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CRONICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA.

Análisis del feminicidio en el estado de Puebla (2010-2014): feminicidio


íntimo y crisis de la masculinidad hegemónica.

Denisse Ariana Larrondo de Martino, México


Observatorio de Violencia Social y de Género de la Cuidad de Puebla, Instituto de
Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, IBERO Puebla.

RESUMEN
El presente estudio busca caracterizar y analizar los asesinatos ocurridos por razón de
género en el estado de Puebla, México por un periodo de cinco años. Los hallazgos de la
investigación revelan una relación entre la ocupación del espacio púbico por las mujeres,
principalmente la capacidad de decidir sobre sí mismas y la violencia feminicida como una
medida disciplinaria con el objetivo de resguardar y mantener el orden patriarcal.
Específicamente en la región prevalece el feminicidio íntimo, por tanto su
problematización se asocia con la crisis de la hegemonía masculina y la violencia.

INTRODUCCIÓN
Más que una nueva forma de violencia, los asesinatos de mujeres por razón de género son
la manifestación más extrema de las formas de violencia que se ejerce contra las mujeres.
Tales asesinatos no son incidentes aislados ni surgen de manera espontánea, son el
resultado de una violencia sistemática y continua. La muerte es el caso más extremo o
evidente de la violencia, pero muchas mujeres pueden permanecer en una situación de
violencia durante muchos años antes de morir, incluso el acto específico de su muerte no
necesariamente tiene que ser violento para considerarse expresión de la violencia
feminicida.

El asesinato de mujeres, por razón de género siempre ha existido, sin embargo


recientemente se le ha nombrado. En realidad el feminicidio es una palabra nueva para
una barbarie antigua (Feminicidio.net). En 1990 Diana Russell y Jane Caputi
conceptualizan el feminicidio en su libro Speaking the Unspeakable como: “El asesinato de
mujeres realizado por hombres motivado por odio, desprecio, placer o un sentido de
propiedad de las mujeres” (Russell y Caputi, 1990). Julia Monárrez Fragoso fue una de las
primeras estudiosas del fenómeno en la frontera norte mexicana denominado como las
muertas de Juárez. Define al feminicidio como “el asesinato de una mujer cometido por un
hombre (en casi todos los casos) sustentado en la discriminación de género” (Monárrez,
2005). Por su parte, Marcela Lagarde le da un giro conceptual y en 1994 lo posiciona como
un delito de lesa humanidad que contiene los crímenes, secuestros y desapariciones de
niñas y mujeres en un cuadro de colapso institucional. Lo define como un crimen de Estado
"Es una ínfima parte de la violencia contra niñas y mujeres; sucede como culminación de
una situación caracterizada por la violación reiterada y sistemática de los derechos humanos
de las mujeres. Su común denominador es el género” (Lagarde, 1994). Hacia Sudamérica,
Rita Laura Segato desarrolla el concepto de Femi-geno-cidio para nombrar una estrategia de
exterminio hacia las mujeres, es decir el genocidio de estas, además despliega el con (Segato,
2010). Es un fenómeno sistémico y sistemático pues responde a la desigualdad y
discriminación histórica y estructural entre hombres y mujeres y, se repite sistemáticamente
en casi todas las sociedades.

El feminicidio en su origen trasgrede múltiples derechos, el principal es el derecho


fundamental a la vida pero otros que se trastocan son:

 Derecho a una vida libre de violencia


 Derecho a la igualdad y la no discriminación
 Derechos a la integridad física, psicológica
 Derecho a la dignidad
 Derechos a la libertad
 Derecho a la seguridad
 Derecho a no ser sometida a tortura
La afectación de las víctimas trasciende el espacio familiar, el feminicidio es el síntoma del
deterioro social y la discriminación de las mujeres, por tanto resulta un asunto de interés
público.

En el Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud (2002) la Organización Mundial de la


Salud declara que en el mundo, para las mujeres de 16 a 44 años de edad, la violencia
doméstica es la principal causa de muerte e invalidez, por encima del cáncer, los accidentes
automovilísticos y aún la guerra.

El mismo Organismo señala la violencia como un problema de salud pública, por su parte,
los estudios desde la perspectiva de género, indican que éste es un problema estructural que
tiene su origen en la inequidad: mientras las mujeres tengan un acceso discriminatorio a los
recursos tanto materiales como simbólicos, difícilmente dejarán de ser blanco fácil de la
violencia. Si bien,

La violencia es una conducta humana (acto u omisión) con la que se pretende someter y controlar
los actos de otra persona, como consecuencia de ello se ocasiona un daño o lesión y se transgrede
un derecho. Se produce siempre en un esquema de poderes desiguales, donde hay un arriba y un
abajo que pueden ser reales o simbólicos (Torres, 2005)

La violencia, nos dice Osborne es el modo en que se establecen las relaciones de género en
un orden patriarcal, el cual define como “un sistema de organización social en el que los
puestos clave de poder –político, económico, religioso y militar- se encuentran, exclusiva o
mayoritariamente en manos de varones (Osborne, 2009). La violencia de género contra las
mujeres se caracteriza por ser una práctica histórica, expresión de la discriminación de
género y de las relaciones asimétricas de poder entre hombres y mujeres (Torres, 2001)
opera como

un mecanismo de control, sujeción, opresión, castigo y agresión dañina que a su vez genera
poder para los hombres y sus instituciones formales e informales… la opresión de las mujeres
sería inexplicable sin la violencia, por eso desde la perspectiva feminista se considera estructural
a la organización patriarcal del mundo ya que permite la cosificación sexual, soporte de la
expropiación de las mujeres de su condición humana y por tanto de su condición de sujeta
(Lagarde, 2006).

Por tanto la violencia de género contra las mujeres no es un asunto de tipo natural o normal,
es un fenómeno estructural que se construye histórica y socialmente, entonces resulta
posible y deseable prevenir el asesinato de mujeres por razón de género.

En este análisis, nos sumamos a la hipótesis (Russell y Radford, 2005; Incháustegui, 2014;
Segato, 2014) la cual señala que a la trasgresión del rol “histórico y natural” de las mujeres
se responde con violencia, así el feminicidio es la expresión más definitiva. Por tanto la
violencia feminicida, es una estrategia de reproducción del sistema y funge como
mecanismo de control y dominación, tiene la finalidad de contener, censurar, disciplinar y
controlar a las mujeres, buscando a través de la violencia sexual y el asesinato la restitución
del orden patriarcal (Segato, 2014).
FEMINICIDIO COMO MENSAJE SOCIAL

La violencia contra las mujeres es un fenómeno tan antiguo y arraigado en nuestra cultura
que se ha normalizado e invisibilizado y es por ello que ahora enfrentamos un problema de
gran envergadura, pues su tolerancia, su invisibilzación y naturalización tienen raíces
históricas y culturales muy profundas. Sin embargo la violencia cobra nuevas formas, en el
exceso de crueldad, más letal, más sádico, la tortura hasta la muerte. No son daños
colaterales, los cuerpos de las mujeres han adquirido una centralidad en la estrategia bélica.
Las marcas de odio inscrito en los cuerpos de las mujeres constituyen en sí mismos un
mensaje, el asesinato de una mujer tiene un mensaje no sólo para la víctima y sus
familiares, sino para el resto de mujeres de todas edades y condiciones, el mensaje es claro:
de quien y a quién pertenece el mundo. Cuando el cuerpo es encontrado en un espacio
público el mensaje es social.

México transita por un estado excepcional de violencia fundada en la acumulación de


capital, pero profundizada por una política que prioriza el uso del ejército a modo de
ofensiva contra los grupos traficantes de narcóticos, dispuesta por Felipe Calderón en su
ejercicio como presidente de la República después de una cuestionada elección. El poeta y
activista por la paz Javier Sicilia reclama 2 mil desaparecidos y a 150 mil asesinados de
2006 a 2014 como estadística minian, sin embargo el Secretario de Gobernación Miguel
Ángel Osorio Chong reconoce 70 mil muertos (Aristegui noticias, 2013). En este
contexto el informe de las Mujeres Premio Nobel informa que “en México, los
feminicidios han aumentado 40 por ciento desde 2006 en el contexto de la guerra contra el
narcotráfico, la cual ha dejado más de 50.000 muertes, 250.000 desplazados y miles
sometidos a desaparición forzada” (Asociadas por lo Justo y La Iniciativa de las Mujeres
Premio Nobel, 2012), por otro lado el Boletín de prensa emitido por más de cien
defensoras de derechos humanos emitido en la Cd. de México el 13 de junio de 20141
denuncia que: destazada, asfixiada, violada, pateada, quemada, mutilada, apuñalada,
envenenada, con los huesos rotos o balaceada, así es como En México cada día “7.1
mujeres son asesinadas” y agregan: “(se han registrado) 242 agresiones contra defensoras
de derechos humanos y mujeres periodistas en 2013”.

1
Preocupa a expertas de la ONU rezago en materia de derechos humanos de las mujeres e igualdad
El comportamiento del feminicidio en el país no es homogéneo, hay espacios geográficos
en que se han identificado como graves, tal es el caso de, Estado de México, Chihuahua,
Distrito federal, Guerrero, Baja California, Jalisco, Michoacán y Veracruz (CONAVIM,
2013). Uno de los objetivos de la presente reflexión es develar la situación de violencia que
viven las mujeres en un espacio geográfico que no está caracterizado por el enfrentamiento
armado como en otras entidades como lo son Chihuahua, Michoacán, Sonora, Tamaulipas.

Para el análisis del fenómeno del feminicidio en el estado de Puebla se recurro al


Observatorio de Violencia Social y de Género de la Ciudad de Puebla (OVSG), el cuál
realizo una sistematización de las muertes violentas de mujeres por un periodo de cinco
años: 2010-2014. Específicamente para designarlos feminicidios, la muestra se compone de
los asesinatos de mujeres que cumplieran con tres elementos: 1) privación de la vida, 2) el
sujeto activo es mujer y 3) la existencia de una o varias razones de género, mismas que a
continuación se enumeran:

1) Signos de violencia sexual de cualquier tipo.

2) Lesiones infamantes, degradantes o mutilaciones, previas o posteriores a la


privación de la vida.
3) Antecedentes de violencia en el ámbito familiar, laboral, escolar,
comunitario
4) El agresor es conocido:

 Se tenga o haya sostenido relación de parentesco: consanguineidad,


afinidad, matrimonio, concubinato, sociedad de convivencia,
noviazgo o amistad.
 Existan o haya existido relación laboral, docente o cualquiera que
implique una relación se subordinación.

5) Incomunicación de la mujer, cualquiera sea el tiempo previo a la privación


de la vida.
6) Exposición pública del cuerpo.
7) Indefensión: situación de desprotección o incapacidad de defenderse (p/e
impedimento fisco o material para pedir auxilio)

En Puebla en el periodo 2010 a 2014 acontecieron 198 asesinatos de mujeres en razón de


género, en el 2010 se registran 30, en el 2011 se anotan 22, mientras para el 2012 suman 36
y se observa a la alza en 2013 con 54 casos y 56 para el 2014. Se podría decir que el
aumento del feminicidio es constante exceptuando el 2011 donde aparentemente hay una
disminución, sin embargo resulta de un faltante de 141 días en la muestra hemerográfica2.
Por tanto podemos afirmar que el feminicidio ha aumentado en el lapso de cinco años casi
50%, se podría argumentar que la visibilización de fenómeno del feminicidio es muy
reciente y eso ha resultado un foco de atención, sin embargo el seguimiento hemerográfico
se basa en los asesinatos violentos de mujeres en lo que se detecta una o varias razones de
género y no en que desde el periódico se le designe como feminicidio.
En México la tipificación del feminicidio como delito es reciente, entre los años 2013 y
2014 se inscribe como delito en los Códigos Penales de las diversas entidades estatales, en
muchos casos como lo es la entidad poblana quedando pendiente la armonización
legislativa. La Ley General de Acceso para las Mujeres a una Vida Libre de Violencia
(LGAMVLV) emitida en 2007 será el instrumento jurídico que por primera vez contemple
el concepto de la violencia feminicida, definiéndola como

la forma extrema de violencia de género contra las mujeres, producto de la violación de sus
derechos humanos, en los ámbitos público y privado, conformada por el conjunto de conductas
misóginas que pueden conllevar impunidad social y del Estado y puede culminar en homicidio
y otras formas de muerte violentas de mujeres (Artículo 21, LGAMVLV)

Así, los primeros registros oficiales de feminicidio se encuentran en 2013, de acuerdo a la


Solicitud de Acceso a la Información con folio: 00156315 dirigida a la Procuraduría
General de Justicia del Estado, en el año 2013 se registran 12 personas consignadas por el
delito de feminicidio, mientras en el 2014 se informa de 8 casos, sumando los datos
oficiales de 2013 y 2014 tenemos 20 casos que se investigan como feminicidio, por otro
lado sumando los datos proporcionados por el OVSG para los mismos años tenemos 110
feminicidios marcando una amplia distancia.

CARACTERIZACIÓN DEL FEMINICIDIO EN EL ESTADO DE PUEBLA

De los 198 feminicidios que componen la muestra proporcionada por el OVSG, en el 21%
de los cuerpos la identidad de la víctima se desconoce, el cuerpo no fue identificado por las
autoridades, por tanto la información de esos casos es escasa.

2
Nota aclaratoria del Observatorio de Violencia Social y de Género de la Ciudad. de Puebla
Dado que la fuente de información del OVSG es la nota periodística existe un gran vacío de
información, por ejemplo en cuando forma de muerte en el 41% de los casos no se
especifica, el dato más alto en el registro es el uso de los golpes (19%), asfixia 16%, herida
punzocortante 15%, y herida de bala representa una de las más bajas con el 8%, a diferencia
de otras entidades donde prevalecen los asesinatos por impacto de bala en Puebla el uso de
la fuerza física (uso únicamente de la fuerza del sujeto agresor) y un objeto (tubo, machete,
martillo, cuerda, sabana) suman 38%, mientras que la suma del uso de arma (arma
punzocortante o de fuego) apuntan un 36%.

El 66% de los cuerpos fueron halados en el espacio públicos (barranca, río, terreno, basurero,
automóvil o negocio), mientras el 32% se encontraron en un espacio privado, generalmente el hogar
de la víctima. Del total de los cuerpos el 52% fue encontrado al descubierto, mientras el 19% fue
ocultado en cisterna, dentro de una maleta, cobijas o bolsas, el 11% se encontró en estado de
putrefacción y el 15% no se especifica.

Del total, el porcentaje de presuntos homicidas que eran conocidos de la víctima suma 42%,
de éste el 63% era pareja de la víctima: novio (20%), concubino y esposo (43%), mientras el
dato de ex- pareja alude al ex -esposo (4%) y ex -novio (5%). El familiar asciende a un 19% y
contempla: padre, hermano, primo, padrastro, parta completar el conocido suma un 56% y refiere a
amigos, vecinos o conocidos.

Los resultados de la investigación se agrupan en tres categorías: 1) Feminicidio por


ocupaciones estigmatizantes, 2) Feminicidio por indefensión y 3) Feminicidio íntimo, y
dado el predominio del último nos evocaremos a esta variante, analizándolo desde los
cambios estructurales que han desembocado en lo que se ha denominado como la crisis de
la masculinidad hegemónica.

FEMINICIDIO ÍNTIMO

Es relevante que en el 42% de los casos, los asesinatos fueron perpetrados por hombres
muy cercanos a la víctima con quien mantenía o mantuvo una relación familiar, intima o de
convivencia, a este tipo de asesinatos se le denomina feminicidio íntimo, dado los vínculos
establecidos entre víctima y victimario. Siguiendo a Julia Monárrez, el feminicidio íntimo
es una de las “categorías más importantes, pues con esta definición se rompe con las
definiciones de crímenes pasionales, donde se esconde el uso intencional de la fuerza por
parte de los hombres, agravado por su condición de relación íntima con la víctima.”
(Monárrez, 2006). Las víctimas pueden ser asesinadas por motivos de:

Celos, o presunta o consumada infidelidad

#13, Mujer de24 años. Su cuerpo se halló en su casa, golpeada y con un balazo de escopeta, “porque
supuestamente tenía una amante” (El Sol, 2013)

#02, Mujer de 31 años. Se encontró apuñalada en una barranca, “se encontraron anónimos
amenazándola, reclamos por infidelidades” (El Sol, 2011)

#34, Mujer de 32 años. Se encontró en su casa, golpeada y asfixiada con un cable. "A manos de su
esposo, muere una mujer de 32 años, cuando éste la descubrió con su amante. La policía lo detuvo
antes de atentar contra sus dos hijos, hirió a la niña con un cuter.” (El Sol. 2012).

Separación o el fin de la relación sentimental muchas veces a causa de violencia en la


relación:

#23, Mujer de 26 años. Ultimada por dos puñaladas en el abdomen y posterior atropellamiento,
"Mata a su expareja… se habían separado hace 6 meses por maltrato” (El Sol, 2013).

El rechazo a iniciar o continuar una relación sentimental:

#41, Mujer de 17 años. Asesinada por un amigo que la pretendía “quien le habría dado muerte
porque no aceptó ser su novia” (El Sol, 2014). Su cuerpo fue hallado en un paraje apuñalado y
semicalcinado.

#11, Mujer 29 años. Ultimada con un golpe en la cabeza y con signos de violencia sexual, fue
hallada un terreno baldío "el homicida confeso y expuso su motivo; la mujer había pedido
terminar el noviazgo porque había conocido a otro hombre. (El Sol, 2012)

El feminicidio íntimo generalmente es la culminación de un continuo de violencia,


siguiendo la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares
(ENDIREH)3, 2006 y 2011 el porcentaje de mujeres casadas o unidas en el estado de

3
Realizada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), La cual busca recoger
información sobre la violencia que las mujeres viven en distintos espacios, pero que son ejercidos por parte
de su pareja o algún otro familiar, o bien, por desconocidos en el caso de la violencia en lugares
Puebla que han padecido violencia extrema a lo largo de su relación ha aumentado, en 2005
Puebla registra el 25.9%, es decir .5% por debajo del promedio nacional (26.4%), sin
embargo para el 2011 aumenta un 3.7% respecto a la media nacional (16.2%), así entidad
poblana reporta que el 19.9% de las mujeres mayores de 15 años casadas o unidas han
experimentado simultáneamente tres tipos de violencia a lo largo de su relación.

El caso #7 del 2010 brinda un ejemplo, mujer de 47 años casada recibió gritos y fue
amenazada de muerte en su centro de trabajo frente a muchos testigos por parte de su
esposo, según la nota del 9 de marzo del Sol de Puebla la posibilidad de separación
propicio el feminicidio por parte de su marido. Fue encontrada en su hogar con una herida
punzocortante mortal en el pecho, sin embargo el esposo trató de aparentarlo como suicido
(El Sol de Puebla, 09/03/2010). En este caso encontramos dos cosas, de un lado
antecedentes de violencia y la pretensión de hacer pasar por un suicidio lo que fue un
feminicidio.

Las identidades y subjetividades tanto de hombres y mujeres devienen de una construcción


social histórica, en América Latina la conformación del modelo nacional-popular y el proyecto
modernizador, constituyo instituciones como el Estado y la familia en las cuales el trabajo era el
principio organizador de la subjetividad, los cambios estructurales experimentados bajo el concepto
de globalización neoliberal implicaron un cambio profundo en la organización de la vida social, el
llamado fin del paradigma del trabajo (de la Garza, 2001), la flexibilización laboral y su efecto de
inestabilidad y precariedad provoco una desvalorización en términos de cultura del trabajo, por otro
lado consumo y expansión de la industria del entretenimiento han ganado terreno como
articuladores de identidades y subjetividades (Svampa, 2005).

El trabajo continúa siendo un factor de integración social pero su primacía como factor de
articulación de la subjetividad y como espacio de construcción de un colectivo social se encuentra
en crisis, y con ella el patriarcado y las formas de la dominación masculina. Los procesos de
redefinición de la subjetividad en las sociedades contemporáneas, marcada por cambios

comunitarios. Así mismo se busca conocer si los hechos de violencia sufridos fueron denunciados o no. Los
datos fueron obtenidos de la propia voz de mujeres de 15 años o más.
estructúrales que devienen de procesos de acumulación repercutiendo sobre las prácticas y discursos
de hombres y mujeres cuyas identidades se habían constituido desde el mundo laboral.

En su artículo “Sociología y política del feminicidio; algunas claves interpretativas a partir de caso
mexicano”, Teresa Incháustegui, brinda elementos claves para comprender la transformación de la
sociedad mexicana. La apropiación de la sexualidad y la capacidad de reproducción a través del uso
de métodos anticonceptivos, pasando del uso del 12% en los años setentas al 75% en los noventas.
La extensión en la escolaridad pasando de 3.5 años como promedio en los setentas al 7.8 en el año
2000 y por consecuencia la presencia cada vez mayor el mercado del trabajo, un espacio
considerado masculino. El aumento de la jefatura femenina representaba en los años ochenta el 18y
21 %, para el 2000 paso a representar entre el 44 y 51%. (Incháustegui, 2014).

CONCLUSION

El crecimiento de la jefatura femenina representa, uno de los cambios más relevantes, no sólo por su
magnitud sino por la carga cultural y simbólica que representa el hecho, considerando las
concepciones que prevalecen sobre el arquetipo de familia patriarcal (López, 2007). La
transformación en las formas de vida de las mujeres, sus cuerpos, sus formas de vestir, de pensar, la
manera de concebir y vivir las prácticas amorosas y sexuales, la apropiación del espacio público y
de la noche, modificó radicalmente sus prácticas y discursos, pero también la configuración de la
identidad masculina.

Luis Bonino distingue la identidad masculina de la Masculinidad Hegemónica (MH), ya que a lo


largo de la historia y las distintas culturas la identidad masculina se ha transformado, sin embrago al
igual que la prevalencia del patriarcado, el modelo de la MH se impone como la norma de las
prácticas sociales para los varones, por supuesto que han habido trasformaciones debido a los
cambios históricos en los que se han registrado ciertas variaciones, pero el modelo es persistente
(Bonino, 2002). La normativa se sustenta en valores como la dominancia, el poderío visible, la
actividad, la racionalidad, individualidad, la eficacia, la voluntad de poder, la certeza y la
heterosexualidad, la matriz de la MH se sustentan en cuatro matrices: 1) la autosuficiencia
prestigiosa, 2) la belicosidad heroica, 3) el respeto al valor de la jerarquía, y 4) la superioridad sobre
las mujeres (y sobre los varones menos masculinos) y la diferenciación de ell@s (Bonino, 2002). La
identidad masculina, su configuración y reproducción permanecen alineadas a la MH, misma que
moldea la subjetividad y corporalidad de los varones y que aunque algunos de sus componentes
estén actualmente en crisis de legitimación social, su poder configurador sigue casi intacto.
La violencia funciona como un instrumento de control para contener el cambio, las transgresiones
de las mujeres a los tradicionales designios del sistema sexo-género, que han experimentado
resultado de la emergencia de las mujeres en el espacio cultural-simbólico, la vida pública y el
mercado de trabajo. El feminicidio es una medida extrema de disciplinamiento y control,
favoreciendo así la restitución del orden patriarcal. Cuando en una sociedad se reproduce la
desigualdad y la discriminación contra las mujeres cualquier motivo para acabar con la vida
de la mujer es justificado. En el feminicidio íntimo, nos dice Padgett, “el odio se desata
cuando las mujeres asumen su independencia y capacidad de decisión en una relación
amorosa. Guiado por el despecho, el asesino está urgido de demostrar su existencia varonil”
(Padgett, 2014). El feminicidio íntimo es una consecuencia de la crisis de la masculinidad
hegemónica y una violación a los derechos humanos de las mujeres.

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