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GIAIMEPALA

ANTONINO FIRENZE
JORDI MIR GARCIA
(editores)

GRAMSCI
y la sociedad intercultural
En 1994, el historiador británico Eric J. Hobsbawm conslaló
que los estudios sobre Antonio Gramsci no sólo no habían d is-
minuido pese a la hegemonía política que el neoliberalismo
consiguió apuntalar tras la caída del Muro de Berlín, sino que
su figura estaba siendo objeto de renovada atención por parte
de investigadores de todo el mundo. Desde entonces, la
bibliografía sobre este gran pensador marxista no ha dejado
de crecer en número y calidad, consolidándole como "clásico"
de la cultura. El presente libro se inserta en esta nueva ola de
estudios gramscianos, y ofrece una serie de contribuciones de
estudiosos, algunos de los cuales de reconocido prestigio
internacional, centrados sobre todo en el interés que los
Cuadernos de la cárcel de Gramsci han suscitado entre inves-
tigadores (historiadores, sociólogos, politólogos, filósofo s,
antropólogos y teóricos de la literatura) dedicados a los estu-
dios culturales y a los denominados estudios subalternos,
señaladamente a partir de la difusión de los principales textos
de Edward Said y Stuart Hall. Además de estas temáticas rela-
cionadas con el ámbito interdisciplinar del saber humanísti-
co y social, el libro incluye otros ensayos acerca de cómo
Gramsci empleó determinadas categorías conceptuales
(hegemonía, sentido común y moral popular, americanismo y
fordismo, internacionalismo, clases subalternas, cesarismo,
traducibilidad de los lenguajes, etc.) para articular su pensa-
miento político. En definitiva, esta obra va dirigida tanto a los
estudiosos interesados en Gramsci como a aquellos activistas
que quieran reflexionar sobre su práctica política partiendo
de uno de los más célebres intelectuales del siglo XX. Este pro-
yecto fue impulsado por Francisco Fernández Buey (1943-
2012), uno de estos investigadores de gran prestigio al qu e
tanto debemos. Aquí se recoge su última aportación, inédila
hasta ahora.

www .ed ltorial - mont e s l no s . c om

11 I IJ J J~I,~I I l l. Jllli.II.II
GIAIMEPALA
ANTONINO FIRENZE
JORDI MIR GARCIA
(EDITORES)

GRAMSCI
Y LA SOCIEDAD
INTERCULTURAL

M O N TE S 1 N O ·s -· • i
: \'

ENSAYO
Esta publicación surge del trabajo desarrollado en el marco de la Catedra
UNESCO d'Estudis Imerculturals de la Universitat Pompeu Fabra y de los pro-
yectos "Estudio comparativo del origen y evolución de los movimientos sociales
en España (1960-1980) y de su impacto institucional en la actualidad" (FFI2009-
13290) y Estudio comparativo del origen y evolución de los movimientos sociales
en España (1990-20 11) y del impacto de sus ideas y propuestas. (FFI20 12-
39268) del Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de España, promo-
vidos por el Grup de Recerca Emergent (2009 SGR 1035) del Centre d'Estudis
sobre Moviments Socials de la Universitat Pompeu Fabra.

© De cada texto su autor


Edición propiedad de Montesinos 1 Ediciones de Intervención Cultural
Diseño: Miguel R. Cabot
ISBN: 978-84-942638-6-6
Depósito Legal: B 21332.2014
Imprime: Trajecte
Impreso en España
ÍNDICE

Presentación 9

Francisco Fernández Buey, Sobre culturas nacionales


y estrategia internacionalista en los "Cuadernos de la cárcel"
de Antonio Gramsci 13

Guido Liguori, ¿Traducido o traicionado? Las aventuras


del pensamiento de Gramsci en el mundo
"grande y terrible" de hoy 43

Andrea Di Miele, Antonio Gramsci: Cesarismo, ideología,


cultura unitaria 63

Cosimo Zene, Gramsci, los subalternos y los Subaltern


Studies en la panorámica poscolonial 75

Derek Boothman, El nexo clase-etnia: inmigración


en Gran Bretaña (traducción de Miguel Candioti) 99

Giovanni Semeraro, La filosofia de la praxis en los


movimientos populares latinoamericanos: una lectura
a partir de Gramsci (traducción de Miguel Candioti) 119

Elisabctta Gallo, Multiculturalismo y hegemonía:


supemr l11J '\tol.' "rkl rleconstruccionismo 141
Joan Tafalla, Sentido común, moral popular,
derecho natural y Revolución Francesa en Gramsci 157

Giaime Pala, La recepción del pensamiento de


Antonio Gramsci en España (1956-1980) 185

Salvador López Arnal, Las bondades intrínsecas de un


Cuaderno escrito tras la segunda hemoptisis 201

Andrés Martínez Larca, De la cultura integral a la


diversidad cultural: reflexiones actuales a partir de Gramsci 215

Jordi Mir Garcia, Leer a Gramsci para una filosofía y


una historia subalterna e inclusiva 229

Miguel Candioti, Gramsci y la praxis como


"actividad sensible" 241

Rafael M. Mérida Jiménez, Manifiestos para redes


subalternas: reflexiones desde una antología GLQ 253

Álvaro Alonso Trigueros, El concepto de cultura en


el proyecto de Gramsci 265

Ignacio Jardón, Crítica a la producción de la vida:


L 'Ordine Nuovo y ''Americanismo y fordismo" 275
Gramsci y la praxis como "actividad sensible"

MIGUEL CANDIOTI *

'

Marx no escribe las llamadas Tesis sobre Feuerbach con la idea de


publicarlas, sino más bien como material preparatorio de La ideología
alemana, cuya redaq:ión inicia más tarde durante el mismo año
(1845) junto a Engels. Sin embargo, como se sabe, esta última obra
no logra ser editada en esos tiempos, y sus autores, conformes con
haber logrado a través de ella esclarecer sus propias ideas, desisten de
publicarla 1 •
Paradójicamente, el viejo Engels en 1888, "más de cuarenta años
más tarde" 2 , se decide a dar a conocer las Tesis, aunque silenciosa-
mente retocadas por su pluma y completamente aisladas de La ideo-
logía alemana, cuya publicación desdeña explícitamente alegando
que "en el manuscrito no figura la crítica de la doctrina feuerba-
chiana"3. Hoy sabemos que esto último no es cierto, aún cuando sí
lo sea que "la parte dedicada a Feuerbach no está terminada" 4 •

*MIGUEL CANDIOTI es miembro del Centro de Estudios sobre Movimientos Socia-·


les de la Universidad Pompeu Fabra.
l. Karl Marx, "Prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política" [ 1H'i'> 1,
en K. Marx y F. Engels, Obras escogidas, Moscú, Progreso, 1976, vol. 1, p. 519
2. Friedrich Engels, "Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana" [ 1HHCJ-
88], en K. Marx y F. Engels, Obras escogidas, Moscú, Progreso, 1976, vol. 3, p. 354
3. !bid.
4. !bid.
Por lo demás, debieron pasar nuevamente "más de cuarenta años"
para que finalmente se publicaran -en 1932- tanto La ideología ale-
mana como la versión original de las Tesis redactada por Marx. Esto
significa que durante casi noventa años -es decir, más de la mitad del
tiempo total de existencia de las ideas de Marx y Engels- tanto se-
guidores como detractores se vieron privados de la lectura y la con-
frontación de estos dos textos mellizos, en los que nuestros autores
llevaron a cabo su "ajuste de cuentas" con la "conciencia filosófica
anterior" 5• Y también significa que durante más de cuarenta años se
accedió únicamente a las Tesis (y en la versión publicada por Engels),
lo cual trajo como consecuencia toda una serie de malos entendidos.
Porque si bien Engels acierta al señalar que las Tesis poseen "un valor
inapreciable, por ser el primer documento en que se contiene el ger-
men genial de la nueva concepción del mundo" 6, también acierta al
advertir que se trata de "notas tomadas para desarrollarlas más tarde,
notas escritas a vuelapluma y no destinadas en modo alguno a la pu-
blicación". En cualquier caso, resulta lamentable que Engels no lle-
gara a prever las ambigüedades que tales notas generarían al no poder
ser cotejadas con los pasajes dedicados a Feuerbach en La ideologia
alemana, ni que adquirirían tanta trascendencia. A continuación voy
a ocuparme del que probablemente sea el más grande equívoco que
ha originado la lectura de las Tesis por haberse visto por tantos años
privada de la claridad que aportan las páginas de La ideología alt-
mana. Me refiero al malentendido producidcfl'>or la definición mar-
xiana de la praxis como "actividad humana sensible".

11

_.., i '>'\ \'"''"·

La fórrn&J~a.,:~actividad humana ~jW~·~ pr;í.ctk;a"! ("sinnlich

5. Karl Marx, op. cit., p. 519.


6. Friedrich Engels, op. cit., p. 354.

242
menschliche Tatigkeit, Praxis") aparece en la tesis 1, mientras que en
la tesis 5 se lee "actividad sensible-humana prdctica" (''praktische
menschlich-sinnliche Tatigkeit") y en la tesis 9 se critica al "mate-
rialismo que no comprende lo sensible como actividad práctica"
("der Materialismus, der die Sinnlichkeit nicht als praktische Tatig-
keit begreift")l. La precisión de estas expresiones deja mucho que de-
sear -pues, en rigor, no es lo mismo afirmar que la práctica es
actividad sensible y que lo sensible es actividad práctica- pero queda
claro que para comprender la definición de prdctica (Praxis) que aquí
nos brinda Marx se vuelve imprescindible desentrañar la relación que
él establece entre los dos conceptos principales que utiliza, a saber, el
de actividad y el de sensibilidad.
¿A qué se refiere Marx Ton eso de que la práctica es la actividad
humana sensible? ¿Acaso a que la práctica es "sensible" en tanto ac-
tividad propia de los sentidos humanos? ¿O simplemente a que la
práctica es "sensible" en tanto actividad humana patente a los sen-
tidos? ¿Se trata aquí de la práctica humana como la actividad del
sentir (o percibir sensiblemente), o bien de la práctica humana como
actividad sentida (o percibida sensiblemente, empíricamente)? Sólo
si recurrimos al texto de La ideología alemana, obtenemos una res-
puesta contundente. Allí Marx rara vez emplea la infausta fórmula
"actividad sensible" (sinnlich Tatigkeit), sino que se refiere allí ex-
plícitamente a "los individuos reales, su actividad y sus condiciones
materiales de vida, tanto aquellas que se han encontrado ya hechas,
como las engendradas por su propia actividad", esto es, por "su
comportamiento hacia el resto de la naturaleza", por "la modifica-
ción que [los fundamentos naturales] experimentan en el curso de
la historia por la acción de los hombres", especialmente por "la in-
dustria y el comercio"; todo lo cual es comprobable "por la vía pu-

7. Karl Marx, 'Thesen über Feuerbach" [1845], en K. Marx y F. Engels, Wérke, Berlín,
Dietz, 1969, vol. 3, pp. 5-7.

24 \
ramente empírica" 8 • Y luego, refiriéndose abiertamente a Feuerbach,
escribe Marx lo siguiente:

No ve que el mundo sensible que le rodea no es algo directamente ~ ·


dado desde toda una eternidad y constantemente igual a sí mismo,
sino el producto de la industria y del estado social, en el sentido
de que es un producto histórico, el resultado de la actividad de toda
una serie de generaciones, cada una de las cuales se encarama sobre
los hombros de la anterior, sigue desarrollando su industria y su
intercambio y modifica su organización social con arreglo a las nue-
vas necesidades. Hasta los objetos de la "certeza sensible" más sim-
ple le vienen dados solamente por el desarrollo social, la industria
y el intercambio comercial. Así es sabido que el cerezo, como casi
todos los árboles frutales, fue transplantado a nuestra zona hace ,
pocos siglos por obra del comercio y, tan sólo por medio de esta ac-
ción de una determinada sociedad y de una determinada época,
fue entregado a la "certeza sensible" de Feuerbach9 •

Resulta, pues, del todo evidente que con "actividad sensible" Marx
no se refiere a ninguna actividad que sea propia de los sentidos, como
no sea la mera certificación, comprobación o (re)conocimiento de la
existencia de algo que los trasciende, a saber, la actividad prdctíca en
tanto acción humana que transforma permanentemente el mundo
material del que ella misma forma patt"e, y que al hacerlo excede y
condiciona a toda la actividad cognoscente de los sentidos y del pen-
samiento (aunque esta actividad pueda luego, a su vez, guiar parcial
mente a la otra) 10 •

8. Karl Marx y Friedrich Engels, "Die deutsche Ideologie" [1845-46], en K. Marx y F


Engels, Werke, Berlín, Dietz, 1969, vol. 3, pp. 20-21,43-44.
9. !bid., p. 43.
1O. Subrayo que el conocimiento sólo es capaz de guiar a la práctica de manera 1""-
cial, en el doble sentido de que nunca logra dirigirla completamrnte y de que nuncil I'J
neutral.

.
1
11
De este modo, el elemento novedoso que el planteamiento de
Marx introduce y destaca en oposición al idealismo y al materialismo
precedente no es otro que la actividad prdctica humana, la subjetivi-
dad prdctica, como distinguible de la teórica o cognoscente, y como
su condicionante relativo. Lo que Marx viene a decir, precisamente,
es que no basta con ocuparse de la subjetividad teórica, de su actividad
cognoscente abstracta (idealismo) o de su contemplación sensible de
naturaleza (materialismo tradicional), sino que es preciso percatarse,
afinando a la vez la sensibilidad y el pensamiento, de que ante todo
existe la subjetividad prdctica que forma parte de la realidad objetiva,
a la cual modifica constantemente con una actividad que es bien tan-
gible, patente a los sentidos, sensible, y no una actividad sensorial,
sensitiva o de los sernidos. Marx está simplemente destacando que la
actividad prdctica humana transformadora del mundo material es sus-
ceptible de ser comprobada en la experiencia sensible y siempre pre-
cede a la actividad cognoscente: todos somos sujetos prdcticos antes de
ser sujetos teóricos. Y que aunque nuestra subjetividad cognoscente y
nuestra subjetividad prdctica no existan separadamente, ambas deben
ser adecuadamente distinguidas y reconocidas en su especificidad.
Por lo demás, no cabe ninguna duda de que ese "lado activo", que
Marx -en la tesis 1- exige al materialismo desarrollar en contraste
con la actividad meramente teórica y abstracta del idealismo, no está
en los sentidos sino en lo que ellos captan, esto es, no está en la subje-
tividad cognoscente o teórica (el sujeto "puro') sino en la subjetividad
práctica (el sujeto-objeto), cuya fundamental actividad transformadora
del mundo es preciso asumir y orientar en un sentido revolucionario.
Tal es la tarea de ese nuevo tipo de materialista que debe ser el comu-
nista: un "materialista práctico" 11 que desarrolle una revolucionaria
"actividad prdctico-crítica" 12 • Marx funda así, pues, un inédito ma-

11. /bid., p. 42.


12. Karl Marx .. "Thesen ... ", op. cit., p. 5.
terialismo anticontemplativo o antiteoriciJitl que se opone, por un
lado, al objetivismo del materialismo tradicional (incluido el de Feuer-
bach) y, por otro, al subjetivismo (o idealismo subjetivo), que reduce
toda actividad humana a actividad teórico-cognoscente, puramente
subjetiva.

El padre de las malas interpretaciones de las Tesis sobre Feuerbach


que tuvieron lugar en Italia es Giovanni Gentile, quien presentó allí
en 1899 la primera traducción de las mismas en el marco de un "es-
tudio crítico" titulado con una fórmula acuñada poco antes por An-
tonio Labriola: "La filosofia della prassi" 13 • El joven Gentile leyó,
como todos sus contemporáneos, la versión de las Tesis publicada por
Engels, y no tuvo acceso a La ideología alemana. Si a eso sumamos
su idealismo subjetivo neohegeliano, comprenderemos que haya lle-
gado fácilmente a interpretar la definición marxiana de la práctica
como "actividad humana sensible" en el sentido de un nuevo subje-
tivismo sensualista o concreto, que sería enemigo de las abstracciones
del idealismo clásico y, en cambio, reconocería a los sentidos una pri-
maria actividad "práctica" productora del mundo material 14 •••
En efecto, frente al objetivismo, que olvida la actividad propia de
la subjetividad cognoscente, el subjetivismo -o idealismo subjetivo-
constituye la exaltación de esa actividad, hasta el-punto de atribuirle
ya no sólo la mediación del conocimiento, sino la creación total del ob-
jeto. Así, desde tal perspectiva se sostiene que todo objeto es simple-
mente algo "puesto" por nuestro conocimiento, algo que no tiene
subsistencia propia más allá de esa actividad cognoscente nuestra que

13. Giovanni Gentile, La Filosofia di Marx: studi critici, Firenze, Sansoni, 1959, pp.
68-71.
14. !bid., pp. 78-79.

246
lo produce por completo. Como se ve, esto equivale sin más a negar la
existencia de toda objetividad ontológica o realidad material exterior
a la mera consciencia y, por consiguiente, implica totalizar o fetichizar
la pu~a actividad del conocimiento, la mera subjetividad teórica.
Ahora bien, eso no es en absoluto lo que Marx se propone en las
Tesis, como vimos, sino más bien todo lo contrario, a saber, superar
la pura actividad humana cognoscente y reconocer la importancia
fundamental de la actividad humana material, o sea, de la acción
transformadora del mundo objetivo, en una palabra: de la prdctica.
Lo que el subjetivismo de Gentile -que luego será heredado parcial-
mente por Gramsci- no llega a comprender es que para Marx la prdc-
tica no se origina en la actividad de los sentidos ni en el conocimiento
en general, sino todo lo contrario: es la actividad cognoscente la que
tiene su base material en la actividad práctica que la excede y condi-
ciona. La actividad de los sentidos -de la que Marx no escribe ni una
sola palabra en las Tesis- sólo puede ser entendida como aquella que
percibe a la práctica en tanto ésta es una actividad sensible y objetiva.
Pero esa actividad de los sentidos no participa de la actividad práctica
como tal, ni mucho menos la hace brotar de sí. Y, por tanto, la orien-
tación parcial que el conocimiento en general puede ejercer sobre la
práctica material siempre llega después del condicionamiento que
ésta ya ha ejercido sobre aquél. Para desconcierto del idealismo, la
práctica constituye una poderosa fuerza motriz material que no es
racional en sí misma, aunque pueda ser parcialmente guiada por la

IV

El carácter decididamente idealista de los escritos juveniles de


Gramsci es explícito y está fuera de toda discusión. Para recordarlo
basta evocar el siguiente pasaje de un art~~~~lo publicado en Il Grido
del Popolo en octubre de 1918:

247
II,IIIIIIIIIÍ\1110 niti,o 11011 !1.1 llll'lltl' d1, <•IIIIIIH' 1 ol po.\itivi.\1110 li
losotico, mcrafisica c mística dl'll'Fvolmionc l' dclla Natura. 11
marxismo si fonda sull'idealismo filosotlco [... ]. L'idealisnw lilo-
sofico e una dottrina dell' essere e della conoscenza, secando la qua le
questi due concetti si identificano e la realra e cio che si conoscc
teoricamente, il nostro io stesso. Che Marx abbia introdotto nelk
sue opere elementi positivistici non meraviglia e si spiega: Marx
non era un filosofo di professione, e qualche volta dormicchiava
anch' egli. ll cerro e che 1' essenziale della sua dottrina e in dipen-
denza dell'idealismo filosofico e che nello sviluppo ulteriore di
questa filosofia e la corrente ideale in cui il movimento proletario
e socialista confluisce in aderenza storica. Si pensi del resto all'uso
grande che i socialisti fanno della parola "coscienza", "coscienza di
classe"' "coscienza socialista e proletaria"; e implícita in questo lin-
guaggio la concezione filosofica che si "e" solo quando "si conosce",
"si ha coscienza" del proprio essere: un operaio "e" proletario quando
"sa" di essere tale e opera e pensa secando questo suo "sapere" 15 •

Como puede apreciarse, la primera aproximación de Gramsci al


marxismo está mediada y fuertemente condicionada por la sugestiva
batalla antipositivista -es decir, antiobjetivista, antifatalista, antide-
terminista- llevada adelante por el idealismo filosófico contemporá-
neo, que no podía dejar de seducir a los jóvenes inconformistas como
el socialista sardo, cada vez más desencantado con la dirigencia de su
partido. Además, la revolución rusa había significado para Gramsci
la más evidente confirmación de la verdad dendealismo subjetivo
revolucionario, crítico de ese objetivismo marxista que veía en El Ca-
pital una metafísica de la historia, esto es, no solamente la descripción
y la explicación del proceso histórico de desarrollo del capitalismo

15. Antonio Gramsci, Scritti giovanili: 1914-1918, Torino, Einaudi, 1958, pp. 327-
328.

248
cmopeo occidental, sino adem;Ís la postulación de unas rígidas leyes
evolutivas objetivas que habrían de regir siempre todo desarrollo so-
cial. La subjetividad de los bolcheviques, con su acción voluntaria y
consciente, ha demostrado que no era necesario someterse a tales
dogmáticos esquemas evolutivos "objetivos". De este modo, para
Gramsci, los revolucionarios rusos representan el auténtico marxis-
mo, que no sería objetivista sino subjetivista.
¿Se equivoca el joven Gramsci al aplaudir la revolución rusa como
la confirmación de que4el marxismo no es una metafísica de la his-
toria, es decir, una teoría de las leyes necesarias y objetivas del desarro-
llo social por etapas determinadas? Entiendo que no, y que en esa
crítica antiobjetivista reside precisamente el máximo acierto de su
posición. No obstante, antiobjetivismo no equivale sin más a subje-
tivismo, y creo que Gramsci los confunde. ¿Cuál sería la diferencia
básica entre ellos? Mientras el subjetivista niega la existencia de
cualquier tipo de realidad material que limite la actividad del puro
sujeto cognoscente-volitivo, el antiobjetivista, en cambio, puede muy
bien ser materialista y afirmar, por tanto, que hay una objetividad
ontológica que excede al sujeto cognoscente-volitivo y lo limita hasta
cierto punto: pero lo que niega es que se pueda conocer exactamente ese
límite objetivo tal como es en sí. El materialismo práctico-crítico de
las Tesis es, como hemos visto, antiobjetivista pero no subjetivista,
pues apuesta precisamente a la capacidad de transformación de la
objetividad material por parte de la subjetividad prdctica, una capaci-
dad de transformación cuyos límites reales existen, pero sólo pueden
conocerse verdaderamente acometiendo esa práctica material misma.
La diferencia con el planteamiento de Gramsci está en que éste parece
esperarlo todo más bien de la subjetividad pura e infinita del prole-
tariado ruso. Confía en que la nueva conciencia revolucionaria lo revo-
lucionará todo por sí misma y por sí misma creará un socialismo con
los máximos niveles de productividad y de felicidad conocidos. Por
eso afirma tajantemente que: "I rivoluzio~ari creeranno essi stessi le

249
condizion í nccessarit· fll'l l.t rl'al izzazíonc cor11 pkta l' píl·11a dl'l loro
ideale" 16 •

En los Quaderni Gramsci ya no defiende tan abiertamente al idea-


lismo, sino que más bien ataca decididamente al materialismo en
general. Aunque, si bien se mira, no existe aquí ninguna diferencia
de fondo con los planteamientos de juventud, porque es básicamente
lo mismo afirmar el idealismo subjetivo que negar el materialismo.
Y porque la otra cara de la confusión gramsciana entre antiobjetivismo
y subjetivismo es la falsa equivalencia entre materialismo y objetivismo.
En efecto, Gramsci no concibe más que un tipo de materialismo: el
vulgar, dogmático, positivista, evolucionista, fatalista, es decir, el obje-
tivista: ese que incurre en un doble olvido del sujeto al no reconocer
ni las mediaciones propias de la actividad cognoscente, por un lado,
ni el imprevisible poder transformador propio de la actividad prác-
tica, por otro.
Ahora bien, para no ser injustos con Gramsci debemos dimen-
sionar históricamente esa confusión. Pues así como es comprensible
que Marx en su afán de combatir el idealismo dominante en su en-
torno haya llegado a caer a veces en el positivismo, también lo es que
Gramsci luchando en varios frentes contra el objetivismo, tanto el
de la socialdemocracia como el del marxismo soviético representado
por Bujarin y el de la Iglesia aristotélico-tomiota y su influencia de-
cisiva en el sentido común, haya llegado a llamar a todos ellos "el
materialismo" sin más, y a creer que la única forma posible de an-
tiobjetivismo -y de auténtico marxismo revolucionario- sea el subje-
tivismo, que acaba con toda objetividad ontológica reduciendo la

16. !bid., p. 153. 1,

250
realidad lllatni.d, ultima instancia, a pura actividad "práctica" de
t'll

los sentidos humanos, o sea, a mera actividad cognoscente.


Pero Gramsci no llega a percatarse de que sólo el materialismo
vulgar o dogmático es sinónimo de objetivismo. No advierte que el
nuevo materialismo que Marx nos enseña en las Tesis es precisamente
un inédito materialismo anticontemplativo y práctico, que contiene
todo el antiobjetivismo crítico y coherente que su actividad práctica de
político revolucionario reclama a la filosofía. Y esa imposibilidad
gramsciana de conceptualizar tal nuevo tipo de materialismo produce
como resultado un contraste entre, por un lado, el materialismo prác-
tico-crítico que es propio de su práctica política y, por otro lado, el subje-
tivismo afirmado en sus escritos expresamente teórico-filosóficos, en
donde antes que auténtica "filosofía de la praxis" encontramos más
bien un intento de reflexión metateórica sobre ella utilizando cate-
gorías filosóficas pre-marxistas.
No obstante, como Gramsci mismo advertía: "In ogni personalita
c'e una attivita dominante e predominante: e in questa che occorre
ricercare il suo pensiero, implícito il piu delle voltee talvolta in con-
traddizione con quello espresso ex professo" 17 • Pues bien: creo que re-
sulta indiscutible que la actividad predominante en Gramsci fue la
práctica política, y que la misma rebasó a esa actividad teórica que en
vano buscaba fundamentarla en el subjetivismo.

' '

17. Antonio Gramsci, Quaderni del carcere, Torino, Einaudi, 1975, pp. 1493.

251

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