos .”


El enfoque sacramental es una parte integral del cuidado pastoral en la Iglesia
oriental.

La perspectiva terapéutica en la Iglesia ortodoxa libera el sacramento de


confesión de la tendencia de adoptar un color jurídico que resulta en penitencias
proscritas ,impersonales . En la Ortodoxia , los sacramentos aparecen como medios
de revelar la verdad tanto sobre la humanidad que sobre Dios mismo (Yannarás ,
1984, p. 143)Después del buatismo, a menudo fallamos en nuestro trabajo de
manifestar la vocación de desenterrar la imagen dentro .

Setenta veces siete volvemos al sacramento no como una facil salida (confieso hoy,
reincido mañana), sino porque la humildad es una dura lección para aprender , la
transformación verdadera no es instantanea y estamos en necesidad del apoyo de
Dios . El sanar toma tiempo . Los sacramentos estan lejos de ser rituales mágicos o
automáticos .(Yannarás 1984 , p.144).

Son eventos personales y plenos de gracia en los cuales nuestra libre respuesta a la
gracia divina es reconocida y sanctificada. Hasta en los circulos evangelicos donde
la sacramentalidad de la confesión es rechazada sirve lo mismo la llamada al altar.
Es revelador que la confesión en la Iglesia ortodoxa siempre se hace cara a cara y
nunca en un confesionario como se hace en occidente. El pecado es personal y la
curación tiene que ser igualmente personal .

Por ende , nada en el cuidado pastoral puede ser impersonal , automático


o planeado por adelatado. En la Ortodoxia, la receta es confeccionada para el
paciente como está y no como “debe” estar.

La perspectiva jurídica que ha prevalecido en occidente puede hacer la practica


pastoral aparecer fria y automática . Ni un énfasis en las obras buenas ni en la fe
sola son suficientes para transformar el corazón humano. ¿ Pueden los criterios
positivos , externos significar una transformación interna en todos los casos?
Algunas ramas de orientación cristiana se respaldan muy a menudo en la
aplicación de aparentemente relevantes versos de la Escritura para efectuar
cambios en comportamiento como si fuesen convencidos que la verdad de la
Sagrada Escritura es suficiente. La creencia en la Escritura puede ser un comienzo
, pero la verdadera transformación no depende sólo de pensar en ella.

Primero y ante todo se trata de una transformación existencial . Es un asunto de un


cambio en el mismo modo de vivir : de la autonomía a la comunión . Permítanme
explicar.

La muerte ha provocado un cambio en el modo en que nos relacionamos con Dios ,


con cada uno y con el mundo. Nuestras vidas son dominadas por la lucha por
sobrevivir .
Yannarás escribe que nos vemos no como personas compartiendo una naturaleza y
destino común sino como individuos autónomos que vivimos para sobrevivir cada
uno en competencia con el otro . Así que , echados a la deriva por la muerte ,
estamos enajenados de Dios , de los otros y particularmente de nosotros mismos
(Yannarás , 1984) . El Señor Jesucristo nos habla de eso , diciendo,

“ Pues, el que quiera salvar su vida , la perderá ; y el que pierda su vida


por mí , la hallará” (Mat. 16,25)

La salvación es una transformación del tragico estado de enajenación y autonomía


que termina en la muerte hacía un estado de comunión con Dios y con los demás
que termina en la vida eterna . Tal que ,en la perspectiva ortodoxa , una
transformación en el modo de vivir necesita ocurrir . Si los llamados son salvados
por decreto y no por libre albedrío , tal énfasis es irelevante. Un juzgado aparece
insuficiente para servir como un estadio de curación y transformación .

Se requiere una gran flexibilidad para el cuidado pastoral si se quiere promover


transformación auténtica . Tenemos que aceptar a las personas como son y no
como quisiéramos que fuesen . Codigos morales y eticos sirven de referencia,
seguramente, pero no como fines en sí mismos.. Como un pastor , encargado con
conocimiento de los detalles personales de feligreses, entiendo que mover alguien
de punto A a punto Z es imposible . Si , por la gracia de Dios , se llega a punto B ,
verdadero progreso es posible.

Cada paso es un paso verdadero. Si logramos ser fieles en pequeñeces , el Señor nos
dará luego , más grandes (Mat.25 ,21) . No deberá haber prisa en este proceso
intimo de verdadera transformación que nunca termina . Como sacerdote y
confesor les digo a los que vienen a mí,

“ No se con precisión lo que nos espera en esta aventura espiritual. Eso


queda entre tú y Dios , pero si me permites , tomaremos el camino
juntos.”

Un cura rumano se encontró oyendo por casualidad la confesión de un delincuente


empedernido con un anciano hieromonje en una celda de una prisión comunista.
Mientras oia , se dío cuenta de las lagrimas del hieromonje. No decía nada entre
sus lagrimas hasta que el hombre había terminado y luego le respondió ,
“ Mi hijo , intenta enmendarte.”

Yannarás escribe que el mensaje de la Iglesia para la humanidad dañada y


degradada por el “ Dios terrorista de etica jurídica” consiste precisamente en esto :
Lo que pide Dios del hombre no son ni proezas individuales ni obras de mérito
sino un grito de confianza y amor desde lo profundo “ (Yannarás 1984 , p.47). El
grito viene de lo profundo de nuestra pobreza a lo insondable profundo del amor
divino ; el hijo pródigo gritando “ ¡ Quiero regresar a casa! “ al Padre quien
viendolo caminando de una lejanía corre a arrojásele al cuello. (Lc 15,11-32)

Lo que producirá esta relación divina/humana sólo Dios sabe , pero nos ponemos
en sus amables manos y no sin alguna angustia porque

“ Dios es un fuego amable... para todos: tanto los buenos como los
malos.” (Kalómiros, 1980 , p.19)

El entendimiento que la salvación es un proceso hace entendibles nuestros


fracasos. La enfermedad que nos aflige requiere de acceso a la gracia divina a
menudo y repetidamente . A Él , ofrecemos lo único que tenemos , nuestra endeble
condición y voluntad. Junto con el amor y la gracia divinos , es el combustible
alentado por el Espíritu de Dios , que prende fuego al alma.

Aba Lot fue a visitar al aba José y dijo : En cuanto me es permitido , practico una
pequeña regla, un poco de ayuno , algo de oración y meditación , y mantengo
tranquilidad y en cuanto me es posible mantengo mis pensamientos despejados.

¿Que más debo hacer? Luego se alzo el viejo y estiró sus manos al cielo , y sus dedos
se hicieron como diez antorchas de fuego . Dijo:

“ Si quieres , puedes hacerte todo fuego.(Nomura , 2001, p. 92)

Como hemos visto , para los padres antiguos y para la Iglesia ortodoxa , la
Expiación es mucho más que un ejercicio divino en jurisprudencia ; es el resultado
de la vida, muerte y resurrección del Hijo de Dios que nos libera del pecado
ancestral y de sus secuelas. Nuestro avasallamiento a la muerte, pecado corrupción
y al diablo es destruido por la cruz y resurrección y nuestra inutil aventura en la
autonomía se revela por lo que es : un callejon sin salida.
La salvación es mucho más que un fallo del alto ; es un proceso infinito de
transformación de la autonomía a la comunión, un ascenso paulatino de gloria en
gloria por el cual retomamos nuestra vocación original ahora realizado en

Cristo. El camino hacía el arbol de la vida revelado a ser la cruz se reabre y sus
frutos , el Cuerpo y la Sangre de Dios se ofrecen a todos .

El objetivo es mucho más grande que un cambio en comportamiento ; fuimos


creados para hacernos divinos.

Traducido por La Comunidad Ortodoxa en Cuernavaca del inglés original


Teshubah tefilah tzedakah
1. 1. Moreh Mair Canales Kehilah Melech Hakavod
2. 2. Si usted esta habriendo este estudio de Power Point posiblemente se le dificultara un poco
debido a que tiene que abrir primero los dos anteriores que son: 1.- “ El mes de Elul” 2.- “ El
misterio del septimo mes” 3.- “ Tzedakah” Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
3. 3. El servir a YHWH en estos días es, como dice la liturgia de Rosh Hashaná y de Iom Kipur, la
teshuvá, la tefilá y la tzedaká. Son comúnmente traducidos al castellano como arrepentimiento,
plegaria y caridad. Aparentemente, estas cosas también existen en el mundo no judío. Moreh
Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
4. 4. Sin embargo, hay diferencias capitales entre teshuvá y arrepentimiento, tefilá y plegaria,
tzedaká y caridad. En verdad, arrepentimiento, plegaria y caridad no son sólo pobres
traducciones, sino que son términos exactamente opuestos a sus significados en hebreo. No hay
una traducción adecuada simplemente porque esos conceptos no existen fuera de la Torá. Moreh
Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
5. 5. Examinemos cada término por separado, en su significado traducido y en hebreo.
“Arrepentimiento” quiere decir lamento o contrición por nuestros pecados u omisiones de
buenas acciones; y el acuerdo de volver a empezar. Muchas frases hechas marcan este concepto:
“Pasar a una nueva página, “ser un hombre nuevo”. Moreh Mario Canales Kehilah Melech
Hakavod
6. 6. “Teshuvá” quiere decir algo muy diferente. No enfatiza la idea de “novedad”, sino la idea del
retorno. El ser humano es intrínsecamente bueno y quiere hacer el bien, el pecado es la antítesis
de su naturaleza. Si transgrede, la transgresión no impugna su esencia, sino que es un objeto
extraño que se le ha adherido. Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
7. 7. La teshuvá es, entonces, el regreso a nuestra esencia, al verdadero ser Yisrael. Mientras que la
persona es un compuesto de cuerpo y alma, para el judaísmo, el alma es algo principal y el
cuerpo, algo secundario; y el alma no es menos que “una parte de Elohim”. La teshuvá es,
entonces, el refuerzo de esa unión esencial entre el alma y su fuente, una unión que ha sido
provisoriamente abyecta por el pecado. En otras palabras, el judío, por medio de la teshuvá,
revela su verdadero ser y reafirma el reino del alma por sobre el cuerpo. Moreh Mario Canales
Kehilah Melech Hakavod
8. 8. Por eso es que la teshuvá es relevante para todos los Yisraelitas, aún para los más justos.
Teshuvá no es sólo “arrepentimiento”, el deseo de expiar lo que hicimos mal y comenzar de
nuevo, porque eso no se aplicaría a los más virtuosos, que no hacen el mal. En vez de eso, el
Gran Rabino escribe que la teshuvá es el concepto de “que el espíritu retornará a YHWH, de
donde emana”: el alma continuamente anhela acercarse más a YHWH, su Fuente. Moreh Mario
Canales Kehilah Melech Hakavod
9. 9. Y como YHWH es infinito, entonces, aún el judío más justo, un tzadik, puede elevarse más y
más en la comprensión de la Divinidad. La teshuvá también es relevante, incluso, para un total
malvado. No importa qué tan bajo haya caído, la esperanza nunca está perdida. Siempre puede
hacer teshuvá, sólo necesita mirar hacia su interior. Moreh Mario Canales Kehilah Melech
Hakavod
10. 10. “Plegaria” es la idea de súplica, de petición; uno ruega a YHWH que le cumpla sus pedidos.
Si a uno no le falta nada, o no desea nada, no hay “plegaria”. “Tefilá”, por su parte, quiere decir
unión con YHWH. En contraste con “plegaria”, que enfatiza el hecho de que YHWH cumple
nuestros deseos, “tefilá” enfatiza al hombre anhelando unirse con YHWH. Moreh Mario
Canales Kehilah Melech Hakavod
11. 11. Esto es relevante para todos. Cada judío posee un alma conectada a y con su fuente en
YHWH. Pero un alma en el Cielo es muy diferente de un alma en un cuerpo, o en este mundo.
Las necesidades físicas del cuerpo comer, beber, etc. afectan y debilitan el vínculo del alma con
YHWH. Los momentos de tefilá son los medios por los cuales ese vínculo se renueva y
refuerza. Son tiempos de total comunión con YHWH. Moreh Mario Canales Kehilah Melech
Hakavod
12. 12. Por eso, a diferencia de la “plegaria”, la tefilá es completamente relevante, aún para aquellos
que no necesitan nada en particular. La tefilá no es sólo pedir lo que uno necesita (aunque sí los
pedidos son una parte de la tefilá), sino que es el principal instrumento por el cual un Yisraelita
y el Creador se vinculan. Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
13. 13. “Caridad” significa comúnmente limosna, un beneficio innecesario al pobre. Quien da
caridad es una persona benevolente, que da cuando no lo necesitaba. No le debe nada al pobre,
pero da porque es generoso. La tzedaká tiene un significado completamente opuesto. En lugar
de connotar benevolencia, es la idea de justicia es correcto y justo que uno de tzedaká. Hay dos
razones para esto: Una persona está obligada a la otra, ya que el dinero no es suyo. YHWH puso
dinero bajo su responsabilidad, con el propósito de que también le de a otros. Moreh Mario
Canales Kehilah Melech Hakavod
14. 14. YHWH no está obligado al hombre, sin embargo, le da siempre lo que necesita. Un
Yisraelita debe actuar igual: debe dar a los demás, aunque no tenga la obligación. El verdadero
significado Yisraelita de teshuvá, tefilá y tzedaká. Es entonces, que el judío vuelve a su
verdadero ser. Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
15. 15. porque en estos días los Yahudim obtuvieron descanso de sus enemigos y el mes, que fue
Adar, en el cual un cambio fue hecho para ellos, de dolor a buen día y de duelo a alegría; ellos
harían de ellos días de festejo y de regocijo, mandando porciones a amigos y a los pobres. "Ish
lereehu umatanot lahebionim“ Moreh Mario Canales Kehila Melech Hakabod
16. 16. Las iniciales de las últimas cuatro palabras del pasuj forman el término "Elul". Este dato
obtenido, lo añadimos al sentido original del pasuj y observamos cual es el mensaje que nos
deja. "(envíe vianda) un varón a su prójimo y presentes a los necesitados" indica la necesidad de
incrementar en hacer obras de caridad -tzedaká-, en el mes de Elul. Moreh Mario Canales
Kehila Melech Hakabod
17. 17. En sinthesis aprendemos de estos pasukim 3 cosas teshuva - arrepentimiento tefila - plegaria
tzedaka - caridad Estos 3 preceptos son los que debemos agudizar en los 40 dias comprendidos
entre el 1 del mes de Elul y Yom kippur Moreh Mario Canales Kehila Melech Hakabod
18. 18. Teshuva = tzom - arrepentimiento - Ayuno Tefila = Kol - plegaria - Ayuno (voz) tzedaka =
Mamon - caridad - dinero Moreh Mario Canales Kehila Melech Hakabod
19. 19. Al ser que tanto el “tzom” -ayuno, como “kol” -voz y “mamón” -dinero son los elementos
que nos permiten subir la escalera “sulam” que conduce a Abba Kadosh, por eso debemos
esforzarnos en cumplir los tres, sin desestimar ninguno. ¿Quiere saber como subiremos la
escalera para llegar al Olam Haba “mundo por venir”? Moreh Mario Canales Kehila Melech
Hakabod
20. 20. Sulam –escalera- en letras hebreas se escribe así: Veamos Los elementos para subir la
escalera, Calculemos ahora el valor numérico de “tzom”- ayuno-, “kol” -voz- y “mamón” -
dinero- Moreh Mario Canales Kehila Melech Hakabod
21. 21. Comencemos con “tzom” -ayuno “Kol” -voz- en hebreo “Mamón” -dinero- en hebreo
Moreh Mario Canales Kehila Melech Hakabod
22. 22. Hemos visto que tanto “tzom” -ayuno-, como “kol” –voz-, y “mamón” -dinero-tienen el
mismo valor numérico que “sulam” -escalera Es porque se trata de los elementos que nos
permiten subir el “sulam” -escalera- y llegar a YHWH para pedirle que nos complazca en el día
del juicio, y sentencie para nosotros un año bueno, próspero, y bienaventurado. “Yo para mi
amado y mi amado para mi” Moreh Mario Canales Kehila Melech Hakabod
23. 23. En la plegaria de Rosh Hashaná, y también en la de Iom Kipur, está escrito: En Rosh
Hashaná cada criatura pasa delante de YHWH, como lo hacen los animales del rebaño delante
del pastor, a quienes hace pasar debajo de su vara uno a uno para contarlos. De esta forma cada
uno de los seres vivos pasa delante de YHWH, y Él los juzga, determinando en ese momento
cuál será su futuro. Moreh Mario Canales Kehila Melech Hakabod
24. 24. En Rosh Hashaná se escribe el decreto, y en Iom Kipur se sella la sentencia. Quien sanará, y
quién enfermará, quién vivirá y quién morirá, quién errará y quién se establecerá, quién
empobrecerá y quién enriquecerá, quién caerá y quién se levantará. Tras esta declaración, en el
libro de oraciones -Majzor- dice: “pero la plegaria, la caridad y el ayuno hacen pasar los malos
decretos”. Moreh Mario Canales Kehila Melech Hakabod
25. 25. Ya que hemos entendido que hay tres requisitos para subir delante de Abba Kadosh, y entre
ellos tenemos a Tzedakah nos enfocaremos en este estudio mas sobre este requisito. Moreh
Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
26. 26. Tzedaka (en hebreo: ) ‫ צדקה‬es el concepto de justicia social en el judaísmo. Es uno de los
preceptos más importantes del judaísmo, a tal punto que la tradición indica que - junto a la
teshuvá (el arrepentimiento) y la tefilá (la oración) es una de las acciones humanas capaces de
revertir los decretos divinos. Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
27. 27. Tzedaká es una palabra hebrea que significa solidaridad. Tiene su raíz en la palabra tzedek,
justicia. Así, ayudar a los desfavorecidos ES HACER TZEDAKÁ, es hacer justicia. La ayuda a
quienes necesitan no es entonces un acto de bondad, sino una obligación ética. Moreh Mario
Canales Kehilah Melech Hakavod
28. 28. Si bien el término tzdaka es usualmente traducido como "caridad", la raíz de la palabra
hebreo la conecta con el término justicia o rectitud (tzedek). El capítulo 19 de Levítico establece
que "Y cuando segareis las mieses de vuestra tierra, no acabarás de segar el rincón de tu campo,
y las espigas verdes al cosechar tu mies, no recogerás; ni los granos de uva de tu viña recogerás;
para el pobre y para el peregrino los dejarás; Yo soy el Eterno, vuestro Dios." Moreh Mario
Canales Kehilah Melech Hakavod
29. 29. No se trata de un tema meramente material, tiene las más profundas implicancias
espirituales. Hacer tzedaká es una mitzvá a través de la cual se adquiere mérito, felicidad y paz
espiritual. Desde este punto de vista se entiende que quien ayuda al otro, se está ayudando a sí
mismo. "Le abrirás tu mano (...) como para cubrir su necesidad en aquello que le haga falta"
(Deut.15.8). Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
30. 30. La intención es ofrecerle al necesitado una forma digna de ganar su alimento, sin ponerlo en
la necesidad de rogar por limosna, y este es uno de los principios que guían al precepto de
"Tzedaka". En este sentido, el concepto de tzdaká se distingue del concepto de "caridad" en que
la caridad es otorgada cuando el filantropista está en condiciones emocionales y económicas de
dar, mientras que la tzdaká es una obligación ordenada por YHWH a todos los Yisraelitas.
Incluso una persona pobre no está absuelta del precepto. Moreh Mario Canales Kehilah Melech
Hakavod
31. 31. 1.- El mayor nivel, por encima del cual no hay más grande, es ayudar a un hermano
Yisraelita concediéndole un regalo o un préstamo, o entrar en sociedad con él, o encontrarle un
empleo, a fin de fortalecer su mano hasta que ya no necesita depender de otros. Moreh Mario
Canales Kehilah Melech Hakavod
32. 32. 2.- Un nivel menor de la caridad es dar a los pobres sin saber a quién se da, y sin que el
receptor conozca de quien recibió. Pues esto es realizar una mitzvá exclusivamente por el honor
de los Cielos. Esto es como el fondo "anónimo" que había en el [Kadosh Templo de Jerusalén].
Allí, los justos daban en secreto, y los buenos pobres se beneficiaban en secreto. Dar a un fondo
de caridad es similar a este modo de la caridad, aunque uno no debería contribuir a un fondo de
caridad a menos que sepa que la persona designada en el fondo es de confianza y sabio y un
buen administrador. Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
33. 33. 3.- Un nivel menor de la caridad es cuando uno sabe a quien se da, pero el destinatario no
conoce a su benefactor. Los grandes sabios solían encaminarse en secreto y poner las monedas
en las puertas de los pobres. ?Es digno y verdaderamente bueno hacer esto si los que se
encargan de distribuir la caridad no son confiables?. Moreh Mario Canales Kehilah Melech
Hakavod
34. 34. 4.- Un nivel menor de la caridad es cuando uno no sabe a quien se da, pero el pobre conoce
a su benefactor. Los grandes sabios acostumbraban atar las monedas en sus ropas, y las
arrojaban hacia atrás, y los pobres se acercaban y recogían las monedas de sus ropas para no
avergonzarse. 5.- Un nivel menor que esto es cuando uno da a la persona pobre directamente en
la mano, pero da antes de que le pidan Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
35. 35. 6.- Un nivel menor que esto es cuando uno da a la persona pobre después de que se le pide.
7.- Un nivel menor que esto es cuando se da de forma inadecuada, pero de buen grado y con una
sonrisa. 8.- Un nivel menor que esto es cuando uno da de mala gana. Moreh Mario Canales
Kehilah Melech Hakavod
36. 36. Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
37. 37. Se debe dar por lo menos una décima parte (maaser) de las entradas para tzedaká. Sin
embargo, se debe dar de acuerdo a la propia capacidad, es decir nadie debe empobrecerse al
punto de llegar a depender él mismo de otros. No obstante, hasta la persona modesta tiene
responsabilidad de dar tzedaká. El Talmud expresa que el mérito de la mitzvá de dar caridad
tiene el poder de salvar a la persona de la muerte.”La caridad alarga los días y los años del
hombre”. Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
38. 38. Si lo único que el pobre pide es comida, debemos ofrecérsela de inmediato sin preguntar
nada, pero si requiere una importante suma de dinero u ayuda adicional, tenemos derecho a
hacer preguntas. Una persona debe hacer todo lo que esté a su alcance para evitar pedir caridad,
aún si implica aceptar un trabajo que está por debajo de su nivel. Cuando uno se compromete a
dar tzedaká, debe hacerlo lo más pronto posible, porque fallar a la palabra otorgada constituye
un gravísimo pecado. Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
39. 39. "No endurecerás tu corazón al menesteroso" (Deut.15.7) "Bien que no debe haber en medio
de ti, menesteroso alguno" Ese es el mandato divino. La pobreza debe ser erradicada. ( Deut.
15.4) "Porque no dejará de haber menesteroso en la tierra, por lo mismo yo te mando diciendo:
Ampliamente has de abrir tu mano a tu hermano, es decir a tu pobre y tu menesteroso en tu
tierra" (Deut. 15.11 Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
40. 40. Ni el trono de Israel será restablecido ni la religión de la verdad se mantendrá sino por la
tzedaká, como está escrito: "Mediante la tzedaká serás restablecida…". El pueblo de Israel sólo
será redimido por la tzedaká, como está escrito: "Tzión por la justicia será redimida, y quienes
retornan a ella (lo serán) por la tzedaká". Y, además, está escrito: "Cuiden la justicia y hagan
tzedaká, pues mi salvación está cercana y mi justicia se revelará". La persona nunca empobrece
por dar tzedaká y nada malo o daño alguno tiene lugar como consecuencia de ella, como está
escrito: "Y el acto de la tzedaká será paz". Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
41. 41. Del mismo modo, la Tzedaká, en su verdadera expresión, no significa "hacer un favor" o
"dar una donación". La Tzedaká es "hacer justicia"; es lo que "debemos hacer". El judío sabe y
tiene presente que su dinero y sus bienes le fueron confiados por YHWH para hacer con ellos lo
realmente justo. Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
42. 42. En estos solemnes días pedimos a YHWH que nos brinde un año bueno y dulce. Para ser
merecedores de la Bondad Divina, es por eso que aumentamos en caridad, aún más allá de
nuestras "obligaciones": Del mismo modo, YHWH nos retribuye aún más de lo que estaría
"obligado" a darnos de acuerdo a nuestros merecimientos. Moreh Mario Canales Kehilah
Melech Hakavod
43. 43. Moreh Mario Canales Kehilah Melech Hakavod
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La herencia del pecado de los ancestros
POR CRISTIANOORTODOXO EL DICIEMBRE 26, 2013 • ( 0 )

San Justin Popovic, uno de los teólogos dogmàticos

más importantes en la historia de la Iglesia Ortodoxa

La herencia del pecado de los ancestros

Por San Justin Popovic

(de su obra maestra de teología dogmática de la Iglesia


ortodoxa: FILOSOFIA ORTODOXA DE LA VERDAD)
1. Puesto que los hombres toman todos su origen de Adán, el
pecado de nuestros ancestros ha pasado y se ha comunicado
por vía de sucesión a todos los hombres. Por eso, el pecado
de los ancestros es igualmente un pecado hereditario.
Recibiendo de Adán la naturaleza humana, todos hemos
recibido con ella la corrupción del pecado; por esta razón,
todos los hombres, viniendo al mundo, son por naturaleza
hijos de la cólera (τέκνα φύση οργής) (1), pues la justa
cólera de Dios continúa pesando en la naturaleza pecadora
de Adán. Pero el pecado de los ancestros no es exactamente
el mismo en Adán y en sus descendientes. Adán había
transgredido conscientemente, personalmente,
inmediatamente y voluntariamente el mandato de Dios, es
decir, había cometido un pecado que produjo un estado en el
que reina el principio del pecado.

En otros términos, en el pecado adánico conviene distinguir


dos momentos: en principio, el crimen mismo, el acto de
violación del mandamiento de Dios, la transgresión misma
(παράβασις) (2); el error mismo (παράπτωμα) (3), la
desobediencia misma (παρακοή) (4); y en segundo lugar el
estado de pecado así creado (αμαρτία) (5). Los sucesores de
Adán, en el sentido estricto de la palabra, no tomaron parte
personalmente, inmediatamente, conscientemente y
voluntariamente en la transgresión adánica en sí misma
(παράπτωμα, παρακοή, παράβασης), pero puesto que
tomaron su origen del Adán caído, de su naturaleza
pecadora, recibieron como herencia ineludible así como de
su generación, el estado de su naturaleza pecadora, en la que
reside el pecado (αμαρτία), como un principio vivo que obra
y conduce a cumplir personalmente el pecado como Adán;
por eso están sometidos al mismo castigo que Adán.
Herencia ineludible del pecado, alma del pecado, la muerte
reina desde Adán, dice el apóstol Pablo, incluso sobre los
que no han pecado, por una similitud con la transgresión de
Adán (και επι τους μη αμαρτίσαντας επι τω ομοιώματι της
παραβάσεως Αδάμ) (6); es decir, según el comentario del
bienaventurado (santo) Teodoreto, sobre los que no han
pecado directamente como Adán y probado del fruto
prohibido pero que han pecado con él en semejanza (επι τω
ομοιώματι) de la transgresión de Adán y que se han hecho
partícipes de su caída como en la de su ancestro (7). “Puesto
que todos los hombres estaban en Adán en estado de
inocencia”, según se dice en la Confesión de la fe ortodoxa,
“cuando Adán pecó, pecaron todos con él y entraron en el
estado del pecado, sometidos no solo al pecado, sino al
castigo del pecado” (8). En realidad, todo pecado personal de
todo sucesor de Adán toma su fuerza esencial, su fuerza de
pecado, de este pecado de los ancestros. La herencia del
pecado ancestral no es otra cosa que la prolongación del
estado caído de nuestros ancestros en todos los herederos de
Adán.

2. La herencia del pecado de los ancestros es general porque


ninguno de los hombres ha sido exonerado, salvo el Dios-
Hombre, el Señor Jesús, pues fue engendrado por la
Santísima Theotokos del Espíritu Santo de una manera que
sobrepasa la naturaleza. De una forma general, la santa
Revelación del Nuevo y del Antiguo Testamento afirma de
numerosas y variadas formas la herencia del pecado de los
ancestros: enseña que Adán, pecador y caído, engendró hijos
a su imagen (9), es decir, a su imagen mutilada, herida,
pecadora. Job el justo designa el pecado de los ancestros
como fuente, en general, del estado pecador del hombre
cuando dice: “¡Oh, si se pudiera sacar cosa limpia de lo
inmundo! Nadie puede. Ya que Tú has determinado los
días del hombre” (10). Aunque nacido de padres piadosos,
el profeta David se lamenta: “Es que yo nací en la iniquidad
y ya mi madre me concibió en pecado” (11), mostrando así
el estado pecador de la naturaleza humana en general, en la
transmisión por la vía de la concepción y del alumbramiento.
En tanto que sucesores del Adán caído, todos los hombres
están sometidos al pecado y por eso la santa Revelación
dice: “Pues no hay hombre que no peque” (12); “Porque
no hay sobre la tierra hombre justo que obre bien y no
peque nunca” (Eclesiastés 7:21) (13);“¿Quién podrá decir:
‘He purificado mi corazón, limpio estoy de mi
pecado?” (14). Aunque se buscara un hombre sin pecado, un
hombre que no esté contaminado por el pecado y sometido al
pecado, la Revelación del Antiguo Testamento sostiene que
no hay tal hombre: “No hay uno que obre el bien, ni uno
siquiera” (15); “Todo hombre es mentira” (16), pues en
este sentido, en cada sucesor de Adán, por su estado pecador,
es el Diablo, el padre del pecado y de la mentira, el que obra,
el que miente sobre Dios y sobre la creación de Dios. La
revelación del Nuevo Testamento se funda en esta verdad de
que todos los hombres son pecadores, todos salvo el Señor
Jesús Cristo. Puesto que provienen por la vía de la
generación del Adán pecador como de su único ancestro
(17), “todos están bajo el pecado (υφ’ αμαρτίαν), ya que
todos han pecado y están privados de la gloria de
Dios” (18), todos son hijos de la cólera por su naturaleza
pecadora (19). Por eso cualquiera que conoce y siente la
verdad del Nuevo Testamento con relación al estado pecador
de todos los hombres sin excepción, no puede decir que
ninguno esté sin pecado:“Si decimos que no tenemos
pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no
está en nosotros” (20). Como Dios-Hombre, sólo el Señor
Jesús Cristo es el único sin pecado, pues fue engendrado, no
por medio de un alumbramiento natural, de una semilla
pecadora, sino por un alumbramiento sin semilla, por la
santísima Virgen, del Espíritu Santo. Viviendo en un mundo
que gime por el mal (21), el Señor Jesús “no hizo pecado, y
en cuya boca no hay engaño” (22),“y que en Él no hay
pecado (αμαρτία εν αυτώ ουκ εστίν)” (23). Sólo este hombre
sin pecado entre todos los hombres de todos los tiempos, el
Salvador, pudo, osó y tuvo el derecho de preguntar
claramente y sin temor, a sus enemigos diabólicos y
malvados que sin cesar le espiaban para encontrarlo en el
pecado: “¿Quién de vosotros puede acusarme de
pecado? (τις εξ υμών ελέγχει με πέρι αμαρτίας)?” (24).

Cuando tuvo lugar su conversación con Nicodemo, el


Salvador sin pecado le declaró que para entrar en el reino del
cielo, es necesario a todo hombre renacer por el agua y el
Espíritu Santo, porque todo hombre es engendrado con el
pecado de los ancestros, pues “lo nacido de la carne, es
carne ( το γεγεννημένον εκ της σαρκός, σάρξ εστίν)” (25).
La palabra ‘carne’ designa aquí la naturaleza adánica
pecadora con la que todo hombre viene al mundo, que
impregna todo el ser del hombre, y que se manifiesta en
particular en sus disposiciones, en sus tendencias y en sus
actos carnales (26). A causa de este estado pecador,
manifestado por los pecados personales de cada hombre, el
hombre “es esclavo del pecado ( δούλος της αμαρτίας)” (27).
Puesto que Adán es el padre de todos los hombres y puesto
que ha engendrado también el estado general del pecado en
cada hombre, así también es el creador de la mortalidad y de
la muerte. Los esclavos del pecado son también esclavos de
la muerte: heredando de Adán el estado de pecado, así
también han heredado la mortalidad. El apóstol teóforo lo
escribió así: “Por tanto, como por un
solo ( δι‘ ενός) hombre (es decir, por Adán) el pecado entró
en el mundo ( η αμαρτία εις τον κόσμον εισήλθε), y por el
pecado la muerte ( και δια της αμαρτίας ο θάνατος) también
así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron ( εφ‘ ω πάντες ήμαρτον)” (28)…Esto quiere decir
que Adán es el ancestro de la humanidad, y que como tal, es
el ancestro del estado pecador en general. Es de él y por él
por quien sobrevino a sus descendientes el pecado (η
αμαρτία), nuestro estado natural de pecadores, nuestra
inclinación al pecado, obrando como un principio de pecado
que vive en cada hombre (η οικούσα αμαρτία), para producir
la mortalidad y manifestarse a través de todos los pecados
personales de los hombres. Si nuestra generación por
ancestros pecadores fuera la única fuente de nuestro estado
pecador y mortal, esto no sería conforme a la justicia divina
que no podría admitir que todos los hombres fueran
pecadores y mortales solamente porque su ancestro fue
pecador y se hizo mortal, sin que hubieran consentido
personalmente. Pero si aparecemos como los herederos de
Adán, es porque Dios, que es omnisciente, previó que la
voluntad de cada uno fuera semejante a la voluntad adánica,
y que cada uno pecara como Adán. Es lo que quieren decir
las palabras del apóstol cristóforo ( εφ‘ωπάντες
ήμαρτον) “por cuanto todos pecaron”; y por eso, según las
palabras del bienaventurado (santo) Teodoreto, cada uno de
nosotros está sometido a la sentencia de muerte, no a causa
del pecado del ancestro, sino a causa suya particular (ου γαρ
δια την του προπάτορος αμαρτίαν, αλλά δια την οικείαν
έκαστος δέχεται του θανάτου τον όρον) (30). Y San Justino
añade: “La raza humana, caída desde Adán bajo el dominio
de la muerte y bajo la astucia de la serpiente, hacía al mal
como responsable de cada uno (παρά την ίδιαν αιτίαν
εκάστου αυτών πονηρευσαμένου) (31). En consecuencia, la
herencia de la muerte (comenzada con el pecado de Adán) se
extiende a todos los descendientes de Adán igualmente a
causa de sus pecados personales que Dios, en su
omnisciencia, había previsto desde la eternidad.

Es la dependencia hereditaria y causal en general del estado


pecador de su descendencia con relación al pecado de Adán
lo que subraya el apóstol, cuando traza el paralelo entre
Adán y el Señor Jesús Cristo. Así como el Señor Jesús es
fuente de justicia, de justificación, de vida y de resurrección,
así mismo Adán es fuente de pecado, de condenación y de
muerte. “De esta manera, como por un solo
delito ( δι‘ ενός παραπτώματος) vino juicio sobre todos los
hombres para condenación ( κατάκριμα), así también por
una sola obra de justicia ( δι‘ ενόςδικαιώματος) viene la
gracia a todos los hombres para justificación de vida.
Porque como por la desobediencia de un solo hombre ( δια
της παρακοήςτου ενός ανθρώπου) los muchos fueron
constituidos pecadores, así también por la obediencia de un
solo hombre ( δια της υπακοής του ενός) los muchos serán
constituidos justos” (32). Puesto que por un hombre vino la
muerte (δι‘ ανθρώπου), por un
hombre ( δι‘ ανθρώπου) viene también la resurrección de
los muertos. Porque como en Adán todos mueren, así
también en Cristo todos serán vivificados” (33).

El estado pecador de la raza humana, que viene de Adán, se


manifiesta en todos los hombres sin excepción como un
principio vivo de pecado, como una fuerza viva de pecado,
como una categoría de pecado, como una ley de pecado, que
vive y obra en el hombre y por él (34). Pero el hombre
participa en el pecado también por su libre voluntad, y este
estado pecador crece y se multiplica por sus pecados
personales. La ley del pecado que se oculta en la naturaleza
del hombre lucha contra la ley de la razón y hace del hombre
su esclavo, y el hombre … “no hago lo que quiero, sino lo
que aborrezco, eso hago… Ya que no soy, pues, yo quien lo
hago, sino el pecado que habita en mí ( η οικούσα
αμαρτία)” (35). En la naturaleza humana permanece el hedor
y el sentimiento del pecado, dice San Juan Damasceno, es
decir, la concupiscencia y la voluptuosidad sexual que se
llaman “ley del pecado”; sin embargo, la “conciencia”
constituye la ley del intelecto humano (36). La ley del
pecado lucha contra la ley del intelecto, pero no tiene la
capacidad de aniquilar todo el bien en el hombre, ni de
hacerlo incapaz de vivir en el bien y por el bien. Por la
esencia “a imagen de Dios” de su alma, el hombre se
esfuerza por obedecer la ley de su intelecto, es decir, a la
conciencia, y según el hombre interior y piadoso, siente gozo
estando en la Ley de Dios (37). Cuando, por una explosión
bendita de la fuerza de la fe, hace del Señor Jesús Cristo la
vida de su vida, puede servir gozosamente y fácilmente a la
Ley de Dios (38). Incluso los ateos que viven fuera de la
santa revelación, subordinados a la ley del pecado, tienen en
ellos la voluntad del bien como prioridad inalienable e
inviolable de su naturaleza; pueden, pues, por su alma “a
imagen de Dios”, conocer al Dios vivo y verdadero y hacer
lo que es conforme a la Ley de Dios que está inscrita en sus
corazones (39).

3. La enseñanza divinamente revelada de la Santa Escritura


sobre la realidad y la herencia general del pecado de los
ancestros fue elaborada, esclarecida y expuesta por la Iglesia
en la santa Tradición. Desde los tiempos apostólicos se
encuentra la costumbre sacramental de la Iglesia de bautizar
a los niños pequeños para la remisión de los pecados (εις
άφεσιν αμαρτιών); lo testifican las decisiones conciliares de
los santos padres. En esta ocasión, Orígenes escribía: “Si los
niños son bautizados para la remisión de los pecados (pro
remissione peccatorum), se tiene el derecho de preguntar de
qué pecados: ¿cuándo pecaron? ¿Por qué motivo el baño del
bautismo les es necesario, sino por esta razón de que aquél
que ha nacido no estaría más que un solo día en la tierra y no
puede estar puro de mancha? Los niños son, pues, bautizados
porque por el misterio del bautismo son purificados de la
mancha del nacimiento (40). Sobre el tema del bautismo para
el perdón de los pecados, los padres del Concilio de Cartago
(418 d. C.) dicen en su canon 110: “Cualquiera que rechace
la necesidad del bautismo de los niños pequeños recién
nacidos, o pretenda que, aunque sean bautizados para la
remisión de los pecados (εις άφεσιν αμαρτιών), no tienen en
ellos nada que proceda del pecado de nuestro ancestro Adán
que deba ser purificado por el baño de la regeneración, (de
donde se deriva que el tipo del bautismo para la remisión de
los pecados [εις άφεσιν αμαρτιών] no debería ser
considerado como verdadero sino ilusorio), que sea anatema;
pues la palabra del apóstol: “Por tanto, como por un solo
hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la
muerte, también así la muerte pasó a todos los hombres,
por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12), no debe ser
comprendida más que como la ha entendido la Iglesia
católica (η καθολική εκκλησία) que en todo lugar está
extendida. Según esta regla de fe, incluso los niños que no
pueden aún cometer por sí mismos ningún pecado son
verdaderamente bautizados para la remisión de los pecados,
a fin de que el nuevo nacimiento purifique en ellos lo que
han recibido del antiguo nacimiento”. En su controversia con
Pelagio, que rechazaba la realidad y herencia del pecado de
los ancestros, la Iglesia, con más de doce concilios, ha
condenado esta enseñanza pelagiana, mostrando así que la
verdad de la santa revelación sobre la herencia de la falta de
los ancestros está profundamente enraizada en su conciencia
y en su santa confesión, católica y universal.

En los padres y maestros de nuestra Iglesia que se ocuparon


de la cuestión del estado universal del pecado del hombre,
encontramos una enseñanza clara y decisiva sobre el pecado
hereditario, que estos padres hacen remontar al pecado de
Adán, nuestro ancestro. “Todos somos pecadores en el
primer hombre”, escribe así San Ambrosio, “y por la
herencia de la naturaleza, la herencia del pecado se esparció
también en todos a partir de uno solo” (41). “Es imposible”,
dice San Gregorio de Nisa, “enumerar la multitud de
aquellos en los que se ha extendido el mal por la vía de la
herencia; el funesto tesoro del vicio, compartido con cada
uno de nosotros, ha sido incrementado por cada uno, y el mal
fecundo ha pasado así por una cadena ininterrumpida de
generaciones, extendiéndose a la multitud de hombres hasta
el infinito; sin embargo, llegó incluso hasta el límite
extremo, pero no ha dominado a toda la naturaleza humana,
como lo dijo claramente el profeta hablando de todos en
general: “Pero se han extraviado todos juntos y se han
depravado” (Salmos 13:3); no hay nadie en la existencia que
no haya sido el órgano del mal” (42). Como todos los
hombres son los herederos de la naturaleza pecadora de
Adán, todos son concebidos y engendrados en el pecado,
pues según la ley de la naturaleza, el que es engendrado es
como el que engendra; del que es alcanzado por las pasiones
nace el apasionado, y del pecador, el pecador (43).
Contaminada por el pecado de los ancestros, el alma humana
se ha dado cada vez más al mal, ha multiplicado el pecado,
imaginado el vicio, se ha creado falsos dioses; sin conocer la
saciedad en sus malas acciones, los hombres han ido siempre
más lejos y siempre más arriba en el vicio, han esparcido el
hedor de sus pecados, revelando que permanecían
insaciables en el pecado (ακόρεστοι πέρι το αμαρτάνειν
γεγόνασι)(44). Por el extravío de un solo Adán, toda la raza
humana se ha extraviado (omne hominum genus aberravit).
Adán ha comunicado a todos los hombres su condenación a
muerte; todos están bajo la ley del pecado, todos son sus
esclavos espirituales; el pecado es el padre de nuestro
cuerpo; la infidelidad es la madre de nuestra alma (45).
Desde el momento de la transgresión del mandato de Dios, el
maligno y sus ángeles se establecieron en el corazón, en el
espíritu y en el cuerpo del hombre como en su propio trono
(46). Por haber transgredido el mandato de Dios en el
paraíso, Adán cometió el pecado ancestral y transmitió su
pecado (την αμαρτίαν παρέπεμψεν) a todos (47). Por la
transgresión de Adán, el pecado ha alcanzado a todos los
hombres (εις πάντας ανθρώπους έφθασεν η αμαρτία) (48);
instalados por el pensamiento en el pecado, los hombres se
han hecho mortales, y sobre ellos ha venido a reinar la
depravación y la corrupción (φθορά) (49). Todos los
descendientes de Adán han adquirido el pecado original por
vía de sucesión (κατά διαδοχήν) de la generación de Adán
según el cuerpo (50). Es como una cierta mancha oculta (τις
κρυπτός ρύπος), una gran oscuridad de la pasión, que por la
transgresión de Adán ha pasado a toda la humanidad (πάση
τη ανθρωπότητη); han recubierto y oscurecido el cuerpo y el
alma (51). Desde que los hombres siguieron el pecado de
Adán, circula en su corazón “la ola turbadora del pecado”
(52). La oscuridad se ha extendido desde la transgresión de
Adán a toda la naturaleza humana (πάση φύσει ανθρώπου) y
por eso los hombres, recubiertos por esta oscuridad, pasan su
vida en la noche, en lugares horribles (53). Por su caída,
Adán recibió en su alma un horrible hedor (την πολλήν
δισωδίαν); se llenó de negrura y oscuridad. Lo que hirió a
Adán nos hiere también a los que hemos surgido de la
semilla de Adán. Todos somos los hijos de este ancestro
entenebrecido, participamos todos del mismo hedor (πάντες
της αυτής δυσωδίας μετέχομεν) (54). Así como tras haber
transgredido el mandato de Dios, Adán recibió en sí el
fermento (ζύμην) de las malas pasiones, así toda la raza
humana, que toma su origen de Adán por participación (κατά
μετοχήν), participa en este fermento; y por su multiplicación
progresiva, las pasiones del pecado de han acrecentado de tal
forma en los hombres que toda la humanidad está en
fermentación (55). De una forma general, la herencia del
pecado de los ancestros (que se manifiesta por un estado
general de pecado en los hombres) no es una imaginación
humana, pues constituye una verdad dogmática divinamente
revelada en la fe cristiana. “No soy yo”, escribe el
bienaventurado (santo) Agustín contra los pelagianos, “quien
ha inventado el pecado de los ancestros, en el cual cree la
Iglesia universal desde los orígenes, eres tú, el nuevo hereje,
quien rechazas este dogma” (56). Los niños bautizados, en
cuyo nombre el padrino rechaza al maligno, testifican que
estos niños se encuentran bajo el pecado de los ancestros,
pues son engendrados con la naturaleza pecadora en la que
obra el maligno (57). Pero las pasiones de los niños no
provienen de sus pecados personales; representan el castigo
que el justo juez pronunció contra la naturaleza humana
caída en Adán (58). En Adán, la naturaleza humana fue
corrompida por el pecado, sometida a la muerte y justamente
condenada; por eso, todos los hombres provienen de Adán en
el mismo estado (59). La corrupción por el pecado que
proviene de Adán, pasa a todos sus descendientes por la
concepción y el alumbramiento, y por eso están sometidos a
un vicio de origen (originis vitio), pero que no aniquila en
los hombres su libertad de querer y de hacer el bien, ni su
capacidad de conocer de nuevo un nacimiento bendito (60).
No solamente los hombres se encontraban en Adán cuando
estaba en el paraíso, sino que se encontraban también con él
y en él (cum ipso et in ipso) cuando fue excluido del paraíso
a causa del pecado; es por esta razón ellos soportan todos las
consecuencias del pecado de Adán (61).

El hecho mismo de la transmisión del pecado del ancestro a


sus descendientes aparece, en sustancia, como un
impenetrable misterio. “No hay nada más conocido (notius)
que la enseñanza de la Iglesia sobre el pecado de los
ancestros”, dice el bienaventurado (santo) Agustín, “pero ya
nada es secreto (secretius) para la comprensión” (62). Una
sola cosa es indudable según la enseñanza de la Iglesia: la
transmisión hereditaria del estado pecador de Adán a todos
los hombres, por la vía de la concepción y del
engendramiento. Sobre esta cuestión, la decisión más
importante es la del concilio de Cartago del año 252, en el
que participaron 66 obispos bajo la presidencia de San
Cipriano. Sobre la cuestión de la relación del bautismo de los
niños al octavo día (a ejemplo de la circuncisión de los niños
al octavo día en la Iglesia del Antiguo Testamento),
decidiendo que es necesario bautizarlos antes, el concilio
expresó su decisión en estos términos: “Ya que incluso en
los más grandes pecadores (que han pecado mucho contra
Dios) la remisión de sus pecados es concedida cuando
confiesan la fe, y que ni el perdón ni la gracia le son
rechazados a nadie, tanto más no es necesario rechazarlos a
un niño que, desde su nacimiento no ha pecado en nada
(nihil peccavit) sino que, descendiendo corporalmente de
Adán, ha recibido el contagio de la muerte antigua
(contagium mortis antiquae) por su sólo nacimiento, y que
puede con mayor facilidad recibir la remisión de los pecados
que se le remiten, no los suyos propios, sino los de otro (non
propia sed aliena pecatta) (63).

4. Por la transmisión del estado pecador de los ancestros a


todos los descendientes adánicos por el engendramiento, se
transmiten igualmente en ellos todas las consecuencias que
sufrieron nuestros ancestros tras la caída: la mutilación de la
imagen de Dios, el oscurecimiento de la razón, la corrupción
de la voluntad, la mancha del corazón, la enfermedad, el
sufrimiento y la muerte (64). En tanto que descendientes de
Adán, todos los hombres han heredado su alma “a imagen de
Dios”, pero con una imagen divina mutilada y oscurecida por
el pecado. Toda alma humana, en general, es penetrada por
el pecado de los ancestros. “El maligno, el príncipe de la
sombra”, dice San Macario el Grande, “ha hecho cautivo al
hombre desde el comienzo, ha revestido su alma de pecado,
todo su ser, y lo ha manchado (όλην εμίανε); lo ha hecho
enteramente cautivo, sin dejar ninguna parte exenta de su
dominio, ni el pensamiento, ni el intelecto, ni el cuerpo.
Toda el alma ha sido alcanzada por la pasión de la mancha y
del pecado pues el maligno ha revestido toda el alma con su
mal, es decir, con el pecado” (65).

Constatando la agitación impotente de todo hombre en


particular, y de todos los hombres, en general, en el abismo
del pecado, el ortodoxo ora con lágrimas: “Zozobrando en el
abismo insondable de mis pecados, invoco al abismo
insondable de Tu misericordia; sácame, oh Dios, de la
corrupción” (66). Pero aunque la imagen de Dios en el
hombre, que representa la integridad del alma, esté
oscurecida y mutilada, no esta así aniquilada en ellos, pues
por su aniquilación sería exterminado lo que hace que el
hombre sea un hombre, es decir, que el hombre sería
aniquilado como tal. La imagen de Dios constituye además
el valor supremo en el hombre (67); se revela su principal
característica (68). El Señor Jesús Cristo vino al mundo, no
para crear de nuevo la imagen de Dios en el hombre caído,
sino para regenerarla, “a fin de restaurar su propia imagen,
manchada por el pecado” (69). “Tú que has remodelado
nuestra naturaleza corrompida por el pecado” (70). Hasta en
el pecado del hombre se encuentra la imagen de Dios (εικών
Θεού) (71): “Yo soy la imagen de tu gloria inefable incluso
si llevo las heridas de mis transgresiones” (72). El edificio
neotestamentario de la salud extiende verdaderamente todos
los medios ante el hombre caído para que se transfigure por
medio de las benditas explosiones ascéticas, para que
regenere en él la imagen de Dios (73) y se convierta en la
imagen de Cristo (74).

Por el oscurecimiento y la mutilación del alma humana en su


conjunto, igualmente es la razón humana la que ha sido
mutilada en todos los descendientes de Adán. Este
oscurecimiento de la razón se manifiesta en su pereza, su
falta de lucidez y su incapacidad para recibir, asimilar y
comprender las realidades espirituales; así es como tenemos
pena en conjeturar lo que se encuentra en la tierra, pero lo
que está en los cielos, ¿quién lo ha descubierto? (75).
Pecador, el hombre físico (ψυχικός άνθρωπος) no acepta lo
que viene del Espíritu de Dios, pues eso le parece una locura,
no puede comprenderlo (76). De ahí es de donde viene el no
reconocimiento del verdadero Dios y de los valores
espirituales; de ahí vienen las ilusiones, los prejuicios, la
incredulidad, las supersticiones, la idolatría, el politeísmo, el
ateísmo (77). No es necesario imaginar este oscurecimiento
de la razón, su entusiasmo por el pecado, su extravío en el
pecado, como una aniquilación total de las capacidades de la
inteligencia humana para comprender las realidades
espirituales: el apóstol enseña que el espíritu humano,
aunque esté en la oscuridad del pecado del ancestro, tiene la
posibilidad de conocer parcialmente a Dios y recibir su
revelación (78).

Entre las consecuencias del pecado de los ancestros aparecen


en los descendientes de Adán la corrupción, el
debilitamiento de la voluntad y su inclinación eterna al mal
más que al bien. El amor propio centrado en el pecado se
convierte en la palanca principal de su actividad. Ha
encadenado su libertad en la imagen de Dios; ha hecho
esclavos del pecado (79). Aunque la voluntad de los
descendientes de Adán esté centrada en el pecado, la
inclinación al bien, no ha sido totalmente aniquilada en ella:
el hombre reconoce el bien, el deseo, pero su voluntad
pecadora quiere tender hacia el mal y obrar el mal: “Por
cuanto el bien que quiero no lo hago; antes bien, el mal
que no quiero, eso practico” (80). Este impulso pecador
hacia el mal es hecho por la costumbre, a lo largo de la
historia, como una ley de la actividad humana: “Hallo, pues,
esta Ley: que queriendo yo hacer el bien, el mal se me pone
delante” (ότι εμοί το κακόν παράκειται) (82). A pesar de
todo eso, el alma a imagen de Dios de los descendientes
pecadores de Adán, por el elemento de su voluntad que
desea a Dios, se lanza hacia el bien divino y toma su placer
en la ley de Dios (83); quiere el bien y se dirige a él desde su
esclavitud en el pecado, pues la voluntad del bien y una
cierta voluntad de hacer el bien moran en el hombre
esclavizado en las consecuencias del pecado de los ancestros
y de su pecado personal tan bien como, según las palabras
del apóstol, los que “hacen por la razón natural las cosas
de la Ley (φύσει τα του νόμου ποιή) (84). En ningún caso,
los hombres pueden ser instrumentos ciegos del pecado, del
mal y del maligno; en ellos vive siempre una voluntad libre
que, a pesar de su estado de pecado, obra libremente y puede
querer el bien y hacerlo (85).

La impureza, la contaminación y la mancha del corazón son


la parte común de todos los herederos de Adán. Se
manifiestan como una indiferencia a las realidades
espirituales y como una sumisión al deseo irracional y al lazo
pasional. Adormecido por el amor al pecado, el corazón del
hombre se despierta difícilmente a la realidad eterna de las
santas verdades de Dios: “El sueño del pecado sobrecarga mi
corazón” (86). Contaminado desde los orígenes por el
pecado, el corazón humano es el taller en el que se elaboran
los malos pensamientos, los malos deseos, los malos
sentimientos, las malas obras. El Señor lo enseña: “Porque
del corazón salen(εκ γαρ της καρδίας
εξέρχονται) pensamientos malos, homicidios, adulterios,
fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias” (87).
El corazón es lo más profundo de todo, e incluso en el estado
de pecado, conserva la posibilidad de tomar su placer en la
ley de Dios (89). En el estado de pecado, el corazón se
asemeja a un espejo manchado por el barro, que refleja la
pureza y la belleza de Dios cuando se limpia el barro del
pecado; entonces es cuando se puede ver y mirar en él a Dios
(90).

La muerte forma parte de la herencia de todos los


descendientes de Adán, pues vienen de Adán, que había sido
contaminado por el pecado y que, así, era mortal. Así como
de una fuente contaminada fluye agua contaminada, así
también es natural que una descendencia contaminada por el
pecado y la muerte provenga de un ancestro contaminado
por el pecado y la muerte (91). Pero la muerte de Adán,
como la muerte de sus descendientes, es una doble muerte,
corporal y espiritual. Hay muerte corporal cuando el alma se
separa de la gracia de Dios, que la vivificaba con una vida
superior,

espiritual y con el deseo de Dios; según las palabras del


santo profeta: “El alma que pecare, esa morirá” (92). La
muerte tiene sus precursores: la enfermedad y el sufrimiento.
Debilitado por el pecado hereditario y personal, el cuerpo es
hecho corruptible, “y la muerte reina por la corrupción (τη
φθορά) sobre todos los hombres” (93). El cuerpo amigo del
pecado se ha entregado al pecado que se manifiesta por el
predominio del cuerpo sobre el alma, y es a causa de esto
que en el cuerpo aparece a menudo una especie de carga para
el alma, y un estorbo para su deseo de Dios. Un cuerpo
corruptible sobrecarga el alma, dice el sabio Salomón, y esta
morada de arcilla sobrecarga el espíritu con múltiples
preocupaciones (94). Una fisura y una escisión funestas, una
lucha y una enemistad entre el alma y el cuerpo, aparecieron
en los descendientes de Adán como herencia del pecado
adánico: “Porque la carne desea en contra del espíritu, y el
espíritu en contra de la carne, siendo cosas opuestas entre
sí, a fin de que no hagáis cuanto querríais” (95).

Notas

1. Efesios 2:3

2. Romanos 5:14

3. Romanos 5:12

4. Romanos 5:19

5. Romanos 5:12, 14
6. Romanos 5:12, 14; Teodoreto, Sobre el salmo 50:7.

7. Sobre Romanos, ad vers.

8. Confesión de la fe ortodoxa, art. 1, pregunta 24.

9. Génesis 5:3

10. Job 14:4-5; cf. 15, 14; Isaías 63:6; Eclesiástico 17:30;
Sabiduría 12:10;

Eclesiástico 41:8.

11. Salmo 50:7

12. 3º Reyes 8:46; 2º Crónicas 6:36

13. Eclesiastés 7:21.

14. Proverbios 20:9; cf. Eclesiástico 7:5


15. Salmos 52:4; cf. Salmos 13:3; 129:3; 142:2; Job 9:2;
4:17; 25:4;

Génesis 6:5; 8:21

16. Salmos 115:2

17. Hechos 17:26

18. Romanos 3:9, 23; cf. 7:14

19. Efesios 2:3

20. 1 Juan 1:8; cf. Juan 8:7, 9

21. 1 Juan 5:19

22. 1 Pedro 2:22; cf. 2 Corintios 2:5, 21

23. 1 Juan 3:5; cf. Isaías 53:9


24. Juan 8:46

25. Juan 3:6

26. cf. Romanos 7:5-6, 14-25; 8:1-16; Gálatas 3:3; 5:16-

25; 1 Pedro 2:11; etc.

27. Juan 8:34; cf. Romanos 6:16; 2 Pedro 2:19

28. Romanos 5:12

29. Romanos 7:20

30. Interpretación de la carta a los Romanos 5:12.

31. Diálogo con Trifón 88.

32. Romanos 5:18-19

33. 1 Corintios 15:21-23


34. Romanos 7:14-23

35. Ibíd.

36. De la fe IV, 22 (1200 B)

37. Romanos 7:22

38. Romanos 7:25

39. Romanos 7:18-19; 1:19-20; 2:14-15

40. Sobre Lucas, homilía 14; cf. San Irineo, Contra los
herejes II, 22; San

Ambrosio, Sobre Abraham II, 18; bienaventurado


Agustín, De los méritos

de los pecadores y de la remisión I, 34; III, 7; I, 25


41. Apología del profeta David II, 12. En otra de sus obras,
el mismo padre

de la Iglesia escribe: Lapsas sum in Adam, mortuus in Adam,


de paradiso

ejectus in Adam; quomodo revocet, nisi me in Adan invnerit,


ut in ille

culpa obnoxium, morti debitum, ita in Christo justificatum?


(Por la muerte

de su hermano Sátiro, II, 6)

42. Sobre la resurrección de Cristo.

43. San Atanasio el Grande, Sobre el salmo 50; San


Gregorio de Nisa, Las

bienaventuranzas, Homilía 6.

44. San Atanasio el Grande, Contra los gentiles 8-9 (PG 25,
16C-21A); De
la encarnación del Verbo 3 (PG 25, 105B); cf. San Gregorio
el Teólogo,

Discurso 38, 13; San Irineo, Contra los herejes V, 24, 3; San
Juan

Crisóstomo, Sobre los Romanos, homilía 13, 1; San Macario


el Grande,

Homilía II, 5; San Juan Damasceno, De la fe III, 3.

45. San Hilario, Sobre Mateo 18, 6; Sobre el salmo 59, 4:1,
4; 126:13;

136:5; Sobre Mateo 10:23

46. San Macario el Grande, Homilía 6, 5.

47. San Basilio el Grande, Homilía para un tiempo de


hambre y de sequía

7.
48. San Atanasio el Grande, Contra los arrianos, homilía I,
51 (PG 26,

117C).

49. San Atanasio el Grande, De la encarnación del Verbo 4


(PG 25, 104B).

50. San Dídimo, De la Trinidad II, 12; cf. San Atanasio el


Grande, Contra

Apolinario I, 8.

51. San Macario el Grande, De la paciencia y de la


discreción 9.

52. San Gregorio el Teólogo, Poemas: Sobre él mismo;


cf. Discurso 16, 15;

Discurso 38, 4.

53. San Macario el Grande, Homilía 43, 7.


54. Id. Homilía 30, 8.

55. Id. Homilía 24, 2.

56. De las bodas y de la concupiscencia II, 12.

57. Bienaventurado Agustín, De los méritos de los


pecadores y de la

remisión I, 63, 64.

58. Id. Contra Juliano VI, 67; II, 9.

59. Id, La ciudad de Dios XIII, 14; cf. San Irineo, Contra los
herejes III,

22, 4; V, 16, 3; San Justino, Diálogo con Trifón 95; San


Cirilo de

Alejandría, Sobre el Salmo 50:12; Id, Sobre Romanos V, 18,


20;
Teodoreto, Sobre el Salmo 50:7; 60:8; Resumen de las
fábulas heréticas V,

11.

60. Tertuliano, Del alma 40 y 41; cf. Del testimonio del


alma 3; San

Macario el Grande, Homilía 46, 2, 3.

61. Orígenes, Sobre Romanos 5:9; 5:1

62. De los usos de la Iglesia católica I, 40.

63. San Cipriano, Carta 59 a Fidus.

64. Cf. San Juan Damasceno, De la fe II, 28 (961).

65. Homilía 2, 1; cf. Homilía 50, 5; Homilía 41, 1.

66. Octoicos, tono II, irmos VI del canon de maitines


dominicales; cf. : “La
sombra del pecado me cubre, no puedo nunca contener mis
vergonzosas

obras y mi conciencia no cesa de torturarme. Oh pobre de


mí, ¿dónde podré

ocultarme?” (Minea, 15 de Julio, Catisma poético de los


maitines, Gloria…

ahora y siempre…Theotoquio).

67. Génesis 9:6

68. Génesis 9:1-2.

69. Octoicos, tono II, sábado por la tarde, Lucernario,


“Gloria…ahora y

siempre…Theotoquio)

70. Oficio de la santa comunión, oración de San Basilio el


Grande.
71. 1 Corintios 11:7.

72. Troparios del oficio de difuntos.

73. 2 Corintios 3:18.

74. Romanos 8:29; Colosenses 3:18

75. Santiago 9:16.

76. 1 Corintios 2:14.

77. Romanos 1:21-32; Salmos 13:1-3; 52:1-4; Cf. San


Atanasio el Grande,

Contra los gentiles 8-9; San Gregorio el


Teólogo, Poemas 19, 13, 14;

Homilías 14:25; Homilías 22,13; Homilías 45, 8, 12; San


Gregorio de Nisa,
Catequesis 6; San Juan Crisóstomo, Al pueblo de Antioquía,
Homilía XI, 2;

San Macario el Grande, Homilías 43, 7; San Juan


Damasceno, De la fe III,

1.

78. Romanos 1:19-20

79. Juan 8:34; Romanos 5:21; 6:12; 17:20

80. Romanos 7:19

81. Octoicos, tono I, para los maitines del domingo. Canon


de intercesión a

la Santa Theotokos, Oda IV.

82. Romanos 7:21.

83. Romanos 7:22.


84. Romanos 2:14.

85. San Cirilo de Jerusalén, Catequesis II, 1, 3, 4.

86. Octoicos, tono II, maitines del martes. Canon a San Juan
el Precursor,

Oda VI. Theotoquio.

87. Mateo 15:19; cf. Marcos 7:21; Génesis 6:5; Proverbios


6:14.

88. Jeremías 17:9 (Septuaginta)

89. Romanos 7:22.

90. Cf. Mateo 5:8

91. Cf. Romanos 5:12; 1 Corintios 15:22.

92. Ezequiel 18:20; cf. 18:4.


93. San Atanasio el Grande, De la encarnación del Verbo 8
(PG 25, 109A).

94. Santiago 9:15.

95. Gálatas 5:17.


La Terapéutica espiritual en la Iglesia ortodoxa
La salud, sea espiritual, psíquica o corporal, se recupera al seguir nuestro Arquetipo, más bien,
uniéndonos con Él, es nuestra única terapia sanadora.

Contenido

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 1 Voces relevantes
 2 Sinopsis
 3 INTRODUCCIÓN
 4 BIBLIOGRAFÍA
Voces relevantes

Adán. Alma. Antropología. Arquetipo. Ascesis. Caída. Carne. Catarsis. Creatura. Cristo.
Cuerpo. Deificación. Deseo. Dios. División (bipartita – tripartita). Dogma. Doxa.
Dualismo. Emoción. Enfermedad (espiritual, psíquica, corporal). Espíritu (Santo, espíritu
del hombre). Espiritual. Glorificación. Hesiquia. Hombre. Humanidad. Imagen. Increado.
Instrumento. Jaris. Libertad (del hombre). Logos. Loyismí. Luz. Nus. Ortodoxia. Padres
(de la Iglesia, espirituales). Patrología. Pecado (ancestral). Physis. Pneuma. Psiqué.
Semejanza. Sensación. Soma. Teo-antropología. Teosis. Terapia. Terapéutica.
Terapeuta. Tradición. Trinidad. Visión. Visita (del Espíritu- Santo). Voluntad.

Sinopsis

Hablar de terapéutica espiritual en la Ortodoxia, es tocar forzosamente la cuestión de


una Teo-antropología cristiana. Dicha Teo-antropología se entiende exclusivamente en
el conocimiento del hombre y su comunión con Dios.

Dado al estudio profundo que hemos hecho, en cuanto a la tradición ortodoxa, hemos
optado por analizar tres rasgos característicos del ser humano: el espiritual, el psíquico
y el somático, en referencia a la Teo-antropología tríptica del hombre - espíritu, alma y
cuerpo.

Antes del pecado, Adán (el hombre) creado por Dios era normal ya que vivía a través de
la tríada: espíritu, alma y cuerpo. Su espíritu de hombre que llamamos νοῦς - nus se
abría hacia el Espíritu Santo, y el alma se sometía al nus y el cuerpo se acogía al alma,
y no al contrario.

Después de la Caída surgió el desorden entre dichas zonas (νοῦς - nus, ψυχή - alma y
soma- cuerpo) engendrando varias enfermedades espirituales, psíquicas y corporales.

La salud, sea espiritual, psíquica o corporal, se recupera al seguir nuestro Arquetipo,


más bien, uniéndonos con Él, es nuestra única terapia sanadora.

La terapia consistiría entonces en el acercamiento a Dios, ése fue el propósito de la


Encarnación del Verbo, Cristo - médico: rescatar la imagen iluminante del hombre antes
de Su Caída: Solo la unión con Dios-Amor (ἀγάπη - agapi) sana al hombre en toda su
entidad: Espíritu, alma y cuerpo.

INTRODUCCIÓN

Hablar de terapéutica espiritual en la Ortodoxia, es tocar forzosamente la cuestión de


una Teo-antropología cristiana. Dicha Teo-antropología se entiende exclusivamente en
el conocimiento del hombre y su comunión con Dios.

Esta realidad se puso de relieve por lo que han transmitido y enseñado los Padres de la
Iglesia. Seguir sus preceptos, no sólo nos permite abordar mejor al hombre moderno,
para develar la concepción cristiana de la humanidad, sino también, para rastrear los
orígenes de los diversos movimientos antropológicos del mundo.

En la ortodoxia, el pensamiento teológico tiene sus raíces en las enseñanzas de los


Padres de la Iglesia, que son los titulares de la sabiduría apostólica. Cada uno de ellos
ha presentado, a su manera, la concepción cristiana del hombre. Por lo tanto, podemos
decir que no existe una percepción fija, una definición definitiva de una Teo-antropología
y, mucho menos, una enseñanza dogmática.

Por lo tanto, vemos las diferencias conceptuales además de lo que constituye un ser
humano. Mientras que para algunos, el hombre está compuesto de cuerpo y alma, para
otros , se compone de un cuerpo, un alma y un espíritu; sin embargo, hay consenso
sobre el carácter indivisible del hombre.

Dado al estudio profundo que hemos hecho, en cuanto a la tradición ortodoxa, hemos
optado por analizar tres rasgos característicos del ser humano: el espiritual, el psíquico
y el somático, en referencia a la Teo-antropología tríptica del hombre - espíritu, alma y
cuerpo.

A guisa de preliminar, es importante señalar que la afirmación de una constitución doble


o triple del hombre, o sea, la coexistencia de dos o tres campos de actividad, y su
distinción, no refleja, en sí, un dualismo o trialismo del hombre. “El hombre es uno en su
composición” , dice San Gregorio de Nisa. “El alma no es el hombre”, escribe San
Justino, pero “es el alma del hombre; el cuerpo no es el hombre, pero es el cuerpo del
hombre” .

Esto significa que, según nuestra opinión ortodoxa personal, nos basaremos en una
visión tripartita Teo-antropológica que contempla en la unidad del hombre: el espíritu, el
alma y el cuerpo.

¿Qué hemos querido expresar con esto? Tan sólo nuestro deseo de aclarar que es la
antropología en sí, la que es tripartita y no el hombre: de lo cual surge un matiz
importante. De hecho, es desde las observaciones que hacen estas divisiones, que la
antropología se entiende como herramienta de comprensión y análisis.
En realidad, el hombre en sí, es una unidad completa indivisible en partes separadas.
Sin embargo, para hacer más inteligible el tema, se puede hablar de aspectos diferentes
de la actividad humana, a saber: espíritu, alma y cuerpo.

Es decir, esta división tripartita por causa de los tres campos de actividad del hombre no
debe obviamente ser entendida como la participación de tres sustancias distintas en el
hombre: sino más bien, se discierne como una zona de triple actividad, desde la
periferia hacia el centro o, para usar una palabra tradicional e insustituible, hacia el
“corazón” .

Con el fin de entender bien dicha zona de triple actividad, trataremos en el presente la
Teo-antropología tripartita del compuesto humano. La razón fundamental es la
naturaleza trinitaria de lo creado y lo increado. Dios único e increado es trino: Él es
Padre, Hijo y Espíritu Santo, Trinidad consustancial e indivisible.

Siendo trino, Dios creó un mundo esencialmente trinitario. En cuanto al hombre, lo creó
a su imagen y semejanza, sopló en su nariz el “Neshamá”, el “aliento de vida” “‫”نسمة حياة‬.
En otras palabras, Él lo creó trial: espíritu, cuerpo y alma, según Su modelo, ya que es a
la vez Uno y Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

En este sentido, el texto básico al respecto es el del Apóstol Pablo, fundador de nuestro
trono antioqueno, que nos muestra claramente que el hombre, siendo uno, tiene tres
áreas de actividades: espiritual, psíquica y corporal que coinciden respectivamente con
su espíritu, alma y cuerpo; y los tres deben mantenerse “sin mancha hasta la Venida de
nuestro Señor Jesucristo” .

Citando con orden estas tres zonas de actividades, el Apóstol Pablo fue muy conciso en
su enseñanza. Quiso aclarar que se trata de pasar de la imagen a la semejanza , del
hombre carnal al hombre spiritual, del primer Adán al segundo Adán, recuperando así el
orden natural entre estas triples zonas de actividades del hombre antes de su caída,
antes de su comisión del pecado ancestral.

Antes de la caída, el espíritu del hombre que llamamos nus (νοῦς en griego) se abría
hacia el Espíritu Santo, y el alma se sometía al nus y el cuerpo se acogía al alma, y no
al contrario.

Después de la caída surgió el desorden entre dichas zonas (nus, alma y cuerpo)
engendrando, como veremos, en la primera sección (Sección primera), varias
enfermedades espirituales.

En otros términos, la causa de dichas enfermedades que padece el ser humano, se


encuentra en su alejamiento de Dios y de sus mandatos, tanto en lo que mira a nuestras
relaciones con Él; como respecto a las relaciones con nosotros mismos, con nuestros
semejantes y con los demás seres naturales.

La terapia consistiría entonces en el acercamiento a Dios, ése fue el propósito de la


Encarnación del Verbo, Cristo - médico: rescatar la imagen iluminante del hombre antes
de Su Caída. “Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios” .

La salud, sea espiritual, psíquica o corporal, se recupera al seguir nuestro Arquetipo,


más bien, uniéndonos con Él, es nuestra única terapia sanadora. (Sección dos)
Sección una: La Teo-antropología tríptica del hombre - espíritu, alma y cuerpo - en sus
interrelaciones

Los ortodoxos ven el nus, o sea, el espíritu como un espejo que refleja la imagen del
Creador. El apóstol Pablo menciona específicamente el espejo cuando dice: “Ahora
vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara” .

El nus es considerado un instrumento de visión; por lo tanto, la expresión que se adjunta


a la misma es el “ojo del corazón” .

Suele decirse que, en su primera acepción, el nus parece el instrumento que nos
permite percibir nuestro estado de ánimo y le pone nombre: la emoción, el sentimiento,
la ira, la pasión... También nos permite contemplar los misterios divinos y disfrutar de la
visión de Dios : “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” .

Por otra parte, el nus se refiere a la división tripartita del hombre que mencionábamos al
principio, es decir, espíritu, alma y cuerpo. Por lo tanto, el término nus que se utiliza
quiere decir el espíritu del hombre y no el Pneuma que significa el Espíritu de Dios, o
sea, el Espíritu Santo.

El nus en este sentido será la manifestación de una profunda reflexión con un triple
significado:

1. La virtud del silencio (o hesiquia), que se forja en la oración y la meditación evoca la


calma y el autocontrol.

2. La virtud de la conciencia y de la palabra, que permite al hombre percibir su actividad


interna, sus estados de ánimo, y denominarlos.

3. La virtud de la perseverancia, que permite al hombre descubrir y desarrollar su propia


dinámica interna mediante la superación de los deseos mundanos y los malos
pensamientos.

Gracias a este camino espiritual, el hombre puede recuperar sus facultades originales
con un uso mejor. Sin embargo, para lograrlo, dos condiciones se necesitan: en primer
lugar, que el hombre dedique su vida a la oración para convertirse en una oración. En
segundo lugar, que purifique su intelecto a través de la ascesis, la cual tiene como
objetivo restablecer el nus original y, por lo tanto, su supremacía sobre el alma y la
carne, con el fin de volver al orden primero entre las tres zonas de actividades del
hombre.

Y en consecuencia, el hombre debe dejar a su propia conciencia guiar su actividad


natural, y abandonar sus deseos personales, a favor del cumplimiento de la voluntad de
Dios, en su vida cotidiana. Debe ser liberado de la servidumbre, interpretado por el
éxodo de los hebreos de Egipto, para que pueda llegar a la Tierra Prometida, la Nueva
Jerusalén , la Jerusalén Celestial.

Otra identificación ortodoxa del nus, es mencionar que está vinculado a la imagen de
Dios. El nus promueve la consideración de la personalidad: alma y cuerpo. Representa
el corazón de lo consciente y lo inconsciente. Es el instrumento del sentido íntimo, el
germen de todo, el lugar donde Dios y el hombre se encuentran y al cual, el apóstol
Pablo, se refiere en estos términos: “el hombre interior” .

El espíritu del hombre, llamado nus, es distinto del alma: son dos conceptos
completamente diferentes. La psicosomática se escribe en la realidad de este mundo. El
problema consiste entonces en no aceptar el límite entre el mundo psíquico y el mundo
espiritual.

El cuerpo, siguiendo el ritmo natural que Dios le puso, es mejor “portador” del
pensamiento divino que el alma; mientras que ésta libera sentimientos, ideas, una
dinámica de acción. Se caracteriza principalmente por la transformación, la
inestabilidad, ya que está en constante cambio, lo cual la distingue del espíritu, o sea,
del nus.

El alma, lazo psíquico, es un puente entre el espíritu y el cuerpo. Su misión es


relacionar lo espiritual con lo corporal. Su dependencia del nus hará inclinar la balanza
hacia arriba (nus-espíritu) o hacia abajo (soma-cuerpo), dando estabilidad o
inestabilidad. Tampoco espíritu y alma se mezclan, la palabra de Dios como una espada
afilada, se hunde en la articulación del alma y del espíritu .

Para designar el espíritu, San Ireneo de Lyon utiliza indiscriminadamente los tres
términos, Nus, Logos, Pneuma, estos dos últimos a menudo sustituyen al primero. Sin
embargo, él propone una nueva idea. Según él, el espíritu no tiene forma, pero es capaz
de salvar, estructurar, organizar el mundo; por el contrario, el cuerpo tiene forma, ya que
encaja en el mundo de la materia.

En el siglo III, varios Padres de la Iglesia han puesto de manifiesto tres tipos de
reacciones en los seres humanos: el cuerpo que es sensación, emoción; el alma, que es
el deseo; y el espíritu que es el nus.

Una de las características del alma es, entonces, el deseo. En el mundo del ser
humano, el cuerpo no desea, sino siente. El alma, sí desea y siempre va a desear - con
o sin ansiedad. La esencia del deseo la empuja hacia el cuerpo, pero en algún
momento, ella tendrá que alcanzar el espíritu, para evitar la frustración.

Todo esto para decir que el hombre no debe negar el mundo psíquico que le modela.
Jesucristo mismo, en su vida sobre la tierra, tenía este equilibrio entre espíritu, alma y
cuerpo. Se lamenta de Jerusalén, como de la muerte de su amigo Lázaro , a pesar de
que ya sabía que le iba a levantar de la muerte. También dijo: “Mi alma está triste hasta
el punto de morir” . Remarquemos que Jesucristo usa la expresión “mi alma”, ya que su
espíritu de hombre no es un actor sino espectador, lo cual no significa que sea
indiferente. Jesús está consciente de que es su alma que anda sufriendo, y que no pudo
superar la tristeza que es parte de los sentimientos del alma, en el nombre del espíritu.

Dídimo el Ciego , por su parte, ve en el hombre tres componentes separados: Physis,


Psique, y Nus . San Gregorio Nacianceno y San Gregorio de Nisa también coinciden en
distinguir entre el cuerpo, el alma y el nus. Para ellos, el nus ocupa una posición
intermedia entre Dios y el hombre. Además, un concepto importante es que la
naturaleza del nus humano es tal, que le permite conocer a Dios, a diferencia del cuerpo
y del alma que no tienen esa facultad, puesto que el nus se asemeja a Dios , es el
enlace entre Dios y el mundo , nos permite comunicarnos con Dios.
Toda la Creación habla de Dios, sin embargo, es Dios quien habla con el hombre por el
nus. Éste se alimenta del Dios silencioso. Puesto que todo lo que se exterioriza hace
ruido para el encuentro con el divino, por tanto, debemos privilegiar la interioridad para
encontrar a Dios en el nus.

El alma del hombre puede ser alegre o triste, porque su ámbito se mueve siempre en el
plan psicofísico. Mientras que el nus permanece por sí, ya que se enraíza en lo divino.
Sin embargo, puede ser reprimido o debilitado por el hombre carnal.

El nus humano es capaz de superarse: Es una característica que tiene el hombre y que
explica el hecho de ser perpetuamente insatisfecho. El hombre es una criatura que
siempre quiere más. Por desgracia, en el mundo psico-físico, esa voluntad es ilusoria,
puesto que el cuerpo está sujeto a las leyes de la naturaleza y no tiene ninguna
dimensión espiritual. Es ciertamente posible conciliar entre la vida corporal y la vida
psíquica, con el fin de superarse. De hecho esa voluntad pertenece al nus, en el sentido
del nus-logos, porque el propósito de dicho nus es ir al encuentro de Dios.

El nus también puede empujar al cuerpo para hacer cosas increíbles (ponerse en
levitación, caminar sobre el agua) o dar al alma mucha fuerza. Sin embargo, la
naturaleza, al igual que la tecnología (por ejemplo, la industria aeroespacial), no puede
ser superada, pero sí combinada. Ganamos en cuanto a la superación material pero no
en cuanto a la superación espiritual.

Como principio, el nus se enriquece con la conciencia divina. Sin embargo, si el hombre
existiera sólo para el mundo psíquico, estaría ausente para el mundo espiritual, y el
intelecto no podría aprovechar el conocimiento divino. Y el hombre sólo podría
experimentar los movimientos del alma, como la devoción, el fervor, la emoción, etc.

El alma puede y debe creer; ella se enriquece con la oración; pero la fragilidad de las
emociones puede precipitar su caída. El alma puede ser noble, creativa, pero su
carácter fluctuante le impide que se supere. Por lo tanto, los falsos místicos son siempre
volubles, ya que son inestables.

Esta inestabilidad puede ser superada , pero a costa de una lucha que va a durar toda
la vida. Un proverbio del Monte Athos dice: “Si lloras, si te ríes, es el pequeño diablo que
baila delante de ti.” El diablo aquí es la naturaleza inestable del alma.

La única condición para que el alma pueda superarse y alcanzar el conocimiento, es


dejarse guiar por el nus, porque él se alimenta de la inteligencia divina. Entonces, la
racionalidad, la lógica, la razón y el sentimiento se someten. La gracia de Dios penetra
en el alma y en el cuerpo a través del nus que recibe a la Luz increada que los purifica.
El nus no es la luz divina, sino su receptáculo. Es su unión con ella que lo transformará
en luz divina. Ella se apodera de él, y esa unión es tan fuerte que ni siquiera se siente la
diferencia entre Dios mismo y el nus.

Esta unión de purificación parece mucho más fuerte que la alianza del metal y el fuego,
cuando el metal está dentro del fuego, purifica al hombre que va deificándose.

El nus naturalmente va hacia Dios, se abre a Dios y Él lo impregna con su presencia, de


tal manera que, a pesar de su naturaleza diferente, puede gozar de ese momento de
silencio absoluto en donde se manifiesta lo que no puede ser expresado: Dios.
Entonces, comienza la santificación del alma y del cuerpo. El hombre se encuentra ante
Dios: dos amores que se conocen y se comunican. Por lo tanto, el nus recibe la gracia y
la energía divina antes de que la reciban el alma y el cuerpo y el nus se las transmita. Si
el nus no está bien despierto, la gracia divina no le puede alcanzar o iluminar. En otras
palabras, la gracia se difunde en el alma y el cuerpo humano, de acuerdo con el grado
de despierto del nus.

Es importante que el hombre descubra el nus en él y lo distinga del alma y también del
cuerpo. Por el desconocimiento de esta tríada vino el desequilibrio y nació el pecado.

Antes del pecado, Adán (el hombre) creado por Dios era normal ya que vivía a través de
la tríada: espíritu, alma y cuerpo. Entonces, por qué, hoy en día, se pregunta: ¿Dónde
está el nus? Porque la humanidad, después de la Caída, sufrió un desequilibrio, como
resultado del pecado ancestral. Dicho pecado hizo del hombre una criatura
desequilibrada.

Si el pecado no existiera, nadie preguntaría ¿Dónde está el nus? Sin embargo, el


pecado existe con su consecuente desequilibrio. Entonces, frente a este problema
¿Cómo debe el hombre reaccionar y actuar? La solución la encontraremos al penetrar y
distinguir ese espíritu, alma , cuerpo a los que nos hemos referido.

En un hombre normal, fuera del pecado, el espíritu se nutre de Dios, por Dios y en Dios.
Porque el hombre es “el templo del Espíritu Santo ”. El nus vive de Dios, y su fuerza le
viene del alimentarse de Él. Así, en un hombre normal, el nus iluminado por Dios, puede
fortalecer al alma, y el alma al cuerpo.

En otros términos, la salud espiritual del hombre es su capacidad de amar a Dios y al


prójimo. Porque mientras más amemos a Dios y al prójimo, gozaremos más de buena
salud espiritual.

El pecado se manifiesta cuando el nus (o sea, el espíritu del hombre) rechaza a Dios, se
aleja de Él. En eso radica la definición del pecado ancestral: es una ruptura del amor
entre el hombre y Dios. Como tal, el pecado ha hecho de la naturaleza humana, una
naturaleza enferma, corruptible y mortal. Por lo tanto, es el estado de pecado, y no la
falta personal de Adán, el culpable de la transmisión de esa ruptura con Dios a toda la
raza humana; es decir la corrupción y la mortalidad del ser humano.

Los Padres orientales se distinguen claramente del Bienaventurado Agustín, como de la


traducción latina de la Biblia, donde el texto de la Epístola a los Romanos (5:18) da la
impresión de que todos han pecado en Adán y por lo tanto su culpabilidad se ha
transmitido al género humano. Por el contrario, para los Padres orientales, no es la
culpa de Adán propiamente, sino la corrupción, la naturaleza pecadora la que se ha
transmitido como consecuencia de su pecado.

Desde el momento en que el hombre se separa de Dios se produce una ruptura entre el
Espíritu de Dios y el espíritu del hombre, y éste pierde su fuente de vida, su propósito,
su visión. Razón por la cual; se ve obligado el espíritu a recurrir al alma, y en lugar de
consolidarla, alimentarla, enriquecerla, purificarla, la explota robando su energía.

Cuando surge el desorden entre las tres zonas de actividades del hombre, entonces, el
espíritu se nutre del alma y no de Dios , pues cortó el lazo con la gracia divina; su
mirada es atraída hacia los niveles inferiores, y sin Dios se debilita; y el querer inyectarle
fuerza al alma es tan sólo una ilusión.

En resumen, cuando el espíritu se aparta de Dios, se dirige hacia el alma, la vampiriza y


él mismo se debilita. El alma infectada por el espíritu, va consiguiendo su propia
alimentación del cuerpo. Esta es la definición del hombre carnal: cuya alma es nutrida
de los elementos carnales, corporales; en este caso, el alma se vuelve efectivamente
carnal y trata de tomar del cuerpo algo que éste no le puede dar.

Sin embargo, la alimentación material y el placer carnal, en sí, no tienen nada de malo .
Más aún, bien conducidos, son una ayuda efectiva para elevarnos hacia Dios. Ahora
bien, el cuerpo, si está afectado y se ha abusado de él, será llevado a la enfermedad y
hasta la muerte.

San Pablo y las Escrituras hablan de esta muerte, esta destrucción , este sufrimiento del
cuerpo que ya no es alimentado por el alma nutrida por el nus “Si vivís según la carne,
moriréis” .

Al contrario si se unen con Dios recuperaran la salud espiritual, psíquica y corporal.


(Sección segunda).

Sección segunda: La recuperación de la salud a través del rescate de la Teo-


antropología tríptica original del hombre

Las Sagradas Escrituras, las obras de los Padres de la Iglesia y los textos litúrgicos de
la misma, nos atestiguan que la Iglesia primitiva no enseñó que la Encarnación de Cristo
estaba destinada a ser una satisfacción de la justicia divina, es decir, para apaciguarla;
sino más bien, que Cristo vino a ser un “Logos Médico” , con la intención de curar a la
humanidad caída. La Encarnación de Cristo llevó toda la naturaleza humana hacia su
propia naturaleza divina , con el fin de curarla, de salvarla. Su medicina espiritual genera
salud, elimina la mancha del pecado que introdujo la muerte en el cosmos, y devuelve
todo más allá de su plenitud.

Es decir que, originalmente el pecado no es algo natural al hombre, no es propio de su


naturaleza , como tampoco la muerte; aunque después de la Caída, se han vuelto como
nuestra “segunda naturaleza”, a la que estamos ya acostumbrados. Por lo tanto,
liberarse del pecado es volver a la santidad , a la verdadera naturaleza, aquella creada
a la imagen y semejanza de Dios santo.

El pecado no afecta únicamente la salud del nus, sino también la del alma y la del
cuerpo, ya que el hombre, aunque tenga tres zonas de actividades, como lo hemos
aclarado al inicio, es una entidad indivisible. Esta representación médica del pecado
emana de la perspectiva medicinal de la salvación. Etimológicamente hablando, la
palabra griega “σωτήρ” (“Salvador” - “Sóter”) significa “el que cura”. La palabra latina
“Salvator”, expresa “él que salva, libera y da salud”.

Es decir que la salud, o sea, la salvación en Cristo es, antes que nada, curación del
pecado y de la muerte, igual que la realización de la deificación de la naturaleza
humana por la gracia increada. Cristo, el nuevo Adán, es mucho más que la simple
restauración del viejo Adán. La obra salvífica de Cristo, no sólo es la reconciliación por
medio de la cruz, que es primordial; sino también la curación de la Muerte por la
Resurrección, ambas inseparables. Entonces, es por el descenso del Espíritu Santo, el
día de Pentecostés, que la vida de Cristo crucificado y resucitado es comunicada a la
Iglesia, en la cual se ha cumplido el plan de salvación. La Ortodoxia nunca separa la
cruz de la resurrección, porque la resurrección emana de la cruz, y el poder de ésta
radica en aquélla; y la resurrección en sí, revela la gloria de la cruz. Por lo tanto, la
salvación en Cristo implica también dar salud al hombre, deificarlo y glorificarlo por su
comunión con Él.

Ahora sí, entendemos el porqué Jesucristo cuando perdonaba el pecado , curaba al


espíritu y al alma del enfermo, le daba salud, y liberaba de lo que no era propio de la
naturaleza humana.

Jesucristo, desde su paso por la tierra, siempre ha sido y será el único y perfecto
Medico: Como siquiatra restablece a enfermos mentales , como neurocirujano cura a
epilépticos , como dermatólogo, limpia la lepra, como oftalmólogo devuelve la vista a los
ciegos , como ginecólogo especialista en esterilidad alivia la metrorragia, (como a la
mujer con flujo de sangre ), como ortopedista sana cojos, encorvados, paralíticos , como
pediatra atiende a los niños cariñosamente , como otorrinolaringólogo restituye la voz a
los mudos y el oído a los sordos , como cardiólogo normaliza funciones sin CPR, como
médico general cura todo tipo de enfermedad etc…

Entonces, el único médico capaz de curar al hombre en su triple zona de actividad:


espíritu, alma y cuerpo, es Jesucristo, Hijo de Dios Encarnado, Verdadero Dios –
Verdadero Hombre , quien se revistió de nuestra naturaleza para sanar perfectamente al
hombre; Él “vino a este mundo” para curar al hombre enfermo que lo acepte y sea fiel a
su Palabra y obra .

En otros términos: los remedios al mal que aflige a la humanidad herida por el pecado
ancestral, figuran en la enseñanza de Jesucristo, la cuál es una prueba personal de su
amor sanador e incondicional al hombre.

Algunos creen que Dios ama solamente a sus predilectos, escogidos o preferidos: no es
cierto. Dios no ama sólo a los Santos, sino a todos los hombres sin excepción alguna; a
todos los pecadores, a todos los posesos o endemoniados, ama a todas sus creaturas,
hasta al mismo diablo. Él no nos ama por nuestros méritos o cualidades. Su propósito
es salvar, curar a todos los hombres. Pero entre el querer y el poder hay una diferencia:
Él sí quiere sanar a todos, pero esto no quiere decir que puede, ya que algunos
hombres no lo desean. No nos olvidemos que la salvación, o sea, la sanación es una
decisión humana de querer salvarse ; es una sinergia entre la gracia divina que ofrece y
la voluntad humana que acepta.

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza , es decir, le creó libre . Por respeto a la
libertad del hombre y por no violar su voluntad, Dios no le puede sanar si él no quiere.
La sanación no se realiza a la fuerza. Normalmente una persona enferma
psíquicamente o físicamente va por su voluntad propia con el médico para curarse; pero
nunca por obligación, mientras mantenga su cordura.

Ahora bien, hablando de terapéutica ortodoxa, el fiel que desea curarse por propia
decisión, firme y responsable, sin presión ni coacción, debe presentarse libremente en
la Iglesia, con las personas dedicadas, iluminadas, experimentadas, que posean el
método curativo “psicoterapéutico” de la Tradición, y debe obedecerlos para lograr la
salud.
Los remedios que estos terapeutas ortodoxos proporcionan son inicio del camino
espiritual; pues a lo corporal se añade lo espiritual que no puede prescindir de los
misterios , ya que son medicina curativa para el espíritu, el alma y el cuerpo.

De hecho, todos los misterios se refieren principalmente a los tres siguientes estados
espirituales:

a) La sanación (κάθαρσις - catarsis) del alma (ψυχή - psiqué) y del cuerpo (soma), b) La
iluminación del νοῦς - nus (espíritu) del hombre por la gracia (χάρης- jaris), la energía
increada del Espíritu Santo y c) La glorificación (o θέωσης - teosis) del hombre: espíritu,
alma y cuerpo.

Ciertamente se habla más de sanación (catarsis) y de iluminación (del nus), porque los
servicios litúrgicos de la Iglesia son expresiones de la experiencia espiritual.

El Bautismo, por ejemplo, se identifica con la sanación (catarsis). Expliquemos el cómo


y el porqué: En el servicio, empieza el celebrante con los exorcismos para liberar al que
va a ser bautizado de la influencia de las malas pasiones y de los espíritus malignos,
que están en él. Durante el Bautizo, se da la absolución de los pecados. En la triple
inmersión y emersión en el agua, se entierra al antiguo Adán y el recién bautizado se
reviste de Cristo , el nuevo Adán. Se sepulta la Muerte y surge luminosa la Resurrección
. Es decir, el recién bautizado recupera (in potencia) el orden entre las tres zonas de
actividades del hombre, antes de su Caída. Por lo tanto, se cura (in potencia) a causa
del restablecimiento del orden original. Después del Bautizo sigue la Crismación, la cual
es un estado de iluminación del recién bautizado por la Gracia (Jaris) increada, es decir,
por la energía increada del Espíritu Santo. Posteriormente a la iluminación parcial
recibida por la Crismación, el nuevo iluminado avanza en su vida espiritual hacia su
Pentecostés, para completar su inicial iluminación. Esta enseñanza tiene su raíz en las
costumbres de los primeros tiempos, cuando los cristianos después de haber sido
bautizados el Sábado Santo y haber recibido la Gracia (Jaris) increada del Bautismo,
seguida por la santa Crismación, completaban la iluminación inicial, la que se esperaba
recibir durante el día del Pentecostés, es decir, cincuenta días después de su Bautismo.
Ahora bien, ¿Cómo se logra intensificar esa iluminación? En la aceptación del Espíritu
Santo cuando visita al nus. Es decir, tal y como en el día de Pentecostés, con la visita
del Espíritu Santo, se hizo la completa iluminación de los Apóstoles, la Iglesia quiere
que suceda lo mismo, en algún momento del camino espiritual de cada uno de sus
miembros creyentes. Así, como todo el proceso de la catequesis de los neo iluminados
en la Iglesia primitiva terminaba con el Pentecostés personal, es decir, con la visita del
Espíritu Santo, el cual viene y habita dentro del corazón del hombre y con él ora.
Naturalmente, la intensidad de tal iluminación no se alcanza en igual tiempo y modo en
todos los hombres porque no todos tienen la misma aceptación de Dios. Por supuesto
que, durante el día de Pentecostés, los Apóstoles no adquirieron sólo una completa
iluminación, sino que llegaron a la glorificación (teosis). Por lo tanto, si Pentecostés es el
prototipo de perfección espiritual del hombre, entonces el destino y finalidad de cada
cristiano es la glorificación (teosis) que es ver a Dios, al Creador, a Cristo en su gloria
(doxa), como todos los Santos de la Iglesia. Por eso, después de la fiesta de
Pentecostés, el domingo siguiente festejamos la memoria de los ya deificados, que son
“Todos los Santos” de la Iglesia, los cuales son el ejemplo a seguir. Y ellos llegaron a
Santos por seguir los consejos de sus Maestros en la fe ortodoxa y en la experiencia
espiritual. Estos Maestros son los padres espirituales en nuestra Iglesia, a quienes hay
que escuchar para lograr nuestra propia santidad. Y como el Espíritu Santo está
siempre con nosotros, nunca nos faltarán padres espirituales, de ahí que, en la
ortodoxia, la época de los Padres de la Iglesia no ha terminado. Como la sanación
(catarsis) y la iluminación son estados concretos de la terapia humana, dichos padres
por sus conocimientos y experiencia nos pueden guiar espiritualmente. Basándonos
sobre la Teo-antropología tríptica humana, de algunos de ellos, y conscientes de la
unión entre las tres zonas de actividades del hombre, nos permitimos distinguir entre
tres tipos de enfermedades, obviamente interrelacionadas: las enfermedades
espirituales, como las pasiones, necesitan de un padre espiritual; las enfermedades
psíquicas, necesitan de un psicólogo; y las enfermedades corporales, necesitan de un
médico. Hablando de enfermedades espirituales, mencionamos la vanagloria, ceguera
ocasionada por la falsa visión de los bienes materiales y superiores; y al orgullo, idea
exagerada de uno mismo en relación con los semejantes y con Dios. La Terapia tanto
de la vanagloria como del orgullo es la humildad. De las enfermedades psíquicas,
citamos los estados de ánimo cambiantes, tal la tristeza, la acedia, crisis de los
cuarenta, el temor, la ira, etc. Las terapias respectivas son: Para la tristeza, la
compunción y el don de las lágrimas; para la acedia, la perseverancia; para el temor, la
plena confianza en Dios y la entrega completa a Él; para la ira, la dulzura y la paciencia.
En cuanto a las enfermedades corporales, se mencionan la gula, la lujuria (sexualidad
obsesiva o anti-natural – patológica), el amor al dinero y el deseo de tener más. La
terapia para la gula es la templanza; la castidad para la lujuria; la terapia del amor al
dinero es el amor a Dios; la terapia del tener más es el compartir. La terapia esencial
sanadora de estos tres tipos de enfermedades es el amor (ἀγάπη - agapi), sustancia de
la dimensión universal de la Iglesia. Por lo tanto, el criterio de un terapeuta espiritual, es
la intensidad del amor (ἀγάπη - agapi) hacia Dios, el prójimo, y el cosmos . La actitud
del terapeuta ortodoxo no es distinta a la de la Iglesia y viceversa, ya que ésta se define
como “comunidad de creyentes”. Suele decirse que el amor (ἀγάπη - agapi) hacia los
enemigos, criterio del terapeuta espiritual, es el mismo que el de la infalible verdad y
universalidad de la Iglesia . Según san Siluán , los hombres no se distinguen entre
amigos y enemigos o entre buenos y malos, sino entre conocedores y no conocedores
de Dios. Los que distinguen a enemigos son aquellos que han desechado parte de la
humanidad y han falsificado la universalidad. Por el contrario, el amor (ἀγάπη - agapi)
hacia los enemigos significa que el hombre que los ama abarca y abraza todos los
hombres, o sea, a la humanidad, y, por lo tanto, se vuelve, como la Iglesia a la cual
pertenece, universal. No olvidemos que la Verdadera Iglesia es aquella que, siguiendo
el ejemplo de su Divino Maestro de amar a sus enemigos, da testimonio de Amor
sanador. Testimonio según el cual, Dios, que es ἀγάπη - agapi y quiere curar a todos
los hombres, no es un cuento, sino una realidad que se comprobó y se comprueba por
la experiencia de los creyentes que ya consiguieron o que conseguirán la glorificación
(la teosis). La glorificación es la visión de la luz increada, mediante la gracia (Jaris) y
que esta contemplación se realiza por el Espíritu Santo, y no por el hombre. Al hombre
que quiere ser sano, debe aceptar a Dios en su vida abriendo su nus hacia Él. El nus
humano no tiene religión, ya que es el órgano fisiológico del hombre creado a la imagen
de Dios. Por lo tanto, cualquier hombre tiene necesidad de sanación (catarsis) e
iluminación. Es lo que confirman los Padres de la Iglesia, quienes consideran que toda
persona es psicópata. No es necesario que uno sea esquizofrénico para que sea
psicópata. En la óptica patrística, el término “ψυχοπάθεια – psicopatía” se refiere a
aquella “enfermedad que está en el hombre en cuyo interior no funciona correctamente
la energía de su nus”. Es decir, de aquel hombre lleno de ilusiones (loyismí) , tanto
buenas como malas. Este tal es psicópata dado que no ha pasado por la catarsis
(sanación) de la ψυχή (psiqué, alma) y ni ha llegado al estado de la iluminación por la
Jaris (energía increada) del Espíritu Santo. Solo la unión con Dios-Amor (ἀγάπη - agapi)
sana al hombre en toda su entidad: Espíritu, alma y cuerpo. Ésta es, en otros términos,
la verdadera terapéutica espiritual ortodoxa.

Archimandrita Rv. Dr. Fadi Rabbat


Santa Iglesia ortodoxa de Antioquía

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Dogmática empírica II – La caída del hombre


Psicoterapia Ortodoxa, Teología Ortodoxa
por ADJL
LA CAIDA DEL HOMBRE

DOGMÁTICA EMPÍRICA IΙ DE LA IGLESIA CATÓLICA APOSTÓLICA ORTODOXA

(Entre comillas «» por Ioanis Romanidis y sin comillas por Ierotheo Vlajos)
Índice de Contenido [mostrar]

La caída del hombre

En el capítulo anterior hemos visto analíticamente cómo fue creado el hombre y la creación, cómo
funcionaban la psique y el cuerpo del hombre y quién es el hombre fisiológico después de su creación.

El zeoptis-divino-visionario Moisés en el librο del Génesis no describe sólo en relación de la creación


del cosmos-mundo, sino también sobre los acontecimientos de la caída del hombre y las consecuencias
de la caída para toda la creación. La creación no tenía la libertad de caer en la corrupción, pero fue
arrastrada por el hombre caído. Dado que el hombre está constituido también del mundo sensible o
físico, esto conlleva el que ha transmitido las consecuencias en toda la creación.

Antes de la creación, el nus del hombre tenía κοινωνία-kinonía conexión, participación y comunión con
Dios y los ángeles, veía la doxa-gloria luz increada de Dios y dentro de esta perspectiva se
metamorfoseaban todas las energías de la psique y del cuerpo. Todo tenía un curso, dirección y
movimiento hacia Dios. Pero después de la caída estos datos y elementos se invirtieron, ya que el nus
oscurecido no dirigía las energías de la psique y del cuerpo, la luz (increada) no resplandecía en la
creación.

A continuación veremos qué sucedió después de la caída del hombre.

La vida de los primeros en ser creados antes de la caída

Tanto la situación o estado de los Primeros en ser creados antes de la caída como después de esta, está
descrito en el libro del Génesis por el zeoptis-divino-visionario Moisés. El mismo adquirió “ojo
espiritual”, vio al Ων (on Ser o existencia) y conoció en Espíritu todos los acontecimientos. A
continuación los describió con logos y conceptos creados.

Pero también, antes que Moisés, esporádicamente son descritas situaciones similares por los Profetas y
los Padres de antes de la Ley. Y aquellos adquirieron gnosis personal de estos acontecimientos.

Lo mismo se hace también por los Padres a través de los siglos. Leen los acontecimientos de la creación
del hombre y de la caída por el libro del Génesis, pero los interpretan dentro de su experiencia personal.
En otras palabras, con la experiencia personal que adquirieron, interpretan tanto al hombre antes de la
caída como también al ser humano después de la caída.

Sobre el cómo era Adán antes de la caída hay dos tradiciones, la alejandrina y la antioquena. Los dos
aspectos están descritos a la obra de san Juan el Damasceno.

«Hay una historia sobre la creación del hombre en el Génesis. Existe una interpretación o hermenéutica
patrística de este capítulo de la creación, de la caída, etc.

En la teología patrística existen dos interpretaciones o hermenéuticas de la caída. Una predomina en


Antioquía, y es que el hombre cuando fue constituido por Dios le puso en estado de iluminación y ha
caído de la iluminación. En Capadocia, Alejandría y en otras partes de la antigua Iglesia existe la
tradición de que el hombre se encuentra en estado de zéosis o glorificación. Y en otras tradiciones existe
una combinación de estas dos.»

«Algunos Padres de la Iglesia creen que el nus de los Primeros en ser creados estaba en zeoptía visión
divina de la luz increada. Esta tradición es de la escuela alejandrina y es muy fuerte. Pero en la teología
antioquena había la memoria de Dios, de vez en cuando con la zeoptía, pero principalmente con la
memoria y con su propia experiencia de la ascética, y que existen estos dos estadios en
la zeoría contemplación espiritual. Un estadio es la iluminación, que es la oración incesante, y el otro es
resplandor, visión, expectación, la continua visión que es la zeoptía que es la zéosis (o glorificatió en
latín).»

«San Juan el Damasceno nos describe los dos puntos de vista y consideraciones y no está a favor de
ninguna tesis o posición sobre el tema; deja al lector que escoja lo que quiera.»

«He publicado un estudio que estoy haciendo una descripción de san Juan el Damasceno. San Juan
Damasceno describe los Primeros en ser creados de dos maneras: es un caso tienen noerá oración del
corazón y en el otro tienen la zéosis. Ahora bien, si tenían la zéosis o la noerá oración del corazón, es
decir, si el nus de ellos tenía la memoria de Dios o el nus veía a Dios, son dos tradiciones. Cuál es la
correcta no lo sabemos.»

Los Padres de la Iglesia interpretando el libro del Génesis «no se ocupan de Adán como Adán, sino con
el nus de Adán, el cual Adán se ha enfermado porque se oscureció su nus». Por eso no son descritos
analíticamente varios acontecimientos de la vida de los primeros en ser creados antes de la caída. A los
Padres los interesa lo qué pasó después de la caída. En realidad se recalca el estado o situación del nus
antes de la caída y su estado después, ya que básicamente el hombre fue creado para la zéosis.

«Esencialmente los santos Padres no se interesaban para los primeros en ser creados exactamente cuándo
fueron creados, cómo fueron constituidos y en qué estado se encontraban, etc. ¿Pero qué hacían?
Tomaban la experiencia presente de la zéosis y a base de ella hacían interpretación del Antiguo
Testamento.

Conocían esta experiencia de la iluminación de los Profetas y del Nuevo Testamento, pero,
principalmente de su propia experiencia, porque tenían Padre o Guía Espiritual en estado de iluminación,
el cual en efecto, de vez en cuando se encontraba en estado de zéosis. Éste por su propia experiencia
tenía hijos espirituales y los conducía de los Profetas del Antiguo Testamento y de los Apóstoles y
hacían interpretación o hermenéutica correcta de la Santa Escritura.»

Los Padres de la Iglesia interpretaban las cosas sobre la creación de Adán y Eva y sus vidas en el Paraíso
antes de la caída de la experiencia de la zéosis (zeótica) o de la visión, contemplación divina de la luz
increada, la cual experiencia tenían los mismos o igual que la vieron los Padres divinizados o
glorificados. Es decir, cuando veían santos que se había renovado, restaurado espiritualmente y tenían
las experiencias de la iluminación y de la zéosis o glorificación, decían que así más o menos vivían los
Primeros en ser creados en el Paraíso. Lo de “vivían más o menos” muestra que ahora con la
encarnación de Cristo y la zéosis de la naturaleza humana en la hipóstasis del Logos, fue dada la facultad
al hombre a unirse con Cristo y por lo tanto su zéosis sea más fuerte y potente y el divinizado o
glorificado vivir el estado superior que aquel que vivía Adán y Eva en el Paraíso.

«Así que, los Padres toman al divinizado o glorificado y al iluminado o al que


tiene zeoría contemplación divina tal y como están ahora y proyectan al actual hombre espiritual a la
época de Adán y Eva. Es decir, los Padres toman el estado espiritual actual de zeoría que es
la noerá oración del corazón y la zéosis, y dijeron que éste es el hombre, esta es la situación caída del
hombre y esta es la situación resucitada del hombre. Por lo tanto cuando teologizan sobre Adán y Eva
simplemente teologizan desde este punto de vista y aspecto.

Si Adán y Eva tenían oración noerá o la zéosis, es decir, si tenían zeoptía-visión divina u oración noerá,
o puede ser que fuera lo uno o lo otro. De todas formas estaban en estado o situación
de zeoría contemplación espiritual no hay ninguna duda. Si la zeoría era la memoria incesante de Dios o
era zeoptía–zéosis de otro tipo, esto es otro tema.»

También se debe apuntar que los Padres de la Iglesia analizaron el estado espiritual de los Primeros en
ser creados dentro de la perspectiva de la renovación o reestructuración del hombre, es decir, de la
terapia y no por una disposición de curiosidad, científica o espiritual.

«Decimos cómo eran los Primeros en ser creados. Y estaban con la oración noerá o con la zéosis–
zeoptía. Si estaban exactamente en noerá oración o en zéosis eso es indiferente no nos importa mucho.
Aquello que tiene importancia es que el hombre así está y es psicoterapiado, sanado, curado. Y antes de
enfermar, en su estado carismático, si estaba así o asá es indiferente. Pero el nus (espíritu de la psique) es
un fenómeno antropológico.

Tal y como tenemos células, corazón, arterias, etc., así además de estos el hombre tiene este nus, el cual
está oscurecido. Pero el nus no es un fenómeno teológico ni filosófico. Es un fenómeno antropológico,
es un órgano, es una parte inseparable de la personalidad humana, igual que los ojos, los dientes, las
orejas, la nariz etc. »

El pecado ancestral u original

Existen muchos tropos modos formas y maneras para poder entender en qué consiste el pecado ancestral
desde el punto de vista y parte patrístico ortodoxo. A continuación será recalcada la esencia del pecado
ancestral. Se han formulado muchas opiniones y puntos de vista en relación a este tema, en el cual se ve
la diferencia entre la teología ortodoxa y las demás Confesiones.

La esencia del pecado ancestral es mucho más profunda de la que por costumbre se atribuye. En
Principio los santos Padres enseñan de sus experiencias, de que el hombre tiene dos tipos de memoria, es
la memoria de las células del cuerpo que ayudan a su funcionamiento bueno, y la memoria del corazón,
en el cual se subscribe el nombre de Dios y se hace la noerá oración del corazón incesante.

«Hoy en día los científicos conocen que en el interior del hombre existen dos memorias. Existe la
memoria celular que se llama DNA, que es como una cinta de un radio-casete y opera la renovación de
las células del hombre con programados desarrollos de la célula. Y como existe la memoria, las células
saben lo que hacen, es decir, saben cómo multiplicarse, como un ordenador electrónico, que realiza esta
obra de la multiplicación de las células.

Aquí tenemos algo extraño, es decir, algo que se divide indivisiblemente (en individuales sin
fraccionarse). Esta cosa es muy extraña, porque se parece al misterio de la presencia de Dios en el
mundo que describen los Padres de la Iglesia, de que Dios se fracciona o se divide o indivisiblemente en
los fracciones o (individualidades).

Esto lo hacen más o menos las células. Una célula se multiplica sin la misma perder su identidad, porque
cada vez que se multiplica cada célula, es la célula entera, y son todos genes, todos lo mismo etc. Y
dentro de estas células existe el DNA, el cual planifica todo este desarrollo y multiplicación de las
células, etc. Esto no se podría hacer por la célula si no fuera constituida con memoria. Hay un sistema
mnemónico o memorial en su interior que garantiza el desarrollo correcto de todas las existencias
biológicas del mundo, de todos los animales.

Además de esta memoria que tienen las células, tenemos también la memoria que tiene el cerebro; la
memoria que existe en la materia gris que tiene el mundo animal y el hombre. Incluso el mundo físico
tiene memoria.

Ahora bien, además de estas memorias que conoce la ciencia hoy en día, en la tradición ortodoxa hay
también la otra memoria que es la memoria incesante de Dios que su sede está en el corazón del hombre,
pero es un sistema memorial que ha cesado de funcionar a causa de la caída del hombre. Y cuando los
Padres hablan de caída, dan a entender una terminación del sistema memorial que había en los Primeros
en ser creados.»
«La esencia del pecado ancestral es que el Dios ha creado al hombre con dos centros en su personalidad.
Un centro es el sistema neurológico. En cabeza del sistema neurológico es el cerebro (enkéfalo), decir, la
esencia gris que conecta con todo el sistema neurológico del hombre y dirige las relaciones del hombre
hacia fuera de sí mismo. Después existe también el sistema celular del ser humano que finalmente ahora
sabemos de los biólogos que constituye todo un sistema entero, es decir, como un ordenador de la
memoria celular.»

Además de este centro de la personalidad humana, hay también otro centro que su sede está en el
corazón, es el centro espiritual de la personalidad humana. Así que la caída del hombre es el cese de su
sistema memorial espiritual. Esto tuvo consecuencias éticas, pero también fue y es un problema
ontológico.

«Muchos hoy en día consideran la caída como una caída moral, en cambio cuando san Simeón el Nuevo
Teólogo habla sobre la caída, no da a entender la caída moral, porque san Simeón el Nuevo Teólogo no
tiene o no entiende de moral; él es asceta. Enseña la ascética y no la ética y piensa ascéticamente y no
moralmente. Entiende que los hombres no tienen noerá oración del corazón; esto da a entender.»

Este finiquito o cese del sistema memorial del corazón, por los Santos Padres se llama “oscurecimiento
del como imagen”, “oscurecimiento del nus” “nus imprudente”. En todos los escritos patrísticos el tema
de la caída es el hombre que tiene el nus oscurecido, entenebrecido. “El hombre caído es el que tiene el
nus oscurecido; se acabó”.

Simultáneamente este nus caído es caracterizado o calificado como “in-energizado, inoperativo”, es


decir, ha dejado de funcionar fisiológicamente, tal y como fue creado de Dios.

Tal como se dijo anteriormente, los Santos Padres estudiaban “la descripción histórica de la caída que
refiere la Santa Escritura”, pero interpretaban estos acontecimientos medio de sus experiencias
personales, ya que conocían qué es el nus iluminado.

«La iluminación del hombre es el residir del Espíritu Santo en el corazón del hombre, entonces el
hombre se convierte en templo del Espíritu Santo y el mismo Espíritu Santo (increado) de Dios energiza,
opera (con la energía increada) en el nus (espíritu creado de la psique) del hombre y lo ilumina.»

«Pero nosotros, ¿cómo sabemos que el nus de Adán fue oscurecido? Simplemente porque conocemos
que nosotros mismos ahora tenemos nus oscurecido».
Entonces, la experiencia del nus oscurecido y del iluminado condujo a los santos Padres a interpretar
tanto la situación de antes de la caída como también de la post caída de Adán. Esto es importante e
imprescindible ser recalcado para que percibamos y entendamos que los santos Padres no hablaban
filosóficamente ni fantasiosamente o imaginativamente, sino empíricamente.

Después de esta explicación se debe localizar en qué consiste lo inoperativo y oscurecido del nus, es
decir, investigar lo qué es “nus in-energizado o inoperativo”.

El nus del hombre, tal y como fue creado de Dios, debería moverse hacia Él, ser distinguido por el
llamado “movimiento sobrenatural”. Pero con la caída ha perdido este movimiento sobrenatural y se
mueve “por el natural” y “el contra natural”. Es decir, la energía del nus es defectuosa y esto se
manifiesta y se expresa por lo que el hombre se convierte y se hace fílaftos (ególatra, excesivo amor a sí
mismo y al cuerpo), gira hacia su cuerpo en vez de tener agapi incondicional, desinteresada, tiene agapi
interesada, egocéntrica.

«En la situación o estado de caída existe el nus y este nus está in-energizado o inoperativo, tiene energía
mínima, embrionaria y esto debe ponerse en funcionamiento».

In-energizado nus o inoperativo se dice cuando el nus no funciona correctamente.

«La responsabilidad de la caída del nus está en nosotros, es decir, cuando el nus ha dejado de funcionar.
Esta es la caída.»

El funcionamiento no fisiológico del nus significa que no recibe la energía increada de la Luz increada
de Dios, entonces el nus se obscurece y por eso hablamos de oscurecimiento del nus, que es la cualidad o
atributo más característico de la caída. Nus oscurecido significa que la energía noerá del corazón del
hombre no opera ni funciona correctamente. Y esto es el pecado. “Pecado es el oscurecimiento del nus,
la oscuridad o tiniebla en el interior del corazón del hombre. Todos los Padres hablaron sobre el
oscurecimiento del nus.

«Leed cualquier Padre que queráis; todos se refieren a los primeros en ser creados y a los sucesores de
ellos, que tienen el nus oscurecido, se ha oscurecido el nus de ellos. Lo decimos también en el Himno
Acathisto. De todas formas este nus oscurecido es la diagnosis, de que el nus se oscurece y la terapia es
la iluminación de este nus.»

Los deificados, que alcanzaron la zéosis, interpretan el pecado como enfermedad.


«En la tradición de Agustín apareció el pecado de una forma moral, en cambio en los Padres de la Iglesia
el pecado tiene forma de enfermedad y aparece la eliminación del pecado en forma de terapia. Por tanto,
tenemos enfermedad y tenemos terapia. El pecado es enfermedad del hombre, no es una trastada o
travesura del hombre, el cual no obedece a Dios como un subordinado, etc… Porque el pecado no es
praxis y transgresión de los mandamientos de Dios, como se hace con las leyes del estado etc. Existen
leyes, un transgresor de la ley deber ser castigado por la ley etc. Agustín entendió el pecado de esta
manera, es decir, que el Dios ha dado mandamientos, el hombre ha transgredido el mandamiento de Dios
y analógicamente fue castigado.»

Los Padres conocen que con la caída el hombre se ha enfermado, ya que la enfermedad es el
oscurecimiento y mal funcionamiento del nus (espíritu de la psique). Por eso hablan de diagnosis y
terapia.

«La diagnosis es que el hombre sufre de esta enfermedad que se llama pecado, que es el oscurecimiento
del nus; este término “oscurecimiento del nus”, uno muchas veces encuentra esto continuamente en los
Padres. A donde quieras leer algo de cualquier Padre, todos hablan sobre el oscurecimiento del nus.

Por tanto, este oscurecimiento del nus es el diagnostico. ¿Y la terapia qué es? Es la iluminación del nus.
Tenemos oscurecimiento e iluminación; es la misma terminología. Oscuridad y luz, este es todo el
tema.»

Como Dios es Luz increada y la falta de Luz crea oscuridad, por eso cuando el nus no es iluminado de
Dios se oscurece, es decir, se entenebrece, está negro.

«¿Qué es la diagnosis? Es que el corazón del hombre se ha oscurecido. Es decir, esto que llamamos nus
en el lenguaje posterior de los Padres, este corazón se ha oscurecido y a causa de la caída ha perdido la
memoria de Dios, etc. y debe volver la memoria o recuerdo de Dios.»

Existe una analogía entre el nus y la lente del telescopio. Cuando la lente del telescopio tiene problema,
no puede pasar la luz dentro de este y el hombre pueda ver. Así también cuando el nus del hombre se
oscurece, el hombre no puede ver a Dios.

«Los ojos increados que tiene el hombre, es decir, la Jaris (energía increada gracia) que habita en el nus,
en el corazón del hombre, pues, esta jaris increada se ha ennegrecido por las manchas en la lente que se
llama nus. Y como en este telescopio la lente no está pulida ni abrillantada, por eso la luz no brilla
mediante esta lente o no deja pasar la luz para que uno pueda utilizar el telescopio y ver correctamente
las estrellas.

De modo semejante sucede con la lente que se llama nus o corazón del hombre que se ha ennegrecido y
por eso el hombre no ve la divina Jaris energía increada o la realeza increada de Dios que está en su
interior. Y esto se llama ceguera. El hombre está ciego, fue creado para estar viendo a Dios, pero no Le
ve. Por lo tanto, desde este aspecto el hombre está ciego y no ve la Luz increada.»

Cuando hablamos de oscurecimiento, ennegrecimiento del nus, no damos a entender el oscurecimiento


de la lógica. En el capítulo anterior se ha hecho un discernimiento entre nus y logos (lógica); así que con
la caída de Adán a la lógica no le ha pasado nada, sino al nus.

«El nus estaba en zeoptía-conexión y visión con la divina Luz increada y se obscureció, no la lógica. Y
el que tiene conocimiento de la ciencia moderna, ve que el hombre en su cerebro funciona muy bien.

El hombre, mientras que puede ser muy inteligente según su lógica, se ve que a causa de la caída de los
Primeros en ser Creados no parece que haya sufrido algo, porque cuando los Padres dicen que se
oscureció el nus, no dan a entender la lógica del hombre. Si el nus se identifica con la lógica, uno llegará
a la conclusión que, si se había oscurecido el nus hace tres millones de años, cuando el hombre tenía la
cabeza pequeña con volumen de setecientos centímetros cúbicos, mientras que ahora tiene mil
cuatrocientos, pensará que hemos comenzado con el nus obscurecido y ahora está muy iluminado de lo
que estaba al principio.

Cuando los Padres dicen que el nus de los primeros en ser creados se ha ennegrecido u obscurecido, no
dan a entender el logos o lógica del cerebro mente, sino otra energía de la psique que tiene como centro
el corazón (espiritual).

Uno puede ser una persona muy importante en las ciencias positivas, pero desde el punto de vista de la
teología es analfabeto, porque su nus está ennegrecido u obscurecido. Su lógica está iluminada pero de
las ciencias positivas. Por lo tanto, a causa de la caída del hombre, su lógica no le ha pasado nada.
Aquello que sufrió daño es el nus del hombre, el nus se ha obscurecido o ennegrecido.»

Los Padres conocen el oscurecimiento del nus incluso de sus experiencias, pero también de su
experiencia pastoral cuando conducen y guían sus hijos espirituales. Por lo tanto, desde este aspecto, los
hombres se separan en aquellos que tienen el nus obscurecido y en los que tienen el nus iluminado.
Junto con el oscurecimiento del nus, el pecado ancestral es también confusión del nus con la lógica, los
pazos y el ambiente. El nus antes de la caída se movía con ímpetu hacia Dios, libre de la energía de la
lógica, de los pazos y del ambiente, pero cuando permaneció inoperativo e in-energizado se identificó
con la lógica, los pazos y el ambiente. Esto caracteriza la caída.

«Después de la caída el nus está obscurecido. ¿Por qué? Porque está lleno de loyismí. ¿Cuándo sucede
esto, o sea, oscurecerse el nus por los loyismí? Sucede cuando los loyismí de la diania (cerebro, mente,
intelecto) bajan al corazón y se convierten en loyismí del nus. Es decir, existen loyismí que no deben
estar allí, porque pertenecen al campo de la lógica-diania. El nus debe estar totalmente vacío de loyismí,
de modo que pueda venir el Espíritu Santo a residir y permanecer en el interior del hombre.

La caída del hombre desde el punto de vista patrístico es la identificación de las energías del nus con las
energías de la lógica (diania).

Cuando el nus sea oscurecido, entonces el oscurecido nus con su energía se identifica con la lógica y los
pazos.»

Cuando la noerá energía no funciona correctamente, entonces es engañado y vaga por aquí y por allá y
se ha fusionado con la lógica del hombre, es decir, esta energía del nus la llamaron “noerá energía”, y es
el nus del hombre y no es logos del hombre.

El nus en este estado no trabaja, sino que se ha hecho cautivo de la lógica, es decir, de los loyismí,
entonces no funciona regular, normal.

Por lo tanto, pecado ancestral u original es el nus inoperativo o in-energizado, el oscurecimiento del nus
y su identificación con la lógica, los pazos y el ambiente.

Consecuencias de la caída

Las consecuencias de la caída no son simplemente éticas, espirituales, psicológicas y sociales, sino
antropológicas, ontológicas. Como el nus se distorsiona, por eso se cambian todas las fuerzas psíquicas
del hombre. Cuando el nus que dirige al mundo psíquico interior del hombre, se hace inoperativo o in-
energizado y oscurecido, entonces se desorganiza también toda la composición psíquica del hombre.
Entonces el hombre se convierte en enemigo de Dios. El apóstol Santiago habla sobre los enemigos de
Dios “¡Oh psiques-almas adúlteras y traidoras! ¿No sabéis que la amistad del mundo pecaminoso es
enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo pecaminoso, se hace enemigo
de Dios” (St 4,4). Según la interpretación patrística no es el Dios enemigo del hombre, sino el hombre se
hace enemigo de Dios.

«El hombre se hace enemigo de Dios por el oscurecimiento del nus. Cuando el nus está oscurecido,
entenebrecido, entonces queda inoperativo, no funciona, está in-energizado. Este hombre que tiene el
nus oscurecido, es enemigo de Dios, en el sentido que no realiza la voluntad de Dios y esto sucede
porque se encuentra dentro de la tiniebla, en la oscuridad.»

Después, al hombre que la energía noerá no funciona o funciona embrionariamente está enfermo y
esclavo de del pecado.

La consecuencia básica del pecado ancestral fue la muerte, según el logos de Dios a Adam: “Y el Señor
Dios dio a Adam este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín podéis comer, mas del árbol de la
ciencia del bien y del mal no comeréis, porque el día que comiereis de él, por la muerte moriréis, es
decir, perderéis el derecho de la inmortalidad, moriréis somáticamente o corporalmente y os separaréis
de mi que os he dado la vida” (Gen 2,16-17).

Así que después del pecado vino en la existencia del hombre la muerte, primero la espiritual que es la
pérdida de la Χάρις jaris (energía increada jaris) y después la muerte somática o corporal. La muerte
espiritual es el oscurecimiento del nus y la interrupción de la relación del nus de la psique con el Dios.

«Muerte de la psique es la falta de la zéosis, que significa θεοπτία-zeoptía percepción y visión de la Luz
increada».

El nus dejó de moverse hacia Dios, cesó de ser iluminado por la Luz increada de Su doxa-gloria, se
obscureció y transmitió este oscurecimiento también al cuerpo y en toda la creación.

Después del pecado, por la Providencia particular de Dios, Adam y Eva se vistieron las prendas de piel.
Según la enseñanza patrística las prendas de piel es la corrupción y la forma de vida de los animales
irracionales, o sea, con los instintos animales. Así que la forma de concepción, gestación y nacimiento
del hombre está incluida en las consecuencias de la caída. Era natural que la muerte psíquico-espiritual
fuera transmitida también al cuerpo, así el hombre ha probado qué significa muerte corporal o somática.

«El Dios no es el causante de la muerte. El hombre ha traído la muerte de sí mismo, por la razón de él ha
separado el sí mismo de la doxa increada Dios, que es la fuente de su vida. Por consiguiente, el Dios no
impuso la muerte al hombre como castigo de cualquier culpa hereditaria. Más bien el Dios permitió la
muerte a causa de Su bondad y agapi (amor incondicional, energía increada), así de modo que el pecado
y el mal al hombre no se conviertan y sean inmortales.»

Así también la muerte es enfermedad, pero también la vejez que conduce inevitablemente a la muerte es
enfermedad. Esto ya hoy en día es sostenido también por la ciencia.

«Finalmente se ha demostrado que la vejez es enfermedad, no es fisiológico al hombre doblarse,


envejecerse. Y hoy en día con experimentos se han conseguido cosas espectaculares, que cortan trozos
de los animales, de sus glándulas, los ponen en los congeladores, calculan los años que vive un animal
que puede ser 15 años. Después de diez años sacan las glándulas y así consiguen alargar la vida de
algunos animales del experimento, es decir, alargan la vida del hombre 30% 50%. Y ahora los
gerontólogos te están diciendo si la muerte es enfermedad; es decir, se ha demostrado que la vejez es
enfermedad».

«Aquí tenemos el fenómeno extraño, que las células normales por regla general se multiplican y se
renuevan cada siete meses. Cada siete meses todas las células del cuerpo han cambiado, excepto las
células de los huesos que sufren un cambio completo cada siete años. Mientras que en una parte cambian
cada siete días y a la otra cada siete años y tienen una renovación plena, excepto las glándulas. Y aquí
está el fenómeno extraño: las glándulas no se renuevan, sino que se mortifican poco a poco, mueren.

Y ahora en la gerontología, hace más o menos 12 años (1980) que se ha desarrollado esta ciencia, se
ocupan de la vejez y de la muerte, quieren ver si son fisiológicas o son enfermedades. A lo que respecta
a la vejez, han llegado a la conclusión de que es una enfermedad. Sobre la muerte no están seguros si es
enfermedad o muerte o es un fenómeno fisiológico. Sin embargo, la vejez no es un fenómeno
fisiológico. Y esto se deduce porque controlan la vejez del hombre, se ve de las glándulas. Allí no se
hace renovación de las células. Mientras que todas las demás células se renuevan, cambian cada equis
tiempo, incluso hasta la sangre, todo cambia, se hace renovación plena y no se ve la diferencia de las
células de un hombre de ochenta años y de uno de veinte años, las células son las mismas, pero las
glándulas sufren un debilitamiento.

Así que, todos estos experimentos les han convencido que la vejez es una enfermedad que concierne el
sistema de las glándulas. Y una de estas glándulas es el cerebro del hombre, es una parte del sistema
neurológico del hombre. Por lo tanto, esto que continuamente decían los Padres de que la muerte y las
vejez es una enfermedad, la mitad casi se ha demostrado y ha sido aceptado, mientras que antiguamente,
leían algún Padre de la Iglesia que decía que estas cosas son enfermedad, pero ellos decían que es una
situación fisiológica. Hoy en día se ha demostrado que la vejez es una enfermedad, no es un estado
fisiológico. Por consiguiente, los Padres en este aspecto también demostraron que son modernos. Nunca
aceptaron la vejez como un desarrollo fisiológico, sino como una enfermedad del hombre. Los Padres
aceptan la muerte como una situación anormal, no natural, mientras que los gerontólogos están
discutiendo este tema.

En el hombre existe el DNA, que es una cinta espiral. En cada célula existe el DNA y se hace la
multiplicación también del DNA junto con la célula, cuando se multiplican las células. La teoría
dominante de ahora es que esta cinta, es como la cinta de un ordenador, es decir, una maquina del tipo
que la cinta tiene cierta longitud y cuando corre la cinta se acaba también. Por tanto, de esta manera
corre la vida del hombre, se multiplican continuamente las células, etc., y cuando acaba la cinta de la
multiplicación, el hombre muere.

Sí es verdad, el hombre está programado y cuando termina, se acabó. Excepto si muere por un accidente
de coche o cualquier otra complicación en el cuerpo, pero existe la muerte fisiológica, es decir, del viejo
anciano».

Los justos y los Profetas del Antiguo Testamento, a pesar de que llegaban a la zeoptía-visión de la divina
Luz increada o de Dios, sin embargo esta situación era provisional, porque la naturaleza humana antes
de ser tomada por la naturaleza divina en la hipóstasis del Logos de Dios, estaba enferma y no podía
detener y mantener por mucho esta Jaris (energía increada, gracia) de Dios. Así también los justos y los
Profetas morían corporalmente y también psíquicamente, porque bajaban al Hades, al espacio de la
muerte.

«Los que vieron la doxa-gloria luz increada del Logos, morían psíquica y corporalmente.»

La herencia del pecado

Los Padres de la Iglesia, cuando hablaban sobre la herencia del pecado ancestral, no dan a entender la
herencia de la culpa de los Padres ancestrales, o sea, el pecado ancestral no era un ataque u ofensa a
Dios, sino enfermedad del hombre. El hombre se alejó de Dios, con la consecuencia, como hemos visto,
que la psique pierda la Jaris (energía increada gracia) de Dios y el cuerpo morir.

También hemos visto que el cuerpo del hombre fue creado de la tierra y la psique fue creada por el soplo
del aliento de Dios. Esto se repite con la concepción de cada hombre. San Máximo el Confesor enseña
que la psique y el cuerpo de los hombres se crean por Dios simultáneamente, pero cada uno de forma
distinta; es decir, de una forma es el nacimiento del cuerpo de la materia sujeta, y de otra forma es el
nacimiento de la psique que resulta del soplo divino y vivificante. Esto significa que la psique está
limpia, el nus está iluminado, pero el cuerpo hereda de los padres la corruptibilidad y la mortalidad, es
decir, la vejez y la muerte. Es cierto que la creación y la unidad psique y cuerpo, existe simultáneamente
con la concepción del hombre.

Así que, la herencia del pecado ancestral en realidad es la herencia de las consecuencias de la caída, que
es la corruptibilidad y la mortalidad, las llamadas “prendas de piel”. Desde la muerte corporal, que se
encuentra en las células, se distribuye la parte pasional de la psique, durante el crecimiento del hombre,
y así se desarrollan los pazos somáticos, corporales y se oscurece, entenebrece también el nus del
hombre.

Es característico el logos del Apóstol Pablo: “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de
Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi nus (espíritu de la psique), y
que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará
de este cuerpo de muerte?” (Rom 7, 22-24)

En el pasaje del Apóstol Pablo se ve claramente que el nus se satisface con la ley de Dios, pero la otra
ley, la ley de la muerte del cuerpo se opone a la ley del nus y le cautiva; así los pazos de la
φιλάργυρία filarguiría-avaricia o amor, codicia al dinero, de la φιληδονία filidonía amor al placer o al
hedonismo y el de la φιλοδοξία filodoxía amor a la gloria vanidosa, que conectan con la corruptibilidad y
la mortalidad, cautivan, oscurecen y entenebrecen el nus del hombre.

Se ha recalcado en el capítulo anterior que el hombre dispone de memoria de corazón-noerá y de


memoria del cerebro. Por lo tanto la memoria del cerebro que conecta con las células neuróticas y con el
desarrollo del cerebro, se desarrolla poco a poco, en cambio la memoria del cordial del corazón/nus
existe desde el principio de la existencia de la psique del hombre.

«La Panaghía-Santísima en la edad de tres años alcanzó la zéosis. El niño pequeño es susceptible. Aún
no ha sufrido el endurecimiento del corazón, no se ha hecho vil. La caída del niño se hace por el
ambiente, por los padres, por los tíos, por los amigos, etc. Si el niño está en un ambiente bueno, este niño
puede crecer sin problema, con la noerá oración del corazón. El niño tiene menos problema que los
mayores. Aprende más rápido. El niño lo destruye el ambiente.
Por eso los Padres recalcan que cada uno nace como Adán y Eva, y cada uno pasa por la misma caída. El
oscurecimiento del nus se hace en cada uno. En el embrión donde está el nus del hombre aún no está
oscurecido el nus. Cada uno sufre la caída de Adán y Eva a causa del ambiente.»

La herencia del pecado original o ancestral, según los Padres, es principalmente la herencia de las
consecuencias de la caída, que es la corruptibilidad, la pasionalidad o emocionalidad y la mortalidad,
cosa que tiene consecuencias también en la psique.

«Nuestra percepción sobre el pecado original, sobre la herencia etc., es lo que es en la ciencia médica de
hoy en día, por ejemplo, ahora con el DNA. Y ahora han encontrado la forma de verificar los defectos
hereditarios por la escalera helicoidal del DNA, etc., pero saben también la composición del DNA, qué
elementos deben encontrarse y saben el seguimiento que debe haber. Y cuando examinan hombres que
nacen con seis dedos en las manos y en los pies o con tres ojos, con un ojo, con media nariz, sin orejas,
etc., examinan la composición de la célula y ven la anomalía que hay en el DNA, por eso ha nacido de
esta manera el hombre.»

Por consecuencia, la introducción de la muerte en nuestra vida no se hizo como castigo de Dios, sino que
fue como resultado de la pérdida de la divina Jaris (energía increada gracia), como alejamiento del
hombre de la Luz increada de Dios y como enfermedad de la naturaleza humana, y como enfermedad
necesita terapia. Aquí está sostenida toda la instrucción pastoral de la Iglesia Ortodoxa.

Al contrario, en Occidente, que se influenció también en este tema por Agustín, “al que consideran como
el mayor teólogo, el mayor estudioso de la divina Jaris (Gracia), sobre la caída etc.,” la herencia del
pecado ancestral fue interpretado totalmente de distinta manera, con el resultado que fuera alterada la
instrucción pastoral de la Iglesia. Agustín tuvo puntos de vista e ideas platónicos sobre la creación y la
caída del hombre.

«Agustín, en principio comienza con presuposiciones platónicas, abandona algunas tesis de los
platónicos y después intenta adaptar otra vez a Platón en el Cristianismo. Por lo tanto, ya sus
contradicciones son inevitables.

Agustín introdujo en el dogma de la Santa Trinidad las percepciones platónicas. Introdujo la idea de que
Adán y Eva tenían plena y toda la gnosis humana que uno puede tener. Por supuesto ya que para Agustín
la gnosis humana consiste en contemplación de los arquetipos y cuando uno conoce los arquetipos
conoce a Dios, entonces conoce la esencia de Dios. Adán y Eva conocían todos los arquetipos, por tanto
tenían la gnosis que puede tener un hombre.
E imaginaron los occidentales que los Primeros en ser Creados eran hombres perfectos, pero perfectos
según el modo platónico. Es decir, cuando los Primeros en ser Creados perdieron la memoria de estos
arquetipos, por eso Agustín en toda su vida daba importancia en la memoria del hombre. Cree que dentro
en la memoria de los hombres está impresa la memoria sobre la gnosis de Dios. Ahora bien, cómo
combina estas cosas con la enseñanza sobre preexistencia de la psiques, la que al final rechazó, esto es
un gran problema en el pensamiento de Agustín.

La iluminación del hombre según Agustín, significa simplemente que el nus debe conocer los
arquetipos, esta es la iluminación. Y después la zéosis del hombre según él, es cuando el hombre se ha
deificado y ve directamente con la lógica (intelecto) los arquetipos.»

Luego Agustín, según las percepciones de Platón, considera que al hombre después de la caída se añade
la parte pasional de la psique, es decir, lo anhelante y lo irascible.

«Agustín tiene esta idea, de que el hombre era perfecto y tenía la divina Jaris (energía increada gracia),
no tenía la parte anhelante e irascible en la psique, y la parte logística-racional se encontraba en
efdemonía-dicha o placer, etc. Pero a causa de la caída aparece lo anhelante y lo irascible de la psique.»

A continuación enseña que el pecado ancestral fue asalto y ofensa a la justicia de Dios y por eso el
hombre fue castigado. La muerte no la toma como enfermedad, que fue resultado de la perdición de la
vida divina, sino como castigo de Dios al hombre.

«Lo que tiene importancia es que Agustín piensa que la muerte es como castigo de Dios. Todos son
castigados de Dios, porque tienen la culpa.»

Con estas condiciones y presuposiciones debemos ver el punto de vista de Agustín sobre el pecado
original como ofensa a la justicia divina, como también la interpretación jurídica e inculpación del
pecado, el cómo esta culpa ha pasado al género humano y cómo este punto de vista y aspecto se conecta
con el destino absoluto.

«Según Agustín, cuando Adán y Eva pecaron contra la justicia de Dios y ofendieron a Dios infinito. Por
consiguiente, ya que todos heredan el pecado el pecado de Adán y Eva, la culpa, esto significa que todos
deben ser castigados según el merecimiento y valor. Por lo tanto, por merecimiento y valor estamos
castigados de Dios, sin embargo como Dios así lo quiere entre estos condenados al Infierno eterno, ha
escogido un grupo para la salvación.
Entonces de esta manera, aquellos que no han sido escogidos para la salvación no pueden tener ninguna
queja, porque son castigados por su valor y merecimiento. Entonces también deben alegrarse porque
predomina la justicia divina. Pero aquellos que se salvarán ellos tampoco pueden decir que se salvarán
por su merecimiento y valor, porque la salvación para ellos es absolutamente gratis, sin ningún valor y
merecimiento de parte de ellos. Entonces ellos no pueden jactarse.

Dentro de estos marcos, una muestra de que uno está predestinado, es que es buena persona. Es decir,
para los Protestantes, significa que es continente, no roba, no miente, no va con mujeres y es buena
persona. Así separan los hombres en buenos y malos.

Además de esto, principalmente en el mundo anglosajón y entre los Francos, a causa de la enseñanza de
Agustín, hubo también el apoyo al racismo; por lo tanto, destinado para la salvación, digamos, debe ser
blanco, alto, rubio, etc… es decir, una persona bonita. Uno si en su cara es feo, pobre, desgraciado, un
villano, un esclavo o sirviente, un inválido, etc. para los Francos no es posible que sea predestinado.»

Es normal entonces que los puntos de vista y opiniones de Agustín sobre pecado original o ancestral han
sido conectados con la teoría sobre el destino absoluto del hombre, que tergiversa, distorsiona la agapi
de Dios hacia el hombre, la finalidad del sacrificio crucificante de Cristo y toda la pastoral de la Iglesia.

«Todos fueron castigados de Dios, porque todos tienen la culpa. El problema es cómo tienen la culpa, o
sea, es la culpa hereditaria de forma biológica o si la culpa es de forma representativa, donde Adán y
Eva, como representantes del género humano, pecaron y, por consiguiente, no fueron castigados
solamente los representantes sino también el género humano.

Otra aproximación es que simplemente como representantes han perdido algo en perjuicio del género
humano. Tal y como un padre hace tonterías y pierde su fortuna y causa del padre ya los hijos nacen
pobres. Son hijos pobres, porque el padre que era rico ya ha perdido su fortuna. Existe también esta
percepción. Depende de lo que cada uno quiere sacar de Agustín sobre estos temas. Pero aquello que
tiene importancia desde el aspecto de Dios, es cómo son estos temas.

Agustín acepta la enseñanza sobre el destino absoluto. Entonces, introduce la idea que todos los
hombres, según su valor y merecimiento, están condenados para el infierno. Esta condena es según el
valor del hombre. Pero Dios, que es también agapi no deja que sea perdida su obra totalmente y ha
predestinado ciertos hombres para la salvación. Una parte de la humanidad está predestinada para la
salvación.
Pero esta predestinación sobre una parte de la humanidad, no se debe en merecimientos y recompensas
del hombre, porque, según su valor, los hombres deben ir al Infierno. Por lo tanto, aquel que recibirá la
divina Gracia para salvarse, no puede jactarse de que con sus obras se ha salvado, sino que ha sido
salvado por la predestinación que tiene de Dios, con la voluntad. Por eso debe ser humilde, estarse
quieto y no creer que él es mejor que los demás desde el aspecto de valor. Pero si un hombre que no está
predestinado, tampoco éste debe tener queja alguna, porque éste es castigado por su valor y merecido.

Desde este punto de vista y aspecto, Agustín tiene otra idea curiosa, de que, cuando decimos que Dios
ama los pecadores, no significa que Dios ama a todos los pecadores. Simplemente que Dios ama
aquellos pecadores que están predestinados. A los otros pecadores no los ama Dios; por tanto Su agapi
está limitada.

Adán y Eva pecaron y la culpa pasó en todo el género humano. Y a causa de esta culpa, cada hombre
merece el infierno. Por tanto, si existen algunos que están predestinados para la salvación, a estos los
ama porque así lo quiere. Los otros no pueden tener queja alguna, porque son castigados según su valor
y merecimiento. No pueden exigir salvarse, porque según el valor y el merecimiento de ellos están
perdidos. Porque están perdidos a causa de Adán y Eva.

Los que se salvan, son salvados no por su valor y merecimiento, sino a causa de la agapi de Dios que los
ha escogido. Por eso no deben enorgullecerse, sino tener humildad. Así se ha creado la curiosa distinción
de que Dios ama a los pecadores que están predestinados. No los ama como pecadores, sino como si
fueran hombres perfectos. Porque Dios no ama a los pecadores.

Luego, el Cristo ha muerto para que se salven los hombres. Pero el Cristo no ha muerto para todos los
hombres; ha muerto para algunos. Estos pasajes existen en los textos de Agustín y a causa de estos
pasajes los Francos tienen una fuerte tendencia en creer al destino absoluto.»

Si uno coteja y compara estos puntos de vista y aspectos de Agustín con toda la enseñanza de los Padres,
tal y como sinópticamente se ha expresado anteriormente, ve claramente la diferencia. El Dios ama
justos e injustos, pero se salvarán los que se sanan, se psicoterapian y los que corresponden libremente a
la agapi incondicional de Dios y adquieren agapi incondicional, altruista o desinteresada; esto se hace
con la potencia de la energía increada de CristoDios.
Antiguo y Nuevo Adán

La caída de Adán ha provocado enfermedad en toda la humanidad y la humanización o encarnación del


Hijo y Logos de Dios, el nuevo Adán, Él ha sanado, terapiado la naturaleza humana. Esta es la
enseñanza básica de la Iglesia sobre caída del hombre y su terapia.

En nuestro interior tenemos la enfermedad del antiguo Adán, como caída de la Luz increada de la doxa-
gloria de Dios y como oscurecimiento del nus, pero debemos percibir y sentir también la vida del nuevo
Adán como nuestro retorno a la perspectiva de la iluminación y la zéosis.

«Uno no puede hacerse Cristiano, decimos nosotros los Ortodoxos, si cada uno no destruye de su interior
al antiguo Adán. Debe convertirse y hacerse nuevo Adán para poder ser un ser humano correcto. Lo
dicen los Padres. ¿Pero cómo se hace nuevo Adán? ¿Cómo se destruye el viejo Adán? Al antiguo Adán
fue oscurecido el nus, y por eso se hizo lo que se hizo antiguamente.

“Antiguo hombre” significa el hombre aquel que no se ha convertido en nuevo hombre en Cristo. Por
tanto ya que es antiguo hombre, significa que no es cristiano es antiguo hombre.

La vida inicial de Adán era vida de la iluminación y de la zéosis. Con el pecado el hombre ha perdido el
“como semejanza” y se ha ennegrecido, oscurecido el “como imagen” y el hombre ha caído de la vida
divina. Ahora se requiere pasar a través de la catarsis del corazón, llegar a la iluminación del nus y
experimentar y vivir la zéosis. Esto lo vemos en la vida de los Santos, pero se ve más claro aún en los
Mártires.

«Los mártires son los que habían alcanzado a la noerá oración del corazón o de Jesús, tenían memoria
perpetua de Dios, funcionaba ortodoxamente su nus (espíritu de la psique), es decir, el corazón de ellos
había llegado a la catarsis, tenían la monóloga oración y la memoria perpetua de Dios, de tal forma que,
cuando fueron o llos levaron al martirio, pasaron por torturas y la oración era la que los guardó y
protegió a no negar y no negaron a Cristo.

¿Cómo sufrieron y soportaron este martirio? Cuando el hombre se encuentra en este estado espiritual, es
influenciado sólo por la oración que domina toda su existencia y no sucumbe a la tortura ni a las
mutilaciones. Convertirse y hacerse uno Mártir, pasar por torturas esto no es una hazaña humana, sino
que es por la Jaris (energía increada gracia) de Dios que hace esta cosa. Por esta razón, en la antigua
Iglesia, aquel que en una persecución había negado a Cristo, iba a la Iglesia exteriormente y sólo le
daban la última comunión.»
Este camino de desde la catarsis del corazón a la iluminación del nus y a la zéosis es el propósito y la
finalidad de la humanización del Hijo y Logos de Dios, pero también la obra de la Iglesia, como
veremos en los capítulos siguientes.

La conclusión de este capítulo es que los Santos Padres conocieron la caída de Adán empíricamente,
vivieron “el llanto adámico”, puesto que conocieron personalmente la participación de la doxa-gloria
(luz increada) de Dios en la Luz increada en la hipostasis del Logos. Dentro de este marco los Padres
interpretaron las cosas y realidades sobre la vida del hombre antes de la caída y post caída. Amín.

Ioannis Romanidis e Ierotheo Vlajos

Traducido por XX.JJ


La Deificación como propósito de vida (I).
sábado, agosto 10, 2013Posted by JDavidM

El propósito de nuestra existencia debería ser el problema más importante a plantearnos en


esta vida… ¿Cuál es la razón por la cual nos hallamos en este mundo? Si logramos hallar la
respuesta correcta a este asunto, encontraremos también las respuestas necesarias a todos
los problemas particulares que nos aparecerán en el camino: nuestra relación con los
demás, los estudios que decidamos hacer, el trabajo, el casamiento, los hijos que tengamos.
Si, por el contrario, no encontramos la respuesta acertada para tal planteamiento
fundamental, entonces todas las demás decisiones serán también erradas. Porque, ¿Qué
sentido pueden tener todos los demás “propósitos” particulares, cuando nuestra propia
vida no tiene sentido en su totalidad?
Desde el primer capítulo de las Sagradas Escrituras se nos hace conocido el objetivo de
nuestra vida, entonces cuando se nos dice que Dios hizo al hombre “según su imagen y
semejanza”. Aquí se puede comprobar el inmenso amor que Dios-Trinidad tiene para el
hombre. No espera de éste que sea un ser cualquiera con algunos carismas, con algunas
virtudes, con determinada superioridad sobre el resto de lo creado, sino que quiere que el
hombre se haga “dios” por gracia.

Desde afuera, el hombre pareciera ser, en palabras simples, una existencia biológica
semejante a los demás seres vivos, un animal más. Es, desde luego, un animal, pero “uno
con inclinación hacia Dios por la deificación”, como dice San Gregorio el Teólogo. Es el
único ser que sobresale sobre las demás criaturas, el único ser que puede hacerse “dios”.

La expresión “según la imagen de Dios” debe entenderse como las gracias que le fueron
dadas solamente al hombre y no a las demás criaturas, para que aquél se haga, así, imagen
de Dios. Estas bendiciones son: la mente y su capacidad de razonamiento, la consciencia, el
libre arbitrio – es decir, la libertad -, la capacidad de crear, el amor y la evocación de lo
absoluto y de Dios, la consciencia de sí mismo y otras más que le hacen un ser sobre todos
los demás seres vivos. Es decir, le hacen ser hombre y persona. En otras palabras, todo lo
que hace que el hombre sea persona, son los carismas que le hacen imagen de Dios.

Teniendo aquello que fue dado “según la imagen de Dios”, el hombre es llamado a alcanzar
lo que le “asemeje” a Dios, es decir, a deificarse. El Creador llama a la criatura hacerse parte
de Él por la gracia. (…) El hombre es llamado no a tener un vínculo exterior, moral, con Dios,
sino a alcanzar la unión personal con su Creador.

Puede parecer atrevido pensar e incluso afirmar que el sentido de nuestra vida es el de
volvernos “dioses” por medio de la gracia. Pero las Sagradas Escrituras y los Santos
Padres de la Iglesia no escondieron jamás esta verdad.

Lamentablemente, existe en aquellos que están lejos de la Iglesia – aunque también en


muchos de los que forman parte de ella -, un desconocimiento profundo sobre este tema,
porque creen que el objetivo de esta vida es, en el mejor de los casos, nuestro progreso
moral, es decir, llegar a ser “personas buenas”. Esto, a pesar de que el Evangelio, la
Tradición de la Iglesia y los Santos Padres nos enseñan que no es este el propósito de
nuestra vida, el ser cada vez más buenos, más morales, más correctos, más ponderados,
más respetuosos. Desde luego que estos son aspectos en los que debemos trabajar
permanentemente, pero no constituyen el objetivo principal, el propósito final para el que
fuimos creados. Entones, ¿Cuál es ese propósito? La deificación (theosis). Es decir, la
unión del hombre con Dios, no de una forma exterior o sentimental, sino una ontológica,
real.
Así de alto es el lugar en el que la antropología ortodoxa tiene al hombre. Si comparamos
las antropologías de todos los sistemas filosóficos, sociales y psicológicos, con la
antropología ortodoxa, comprobaremos fácilmente la vaguedad y pobreza de aquellas, cuán
lejos están de verificar el sentido de la vida hombre, que debe apuntar hacia algo tan
importante como verdadero.

Debido a que el hombre es “dios por ser llamado a ello”, es decir, ya que fue hecho para que
se deifique, entonces cuando no reconoce ese llamado, siente un vacío inmenso en su
interior, dándose cuenta que hay algo que no está bien en él. No encuentra ninguna felicidad
aún tratando de llenar ese vacío con otras actividades. Puede intentar anestesiarse la
conciencia, o crearse un mundo imaginario de conformidad para aislarse, que, no obstante,
será siempre pobre, limitado y pequeño. Puede también, organizar su vida de manera que no
tenga tiempo para detenerse a meditar, para ensimismarse. Por medio del ruido del mundo,
por medio del estrés diario, con el televisor, con el aparato de radio encendido todo el
tiempo, por medio de una búsqueda frenética y continua de información… de tantas
maneras el hombre trata de olvidar, de no pensar, de no reflexionar, de no recordarse que
aún no ha encontrado su propio sentido de vida.

Pero, finalmente, el pobre hombre contemporáneo no puede descansar hasta que no logra
encontrar ese algo más elevado, que existe interiormente en él y que es, ciertamente, bello y
creador,

¿Puede unirse el hombre con Dios? ¿Puede estar verdaderamente en comunión con Él?
¿Puede convertirse en “dios”, por medio de la gracia?
LA ENCARNACIÓN DE DIOS, FUNDAMENTO DE LA DEIFICACIÓN DEL HOMBRE

Los Santos Padres de nuestra Iglesia dicen que Dios se hizo hombre para que el hombre se
haga dios. El hombre no sería llamado a la deificación si Dios no se hubiera encarnado.

En los tiempos de antes de Cristo existieron muchos hombres sabios y virtuosos. Por
ejemplo, los antiguos griegos llegaron a un nivel altísimo en filosofía sobre el bien y sobre
Dios. Su filosofía contenía ya formas de verdad, llamada “razón seminal”. Eran igualmente
hombres muy religiosos, en absoluto ateos como se les ha intentado llamar en la actualidad.
Desde luego que no conocían al Dios verdadero, aunque eran muy devotos y respetaban
fielmente a sus deidades (…) No obstante, en la filosofía de los antiguos griegos se
distingue ya una nostalgia específica por el Dios desconocido. A pesar de ser creyentes y
devotos, no tenía el conocimiento correcto e integral de Dios, les faltaba estar en comunión
con Él. Por eso, la deificación no era algo al alcance de ellos.

En el Antiguo Testamento, de igual manera, encontramos que hubo desde siempre hombres
correctos y virtuosos. Pero la plena unión con Dios, la deificación se hizo posible, realizable,
sólo después de la encarnación la Palabra de Dios.

Esta es la razón por la cual Dios se hizo hombre. Si el propósito de la vida del hombre fuera
simplemente el hacerse “bueno” moralmente, no habría sido necesario que Cristo viniera al
mundo para cumplir con el enorme plan de la Providencia Divina, el de su encarnación, el de
la cruz, muerte y resurrección. Porque, así, la humanidad hubiera podido aprender a ser
cada vez mejor – moralmente -, sólo por medio de los profetas o los filósofos, o por las
enseñanzas de algunos sabios y hombres virtuosos.

Sabemos que Adán y Eva fueron engañados por el malvado, queriendo luego convertirse en
dioses - aunque no colaboradores con Dios - no con humildad, con obediencia y con amor,
sino confiando únicamente en su propia voluntad y capacidad, de una forma egoísta y
autónoma. Así, la esencia de la caída es el egoísmo. Porque de esta manera, adoptando el
egoísmo la autosuficiencia, se alejaron de Dios y, en lugar de llegar a la deificación,
alcanzaron precisamente lo contrario: la pérdida espiritual.

Así como dicen los Santos Padres de la Iglesia, Dios es vida. De este modo, quien se aleja
de Dios, se aleja de la vida. Por eso, la consecuencia de su desobediencia fue, para los dos
primeros hombres, la muerte corporal y espiritual.
Conocemos ampliamente las consecuencias de la caída. El alejarse de Dios hizo que el
hombre cayera en una forma de vida puramente carnal, animal y maligna. La criatura
preferida de Dios se hundió en la perdición. La imagen de Dios en el hombre se
ensombreció. Luego de la caída, el hombre ya no puede alcanzar aquello que tenía antes de
pecar, para llegar a deificarse. El hombre, en este estado de perversión, no puede ya
orientarse hacia Dios. Era necesario que surgiera una nueva raíz en la humanidad. Era
necesaria la institución de un hombre nuevo y sano que pueda orientar su libertad hacia
Dios.

Esa nueva raíz, ese hombre nuevo es Dios-hombre, Jesucristo, Hijo y Palabra de Dios, quien
se encarnó haciéndose para la humanidad la nueva raíz, un nuevo comienzo.

Por medio de la encarnación de la Palabra - así como dice San Gregorio el Predicador – se
realiza una segunda comunión entre Dios y los hombres. La primera fue la que existió en el
Paraíso, misma que se disipó cuando el hombre se alejó de su Creador. Ahora, Dios ha
permitido una nueva comunión, la segunda, es decir la unión de Dios con los hombres, una
que ya no puede ser destruida, porque esta nueva comunión se hace en la persona de
Cristo.

Cristo Dios-hombre, Hijo y Palabra de Dios, tiene dos naturalezas plenas: una divina y una
humana. Estas dos naturalezas se unen de forma “inconfundible, inalterable, indivisible e
inseparable”, en una misma persona, la de Cristo, de acuerdo a la definición oficial del IV
Concilio Ecuménico (de Calcedonia), que en pocas palabras constituye la base teológica en
el Espíritu Santo y en nuestra Iglesia Ortodoxa contra cualquier clase de herejía cristológica
que pudiera aparecer. Tenemos, así, un solo Señor Jesucristo en sus dos hipóstasis: una
divina y una humana.

De esta manera, la humanidad – por medio de la unión hipostática de las dos naturalezas de
Cristo – está definitivamente unida con la naturaleza divina. Esto, debido a que Cristo es
Dios y hombre, que siendo Dios y hombre subió al Cielo, que se encuentra a la derecha del
Padre y que vendrá a juzgar al mundo en su Segunda Venida. Vemos entonces cómo la
naturaleza del hombre se halla entronizada en el seno de la Santísima Trinidad. De esta
forma, nada puede separar ya esa naturaleza, de Dios. Por eso, luego de la “humanización”
de Dios, por mucho que pequemos, por más que nos alejemos de Él, si deseamos unirnos
nuevamente con el Señor, es posible lograrlo por medio del arrepentimiento. Nos podemos
unir, así, con Dios. Podemos, así, convertirnos en “dioses” por medio de la gracia.

Traducción libre tomada de: "Indumnezeirea, scopul vietii omului". P. Gheorghe Kapsanis. Editura
Evanghelismos, Bucuresti,
1 comentarios:

Pulpito Pulpo dijo...

Muy Bello y Cierto todo lo que se dice en este escrito. Lo unico que puedo añadir, (aunque
no se si estare en lo cierto), es que Adan y Eva, fueron engañados por el demonio. El
demonio lea dijo que "serian Dioses" si comian de la manzana. Yo creo que Adan y Eva ya
eran Dioses por Creacion Divina a imagen y semejanza del Creador, (pero ellos no se
daban cuenta). Es semejante a la parabola del hijo prodigo, cuando el Padre le dice al hijo
que estaba enojado con su Padre: "Todo lo Mio es tuyo, solo tenias que haberlo pedido",
(ya que el hijo le recrimino al Padre, que habia hecho banquetes en honor de su hijo, y a él,
nunca le habia regalado ningun banquete)... Cuando he dicho que Adan y Eva ya eran
Dioses, lo he recalcado por el hecho mismo de la grandeza que Dios tuvo con el hombre
(enmarcado en la creacion de nuestros primeros padres), de darles su imagen y
semejanza, (que es algo que no todo el mundo seria capaz de dar, mas que a aquellos
hijos más amados de todos), porque se puede dar algo a tus hijos (virtudes, conocimientos,
bienes materiales), pero solo quien Ama más, es capaz de dar a sus hijos (Adan y Eva), su
misma esencia: La imagen de Su Creador.

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