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La explotación infantil en el Perú

Vendiendo golosinas en medio de los autos, haciendo de cobradores en las


combis, trabajando en ladrilleras y reciclando la basura. Estas son algunas de
las actividades económicas (la mayoría peligrosas) que realiza el 26,1% de los
niños y adolescentes del país (1’974.400). De ellos, el 52% labora en el área
rural, mientras que el 16% lo hace en el área urbana, según el último estudio que
midió esta realidad en el 2015 (la Segunda Encuesta Nacional Especializada
en Trabajo Infantil del INEI).
Los niños en el Perú trabajan más en actividades agrícolas, en las huertas de la
familia, y lo hacen con el consentimiento de los padres”, asegura Edgardo Balbín,
representante del Ministerio de Trabajo (Mintra). Esta situación, refiere, se
registra con mayor frecuencia en Huancavelica, Cajamarca y Cusco.
Además de exponerse a peligros, los menores de edad se ven afectados por las
largas horas de trabajo (14 a la semana) y no dedican el tiempo necesario a los
estudios. Muchos de ellos repiten el año escolar o abandonan el colegio. “En
Huánuco encontramos casos en que los niños trabajaban muy temprano antes
de asistir al colegio”, precisa Balbín. Según un estudio realizado por la fundación
en el 2015, un adulto promedio con instrucción primaria recibe un sueldo de
S/600; y uno que termina secundaria, una remuneración de S/1.131. “La
educación es la principal herramienta para combatir el trabajo infantil”, señala.
En esa línea, la fundación ha brindado talleres educativos a 45 mil niños en
situación vulnerable en todo el país y ha realizado campañas de sensibilización
a los padres de familia sobre la explotación infantil.

El Ministerio de Trabajo, junto con la ONG Desarrollo y Autogestión, ejecuta tres


programas para la incorporación de los niños al trabajo permitido y a la escuela,
que están dando buenos resultados. María Gloria Barreiro, directora de la ONG,
detalló que se trata de la incorporación de cadenas productivas agrarias libres
de trabajo infantil; la reconversión laboral, para que los adolescentes que están
en trabajos peligrosos se capaciten y opten por trabajos permitidos; y la
secundaria tutorial, para que los adolescentes de las zonas más remotas que
trabajan no dejen la escuela.

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