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Él respondió,
Es imposible para la Ortodoxia imaginar la vida afuera del amor global y gracia del
Dios que vino , él sólo , para rescatar su creación caída .
Para los Padres de la Iglesia Ortodoxa , la teología se trata todo del amor.
Por dominante que el término “ pecado original “ se haya vuelto , puede venir a ser
una sorpresa para muchos que era desconocido tanto en la Iglesia Oriental como la
Occidental hasta la época de Agustín (354-430) . El concepto posiblemente surgió
en las escrituras de Tertuliano, pero el término aparece por primera vez en la obra
de Agustín . Anterior a esto los teólogos de la Iglesia primitiva usaron una
terminología distinta que indicaba un modo distinto de pensar sobre el tema de la
caída, sus secuelas y la respuesta de Dios . El término utilizado por los Padres
griegos para describir la tragedia en el Jardín fue “ pecado ancestral “ .
En el pensamiento ortodoxo , Adan y Eva fueron creados con una vocación : unirse
progresivamente a Dios en su capacidad para compartir su vida divina- la
deificación ( Romanides , 2002 , p. 76-77)
Teófilo de Antioquía (segundo siglo) postula que Adan y Eva fueron creados ni
mortales ni imortales . Fueron creados con la capacidad de llegar a serlo por su
obediencia o su desobediencia ( Romanides,2002)
La libertad para obedecer o desobedecer les correspondía a nuestros antepasados
más antiguos,
Aferrarse a la vocación divina los traería vida , rechazarla les traería la muerte ,
pero no por la mano de Dios . Continua Teófilo,
Adan y Eva fracasaron por la tentación que aflige a toda la humanidad : ser
autónomos , determinar su propio camino , realizar la plenitud de la existencia
humana sin Dios. Segun los Padres ortodoxos , el pecado no es una violación de
una ley impersonal o codigo de comportamiento, sin un rechazo a la vida ofrecida
por Dios ( Yannaras, 1984). Este es el blanco al cual se refiere la palabra amartía
. La vida humana caída es, más que nada, la falta de realizar el potencial dado por
Dios a la existencia humana , que es, como escribe san Pedro ,
Es importante anotar que la salvación como deificación no tiene nada que ver con
el panteismo porque los santos Padres insisten en la doctrina de la creación ex
nihilo (Atanasio , 1981) Los humanos como el resto de la creación entraron en
existencia desde la nada. Los seres creados siempre se quedaran creados y Dios
siempre se quedara increado. Sólo el Hijo de Dios cruzó ese abismo por su
encarnación .
Para los Padres ortodoxos esto significa ascetismo ( oración , ayuno , caridad y
mantenimento de vigilia) relacionados con la imagen paulina del atleta espiritual (
I Cor. 9, 24-27). Éste es el obrar la salvación
“ amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón , con toda tu alma y con
toda tu mente , y amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mat. 22, 37-39).
El gran himno de la Pascua Santa captura en pocas palabras la esencia del
entendimiento ortodoxo de la Expiación:
El Legato de Agustín
El punto de vista jurídico genera dos problemas para Agustín. Primero: ¿cómo se
puede entender la mutabilidad de amor a ira del Dios inmutable? Segundo: ¿Cómo
puede Dios , quien es bueno , ser el autor de un mal como la muerte? ( Romanides,
1992)
La única forma de responder a esto , como hizo Agustín al joven obispo Julián de
Eclano , que la justicia de Dios es inescrutable ( Cahill, 1995 ,p.65)
¿Cómo , pues, pudo ser la ira de Dios aplacada? La enseñanza de la Iglesia antigua
no tenía respuesta porque sus adeptos no veian a la ira como problema . La Teoría
de la Satisfacción , propuesta por Anselmo de Canterbury (1033-1109) en su
obra Cur Deus Homo ofrece la respuesta predominante en occidente.
El antídoto para esta situación es la crucifixion del Hijo encarnado de Dios porque
sólo el sufrimiento y muerte de un ser eterno igual podía satisfacer la ofensa al Dios
infinitamente deshonrado y aplacar su ira ( Williams, 2002; Yannarás , 1984, p.
152). Dios sacrifica a su Hijo para restaurar su honor y pronunciar el sacrificio
suficiete. La idea de la rectitud imputada nace de aquí. El entendimiento ortodoxo
que
Por ejemplo , ¿pudieramos decir que el sufrimiento del Hijo le dió gusto al Padre o
el de los condenados en el infierno? ( Yannarás , 1984) Freud se rebeló en contra
de tales ideas , llamando a tal dios un padre sádico ( Yannarás , 1984) . ¿Pudiera
ser que el ateismo moderno es una rebelión sana en contra de una deidad
terrorista como proponen Yannarás , Clement y Kalómiros? Kalómiros propone
que no existen ateos , que sólo son gente que odian al dios en que han sido
enseñados a creer.
En terminos sencillos, se puede decir que la Iglesia oriental tiende hacía un modelo
terapéutico que considera el pecado como enfermedad, mientras que la occidental
tiende hacía un modelo jurídico que ve al pecado como un fallo moral. Para el
primero ,la Iglesia es un hospital de almas , el ruedo de la salvación donde , por la
gracia de Dios los fieles pasan de
El pecado como un fallo al blanco , o dicho de otra forma , como un fallo de realizar
el pleno potencial del don de la vida humana , nos llama a un desarrollo gradual del
cargo pastoral . La meta es nada menos que una transformación existencíal desde
adentro por medio de un incremento en la comunión con Dios . Los pecados de
cada día son más que una infracción moral ; son revelaciones de la fragilidad de la
vida humana y evidencia de una lucha personal .
Respondió,
Setenta veces siete volvemos al sacramento no como una facil salida (confieso hoy,
reincido mañana), sino porque la humildad es una dura lección para aprender , la
transformación verdadera no es instantanea y estamos en necesidad del apoyo de
Dios . El sanar toma tiempo . Los sacramentos estan lejos de ser rituales mágicos o
automáticos .(Yannarás 1984 , p.144).
Son eventos personales y plenos de gracia en los cuales nuestra libre respuesta a la
gracia divina es reconocida y sanctificada. Hasta en los circulos evangelicos donde
la sacramentalidad de la confesión es rechazada sirve lo mismo la llamada al altar.
Es revelador que la confesión en la Iglesia ortodoxa siempre se hace cara a cara y
nunca en un confesionario como se hace en occidente. El pecado es personal y la
curación tiene que ser igualmente personal .
Cada paso es un paso verdadero. Si logramos ser fieles en pequeñeces , el Señor nos
dará luego , más grandes (Mat.25 ,21) . No deberá haber prisa en este proceso
intimo de verdadera transformación que nunca termina . Como sacerdote y
confesor les digo a los que vienen a mí,
Lo que producirá esta relación divina/humana sólo Dios sabe , pero nos ponemos
en sus amables manos y no sin alguna angustia porque
“ Dios es un fuego amable... para todos: tanto los buenos como los
malos.” (Kalómiros, 1980 , p.19)
Aba Lot fue a visitar al aba José y dijo : En cuanto me es permitido , practico una
pequeña regla, un poco de ayuno , algo de oración y meditación , y mantengo
tranquilidad y en cuanto me es posible mantengo mis pensamientos despejados.
¿Que más debo hacer? Luego se alzo el viejo y estiró sus manos al cielo , y sus dedos
se hicieron como diez antorchas de fuego . Dijo:
Como hemos visto , para los padres antiguos y para la Iglesia ortodoxa , la
Expiación es mucho más que un ejercicio divino en jurisprudencia ; es el resultado
de la vida, muerte y resurrección del Hijo de Dios que nos libera del pecado
ancestral y de sus secuelas. Nuestro avasallamiento a la muerte, pecado corrupción
y al diablo es destruido por la cruz y resurrección y nuestra inutil aventura en la
autonomía se revela por lo que es : un callejon sin salida.
La salvación es mucho más que un fallo del alto ; es un proceso infinito de
transformación de la autonomía a la comunión, un ascenso paulatino de gloria en
gloria por el cual retomamos nuestra vocación original ahora realizado en
Cristo. El camino hacía el arbol de la vida revelado a ser la cruz se reabre y sus
frutos , el Cuerpo y la Sangre de Dios se ofrecen a todos .
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1. Efesios 2:3
2. Romanos 5:14
3. Romanos 5:12
4. Romanos 5:19
5. Romanos 5:12, 14
6. Romanos 5:12, 14; Teodoreto, Sobre el salmo 50:7.
9. Génesis 5:3
10. Job 14:4-5; cf. 15, 14; Isaías 63:6; Eclesiástico 17:30;
Sabiduría 12:10;
Eclesiástico 41:8.
35. Ibíd.
40. Sobre Lucas, homilía 14; cf. San Irineo, Contra los
herejes II, 22; San
bienaventuranzas, Homilía 6.
44. San Atanasio el Grande, Contra los gentiles 8-9 (PG 25,
16C-21A); De
la encarnación del Verbo 3 (PG 25, 105B); cf. San Gregorio
el Teólogo,
Discurso 38, 13; San Irineo, Contra los herejes V, 24, 3; San
Juan
45. San Hilario, Sobre Mateo 18, 6; Sobre el salmo 59, 4:1,
4; 126:13;
7.
48. San Atanasio el Grande, Contra los arrianos, homilía I,
51 (PG 26,
117C).
Apolinario I, 8.
Discurso 38, 4.
59. Id, La ciudad de Dios XIII, 14; cf. San Irineo, Contra los
herejes III,
11.
ahora y siempre…Theotoquio).
siempre…Theotoquio)
1.
86. Octoicos, tono II, maitines del martes. Canon a San Juan
el Precursor,
Contenido
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1 Voces relevantes
2 Sinopsis
3 INTRODUCCIÓN
4 BIBLIOGRAFÍA
Voces relevantes
Adán. Alma. Antropología. Arquetipo. Ascesis. Caída. Carne. Catarsis. Creatura. Cristo.
Cuerpo. Deificación. Deseo. Dios. División (bipartita – tripartita). Dogma. Doxa.
Dualismo. Emoción. Enfermedad (espiritual, psíquica, corporal). Espíritu (Santo, espíritu
del hombre). Espiritual. Glorificación. Hesiquia. Hombre. Humanidad. Imagen. Increado.
Instrumento. Jaris. Libertad (del hombre). Logos. Loyismí. Luz. Nus. Ortodoxia. Padres
(de la Iglesia, espirituales). Patrología. Pecado (ancestral). Physis. Pneuma. Psiqué.
Semejanza. Sensación. Soma. Teo-antropología. Teosis. Terapia. Terapéutica.
Terapeuta. Tradición. Trinidad. Visión. Visita (del Espíritu- Santo). Voluntad.
Sinopsis
Dado al estudio profundo que hemos hecho, en cuanto a la tradición ortodoxa, hemos
optado por analizar tres rasgos característicos del ser humano: el espiritual, el psíquico
y el somático, en referencia a la Teo-antropología tríptica del hombre - espíritu, alma y
cuerpo.
Antes del pecado, Adán (el hombre) creado por Dios era normal ya que vivía a través de
la tríada: espíritu, alma y cuerpo. Su espíritu de hombre que llamamos νοῦς - nus se
abría hacia el Espíritu Santo, y el alma se sometía al nus y el cuerpo se acogía al alma,
y no al contrario.
Después de la Caída surgió el desorden entre dichas zonas (νοῦς - nus, ψυχή - alma y
soma- cuerpo) engendrando varias enfermedades espirituales, psíquicas y corporales.
INTRODUCCIÓN
Esta realidad se puso de relieve por lo que han transmitido y enseñado los Padres de la
Iglesia. Seguir sus preceptos, no sólo nos permite abordar mejor al hombre moderno,
para develar la concepción cristiana de la humanidad, sino también, para rastrear los
orígenes de los diversos movimientos antropológicos del mundo.
Por lo tanto, vemos las diferencias conceptuales además de lo que constituye un ser
humano. Mientras que para algunos, el hombre está compuesto de cuerpo y alma, para
otros , se compone de un cuerpo, un alma y un espíritu; sin embargo, hay consenso
sobre el carácter indivisible del hombre.
Dado al estudio profundo que hemos hecho, en cuanto a la tradición ortodoxa, hemos
optado por analizar tres rasgos característicos del ser humano: el espiritual, el psíquico
y el somático, en referencia a la Teo-antropología tríptica del hombre - espíritu, alma y
cuerpo.
Esto significa que, según nuestra opinión ortodoxa personal, nos basaremos en una
visión tripartita Teo-antropológica que contempla en la unidad del hombre: el espíritu, el
alma y el cuerpo.
¿Qué hemos querido expresar con esto? Tan sólo nuestro deseo de aclarar que es la
antropología en sí, la que es tripartita y no el hombre: de lo cual surge un matiz
importante. De hecho, es desde las observaciones que hacen estas divisiones, que la
antropología se entiende como herramienta de comprensión y análisis.
En realidad, el hombre en sí, es una unidad completa indivisible en partes separadas.
Sin embargo, para hacer más inteligible el tema, se puede hablar de aspectos diferentes
de la actividad humana, a saber: espíritu, alma y cuerpo.
Es decir, esta división tripartita por causa de los tres campos de actividad del hombre no
debe obviamente ser entendida como la participación de tres sustancias distintas en el
hombre: sino más bien, se discierne como una zona de triple actividad, desde la
periferia hacia el centro o, para usar una palabra tradicional e insustituible, hacia el
“corazón” .
Con el fin de entender bien dicha zona de triple actividad, trataremos en el presente la
Teo-antropología tripartita del compuesto humano. La razón fundamental es la
naturaleza trinitaria de lo creado y lo increado. Dios único e increado es trino: Él es
Padre, Hijo y Espíritu Santo, Trinidad consustancial e indivisible.
Siendo trino, Dios creó un mundo esencialmente trinitario. En cuanto al hombre, lo creó
a su imagen y semejanza, sopló en su nariz el “Neshamá”, el “aliento de vida” “”نسمة حياة.
En otras palabras, Él lo creó trial: espíritu, cuerpo y alma, según Su modelo, ya que es a
la vez Uno y Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
En este sentido, el texto básico al respecto es el del Apóstol Pablo, fundador de nuestro
trono antioqueno, que nos muestra claramente que el hombre, siendo uno, tiene tres
áreas de actividades: espiritual, psíquica y corporal que coinciden respectivamente con
su espíritu, alma y cuerpo; y los tres deben mantenerse “sin mancha hasta la Venida de
nuestro Señor Jesucristo” .
Citando con orden estas tres zonas de actividades, el Apóstol Pablo fue muy conciso en
su enseñanza. Quiso aclarar que se trata de pasar de la imagen a la semejanza , del
hombre carnal al hombre spiritual, del primer Adán al segundo Adán, recuperando así el
orden natural entre estas triples zonas de actividades del hombre antes de su caída,
antes de su comisión del pecado ancestral.
Antes de la caída, el espíritu del hombre que llamamos nus (νοῦς en griego) se abría
hacia el Espíritu Santo, y el alma se sometía al nus y el cuerpo se acogía al alma, y no
al contrario.
Después de la caída surgió el desorden entre dichas zonas (nus, alma y cuerpo)
engendrando, como veremos, en la primera sección (Sección primera), varias
enfermedades espirituales.
Los ortodoxos ven el nus, o sea, el espíritu como un espejo que refleja la imagen del
Creador. El apóstol Pablo menciona específicamente el espejo cuando dice: “Ahora
vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara” .
Suele decirse que, en su primera acepción, el nus parece el instrumento que nos
permite percibir nuestro estado de ánimo y le pone nombre: la emoción, el sentimiento,
la ira, la pasión... También nos permite contemplar los misterios divinos y disfrutar de la
visión de Dios : “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” .
Por otra parte, el nus se refiere a la división tripartita del hombre que mencionábamos al
principio, es decir, espíritu, alma y cuerpo. Por lo tanto, el término nus que se utiliza
quiere decir el espíritu del hombre y no el Pneuma que significa el Espíritu de Dios, o
sea, el Espíritu Santo.
El nus en este sentido será la manifestación de una profunda reflexión con un triple
significado:
Gracias a este camino espiritual, el hombre puede recuperar sus facultades originales
con un uso mejor. Sin embargo, para lograrlo, dos condiciones se necesitan: en primer
lugar, que el hombre dedique su vida a la oración para convertirse en una oración. En
segundo lugar, que purifique su intelecto a través de la ascesis, la cual tiene como
objetivo restablecer el nus original y, por lo tanto, su supremacía sobre el alma y la
carne, con el fin de volver al orden primero entre las tres zonas de actividades del
hombre.
Otra identificación ortodoxa del nus, es mencionar que está vinculado a la imagen de
Dios. El nus promueve la consideración de la personalidad: alma y cuerpo. Representa
el corazón de lo consciente y lo inconsciente. Es el instrumento del sentido íntimo, el
germen de todo, el lugar donde Dios y el hombre se encuentran y al cual, el apóstol
Pablo, se refiere en estos términos: “el hombre interior” .
El espíritu del hombre, llamado nus, es distinto del alma: son dos conceptos
completamente diferentes. La psicosomática se escribe en la realidad de este mundo. El
problema consiste entonces en no aceptar el límite entre el mundo psíquico y el mundo
espiritual.
El cuerpo, siguiendo el ritmo natural que Dios le puso, es mejor “portador” del
pensamiento divino que el alma; mientras que ésta libera sentimientos, ideas, una
dinámica de acción. Se caracteriza principalmente por la transformación, la
inestabilidad, ya que está en constante cambio, lo cual la distingue del espíritu, o sea,
del nus.
Para designar el espíritu, San Ireneo de Lyon utiliza indiscriminadamente los tres
términos, Nus, Logos, Pneuma, estos dos últimos a menudo sustituyen al primero. Sin
embargo, él propone una nueva idea. Según él, el espíritu no tiene forma, pero es capaz
de salvar, estructurar, organizar el mundo; por el contrario, el cuerpo tiene forma, ya que
encaja en el mundo de la materia.
En el siglo III, varios Padres de la Iglesia han puesto de manifiesto tres tipos de
reacciones en los seres humanos: el cuerpo que es sensación, emoción; el alma, que es
el deseo; y el espíritu que es el nus.
Una de las características del alma es, entonces, el deseo. En el mundo del ser
humano, el cuerpo no desea, sino siente. El alma, sí desea y siempre va a desear - con
o sin ansiedad. La esencia del deseo la empuja hacia el cuerpo, pero en algún
momento, ella tendrá que alcanzar el espíritu, para evitar la frustración.
Todo esto para decir que el hombre no debe negar el mundo psíquico que le modela.
Jesucristo mismo, en su vida sobre la tierra, tenía este equilibrio entre espíritu, alma y
cuerpo. Se lamenta de Jerusalén, como de la muerte de su amigo Lázaro , a pesar de
que ya sabía que le iba a levantar de la muerte. También dijo: “Mi alma está triste hasta
el punto de morir” . Remarquemos que Jesucristo usa la expresión “mi alma”, ya que su
espíritu de hombre no es un actor sino espectador, lo cual no significa que sea
indiferente. Jesús está consciente de que es su alma que anda sufriendo, y que no pudo
superar la tristeza que es parte de los sentimientos del alma, en el nombre del espíritu.
El alma del hombre puede ser alegre o triste, porque su ámbito se mueve siempre en el
plan psicofísico. Mientras que el nus permanece por sí, ya que se enraíza en lo divino.
Sin embargo, puede ser reprimido o debilitado por el hombre carnal.
El nus humano es capaz de superarse: Es una característica que tiene el hombre y que
explica el hecho de ser perpetuamente insatisfecho. El hombre es una criatura que
siempre quiere más. Por desgracia, en el mundo psico-físico, esa voluntad es ilusoria,
puesto que el cuerpo está sujeto a las leyes de la naturaleza y no tiene ninguna
dimensión espiritual. Es ciertamente posible conciliar entre la vida corporal y la vida
psíquica, con el fin de superarse. De hecho esa voluntad pertenece al nus, en el sentido
del nus-logos, porque el propósito de dicho nus es ir al encuentro de Dios.
El nus también puede empujar al cuerpo para hacer cosas increíbles (ponerse en
levitación, caminar sobre el agua) o dar al alma mucha fuerza. Sin embargo, la
naturaleza, al igual que la tecnología (por ejemplo, la industria aeroespacial), no puede
ser superada, pero sí combinada. Ganamos en cuanto a la superación material pero no
en cuanto a la superación espiritual.
Como principio, el nus se enriquece con la conciencia divina. Sin embargo, si el hombre
existiera sólo para el mundo psíquico, estaría ausente para el mundo espiritual, y el
intelecto no podría aprovechar el conocimiento divino. Y el hombre sólo podría
experimentar los movimientos del alma, como la devoción, el fervor, la emoción, etc.
El alma puede y debe creer; ella se enriquece con la oración; pero la fragilidad de las
emociones puede precipitar su caída. El alma puede ser noble, creativa, pero su
carácter fluctuante le impide que se supere. Por lo tanto, los falsos místicos son siempre
volubles, ya que son inestables.
Esta inestabilidad puede ser superada , pero a costa de una lucha que va a durar toda
la vida. Un proverbio del Monte Athos dice: “Si lloras, si te ríes, es el pequeño diablo que
baila delante de ti.” El diablo aquí es la naturaleza inestable del alma.
Esta unión de purificación parece mucho más fuerte que la alianza del metal y el fuego,
cuando el metal está dentro del fuego, purifica al hombre que va deificándose.
Es importante que el hombre descubra el nus en él y lo distinga del alma y también del
cuerpo. Por el desconocimiento de esta tríada vino el desequilibrio y nació el pecado.
Antes del pecado, Adán (el hombre) creado por Dios era normal ya que vivía a través de
la tríada: espíritu, alma y cuerpo. Entonces, por qué, hoy en día, se pregunta: ¿Dónde
está el nus? Porque la humanidad, después de la Caída, sufrió un desequilibrio, como
resultado del pecado ancestral. Dicho pecado hizo del hombre una criatura
desequilibrada.
En un hombre normal, fuera del pecado, el espíritu se nutre de Dios, por Dios y en Dios.
Porque el hombre es “el templo del Espíritu Santo ”. El nus vive de Dios, y su fuerza le
viene del alimentarse de Él. Así, en un hombre normal, el nus iluminado por Dios, puede
fortalecer al alma, y el alma al cuerpo.
El pecado se manifiesta cuando el nus (o sea, el espíritu del hombre) rechaza a Dios, se
aleja de Él. En eso radica la definición del pecado ancestral: es una ruptura del amor
entre el hombre y Dios. Como tal, el pecado ha hecho de la naturaleza humana, una
naturaleza enferma, corruptible y mortal. Por lo tanto, es el estado de pecado, y no la
falta personal de Adán, el culpable de la transmisión de esa ruptura con Dios a toda la
raza humana; es decir la corrupción y la mortalidad del ser humano.
Desde el momento en que el hombre se separa de Dios se produce una ruptura entre el
Espíritu de Dios y el espíritu del hombre, y éste pierde su fuente de vida, su propósito,
su visión. Razón por la cual; se ve obligado el espíritu a recurrir al alma, y en lugar de
consolidarla, alimentarla, enriquecerla, purificarla, la explota robando su energía.
Cuando surge el desorden entre las tres zonas de actividades del hombre, entonces, el
espíritu se nutre del alma y no de Dios , pues cortó el lazo con la gracia divina; su
mirada es atraída hacia los niveles inferiores, y sin Dios se debilita; y el querer inyectarle
fuerza al alma es tan sólo una ilusión.
Sin embargo, la alimentación material y el placer carnal, en sí, no tienen nada de malo .
Más aún, bien conducidos, son una ayuda efectiva para elevarnos hacia Dios. Ahora
bien, el cuerpo, si está afectado y se ha abusado de él, será llevado a la enfermedad y
hasta la muerte.
San Pablo y las Escrituras hablan de esta muerte, esta destrucción , este sufrimiento del
cuerpo que ya no es alimentado por el alma nutrida por el nus “Si vivís según la carne,
moriréis” .
Las Sagradas Escrituras, las obras de los Padres de la Iglesia y los textos litúrgicos de
la misma, nos atestiguan que la Iglesia primitiva no enseñó que la Encarnación de Cristo
estaba destinada a ser una satisfacción de la justicia divina, es decir, para apaciguarla;
sino más bien, que Cristo vino a ser un “Logos Médico” , con la intención de curar a la
humanidad caída. La Encarnación de Cristo llevó toda la naturaleza humana hacia su
propia naturaleza divina , con el fin de curarla, de salvarla. Su medicina espiritual genera
salud, elimina la mancha del pecado que introdujo la muerte en el cosmos, y devuelve
todo más allá de su plenitud.
El pecado no afecta únicamente la salud del nus, sino también la del alma y la del
cuerpo, ya que el hombre, aunque tenga tres zonas de actividades, como lo hemos
aclarado al inicio, es una entidad indivisible. Esta representación médica del pecado
emana de la perspectiva medicinal de la salvación. Etimológicamente hablando, la
palabra griega “σωτήρ” (“Salvador” - “Sóter”) significa “el que cura”. La palabra latina
“Salvator”, expresa “él que salva, libera y da salud”.
Es decir que la salud, o sea, la salvación en Cristo es, antes que nada, curación del
pecado y de la muerte, igual que la realización de la deificación de la naturaleza
humana por la gracia increada. Cristo, el nuevo Adán, es mucho más que la simple
restauración del viejo Adán. La obra salvífica de Cristo, no sólo es la reconciliación por
medio de la cruz, que es primordial; sino también la curación de la Muerte por la
Resurrección, ambas inseparables. Entonces, es por el descenso del Espíritu Santo, el
día de Pentecostés, que la vida de Cristo crucificado y resucitado es comunicada a la
Iglesia, en la cual se ha cumplido el plan de salvación. La Ortodoxia nunca separa la
cruz de la resurrección, porque la resurrección emana de la cruz, y el poder de ésta
radica en aquélla; y la resurrección en sí, revela la gloria de la cruz. Por lo tanto, la
salvación en Cristo implica también dar salud al hombre, deificarlo y glorificarlo por su
comunión con Él.
Jesucristo, desde su paso por la tierra, siempre ha sido y será el único y perfecto
Medico: Como siquiatra restablece a enfermos mentales , como neurocirujano cura a
epilépticos , como dermatólogo, limpia la lepra, como oftalmólogo devuelve la vista a los
ciegos , como ginecólogo especialista en esterilidad alivia la metrorragia, (como a la
mujer con flujo de sangre ), como ortopedista sana cojos, encorvados, paralíticos , como
pediatra atiende a los niños cariñosamente , como otorrinolaringólogo restituye la voz a
los mudos y el oído a los sordos , como cardiólogo normaliza funciones sin CPR, como
médico general cura todo tipo de enfermedad etc…
En otros términos: los remedios al mal que aflige a la humanidad herida por el pecado
ancestral, figuran en la enseñanza de Jesucristo, la cuál es una prueba personal de su
amor sanador e incondicional al hombre.
Algunos creen que Dios ama solamente a sus predilectos, escogidos o preferidos: no es
cierto. Dios no ama sólo a los Santos, sino a todos los hombres sin excepción alguna; a
todos los pecadores, a todos los posesos o endemoniados, ama a todas sus creaturas,
hasta al mismo diablo. Él no nos ama por nuestros méritos o cualidades. Su propósito
es salvar, curar a todos los hombres. Pero entre el querer y el poder hay una diferencia:
Él sí quiere sanar a todos, pero esto no quiere decir que puede, ya que algunos
hombres no lo desean. No nos olvidemos que la salvación, o sea, la sanación es una
decisión humana de querer salvarse ; es una sinergia entre la gracia divina que ofrece y
la voluntad humana que acepta.
Dios creó al hombre a su imagen y semejanza , es decir, le creó libre . Por respeto a la
libertad del hombre y por no violar su voluntad, Dios no le puede sanar si él no quiere.
La sanación no se realiza a la fuerza. Normalmente una persona enferma
psíquicamente o físicamente va por su voluntad propia con el médico para curarse; pero
nunca por obligación, mientras mantenga su cordura.
Ahora bien, hablando de terapéutica ortodoxa, el fiel que desea curarse por propia
decisión, firme y responsable, sin presión ni coacción, debe presentarse libremente en
la Iglesia, con las personas dedicadas, iluminadas, experimentadas, que posean el
método curativo “psicoterapéutico” de la Tradición, y debe obedecerlos para lograr la
salud.
Los remedios que estos terapeutas ortodoxos proporcionan son inicio del camino
espiritual; pues a lo corporal se añade lo espiritual que no puede prescindir de los
misterios , ya que son medicina curativa para el espíritu, el alma y el cuerpo.
De hecho, todos los misterios se refieren principalmente a los tres siguientes estados
espirituales:
a) La sanación (κάθαρσις - catarsis) del alma (ψυχή - psiqué) y del cuerpo (soma), b) La
iluminación del νοῦς - nus (espíritu) del hombre por la gracia (χάρης- jaris), la energía
increada del Espíritu Santo y c) La glorificación (o θέωσης - teosis) del hombre: espíritu,
alma y cuerpo.
Ciertamente se habla más de sanación (catarsis) y de iluminación (del nus), porque los
servicios litúrgicos de la Iglesia son expresiones de la experiencia espiritual.
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(Entre comillas «» por Ioanis Romanidis y sin comillas por Ierotheo Vlajos)
Índice de Contenido [mostrar]
En el capítulo anterior hemos visto analíticamente cómo fue creado el hombre y la creación, cómo
funcionaban la psique y el cuerpo del hombre y quién es el hombre fisiológico después de su creación.
Antes de la creación, el nus del hombre tenía κοινωνία-kinonía conexión, participación y comunión con
Dios y los ángeles, veía la doxa-gloria luz increada de Dios y dentro de esta perspectiva se
metamorfoseaban todas las energías de la psique y del cuerpo. Todo tenía un curso, dirección y
movimiento hacia Dios. Pero después de la caída estos datos y elementos se invirtieron, ya que el nus
oscurecido no dirigía las energías de la psique y del cuerpo, la luz (increada) no resplandecía en la
creación.
Tanto la situación o estado de los Primeros en ser creados antes de la caída como después de esta, está
descrito en el libro del Génesis por el zeoptis-divino-visionario Moisés. El mismo adquirió “ojo
espiritual”, vio al Ων (on Ser o existencia) y conoció en Espíritu todos los acontecimientos. A
continuación los describió con logos y conceptos creados.
Pero también, antes que Moisés, esporádicamente son descritas situaciones similares por los Profetas y
los Padres de antes de la Ley. Y aquellos adquirieron gnosis personal de estos acontecimientos.
Lo mismo se hace también por los Padres a través de los siglos. Leen los acontecimientos de la creación
del hombre y de la caída por el libro del Génesis, pero los interpretan dentro de su experiencia personal.
En otras palabras, con la experiencia personal que adquirieron, interpretan tanto al hombre antes de la
caída como también al ser humano después de la caída.
Sobre el cómo era Adán antes de la caída hay dos tradiciones, la alejandrina y la antioquena. Los dos
aspectos están descritos a la obra de san Juan el Damasceno.
«Hay una historia sobre la creación del hombre en el Génesis. Existe una interpretación o hermenéutica
patrística de este capítulo de la creación, de la caída, etc.
«Algunos Padres de la Iglesia creen que el nus de los Primeros en ser creados estaba en zeoptía visión
divina de la luz increada. Esta tradición es de la escuela alejandrina y es muy fuerte. Pero en la teología
antioquena había la memoria de Dios, de vez en cuando con la zeoptía, pero principalmente con la
memoria y con su propia experiencia de la ascética, y que existen estos dos estadios en
la zeoría contemplación espiritual. Un estadio es la iluminación, que es la oración incesante, y el otro es
resplandor, visión, expectación, la continua visión que es la zeoptía que es la zéosis (o glorificatió en
latín).»
«San Juan el Damasceno nos describe los dos puntos de vista y consideraciones y no está a favor de
ninguna tesis o posición sobre el tema; deja al lector que escoja lo que quiera.»
«He publicado un estudio que estoy haciendo una descripción de san Juan el Damasceno. San Juan
Damasceno describe los Primeros en ser creados de dos maneras: es un caso tienen noerá oración del
corazón y en el otro tienen la zéosis. Ahora bien, si tenían la zéosis o la noerá oración del corazón, es
decir, si el nus de ellos tenía la memoria de Dios o el nus veía a Dios, son dos tradiciones. Cuál es la
correcta no lo sabemos.»
Los Padres de la Iglesia interpretando el libro del Génesis «no se ocupan de Adán como Adán, sino con
el nus de Adán, el cual Adán se ha enfermado porque se oscureció su nus». Por eso no son descritos
analíticamente varios acontecimientos de la vida de los primeros en ser creados antes de la caída. A los
Padres los interesa lo qué pasó después de la caída. En realidad se recalca el estado o situación del nus
antes de la caída y su estado después, ya que básicamente el hombre fue creado para la zéosis.
«Esencialmente los santos Padres no se interesaban para los primeros en ser creados exactamente cuándo
fueron creados, cómo fueron constituidos y en qué estado se encontraban, etc. ¿Pero qué hacían?
Tomaban la experiencia presente de la zéosis y a base de ella hacían interpretación del Antiguo
Testamento.
Conocían esta experiencia de la iluminación de los Profetas y del Nuevo Testamento, pero,
principalmente de su propia experiencia, porque tenían Padre o Guía Espiritual en estado de iluminación,
el cual en efecto, de vez en cuando se encontraba en estado de zéosis. Éste por su propia experiencia
tenía hijos espirituales y los conducía de los Profetas del Antiguo Testamento y de los Apóstoles y
hacían interpretación o hermenéutica correcta de la Santa Escritura.»
Los Padres de la Iglesia interpretaban las cosas sobre la creación de Adán y Eva y sus vidas en el Paraíso
antes de la caída de la experiencia de la zéosis (zeótica) o de la visión, contemplación divina de la luz
increada, la cual experiencia tenían los mismos o igual que la vieron los Padres divinizados o
glorificados. Es decir, cuando veían santos que se había renovado, restaurado espiritualmente y tenían
las experiencias de la iluminación y de la zéosis o glorificación, decían que así más o menos vivían los
Primeros en ser creados en el Paraíso. Lo de “vivían más o menos” muestra que ahora con la
encarnación de Cristo y la zéosis de la naturaleza humana en la hipóstasis del Logos, fue dada la facultad
al hombre a unirse con Cristo y por lo tanto su zéosis sea más fuerte y potente y el divinizado o
glorificado vivir el estado superior que aquel que vivía Adán y Eva en el Paraíso.
Si Adán y Eva tenían oración noerá o la zéosis, es decir, si tenían zeoptía-visión divina u oración noerá,
o puede ser que fuera lo uno o lo otro. De todas formas estaban en estado o situación
de zeoría contemplación espiritual no hay ninguna duda. Si la zeoría era la memoria incesante de Dios o
era zeoptía–zéosis de otro tipo, esto es otro tema.»
También se debe apuntar que los Padres de la Iglesia analizaron el estado espiritual de los Primeros en
ser creados dentro de la perspectiva de la renovación o reestructuración del hombre, es decir, de la
terapia y no por una disposición de curiosidad, científica o espiritual.
«Decimos cómo eran los Primeros en ser creados. Y estaban con la oración noerá o con la zéosis–
zeoptía. Si estaban exactamente en noerá oración o en zéosis eso es indiferente no nos importa mucho.
Aquello que tiene importancia es que el hombre así está y es psicoterapiado, sanado, curado. Y antes de
enfermar, en su estado carismático, si estaba así o asá es indiferente. Pero el nus (espíritu de la psique) es
un fenómeno antropológico.
Tal y como tenemos células, corazón, arterias, etc., así además de estos el hombre tiene este nus, el cual
está oscurecido. Pero el nus no es un fenómeno teológico ni filosófico. Es un fenómeno antropológico,
es un órgano, es una parte inseparable de la personalidad humana, igual que los ojos, los dientes, las
orejas, la nariz etc. »
Existen muchos tropos modos formas y maneras para poder entender en qué consiste el pecado ancestral
desde el punto de vista y parte patrístico ortodoxo. A continuación será recalcada la esencia del pecado
ancestral. Se han formulado muchas opiniones y puntos de vista en relación a este tema, en el cual se ve
la diferencia entre la teología ortodoxa y las demás Confesiones.
La esencia del pecado ancestral es mucho más profunda de la que por costumbre se atribuye. En
Principio los santos Padres enseñan de sus experiencias, de que el hombre tiene dos tipos de memoria, es
la memoria de las células del cuerpo que ayudan a su funcionamiento bueno, y la memoria del corazón,
en el cual se subscribe el nombre de Dios y se hace la noerá oración del corazón incesante.
«Hoy en día los científicos conocen que en el interior del hombre existen dos memorias. Existe la
memoria celular que se llama DNA, que es como una cinta de un radio-casete y opera la renovación de
las células del hombre con programados desarrollos de la célula. Y como existe la memoria, las células
saben lo que hacen, es decir, saben cómo multiplicarse, como un ordenador electrónico, que realiza esta
obra de la multiplicación de las células.
Aquí tenemos algo extraño, es decir, algo que se divide indivisiblemente (en individuales sin
fraccionarse). Esta cosa es muy extraña, porque se parece al misterio de la presencia de Dios en el
mundo que describen los Padres de la Iglesia, de que Dios se fracciona o se divide o indivisiblemente en
los fracciones o (individualidades).
Esto lo hacen más o menos las células. Una célula se multiplica sin la misma perder su identidad, porque
cada vez que se multiplica cada célula, es la célula entera, y son todos genes, todos lo mismo etc. Y
dentro de estas células existe el DNA, el cual planifica todo este desarrollo y multiplicación de las
células, etc. Esto no se podría hacer por la célula si no fuera constituida con memoria. Hay un sistema
mnemónico o memorial en su interior que garantiza el desarrollo correcto de todas las existencias
biológicas del mundo, de todos los animales.
Además de esta memoria que tienen las células, tenemos también la memoria que tiene el cerebro; la
memoria que existe en la materia gris que tiene el mundo animal y el hombre. Incluso el mundo físico
tiene memoria.
Ahora bien, además de estas memorias que conoce la ciencia hoy en día, en la tradición ortodoxa hay
también la otra memoria que es la memoria incesante de Dios que su sede está en el corazón del hombre,
pero es un sistema memorial que ha cesado de funcionar a causa de la caída del hombre. Y cuando los
Padres hablan de caída, dan a entender una terminación del sistema memorial que había en los Primeros
en ser creados.»
«La esencia del pecado ancestral es que el Dios ha creado al hombre con dos centros en su personalidad.
Un centro es el sistema neurológico. En cabeza del sistema neurológico es el cerebro (enkéfalo), decir, la
esencia gris que conecta con todo el sistema neurológico del hombre y dirige las relaciones del hombre
hacia fuera de sí mismo. Después existe también el sistema celular del ser humano que finalmente ahora
sabemos de los biólogos que constituye todo un sistema entero, es decir, como un ordenador de la
memoria celular.»
Además de este centro de la personalidad humana, hay también otro centro que su sede está en el
corazón, es el centro espiritual de la personalidad humana. Así que la caída del hombre es el cese de su
sistema memorial espiritual. Esto tuvo consecuencias éticas, pero también fue y es un problema
ontológico.
«Muchos hoy en día consideran la caída como una caída moral, en cambio cuando san Simeón el Nuevo
Teólogo habla sobre la caída, no da a entender la caída moral, porque san Simeón el Nuevo Teólogo no
tiene o no entiende de moral; él es asceta. Enseña la ascética y no la ética y piensa ascéticamente y no
moralmente. Entiende que los hombres no tienen noerá oración del corazón; esto da a entender.»
Este finiquito o cese del sistema memorial del corazón, por los Santos Padres se llama “oscurecimiento
del como imagen”, “oscurecimiento del nus” “nus imprudente”. En todos los escritos patrísticos el tema
de la caída es el hombre que tiene el nus oscurecido, entenebrecido. “El hombre caído es el que tiene el
nus oscurecido; se acabó”.
Tal como se dijo anteriormente, los Santos Padres estudiaban “la descripción histórica de la caída que
refiere la Santa Escritura”, pero interpretaban estos acontecimientos medio de sus experiencias
personales, ya que conocían qué es el nus iluminado.
«La iluminación del hombre es el residir del Espíritu Santo en el corazón del hombre, entonces el
hombre se convierte en templo del Espíritu Santo y el mismo Espíritu Santo (increado) de Dios energiza,
opera (con la energía increada) en el nus (espíritu creado de la psique) del hombre y lo ilumina.»
«Pero nosotros, ¿cómo sabemos que el nus de Adán fue oscurecido? Simplemente porque conocemos
que nosotros mismos ahora tenemos nus oscurecido».
Entonces, la experiencia del nus oscurecido y del iluminado condujo a los santos Padres a interpretar
tanto la situación de antes de la caída como también de la post caída de Adán. Esto es importante e
imprescindible ser recalcado para que percibamos y entendamos que los santos Padres no hablaban
filosóficamente ni fantasiosamente o imaginativamente, sino empíricamente.
Después de esta explicación se debe localizar en qué consiste lo inoperativo y oscurecido del nus, es
decir, investigar lo qué es “nus in-energizado o inoperativo”.
El nus del hombre, tal y como fue creado de Dios, debería moverse hacia Él, ser distinguido por el
llamado “movimiento sobrenatural”. Pero con la caída ha perdido este movimiento sobrenatural y se
mueve “por el natural” y “el contra natural”. Es decir, la energía del nus es defectuosa y esto se
manifiesta y se expresa por lo que el hombre se convierte y se hace fílaftos (ególatra, excesivo amor a sí
mismo y al cuerpo), gira hacia su cuerpo en vez de tener agapi incondicional, desinteresada, tiene agapi
interesada, egocéntrica.
«En la situación o estado de caída existe el nus y este nus está in-energizado o inoperativo, tiene energía
mínima, embrionaria y esto debe ponerse en funcionamiento».
«La responsabilidad de la caída del nus está en nosotros, es decir, cuando el nus ha dejado de funcionar.
Esta es la caída.»
El funcionamiento no fisiológico del nus significa que no recibe la energía increada de la Luz increada
de Dios, entonces el nus se obscurece y por eso hablamos de oscurecimiento del nus, que es la cualidad o
atributo más característico de la caída. Nus oscurecido significa que la energía noerá del corazón del
hombre no opera ni funciona correctamente. Y esto es el pecado. “Pecado es el oscurecimiento del nus,
la oscuridad o tiniebla en el interior del corazón del hombre. Todos los Padres hablaron sobre el
oscurecimiento del nus.
«Leed cualquier Padre que queráis; todos se refieren a los primeros en ser creados y a los sucesores de
ellos, que tienen el nus oscurecido, se ha oscurecido el nus de ellos. Lo decimos también en el Himno
Acathisto. De todas formas este nus oscurecido es la diagnosis, de que el nus se oscurece y la terapia es
la iluminación de este nus.»
Los Padres conocen que con la caída el hombre se ha enfermado, ya que la enfermedad es el
oscurecimiento y mal funcionamiento del nus (espíritu de la psique). Por eso hablan de diagnosis y
terapia.
«La diagnosis es que el hombre sufre de esta enfermedad que se llama pecado, que es el oscurecimiento
del nus; este término “oscurecimiento del nus”, uno muchas veces encuentra esto continuamente en los
Padres. A donde quieras leer algo de cualquier Padre, todos hablan sobre el oscurecimiento del nus.
Por tanto, este oscurecimiento del nus es el diagnostico. ¿Y la terapia qué es? Es la iluminación del nus.
Tenemos oscurecimiento e iluminación; es la misma terminología. Oscuridad y luz, este es todo el
tema.»
Como Dios es Luz increada y la falta de Luz crea oscuridad, por eso cuando el nus no es iluminado de
Dios se oscurece, es decir, se entenebrece, está negro.
«¿Qué es la diagnosis? Es que el corazón del hombre se ha oscurecido. Es decir, esto que llamamos nus
en el lenguaje posterior de los Padres, este corazón se ha oscurecido y a causa de la caída ha perdido la
memoria de Dios, etc. y debe volver la memoria o recuerdo de Dios.»
Existe una analogía entre el nus y la lente del telescopio. Cuando la lente del telescopio tiene problema,
no puede pasar la luz dentro de este y el hombre pueda ver. Así también cuando el nus del hombre se
oscurece, el hombre no puede ver a Dios.
«Los ojos increados que tiene el hombre, es decir, la Jaris (energía increada gracia) que habita en el nus,
en el corazón del hombre, pues, esta jaris increada se ha ennegrecido por las manchas en la lente que se
llama nus. Y como en este telescopio la lente no está pulida ni abrillantada, por eso la luz no brilla
mediante esta lente o no deja pasar la luz para que uno pueda utilizar el telescopio y ver correctamente
las estrellas.
De modo semejante sucede con la lente que se llama nus o corazón del hombre que se ha ennegrecido y
por eso el hombre no ve la divina Jaris energía increada o la realeza increada de Dios que está en su
interior. Y esto se llama ceguera. El hombre está ciego, fue creado para estar viendo a Dios, pero no Le
ve. Por lo tanto, desde este aspecto el hombre está ciego y no ve la Luz increada.»
«El nus estaba en zeoptía-conexión y visión con la divina Luz increada y se obscureció, no la lógica. Y
el que tiene conocimiento de la ciencia moderna, ve que el hombre en su cerebro funciona muy bien.
El hombre, mientras que puede ser muy inteligente según su lógica, se ve que a causa de la caída de los
Primeros en ser Creados no parece que haya sufrido algo, porque cuando los Padres dicen que se
oscureció el nus, no dan a entender la lógica del hombre. Si el nus se identifica con la lógica, uno llegará
a la conclusión que, si se había oscurecido el nus hace tres millones de años, cuando el hombre tenía la
cabeza pequeña con volumen de setecientos centímetros cúbicos, mientras que ahora tiene mil
cuatrocientos, pensará que hemos comenzado con el nus obscurecido y ahora está muy iluminado de lo
que estaba al principio.
Cuando los Padres dicen que el nus de los primeros en ser creados se ha ennegrecido u obscurecido, no
dan a entender el logos o lógica del cerebro mente, sino otra energía de la psique que tiene como centro
el corazón (espiritual).
Uno puede ser una persona muy importante en las ciencias positivas, pero desde el punto de vista de la
teología es analfabeto, porque su nus está ennegrecido u obscurecido. Su lógica está iluminada pero de
las ciencias positivas. Por lo tanto, a causa de la caída del hombre, su lógica no le ha pasado nada.
Aquello que sufrió daño es el nus del hombre, el nus se ha obscurecido o ennegrecido.»
Los Padres conocen el oscurecimiento del nus incluso de sus experiencias, pero también de su
experiencia pastoral cuando conducen y guían sus hijos espirituales. Por lo tanto, desde este aspecto, los
hombres se separan en aquellos que tienen el nus obscurecido y en los que tienen el nus iluminado.
Junto con el oscurecimiento del nus, el pecado ancestral es también confusión del nus con la lógica, los
pazos y el ambiente. El nus antes de la caída se movía con ímpetu hacia Dios, libre de la energía de la
lógica, de los pazos y del ambiente, pero cuando permaneció inoperativo e in-energizado se identificó
con la lógica, los pazos y el ambiente. Esto caracteriza la caída.
«Después de la caída el nus está obscurecido. ¿Por qué? Porque está lleno de loyismí. ¿Cuándo sucede
esto, o sea, oscurecerse el nus por los loyismí? Sucede cuando los loyismí de la diania (cerebro, mente,
intelecto) bajan al corazón y se convierten en loyismí del nus. Es decir, existen loyismí que no deben
estar allí, porque pertenecen al campo de la lógica-diania. El nus debe estar totalmente vacío de loyismí,
de modo que pueda venir el Espíritu Santo a residir y permanecer en el interior del hombre.
La caída del hombre desde el punto de vista patrístico es la identificación de las energías del nus con las
energías de la lógica (diania).
Cuando el nus sea oscurecido, entonces el oscurecido nus con su energía se identifica con la lógica y los
pazos.»
Cuando la noerá energía no funciona correctamente, entonces es engañado y vaga por aquí y por allá y
se ha fusionado con la lógica del hombre, es decir, esta energía del nus la llamaron “noerá energía”, y es
el nus del hombre y no es logos del hombre.
El nus en este estado no trabaja, sino que se ha hecho cautivo de la lógica, es decir, de los loyismí,
entonces no funciona regular, normal.
Por lo tanto, pecado ancestral u original es el nus inoperativo o in-energizado, el oscurecimiento del nus
y su identificación con la lógica, los pazos y el ambiente.
Consecuencias de la caída
Las consecuencias de la caída no son simplemente éticas, espirituales, psicológicas y sociales, sino
antropológicas, ontológicas. Como el nus se distorsiona, por eso se cambian todas las fuerzas psíquicas
del hombre. Cuando el nus que dirige al mundo psíquico interior del hombre, se hace inoperativo o in-
energizado y oscurecido, entonces se desorganiza también toda la composición psíquica del hombre.
Entonces el hombre se convierte en enemigo de Dios. El apóstol Santiago habla sobre los enemigos de
Dios “¡Oh psiques-almas adúlteras y traidoras! ¿No sabéis que la amistad del mundo pecaminoso es
enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo pecaminoso, se hace enemigo
de Dios” (St 4,4). Según la interpretación patrística no es el Dios enemigo del hombre, sino el hombre se
hace enemigo de Dios.
«El hombre se hace enemigo de Dios por el oscurecimiento del nus. Cuando el nus está oscurecido,
entenebrecido, entonces queda inoperativo, no funciona, está in-energizado. Este hombre que tiene el
nus oscurecido, es enemigo de Dios, en el sentido que no realiza la voluntad de Dios y esto sucede
porque se encuentra dentro de la tiniebla, en la oscuridad.»
Después, al hombre que la energía noerá no funciona o funciona embrionariamente está enfermo y
esclavo de del pecado.
La consecuencia básica del pecado ancestral fue la muerte, según el logos de Dios a Adam: “Y el Señor
Dios dio a Adam este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín podéis comer, mas del árbol de la
ciencia del bien y del mal no comeréis, porque el día que comiereis de él, por la muerte moriréis, es
decir, perderéis el derecho de la inmortalidad, moriréis somáticamente o corporalmente y os separaréis
de mi que os he dado la vida” (Gen 2,16-17).
Así que después del pecado vino en la existencia del hombre la muerte, primero la espiritual que es la
pérdida de la Χάρις jaris (energía increada jaris) y después la muerte somática o corporal. La muerte
espiritual es el oscurecimiento del nus y la interrupción de la relación del nus de la psique con el Dios.
«Muerte de la psique es la falta de la zéosis, que significa θεοπτία-zeoptía percepción y visión de la Luz
increada».
El nus dejó de moverse hacia Dios, cesó de ser iluminado por la Luz increada de Su doxa-gloria, se
obscureció y transmitió este oscurecimiento también al cuerpo y en toda la creación.
Después del pecado, por la Providencia particular de Dios, Adam y Eva se vistieron las prendas de piel.
Según la enseñanza patrística las prendas de piel es la corrupción y la forma de vida de los animales
irracionales, o sea, con los instintos animales. Así que la forma de concepción, gestación y nacimiento
del hombre está incluida en las consecuencias de la caída. Era natural que la muerte psíquico-espiritual
fuera transmitida también al cuerpo, así el hombre ha probado qué significa muerte corporal o somática.
«El Dios no es el causante de la muerte. El hombre ha traído la muerte de sí mismo, por la razón de él ha
separado el sí mismo de la doxa increada Dios, que es la fuente de su vida. Por consiguiente, el Dios no
impuso la muerte al hombre como castigo de cualquier culpa hereditaria. Más bien el Dios permitió la
muerte a causa de Su bondad y agapi (amor incondicional, energía increada), así de modo que el pecado
y el mal al hombre no se conviertan y sean inmortales.»
Así también la muerte es enfermedad, pero también la vejez que conduce inevitablemente a la muerte es
enfermedad. Esto ya hoy en día es sostenido también por la ciencia.
«Aquí tenemos el fenómeno extraño, que las células normales por regla general se multiplican y se
renuevan cada siete meses. Cada siete meses todas las células del cuerpo han cambiado, excepto las
células de los huesos que sufren un cambio completo cada siete años. Mientras que en una parte cambian
cada siete días y a la otra cada siete años y tienen una renovación plena, excepto las glándulas. Y aquí
está el fenómeno extraño: las glándulas no se renuevan, sino que se mortifican poco a poco, mueren.
Y ahora en la gerontología, hace más o menos 12 años (1980) que se ha desarrollado esta ciencia, se
ocupan de la vejez y de la muerte, quieren ver si son fisiológicas o son enfermedades. A lo que respecta
a la vejez, han llegado a la conclusión de que es una enfermedad. Sobre la muerte no están seguros si es
enfermedad o muerte o es un fenómeno fisiológico. Sin embargo, la vejez no es un fenómeno
fisiológico. Y esto se deduce porque controlan la vejez del hombre, se ve de las glándulas. Allí no se
hace renovación de las células. Mientras que todas las demás células se renuevan, cambian cada equis
tiempo, incluso hasta la sangre, todo cambia, se hace renovación plena y no se ve la diferencia de las
células de un hombre de ochenta años y de uno de veinte años, las células son las mismas, pero las
glándulas sufren un debilitamiento.
Así que, todos estos experimentos les han convencido que la vejez es una enfermedad que concierne el
sistema de las glándulas. Y una de estas glándulas es el cerebro del hombre, es una parte del sistema
neurológico del hombre. Por lo tanto, esto que continuamente decían los Padres de que la muerte y las
vejez es una enfermedad, la mitad casi se ha demostrado y ha sido aceptado, mientras que antiguamente,
leían algún Padre de la Iglesia que decía que estas cosas son enfermedad, pero ellos decían que es una
situación fisiológica. Hoy en día se ha demostrado que la vejez es una enfermedad, no es un estado
fisiológico. Por consiguiente, los Padres en este aspecto también demostraron que son modernos. Nunca
aceptaron la vejez como un desarrollo fisiológico, sino como una enfermedad del hombre. Los Padres
aceptan la muerte como una situación anormal, no natural, mientras que los gerontólogos están
discutiendo este tema.
En el hombre existe el DNA, que es una cinta espiral. En cada célula existe el DNA y se hace la
multiplicación también del DNA junto con la célula, cuando se multiplican las células. La teoría
dominante de ahora es que esta cinta, es como la cinta de un ordenador, es decir, una maquina del tipo
que la cinta tiene cierta longitud y cuando corre la cinta se acaba también. Por tanto, de esta manera
corre la vida del hombre, se multiplican continuamente las células, etc., y cuando acaba la cinta de la
multiplicación, el hombre muere.
Sí es verdad, el hombre está programado y cuando termina, se acabó. Excepto si muere por un accidente
de coche o cualquier otra complicación en el cuerpo, pero existe la muerte fisiológica, es decir, del viejo
anciano».
Los justos y los Profetas del Antiguo Testamento, a pesar de que llegaban a la zeoptía-visión de la divina
Luz increada o de Dios, sin embargo esta situación era provisional, porque la naturaleza humana antes
de ser tomada por la naturaleza divina en la hipóstasis del Logos de Dios, estaba enferma y no podía
detener y mantener por mucho esta Jaris (energía increada, gracia) de Dios. Así también los justos y los
Profetas morían corporalmente y también psíquicamente, porque bajaban al Hades, al espacio de la
muerte.
«Los que vieron la doxa-gloria luz increada del Logos, morían psíquica y corporalmente.»
Los Padres de la Iglesia, cuando hablaban sobre la herencia del pecado ancestral, no dan a entender la
herencia de la culpa de los Padres ancestrales, o sea, el pecado ancestral no era un ataque u ofensa a
Dios, sino enfermedad del hombre. El hombre se alejó de Dios, con la consecuencia, como hemos visto,
que la psique pierda la Jaris (energía increada gracia) de Dios y el cuerpo morir.
También hemos visto que el cuerpo del hombre fue creado de la tierra y la psique fue creada por el soplo
del aliento de Dios. Esto se repite con la concepción de cada hombre. San Máximo el Confesor enseña
que la psique y el cuerpo de los hombres se crean por Dios simultáneamente, pero cada uno de forma
distinta; es decir, de una forma es el nacimiento del cuerpo de la materia sujeta, y de otra forma es el
nacimiento de la psique que resulta del soplo divino y vivificante. Esto significa que la psique está
limpia, el nus está iluminado, pero el cuerpo hereda de los padres la corruptibilidad y la mortalidad, es
decir, la vejez y la muerte. Es cierto que la creación y la unidad psique y cuerpo, existe simultáneamente
con la concepción del hombre.
Así que, la herencia del pecado ancestral en realidad es la herencia de las consecuencias de la caída, que
es la corruptibilidad y la mortalidad, las llamadas “prendas de piel”. Desde la muerte corporal, que se
encuentra en las células, se distribuye la parte pasional de la psique, durante el crecimiento del hombre,
y así se desarrollan los pazos somáticos, corporales y se oscurece, entenebrece también el nus del
hombre.
Es característico el logos del Apóstol Pablo: “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de
Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi nus (espíritu de la psique), y
que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará
de este cuerpo de muerte?” (Rom 7, 22-24)
En el pasaje del Apóstol Pablo se ve claramente que el nus se satisface con la ley de Dios, pero la otra
ley, la ley de la muerte del cuerpo se opone a la ley del nus y le cautiva; así los pazos de la
φιλάργυρία filarguiría-avaricia o amor, codicia al dinero, de la φιληδονία filidonía amor al placer o al
hedonismo y el de la φιλοδοξία filodoxía amor a la gloria vanidosa, que conectan con la corruptibilidad y
la mortalidad, cautivan, oscurecen y entenebrecen el nus del hombre.
«La Panaghía-Santísima en la edad de tres años alcanzó la zéosis. El niño pequeño es susceptible. Aún
no ha sufrido el endurecimiento del corazón, no se ha hecho vil. La caída del niño se hace por el
ambiente, por los padres, por los tíos, por los amigos, etc. Si el niño está en un ambiente bueno, este niño
puede crecer sin problema, con la noerá oración del corazón. El niño tiene menos problema que los
mayores. Aprende más rápido. El niño lo destruye el ambiente.
Por eso los Padres recalcan que cada uno nace como Adán y Eva, y cada uno pasa por la misma caída. El
oscurecimiento del nus se hace en cada uno. En el embrión donde está el nus del hombre aún no está
oscurecido el nus. Cada uno sufre la caída de Adán y Eva a causa del ambiente.»
La herencia del pecado original o ancestral, según los Padres, es principalmente la herencia de las
consecuencias de la caída, que es la corruptibilidad, la pasionalidad o emocionalidad y la mortalidad,
cosa que tiene consecuencias también en la psique.
«Nuestra percepción sobre el pecado original, sobre la herencia etc., es lo que es en la ciencia médica de
hoy en día, por ejemplo, ahora con el DNA. Y ahora han encontrado la forma de verificar los defectos
hereditarios por la escalera helicoidal del DNA, etc., pero saben también la composición del DNA, qué
elementos deben encontrarse y saben el seguimiento que debe haber. Y cuando examinan hombres que
nacen con seis dedos en las manos y en los pies o con tres ojos, con un ojo, con media nariz, sin orejas,
etc., examinan la composición de la célula y ven la anomalía que hay en el DNA, por eso ha nacido de
esta manera el hombre.»
Por consecuencia, la introducción de la muerte en nuestra vida no se hizo como castigo de Dios, sino que
fue como resultado de la pérdida de la divina Jaris (energía increada gracia), como alejamiento del
hombre de la Luz increada de Dios y como enfermedad de la naturaleza humana, y como enfermedad
necesita terapia. Aquí está sostenida toda la instrucción pastoral de la Iglesia Ortodoxa.
Al contrario, en Occidente, que se influenció también en este tema por Agustín, “al que consideran como
el mayor teólogo, el mayor estudioso de la divina Jaris (Gracia), sobre la caída etc.,” la herencia del
pecado ancestral fue interpretado totalmente de distinta manera, con el resultado que fuera alterada la
instrucción pastoral de la Iglesia. Agustín tuvo puntos de vista e ideas platónicos sobre la creación y la
caída del hombre.
«Agustín, en principio comienza con presuposiciones platónicas, abandona algunas tesis de los
platónicos y después intenta adaptar otra vez a Platón en el Cristianismo. Por lo tanto, ya sus
contradicciones son inevitables.
Agustín introdujo en el dogma de la Santa Trinidad las percepciones platónicas. Introdujo la idea de que
Adán y Eva tenían plena y toda la gnosis humana que uno puede tener. Por supuesto ya que para Agustín
la gnosis humana consiste en contemplación de los arquetipos y cuando uno conoce los arquetipos
conoce a Dios, entonces conoce la esencia de Dios. Adán y Eva conocían todos los arquetipos, por tanto
tenían la gnosis que puede tener un hombre.
E imaginaron los occidentales que los Primeros en ser Creados eran hombres perfectos, pero perfectos
según el modo platónico. Es decir, cuando los Primeros en ser Creados perdieron la memoria de estos
arquetipos, por eso Agustín en toda su vida daba importancia en la memoria del hombre. Cree que dentro
en la memoria de los hombres está impresa la memoria sobre la gnosis de Dios. Ahora bien, cómo
combina estas cosas con la enseñanza sobre preexistencia de la psiques, la que al final rechazó, esto es
un gran problema en el pensamiento de Agustín.
La iluminación del hombre según Agustín, significa simplemente que el nus debe conocer los
arquetipos, esta es la iluminación. Y después la zéosis del hombre según él, es cuando el hombre se ha
deificado y ve directamente con la lógica (intelecto) los arquetipos.»
Luego Agustín, según las percepciones de Platón, considera que al hombre después de la caída se añade
la parte pasional de la psique, es decir, lo anhelante y lo irascible.
«Agustín tiene esta idea, de que el hombre era perfecto y tenía la divina Jaris (energía increada gracia),
no tenía la parte anhelante e irascible en la psique, y la parte logística-racional se encontraba en
efdemonía-dicha o placer, etc. Pero a causa de la caída aparece lo anhelante y lo irascible de la psique.»
A continuación enseña que el pecado ancestral fue asalto y ofensa a la justicia de Dios y por eso el
hombre fue castigado. La muerte no la toma como enfermedad, que fue resultado de la perdición de la
vida divina, sino como castigo de Dios al hombre.
«Lo que tiene importancia es que Agustín piensa que la muerte es como castigo de Dios. Todos son
castigados de Dios, porque tienen la culpa.»
Con estas condiciones y presuposiciones debemos ver el punto de vista de Agustín sobre el pecado
original como ofensa a la justicia divina, como también la interpretación jurídica e inculpación del
pecado, el cómo esta culpa ha pasado al género humano y cómo este punto de vista y aspecto se conecta
con el destino absoluto.
«Según Agustín, cuando Adán y Eva pecaron contra la justicia de Dios y ofendieron a Dios infinito. Por
consiguiente, ya que todos heredan el pecado el pecado de Adán y Eva, la culpa, esto significa que todos
deben ser castigados según el merecimiento y valor. Por lo tanto, por merecimiento y valor estamos
castigados de Dios, sin embargo como Dios así lo quiere entre estos condenados al Infierno eterno, ha
escogido un grupo para la salvación.
Entonces de esta manera, aquellos que no han sido escogidos para la salvación no pueden tener ninguna
queja, porque son castigados por su valor y merecimiento. Entonces también deben alegrarse porque
predomina la justicia divina. Pero aquellos que se salvarán ellos tampoco pueden decir que se salvarán
por su merecimiento y valor, porque la salvación para ellos es absolutamente gratis, sin ningún valor y
merecimiento de parte de ellos. Entonces ellos no pueden jactarse.
Dentro de estos marcos, una muestra de que uno está predestinado, es que es buena persona. Es decir,
para los Protestantes, significa que es continente, no roba, no miente, no va con mujeres y es buena
persona. Así separan los hombres en buenos y malos.
Además de esto, principalmente en el mundo anglosajón y entre los Francos, a causa de la enseñanza de
Agustín, hubo también el apoyo al racismo; por lo tanto, destinado para la salvación, digamos, debe ser
blanco, alto, rubio, etc… es decir, una persona bonita. Uno si en su cara es feo, pobre, desgraciado, un
villano, un esclavo o sirviente, un inválido, etc. para los Francos no es posible que sea predestinado.»
Es normal entonces que los puntos de vista y opiniones de Agustín sobre pecado original o ancestral han
sido conectados con la teoría sobre el destino absoluto del hombre, que tergiversa, distorsiona la agapi
de Dios hacia el hombre, la finalidad del sacrificio crucificante de Cristo y toda la pastoral de la Iglesia.
«Todos fueron castigados de Dios, porque todos tienen la culpa. El problema es cómo tienen la culpa, o
sea, es la culpa hereditaria de forma biológica o si la culpa es de forma representativa, donde Adán y
Eva, como representantes del género humano, pecaron y, por consiguiente, no fueron castigados
solamente los representantes sino también el género humano.
Otra aproximación es que simplemente como representantes han perdido algo en perjuicio del género
humano. Tal y como un padre hace tonterías y pierde su fortuna y causa del padre ya los hijos nacen
pobres. Son hijos pobres, porque el padre que era rico ya ha perdido su fortuna. Existe también esta
percepción. Depende de lo que cada uno quiere sacar de Agustín sobre estos temas. Pero aquello que
tiene importancia desde el aspecto de Dios, es cómo son estos temas.
Agustín acepta la enseñanza sobre el destino absoluto. Entonces, introduce la idea que todos los
hombres, según su valor y merecimiento, están condenados para el infierno. Esta condena es según el
valor del hombre. Pero Dios, que es también agapi no deja que sea perdida su obra totalmente y ha
predestinado ciertos hombres para la salvación. Una parte de la humanidad está predestinada para la
salvación.
Pero esta predestinación sobre una parte de la humanidad, no se debe en merecimientos y recompensas
del hombre, porque, según su valor, los hombres deben ir al Infierno. Por lo tanto, aquel que recibirá la
divina Gracia para salvarse, no puede jactarse de que con sus obras se ha salvado, sino que ha sido
salvado por la predestinación que tiene de Dios, con la voluntad. Por eso debe ser humilde, estarse
quieto y no creer que él es mejor que los demás desde el aspecto de valor. Pero si un hombre que no está
predestinado, tampoco éste debe tener queja alguna, porque éste es castigado por su valor y merecido.
Desde este punto de vista y aspecto, Agustín tiene otra idea curiosa, de que, cuando decimos que Dios
ama los pecadores, no significa que Dios ama a todos los pecadores. Simplemente que Dios ama
aquellos pecadores que están predestinados. A los otros pecadores no los ama Dios; por tanto Su agapi
está limitada.
Adán y Eva pecaron y la culpa pasó en todo el género humano. Y a causa de esta culpa, cada hombre
merece el infierno. Por tanto, si existen algunos que están predestinados para la salvación, a estos los
ama porque así lo quiere. Los otros no pueden tener queja alguna, porque son castigados según su valor
y merecimiento. No pueden exigir salvarse, porque según el valor y el merecimiento de ellos están
perdidos. Porque están perdidos a causa de Adán y Eva.
Los que se salvan, son salvados no por su valor y merecimiento, sino a causa de la agapi de Dios que los
ha escogido. Por eso no deben enorgullecerse, sino tener humildad. Así se ha creado la curiosa distinción
de que Dios ama a los pecadores que están predestinados. No los ama como pecadores, sino como si
fueran hombres perfectos. Porque Dios no ama a los pecadores.
Luego, el Cristo ha muerto para que se salven los hombres. Pero el Cristo no ha muerto para todos los
hombres; ha muerto para algunos. Estos pasajes existen en los textos de Agustín y a causa de estos
pasajes los Francos tienen una fuerte tendencia en creer al destino absoluto.»
Si uno coteja y compara estos puntos de vista y aspectos de Agustín con toda la enseñanza de los Padres,
tal y como sinópticamente se ha expresado anteriormente, ve claramente la diferencia. El Dios ama
justos e injustos, pero se salvarán los que se sanan, se psicoterapian y los que corresponden libremente a
la agapi incondicional de Dios y adquieren agapi incondicional, altruista o desinteresada; esto se hace
con la potencia de la energía increada de CristoDios.
Antiguo y Nuevo Adán
En nuestro interior tenemos la enfermedad del antiguo Adán, como caída de la Luz increada de la doxa-
gloria de Dios y como oscurecimiento del nus, pero debemos percibir y sentir también la vida del nuevo
Adán como nuestro retorno a la perspectiva de la iluminación y la zéosis.
«Uno no puede hacerse Cristiano, decimos nosotros los Ortodoxos, si cada uno no destruye de su interior
al antiguo Adán. Debe convertirse y hacerse nuevo Adán para poder ser un ser humano correcto. Lo
dicen los Padres. ¿Pero cómo se hace nuevo Adán? ¿Cómo se destruye el viejo Adán? Al antiguo Adán
fue oscurecido el nus, y por eso se hizo lo que se hizo antiguamente.
“Antiguo hombre” significa el hombre aquel que no se ha convertido en nuevo hombre en Cristo. Por
tanto ya que es antiguo hombre, significa que no es cristiano es antiguo hombre.
La vida inicial de Adán era vida de la iluminación y de la zéosis. Con el pecado el hombre ha perdido el
“como semejanza” y se ha ennegrecido, oscurecido el “como imagen” y el hombre ha caído de la vida
divina. Ahora se requiere pasar a través de la catarsis del corazón, llegar a la iluminación del nus y
experimentar y vivir la zéosis. Esto lo vemos en la vida de los Santos, pero se ve más claro aún en los
Mártires.
«Los mártires son los que habían alcanzado a la noerá oración del corazón o de Jesús, tenían memoria
perpetua de Dios, funcionaba ortodoxamente su nus (espíritu de la psique), es decir, el corazón de ellos
había llegado a la catarsis, tenían la monóloga oración y la memoria perpetua de Dios, de tal forma que,
cuando fueron o llos levaron al martirio, pasaron por torturas y la oración era la que los guardó y
protegió a no negar y no negaron a Cristo.
¿Cómo sufrieron y soportaron este martirio? Cuando el hombre se encuentra en este estado espiritual, es
influenciado sólo por la oración que domina toda su existencia y no sucumbe a la tortura ni a las
mutilaciones. Convertirse y hacerse uno Mártir, pasar por torturas esto no es una hazaña humana, sino
que es por la Jaris (energía increada gracia) de Dios que hace esta cosa. Por esta razón, en la antigua
Iglesia, aquel que en una persecución había negado a Cristo, iba a la Iglesia exteriormente y sólo le
daban la última comunión.»
Este camino de desde la catarsis del corazón a la iluminación del nus y a la zéosis es el propósito y la
finalidad de la humanización del Hijo y Logos de Dios, pero también la obra de la Iglesia, como
veremos en los capítulos siguientes.
La conclusión de este capítulo es que los Santos Padres conocieron la caída de Adán empíricamente,
vivieron “el llanto adámico”, puesto que conocieron personalmente la participación de la doxa-gloria
(luz increada) de Dios en la Luz increada en la hipostasis del Logos. Dentro de este marco los Padres
interpretaron las cosas y realidades sobre la vida del hombre antes de la caída y post caída. Amín.
Desde afuera, el hombre pareciera ser, en palabras simples, una existencia biológica
semejante a los demás seres vivos, un animal más. Es, desde luego, un animal, pero “uno
con inclinación hacia Dios por la deificación”, como dice San Gregorio el Teólogo. Es el
único ser que sobresale sobre las demás criaturas, el único ser que puede hacerse “dios”.
La expresión “según la imagen de Dios” debe entenderse como las gracias que le fueron
dadas solamente al hombre y no a las demás criaturas, para que aquél se haga, así, imagen
de Dios. Estas bendiciones son: la mente y su capacidad de razonamiento, la consciencia, el
libre arbitrio – es decir, la libertad -, la capacidad de crear, el amor y la evocación de lo
absoluto y de Dios, la consciencia de sí mismo y otras más que le hacen un ser sobre todos
los demás seres vivos. Es decir, le hacen ser hombre y persona. En otras palabras, todo lo
que hace que el hombre sea persona, son los carismas que le hacen imagen de Dios.
Teniendo aquello que fue dado “según la imagen de Dios”, el hombre es llamado a alcanzar
lo que le “asemeje” a Dios, es decir, a deificarse. El Creador llama a la criatura hacerse parte
de Él por la gracia. (…) El hombre es llamado no a tener un vínculo exterior, moral, con Dios,
sino a alcanzar la unión personal con su Creador.
Puede parecer atrevido pensar e incluso afirmar que el sentido de nuestra vida es el de
volvernos “dioses” por medio de la gracia. Pero las Sagradas Escrituras y los Santos
Padres de la Iglesia no escondieron jamás esta verdad.
Debido a que el hombre es “dios por ser llamado a ello”, es decir, ya que fue hecho para que
se deifique, entonces cuando no reconoce ese llamado, siente un vacío inmenso en su
interior, dándose cuenta que hay algo que no está bien en él. No encuentra ninguna felicidad
aún tratando de llenar ese vacío con otras actividades. Puede intentar anestesiarse la
conciencia, o crearse un mundo imaginario de conformidad para aislarse, que, no obstante,
será siempre pobre, limitado y pequeño. Puede también, organizar su vida de manera que no
tenga tiempo para detenerse a meditar, para ensimismarse. Por medio del ruido del mundo,
por medio del estrés diario, con el televisor, con el aparato de radio encendido todo el
tiempo, por medio de una búsqueda frenética y continua de información… de tantas
maneras el hombre trata de olvidar, de no pensar, de no reflexionar, de no recordarse que
aún no ha encontrado su propio sentido de vida.
Pero, finalmente, el pobre hombre contemporáneo no puede descansar hasta que no logra
encontrar ese algo más elevado, que existe interiormente en él y que es, ciertamente, bello y
creador,
¿Puede unirse el hombre con Dios? ¿Puede estar verdaderamente en comunión con Él?
¿Puede convertirse en “dios”, por medio de la gracia?
LA ENCARNACIÓN DE DIOS, FUNDAMENTO DE LA DEIFICACIÓN DEL HOMBRE
Los Santos Padres de nuestra Iglesia dicen que Dios se hizo hombre para que el hombre se
haga dios. El hombre no sería llamado a la deificación si Dios no se hubiera encarnado.
En los tiempos de antes de Cristo existieron muchos hombres sabios y virtuosos. Por
ejemplo, los antiguos griegos llegaron a un nivel altísimo en filosofía sobre el bien y sobre
Dios. Su filosofía contenía ya formas de verdad, llamada “razón seminal”. Eran igualmente
hombres muy religiosos, en absoluto ateos como se les ha intentado llamar en la actualidad.
Desde luego que no conocían al Dios verdadero, aunque eran muy devotos y respetaban
fielmente a sus deidades (…) No obstante, en la filosofía de los antiguos griegos se
distingue ya una nostalgia específica por el Dios desconocido. A pesar de ser creyentes y
devotos, no tenía el conocimiento correcto e integral de Dios, les faltaba estar en comunión
con Él. Por eso, la deificación no era algo al alcance de ellos.
En el Antiguo Testamento, de igual manera, encontramos que hubo desde siempre hombres
correctos y virtuosos. Pero la plena unión con Dios, la deificación se hizo posible, realizable,
sólo después de la encarnación la Palabra de Dios.
Esta es la razón por la cual Dios se hizo hombre. Si el propósito de la vida del hombre fuera
simplemente el hacerse “bueno” moralmente, no habría sido necesario que Cristo viniera al
mundo para cumplir con el enorme plan de la Providencia Divina, el de su encarnación, el de
la cruz, muerte y resurrección. Porque, así, la humanidad hubiera podido aprender a ser
cada vez mejor – moralmente -, sólo por medio de los profetas o los filósofos, o por las
enseñanzas de algunos sabios y hombres virtuosos.
Sabemos que Adán y Eva fueron engañados por el malvado, queriendo luego convertirse en
dioses - aunque no colaboradores con Dios - no con humildad, con obediencia y con amor,
sino confiando únicamente en su propia voluntad y capacidad, de una forma egoísta y
autónoma. Así, la esencia de la caída es el egoísmo. Porque de esta manera, adoptando el
egoísmo la autosuficiencia, se alejaron de Dios y, en lugar de llegar a la deificación,
alcanzaron precisamente lo contrario: la pérdida espiritual.
Así como dicen los Santos Padres de la Iglesia, Dios es vida. De este modo, quien se aleja
de Dios, se aleja de la vida. Por eso, la consecuencia de su desobediencia fue, para los dos
primeros hombres, la muerte corporal y espiritual.
Conocemos ampliamente las consecuencias de la caída. El alejarse de Dios hizo que el
hombre cayera en una forma de vida puramente carnal, animal y maligna. La criatura
preferida de Dios se hundió en la perdición. La imagen de Dios en el hombre se
ensombreció. Luego de la caída, el hombre ya no puede alcanzar aquello que tenía antes de
pecar, para llegar a deificarse. El hombre, en este estado de perversión, no puede ya
orientarse hacia Dios. Era necesario que surgiera una nueva raíz en la humanidad. Era
necesaria la institución de un hombre nuevo y sano que pueda orientar su libertad hacia
Dios.
Esa nueva raíz, ese hombre nuevo es Dios-hombre, Jesucristo, Hijo y Palabra de Dios, quien
se encarnó haciéndose para la humanidad la nueva raíz, un nuevo comienzo.
Por medio de la encarnación de la Palabra - así como dice San Gregorio el Predicador – se
realiza una segunda comunión entre Dios y los hombres. La primera fue la que existió en el
Paraíso, misma que se disipó cuando el hombre se alejó de su Creador. Ahora, Dios ha
permitido una nueva comunión, la segunda, es decir la unión de Dios con los hombres, una
que ya no puede ser destruida, porque esta nueva comunión se hace en la persona de
Cristo.
Cristo Dios-hombre, Hijo y Palabra de Dios, tiene dos naturalezas plenas: una divina y una
humana. Estas dos naturalezas se unen de forma “inconfundible, inalterable, indivisible e
inseparable”, en una misma persona, la de Cristo, de acuerdo a la definición oficial del IV
Concilio Ecuménico (de Calcedonia), que en pocas palabras constituye la base teológica en
el Espíritu Santo y en nuestra Iglesia Ortodoxa contra cualquier clase de herejía cristológica
que pudiera aparecer. Tenemos, así, un solo Señor Jesucristo en sus dos hipóstasis: una
divina y una humana.
De esta manera, la humanidad – por medio de la unión hipostática de las dos naturalezas de
Cristo – está definitivamente unida con la naturaleza divina. Esto, debido a que Cristo es
Dios y hombre, que siendo Dios y hombre subió al Cielo, que se encuentra a la derecha del
Padre y que vendrá a juzgar al mundo en su Segunda Venida. Vemos entonces cómo la
naturaleza del hombre se halla entronizada en el seno de la Santísima Trinidad. De esta
forma, nada puede separar ya esa naturaleza, de Dios. Por eso, luego de la “humanización”
de Dios, por mucho que pequemos, por más que nos alejemos de Él, si deseamos unirnos
nuevamente con el Señor, es posible lograrlo por medio del arrepentimiento. Nos podemos
unir, así, con Dios. Podemos, así, convertirnos en “dioses” por medio de la gracia.
Traducción libre tomada de: "Indumnezeirea, scopul vietii omului". P. Gheorghe Kapsanis. Editura
Evanghelismos, Bucuresti,
1 comentarios:
Muy Bello y Cierto todo lo que se dice en este escrito. Lo unico que puedo añadir, (aunque
no se si estare en lo cierto), es que Adan y Eva, fueron engañados por el demonio. El
demonio lea dijo que "serian Dioses" si comian de la manzana. Yo creo que Adan y Eva ya
eran Dioses por Creacion Divina a imagen y semejanza del Creador, (pero ellos no se
daban cuenta). Es semejante a la parabola del hijo prodigo, cuando el Padre le dice al hijo
que estaba enojado con su Padre: "Todo lo Mio es tuyo, solo tenias que haberlo pedido",
(ya que el hijo le recrimino al Padre, que habia hecho banquetes en honor de su hijo, y a él,
nunca le habia regalado ningun banquete)... Cuando he dicho que Adan y Eva ya eran
Dioses, lo he recalcado por el hecho mismo de la grandeza que Dios tuvo con el hombre
(enmarcado en la creacion de nuestros primeros padres), de darles su imagen y
semejanza, (que es algo que no todo el mundo seria capaz de dar, mas que a aquellos
hijos más amados de todos), porque se puede dar algo a tus hijos (virtudes, conocimientos,
bienes materiales), pero solo quien Ama más, es capaz de dar a sus hijos (Adan y Eva), su
misma esencia: La imagen de Su Creador.