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Actas del VI Congreso Internacional CELEHIS de Literatura / Acosta, Ricardo ... [et
al.] ; compilado por Virginia P. Forace; María Pía Pasetti. - 1a ed . - Mar del Plata:
Universidad Nacional de Mar del Plata, 2018.
Libro digital, PDF
Mercedes Giuffré
UBA USAL
La lengua de las mariposas, film del español José Luis Cuerda, retoma algunos
tópicos de la narrativa del autor gallego Manuel Rivas tales como la mirada de la
me quieres, amor?, publicada en 1995 en gallego. Dichos cuentos son: “La lengua de las
mariposas”, “Un saxo en la niebla” y “Carmiña”. La película toma su título del primero
montarán las otras dos historias. Al igual que el cuento homónimo, el film se construye
narrativo compartido: el protagonista de cada uno de ellos debe superar un miedo que lo
paraliza, gracias al contacto con otra persona, hasta que tal superación se ve frustrada
miedo de Moncho –el narrador protagonista que teme a la escuela y a los castigos
distinta y plural de la realidad. El maestro es aquí la figura del otro que se transforma de
entidad abstracta a sapo, de sapo a amigo y guía, para finalmente devenir en rojo, traidor
y otros epítetos.
antípoda vital de Moncho. Hay además en el film una escena en la que los compañeros
que no se encuentra en el texto de Rivas. En torno de las ideas que el personaje defiende
…En la primavera, el ánade salvaje vuelve a su tierra para las nupcias. Nada ni
nadie lo podrá detener. Si le cortan las alas, irá a nado. Si le cortan las patas, se
impulsará con el pico, como un remo en la corriente. Ese viaje es su razón de
ser… (Pausa) En el otoño de mi vida, yo debería ser escéptico. Y en cierto modo
lo soy. El lobo nunca dormirá en la misma cama con el cordero. Pero de algo
estoy seguro: si conseguimos que una generación, una sola generación, crezca
libre en España…ya nadie les podrá arrancar nunca la libertad… (Azcona: 80-81).
heterotopías, a las que definió como: “utopías que tienen lugar preciso y real, un lugar
que se puede situar en un mapa; utopías que tienen un tiempo determinado, un tiempo
que se puede fijar y medir según el calendario de todos los días” (2010: 19). Según él, el
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espacio en que vivimos no es neutro sino cuadriculado, con zonas claras y zonas
oscuras, así como con diferentes niveles. Están, por ejemplo, las regiones de pasaje, las
iglesia, las calles y la entrada de la escuela); y las regiones abiertas del alto transitorio,
como los cafés, los hoteles, los cines, las playas… (representados en el film por la
taberna de don Roque). Luego existen las regiones cerradas, como la propia casa del
neutralizarlos. Por eso podemos referirnos a ellas como contraespacios que encuentran
un buen ejemplo en el desván, o más aún en la carpa que de niños arman en él, así como
también en los espacios que la sociedad adulta erige con igual función: “sus utopías
situadas, esos lugares reales fuera de todos los lugares. Por ejemplo… los jardines, los
cementerios… los asilos, los prostíbulos, las prisiones…” (21). En el film se hace foco
enseñanza) están marcadas por tonos de gris y ocre y una luz tenue que genera en ellas
escuela son un ejemplo de los que el propio Foucault propone como espacio apartado y
regulado. Si bien es cierto que en la historia del film el maestro con su método rompe la
estructura disciplinaria de rigor y evita los castigos y el régimen de miedo, ese lugar que
ocupan él y sus estudiantes está prefigurado. El fotograma que incluimos muestra una
escena en la que los chicos hablan y no oyen la lección de don Gregorio, por lo que él
decide llamarse a silencio. La vara que sostiene entre sus manos no es para golpearlos
sino para señalar en la pizarra. El modo en que se disponen los cuerpos forma un
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triángulo que apunta a la figura quieta del maestro por encima de las otras que se
perciben en movimiento.
Esta aula tradicional se contrapone al jardín, una heterotopía específica. Pero con
naturaleza aparece “sometida, ordenada, seleccionada, cercada” (Cirlot 1992: 200) sino
bosque. Y es que existen diversas concepciones de jardín, ligadas a las culturas y las
épocas. Allí traslada don Gregorio a todo el curso (luego volverán solos con Moncho,
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hay sitios determinados o estipulados de antemano para el maestro o para los alumnos,
sino que se camina y se está de pie o sentados según lo requiera la experiencia, uno al
lado del otro, descubriendo ejemplos en cada hoja y en cada insecto, de aquello que el
un desarrollo psíquico algo largo que alcanza una valiosa riqueza interior” (Biederman
1996: 249).
particular en el momento en que a Moncho la emoción y el haber corrido para ver algo
que le señalan sus compañeros le producen un ataque de asma. Don Gregorio lo toma en
sus brazos y lo sumerge en el agua de un arroyo hasta que sus pulmones vuelven a
abrirse y él, a respirar. Así, en el jardín “como en el paraíso, puede encontrarse un pozo
o una fuente y un árbol de la vida: una semejanza del más íntimo núcleo del ser, del
<ego>, del <centro más íntimo del alma>” (250). La alusión al bautismo es evidente,
nueva etapa. Moncho ha recibido del maestro el regalo del conocimiento que, más que
predominando el verde y la luz en contraposición con el tono gris y ocre que se usaba
para las escenas en el aula. En el fotograma del jardín, puede verse la disposición de los
triángulo que apunta a la figura del maestro. Inversamente, sin embargo, los alumnos no
aparecen de espaldas a la cámara sino de frente o perfil, para remarcar que no tienen un
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matizados por la arboleda del fondo cuyo juego de verdes opera de contraste con las
figuras de los niños vestidas de colores claros (blanco o el gris de los guardapolvos
escolares) y el sombrero crema del maestro quien, a su vez, viste de oscuro para
contrastar con ellos tanto como con el ambiente. La imagen del maestro con los
pequeños recuerda a la del pastor con sus ovejas. De un modo solapado, entonces, las
El maestro no sólo lleva a los alumnos a ese espacio, sino que les enseña a
y dejando que se fascinen con lo que ven. El jardín adopta, entonces, una significación
libertad. La naturaleza deja de estar por un lado y la escuela por el otro, sino que en el
Más allá del tratamiento de los espacios y de los ejes compositivos enunciados,
mañana de los prisioneros detenidos durante la noche. Se los hace salir en fila del
cuartel de la guardia civil con evidentes signos de haber sido maltratados, y subir a un
congregado la multitud, el pueblo vestido con sus ropas de domingo para presenciar y,
sobre todo, para ser presenciado. Ante el desfile de los detenidos, todos reaccionan
como autómatas, con los rostros impávidos, dejándose llevar por la masa y por el
miedo. Sólo un rostro trasluce la lucha interior de su dueño, contrastando con los
demás: el del padre de Moncho, el sastre republicano, que debe decidir entre
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permanecer del lado de los que abuchean para salvar su pellejo y el de su familia, o
claras, las palabras que jamás antes hubiera dicho. Pero el momento de lucha es de un
pathos expreso en sus facciones que todo lo dicen desde el silencio. Esta escena
colectiva contrasta con todas las anteriores porque los individuos se masifican y
despersonalizan. ¿Qué modo más eficaz de contraste para representar el corte abrupto
espectador imagina que se ha congregado absolutamente toda la gente del pueblo y las
aldeas vecinas, como indica el libreto (esto último, atestiguado por las prendas de vestir
uniformes, predominando los grises y marrones. Ya no impera la luz del sol ni el verdor
La presencia del maestro que ilumina, literalmente, todas las escenas en las que
aparece, destaca ahora por su actitud. A la tensión que opera en el sastre, responde con
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tiempo suficiente para entablar la simetría de opuestos con el rostro de don Ramón. No
hay vacilación ni duda en el semblante del maestro. En el del sastre hay vergüenza.
Sin duda, las estrategias compositivas de los cuentos y del film coinciden en la
medios, pues éste puede explorar los aspectos no verbales de un modo más exhaustivo.
Hace, además, hincapié en la idea o modelo de educación que encarna el maestro, hace
como tácito. Del mismo modo que no se nombra a Franco ni se sabe qué suerte
específica corren los detenidos, tampoco se nos dice qué sucedió con Moncho y su
como de los tiempos felices (los bailes de la Orquesta Azul, el amor, la escuela, el
jardín), para que el espectador que se ha involucrado, se conduela y los haga suyos. De
ese modo, con el manifiesto deseo del director de homenajear a la otredad olvidada, la
ausencia de todo lo anterior se hace presente y, con ella, el trauma de quienes vivieron
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Referencias bibliográficas
Azcona, Rafael. (1999). La lengua de las mariposas. Guión cinematográfico. Madrid: Ocho y
Medio.
Biedermann, Hans. (1996). Diccionario de símbolos. Buenos Aires: Paidós.
Cirlot, Juan Eduardo. (1992). Diccionario de símbolos. Buenos Aires: Labor.
Cuerda, José Luis. (1998) La lengua de las mariposas (film). España: Sogetel/Las producciones
del escorpión/Grupo voz.
Cuerda, José Luis. (1999) “La ciencia de la vida”. En La lengua de las mariposas. Madrid:
Ocho y Medio. 109-110.
Foucault, Michel. (2010). El cuerpo utópico. Las heterotopías. Buenos Aires: Nueva Visión.
Kaplan, Gregory. (2010). “La representación de la represión franquista en La lengua de las
mariposas”. Área Abierta, 27, Noviembre: 2-10.
Rivas, Manuel. (2001). ¿Qué me quieres, amor? Madrid: Alfaguara.
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