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Diéresis

Caminaban los pingüinos sin ton ni son en busca del agüita que les permitiera comer
un pececito, pero el laguito estaba seco, así que decidieron tomar sus paragüitas y
preguntarles a las yegüitas que estaban pastando cuantas leguitas faltaban para
llegar a su comidita. Las yegüitas en lugar de contestarles les sacaron la lengüita
en son de burlita y los pingüinitos caminaron buscando la casa de Eidanioss para
que les diera alguito que pudiera alimentar sus barriguitas.

Apostrofo

La Olimpiada Barcelona ’92 fue un éxito’


Las ONG’s necesitan dinero
Me debes 95’45 euros

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Yo sé un himno gigante y extraño / que anuncia en la noche del alma una aurora, /
y estas páginas son de este himno. Rimas, Gustavo Adolfo
A LOS CVRIOSOS / QVI DESEAN SABER / la lengua española.
Viajamos a 100 km/h (kilometro por hora)
Percibo un sueldo de $2000/mes (dólares al mes)

Asterisco

Su sobrino Joaquín, quien había estudiado con el maestro Jing (*) también estuvo
presente en el funeral.
La ciudad de Budapest (**) nos recibió amablemente cada vez que la visitamos.
El gran escritor Albert Camus (***) tuvo por obra póstuma la novela ‘El extranjero’.
De endurecer la tierra * se encargaron las piedras * pronto * tuvieron alas.
Padre nuestro que estás en los cielos * santificado sea tu nombre.
Nuestra familia saluddará (*SALUDARÁ) a todos los que quisieran visitarnos y
felicitarnos en esta gustosa fecha.
Explicó a las autoridades que pareciera (*PARECE por pareciera) que su respeto
ya no estaba siendo acatado.
En el testimonio aclaro (*ACLARÓ) que él no recordaba con claridad todos los
hechos.
Guion corto
_ ¿ qué llevas bajo el poncho ?
_ Nada que te pueda interesar, noble capitán
_ ¡ no darás un paso adelante si no te dejas revisar!
_ pues lo que llevo es este revólver que dispararé sin vacilar al primero que me
detenga!
─ ¿Me han estado buscando?
─ Desde luego. Con los guardacostas y con aeroplanos.
El mar es muy grande y un bote es pequeño y difícil de ver -dijo el viejo-.
Notó lo agradable que era tener alguien con quien hablar en vez de hablar solo
consigo mismo y con el mar. Te he echado de menos -dijo-. ¿Qué han pescado?
─ Uno el primer día, uno el segundo y dos el tercero.
─ Muy bueno
─ Ahora pescaremos juntos otra vez.
─ No. No tengo suerte. Yo ya no tengo suerte.
─ Al diablo con la suerte -dijo el muchacho-. Yo llevaré la suerte conmigo.
─ ¿Qué va a decir tu familia?
─ No me importa. Ayer pesqué dos. Pero ahora pescaremos juntos porque todavía
tengo mucho que aprender.
─ Tenemos que conseguir una buena lanza y llevarla siempre a bordo.

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