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citas pertenecen a los dos volúmenes de la segunda edición inglesa, de 1803. 2.

Teorías del progreso, el desarrollo y la evolución


-',97'lblt1., vol. t, pág. 311.
'98 'bkt., vol. 1, págs. 293 y sigs.
" 99 Aunque por desgracia (yen forma incongruente con el resto de su pensamiento), Kenneth Bock
Herder se permite decir que la naturaleza situó al negro próximo a los antropoides (lbld.,
vol. 11, pág. 274). R. G. Collingwood (The Idea oi HUtory, Oxford: Clarendon University
Press, 1946, pág. 92) acusa a Herder de tener ideas racistas, acusación que Frank E. Me-
nuellamenta (en su introducción a la traducción inglesa de Herder, Rejlectfons on the
Ph~ophy oi Man1dnd, Chicago: Universlty of Chicago Press, 1968, pág. x).
Herder, Ideen, vol. I. pág. 376.
101 Ibld., vol. 1, pág. 378.
102 Ibíd., vol. 11, pág. 187.
103 Ibld., vol. 11, pág. 269. . 1
JO<f Un ejemplo: .El progreso de la historia muestra que, a medida que ha prosperado
la genuina humanidad, los demonios destructivos de la raza humana disminuyeron en can- Existe un amplio y complejo conjunto de ideas sobre el cambio social
tidad; y esto deriva de las leyes naturales intrínsecas de una razón y una acción práctica y cultural, al que por razones históricas es por entero pertinente desig-
autoesclarecedcress, 1bId" vol. 11," pág. 281. nar como idea del progreso. Los intentos de distinguir progreso, desarro-
105 Mandevllle escribió asimismo un opúsculo en favor de la prostitución corno parte
del mecanismo autorregulador de la sociedad: A Mode8t DeJense oi Publfck Stews, Len- llo y evolución son interesantes en abstractcl , pero el distingo no se ha
dres: Scott & Browns. 1724. trazado de hecho en el curso de la investigación humanística, y la pre-
a.
106 C. Randolph Benscn, Thomas JejJerson 08 Soclal Sclentist. Cranbury. N. J.: sunción de que lo había sido produjo mucha confusión. Esto ocurrió,
Fairleigh Dickinson University Press, 1971. sobre todo, en las discusiones sobre el nexo entre la evolución social y
la orgánica. Similar dificultad se introduce cuando las -hipótesís sobre
el desarrollo- de la biología del siglo XIX se confunden con las nociones
contemporáneas del desarrollo social o con algunas teorías actuales que
se proponen explicar los cambios que sobrevienen en países -subdesarro-
lIados•. Así las cosas, por razones de conveniencia y de claridad, aquí
utilizaremos la frase «idea de progreso. para designar una orientación
teórica definida y difundida en análisis sociológico.
En el intento de dilucidar la historia de la teoría sociológica nos en-
contramos a menudo con que la expresión o presentación de una idea
resulta mucho más complicada que la idea misma. La verborragia, la
continua reiteración y las variaciones interminables sobre un mismo te-
ma, que en el fondo es simple, pueden trasformar una noción de sentido
común, de escasa significación teórica, en un insight en apariencia pro-
fundo y refinado. Así es como muchas veces nos vemos empeñ.ados en
la decepcionante y poco grata tarea de apartar velos verbales para poner
de manifiesto trivialidades.
Cuando abordamos la idea de progreso, en cambio, nos hallamos en
la situación exactamente opuesta: esta noción, en apariencia simple y
directa, tras un examen más detenido nos envuelve en uno de los más
espinosos problemas del moderno pensamiento social occidental. En su
historia de esta idea (que sigue siendo clásica), Bury la definió sucinta-
mente como la creencia en que «la "civilización avanzó, avanza y avan-
zará en la dirección deseable-e. Pero tuvo que extenderse en diecinueve
capítulos de ceñ.ida exposición e interpretación para elucidar todo lo im-
plícito en esa escueta declaración. Lo que al principio no parece más
que una ingenua expresión de fe en un futuro mejor para el hombre en
sociedad -una actitud optimista-, resulta ser una compleja y sutil tra-
ma de ideas, de vastas y sustantivas consecuencias metodológicas para
la ciencia social y la filosofía social.

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Enconsecuencía, cuando el profesor Bierstedt señala que el progreso to? He ahí preguntas importantes y legítimas. En este sentido, no se puede
después de todo puede no ser un problema sociológico, que la idea de desconocer la filosofía moral de la cual surgieron las disciplinas huma-
progreso apenas se puede llamar idea, y que la creencia en el progreso nísticas. Tampoco se pueden dejar de lado esos interrogantes en un exa-
atañe más al optimismo que a los hechos o la verdad, ciertamente no men de la participación de las teorías del progreso en la indagación
se refiere a la misma idea que intrigó a Bury3. Tampoco pudo ser un sociológica. Pero en parte porque hasta hoy esos interrogantes presidie-
vago optimismo sobre la vida lo que tenía en mente Teggart cuando afir- ron la discusión de la idea de progreso, y fueron competentemente trata-
mó que -las dificultades que el humanista debe enfrentar hoy surgen de dos, y (lo que es más importante) porque ello se hizo a expensas de otros
su aceptación de la idea de progreso como concepto rector en el estudio aspectos 'de esta idea, aquí hemos resuelto destacar estos otros aspectos.
del hombres". La idea de progreso, entendida como algo más que un La idea de progreso -esa contradicción de ideas cuya expresión clá-
concepto normativo, ha sido central en la formación de la sociología sica encontramos en Aristóteles y San Agustín, en Fontenelle y Saint-Pierre,
como disciplina, y continúa plasmando profundamente sus temas y pers- en Condorcet y Comte, en Spencer y Tylor- contiene una imagen deta-
pectivas, así como las de otras ciencias de la sociedad y la cultura. llada y comprensiva del cambio. Incluye orientaciones específicas res-
Una dificultad proviene, por supuesto, de que «progreso.. es un tér- I pecto de la historia como registro de sucesos. Promueve una definida
mino ómnibus que se ha empleado para designar toda una galaxia de f y singular interpretación de las diferencias socioculturales e indica un
ideas (no siem~re consistentes, entre sí), y se ha presentado en variadas modo de empleo de esas diferencias en la construcción de teorías del
combinaciones . De una época a otra, los teóricos del progreso de nin- cambio social y cultural. Postula un orden natural de las cosas, afirma
gún modo concuerdan en qué es lo que progresa, en qué lugares y mo- un universalismo y crea un sistema de correspondencias que nos presen-
mentos lo hubo, ni en los criterios que se han de emplear para discernirlo. ta un rico y detallado cuadro sobre el decurso de los asuntos humanos.
De igual modo, diferentes pensadores ofrecen otras tantas explicaciones Identifica, como entidad real, una categoría de lo accidental, lo fortuito,
sobre "las causas del progreso, sus sucesivas manifestaciones y sus objeti- lo anormal o antinatural. Proporciona un complicado método para hi-
vos últimos. Interrogantes acerca de la forma misma que adoptaría (su postasiar o reificar entidades cuyo derrotero temporal se puede rastrear.
carácter lineal) reciben variadas respuestas. Las maneras de describirlo Está penetrada de nociones orgánicas primitivas acerca del ser y el
o demostrarlo van de 'Ias meras imágenes idílicas y las vacuas declara- devenir.
ciones de fe, a la construcción de.secuencias pormenorizadas y confusas, De estos rasgos de la idea de progreso tratará fundamentalmente este
basadas en tipos que se han tomado de la historia, la arqueología y la capítulo.
etnografía, y enlazadas por complejas leyes del cambio. Y no obstante,
dentro de esta diversidad hay elementos básicos que forman una unidad
a la que, con provecho, podemos llamar idea de progreso. Estos son los
elementos que debemos identificar si pretendemos comprender el papel II
. que han cumplido las teorías del progreso en la historia del análisissó-
ciológico. '- Bury consideraba que la idea de progreso era un producto estricta-
Un obstáculo, desde luego, a la detección de esas connotaciones fun- mente moderno, que surgió en el siglo XVII y alcanzó plena expresión
damentales es que por lo común se ha visto en esta idea, sobre todo, en el XVIII. La contrapuso a la idea de los ciclos, característica de la
un juicio de valor acerca de la' historia. A la mayoría de nosotros, la antigüedad grecorromana, y a la idea medieval europea de Providencia6 .
palabra «progreso.. nos comunica principalmente connotaciones norma- El elemento esencial de la idea de los ciclos es la concepción de que
tivas; y los más notables intentos de reconstruir su historia estuvieron la historia se repite en una sucesión indefinida de fases ascendentes y
signados por el afán de distinguirlo de las concepciones de la decadencia descendentes, un perpetuo advenimiento y extinción de formas en sí mis-
y la regresión, o de los ciclos. O bien se han examinado las diferencias mas eternas. Los gríegos veían este proceso en toda la naturaleza, no
y similitudes entre la idea de progreso secular y la idea de Providencia. sólo en las peripecias de la historia humana, y desde las más antiguas
Las cambiantes oleadas de optimismo y pesimismo en el mundo occiden- crónicas conocidas lo describieron como un proceso biológico de naci-
tal han sido tema dominante. Esto es comprensible. La tradición intelec- miento, crecimiento. decadencia y muerte. Por lo general se ha aceptado
tual que aquí nos ocupa fue expresada repetidas veces (aunque no siempre). el juicio de Bury de que esa perspectiva excluía por completo la creencia
en los.siglos XVII y XVIII, en el contexto de entusiastas profesiones de en una perfección indefinida de la vida humana y bloqueaba toda pers-
fe .en el perfeccionamiento inevitable de una u otra faceta de la vida pectiva histórica significativa, incluida la idea de progreso.
humana. De ese contexto hemos recibido en línea directa la tradición. La idea cristiana de la Providencia negó la existencia de ciclos, pos-
¿Hay ,~n la historia humana un movimiento de avance hacia objetí- tuló un comienzo y un final definidos para la historia humana terrenal,
vos apreciados? ¿Fue facilitado o impedido de algún modo ese movimien- y concibió el período intermedio como actuación del drama de la salva-

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cíón, También en este caso encontró amplio asentimiento la argumenta- nera didáctica, mientras que a veces en las formulaciones posteriores y
ciónde Bury en favor del carácter distintivo de la idea de progreso: sostuvo contemporáneas s610se las discierne por inferencia, será útil reseñar su-
que la visión providencialista de la historia se limitaba a un lapso relati- mariamente ejemplos tomados de obras antiguas antes de pasar a la his-
vamente breve, porque al cabo el drama se consumaba y quedaba des- toria y análisis de las fuentes directas de las teorías del progreso en el
truído el escenario del progreso mundanal; en cambio, el progreso secular estudio sociológico.
se concibe "con remotísimos orígenes y un futuro indefinido. Argumentó .Aristóteles es el autor más indicado. En su Fisica tomó como objeto
además que la idea de Providencia. si vislumbraba un progreso, no lo de estudio la «naturaleza», y su primer paso fue definirla como «el princí-
entendía como perfeccionamiento de cuestiones temporales, sino como pio del movimiento y el cambio». (No era esta, desde luego, una defini-
realización del Reino de Dios o el logro de un estado de gracia. ción caída del cielo; Aristóteles tenía detrás siglos de especulación griega
Pero en ambos aspectos la opinión de Bury ha sido cuestíonada, Se sobre los problemas del ser y el devenir, y conocía bien la sustancia de
ha señalado que los socráticos y pensadores posteriores, como Lucrecio esa discusión.) La naturaleza poseía además otros atributos: «nada natu-
y Séneca, a pesar de su preocupación por los ciclos, reconocían en el ralo acorde a naturaleza" carece de orden; porque naturaleza es el deter-
pasado cierto avance, y que la evidente inquietud de los griegos y de minante universal de orden». Entonces, naturaleza es cambio ordenado,
los romanos por mejorar su condición presente (procurando el bien del y «el proceso natural está [... ] guiado por un fin », Naturaleza es cambio
cuerpo político) necesariamente se fundaba en la creencia en la posibili- que sobreviene de manera ordenada con vistas a un fin. La exposici6n
dad, al menos, de un futuro mejor", y sobre la idea de Providencia, se continúa así:
ha aducido que sólo gracias a una perspectiva de salvación pudo esca-
parse al sombrío panorama de los ciclos; que la concepción ecuménica .[ ... ]las cosas naturales son exactamente las que continuamente se mue-
de la doctrina cristiana fue la clave para pensar la humanidad como ven, en virtud de un principio a ellas inherente, hacia un fin determina-
una entidad que avanzaba en la historia, y que aspectos del cristianismo do; y el desarrollo final que resulta de uno de estos principios no es idéntico
que atendían al aquende alentaron un mejoramiento de la escena huma- para dos especies cualesquiera, pero tampoco es un resultado aleatorio;
na modificando la conducta de los hombres en su relación con el próji- en efecto, en cada una hay siempre una tendencia a un resultado ídénti-
mo. Pero hay algo tal vez más importante: teólogos y filósofos han ca si nada estorba el proceso».
sostenido que la idea profana de progreso es sólo una versión sin bases
sólidas de la idea de Providencia, porque la concepción misma de un Entonces: en la naturaleza todas las cosas cambian permanentemen-
movimiento dirigido hacia el bien requiere imprescindiblemente de cri- te de una manera ordenada y teleol6gica como consecuencia de propie-
terios sobre lo que es el bien, y sólo las religiones son capaces de propor- dades contenidas en las cosas mismas, y estas propiedades varían de una
cionarlos sobre bases absolutas y permanentes. Se acusa a la idea secular especie a otra. El cambio ocurre ,como producto de algo que está allí
moderna de progreso de habernos embarcado en una travesía sin rumbo, antes de que la cosa empiece a cambiar. Por último, Aristóteles señala
que nos ha llevado a discernir un mejoramiento en las formas más toscas que en las cosas naturales todo esto sucede s610 si nada lo estorba, En

l
y peligrosas de innovación materíal''. consecuencia, no todo lo que sucede, sucede naturalmente; y si nuestro
He ahí unos problemas fascinantes de la historia de las ideas, no sólo objetarle estudio es la naturaleza, se vuelve importante distinguir entre
porque imponen una cuidadosa lectura de lo que Platón. Marco Aurelio lo natural y cualquier otra cosa que suceda. Aristóteles aborda este pro-
o los primeros Padres de la Iglesia hubieron de decir sobre el futuro, blema asi:
sino porque orientan nuestra atención hacia ricos escenarios culturales,
propicios para estudiar el nexo entre perspectivas históricas y sistemas «De las cosas que existen, algunas existen por naturaleza. otras por otras
éticos. Ahora bien, es fatigoso el mero rastreo de la idea de- progreso causas. "Por naturaleza" los animales y sus partes existen, y las plantas,
o la averiguación de sus orígenes; la consideración de ese problema no y los cuerpos simples (la tierra, el aire, el fuego, el agua) [... ] pues deci-
tiene por qué detenemos aquí. Pero hay un aspecto de la cuestión que mos que estos y los semejantes a estos existen "por naturaleza". Todas
no debemos pasar por alto absorbiéndonos enteramente en determinar las cosas mencionadas presentan un rasgo en que difieren de las que no
si los griegos creían en el mejoramiento o si sólo el cristianismo permitió están constituidas por "naturaleza. Cada una de ellas tiene dentro de sí
discernir un sentido en la historia. Cualquiera que sea nuestra respuesta un principio de movimiento y de quietud (con respecto al lugar, o a su
a estas cuestiones, conviene reparar en que tanto los griegos como los crecimiento y decrecimiento, o por vía de alteracíón)».
primeros Padres de la Iglesia poseían ideas definidas sobre procesos de
cambio en el tiempo y sobre el modo de estudiarlos. Estas ideas persisten Las cosas naturales tienen una innata tendencia al cambio, y debe así
en .la tradici6n intelectual de Occidente y son -esenCiales en la moderna distinguírselas de los productos de las artes -«una cama, un abrigo o
noci6n de progreso. Como en su versión original fueron expuestas de ma- cualquier otra cosa de esa Indole-c-, Y hay otra diferencia; porque ade-

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más del arte como productor de cosas no naturales, están, según Aristó- fin de las otras asociaciones, y la naturaleza es un fin, porque llamamos
teles, -el azar y la espontaneidad». Algunas cosas ocurren siempre del naturaleza. en cada cosa, a aquello que cada cosa es cuando su crecí-
mismo modo. otras lo hacen por la mayor parte; son las que ocurren miento se ha completado. [o . o) El objeto para el cual una cosa existe,
«por necesidad». Las cosas que no ocurren de este modo lo hacen' «por su fin, es su bien principal; la autosuficiencia es un fin y un bien princi-
azar-: lo que no llega a ser por regla. es por azar. Monstruosidades suce- pal. De todo esto resulta claro, pues, que la ciudad-Estado es un creci-
den en la naturaleza. pero son como los errores en el arte.. Las cosas miento natural, y que el hombre es por naturaleza un animal político;
inanimadas y los animales inferiores no pueden obrar nada por azar. y un hombre que por naturaleza, y no meramente por azar, carece de
El azar se sigue de las acciones de los hombres como agentes morales, ciudad, o bien está por debajo en la escala de la humanidad o por enci-
cuando el resultado a que aspiran con sus acciones no se produce efecti- ma de ella ... ».
vamente.
Lo natural, para Aristóteles, no es un medio o promedio a que se Siguiendo la misma argumentación, a Aristóteles le parece evidente
llegaría por observación y cómputo; no está definido por regularidad que el Estado es "anterior por naturaleza al individuo», ya que un índíví-
de ocurrencia. La naturaleza tiene cierta cualidad: es ordenada, conti- duo no puede ser autosuficiente, salvo dentro del Estado. Y vuelve a de-
nua. tiene un fin y el cambio le es inherente. Si el cambio sobreviene cirnos que un hombre incapaz de entrar en la asociación del Estado,
de algún otro modo. no pertenece a la naturaleza. Y esto es de importan- o que no necesita de ella ••ha de ser o un animal inferior o un dios. lO.
cia decisiva, porque Aristóteles señaló que la ciencia no puede estudiar Desde luego que Aristóteles estaba atento a la posibilidad de que la
lo que es por azar. Por consiguiente, el-mundo de la experiencia huma- «buena o mala fortuna» pudiese «estorbar» el proceso natural de la for-
na, en particular, está compuesto por acontecimientos que la ciencia puede mación de la ciudad-Estado en el caso de ciertos hombres. y su propia
comprender 'f otros que son incomprensibles para ella'', experiencia en Atenas sin duda lo inclinaba a considerar a estos recalci-
Hay en todo esto una claridad que explica que Aristóteles haya ejer- trantes como animales inferiores, y no como dioses. Aquí lo que ímpor-
cido' tan fuerte influjo en la mentalidad medieval y moderna. Su esque- ta, empero. es que el suceder que Aristóteles juzgaba natural no era el
ma ofrece una solución al problema del ser y el devenir. de la permanencia que observaba en el mundo; por eso debió relegar a la categoría de lo
y el cambio, o, si se prefiere, del orden y el progreso. La naturaleza es accidental este suceder del" mundo. Por consiguiente. el proceso natural
presentada como un principio de desarrollo ordenado a la realización de cambio social que descubrió su ciencia fue una enunciación de aque-
de ciertas clases de fines. Hay finalidad en la existencia. El cambio so- llo que a su entender era lo meior para los hombres en su experiencia
breviene dentro de un esquema fijo de especies o de clases que contie- histórica. Hipostasió una «ciudad-Estado» y describió su hipotético de-
nen, en potencia. toda una gama de ordenamientos que son en sí mismos curso en el tiempo. Las historias efectivas de los pueblos eran desechadas
eternos. Orden, finalidad y cosas reales existen en el mundo. a despecho . por irrelevantes para el descubrimiento de los procesos naturales de
de estar este caracterizado por el cambio. cambio.
Las consecuencias que todo esto tiene para un estudio de la sociedad No es difícil leer entre líneas aquí una doctrina del progreso como
se hacen evidentes cuando Aristóteles investiga el origen y desarrollo del perfeccionamiento. Si admitimos que para Aristóteles y sus contemporá-
Estado, porque considera que el Estado está en la naturaleza. La más neos todos los procesos de llegar a ser en la naturaleza eran seguidos
clara concepción del Estado debe buscarse en su «primer crecimiento por procesos de perecimiento, al describir la fase ascendente del ciclo de-
y origen». pues su forma germinal contiene todas las potencialidades de lineaban un proceso de realización de un fin; y según la concepción aris-
lo que ha de devenir: la esencia del Estado es discernible en su origen. totélica de las causas finales. en la naturaleza el «fin» de cualquier cosa
Como ocurre con otras cosas en la naturaleza. el Estado recorre ciertas era la consumación de lo «mejor» en ella, no su muerte o desaparición.
etapas en su desarrollo: al principio, están el hombre y la mujer. cuya En su exposición del origen y crecimiento del Estado, Aristóteles nos ha-
relación surge por «e] instinto natural a dejar como posteridad otro ser bla evidentemente de algo que él aprobaba: la concreción de un deside-
de la misma especie» -en lo abstracto, un deseo de autosuficiencia-o ratum en los asuntos humanos. Si ese Estado iba también a decaer con
Ellos forman la primera asociación, la familia; el Estado es una asocia- el correr del tiempo, lo mismo podía suceder a un olivo, caballo. león
ción de la misma índole. y «toda asociación se forma con vistas a algún o cualquier otra cosa natural. El mundo estaba lleno de cosas que llega-
bien». Varias familias se unen para formar la aldea, varias aldeas llegan ban a su perfección eternamente. No es esta por cierto una visión deses-
a formar la ciudad-Estado, en la cual por fin la primera asociación al- peranzada, y, como habrían observado los propios griegos, eludía la
canza «el límite de una autosuficiencia virtualmente completa». molesta cuestión de que la perfección tuviera que perfeccionarse a su
vez. En lo tocante al vasto panorama histórico. si uno vivía en la fase
«De ahí que toda ciudad-Estado exista por naturaleza, en la medida en ascendente del ciclo, tenía la perspectiva de participar de la perfección;
que así existen las primeras asociaciones; ( .. :] la ciudad-Estado es el si vivía en la fase descendente, le quedaba la gloria del pasado y la certí-

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dumbre de que volvería la buena marea. Desde este punto de vista, care- de cambio que manifestaba la voluntad de un Dios ordenador, en la rea-
ce de significación averiguar si la Antigüedad creía en el progreso. lización de un fin. El término de la historia era la realización de la Ciu-
Pero dejando de lado estas cuestiones del perfeccionamiento en el de- dad de Dios o del principio del bien en una porción escogida de la raza
curso del tiempo, encontramos en el pensamiento griego, ejemplificado humana. El desenlace último ya estaba presente en el comienzo, pues
por Aristóteles, un claro y detallado prototipo de la teoría del progreso los principios del bien y del mal se hallaban contenidos en la semilla
de la Europa occidental del siglo XVIII; habrá de resultamos útil, en de Adán. A este proceso podía describírselo en etapas signadas por suce-
este trabajo, para discernir las características salientes de esa teoría y sos extraídos de la historia sagrada: de Adán a Noé, del Diluvio a Abra-
rastrear sus ramificaciones en la teoría social contemporánea. ham, de Abraham a David, etc. Se concebía el cambio como una
Antes de abandonar a los griegos, conviene recordar que tanto ellos educación de la raza humana, que .igual que la del individuo, ha avan-
como los romanos eran propensos a construir series conceptuales de la I zado recorriendo ciertas épocas, o edades, por decir' así, y así se elevó
cultura, que entendían representativas de secuencias temporales en una gradualmente de las cosas terrenales a las celestiales y de lo visible a
historia cultural abstracta. Si bien Aristóteles suele exponer el proceso .1 lo invisible..13.
político con trazos muy generales, en ocasiones no vacila en reconstruir :1
Agustín conservó, pues, la concepción aristotélica de que la realidad
la temprana historia de los pueblos helénicos avanzados por referencia que se debía estudiar era un cambio ordenado en dirección a un fin,
a -las instituciones bárbaras de su épocal l, Un caso más llamativo aún que procedía. gradual y continuamente por una serie de pasos o etapas,
de este proceder lo proporciona Tucidides, quien, encontrándose con que hasta un término inmanente al comienzo u origen. Pero además consi-
ca recia de testimonios sobre la primitiva historia griega, se volvió hacia guió mantenerse dentro de este marco conceptual discurriendo sobre lo
los bárbaros y hacia los griegos «atrasados» de su época para mostrar que él mismo reconocía como una serie de acontecimientos únicos; apeló
cómo debían de haber sido las cosas en la Atenas de tiempos remotos. para dio a una fuerza actuante en toda historia y productora de todo
Si entre ciertas «tribus» prevalecía contemporáneamente la piratería, an-
tallo también debió prevalecer; y sin duda los hombres llevaban armas
porque en sectores primitivos de la Grecia contemporánea se observaba
1
~
acontecer. En. su caso esa fuerza era la voluntad de Dios, que su fe y
su razón le daban a conocer. Pensadores posteriores habrían de confiar
en otros-motores históricos: el medio geográfico. la naturaleza humana,
esta costumbre. «y el hecho -resume Tucfdides- de que en estas partes 1 el Espíritu o Geist, el factor económico; pero la forma de la indagación
de la Hélade el pueblo sigue viviendo a la antigua usanza, nos está di-
ciendo que ese mismo modo de vida fue antaño común a todos•. ¿Cómo
1 siguió siendo la misma, y el cuadro resultante de progreso, avance o de-
sarrollo sólo cambió de contenido.
es que algunos pueblos se quedan asi retrasados?La respuesta de Tucídi- f-!

I
des es clara: «Varios [ ... ] fueron los obstáculos con que el crecimiento
de la nación tropezó en diversos lugaresll12.
Importa advertir en este punto que Tucidides no sólo hablaba de pro-
.., III
greso de la cultura, sino que procuraba demostrar su existencia con re- ¡
cursos sólo admisibles sobre 'la base de enunciados acerca del cambio 1 La moderna teoría del progreso cobró forma en la «Querella entre
natural, como los contenidos en la teoría de Aristóteles. Aplica estas ideas: 1 los antiguos y los modernos», o por lo menos es conveniente referir a
~.
en la naturaleza existe algo que 'se puede llamar sociedad o cultura; esta ese contexto, en retrospectiva, la confluencia de ideas que apreciamos
experimenta un crecimiento, que es el mismo dondequiera que se lo ob- finalmente reunirlas en la obra de Turgot y Condorcet.
serva porque responde siempre a idéntica potencialidad; por fin, obs- El tema de la Querella fue el parangón que podía establecerse entre
táculos o impedimentos alteran el proceso natural en diversos lugares, de las obras artísticas, filosóficas y científicas de la Europa moderna y las
modo tal que se encuentran pueblos en varios estadios de «el crecimiento de los griegos y romanos de la Antigüedad. Aunque este interrogante ha-
de la nacíón-, Así, el panorama del progreso se despliega ante nosotros bia sido planteado durante todo el Henacímíento!", la parte de la Que-
en el presente. rella que nos interesa corresponde a la segunda mitad del siglo XVII.
Entre los primeros autores cristianos, San Agustín brinda el más cla- Como debate puramente literario, al principio la Querella se caracte-
ro ejemplo del uso de las ideas griegas para la construcción de una filo- rizó por la expresión de meras opiniones sobre los méritos relativos de
.sofía de la historia que luego serviría de modelo, en muchos aspectos, lo antiguo y de 10 nuevo; pero los modernos pronto se afanaron por mos-
a los teóricos del progreso del siglo XVIII. En La Ciudad de Dios, San trar que no sólo las producciones más recientes eran superiores a las an-
Agustín presentó un relato ordenado de acontecimientos de la historia tiguas, sino que debían serlo. Su argumentación, en armonía con la
bíblica, le confirió sentido y finalidad, y ofreció de todo ello una explica- revolución que en materia de conocimiento estaba en marcha en Euro-
ción sistemática a fin de enfrentar la teoría pagana de los ciclos en su pa, adoptó la forma de una demostración científica, y en esta tarea pu-
propio' terreno, y sustituirla. La historia se entendía como un proceso sieron a contribución ideas poderosas.

66 67
Bodin y Le Boy, en el siglo XVl, si bien estuvieron muy cerca de en la cual se ocupó meramente de las necesidades más apremiantes de
sostener-una suerte de 'progreso institucional en los asuntos humanos, la existencia; su Juventud, cuando con bastante éxito se entreg6 a empe-
sostuvieron que los poderes de la naturaleza habían sido uniformes en ños de la imaginaci6n, como la poesía y la elocuencia; y hasta empezó
todos los tiempos. Francis Bacon, en su reclamo de una «gran instaura- a razonar un poco, aunque con menos solidez que entusiasmo. Ahora
cíónsdel. saber, encontré ocasi6n de criticar a los escolásticos por su re- '1 está en la flor de la vida, y razona con más vigor y tiene más inteligencia
verencia a la Antigüedad, de observar que «la sabiduría que hemos
recibido principalmente de los griegos es apenas la infancia del conoci-
i¡ que nunca [... ¡•.

rníento-, y de sugerir-que si no sehubíeran opuesto tantos obstáculos,


el avance del saber habría sido mucho mayor. En el Discurso del méto-
'i
',1
Pero la analogía no es llevada hasta su conclusión lógica: «El hombre
en cuestión no tendrá vejez». De hecho (yen esto Fontenelle se anticipó
do, de Descartes, en medio de un afán por abordar el viejo problema del a las teorías biológicas sobre el progreso orgánico del hombre), el hom-
orden y el cambio, estos corolarios se tornan muy explícitos 1S. En vez bre estará dotado de facultades intelectuales cada vez mayoresl''.
de ocuparse de las disputas sobre lo que había sucedido en el momen- En otro de sus ensayos, «Sobre la historia», Fontenelle recomendó un
to de la Creación, o en cualquier época pasada, Descartes se dio a la procedimiento para formarse una auténtica imagen del progreso. Es po-
tarea de descubrir; mediante la razón, «qué sucedería- si Dios creara un sible, dijo, contemplando simplemente la naturaleza humana, imaginar
mundo nuevo. A partir de la materia y el movimiento -un puro caos-e, toda la htstoría: pasado, presente y futuro. La naturaleza humana con-
Descartes puso de manifiesto las leyes que Dios imprimió en la naturale- siste en ciertas cualidades, y estas tienen como consecuencia determina-
za a fin de ordenar el caos-por un proceso de llegar a ser. Había allí una dos hechos o acontecimientos. Estudiando la historia de este modo, se
magnifica «histeria conjetural. para que los phllosophes la emulasen. Ade- llega a la fuente de las cosas. En verdad, el asunto en discusión en la
más, Descartes vio la necesidad de investir al objeto de sus especulacio- Querella nunca se resolverla por referencia a los hechos de la historia
nes con cualidades que lo hicieran asequible a la razón (lo que Aristóteles como tal. En 'cambio, llegando hasta los principios que están en la base
había categorizado como lo «natural» o «necesarios), y en consecuencia (de la naturaleza: humana), se obtiene una «visión universal» de todo lo
declaró que las leyes que Dios imprimió en la naturaleza operaban de que podría haber sido. De este modo, los detalles, los sucesos históricos.
manera constante en· el tiempo y uniformemente en el espacio 16. seconvierten ·en· algo ocasional que se puede registrar u omitir, según
Sobre esta base, justamente, los modernos argumentaron que siendo el gusto. Los hechos y el. azar contribuyen a veces a la ordenada sucesión
la naturaleza regular y uniforme en sus operaciones, hombres de igual de' cambios que forman la sustancia de la historia humana, pero debe-
capacidad debieron existir en todas las edades; y por la simple acumula- mos atender principalmente a los usos y costumbres de los hombres, .que
ción de iguales productos de esa capacidad igual, forzosamente tuV? que son otros tantos productos de su espíritu y sus pasiones. No en los hechos
producirse un avance o progreso en el sabe~. Las formas que adopto.. e~t.a mismos debemos apoyarnos, sino en el «espíritu» de los hechos!". He ahí
argumentación y las metáforas que empleo merecen un atento análisis en definitiva la reacción cartesiana frente a la pobre y minúscula ciencia
si queremos apreciar lo que iba implícito en la espléndida «ciencia del conjetural de la historia.
hombre y la sociedad. que le'seguiría en el siglo XVlIl, y en su fruto LOs puntos de vista de Fonrenelle, que en lo sustancial aparecen en la
sociológico, del XIX. Auguste Comte tenía toda la razón cuando desta- misma forma en Pascal, Perrault y otros campeones de la causa de los mo-
caba la imr0rtancia de la Querella y su aporte a la fundación de su nue- dernos, son una concepción básica acerca de la experiencia humana: cómo
va ciencia 7. opera, y cómo la podemos reconstruir. Dadas una situación del saber
Fontenelle, en su trabajo «Sobre-los antiguos y los modernos» (1688), en la Grecia y Roma antiguas, y otra en la Europa del siglo XVII, averi-
resumió ·la tesis en favor del progreso. La argumentación descansa en guar cuál de las dos era superior equivali6 a averiguar cómo se desarro-
la constancia y uniformidad -de los poderes de la naturaleza. ¿Fueron lió la segunda de la primera según leyes del cambio que garantizaran
acaso más grandes los árboles en tiempos antiguos? Si no lo fueron, no la superioridad del producto. El problema no se reducía a comprobar
tenemos· por qué suponer que Homero y Platón fueron superiores a los que las cosas mejoraban con el tiempo;- se trataba de algo más funda-
hombres del siglo XVII (ya que la naturaleza es una, y en ella todos los mental: existía una entidad que tenía un decurso temporal; ella había
niveles se corresponden entre sí). Con una elaborada analogía se renueva desplegado cierta potencialidad y se había realizado en el tiempo. La
la comparación agustiniana de la vida de la raza y del hombre individual: situación observada en la Europa moderna se apreciaba diferente de la
observada en la antigua Grecia; entonces esa diferencia se explicaba co-
«Un espíritu bien cultivado contiene, por así decir, todos los espíritus roo una diferencia en el grado de desarrollo. ¿DesarrolJo de qué? De na-
de los siglos precedentes: es uno solo y el mismo el espíritu- que se ha da griego ni eur~peo, porque, como Fontenelle se esforzó en dejar
desarrollado y perfeccionado todo ese tiempo. Así, este hombre, que ha aclarado, los modernos no fundamentaban su causa en el examen de la
vivido desde el comienzo del mundo hasta el presente, tuvo su infancia, historia de pueblo alguno. 'Para conectar la Europa moderna con la Ore-

68 69
cía antigua era menester postular algo que estuviera presente en ambas y no son convincentes. El tiempo, nos dice, genera diferencias en las ex-
épocas y lugares, algo dotado de vida propia, que hubiera pasado una periencias de los hombres. El contacto con otras mentalidades tiene sus
etapa de su vida en la Grecia de antaño y otra etapa en la Europa del efectos. La diferencia de climas podría ser una causa. Los gobiernos pue-
siglo XVII. Para Fontenelle, como para la mayoría de los modernos, ese den imponer condiciones de vida distintas, y los malos gobiernos son siem-
algo era «el espíritu humano», lo cual parecía apropiarlo porque lo que pre una amenaza para el progreso normal. Sucesos especiales, como las
estaba en discusión era un cambio en la situación del saber. A veces el guerras, explicarían quizá recaídas como la Edad Media. Y según solían
referente era el «hombre. o «la raza humanas, y en los siglos XVIII y señalar, en general, los modernos durante la Querella, «nada impide tan-
XIX se discernieron gran número de entidades evolutivas distintas a fin to el progreso ni obstaculiza tanto el desarrollo del espíritu como una
de esbozar series progresivas mucho más elaboradas. Pero esto no intro- admiración excesiva por los antiguos•. Pero todo esto es postulación ne-
dujo diferencia alguna en la forma de la indagación ni en la clase de gativa: los cambios permanecen inexplicados y las diferencias son pre-
resultados obtenidos. sentadas como consecuencias de hechos o circunstancias fortultosél .
El «espíritu humano. es presentado por los modernos, pues, como al- Queda preservada así la uniformidad de la experiencia humana.
go que ha cambiado en el tíempo; y el cambio se entendía como un cre- Resulta claro, entonces, que Fontenelle y los modernos no se confor-
cimiento: era lento y gradual, marcado por etapas o fases más que por maron con afirmar que los europeos occidentales habían aprendido algo
sucesos. Los sucesos no son sino manifestaciones del proceso de creci- de la literatura de Grecia y Roma antiguas, y le habían hecho sus pro-
miento. El cambio se concibe como un desarrollo en el preciso sentido pios aportes, de manera que en el siglo XVII los franceses e ingleses, por
I de desenvolverse o llegar a s~r lo que está en potencia en la cosa qUE'
cambia. El cambio es inmanente. Como lo expresó Leibniz con mucha
ejemplo, estaban mejor informados que Aristóteles en su época: en el
curso de su alegato habían elaborado una teoría sobre el progreso huma-
I propiedad: « ••• cada criatura está preñada de su estado futuro, y sigue
naturalmente cierto curso si nada se lo impide. 20 • El cambio es consíde-
no, según es evidenciado por el desarrollo del espíritu; esta teoría afir-
maba que para cualquier relación temporal entre dos ramas de la raza

I rada también como «natural. en el sentido de que es previsible, es nor-


mal, es característico de las cosas; es, en la acepción aristotélica de la
palabra, necesario. Por consiguiente, los modernos no se sentían obliga-
!
humana', la posterior en el tiempo' forzosamente había avanzado en su
desarrollo espiritual más que la anterior. Y como un apéndice a esta teo-
ría, se enunciaba que si ese avance no se había producido o era menor,
dos a dar razón del cambio que describían; al contrario, les preocupaba o había existido una real retrogradación, ello se debía al imperio de cir-
explicar el estancamiento o la regresión, o cualquier desviación que ellos cunstancias especiales, que obstaculizaron o impidieron el proceso. Pero
vieran respecto del crecimiento del espíritu humano. Y había desviacio- más allá de un intento ocasional, asistemático, de asociar esas desventu-
nes que explicar, ciertamente. El horroroso espectáculo de la decadencia ras a las pasiones humanas o a otras fuerzas antirracionales, no había,
medieval después de la grandeza grecorromana desafiaba toda argumen- como en Aristóteles, ninguna teoría de los estorbos, porque estos perte-
tación en favor del progreso. Y en la Querella misma tenía este sus ene. necían al reino del azar y caían fuera de la jurísdíccíón de la ciencia.
migas: los defensores de los antiguos, contumaces adherentes a .una fase
intelectual infantil y caduca. ¿Cómo explicar tales fenómenos si lo que
operaba era un principio inmanente de progreso, si Dios había impreso
en la naturaleza leyes que actuaban de manera constante y uniforme IV
para realizar el pleno potencial del' espíritu humano?
Fontenelle planteó esta cuestión en su forma más amplia preguntán- La idea de progreso formulada durante la Querella era una concep-
dose qué explicación tenían las diferentes condiciones de la vida huma- ción del modo en que había crecido el conocimiento, pero no del avance
na. Si los poderes de la naturaleza son constantes, los diferentes ejemplos de la sociedad. Los modernos procuraban una reforma del saber y de
de una cosa por ella producida deberían ser iguales en toda época y lu- los métodos de indagación, no una reforma de la sociedad. Pero muy
gar. Pero los pueblos no eran iguales en distintas épocas y lugares. Aun pronto se esbozaron especulaciones sobre las consecuencias que el desa-
si concebimos al espíritu humano como algo que deviene en el tiempo, rrollo del espíritu humano traería a la vida social y cultural. Ya Francis
y que,por tanto previsiblemente presentará diversas formas en diferentes Bacon había apuntado que el saber era útil en esta vida, y que conocien-
momentos, no se puede esquivar esta pregunta: ¿por qué no presentan do a, la naturaleza podríamos imitarla y gobernarla en nuestro beneficio.
igual aspecto todos los pueblos en un momento dado? Si las diferencias Este punto de vísta fue explotado a comienzos del siglo XVIII por pensa-
se definen como diferencias de grados de desarrollo de una misma poten. dores como el abate de 'Saint-Pierre, 'quien afirmó que siendo la razón
cíalídad, lo que requiere explicación es la variación del ritmo de cambio humana capaz de rehacer el conocimiento, lo era también de rehacer
(desarrollo del espíritu humano) de una época a otra y de un lugar a las condiciones de I~ vida. Era lo que en efecto había sucedido en la
otro. Las respuestas tentativas de Fontenelle tienen un caráct~r ad hoc secuencia de las Edades de Hierro, de Bronce y de Plata. Al comienzo,

70 71
lo's\homQreshabían~ido.ignorantes Ypobres, como en tiempos de Saint- nos' o naturales; y en exponer este curso hist6rico por medio de un
P,i~rte.J(i'e'ránilós(salvajes'de América: y Afríca: después adquirieron una ordenamiento de' tipos escogidos. Aunque algunos, como Rousseau, cues-
in's~.ituc~6n~encaz,para,la seguridad, el,gobierno, así como.el imperio del tionabanla ctvilízacíón misma; y aunque a muchos otros preocupaban
derecntú'i.'las;cogdicionesen que florecíeron -los· inventos materiales. Ahora hondamente los obstáculos y acechanzas que hablan impedido el normal
elhombre-había-entrado en una-tercera gran era, 'en la cual- el avance perfeccionamiento, la generalidad de los estudiosos europeos profesaban
dela-razón .perfeccíonarfa el arte de gobernar, aboliría las guerras y,pro- la creencia -de que Europa era el punto dé mayor avance alcanzado, y
moverfá.el-progreso material. Saint-Pierre avizoraba en el horizonte un lasotrastríbus y naciones representaban los escalones por los cuales ha-
completo .mejoramlento .de la vida .humana una vez .que los' soberanos bía ascendido el progreso.
sepersuadíeran de que debían. seguir losdíetadosde la razónítal como Una de las primeras exposiciones sístemátícas de esta orientación res-
los -exponía Saint-Pierre en sus -proyectos-) y la humanidad aprendiera pecto de las díferencias culturales fue compuesta por Turgot, en una se-
a sortearlos obstáculos que, se, oponían al progreso, como lasguerras rie de notables ensayos de 1750 y 1751, cuando era estudiante en la
y los malos ·gobernantes. En sus, escritos la «humanídad- es una entidad Sorboná 25 . Siguiendo al obispo Bossuet (que había tomado como mode-
que avanza hacia la perfección como todo organismo individual, pero lo a San Agustín), Turgot elaboró la noción de que existe una historia
que, a diferencia de estos, no muere2~. universal de: Iahumanídad, en que un despliegue gradual de potenciali-
La' referencia dé Saínt-Píerre a los salvajes' de, suépoca como repre- dades humanas recorre determinadas épocas, estadios o eras. Donde Bos-
sentativos de una condición anteríor de la especie· humana estabadestí- suet recurría a la idea de Provídencíapara dar unidad a su exposici6n,
nada a extenderse considerablemente en posteriores descripciones. del Turgot utilizaba la de progreso. No tenía duda 'de que la humanidad
progreso. Las etapas de avance que .los «modernos- documentaron y. co- en su conjunto avanzaba, de manera lenta, pero continua, hacia una ma-
nectaron entre sí mediante una teoría del cambio hablan sido, de hecho, yorperfección. En tanto que los fenómenos naturales se mueven en cí-
y
sólo dos: la de los antiguos la de los modernos. Los europeos. del. siglo clos'Hjos, la humanídadrecdrre una sucesión de estadios novedosos cada
XVlII descubrieron' muchas: etapas- mésy asignaron a ellas pueblos exó- vez, cada uno de los cuales está ligado con todos los precedentes en una
ticos, reales o imaginarios,· tomados de un mundo que estaban empezan- serie ininterrumpida de causas y efectos. También Turgot preserva la
do a conocer- gracias a sus aventuras comerciales, _misionales o unidad -del'proceso considerando a- la humanidad «una vasta totalidad.
colonizadoras. Este descubrimiento europeo del mundo .estuvo íntima- y repitiendo la 'analogía consabida entre la historia de la raza y el crecí-
mente ligado a la formaci6n deuneIdea de progreso, de.un modo-que miento del individuo.
llegó a darse casi por sobrentendido. Lo que el hombre. de Occidente La teoría 'del progreso de Turgot incluía la importante y persuasiva
enfrentaba en.esta, época era un: sorprendente, enigmático conjunto de idea dé que todas las Iristltuclones, todas las partes de la cultura; avanza-
diferencias culturales- que 'exigían 'explicación. ¿Por qué esta desconcer- ban dé consuno, La humanidad progresa como un todo orgánico: la 'relí-
tante variedad en un..-mundo cartesiano' de constancia y uniformidad? gión, lás costumbres morales, las artes, el conocimiento ylas instituciones
¿De dónde había salido el «salvaje sin Díos», en una común humanidad políticas cambian al mismo tiempo, y están de tal modo conectados que
que descendía de la semilla de"'Adán? Estos interrogantes se formulaban cuando cambia 'Uno, todos los demás lo hacen de acuerdo con el mismo
con frecuencia, y se ofrecían respuestas tentativas: Dios se complacía prtncípío. Esto hace posible, en 'la pesquísa'de Una configuraci6n de los
en la diversidad y había colmado el mundo con una profusión de todas sucesos históricos, dedicarse primordialmente a uno solo de los aspectos
las cosas y gradaciones posibles; el medio físico conformaba dé una ma- (p.iej., el desarrollo de la ciencia o las modificaciones de la producción
neradíferente a cada. pueblo 'Y sus costumbres;' diversas razas habían eccnómíca) a fin de discernir de esa· manera el hilo conductor de todo
sídc-creadas separadamente..o bien habían degenerado. hasta llegar a el"proceso.
su condicíónactualt-las ·vicisitudes·de .la .hístoríaccomo Jas.catástrofes Aunque su obra sobre historia universal fue s610 un esbozo y no se
naturales-o el contacto fortuito de pueblos. aislados, explicaban las dífe- elaboraron los detalles, Turgot buscaba la causa básica del movimiento
rentescircunstancias en que se había halladoa .díversas .porciones de o progreso en la propia naturaleza humana; y esta no s610 consistía en
lahumantdadéé. , la' raz6n sino en ·las pasiones, de modo que el triunfo de la razón y el
. Una soluci6n mucho más simple para este problema, que armoniza- consiguiente aumento del saber no siguen el simple derrotero que sug~
batanto.con.Ia imagen.cartesiana" del, mundo como-con las Escrituras, ría la argumentación de' los modernos. De hecho, el error y: el mal ha-
era:negar las diferencias, aseverando la esencial Semejanza de las. perso, bían afligido el pasado del hombre, 'Y 1'10 se debla creer que-un súbito
nas.quepueblan el planeta y atribuyendo sus diferencias aparentes.a.di- relámpago, en el presente-o en alguna época pasada, pudiera demarcar
versos.gradosde reallzacíón en un proceso uniforme de.desarrolle. Como épocas progresivas:de-lascnc)'progresivas. Para 'Iurgct, la continuidad
p:Untuªli.z6qarl;Becker~4,la tarea fueentonces detectar, entre.Ias.varíe- es él sign()'disti~~ivode' lahístoríaíelpasado fueneeesarlo para el actual
d~de.$,d~.;la~experiencia humana', la condición y el.curso.hístórico genuí- estado-de' avancev-Ha exístído un encadenamiento continuo de genera-

73
clones, y un desarrollo o educación del género humano -metáfora favo- progreso, construyó lo que él llamó «[a historia hipotética de un pueblo
rita de la Ilustración francesa y alemana-o único. escogiendo ciertos acontecimientos históricos de pueblos' diver-
o Si existe una naturaleza humana, es la misma en todas partes; y si. sos, comparándolos y combinándolos luego en un orden' progresivo.
ha experimentado un desarrollo continuo en el tiempo. se deducía, según Estos estadios así construidos nos indican lo que estaba implícito en
Turgot, que cada condición de la humanidad representa un estadio en su método: 1) bandas de cazadores y pescadores (aparición de la familia
el desarrollo universal. En el presente se observan de hecho todos los y el lenguaje); 2) época pastoril (comienzos de la propiedad privada);
matices de salvajismo y de civilización, "que son para nosotros otras tan- 3) desde el origen de la agricultura hasta la aparición de la escritura
tas imágenes de los pasos dados por la mente humana -la «historia de alfabética (surgimiento del gobierno); 4) Grecia; 5) Roma¡ 6) Alta Edad
todas las edadéslO-. Por lo tanto, las diferencias actuales entre las cultu- Media; 7) Baja Edad Media; 8) desde la invención de la imprenta hasta
ras no debían considerarse diferencias de especie, sino de grado. Era po- Descartes; 9) desde Descartes hasta la revolución de 1789 (Newton en
sible reconstruir los orígenes, las etapas iniciales y las posteriores de la la ciencia; Locke y Condillac en la teoría sobre la naturaleza humana;
historia humana por medio de un ordenamiento conceptual de esas dife- Turgot y Rousseau en la teoría social). Los tres primeros estadios fueron
rencias. Si se pregunta qué habilita a emplear la condición histórica de construidos disponiendo sociedades contemporáneas seleccionadas (de con-
un pueblo para documentar una etapa de la historia de otro, o de la dícíén ssalvaje»o -bárbara-) en un orden sugerido por ideas a priori acerca
historia universal, la respuesta es que el hombre es el hombre en todos de la naturaleza humana y el modo como esta se desarrolla. Sigue luego
los tiempos y lugares. En la formulación que dio Turgot de este princi- una historia antigua, medieval y moderna del espíritu humano, obtenida
pio básico de las teorías del desarrollo, el espíritu humano «contiene, en por desplazamiento de' un escenario a otro para formar la historia hipo-
todas partes, los gérmenes del mismo progreso». Por lo tanto, toda condi- tética de un pueblo abstracto. El único indicio de realidad en este cua-
I ción humana natural se podía referir a una única línea de progreso.
Resulta claro que si bien Turgot usó el lenguaje del siglo XVIf al refe-
dro es el inocultable empeño de Condorcet·por mostrar que toda la historia
humana fue un preludio al surgimiento del pueblo francés como produc-
)
,
rirseal progreso del espíritu humano, centró su atención en las institu- to supremo del principio progresivo hasta ese momento. Por lo demás,
ciones sociales, y son cambios institucionales los que separan los estadios el esquema es un ordenamiento arbitrario de condiciones culturales, ex-
de avance por él discernidos. La exposición clásica que hizo Condorcet puesto como la historia ficticia de un pueblo ficticio. Aunque llamar «ar-
de la teoría del progreso a fines del siglo XVIII26 también se ocupa en bltrario- a este orden no 'es del todo exacto. desde luego, pues es notorio
apariencia del desarrollo del espíritu, pero en verdad es una descripción que Condorcet aborda su tarea con una acabada concepción de- lo que
del cambio social y cultural, en este caso con atención conciente a deta- ha sido -y no pudo menos que ser- el curso de la «historia humana».
lles sustantivos y metodológicos. Condorcet especificó el contenido del El robusto optimismo de Condorce\ y su certidumbre sobre el futuro
progreso: la razón dominaría a las pasiones, la sociedad se reorganizaría se acompañaban de un claro reconocimiento de que el progreso no ha-
entonces sobre bases racionales para un crecimiento constante, y el re- bía sido, en verdad, fácil y sencillo. Lo que tenia que haber sucedido
sultado sería la igualdad -igualdad de realizaciones entre las naciones; no había sucedido de hecho, así como el reino de la necesidad postulado
igualdad de riqueza, educación y posición social entre todos los hombres- por Aristóteles en modo alguno comprendía el universo total del aconte-
y, como consecuencia de esta.Ta libertad. Confiaba Condorcet en que cer. Así, Condorcet observó que el estancamiénto,la fijeza y la estabílí-
la revolución de Francia sería el medio de promover estos fines, y no dad suelen ser estados sociales característicos, y que los pueblos se oponen
dejó lugar a dudas de que el progreso sobrevenido hasta entonces había habitualmente a modificar su manera de ser. Eh Francia la revolución
llevado al tipo de sociedad representado por la Francia de su época. había sido necesaria por el persistente aferrarse a instituciones gastadas,
En su bosquejo del derrotero seguido por ese progreso, Condorcet ex- como la monarquía y la Iglesia. Condorcet atribuía esta tendertcia con-
puso con la misma franqueza su método y la fuente de sus criterios para traria al progreso en el ser humano a factores como el hábito, la tradi-
determinarlo.- La historia, según se la narraba generalmente, era inservi- ción, una aversión natural a lo nuevo, la indolencia y la superstición.
ble para él. Su objetivo era descubrir «las diversas épocas que tuvo que Pero no se detuvo, en estas cuestiones, porque su finalidad expresa era
recorrer la especie humana», no los acontecimientos reales experimenta- esbozar el curso natural o normal del progreso; entonces, 'las fuerzas per-
dos por un pueblo determinado. A tal fin, advirtió _con mayor claridad sistentes o retrógradas podían considerarse obstáculos al progreso y tra-
que la mayoría de sus sucesores en esta tradición- que estaba .oblígado tarse como tales.
a crear conceptualmente una entidad que fuera sujeto del progreso. Pro- Al discriminar los pasos de este sostenido camino de progreso, Con-
curó una unidad preliminar con el usual artificio de trazar un paralelo dorcet fue muy conciente también de que -el proceso histórico efectivo
entre el desarrollo del espiritu de la humanidad y el del individuo, vale estuvo marcado y afectado por grandes acontecimientos, como guerras,
decir, considerando que el progreso, en uno y otro caso, obedecía a idén- migraciones y conquistas, pero llamó a esto «el azar de los-sucesos», que
ticas leyes generales. Ahora bien, al esbozar los estadios concretos del introducía confusión en su relato a partir de la cuarta época, y no tomó

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en cuenta esos sucesos en la formulación del cuadro del progreso natural. (si nada: se lo impide) en' un proceso cíclico de auge y decadencia
Estas aparentes contradicciones de Condorcet -su afirmación y ne- -donde decadencia significa agotamiento, más' que degeneración-o Her-
gaéión de la inevitabilidad del progreso, su aceptación y rechazo de su- der se muestra a veces firme en su creencia de que la humanidad triunfa-
cesos históricos para la trama del proceso progresivo- son harto comunes rá; pero no parece provechoso perseguir este problema en los oscuros
aun entre los teóricos más extremos del progreso; y ello ha apuntalado laberintos de sus escritos. Interesante es apreciar en Herder los destructi-
la opinión de que ninguno de ellos abrazó, en realidad, la idea simplista vos resultados que sobre la teoría clásica del progreso produce la adop-
del progreso que Bury, por ejemplo, discerniera. La cuestión puede. vol- ción de, una visión pluralísta de la historia. Su obra se trasforma en
verse tediosa, ,pero parecería que una vez que se abandona el concepto un desorden en. el que apenas es posible comprender alg029~
de despliegue normal de potencialidades en el hombre, la sociedad o la Kant no presenta la misma' clase de .dífícultades, pero su teoría del
cultura, con salvedades que se fundan en la observación de situaciones progreso no es la usual en el siglo XVIII. Los' atavíos exteriores están
y sucesos históricos particulares, se'hace necesario, dar razón del progre- allí, es cierto: la idea de que las leyes, naturales universales operan en
so (comoquiera que-se lo defina) por referencia a circunstancias espacio- la historia humana como en cualquier otro ámbito; la creencia en que
temporales observadas. Y fue esto lo que 'no hicieron los teóricos del el cambio es inmanente, y que en el escenario humano esto implica que
progreso, porque ese procedimíento contrariaba radicalmente su concep- la especie.en su conjunto avanza, lenta y continuadamente; hacia el ple-
ción del método científico 27. . no despliegue de sus potencialidades originales implantadas' por Dios;
Si puede decirse que Turgot y Condorcet resumen la teoría del 'pro- y aun nos ofrece una elaboración de la idea de que todo esto se produce
greso de la Ilustracíén francesa, es difícil en cambio encontrar sus equi- por la presencia, en el corazón mismo .del- sistema, de elementos antagó-
valentes en la Ilustración alemana. Más aún, hasta cuesta atribuir a los nicos. Su Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmo-
filósofos.de la historia alemanes de este período algo semejante a la idea polita contiene todo ello, más la consoladora aceptación de la creencia
de progreso, en el sentido en que aquí la estamos analizando. Hay en de que podemos avizorar confiados el día (si bien distante) en que' se
ellos, sin duda, la noción de una historia «universal» (aunque incluso esta habrá de alcanzar una mayor perfección en las artes y·las ciencias, ma-
noción parece desvanecerse por momentos en las contradictorias facetas yor felicidad, y-hasta un mejor orden moral. Ahora.bien, ni esta obra,
de la rica visión de Herder); y tal vez una afirmación, prevaleciente en ni su ensayo «Sobre el refrán: Esto-puede ser cierto en teoría, pero para
última instancia, de la posibilidad del progreso. Si atendemos sólo a Leíb- nada sirve en la práctica», exigen una lectura demasiado atenta para
niz,'se mantienen claramente los elementos de la teoría del cambio pro- advertir que el objetivo de Kant no' era contarnos qué sucedió en la histo-
gresivo del siglo XVII: el cambio es gradual, continuo, Inmanente y ria, y mucho menos decimos qué sucedería en el futuro. No era su pro-
general, y el universo en su conjunto está en permanente. mejora. Pero, pósito (como lo fue en el caso de muchosphilosophes) estudiar la historia
como 10demostró Frank E. Manuel28, los progresistas alemanes se inte- con 'el método de la ciencia natural 'y así poner de manifiesto la ley de
resaban sobre todo por el perfeccionamiento moral, y esto convirtió ·en hierro del progreso. Acaso un Kepler O. un Newton de la ,investigación
una empresa irrelevante la tosca y ligera construcción de etapas del pro- histórica vendrían luego, decía Kant, a hacer esto, pero él no pretendía
greso científico o materfal. '- «suplantar el cultivo empírico de la historia»; esta, exactamente, 'había
Así, en Ideas para una filosofta de la historia de la humanidad, de sido ·la pretensión de Condorcet, y luego sería. también la de Comte.
Herder, la entidad que se realiza a sí misma o desarr.olla enel. tiempo Kant tiene muy claro su objetivo: construir una filosofía de la histo-
es la «humanidad», noción esta muy vagamente definida, que cobraba ría que presente un cuadro de 10 que posiblemente aconteció en el pasa-
forma sólo por contraposición a una barbarie presente. En el tratamíen- do y acontecerá en el futuro, y de lo que es moralmente aceptable para
to de Herder, el tema del progreso no s6lo aparece velado con fuertes un hombre activo dotado de un innato sentido del deber. Lo que él pos-
connotaciones religiosas, sino que ni la localización ni el tempo del pro- tulaba era, declaradamente, una suposición; y no venía al caso verfficar-
ceso emergen con la simplicidad y nitidez que tienen en el esquema de la por referencia ahechos históricos concretos. Kant confiaba en obtener
Condorcet. Porqueen Herder la historia universal no implica forzosa- de esa filosofía algunos beneficios colaterales, pero carecía de la certi-
mente una unidad en .la historia. Si bien el fin es la humanidad, Herder dumbre de. un profeta y estaba muy lejos de pretender revelar leyes his-
se representa sus manifestaciones en las culturas hístórícas como algo tóricas que .los hombres pudieran aprehender y utilizar en el gobierno
tan diverso, y en verdad incomparable, que parecería quedar descartado de sus asuntos para aumentar su riqueza y su felicidad.
el expediente predilecto de los teóricos del progreso, su reconstrucción Si examinamos las teorías iluministas del progreso del, otro, lado del
de la historia universal mediante un reordenamiento de diferencias cul- Canal, de la Mancha, dejamos atrásmuchas de estas complícacíones y
turales. Obtenemos más bien ia Imagen de una vasta serie de tribqs'y entramos en un ambiente intelectual más semejante al de los philosophes
de naciones, cada una de las cuales P9S~ lo que Spengler habría de lla- -desde luego, estos habían contribuido a plasmarlo-e, en que la sociolo-
mar «alma de la cultura», y desarrolla las potencíalídades de su alma gía fundada en la idea de progreso pronto encontraría acogida mejor

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'1

que en su lugar de nacimiento, y ciertamente menos crítica que en Ale- La forma en que Adam Ferguson enfrent6 estas cuestiones, y a la
mania. Si, por ejemplo. dirigimos la mirada a la Ilustración esc~cesa y vez dio realce y sustancia al esbozo de Turgot, puede considerarse (con
a su notable esfuerzo por edificar una ciencia del hombre y la sociedad, algunas reservas) típica de la concepción del progreso, y del método de
muchas' facetas de la posición progresista resaltan más agudamente, en presentar este, en la Ilustraci6n escocesa. Ferguson fue por cierto toma-
verdad, que en las versiones francesas. A la vez, los escoceses se mostra- do como modelo por los sociólogos y antropólogos del siglo XIX en su
ron ambiguos en tantos aspectos fundamentales de la idea, que hasta estudio del cambio, y en otras muchas esferas de su interés32.
parece trasuntarse un rechazo de la orientación en su totalídad, En su Ensayosobrela historiade 10 sociedad cioa, Ferguson muestra
Así, Frederick J. Teggart encontró en David Hume lo que equivale clara' conciencia de las excepciones al progreso en la experiencia huma-
a una antítesis de la idea de progreso: una negación de que el cambio na. Hay buenos motivos para afirmar que a su juicio el progreso no era
social o cultural fuese natural, una negación de su ubicuidad en el tiem- en absoluto la regla. Dedicó una buena porción de la obra (su parte quinta)
po y el espacio, y por ende de su inmanencia. Hume postuló. en lugar a «la decadencia de las naciones»; señaló que el estancamiento era algo
de ello, una inercia o estabilidad general como característica de la con- corriente, sobre todo en la India y China, pero lo atribuyó principalmen-
dición humana, y sostuvo que esta sufría modificaciones más bien' gra- te al clima y a la -sítuacíén-, y a su juicio la causa de la decadencia
duales e infrecuentes, luego de quebrantamientos o interrupciones en el eran « .•. esas revoluciones de Estado que eliminan o sustraen los objetos
orden establecid030 • Más recientemente, Stocking ha demostrado. que las de todo estudio ingenioso o empresa liberal; que privan al ciudadano
ambigüedades presentes en los Esbozos de 10 historia del hombre, de lord de ocasiones de actuar como miembro de un público; que aplastan su
Kames, indican no s610.incongruencia sino un cuestionamiento básico espíritu. degradan sus sentimientos y descalifican su inteligencia para
del progreso inevitable y un cotejo de la historia conjetural con las histo- el cuidado de los asuntos.33, Como era típico de los escoceses, Ferguson
rias reales, que a-veces revelaban-que elsalvaje era superior, y el moder- sostenía que una preocupaci6n por el comercio y una declinación del
no, decadenteS l. espíritu nacional constituían un peligro para su propia sociedad civil,
. LOs equívocos de los escoceses pueden explicarse, al menos en parte, como lo habían sido para muchas otras.
por su enfoque típicamente inductivo y empírico del problema del pro- Pero la decadencia, -aducía Ferguson, no es inevitable, ni se produce
greso. Para un estudioso como Kames, las corrupciones y podredumbres, «a raíz de algún incurable trastorno en la naturaleza de la humanidad,
tan lamentablemente manifiestas, que eran el cortejo de la sociedad "ci- sino a raíz de sus voluntarios descuidos y corrupciones», Antes al contra-
vil», sólo con un gran forzamiento se podían relegar a la categoría de rio: la naturaleza humana, al igual que todas las -produccíones natura-
lo accidental, o a la de obstáculos al progreso. Pero-esto, tan evidente les-, es progresiva tanto en sus actividades como en sus potencialidades.
en los fil6sofos morales escoceses, no está en modo alguno ausente de -No s610 avanza el individuo de la infancia a la madurez, sino que la
los teóricos del progreso en general. Ya hemos señalado que Condorcet especie pasa de la tosquedad a la cívílízacíónsé".
reconocía la existencia de fuerzas retardatarías, y consignamos también
el interés de los alemanes por el progreso moral. Y no ignoraron los phi- «[Elser humano] quiere siempre perfeccionarse, y lleva consigo este pro-
losophes la realidad del mal y.el hecho refractario de que los pueblos pósito adondequiera que vaya, asi en las calles de la ciudad populosa
muestran poca inclinaci6n al cambio. En la mayoría de los teóricos del como en los bosques agrestes. [ ... ] Está perpetuamente ocupado en re-
progreso hay algo de Rousseau. Profundamente insatisfechos con sus pro- formas y continuamente aferrado a sus errores. [ ... ) Pero no se propone
pias sociedades, señalaron los males del pasado; aun admitiendo -que el hacer transiciones rápidas y apresuradas; sus pasos son graduales y len-
pasado era un escal6n necesario para ascender a un futuro mejor. Desde tos. [.. ,] Tal vez sea tan difícil retardar su ritmo como apresurado [... ].
que Platón se postuló como médico del cuerpo político, la analogía entre Nos confundimos respecto de la naturaleza humana si anhelamos un tér-
una sociedad y-un organismo estuvo invariablemente acompañada por mino del esfuerzo, o vislumbramos una escena de reposo.35,
la convicción de que la sociedad estaba enferma. En sus metáforas bioló-
gicas, los progresistas apelaron a la- «ínmadurea- y la «enfermedad. para Hay en operación, por tanto, para Ferguson, un principio quetíende
explicar la imperfecci6n -ya se tratase de una imperfecci6n que espera- a producir el avance; y a él, como filósofo moral, le interesaba esbozar
ba perfeccionarse, o de una enfermedad que se alzase como un obstáculo esa tendencia -la «historia natural» de la humanidad, o de la sociedad
o aberraci6n para el curso normal del progreso-o Tanto en Francia co- civil-o Son reales las terribles desviaciones respecto de la concreci6n
mo en Escocia, los hombres de la Ilustraci6n se afanaban por señalar de las potencialidades de la naturaleza humana. Pero está la historia de
las circunstancias particulares que impedían el.progreso, pero, al igual la sociedad civil, y el objetivo del filósofo es develarla. Es verdad que
que Aristóteles, carecían de una teoría de los accidentes, y propendían los hombres se ven colocados en situaciones que les impiden desarrollar
a ver en el cambio ordenado hacia la consumaci6n un principio natural lo que llevan en sí inmanente, pero <si queremos indagar la historia de
intrínseco. la sociedad civil, nuestra atención debe dirigirse primordialmente a esos

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;~frí!p.lo~llospueblosdeclima templado], y decir adiós a aquellas regio- hemos de' contemplar, como en un espejo. los rasgos de nuestros progeni-
¡,nes·~;~e;J~·;~m'leFra-.-erLlas que nuestra especie, por efecto de la situación
, i tores. [... ]Si en años más avanzados quisiéramos formarnos una justa
'~Y~e:l':cli~a.'parece--coJls~ret\ida'en ~~s,as:ftiracionesnacionales. o inferior idea de nuestro progreso desde la cuna. tendríamos que acudir al cuarto
'é:n:{',;eu~nto'_,a_t~s:' potencías ,del espíritu- 6. " . de los niños; y por el ejemplo de quienes están aún en el periodo de la
"""~€óllió ha.de.ccnstruírse.la. historia? Sobre esta cuestión de método, vida qué pretendemos descríbírvextraeremos una representación de nues-
;'F~r~üs?:r1':se;mostróexplícitoen-un grado inigualado por· sus antecesores tras modalidades del pasado, que no pueden rememorarse de ningún otro
'Y:lsttc:esores." S~ 'punto departída fue un -fifme rechazo de .los objetivos modo1l 39.
y.prócedimíentos de los historiadores tradicionales. Los historiadores grie-
gb's'y:romap:os· «comprendíeronla naturaleza humana» y fueron capaces . Además de César y Tácito, Ferguson consultó también la Historia
de'itta.er:·a ·la luz sus características. En cambio, según Ferguson los .prf- del Canadá de Charlevoix, las Costumbres de los salvaies de Lafítau,
meroshistoriadores europeos no, continuaron su obra debidamente; en la Historia de los árabes incivilizados [wild] de D'Arvieux y la Historia
efecto.testorbados porIa tradicíón monacal, reunieron sucesos enselec- de los tártaros de Abulgaze Bahadur Chino
cíénarbítrarta, confundieron historia genuina con narración y,preocu- Por esta vía reconstruyó Ferguson las etapas salvajes y bárbaras que
;;
pedos por .105aconteoimlentos-y la sucesión de los monarcas», perdieron llevaron a la formación de la sociedad civil. Esta última estaba represen-
de-vista «el espíritu activo de la: humanidad.. y aquellas «caracterfstícas tada en lo esencial por la sociedad europea qu~ le era conocida por la
.del.enteridímíento y" delcorazón- que son las únicas que vuelven intere- historia y por la observación reciente. No la consideró perfecta, sino su-
sante y provechosa Ia historía.Por consiguiente, en lo tocante ala primi- jeta a toda suerte de acontecimientos fortuitos, pero era para él el pro-
tiva historia del hombre sólodebia consultarse a César y a Tácito, y ducto de un proceso de cambio progresivo, un desarrollo respecto de lo
en.cuantoa la;sociedad"contem.p0ránea, se debía investigar con unestu- que existió en el pasado y, fundamentalmente. una expresión de la natu-
dio: histórico:más··.esclarecido~ . raleza humana en su manifestación última. Pero no se trataba meramen-
El historiador debe analizar; pues-la naturaleza humana para dis- te 'de la sociedad europea; era 'Ia sociedad civil, una sítuacíón a la que
cernir el derrotero que sfgutóla. sociedad civil en su devenir. Ferguson todo pueblo llegaría por el mismo proceso si no surgían impedimentos.
fue'en esta empresa.más cuidadoso que la mayoría-de sus 'coetáneos fran- La constante que hacía esto posible. si no inevitable, era la naturaleza
ceses-o brítánícos.ryel resultado fue una psicología bastante elaborada. humana. En esto Ferguson fue claro: la naturaleza humana era en todas
A Ia introspección; prefirió la 'observación aguda de sus semejantes, las partes la misma, y siempre lo había sido. Sus productos se modificaban
ensefianzas-quepodíadescubrir-en la profusión de descripciones que por por acumulación, y sus potencialidades aumentaban, pero todo esto exis-
entonces se hacían de los.pueblos·no europeos; y la. sabiduría de.los «su- tía en estado incipiente en cualquier población del gasado o del presente,
blimes e inteligentes» griegos y 'romanos. Cuestionó con energía las es- y en toda criatura recién nacida antes o ahora'[ .
peculaciones acerca de un remoto estado de naturaleza, desechó la Teniendo en cuenta la polémica de años recientes sobre si el desarro-
lrnáginarla 'reconstrucción ql!e..Housseau habla expuesto en' su Discurso llo unílíneal era corolario obligado en las teorías del progreso o de la
sobre el origen de la'des/guatdad entre los hombres, y resolvió mante- evolución de los siglos XVIII y XIX. es instructivo reparar en el modo
rrerseedentro: del alcance de nuestra observación-y de ·105 repertorios hís- en que abordó Ferguson este asunto en el contexto de su propia concep-
tóricos»~8~ ción de la historia social. La cuestiónno era si todos los pueblos habían
<. "El declarado propósito deFerguson-era.desoubrírequé podía realizar ;\ progresado en todos los tiempos; como los demás teóricos del progreso,
el espírítu del hombre.." y 'pesquisar esto' en' '«Ia' htstorfá. de 'la humaní- Ferguson sabía, desde luego, que no había sido así. Pero la uniformidad
dád~¡Jromó'-comoejemplo a Tuefdides, quien «a pesardel prejuicio que de la: naturaleza humana' determinaba que allí donde hubo progrese si-
había en su paíscontra .•el-nembre de t'bárbaro"• comprendió 'que para guiera siempre el mismo 'camino, puesto que el avance social era un 'pro-
estudiar las más antiguas costumbres de Grecia debía examinar las de ducto de la naturaleza humana en su automaníféstacíón bajo circuns-
Iásinacíonesbárbarass. Continuaba diciendo: tancias favorables. Ahora bien: ¿acaso las' naciones no tomaban elemen-
tos unas de otras o no se estimulaban mutuamente? ¿y no podría esto
«Isos-rcmanos habrían encontrado 'una Imagen desús antepasados en las explicar sus" similares caminos de desarrollo? Si así' fuera, ¿no' se com-
tep:fesenta'cionesque'noslegaroíTde los.nuestros; y-si alguna vez un clan plicaba I~.·secuencia: del' progreso en virtud de los ~?ntactos- históricos
"ÁJ~a~~, lle~aia,ser·unanación.cj.viUz;áda,'ouná t ríbu rrorteamerícana es- en que por ventura pudieron entrar las diversas sociedades? ¿No podrían
~p~'ahv~[leno. que •le., admínístran 'nuestros mercaderes ,europeos;· será habet'sllltado,etapas por este.medio, alg~ri~'ssociedades, yasí ser azaroso
. ~~¡')]t)~:'r~láfQs~de.]los tiempos: actuales y en las descripciones que ,han .he- el progreso"fr~to de suc~sos conti?gentes,: y no desenvolvimiento unifor-
:'~~9~1()s:'v'jájerds;(!ohde mejor. podrán'reQnir,esos pueblosren.épocas pos- l11e de,l~s ¡>oteÍlciá:li~ade~. de.la- ilatllraleza humana? .En este punto, Fer-
't'er1:otes};1as'!cr6nicas'd~,sus'orígenes'~ Es en' su condición 'presente donde guson encontré la manera de conciliar lo que luego se llamaría la

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-dífusíén- o «préstamo» en el crectmientode las culturas, con lo que se poner que determinados acontecimientos podían demarcar las.épocas de
llamaría «Invención independiente». La idea clave era que «si las nacio- avance que él había establecido".
nesen efecto toman elementos prestados de otras naciones vecinas, pro- Así, para que el estudio de la historia fuese positivo, tenía que ser
bablemente toman de ellas s610' lo que estaban en condiciones de inventar cultivado en abstracto. Esto significaba emplear el artificio de Condor-
por sí mismas»41. Así se salvaba' la integridad de una historia hipotética cet, la creación de una historia hipotética de un pueblo hipotético, y aun
de, un pueblo hipotético; se mantenía la imagen de un progreso social dentro de ese marco se podía circunscribir la atención a la historia inte-
lento, gradual, continuo y uniforme; seguía siendo justificada la metodo- lectual, en la medida en que el intelecto 'había sido la fuente del progreso
logía de recurrir a la historia de un pueblo para documentar la de otro; y él medio de gobernarlo. Debía evitarse toda referencia a hechos par-
y, por sobre todas las cosas, se preservaba. la unidad de la humanidad ticulares, o en el mejor de los casos utilizarla con fines de ilustración o
y del progreso. Todo esto constituyó un importante y muy influyente le- enriquecimiento. Con esta concepción de su tarea, y sobre la base de
gado para el siglo XIX. . los datos «admísíbles- desbrozados por historiadores menos idóneos, Corote
procedió de inmediato a la formulación de su ley básica de la historia:
el avance de todo conocimiento en los estadios teológico, metafísico y
positiv045 .
v ,Lo 'interesante y aleccionador de Comte es que tenía perfecta con-
ciencia de que para proceder de ese modo debían aceptarse antes ciertos
A la luz de los antecedentes esbozados, resultará evidente que la teo- presupuestos básicos, y sobre la mayoría de estos se mostró explícito en
ría positiva del progreso que Auguste Cornte convirti6 en la base de su un grado poco común. En su época se daba más o menos por sobrenten-
sociología s610 era {al menos en sus elementos esenciales) una magistral dida la división del mundo histórico entre los reinos del azar y de la
sumatoria de líneas de pensamiento que se remontaban muy atrás en necesidad; Comte no prestó al asunto la cuidadosa atención que le había
la historia de las especulaciones sobre el problema del orden y el cambio dedicado Aristóteles. Tampoco se detuvo en el hecho en sí del progreso,
en Occidente. No obstante, es muy útil examinar la versi6n de Comte, ya que «Todos los que posean cierto conocimiento de los hechos prlncí,
no s610 por su permanente influjo en la sociología y disciplinas afines, pales de la historia [... ] concordarán en esto: que la porción cultivada
sino porque si bíen Comte no cuestion6 la idea de progreso, la expuso de la raza humana, considerada en su conjunto, ha tenido un progreso
y utiliz6 de una manera tan franca, cabal y sistemática que mostr6 sus ininterrumpido en su civilización desde los más remotos períodos de la
presupuestos e implicaciones como pocos de sus sostenedores lo habían historia hasta nuestros días1l 46 . El alcance del estancamiento o la regre-
hecho antes42. sión en la historia no era motivo de perplejidadpara Comte como lo
La orientaci6n de Comte respecto de la historiografía tradicional es había sido 'para Ferguson, Kames o Hume, porque el hecho de haber
laque mejor permite comprender la sustancia de su teoría del cambio. existido progreso a pesar de las acciones humanas destinadas a evitarlo
Lo mismo que Condorcet y Ferguson, sus reconocidos mentores, Comte probaba, a juicio de Comte, que una poderosa fuerza progresiva opera-
juzgaba la labor de los historiadores corrientes como una actividad lite-- ba en la historia47 .
raria productora de cr6nicas que pintaban la experiencia humana como Pero Comte fue franco y didáctico acerca de los presupuestos del mé-
escenario de milagros y de las hazañas de los grandes hombres. Lo malo todo hist6rico-comparativo de la nueva ciencia de la sociología. Si el pro-
de esta «filosofía superficial» era que creaba la impresión de que en los greso puede ser referido a la raza humana «en su conjunto», si es posible
asuntos humanos el azar desempeñaba un papel significativo, lo que es- hipostasiar el pueblo hipotético imaginado por Condorcet, si podemos
torbaba -el descubrimiento de las leyes que regulanel desarrollo social construir una serie única, social o cultural, en la forma de una proposi-
de la raza humana», las leyes que muestran «la necesaria cadena de tras- ci6n histórica, entonces se hace forzoso suponer que todos los pueblos
formaciones sucesivas por las cuales la raza humana, desde una condi- tuvieron idéntica historia y recorrieron los mismos estadios de progreso.
ci6n apenas superior a la de una sociedad de antropoides, se ha elevado Asi lo declara Comte rotundamente: te • • • el progreso de la sociedad, puesto
gradualmente hasta el presente estadio de la civilización europea» 43. que depende de la naturaleza permanente del hombre, por fuerza, ha
Entonces, lo que planteaba Comte era una cuestión histérica, pero de ser en todas las épocas esencialmente el mismo; las diferencias consis-
él creía imposible darle respuesta por referencia a sucesos hist6ricos. Si ten simplemente en su mayor o menor rapidez». De hecho, esa «notable
bien los materiales recogidos por los historiadores eran importantes identidad» en el desarrollo de las diferentes naciones atestiguaba la fuer-
-csumfnístraban -el equivalente admisible de una recopilación prelimi- za de un principio uniforme del progreso, derivado de leyes básicas de
nar--e-, debían ser elaborados «filosóficamente». El propio Condorcet, la naturaleza humana. De ahí que las costumbres de los salvajes del siglo
quien habla visto que la civilizaci6n estaba regida por las leyes del pro- XIX fueran similares a las de la Grecia antigua, y el feudalismo de la
greso, se qued6 «dentro del círculo de los historiadores literarios» al su- Malasia contemporánea se asemejara al de los europeos del siglo XI48.

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Si la uniformidad de la evolución nos debe hacer prever que nos en- de la experiencia humana, que permitiera obtener un cuadro general de
contraremos con similitudes culturales, ¿por qué ese evidente y global lo que había sido el decurso histórico. Comte llevaba en mente ese cua-
despliegue de diferencias que presentan siempre las culturas en un mo- dro cuando abordó sus indagaciones, y su expedición por la historia inte-
mento dado? Comte vefa en el presente una panoplia absoluta de dife- lectual de Europa no hizo sino confirmarlo. Su intención de continuar
rentes culturas: « ••• en la presente condición de la taza humana, tomada con la parte histórica de su labor nunca se concretó 52 . Es casi íneludi-
en su conjunto, coexisten en distintos puntos del globo todos los grados ble concluir que Comte simplemente heredó una idea de progreso que
de civilización, desde la de los salvajes de Nueva Zelandia hasta la de incluía los criterios para el uso del método comparativo, y también la
los franceses e ingleseslt49. Su tesis era que las diferencias representaban teoría de la historia que sería confirmada por ese método. Su pretensión
grados de desarrollo a lo largo de una misma línea -así como en una de que el método histórico fundamentaba los resultados del método com-
tropilla que pasta junta se notan las diferencias entre los potríllítos, los parativo -convirtiendo la serie cultural coexistente en consecutiva- es
potrillos de un afio. los de dos años y los caballos ya maduros-o Pero un artificio intelectual. El enunciado de que «las conexiones establecidas
con esta interpretación progresiva .. y no cíclica, de la historia, Comte por la sucesión de- las épocas pueden ser verificadas por una compara-
se veía obligado a considerar accidental la coexistencia temporal de las ción de.lugares"S3 es circular. Lo Cierto es que la serie coexistente esta-
diferencias culturales. No pertenece a la naturaleza de una cultura ser ba construida con criterios proporcionados por una teoría del cambio
distinta de otra cualquiera. Las diferencias tampoco son explicables por o sucesión; no era lícito utilizar esa teoría del cambio para ratificar la
el clima, la raza, la situación política u otros factores externos. El pro- serie coexistente corno consecutiva.
i greso está determinado; no puede revertlrselo, ni es posible saltar esta-
dios. Las variaciones que apreciamos, pues, deben explicarse por «causes
El procedimiento de Comte revela bien a las claras que la. tentativa
de describlr un proceso de cambio cultural por un ordenamiento de ti-
accídentelles ou passagéres», factores estos que -insistía Comte- sólo pos culturales requiere de 'una previa teoría del cambio. La esencia de
f podían afectar la velocidad de la evolución y eran exactamente análogos la obra de teóricos del progreso como Comte no reside en la peculiar
! a las enfermedades delorganísmo individual SO• operación que consiste en cosificar íterns culturales-yen manipularlos
Il' Sólo después que hubo establecido, a su satisfacción, que el cambio
social es un producto de fuerzas interiores a la sociedad y derivadas de
conceptualmente para formar una serie ideal, sino en su aceptación acrí-
tica de una teoría del cambio que heredaron y no sometieron a examen.
!
,
la naturaleza humana; que es, por lo tanto, continuo, normal y uniforme Determinar si los «salvajes- representan una etapa temprana de.la civili-
en el tiempo y el espacio; y que las.díferenclas entre. los pueblos se tienen zación es un problema trivial si se lo compara con el de averiguar si
que explicar como diferencias en el grado de desarrollo, consecuencia el cambio social es una manifestación normal, uniforme-y continua de
de una intervención accidental ... sólo entonces pudo Comte proponer fuerzas Inherentes a una entidad social como tal.
un «método comparativos para ordenar conceptualmente un haz de dife- A lo largo del siglo XIX, se plantearon con frecuencia interrogantes
rencias culturales dentro de una serie única, que describiría el avance, sobre la mecánica y las limitaciones del método comparativo, pero fue
progreso, desarrollo o evolución de la civilización. Es importante repa- mucho más raro el cuestionamiento de los postulados evolucionistas que
rar en que, por sí mismos, los hechos empíricos de las diferencias cultu- le-servían de base. No obstante sus elaboradas clasificaciones, Herbert
rales no determinaban esa operación -c-aunque Comte no parece haberlo Spencer parece haber seguido bien de cerca las hipótesis evolucionistas
advertido-o de Comte, aunque con una sígníñcatíva diferencia. Si la idea de progre-
Pero sí advirtió que el empleo del método comparativo requería co- so de Comte había tomado un sesgo determinista, perdiendo el tono acti-
mo preámbulo algo más: debía orientarse según una concepción muy vo y revolucionario de la .vísíén de la Ilustración, al menos seguía
general de lo que había sido el curso de la historia humana. A su juicio, refiriéndose a, avances concretos del' conocimiento. y a la preponderan-
los componentes sustanciales de la idea de progreso cumplían este pro- cia cada vez mayor delaltruismo sobre el egoísmo. Para Spencer, si se
pósito. Observó que el método comparativo, por sí solo -ese método pretendía convertir en ley científica la concepción del progreso, debía
que el biólogo usaba para ordenar de acuerdo con ciertos criterios de despojársela -de su componente de «felicidad" y disociarla de, las meras
complejidad una serie estática de organismos- no podía producir más mediciones del aumento demográfico o de territorio, la acumulación del
que una serie cultural coexistente. A fin de temporalizar esta serie (hacer saber, la mayor satisfacción de las apetencias humanas o los avances
de ella una serie·consecutiva), algo debía saberse sobre lo que efectiva- moralesó".
mente había sucedido en el tiempo. Con tal propósito, sostuvo Comte, Según la discernió- Spencer, la naturaleza esencial del «progreso en
debía .utlhzarse el método histórico, y era- este método el que caracteri- sí- era el desarrollo de lo heterogéneo, desde lo homogéneo: un proceso
zaría y distinguiría a.la nueva- ciencia de la sociología S1. de diferenciación. Se topó con este principio por primera vez, no en rela-
Como ya vimos, método histórico no significaba lo mismo para Comte ción con el estudio de la historia -Spencer menospreciaba la historia
que para los historiadores tradicionales. Suponía una visión filosófica en sentido tradicional, todavía más que Comte-, sino en la obra del

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embríólogo alemán Van Baer. Con una sensibilidad para los «niveles de Pero ni Spencer ni Durlcheim llevaron este análisis hasta su conclu-
correspondencia".existentes en la naturaleza que habría complacido a sión teórica. Para Spencer, la aparición de diferencias ocasionadas por
los filósofos del siglo XVII, Spencer vio en esle proceso e[a hisloria de influencias extrínsecas no constituía, en sí misma, un problema de ínves-
todos los organismos, de cualquier clases; y la sociedad era, por supues- tígacíón. Estos hechos oscurecían, más bien; los resultados de compara-
to, un "organismo. ciones que propendían a revelar el curso «normal- de la evolución;
confundían el cuadro y hadan dificil, cuando no imposible. extraer con-
.[ ... ) esla ley del proceso orgánico es la ley de lodo progreso. Ya sea clusiones sobre casos especiales. No obstante, era posible enunciar positi-
en el desarrollo de la Tierra. en el de la vida sobre su superficie. en el vamente conclusiones generales, l estas, por fortuna -a juicio de
de· la sociedad, el gobierno, la manufactura, el comercio, el lenguaje. Spencer-«, eran las más vahosasf .
la literatura, la ciencia, el arte, en todos ellos rige esta evolución de lo Sea como fuere, no hay indicios de que Spencer intentara una deli-
simple a lo complejo, por diferenciaciones sucesivas. Desde el primer cam- neación sistemática de vías evolutivas divergentes. Al analizar el futuro
bio que podemos rastrear en el cosmos hasta los más recientes productos de las relaciones domésticas, por ejemplo, si bien tomó nota de «la super-
de la civilización, hallaremos que el progreso consiste en esencia en la vivencia de algunos tipos ínferíores-, centró deliberadamente su atención
trasformación de lo homogéneo en heterogéneo. S5 . en «los tipos que llevan hacia adelante la evolución que ahora muestran
las naciones civilizadas.60 . En sus escritos posteriores afirmó repetidas
Dada la universalidad y uniformidad del cambio en lada la nalurale- veces el influjo que el tipo racial tiene en el tipo social, pero meramente
za, incluida la sociedad, Spencer procedió sin más a la habitual observa- como expresión de duda sobre si los tipos humanos: inferiores podrán
ción de que las etapas 'del cambio en la civilización «en su conjunto» llegar alguna vez a ser civilizados. El objetivo de Spencer fue siempre
podían documentarse por referencia a los pueblos salvajes y bárbaros demarcar el camino normal de progreso social. Escribió acerca de la
existentes, a las civilizaciones desaparecidas y, por último, a la Europa -(no las) génesis de las ideas primitivas6 1. Si echó una mirada a las insti-
contemporéneaé", El movimiento es siempre de lo homogéneo a lo hete- tuciones domésticas, fue para esbozar su curso de desarrollo, y lo hizo
rogéneo; de lo simple a lo complejo; y de la forma y función Indíferen- yuxtaponiendo las costumbres .matrímcníales y sexuales de los bosqui-
ciadas a las diferenciadas. manos,chippewas, esquimales, aleutianos, arawak, vedas de Ceilán, etc.
En toda su obra sobre el cambio social o civili-zatorio, Spencer ape- Su conclusión fue que la génesis de la familia -cumple con la ley de la
nas hizo algo más que extenderse sobre los detalles de un proceso que, evolución en sus aspectos principales. 62. Al clasificar a las sociedades
en sus aspectos fundamentales, era el trazado .por los philosophes y aun en agregados simples y complejos, estaba bien claro que las «primeras..
por Aristóteles. Sólo en alguna que otra ocasión se detuvo para apuntar eran «simples. y las posteriores eran complejas. No vaciló en poblar sus
que en verdad el sistema no explicaba el cambio ni daba cuenta de las categorías con primitivos contemporáneos. primitivos según existían des-
diferencias sociales y culturales. Darwin ya había puesto en claro que pués de un primer contacto con europeos, antiguas civilizaciones extín-
si queremos contemplar la evolución orgánica en su totalidad debemos .guídas, primeras etapas históricas de las civilizaciones modernas, y
reconocer su carácter divergente y redivergente; Spencer señaló que lo civilizaciones modernas tal como hoy existen. No puede hacerse esto sin
mismo era aplicable al progreso social. Según él, esto significaba que presuponer un proceso evolutivo unilineal, por muy «general. que se lo
debíamos reconocer la existencia de «tipos., «especies. o «géneros. socia- conciba. Las generalizaciones hechas sobre la base de la clasificación
les, y que diferentes formas de "sociedad no se podían entender como di- eran enunciados sobre procesos universales de cambio:
ferentes' etapas en la evolución de una unidad. Las razones de las
diferencias aún le eran oscuras: no tenía teoría alguna sobre ellas. Apun- «Las etapas de combinación y recombinación se tienen que recorrer en
tó meramente que el ambiente variaba de lugar en lugar y afectaba la forma sucesiva. [... ] Este orden ha seguido la evolución social, y sólo
vida social, que el tamaño de una sociedad era alterado a menudo por en este orden parece posible. Sean cuales fueren las imperfecciones e in-
anexiones o pérdidas territoriales, y que las mezclas raciales producidas congruencias de la clasificación anterior, no deja en la sombra estos he-
a raíz de las conquistas modificaban el carácter promedio de las unida- chos generales: que existen sociedades con estos diferentes grados de
des de cada sociedadS7 . composición; que las de igual grado presentan similitudes generales en
Emile Durkheim concordó con Spencer en este punto, observando que su estructura; y que surgen en el orden que hemos mostrado»63.
las sociedades no difieren sólo en grado sino también en tipo o especie.
En su búsqueda de lo «normal», por tanto, juzgó que existían «normali- Para Spencer, las diferencias sociales y culturales representaban sim-
dades. distintas, no sólo para diferentes especies sino, de la misma mane- plemente diversas etapas de evolución; los datos que sus colaboradores
ra, para diferentes estadios que se presentaban en el crecimiento de una recogieron para él sólo "contribuían a «ilustrar la evolución social en sus
especie dadaS8 . . diversos aspectos.64 . Si la evolución social no ha sido unilineal, hay que

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décii<:qlie' ésos otros derroteros' no nos fueron descritos por Herbert culturales, ¿debían 'atribuirse, a-la difusión o a la .Invenctón independien-
'Speri~ér-i';' te? El intento de derivar ínstítueíones y rasgos culturales de derroteros
"T"Durkheimabordó el problema delasdiferencias culturales desde una psíquicos universales tuvo sus parndaríes.y sus críticos. Se debatieron
'pé~~Pfetiva" más 'amplia; -esta' 'consis~ía en identifi~~r unid~des. sociales los orígenes jndtvlduales o colectivos' de ítems .como. Ia poesía y la pro-
c0mp'á!fables' que pudieran ser situadas entre las sociedades htstéricas con- piedad. Los clérigos se sumaron a los esclavistas en argumentar que el
_~retas-"qúe: atraían ,la atenci6n de 'los historiadores tradicionales, y la -hu- estado salvaje era un producto de la degeneración, y los evolucionistas
Irianidádsiilgular, ideal, cuyo decurso el filósofo de la historia procuraba procuraron restaurar la íntegridad de la serie de desarrollo con el con-
e*bpia:it~~. No se puede decir que culfl,linara ·con éxito esta tarea. -ni aun cepto de «supervivencia». El paralelismo ~n el desarrollo de la cultura
q'ue la emprendiera seriamente. Su clasificación de los tipos sociale,s fue (o sea, el carácter unilineal del cambio cultural) fue atacado y defendido
itlc6nlpletá, -yjamásse la pobló con naciones reales. Ya desde su análisis con variedad de argumentos, pero sin prestar mayor atención a los docu-
de:li:pfu1étodología, es evidente queDurkheim siguió' a -Spencer en cuanto mentos históricos pertinentes. Interesaba especialmente la medida en que
a:considerar sus tipos o especies' como pasos dentro de-un proceso evolu- se pudieran utilizar los datos de la arqueología para apuntalar la ima-
tívo' de' composición; Así. sostuvo que la horda era la más simple de las gen de la serie evolutiva. Una y otra vez se planteó la vieja pregunta
sociedades humanas, da semilla de la cual se han desarrollado todas las sobre si el cambio de un único objeto social o cultural podía ser un índi-
esf'ecies"socialeslt66; Desde ese origen (Durkheim no'estab,á segiI~o de-que ce del cambio en general. Y, por supuesto. se seguían debatiendo los cri-
hubieratenido existencia: real), pasó a identificar sucesivas «sociedades terios apropiados para convertir las diferencias culturales coetáneas en
de 'segmento' único»,' «sociedades polisegmentarias simples», -socíedades una serie temporal o consecutiva.
~oli~eg1tIentarias'simplemente" compues~aslt 'Y «sociedades polísegmenta- Una importante discrepancia entre los teóricos del progreso de fines
rlas'ídoblemente compuestas». Répresentó estas etapas con ejemplos to- del siglo XIX y "comienzos del XX, que ha suscitado especial atención,
m:acibS¡: fuera -de' su ,contexto temporal, de pueblos salvajes,' bárbaros' y fue la que giró en torno de la Inevitabilidad del progreso y la necesidad
más' a~artzados. Resulta claro que Durkheim _situ6"sus tipos' sociales (sus o conveniencia de, que los seres humanos intervinieran en él. A 105 que
díferentes-socíedades) en un sárbol 'genealógicoIJ67 • También en su obra no hacían sino reiterar la doctrina del laissez-jaire del siglo XVIII se
demvestígácíón es 'evidente que su distinciónde los tipos dé solidaridad los denominaba ahora «iarwímstas sociales-U. Un elaborado alegato en
social no 'era _- una' mera" operación destinada a" poner de manifiesto la favor de la intervención activa en el, progreso fue el sociólogo norte-
variedad de la vida social; la solidatidad orgáníca sucedla en el tiempo americano Lester ,F. Ward, quien adujo que en el plano de la sociedad
a-ola' mecánica, yse desarrollaba desde ese 'estadio anterior._El 'proceso humanala evolución se volvía «téltca» y requería del designio y la elec-
por el-cual sé produce esto -una división 'cada vez-mayor del trabajo- ción concíente.. -del hombre 72 .
e~a: visto por Durkheim como «un hecho de, naturaleza muy general», Pero pordebajode estas agitaciones de superficie en el campo de
aplícableeá los organismos así como' a ,las sociedades». Las sociedades los partidarios del progreso, es evidente la firme- persistencia de la idea
s~ ajustan a 'estaley, «cediendo 'a nn:rilovimiento,nacido- antes que' ellas básica 73. Se acepta el cambio como algo natural, prevísfble, una carac-
y:qtieg~biema'de manera similar~l mundo enterolt 68; Sería díffcílha- terística de lo socíal o cultural como tal. Se lo concibe lento, gradual
n~tenla bibliografía sobre el p.!ogresolina afirmación má~ formal del y continuo, En todas las series de formas sociales o culturales, construí-
fünclonamiéntc untversal-delas leyes de la- naturaleza. De, Igual modo; das. se insiste en que el proceso se asemeja a un crecimiento. Su tempo
en su obra sobre la religión; Durkheím buscó los'elementos comunes o puede variar, pero la sucesión es fija. Y este proceso es representado co-
característicos de la vida religiosa y la génesis de las categorías funda- mo, direccional; tiende hacia un fin. Pese al reconocimiento, en la,escue-
_rii~rit_~le's:der¡:Jensam:ientoj:-ycreyóquesu búsqueda-darla frutos si-se la de.los sostenedores del progreso, de la difusión o el préstamo, se conserva
d~cUéaba'_a'-exámina~~n solé> 'puebI069~ Ia cualídad inmanente del-cambio. Las sociedades-o culturas. y sus par-
:,; E:rIilétod~'esbozado por-Auguste,Co~te para documentar el progre- tes. se entíenden.como entidades dotadas de un potencial de crecimiento.
s6'fü¡'ampliarnenteimitadoen todo el resto del siglo XIX. Antropólogos El afán de:descubrir orígenes (buena parte de la producción evolucionis-
~hltV-t~~. folklorlstas y'estudíosos de instituCiones comparadas de todo , ta nunca pasó del estadio de los orígenes) víene impuesto por, el juicio
Hpa~t~~t~e~ton:lds'orígenesy'el,desarf{)llo de la familia. el matrimonio, de que la esencia, que ha de realizarse. en el tiempo, está en la semilla.
~I: ~e~,b~h?:-la;religión.el:arte,la-magia; la.música, la-división del traba- Hay desígnacíón, hipóstasis,' de _cosas como la suciedad, la cultura, el
j~,la,_pr()pi~,~~d,el"E~tado.,la'poesía, las normas morales, la cie~da, derecho. Ia.propíedad, etc, a .las que.se.atríbuye una historia .que debe
J~~t~~n~l?g~~FY\ larsociedad-mísma 70. Estáproducción no. for~a un blo- , comprenderse.enfuncién de este proceso de desarrollo. Por último, habí-
'quj¡~hIC~¡'y'latareadehaIlatllneas de desarrollo en la-htstorla cultural tualmente (aunque no: siempre) se declara que el progreso.. desarrollo o
,'rr:~B-~~Ó~--~<r~;-senos pr~blemas~'" Una difi;cultád 'persist~nte -fue la espinosa evolución así descrito .lleva consigo unperfeccíonamíento de la condi-
-:i5tfefu~ii'¡44lfttylot'hahía abordado de 'manera expresa:' las similitudes ción humana. No obstante. ya en Spencer era importante-, según hemos

89
apuntado, disociar el progreso de toda especulación sobre la felicidad sus diferentes costumbres/". Más en lo inmediato. al par que los suceso-
o el interés; y a medida que la procura de una ciencia objetiva del hom- res de Cornte escudriñaban el mundo en busca de elementos exóticos sa-
bre se fue afianzando, la convocante visión de la sociedad buena dejó cados de contexto. para reconstruir el origen y desarrollo de abstracciones
poco a poco de formar parte de la idea moderna de progreso. culturales, otros estudiosos del derecho comparado y de las religiones
comparadas cultivaban líneas de indagación diversas. Stanley Arthur
Cook, concíente del vasto cuerpo de supuestos en que se basaban los es-
quemas evolucionistas, y de las trampas del «método comparativo», se-
VI ñaladas por Boas75 , se sintió obligado a atenerse a su rico caudal de datos
históricos sobre las religiones, que abarcaban un período de cuatro mil
El problema de las diferencias culturales, la teoría marxista del pro- años. Cuando puso a prueba las teorías vigentes sobre la evolución de
greso y el papel de Darwln en la hisioria de la idea de progreso: he ahí la religión, que dependían mucho de una doctrina de las supervivencias,
tres temas que merecen consideración especial, aunque "en estas páginas comprobó que los procesos que aquellas teorías describían tenían poca
deba ser forzosamente breve. semejanza con lo que a él le había enseñado la comparación de las histo--
rias concretas76 . Frederic William Maítland, el jurista, fue uno de los
hombres de su tiempo que mejor advirtieron que el evolucionismo des-
A cansaba en una analogiabiológica que conduela a la búsqueda de lo
«normal». Si los testimonios históricos disponibles contradecían la secuen-
Se ha dicho que los europeos, enfrentados a un mundo habítado por cia de etapas construidas en esa perspectiva, el evolucionismo -señaló,:","",
sociedades radicalmente diferentes de la suya, portadoras de culturas que explicaba la discrepancia por acción de lo «mórbido- o «anormal». Mai-
presentaban inquietantes diferencias, tuvieron esta reacción característi- tland prefirió confiar en las pruebas documentales de que disponfa, lo
ca: negar la realidad básica de esas diferencias e interpretarlas como que no-le impidió hacer comparaciones. Pero eran comparaciones de his-
etapas del desarrollo de la sociedad o cultura. torias. no de tipos; y su objetivo era arrojar luz sobre lo que había que
El axioma cartesiano sobre la operación uniforme de las leyes de la mirar en una historia particular, así como detectar ~ué podían tener en
naturaleza no sólo sugería que el cambio era lento y gradual. sino que común las diversas historias cuando se las cotejaba 7 • «Historia implica
encaminaba la "indagación a una búsqueda de 19S universales "':"'la natu- comparación». afirmó 78 .
raleza esencial de la religión, o de la música, o de la moral-o Después, En este aspecto es sumamente revelador el caso de Henry Sumner
las innegables variaciones de estas entidades eran comparadas a fin de Maine. Si bien escribió a veces utilizando amplias generalidades. y es
ordenarlas en una presunta serie temporal conducente hacia la cima re- evidente que reconstruía procesos históricos por referencia a sucesos acon-
presentada por la variedad europea. Resulta clara la iristrumentalidad tecidos en lugares y épocas muy distantes entre sí. no hay que olvidar
de esta cosmovisión para naciones interesadas en establecer su propia que siempre se ocupó de un grupo de pueblos cuyas historias estaban
superioridad y justificar el usufructo que hacían del resto del mundo. efectivamente entrelazadas y. como grupo. eran distintas de las historias
Pero si consideramos la idea como instrumento analítico, notaremos que de otros pueblos. Para Maine, una serie de tipos institucionales extraídos
hace de la comparación un procedímíento para homogeneizar el mun- del repertorio total de la historia y la etnografía era un-interesante ejer-
do. La explicación de las diferencias se vuelve imposible. y debe tratárse- cicio intelectual. pero sus resultados no debían confundirse nunca con
las como productos incidentales de condiciones y sucesos especiales, la historia real, y hasta dudaba de su utilidad. Maine, como después Max
fortuitos o accidentales. Queda excluido que las diferencias culturales pue- Weber, entendía que la comparación llevaba el propósito primordial de
dan ser formas de vida alternativas. derivadas de una experiencia histó- iluminar una situación o individuo histórico particular llamando la aten-
rica distinta; y aun el"intento de ver así las cosas se juzga una capitulación ción sobre las diferencias que mostraba, de un conjunto de casos compa-
ante el empirismo histórico y un abandono de la empresa que es propia rables. Al mismo tiempo (para Maine) era posible poner de manifiesto
de la ciencia social. las similitudes que hacían posible la comparación misma 79.
Esta función de la idea de progreso se pone de relieve si recordamos Estos estudiosos se distinguen de los teóricos del progreso por su re-
que la versión comteana del método comparativo es muy diversa de otros chazo de .la creencia de que el cambio es natural y ubicuo, uniforme
usos de la comparación. Tucídídes, que comparó a los bárbaros con" los e inmanente, y de que a los procesos históricos debe perseguírselos en
atenienses a fin de documentar los primeros estadios. de una historia ate- el curso de vida de universales sociales o culturales.
niense que él presumía el modelo del «crecimiento nacional», presenta
un- agudo contraste con Herodoto y su paciente y laborioso examen de
los sucesos concretos de la historia de los pueblos, tendiente a explicar

90 91
B pretéritas de sociedad», más o menos como «la anatomía del hombre es
una clave para comprender la anatomía del mono». Para Marx, enton-
1 Es diffcil situar laobra de Karl Marx dentro de la historia de la idea ces, como antes para Comte, esto suponía que ciñéndose ~ estudiar el
de progreso. Marx nos dio una visión -si no una profecía-e- de una so- país «más desarrollado», aquel en que -las «leyes naturales» de la produc-
cíedad mejor, aunque no la detallara: por esa razón es fácil ver en el ción capitalista habían operado de manera típica, normal y libre de per-
marxismo, como hizo GinsbergB°, una moderna encarnación de la creen- turbaciones (esto es, si sólo prestaba atención a Inglaterra) descubriría
cia en el progreso. La cuestión valorativa está presente, yel llamarlo a «tendencias que llevan con férrea necesidad a resultados Inevitables», y
la acción -es tan claro como en Lester Ward. Aunque hay indicios de mostraría a los países «menos desarrollados- su futuro, en el espejo del
que Marx habría rechazado una noción tan blanda y burguesa, su inte- «más desarrollado-O.
rés y su esperanza por lo que expresamente consideraba un probable me- Todo esto es sólida' doctrina evolucionista. Cabe imaginar el. gesto
joramiento de la situación humana lo sitúan al menos en un 'grupo de de aprobación de Turgot, Condorcet y Ferguson.
definición-lata, de los que creen en: el progreso como perfeccionamiento. Sin embargo, como Bober y otros han señ.alado, esto bien podría ser
La inclusión de Marx en la vertiente evolucionista es otro asunto si retórico, y por cierto Marx tuvo ocasión, después, de introducir restric-
se trata de la idea de progreso como la discutimos aquí: el complejo de ciones. Advirtió que no se debía generalizar su descripción del surgimiento
concepciones sobre la índole del cambio y su curso; Pero-no es Importan- del capitalismo en Europa occidental convirtiéndola en «una teoría
te encontrar un casillero para Marx, Su ambigüedad sobre este punto histórico-filosófica del· camino general impuesto por el destino a todos
se puede examinar mejor en un intento de definir los rasgos distintivos los pueblos, con independencia de sus circunstancias hístóncas-, y decla-
de la Idea de progreso y sus consecuencias para el estudio histórico. ró que, Rusia, por ejemplo, acaso quedaría excluida de un cuadro que
A pesar: de su asombrosa originalidad, Marx no fue ajeno, desde lue- él sólo había pretendido trazar, en un amplio bosquejo, para Inglaterra
go. al clima intelectual de su época. La idea de progreso estaba tan di- y Europa occídentals", Si el primer volumen de El capital y los estudios
fundida que sorprendería no encontrar en· sus escritos huellas de más circunscritos de Marx sobre otros países europeos se entienden en
evolucionismo. Y no es difícil hallarlas. este sentido, su objetivo histórico puede asemejarse más al de Henry Sum-
En primer lugar, Marx y Engels estaban evidentemente interesados ner Maine, que se proponía buscar similitudes y diferencias en un con-
en la descripción de etapas históricas. En La ideología alemana discer- junto de historias entrelazadas. Esta interpretación exige, por supuesto,
nieron estadios en el desarrollo de las formas de propiedad: tribal, anti- circunscribir de manera inusual la teoría de la historia de Marx, abstenién-
gua, feudal y capitalista. En su Critica de la economía política, Marx ! dose de los retorcidos esfuerzos por aplicarla a situaciones que no previó
delineó los modos de producción asiático, antiguo, feudal y moderno; o que le fueron desconocidas. Las consecuencias teóricas y. -como el
trató este mismo tema con más detalle en FormaCiones económicas pre- propio Marx habría dicho- prácticas de esta limitación son considerables.
capitalistas. De 'estos análisis no resulta claro en absoluto cuál es el uni-

I
verso del discurso .,-a qué entidad se refieren estas etapas-, pero hay
fuertes' indicios de que la propiedad y' la producción 'eran consideradas
categorías -universales que tenían -una historia, la cual podía ser cons- e
truida ordenando formas escogidas de diversas épocas y lugares. Esta
aparente inclinación por 'líneas evolucionistas de reconstrucción históri- ) La confusión de la idea de progreso, desarrollo o evolución social
ca' se ve reforzada por el entusiasmo con que Marx y Engels acogieron con la teoría de la evolución orgánica ha producido gran perplejidad
la obra clásica evolucíonísta de Lewis -Henry Margan, La sociedad prt~ en la historia de la teoría social, con consecuencias nunca más manifies-
mitioa, la que en esencia fue reproducida por Engels en su Origen de tas que hoy.
la familia, la propiedad privada y el Estado S l • Apuntar que Marx no ¡ Los testimonios históricos aquí examinados demuestran que la con-
creía que toda soctedad pasase forzosamente por cada uno de los esta- cepción de un proceso largo y gradual de cambio social y cultural, en-
dios de desarrollo específicos no es otra cosa, por supuesto, que identifi- tendido como diferenciación, un movimiento que recorre etapas definidas
car una posición evolucionista corriente. desde lo simple hasta lo complejo, ha marcado íntegramente el pensa-
En segundo lugar, Marx empleó en ocasiones el lenguaje tradicional miento social de Occidente y presidió el gran programa del siglo XVIII,
de los progresistas para describir los procesos históricos. La sociedad era de establecer una ciencia del hombre y de .la sociedad. Afirmar que fue
tratada como un todo: «La historia de todas las sociedades hasta ahora Charles Darwín, con su concepto de selección natural, el responsable
existentes es la historia de la lucha de clases,.82. Repetidas veces descri- de la perspectiva histórica en las disciplinas humanísticas de la segunda
be la sociedad burguesa como sólo «la forma más desarrollada y diferen- mitad del siglo XIX, es ignorar la prolongada tradición del pensamiento
ciada», de modo tal que puede servir como clave para «todas las formas evolucíonísta en la teoría social, que precedió a la adopción en biología

92 93

;1
de ese punto de vista. Debe recordarse que evolucionistas en el campo Si se recuerdan los procedimientos concretos empleados por estos úl-
de la cultura, como Tylor y McLennan, aunque tenían cabal conocimiento timos. se hará evidente que discurrían sobre un proceso que estimaban
de la obra de Darwin, señalaron empero que ellos se dedicaban a un estrictamente análogo al crecimiento del organismo individual, no a la
tipo de estudios diferentes y, además, que la tradición dentro de la cual historia de tipos o poblaciones de organismos. En lo sustancial, el hilo-
trabajaban tenia una historia independiente de la línea de pensamiento zoísmo simple de los griegos permaneci6 intacto en las formas más ela-
que culminó en el darwinismo. Auguste Comte insistió en el carácter boradas que adoptó en los siglos XVIII y XIX la analogía entre el
fijo de las especies, pero a _su juicio las formas sociales eran el producto crecimiento de un individuo humano y el progreso o desarrollo de la
de un fluir continuo. Herbert Spencer, dos años antes de la publicación raza humana. Las formas más burdas de esa analogía apenas conocieron
de El origen de las especies, tenía serias dudas de que se hubiera produ- un grado de mayor elaboración en la refinada hipótesis según la cual
cido en el trascurso del tiempo un pasaje de plantas y animales más sim- -la ontogénesis recapitula la filogénesis•. Cuando después de Darwin se
ples y homogéneos, a organismos complejos y heterogéneos. Pero tenia procuró injertar ideas tomadas de la evolución orgánica en las ideas exís-
la certeza de que la sociedad había evolucionado de esa manera. En este tentes sobre la evolución social o cultural, los resultados fueron a veces
punto, la visi6n de Arist6teles era en esencia similar. Si reparamos sola- lo que los biólogos denominan «sistemas de autogénesíss, de -ortogéne-
mente en estos aspectos de la obra de Darwin: utilizar un abordaje tem- sís-, o, tal vez con más propiedad. de -preíormísmo-s". De hecho, esto
poral o histórico de los datos disponibles; entender que el cambio es en nada modificó la idea tradicional de progreso social. Pero probable-
inherente a la naturaleza de las cosas y que es lento. gradual y continuo mente sea correcto decir que la reacción de los evolucionistas sociales
-exento de saltos y de la intervención divina-, parece indiscutible que frente a Darwin (luego de la temprana y sincera desautorizaci6n) se man-
en este sentido Darwin tom6 de los humanistas que lo precedieron más tuvo con más frecuencia en el plano del uso -o abuso- superficial de
de cuanto dej6 a sus sucesores. Y no hace falta un examen muy detenido la terminología. Así, la variación se interpretó como invención; la selec-
de El origen del hombre para comprobar cuánto se basó Darwin en los ción (palabra demasiado cargada de connotaciones. que Darwin hubo
antropólogos de su época85 . de lamentar) se tomó literalmente. como unas genuinas elecciones; la lu-
Sin embargo, no es la prioridad lo que importa; lo que sí interesa cha por la supervivencia se mezcló sin dificultad en los viejos moldes
son los desafortunados malentendidos en que se incurre acerca de Dar- de la filosofía del laissez-jaire, y la adaptación se predicó con arreglo
win y- de los evolucionistas sociales a consecuencia de los intentos de a lo que comúnmente se entendía ~r los requisitos que debe satisfacer
conjugar uno y otros, y los resultados confusos y abortivos a que se suele la sociedad progresista o moderna 88 .
llegar cuando se quiere hacer de esa uni6n la base de la biosociología No hay duda de que el inmenso éxito de Darwin dio crédito al evolu-
o sociobiología. Como hemos visto, la idea de progreso, y su moderna cionismo social y alentó sus empeños; pero en verdad este apoyo se situa-
expresión en el evolucionismo social, requiere para concretarse que se ba en el plano superficial del lenguaje -donde resultaba engañoso- o
defina conceptualmente cuál es la entidad que progresa o evoluciona. en el plano muy general de suscribir un abordaje díacróníco de la natu-
A despecho de las tesis de Spencer y de Durkheim sobre la divergencia raleza -donde era superfluo-o Sencillamente, el evolucionismo orgáni-
y la redivergencia, una concepéíén así es incompatible con la fórmula co darwiniano trataba de un problema muy diferente en una forma
progresista: debe preservarse una «totalidad. 86 , y ella falta por comple- radicalmente distinta; quedaba de antemano excluida toda comunica-
to en el cuadro darwiniano. Dejando de lado ocasionales retóricas, a Dar- ci6n entre los evolucionistas orgánicos y los sociales.
win no le -interesaba la evolución de la vida, ni de lo orgánico, ni aun .1 Esto no significa, desde luego, que las indagaciones biológicas y so-
de una cosa llamada «especie•. Observé que entre individuos de una po- ciológicas deban transitar por camines-separados en el estudio del cam-
blaci6n de una cierta clase de organismo existían variaciones; que en bio social o en otros estudios sobre poblaciones humanas. La conducta
condiciones en que la supervivencia era difícil, los individuos con ciertas social. su evolución y la interrelación entre cambios orgánicos y cultura-
variaciones dejaban más descendencia; y que si esas variaciones eran les son temas que recientemente han atraído la atención tanto de los bió-
hereditarias, sobrevenía un cambio de carácter en la poblaci6n. Desde logos corno de los sociólogos, con interesantes resultados. Pero esta es
luego. la teoría de la evolución no podía predecir los resultados concre- otra cuestión, y no se sitúa en el plano de la analogía.
tos de estos sucesos en largos períodos, y cualquier tentativa de compo-
ner ese cuadro ordenando las formas vivas y fósiles según los datos de
la estratigrafía tropezaba con las enormes complicaciones introducidas
por los fenómenos de la divergencia y redivergencia. No obstante, ni pa- VII
ra-Darwín ni para sus sucesores tenía mucho interés ese ordenamiento;
averiguarlo no constituía el problema central para él, como en cambio Aunque la idea de progreso o evolución fue en el siglo XIX una pers-
lo fue para los evolucionistas sociales. pectiva rectora en la sociología y en la ciencia social en general, he seña-

94 95
lado ya que tuvo sus impugnadores. Explicar las diferencias culturales
fue siempre un difícil problema para los evolucionistas. Cuando en la
1
"
función. Así también, entre los funcionalistas modernos, Malinowski sos-
tuvo que antes de comprender cómo devinieron los fenómenos culturales
primera mitad del siglo se ofrecieron explicaciones de tipo racial, estu- ·debemos conocer la «naturaleza" de la cultura. Para Radcliffe-Brown era
diosos como Maine y Theodor Waitz 89 , obligados por las circunstancias claro que «no podemos embarcarnos en un estudio fructífero del modo
a abordar directamente la cuestión, no las encontraron suficientes. Aque- en que cambia la cultura si antes no hemos adelantado siquiera algo
llas propuestas soluciones, formuladas por referencia a ciertos aconteci- en determinar qué es realmente la cultura y cómo opera•. O, como lo
mientos de la historia de los pueblos, no alcanzaron la claridad teórica formuló después Talcott Parsons, para la construcción de una sólida teo-
de la doctrina evolucionista, y no tuvieron mucho eco. ría del cambio social «es preciso saber qué es lo que cambia.94 •
Desde otros ámbitos9o, principalmente de las filas de la antropolo- Si algún conflicto hubiera entre el evolucionismo yel funcionalismo,
gía, se pusieron en tela de juicio algunas de las premisas del uso del mé- parecería consistir en la imputaci6n que en años recientes hicieron los
todo comparativo. Se señalaron -como ya lo había hecho antes Comte- Funcíonalístas-evoluclonístas a los anteriores evolucionistas-funcionalistas
las dificultades asociadas a la conversión de series coexistentes de ele- en el sentido de no haber realizado con suficiente cuidado la parte
mentos culturales en series consecutivas, en ausencia de datos hístórícos. «funcional» de su trabajo. La inferencia parece ser que, corregida esta
Se reunieron pruebas que cuestionaban la uniformidad de los procesos deficiencia, podemos volver sobre el difícil problema de la evolución so-
sociales y culturales en el tiempo y en el espacio. Crecía la autoconcien- cial. Se diría que, con arreglo a ello, esa vuelta se está produciendo en
cia del carácter etnocéntrico del esquema del desarrollo trazado por nuestros días.
Europa. La reacción, encabezada por Boas, fue un retomo al dífusíonís- El «renacimiento" del evolucionismo está signado por una adhesión
mo, en un intento por dar razón de las similitudes culturales o por re- bastante estrecha al esquema decimonónico; En muchos casos notorios,
construir la historia mediante similitudes atribuibles al contacto y al no hubo pretensión de reactualizar nada, ni de depurar, sino simplemente
préstamo. Aquí los resultados obtenidos para la reconstruccíón histórica
fueron endebles, y si bien en sí mismo el estudio de la difusión pareció
ser un sucedáneo del estudio de la invenci6n independiente, no ofreció
J
"
de continuar fielmente una honrosa tradición. V. Cordón Childe, Robert
MacIver y Leslie A. White y su escuela siguieron deliberadamente los
pasos de Herbert Spencer o de Lewis Henry Margan, negando que su
una teoría del cambio que fuera incompatible con el evolueíonísmovt. planteo evolucionista tuviera el carácter de una «neo»-teoría9 5 .
A consecuencia de esta clase de críticas, el evolucionismo del siglo Cuando la restauración del evolucionismo parte de una posición
XIX, en su forma clásica, conoció serias dificultades para la década de estructuralista-funcionalista, hay una marcada reiteración de los postu-
1890, y para la de 1930 tenia pronunciada su sentencia de muerte. (La lados centrales de las teorías clásicas del desarrollof", Se reafirman el
creencia en el progreso como mejoramiento había sufrido un destino se- carácter normal y la ubic~.1Ídad del cambio en un contexto de negaci6n
mejante, pero por otras circunstancias.) No fue que lo desalojara del cam- de que el funcionalismo hubiera impedido el estudio de aquel. La fuente
po otra teoría del cambio social y cultural; más exacto es decir que la endógena o inmanente del cambio social es presentada como un princi-
aparente bancarrota del evolucionismo desalentó la construcción de esas pio descubierto en la labor preparatoria del análisis estructural-funcional.
teorías grandiosas, y que los empeños teóricos ulteriores se centraron en Se sigue sosteniendo que los procesos fundamentales son la diferencia-
tomo de un tema conexo de la tradición del pensamiento social occiden- ción según forma y función y el movimiento de lo simple a lo complejo.
tal: el funcíonalísmo'i-. . El carácter gradual y la continuidad del cambio son principios admití-
Aunque en el siglo XX experimenté un considerable refinamiento, el dos, y se los pone de manifiesto en las series sociales y culturales cons-
funcionalismo no es un producto de reciente data93 . Sobre todo, es un truidas. El proceso evolutivo descrito es el que generó la sociedad y cultura
error concebirlo como reacci6n contraria al progresismo o al evolucio- europeas de Occidente o «modernas». A otras sociedades -aunque mu-
nismo, o como el conquistador del territorio abandonado por este. Sería chas de ellas puedan coexistir en el presente- se. las designa como
difícil hallar una exposici6n clásica del evolucionismo social que no es- -premodernas-. (Las ocasionales referencias a sociedades -posmodernas-
tuviera acompañada de un vigoroso análisis funcional, llamativamente habrían intrigado a Oswald Spengler.) Se afirma que el desarrollo es un
«moderno •. Los escritos de Ferguson, Comte y Spencer se ocupaban por proceso uniforme, y que las sociedades cuya experiencia ha sido diferen-
cierto de las relaciones estructurales y funcionales entre los elementos te son «subdesarrolladas». Las características necesarias (en el sentido aris-
sociales y culturales, no menos que de sus vínculos secuenciales. La ra- totélico) o requisitos de una sociedad se ordenan en una serie que, según
zón parece clara: si el cambio es un producto de fuerzas internas de la se estima, representa el devenir social en el tiempo; así se entiende el
sociedad (o sea, si es inmanente), su secuencia y su dirección han de dis- proceso de la evolución social como un despliegue o concreción unifor-
cernirse en la naturaleza de la sociedad misma. Tal fue precisamente me de la naturaleza de la socíedadv". La analogía entre la sociedad y
la estrategia de Aristóteles cuando quiso exponer cómo había devenido un organismo se expone ahora en el intrincado lenguaje de la microbio-
el Estado en el curso del tiempo: primero debi6 descubrir cuál era su logía, y se revelan nuevos niveles de correspondencia en la naturaleza.

96 97
ttca- descripción de lo que habla sucedido en la historia humana. Y los historiadores co- tales similitudes pudieran resultar del contacto o de la difusión, pero aceptó la solución
rrientes, ocupados de las trivialidades de la -época y el lugar en que sucedté-, no podían que dio Ferguson al problema. (Cf. Coura de phl1osophle posltive, vol. IV, pág. 289).
ofrecerle lo que él buscaba. 49 -Plen of the Scientific Operatlons...-. pág. 585.
28 En lo que digo a continuación sobre la Ilustración en Alemania me he orientado 50 Coura de phílosophíe posítive, vol. IV, págs. 284-5, 309; vol. V, págs. 6-7.
por la obra del profesor Manuel, Shapes oj Phllosophlcal Historg. 51 Ibíd., vol. IV, págs. 321-4, 135-6.
29 No quiero decir que los escritos de Herder sean confusos porque su temática nos 52 Ccmte intentó presentar en su Sistema de poUffca poritív~datos htstértcos- en apo-
resulte poco familiar¡ de hecho, adoptó posiciones contradictorias (o al menos inconcilia- yo de las amplias generalizaciones que anteriormente habla ofrecido en su C!,rBO de ft.lo8o.
¡j bles) a medida que trataba su problema. Hay selecciones reveladoras de Herder en Teg- fía positiva; pero finalmente resolvió que este último ~escal}Sara en su propia -autorídad-
!
~
gart, The Idea oj Progresa, págs. 308-20.
30 Teggart, Theory and Prooeesee 01 Historg, págs. 180-3. Teggart atribuye una posi-
ción semejante a Turgot (págs. 183-5).
y que .Ia verificación quedará librada [... ) al pábhco- (System oj Posítive Pollty, vol.
IlI. pág. xi),
~ -Plen of the Scientific Operations ... l>, pág. 585.
,"¡ 31 Ceorge W. Stocking ••Scotland as the Model of Mankind: Lord Kames'Philosophi- 54 Herbert Spencer, -Prcgress, Its Law and Causes, en sus Es8aya: Scfentijic, Polítlcal
;1 cal View of Civilization_, en Timothy Thoresen, ed., Toward a Science 01 Mem, La Haya: and Speculative, Nueva York: D. Appleton and Co., 1899~1904, vol. 1, págs. 8-9.
,1
Mouton, 1975, págs. 65-89. 55 Ibíd., pág. 10. Se advertirá que en un mismo párrafo Spencer usa con toda so!tu~a
i eprogrescs•• desarrollo- y eevolucíén» para designar idéntico proceso. En cuanto a su msrs-
32 Acerca de esta búsqueda de una ciencia del hombre, el estudio clásico es Cladys
Bryson, Man and Society: The Scottish Inqulrg oj the Elghteenth Century, Princeton: tencta en el carácter orgánico de la sociedad y su renuencia a ver en ello una metáfora,
Princeton University Press, 1945. Sobre Ferguson en particular, véase William C. Leh- véase Spencer, The Studyoj Sociology, Nueva York: D. Appleton and Co., 1874, pág. 330.
man, Adam Ferguson and the Beglnnlngs oj Modero Soclology, Nueva York: Columbia 56 Spencer, -Progress, Ita Law and Ceuse-, págs. 19-35. De una· manera análogamen-
University Press, 1930. te abstracta se describe la causa del progreso: éste deriva de que todas las causas producen
33 Adam Ferguson, An &say on the Historg oj ClvU Soclety, Londres: impreso para más de un efecto (llnd., págs. -37-8): .
T. Cadell, 5a. ed., 1782, pág. 384. ..\ 57 Spencer, TheStudy oj Soclology, pág. 329; Principle$ oj Soclology, Nue~~ York:
34 Ibid., pág. 403. Véase en general la quinta parte, secciones I1I.v. o. Appleton and Co., 1901-7. vol. 11, págs. 242.3; vol. I1I, pág. 331. Spencer sugirió ta~­
nu..
35 págs. 11-2. bién que el retroceso posiblemente había sido tan frecuente como el progreso, pe~ Jo hízo
,. Ib/d,. pág. 219. en el contexto de averiguar si los dipos inferiores- que hoy conocemos son auténticamente
na;
31, págs. 143-4. representativos del hombre .primitivo_ (Principies of Sociology, vol. l. pág. 95).
" lbíd., págs, 3. 8-9, 58 Emite Durkherm, The Dlvislon oj Labor in Socfety, Nueva York: Free Press, 1964.
39 lbid., págs. 146-7. págs, 71, 433. 435; The Rulesoj Sociologicol Method. Olencce: Free Press, 8a. 00" 1938.
40 "Las semillas de todas las formas se alojan en la naturaleza humana, y brotan y págs, 56, 64, 77. cap, IV,
maduran con la estaciéns, Ibid., pág. 223. 59 Spencer, Principies oj Soclology, vol. 11, pág. 243.
41 Ibíd., págs. 303-6. Adviértase que seria difícil poner a prueba esta proposición. 60 Ibld., vol. 1, pág. ·764.
42 Críticas penetrantes de los esquemas progresista, desarrollista y evolucionista hicie- 61 Ibíd., vol. 1, págs. 432~4.
ron su aparición entre los estudiosos europeos luego de que Comte expusiera y aplicara la idea 62 Ibíd., vol. 1, págs. 614-22, 757. .
de progreso como una filosofía de la historia y como la base del método sociológico. Véase, 63 Ibid., vol. 1, págs. 550-6. Vale la pena señalar que cuando trató de clasificar asi-
por ejemplo, Ceorge C. Lewis, A Treasiee on the Methods oj Observation and Reasonlng mismo a las sociedades en militares o industriales, pretendió situar estos tipos en una suce-
in Pollffcs, Londres: J. W. Parker and Son, 2 vols.. 1852, y las reacciones de historiadores sión temporal y se vio seriamente dificultado por pruebas históricas. contrarias, que en
como Goldwin Smith, Leaturee on the Study oj History. Toronto: .Adam, Stevenson & este caso eran más claras que en el de las series más abstractas (lbid., vol. 1, págs. 564·74,
Co., 1873, así como Charles Kingsley, The Limíls oj Exaet Science as Applied to Historg, 579. 581. 585. 587), "
Londres: Macmillan, 1860. -- 64 Spencer, Descrlptive Soclology, divo 111, nv 1, parte I-C: ..En~h.sh., Londres: wt-
43 Auguste Comte ••Plan of the Scienññc Operations Necessary for Reorganizing So- lIiams and Norgate, 1873, págs. íli-ív¡ An Autobiography. Londres: Wdhams and Ncrgete,
cíety- y -Phllosophtcal Consrderattons on the Scíences and Sevants-, reimpresos en Syatem 1904. vol. n, pág, 261.
01Poritive PoUty, Londres: Longmans, Creen and Co., 1875-7, vol. IV, págs. 557-9, 587-8, 65 Durkheim, The Rules 01 Sociological Method. pág. 77.
599. En esos tempranos ensayos (de los afias 1822 y 1824) están sentadas gran parte de 66 Ibid., págs. 81-3.
las bases de la obra posterior de Comte. 67 lbid-, págs. 84-5. .
44 Ibid.• págs. 570-2. 68 Durkheim, The Dlvísúm oj Labor in Soclety, págs. 40-1. .
45 Comte, Coure de phUosophle positlve. París; Balhere et fils. 4 a ed.. 1877. vol. IV, 69 Véanse las agudas observaciones de Durkheim acerca de esta cuestión en The Ele-
págs. 328,458-9; vol. V, págs. 6-7 Y 12-7, 570. El esbozo esencial de la ley de las tres mentarg Forms oj Rellglous Lije, Nueva York: Free Press, 1965, págs. 462-3.
etapas se presenta en el ensayo de 1822, "Plan of the Scientific Operations..._.págs. 547.9. 10 La bibliografía es amplia y rica; ejemplos salientes son: .Edward Bumett Tylor, Prl-
.. ¡bid,. pág, 555, mltíve Culture, Londres: J. Murcay, 1871; Lewis Henry Margan, Ancient Society. Nueva
47 Ibid., pág. 556~ Este tour de force intelectual pone de relieve un determinismo his- York: Henry Holt and Co., 1877; John Ferguson McLennan, Sfudles in Andent History,
tórico en Comte, que ha sido convincentemente documentado por Gertrud Lenzer, ed., Londres: Macmillan, 1886; Charles Letoumeau, Pwperty: lis Origins and Development,
Augwte Comte and Posltiví.tm, Nueva York: Harper & Row, 1975, introducción.Gins;. Londres: W. Scott, 1892; Joho Lubbock, The Ongln 01 Civílizatíon and the Pnmitive
berg, en The Idea oj Progresa (págs. 24 y_sigs.), ve a Comte bajo otra luz, y no se muestra Condltion of Man, Londres: Longmans. Creen, '6a. ed., 1911;-A. Lane-Fox Pitt-Rivers,
tan seguro de que Marx hubiera escapado al determinismo. El mismo Comte adujo que The EvOlutíonoj Culture and Other Essaya, Oxford: Clarendon Press, 1906; .Andrew Lang,
aunque el progreso es inevitable, procede por perturbaciones más bien violentas en tomo Cwtom and Myth, Londres: Longmans, Creen. 1884; Edward Westermarck, The Historg
de una línea media, y que podía aminorárselas si se actuaba con inteligencia, conociendo 01 Human Martiage, Nueva ~ork: Allerton Book Co., 58 ed., 1922. Esta..bibliografía y
de antemano cómo era esa línea (el . ..Plan of the Scientific Operations..._. págs. 560-1). otras obras conexas han sido tratadas elaboradamente por Robert H. Lowle, The Hlstory
48 Ibid., págs. 537, 55&-7.Por supuesto, a Comte se le plante6la posibilidad de que oj Ethnologlcal Theorg, Nueva York: Farrar & Rinehart, 1937.

I 100 101

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71 er. Richard Hofstadter, Social Darwlntsm in American Thought. 1860·1915. Bos- general». de Sahlins y Servlce, se asemeja a la hipótesis de autogénesis y crtogénesrs en
ton: Beaeon Press, 1955. . bíclogfa.
72 Véase, por ejemplo, de Ward. Dynamlc Soclology, Nueva York: D. Appleton and 88 Véase, por ejemplo, Talcott Parsons y Robert F. Bales, Famfly. Socializatfon and
Co .. 18.83. Interaction Process, Clencoe: Free Press, 1955, págs. 395-9; Wilhert Moore, Social Chan-
73 La increíble influencia que ~jerci6 Herbert Spencer atestigua, evidentemente. cuánto ge, Englewood Cliffs: Preettce-Hell, 1963. Tras la publicación, en 1859, de El origen de
había prendido la idea de progreso en los sociólogos y antropólogos a fines del siglo XIX. las especies, la literatura de la antropología cultural, la sociologia evolucionista y el dar-
Su aceptación natural como orientación intelectual que se da por sentada es muy notoria, winismo social quedó marcada por la terminología de Darwin, pero no hubo un real cam-
verbigracia, en la recopilación realizada por el profesor de economía política en Harvard, bio en las ideas, y desde luego los mecanismos de ·Ia evolución darwiniana nunca fueron
Thomas Nixon Cerven Sociology and Social Progress, Boston: GiDO &: Co., 1905. AlIf se aprehendidos en los procesos sociales o culturales.
presenta ante los alumnos universitarios a Comtc y Ward, Fiske y Buckle, Spencer y Kidd 89 Theodor Waitz, lntroduction to Anthropology, J. Fredenck Collingwood, OO., Lon-
como la nómina corriente de los que abordaron -el problema .del bienestar humanos, para dres: Longman, Creen, Longman and Roberts, 1863, esp. págs. 10·6. Sobre Maine y la
complementar sus libros de texto elementales. Véase también A. J. Todd, Theoríes 01 So- cuestión racial, véase Bock, -Comparison of Hístortes-.
cial Progress, Nueva York: Macmillan, 1918. . 90 Boas, -The Llmitatlons of the Comparative Method« Alexander A. Ooldenweiser.
7+ Como ejemplo del método de Heródoto, véase The Perrian Wars, en F. Ro B. Oo- Early CivUizatíon, Nueva York: A. A. Knopf, 1922, págs. 23-7; -Four Phases of Anthropo-
dolphin, ed., The Greek HLstorlam, libro 1, págs. 131, 155·7, 171, 173; vol. lI, págs. 22, logical Tbougho, Publications oi the American Soclological Society, vol. 16, 1921, págs.
30. 49.51. 79. 91; vol. 1Il. págs. 12. 16. 20; vol. IV. págs. 46. 67. 76. 106. 180. 189; 52. 61.
vol. V, pág. 58; vol. VI, págs. 58-60. 91 Leslie A. White renunció de hecho al argumento de que el difusionismo había pro-
. 75 Frena Boas, .The Limitations of the Comparatíve Method of Anthropclcgy-, Science, vocado la muerte del evolucionismo, y fue uno de los pocos en notar en la década de 1940
vol. 4, 18 de diciembre de 1896, págs. 901--8. que la idea de evolución seguía dominando el pensamiento antropológico -incluso entre
76 Stanley Arthur Cook, The Study 01 Religlom, Londres: A. and C. Black, 1914. quienes la declararon muerta-e- cf. su -Dfffusíon vs. Evolutfcm An Anñ-Evcluttcníst Fa-
77 Véase especialmente el notable ensayo de Maitland sobre -The Body Pclñíc-, en llacy-, American Anthropologist, vol. 47, 1945, págs. 339-S6; -Hístcry, Evolutionism and
H. A. L. Fisher, ed., The Colleeted Papers 01 Frederlc WiUiam Maitland, Cambridge: Functfonallsm-, Southwestem ¡oumal oj Anthropology, vol. 1, 1945, págs. 221-48.
Harvard University Press, 1911, vol. 111. 92 La relación entre las teorías evolucionista y funcionalista del cambio fue apuntada
78 Ibíd., vol. 1, pág. 488. por Robert A. Nisbet, «Social Structure and Social Change-, Research studies 01 the State
79 Kenneth Bock, -Compartson of Histories: TIte Contrfbutton af Henry Malne-, Com- College oi Washington. vol. 20, 1952, págs. 70..6, Yanalizada con más detalle en su obra
parative Studies in Society and Hi8tory, vol. 16, marzo de 1974, págs. 232-62. Social Change and History, Nueva York: Oxford University Press, 1969. En fecha más
80 Morris Cinsberg, The Idea 01 Progresa, pág. 36. reciente, esa conexión fue cabalmente examinada, con especia! referencia a la bibliografía
81 Karl Marx y Friedrich Engels, The Cerman ldeology, Nueva York: International sobre la diferenciación, el desarrollo y la modernización, por Anthony D. Smith, The Con-
Publishers, 1947, págs. 9·16; K. Marx, A Contrlbutúm to the Critique oi Political Eco- cept oi Social Change: A Critique oi the Functionalist Theory oi Social Change, Londres:
nomy, Chicago: Charles H. Kerr, 1904, pág. 13; Pre~Capitallst Economic Formauone, Routledge & Kegan Paul, 1973. Los comentarios que aquí hago se fundan en Kenneth
Londres: Lawrence & Wishart, 1964; F. Engels, The Origln oi the FamUy, Private Pro- Bock, -Evolunon, Function and Change-, American Soclologlcal Revfew, vol. 28, 1963,
perty and the State in the Light 01 the Reaearches 01 Lewi8 Henry Margan, Nueva York: págs. 229-37.
Internationai Publishers, 1942 (en esta última obra, cf. esp. el -Prefacto a la cuarta edí- 93 Esto fue observado hace mucho por Lowie, The History oi Ethnological Theory,
cíón-, donde Engels la sitúa dentro de la tradición del desarrolJismo decimonónico). cap. XIJI. .
82 Marx, Manliesto 01 the Communlst Party, en Lewls Feuer, ed., Basic Writings on Y4 Bronlslaw Malinowski, -Cuíture-, en EncyclopaedÚl oi the Social Sciences, Nueva
Politics and PhUosophy: Karl Marx and Frledrich Engels, Carden City: Doubleday, 1959, York: Macmillan, 1935, vol. 4, pág. 624; A. R. Hadclíffe-Brown, .The Present Position
pág. 7 (las bastardillas son mias). , . of Anthropological Srudtes-, The Advancement oi Science: 1931, Londres: British Associa-
83 Marx, Critique oj Political Eeonomy, pág. 300; Capitpl, Chicago: Charles Kerr, tion for the Advancement of Science, 1931, pág. 22; Talcott Parsons. The Structure oi
1906, vol. 1, pág. 13. Social AcUon, Glencoe: Free Press, 1949, pág. 450.
84 Citado en M. M. Beber, Karl Mar.r's lnterpretation 01 History, Cambridge: Har- 95 V. Gordon Childe, History, Londres: Watts & Co., 1947; Social Evolution, Lon-
vard University Press. 2a. ed. rev.,· 1948, págs. 41-2. dres: Watts & Co., 1951; Maclver y Page, Society; White, -Dfffuston vs. Evolution_; Sah·
85 La argumentación aquf expuesta fue desarrollada por Teggart en 1925; cf. Theory lins y Service, Evolution and Culture. Robert L. Carneiro, .scale Analysis as an Instrument
and Processes oi History, págs. llO-l. Cf. también Kenneth Bock••Darwin and Social for the Study of Cultural Evolution-, Southwestern ¡oumal 01 Anthropology, vol. 18, 1962,
Theory_, Philosophy 01 Science. vol. 22, 1955, págs. 123-34. El empefio de Darwin por págs. 149-69.
situar al hombre en relación con los otros animales ya habia sido anticipado, desde luego. 96 Se hallarán ejemplos en la amplia bibliografía reseilada por Smith, The Concept
en el siglo XVIII. Respecto del interés por este tema de James Burnett (lord Monboddo), oi Social Change. Una buena justipreciación de la influencia del evolucionismo en la lite·
cf. Bryson, Man and.8ociety, págs. 66-77. Una elaborada parodia de esa argumentación ratura sobre el desarrollo o la modernización aparece en Herbert R. Barringer, Ceorge
apareció en 1818, con la obra de Thomas Lave Peacock, Melfncourt. or Sir Oran Haut-ton. L. Blanksten y Raymond W. Mack, eds., Social Change in Developing Areas, Cambridge:
86 Serios esfuerzos por escapar a esta dificultad del concepto de evolución multilineal Schenkman, 1965, y en S. N. Eisenstadt, ed., Readings in Social Evolution and Develop-
hicieron Julian H. Steward, Theory oi Culture Change, Urbana: University of IUinoisPress, ment, Oxford: Pergamon Press, 1970. Parsons y Moore son los que más francamente enun-
19S5, asf como Marshall D. Sahlins y Elman Ro Service, eds., Eoolutíon and Culture, ciaron sus posiciones; cf. Moore, .A Reconsideration of Theories of Social Change., American
Ann Arbor: University of Michigan Press, 1960 -estos últimos con la discriminación de Sociological Review, vol. 25, 1960, págs. 810-5; Parsons, .Some Considerations on the
líneas de evolución general y de evolución especial-; No obstante, parecería,que en ambos Theory of Social <;:hange_, Rural Sociology, vol. 26, 1961, págs. 219·39; .Evolutionary
casos la tendencia es crear una categoría residual para lo diverso, pero manteniendo lo Universals in Society., American Sociological Review, vol. 29, 1964, págs. 339.57; Socie-
universal. tíes: Evolutionary and Comparative Perspectives, Englewood Cliffs: Prentice-Hall, 1971;
87 Theodosius Dobzhansky, Manldnd Evolving, New Haven: Yale University Press, Talcott Parsons y Victor Lidz, Readings on Premoclem Societies, Englewood CHUs: Prentice-
1970. págs. 10, 24-5. En este sentido, Dobzhansky sefiala que el concepto de .evolución Hall, 1972.

102 103
97 Las consecuencias de este procedimiento se ponen claramente de relieve en Leslie
A. Sklair, The Soclology 01 Progress. (Londres: Routledge & Kegan Paul, 1970), obra que
3. Conservadorismo
constituye un interesantísimo intento de injertar la idea de progreso en el funcionalismo
prosiguiendo así el afán de Hobhouse y Cinsberg de establecer una ética racional sin I~ Robert Nlsbet
carga opresiva del uniformismo.

1
En su obra El dilema americano, Gunnar Myrdal expone correcta-
mente cuál fue la principal contribución del conservadorismo a la socio-
logía a comienzos del siglo XIX. «El ala conservadora -escribe- sacó
partido de su "realismo", En su labor práctica se abstuvo de especular
sobre un "orden natural" distinto del existente; estudió la sociedad tal
como era y de hecho llegó a sentar las bases de la moderna ciencia
social-l.
Los conservadores (a quienes identificaré en el presente capítulo) no
fueron en absoluto desapasionados en su abordaje de los problemas,
y mucho menos de los científicos. En todos ellos había un fuerte elemen-
to polémico. Escribieron a sabiendas en apoyo de un tipo de orden social
que, a juicio de otros contemporáneos suyos. la historia estaba rápida-
mente dejando atrás. Eran profundamente opuestos al individualismo de
la ley natural, propio de la Ilustración y la Revolución Francesa, y tam-
bién a doctrinas corrio las de la igualdad, la libertad y la soberanía popu-
lar. Pero, como apunta Myrdal, en el proceso de impuguar toda la filosofía
del orden natural, los conservadores habrían de colocar el acento en el
orden institucional; y al defender. con fundamentos morales, una serie
de instituciones tradícíonales -la familia, la religión, la comunidad lo-
'-
cal. el gremio, la clase social-. lograron identificar tales instituciones,
o sea. traerlas al primer plano de la contemplación intelectual, donde
podían -convertirse en objeto de indagación para las concepciones ideo-
lógicas liberales y aun radicales. y también. lo que más importa aquí,
en los elementos empíricos de la sociología y las demás ciencias sociales.
No es posible comprender en términos históricos el difundido interés ma-
nifestado durante todo el siglo XIX por instituciones como el parentesco,
I la comunidad local, las asociaciones laborales. la clase social y la reli-

d gión en sus variadas formas. si no es por referencia a los escritos conser-


vadores de comienzos de ese siglo. en que se otorgó a esas instituciones
prominencia moral.
I En su clásico estudio del conservadorismo alemán, Karl Mannheim
señaló otro importante aspecto de este movimiento intelectual, tan evi-
1 dente en el conservadorismo francés, inglés. suizo y espafiol como en el
1 alemáné. Me refiero al estilo del conservadorísmo. Como apunta Mann-
heim, el conceptó de estilo es tan pertinente para la historia intelectual
como para la historia del arte. Así como distinguimos estilos en la histo-

,I 104
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