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Músicos, instituciones y prácticas.

Diálogos entre la Sociología y la Historia

María Noelia Caubet


noelia.caubet@uns.edu.ar
CONICET/ CER "Félix Weinberg"
Departamento de Humanidades, UNS

En diversas formas, la música estuvo presente en Bahía Blanca desde sus años
fundacionales. Sin embargo, hacia principios del siglo XX una parte de la sociedad local
comenzó a valorar la instrucción artística y a generar espacios para la interpretación y el
consumo de la música académica. Así, se produjo un crecimiento exponencial de los
conservatorios privados, se integraron agrupaciones instrumentales y vocales y se
conformaron asociaciones que se ocupaban de la promoción de conciertos. De manera
paulatina, las prácticas que solían ser individuales o asistemáticas comenzaron a
formalizarse en instituciones que, en algunos casos fueron gestionadas en forma
privada, y en otros, estuvieron a cargo de dependencias públicas. Mientras que las
iniciativas particulares se registraron desde fines del siglo XIX, las políticas estatales en
este sentido se llevaron adelante desde la década del treinta. No obstante, la concreción
oficial de los proyectos musicales se verificó en los años cincuenta cuando fueron
fundados el Conservatorio de Música y Arte Escénico (1957) y la Orquesta Estable
(1959). El objetivo principal de nuestra investigación radica entonces en analizar la
conformación de estos organismos de enseñanza, interpretación y consumo de la música
en relación con las transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que
tuvieron lugar en la ciudad. Nuestra perspectiva se enmarca en la Historia Cultural de la
Música ya que concebimos a esta última como un género clave en la historia de la forma
cultural y estética pero también la entendemos como un lenguaje que puede ser
analizado desde el enfoque cultural puesto que interviene en la organización de las
subjetividades (Steinberg, 2008).
Los debates académicos de las últimas décadas han vuelto borrosas las fronteras
disciplinarias en el estudio de las prácticas musicales. Dado que la categoría de lo
institucional reviste gran relevancia en nuestro análisis, en esta oportunidad
indagaremos en las conceptualizaciones propuestas por la Sociología de la Institución.
Especialmente, las corrientes francesas se han preocupado por la génesis de las
entidades, las prácticas y las representaciones de los agentes y las tensiones entre lo
instaurado y lo emergente. Estas nociones se vuelven herramientas teóricas valiosas
para guiar nuestra investigación y para profundizar en el estudio de la música como una
práctica social.

Conservatorios, asociaciones culturales, sindicatos de músicos, orquestas, coros:


¿qué tienen en común estas agrupaciones? Pueden concebirse como organizaciones
vinculadas con el mundo musical que funcionaron de manera regular, según reglas
explícitas e implícitas, que respondieron a una demanda colectiva particular y que
contribuyeron a configurar valores, normas y modelos de relación y de conducta (Revel,
2005). Puesto que las instituciones se van cimentando en un movimiento permanente de
interiorización, suelen presentarse objetivadas y con existencia independiente de las
personas que las encarnan. Para deconstruir esta representación, procuramos concebirlas
como el producto del accionar de los agentes y, a su vez, como habilitadoras de ciertas
prácticas específicas vinculadas con la enseñanza de la disciplina, la producción y el
consumo musical, la legitimación y la acreditación profesional (Lagroye, 2002:116). En
cada caso particular, fueron distintos los propósitos y las expectativas de quienes
impulsaron la conformación de las entidades y, a su vez, fueron transformándose las
condiciones que posibilitaron los procesos de institucionalización. Para analizar estos
fenómenos, las corrientes norteamericanas se han inclinado por las explicaciones
funcionalistas y se han centrado en la teoría de las organizaciones y de las elecciones
racionales. Por el contrario, la Sociología Política francesa viene desarrollando desde la
década del ochenta investigaciones que atienden a su construcción histórica. En diálogo
con la obra de Pierre Bourdieu, intentan mostrar la relación dialéctica entre lo instituido
y lo instituyente, entre sus formas objetivadas y las expresiones subjetivas de las
personas que las conforman (Dubois, Eymeri-Douzans, François y Nay, 2010:305).
Asimismo, sostienen que en los procesos de fundación intervienen distintos factores
vinculados tanto con los intereses materiales como con los simbólicos. Esta perspectiva
resulta interesante para entender el creciente establecimiento de conservatorios durante
las primeras décadas del siglo XX. Incluso cuando se habían transformado en una
fecunda actividad económica para los músicos, los conservatorios operaban como
instancias de legitimación y propiciaban la construcción de redes personales y
profesionales. Además de los salarios, los cargos, los incentivos financieros y los
vínculos estratégicos, existían gratificaciones simbólicas ligadas con el reconocimiento
por parte de los demás y la estima de sí mismos (Lagroye, 2002:119). En efecto, los
agentes que intervinieron en el proceso de institucionalización oficial de la música
durante la década del cincuenta se referían a la necesidad de nuevos puestos laborales
estables pero sobre todo destacaban la importancia de la fundación del conservatorio y
la orquesta para toda la sociedad bahiense. Así, los intereses particulares de un grupo se
elevaban al rango de necesidad colectiva (Meimon, 2010:128) con la ayuda de la prensa
que intervenía de manera especial enfatizando que "Bahía Blanca debe contar con una
orquesta estable" (El Atlántico, 27/04/1956:3) y que "una vibración común agita a la
ciudad en favor de la creación de una orquesta" (El Atlántico, 1/11/1956:3). La
representación de las prácticas musicales académicas como índice de civilización, por
una parte, y la importancia de la institucionalización de las artes para transformar a la
ciudad en un centro de irradiación cultural, por otra, eran ejes rectores en este proyecto
que parecía privilegiar los réditos simbólicos por sobre los económicos.
Las nóveles entidades suelen encarnarse en un "grupo portador" relativamente
homogéneo que promueve modelos de comportamiento y sistemas de valores que, por
su estabilidad y recurrencia, orientan las prácticas y conductas de los actores (Nay,
1997:14). Para analizar las características particulares de un establecimiento es de
especial interés la noción de cultura institucional, entendida como un "compuesto de
representaciones, creencias, conocimientos, saber-hacer y prácticas específicas" (Biland,
2010:180).1 Esta categoría no se refiere a la existencia de un sistema simbólico
autónomo sino a la articulación entre ethos y praxis. Así, permite considerar las
restricciones y sanciones que orientan las prácticas individuales, así como los usos
estratégicos y los comportamientos de rutina. Se puede pensar aquí en la concepción
bourdiana de habitus para pensar en cómo los agentes definen su accionar de acuerdo
con sus representaciones, con el rol que desempeñan y con lo que se espera de ellos
(Bourdieu, 2014). Los alumnos de los conservatorios privados, por ejemplo, debían
realizar un recorrido determinado en la institución para obtener un título académico y
para ser reconocidos por sus profesores y pares. De hecho, existían ritos institucionales
que producían actos de separación y legitimación. Pierre Bourdieu se ha referido a estos
actos como hechos solemnes de categorización que tendían a producir lo que
designaban y que expresaban la identidad de un grupo (Bourdieu, 1993). Las audiciones
que la mayoría de los conservatorios organizaban a fin de año, pero más aún los premios
y las medallas de oro establecían jerarquías y destacaban a los estudiantes más
"talentosos" de los menos aventajados. Sin embargo, la mayor distancia se generaba con

1
Traducción propia, original en francés: "un composé indécomposable de représentations, de croyances,
de savoirs, de savoir-faire et de pratiques."
aquellos que no formaban parte de la institución. Si el estudio de la música académica
estaba asociado a la "cultura de elite", los conservatorios coadyuvaban a reforzar esta
representación mediante la transmisión de conocimientos y habilidades artísticas que
constituían capitales simbólicos relevantes para las clases dominantes, la exclusión de
géneros musicales vinculados con lo popular y, a su vez, por medio de la creación de
espacios que incentivaban la sociabilidad distinguida.
En la medida en que es incorporada por los actores en un proceso continuo de
socialización, la cultura institucional es el vector de un sentimiento subjetivo de
pertenencia que, no obstante, experimenta ajustes y reconfiguraciones. De acuerdo a
Roger Chartier, "no hay práctica ni estructura que no sea producida por las
representaciones, contradictorias y enfrentadas por medio de las cuales los individuos y
grupos dan sentido al mundo que le es propio" (Chartier, 1992:49). La articulación de
estos enfoques nos incentiva a indagar en las tensiones, las luchas de representación y
las formas de desestabilización que contribuyen a la transformación de las culturas
institucionales en un curso incesante de construcción y deconstrucción de formas de
acción colectiva. Los individuos o los grupos pueden emprender la defensa de otros
proyectos, de acuerdo con otros propósitos comunes y otros objetivos. Estos
movimientos van desde la desviación, la evasión o la puesta en distancia de los roles
prescriptos hasta la deserción y oposición frontal a lo establecido, pasando por toda la
gama de comportamientos rayanos con la desobediencia y a la indisciplina (Hmed y
Laurens, 2010:132). Pensar en términos de campo nos permite comprender las
instituciones como complejos de relaciones sociales que son el producto permanente de
luchas entre agentes en competencia por la apropiación de capitales. Si se pretende dar
cuenta de esta dinámica, es necesario prestar atención a los proyectos fallidos, a los que
no perduraron y a las formaciones que se desarrollaron de manera independiente.
Durante la fundación y los primeros tiempos en la historia de un establecimiento
se generan situaciones de indeterminación relativa y redefiniciones continuas en las que
lo instituido está en constante tensión con lo instituyente (Meimon, 2010:113). Estas
ideas nos han resultado útiles para entender las marchas y contramarchas que se
produjeron en la conformación del conservatorio oficial y de la orquesta estable en la
década del cincuenta. Lejos de ser un proceso lineal, su creación estuvo atravesada por
obstáculos y contratiempos relacionados, por una parte, con las características
específicas del campo musical local y, por otra, con los lazos entre las noveles
instituciones y el Estado provincial. La consolidación y objetivación de estos
organismos fue paulatina e involucró procesos de legitimación interna y externa y la
construcción de auto-representaciones relativamente uniformes y coherentes.
El andamiaje teórico desarrollado por la Sociología de las Instituciones en
articulación con los aportes de Pierre Bourdieu enriquece la comprensión de los
problemas empíricos y contribuye a restituir la dimensión histórica de la
institucionalización de la música para concebirla como un proceso relacional y
contingente. Particularmente, los establecimientos musicales detentan características
específicas dado que desempeñaban un rol destacado en la profesionalización de los
músicos, actuaban como un factor de distinción social y contribuían a configurar un
gusto estético vinculado con las producciones eruditas y canónicas. En este sentido,
procuramos entender a la música académica como un fenómeno social que promovía la
configuración de formas organizativas ligadas a un proyecto civilizatorio moderno.

Bibliografía
Biland, Émilie (2010) "Les cultures d'institution". En: Lagroye, Jacques y Michel
Offerlé. Sociologie des institutions. París: Belin, pp. 177-192.
Bourdieu, Pierre (2014) El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de
la cultura. Buenos Aires: Siglo XXI.
Bourdieu, Pierre (1993) "Los ritos como actos de institución". En: Pitt-Rivers, Julián y
J.G. Peristiany (coord.) Honor y gracia. Madrid: Alianza, pp. 111-123.
Chartier, Roger (1992) El mundo como representación. Barcelona: Gedisa.
Dubois, Vincent, Jean-Michel Eymeri-Douzans, Bastien François y Olivier Nay (2010)
"Débat en forme de conclusion et d’ouverture. Perspectives de la sociologie des
institutions". En: Lagroye, Jacques y Michel Offerlé. Sociologie des institutions.
París: Belin, pp. 293-326.
Hmed, Choukri y Sylvain Laurens (2010) "Les résistances à l’institutionnalisation". En:
Lagroye, Jacques y Michel Offerlé. Sociologie des institutions. París: Belin, pp.
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Lagroye, Jacques (2002) "L'institution en pratiques". Swiss Political Science Review.
Zurich: Wiley-Blackwell, vol. 8, n°3 y 4, pp. 114-128.
Meimon, Julien (2010) "Sur le fil. La naissance d'une institution". En: Lagroye, Jacques
y Michel Offerlé. Sociologie des institutions. París: Belin, pp. 105-129.
Nay, Olivier (1997) "Introduction. La région comme phénomène institutionnel". En: La
région une institution. La représentation le pouvoir et la règle dans l'espace
régional". París: L'Harmattan, pp. 11-37.
Revel, Jacques (2005) “La institución y lo social”. En: Un momento historiográfico.
Buenos Aires: Manantial, pp. 63-82.
Steinberg, Michael P. (2008) Escuchar a la razón: cultura, subjetividad y la música del
siglo XIX. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

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