tiempos. En la celebración de la Eucaristía, después de la Consagración respondemos: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección, ¡Ven, Señor Jesús! El Apocalipsis finaliza con esta frase: ¡Ven, Señor Jesús! Sabemos que un día vendrá Jesús, a juzgar a los vivos y a los muertos… “Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria.” (Marcos 13, 26) Habrá un Juicio Universal. También, cada uno de nosotros, al morir, tendremos un Juicio Particular… “Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.” (Mateo 25, 13)
Más que preocuparnos de cómo,
cuándo y dónde va a terminar este mundo, los fundamentos bíblicos, etc., debemos pensar en nuestro propio fin qué está más próximo, -quizá- que la Parusía. ¿Qué tenemos qué hacer para llegar a la Eterna Felicidad? “Un hombre importante le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?». Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre». El hombre le respondió: «Todo esto lo he cumplido desde mi juventud». Al oírlo, Jesús le dijo: «Una cosa te falta todavía: vende todo lo que tienes y distribúyelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Después ven y sígueme».” (Lucas 18, 18-22) Imágenes y citas bíblicas nos ubican en el hoy y en el ahora. Qué debemos hacer para vivir en Gracia de Dios y “correr la carrera”, hasta el último momento de nuestra vida. “Porque nada trajimos cuando vinimos al mundo, y al irnos, nada podremos llevar. Contentémonos con el alimento y el abrigo. Los que desean ser ricos se exponen a la tentación, caen en la trampa de innumerables ambiciones, y cometen desatinos funestos que los precipitan a la ruina y a la perdición. Porque la avaricia es la raíz de todos los males, y al dejarse llevar por ella, algunos perdieron la fe y se ocasionaron innumerables sufrimientos. En lo que a ti concierne, hombre Dios, huye de todo esto. Practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad. Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en presencia de numerosos testigos.” (1ª de Timoteo 6, 7-12)
“ he peleado hasta el fin el buen
combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hay aguardado con amor su Manifestación.” (2ª Timoteo 4, 7-8) “ ¿No saben que en el estadio todos corren, pero uno solo gana el premio? Corran, entonces, de manera que lo ganen. Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible. Así, yo corro, pero no sin saber adónde; peleo, no como el que da golpes en el aire. Al contrario, castigo mi cuerpo y lo tengo sometido, no sea que, después de haber predicado a los demás, yo mismo quede descalificado.” (1ª Corintios 9, 24-27) “Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.” (Filipenses 3, 13-14)