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TEMA 49 – EL FIN DEL

MUNDO PARTE 2

El fin del mundo, o final de los


tiempos.
En la celebración de la Eucaristía,
después de la Consagración
respondemos: “Anunciamos tu
muerte, proclamamos tu
Resurrección, ¡Ven, Señor Jesús! El
Apocalipsis finaliza con esta frase:
¡Ven, Señor Jesús!
Sabemos que un día vendrá Jesús,
a juzgar a los vivos y a los muertos…
“Y se verá al Hijo del hombre venir sobre
las nubes, lleno de poder y de gloria.”
(Marcos 13, 26) Habrá un Juicio
Universal. También, cada uno de
nosotros, al morir, tendremos un Juicio
Particular…
“Estén prevenidos, porque no saben el
día ni la hora.” (Mateo 25, 13)

Más que preocuparnos de cómo,


cuándo y dónde va a terminar este
mundo, los fundamentos bíblicos, etc.,
debemos pensar en nuestro propio fin
qué está más próximo, -quizá- que la
Parusía. ¿Qué tenemos qué hacer
para llegar a la Eterna Felicidad?
“Un hombre importante le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué debo hacer para
heredar la Vida eterna?». Jesús le dijo:
¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es
bueno. Tú conoces los mandamientos: No
cometerás adulterio, no matarás, no
robarás, no darás falso testimonio, honra
a tu padre y a tu madre». El hombre le
respondió: «Todo esto lo he cumplido
desde mi juventud». Al oírlo, Jesús le dijo:
«Una cosa te falta todavía: vende todo lo
que tienes y distribúyelo entre los pobres,
y tendrás un tesoro en el cielo. Después
ven y sígueme».”
(Lucas 18, 18-22)
Imágenes y citas bíblicas nos
ubican en el hoy y en el ahora. Qué
debemos hacer para vivir en Gracia de
Dios y “correr la carrera”, hasta el
último momento de nuestra vida.
“Porque nada trajimos cuando
vinimos al mundo, y al irnos, nada
podremos llevar. Contentémonos con el
alimento y el abrigo. Los que desean ser
ricos se exponen a la tentación, caen en la
trampa de innumerables ambiciones, y
cometen desatinos funestos que los
precipitan a la ruina y a la perdición.
Porque la avaricia es la raíz de todos los
males, y al dejarse llevar por ella, algunos
perdieron la fe y se ocasionaron
innumerables sufrimientos.
En lo que a ti concierne, hombre Dios,
huye de todo esto. Practica la justicia, la
piedad, la fe, el amor, la constancia, la
bondad. Pelea el buen combate de la fe,
conquista la Vida eterna, a la que has sido
llamado y en vista de la cual hiciste una
magnífica profesión de fe, en presencia de
numerosos testigos.”
(1ª de Timoteo 6, 7-12)

“ he peleado hasta el fin el buen


combate, concluí mi carrera, conservé la
fe. Y ya está preparada para mí la corona
de justicia, que el Señor, como justo Juez,
me dará en ese Día, y no solamente a mí,
sino a todos los que hay aguardado con
amor su Manifestación.”
(2ª Timoteo 4, 7-8)
“ ¿No saben que en el estadio todos
corren, pero uno solo gana el premio?
Corran, entonces, de manera que lo
ganen. Los atletas se privan de todo, y lo
hacen para obtener una corona que se
marchita; nosotros, en cambio, por una
corona incorruptible. Así, yo corro, pero
no sin saber adónde; peleo, no como el que
da golpes en el aire. Al contrario, castigo
mi cuerpo y lo tengo sometido, no sea que,
después de haber predicado a los demás,
yo mismo quede descalificado.”
(1ª Corintios 9, 24-27)
“Hermanos, yo no pretendo haberlo
alcanzado. Digo solamente esto:
olvidándome del camino recorrido, me
lanzo hacia adelante y corro en dirección
a la meta, para alcanzar el premio del
llamado celestial que Dios me ha hecho en
Cristo Jesús.”
(Filipenses 3, 13-14)

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