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¿Qué es el asma bronquial?

El asma bronquial también es conocida simplemente como “asma”.


Se trata de una enfermedad caracterizada por episodios recurrentes en
que aparecen dificultades para respirar junto con sibilancias, es decir,
sonidos similares a silbidos. También son habituales la tos y las
sensaciones de opresión en el pecho, entre otros síntomas de tipo
respiratorio.

La frecuencia de estos episodios puede variar de forma muy significativa


en función del caso. Así, mientras que algunas personas sufren ataques
de asma cada día e incluso varias veces en una sola hora, para otras el
grado de habitualidad de las dificultades para respirar es muy inferior.

Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, el asma


bronquial afecta a entre 100 y 150 millones de personas en todo el
mundo y provoca hasta 180 mil muertes cada año. Por otra parte, en los
últimos años se ha detectado un aumento notable de la prevalencia en
Europa y en Estados Unidos; en general podemos decir que es más
habitual en los países ricos.

Los casos de asma se pueden clasificar en función de varios criterios.


Los más habituales son la frecuencia de los episodios sintomáticos, el
volumen de aire que la persona es capaz de expulsar, la velocidad con
que espira y la presencia o la ausencia de una predisposición a
reacciones dermatológicas de tipo alérgico.
Causas y factores de riesgo principales
Los problemas para respirar propios del asma bronquial se asocian a la
inflamación de las vías aéreas, que hace que el espacio por el que
pasa el aire se estreche y por tanto que se den dificultades tanto para
que entre como para que salga.

El estrés psicológico, el ejercicio físico, las infecciones (tanto víricas


como bacterianas), la exposición a alérgenos, el aire frío y otros factores
que interfieren con el funcionamiento del sistema inmune y del
respiratorio aumentan la frecuencia y la intensidad de los ataques de
asma.

Vivir en un núcleo urbano parece ser un factor de riesgo clave en el


desarrollo de asma. Esto se debe probablemente a la relación de los
síntomas con la exposición a sustancias irritantes y perjudiciales para el
sistema respiratorio humano, como pueden ser el humo del tabaco o el
que desprenden los vehículos. En resumen, la mala calidad del aire es
una de las principales causas del asma.

En un sentido distinto, se ha encontrado que también existen variables


genéticas y hereditarias implicadas en la probabilidad de sufrir asma
bronquial. Este tipo de factor de riesgo es más significativo en los casos
de asma que aparecen antes de los 12 años, aproximadamente, mientras
que los que se inician después se deben en mayor medida a causas
ambientales.
Síntomas y signos de esta enfermedad:
Los síntomas más característicos del asma bronquial son las dificultades
para respirar por falta de aire, la respiración sibilante y entrecortada, la
sensación de opresión en el tórax y la tos. La intensidad de todos estos
signos puede variar de forma muy notable en función de las
características de cada caso particular.

También es habitual que la tos propia del asma vaya acompañada por
expectoraciones (secreciones mucosas). En ocasiones, durante el
periodo de recuperación de los ataques, estos esputos pueden tener un
aspecto similar al de la pus.

La frecuencia y la intensidad de los síntomas de asma suele ser mayor


de buena mañana, durante la noche, después de hacer ejercicio físico o
si el aire es frío, así como en caso de que el organismo de la persona
afectada haya asociado estas reacciones respiratorias a ciertos
disparadores (como el humo del tabaco, algunos fármacos o las
partículas de un perfume determinado) y estos se encuentren presentes.
Diagnostico:
Su médico de atención primaria le diagnosticará el asma con base en sus
antecedentes personales y familiares de salud, el chequeo físico y los
resultados de unas pruebas.

El médico determinará además la gravedad del asma, es decir, si es


intermitente, leve, moderada o grave. El tratamiento que recete
dependerá de la gravedad.

El médico puede recomendarle que vaya a un especialista de asma si:

 Necesita pruebas especiales para diagnosticar el asma.


 Ha tenido un ataque de asma que pudo haber sido mortal.
 Necesita más de un tipo de medicina o dosis más altas de la medicina para
controlar el asma, o en general se le dificulta controlar bien el asma.
 Está pensando en recibir tratamientos contra las alergias.
Pruebas adicionales para descartar trastornos y diagnosticar
asma
Si tu doctor sospecha que tienes un trastorno además de o en lugar
del asma, puedes necesitar hacerte pruebas como las siguientes:

 rayos X del pecho y los senos frontales


 análisis de sangre
 un escaneo de los pulmones por tomografía computada
 evaluación del reflujo gastroesofágico
 análisis de la flema en tus pulmones (inducción y examen del
esputo) para detectar una infección viral o bacteriana
Objetivos del Tratamiento

El tratamiento debe permitir al paciente realizar una vida lo más


normal posible. El tratamiento debe ser orientado para conseguir:

 Disminuir (idealmente abolir) los síntomas.


 Restaurar a la normalidad (dentro de lo posible) la función
pulmonar.
 Reducir el riesgo de ataques graves.
 Prevenir el deterioro progresivo de la función pulmonar.
 Prevenir la mortalidad.

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