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LA

LIBERTAD CRISTIANA
SEGÚN

GÁLATAS

PABLO GONZÁLEZ
LA LIBERTAD CRISTIANA SEGÚN GÁLATAS

La libertad del creyente usualmente es considerada como libertinaje cristiano, es decir, es

observada como una garantía al pecado. De forma técnica, este pensamiento es conocido

como «antinomianismo» (anti, a, sin; nomos, ley) y, para sorpresa de muchos, es un

pensamiento que ha estado presente en la iglesia desde el principio. Pablo lo deja claro en

Romanos 6, al plantear una pregunta retorica originada por la afirmación «cuando el pecado

abundó, sobreabundó la gracia» (Romanos 5:20). En base a esto, es normal concluir que el

pecado «glorifica a Dios», porque hace abundar la gracia divina. Sin embargo, Pablo

responde que es una idea terrible llegar a dicha conclusión y da las razones de porqué es así

(Romanos 6:2).

Algo similar ocurre cuando se observa la Epístola a los Gálatas. Al leer la carta, es

imposible no pensar que nuestra libertad en Cristo nos da cierta «garantía a pecar». Es normal

que el hombre, en su pecaminosidad, considere que su libertad cristiana le da el derecho de

hacer lo que le plazca, incluyendo pecar. ¿por qué sucede así? Porque no se comprende lo

que la libertad cristiana significa, por ende, se le confunde con el libertinaje.

Pablo, sin considerar la alegoría de Sara y Agar (4:21-31), menciona 4 veces la libertad

que el creyente tiene en Cristo Jesús (1:3-5; 2:3-5; 5:1, 13; esta selección no incluye los

versos que hablen sobre redención, la cual también puede llevar el sentido de libertar 1). A

continuación, analizaremos cada uno de ellos para comprender el pensamiento paulino de

libertad cristiana y ver su relación con el antinomianismo.

1
“El término redención subraya la libertad esencial del creyente como «libertado del Señor», aun cuando
se hallase bajo el yugo de la esclavitud dentro de la sociedad humana (1 Co. 7:22)”. Ernesto Trenchard,
Comentario expositivo del Nuevo Testamento (Viladecavalls, Barcelona: Editorial Clie, 2013), pág. 1575.
El pensamiento paulino de libertad cristiana

Como toda la teología paulina, la fuente de la libertad del creyente se encuentra en la

persona de Jesucristo. Su primera afirmación indica que «[Cristo] se dio a sí mismo por

nuestros pecados para librarnos». Más adelante, especifica abiertamente la fuente de dicha

libertad, pues habla de «nuestra libertad en Cristo» (Gálatas 1:4; 2:4 énfasis agregado). En

el primer texto citado, Pablo menciona la persona de Jesucristo como el «autor de nuestra

libertad»; y, en la segunda cita, alude a él como la «fuente de nuestra libertad». En base a

esto, podemos concluir que la libertad del creyente se encuentra en y la produce una sola

persona: Jesucristo.

Ahora, para comprender el pensamiento de Pablo en torno a la libertad cristiana, es

necesario considerar los términos que utiliza para expresarla. El Gálatas 1:4, el verbo

escogido por el apóstol es exairéö (lit. rescatar). De forma específica, el verbo lleva el sentido

de «librar del peligro», en este caso, «el peligro del presente siglo malo». Posteriormente el

apóstol utiliza eleútheros y eleuthería para hablar de «hacer libre o liberar» (5:1) y «libertad»

(2:4; 5:1, 13), respectivamente. Teniendo esto en mente, podemos analizar profundamente la

perspectiva paulina de la libertad en Gálatas.

La primera afirmación nos indica que Cristo se entregó «para librarnos (exélëtai) del

presente siglo malo» (Gálatas 1:4). Ya mencionamos que exairéö significa rescatar, pero con

el enfoque de «rescatar del peligro». En este caso, el peligro del cual Cristo nos rescata es

«el presente siglo (aeon) malo». En cuanto a este peligro, podemos llegar a dos

interpretaciones: (1) el presente siglo malo se refiere a la sociedad corrupta que es en sí misma

un peligro para el ser humano, porque no conduce a Cristo; (2) el presente siglo malo se

refiere a los suplementos humanos para obtener la salvación, según este contexto, los
judaizantes. Ambas interpretaciones están en lo correcto: en Cristo somos libres de una

sociedad completamente corrupta y de sus influencias (cosa que veremos más adelante),

incluyendo en sus medios secundarios para obtener la salvación.

Segundo, Pablo escribe de ciertos falsos hermanos, introducidos para espiar la libertad

(eleuthería) que los creyentes tienen en Jesucristo (2:4). Esta es la libertad de los «pobres

rudimentos» que el antiguo pacto compete, o por lo menos eso se da a entender con el ejemplo

que el mismo apóstol da sobre el gentil Tito (2:3). Todo esto significa que la libertad cristiana

se centra en la libertad del creyente en cuanto a los reglamentos judíos como medio para

pertenecer al pueblo de Dios y, por ende, para la salvación. De esto se desprende la

interpretación antinomianista del texto: «como el creyente es libre de las leyes judías, somos

libres para poder quebrantarlas». Sin embargo, este pensamiento es absurdo en sí mismo,

porque la carta está centrada nada más que en reglamentos específicos, como lo es la

circuncisión. Con todo esto, Pablo no está presentando una libertad antinomiana, sino que

trata de salvar a la iglesia gentil de que vuelva a la gran «piedra de tropiezo con la que tropezó

Israel»; los quiere alejar de rituales vacíos.

Por lo tanto, entendemos en esta primera parte que la libertad del cristiana tiene un enfoque

netamente ritual. En otras palabras, la libertad cristiana es libertad de obedecer reglamentos

judíos. Lo cual significa, según el enfoque que Pablo da en la carta, que el cristiano es libre

para abstenerse de la circuncisión, es decir, que no la necesitan. Dicho esto, consideraremos

y desmentiremos el libertinaje cristiano que se produce por la lectura de estos textos.

La libertad cristiana y el libertinaje

Ya mencionamos, de forma muy superficial, la libertad que el creyente tiene de este

«presente siglo malo» y concluimos que uno de sus enfoques es el de la libertad que tenemos
sobre esta sociedad corrupta. Esta interpretación significa que, en Cristo, somos libres de la

influencia que este mundo pueda tener sobre los creyentes y somos libres del estilo de vida

que este tiene. En resumen, no somos libres para pecar, sino que somos libres para

arrepentirnos.

Más adelante, en el capítulo 4, Pablo presenta una alegoría sobre Sara y Agar, la cual no

veremos en profundidad netamente por temas de tiempo. Sin embargo, podemos resumir que

en esta alegoría Agar representa la ley, pues produjo esclavos a la ley; y Sara, en contraste,

representa el nuevo pacto, el cual produce hombres libres. En base a esto, Pablo escribe a los

gálatas: «Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres» (Gálatas 5:1

énfasis agregado). Esta libertad de la que Pablo habla ahora se refiere justamente a la libertad

que produce el nuevo pacto y, el acto de «estar firmes» indica la instrucción de no volver a

los antiguos rudimentos. En otras palabras, el cristiano debe de permanecer en la libertad de

la gracia y no volver al yugo de esclavitud que produce la ley. Como dice más adelante:

«ustedes fueron llamados para ser libres» (Gálatas 5:13 traducción personal).

En base a lo anterior, Pablo introduce una nueva instrucción clave contra el

antinomianismo: «no uséis la libertad como ocasión para la carne» (Gálatas 5:13). Dicho

texto es clave para no malinterpretar la libertad cristiana a la ley como una garantía al pecado.

De este modo, el apóstol prevé una malinterpretación de la libertad cristiana e inyecta de

inmediato el antídoto que elimina tal virus. Así también, esta enseñanza estaría presente en

una carta posterior: «Los que hemos muerto al pecado, ¿Cómo viviremos aun en él?»

(Romanos 6). En base a esto, Ernesto Trenchard comenta sobre el uso de la libertad: «La
libertad se nos concede a fin de que sirvamos a Cristo con entera devoción. No somos libres

para entregarnos a actividades egoístas, sino para servir al Señor en la persona de los suyos».2

El texto es claro para hablar en contra de la antinomia, es una instrucción irrevocable. Por

mucha libertad que el ser humano tenga en cuanto a la ley, este jamás podrá desprenderse de

ella. La libertad cristiana no significa que seamos libres de toda responsabilidad legal, sino

que expresa que somos libres de (1) acudir a los ritos judíos como la circuncisión como medio

para la salvación, y (2) somos libres para obedecer la ley del Señor sin ese sabor a esclavitud

que el antiguo pacto poseía. Como bien expresa el comentarista: «Libertad para el apóstol es

la experiencia que surge de vivir en el Espíritu».3

2
Trenchard y colaboradores, pág. 1575
3
Samuel Pérez Millos, Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento (Viladecavalls,
Barcelona: Editorial Clie, 2013), pág. 485

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