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La “movida clave” del Grupo Carso (la empresa de Slim) fue en el marco del
gobierno de Carlos Salinas de Gortari, también del PRI, que propició más que
ningún otro la reestructuración (desindustrialización, desnacionalización, etc.) de
México en virtud de las privatizaciones. En ese entonces, el empresario mexicano
incursionó en el mercado de las telecomunicaciones, impulsado por la
privatización en Teléfonos de México a precios muy bajos, creando Telmex y
multiplicando por cuatro la riqueza del ya acaudalado empresario. A partir de allí
surge Telcel, la empresa de telefonía móvil más grande de América Latina (hasta
ese momento xd) y la compañía se diversifica: brinda servicios bancarios, de
Internet, vende seguros y equipos para la industria petrolera, adquiere la cadena
de Hoteles Calinda (OSTAR Grupo Hotelero (1991), Cendumex y la mayoría de
General Tire y Grupo Aluminio (1993), Sears Roebuck (1997) y Pastelería
Francesa El Globo (1999). También incursionó de lleno en el negocio de la “libre
expresión” al comprar acciones del The New York Times. Para principios del 2016
se había convertido en el mayor accionista.
Si bien es cierto que el señor Slim ayuda a los mexicanos con sus diversas
fundaciones, eso no lo salva de ser criticado, pues mientras él es de las personas
más poderosas y ricas del mundo, en México sigue existiendo mucha pobreza.
OLEGARIO VAZQUEZ RAÑA
En 1986 Olegario Vázquez Raña adquirió el primer hospital en la capital del país y
doce años más tarde constituyó el Grupo Los Ángeles. Las dos pasiones de este
empresario gallego marcan también su biografía: el amor al pueblo de sus padres,
Avión, y el tiro deportivo, disciplina por la que representó a México en los Juegos
Olímpicos entre 1964 y 1979. Sin embargo, hace varias décadas que Olegario no
practica. Un día eligió ponerse al frente de la Federación Internacional de Tiro
Deportivo y se dio cuenta de que “no podía ser la máxima autoridad del deporte y
competir”. La decisión fue un enorme sacrificio: “He llorado muchas veces (...) el
tiro lo tenía metido en la sangre, en el cerebro, en el corazón”, dijo en entrevista a
Lara Klahr. En las mismas conversaciones, el empresario niega que en su vida se
haya dedicado al comercio de armas, de lo que se le ha acusado.
Más allá de los hoteles Camino Real, los centros educativos o los servicios
financieros, los tentáculos de Olegario Vázquez alcanzan el mercado inmobiliario.
Promotora y Desarrolladora Mexicana, también de su propiedad, edifica
actualmente el Corporativo BBVA- Bancomer en una de las principales arterias de
la capital. Asimismo, en 2014, el grupo de Vázquez Raña compró el equipo de
fútbol Gallos Blancos de Querétaro y para la temporada siguiente fichó a
Ronaldinho. Todo un golpe de efecto para un imperio que ya tiene heredero, el
director general del grupo, su hijo Olegario Vázquez Aldir.
MARIA ASUNCION ARAMBURUZABALA
Mariasun, como le dicen sus amigos, es nieta del empresario español Félix
Aramburuzabala, quien en conjunto con Pablo Díez, fundara en 1925 la
Cervecería Modelo, y tiene una fortuna personal de 5 mil 900 millones de dólares,
con lo que ocupa un lugar entre los multimillonarios del mundo, según el más
reciente listado de Forbes.
Su primer trabajo fue a los 10 años, como office boy de la empresa de su padre.
Ganaba 50 pesos al mes, de los cuales repartía 40 a su mamá, 5 pesos a sus
hermanos y él se quedaba con el resto. “Recuerdo que me alcanzaba para
muchas cosas”, dice sonriente.
Parte de esos cinco pesos los dedicó para hacer negocios, uno de ellos era juntar
coches de escala para armar que les vendía a sus amigos en la escuela.
El dueño de Chivas asegura que el fracaso es una palabra vista con oscuridad,
pero que aún en los fracasos hay oportunidades.
“Nos cuesta mucho trabajo asimilar la palabra fracaso. Cada vez que se menciona
es como si temblara. Les da miedo el fracaso y el miedo al fracaso es miedo al
éxito. Tiene que cambiar la cultura y entendamos que el fracaso deviene en el
éxito”
Ramírez Miguel fundó Organización Ramírez, hoy Cinépolis, que preside su hijo
Enrique Ramírez Villalón y dirige su nieto Alejandro Ramírez Magaña. La siguiente
historia que relata el drama que vivió la familia Ramírez en la segunda mitad de
los años noventa. Es el fragmento de un extenso perfil de la familia publicado en el
libro Los amos de México (Temas de Hoy, 2016, tercera edición).
En cuatro décadas, Ramírez Miguel había construido uno de los corporativos más
poderosos del país. Un dato ilustra su campo de acción: fungía como presidente
del Consejo de Administración de al menos 25 empresas en Michoacán, Jalisco,
Tamaulipas y San Luis Potosí. Poseía el 4 por ciento del Grupo Financiero Inverlat
y era vicepresidente de Multibanco Comermex en la zona Occidente. Su familia
tenía la representación de las compañías Ford, Mercedes Benz, Zuzuki y Yamaha
en Michoacán.
El caso conmocionó a la sociedad michoacana y a buena parte del país. Sin duda,
la imputación penal de la que fueron objeto la esposa y un hijo del empresario
marcaron a la familia para siempre. Pero los Ramírez sacaron la casta. Lograron
la absolución por parte del sistema judicial y con los años se convirtieron en una
de los clanes más poderosos y altruistas del país, de tal forma que son referencia
más allá de la industria de la exhibición de películas. Ahora, no solo mantienen
una estrecha cercanía con el poder político actual, sino con un sector intelectual
ligado a la cinematografía.
En 2005, la revista Expansión ubicó a Cinépolis en la posición 184 entre las 500
empresas más importantes de México. Sus ingresos ascendían a 4 mil 751
millones de pesos anuales (más de la mitad de los de TV Azteca, por ejemplo). En
comparación, su principal competidor, Cinemex, reportaba mil 600 millones de
pesos.