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Saúl Fuks
Universidad Nacional de Rosario
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categorías de exterioridad, interioridad, distancia, racionalidad, etc. (fundamentales a la
hora de asegurar el rigor científico) sufrieron también el impacto de los cuestionamientos
de la objetividad científica. Estas categorías de análisis están construidas sobre metáforas
que hacen referencia a lo social como un "espacio", y en su uso alentaron la creencia en la
"real" existencia de "espacios interiores" y "exteriores, "centralidades" y "periferias",
"superficial" y "profundo", "inclusión" y "exclusión"; imágenes que describían una
territorialidad con poco espesor. A pesar de esto, esta perspectiva posibilitó la descripción
de "estructuras" (superestructuras, infraestructuras, etc.) de un modo gráfico y
visualmente funcional. Sin embargo, esta manera de describir las relaciones sociales alentó
una concepción del mundo social como existiendo "allí fuera" y posible de ser estudiado
cuasi-objetivamente. Una paradoja que se ha hecho evidente en estos desarrollos es que
los intentos de borrar al "observador implicado" y substituirlo por "tecnologías
científicas", desnudaron lo que intentaban encubrir: que toda observación habla más de las
interrelaciones entre quien observa y lo observado que del "objeto" de estudio.
En la Psicología Comunitaria hemos enfrentado estas contradicciones de maneras
creativas: tratando de ser más críticos con nuestros presupuestos que con las "teorías" de
aquellos con quienes trabajamos e intentado mantener una conexión abierta a la novedad y
un tipo de posición que nos permita cuestionar el "saber académico" respetando el "saber
popular".
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"significado verdadero" de cada suceso, estructura un entramado de certezas que
"producen" la identidad personal y relacional como parte de ese proceso" (Fuks, 1998, p.
7).
La ruptura de estas certidumbres dejó, como saldo positivo, la convicción de la
necesidad de construcción conjunta del significado para los mundos que compartimos.
Estos enfoques (herederos de la tradición de Buber, de Lewin, de Freire, de Bateson) nos
ha hecho crecer en el mismo proceso de transformación que intentábamos facilitar (Dumas
& Seguier, 1997).
"Problematizar" es –hoy– algo que nos sucede a todos los que participamos en las
interrogaciones acerca de lo que parece ser incuestionable.
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significados, no era en sí misma una propuesta totalmente original, (las narrativas habían
sido estudiadas como prefiguradas, causalmente lineales, como estructuras
sobredeterminadas); lo que emergió como novedoso fue el énfasis en un modelo abierto
no-determinista. Al remarcar este carácter abierto, generativo y auto-constructivo de las
narrativas sociales se produjeron consecuencias no solo teóricas sino de fuerte impacto en
las prácticas; en este proceso, los participantes de las conversaciones ganaron libertad para
moverse de la posición de "actores sociales" a la de "co-autores".
Las conversaciones son el ámbito en el que es posible compartir significados y
negociar diferencias. Sin embargo, no todas las conversaciones permiten este tipo de
conexión; las que lo hacen son un tipo particular, en el que la colaboración organiza las
condiciones para que sea posible la exploración de las diferencias de manera constructiva.
En este tipo de intercambios, y mediante la cooperación de sus participantes, es posible
hacer emerger significados y conocimientos nuevos. Las conversaciones de este tipo
pueden ser tomadas como el paradigma de las relaciones cooperativas entre personas que
"actúan conjuntamente".
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creación de alternativas. Este presupuesto se alimentaba en la creencia del papel
instrumental del lenguaje; del lenguaje como un "medio" para expresarse, como "medio"
para cambiar las cosas.
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posibilidades de observación; cada vez que nos posicionamos de esta manera, nuestro
escuchar se empobrece.
Tenemos que problematizar al mundo relacional/social con otros, para que la
visión de las cosas pueda enriquecerse y surjan alternativas no evidentes; pero si no
conectamos con la legitimidad y la autonomía del otro, esa problematización deviene en
relación de asimetría y colonización relacional.
Tenemos que afrontar las dificultades de la vida de aquellos con quienes
trabajamos, pero si privilegiamos la mirada de déficit, reciclaremos las imposibilidades.
Necesitamos de un acercamiento apreciativo para recuperar la capacidad generativa de las
situaciones críticas, pero corremos el riesgo de banalizar de manera ingenua las
complejidades de nuestro mundo.
La co-construcción de un campo común de transformación requiere además de la
escucha y apertura, de un posicionamiento particular, de un modo de construir un diálogo
transformador que nos incluya en "primera persona"; pero necesitamos de la distancia que
nos permita sistematizar el conocimiento producido con otros.
Estos desafíos mantienen abiertas nuestras prácticas: a la novedad, a los cambios, a
los riesgos y a la pasión por un futuro abierto. Todo esto ha hecho de la Psicología
Comunitaria algo más que una sub-disciplina académico/profesional, la ha vuelto una
"estética de la existencia".
Referencias
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Nota del autor: