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Sección 1

Soporte vital

1. Soporte vital básico en adultos y 2. Soporte vital avanzado en adultos 7


desfibrilación externa semiautomática 2 3. Soporte vital pediátrico 12
Capítulo 1

Soporte vital básico en adultos


y desfibrilación externa
semiautomática
J.M. Calderón de la Barca G ázquez, FJ. M ontero Pérez, F. Ayuso Baptista, L. Jim énez M urillo,
M. Ruiz M adruga y J. Jim énez Corona

IN TR O D U C C IÓ N • A quellas en las que la realizació n de las m aniobras


de SV colocara al reanim ador en grave riesgo de lesión
La parada cardiorrespiratoria (PCR) es la interrupción brus­ o muerte.
ca, inesperada y potencialmente reversible de la respiración • Si se trata de un paciente en estado term inal de una
y circulación espontáneas en un paciente cuya situación enfermedad incurable.
previa no hacía esperar en ese momento un desenlace mortal. • Si hay justificación escrita de su m édico o del propio
Cuando la causa desencadenante es de origen cardíaco se paciente (testam ento vital o docum ento de voluntades
denom ina m uerte súbita cardíaca (M SC). Tanto la PCR anticipadas) para no realizar SV o una orden bien docu­
com o la M SC, cuya causa más frecuente es la cardiopatía m entada de «no iniciar RCP».
isquémica, son candidatas a soporte vital (SV) o conjunto de • Ante signos indiscutibles de muerte biológica: rigidez, h-
actuaciones que debe realizarse ante una situación de PCR videz, decapitación, descomposición, etc. En este sentido,
que incluye: el reconocim iento inm ediato de la situación es importante indicar que la existencia de una midriasis
de PCR, la solicitud de ayuda y activación del Sistem a de bilateral arreactiva no es por sí sola un signo de muerte.
Emergencias y la reanim ación cardiopulmonar (RCP) pre­
coz, poniendo especial énfasis en las compresiones torácicas
y la desñbrilación rápida. L a RCP consiste en la sucesión IN DICACION ES PARA SUSPENDER
de ciclos de com presiones torácicas y ventilaciones. Las EL SOPORTE VITAL
arritmias más frecuentem ente detectadas en estos episodios
El SV debe suspenderse cuando:
son la fibrilación ventricular (FV) y la taquicardia ventricular
sin pulso (TVSP), y la desfibrilación es su tratamiento más • El paciente recupera la circulación y la respiración es­
eficaz, siempre que se realice de form a temprana. pontáneas.
El objetivo del SV es reem plazar primero y reinstaurar • H abiéndose iniciado, se confirm a que la PCR se pro­
después la respiración y la circulación espontáneas, siempre dujo como consecuencia de la evolución natural de un
y cuando existan posibilidades razonables de recuperar las proceso incurable o está presente cualquier otro criterio
funciones cerebrales superiores. Se estim a que el período anteriormente referido para no iniciar el SV.
óptimo en que debe iniciarse el SV para conseguir una acep­ • Cuando se cum plen los tres criterios para suspender la
table recuperación cerebral es de 4 m in para las m edidas medicación, que en función del lugar donde se produce
de soporte vital básico (SVB) y 8 min para el soporte vital la PCR son:
avanzado (SVA). • M edio extrahospitalario:
En este capítulo y en los dos siguientes de SV se in ­ - PCR no presenciada por personal de Sistem a de
cluyen las recomendaciones sobre SVB y SVA de las guías Emergencias o prim er interviniente.
de actuación de la Am erican H eart A ssociation (AHA) de - No recuperación de la circulación espontánea tras
2010 para profesionales de la salud. tres grupos completos de 5 ciclos de RCP con des-
fibrilador externo sem iautom ático o autom ático
(DEA) antes del transporte.
IN DICACION ES PARA IN ICIAR
- No se administraron descargas eléctricas (antes del
EL SOPORTE VITAL transporte).
El S V debe iniciarse siempre ante toda PCR, excepto cuando - En caso de aplicar SVA, la RCP puede ser suspen­
se detecte alguna de las siguientes situaciones: dida tras 20 min de maniobras, excepto en aquellos

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Capít ulo I 1 Soporte vital básico en adultos y desfibrilación externa semiautomática

casos de ahogamiento, hipoterm ia accidental e in­ Disminución de la midriasis.


toxicación por barbitúricos. Siempre debe contem­ Integridad del reflejo fotomotor.
plarse la posibilidad de donación de órganos antes Presencia del reflejo corneal.
de determ inar la suspensión de la RCR Presencia de m ovim ientos de defensa ante estím ulos
• Medio hospitalario: no existen recomendaciones váli­ dolorosos.
das sobre cuándo suspender la RCP. La decisión debe Recuperación de la respiración espontánea.
basarse en factores como: que sea presenciada o no
presenciada, tiempo de RCP, ritmo cardíaco de origen,
A LG O RITM O DE SOPORTE VITAL BÁSICO
tiempo de desfibrilación, comorbilidadades presentes,
situación clínica antes de la PCR, y si hay en algún (fig. 1.1)
m om ento recu p eració n de la circu lació n durante Secuencia de comprobación de la situación de
la R C P
parada cardiorrespiratoria y solicitud de ayuda
VALORACIÓN DE LA EFECTIVIDAD Tras garantizar la seguridad del reanim ador y de la vícti­
ma, se coloca a esta en decúbito supino (posición de RCP)
DEL SOPORTE VITAL
y se com prueba en prim er lugar si responde a estímulos y
E xisten 5 indicadores para evaluar la recuperación de la si respira normalmente, no respira o respira anormalmente
actividad neurolóaica durante el SV: (respiración agónica):

Comprobar falla de respuesta Estimule al paciente


y respiración y grítele suavemente

T
Si respira, colocar en posición No responde, no respira o respiración
lateral de seguridad anormal (gasping)

Activar Sistema de Emergencias*


Conseguir un DEA o enviar
a un segundo reanimador
(si está disponible para ello)

Administrar 1 ventilación
Comprobar pulso en 1í) s
Sí cada 5-6 s
¿Existe pulso?
Criterios de alta calidad de la RCP Comprobar pulso cada 2 min
• Frecuencia de compresiones de al menos
100/min No
• Profun(Ji<kd de compresiones torácicas
de al menos 5 cm
• Permitir la reexpansión del tórax tras Iniciar ciclos de 30 compresiones Si hay PCR no presenciada
cada compresión y 2 ventilaciones o inicio de RCP demorado
• Minimizar la interrupción de las >4-5 min, puede ser
i
comprtísiones torác:icas conveniente practicar RCP
• Evitar la excesiva ventilación Llega el DEA
durante 1,5-3 min antes
de intentar la desfibrilación
Comprobar RITMO
¿Ritmo desfibrilable?

Sí No

T T
Aplicar 1 descarga e iniciar >Iniciar inmediatamente RCP (30:2)
inmediatamente RCP (30:2) durante 2 min
durante 2 min, continuando ’ Comprobar ritmo cada 2 min
según indicaciones del DEA >Continuar hasta transferencia a equipo
8& de SVA o la víctima comience a moverse

• Sólü cuando se sospeche una causa respiratoria com o origen de la PC R (p. ej., ahogamiento), la prioridad será aplicar compresiones torácicas/ventilaciones
en ciclos de 30:2 durante aproximadamente 2 min (o 5 ciclos de 3Ü:2) antes de activar el Sistema de Lmergencias

FIGU RA1.1 Soporte vital básico en el adulto para profesionales de la salud (International Liaison Committee on Resuscitation, 2010). DEA: desñbrilador
externo automático o semiautomático; SVA: soporte vital avanzado.
S E C C I Ó N I 1 Soporte vital

• Si la víctima no responde y respira normalmente hay que A (vía aérea)


colocarla en posición lateral estable (posición de segu­ A continuación, se procede a la apertura de la v ía aérea
ridad) y buscar ayuda, si fuera necesario, revaluándola mediante la maniobra frente-mentón o la de tracción m an­
periódicamente. dibular si se sospecha la existencia de una lesión cervical, y
• Si no responde y no respira o respira anorm alm ente se com prueba la presencia de cualquier objeto visible en la
(jadeo/boqueo) se debe presuponer que se trata de un boca del paciente que im pida la ventilación, en cuyo caso
paro cardíaco (no debe dem orarse la situación intentan­ se procede a su retirada bajo visión directa. No se permite
do palpar el pulso), activar el Sistem a de Emergencias, realizar barridos «a ciegas» para retirar cuerpos extraños.
conseguir un D EA lo antes posible, iniciar inm edia­ En caso de obstrucción de la vía aérea se procede como se
tam ente las m aniobras de R C P y u tilizar el D EA en describe posteriorm ente para el paciente inconsciente.
cuanto se disponga de él. Solo cuando se sospeche una
causa respiratoria com o origen de la PC R (p. ej., por B (ventilación)
ahogam iento), la prioridad será aplicar com presiones Se ha eliminado de la secuencia la indicación de «observar,
torácicas o ventilaciones en ciclos de 30 com presio­ escuchar y sentir la respiración», para valorar la respiración
nes y 2 ventilaciones durante aproxim adam ente 2 min después de abrir la vía aérea. Por tanto, tras su apertura, se
(o 5 ciclos 30:2) antes de activar el Sistem a de Em er­ procede a realizar 2 insuflaciones boca-boca, con oclusión de
gencias. los orificios nasales, empleando en cada una de ellas no más
de 1 s. El profesional de la salud debería utilizar siempre un
Secuencia de las maniobras de reanimación dispositivo de barrera (idealmente una mascarilla de ventila­
cardiopulmonar: C-A-B en lugar de A-B-C ción con válvula unidireccional) o bien una bolsa-mascarilla
de ventilación para realizar las ventilaciones. De utilizar esta
U no de los cam bios que se han producido en las actuales
última, la ventilación es más efectiva cuando es manejada por
recomendaciones es iniciar las compresiones torácicas antes
2 reanimadores (no se recom ienda la utilización por un solo
que las ventilaciones. Por tanto, se ha pasado de la secuen­
reanimador). Siempre que se utilice mascarilla de ventilación
cia A (vía aérea) - B (ventilación) - C (circulación) a la
o bolsa-m ascarilla debe colocarse una cánula orofaríngea
secuencia C (circulación) - A (vía aérea) - B (ventilación):
(cánula de Guedel) para mantener la permeabilidad de la vía
aérea y facilitar la ventilación. En general, no se recomienda
C (circulación)
utilizar presión cricoidea durante la ventilación.
Ante un paciente que pierde el conocimiento de form a sú­ Esta secuencia descrita puede llevarse a cabo de m anera
bita, no responde y no respira o respira anorm alm ente, la simultánea si hay varios reanimadores desde el inicio. Así,
búsqueda del pulso no debería retrasar el inicio de las manio­ un reanimador activa el Sistema de Emergencias mientras un
bras de reanimación. En cualquier caso, no debe emplearse segundo inicia las compresiones torácicas, un tercero abre la
más de 10 s en su valoración. Si no se detecta pulso (es de vía aérea y adm inistra la ventilación, y un cuarto consigue
elección el pulso carotídeo) en este período de tiempo, debe y prepara un DEA.
iniciarse la RCP hasta que se disponga de un DEA.
Una vez detectada la situación de PCR debe iniciarse in­
mediatamente el prim er ciclo de 30 compresiones torácicas, DESFIBRILACIÓN EXTERNA AUTOM ÁTICA
con una frecuencia de al menos 100/min, alternándolas con O SEM IAUTOM ÁTICA
las ventilaciones a razón de 30:2, independientemente de que
haya 1 o 2 reanimadores, y utilizar el DEA lo antes posible. Tanto desde el punto de vista m aterial com o legal, la dis­
En caso de PCR no presenciada, o con una evolución de 4- ponibilidad actual de los D EA por cualquier ciudadano,
5 min o más sin haber iniciado maniobras de RCP, puede ser no necesariam en te sanitario, form ado en program as de
conveniente practicar la RC P durante 1,5-3 m in antes de SVB y DEA acreditados, perm ite acortar el tiempo entre la
intentar la desfibrilación. aparición de la parada y la prim era descarga, hecho que se
Las com presiones torácicas deben aplicarse sobre el relaciona con la mejora de la tasa de supervivencia (por cada
tercio medio esternal, en la línea intermamilar, con los bra­ minuto de dem ora la supervivencia dism inuye un 7-10%).
zos extendidos y apoyando en el pecho solo la base de la El empleo de los DEA está indicado siempre que se detecte
palm a de la mano. Para que sean eficaces, las compresiones una PCR (paciente inconsciente, que no respira o respira
deben hacer descender el esternón de un adulto al m enos anormalmente y no tiene pulso), tanto en adultos como en
5 cm, perm itiendo la posterior reexpansión torácica des­ m ayores de 1 m es de vida (en lactantes si no hay un des­
pués de cada com presión. A dem ás, es esencial evitar su fibrilador convencional).
interrupción y realizar el relevo de reanim ador cada 2 min Por tanto, en general, ante una situación de PCR presen­
(o 5 ciclos de 30:2). ciada, el D EA debe ser utilizado en cuanto esté disponible.
El golpe precordial no debe utilizarse en el paro cardíaco
extrahospitalario no presenciado. Puede contem plarse en Recomendaciones en el uso del desfibrilador
pacientes con taquicardia ventricular (TV) presenciada,
externo automático o semiautomático
m onitorizada e inestable (incluida la TV sin pulso) si no se
dispone de form a inm ediata de un desfibrilador listo para U na vez se han colocado los electrodos sobre el tórax des­
ser utilizado, pero no debería retrasar el inicio de la RCP ni nudo del paciente (habitualm ente un electrodo por debajo
la aplicación de la prim era descarga. de la clavícula derecha, paraestem al, y el otro por debajo y
Capít ulo I 1 Soporte vital básico en adultos y desfibrilación externa semiautomática

por fuera de la m am ila izquierda, bajo la axila) y conecta­ guantes de caucho o desactivarlo con un im án que se
do el dispositivo, este com ienza el análisis automático del sitúa sobre el generador del DAI.
ritm o durante 10 s (en algunos m odelos se tiene que opri­ Debe tenerse la precaución de que el tórax del pacien­
mir el botón «análisis» cuando el DEA lo indique). Durante te no esté m ojado y procurar que no haya una fuente de
el tiem po que dure el análisis debe evitarse el contacto oxígeno abierta a alto flujo cercana a la superñcie donde
con el paciente para no artefactar los resultados. se va a aplicar la descarga eléctrica.
Una vez hecho esto, pueden darse dos situaciones;
1. Ritm o desfibrilable (FV o TVSP). El aparato sugiere la
descarga eléctrica, aunque esta no se produzca hasta que O BSTRU CCIÓ N DE LA VÍA AÉREA POR
se oprim a el botón correspondiente (salvo los dispositi­
vos totalmente automáticos en los que no se requiere esta
CUERPO EXTRAÑO Y SU TRATAMIENTO
acción). Antes se com prueba que nadie toca al paciente, L a tos es el m ecanism o m ás eficaz ante una obstrucción
y se avisa en voz alta que se va a efectuar. Después de incompleta de la vía aérea (el paciente habla, respira y se
cada una de las descargas, independientem ente del re­ mantiene consciente). El reanimador debería intervenir úni­
sultado y de form a inmediata, se inician 2 m in de RCP camente si la víctima tiene signos de obstrucción importante
(5 ciclos de 30:2), en un intento de potenciar la función o completa de la vía aérea (tos silenciosa, estridor, cianosis o
cardíaca del m iocardio aturdido. T ranscurridos esos incapacidad para hablar o respirar). Característicamente, la
2 min, el DEA recom ienda que no se toque al paciente, víctim a de atragantam iento lleva sus dos manos al cuello,
ya que va a realizar un nuevo análisis del ritm o, tras realizando el signo universal de asfixia. La secuencia de
el cual puede sugerir una nueva descarga, si persistiera el actuación será la que se explica a continuación.
ritm o inicial. Si después de analizar de nuevo el ritm o De una form a rápida, el reanim ador debe preguntarle
no la volviera a recomendar, se com prueba la existencia «¿se está asfixiando?». Si la víctim a indica «sí» moviendo
de pulso o signos de circulación y, de estar presentes, la cabeza sin hablar, se confirma que existe una obstrucción
la respiración y el estado de conciencia, actuando en com pleta de la vía aérea.
consecuencia. Si el D EA no recom ienda desfibrilar, y E ntonces debe activarse rápidam ente el S istem a de
no se detecta pulso, se realiza RCP durante 2 m in co ­ Emergencias, colocarse detrás del paciente y aplicar com ­
m enzando por las com presiones torácicas (la FV o la presiones abdominales (maniobra de Heimlich) hacia dentro
TVSP ha degenerado en una asistolia o actividad eléc­ y hacia arriba en la zona media entre el ombligo y el apéndice
trica sin pulso). Se ha comprobado que cuanto menor sea xifoides. Para ello, se abarca al paciente con ambos brazos,
el intervalo de tiempo transcurrido entre la últim a com ­ colocando el puño cerrado con el pulgar sobre la zona mencio­
presión torácica y la descarga eléctrica, mayor es la tasa nada y se presiona con la otra mano abierta sobre este último,
de éxito de la desfibrilación. Por ello, en el últim o ci­ con intentos aislados de desalojar el cuerpo extraño. Si las
clo de RCP previo a aplicar cada descarga eléctrica (tras compresiones abdominales no son efectivas, en embarazadas
el análisis correspondiente del DEA) no se realizarán las avanzadas y en pacientes obesos conscientes con sospecha
2 ventilaciones de rescate, para no alargar el período de de atragantamiento, se realizan compresiones torácicas con
tiempo hasta la descarga del DEA. ambas manos sobre el centro del esternón, y con el reanimador
2. Ritmo no desfibrilable (asistolia o actividad eléctrica sin situado a la espalda del paciente, con este en pie.
pulso). Si al conectar el D EA inicialm ente su análisis Si el paciente está inconsciente, por obstrucción com ­
confirm a la existencia de un ritm o no desfibrilable, se pleta o por ineficacia de las medidas anteriores, se procede
realiza RC P durante 2 m in (o 5 ciclos de 30:2), trans­ a colocar al paciente en el suelo en posición de RCP, enviar a
curridos los cuales solicita que nos retirem os para co­ alguien a activar el Sistema de Emergencias médicas, e ini­
m enzar un nuevo análisis. ciar la RCP. Cada vez que se abra la vía aérea para adm inis­
trar respiraciones, abrir la boca de la víctim a y buscar el
cuerpo extraño. En caso de verlo, retirarlo con los dedos. Si
En lactantes y niños menores de 8 años debe emplearse el
no se observa cuerpo extraño, continuar con la RCP (30:2).
DEA con unos electrodos propios para la edad pediátrica
(con atenuador de dosis), si bien pueden utilizarse los del
adulto si no se dispone de ellos. BIBLIO GRAFÍA RECOMENDADA
Antes de colocar los electrodos del DEA se retiran American Heart Association. Libro de bolsillo de atención cardiovascular de
cadenas, collares o parches transdérmicos. Si el paciente emergencia para profesionales de la salud de 2010. Ed. Esp. Tx (USA):
es portador de un desflbrilador autom ático im plantable American Heart Association; 2011.
(DAI), m arcapasos o tiene colocados los electrodos del Berg RA, Hemphill R, Abella BS, Aufderheide TP, Cave DM, Hazinski MF,
et al. Part 5: adult basic life support: 2010 American Heart Association
electrocardiogram a, se sitúa a una distancia m ínim a de
Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardio­
8 cm , com probando el generador del m arcapasos una vascular Care. Circulation 2010; 122(18 Suppl 3):S685-705. Erratum in:
vez reanimado el paciente. Circulation. 2011; 124(15): e402.
Si un paciente con un DAI sufre un episodio de MSC, Link MS, Atkins DL, Passman RS, Halperin HR, Samson RA, White RD,
en la que persiste la FV o la TVSP, aunque el DAI pro­ et al. Part 6: electrical therapies: automated external defibrillators, deñ-
brillation, cardioversion, and pacing: 2010 American Heart Association
duzca descargas, está indicado un contrachoque externo Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardio­
con el DEA. Si no es posible administrar masaje cardíaco vascular Care. Circulation 2010;122(18 Suppl 3):S706-19. Erratum in:
por las descargas inesperadas del DAI, pueden utilizarse Circulation. 2011; 123: c235.
( 6 ) S E C C I Ó N I 1 Soporte vital

Meaney PA,BobrowBJ, Mancini ME, Christenson J, de CaenAR,BhanjiF, tement from the American Heart Association. Circulation 2013; 128:
et al. CPR Quality Summit Investigators, the American Heart Asso- 417-35.
ciation Emergency Cardiovascular Care Committee, and the Council Travers AH, Rea TD, Bobrow BJ, Edelson DP, Berg RA, Sayre MR, et al.
on Cardiopulmonary, Critical Care, Perioperative and Resuscitation. Part 4: CPR overview: 2010 American Heart Association Guidelines for
Cardiopulmonary resuscitation quality: improving cardiac resuscita- Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardiovascular Care,
tion outcomes both inside and outside the hospital: a consensus sta- Circulation 2010;122(18 Suppl 3):S676-84.
Capítulo 2

Soporte vital avanzado en adultos


J.M. C alderón de la Barca G ázquez, FJ. M ontero Pérez, L. Jim énez M urillo y J.M. Torres M urillo

IN TR O D U C C IÓ N Medidas generales
El soporte vital (SV) integra, entre otras, un conjunto de m e­ Las siguientes actuaciones se realizan de forma simultánea
didas destinadas al tratamiento de la parada cardiorrespiratoria por los distintos miembros del equipo de SVA (fig. 2.1):
(PCR). Su objetivo es sustituir primero y restaurar después
• Iniciar o continuar la RCP con com presiones torácicas
estas funciones abolidas en aquellos pacientes que no pre­
o ventilaciones a razón de 30:2 m ientras se prepara el
senten signos de lesión cerebral irreversible. El soporte vital
monitor-desfibrilador. Cuando esté aislada la vía aérea
básico (SVB), tratado en el capítulo anterior, puede realizarlo
del paciente se continúa con al menos 100 compresiones
cualquier persona entrenada en las maniobras que lo integran,
torácicas/min y 8-10 ventilaciones/min a través del tubo
y puede llevarse a cabo incluso sin ningún tipo de dispositivo,
endotraqueal, sin detener las com presiones torácicas
aunque idealm ente requiere un equipam iento sim ple y un
cada vez que se inicie una fase inspiratoria. Cada 2 m in
desfibrilador extemo automático o semiautomático (DEA). El
(5 ciclos de 30:2) debe relevarse al reanim ador que rea­
soporte vital avanzado (SVA), en cambio, requiere personal
liza las com presiones para que estas no pierdan efec­
sanitario entrenado, equipamiento más complejo e incluye
tividad. Cada com presión torácica debe hundir el tórax
procedimientos diagnósticos y la administración de fármacos.
del paciente al menos 5 cm, y tras cada una de ellas debe
De tener éxito, va seguido de los cuidados posreanimación.
perm itirse que el tórax de la víctima se reexpanda a su
posición original.
CRITERIOS DE INGRESO • Anotar la hora de inicio del SV.
Es una em ergencia m édica y, com o tal, si las m edidas de • A dm inistrar oxígeno. La adm inistración pasiva de oxí­
reanim ación tienen éxito, siempre requiere ingreso en una geno a alto flujo, mediante mascarilla, se ha demostrado
unidad de cuidados intensivos para administrar los cuidados que es útil durante los prim eros mom entos de la PCR,
posreanimación. hasta que posteriorm ente se inicien las ventilaciones
de rescate m ediante dispositivo bolsa-m ascarilla, que
TRATAMIENTO siempre debe utilizarse con reservorio conectado a fuente
de oxígeno.
Los objetivos, además de los ya m encionados, son los si­ • M onitorización electrocardiográfica m ediante las palas
guientes: del m onitor-desfibrilador de form a inmediata. Pueden
• Instaurar las m edidas de SVA antes de transcurridos existir dos situaciones de parada:
8 min del inicio de la PCR, siempre y cuando las medidas • Ritm os desfibrilables: fibrilación ventricular (FV) o
de SVB se hayan iniciado dentro de los primeros 4 min, taquicardia ventricular sin pulso (TVSP).
para conseguir la reanimación de pacientes con sus fun­ • Ritmos no desfibrilables: asistolia y actividad eléctrica
ciones cerebrales indemnes. sin pulso (AESP).
• Realizar el diagnóstico diferencial de las causas reversi­ Posteriorm ente se procede a la m onitorización estable con
bles que han conducido a la PCR (que se resum en en la los electrodos del m onitor, sin interferir las m aniobras de
regla m nem otécnica de las 5 í / y las 5 T ) y administrar reanimación.
su tratamiento específico.
• A dm inistrar el tratamiento específico del ritm o encon­
trado: desfibrilable o no desfibrilable, según se describe
Causas reversibles de PCR
más adelante.
5H 5T
• O ptim izar la perm eabilidad de la vía aérea.
H ipovolemia Neumotórax a Tensión
• R etirar los cuerpos extraños y las secreciones de la
Hipoxia Taponam iento cardíaco orofaringe, m anualm ente o m ediante un sistem a de
lón H idrógeno (acidosis) Tóxicos aspiración.
Hipopotasemia/hiperpotasemia Trom bosis pulm onar • M antener la permeabilización de la vía aérea mediante
Hipoterm ia Trom bosis coronaria
la maniobra frente-mentón o la de tracción mandibular
) 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos
S E C C I Ó N I 1 Soporte vital

FIGURA 2.1 Recomendaciones en soporte vital avanzado (SVA) del adulto para profesionales de la salud. International Liaison Committee on Resus­
citation (ILCOR) 2010. AESP: actividad eléctrica sin pulso; FV: fibrilación ventricular; i.v: vía intravenosa; i.o.: vía intraósea. RCP: reanimación
cardiopulmonar (ciclos de 30 compresiones/2 ventilaciones, comenzando por compresiones torácicas hasta que se haya colocado dispositivo avanzado
de vía aérea; posteriormente, desaparecen los ciclos 30:2 y se ventila al paciente a razón de 8-10 ventilaciones/min, manteniendo de forma continua
e ininterrumpida las compresiones torácicas a una frecuencia de al menos 100/min); TVSP: taquicardia ventricular sin pulso.

si hay traumatismo cervical, hasta que se coloque un endotraqueal a la bolsa-m ascarilla o a un respirador de
dispositivo avanzado de vía aérea. transporte, aportando en este últim o caso oxígeno al
• Colocar una cánula orofaríngea si no se ha realizado 100%. Alternativamente puede utihzarse otro dispositivo
durante el SVB. Se introduce en la boca con la parte avanzado de vía aérea, com o la m ascarilla laríngea, el
cóncava hacia la nariz del paciente y se gira conforme tubo laríngeo o el tubo esofagotraqueal (Combitube®).
se avanza hacia la orofaringe hasta com pletar 180°. U na vez intubado el paciente o colocado cualquiera de
Alternativamente, de no haber contraindicación (sos­ estos otros dispositivos avanzados de vía aérea, desapa­
pecha de fractura de la base del cráneo o coagulopatía recen los ciclos de 30:2 y se ventila al paciente a razón
grave), puede colocarse una cánula nasofaríngea. de 8-10 ventilaciones/min, manteniendo de form a con­
Optimizar la ventilación. Inicialmente se utiliza un dis­ tinua e ininterrum pida las com presiones torácicas a una
positivo bolsa-m ascarilla (Ambú® o sim ilar) y reser- frecuencia de al menos 100/min.
vorio conectado a una fuente de oxígeno a 15 1/min, C onseguir acceso vascular p ara la adm inistración de
sincronizando con las compresiones torácicas en ciclos fárm acos y soluciones. D urante la PCR, la realización
de 30:2. No se recom ienda la realización de la presión de RCP de alta calidad y la desñbrilación precoz son de
cricoidea (m aniobra de Sellick) durante la ventilación esencial im portancia, m ientras que la adm inistración
con bolsa-m ascarilla de form a sistemática. Si se tiene de fármacos tiene una importancia secundaria respecto a
suficiente experiencia, debe intentarse, en m enos de dichas maniobras. Por tanto, la canalización de un acceso
30 s, la intubación del paciente, conectando el tubo vascular debería realizarse una vez iniciadas las manió-
Capít ulo I 2 Soporte vital avanzado en adultos

bras de RCP y aplicada la desfibrilación en caso de estar Tratamiento específico (fig. 2 .1)
indicada (ritmo desfibrilable). Además, debe realizarse
sin interrum pir en ningún m om ento las com presiones Se debe estar preparado para tratar las siguientes situaciones:
torácicas. Las posibles vías de acceso vascular son;
• V ía venosa periférica. E s el acceso v ascu lar fre­
cuentem ente más accesible y más utilizado. Tras la En la PCR del adulto es extrem adam ente im portante,
adm inistración de un fárm aco en bolo intravenoso, para la supervivencia del paciente, la disponibilidad de
debe inyectarse un bolo de 20 m i de suero fisiológico un tratamiento eléctrico precoz.
para facilitar la distribución rápida del fármaco en la Si la PCR no ha sido presenciada o se ha producido
circulación central. A ello tam bién puede contribuir una dem ora de 4-5 m in o más en iniciar la RCP, se rea­
la elevación de la extrem idad durante aproxim ada­ lizan 1,5-3 m in de RCP antes de valorar si es necesaria
m ente 10-20 s después de la adm inistración del fár­ la desfibrilación. Si la PCR es presenciada, se m onitoriza
maco en bolo intravenoso. al paciente con las palas o electrodos del desfibrilador, si
• V ía intraósea. Se utiliza solo si no puede canalizarse aún no se ha hecho, y se aplica una descarga inmediata
una vía intravenosa. si está indicado. M ientras se prepara el desfibrilador
• V ía venosa central. Es una técnica que requiere ex­ debe adm inistrarse R C P com enzando siem pre por las
periencia, consum e tiem po e interrum pe las com ­ com presiones torácicas.
presiones torácicas. P or otro lado, por esta vía se
consiguen concentraciones de fármacos más elevadas
y más rápidam ente que por la vía venosa periférica.
Además, permite m onitorizar la presión de perfusión R itm o d e s fib rila b le (FV/TVSP)
coronaria y la saturación venosa central de oxígeno, L a desfibrilación se realiza inicialm ente con una descar­
parám etros que son predictivos de la recuperación ga de 360 J (desfibriladores m onofásicos), asegurándose
de la circulación espontánea. E l ju icio clínico del p reviam ente de que nadie esté en contacto con la cam i­
reanim ador es el que debe decidir durante el SV la lla del paciente y de que las palas estén suficientem ente
realización de esta técnica. lubrificadas con p asta conductora. N o se deben utilizar
• V ía endotraqueal. La impredecibilidad de la distribu­ las palas m anuales sin aplicar gel de electrodos, tampoco
ción y efectos farmacológicos de los fármacos adm i­ con com presas em papadas en suero salino o alcohol, ni con
nistrados por esta vía hace que esté indicada solo si no geles de u ltrasonidos. Si el d esfib rilad o r es bifásico , la
es posible canalizar una vía intravenosa o intraósea. descarga debe efectuarse con la energía que recom iende el
• Posteriormente, se adm inistran cargas de 300 mi de aparato (120 J para ondas bifásicas rectilíneas o 150-200 J
suero fisiológico, y se continúa en función de la causa p ara ondas b ifásicas exp o n en ciales tru n cad as), aunque
reversible de la PCR. En la actualidad no está indicado se acepta adm inistrar la m áxim a dosis disponible (200 J)
el uso sistemático de bicarbonato sódico en la PCR, si se desconoce qué tipo de desfibrilador bifásico se está
porque puede contribuir a una acidosis respiratoria utilizando (el fabricante siempre señala cuál es la energía
grave que empeoraría aún más la acidosis intracelular. óptim a de descarga para cada dispositivo). D espués de la
Se utiliza bicarbonato sódico 1 M (1 m Eq = 1 mi), descarga se inicia siem pre de form a inm ediata 2 m in de
siempre bajo control gasométrico, en una dosis inicial RC P (5 ciclos de 30:2), com enzando por las com presiones
de 1 m Eq/kg por vía intravenosa una vez que hayan torácicas. Es m uy im portante m inim izar tanto el período
transcurrido por lo menos 10-15 m in de reanimación. de tiem po entre la últim a com presión to rácica del ciclo
Las únicas situaciones en las que su adm inistración previo a la descarga y esta, com o el intervalo entre cada
debe realizarse sin dem ora son la PCR secundaria a d escarga eléctrica y la prim era com presión torácica del
una acidosis m etabólica previa, hiperpotasem ia y a la siguiente ciclo, ya que están relacionados con el éxito de la
intoxicación por antidepresivos tricíclicos. RCP. H echo esto, las posibilidades son las que se detallan
a continuación.
Si no es posible abordar una vía venosa, puede intentarse
una vía intraósea (maléolo tibial, teniendo cuidado con la C ese d e la FV/TVSP con sign os d e circulación
vena safena) y, com o último recurso, la vía endotraqueal esp o n tá n ea
(absorción irregular), por la que puede adm inistrarse En este caso, se administra amiodarona (clase Ilb) (Trango-
adrenalina, vasopresina, lidocaína, atropina o naloxona rex®, am pollas con 150 m g) en dosis in icial de 300 mg
en una dosis doble o triple de la habitual y diluida en 5- (5 mg/kg) por vía intravenosa. Para ello se diluyen 2 am po­
10 m i de agua esterilizada o suero fisiológico. llas del preparado comercial en 10 mi de suero fisiológico y
• La intubación endotraqueal solo debe intentarse si se se perfunden en 15 min. Posteriormente se continúa con una
tiene experiencia. Si no se tiene, puede utilizarse mas­ perfusión intravenosa en dosis de 1,2-1,8 g en 24 h, para lo
carilla laríngea, Combitube® o practicar ventilación que se diluyen 1,5 g (10 ampollas del preparado comercial)
con dispositivo bolsa-m ascarilla, hasta que la reaUce en 1.000 m i de suero glucosado al 5% y se perfunde a un
una persona experta. ritm o inicial de 12 gotas/m in (36 m l/h), suspendiendo la
■s • El diám etro estándar del tubo endotraqueal es de infusión si aparece hipotensión o bradicardia. Según la evi­
a 8-8,5 mm según el sexo. dencia científica, la hdocaína, el bretilio y la procainamida
no han demostrado mayor eficacia.
QE) S E C C I Ó N I 1 Soporte vital

Aparición de ritmo de parada no desfibrilable 2. Administrar adrenalina (Adrenalina B Braun®, Adrena­


Si después del tratamiento eléctrico se produce una asistolia lina Level®, ampollas y jeringas precargadas con 1 mg,
o una AESP, se realiza tratamiento específico, como se des­ respectivamente) en dosis de 1 mg por vía intravenosa
cribe más adelante. 0 intraósea cada 3-5 min. La vasopresina, tal y como se
ha referido anteriormente en dosis única de 40 UI, puede
Persistencia de la FV/TVSP sustituir la prim era o segunda dosis de adrenalina.
3. Considerar la colocación de un dispositivo de vía aérea
Cuando la prim era descarga ha fallado, debe adm inistrar­
avanzada (intubación endotraqueal u otro dispositivo
se cuanto antes una prim era dosis de 1 mg de adrenalina
(Adrenalina B Braun®, A drenalina Level®, am pollas y como mascarilla laríngea, Combitube®, tubo laríngeo)
e iniciar capnografía.
jeringas precargadas con 1 mg, respectivam ente), por vía
4. U na vez intubado el pacien te o colocado cualquiera
intravenosa o intraósea, que se repite cada 3-5 min. Si no
de estos otros d isp o sitiv o s avanzados de v ía aérea,
puede canalizarse una vía intravenosa o intraósea, la adre­
desaparecen los ciclos 30:2 y se ventila al paciente a
nalina puede adm inistrarse por vía endotraqueal, en dosis
de 2-2,5 mg. razón de 8-10 ventilaciones/min, manteniendo de forma
continua e ininterrum pida las com presiones torácicas
Los ciclos de RCP durante 2 min-desfibrilación-adrenalina
a una frecuencia de al m enos 100/min. En caso de no
se repiten sucesivamente hasta conseguir un ritm o eficaz,
haber colocado ningún dispositivo de vía aérea avanzada,
m ientras persista la FV/TVSP. Las sucesivas descargas,
continuar con ciclos de RCP (30:2) durante 2 min, com ­
tras fracasar la primera, se realizan con una energía de 360 J
probando siempre posteriorm ente si hay algún cambio
en caso de desfibriladores m onofásicos. Si se utiliza un
de ritmo cardíaco. Cuando en el monitor/desfibrilador se
desfibrilador bifásico pueden utilizarse energías superiores
observe la existencia de ritmo organizado, debe valorarse
a la em pleada en la prim era descarga si esta no se realizó a
la presencia de pulso.
la m áxima energía disponible. Como alternativa puede utili­
5. Investigar y tratar las causas reversibles de PCR (5 H y
zarse, en lugar de la prim era o segunda dosis de adrenalina,
5 T): colocación de un dispositivo de vía aérea avanzada
vasopresina en dosis única de 40 UI por vía intravenosa o
de manera prioritaria en caso de hipoxemia, reposición de
intraósea.
fluidos en caso de hipovolemia o sepsis, transfusión san­
E n la actualidad, la am iodarona es el antiarrítm ico
guínea en caso de hemorragia intensa, fibrinohsis empí­
recom endado com o prim era opción, y debe iniciarse en
rica en caso de tromboembolia pulmonar, descompresión
cuanto ha fracasado el primer ciclo de RCP-desfibrilación-
torácica si hay neumotórax a tensión, administración de
adrenalina. En este caso, la dosis inicial de amiodarona es la
bicarbonato sódico 1 M en caso de arritmia ventricular
ya comentada (300 mg), por vía intravenosa o intraósea, y si
grave por cocaína o por antidepresivos tricíchcos, adminis­
persiste la situación se repite a la mitad de la dosis (150 mg).
tración de altas dosis de adrenalina en intoxicación por
Solo en caso de no disponer de amiodarona estaría indicada
la adm inistración de lidocaína (Lidocaina Braun®, mini- bloqueadores beta o antagonistas del calcio, etc.
6. La utilización de la ecocardiografía es útil en el manejo
plascos de 10 mi al 5%) en dosis inicial de 1-1,5 mg/kg por
de la asistolia/AESP, ya que inform a del estado del vo­
vía intravenosa. Si persiste la FV o la TVSP, se administran
lumen intravascular (valorando el volumen ventricular),
dosis de 0,5-0,75 mg/kg por vía intravenosa, cada 5-10 min,
permite valorar la existencia de taponamiento cardíaco,
hasta una dosis máxima total de 3 mg/kg. En caso de torsades
de tum ores cardíacos o de coágulos, así com o el es­
de pointes asociadas a QT prolongado, está indicada la ad­
tado de la contractilidad cardíaca del ventrículo izquierdo
m inistración de sulfato de magnesio (Sulfato de magnesio
y defectos de movilidad locales de la pared miocárdica.
Lavoisier® 15 % , ampollas con 1.500 mg) por vía intravenosa,
7. En la actualidad, la adm inistración sistemática de atro­
en dosis de 1-2 g, diluido en 100 mi de suero fisiológico,
a perfundir en 15 min. pina no está indicada en la asistolia ni en la AESP.
A partir de 10-15 m in sin respuesta debe plantearse la
D espués de esta secuencia, pueden presentarse tres situa­
administración de agentes alcalinizantes, como bicarbonato
ciones:
sódico 1 M (1 m Eq = 1 mi), bajo control gasométrico o en
dosis inicial de 1 mEq/kg. 1. C ontinuar en ritm o no desfibrilable. Se repiten estos
Siempre hay que tener presente que es obligado inves­ ciclos, administrándose igualmente bicarbonato sódico
tigar y tratar las causas reversibles de PCR. En caso de FV/ 1 M , a partir de los 10 a 15 min de parada y en la dosis
T V SP resistente, la isquem ia coronaria aguda incluido el ya mencionada.
infarto agudo de m iocardio es la prim era etiología que debe 2. Paso a FV/TVSP. Se aplica el tratamiento específico de
ser considerada. En esta causa, tanto la angioplastia percu- esta situación, como se ha com entado anteriormente.
tánea como la revascularización quirúrgica durante la PCR 3. Recuperación del ritm o cardíaco. Se inician cuidados
han demostrado sus beneficios. N o así la fibrinolisis. posreanimación.

Ritmo no desfibrilable (asistolia o AESP) La existencia de una actividad eléctrica organizada sin pulso
eficaz (A ESP) obliga igualm ente a descartar y tratar sus
En estos casos no está indicado el tratam iento eléctrico, y
causas m ás frecuentes (5 H y 5 T). Su secuencia terapéu­
hay que realizar:
tica es la m ism a que para la asistolia. Al igual que en la
1. M aniobras de RC P (30 com presiones:2 ventilaciones) FV/TVSP, no deben suspenderse las maniobras de reanim a­
durante 2 min. ción mientras haya actividad eléctrica.
Capít ulo I 2 Soporte vital avanzado en adultos Q D

4. Identificar y tratar las causas reversibles de PCR.


• La RCP no debe interrum pirse más de 10 s, excepto
5. Valorar la aplicación de hipotermia inducida en pacientes
para intubar, colocar algún otro dispositivo avanzado
que persisten en situación de com a tras la recuperación
de vía aérea o para desflbrilar.
de la circulación espontánea, para optim izar la recupe­
• R evaluar el p ulso carotídeo y la respiración cada
ración neurológica.
2 min.
6. Otras medidas que se deben adoptar:
• No debe m ezclarse la adrenalina con bicarbonato
a. Sonda nasogástrica y vesical.
sódico, porque se inactiva.
b. Extracción de sangre venosa para la realización de
• No hay que m ezclar cloruro cálcico con bicarbonato
hem atim etría con fórmula y recuento leucocitarios,
sódico, porque precipita.
bioquím ica sanguínea y estudio de coagulación, si
En la actualidad, el cloruro cálcico no está indicado en aún no se hubiera hecho.
el tratamiento sistem ático de la PCR, salvo que esta sea c. Control glucémico para mantener glucemias en tomo
secundaria a intoxicación por antagonistas del calcio, a 144-180 mg/dl.
hiperpotasem ia o hipocalcem ia. En estos casos, se adm i­ d. G asom etría arterial posreanimación.
nistra cloruro cálcico (Cloruro cálcico Braun®, am pollas e. Radiografía de tórax para com probar la posición del
de 10 m i al 10%) en dosis de 2-4 m g/kg/10 m in, es decir, tubo endotraqueal y la vía venosa central. Asimismo,
1,5-3 m l/10 m in por vía intravenosa. no debe olvidarse valorar la parrilla costal por si
hubiera fracturas costales iatrogénicas.
Los cuidados posreanim ación deben adm inistrarse en un
Cuidados posreanimación ho sp ital o unidad de cuidados intensivos apropiado que
disponga de un sistema completo de tratamiento posparada
Una vez que el paciente recupera la circulación espontánea
cardíaca.
se debe:
1. Valorar de nuevo la vía aérea, aspirando y comprobando
su permeabilidad, y examinando una vez más la fijación BIBLIO GRAFÍA RECOMENDADA
del tubo endotraqueal. Se recom ienda utilizar el registro American Heart Association. Libro de bolsillo de atención cardiovascular de
cuantitativo de la onda de capnografía para confirm ar emergencia para profesionales de la salud de 2010. Ed. Esp. Tx (USA):
y m onitorizar la colocación del tubo endotraqueal y la American Heart Association; 2011.
calidad de la RCP. Cave DM, Gazmuri RJ, Otto CW, Nadkami VM, Cheng A, Brooks SC,
et al. Part 7: CPR techniques and devices: 2010 American Heart A s­
2. Valorar si hay retorno a la ventilación espontánea y la sociation Guidehnes for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency
calidad de esta. D ebe ajustarse la fracción inspiratoria Cardiovascular Care. Circulation 2010;122(18 Suppl 3):S720-8.
de oxígeno (FÍO 2) para mantener una saturación arterial Link MS, Atkins DL, Passman RS, Halperin HR, Samson RA, White RD,
de oxígeno (Sa02) en un valor igual o superior al 94%, et al. Part 6: electrical therapies: automated external defibrillators, deñ-
brillation, cardioversion, and pacing: 2010 American Heart Association
para evitar la hiperoxia, que se ha dem ostrado que tiene
Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardio­
efectos perjudiciales. vascular Care. Circulation 2010;122(18 Suppl 3):S706-19. Erratum in:
3. Valorar el estado circulatorio del paciente, comprobando Circulation. 2011; 123: c235.
periódicam ente la calidad del pulso carotídeo e instau­ Neumar RW, Otto CW, Link MS, Kronick SL, Shuster M, Callaway CW,
rando, de no haberlo realizado antes: et al. Part 8: adult advanced cardiovascular life support: 2010 American
Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and
a. M onitorización continuada del ritm o y la frecuencia Emergency Cardiovascular Care. Circulation 2010;122(18 Suppl 3):
cardíacos. S729-67. Erratum in: Circulation. 2011; 123: e236..
b. Electrocardiograma de 12 derivaciones. Peberdy MA, Callaway CW, Neumar RW, Geocadin RG, Zimmerman
c. M onitorización no invasiva de la presión arterial, y JL, Donnino M, et al. Part 9: post-cardiac arrest care: 2010 American
tratar la hipotensión arterial (PAS < 9 0 mmHg) m e­ Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and
Emergency Cardiovascular Care. Circulation 2010;122(18 Suppl 3):
diante la administración de fluidos (suero fisiológico S768-86. Erratum in: Circulation. 2011; 124(15): e403. Circulation.
o ringer lactato), valorando la necesidad de perfusión 2011; 123:e237.
de fármacos vasoactivos (dopamina, noradrenalina, Vanden Hoek TL, Morrison LJ, Shuster M, Donnino M, Sinz E, La-
adrenalina). vonas EJ, et al. Part 12: cardiac arrest in special situations: 2010
American Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Resus­
d. Com probar la viabilidad y fijación de la vía venosa citation and Emergency Cardiovascular Care. Circulation 2010;122
periférica o intraósea abordada con anterioridad y (18 Suppl 3):S829-61. Erratum in: Circulation. 2011; 124: e405. Cir­
plantear la necesidad de una vía venosa central. culation. 2011; 123: e239.


s
a
Capítulo 3

Soporte vital pediátrico


F.J. Montero Pérez, F. Ayuso Baptista, J.M. Calderón de la Barca G ázquez,
L. Jim énez M urlllo y I. Salcedo Leal

IN TR O D U C C IÓ N igual o superior a 60 lat/min, se coloca en posición lateral


estable y se pide ayuda al Sistema de Emergencias.
L a parada cardiorrespiratoria (PCR) en el niño suele pre­ Pedir ayuda al Centro Coordinador de Em ergencias
sentarse en form a de asistolia o actividad eléctrica sin pulso Sanitarias (CCES) y conseguir un desfibrilador ex­
(AESP), generalmente como consecuencia de enfermedades terno autom ático o sem iautom ático (DEA). U na vez
respiratorias graves que condicionan una parada respiratoria com probada la inconsciencia y que el niño no respira
o bradiarritm ia previas. Los casos de PCR debida a taqui­ (o tiene solo gasping), el reanim ador llam a al número
cardia ventricular sin pulso (TVSP) o fibrilación ventricular correspondiente de em ergencias sanitarias local (061,
(FV) representan menos del 15%. 112, etc.). E n caso de haber 2 reanim adores, uno de
Los intervalos de edad considerados en la asistencia a la ellos realiza la alerta, mientras el otro com ienza la RCP.
PCR pediátrica son los siguientes: L a excepción a «llam ar prim ero» se produce cuando
Neonatal: período inmediato al nacimiento. hay un único reanim ador ante una víctim a con probable
Lactante: desde el nacimiento al primer año de vida. paro cardíaco por asñxia (ahogamiento por inmersión,
Infantü o niño: desde el primer año de vida hasta la pubertad. traum atism os, sobredosis de drogas), y en lactantes y
A partir de la pubertad, la reanim ación cardiopulmonar niños que han presentado un síncope no presenciado
(RCP) es similar a la del adulto. y no reaccionan. En estos casos hay que realizar primero
RC P (unos 5 ciclos de 30 com presiones y 2 ven tila­
ciones o durante 2 min) antes de activar el Sistema de
SOPORTE VITAL BÁSICO Emergencias. Si el reanimador está solo con un lactante,
EN LACTANTES Y NIÑOS debe desplazarlo con él en sus brazos, continuando las
maniobras; cuando el niño es mayor, puede abandonarse
Maniobras de reanimación unos instantes, mientras se pide ayuda, o enviar a un tes­
cardiopulmonar básica tigo.
C om p rob ación de la circu la ció n . L a p rese n cia de
E l objetivo del soporte vita l básico (SV B) (fig. 3.1) en
pulso central se valora: en la arteria carótida o femoral
el niño es m antener en el m ejor estado posible todos sus
en niños m ayores de 1 año; sobre la arteria braquial
órganos, sobre todo el encéfalo y el m iocardio, m ediante
(cara interna del brazo) en lactantes, o sobre el cordón
maniobras que aporten oxigenación, hasta la llegada de un
um bilical cuando se trata de neonatos (tabla 3.1). No
equipo médico de emergencias que suministre soporte vital
debe em plearse m ás de 10 s en su com probación. La
avanzado (SVA). En la secuencia de actuación, al igual que
ausencia de pulso o una frecuencia inferior a 60 lat/min
en el adulto, se ha cambiado del A-B-C al C-A-B, es decir
en presencia de signos de perfusión deficiente (palidez,
iniciando la RC P con las com presiones torácicas en lugar
cianosis, lividez, a pesar del aporte de oxígeno y de ven­
de realizar ventilación de rescate.
tilación) obliga a iniciar las compresiones torácicas. La
• Posición de RCP. La primera medida que debe adoptarse presencia de circulación espontánea en ausencia de ven­
para valorar al niño es colocarlo en decúbito supino con tilación (parada respiratoria) obliga a realizar maniobras
los brazos a lo largo del cuerpo. de ventilación artificial, boca a boca o boca a boca-nariz,
• Comprobación del estado de conciencia y si respira o con dispositivo de barrera (mascarilla de ventilación),
o no respira. Para ello, se le estim ula golpeándole sua­ con una frecu en cia de 12-20 insuflaciones/m in (una
vem ente las plantas de los pies, y se m ira si respira o insuflación/3-5 s), durante 2 min, después de las cuales
no respira (o solo tiene gasping). Se ha elim inado la se comprueba de nuevo la presencia de pulso, sin emplear
secuencia «observar, escuchar y sentir la respiración» en ello más de 10 s.
en la com probación de la ventilación. Si el niño está C om presiones torácicas. D espués de com probar la
inconsciente pero respira norm alm ente y tiene pulso ausencia de respuesta, de respiración (o presencia solo

12 ) 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos


Capít ulo I 3 Soporte vital pediátrico Q D

FIGURA 3.1 Soporte vital básico en lactante y niño


ESTIMULAR AL NIÑO
mayor de 1 año para profesionales de la salud. Internatio­
No responde, no respira o sólo gasping
nal Liaison Committee on Resuscitation (E^COR) 2010. Enviar a alguien a activar el Sistema de Emergencias
DEA: desfibrilador externo automático o semiautomático; Conseguir un DEA/desfibrilador
SVA: soporte vital avanzado.

Si liay un solo reanimador


y PCR presenciada: activar
el Sistema de Emergencias y
conseguir un DEA/desfibrilador

' Administrar una ventilación cada '.i s


' Aplicar compresiones torácicas si
Comprobar pulso el pulso es inferior a 60 lat/min con

durante no más de 10 s signos de mala perfusión a pesar de
¿Existe pulso? una adecuada oxigenac:ión/ventilación
' Comprobare! pulso cada 2 min
No

Si hay un reanimador: iniciar ciclos de 30 compresiones y 2 ventilaciones


Si hay dos reanimadores: iniciar ciclos de 15 compresiones y 2 ventilaciones

Tras 2 min, ac:livar el Sistema de Emergencias y conseguir un DEA/desíibrilador


(si no se ha hecho antes)
Utilizar un DEA tan pronto como esté disponible

de gasping) y de pulso deben iniciarse las compresiones y realizar el cambio del reanim ador que las realiza cada
torácicas. En caso de un reanimador se realizan ciclos de 2 min son criterios de buena calidad de la RCP.
30:2, mientras que si existen 2 reanimadores los ciclos Apertura de la vía aérea. D espués de las 30 com pre­
serán de 15:2. L a técnica que debe em plearse para las siones torácicas iniciales (o 15 compresiones en caso de
com presiones torácicas tam bién depende del niím ero 2 reanimadores), hay que proceder a la apertura de la vía
de reanim adores y de si la víctim a es lactante o niño; aérea m ediante la m aniobra frente-m entón y adm inis­
en el caso de los lactantes, si hay un único reanimador, trar 2 ventilaciones. En caso de sospecha o evidencia de
debe utilizarse la técnica de compresión torácica con dos lesión cervical se hará la m aniobra de elevación m an­
dedos (medio y anular colocados justo por debajo de la dibular. Si con ella no se consigue ventilar al paciente,
línea intermamilar), mientras que si hay 2 reanimadores debe utilizarse la maniobra frente-mentón.
se realizará la técnica de compresión con ambos pulgares Ventilaciones de rescate. Si el niño no respira (o solo
(y el resto de los dedos de ambas manos abrazando el tó­ tiene gasping) tras las com presiones torácicas iniciales,
rax) colocados en el tercio inferior del esternón. En caso se deben realizar 2 ventilaciones lentas de rescate, insu­
de tratarse de niños mayores de 1 año, debe comprimirse flando, con nuestra boca sellada sobre la suya y tapando
con la base de la palm a de una mano ayudándose o no la nariz del niño (si es un lactante se cubre con nues­
de la otra mano como en el adulto, en la mitad inferior tra boca la suya y su nariz), aire espirado en cantidad
del esternón (v. tabla 3.1). suficiente para que el tórax se eleve. Si no se eleva, hay
Las com presiones torácicas deben realizarse de m a­ que reposicionar la cabeza, realizar un nuevo sellado e
nera que se hunda el tórax del lactante al m enos 4 cm, y intentarlo de nuevo. Cada insuflación que el reanimador
8& en el niño al menos un tercio del diámetro anteroposte­ realice debe precederse de una nueva inspiración no
rior del tórax (aproximadamente 5 cm). Debe permitirse forzada que renueve el aire de sus pulmones, sin originar
la recuperación completa del tórax tras cada compresión, excesiva ventilación, y debe durar 1 s. Puede utilizarse
que debe tener una frecuencia de al m enos 100/min. un dispositivo de barrera o bien una bolsa-m ascarilla
Reducir al mínimo la interrupción de las compresiones p ara realizar la ven tilació n . En este ú ltim o caso, el
Q D S E C C I Ó N I 1 Soporte vital

TABLA 3.1 Manejo de la reanim ación cardiopulm onar (RCP) según la edad del niño

Neonatos Lactantes Niños mayores de 1 año

Solicitar ayuda/activar Si se trata de PCR presenciada de causa cardíaca: activar primero


el Sistema de Emergencias Si es una PCR por asfixia y un solo reanimador: después de realizar 2 min de RCP

Apertura de la vía aérea Posición neutra Posición neutra Moderada extensión


del cuello (maniobra
frente-mentón)*

Frecuencia de ventilación 40-60 ventilaciones/min 8-10 ventilaciones/min (una ventilación/6-8 s) si no hay pulso
si se realiza sin 12-20 ventilaciones/min (una ventilación/3-5 s) si hay pulso
compresiones

Comprobación de pulso Arteria umbilical Arteria braquial Arteria carótida o femoral

Zona de compresiones Tercio inferior del esternón 1 reanimador: justo debajo Dos dedos por encima
torácicas de la línea intermamilar del apéndice xifoides
2 reanimadores: tercio inferior
del esternón

Disposición de las manos Con ambos pulgares y el 1 reanimador: compresión Base de la palma de una
en compresiones torácicas resto de los dedos de torácica con dos dedos (medio mano ayudándose o no
ambas manos abrazando y anular) de la otra mano como
el tórax 2 reanimadores: compresión en el adulto
con ambos pulgares y el resto
de los dedos de ambas manos
abrazando el tórax

Profundidad Un tercio del diámetro 4 cm 5 cm


de las compresiones anteroposterior del tórax (Un tercio del diámetro
torácicas anteroposterior del tórax)

Frecuencia 120 eventos 100/min 100/min


de las compresiones (90 compresiones
torácicas intercaladas
con 30 ventilaciones)

Relación compresiones 3:1 si la PCR es por asfixia 1 reanimador: 30:2 1 reanimador: 30:2
torácicas/ventilación 15:2 si la PCR es de causa 2 reanimadores: 15:2 2 reanimadores: 15:2
cardíaca

*En caso de traum a se realiza m aniobra de traedor} d e l mentor}. Si no fuese p osible ventilar de esta manera, p ue d e realizarse la m aniobra
frente-m entón, p e ro solo con una ligera extensión.

dispositivo debe ser manejado por 2 reanimadores para 2 J/kg, y de 4 J/kg en las siguientes si son necesarias.
que proporcione una ventilación m ás efectiva. N o se De no estar disponible, debe utilizarse un DEA preferi­
recom ienda el uso de un dispositivo bolsa-m ascarilla blem ente con atenuador de dosis pediátrico. Si esto no
en caso de un único reanim ador. La m aniobra de Se- es posible, puede utilizarse un DEA de adultos.
llick (o de com presión cricoidea) puede ser realizada, En niños m ayores de 1 año debe utilizarse el DEA
sin obstruir la tráquea, si hay reanimadores que puedan lo antes posible, bien con atenuador de dosis o, si no es
realizarla. posible, el DEA de adultos.
Posteriorm ente, se continúa con ciclos de 30:2 en D ebe m inim izarse el tiem po entre la últim a com ­
caso de un reanim ador y de 15:2 en caso de 2 reanim a­ presión torácica y la desfibrilación, al igual que entre ésta
dores, tanto en lactantes como en niños. y la reanudación de las compresiones torácicas.
D esfibrilación. La fibrilación ventricular (FV) puede
El manejo del DEA se ha descrito en el capítulo 1, ya que en
ser la causa de la PCR, o bien puede aparecer durante
los niños la técnica es similar a la de los adultos.
los intentos de reanimación. La presencia de un colapso
súbito en un niño muy probablemente tiene como origen
una FV o una TVSP. En estos casos, la administración de Maniobras de desobstrucción
una descarga mediante un desfibrilador debe realizarse
de la vía aérea (fig. 3.2)
cuanto antes.
En lactantes es de elección la utilización de un des­ Si la obstrucción de la vía aérea por cuerpo extraño (OVA-
fibrilador m anual aplicando una prim era descarga de CE) es leve (el niño puede toser y em itir algunos sonidos).
Capít ulo I 3 Soporte vital pediátrico Q D

Paciente con sospecha de obstrucción total de la vía aérea por cuerpo extraño

1
Consciente Inconsciente*

Animarle a toser Colocar en posición


de KCP y realizar
30 compresiones
torácicas

Si es menor Si es mayor
de 1 año de 1 año Abrir la vía aérea e
intentar la extracción
digital bajo visualización
directa
Hasta 5 palmadas interescapulares Maniobra de Heimlich
alternando con hasta 5 compresiones en bipedestación hasta
torácicas bajo la línea intermamilar que se expulse el cuerpo Realizar 2 ventilaciones
hasta que se expulse cuerpo extraño extraño o la víctima y continuar con ciclos
o la víctima quede inconsciente quede inc:onsciente
de 30 c:ompresianes
y 2 ventilaciones
durante 2 min

Se resuelve La víctima quida Se resuelve La víctima queda Tras 2 min de RCP,


la situación inconsciente la situación inconsciente activar el Sistema de
Emergencias si no se
ha hecho antes

• Si hay testigos, enviarlos a activar el Sistema de Emergencias mientras realizamos maniobras de desobstrucción.
• Si no hay testigos, realizar maniobras cluriintc 2 min y después ir a solicitar ayuda.

FIGURA 3.2 Desobstrucción de la vía aérea en la edad pediátrica. International Liaison Committee on Resuscitation (ILCOR) 2010.

hay que perm itir que la víctim a tosa para liberar la vía aé­ bruscas justo debajo de la línea interm am ilar (en el m ismo
rea, perm aneciendo expectantes ante la aparición de una p unto en que se rea liza el m asaje cardíaco en la RCP).
OVACE grave. Si es grave (la víctim a no puede toser ni E sta secuencia debe repetirse hasta conseguir desalojar el
em itir sonidos), se procede según la víctima esté consciente cuerpo extraño de la vía aérea o hasta que el lactante pierda
o inconsciente. la conciencia. L a m aniobra de H eim lich no se recom ienda
en el lactante.
Víctima consciente
En el lactante En el niño mayor de 1 año
Se realiza, alternativam ente, una m aniobra de hasta 5 gol­ Se realiza la m aniobra de Heim lich (similar a la del adulto)
pes en la espalda, seguidos de 5 com presiones cortas y hasta que el cuerpo extraño sea expulsado o, de no tener
b ruscas en el tó rax. P ara ello, se co lo ca al la cta n te en éxito, cuando la víctima quede inconsciente.
dectíbito ventral, a h o rcajadas del antebrazo del rea n i­
mador, con la cabeza más descendida que el tronco, sos­ Víctima inconsciente
teniéndole la cabeza apoyando los dedos en la m andíbula. Si la víctim a está inconsciente, hay que colocarla en posi­
El antebrazo del reanim ador puede descansar en su muslo ción de RCP e iniciarla, com enzando con las compresiones
para ayudar a sostener al lactante. A continuación efectúa torácicas (no realizar valoración del pulso). Tras las primeras
5 golpes en la espalda, con la base palm ar de la mano, en 30 com presiones hay que realizar apertura de la vía aérea,
la zona interescapular. P osteriorm ente, si el cuerpo ex ­ revisar visualm ente la boca y si se observa un cuerpo ex­
traño no h a sido expulsado, el reanim ador coloca su mano traño, extraerlo. En ningún caso debe hacerse barrido digital
libre en la espalda del lactante, sosteniendo el occipucio a ciegas en lactantes y niños, y a que se puede agravar la
con su palm a. A hora el la cta n te queda sujeto en tre los obstrucción de la vía aérea al em pujar inadvertidamente el
dos antebrazos del reanim ador. S eguidam ente, ro ta en cuerpo extraño. Posteriorm ente se adm inistran 2 ventila­
b loque al lactante y lo coloca en decúbito dorsal sobre ciones y se continúa con ciclos de com presiones torácicas
su otro antebrazo, descansando este sobre el m uslo. Ya y ventilaciones hasta que el cuerpo extraño sea expulsado.
en esta posición, con la cabeza del lactante m ás baja que Después de 2 min de RCP, si no se ha hecho antes, se debe
el cuerpo, aplica hasta 5 com presiones torácicas cortas y activar el Sistema de Emergencias.
Q D S E C C I Ó N I 1 Soporte vital

SOPORTE VITAL AVANZADO se soluciona, se aplicarán los cuidados p o sreanim ación


EN EL LACTANTE Y EL NIÑO pediátricos.

El objetivo del SVA es la recuperación de las funciones


respiratoria y circulatoria espontáneas en el paciente para Optimización de la vía aérea
evitar la aparición de lesiones cerebrales irreversibles. Para
ello se optim izan las maniobras que se iniciaron en el SVB: Cánula orofaríngea
se utiliza el desfibrilador m anual en caso de estar indicado Solo está indicada cuando el niño está inconsciente y la tole­
el tratam iento eléctrico, se establece una vía aérea estable ra. Se elige la de tamaño más apropiado, que debe coincidir
por la que se adm inistra oxígeno y se aborda el acceso a con la distancia que hay entre el ángulo de la m andíbula y
la circu lació n m ediante una vía venosa o in traó sea por los incisivos superiores (si aún no ha aparecido dentición,
las que se infunden fárm acos vasoactivos y fluidoterapia, se m ide desde la com isura labial al lóbulo de la oreja). Se
además de m onitorizar la calidad de la RCP y la respuesta dispone de una gran variedad de tallas, desde la n.° 000,
al tratam iento (ñg. 3.3). Finalm ente, si la situación de PCR destinada a prematuros, hasta la n.° 4, destinada a niños de

FIGURA 3.3 Recomendaciones de soporte vital avanzado (SVA) en lactantes y niños para profesionales de la salud. International Liaison Committee on
Resuscitation (ILCOR) 2010. AESP: actividad eléctrica sin pulso; FV: fibrilación ventricular; i.e.; vía intraósea; i.v.: vía intravenosa; RCP: reanimación
cardiopulmonar (ciclos de 30 compresiones/2 ventilaciones si hay un solo reanimador o 15:2 si hay 2 reanimadores, comenzando por compresiones torácicas
hasta que se haya colocado dispositivo avanzado de vía aérea; posteriormente desaparecen los ciclos y se ventila al paciente a razón de 8-10 rpm, mante­
niendo de forma continua e ininterrumpida las compresiones torácicas a una frecuencia de al menos 100/minuto); TVSP: taquicardia ventricular sin pulso.
Capít ulo I 3 Soporte vital pediátrico Q D

TABLA 3.2 M aterial específico utilizado en el soporte vital avanzado pediátrico

Neonato Lactante 1-5 años 5-8 años Mayor de 8 años

cánula Tamaño O 0-1 2-3 4 4-5


orofaríngea En prematuros
000 y 00

Mascarilla Redonda Redonda Triangular Triangular Triangular


facial para Tamaño neonatos Tamaño lactantes Tamaño infantil Modelo adulto Modelo adulto
ventilación

Diámetro interno 3 mm 3,5-4 mm 4 + (años/4) 4 + (años/4) 4 + (años/4)


del tubo 2,5 mm en 4,5-5,5 mm 5,5-6 mm 6-7,5 mm
endotraqueal prematuros
(n.°) sin
neumotapón

Longitud del TOT n.°TOT X 3 n.°TO T X 3 n.°TOT X 3 n.°TO T X 3 n.°TO T X 3


a introducir 9 cm 10-12 cm 13-1 6 cm 16-18 cm 18-22 cm
en boca (cm) 8 cm en
prematuros

Laringoscopio Pala recta n.° 1 Pala recta o curva Pala curva n.° 1-2 Pala curva n.° 2-3 Pala curva n.° 2-3
n.° 1

Sondas de 4-6 6-8 8-12 12-14 12-14


aspiración (n.°)

TOT: tubo orotraqueal.

8 años (tabla 3.2). En los niños mayores de 1 año se comien­ Intubación orotraqueal
za a introducir con la concavidad hacia arriba, girándola Con ella se consigue permeabilizar la vía aérea de manera defini­
180° al llegar al paladar blando; en cambio, en los lactantes tiva, además de poder optimizar la ventilación, enriqueciéndola
se introduce con la concavidad hacia abajo, ayudándose de con oxígeno, o administrar medicación (adrenalina, atropina,
un depresor lingual. hdocaína, naloxona, midazolam, diazepam), si bien es necesario
Las cánulas orofaríngeas, también llamadas de Guedel, saber que las vías intravenosa e intraósea son más efectivas.
mantienen la vía aérea perm eable sin necesidad de traccio- Antes de proceder a la realización de esta técnica debe ventilarse
nar el mentón, y evitan que la caída de la lengua ocluya la unos minutos al paciente, ya portador de la cánula orofaríngea,
orofaringe. A través de ellas puede adm inistrarse oxígeno con balón autohinchable y mascarilla con reservorio de oxígeno
con m ascarilla, ventilar con balón o aspirar secreciones si conectado a una fuente de oxígeno. Para la realización de la
es necesario. técnica es necesario tener experiencia en ello, además de dis­
poner de material específico, como un laringoscopio con palas
Aspiración
de tamaño pediátrico (v. tabla 3.2) y tubos endotraqueales de
Debe realizarse con m ucho cuidado, dado el estímulo vagal tamaño apropiado, con neumotapón o sin él. Si se utihza un
que puede provocar. No debe realizarse a más de 100 mmHg, tubo endotraqueal con neumotapón, este debe insuflarse a la
por lo que solo se utilizan aspiradores con dos posiciones de presión recomendada por el fabricante (habitualmente menos de
presión (100/300 mmHg). El tiempo de aspiración máximo 20-25 cmH20) (v. tabla 3.2). La estimación del tamaño apropia­
es de 10 s, y la sonda (v. tabla 3.2) se introduce sin aspirar do del tubo orotraqueal (TOT) se realiza de la siguiente manera:
hasta la zona en la que se encuentra el m aterial aspirable.
En caso de aspirar a través del tubo endotraqueal, la sonda • Si se utiliza un tubo sin neum otapón: debe elegirse un
de aspiración no debe sobrepasar el extremo distal de aquel, tubo con diámetro interno de 3,5 mm en lactantes, y de
para evitar lesionar la mucosa, y utilizar presiones máximas 4 m m en niños de entre 1 y 2 años de edad. A partir de los
de aspiración de 80-120 mmHg. 2 años de edad el tamaño debe calcularse de acuerdo con
la siguiente fórmula:
Pinzas de Magill
Ayudan a realizar la m aniobra de intubación, dirigiendo el Diámetro interno del tubo sin
extremo distal del tubo endotraqueal a la entrada de la vía neumotapón (mm) = A + (edad¡A)
aérea. También son útiles para elim inar la obstrucción de
la vía aérea producida por m aterial sólido inaccesible a la • Si se u tiliza un tubo con neum otapón: se selecciona
extracción con los dedos. un tubo de diámetro interno de 3 m m en lactantes y de
QD S E C C I Ó N I 1 Soporte vital

3,5 m m en niños de entre 1 y 2 años. A partir de los respiratorios, etc.), m ientras se procede a la intubación se
2 años de edad el tam año del tubo debe calcularse de selecciona una mascarilla homologada de tamaño adecuado,
acuerdo con la siguiente fórmula: que abarque y selle com pletam ente la boca y la nariz del
niño, a la que se habrá colocado previam ente una cánula
Diámetro interno del tubo con de G uedel. A continuación, se acopla a la m ascarilla un
neumotapón (mm) = 3,5 + {edad ¡A) balón de tamaño apropiado (neonatal, lactante o adulto si
es m ayor de 1 año), con un reservorio de oxígeno acopla­
En los lactantes, la laringoscopia previa a la introducción do (tubo corrugado o bolsa reservorio), y todo ello conec­
del TOT puede realizarse con pala recta, en cuyo caso, esta tado a un caudalím etro por el que se adm inistra oxígeno a
se dispone calzando la epiglotis para visualizar la vía aérea, 15 1/min. Cada ventilación m anual debe durar un tiem po
en lugar de alojarla en el receso glosoepiglótico, como se in sp irato rio de 1 s, y u na vez intubado o colocado otro
hace en el adulto. Cuando el niño m antenga circulación es­ dispositivo de vía aérea avanzada como la mascarilla laríngea,
pontánea se recom ienda adm inistrar una dosis de atropina debe adm inistrarse a un a frecuencia de 8-10 ventilacio-
(0,02 m g/kg), con una dosis m ínim a de 0,1 mg y m áxim a nes/m in (una ventilación/6-8 s) sin interrupción de las com ­
de 0,5 mg, para evitar las consecuencias del estímulo vagal presiones torácicas. Si la víctima tiene pulso pero no respira o
que origina la intubación. La intubación debe realizarse en tiene gasping, administrar 12-20 ventilaciones/min (una ven-
m enos de 10 s; si no se consigue en este tiem po, hay que tilación/3-5 s). El m anejo del dispositivo bolsa-m ascarilla
ventilar al paciente durante varios m inutos, para volver a por 2 reanimadores es más efectivo que cuando es manejado
intentarlo posteriorm ente. Para facilitar la visión de la en­ por un solo reanimador. Debe evitarse la hiperventilación en
trada de la vía aérea e im pedir el paso de aire al estómago todo momento.
y la aparición de regurgitación de contenido gástrico puede
realizarse una presión cuidadosa sobre el cartflago cricoides Ventilación a través del tubo endotraqueal
(m aniobra de Sellick) m ientras se ventila con bolsa-m as­ Si el paciente está intubado se ventila a través del TOT m e­
carilla durante la intubación. U na vez conseguida esta, y tras diante el balón autohinchable conectado a la bolsa reservorio
insuflar el neumotapón en su caso, se comprueba la adecuada y al oxígeno, o con un respirador volumétrico que permita
posición del tubo, que se realiza por los siguientes métodos: establecer parámetros ventilatorios adecuados para la edad
• M irar los movimientos simétricos del tórax y auscultar pediátrica. Se ventila inicialm ente con un a fracción ins-
la sim etría de sonidos pulm onares en am bos cam pos piratoria de oxígeno (FÍO 2 ) de 1 hasta que se recupere la
pulmonares, especialmente bajo las axilas. circulación espontánea, en cuyo caso hay que ajustar la
• Escuchar si existe gorgoteo gástrico coincidiendo con FÍO 2 para conseguir valores de Sa 0 2 iguales o ligeramente
las ventilaciones. Ello indicará que el tubo endotraqueal superiores al 94% . No conviene u tilizar un volum en co ­
está alojado en el esófago. rriente superior a 10 ml/kg por la posibilidad de barotraum a
• Monitorizar el CO 2 espirado, mediante capnografía o m é­ y el consecuente neum otórax a tensión, ni elevar la presión
todo colorimétrico. Durante la PCR, si tras la intubación no positiva al final de la espiración por encima de 2-4 cm H20.
se detecta CO 2 espirado, debe comprobarse la colocación
del tubo endotraqueal mediante laringoscopia, ya que aun­ Oxigenoterapia
que en general se debe a que el tubo no está colocado en la Durante la PCR es razonable ventilar al niño con oxígeno al
tráquea sino en el esófago, la ausencia de CO 2 puede ser 100%. U na vez que la circulación espontánea se reinstaura
debida al muy deficiente flujo sanguíneo pulmonar y no a hay que ajustar la FÍO 2 a la mínima necesaria para mantener
una incorrecta colocación del tubo endotraqueal. Por otra la Sa02 igual o algo por encim a de 94%, con el objetivo de
parte, este método no descarta la intubación selectiva del evitar la hiperoxia, mientras se decide el método definitivo
bronquio derecho. Debe recordarse que el método colon- de aporte de oxígeno que se va a utilizar.
métrico de detección de CO 2 espirado puede ser alterado
por: contaminación del detector por contenido gástrico o Ventilación m ecánica no invasiva
fármacos acídicos (p ej., adrenalina administrada por vía Si el niño presenta respiración espontánea pero el trabajo
endotraqueal), la administración intravenosa de adrenalina respiratorio es excesivo, ju n to a un cuadro de insuficien­
(reducción transitoria del CO 2 espirado), la obstrucción cia respiratoria aguda, puede intentarse superar la situación
de la vía aérea por asma o edema pulmonar grave (puede mediante el uso de ventilación m ecánica no invasiva, en su
impedir la eliminación de CO 2 espirado) y por la existencia m odalidad de presión positiva continua en la vía respirato­
de un gran decalaje entre el tubo y la glotis. ria (CPAP) o presión positiva con dos niveles de presión
Finalmente, se procede a la fijación extem a del tubo, m ante­ (BiPAP) (v. cap. 192), con la m ascarilla adecuada, evitan­
niendo la cabeza del niño siempre en posición neutra. do si es posible la intubación.

Optimización de la ventilación Optimización de la circulación


Ventilación con m ascarilla y balón autohinchable Diagnóstico y m onitorización electrocardiográfíca
o dispositivo bolsa-mascarilla Inicialm ente puede realizarse m ediante las palas del des-
Si el niño se encuentra en apnea o si su ventilación e s­ fibrilador, por si se estuviese ante un ritm o desfibrilable
pontánea no es efectiva (bradipnea, fatiga de los músculos (FV /T V SP), es decir, que puede req u erir desfibrilación
Capít ulo I 3 Soporte vital pediátrico C D

inm ediata. Posteriorm ente debe hacerse de form a estable La adrenalina es el fármaco principal en el SVA pediátri­
m ediante electrodos de m onitorización pediátricos, u tili­ co. No debe administrarse simultáneamente con bicarbonato
zando la derivación donde m ejor se observen los diferentes sódico a través del mismo sistema de perfusión o catéter, ya
aspectos del trazado electrocardiográfico. que el bicarbonato inactiva las catecolaminas.
No se recom ienda la administración sistemática de atro­
Compresiones torácicas pina. D e utilizarse, no se deben adm inistrar dosis menores
De la m ism a m anera que en el SVB, si el niño no responde, de 0 ,1 mg, ya que induce bradicardia paradójica. En caso de
no respira (o solo tiene gasping) y no tiene pulso, se inician intoxicación por insecticidas organofosforados o exposición
las com presiones torácicas. La form a de adm inistración y a sustancias neurotóxicas pueden requerirse amplias dosis.
los criterios de calidad de las compresiones torácicas se han Tampoco se recom ienda la adm inistración de calcio en
descrito anteriormente en este capítulo. ausencia de hipocalcemia, intoxicación por antagonistas del
calcio, hiperm agnesem ia o hiperpotasem ia documentadas.
Acceso a la circulación para la administración Puede utilizarse cloruro cálcico o gluconato cálcico (v. cua­
de fármacos y fluidos: vía venosa, vía intraósea dro 3.1). En pacientes críticos se prefiere el cloruro cálcico,
y endotraqueal ya que origina un m ayor incremento del calcio iónico en el
El acceso a la circulación es prioritario desde el primer m o­ tratamiento de la hipocalcemia. En el paciente que no está
mento, durante los primeros 2 min de RCP. Es de elección la en PCR, si el único acceso que existe es un a vía venosa
canalización de una vía venosa periférica con un catéter corto periférica, se prefiere el gluconato cálcico, ya que su menor
para infundir medicación y fluidos (20 m l/kg en 30 min). Si osmolaridad causa menos flebitis.
en el plazo de 90 s no puede canalizarse la vía venosa se abor­ La amiodarona se prefiere a la lidocaína en el tratamiento
da un acceso intraóseo. Esto se consigue mediante un trócar de la FV/TVSP. En el paciente en PCR debe administrarse
o una pistola de inyección intraósea con el que se punciona en bolo intravenoso.
inferom edialm ente en la tuberosidad tibial hasta penetrar El sulfato de magnesio está indicado para el tratamiento
en la cavidad medular de dicho hueso, momento en el cual de hipom agnesem ia constatada o en caso de torsades de
se administran 10 mi de suero fisiológico, comprobando la pointes (TV polim órfica con prolongación del QT).
permeabilidad de la vía y que no se produce la extravasación La adm inistración sistemática de bicarbonato sódico no
del Kquido infundido. A continuación se conecta el sistema de está recomendada. Es útil en caso de PCR prolongada o ante
fluidoterapia, fijándolo a la piel circundante con dos pinzas determinadas intoxicaciones, como por ejemplo en caso de
Kocher envueltas con vendas, respetando el dispositivo. A arritmia ventricular grave por cocaína o por antidepresivos
través de la vía intraósea puede administrarse cualquier tipo tricíclicos.
de fármaco y en las mismas dosis que por vía intravenosa.
C ada adm inistración de un fárm aco debe ir seguida de un Desfibrilación m anual o convencional (v. fig. 3.3)
bolo de suero fisiológico m anteniendo posteriorm ente la En la actualidad, la desfibrilación es un a técnica que se
extremidad elevada durante 10-20 s para favorecer la entrada utiliza desde un prim er momento en el soporte vital. En el
en la circulación central. Incluso por vía intraósea pueden SVB se lleva a cabo con los DEA, mientras que en el SVA se
obtenerse muestras de sangre para determinaciones de labo­ utilizan desfibriladores manuales o convencionales. Para el
ratorio, pruebas cruzadas y gases sanguíneos. manejo de un desfibrilador m anual en niños deben seguirse
M ientras se obtiene el acceso a la circulación pueden las siguientes recomendaciones:
ad m inistrarse fárm acos po r el TOT, d irectam en te en el
• Existen dos tamaños de palas o parches autoadhesivos:
interior de este, diluidos en 5 mi de suero fisiológico. En
«adulto» e «infantil». Se utihza el tamaño «adulto» en niños
el caso de la lidocaína, la atropina y la naloxona, la dosis
de más de 10 kg (aproximadamente mayores de 1 año), y
que debe utilizarse es el doble o el triple de la indicada para
la vía intravenosa. La adrenalina (Adrenalina B Braun®, el tamaño «infantil» para niños de menos de 10 kg de peso.
• No se deben utilizar las palas m anuales sin aplicar gel
ampollas con 1 mg) debe adm inistrarse en dosis diez veces
de electrodos; tampoco compresas em papadas en suero
mayores que la dosis intravenosa (0,1 mg/kg o 0,1 ml/kg de
salino o alcohol, ni geles de ultrasonidos.
una concentración al 1:10.000). Cada bolo de un fármaco
• La colocación de las palas m anuales o de los parches de
debe ir seguido por 5 ventilaciones con presión positiva
electrodos autoadhesivos se realiza según indicaciones
consecutivas. Debe recordarse que la absorción de fármacos
del fabricante rotuladas en las mismas.
por vía endotraqueal es impredecible. Por otra parte, ni el
• Es aceptable utilizar una energía inicial de 2 J/kg, y si
bicarbonato sódico ni el calcio, sustancias no liposolubles,
fracasa aumentar al menos a 4 J/kg en las sucesivas des­
deben adm inistrarse por vía endotraqueal, ya que pueden
cargas, si bien puede aumentarse si se considera indica­
originar lesiones de la vía aérea.
da, sin exceder de 10 J/kg o la m áxima dosis del adulto.
La obtención de una vía venosa central en el niño debe
dejarse en manos expertas cuando no se puede acceder por vía
venosa periférica o por vía intraósea por las frecuentes com ­ Algoritmo de decisión en soporte
plicaciones en las que pueden incurrir manos no entrenadas.
vital avanzado
Fármacos utilizados en el SVA pediátrico L a secuencia de actuación en el lactante y el niño m ayor de
En el cuadro 3.1 se exponen los principales fármacos utili­ 1 mes de vida y la integración de las m aniobras descritas
zados en el SVA pediátrico. anteriormente e incluidas en el SVA se detallan en la fig. 3.3.
S E C C I Ó N I 1 Soporte vital

Cuadro 3.1 Fármacos de uso en reanimación cardiopulmonar (RCP) pediátrica


Adrenalina. (Adrenalina B Braun®, ampollas con 1 mg en 1 mi Dobutamina. (Dobutamina IVlayne®, ampollas con 250 mg) en
al 1/1.000). Dosis de 0,01 mg/kg a 1:10.000 por vía i.v./i.o. dosis de 10-30 pg/kg/min por vía i.v.
(Dosis máxima = 1 mg). PorTOT administrar siempre 0,1 mg/kg
Dopamina. (Dopamina Grifols®, ampollas con 200 mg), en
(dosis máxima = 2,5 mg) con 5 mi de suero fisiológico seguido de
dosis inicial de 1-3 pg/kg/min por vía i.v., incrementándola
5 ventilaciones. Se puede repetir cada 3-5 min de ser necesario
progresivamente de 3 en 3 mg/kg/min
Amiodarona. (Trangorex®, ampollas con 150 mg) en dosis de Glucosa. (Glucosada Grifols® 10,15, 30 y 50%, solución para
5 mg/kg por vía i.v./i.o. Repetir dos veces hasta 15 mg/kg. Dosis perfusión). En dosis de 0,5-1 g/kg por vía i.v./i.o. (5-10 ml/kg
máxima = 300 mg de glucosa al 10% en neonatos; 2-4 ml/kg de glucosa al
Atropina. (Atropina Braun®, ampollas con 1 mg). Bolos de 25% en lactantes y niños, 1-2 ml/kg de glucosa al 50% en
0,02 mg/kg por vía i.v./i.o. Por TOT administrar 0,04-0,06 mg/ adolescentes
kg con 5 mi de suero fisiológico seguido de 5 ventilaciones. Lidocaína. (Lidocaina Braun® 5% , miniplascos de 10 mi al 5%)
Repetir una vez si es necesario. Dosis mínima = 0,1 mg. Dosis en dosis de 1 mg/kg por vía i.v./i.o. cada 5 min hasta tres dosis
máxima única = 0,5 mg. Si hay intoxicación por organofos- (máximo, 100 mg). Si es eficaz se prepara perfusión con 90 mg
forados pueden requerirse mayores dosis (1,8 mi) diluidos en 50 mi de suero fisiológico, administrándose
en dosis de 20-40 mg/kg/min (9 ml/kg/h)
Bicarbonato sódico 1 M. Se diluye al 50% en suero fisiológico y
se administra en dosis inicial de 1 mEq/kg por vía i.v./i.o., siem­ Naloxona. (Naloxona Kern Pharma®, ampollas con 0,4 mg).
pre que hayan transcurrido 10-15 min de SVA, o pH <7,10; En niños menores de 5 años o de 20 kg o menos: 0,1 mg/kg
con optimización de la ventilación a través de TOT a FÍO 2 por vía i.v./i.o, o por TOT. En niños de 5 años o mayores o de
de 1 y se hayan administrado varias dosis de adrenalina sin más de 20 kg: 2 mg por vía i.v./i.o, o por TOT. Utilizar dosis
resultado. O en la PCR por hiperpotasemia, intoxicación por menores para revertir la depresión respiratoria asociada al uso
cocaína o por antidepresivos tricíclicos terapéutico de opioides
C lo ru ro cálcico . (Cloruro cálcico Braun®, am pollas con Sulfato de magnesio. (Sulfato de magnesio Lavoisier® 15%,
100 mg). Está indicado en la AESP por hipocalcemia, hiperpo­ ampollas con 1.500 mg), en dosis de 25-50 mg/kg por vía i.v./
tasemia o antagonistas del calcio. Se administran 20 mg/kg por i.o. en 10-20 min. (Dosis máxima = 2 g). Perfusión más rápida
vía i.v./i.o. Dosis máxima única = 2 g en torsades de pointes

AESP: actividad eléctrica sin pulso; Fi02: fracción inspiratoria de oxígeno; i.o.: intraósea; i.v.: intravenosa; SVA: soporte vital avanzado; TOT: tubo orotraqueal.

CU ID A D O S POSREANIM ACIÓN U n recién nacido que ha nacido como resultado de una


gestación a término, que llora o respira y que tiene buen tono
L a aplicación de hipoterm ia terapéutica (entre 32 y 34 °C) muscular no necesita ninguna maniobra de soporte y no debe
puede ser beneficiosa para adolescentes que continúan en ser separado de la madre. D ebería ser secado, colocado en
com a tras la RC P tras parada cardíaca por FV extrahos- contacto directo con la piel de la m adre y cubierto con una
p italaria repentina y presenciada. Tam bién puede ser una sabana seca para mantener la temperatura.
opción en el caso de lactantes y niños que continúan en coma En cam bio, si es un pretérm ino, no llora o no respira
tras la RCP tras parada cardíaca. o está hipotónico, requerirá algún tipo de asistencia que
puede ir desde unas simples medidas de estabilización (pro­
porcionar calor, colocarlo en posición de olfateo para abrir
REANIMACIÓN NEONATAL
la vía aérea, aspirar la vía aérea si es necesario, secarlo y
A proxim adam ente el 10% de los recién nacidos req u ie­ estimular la respiración), hasta requerir soporte ventilatorio,
ren asistencia para com enzar a respirar, y m enos del 1% com presiones torácicas y la adm inistración de fluidos y/o
requieren m aniobras de RCP. Se ha dem ostrado el efecto adrenalina.
beneficioso de retrasar el pinzam iento del cordón durante Durante el primer minuto desde el nacimiento deben ins­
al menos 1 min en neonatos nacidos a térm ino y pretérmino taurarse las referidas medidas de estabilización, revaluar al
que no requieren reanimación. niño y com enzar la ventilación si está indicada. Para valorar
En el caso de neonatos nacidos a término es mejor comen­ si es necesario ir más allá de la sim ple estabilización hay
zar la reanimación con aire en lugar de hacerlo con oxígeno al que constatar: la respiración (respiración normal, apnea, gas­
100%, con monitorización mediante pulsioximetría colocan­ ping o excesivo trabajo respiratorio) y la frecuencia cardíaca
do el sensor en la extremidad superior derecha. La aspiración (mayor o menor de 100 lat/min) mediante auscultación del
inm ediatam ente posterior al nacim iento (incluida la reali­ latido precordial. Si el latido es detectable se palpa el latido
zada con un aspirador nasal) debe reservarse para aquellos del cordón umbilical para valorar la frecuencia cardíaca.
neonatos que presenten dificultad evidente de la respiración Si el niño no responde después de estim ular la planta
espontánea o que requieran ventilación con presión positiva. de los pies, debe usarse una sonda de aspiración de tamaño
Debe realizarse aspiración traqueal a los lactantes deprimidos neonatal para estim ular los orificios nasales y la cavidad
nacidos con el líquido amniótico teñido de meconio. bucal, aspirando suavemente.
Capít ulo I 3 Soporte vital pediátrico QD
Si persiste la falta de respuesta se inicia ventilación con La adm inistración de fluidos está indicada ante la sos­
balón autohinchable neonatal y mascarilla, conectado a una pecha o evidencia de pérdida sanguínea (pahdez, pulso débil,
fuente de oxígeno, realizando 5 insuflaciones lentas de 2-3 s perfusión periférica deficiente) y la ausencia de m ejoría de
y valorando las frecuencias cardíaca y respiratoria, así como la frecuencia cardíaca con otras m edidas de soporte vital.
el estado de oxigenación m ediante el pulsioxím etro (no Se utiliza solución cristaloide salina isotónica en dosis de
mediante el color de la piel). La ventilación debe adm inis­ 10 ml/kg, que puede repetirse en caso necesario. En niños
trarse con la presión suficiente para aumentar la frecuencia prematuros debe evitarse la administración rápida de grandes
cardíaca o expandir el tórax. cantidades de volumen debido al riesgo de provocar hem o­
Si no hay respuesta tras 30 s, sin dejar de ventilar, se rragia intraventricular.
palpa el pulso en la arteria um bilical y, si estuviese ausen­ Cuando la gestación, el peso al nacer o las anom alías
te o fuese inferior a 60 lat/m in, se inician com presiones congénitas conllevan la práctica certeza de una m uerte pre­
torácicas, intercalando una ventilación, con una secuencia m atura y sea probable que entre los pocos supervivientes la
de 3 com presiones y una ventilación (para adm inistrar al morbilidad sea inaceptablemente grave, no está indicada la
menos 90 com presiones y 30 ventilaciones/min) en caso de reanimación.
PCR por asfixia y de 15:2 si la causa es de origen cardíaco. En un recién nacido sin una frecuencia cardíaca detec­
El paro cardíaco neonatal suele producirse por asfixia. Por table, que sigue indetectable durante 10 m in de RCP, es
ello, se ha m antenido la secuencia A -B -C en la RC P del adecuado considerar la conveniencia de detener las m anio­
neonato. bras. Deben tenerse en cuenta factores como la causa de la
Las compresiones torácicas deben aplicarse en el tercio PCR, el tiempo de gestación, la presencia o ausencia de com-
inferior del esternón, con la fuerza suficiente para hundir phcaciones, el papel potencial de la hipotermia terapéutica y
un tercio del diámetro anteroposterior del tórax. Se prefiere la decisión de los padres de asumir los riesgos de morbilidad.
la técnica de com presión con dos pulgares y el resto de los Respecto a los cuidados posreanimación nenonatal, se re­
dedos abrazando el tórax del neonato, que la técnica de comienda proporcionar hipotermia terapéutica (33,5-34,5 °C)
com presión con dos dedos (medio y anular). El tórax debe a los lactantes nacidos con 36 semanas o más de gestación con
reexpandirse tras cada com presión y deben minimizarse la una encefalopatía hipóxico-isquémica de moderada a grave.
interrupción de las com presiones torácicas. L a adm inistración de naloxona no se recom ienda de
Si el niño sigue bradicárdico (< 6 0 lat/min) después de form a sistemática en la reanimación de recién nacidos con
90 s de RCP con menores concentraciones de oxígeno, debe depresión respiratoria. El soporte ventilatorio es el que debe
aumentarse la FÍO 2 al 100% y administrar 40-60 ventilacio­ restaurar la frecuencia cardíaca y la ventilación.
nes/min para conseguir una frecuencia cardíaca superior a La adm inistración de glucosa por vía intravenosa tan
100 lat/min. pronto como sea posible después de la reanimación es una
Si la ventilación con bolsa-m ascarilla no da resultado o medida que debe considerarse para evitar la hipoglucemia.
la situación de PCR persiste se procede a la intubación endo-
traqueal. Si esta no es posible se recomienda la colocación de
BIBLIO GRAFÍA RECOMENDADA
una m ascarilla laríngea. Se recom ienda el uso de detectores
de CO 2 espirado para confirmar la correcta colocación del American Heart Association. Libro de bolsillo de atención cardiovas­
tubo endotraqueal. cular de emergencia para profesionales de la salud de 2010. Ed. Esp. Tx
(USA): American Heart Association; 2011.
Si la frecuencia cardíaca se m antiene inferior a 60 lat/ Berg MD, Schexnayder SM, Chameides L, Terry M, Donoghue A, Hickey
min a pesar de una adecuada ventilación (habitualmente con RW, et al. Part 13: pediatric basic life support: 2010 American Heart As­
intubación endotraqueal) con oxígeno al 100% y correctas sociation Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency
compresiones torácicas, está indicada la adm inistración de Cardiovascular Care. Circulation 2010;122(18 Suppl 3):S862-75.
Kattwinkel J, Perlman JM, Aziz K, Colby C, Fairchild K, Gallagher J,
adrenalina (Adrenalina B Braun®, ampollas con 1 mg) por
et al. Part 15: neonatal resuscitation: 2010 American Heart Association
un catéter a través de la vena um bilical en dosis de 0,01- Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardio­
0,03 mg/kg de una concentración al 1:10.000 (0,1 mg/ml), o vascular Care. Circulation 2010;122(18 Suppl 3):S909-19. Erratum in:
bien por vía intraósea (v. cuadro 3.1). M ientras se consigue Circulation. 2011; 124(15):e406.
un acceso venoso o intraóseo puede intentarse la administra­ Kleinman ME, Chameides L, Schexnayder SM, Samson RA, Hazinski
ME, Atkins DL, et al. Part 14: pediatric advanced life support: 2010
ción endotraqueal en dosis de 0,05-0,1 mg/kg de una concen­ American Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Resus­
tración de adrenahna al 1:10.000. La dosis inicial de adrenalina citation and Emergency Cardiovascular Care. Circulation 2010;122
se repite cada 3-5 min en caso de ser necesario. (18 Suppl 3):S876-908.


s
a
Caso clín ic o GD
CA SO C L ÍN IC O 1. Parada cardiorrespiratoria. F.J. Montero Pérez y L. Jiménez Murillo

Planteamiento del caso national Liaison Com mittee on Resuscitation), la secuencia de


Usted se encuentra como médico de guardia en la sala de actuación de soporte vital básico pasó de ABC a CAB debido
pacientes críticos de su hospital comarcal. Entran en camilla a a la importancia de comenzar precozmente las compresiones
un paciente de 55 años, hipertenso, hiperlipémico, y fumador torácicas y de minimizar el tiempo que se está sin compri­
de 20 cigarrillos al día, que acudió a la consulta por dolor mir durante las maniobras de reanimación cardiopulmonar
torácico y que quedó aparentemente inconsciente cuando se le (v. cap. 1).
practicaba un electrocardiograma de 12 derivaciones.
3. Nuestro paciente, en situación de parada cardíaca, presenta en
1. Señale la primera acción que tendría que realizar sobre este el monitor un ritmo de fibrilación ventricular. ¿Qué haría
paciente: en primer lugar?
a. Estimular al paciente para comprobar falta de respuesta a. Realizar una descarga eléctrica.
y respiración. b. Administrar adrenalina.
b. Comprobar pulso. c. Realizar compresiones/ventilaciones a un ritmo de 30/2,
c. Comprobar si el ritmo es desfibrilable. durante 2 min.
d. Iniciar compresiones torácicas. d. Administrar atropina.
e. Colocar cánula de Cuedel. e. Intubación endotraqueal.
Correcta: a. Ante un paciente inconsciente, lo primero que hay Correcta: a. El algoritmo de soporte vital avanzado (v. cap. 2)
que valorar es si está realmente inconsciente, comprobando señala que la primera acción que se debe realizar ante una
para ello su falta de respuesta y su respiración. Si no responde fibrilación ventricular es la administración de una descarga
y no respira (o respira anormalmente) se inicia el algoritmo de eléctrica (si disponemos de desfibrilador semiautomático nos
soporte vital básico en el adulto (v. cap. 1). avisará de ello). Posteriormente se continuará con reanimación
cardiopulmonar (RCP) durante 2 min, obteniendo un acceso
2. Ante un paciente que acaba de diagnosticar de parada car­
venoso periférico/intraóseo, transcurridos los cuales se anali­
diorrespiratoria, señale la secuencia de actuación de soporte
zará el ritmo, y de persistir la situación se vuelve a administrar
vital básico correcta:
otra descarga eléctrica, continuando con RCP durante 2 min
a. A (vía aérea), B (breathing= ventilación), C (circulación).
y administrando, tras esta segunda descarga, adrenalina en
b. B {breathing= ventilación), C (circulación), A (vía aérea).
dosis de 1 mg, que posteriormente se repetirá cada 3-5 min.
c. C (circulación), A (vía aérea), B (breathing= ventilación).
A partir de este momento se considerará la colocación de un
d. A (vía aérea), C (circulación), B (breathing= ventilación).
dispositivo de vía aérea avanzada (intubación endotraqueal o
e. C (circulación), B {breathing= ventilación) A (vía aérea).
dispositivos alternativos).
Correcta: c. Desde la aparición en 2010 de las nuevas reco­
mendaciones en soporte vital promulgadas por el ILCOR (Inter­
Sección 2

Ex Dioradones
comp ementarías
en medicina de urgencias
4. Hematimetría 24 10. Radiografía de tórax 75
5. Bioquím ica sanguínea 32 11. Radiografía simple de abdomen 89
6. Estudio de coagulación 45 12. Ecografía 101
7. Análisis elemental de orina 51 13. Tomografía computarizada craneal 109
Gasometría, pulsioximetría 14. Resonancia magnética 116
y capnografía 57 15. M edicina nuclear 124
Electrocardiografía de urgencias 64
Página deliberadamente en blanco

m
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I
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Capítulo 4

Hematimetría
E. M uñoz Triano, L. Jim énez M urillo, J.M. Calderón de la Barca G ázquez y F.J. M ontero Pérez

IN TR O D U C C IÓ N La determinación del número de reticulocitos o hematíes


inm aduros no está incluida con carácter urgente, aunque
L a hematimetría es una exploración com plem entaria básica puede realizarse manualm ente para valorar la eritropoyesis
en cualquier servicio de urgencias, ya que perm ite detectar real. Sus valores normales son del 0,5-2%.
alteraciones cuantitativas de las células sanguíneas (hema­
tíes, leucocitos y plaquetas) por recuento en autoanalizador.
Las m uestras pueden conservarse a tem peratura am biente PRINCIPALES ALTERACIONES
si el análisis se realiza en las siguientes 8 h después de la CUANTITATIVAS
extracción; por el contrario, deben ser refrigeradas si se
realiza 24 h después, desechándose aquellas con más de Hematíes
36 h de almacenaje. L a alteración del núm ero de hem atíes (entendido com o
Cuando el autoanalizador detecta una célula anóm ala órgano eritrocitario), tanto por defecto (anemia) como por
(alteraciones cualitativas) em ite una alarm a m orfológica exceso (poliglobulia), no debe valorarse de manera aislada,
de sospecha: células grandes inm aduras (LIC), linfocitos sino conjuntam ente con las concentraciones de Hb, Hto y
atípleos (ALY) o células grandes no teñidas (LU C ). En el número de reticulocitos.
condiciones norm ales no deben superar el 5% del total de
leucocitos; si lo superan, el laboratorio tiene que validar el Anemia
resultado m anualm ente o m ediante la realización de una • La anemia se define como la reducción de la m asa eri­
extensión de sangre periférica o frotis. Este está indicado trocitaria que, en ausencia de hem odilución y hem o-
en urgencias, previa consulta con el hem atólogo, ante la concentración, es la dism inución de la Hb por debajo
sospecha de anem ia hem olítica, trom bocitopenia grave, de 12 g/dl en m ujeres y niños de 6 a 14 años, 13 g/dl
m ielom a m últiple o leucem ia aguda, entre otras. en hombres, y 11 g/dl en niños menores de 6 años, ges­
En la mujer gestante se producen cambios hematológicos tantes y ancianos. Hay que tener en cuenta que: un 5%
fisiológicos que hay que tener presentes para que no sean de los individuos sanos tienen niveles por debajo de la
fuente de errores, com o anem ia dilucional (hemoglobina, normalidad; un sujeto adulto con un Hto del 49% puede
10,5-11 g/dl), leucocitosis (<15.000/|jul) con neutrofilia, tener una hem orragia grave (15% de la m asa eritrocita­
trombocitopenia leve ( > 7 0 .0 0 0 /| jl1), aumento de los factores ria) y continuar con niveles dentro de la normalidad; y
procoagulantes y disminución de la ñbrinolisis. Todos estos en los pacientes ingresados con depleción de volumen
cambios se norm alizan en las siguientes 6-8 semanas des­ no se puede valorar su verdadera masa eritrocitaria hasta
pués del parto. transcurridas 24-36 h de su reposición.
• Antes de realizar un diagnóstico diferencial de la pro­
bable etiología de la anem ia es necesario descartar que
VALORES NORMALES
se trate de un a anem ia ficticia . E sta es aquella en la
Los parámetros hem atológicos que habitualmente se deter­ que se detecta un descenso relativo de Hb, Hto y número
minan en la mayoría de los autoanahzadores son; número de total de hematíes como consecuencia de un aumento del
hematíes, concentración de hem oglobina (Hb), hematocrito volumen sanguíneo circulante, ya sea de causa fisiológi­
(Hto), índices eritrocitarios, com o el volumen corpuscular ca (embarazo) o iatrogénica (hiperhidratación).
medio (VCM), la hemoglobina corpuscular media (HCM), la • En la asistencia urgente hay que identificar, básicamente,
concentración de hem oglobina corpuscular m edia (CHCM) dos grandes grupos de anemias verdaderas: las regenera-
y el ancho de distribución eritrocitaria (ADE) o coeficiente tivas o extramedulares y las arregenerativas o medulares,
de variación del volumen eritrocitario (RDW); número de diferenciación que se establece dependiendo de que la
leucocitos y fórm ula leucocitaria, y recuento de plaquetas m édula ósea conserve o no intacta su capacidad para
con su volumen plaquetario medio. Los valores normales se producir hematíes. Para ello es de ajoida conocer, además
exponen en la tabla 4.1. de la Hb y Hto, el VCM , el núm ero de reticulocitos y

24 ) 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos


Capít ulo I 4 Hematimetría QD
com presor en la extremidad que se vaya a utilizar para
TABLA 4.1 Valores normales de los parámetros
su extracción. El térm ino poliglobulia hace referencia
hematológlcos
al aumento exclusivo de glóbulos rojos, y puede cursar
Parámetro Valores normales paradójicam ente con anemia, como la poliglobulia mi-
crocítica de los síndromes talasémicos minor.
Hematíes M 4,2-5,4 X lOVjil • Desde un punto de vista fisiopatológico, la eritrocitosis
V 4,7-5,1 X lOVfJLl
se clasifica en: absoluta (aumento de la m asa eritrocita-
Hemoglobina M 12-16 g/dl ria) o relativa (masa eritrocitaria normal). Sus causas más
V 14-18 g/dl frecuentes se detallan en el capítulo 113 (cuadro 113.1).
Hematocrito M 37-47%
V 42-52% Hemoglobina
VCM 81-98 fl Las causas de las alteraciones cuantitativas de este parámetro
HCM 27-31 pg (anemia y eritrocitosis) son idénticas a las comentadas en la
alteración del número de hem atíes (v. cuadros 4.1 y 113.1),
CHCM 33-36 g/dl
si bien las cifras de H b son más sensibles que las corres­
Reticulocitos 0,5-2% pondientes al núm ero de hem atíes, para m odificarse ante
situaciones que conlleven un aum ento o una dism inución
Leucocitos 4,8-10,8 X 1ü3/jji,l
del volumen plasmático. No obstante, valores de Hb inferio­
Neutrófilos 42-75% res a 8 g/dl o superiores a 18 g/dl siempre son patológicos
(anemia y eritrocitosis verdaderas, respectivamente), por lo
Linfocitos 21-51%
que esta alteración no debe atribuirse a hem odilución ni a
Monocitos 2-9% hemoconcentración.
Eosinófilos 0-5%

Basófilos 0- 2%
Hematocrito
Plaquetas 120-400 X IOV jjlI Este parám etro indica la m asa eritrocitaria respecto al vo­
lumen total de sangre, por lo que su valor es influido, tanto
C H C M : conce n tra ción de hem oglobina corpuscular m edia; por la técnica que se aplique para su determ inación (son
H C M : hem oglobina corpuscular m e dia ; M : m u je r; V: varón;
m ás reales los valores obtenidos en recuentos electró n i­
VC M : volum en corpu scu lar m edio.
cos), como por las circunstancias que originen un aumento
o una disminución del volumen plasmático (hemodilución o
hemoconcentración). Valores de Hto superiores al 60% o in ­
feriores al 30% deben considerarse inicialmente patológicos.
Cuadro 4.1 Clasificación de los tipos de anemia Las causas que pueden originar dism inución o aumento
más frecuentes en urgencias del valor de Hto son idénticas a las que provocan alteración
Regeneratlva Arregenerativa cuantitativa del número de hematíes (v. cuadros 4.1 y 113.1).
Hemorragia aguda Aplasia medular
Anemia hemolítica Invasión medular
Intravascular Déficit nutricional: hierro, Volumen corpuscular medio^ hemoglobina
Postransfusional ácido fólico, vitamina B ,2 corpuscular media y concentración
Quemaduras graves Endocrinometabólica:
de hemoglobina corpuscular media
Microangiopática Hipopituitarismo
Clostridium perfringens Hipotiroidismo El V CM y la HCM representan, respectivamente, el volu­
Extravascular Insuficiencia renal m en y la cantidad de Hb que tiene un hem atíe por término
Autoinmune m edio. L a CH C M in d ica el contenido m edio de H b por
Hiperesplenismo
unidad de volumen. La cuantificación de estos parámetros
es proporcionada directamente por los aparatos electrónicos,
aunque si no se dispone de ellos su valor puede calcularse
el RDW /ADE. Las causas de anemia m ás frecuentes en conociendo el Hto, la Hb y el número de hematíes, mediante
cada uno de los grapos se exponen en el cuadro 4.1. las fórmulas siguientes:

VCM = Hto (% )x 10/N .°hem atíes (xlO ^’li.il)


Eritrocitosis
• La eritrocitosis se define como un aumento de la masa eri-
H C M = Hb (g ld l) X 10!N.°hem atíes (x 10'’liil)
trocitaria del 25% (> 125% del total). Su cálculo requiere
una técnica costosa y diferida, por lo que generalmente
se utiliza en su lugar el incremento de la concentración CHCM = Hb (gldl) X 1001 Hto (%)
de Hb (> 16 g/dl en mujeres, > 17 g/dl en hombres) o del
valor de Hto (>48% en mujeres, >51% en hombres) en • El VCM puede estar normal (normocitosis), aumentado
dos determinaciones separadas, sin uso de torniquete o (macrocitosis) o disminuido (microcitosis).
S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

• L a H CM y la CHCM pueden estar norm ales (normo- se trata de un a anem ia arregenerativa (reticulocitopenia
cromía) o disminuidas (hipocromía), pero no aum enta­ absoluta). Posteriormente se realiza una aproximación diag­
das, ya que cuando la concentración de Hb eritrocitaria nóstica según el VCM y la HCM , como se ha comentado en
es muy elevada, precipita en el interior del hem atíe al el apartado correspondiente.
hacerse insoluble, y los autoanalizadores no la registran.
• E l V C M se u sa conjuntam ente con la H CM p ara la
Ancho de distribución eritrocitaria
clasificación m orfológica de las anem ias, ya que las
causas que originan la alteración de estos parámetros son El ADE, o RDW en terminología inglesa, es el coeficiente de
similares (v. cap. 113, tabla 113.3 y cuadro 113.4); sin variación o desviación estándar de la curva de distribución,
embargo, no tienen ninguna utilidad para el diagnóstico según el volumen de los hematíes. Es un buen marcador de
diferencial de las eritrocitosis. anisocitosis, pero de escasa utilidad en la práctica diaria.
• En la práctica diaria urgente, uno de los problem as que Los valores norm ales oscilan entre el 11,5 y el 14,5%. Se
con mayor frecuencia puede plantearse ante una anemia encuentra aumentado en las anemias ferropénicas, hemolisis
m icrocítica e hipocróm ica es la diferenciación entre y hemorragias agudas; y falsamente elevado en presencia de
anem ia ferropénica y talasem ia minor, ya que la actitud plaquetas inusualmente grandes o de agregados plaquetarios.
diagnóstico-terapéutica depende de esta distinción. Para
ello se realiza el siguiente cálculo:
Leucocitos
{Hb[g!dr\ X 5) + N.°hem atíes La hem atim etría tam bién es útil para detectar alteraciones
cuantitativas de la serie blanca, tanto del recuento total de
Si la cifra resultante es igual o superior al VCM del paciente, leucocitos como de alguno de sus componentes celulares. En
se trata de una talasemia, mientras que si es inferior, se trata función de la form a del núcleo, los leucocitos se clasifican
de una anem ia ferropénica. en polim orfonucleares (neutrófilos, eosinófilos y basófilos)
y en m ononucleares (linfocitos y monocitos). El recuento
diferencial de estos grupos celulares se denom ina fórmula
C uan do haya d iscrep an cia en tre las cifras de VC M
leucocitaria y se expresa habitualmente en porcentaje.
(normal o dism inuido) con respecto a las de Hb, HCM o
Las alteraciones cuantitativas del recuento total de leu­
CHCM (aum entadas), debe sospecharse que la cuanti-
cocitos, tanto por exceso (leucocitosis) com o por defecto
flcación de estos últim os parám etros es artefactual, por
(leucocitopenia), se correlacionan habitualm ente con un
hiperlipem ia o hiperproteinemia. Igualm ente, un VCM
aum ento o una dism inución del núm ero de determ inadas
aumentado puede ser artefactual en presencia de hiper-
subpoblaciones leucocitarias; por ello es más correcto hablar
glucemia o de leucocitosis intensa.
de leucocitosis con neutrofilia, linfocitosis o monocitosis,
o bien de leucocitopenia con neutropenia, linfocitopenia o
monocitopenia. Las alteraciones cuantitativas de los eosinó­
filos y basófilos no repercuten, generalmente, en la cifra total
Reticulocitos
de leucocitos, ya que se trata de poblaciones marginales.
Los reticulocitos son formas jóvenes de hem atíes que con­ La leucocitosis persistente, entre 30.000 y 50.000 cé-
servan restos de A RN y tienen una vida m edia en sangre lulas/|jLl, se denom ina reacción leucem oide, térm ino que
periférica de 24 h antes de convertirse en hem atíes adultos. permite diferenciar este grado de leucocitosis de la leucemia.
Su recuento se realiza de form a manual, y dado que su re­ En la reacción leucem oide, los leucocitos circulantes (ge­
sultado puede alterarse por un incremento o una reducción neralmente neutrófilos) suelen ser maduros y no tienen un
de los hem atíes m aduros (reticulocitosis o reticulocitopenia origen central. El término hiperleucocitosis hace referencia
relativas), debe corregirse según el valor de Hto, calculando a cifras de entre 50.000 y 100.000 células/|j,l, que indican
el índice reticulocitario (IR) m ediante la siguiente fórmula: la posibilidad de leucem ia; y el térm ino leucostasis hace
referencia a una situación de hiperleucocitosis sintomática
IR = reticulocitos ( % ) x H toreal {%)! Hto teórico ( 4 5 %) x por la presencia de tapones de células blancas en la m i-
1 ¡factor de corrección de desplazamiento crocirculación.

Este fa cto r es de 1,5 para valores de Hto de entre el 35 y el Neutrófilos


25%, de 2 para valores del 25 al 15% y de 2,5 para cifras
de Hto iguales o inferiores al 15%. Neutrofilia
En la práctica asistencial urgente, en general no es nece­ Es la elevación del número absoluto de neutrófilos y puede
sario solicitar el número de reticulocitos; sin embargo, ante tener m ultitud de orígenes (cuadro 4.2), que se engloban
una anem ia de origen incierto, el recuento de reticulocitos en tres apartados: fisiológico, de causa no infecciosa y de
es el prim er parámetro que hay que valorar, ya que permite causa infecciosa, esta últim a la más frecuente. El diagnós­
realizar el diagnóstico diferencial básico de las anem ias, tico de leucocitosis o de neutrofilia fisiológica solo debe
según el defecto funcional de la eritropoyesis (regenerativas establecerse por exclusión. En esta situación, la elevación
o arregenerativas). De esta form a, y una vez calculado el del número de leucocitos o de neutrófilos suele ser discreta y
IR, si es superior al 2,5% im plica una anemia regenerativa se caracteriza por la persistencia de eosinófilos y la ausencia
(reticulocitosis absoluta), mientras que si es inferior al 2,5% de formas jóvenes de los neutrófilos.
Capít ulo I 4 Hematimetría QD
Cuadro 4.2 Principales causas de neutrofilia
Fisiológica Hemolisis aguda
Ejercicio físico prolongado Leucemias agudas
Aumento excesivo de la temperatura ambiental Enfermedades endocrinometabólicas:
Habitabilidad en grandes alturas Crisis tirotóxica
Embarazo y parto Feocromocitoma
Situaciones de estrés físico o emocional Cetoacidosis diabética
Infancia y adolescencia Insuficiencia paratiroidea
Gota/hiperuricemia
Infecciosa
Acidosis metabólica de cualquier causa
Bacteriana: estreptococo, estafilococo, neumococo, gonococo,
Fármacos: corticoides, adrenalina, litio, ranitidina, alopurinol,
gérmenes gramnegativos, etc.
quinidina, factor de crecimiento granulocítico
Vírica: virus de la rabia, poliomielitis
Infarto: miocardio, pulmón, intestino
Micótica
Neoplasias malignas: pulmón y colon (sobre todo cuando
Rickettsiosis: fiebre botonosa, tifus exantemático epidémico
cursan con metástasis hepáticas o cerebrales), melanoma,
Leptospirosis
próstata
Borreliosis
Enfermedades inflamatorias: artritis reumatoide, vasculitis,
Complicaciones sépticas de infecciones originadas por gérme­
miositis
nes que producen leucocitopenia
Síndrome de Sweet o dermatitis neutrofílica febril aguda
No infecciosa Tabaquismo
Enfermedades hematológicas: Graneles quemados
Anemia perniciosa Shock traumático
Policitemia vera

En la práctica clínica diaria tiene su im portancia como


Cuadro 4.3 Principales causas de neutropenia
valor predictivo negativo del 100% para procesos infecciosos
e inflam atorios, cuando el núm ero total de leucocitos, el Fisiológica
porcentaje de neutrófilos y la proteína C reactiva (PCR) son Constitucional
simultáneamente normales.
Infecciosa
Bacteriana: fiebre tifoidea, brucelosis, tuberculosis
Neutropenia V íric a : sarampión, varicela, rubéola, exantema súbito,
La neutropenia se deñne como un recuento absoluto de neu- gripe, hepatitis, mononucleosis infecciosa, infección
trófilos inferior a 1.500/|xl. Puede ser leve (1.000-1.500/fjil), por el VIH
m oderada (500-1.000/ |jl1) y grave (<500/fjul). Las causas Protozoaria: kala-azar, paludismo, tripanosomiasis
(cuadro 4.3) más frecuentes de neutropenia son las de origen Micótica: más rara
farm acológico (v. cap. 113) y las postinfecciosas. La neu­ No infecciosa
tropenia grave es un criterio de alto riesgo para desarro­ Enfermedades hematológicas:
llar una infección grave, independientem ente de la causa Anemia ferropénica
que la ha originado. A ntes de clasificar la n eutro p en ia Anemia perniciosa con hipersegmentación
hay que descartar que se trate de una neutropenia crónica Aplasia medular
Fase aleucémica de las leucemias
idiopática (a veces, 100-200 células/ (jlI), que suele ser un
Infiltración medular
hallazgo analítico y que raramente coexiste con infecciones,
Enfermedades endocrinas:
para evitar derivaciones y estudios innecesarios. Panhipopituitarismo
Mixedema
Desviación a la izquierda Hipertiroidismo
Existe desviación a la izquierda cuando se detectan en sangre Enfermedades del colágeno:
periférica form as inm aduras de neutrófilos, generalm ente Lupus eritematoso sistémico
cayados o en banda, en un porcentaje superior al 5% del total Esclerodermia
de leucocitos. La desviación a la izquierda puede aparecer Síndrome de Sjógren
Artritis reumatoide
tanto en la leucocitosis/neutrofilia como en la leucocitopenia/
Síndrome de Felty
neu tro p en ia, si b ien es m ás frecu en te o b serv arla en la
Déficit nutricional: ácido fólico, vitamina 6,2
leucocitosis neutrofílica. Puede aparecer ante cualquiera Neoplasias malignas
de los procesos enumerados en los cuadros 4.2 y 4.3, excepto Hiperesplenismo
los fisiológicos, aunque es más frecuente observarla en los Fármacos: citotóxicos, analgésicos y antiinflamatorios, anti­
de origen infeccioso. bióticos, anticonvulsivos, antidepresivos, sedantes
Desde el punto de vista de la asistencia urgente es im ­ Alcoholismo crónico
portante conocer la existencia de desviación a la izquierda
V IH : virus de la inmunodeficiencia humana.
en una fórm ula leucocitaria, ya que tiene im portantes im ­
plicaciones diagnósticas (si es m uy im portante hay que
S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

descartar un síndrome mieloproliferativo) y pronosticas (la


Cuadro 4.5 Causas más frecuentes
presencia de m ás del 16% de cayados se asocia a sepsis).
de linfocitopenia
D ebe considerarse una situación especialm ente grave si el
núm ero de form as inm aduras supera al de los neutrófilos Síndrom es de in m un o d eficien cia congénitos: ataxia-
maduros. telangiectasia
Neoplasias malignas: linfomas
Enfermedades del colágeno: lupus eritematoso sistémico,
Linfocitos artritis reumatoide, vasculitis
Miastenia grave
Linfocitosis Infecciones agudas: hepatitis, gripe, neumonía, fiebre tifoidea
Infecciones crónicas: tuberculosis, sida
L a linfocitosis puede ser absoluta o relativa. La linfocitosis
Tóxicas: citostáticos, globulina antitimocítica, irradiaciones
absoluta es un increm ento global del núm ero de linfocitos,
masivas, corticoides, alcohol
m ientras que en la relativa se detecta un aum ento porcen­
tual en relació n con el resto de las células sanguíneas,
pero la cifra total de linfocitos está dentro de los lím ites
normales. Monocitos
No es infrecuente detectar linfocitosis asintom ática en
ancianos que acuden a urgencias por otros motivos. Suele Monocitosis
tratarse de leucemias linfáticas crónicas (> 2 0 X 10V|xl) en La elevación del número de monocitos puede ser de origen
estadios precoces, que no requieren tratamiento, y que solo infeccioso o no infeccioso (cuadro 4.6) a excepción de la
precisan un seguimiento clínico y hem atimétrico periódico m onocitosis fisiológica del recién nacido. En ausencia de
por el servicio de hem atología desde consultas externas. patología, si se confirma analíticamente, debe adoptarse una
La mayoría de las enfermedades que originan neutrope­ actitud expectante, con controles cada 1-2 meses.
nia pueden causar linfocitosis; las más frecuentes se exponen
en el cuadro 4.4.
Ante un síndrome mononuclear, generalmente producido
Linfocitopenia por el virus de Epstein-Barr (mononucleosis infecciosa),
El descenso del núm ero total de linfocitos tiene especial citom egalovirus y toxoplasm a, la presencia de linfocitos
relevancia clínica cuando se debe a alguno de los procesos atípleos puede interpretarse erróneam ente com o m o ­
descritos en el cuadro 4.5. nocitosis.

Monocitopenia
Cuadro 4.4 Causas más frecuentes de linfocitosis El descenso del núm ero de m onocitos tiene m enor tras­
Fisiológica cendencia clínica. Puede ser de origen infeccioso (micosis.
Niños y jóvenes

Infecciosa
Bacteriana: fiebre tifoidea, brucelosis, tuberculosis, sífilis Cuadro 4.6 Principales causas de monocitosis
secundaria Infecciosa
Vírica: mononucleosis infecciosa, citomegalovirus, parotiditis Bacteriana: brucelosis, tuberculosis, sífilis, endocarditis
epidémica, varicela, rubéola, gripe, hepatitis bacteriana subaguda
Toxoplasmosis Vírica: sarampión, varicela, parotiditis epidémica, citomega­
lovirus
No infecciosa
Protozoaria: kala-azar, paludismo, tripanosomiasis
Enfermedades hematológicas:
Fase de recuperación de una infección aguda
Leucemia aguda linfoblástica
Leucemia linfoide crónica No infecciosa
Linfoma Enfermedades hematológicas:
Púrpura hemorrágica Leucemia monocítica
Enfermedades endocrinas: Leucemia mielomonocítica
Hipertiroidismo Enfermedad de Hodgkin
Insuficiencia suprarrenal Policitemia vera
Tóxicas: benzol, arsénico, metales pesados Anemia hemolítica
Enfermedades inflamatorias crónicas y autoinmunes Enfermedades del colágeno:
Linfocitosis aguda benigna Artritis reumatoide
Enfermedades neurológicas: Lupus eritematoso sistémico
Síndrome de Guillain-Barré Arteritis de la temporal
Meningoencefalitis Poliarteritis nudosa
Mononeuritis Enfermedad intestinal inflamatoria crónica
Rotura de bazo, hipoesplenismo o esplenectomía Tumores no hematológicos: estómago, ovario
Tabaquismo Hipotiroidismo
Capít ulo I 4 Hematimetría

micobacterias, gérmenes oportunistas) o no infeccioso (trico- como de una leucocitopenia. A sim ism o, la eosinopenia es
leucemia, anemia aplásica o transitoria, durante 6 h, tras la ad­ característica de la enferm edad de Cushing, el tratam iento
ministración de corticoides, citostáticos e inmunosupresores). prolongado con corticoides, la fiebre tifoidea y la bruce-
losis.
Eosinófilos
Eosinofilia La ausencia de eosinófllos en una fórm ula leucocitaria
La eosinofilia absoluta (>500/|xl) o relativa (> 3% ) puede es característica de la fiebre tifoidea y de la brucelosis,
originarse de manera fisiológica (recién nacidos, ejercicio, hasta tal punto que su presencia en la hematimetría hace
durante las horas nocturnas), generalmente de escasa cuan­ cuestionar estos diagnósticos.
tía, o bien puede ser secundaria a un proceso patológico
(cuadro 4.7).

Eosinopenia Basófilos
El descenso del núm ero de eosinófilos se debe g en eral­
Las alteraciones cuantitativas del número de basófilos, tanto
mente a neutrofilia, tanto en el contexto de una leucocitosis
por exceso (basofilia) com o por defecto (basocitopenia),
tienen poca im portancia en la asistencia urgente.
La basofilia, absoluta (>200/|xl) o relativa (>1% ), puede
ser fisiológica (durante la noche) o la prim era manifestación
Cuadro 4.7 Causas más frecuentes de eosinofilia de una leucem ia m ieloide crónica. También puede aparecer
Fisiológica secundaria a otras causas (cuadro 4.8).
Ejercicio físico intenso La basocitopenia (de difícil diagnóstico debido al escaso
Embarazo número de células circulantes) tiene las mismas causas que la
Menstruación
eosinopenia, incluyendo la urticaria y el shock anafiláctico.
Infecciosa
Helmintiasis: equinococosis, ascaridiasis, triquinosis, esquis-
tosomiasis, cisticercosis, infección por Toxocara canis Plaquetas
M icosis: coccidiom icosis, aspergilosis broncopulmonar
Trombocitosis
alérgica
Protozoos: toxoplasmosis, tripanosomiasis, infección por El increm ento del núm ero de plaquetas puede aparecer en
Pneumocystis jiro ve ci diversas enferm edades (v. caps. 6 y 113). D ebe tenerse
Viriasis: herpes, infección por el VIH en cuenta como factor de riesgo de enfermedad tromboem-
Otras infecciones: escarlatina, varicela, gonococemia bólica de cualquier localización, y se aconseja la anticoagu­
No infecciosa lación con cifras superiores a 600 X 10V|xl.
Enfermedades hematológicas:
Linfadenopatía angioinmunoblástica Trombocitopenia
Leucemia mieloide crónica El descenso verdadero del número de plaquetas debe dife­
Leucemia eosinofílica crónica renciarse de la seudotrom bocitopenia inducida por EDTA
Enfermedad de Hodgkin (anticoagulante utilizado en el recuento autom ático). La
Linfoma de células T
trom bocitopenia verdadera puede tener un origen central
Enfermedades del colágeno:
Poliarteritis nudosa
debido a disfunción o ausencia de precursores, o un origen
Granulomatosis de Wegener periférico debido a secuestro esplénico o destrucción ace­
Enfermedad de Churg-Strauss lerada (v. caps. 6 y 113).
Dermatomiositis
Fascitis eosinofílica
Síndrome de Sjógren
Reacciones de hipersensibilidad Cuadro 4.8 Principales causas de basofilia
Asma y rinitis alérgica
Infecciosa
Ácido acetiisalicílico
Virales: gripe, varicela, sarampión
Sulfamidas
Tuberculosis
Nitrofurantoína
Sales de oro No infecciosa
Clorpromazina Alérgica: eritrodermia, urticaria, dermatitis crónica
Alopurinol Hipersensibilidad a inhaladores, fármacos y alimentos
Anticonvulsivos Enfermedad inflamatoria intestinal
Tóxicos: arsénico, benzol, aceite de colza Artritis reumatoide
Neoplasias malignas: ovario, pulmón Endocrinopatías: hipotiroidismo, diabetes, estrógenos
Síndrome hipereosinofílico idiopático Neoplasias: carcinomas, leucemia basofílica, enfermedades

s mieloproliferativas, linfoma de Hodgkin
V IH : virus de la inmunodeficiencia humana. Anemia hemolítica
a
S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

CRITERIOS DE DERIVACION Síndrome febril


Alteraciones de la serie roja En el contexto de un síndrome febril se solicita hematimetría
con carácter urgente ante un:
• S ervicio de liem atología: anem ias arregenerativas
(aplasia, síndrom es m ielodisplásicos, invasión m edu­ • Síndrom e febril de breve o corta duración (inferior a
lar), anemias sideroblásticas, anemias acompañadas de 7 días), siempre que se acompañe de criterios clínicos
citopenias en sangre periférica y sospecha de policitemia de gravedad (v. cap. 98).
vera o estudio etiológico de una poliglobulia. • Síndrome febril de duración intermedia o larga duración
• Servicio de aparato digestivo: anemia perniciosa, sín­ (superior a los 7 y 21 días, respectivam ente), aunque
drome de malabsorción, hepatopatía no filiada y anemia no se detecten signos de gravedad, siempre que su foco
ferropénica en hom bres y en m ujeres sin aum ento del etiológico no sea evidente.
sangrado ginecológico. • Síndrome febril detectado en pacientes inmunodeprimi-
• Servicio de urgencias hospitalarias: anemia posthemo- dos (adictos a drogas por vía parenteral [ADVP], VIH + ,
rrágica que precise transfusión (Hb < 7 g/dl y/o Hto tratam iento inm unodepresor, enferm os crónicos), in ­
< 25% ), anem ia aguda o crónica con m ala tolerancia dependientem ente de la duración de la fiebre y de la
hem odinám ica y anemia hem olítica aguda. detección de síntomas o signos de gravedad (v. cap. 99).

Alteraciones de la serie blanca Síndrome anémico


• Servicio de hematología: A nte la sospecha de anem ia está indicada la hem aüm etría
• Leucocitosis de 50-100 X 10^/|xl. urgente para confirm arla y dilucidar, ju n to con la historia
• Presencia de blastos en sangre periférica con cifras clínica, si la anem ia es aguda y establecer la indicación de
normales de neutróñlos. transfusión sanguínea.
• Leucocitosis/leucocitopenia leves con trombocitopenia De esta forma, los datos que orientan hacia una pérdida
inferior a 100 X 10V|jl1 y Hb < 10 g/dl, con o sin exis­ hem ática aguda son los siguientes:
tencia de visceromegalias y/o adenopatías palpables.
• N eutropenia aislada para confirm ación de una neu­ • Presencia de síntomas o signos de repercusión hem odi­
tropenia crónica idiopática. námica, como astenia y debilidad marcadas, disnea de
• Pancitopenias asociadas o no a linfadenopatías y vis­ reposo o a mínimos esfuerzos, taquicardia, hipotensión
ceromegalias. o incluso shock.
• Linfocitosis con alteraciones de las otras series, con • Descenso del número de hematíes, de las cifras de Hb y
o sin adenopatías persistentes ( > 8 semanas). del valor de Hto.
• M onocitosis acompañada de anemia y trom bocitope­ • N orm alidad del VCM y de la HCM.
nia o cifras aisladas elevadas persistentes. Por el contrario, la ausencia de repercusión hem odinám ica y
• Basofilia asociada a alteraciones de otras series. el descenso del VCM y la HCM sugieren un origen crónico
• Servicio de urgencias hospitalarias: de la anemia.
• Leucocitosis de más de 100 X 10V|xl. Los criterios de transfusión de hem atíes se describen en
• Neutrofilia leve que se acompaña de anemia y/o trom­ el capítulo 1 1 2 .
bocitopenia.
• Neutropenia selectiva por mecanismo alérgico o inmu-
nológico mediado por fármacos y que después de su
Síndrome hemorrágico
retirada cursan con fiebre, mialgias, dolor de garganta Ante el diagnóstico clínico, o la mínima sospecha, de hem o­
y úlceras necróticas en la faringe y las amígdalas. rragia digestiva alta (hematemesis o melenas) debe realizarse
• N eutropenia grave aislada en ancianos sin anteceden­ una hematimetría con carácter urgente para valorar la cuantía
tes de ingesta de fárm acos, con o sin inestabilidad de la pérdida hemática. Si esta se ha producido durante las
hemodinámica. 6-24 h precedentes a la consulta, generalmente se detecta un
• M onocitopenia con sospecha de anemia aplásica. descenso de las cifras de Hb y Hto, pero cuando la hem o­
rragia ha tenido lugar en las últimas 6 h puede ocurrir que
IN DICACION ES DE LA HEMATIMETRÍA los valores de estos parám etros no reflejen la verdadera
cuantía de la pérdida de sangre debido a la hem oconcen-
CO N CARÁCTER URGENTE tración relativa que inicialmente se produce por el descenso
R ealm ente es difícil enum erar todas las enferm edades en paralelo del volumen plasmático y de la masa eritrocitaria.
las que un hem ogram a aporta datos, más o menos específi­ U na vez transcurridas las prim eras 24 h se produce una
cos, que contribuyen a establecer el diagnóstico o su pronós­ hem odilución com o consecuencia del trasvase de líquido
tico. Por ello, en este capítulo se dedica especial atención a del espacio extravascular al intravascular.
los principales síndromes que se presentan en un servicio de Si la h em orragia se produce en otro lugar (rectorra-
urgencias y que, de m anera incuestionable, hacen necesaria gia, hem aturia, ep istax is), la in d icació n de realizar una
esta exploración complementaria para establecer el diagnós­ h em atim etría u rg en te está d efin id a p o r la rep e rcu sió n
tico del proceso o indicar el tratamiento adecuado. hem odinám ica, pues el diagnóstico de estas entidades se
Capít ulo I 4 Hematimetría QD
establece con la sim ple inspección del sangrado. E n la • En el contexto de una pancreatitis aguda, la detección
práctica clínica se recom ienda realizar esta exploración de un descenso de la Hb y el Hto orienta hacia una pan­
com plem entaria siempre que la pérdida hem ática sea cuan- creatitis necrosante.
tiñcable en m ililitros. • U na leucocitosis neu tro fílica con desviación a la iz ­
quierda sugiere un proceso séptico intraabdom inal o
una necrosis hística como causantes del abdomen agudo.
Shock
Por el contrario, la detección de una leucocitopenia sin
L a hem atim etría en situaciones de shock (alteración del signos de shock orienta, como causa del proceso, hacia
estado de conciencia, hipotensión marcada, piel fría y su­ una infección viral (linfocitosis) o una salmonelosis (en
dorosa, oligoanuria), independientem ente de la etiología, este caso acompañada de desviación a la izquierda).
puede orientar acerca de un origen hipovolémico, detectado
por la presencia de anemia o hem oconcentración, o séptico.
Otras indicaciones
En esta situación, la hem atim etría suele revelar la presencia
de leucocitosis neutrofílica con desviación a la izquierda, L a hem atim etría con carácter urgente también está indicada
pero, de aparecer leucocitopenia, se considera un signo de ante la presencia de determinados síntomas y signos, como
mal pronóstico. disnea, dolor torácico, alteración del estado de conciencia,
deficiencias neurológicas, lesiones petequiales, ictericia o
ascitis. Asimismo, debe realizarse cuando se requiera una in­
Abdomen agudo
tervención quirúrgica o un procedimiento invasivo urgentes.
En cualquier paciente con síntom as y signos de abdom en
agudo (v. cap. 46) es im prescindible la realización de una BIBLIO GRAFÍA RECOMENDADA
hem atimetría, además de otra serie de exploraciones com ­
plementarias. Lewis SM, Bain BJ. Dacie y Lewis. Hematología Práctica. Madrid: El­
sevier; 2007.
• Cuando en estas circunstancias se detecta un descenso Olivares Jara M, Santas Olmeda E, Miñana Escriva G, Palau Sampio P,
de los valores de Hb y Hto debe descartarse un hemo- Merlos Díaz P, Sanchis Forés J, et al. Amplitud de distribución eri-
trocitaria y riesgo de mortalidad en pacientes con insuficiencia cardiaca
peritoneo, investigando posibles causas, com o rotura aguda. Med Clin (Bare) 2013;140:433-8.
de un em barazo ectópico, aneurisma disecante de aorta Pascual-Figal DA. Amplitud de distribución eritrocitaria, mucha más infor­
abdom inal o rotura visceral espontánea o traumática. mación con solo mirar el hemograma. Med CHn (Bare) 2013;140:449-50.


s
a
Capítulo 5

Bioquímica sanguínea
F.J. Montero Pérez, L. Jim énez M urillo y S. Luna Morales

IN TR O D U C C IÓ N GLUCEM IA
L a bioquím ica sanguínea es el conjunto de parám etros, La glucemia es una de las determinaciones bioquímicas más
m edidos en sangre periférica, que inform an del estado frecuentem ente solicitadas en los servicios de urgencias y,
m etabólico e hidroelectrolítico y de la existencia de lesión sin duda, el m étodo de diagnóstico rápido (tira reactiva)
o disfu n ció n de órganos, com o el corazón, el riñón, el que con más frecuencia se utiliza a la cabecera del paciente.
hígado y el páncreas. Su determ inación puede realizarse El valor norm al de glucosa en suero oscila entre 70 y
con tiras reactivas (disponibles para algunos parám etros llO m g /d l (3,9-6,1 mmol/1) y en sangre capilar (tira reactiva)
bioquím icos), para las que únicamente se requiere una gota entre 60 y 95 mg/dl, con buena correlación (> 9 5 % ) entre
de sangre extraída m ediante punción en el pulpejo de los ambas determinaciones. Como norma general se recomienda
dedos, o a través de modernos autoanalizadores capaces de inicialmente determ inar la glucem ia m ediante tira reactiva
procesar de forma simultánea múltiples parámetros, para los para posteriormente, cuando se detecte una alteración de este
que solo es necesario recoger 5 mi de sangre en un tubo no parám etro, solicitar su cuantificación sérica o plasm ática.
heparinizado, que posteriormente se centrifuga, para utilizar En la actualidad, la medición de la glucem ia capilar se
el sobrenadante (suero). realiza con dispositivos electrónicos que han sustituido a la
lectura visual que se hacía con tiras reactivas. A lguna de las
recomendaciones que hay que tener en cuenta para realizar
correctam ente esta determinación son:
Si se centrifuga sangre no coagulada se obtiene p la s­
ma. Si se centrifuga sangre coagulada se obtiene suero. • Lavarse bien las m anos con agua y jab ó n antes de la
El suero, a diferencia del plasm a, no puede coagularse punción, y no utilizar alcohol para lim piarse los dedos.
porque carece de fibrinógeno y de gran parte de los fac­ • Asegurar el cierre del envase una vez sacada la tira re­
tores de la coagulación. activa.
• Conservar las tiras únicamente en su envase original. No
usar otro recipiente.
• Evitar que el envase y el medidor estén sometidos a fuen­
Los denominados perfiles bioquímicos son un conjunto de tes de temperaturas extremas. La conservación adecuada
magnitudes bioquímicas que aportan la máxima información oscila entre 4 y 30 °C.
posible para un determinado diagnóstico y, además, poseen • Vigilar la fecha de caducidad del envase de tiras.
una relación coste-beneficio óptima. La utilización de estos • Comprobar que el código del envase se corresponde con
perfiles evita la solicitud de parámetros bioquím icos super- el medidor, y calibrarlo en caso necesario tecleando el
fluos, que nada aportan al diagnóstico de un determ inado factor de calibración que aparece en cada uno de los en­
proceso. En este sentido, se estima que entre un tercio y la vases. Algunos aparatos incluyen una tira de calibración
mitad de las pruebas solicitadas al laboratorio no contribuyen que introduce automáticamente el factor de corrección.
a la resolución de problem as diagnósticos o terapéuticos en • U na gota de sangre debe ser suficiente. No es necesario
pacientes individuales. despreciar la prim era gota. E legir preferentem ente la
En el presente capítulo se establecen las principales parte lateral de la yem a del dedo, si bien existen dis­
indicaciones de solicitud urgente y la interpretación clínica positivos en los que también se puede usar el lóbulo de
de los parámetros que se utilizan habitualmente en m edici­ la oreja, el antebrazo, el muslo y la palm a de la mano.
na de urgencias y emergencias. • Es importante conocer las características de los aparatos,
El rango de norm alidad de los parámetros bioquímicos su modo de empleo y las posibles causas de error, para
varía en función de las técnicas utilizadas en cada centro, hacer una correcta utilización de los mismos.
por lo que los valores que se han considerado normales han
sido los vigentes en el laboratorio de urgencias de nuestro Actualmente existe en el mercado una gran gam a de m edi­
hospital. dores de glucemia capilar. En todos ellos, la sangre, cuando

32 ) 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos


Capít ulo I 5 Bioquímica sanguínea QD
consecuencia de que las áreas cerebrales limítrofes con
Cuadro 5.1 Errores en la determinación
déficit de perfusión cerebral son más sensibles a la dis­
de glucemia (tira reactiva)
minución de las concentraciones de glucosa.
Uso de tiras caducadas Intoxicación aguda, bien debida a fármacos hipogluce-
Uso de tiras mal almacenadas (se recomienda mantener el tu­
m iantes o a m edicam entos o tóxicos que favorecen el
bo de tiras herméticamente cerrado y en ambiente fresco)
desarrollo de hipoglucem ia (salicilatos, alcohol).
Muestra de sangre insuficiente
Retirada de la sangre de la tira demasiado precoz
O tras situaciones clínicas: hipoterm ia, insuficiencia
Daño de la tira por una limpieza demasiado enérgica (habi­ suprarrenal aguda, sepsis, insuficiencia hepática, pan­
tualmente por utilizar gasa) creatitis aguda.
Partición de la tira por la mitad A nálisis del líquido pleural, sinovial, ascítico o cefa­
Determinación realizada a temperatura ambiente demasiado lorraquídeo. La correcta interpretación del contenido
baja de glucosa en estos fluidos requiere el conocim iento
Uso de tubos de sangre con fluoruro (puede inactivar al simultáneo de las cifras de glucemia.
reactivo)
Residuo de alcohol en la tira
Alteraciones del valor hematocrito Valoración clínica
Si <35%: el test ofrece valores un 18% mayores que en
plasma Hipergiucemia
Si >50%: el test ofrece valores un 40% menores que en
Si se detecta una elevación de las cifras de glucemia puede
plasma
Pacientes en shock (el test puede infraestimar la glucemia
deberse a:
en esta situación) • G lucem ia basal a lterada y tolerancia a norm al a la
Fármacos que interaccionan con el test (método de la glucosa glucosa. La glucemia es igual o superior a 110 mg/dl e
oxidasa)
inferior a 126 mg/dl, o entre 140 y 2 0 0 mg/dl a las 2 h
Incrementando los valores de glucosa (T): cafeína, isonia-
de una prueba de tolerancia oral a la glucosa con 75 g,
zida, paracetamol, salicilatos
Disminuyendo los valores de glucosa ( i): ácido ascórbico,
respectivamente.
L-dopa, metildopa, oxifenilbutazona, tetraciclinas, • D iabetes m ellitus. El diagnóstico provisional de esta
toibutamida enfermedad requiere una glucem ia basal en plasm a ve­
noso superior a 126 mg/dl, que debe confirmarse en los
días siguientes, o una glucemia al azar igual o superior a
2 0 0 m g/dl en presencia de poliuria, polidipsia y pérdida
entra en contacto con el extremo de la tira, es aspirada por
inexplicable de peso (v. cap. 6 6 ).
capilaridad hacia su interior. La cantidad de sangre utilizada
varía de 0 ,2 a 2 |jul, lo que hace que la punción sea menos do­ • Cetoacidosis diabética (v. cap. 7 1 ). Requiere la concu­
rrencia de hipergiucemia, cetonuria y acidosis metabó-
lorosa. El tiempo de reacción oscila entre 3 y 29 s. Algunos de
los medidores no necesitan codificación. También existen me­ lica.
• D esco m p en sa ció n h iperglucém ica h ip ero sm o la r no
didores de cuerpos cetónicos en sangre. A lgunos de estos
cetósica. Cursa con hipergiucem ia e hiperosmolaridad.
medidores pueden adaptarse a los dispositivos smartphone.
Si además se acompaña de alteración del estado de con­
En el cuadro 5.1 se exponen las causas de error más
ciencia, se trata de un coma hiperosm olar (v. cap. 7 0 ).
frecuentes en la determ inación de la glucem ia m ediante
tira reactiva. • Secundaria a otras enferm edades, com o pancreatitis
aguda, enferm edad de Cushing, feocrom ocitom a e hi-
pertiroidismo.
Indicaciones • Reactiva a determinados procesos, como el infarto agu­
do de miocardio (lAM), grandes quemados, shock, poli-
L a determ inación de la glucem ia con carácter urgente se
traum atism o, sepsis, ACV hem orrágico y enferm edad
solicita ante cualquier paciente que presente:
hepática descompensada.
• Síntomas indicativos de diabetes mellitus. • latrogénica. Puede ser secundaria al tratamiento con glu-
• Sospecha de descom pensación diabética aguda, tanto cocorticoides, corticotrofina o tiazidas, o a intoxicación
hiperglucém ica (cetoacidosis diabética o descom pen­ aguda por monóxido de carbono, salicilatos o teofilinas.
sación hiperglucém ica hiperosm olar no cetósica) como
hipoglucém ica. E n la práctica, y dadas las m últiples Hipoglucemia
form as de presentación clínica, debe recom endarse la
Su form a de presentación clínica (v. cap. 6 9 ) depende de
determinación de glucem ia mediante tira reactiva a todo
varios factores: concentraciones de glucemia ( < 5 0 mg/dl en
paciente diabético conocido que consulte por patología
sangre capilar; < 5 5 mg/dl en suero), rapidez de instauración,
urgente, independientemente del proceso de que se trate.
edad, sexo, actividad física, tipo de medicación.
• Disminución del estado de conciencia.
Entre las causas que deben investigarse hay que destacar:
• Crisis de agitación o alteración del comportamiento.
• Crisis epiléptica o estatus epiléptico. L a hipoglucem ia • Tratam iento o sobredosis de insulina o antidiabéticos
■s puede ser su causa o su consecuencia. orales.
a • D éfic it n eu ro ló g ico focal. L a h ip o g lu c em ia pu ed e • Ayuno prolongado.
sim u lar un accid en te cereb ro v ascu lar (ACV ) com o • Ejercicio físico intenso o desacostumbrado.
GD S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

• Otras menos frecuentes: insulinoma, mesotelioma, insu­ Valoración clínica


ficiencia suprarrenal e insuficiencia hepática.
Elevación de la urea sérica
Es muy importante conocer de forma precisa la validez diag­
Cualquier proceso que ocasione una disminución del filtrado
nóstica de las tiras reactivas en caso de hipoglucemia. Así,
glomerular o del volumen sanguíneo circulante efectivo ori­
en pacientes con clínica sugestiva debe utilizarse un punto
gina una elevación de la urea. Esta puede tener dos orígenes:
de corte amplio (glucemia de 80-120 mg/dl) para considerar
extrarrenal, por incremento en la carga proteica, o renal, por
este diagnóstico, ya que si se usa un punto de corte muy bajo
dism inución del aclaramiento renal de esta sustancia.
(< 5 0 m g/dl) la proporción de falsos negativos es m ayor
(pacientes con hipoglucem ia verdadera no diagnosticados). • Extrarrenal:
• Excesivo aporte proteico en la dieta e hiperalimenta-
ción.
UREMIA
• H emorragia digestiva.
L a urea es el producto final del catabolism o proteico, y se • Situaciones que conlleven un aumento del catabolismo
consideran normales cifras de 11-54 mg/dl. Su producción proteico: politraumatismo, sepsis, fiebre y estrés.
depende tanto de la cantidad de proteínas que llegan al h í­ • F árm acos que inhiben el m etabolism o anabólico,
gado com o de la integridad de la función de este órgano. como las tetraciclinas y los glucocorticoides.
En condiciones normales (flujo urinario > 120 ml/h), prác­ • Renal. Las principales causas de insuficiencia renal se
ticam ente la totalidad de la urea producida se elimina por el reflejan en el capítulo 8 6 .
riñón, y se reabsorbe el 40% de la urea filtrada; este hecho
explica que este parámetro se utilice para la detección de la Dism inución de la urea sérica
insuficiencia renal. Puede deberse a una insuficiente carga hepática de proteínas
En determinados laboratorios, la determinación sérica de o a un aumento del aclaramiento renal de la urea:
urea se sustituye por la de nitrógeno ureico (BUN = 8-25 mg/
• Déficit absoluto o relativo de proteínas: dieta hipopro-
di), que representa la cantidad de amoníaco producido por la
teica y enfermedad hepática.
acción de la ureasa al desdoblar la urea. Este parámetro tiene
• Aumento del aclaramiento renal: síndrome de secreción
sim ilar significación clínica que la urea y su equivalencia
inadecuada de vasopresina, hiperhidratación o potom a­
es la siguiente:
nía, y embarazo (por incremento del filtrado glomerular).
B U N (m g) = u r e a (m g )/2,14
CREATININA PLASMÁTICA
Indicaciones La creatinina es el producto resultante del catabolismo m us­
cular, y se consideran normales valores de 0,6 a 1,2 mg/dl. Se
En m edicina de urgencias sus indicaciones más habituales
elimina casi en su totalidad por el riñón y no sufre reabsorción
son las siguientes:
tubular, por lo que, a diferencia de la urea, las concentraciones
• Sospecha de insuficiencia renal aguda. En esta enfer­ plasmáticas de creatinina guardan una estrecha relación con el
m edad la elevación sérica de la urea se acom paña de volumen de filtrado glomerular (VFG). Igualmente, el valor
un increm ento plasm ático de creatinina. El cociente de creatinina en sangre es menos dependiente de la dieta y
urea urinaria/urea sérica orienta acerca del origen de la no se m odifica con el ejercicio ni con las variaciones del
insuficiencia renal. De esta forma: catabolismo proteico, aunque sí depende de la edad, el sexo
• Si es superior a 10 sugiere insuficiencia renal pre- y el peso, entre otros factores. Por todo ello, este parámetro
rrenal. es mejor índice que la urea para determinar la función renal,
• Si es inferior a 10 sugiere insuficiencia renal paren- si bien no debe emplearse como marcador único.
quim atosa o posrenal. El VFG o aclaramiento de creatinina (valores normales
• Em peoram iento de una insuficiencia renal crónica ya en hombres: 9 7 -1 3 7 ml/min; en mujeres: 8 8 -1 2 8 ml/min) se
diagnosticada. Cifras de urea superiores a 260 mg/dl o utiliza básicam ente para ajustar la dosis de fárm acos que
BUN m ayor de 120 mg/dl son indicación de diálisis. se excretan por vía renal, y debe calcularse en orina de 2 4 h.
• S ospecha de h em orragia digestiva alta. U na u rem ia Sin em bargo, al no disponer de este dato en urgencias, se
m ayor de 2-3 veces su valor norm al, en presencia de aplican una serie de ecuaciones que estim an la tasa de fil­
creatinina plasm ática normal, sugiere este diagnóstico. trado glomerular. De ellas, una de las más utilizadas es la
L a hipovolem ia contribuye más a esta elevación de la de Cockcroft-Gault:
urea que la digestión de la sangre, y es la única causa que
la determ ina una vez transcurridas 24 h desde el inicio (140 —años de edad) x kg de peso
Ccr =
de la hemorragia. Por ello, la elevación m antenida de la C r^x 7 2
urea en el contexto de una hem orragia gastrointestinal
obliga, una vez descartado el sangrado persistente o la Para la m ujer hay que multiplicar este cociente p o r 0,85 de­
presencia de enfermedad renal intrínseca, a revaluar el bido a su menor índice de masa muscular (Ccr: aclaramiento
manejo de la fluidoterapia. de creatinina; Crp.- creatinina plasmática).
• Las situaciones en las que sea necesario calcular la os- Estas ecuaciones solo son fiables en presencia de insufi­
molaridad plasmática. ciencia renal crónica en fase estable, por lo que no son útiles
Capít ulo I 5 Bioquímica sanguínea QD
en presencia de insuficiencia renal aguda o progresión de Dism inución de la creatinina sérica
una insuficiencia renal crónica. Generalmente ocurre en situaciones que conllevan una dis­
m inución de la creatinina corporal: personas de pequeña
Indicaciones estatura, disminución de m asa m uscular (enfermedad debi­
litante o estadio term inal de una enfermedad m uscular de­
Se solicita la determ inación de creatinina con carácter ur­ generativa) y producción dism inuida (enfermedad hepática
gente ante las siguientes situaciones: grave y dietas hipoproteicas).
• Sospecha de insuficiencia renal aguda y, de confirmarse
esta, para esclarecer su origen. Así, aplicando la fórmula CO CIEN TE UREArCREATININA
de la fi'acción de excreción de sodio (FeNa) puede co­
nocerse si la insuficiencia renal es prerrenal, parenqui- El cociente urea:creatinina norm al es aproxim adam ente de
m atosa o posrenal. 15-30:1. Puede estar alterado por exceso o por defecto.

Na^ X Cr Aumento del cociente


FeNa = — ^
N a ^x C r^
Se produce un increm ento d esproporcionado de la urea
respecto a la creatinina, dando lugar a una elevación del
CVp: creatinina plasm ática; Cr„ = creatinina en orina;
cociente urea:creatinina. Puede deberse a:
Nap: sodio en plasm a; Na^: sodio en orina.
Si <1% ; insuficiencia prerrenal. • Situaciones que dism inuyen el flujo urinario. Originan
Si >1% : insuficiencia renal parenquim atosa o posrenal. un incremento de la reabsorción de urea mientras que las
• Cálculo del cociente creatinina en orina/creatinina en cifras de creatinina no se modifican al no reabsorberse
plasma: esta en el túbulo renal. Por tanto, en la insuficiencia renal
• Cr(/Crp superior a 40: insuficiencia prerrenal. prerrenal y posrenal hay un cociente urea:creatin in a
• Cr(/Crp inferior a 2 0 : necrosis tubular aguda (insufi­ aumentado.
ciencia renal parenquimatosa). • Increm ento de la cantidad de proteínas: dietas hiper-
• Agravamiento de la insuficiencia renal crónica. Cifras de proteicas, hiperalimentación y estados catabólicos.
creatinina superiores a 1 0 m g/dl constituyen indicación • H em orragia digestiva alta (HDA). La absorción de la
de diálisis. urea es mayor en los tramos distales del intestino delga­
do. Por ello, el índice urea: creatinina está más aum en­
tado en la HDA que en la baja, utilizándose com o un
Es necesario que más del 50% de las nefronas sean dis-
parámetro válido para distinguir el origen alto o bajo de
funcionantes para que se eleven las cifras de urea y crea­
la hemorragia. El cociente urea: creatinina tiene m ayor
tinina. Por lo tanto, puede existir insufíciencia renal leve
especificidad (93%) que la urem ia (80%), y cifras supe­
con norm alidad de esos parámetros.
riores a 100 se consideran diagnósticas de HDA.

Disminución del cociente


Valoración clínica
• A um ento del aclaram iento renal de urea. Se incluyen
Aumento de la creatinina sérica todas las causas de insuficiencia renal (v. cap. 8 6 ).
L a creatinina plasm ática puede estar elevada en las siguien­ • D ism inución de la cantidad de proteínas: dieta hipo-
tes situaciones: proteica y enfermedad hepática.
• Incremento aislado de la producción de creatinina: trau­
• Insuficiencia renal. Todo aumento de creatinina se debe matismo masivo, rabdomiólisis y enfermedad m uscular
considerar, al m enos inicialm ente, com o sinónim o de degenerativa.
insuficiencia renal.
• Circunstancias que originen grandes aumentos de crea-
tincinasa (CK): traum atism os masivos, enferm edades OSM OLARIDAD Y O SM OLALIDAD
musculares degenerativas y rabdomiólisis. El térm ino osmolaridad indica el número de partículas por
• En levantadores de peso y culturistas pueden detectarse
litro de solución (p. ej., plasma) y se expresa en mOsm/1. La
pequeñas elevaciones de creatinina debido a la gran masa
osmolalidad es el número de partículas por litro de solvente
muscular que poseen y como consecuencia de la inges­
(p. ej., agua plasmática) y se expresa en mOsm/kg de agua.
tión de grandes cantidades de carne.
Como el plasm a está com puesto de agua en un 91-93%, la
osm olaridad refleja m ejor la presión osm ótica y suele ser
La creatinina plasmática puede estar falsamente elevada un 7-9% m ayor que la osmolalidad. Las alteraciones de la
por la presencia en sangre de sustancias que reaccionan osmolaridad plasm ática se describen en el capítulo 77.
con el reactivo utilizado para su determ inación, com o Existen solutos, como la glucosa, el manitol, el glicerol
cuerpos cetónicos (cetonemia), acido úrico, piruvato, áci­ o el sorbitol, que no son capaces de atravesar la m embrana
do ascórbico, cefalosporinas y penicilinas, y barbitúricos. celular y producen un desplazamiento de agua desde el inte­
rior de la célula al espacio extracelular, con el consiguiente
S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

aum ento de la osm olalidad plasm ática (solutos osm ótica­ suficiencia renal aguda, para el cálculo de la fracción de
m ente activos). En cambio, otros solutos, com o la urea, el excreción de sodio (v. «Creatinina plasmática»).
etanol, el metanol y el etilenglicol, al atravesar la membrana
celular se distribuyen por igual a ambos lados de esta y, por
Valoración clínica
lo tanto, no causan desplazamiento del agua ni cambios en la
osmolalidad extracelular (solutos osmóticamente inactivos). Hipernatremia
La osmolaridad sérica puede ser m edida por el labora­ Se considera hipernatrem ia cuando el sodio plasm ático es
torio (osm olaridad real) o calculada (osm olaridad teórica) superior a 145 mEq/1. Según su intensidad se clasifica en:
mediante la siguiente fórmula: leve (145-150 mEq/1), moderada (150-160 mEq/1) o grave
Osmolaridad = 2 x [ N a + K ( m E q / l ) ] + (> 1 6 0 mEq/1). Los síntomas que la acompañan y las causas
glucosa ( m g / d i ) / 1 8 + urea ( m g / d i ) / 6 que más frecuentem ente originan la alteración de este pará­
metro se exponen en el capítulo 79.
Valores norm ales: 285 + lO m O sm l l Hiponatrem ia
Existe hiponatremia cuando la concentración sérica de sodio
es inferior a 135 mEq/1. Sin embargo, antes de proceder a
NATREMIA investigar sus posibles causas o de instaurar el tratamiento
Es la concentración plasm ática de sodio (valores normales, apropiado, es n ecesario d esca rta r u n a seudohiponatre-
135-145 mEq/1). Este ion es el principal catión extracelular, m ia. Esta puede deberse a hiperproteinem ia o hiperlipemia
así com o el determ inante del volum en de agua en ese es­ (v. fig. 5.1) cuando la natremia se m ide por espectrofotom e­
pacio y, por tanto, el m áxim o causante de la osm olaridad tría, o a la presencia de m oléculas osm óticam ente activas
del líquido extracelular. (glucosa) por la dilución sérica que originan al extraer agua
La natremia puede determinarse mediante: espectrofoto- del espacio intracelular.
metría, que mide la m asa de sodio en un determinado volu­ • Si se conocen las concentraciones séricas de proteínas
men de suero, en agua sérica y por electrodos ion-selectivos, o lípidos puede calcularse la concentración acuosa de
que miden solo la actividad del sodio en el suero. sodio a partir de la concentración sérica de este ion m e­
En condiciones normales, el agua plasmática ocupa apro­ dida por espectrofotom etría, aplicando las siguientes
ximadam ente 910-930 mi de cada litro de plasm a (fig. 5.1). fórmulas:
El sodio está disuelto únicamente en la fase acuosa del suero,
por lo que la presencia en él de constituyentes ocupantes de La natremia disminuye 0 ,0 0 2 x
volumen, com o las proteínas y los lípidos, al dism inuir la
([lípidos] plasm áticos en m g !d i)
proporción del agua sérica hace que dism inuya artificial­
m ente la natremia cuando se m ide por espectrofotometría.
La natremia disminuye 0 ,25 x
{[proteínas] séricas en g l d l - 8 )
Indicaciones
Debe solicitarse determinación urgente de sodio sérico ante: • Por otra parte, el grado de hiponatremia puede predecirse
alteración del estado de conciencia o del com portamiento, si hay hiperglucem ia porque se conoce que la concen­
crisis epiléptica, descom pensación diabética aguda hiper- tración sérica de sodio disminuye 1,6-1 ,8 mEq/1 por cada
glucém ica, signos clínicos de deshidratación y en la in ­ 1 0 0 mg/dl de incremento de la glucosa sérica.

Aumento de
lípidos/protcínas
1 litro 1 litro
de de
plasma plasma
830-860 mi H ,0

Na* sérico = 140 niEq/l Na* sérico =129 mCq/l


(espectrfjfotometría) (espectrofotometría)
N a' en agua sérica = 140/0,93 = 1íiO mFq/l Na* en agua sérica = 129/0,86 = 150 mEq/1

FIGURA 5.1 Valoración de la natremia en función del método analítico empleado y su modificación por la presencia en plasma de solutos.
Capít ulo I 5 Bioquímica sanguínea QD
D e form a sim ilar a otras alteraciones bioquím icas, la
La hiponatrem ia verdadera se asocia invariablem ente
cKnica que origina la hiperpotasemia está en relación con sus
con una osm olaridad plasm ática real disminuida. Si hay
concentraciones plasmáticas. Por tanto, varía desde formas
una hiponatrem ia con una osm olaridad plasm ática real
asintomáticas hasta cuadros floridos con debilidad muscular,
norm al o aum entada debe sospecharse seudohipona-
parálisis, parestesias y trastornos electrocardiográficos. En el
tremia.
diagrama de Hadrom (fig. 5.2) se observa la correlación de
las concentraciones sanguíneas de potasio y las alteraciones
electrocardiográficas. Las principales causas de hiperpota­
• En todos los casos de seudohiponatremia citados (hiper-
semia se describen en el capítulo 81.
proteinemia, hiperlipemia, hiperglucemia), la osmolari­
dad plasmática real coincide con la teórica; sin embargo, Hipopotasemia
cuando están presentes solutos osm óticam ente activos
que no intervienen en el cálculo de la osmolaridad (ma- E xiste h ip o p o tasem ia cuando las concentraciones p la s­
nitol, sorbitol), la seudohiponatremia se sospecha cuando m áticas de potasio son inferiores a 3,5 mEq/1. Según su
la osmolaridad real (medida en el laboratorio) excede en intensidad se clasifica en: leve (3-3,5 mEq/1), m oderada
más de 10 mOsm/1 a la teórica (calculada). (2,5-2,9 mEq/1) o grave (< 2 ,5 mEq/1).
• Todos los problemas expuestos se obviarían si la medición Los síntomas (evidentes, en general, con concentraciones
de la natremia se hiciera por electrodos ion-selectivos. < 3 mEq/1) y las causas más frecuentes de esta alteración se
• Una vez constatada la hiponatremia verdadera, debe cla­ reflejan en el capítulo 80.
sificarse según su intensidad en: leve (125-135 mEq/1),
moderada (115-125 mEq/1) o grave (< 115 mEq/1). Las CA LC EM IA Y PROTEÍNAS TOTALES
manifestaciones clínicas, así como las causas que pue­ PLASMÁTICAS
den originar esta alteración del sodio, se detallan en el
capítulo 78. L a calcem ia rep resen ta la co n cen tració n p lasm ática de
calcio. E ste catión es el m ás abundante del organism o y
se localiza fundam entalm ente en el esqueleto óseo (98%).
POTASEMIA
Participa en num erosos procesos fisiológicos: agregación
El potasio es el principal catión intracelular. Sus valores plaquetaria, regulación de la función leucocitaria, secreción
séricos norm ales son de 3,5-5,0 mEq/1; sin embargo, dado hormonal, liberación de neurotransmisores y despolarización
que solo el 0,4% del contenido total de potasio está en el de las células miocárdicas, nerviosas y musculares lisas.
plasm a, estas concentraciones son un m al índice del es­ El calcio plasmático supone tan solo el 2% del total y se
tado de su equilibrio en el organismo. La regulación de la encuentra en tres formas:
concentración plasm ática de potasio es ñindam entalm ente • Libre (calcio iónico). Es la form a biológicamente activa
renal y su eliminación principalmente urinaria, en cantidad y representa el 50% del calcio plasmático total.
aproxim ada de 50 m Eq/día. Este ion desem peña un papel • U nido a proteínas plasm áticas, fundam entalm ente con
imprescindible en la excitabilidad celular, y básicamente se la albúmina. Representa el 45%.
encuentra en los músculos esquelético y cardíaco. • Formando complejos difusibles con fosfato, bicarbonato,
citrato y oxalato. Constituye el 5% restante.
Indicaciones L a calcem ia nos inform a de la cantidad de calcio iónico y
La determinación de las concentraciones séricas de potasio del calcio unido a proteínas que hay en el suero, sin valorar
se solicita de urgencia ante cualquier paciente con: el calcio unido a los complejos difusibles. Sus cifras norma­
les oscilan entre 8,5 y 10,5 mg/dl, si bien deben expresarse
• Debilidad, calambres musculares, parálisis, íleo paralí­ en relación con la cantidad de proteínas plasm áticas exis­
tico y dilatación gástrica aguda. tentes, ya que su aumento o dism inución puede falsear los
• Insuficiencia renal aguda y crónica, especialm ente si el resultados. Así, en caso de hipoproteinem ia, el calcio que
paciente está en tratamiento con diuréticos ahorradores no puede unirse a las proteínas se com bina con los com ­
de potasio o con inhibidores de la enzim a convertido- plejos difusibles que, al no ser medidos, originan una falsa
ra de la angiotensina (lECA). dism inución de la calcem ia. Por el contrario, en caso de
• Anomalías electrocardiográficas com patibles con alte­ hiperproteinem ia, la calcem ia está ficticiam ente elevada
raciones del equilibrio de potasio. por aumento de la fracción unida a proteínas. En estas situa­
• A lteración del equilibrio acidobásico. ciones es im prescindible la m edición del calcio corregido,
• Descompensación diabética aguda hiperglucémica. mediante la siguiente fórmula:

Valoración clínica Ca=-


Cüj
0 ,5 5 + P T 116
Hiperpotasemia
Existe hiperpotasemia cuando las concentraciones séricas de Ca¡.: calcio corregido; Cax-' calcio sérico total; PT: proteínas
potasio son superiores a 5,5 mEq/1. Según su intensidad, se totales.
clasifica en: leve (5,5-6,0 mEq/1), moderada (6,l-7,0 mEq/1) El calcio iónico (valores normales: 4,5-5,0 mg/dl) es el
o grave (> 7 ,0 mEq/1). de m ayor utilidad clínica, ya que es la fracción fisiológica-
S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

FIGURA 5 .2 Correlación entre las cifras séricas de Potasíímia ECG


potasio y el trazado electrocardiográfico (ECG). 5 mEq/l

Normal

Alaigamiento del espacio Q T


por aumento
Q ' -----T dt: duración de la onda T

El espacio QT y la onda T
más alargados
Q ' -----T Onda T aplanada
Evenlualmeníe onda U

Descenso de ST

Gran descenso de ST
1,5 mEq/l Onda T bifásica

Normal

Agrandamiento de la onda T

Ensanchamiento de QRS
Descenso de ST

Desaparición de la onda P

Onda bifásica

Fibrilación ventricular
l^arada cardíaca

m ente activa y no se artefacta por cam bios en la concen­ Hipocalcem ia


tración de proteínas plasmáticas. Tiene el inconveniente de Existe hipocalcem ia cuando los valores de calcio sérico son
que no suele estar disponible de urgencia. inferiores a 8 mg/dl, una vez corregidos si existe alteración
en la concentración plasm ática de proteínas. Su m anifes­
Indicaciones tación clínica depende de las concentraciones de la fracción
ionizada de calcio, de la velocidad de instauración y de la
L a d eterm inación urgente de la calcem ia está in d icad a causa que la origine (v. cap. 84).
ante las sig u ie n te s situ ac io n es: d e b ilid a d , ca la m b re s H ay que diferenciar clínicam ente la hipocalcem ia de
m usculares y estados de tetania; alteraciones del estado la tetania por hiperventilación, situación en la que la cal­
de conciencia y del com portam iento; crisis epilépticas; cem ia total es norm al, m ientras que el calcio iónico está
p o liu ria y polidipsia, una vez d escartada la hipergluce- disminuido.
m ia; alteraciones electrocardiográficas del intervalo QT;
cólicos renoureterales de repetición; pancreatitis aguda;
desnutrición alcohólica, y neoplasia conocida con clínica MAGNESEMIA
sugestiva de hipercalcem ia. E l m agnesio in terv ien e en la co n tracció n m u scu lar e s­
q u elética y cardíaca, así com o en el m etabolism o de las
Valoración clínica proteínas, los hidratos de carbono y las grasas. La m ayor
parte del m agnesio orgánico es intracelular (99%), por lo
H ipercalcem ia que su determinación sérica no es un índice fidedigno de la
Existe hipercalcemia cuando el calcio plasmático es superior cantidad total presente en el organismo.
a 10,5 mg/dl. El cuadro sintom ático que acom paña a esta L a cantidad de m agnesio plasm ático (1,5-2 m E q/l o
alteración y sus causas m ás frecuentes se expresan en el 1,8-2,4 mg/dl) solo supone el 1% del total y se encuentra en
capítulo 85. el suero en tres formas; libre (ionizado, representa el 50%);
Capít ulo I 5 Bioquímica sanguínea QD
unido a proteínas plasm áticas (30%) y quelado con otros AMILASEMIA
aniones (15%).
L a am ilasa es una enzim a que se origina en el páncreas, las
glándulas salivales y, en m enor medida, en las trompas de
Indicaciones Falopio, el m úsculo esquelético, el intestino, la próstata y
Generalmente no es necesaria la determinación urgente de el ovario. Se elimina por la orina, y su valor sérico normal
magnesio sérico; sin embargo, hay una serie de situaciones es de 53-123 UM.
de resistencia al tratam iento habitual en las que la coexis­
tencia con hipomagnesemia o hipermagnesemia ensombrece Indicaciones
el pronóstico. Entre ellas hay que destacar:
L a determ inación de am ilasem ia con carácter urgente está
• Cetoacidosis diabética y descompensación hiperglucémica indicada en todo dolor abdom inal en el que se sospeche
hiperosm olar no cetósica. La corrección de las cifras de pancreatitis aguda.
glucem ia favorece la entrada del m agnesio al interior
de la célula y puede originar hipomagnesemia.
• A rritm ias ventriculares, sobre todo en pacientes con
Valoración clínica
insuficiencia cardíaca congestiva, cardiopatía isquémica Solo tiene significación clínica el aum ento de la am ilasa
o intoxicación digitálica. sérica. L a am ilasem ia es el m arcador diagnóstico funda­
• Crisis epilépticas resistentes al tratamiento anticomicial m ental de la pancreatitis aguda, de la que se consideran
habitual, sobre todo en pacientes alcohólicos y desnu­ caracterísücas cifras superiores a seis veces su valor normal.
tridos. Asimismo, la am ilasemia está aum entada en otros procesos
• A lteración inexplicable del estado de conciencia y sín­ (v. cap. 50).
drome confusional agudo. En la pancreatitis aguda no comphcada, la amilasa sérica
• Insuficiencia renal. Generalmente, cuando coexiste con aumenta precozmente (2-3 h), alcanza un pico máximo a las
un incremento en la ingesta de magnesio. 24-36 h y retom a a la normahdad a las 48-72 h; sin embargo,
• Hiperpotasemia o hipopotasemia resistentes al tratamien­ una amilasemia normal no excluye este diagnóstico (un 1 0 %
to médico convencional. de los casos cursan con amilasa sérica normal, generalmente
graves). No hay correlación entre la hiperam ilasem ia y la
gravedad del proceso.
Valoración clínica Un índice más específico que la amilasemia es el cocien­
te del aclaramiento renal amilasa/creatinina, cuya fórmula
Hipermagnesemia
para el cálculo y la interpretación es la siguiente:
La hiperm agnesem ia es una situación menos frecuente que
la hipomagnesemia debido a la capacidad renal para excretar Can.! Ccr = i K >< ! 4 xC rJxlO O
hasta 500 mEq de magnesio al día. Por lo tanto, se desarrolla
A„.- amilasa en orina; A^: amilasa en suero; Cr^: creatinina
hipermagnesemia cuando el volumen del filtrado glomerular
en orina; Cr¡.: creatinina en suero. Valor norm al: 1-5%;
es m enor de 30 ml/min.
pancreatitis aguda: >5%; macroamilasemia: <1%.
Según su intensidad se clasifica en: leve ( < 4 m g/dl),
Este índice es especialm ente útil para el diagnóstico de
moderada (4,1-5 mg/dl) y grave (>5,1 mg/dl).
pancreatitis aguda, cuando la am ilasa sérica se encuentra
Las manifestaciones clínicas de la hiperm agnesem ia se
elevada por otros procesos (úlcera perforada, liüasis biliar
correlacionan con las concentraciones de m agnesio sérico
y sialopatías) y en caso de pancreatitis aguda asociada a
(v. cap. 83).
hiperlipemia, en la que la determ inación de am ilasem ia es
Entre las causas de hipermagnesemia (v. cap. 83) figuran
falsamente normal.
el abuso de antiácidos, laxantes o catárticos que contienen
E ste cociente tam bién se encuentra elevado en otras
magnesio. No obstante, solo aparece en presencia de insu­
enfermedades (v. cap. 50), como grandes quemados, cetoa­
ficiencia renal.
cidosis diabética, tumores pancreáticos, insuficiencia renal,
hepatitis alcohólica y estados postoperatorios.
¡Hipomagnesemia
Frecuentemente, la hipom agnesem ia (< 1 ,8 mg/dl) cursa de
BILIRRUBINEM IA
forma asintomática o, a lo sumo, con astenia, fasciculaciones
o mioclonías. Sin embargo, cuando las concentraciones de L a bilirrubina es un pigmento que procede del catabolismo
magnesio son inferiores a 1 mEq/1 o a 1,2 mg/dl (hipomag­ de los grupos hem o de la hem oglobina y la m ioglobina.
nesemia grave), pueden desencadenarse crisis convulsivas, Se transporta en sangre unida a la albúm ina, form ando la
alteración del estado de conciencia y arritmias ventriculares denom inada bilirrubina indirecta o no conjugada, para pos­
graves. En ocasiones pueden aparecer síntomas y signos de teriormente conjugarse en el hepatocito formando un diglu-
tetania debido a la hipocalcem ia concom itante (el déficit curónido de bilirrubina, que es Iz.fracción directa, soluble o
de m agnesio origina una dism inución de la liberación de conjugada. Esta es excretada por la bilis al intestino, donde
parathormona). se convierte en urobilinógeno, que se ehm ina por las heces.
Las causas más frecuentes de hipomagnesemia se expo­ C uando no puede excretarse la bilirrubina directa por el
nen en el capítulo 82. intestino, por obstrucción de la vía biliar o por enfermedad
GD S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

hepática, el riñón desem peña un papel fundam ental en su • La ALT se encuentra principalmente en el citoplasma del
eliminación (bilirrubinuria o coluria). hepatocito; por ello, es más específica de lesión hepática
Las concentraciones plasmáticas de bilirrubina no son un que la AST. Su valor normal en la m ujer es de 7-30 UI/1
índice fiable de la función hepática, ya que el hígado sano y en el hombre, de 10-55 UI/1.
restante puede m etabolizar hasta el triple de la bilirrubina
que se produce habitualm ente. Tampoco son un indicador
Indicaciones
específico de enfermedad hepática porque la bilirrubinemia
puede tener un origen extrahepático. En urgencias debe solicitarse la determ inación de A ST y
ALT cuando se detecte o sospeche; ictericia, insuficiencia
hepática aguda, hepatitis, colangitis, shock séptico, in to ­
La b ilirru b in u ria in dica una h iperb ilirru binem ia de
xicación aguda por agentes hepatotóxicos (paracetam ol,
predominio directo, ya que la bilirrubina indirecta, al ser
A. phalloides, etc.), o cardiopatía isquémica aguda (solo se
liposoluble, no puede ser elim inada por el riñón.
solicita AST).

Valoración clínica
Indicaciones
Las elevaciones séricas de estas enzimas tienen significado
L a solicitud de bilirrubinem ia de urgencia debe realizarse patológico. Las causas de este incremento son similares para
en todo paciente con ictericia (coloración am arillenta de ambas enzimas, si bien el valor diagnóstico de la ALT está
piel, m ucosas o escleras), para confirm ar en prim er lugar lim itado a las de origen hepático.
que se debe a hiperbilirrubinem ia y, en segundo lugar, para E ntre las causas m ás frecuentes se encuentran las si­
filiar el tipo (hiperbilirrubinemia directa, indirecta o mixta) guientes:
(v. cap. 53).
• Hepatitis agudas y crónicas. En la hepatitis viral aguda
suele haber cifras de hasta 3.000 UI/1, aunque valores
Valoración clínica superiores a 1.000 UI/1 ya sugieren el diagnóstico. No
hay correlación entre la cuantía del increm ento de las
Solo tiene significación clínica el aum ento sérico de bili­
am inotransferasas y el pronóstico de la enferm edad,
rrubina, y es im prescindible discernir si este se debe a un
aunque sí tiene un im portante valor diagnóstico en la
incremento de bilirrubina directa, indirecta o mixta.
v aloración de u rgencia de un pacien te con ictericia.
Hiperbilirrubinem ia indirecta A sí, en las de o rig en o b stru ctiv o apenas se elevan,
m ientras que en las hepatitis reactivas a procesos in ­
La hiperbilirrubinem ia indirecta se define por cifras de bili­
fecciosos sistém icos (brucelosis, fiebre tifoidea) o en
rrubina no conjugada superiores a 1,5 mg/dl, y la bilirrubina
las hepatitis crónicas, los aum entos de estas enzim as
directa representa m enos del 2 0 % de la bilirrubina total.
son m ás m oderados (no m ás de ocho veces su valor
Ante el hallazgo de una hiperbilirrubinem ia de origen
norm al).
exclusivamente indirecto hay que descartar, en primer lugar,
• El cociente AST/ALT tiene un gran valor diagnóstico
hemolisis. Otras causas de esta alteración se detallan en el
etiológico, ya que en las hepatitis de origen alcohólico
capítulo 53.
es mayor de 2 / 1 , mientras que en las de origen viral no,
Hiperbilirrubinem ia directa o conjugada al haber m ayor elevación de ALT que de AST.
• Colestasis. G eneralm ente los valores de am inotrans­
L a elevación aislada de la bilirrubinem ia directa (> 0 ,4 mg/ ferasas son inferiores a 500 UI/1.
di) indica colestasis, bien intrahepática o extrahepática. Si el • lAM . L a A ST com ienza a aum entar en las prim eras
aumento es a expensas de ambas fracciones, puede deberse 8-12 h. Posteriormente, presenta un pico máximo hacia
a insuficiencia hepatocelular. las 36 h, para normalizarse a los 3-5 días.
Las causas m ás frecuentes de esta alteración se exponen • Miopericarditis aguda, insuficiencia cardíaca congestiva
en el capítulo 53. y shocli.
• Rabdomiólisis.
AMINOTRANSFERASAS • Necrosis hísticas de otras localizaciones: tromboembolia
(ASPARTATO AMINOTRANSFERASA con infarto pulm onar e infarto renal.
Y ALANINA AMINOTRANSFERASA)
L a aspartato am inotransferasa (AST) y la alanina am ino- FOSFATASA ALCALINA
transferasa (ALT) son enzimas presentes en el interior de di­ La fosfatasa alcalina se encuentra en varios tejidos: hueso,
versas células, preferentemente hepáticas y musculares, cuya riñón, canalículos biliares, intestino delgado, leucocitos y
elevación plasmática es indicativa de su lesión o necrosis. placenta. Sin embargo, la que se suele detectar en el suero
• La AST se encuentra en el citoplasma y las mitocondrias procede fundamentalmente del hígado y del hueso. Su rango
de las células miocárdicas, musculoesqueléticas, renales, normal es de 44-147 UI/1.
cerebrales y hepáticas. Su valor normal es de 9-25 UI/1 La elevación sérica de fosfatasa alcalina puede deberse
en la m ujer y de 10-40 UI/1 en el hombre. a causas fisiológicas o patológicas:
Capít ulo I 5 Bioquímica sanguínea GD
• Fisiológicas: • Miopericarditis aguda.
• Crecim iento óseo: en la infancia se encuentran ele­ • Otras causas de aum ento de la CK incluyen: inyección
vadas las cifras de fosfatasa alcalina hasta tres veces intram uscular, cirugía reciente, puerperio, encefalitis y
su valor normal. ACV. En cuanto a la elevación de las concentraciones
• Embarazo; se observa un increm ento de origen pla- séricas de C K después de una inyección intramuscular,
centario que vuelve a la norm alidad a las 3 semanas en un estudio realizado por los autores, utilizando fár­
del parto. macos de am plio uso en m edicina de urgencias, se ha
• Patológicas: com probado que la C K sérica se increm enta en casi
• Osteopatía, como la enfermedad de Paget. el 60% de los casos, co n el m áxim o au m en to a las
• H epatopatía: obstrucción del árbol biliar, hepatitis 1 2 h de la in yección, con cifras h asta diez veces el
colestásica, lesión inñltrativa u ocupante de espacio valor norm al; los antiinflam atorios no esteroideos y
(linfoma, tuberculosis y sarcoidosis). las com binaciones de fárm acos ocasionan los m ayores
• Enferm edad hem atológica: enferm edad de Hodgkin increm entos.
y metaplasia mieloide.
TRO PO N IN AST, I
CREATINCINASA SÉRICA
El complejo troponina lo forman tres subunidades diferen­
La CK es una enzima que se encuentra en el músculo estriado, tes: troponina C (proteína de unión al calcio), troponina T
tanto esquelético como miocárdico, y en el cerebro. Es un (proteína de unión a la tropomiosina) y troponina I (proteína
dím ero com puesto por dos subunidades: M y B, cuya pro­ inhibidora). Las troponinas cardíacas no se detectan habi­
porción varía según el tejido considerado. Así, en el músculo tualmente en la sangre, por lo que su presencia es siempre
esquelético, el 96% de la CK es MM, en el cerebro el 90% patológica. Se liberan al torrente sanguíneo a las 3-6 h del
es BB y en el músculo cardíaco hay MM y MB, esta última comienzo de los síntomas coronarios (igual que la CK-MB),
habitualmente en una proporción menor del 6 % del total. alcanzan su m áxim a concentración entre las 12 y 24 h para
la troponina T y alrededor de las 24 h para la troponina I, y
sus valores se normalizan en 7-14 días.
Indicaciones
En m edicina de urgencias se solicita CK fundamentalmente
Indicaciones
ante la sospecha de rabdomiólisis (sobre todo en pacientes
con patología por calor), crisis convulsivas, intoxicación Debe solicitarse determinación urgente de troponinas séricas
por monóxido de carbono y síndrome neuroléptico maligno. cuando se sospeche la existencia de daño m iocárdico, es
En la actualidad la CK total y su fracción MB no son m ar­ decir, un síndrome coronario agudo.
cadores de prim era línea para el diagnóstico del síndrome
coronario agudo, la m iocarditis o la m iopericarditis, salvo
Valoración clínica
que la determinación de troponina no esté disponible.
• Las troponinas cardíacas permiten detectar grados más pe­
queños de necrosis que la CK-MB, permanecen elevadas
Valoración clínica durante más tiempo, y tienen valor predictivo importante
en los pacientes con cardiopatía isquémica, por lo que son
La elevación de la CK sin la determinación de sus isoenzi-
los marcadores bioquímicos de elección para el diagnóstico
mas carece de especificidad. A pesar de ello, ante el hallazgo
de daño miocárdico. Además, pueden elevarse en: espasmo
de un incremento plasm ático de la CK total, hay que pensar
coronario, angina microvascular, angina hemodinámica
en las siguientes posibilidades:
por taquicardia ventricular con coronarias normales, ede­
• Rabdomiólisis. Es un síndrome clinicobiológico secun­ ma agudo de pulmón por valvulopatías descompensadas,
dario a la liberación plasmática de sustancias contenidas miocarditis y miopericarditis, tromboembolia pulmonar
en el interior de la célula m uscular esquelética; entre (TEP) masiva y submasiva, intoxicación por CO, sepsis,
ellas, las más im portantes son la CK y la m ioglobina. y después de cirugía cardíaca. La troponina T también
E l diagnóstico de rabdom iólisis requiere la presencia puede elevarse en las miopatías, los poUtraumatismos y en
de m ioglobinuria y una elevación sérica de CK total la insuficiencia renal crónica. Por otra parte, la normalidad
superior a cinco veces su valor normal, y la fracción MM de las troponinas cardíacas no excluye definitivamente la
debe representar más del 90%. Existe correlación directa existencia de enfermedad coronaria.
entre la cuantificación de la C K y la gravedad clínica • E n general, el valor diagnóstico de la troponina T es
de la rabdom iólisis aguda, especialm ente con el ries­ sim ilar al de la troponina I; sin em bargo, en la insufi­
go de desarrollar insuficiencia renal aguda. Las principa­ ciencia renal crónica, la troponina I es más específica,
les causas de este síndrome se detallan en el capítulo 90. mientras que la troponina T es más sensible.
• lAM . Es en este proceso donde la C K ha tenido una • A diferencia de la CK y la CK-MB, las troponinas car­
de sus m ayores utilidades diagnósticas, pues aum enta díacas no se elevan tras una cardioversión eléctrica, lo
■s a partir de las 5-6 h, alcanza su m áxim o a las 18 h y que es de gran ayuda -m erced a su elevada especifici­
a vuelve a la normalidad en 2-4 días. Sin embargo, en la d a d - p ara detectar un lA M com o causa de la parada
actualidad ha sido superada por las troponinas. cardíaca.
GD S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

TROPONINAS ULTRASENSIBLES E q u iv a len cia s de u n id a d es p ara el B N P : 1 p g /m l =


R ecientem ente ha aparecido una técnica m ás sensible de 0,289 pmol/1; 1 ng/ml = 289 mol/1.
detección de troponina: la troponina de alta sensibilidad Equivalencias de unidades para el NTproBNP: 1 pg/ml =
o ultrasensible. Perm ite detectar cantidades inferiores de 0,118 pmol/1; 1 ng/ml = 118 mol/1.
troponina en sangre, incluso en personas sanas, e identificar
más precozmente la necrosis miocárdica. M ejora la sensibili­ E xisten otras circunstancias en las que los valores p las­
dad respecto a las troponinas convencionales, aunque reduce m áticos de estos péptidos natriuréticos pueden aumentar:
la especificidad. Tras una determ inación inicial negativa edad (> 5 0 años se duplica), sexo fem enino (casi el doble
solo es necesario esperar 2-3 h, y no 6 h, para confirmar el que el hombre), ejercicio físico; o disminuir: obesidad, uso
diagnóstico de lA M , que requiere la dem ostración de una concomitante de digital, lE C A y diuréticos. En la tabla 5.1
curva de ascenso con un incremento de un 50% si el valor se reñejan todos los procesos clínicos en los que los valores
inicial es normal, o de un 2 0 % si se parte de un valor elevado. plasmáticos de estos péptidos pueden alterarse.
Sin embargo, existen otras causas de elevación de troponina Además de su valor diagnóstico, los valores de péptidos
ultrasensible, como insuficiencia cardíaca (IC), miocarditis, natriuréticos tienen un valor pronóstico, de m anera que un
angina estable, insuficiencia renal e hipertrofia ventricular descenso de la concentración de BNP superior al 10%, entre
izquierda, entre otras. el ingreso y el segundo día, conlleva una evolución favorable,
lo cual es especialmente interesante para el m anejo de estos
PÉPTIDOS N ATRIURÉTICO STIPO B pacientes en el área de observación. Por otra parte, valores
de NTproBNP iguales o superiores a 5.500 pg/ml identifican
(BNP, NTproBNP)
Los péptidos natriuréticos de tipo B son horm onas que se
liberan a la sangre com o consecuencia de la activación
n eurohorm onal que origina la IC, teniendo com o efecto TABLA 5.1 Causas de alteración de los valores
beneficioso la inducción de vasodilatación y de la diuresis. de los péptidos natriuréticos
El BNP se origina a partir del proBNP, almacenado en
la célula cardíaca, y se divide en dos péptidos; el BNP, que Sentido de la
es el biológicam ente activo, y el NTproBNP, sin actividad alteración de
biológica. Ambos péptidos se utilizan con valor diagnóstico los valores
y pronóstico sim ilar en la IC. El N TproBNP es más estable, de los péptidos
natriuréticos Enfermedad o proceso
su semivida es más prolongada (90-120 min), se elim ina a
través del riñón, y la muestra para su determinación puede Aumentados Insuficiencia cardíaca*
almacenarse en tubos de cristal (el BNP no). Los resultados Síndrome coronario agudo con o sin
pueden obtenerse en unos 15 min. elevación de ST*
Hipertensión arterial con hipertrofia
ventricular izquierda
Indicaciones Arritmias supraventriculares
Disnea aguda de origen respiratorio
F undam entalm ente debe solicitarse con carácter urgente Embolia pulmonar
cuando haya duda diagnóstica, entre el origen cardíaco o EPOC
respiratorio, en un paciente con disnea e insuficiencia res­ Hipertensión pulmonar
piratoria. En este contexto, esta determinación es más eficaz Hipertiroidismo
en el diagnóstico de una IC no conocida, sin tratam iento Síndrome de Cushing
farmacológico previo. Hiperaldosteronismo primario
Diabetes mellitus
Cirrosis hepática con ascitis
Valoración clínica Insuficiencia renal aguda o crónica*
Síndrome paraneoplásico
Los valores de referencia de am bos péptidos y su in ter­ Hemorragia subaracnoidea
pretación, para el diagnóstico de IC en urgencias son: Shock séptico

• BNP: Disminuidos Obesidad**


• IC poco probable: menos de 100 pg/ml. Hipotiroidismo
• IC dudosa: 100-500 pg/ml. Insuficiencia cardíaca asociada a
estenosis mitral
• IC muy probable: más de 500 pg/ml.
Mixoma auricular izquierdo
• NTproBNP:
Pericarditis constrictiva
• IC poco probable: menos de 300 pg/ml. Edema agudo de pulmón
• IC dudosa: 300-450 pg/ml (< 5 0 años), 300-900 pg/ml
(50-75 años), 300-1.800 pg/ml (> 7 5 años). *Valores m u y aum entados;
• IC m uy probable: m ás de 450 pg/m l ( < 5 0 años), **Parece que e l N T p roB N P m antiene su valor discrim ina to rio
en e l diagnóstico de la disnea aguda en urgencias en pacientes
más de 900 pg/ml (50-75 años), más de 1.800 pg/ml
obesos. EPOC: enferm edad p u lm o n a r obstructiva crónica.
(> 7 5 años).
Capít ulo I 5 Bioquímica sanguínea GD
a pacientes con una elevada probabilidad de m orir durante inferiores a 25 mg/1. No puede sustituir a la exploración
el ingreso (precisión del 77%). física seriada ni a procedim ientos de imagen, com o la
tom ografía com putarizada helicoidal.
Colecistitis aguda: de escasa utilidad.
PROCALCITON IN A
P a n crea titis aguda: n iv eles ig u ales o su p erio res a
La procalcitonina es producida fundam entalm ente por las 2 1 0 mg /1 perm iten diferenciar entre pacientes con pan­
células C del tiroides, aunque otros tejidos, órganos (hígado, creatitis leve o grave (sensibilidad del 83% y especifici­
pulmones), macrófagos y monocitos también la sintetizan. dad del 85%).
Su concentración normal en el suero es muy baja (<0,1 ng/ E nferm edad inflam atoria pélvica: niveles m ás eleva­
mi), se eleva a las 2-3 h, alcanza el nivel máximo entre 6 y dos de PCR se corresponden con casos m ás graves, y
12 h, y tiene una vida m edia de 20-24 h. valores persistentem ente elevados sugieren fracaso del
tratamiento o complicaciones.
Neumonía: en este proceso la PCR no es útil para dis­
Indicaciones
tinguir entre el origen bacteriano o vírico. Por el con­
La procalcitonina perm ite valorar el grado de gravedad de trario, puede ser de utilidad para poner de m anifiesto
una infección bacteriana. Por tanto, su determ inación está el fracaso del tratam iento antibiótico en pacientes con
indicada cuando exista duda diagnóstica sobre la presencia neum onía de la com unidad o con neum onía vírica si los
de sepsis o shock séptico. niveles de PCR son superiores a 100 mg/1.
Infección urinaria: no es útil para diferenciar entre in­
fección urinaria com plicada o no complicada.
Valoración clínica
M eningitis: la PCR no es útil para distinguir si una m e­
E xiste una correlación entre la concentración de p ro cal­ ningitis es de origen vírico o bacteriano.
citonina y la existencia de infección (bacteriana o vírica), Sepsis neonatal e infecciones pediátricas: la frecuencia
perm itiendo diferenciarla de otras causas inflam atorias de de falsos negativos en la sepsis neonatal y en la bacte-
origen no infeccioso. Así: riem ia hace que la PCR no sea útil, en este contexto, en
el servicio de urgencias.
• U n increm ento de p ro calcito n in a de 0,5-2 n g /m l se
produce en las infecciones víricas y en las infecciones
bacterianas localizadas (en este rango, la sepsis es poco Valoración clínica
probable).
L a determ inación de PCR es una técnica con im portantes
• En la infección bacteriana sistémica se observan valores
lim itaciones que, de utilizarse, debe hacerse con la cautela
de 2 - 1 0 ng/ml (la sepsis es probable).
de ser un dato más que aportar al diagnóstico del proceso
• En el shock séptico aparecen cifras superiores a 10 ng/
urgente en cuestión, pero nunca basarse exclusivamente en
mi (hay riesgo de fallo multiorgánico).
ella para em itir el diagnóstico.
Lamentablemente, hay otras causas que elevan la procalcito­ Además de lo comentado en las indicaciones, la concen­
nina, como el traumatismo, la cirugía, el shock cardiogénico, tración sérica de PCR se correlaciona con varios síndromes:
las quemaduras y el golpe de calor.
• Valores de 10-40 mg/1: procesos inflamatorios e infec­
ciones virales leves.
• Cifras de 40-100 mg/1: procesos inflamatorios activos e
PROTEÍNA C REACTIVA infección bacteriana.
La proteína C reactiva (PCR), denom inada así por su capa­ • Valores superiores a 100 mg/1: infecciones bacterianas
cidad para reaccionar con el polisacárido C de la cápsula del graves y grandes quemados.
neumococo, se sintetiza en los hepatocitos como «proteína L a PCR aum enta y se norm aliza más rápidam ente que la
de fase aguda», por lo que suele aum entar en los procesos velocidad de sedim entación globular (VSG). Asimismo, a
inflamatorios, como infecciones, traumatismos, quemaduras, diferencia de la VSG, no la alteran la anemia, la policitemia,
infartos tisulares y neoplasias. D urante los últim os años los niveles de proteínas, la edad o el sexo del paciente ni la
su determ inación se ha ido incorporando a los servicios deformidad de los hematíes.
de urgencias, dado que su resultado no se dem ora más de
30 min. Sus valores norm ales son inferiores a 10 mg/1, se
eleva a las 6 - 8 h y alcanza su pico máximo a las 48 h. DÍM ERO D
Aunque el dímero D (DD) no es una magnitud propia de la
Indicaciones bioquím ica sanguínea, sino del ámbito hematológico, se in­
cluye en este capítulo debido a que es un dato de laboratorio
Se ha analizado su validez diagnóstica en una serie de pro­
de gran interés clínico en el servicio de urgencias.
cesos urgentes, como:
El DD es un péptido producido tras la acción de la plas-
• A pendicitis aguda: presenta una escasa sensibilidad m ina sobre la fibrina durante la fibrinolisis. Sus concen­
(40-87%) y especiñcidad (53-82%). Su mayor utilidad traciones se elevan en suero cuando existe un aumento de la
es para descartar apendicitis aguda, cuando la evolución actividad ñbrinolítica, como ocurre después de la formación
del cuadro es superior a 12 h y los valores de PCR son de un trombo. Esta elevación se produce aproxim adam ente
GD S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

1 h después del inicio de la trombogénesis y puede persistir BIBLIO GRAFIA RECOMENDADA


alrededor de 7 días.
Friedman LS. Approach to the patient with abnormal liver biochemical and
function tests [Internet], En Walthman MA: UpToDate; 2013, version
21.10. [acceso 7/10/2013]. Disponible en: http://www.uptodate.com.
Indicaciones Mahajan VS, Jarolim P. How to Interpret Elevated Cardiac Troponin Levels.
Su determinación con carácter urgente está indicada cuando Circulation 2011;124:2350-4.
Osteba. Servicio de Evaluación de Tecnologías Sanitarias. Departamento
exista sospecha clínica fundada de trombosis venosa profun­ de Sanidad del Gobierno Vasco. Análisis de la eficiencia de la utili­
da (TVP) y/o TEP. zación de pruebas de laboratorio en los Servicios de Urgencias Hos­
pitalarias [Internet]. Vitoria-Gasteiz: Gobierno Vasco. Departamento
de Sanidad. Dirección de Planificación y Evaluación Sanitaria; 2000.
Valoración clínica [acceso 8/10/2013]. Disponible en: http://www9.euskadi.net/sanidad/
osteba/datos/d_99-06_pruebas_laboratorio_urgencias.pdf.
El DD tiene una gran sensibilidad y un alto valor predictivo Prieto Valtueña JM, Yuste JR, Balcells A. La clínica y el laboratorio. Ma­
negativo para la TV P y la TEP. U na sospecha clínica baja drid: Elsevier-Masson; 2010.
y unos niveles inferiores a 500 ng/m l perm itirían excluir Schouten HJ, Geersing GJ, Koek HL, Zuithoff NP, Janssen KJ, Douma
estos diagnósticos y no sería necesario realizar otras pruebas RA, et al. Diagnostic accuracy of conventional or age adjusted D-dimer
cut-off values in older patients with suspected venous thromboemboHsm:
com plem entarias. systematic review and meta-analysis. BMJ 2013;346:f2492.
El DD puede elevarse por otras circunstancias distintas Thygesen K, Alpert JS, Jaffe AS, Simoons ML, Chaitman BR, White HD,
a la T V P y a la TEP, com o tabaquism o, en caso de per­ et al. Third universal definition of myocardial infarction. Circulation
sonas ancianas o de raza negra, em barazo, preeclam psia, 2012;126:2020-35.
Thygesen K, Mair J, Giannitsis E, Mueller C, Lindahl B, Blankenberg S,
estados postoperatorios, traum atism os, neoplasias, sepsis,
et al. How to use high-sensitivity cardiac troponins in acute cardiac care.
coagulación intravascular diseminada, crisis drepanocítica, Eur Heart J 2012;33:2252-7.
ñ brilación auricular, síndrom e coronario agudo, IC, ACV Wacker C, Prkno A, Brunkhorst FM, Schlattmann P. Procalcitonin as a
isquém ico, hem orragia digestiva alta, cirrosis hepática e diagnostic marker for sepsis: a systematic review and meta-analysis.
insuficiencia renal. Lancet Infect Dis 2013;13:426-35.
Capítulo 6

Estudio de coagulación
S. Tabares Carrasco, L.M. G ó m ez G arcía, D. Buenasmañanas Cervantes,
J.M. C alderón de la Barca G ázquez, F. Velasco G im ena y L. Jim énez M urillo

IN TR O D U C C IÓ N E sta exploración tam poco perm ite detectar situaciones de


riesgo trombótico (que son las más frecuentes).
En la actualidad la coagulación está considerada un equili­
brio entre factores procoagulantes e inhibidores; sin em bar­
go, desde un punto de vista didáctico y por su utilidad en IN DICACION ES
la interpretación de los resultados analíticos, la «cascada D ebe realizarse un estudio de coagulación con carácter
de la coagulación» (fig. 6 . 1 ) sigue siendo un m odelo plena­ urgente en las siguientes situaciones:
m ente aceptado. Desde esta perspectiva, la transformación
del fibrinógeno en fibrina puede efectuarse por dos vías: • A ntes de realizar m aniobras invasivas, com o punción
lumbar, paracentesis, etc., cuando haya sospecha clínica
1. V ía in trínseca. Se inicia por com ponentes intravas- de que pueda haber alteraciones de la coagulación.
culares, com o el sistem a de contacto, las células endo- • H emorragia digestiva.
teliales y las plaquetas. Los factores im plicados en esta • Epistaxis sin coágulos.
vía son: • Hemoptisis.
a. Factores del sistem a de contacto: XI, XII, precali- • H ematuria m acroscópica sin coágulos.
creína y cininógeno de alto peso molecular. • H emorragia cerebral.
b. Factores antihemofílicos: V III y IX. • Hepatitis aguda.
c. Factores de la vía común: X, V, II y fibrinógeno. • Shock séptico.
2. V ía extrínseca. Se inicia por la liberación del factor • Enfermedad tromboembólica.
tisular después del daño celular. Participan los siguientes • Pe tequias diseminadas.
factores:
a. Factor V II y factor tisular.
b. Factores de la vía común. RECO G ID A DE LA MUESTRA
La confluencia de ambas vías en la vía común se inicia con Para analizar los parám etros que intervienen en la coagu­
la activación del factor X, que a su vez activa al factor n, que lación sanguínea son necesarias: una m uestra de sangre
finalmente convierte el fibrinógeno en fibrina. anticoagulada con citrato sódico y una m uestra en un tubo
de hem atim etría para el recuento de plaquetas.
Deben adoptarse las siguientes precauciones técnicas:
Todos los factores de la coagulación son de síntesis hepá­ • L a m uestra debe obtenerse m ediante punción venosa
tica, por ello se detectan alteraciones en cualquier tipo de con jeringa de plástico y en la cantidad indicada en el
hepatopatía, independientem ente de su origen. tubo.
Los factores II, VII, IX y X son, además, dependientes • H ay que evitar una extracción dificultosa que pueda
de la vitamina K, por lo que se encuentran alterados en originar una agregación plaquetaria y la activación de
aq uellas situ acion es que cursan con este d éficit v ita ­ la fase de contacto.
m ínico (m alnutrición, m alabsorción, tratam iento con • Es necesario procesar las muestras en menos de 60 m in
dicum arínicos y colestasis). para lim itar las importantes variaciones que puede ori­
ginar la labilidad de los factores de la coagulación.
• No deben usarse jeringas de gasometría y las muestras no
Las pruebas de coagulación disponibles en urgencias y sus deben obtenerse de catéteres intravasculares ni mediante
valores norm ales se expresan en el cuadro 6.1. C on estas punción de los sistemas de perfusión, ya que suelen estar
determinaciones se identifica la mayoría de las situaciones contaminadas con heparina.
de riesgo hemorrágico, a excepción de las trombopatías, el • Si el paciente está recibiendo una perfusión de heparina,
déficit del factor X III y la enfermedad de Von Willebrand. la tom a debe realizarse en el brazo contrario.

) 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 45


GD S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

FIGURA 6.1 Cascada de la coagulación sanguínea.

Cuadro 6.1 Parámetros y valores normales Cuadro 6.2 Causas de trombocitosis reactiva
Estudio básico Hemorragias Infecciones
Plaquetas: 120.000-400.000/jjlI Cirugía reciente Esplenectomía
Tiempo de protrombina del 70-100% o INR = 1-1,3 Fármacos: adrenalina. Neoplasias
Tiempo de tromboplastina parcial activada <10 s; razón vincristina Inflamaciones crónicas
1-1,3 Ferropenia Fracturas
Fibrinógeno (2-5 g/l)
D inero D <0,5 mg/dl
Tiempo de trombina y tiempo de reptilase (razón <1-1,3)

INR: razón internacional normalizada.


es im p rescindible descartar un a trom bocitosis de causa
hem atológica, que debe sospecharse ante alguno de los
siguientes datos:
• A usencia de causas de trombocitosis reactiva.
• Esplenomegalia.
ALTERACIONES CUANTITATIVAS • Recuento de plaquetas superior a 400.000/fjul.
DE LAS PLAQUETAS • Alteraciones asociadas en el recuento leucocitario o en
la serie roja.
Trombocitosis
En la mayoría de los casos se trata de trombocitosis secun­
Trombocitopenia
darias o reactivas (cuadro 6 .2 ) que no requieren estudio
ni seguim iento hem atológicos. A sim ism o, y dada su e s ­ A nte el hallazgo de una cifra de plaquetas baja sin causa
casa tendencia a originar enferm edad trom boem bólica, el aparente que lo ju stifiq u e, hay que descartar, en prim er
tratam iento antiagregante no está indicado. Sin embargo, lugar, una seudotrom bocitopenia debida a una agregación
Capít ulo I 6 Estudio de coagulación GD
• Las trombocitopenias secundarias a hepatopatías o CID
Cuadro 6.3 Causas de trombocitopenia
también suelen presentar alteraciones de otros parám e­
CENTRALES (HIPOPRODUCCIÓN) tros del estudio de coagulación, com o la prolongación
Déficit de precursores
del tiempo de protrombina (TP) y del tiempo de trombo-
Anemias aplásicas
plastina parcial activada (TTPa).
Infiltración tumoral
Mielofibrosis, leucemias
• L a p resen cia de esplen o m eg alia (h ab itu al en le u ce­
Citostáticos, radioterapia m ias, hip eresp len ism o , etc.) p rácticam en te d escarta
la PTI.
Trombocitopoyesis ineficaz
• No debe olvidarse la trom bocitopenia asociada al virus
Anemias refractarias
de la inm unodeñciencia hum ana (VIH).
Anemias megaloblásticas
Trombocitopenias hereditarias
Hemoglobinuria paroxística nocturna TIEM PO DE PROTROMBINA O TIEMPO
PERIFÉRICAS (HiPERCONSUMO) DE Q U IC K
inmunológicas
PTI El TP explora las vías extrínseca y común de la coagulación,
Sida y se basa en la medición del tiempo (en segundos) que tarda
Colagenopatías en coagular el plasma citratado del paciente al añadirle trom-
Postransfusional boplastina cálcica. Sus valores normales pueden expresarse
Aloinmunización fetomaterna en porcentaje de actividad de protrom bina a partir de una
Fármacos: heparina, sales de oro, salicilatos, ranitidina, curva previamente establecida, o como razón norm alizada
cimetidina, clorotiazida, furosemida, indometacina internacional (INR), que es la unidad de m edida obligada
No inmunológicas
cuando el TP se em plea como control del tratamiento anti­
Sepsis
coagulante oral.
CID
PTT
Síndrome hemolítico-urémico TP medio (s)
INR = - -IS I
Circulación extracorpórea TP de plasm a control (s)
Hemodilución por transfusión masiva
Hemangiomas gigantes
Hiperesplenismo El índice de sensibilidad internacional (ISI) es un factor de
corrección propio de cada reactivo.
C ID : coagulación intravascular diseminada; PTI: púrpura trombocitopéni-
ca idiopática; PTT: púrpura trombocitopénica trombótica.

Tiempo de protrombina prolongado


Los factores de la coagulación que participan en las vías
extrínseca y com ún (II, V, V II y X) ju n to con el fibrinó-
geno se sintetizan en el hígado, y tres de ellos dependen
artefactual de las plaquetas. Para ello debe solicitarse un exa­
de la vitam ina K (II, V II y X). Por lo tanto, es frecuente
m en microscópico de la morfología y el número de plaque­
encontrar TP alargado en alguna de las siguientes circuns­
tas. U na vez confirmada la trombocitopenia verdadera (cua­
tancias;
dro 6.3) hay que tener en cuenta que el riesgo hem orrágico
que conlleva es directamente proporcional a su disminución; • Déficit congénito o adquirido de alguno de los factores
así, con ciñ'as de plaquetas superiores a 50.000/|xl el riesgo que intervienen en esta prueba (II, V, VII, X y fibrinó-
es escaso. Por debajo de esta cifra el riesgo de hemorragia es geno).
mayor, de m anera que con recuentos inferiores a 2 0 .0 0 0 /fjul • Fallo en la síntesis hepática (hepatopatía).
el riesgo de sangrado es elevado. • Déficit de los factores dependientes de vitam ina K que
En la valoración de estos pacientes, cuyas m anifestacio­ participan en esta vía. Los tratamientos con antibióticos
nes clínicas más frecuentes son las petequias y equimosis, de am plio espectro, la desnutrición y la m alabsorción
es importante tener en cuenta una serie de consideraciones pueden impedir la síntesis de vitamina K (reversible con
que pueden ayudar a establecer su origen: suplementación).
• Aum ento del consum o de factores, com o ocurre en la
• Hay que diferenciar los descensos aislados de plaquetas
CID y en los tratamientos trombolíticos.
(púrpura trombocitopénica idiopática [PTI], por fárm a­
• A d m in istració n de h ep arin a en dosis tó x icas (dosis
cos, etilismo, etc.) de los que se acom pañan de la dis­
terapéuticas de este fárm aco prolongan solo el TTPa),
minución de otras series celulares, com o ocurre en las
anticoagulantes orales u otros anticoagulantes circulan­
leucemias y los síndromes mielodisplásicos, después de
tes, como ocurre en el lupus eritematoso sistémico.
tratamientos citostáticos, en el hiperesplenismo o en las
• Problem as técnicos o artefactos (pacientes con polici-
anemias aplásicas y megaloblásticas.
temia).
• La trombocitopenia acompañada de esquistocitosis (he­
■s m atíes fragm entados) es sugestiva de coagulación in­ L a valoración del TP junto con el TTPa perm ite excluir, si
a travascular diseminada (CID), púrpura trombocitopénica este últim o es normal, las alteraciones en la vía intrínseca
trom bótica (PTT) o síndrome hemolítico-urémico. y común.
GD S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

Las causas más frecuentes de alargamiento del TTPa son:


C u ad ro 6.4 P rincipales in te racc io n e s
farm aco ló g icas • Fallo hepático.
Antiagregantes plaquetarios Alopurinol • D éñcit de factores dependientes de la vitam ina K.
Salicilatos Barbitúricos • Hemofilias A (factor VIII) y B (factor IX).
Antiinflamatorios no Rifampicina • Déficit de los factores del sistema de contacto.
esteroideos Colestiramina • Aumento del consumo de factores (CID).
Amiodarona Vitamina K • P resencia de anticoagulantes circulantes tipo lupus o
Antidepresivos tricíclicos Anticonceptivos orales específicos de factor.
Cimetidina Alcohol • Tratamiento heparínico.
• Hipofibrinogenemia o disfibrinogenemias.
• Artefacto: policitemias.

Control de la anticoagulación oral


con el tiempo de protrombina Control de la heparinización con el tiempo
U na de las utilidades más im portantes de este parám etro de tromboplastina parcial activada
en la clínica diaria es su empleo como control en pacientes L a adm inistración de h ep arin a no fraccionada causa un
sometidos a anticoagulación oral con dicumarínicos. D ebi­ alargamiento del TTPa proporcional a sus concentraciones
do a las variaciones del TP según el reactivo utilizado, sus plasmáticas, y se considera un nivel de anticoagulación ideal
resultados deben expresarse siempre en INR, cuyo rango te­ cuando se consigue prolongar el TTPa de 1,5 a 2,5 veces el
rapéutico de hipocoagulabiHdad está en unos valores de entre valor normal. Sin embargo, la adm inistración de heparinas
2 y 3 para la mayoría de las afecciones. Valores superiores a de bajo peso m o lecular (H B PM ) no req u iere estos co n ­
4,5 conllevan un elevado riesgo hemorrágico. troles, pues no prolongan el TTPa en las dosis habituales. En
En los casos de pacientes que acudan al servicio de urgen­ situaciones clínicas especiales, como la insuficiencia renal
cias por otro motivo y estén en tratamiento anticoagulante oral crónica o el embarazo, es preciso controlar las HBPM con
con dicumarínicos con un nivel adecuado de INR es necesario la determinación de la actividad anti-Xa.
tener en cuenta las principales causas de interacción farmacoló­ Es necesario consultar con el servicio de hem atología
gica (cuadro 6.4) si se va a prescribir un nuevo medicamento. cuando, en un paciente heparinizado, tiene lugar alguna de
Por el contrario, en el caso de pacientes que se encuentren fuera las siguientes situaciones:
del rango terapéutico, presenten trombosis, hemorragia o posi­
ble indicación de maniobras invasivas, es necesario consultar • Cuando no se consigue el TTPa deseado, si se trata de
con el hematólogo el ajuste de la dosis del anticoagulante oral. heparina no fraccionada.
• En caso de hem orragias graves.
• Cuando aparezca trombocitopenia.
TIEM PO DETROM BOPLASTINA PARCIAL • En situaciones en las que la heparinización suponga un
ACTIVADA alto riesgo.
• Si aparecen fenómenos trombóticos.
El TTPa es el tiem po, m edido en segundos, que tarda en
coagular el plasm a citratado del paciente al añadirle una
suspensión fosfolipídica y calcio, después de un período de TIEM PO D ETR O M B IN A YTIEM PO
incubación. Se utiliza para valorar globalmente las vías intrín­ DE REPTILASE
seca y común de la coagulación. Este resultado se acompaña
siempre del tiempo control obtenido de un plasma normal, y El tiempo de trom bina (TT) m ide el tiem po de form ación
puede expresarse también como proporción paciente-control. del coágulo al añadir al plasm a citratado del paciente una
solución de trombina (factor II activado) que actúa directa­
mente sobre el fibrinógeno.
Tiempo de tromboplastina parcial activada Es un parámetro útil para explorar la fibrinoformación,
prolongado y su alargam iento es propio de circunstancias com o las
siguientes:
Todos los factores de coagulación que intervienen en las vías
intrínseca y com ún se sintetizan en el hígado. También son • A dministración de heparina sódica, que inhibe los fac­
dependientes de la vitam ina K los factores X y II, de la vía tores II y X activados.
común, y IX de la vía intrínseca. • Hipofibrinogenemia o disfibrinogenemia.
La valoración conjunta del TTPa con el TP permite, en • Interferencias en la polim erización de la fibrina: para-
caso de norm alidad de este últim o, descartar defectos de p ro teín as, p ro d u cto s de d eg rad ació n d el fib rin ó g e­
coagulación correspondientes a las vías extrínseca y común. no, etc.
1. Defecto de la vía intrínseca: TP norm al y TTPa prolon­ U na variante del TT es el tiempo de reptilase (TR), en el que
gado. se sustituye la trom bina por un reactivo derivado de veneno
2. D efecto de la vía extrínseca: TP prolongado y TTPa ofídico. Sus causas de alargamiento son similares a las del
normal. TT, a excepción de los tratam ientos con heparina sódica,
3. Defecto de la vía común: TP y TTPa prolongados. que no lo modifican.
Capít ulo I 6 Estudio de coagulación GD
Enfermedad tromboembólica venosa (trombosis venosa
Un TT alargado con TR norm al es patognom ónico del
profunda y trom boem bolia pulmonar).
tratam iento con heparina sódica.
Activación de la fibrinolisis por CID.
Falta de aclaramiento hepático.
Las alteraciones del TT se acom pañan siempre de alarga­ Infecciones: por formación de fibrina en el foco.
mientos en el TTPa y, generalmente, también del TR Un TT Postoperatorio: por formación de fibrina hemostática.
normal excluye la presencia de heparina y las anomalías del
La sensibilidad del DD es cercana al 100% en la enfermedad
ñbrinógeno como causas de una prolongación del TTPa y
trom boem bólica venosa, aunque su especificidad es algo
elTP.
menor, con un valor predictivo negativo del 1 0 0 %; por lo
tanto, su norm alidad excluye este diagnóstico, m ientras
D O SIFICA CIÓ N DEL FIBRIN Ó GEN O que su elevación no perm ite confirm arlo con suficientes
garantías.
D ado que con el TT y el TR se obtiene una inform ación
precisa de la ñbrinoform ación, su cuantificación solo tiene
valor en las situaciones siguientes: ALTERACIONES ASOCIADAS DE VARIOS
• En el seguimiento de pacientes sometidos a tratamiento PARÁMETROS
fibrinolítico. U na vez descritas las enfermedades que m ás frecuentem en­
• Para diferenciar la hipofibrinogenemia de la disfibrino- te originan alteraciones individuales en cada uno de estos
genemia. parámetros, en el cuadro 6.5 se exponen las combinaciones
• En afecciones complejas de la hemostasia: hepatopatías más frecuentes de estas alteraciones, así como las patologías
graves, CID, trasplante hepático, etc. causantes de las mismas.

PRO DUCTO S DE DEGRADACIÓN NUEVOS ANTICOAGULAN TES ORALES


DE LA FIBRINA (DÍM ERO D)
Se han com ercializado nuevos anticoagulantes orales en la
Uno de los productos de degradación de la fibrina es el dí- práctica clínica que intentan superar las limitaciones (múlti­
mero D (DD). Su elevación en sangre indica la formación de ples interacciones, controles frecuentes, variabilidad en la
fibrina y su degradación posterior por el sistema fibrinolítico, respuesta) que presentan los fármacos orales antivitamina K.
y puede ocurrir en las siguientes situaciones: Entre ellos se encuentran:

C u ad ro 6.5 A lteracio n es d e co a g u lació n m ás fre cu e n tes


Trombocitopenia Alargamiento de TP y TTPa
Aislada: PTI, fármacos, alcohol Déficit de vitamina K (déficit de los factores II, VII, IX y X)
Acompañada de alteraciones en otras series; leucemias, síndrome Anticoagulación oral
mielodisplásico, tratamiento citostático, PTT, hiperesplenismo Hepatopatías y CID
Asociada a otras alteraciones de la coagulación: CID, hepatopatías Tratamiento heparínico
Considerar grupo de riesgo para el VIH Alteraciones del fibrinógeno
TP prolongado con TTPa normal Prolongación del TT (siempre se acompaña de alteraciones
Anticoagulación oral y déficit de vitamina K en el TTPa y/oTP)
Fase inicial de una CID Anomalías cualitativas y cuantitativas del fibrinógeno
Déficit aislado del factor VII (infrecuente) CID
Paraproteínas
TTPa prolongado con TP normal
Tratamiento con heparina (es la causa más frecuente). En este
Heparina (con dosis elevadas también se alarga el TP)
caso el TR es normal
Fase inicial de una CID
Defectos en el sistema de contacto de origen infeccioso o Aumento de DD
congénito CID y fibrinolisis
Anticoagulante lúpico Trombosis venosa profunda/tromboembolia pulmonar
Hemofilia A (déficit congénito del factor VIII) Ausencia de aclaramiento hepático
Hemofilia B (déficit congénito del factor IX o enfermedad de Postoperatorio
Christmas) Infecciones
Enfermedad de Von Willebrand (déficit del factor homónimo que
circula en plasma formando un complejo con el factor VIII)
Déficit adquirido del factor IX (síndrome nefrótico)


s C ID : coagulación ¡ntravascular diseminada; D D : dímero D; PTl: púrpura trombocitopénica idiopática; PTT: púrpura trombocitopénica trombótica; TP: tiempo
de protrombina; TT: tiempo de trombina; TTPa: tiempo de tromboplastina parcial activada; V IH : virus de la inmunodeficiencia humana.
a
S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

• Davigatrán (Pradaxa®, cápsulas de 75, 110 y 150 mg). BIBLIO GRAFIA RECOMENDADA
Es un inhibidor directo de la trombina, se elim ina por
Alberca I, González JR. Fisiopatología de la coagulación. En: San Miguel
vía renal y tiene efecto principalmente sobre el TT y el JF, Sánchez-Guijo FM, editors. Hematología. 3° ed. Barcelona: Elsevier
TTPa. España; 2009. p. 199-212.
• A pixabán (Eliquis®, com prim idos de 2,5 y 5 m g) y Hayward CP. Clinical approach to the patient with bleeding or brushing. In:
rivaroxabán (Xarelto®, comprimidos de 10,15 y 20 mg). Hoffman R, Benz EJ, Silverstein LE, Hoslop HE, Weitz JI, Anastasi J,
editors. Hematology. Basic principles and paractise. 6th ed. Philadelphia:
Son inhibidores directos del factor Xa, se eliminan por Elsevier Saunders; 2013. p. 1847-56.
vía biliar y renal, respectivamente, y prolongan el TP y Mateo J, Santamaría A, Fontcuberrta J. Fisiología y exploración de la he­
el TTPa. mostasia. En: Sans-Sabrafen J, Besses C, Vives JL, editors. Hematología
clínica. 5.* ed. Madrid: Elsevier; 2006. p. 659-82.
Reverter JC, Ordinas A, Vicente V, Batlle FJ, Rocha E. Semiología y ex­
Existe controversia y ausencia de estudios que evidencien
ploración de la hemostasia. En: Farreras E, Rozman C, editors. Medicina
las medidas necesarias para revertir una sobredosificación Interna. 16.” ed. Barcelona: Elsevier Science; 2008. p. 1787-91.
de estos anticoagulantes. Por ello, ante una hemorragia en un Schmaier AH. Laboratory evaluation of hemostatic and thrombotic disor­
paciente en tratamiento con cualquiera de ellos, debe tratarse ders. En: Hoffman R, Benz EJ, Silverstein LE, Hoslop HE, Weitz JI,
con las medidas de soporte de cualquier sangrado y valorar, Anastasi J, editors. Hematology. Basic principles and practice. 6th ed.
Philadelphia: Elsevier Saunders; 2013. p. 1857-66.
en función de la clínica y la patología asociada, la adm inis­ Suero Méndez C. Los nuevos anticoagulantes orales en la fibrilación
tración de plasm a congelado, com plejo protrom bínico o auricular: preguntas y respuestas para el urgenciólogo. Emergencias
factor V ila, siempre bajo control del hematólogo. 2013;25:123-36.
Capítulo 7

Análisis elemental de orina


F.J. Montero Pérez y L. Jim énez M urillo

IN TR O D U C C IÓ N • Bolsa de orina. H abitualm ente es el m étodo utilizado


en niños. La bolsa se aplica al periné, una vez limpiada
La orina es el resultado de los procesos de filtración glomerular, la zona con una solución antiséptica. E xiste una alta
reabsorción y secreción tubulares que tienen lugar en el riñón. incidencia de contaminación fecal que frecuentem ente
Por la orina se eliminan una serie de sustancias procedentes obliga a recoger de nuevo la muestra.
tanto del catabolismo endógeno como del medio extemo.
El transporte de la muestra de orina debe realizarse de forma
• Los componentes normales de la orina son: urea, creatini- tem prana, ya que a las 2 h los elem entos form es (células
na, urobiHnógeno y urobiHna, pequeñas cantidades de pro­ o cilindros) se degradan y se vuelven irreconocibles en el
teínas, aminoácidos, iones y escasa celularidad (hematíes, examen microscópico. Si la orina no puede analizarse en las
leucocitos y células de vías urinarias de forma aislada). primeras 2 h, se refrigera o se desecha.
• Los com ponentes anorm ales o patológicos de la orina
son: proteínas, hematíes y leucocitos en mayores propor­
ciones, bilirrubina, glucosa, cuerpos cetónicos, cihndros, CARACTERÍSTICAS M ACROSCÓPICAS
cristales y gérmenes.
Volumen de orina
El análisis elemental de orina comprende:
Según la cantidad de orina eliminada en 24 h se habla de:
1. Estudio de sus características macroscópicas (volumen,
color, turbidez y olor). Poliuria: diuresis mayor de 2.000 mi.
2. R ealización de determ inaciones bioquím icas, ya sea Oliguria: diuresis menor de 500 mi.
m ediante tiras reactivas (m étodo sem icuantitativo) o Oligoanuria: diuresis menor de 100 mi.
autoanalizadores (método cuantitativo). Anuria: diuresis inferior a 50 mi. Este dato, de difícil
3. Estudio del sedimento urinario. determ inación en la consulta de urgencias, puede re ­
cogerse en la anamnesis de pacientes o familiares muy
observadores, aunque sea de form a aproximada.
RECO G ID A Y TRANSPORTE
Entre las causas de poliuria se encuentran la potomanía, la
DE LA MUESTRA
insuficiencia renal crónica y aguda (fase poliúrica), las nefro-
L a recogida de la m uestra de orina en condiciones «na­ patías intersticiales, la diabetes mellitus (diuresis osmótica)
turales» no es recom endable, ya que con frecuencia está y la diabetes insípida (déficit de vasopresina). A simismo,
contaminada. H ay 4 métodos posibles de recogida de orina: puede observarse de m anera transitoria después de crisis
convulsivas, cólicos renoureterales y otros procesos con
• Recogida de la parte m edia de la m icción después de
descarga adrenérgica.
la limpieza de los genitales. En el hombre, el prepucio
L a oliguria, la oligoanuria y la anuria se deben a pro­
debe ser retraído y el meato urinario lim piado con una
cesos con reducción del filtrado glom erular (hipovolemia,
solución antiséptica. En las m ujeres deben separarse los
fases finales de la insuficiencia renal crónica, etapas iniciales
labios vulvares, para evitar la contaminación de la orina
de la insuficiencia renal aguda y uropatías obstructivas) o a
con productos vaginales.
un aumento de la reabsorción tubular (hiperaldosteronismo
• Cateterización vesical (sondaje uretral). Este método es
y secreción inadecuada de vasopresina).
preferible al anterior si hay infección vaginal, retención
urinaria, en la mujer menstruante y cuando los resultados
previos son poco fiables. Aspecto
• Punción suprapúbica. Es el método más seguro de reco­
gida de orina pero, al ser el más invasivo, se reserva para Color
aquellas situaciones en las que la cateterización vesical L a orina suele ser de color am arillo, com o la paja, el ám ­
no es posible o está contraindicada, como en la sospecha bar o el aceite. Esta coloración presenta variaciones según
de rotura uretral. la concentración de la orina, la ingesta de determ inados

) 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 51


QD S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

laridad urinaria. L a m ayoría de estos parám etros pueden


Cuadro 7.1 Alteraciones del color de la orina
determ inarse m ediante tiras reactivas, de gran utilidad en
Orina incolora urgencias por su alta sensibilidad y especificidad.
Diabetes insípida
La utilización de tiras reactivas requiere em plear orina
Diabetes mellitus
reciente, no centrifugada, sum ergir toda la tira en la ori­
Tras ingesta copiosa de líquidos
Alcohol
na, eliminar el exceso, y realizar la lectura visual a los 60 s
Fármacos diuréticos para todos los parámetros, excepto para los leucocitos, que
Insuficiencia renal avanzada se hace a partir de los 1 2 0 s.

Orina intensamente amarilla


Orinas concentradas (sudoración profusa, hipovolemia, Densidad urinaria
tercer espacio)
Ictericia (coluria)
Suele oscilar entre 1.001 y 1.040. Su alteración puede con­
Riboflavina, quinacrina sistir en:

Orina roja
• Aum ento de densidad. D ensidades superiores a 1.040
Hematuria (roja y translúcida) se observan después de la adm inistración de m edios
Hemoglobinuria (roja transparente) de contraste yodados o de manitol, y en los estados de
Mioglobinuria depleción de volumen.
Fármacos • Disminución de densidad. Se observa en situaciones de
Porfirinuria (como vino de Oporto) hiperhidratación.
Hemolisis

Orina parda (marrón rojizo) pH


Hematuria de las glomerulonefritis agudas («agua de lavar
carne») Sus cifras norm ales oscilan entre 4,5 y 8 , en función de
Urobilinógeno, bilirrubina, porfiria la dieta. A sí, las dietas ricas en carne son acidificantes
de la orina, mientras que las vegetarianas son alcalinizantes.
Orina negra
La monitorización del pH urinario es de gran utilidad en
Melanosarcomas (eliminación de melanina)
Alcaptonuria (ácido homogentísico)
la valoración de la efectividad de las m edidas alcalinizan­
tes o acidificantes de la orina en el tratam iento de algunas
Orina lechosa intoxicaciones (salicilatos y anfetaminas, respectivamente).
Quiluria, piurias marcadas, cristales de fosfato Las alteraciones más frecuentes del pH urinario pueden
Orina verdosa
deberse a:
Infecciones por bacilo piociánico • Orina ácida. Se observa principalm ente en la acido-
Propofol sis m etabólica, durante el tratam iento con m edicación
Azul de metileno
acidificante (cloruro amónico), en las deshidrataciones
graves, insuficiencia respiratoria avanzada, etc.
• O rina a lcalina. A parece en la alcalosis resp irato ria
(hiperventilación) o m etabólica (ingesta excesiva de
fárm acos o alim entos y la presencia de ciertas entidades b icarb o n ato ) y en la acid o sis tu b u lar renal. U n pH
clínicas. Así, cuando la orina está diluida, adquiere un as­ urinario altam ente alcalino sugiere infección urinaria
pecto claro com o el agua, m ientras que la orina concen­ por organismos que desdoblan la urea, como Proteus o
trada tiene un color sim ilar a la caoba. En el cuadro 7.1 se Escherichia coli.
reflejan las principales modificaciones del color de la orina
y las circunstancias que las condicionan, y en el capítulo 91 Determinación de pigmentos hemo
se exponen los fárm acos y alim entos que pueden teñir la
orina de color rojo, simulando una hematuria. Sin embargo, La tira reactiva de orina es muy sensible para detectar pig­
no debe olvidarse que la prim era posibilidad que se debe mentos hem o (parámetro sangre). El reactivo em pleado es
considerar ante un cambio de color de la orina es que esté la ortotoluidina, que reacciona ante los hematíes, mioglobina
contam inada de form a artificial. y hemoglobina.
Ante la existencia de sangre en la tira reactiva debe rea­
Turbidez y olor lizarse siempre un examen microscópico del sedimento u ri­
nario para confirm ar la presencia de hem atíes. Si no los
• La orina turbia es característica de la piuria.
hay, debe sospecharse m ioglobinuria, hem oglobinuria o
• La orina con olor fétido sugiere la presencia de bacilos
pigmentación de la orina por fármacos (v. cap. 8 6 ).
conformes; si el olor es afrutado, cetonuria.
En determ inados casos, la tira reactiva puede no ser
fiable para la detección de pigmentos hem o en la orina:
DETERM INACIONES BIO QUÍM ICAS
• Falsos positivos: contaminación de la orina con povidona
Los parám etros de m ayor interés son: densidad urinaria, yodada u otros detergentes muy oxidantes.
pH, pigm entos hem o, proteinuria, glucosuria y cetonuria, • Falsos negativos: pH elevado, densidad urinaria aumen­
leucocituria, nitritos, bilirrubinuria, urobilinuria y osmo- tada, elevadas concentraciones urinarias de ácido ascórbico
Capít ulo I 7 Análisis elemental de orina QD
(vitam ina C). En algunos productos (Roche Combur Cetonuria
Test®) el fabricante indica que la determ inación no se L a aparición de cuerpos cetónicos en la orina (cetonuria) im ­
negativiza con la vitam ina C. plica que están también presentes en la sangre y es señal de
un déficit absoluto o relativo de hidratos de carbono (ayuno
Proteinuria prolongado o cetoacidosis diabética, respectivamente).
La proteinuria es un dato clave en el que se apoya el diagnós­ El test de detección de cuerpos cetónicos en orina m e­
tico de nefropatía; sin embargo, no es sinónimo de enferme­ diante tira reactiva se basa en la reacción con el nitroprusiato,
dad renal, y su ausencia no descarta la afección del tracto que es sensible al ácido acetoacético, m enos sensible a la
urinario. La excreción urinaria norm al de proteínas oscila acetona y no reacciona con el ácido betahidroxibutírico, que
entre 50 y 150 mg en 24 h. El ejercicio extremo y la fiebre son los tres principales cuerpos cetónicos. Este hecho tiene
pueden incrementar esta excreción hasta 300 mg/día. importantes implicaciones clínicas:
Debido a la variabilidad de la proteinuria a lo largo del 1. La negatividad del test de cetonuria no indica necesaria­
día, el método más preciso para cuantiñcarla es su medición mente la ausencia de cuerpos cetónicos en la orina, ya
en orina de 24 h (m étodo cuantitativo). Sin em bargo, en que no detecta el ácido betahidroxibutírico, que es el que
urgencias no es posible, y hay que recurrir al método semi- se elimina por orina en situaciones de shock, al reducirse
cuantitativo (tiras reactivas), que perm ite detectar concen­ el ácido acetoacético. Este problem a podría obviarse
traciones de proteínas superiores a 30 mg/dl (0,3 g/1). si aparecen en el m ercado tiras reactivas que tam bién
La determ inación de proteinuria m ediante tira reactiva detecten el ácido betahidroxibutírico, o añadiendo a la
puede dar lugar a error: orina unas gotas de agua oxigenada.
• Falsos positivos: medios de contraste radiológicos, orina 2. La acetona es volátil, por lo que los cambios en la ven­
muy alcalina (pH > 9), grandes dosis de penicilina, pre­ tilación del paciente alteran su contenido en suero.
sencia de polivinilpirrolidona (sucedáneo de la sangre), 3. En la cetoacidosis asociada a hipoperfusión hística, a
restos de desinfectantes con grupos amónicos cuaterna­ medida que m ejora con el tratamiento, hay una conver­
rios (benzalconio) o con clorhexidina, contam inación sión de ácido betahidroxibutírico a acetoacético, lo que
con proteínas extraurinarias (leucorrea vaginal, semen, causa que, a pesar de la m ejoría clínico-m etabólica, la
secreciones perineales o rectales). Asimismo, con leu- tira reactiva detecte un aum ento paradójico de cuerpos
cocituria intensa o hem aturia hay una falsa proteinuria; cetónicos. Esta situación puede llevar al clínico a creer
se estim a que cifras de leucocitos superiores a 80.000/ erróneamente en una evolución desfavorable del proceso.
mi de orina originan una proteinuria de 1 g/ 1 , que debe
restarse de la proteinuria hallada. Leucocituria
• Falsos negativos: densidad urinaria inferior a 1.010.
L a tira reactiva detecta la presencia de más de 10 leucocitos/
Ante la aparición de proteinuria es importante precisar si es campo en el sedimento centrifugado y de más de 8 leucocitos/[jul
interm itente o permanente, ya que mientras la prim era ca­ en el sedimento no centrifugado, con sensibilidad y especi­
rece generalmente de significado patológico, la proteinuria ficidad superiores al 8 8 %.
permanente debe ser estudiada, aunque sea discreta (cuando La leucocituria indica básicamente infección del tracto
es superior a 3-3,5 g/1 se define como proteinuria de rango urinario, incluidas las infecciones que cursan sin bacteriuria,
nefrótico). Entre las causas de proteinuria intermitente hay como la prostatitis y la tuberculosis genitourinaria.
que descartar, en primer lugar, la proteinuria ortostática, que Sin embargo, hay otras causas no infecciosas de leuco­
aparece solo cuando el individuo se encuentra de pie y de­ cituria, como cálculos renales, irritación vesical secundaria
saparece en posición clinostática, y cuya cuantía es inferior a afección abdom inal o pélvica, nefritis intersticial, fiebre
a 1,5 g/24 h. Otros tipos de proteinuria intermitente son: la y nefropatía crónica.
de esfuerzo, por fiebre, por exposición al frío y la que tiene La determinación de leucocituria mediante tira reactiva
lugar en la insuficiencia cardíaca congestiva. puede ser causa de error:

Glucosuria y cetonuria • Falsos positivos: contaminación vaginal.


• Falsos negativos: dosis diarias elevadas de cefalexina y
Glucosuria gentamicina, proteinuria superior a 500 mg/dl y gluco­
Es la presencia anorm al de glucosa en la orina. El túbulo suria superior a 2 g/dl.
renal, en condiciones normales, es capaz de reabsorber toda A pesar de que generalmente una leucocituria negativa des­
la glucosa que se filtra en los glomérulos, pero si la glucemia carta infección urinaria, se recom ienda que si la sospecha
es superior a 160-180 mg/dl, los mecanismos de reabsorción clínica es alta se realice sedimento urinario y urocultivo.
tubular se saturan y la glucosa comienza a aparecer en la orina.
La determ inación de glucosuria m ediante tira reactiva
puede originar falsos positivos y falsos negativos: Nitritos
• Falsos positivos: contaminación de la orina con lejía o Los nitritos en la orina indican la presencia de bacterias

s agua oxigenada (peróxido de hidrógeno). capaces de reducir los nitratos, principalmente Escherichia
a • Falsos negativos: grandes cantidades de ácido ascórbico coli y, en m enor grado, Proteus, Salm onella, Bacterium
en orina. lactis aerogenes y Staphylococcus epidermidis.
QD S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

La positividad de esta prueba apoya el diagnóstico de con sus valores plasmáticos, realizar el diagnóstico diferencial
infección urinaria pero su negatividad no la excluye, excepto entre el origen prerrenal o renal (necrosis tubular aguda) de
cuando se acompaña de leucocituria negativa, que descarta la m isma (v. cap. 8 6 ). La insuñciencia renal posrenal por un
esa enfermedad en el 95% de los casos. proceso obstructivo origina un patrón bioquímico similar al de
Entre las causas de fa lso s negativos de la tira reactiva la necrosis tubular aguda; la ecografía renal es de gran ayuda
se encuentran la orina diluida, la presencia de ácido as- en el diagnóstico diferencial de ambas entidades (v. cap. 1 2 ).
córbico, fenazopiridina, bacterias no reductoras de nitratos Es im portante señalar que la m uestra de orina para la
y la inhibición bacteriana por antibióticos o quimioterápicos. determinación de estos parámetros debe recogerse antes de
iniciar cualquier m edida terapéutica (diuréticos, suerotera-
pia, etc.), ya que pueden modiñcarse.
Bilirrubinuria
La tira reactiva de orina es capaz de detectar concentraciones de
SEDIM ENTO URINARIO
biHmibina superiores a 0,5 mg/dl. Para detectar bilirrubinuria
con este método es imprescindible que haya un aumento sérico El sedimento urinario es el anáhsis microscópico del «poso»
de la bilirrubina conjugada o directa (ya que la indirecta no se que se obtiene al centrifugar una muestra de orina recién emi­
elimina por la orina). Las causas más frecuentes que determi­ tida (10 mi de orina a 2.000 rpm durante 5 min), aunque es
nan su elevación son la ictericia obstructiva y la insuñciencia igualmente váhdo el examen directo de la orina sin centrifugar.
hepatocelular, y cuando se acompaña de urobilinuria negativa Perm ite estudiar la existencia de hem atíes, leucocitos,
sugiere una obstrucción completa de la vía biliar (v. cap. 53). células de descamación de vías urinarias, cilindros, cristales
Las causas de lectura errónea son: y microorganismos. En condiciones normales no se observan
células, si bien pueden detectarse algunas procedentes de la
• Falsos positivos: fenazopiridina en orina.
descamación de las vías urinarias (en m ayor número, si hay
• Falsos negativos: exposición de la orina a la luz solar,
ñebre o después del ejercicio), y hem atíes y leucocitos en
concentraciones elevadas de ácido ascórbico, clorpro-
número inferior a 3/campo. La presencia de células epitelia­
m azina y selenio.
les escamosas indica contaminación de la orina.
Urobilinuria
Hematíes
Es la presencia de urobilina y urobilinógeno en orina, e
L a p resencia en orina de m ás de 3-5 hem atíes/cam po es
im plica la llegada de bilirrubina al intestino.
anormal, siempre que no pertenezca a una m ujer con m ens­
Puede haber lecturas erróneas por;
truación y la orina no haya sido recogida mediante sondaje
• Falsos positivos: fenazopiridina en orina. uretral. Si los hematíes visualizados son dismórficos, su ori­
• Falsos negativos: exposición de la orina a la luz solar y gen es glomerular, mientras que si son de aspecto uniforme
alta concentración de nitritos (disminuyen la reactividad y conservan intacta su estructura, su procedencia es pélvica,
del colorante). ureteral o vesical.
Las principales causas que originan alteración de este pará­ D ependiendo de la cantidad de hem atíes presentes en
metro son las siguientes: la orina, la hem aturia puede ser visible por el ojo humano,
y se clasifica en: m icroscópica ( > 3 hem atíes/cam po en
• Urobilinuria baja o negativa. Im phca la ausencia parcial orina fresca) y macroscópica (> 5 .0 0 0 hematíes/|jul en orina
o total de bilis en el intestino, o la im posibilidad de su fresca y sin centrifugar). Hay que tener en cuenta que toda
eliminación renal. Por lo tanto, se observa en la ictericia orina de coloración rojiza no se debe a hematuria, sino que
obstructiva com pleta (bilirrubinuria positiva) y en la puede originarse por otros procesos, com o hem oglobinu­
insuñciencia renal (bilirrubinuria negativa). ria, m ioglobinuria o por la tinción de la orina por fármacos
• Urobilinuria elevada. Puede deberse a una destrucción (v. cap. 8 6 ). Las causas más frecuentes de hem aturia y su
exagerada de hem oglobina (síndromes hem olíticos), en diagnóstico diferencial se describen en el capítulo 91.
cuyo caso la bilirrubinuria es negativa, o a un déficit
hepático en la captación y ehm inación de la urobilina re­ Leucocitos
absorbida (insuñciencia hepática primaria o secundaria),
en cuyo caso la bilirrubinuria es positiva. Por lo tanto, El hallazgo de más de 5 leucocitos/cam po en la orina del
se observa en la hepatitis aguda, el hígado de estasis, la adulto es patológico y reñeja un proceso inñam atorio, fre­
colecistitis (probablem ente por participación hepática cuentemente de origen infeccioso. Cuando estos leucocitos
en el proceso infeccioso), la cirrosis biliar, la colangitis, se agrupan en grumos se habla de piuria. La presencia de
las infecciones sistém icas e incluso en el cólico biliar eosinóñlos es indicativa de nefropatía intersticial.
simple. Es de utilidad para el diagnóstico diferencial con Si en el sedim ento aparecen leucocitos y hem atíes en
el cólico renoureteral y la apendicitis aguda, procesos en proporción similar a la sangre, no puede hablarse de leuco­
los que obviamente no se m odiñca la urobilinuria. cituria, sino simplemente de hematuria.

Urea, creatinina e iones Cilindros


Son parámetros útiles en el tratamiento del paciente con in ­ Son agregados de elementos celulares o de naturaleza pro-
suñciencia renal, puesto que permiten, cuando se comparan teínica y tienen form a cilindrica, ya que están m oldeados
C apítulo I 7 Análisis elemental de orina QD
por los túbulos renales. Su presencia no es necesariamente perm itan su centrifiigación a tem peraturas próxim as a los
patológica, sino que depende del tipo y el número de cilin­ 36-37 °C. Si no se realiza con estas precauciones, puede
dros que se detecten en la orina. En la tabla 7.1 se exponen llegarse a un diagnóstico erróneo, basado en la presencia
los tipos de cilindros que pueden encontrarse en el sedimento de cristales que se han formado posteriorm ente, durante el
urinario y su significado clínico; hay que destacar que: período de almacenamiento de la muestra. Esta cristahzación
artificial de la orina se debe a su rápido enfriam iento, al
• L a presen cia de cilindros hialinos aislados no tiene
ponerse en contacto con la temperatura ambiente o a cambios
significado patológico.
del pH.
• Los cilindros hemáticos indican nefiopatía parenquima-
La identificación de cristales en el sedim ento urinario
tosa, habitualmente glomerulonefiitis.
es m uy im portante en el diagnóstico etiológico de la li­
• Los cilindros leucocitarios indican nefiopatía parenqui-
tiasis renoureteral, si bien pueden observarse en personas
matosa, y si hay m uchos y predom inan sobre el resto,
norm ales, sobre todo si el pH de la orina es extremo. Los
pielonefiitis aguda.
cristales que se observan con m ás frecuencia son los de
• Los cilindros granulosos son siempre patológicos y se
oxalato cálcico, fosfato cálcico, fosfato amónico-magnésico,
asocian fiecuentem ente a enfermedad glomerular.
carbonato cálcico, ácido úrico, colesterol y cistina. Cada una
de estas sustancias forma cristales según el pH de la orina, de
Cristales m anera que el fosfato cálcico, el carbonato cálcico, los fos­
fatos amorfos y los uratos de amonio cristalizan con el pH
Son sustancias que cristalizan o precipitan en la orina. Para
alcalino. Por el contrario, el ácido úrico, los uratos amorfos,
determ inar su presencia hay que analizar el sedim ento de
el urato sódico, el oxalato cálcico y la cistina precipitan en
orina recién emitida, y recogerla en frascos especiales que
orinas ácidas.

Microorganismos
TABLA 7.1 Tipos de cilindros en orina
y significado clínico El análisis del sedimento urinario puede poner de manifiesto
la presencia de gérmenes, generalmente bacterias, y también
Cilindros Constituyentes Significado
hongos y parásitos.
Hialinos Proteínas Como proteinuria La bacteriuria no es sinónimo de infección urinaria, ya
Normal si aislados que la presencia de bacterias en la porción distal de la m u­
Deshidratación, fiebre cosa uretral es normal, por lo que las muestras obtenidas por
Granulosos Proteínas, Siempre patológicos micción espontánea pueden contener algunas. Por ello, la vi-
hematíes, Glomerulopatías suahzación de microorganismos en el sedimento urinario es
células de escasa utilidad en el diagnóstico de infección urinaria, y
epiteliales sirve tan solo para indicar la realización de un urocultivo
degeneradas que permita la identificación del germen y su cuantificación
Hemáticos Hematíes Hematuria de causa (se consideran significativas de infección urinaria cifras
renal: superiores a 1 0 0 . 0 0 0 gérmenes/|xl).
• Clomerulonefritis
• Vasculitis
• Endocarditis bac­ IN DICACIO N ES DEL ANÁLISIS ELEMENTAL
teriana subaguda DE ORINA EN URGENCIAS
• Trombosis venosa
renal Determinación de parámetros bioquímicos
Hemoglobínicos Hemoglobina Como hemoglobinuria mediante tira reactiva
(hemoglobinuria D ebe solicitarse la realización de tira reactiva de orina ante
paroxística
la sospecha de las siguientes enfermedades o síndromes:
nocturna, síndromes
hemolíticos) 1. Infección urinaria. En el contexto de un paciente con
síntomas urinarios, la existencia de nitritos y leucocituria
Leucocitarios Leucocitos Pielonefritis aguda
Nefritis intersticial significativa sugieren infección urinaria.
Necrosis papilar 2. C ólico renou reteral. L a m icro h em atu ria con d olor
en flanco es indicativa de cólico nefrítico, si bien en
Céreos Proteínas Enfermedad renal ocasiones puede faltar. En los ancianos o hipertensos
plasmáticas crónica
con intenso dolor de espalda acompañado de hem aturia
Grasos Lípidos Síndrome nefrótico e inestabilidad hem odinám ica hay que sospechar un
aneurisma disecante de aorta abdominal.
Epiteliales Epitelio tubular Daño tubular
Recuperación de la
3. D olor abdom inal. Es útil la tira reactiva para inves­
descamado

s necrosis tubular tigar el probable origen renoureteral (microhematuria,
a aguda leucocituria) o biliar (bilirrubinuria, urobilinuria) del
dolor. Es im portante recordar que cualquier proceso
QD S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

inflamatorio contiguo al tracto urinario (p. ej., apendici- fracción de excreción de sodio que perm ita filiar su
tis aguda) puede originar leucocituria. origen prerrenal o renal. El sedim ento urinario puede
4. Hiperglucem ia. Siempre que exista hiperglucem ia hay d etec tar cilin d ro s o cristale s que o rien ten h ac ia su
que descartar o confirmar la existencia de glucosuria y etiología.
cetonuria. 2. Síndrome nefrótico o nefrítico. Se cuantifica la protei­
5. Síndrom e nefrótico o nefrítico. Existe proteinuria. nuria detectada m ediante la tira reactiva y se observan
6. Ictericia. L a existencia o no de bilirrubinuria y urobili- las alteraciones del sedim ento urinario que apoyen el
nuria orienta acerca de su probable origen; diagnóstico.
a. Bilirrubinuria positiva y urobilinuria negativa: obs­ 3. P o litr a u m a tism o con p o sitiv id a d de la tir a r e ­
trucción com pleta de la vía biliar. activa para sangre. L a p resen cia de hem atíes en el
b. Bilirrubinuria positiva y urobilinuria positiva; enfer­ sedim ento indica lesión del aparato urinario, mientras
medad hepatocelular u obstrucción incompleta de la que su ausencia obliga a descartar otras causas, como
vía biliar. rabdom iólisis (m ioglobinuria y elevación sérica de la
c. B ilirrubinuria negativa y urobilinuria positiva: he­ creatincinasa).
molisis y, a veces, colecistitis y colangitis. 4. A lteración de las concentraciones séricas de sodio
7. Síndrome febril sin foco clínico evidente, para detectar y potasio. Se solicita su cuantificación u rinaria para
una infección urinaria clínicamente oculta. valorar su origen renal o extrarrenal.
8. Politraum atismo, sobre todo en pacientes con traum a­
tismo penetrante o cerrado en la espalda, el abdom en,
el flanco o en la región inguinal. La intensidad de la Ante la evidencia clínica de infección urinaria, el estudio
hem aturia (macroscópica o microscópica) no se corre­ urgente del sedim ento urinario no está indicado. Si el
laciona necesariam ente con la im portancia de la lesión paciente requiere ingreso hospitalario, esta exploración
traum ática del tracto urinario. La presencia de m icro­ se cursa posteriorm ente.
hem aturia en estos enfermos solo requiere observación
clínico-metabólica y revaluación periódicas.

BIBLIO GRAFÍA RECOMENDADA


Sedimento urinario y cuantificación
Kaplan BS, Pradhan M. Urinalysis interpretation for pediatricians. Pediatr
de parámetros bioquímicos Ann 2013;42:45-51.
Prieto Valtueña JM, Yuste JR, Balcells A. La Clínica y el laboratorio. Madrid:
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valores de sodio, u rea y cre atin in a p ara ca lc u lar la en: http://es.wikipedia.org/wiki/Tira_reactiva_de_orina.
Capítulo 8

Gasometría, pulsioximetrra
y capnografía
J.M. C alderón de la Barca G ázquez, L. Jim énez M urillo, F.J. M ontero Pérez y M. Durán Serantes

IN TR O D U C C IÓ N Valoración de los parámetros obtenidos


Los avances técnicos y el desarrollo de la m edicina de ur­ Antes de profundizar en la descripción y utilidad clínica de
gencias y emergencias han permitido que la monitorización los distintos parámetros es necesario señalar la importancia
del estado respiratorio de los pacientes haya dejado de ser de m anipular de m anera adecuada la m uestra de sangre
patrimonio de las salas de m edicina intensiva. Aun cuando (v. cap. 191), ya que obtenerla inadecuadam ente es causa
el estado ideal de monitorización está representado por los frecuente de errores. Para que esto no ocurra debe eliminarse
datos que aportan los actuales respiradores, la disponibilidad de la jeringa toda burbuja de aire y la heparina sobrante, y
de otros métodos en el ámbito de las urgencias y emergencias proceder a su análisis inmediato; de no ser así, la m uestra
ha llevado este proceder a nuestro quehacer diario. En este debe colocarse en hielo picado o hielo con agua, para que
sentido, se van a abordar la gasometría (arterial y venosa) los cam bios producidos por el m etabolism o celular sean
como paradigma de las genéricamente denominadas técnicas mínimos.
invasivas de m onitorización de los gases sanguíneos, y la
pulsioxim etría y la capnografía com o representantes más
U na causa frecuente de acidificación ficticia de la m ues­
utilizados de las técnicas no invasivas.
tra es el exceso de heparina (pH 7) en la jeringa de ga­
sometría.
GASOM ETRÍA ARTERIAL
Proporciona una valoración objetiva de la función respira­ U n resum en de la interpretación de los principales parám e­
toria y del equilibrio acidobásico de los pacientes, lo que tros de la gasom etría arterial se representa en la figura 8 . 1 .
unido a su bajo coste y fácil interpretación, hacen de ella una
Presión arterial parcial de oxígeno (Pa02)
de las exploraciones complementarias más frecuentemente
solicitadas en los servicios de urgencias. En el cuadro 8.1 Interpretación clínica
se recogen los parámetros que habitualmente facilita y sus Aumento
valores normales orientativos, ya que estos pueden variar en El significado clínico del aumento de la Pa 0 2 es práctica­
función de los autoanalizadores utilizados. m ente nulo y su im portancia deriva de la depresión re s­
piratoria que puede originar en pacientes con insuficiencia
ventilatoria crónica, al causar secundariam ente un incre­
Indicaciones mento de la PaC 0 2 .
Son múltiples los procesos urgentes en los que la gasometría
Disminución
arterial puede ser de utilidad, ya sea diagnóstica, terapéutica
Se consideran indicativas de insuficiencia respiratoria cifras
o pronostica. D e todos ellos, las enferm edades que gene­
de Pa 0 2 inferiores a 60 mmHg, independientem ente de la
ralm ente requieren esta exploración con carácter urgente
edad del paciente. Los síntomas derivados de la hipoxemia se
son las siguientes: parada cardiorrespiratoria, enferm edad
deben, por un lado, al efecto de la anoxia en el sistema neu­
pulmonar obstructiva crónica (EPOC) descompensada, crisis
rom uscular (astenia, cefalea, torpeza m ental e incapacidad
de broncoespasmo, tromboembolia pulmonar, neumonía con
para realizar movimientos finos) y, por otro, a los m ecanis­
signos de insuficiencia respiratoria, broncoaspiración, edema
mos de adaptación que se ponen en m archa (palpitaciones,
agudo de pulmón, intoxicaciones agudas, shock de cualquier
disnea y cianosis).
etiología, insuficiencia renal aguda, descompensación dia­
L a hipoxem ia puede deberse a uno de los siguientes
bética aguda hiperglucémica, hipotiroidismo, insuficiencia
mecanismos patogénicos:
suprarrenal aguda, hiperpotasemia, hipopotasem ia y coma
de cualquier origen. • Disminución del oxígeno inspirado (PIO 2).
© 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 57
S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

C u ad ro 8.1 G aso m etría a rte ria l. V alores no rm ales


Presión arterial parcial de oxígeno (PaOj): 80-100 mmHg Bicarbonato (C O 3 H ): 22-26 mEq/l
Presión arterial parcial de C O j (PaCOj): 37-43 mmHg Exceso de bases (EB): ± 2
Diferencia alveoloarterial de oxígeno (AAaP02 ): 5-10 mmHg Bicarbonato estándar (BCS): 21-24 mEq/l
pH: 7,37-7,43 Saturación arterial de oxígeno (SaOj): 96-100%

FIGURA 8.1 Interpretación de la gasometría arterial. IR: insuficiencia respiratoria.

• Hipoventilación, como consecuencia del incremento de


C u ad ro 8.2 C ausas d e h ipoxem ia
la PaCOj.
• Desequilibrio en la relación ventilación/perfusión. Disminución de la PIO 2
• Alteraciones de la difusión. Primaria: grandes alturas
Secundaria: intoxicación por CO o por óxido nitroso
• Shunt o cortocircuito derecha-izquierda.
Hipoventilación
Las causas más frecuentes de hipoxemia y la principal alte­ Origen neurológico central (accidente cerebrovascular) o
ración fisiopatológica por la que originan el descenso de la periférico (tétanos)
Pa 0 2 se expresan en el cuadro 8 .2 . Afecciones neuromusculares (miastenia)
Alteraciones de la caja torácica
Presión arterial parcial de C O 2 (PaC02) Síndrome de obstrucción crónica al flujo aéreo
L a cantidad de C O 2 disuelto en sangre arterial (PaC 0 2 ) Desequilibrio ventilación/perfusión
valora el estado de ventilación pulm onar y participa en la Neumonías
regulación del pH sanguíneo, junto con el sistema tampón Edema agudo de pulmón (cardiogénico y no cardiogénico)
del bicarbonato. Tromboembolia pulmonar
Alteraciones de la difusión
In te rp re ta c ió n clínica Neumopatías intersticiales
Aumento Distrés respiratorio del adulto
E l in c re m en to de las c ifra s de P aC 0 2 p o r en c im a de Shunt
43 m m H g (hipercapnia) origina vasodilatación, aum ento Atelectasia
de la presión intracraneal, cefalea, disminución del estado de Malformaciones vasculares
conciencia y aum ento de la sudoración. A sim ism o, causa
Capít ulo I 8 Gasometría, pulsioximetría y capnografía GD
taquicardia e hipertensión, aunque el efecto puede ser el
TABLA 8.1 Diagnóstico diferencial
contrario si la hipercapnia es grave. En el centro respiratorio
de la hipoxemia
origina hiperventilación, en fases tempranas, e hipoventila-
ción en las tardías. Causa de hipoxemia AAaPOj Respuesta al T FIO;
En general, las causas de hipercapnia son las que conlle­
van hipoventilación alveolar (v, cuadro 8.2.). Más raramente, i O 2 inspirado Normal T Pa02
la hipercapnia es secundaria al mecanismo compensador que Hipoventilación Normal tP a O j
el organism o pone en m archa en situaciones de alcalosis
metabólica. Alteración ventilación/ T tP a O j
perfusión
Disminución Shunt anatómico Tt No hay respuesta
Se denomina hipocapnia al descenso de la PaC 0 2 por debajo
de 37 mmHg. Su repercusión clínica deriva de la alcalosis Alteración difusión T tP a O ,
respiratoria que produce, y puede originar dism inución de
las cifras de calcio iónico y, subsiguientemente, tetania.
C ursan con h ip o cap n ia todas las situaciones que se
Interpretación clínica
acompañan de hiperventilación, ya sea de causa respiratoria
(hipoxemia no hipercápnica), psíquica, neurológica o como La acidosis y la alcalosis se determinan por el valor del pH
mecanismo com pensador en caso de acidosis metabólica. (v. cap. 76). De esta manera, se deñne la acidosis como el
descenso del pH por debajo de 7,37 y la alcalosis com o
Diferencia alveoloarterial de O 2 (AAaP02) el aumento del pH por encima de 7,43. Tanto una como otra se
L a A A aP 0 2 rep rese n ta la diferen cia existente entre las denominan respiratoria o metabólica en función de que la al­
presiones alveolar y arterial de oxígeno (PAO 2 — Pa 0 2 ). teración del pH sea causada, respectivamente, por incremento
E n condiciones resp irato rias fisiológicas, la d iferen cia o disminución de la PaC 0 2 (respiratoria) o por disminución o
entre ellas no debe ser superior a 5-10 m m H g. M ientras incremento del bicarbonato (metabóhca). Si bien es cierto que
que el valor de la Pa 0 2 se obtiene por la gasom etría arte­ variaciones del pH ponen en marcha mecanismos com pen­
rial, la PAO 2 debe calcularse m ediante la ecuación del gas sadores a nivel pulm onar o renal (tabla 8 .2 ), generalmente
alveolar. estos no son suficientes para inducir una hipercompensación.
Cuando la PaC 0 2 o el bicarbonato no aum enten o dis­
minuyan, como mecanismos compensadores, en la cuantía
PAO, = PIO , - {PaCO, / R) reseñada en la tabla 8 .2 , hay que tener en cuenta la posibi­
PIO 2 = presión inspiratoria de oxígeno lidad de otro trastorno asociado, respiratorio o metabólico,
aunque este no sea lo suficientem ente intenso para ser el
PIO 2 = (P atm - P vapor H^O vía aérea) x FIO, causante de la acidosis o la alcalosis del paciente. A con­
tinuación se exponen dos ejemplos de alteraciones mixtas
Presión atmosférica (P atm) = 760 mmHg del pH sanguíneo:
• E n un paciente con acidosis m etabólica y C 0 3 H “ de
Presión de vapor de 1 1 ,0 = 4 7 mmHg
17 mEq/1 (5 m E q m enos que el nivel in ferio r de la
normalidad), se consideraría m ecanism o com pensador
FIO 2 = 0,21
correcto una PaC 0 2 de 32 mmHg (5 mmHg menos que
el nivel inferior de la normalidad). Si esta fuese inferior
R = cociente respiratorio = 0,8
a 30,5 mmHg se estaría ante una alcalem ia respiratoria
asociada; si la PaC 0 2 fuese de 37-43 mmHg, se hablaría
La AAaP 0 2 puede ser normal, en presencia de insuficiencia de una acidem ia respiratoria asociada y si, por el con­
respiratoria, cuando la hipoxemia se debe a una disminución trario, fuese superior a 43 mmHg, se estaría ante una
del oxígeno inspirado o a hipoventilación. Por el contrario, acidosis mixta, m etabólica y respiratoria.
g está increm entada cuando el descenso de la PaOo se debe • E n un paciente con alcalosis m etabólica y C 0 3 H “ de
g a una alteración de la relación ventilación/perfusión, de la 32 mEq/1 (6 m Eq más que el nivel superior de la norm a­
to difusión o a que existe un shunt anatómico. lidad) se consideraría mecanismo com pensador correcto
,g A dem ás de la utilidad intrínseca de este parám etro, es una PaC 0 2 de 47,8 mmHg (4,8 mmHg más que el nivel
I importante para el diagnóstico diferencial su relación con la superior de la normalidad). Si las cifras de PaC 0 2 fuesen
g respuesta obtenida de la Pa 0 2 al aum entar la concentración superiores a 47,8 mmHg se estaría ante una acidemia res­
^ de oxígeno inspirado (FIO 2) (tabla 8.1). piratoria asociada; si estuviesen entre 37 y 47,8 mmHg
se estaría ante una alcalem ia respiratoria asociada; y si,
I
I Se deñne el pH com o el logaritm o negativo de la concen-
por el contrario, la PaC 0 2 fuese inferior a 37 mmHg sería
una alcalosis mixta, m etabólica y respiratoria.
^ tración de hidrogeniones libres (H"^). Por tanto, cuanto mayor
S es su número, menor es el pH y mayor es la acidez del medio Bicarbonato
g interno. Sus cambios pueden estar inducidos por variaciones Es el parámetro que define las alteraciones del pH de origen
8 de la PaC 0 2 y de la concentración de bicarbonato (C 0 3 H “ ). metabólico (v. cap. 76).
S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

TABLA 8.2 M e ca n ism o s c o m p e n s a d o re s d e las a lte ra c io n e s b ásicas d el pH

Acidosis metabólica* ÍC O 3 H" i PaC02 1 mmHg por cada 4- CO 3H" de 1 mEq/l con un límite que no suele
superar los 15 mmHg
1del 15: COaH^ + 15 = PaC02 o a las dos últimas cifras del pH

Alcalosis metabólica T C O 3 H" T PaC02 0,8 mmHg por cada t C O 3 H de 1 mEq/l con un límite que no suele
superar los 55 mmHg

Acidosis respiratoria aguda T PaC02 T C03 H“ 1 mEq/l por cada T PaC02 de 10 mmHg
t pH 0,08 por cada 10 mEq/l de T CO 3H"

Acidosis respiratoria crónica T PaCOj T C 03 H “ 4 mEq/l por cada T PaC02 de 10 mmHg con un límite que no suele
superar los 45 mEq/l

Alcalosis respiratoria aguda i PaC02 i C 03 H “ 2,5 mEq/l por cada i PaC02 de 10 mmHg con un límite que no suele
superar los 18 mEq/l

Alcalosis respiratoria crónica i PaCOj 4- C 03 H “ 4,5 mEq/l por cada i PaC02 de 10 mmHg con un límite que no suele
superar los 12 mEq/l

*En las acidosis m etabóücas con h ia to a nió n ico elevado, éste debe ser igu a l al descenso de b icarbonato, m ientras que en las hiperclorém icas,
la caída de b ica rb o na to debe ser igual a l aum ento de la co ncentración de c lo ro (v. cap. 76).

In te rp re ta c ió n clínica un intercam bio entre el potasio intracelular y los para


Aumento dism inuir la concentración de estos.
Puede encontrarse un aumento de este ion en el caso de: Sus causas ñindamentales son la acumulación de ácidos,
ya sean endógenos (cetoacidosis diabética, insuficiencia re­
• Alcalosis metabólica, siempre que sea lo suficientemente nal) o exógenos (intoxicación por salicilatos), y las pérdidas
intensa para aumentar el pH. digestivas o renales de bases (diarrea, acidosis tubular renal).
• Alcalemia metabólica compensada. Existe un incremen­
to del bicarbonato con pH normal debido a la retención Otros parámetros
de CO 2 como mecanismo com pensador pulmonar.
Exceso d e b ases
• Com o m ecanism o com pensador de una acidosis res­
piratoria. Es la concentración de bases en sangre total, m edida en
condiciones respiratorias óptimas. Dado que las condiciones
Las situaciones de alcalosis originan un descenso del de m edición son ideales desde el punto de vista respiratorio,
calcio iónico que da lugar a parestesias y tetania. Otros sínto­ su alteración es siem pre indicativa de origen m etabólico.
mas o signos derivan de la puesta en m archa de mecanismos La im portancia clínica de este parám etro radica en su uso
compensadores, como la hipopotasemia y la hipoventilación. para el cálculo del déficit de bicarbonato en situaciones de
Las causas fundamentales del aumento del bicarbonato acidosis metabólica.
son el aporte de álcali exógeno (bicarbonato), las pérdidas
de ácido (vómitos, hiperaldosteronismo), la contracción de B ica rb o n a to e s tá n d a r
volumen y el desplazamiento intracelular de H"^. Al igual que la determinación anterior y por el mismo m oti­
vo, solo se altera en los desequilibrios de origen metabólico.
Disminución Tiene escasa utilidad clínica.
E l bicarbonato puede estar dism inuido en las siguientes
situaciones: S atu rac ió n arte rial d e O 2
• Acidosis metabólica, cuando el descenso es lo suficien­ Es el porcentaje de hem oglobina que se encuentra saturada
temente intenso para dism inuir el pH. de O 2 . E ste parám etro está dism inuido en situaciones de
• A cidem ia m etabólica compensada. Existe un descenso hipoxemia, anemia o intoxicación por sustancias que com ­
del bicarbonato que no modifica el pH debido a la com ­ piten con el oxígeno en la afinidad por la hemoglobina (meta
pensación respiratoria, increm entando la elim inación o carboxihemoglobinas), como las anilinas o el monóxido
de CO 2 . de carbono, aunque en estos casos, como la m ayoría de los
• Com o m ecanism o com pensador de una alcalosis res­ gasómetros aportan valores calculados (no medidos), pueden
piratoria, aunque en m enor medida. dar lecturas erróneas.
El descenso de bicarbonato puede originar conñisión mental,
GASOM ETRÍA VENOSA
disminución del estado de conciencia, arritmias e insuficien­
cia cardiocirculatoria. Otros síntomas o signos son secunda­ La búsqueda de alternativas a la punción arterial en el aná­
rios a mecanismos compensadores, como la hiperventilación lisis del medio interno ha llevado a evaluar la correlación
para dism inuir la PaC 0 2 , y la hiperpotasemia, al producirse existente entre sus valores y los que se obtendrían a partir
Capít ulo I 8 Gasometría, pulsioximetría y capnografía GD
de m uestras venosas, de consecución m ás fácil y m enos Limitaciones
invasiva. Los parámetros que han mostrado mayor fiabilidad
y grado de correlación con los valores arteriales son: pH, L a m ayor lim itación es su escasa sensibilidad derivada de
PaC 0 2 y C 0 3 H “ , con diferencias irrelevantes desde un punto las características de la curva de disociación de la H b 0 2 ,
de vista clínico, por lo que pueden considerarse equivalentes en la que a partir de una Pa 0 2 de 60 mmHg (con la que se
(el pH venoso es aproxim adam ente 0,02-0,04 menor que el alcanza una saturación de Hb del 90%), pequeños cambios
arterial, el C 0 3 H “ 1-2 mEq/1 mayor, y la PCO 2 3-8 mmHg en esta se corresponden con im portantes variaciones de
superior). E sta circunstancia hace que pueda obviarse la aquella. Por tanto, es una herram ienta útil de seguimiento,
gasom etría arterial cuando solo se quiera valorar la exis­ pero no sustituye el valor aportado por la gasometría arterial,
tencia de alteración del equilibrio acidobásico o en los pa­ m ucho más sensible y completa, aunque puede dism inuir la
cientes con EPOC, en los que los datos de la pulsioximetría frecuencia de sus determinaciones. Por otro lado, y al con­
y las cifras de PaC 0 2 pueden ofrecer una valoración com ­ trario que la gasometría, no aporta datos de la ventilación
pleta de la situación respiratoria del paciente. Asimismo, la del paciente, pues ignora el CO 2 .
gasometría venosa también está indicada en el seguimiento Teniendo en cuenta estas circunstancias y su fundamento
de pacientes que necesitan determinaciones repetidas para físico, se enum eran algunas de las situaciones de error o de
evaluar su estado clínico (p. ej., insuficiencia respiratoria lectura inadecuada más frecuentes:
crónica agudizada), una vez alcanzada la estabihdad clínica. • Pacientes con deterioro hemodinámico o anemia intensa.
Sin embargo, en situación de shock o hipotensión arterial, la • Presencia de carboxihemoglobina: en las intoxicaciones por
gasometría venosa no es fiable, ya que la correlación entre monóxido de carbono la lectura está falsamente elevada.
los parámetros en sangre arterial y venosa es escasa. • Presencia de m etahem oglobina: en las intoxicaciones
por tintes de anilina y nitritos la lectura está falsamente
PULSIOXIM ETRÍA reducida.
La pulsioxim etría se ha convertido en la técnica de monito- • Presencia de otros elementos que dificulten la captación
rización respiratoria más utilizada hoy día. Proporciona una de la emisión, como algunos tipos de laca de uñas, uñas
inform ación rápida y fiable de la saturación de oxígeno en sintéticas o la m ovilización de la pinza de detección.
sangre arterial (valores norm ales: 96-100% ). Su facilidad • En pacientes de piel oscura se han descrito valores erró­
de uso, portabilidad, coste y ausencia de riesgos son otras de neam ente altos y una m ayor frecuencia de fallos en la
sus ventajas. Está indicada en pacientes con enfermedades detección de la señal.
cardiorrespiratorias agudas o crónicas reagudizadas (EPOC, • Presencia de luz intensa y movimientos del paciente.
asma, insuficiencia cardíaca), dism inución del estado de
conciencia (seguimiento en pacientes sedados, traumatismo CAPN OGRAFÍA
craneoencefálico, intoxicaciones) y en el shock.
La introducción de la pulsioximetría como el quinto signo L a capnografía constituye el com plem ento ideal de la pul­
vital en el triage ha demostrado tener un significativo impacto sioxim etría en la m onitorización respiratoria continuada y
en la m ejora de la calidad asistencial de una gran variedad no invasiva del paciente, ya que explora la concentración de
de pacientes. El reconocimiento precoz de la hipoxemia hace CO 2 durante su ciclo respiratorio. Sus valores se refieren,
más eficiente y efectiva la atención al paciente, al favorecer el generalmente, a la concentración teleespiratoria (end-tidal
inicio precoz del tratamiento de los pacientes hipoxémicos. CO 2 o EtC 0 2 ) y son reflejo del metabolismo celular, aunque
Asimismo, la pulsioxim etría es un instrumento eficaz para guardan una estrecha relación con la circulación y la ventila­
disminuir el uso de la gasometría arterial, fundamentalmente ción. En general, subestiman la PaC 0 2 , pero esta diferencia
de aquellos casos en que esta estaba injustificada. suele mantenerse constante entre 2 y 5 mmHg, mientras no
cambien otros parám etros funcionales, fundam entalm ente
los referidos a la relación entre la ventilación y la perfusión.
Fundamento
Según esta consideración, se recom ienda tener siem pre la
La oximetría se basa en la capacidad de las distintas formas referencia inicial del valor de PaC 0 2 obtenido m ediante
de hem oglobina (Hb) de captar luz de diferentes longitudes gasom etría arterial o venosa.
de onda, de tal form a que al hacer pasar un rayo de luz Además de participar, por motivos obvios, de las indica­
con esas longitudes a través de un tejido, la transm isión de ciones de la pulsioximetría, esta técnica se recomienda como
estas es directam ente proporcional a las concentraciones m étodo de com probación y m onitorización de la correcta
de Hb oxigenada (Hb 0 2 ) y reducida (HbR) presentes. Sus posición del tubo endotraqueal, y com o factor pronóstico
resultados se expresan en porcentaje de Hb 0 2 sobre la total en las maniobras de reanimación, por su correlación con los
(H b 0 2 + H bR). D ado que habitualm ente los aparatos de cambios del gasto cardíaco durante las mismas (predicción
m edición em pleados solo recogen la transm isión de las negativa elevada), de tal forma que siempre que se mantenga
longitudes de onda que captan estas form as y desprecian una ventilación apropiada, cifras inferiores a 10 mmHg dis­
otras menos frecuentes (carboxihemoglobina y metahemo- minuyen la posibilidad de éxito de aquellas.
globina), pueden inducir resultados de lectura erróneos. Aunque genéricamente se hable de capnografía, es nece­
L a optim ización técnica de estos aparatos, dotándolos de sario indicar que el término capnograma se refiere a la curva
sensores que además de lo especificado solo detecten las que aportan los modernos capnógrafos (fig. 8 .2 ), en la que se
emisiones procedentes de lechos vasculares pulsátiles (san­ aprecia gráficamente el contenido de CO 2 a lo largo de su­
gre arterial), es la base de los modernos pulsioxímetros. cesivos ciclos respiratorios, además de la tendencia de dicho
S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

CO^ (mmHg)

Tiempo
FIGURA 8.2 Capnograma normal. A-B) fase inspiratoria; B-C) comienzo de la espiración; C-D) meseta espiratoria; D) concentración final espiratoria
(end-tidal CO2o EtC02); D-E) comienzo de la inspiración.

contenido; mientras que la capnometría es la cuantificación con tendencia de igualarse estos parám etros o in clu ­
de ese CO 2 , generalmente referido a su concentración telees- so con cifras de E tC 0 2 m ayores que la PaC 0 2 (menos
piratoria, como se ha comentado, o la apreciación cualitativa frecuente).
del mismo a través de métodos colorimétricos.
En definitiva, el CO 2 espirado alerta sobre la presencia de
procesos que alteran la relación V /P cuando se valoran sus
Fundamento variaciones con respecto a la PaC 0 2 (tabla 8.3). Asimismo,
por la m orfología del capnogram a, puede orientar acerca
Si se descartan los capnómetros colorimétricos, cuyo fun­
cionamiento está basado en el cambio de color que provocan
distintos rangos de concentraciones de C O 2 en un filtro
situado entre el tubo endotraqueal y la bolsa del respirador, TABLA 8.3 Interpretación de la capnom etría
el resto cuantiñcan la CO 2 en relación con la m edición de
la cantidad de luz infrarroja de una determ inada longitud T Gradiente
de onda que es absorbida a su paso por una cám ara de m edi­ T EtCOj i EtCOi PaCO j/EtCO j
ción. En función de dónde se sitúe esta cámara, se distinguen Fiebre Hipotermia Edad
capnógrafos de corriente lateral que aspiran aire lateralmen­
te de la vía aérea y capnógrafos de corriente principal que Hipertermia Shock Embolia pulmonar
se insertan en la m ism a vía. Como estos últimos necesitan maligna hipovolémico
que el paciente esté intubado, los de corriente lateral son Sepsis Hipotiroidismo i gasto cardíaco
los más utilizados en urgencias, ya que pueden aplicarse en
T gasto cardíaco Disminución de Hipovolemia
todo tipo de enfermos.
la actividad
muscular
Interpretación Hipertiroidismo Embolia Asma
pulmonar
Com o se ha indicado, el contenido de C O 2 teleespiratorio
es sim ilar (algo m enor) a la P aC 0 2 , y es fiel reflejo del Aumento de Parada cardíaca Enfermedad
contenido alveolar de CO 2 . La escasa diferencia entre ambos la actividad pulmonar
valores se m antiene siem pre que la relación ventilación/ muscular obstructiva
perfusión (V/P) perm anezca estable, es decir, siempre que crónica (EPOC)
las condiciones respiratorias sean normales. Cuando estas Administración Hiperventilación
condiciones se alteran, la diferencias entre am bos valores de bicarbonato
varían según los siguientes supuestos: sódico

• Pacientes con aum ento de la relación V/P (aumento del Hipoventilación Apnea
espacio muerto)', presentan un gradiente mayor a favor Intubación Obstrucción
de la PaC 0 2 con respecto al E tC 0 2 (PaC 0 2 > E tC 0 2 ) bronquial total de la vía
y las variaciones en este gradiente son reflejo de las aérea
que se vayan produciendo com o consecuencia de este
Obstrucción Extubación
efecto. Esta es la causa de que, fisiológicamente, existan
parcial de la accidental
diferencias entre ambas presiones, com o consecuencia
vía aérea
del pequeño espacio m uerto que hay en condiciones
normales. Fallo del Desconexión
• Pacientes con dism inución de la relación V/P (aumento respirador del circuito
del efecto shunt): presentan un gradiente cada vez menor,
Capít ulo I 8 Gasometría, pulsioximetría y capnografía GD
de determ inadas patologías (p. ej., la transform ación en Kelly AM. Review article: Can venous blood gas analysis replace arterial in
emergency medical care. Emerg Med Australas 2010;22:493-8.
pendiente de la m eseta es característica en pacientes con
Lim BL, Kelly AM. A meta-analysis on the utility of peripheral venous
patología obstructiva). blood gas analyses in exacerbations of chronic obstructive pulmonary
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s
a
Capítulo 9

Electrocardiografía de urgencias
F.J. Montero Pérez y L. Jim énez M urillo

IN TR O D U C C IÓ N Morfología y medidas de las ondas


L a electrocardiografía es el estudio de las oscilaciones de del electrocardiograma
voltaje que sufre el miocardio durante el ciclo cardíaco. Estas En la figura 9.2 se representa un ciclo cardíaco com ple­
oscilaciones pueden registrarse desde la superficie corporal, to, con la nom enclatura de las ondas, los segmentos y los
mediante un aparato denom inado electrocardiógrafo, obte­ diferentes espacios o intervalos que existen entre ellas. A
niéndose una gráfica que es el electrocardiograma (ECG). continuación se describen brevemente.
En el ám bito de las urgencias, el ECG es una exploración
com plem entaria básica que sum inistra una gran cantidad Onda P
de inform ación, fundam entalm ente para la valoración del • L a onda de activación auricular (onda P) es pequeña,
paciente con arritmias, con cardiopatía isquémica o portador de ascenso y descenso uniform e, cúspide redondeada
de m arcapasos. A sim ism o, tam bién es im portante para el y de am plitud y duración proporcionadas.
diagnóstico de los trastornos iónicos y las intoxicaciones • Su altura y anchura, medidas en Djj, no suelen superar
agudas con repercusión cardíaca y de otros procesos, como los 2,5 m m (0,25 mV y 0,10 s, respectivamente).
la trom boem bolia pulmonar, la hipotermia, etc. • En V i la onda P es frecuentem ente isodifásica, en aVR
Siempre hay que tener presente que; es siempre negativa, en aVE siempre positiva y en V 5 y
• Un ECG normal no excluye patología cardíaca, es decir, Vg siempre positiva.
un paciente con una cardiopatía puede tener un ECG
normal. Complejo Q RS
• Una persona sana puede mostrar alteraciones electrocar- Sus ondas, de m enor duración y m ucha m ayor am plitud,
diográñcas inespecíficas o variantes de la normalidad, tienen m orfología triangular con base en la línea isoeléc­
que pueden confundirse con la existencia de patología. trica. Su duración norm al es igual o inferior a 0,10 s. Las
ondas o d eflex io n es que co n stitu y en el co m p lejo QRS
Todo esto puede resumirse en el aforismo de Bayés de Lu­
se d esignan siguiendo u na n o m en clatu ra p ro p u esta por
na: «el ECG puede ser un instrum ento más peligroso que
la A m erican H eart A ssociation e internacionalm ente acep­
eficaz si confiamos excesivamente ante un trazado normal
tada. Así:
y valoramos demasiado un ECG patológico».
• La prim era deflexión negativa se denom ina onda Q.
• Toda onda positiva se designa onda R.
ELECTROCARDIO GRAM A NORMAL
• Toda onda negativa que sigue a una onda R se denomina
El ECG es una gráfica donde se miden: verticalm ente, el onda S.
voltaje, m arcado por el desplazamiento de la aguja, y hori­ • Si en el seno del complejo QRS hay dos ondas positivas,
zontalm ente, el tiempo, determinado por el desplazamiento se denom inan ondas R y R '.
del papel. Para facilitar estas medidas, el papel está milime- • Si en el complejo QRS hay dos ondas negativas después
trado, y cada 5 m m las rayas tienen un trazo m ás grueso de R y R ', se designan ondas S y S', respectivamente.
(fig. 9.1). • Habitualmente, las ondas se designan con letras m ayús­
culas, pero si tienen pequeño voltaje se utilizan letras
• M edidas de voltaje. Se hacen en sentido vertical. Como
minúsculas (rS).
la descarga de 1 mV produce un desplazam iento de la
• Por convención, un complejo exclusivamente negativo,
aguja de 1 cm, es decir, 10 mm o 10 cuadritos, 0,1 mV
representante de la totalidad de la despolarización ven­
equivale a 1 m m (un cuadrito de altura).
tricular, se designa complejo QS.
• M edidas de tiem po. Se hacen en sentido horizontal.
Como el papel se desplaza 25 m m cada segundo, 5 mm Se denom ina polaridad del complejo QRS a la suma o dife­
(5 cuadritos) equivalen a 0,20 s y 1 m m (1 cuadrito) a rencia algebraica de la parte positiva y negativa del mismo.
0,04 s. Así, puede ser:

64 ) 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos


Capít ulo I 9 Electrocardiografía de urgencias GD
0,04 s FIGURA 9.1 El papel del ECG está milimetrado. Cada
■ • 5 mm dispone de un trazo más grueso. En sentido horizon­
tal, se representa el tiempo. En sentido vertical, el voltaje.

0,1 rnV ^

0 ,2 0 s

• Com pletamente positivo o negativo, cuando solo existe • Toda onda Q que exceda alguno de estos lím ites o que
una parte positiva o negativa, respectivamente. aparezca en derivaciones en las que habitualm ente no
• Con predom inio eléctrico positivo o negativo, cuando existe, se considera una onda Q patológica.
la parte positiva o negativa es m ayor que la otra, res­ • E n el EC G norm al puede haber una pequeña onda q,
pectivamente. fundamentalmente en Dj, aVL, V 5 y Vg.
• C om plejo eq uifásico o isodifásico , cuando la parte • E n corazones h o rizontalizados, la onda Q en Dm es
positiva y negativa suman O, es decir, son exactamente profunda, llegando a ser del 100-150% de la onda R.
iguales. En estos casos, la onda Q disminuye notablemente con la
inspiración profunda, llegando incluso a desaparecer. Por
Se considera que en un ECG hay bajo voltaje cuando; lo tanto, no debe considerarse patológica ninguna onda
• E n las derivaciones de los m iem bros, ninguna defle­ Q en Djji que no se acom pañe de ondas Q patológicas
xión del com plejo QRS (positiva o negativa) es m ayor en las derivaciones Djj y aVF.
de 5 m m o cuando la sum a de todas las deflexiones O nda R
(Rj + Sj + Rjj + Sjj + Rjii Sjii) no excede los 15 mm.
• En las derivaciones precordiales, cuando la suma de las Su altura m áxim a es de 15 m m en las derivaciones de los
amplitudes de la onda R más las de la onda S es igual o m iembros y de 25 m m en las derivaciones precordiales. Su
inferior a 9 m m en V 2 y a 7 m m en Vg. altura m ínim a es de 5 mm.

Entre las causas de bajo voltaje figuran la obesidad, el en­ O nda S


fisem a pulmonar, el derrame pericárdico y la presencia de En las derivaciones de los miembros, la suma de la onda S
edemas. m ás profunda con la onda R m ás alta debe ser inferior a
25 mm, y en las precordiales, a 35 mm.
O n da Q
• Su anchura (duración) es inferior a 0,04 s (1 mm) y su Onda T
profundidad inferior a 2 m m (< 2 5 % de la altura del • La onda de recuperación ventricular (onda T) es lenta, de
QRS). am plitud y duración muy superiores a las de la onda P,
GD S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

y representa un área aproxim adam ente igual a la del


complejo QRS.
• Es asimétrica, con la ram a ascendente más lenta que la
descendente.
• Su lím ite m ínim o de altura es de 0,5 m m en Dj y Dn,
y de 1 mm en Vg. Su altura m áxim a es de 6 m m en las
derivaciones de los miembros.
• L a duración aislada de la onda T no tiene interés en la
práctica clínica.
• La onda T es invariablemente negativa en aVR y positiva
en Dj, Djj, aVF y de V 2 a Vg. Puede ser negativa en Dm,
aVF y V i en sujetos sanos.

Onda U
Es una onda lenta de escasa am plitud que sigue a la onda
T. Se relaciona característicam ente con la hipopotasem ia,
pero también puede observarse en las derivaciones precor­
diales de ECG normales. La onda U es positiva en todas las
derivaciones, excepto en aVR. Su polaridad es similar a la de
la onda T. Su amplitud (la media es de 0,33 mm) es propor­
cional a la de la onda T, normalmente del 5-25% del voltaje I l l 111

de esta. FIGURA 9.3 Repolarización precoz.

Todas estas ondas delimitan segmentos y espacios o inter­ que la inclinación del segmento ST no permite dilucidar
valos. En este capítulo se obvia el térm ino intervalo, que si está realmente elevado o descendido respecto a la línea
en electrocardiografía es sinónimo de espacio, y que en isoeléctrica.
algunos tratados es preferido y utilizado por los autores. • E l segm ento ST puede presen tar una discreta supra-
Hay que recordar, com o regla nem otécnica, que los desnivelación, de concavidad superior, seguido de una
segm entos separan las ondas entre sí (no las engloban), onda T positiva en Dn, V i, V 2 , V 3 y V 4 , principalmente
m ientras que los espacios o intervalos sí las engloban. en hombres, atletas y en presencia de vagotonia. Es lo
que se denom ina repolarización precoz (fig. 9.3). Sus
características electrocardiográficas son:
• Supradesnivelación del punto J de 1 a 4 mm.
• M uesca o engrosamiento de la parte final de la onda R.
Medidas de los segmentos y espacios • Concavidad superior del segmento ST.
del electrocardiograma • Onda T de ramas simétricas y altas.
Segmento PQ o PR Espacio PQ
Representa el período de inactividad que separa la activación A barca desde el com ienzo de la onda P hasta el comienzo
auricular de la ventricular. Normalmente es isoeléctrico y va del com plejo QRS. C orresponde al período presistólico.
desde el ñnal de la onda P hasta el comienzo del complejo Tiene una duración norm al de 0,12-0,20 s (3-5 cuadritos).
QRS. Cuando no hay onda Q se denom ina segmento PR.
Espacio QRS
Segmento ST Mide la duración del complejo QRS y, por tanto, la duración
• Representa el período de inactividad que separa la acti­ de la activación ventricular. Su duración máxima es de 0,10 s
vación de la recuperación ventriculares. Normalmente es (2,5 cuadritos).
isoeléctrico y va desde el final del complejo QRS hasta
el comienzo de la onda T. Espacio Q T
• La duración del segmento ST no se considera de utilidad, • Com prende desde el comienzo del complejo QRS hasta
y por lo tanto no se mide. el final de la onda T y se corresponde con la duración de
• La inform ación más importante del segmento ST deriva la sístole eléctrica ventricular, es decir, la duración de la
de la existencia o no de desplazam iento respecto a la despolarización y repolarización ventriculares.
línea isoeléctrica. En cualquier derivación debe consi­ • Su duración es de 0,32-0,40 s (8-10 cuadritos) o, aproxi­
derarse siempre anormal una depresión del segmento ST madamente, el 40% del espacio RR medido en el ciclo
superior a 0,5 m m y una elevación superior a 1 mm. previo.
• El punto de unión entre el ñ nal del complejo QRS y el • Varía de form a inversam ente proporcional con la fre­
inicio del segmento ST se denom ina punto J. Tiene la cuencia cardíaca, de form a que cuanto m ayor es esta,
m ism a significación clínica que el segm ento ST, y su más corto es el espacio Q T (la repolarización es más
valoración es de interés en aquellas circunstancias en las rápida). No obstante, en la práctica clínica, para obviar
Capít ulo I 9 Electrocardiografía de urgencias GD
el efecto de la frecuencia cardíaca sobre la duración del A continuación, se divide 1.500 entre el núm ero de cua­
espacio QT, se utiliza el QT corregido (QTc) calculado dritos que dura un espacio RR consecutivo, y se obtiene la
mediante la fórmula de Bazett: frecuencia cardíaca o número de lat/min.
El análisis electrocardiográfico de las arritmias se aborda
QT,, en los capítulos 19 a 22.
Q T,=
^E spacio RR previo

QT^ = espacio Q T corregido; (s) = segundos EJE ELÉCTRICO


QTg = espacio Q T medido en segundos El eje eléctrico es el vector resultante de todas las fuerzas
• El límite superior de la normalidad del QTc es de 0,424 s eléctricas en el plano frontal. Com únmente se hace referen­
en hombres y de 0,440 s en mujeres, y a efectos prácticos cia al eje eléctrico del com plejo QRS, resultante de todas
se considera anormal si es m ayor de 0,44 s. las fuerzas de activación ventricular, pero tam bién puede
determinarse el eje eléctrico de la despolarización auricular
S egú n H am p ton , un esp a cio Q T su p erio r a 440 ms (onda P) y de la repolarización ventricular (onda T).
(0,44 s) se considera patológico, independientem ente de El eje eléctrico es un vector cuya cola se localiza en el
la frecuencia cardíaca. centro del sistem a de seis ejes y cuya punta puede encon­
trarse en cualquiera de los cuatro cuadrantes que forman los
ejes de Dj y aVE al cruzarse con un ángulo de 90° (fig. 9.4).
De esta forma, puede hallarse:
INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA • Eje eléctrico normal: se encuentra entre O y +90°, en el
DEL ELECTROCARDIO GRAM A cuadrante inferior izquierdo. En personas m ayores de
40 años, el eje eléctrico puede estar a —30°, sin que exista
La lectura del ECG debe hacerse de form a sistematizada en patología.
el siguiente orden: • E je eléctrico desviado a la izquierda: está entre O y
1. Ritmo. —90°, en el cuadrante superior izquierdo. A parece en:
2. Frecuencia. hipertrofia ventricular izquierda, bloqueo de ram a iz­
3. Eje eléctrico. quierda y en corazones normales, cuando el diafragm a
4. Características de la onda P. está elevado (obesidad, embarazo, ascitis, etc.).
5. Espacio PQ o PR. • Eje eléctrico desviado a la derecha: está entre +90° y
6. Características del complejo QRS. +180°, en el cuadrante inferior derecho. A parece en:
7. Segmento ST y espacio QT. hipertrofia ventricular derecha, bloqueo de ram a dere­
8. Características de la onda T. cha y en corazones norm ales de algunos sujetos con
diafragm a descendido (enfisema, etc.).
• Eje eléctrico opuesto al normal: está entre 180° y —90°, en
RITMO SINUSAL Y C Á LC U LO el cuadrante superior derecho. Aparece en ciertas cardiopa-
DE LA FRECUEN CIA CARDÍACA tías congénitas con hipertrofia ventricular derecha basal.

El ritmo sinusal es el ritmo normal del corazón. Sus criterios


electrocardiográficos son los siguientes:
• O nda P precediendo a cada complejo QRS.
T
• L a m orfología de la onda P en una m ism a derivación es
similar en cada ciclo.
• La onda P es positiva en Dn y negativa en aVR (v. fig. 9.1).
• E spacio PQ o PR constante, igual o m ayor de 0,12 s
(3 cuadritos). Indica que el estímulo se ha originado en
el nodulo sinusal. Si se inicia en otro foco auricular, este
espacio será más corto cuanto más próxim o al nódulo
esté dicho foco.
• L a frecuencia cardíaca es de 60-100 lat/min.
• El ritmo es regular, es decir, los espacios PP son simila­
res. Puede haber pequeñas diferencias, pero nunca deben
ser superiores a 0,16 s entre el intervalo PP más largo y
el más corto.
Para el cálculo de la frecuencia cardíaca debe recordarse
que el p apel del electro card ió g rafo corre a una v elo ci­
dad de 25 mm/s, es decir, en cada segundo el papel recorre
25 cuadritos. Por lo tanto, si se m ultiplica 25 X 60 (número
de segundos que contiene 1 min), se obtiene el número de FIGURA 9.4
A
Cálculo de eje eléctrico, considerando los ejes de las deri­
cuadritos que recorre el papel en 1 m in, es decir, 1.500. vaciones D[ y aVF (explicación en el texto).
S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

Para el cálculo del eje eléctrico existen varias formas, • Muescas en la onda P en cualquier derivación, cuando
pero la m ás elem ental es la que se basa en el predom inio los picos de las dos muescas están separados por más
eléctrico del complejo QRS (si es predom inantem ente po­ de 0,04 s.
sitivo o negativo) en Dj y aVF. Así, se sabe qué mitades de El índice de M orris es el resultado de m ultiplicar la pro­
estos ejes (positiva o negativa) delimitarán el cuadrante en el fundidad de la deflexión negativa term inal de la onda P
que se encuentra situado el eje eléctrico (v. fig. 9.4): en V i (mm) por su duración (s). D e estos criterios, el
índice de M orris es el más específico para el diagnóstico
• Si en ambas derivaciones el complejo QRS es predom i­
de crecimiento auricular izquierdo.
nantemente positivo, el eje es normal, ya que está en el
• Criterios de crecimiento biauricular:
cuadrante delim itado por las mitades positivas de Dj y
• Onda P en V i con com ponente positivo inicial m ayor
aVF (cuadrante inferior izquierdo).
de 1,5 m m y componente negativo terminal con, por
• Si es predom inantem ente positivo en Dj y negativo en
lo menos, 1 mm de anchura y 0,04 s de duración.
aVF, el eje está desviado a la izquierda, ya que está
• Onda P alta (más de 1,5 mm) en precordiales derechas,
en el cuadrante delimitado por la m itad positiva de Dj y
y ancha y bífida en las derivaciones de los miembros
negativa de aVF (cuadrante superior izquierdo).
o precordiales izquierdas ( V 5 , Vg).
• Si es negativo en Dj y positivo en aVF, está desviado a
• Onda P igual o mayor de 2,5 mm de altura y 0 ,12 s de
la derecha.
duración en las derivaciones de los miembros.
• Si es negativo en Dj y en aVF, será opuesto al normal.
• Cualquier otra combinación de signos de crecimiento
auricular derecho e izquierdo.
CRECIM IENTO AURICULAR
• Criterios de crecimiento auricular derecho: HIPERTROFIA VENTRICULAR
• Onda P alta y picuda (onda P pulm onale), con una al­
tura de 2,5 mm o más, en Dn, Dm y aVF. Su duración Hipertrofia ventricular izquierda (ñg. 9.6)
es normal.
• L a parte positiva de la onda P en V i es m ayor de • Eje eléctrico izquierdo, debido a la preponderancia eléc­
1,5 m m de altura (fig. 9.5A). trica del ventrículo hipertrofiado.
• Criterios de crecimiento auricular izquierdo (fig. 9.5B); • Aum ento de la altura de la onda R en precordiales iz­
• índice de Morris superior a 0,04 rnin/s. quierdas y aum ento de la profundidad de la onda S en
• Onda P en Dn igual o superior a 0,12 s de duración. precordiales derechas. Para la valoración de la existencia

FIGURA 9.5 A. crecimiento auricular derecho. B. creci­


miento auricular izquierdo. Ttrui

aVR i
FIGURA 9.6 Hipertrofia ventricular izquierda. |
1 V-

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Capít ulo I 9 Electrocardiografía de urgencias GD
de un aumento de voltaje del complejo QRS existen m úl­ Hipertrofia ventricular derecha (fig. 9.7)
tiples criterios, de diversos autores, con distinto grado
de validez diagnóstica: • Eje eléctrico desviado hacia la derecha.
• La sum a de la altura de la onda R e n V s o V g y l a • Aumento de la altura de la onda R en precordiales de­
rechas y aum ento de la profundidad de la onda S en
profundidad de la onda S en V i o V 2 (Ryj o ve + Syi
o V2) es m ayor de 35 m m (criterio de Sokolow-Lyon). precordiales izquierdas. Los criterios de hipertrofia ven­
tricular derecha son:
E ste criterio es el m ás utilizado (especificidad del
95%, sensibilidad del 50%), pero solo es aplicable si • Cociente R/S igual o superior a 1 en V i.
la duración del complejo QRS es inferior a 0,12 s. • Cociente R/S igual o inferior a 1 en Vg.
• L a suma de la altura de la onda R en Dj y la profundi­ • Tiempo de aparición de la TDI aumentado, con retraso
dad de la onda S en Dm (Rj + Sm) es mayor de 25 mm. de la cúspide de R superior a 0,035 s en V i, V 2 y, oca­
• L a altura de la onda R en aVL es m ayor de 11 mm. sionalmente, en V 3 .
• L a sum a de la altura de la onda R en aVL y la pro­ • Depresión del segmento ST y ondas T invertidas en V 1 y V 2 .
fundidad de la onda S en V 3 (RaVL + Sya) es m ayor de
28 m m en hombres y de 2 0 m m en mujeres (criterio
de Casale). BLO Q U EO DE RAMA
• L a onda R en aVL (RaVL) es igual o m ayor de 16 mm Bloqueo de rama izquierda
(criterio de Talbot).
• L a altura de la onda R en Vg es m ayor que en V 5 H abitualm ente, el bloqueo com pleto de ram a izquierda
(Ryg > Rvs) (criterio de Koito y Spodick). (BCRI) es expresión de una enfermedad cardíaca subyacente
Tiempo de aparición de la deflexión intrinsecoide (TDI) grave, ya que se necesita una lesión importante para que se
aum entado, con retraso de la cúspide de R superior a bloquee la ram a izquierda del haz de His. De forma caracte­
0 ,0 4 5 s e n V 5 y V e . rística, la lesión se produce en la rama izquierda común antes
Depresión del segmento ST y ondas T invertidas en V 5 de su división en las ramas anterosuperior y posteroinferior.
y Ve- El diagnóstico electrocardiográfico (fig. 9.8) se basa en:

1 aV R
1
\/ I V -4 FIGURA 9.7 Hipertrofia ventricular derecha.
1
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|!M 1 |ir||jj! 1 iiíiiíllm W M ffffií FIGURA 9.8 Bloqueo completo de rama izquierda.
H lü .‘íiihiiíiílllltiili iiitiiiil

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8
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I
S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

• TDI superior a 0,045 s en precordiales izquierdas (V 5 , D esde un punto de vista p ráctico, los bloqu eos se
Vg). Si el bloqueo es completo, se acompaña de un com ­ clasifican según el grado de prolongación del com plejo
plejo QRS con una duración igual o superior a 0,12 s y QRS, en:
de un TDI igual o superior a 0,08 s.
• Bloqueo incompleto: QRS superior a 0,10 s e inferior
• O nda Q ausente y onda R ancha y em pastada en deri­
a 0,12 s.
vaciones izquierdas (Dj, aVL, V 5 y Vg). En precordiales
• Bloqueo completo: QRS igual o superior a 0,12 s.
derechas (Vi, V 2) hay una pequeñísim a onda r seguida
de una onda S ancha y empastada.
• D epresión del segm ento ST e inversión de la onda T
en precordiales izquierdas (V 5 , Vg), que también puede
ISQUEM IA, LESIÓN Y NECROSIS
observarse en Dj y aVL.
• Puede haber desviación del eje a la izquierda, aunque no En el ECG, dependiendo del grado de insulto miocárdico,
es un criterio imprescindible. existen tres tipos de alteraciones:
• Isquemia: provoca alteraciones en la onda T.
Bloqueo de rama derecha • Lesión: provoca alteraciones del segmento ST.
• Necrosis: provoca alteraciones del complejo QRS.
Es clínicamente benigno, y puede aparecer en personas sa­
nas. El diagnóstico electrocardiográfico (fig. 9.9) se basa en: E stas alteraciones electro card io g ráficas se reg istran en
aquellas derivaciones que exploran la zona del m úsculo
• TD I superior a 0,035 s en precordiales derechas. En
ventricular, cuyo flujo sanguíneo ha sido interrumpido. En
caso de bloqueo completo el TDI es mayor de 0,05 s y
cam bio, en las derivaciones que exploran la zona opuesta
la duración del complejo QRS igual o superior a 0,12 s.
se observan estas alteraciones de m anera invertida, como
• M orfología rSR' en precordiales derechas (Vi y V 2). En
si se tratara de un espejo; son las denom inadas imágenes
derivaciones izquierdas (D¡, V 5 y Vg) se observa una
especulares o en espejo.
onda S ancha y empastada.
• Depresión del segmento ST e inversión de la onda T en
derivaciones precordiales derechas (Vi y V 2). Isquemia
Es el grado más leve de cardiopatía isquémica. Origina en
el ECG una alteración de la repolarización, es decir, de la
En presencia de un bloqueo de ram a derecha, los signos
onda T. Esta alteración difiere dependiendo de la localización
de hipertrofia ventricular derecha pueden no ser evi­
de la isquemia:
dentes, sino que esta es m ás probable cuando la onda
R' es mayor que la onda R, con una altura de R' igual o • Isquem ia subendocárdica (fig. 9.10): onda T de aspecto
superior a 15 mm. simétrico muy típico y una altura superior a la normal.

F IG U R A 9.9 Bloqueo completo de rama derecha.

V2 V3
V5 V6

F IG U R A 9 .1 0 Isquemia subendocárdica.
Capít ulo I 9 Electrocardiografía de urgencias QD
FIG U R A 9.11 Isquemia subepicárdica anterior extensa.

• Isquem ia subepicárdica (fig. 9.11): onda T invertida y y en función de cuál de estas zonas exploren los electrodos
sim étrica, denom inada clásicam ente onda de Pardee. de las distintas derivaciones.
Es importante diferenciar esta onda T de la que aparece
en otros procesos, como la hipertrofia ventricular o los Tipos de infarto
bloqueos de rama, que, aunque tam bién está invertida, • In farto su b en d ocárd ico. E l d iag n ó stico de infarto
es asimétrica, es decir, tiene una ram a descendente lenta su b en d o cárd ico se re a liz a al o b serv ar un descen so
y una ram a ascendente rápida. p erm an en te del segm ento ST. C om o es obvio, este
diagnóstico no es fácil, debiendo basarse además en la
Lesión historia clínica y en el resultado de otras exploraciones
complementarias, fundamentalmente, la elevación de la
O rigina un desplazam iento del segmento ST respecto a la troponina.
línea isoeléctrica. Esta alteración se expresa en el ECG de • Infarto subepicárdico. En este caso, la zona necrótica
forma diferente, en función de la localización de la isquemia; se localiza en el miocardio más superficial, produciendo
• Lesión subendocárdica (fig. 9.12): descenso del segmen­ una disminución de altura de la onda R en las derivacio­
to ST. nes que exploran esta región.
• Lesión subepicárdica (fig. 9.13): elevación del segmen­ • Infarto intram ural. A fecta al espesor de la pared ven­
to ST. tricular, sin alcanzar su superficie. Origina una onda Q
patológica en las derivaciones correspondientes.
• Infarto tran sm u ral. Se afecta todo el espesor de la
Necrosis pared ventricular. Las derivaciones que exploran esta
La necrosis equivale a m uerte eléctrica, ya que las células zona registran una onda negativa única (complejo QS).
afectadas son incapaces de polarizarse y despolarizarse, y
se comporta eléctricamente como una zona «muda». El área
Los infartos más fáciles de diagnosticar en el E C G son
infartada está rodeada de una zona de lesión y, por fuera
los intramurales y transmurales, ya que ambos dan lugar
de esta, de otra de isquemia, de m anera que en el ECG se
a una onda Q patológica (duración > 0 ,0 4 s y/o profun­
aprecian los tres tipos de alteraciones, predominando unas u
didad >25% de la altura de la onda R).
otras, según la fase evolutiva en la que se encuentre el infarto

Localización del infarto


El ECG m uestra alteraciones distintas según la localización
del infarto (tabla 9.1). Hay que tener presente que el infarto
de cara posterior no origina onda Q en las derivaciones es­
tándar, y se observan solo alteraciones en las derivaciones
V i y V 2 (cociente R/S > 1 y descenso del segm ento ST),
que son imágenes especulares de las que se obtendrían si se
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

TABLA 9.1 Diagnóstico de localización


del infarto de m iocardio
Agudo
Localización del Alteraciones
infarto electrocardiográficas
(Q, elevación ST, inversión T)
AgudO'
Anterior estricto Vs,V4 evolucionado

Anteroseptal V, a V 4

Septal VI,V2
Anterior extenso V, a Ve, D„ aVL

Anterolateral V4 a D|, aVL En regresión

Lateral V 5, V¡,, D„ aVL

Lateral alto D„ aVL

Inferior o diafragmático D,,, Dm, aVF


Antiguo
Posterior Signos directos: V 7, Vg
Signos recíprocos: V ,, Vj (l?/S >1
y descenso segmento ST) F IG U R A 9.14 Fases evolutivas del infarto de miocardio.

Posteroinferior D||, D|||, aVF, signos recíprocos


en V i, V 2 Estas dos primeras fases han sido denominadas con el epí­
grafe com ún de infarto reciente.
Posterolateral Signos directos: V 5 a Vg
Signos recíprocos: V ,, V2 (IVS >1 • lA M en regresión. En esta fase subaguda desaparecen los
y descenso segmento ST) signos de lesión, con lo que el segmento ST vuelve a la línea
isoeléctrica (generalmente en 72-96 h). Por lo tanto, en el
Ventrículo derecho Elevación segmento ST en V, y V 2
Elevación segmento ST (>1 mm)
ECG se detecta: onda Q patológica, segmento ST isoeléc­
de V 4R a trico e inversión de la onda T. Si el segmento ST persiste
elevado más de 7-14 días, debe sospecharse la aparición de
un aneurisma ventricular en la zona necrosada, una com­
plicación mecánica del lAM.
situase el electrodo explorador directam ente sobre la zona • Infarto antiguo. El único signo, que puede quedar indeleble
necrosada. Esta detección directa de la zona infartada puede durante toda la vida del paciente, es la onda Q patológica,
realizarse m ediante derivaciones no estándar, es decir, las sobre todo en los infartos de cara anterior. No obstante, en el
derivaciones V 7 , Vg y V 9. 50% de los infartos de cara inferior desaparece o disminuye
En la figura 9.13 se m uestra un infarto agudo de cara de tamaño en un período de 6 meses a 1 año.
inferior.
Estos cambios descritos reflejan los signos directos que reco­
Diagnóstico evolutivo del infarto gería un electrodo explorador situado en la zona del infarto,
y por lo tanto solo se observarían en las derivaciones cuyos
Los signos de isquemia, lesión y necrosis son m ás o menos electrodos exploradores detecten dicha zona. Así, por ejemplo,
evidentes en función del tiem po de evolución del infarto. en un lA M de cara inferior, se observaría en Djj, Dm y aVF:
Desde un punto de vista electrocardiográfico se distinguen onda Q patológica, elevación del segmento ST e inversión de
cuatro fases evolutivas del infarto agudo de miocardio (lAM) la onda T, según el tiempo de evolución del mismo. Por el
(fig. 9.14): contrario, en aquellas derivaciones cuyo electrodo explorador
• lA M en fase aguda (hiperagudo). En esta fase inicial se encuentre en la zona opuesta a la zona infartada se regis­
predom inan los signos de lesión, produciéndose una tran alteraciones inversas, es decir, imágenes especulares. Así,
elevación del segm ento ST (excepto en el infarto su- en el mismo caso del lA M inferior, las imágenes especulares
bendocárdico) convexa que, unido a la onda T positiva, se observarían en las derivaciones que exploran toda la cara
form a la característica onda m onofásica «en lom o de anterior (precordiales, Dj y aVL) y consistirían en: ausencia de
delfín». onda Q, aumento del voltaje de la onda R (en lugar de onda Q
• lA M evolucionado. Transcurridas las primeras 24 h se patológica), descenso del segmento ST (en lugar de ascenso del
hacen evidentes los signos de isquemia y necrosis. En el segmento ST) y onda T positiva (en vez de onda T negativa).
ECG persiste la elevación del segmento ST, la onda T
se hace negativa (el segmento ST muestra una típica con­ Diagnóstico del infarto de miocardio en presencia
cavidad hacia la línea isoeléctrica) y aparece la onda Q de de bloqueo completo de rama izquierda
necrosis (duración > 0 ,0 4 s, voltaje superior al 25% El diagnóstico del lA M en presencia de un BCRI es cierta­
de la onda R y, frecu en tem en te, m uescas y em pas- mente difícil, ya que ambos procesos alteran la parte inicial
tamientos). de la activación ventricular. Un estudio realizado en 1996
Capít ulo I 9 Electrocardiografía de urgencias QD
por Sgarbossa et al. señala como marcadores específicos de rota hacia atrás (el vector medio del complejo QRS se despla­
infarto, en presencia de BCRI, los siguientes signos: za hacia atrás en el plano horizontal), dando lugar a (fig. 9.16):
• Elevación del segmento ST de por lo menos 1 mm, con­ • Desplazamiento del eje eléctrico a la derecha.
cordante con el com plejo QRS. En el BC RI no com ­ • Bloqueo de ram a derecha completo o incompleto. Puede
plicado existe depresión del segmento ST. ser transitorio.
• D escenso del segm ento ST de por lo m enos 1 m m en • Patrón de M cGinn y White: aparición de una onda S en
V i,V 2 o V 3 . En el BCRI no com plicado existe un com ­ D], una onda Q patológica en Dm y una onda T invertida
plejo QRS negativo con elevación del segmento ST en en Djn (patrón Si, Q 3 , T 3 ) . Aparece en casos importantes
estas derivaciones. de tromboembolia pulmonar, por lo que su ausencia no
• Elevación del segmento ST de por lo menos 5 mm, dis­ descarta este diagnóstico.
cordante con el complejo QRS (fig. 9.15). Este signo es • Inversión de la onda T en precordiales derechas (Vi, V 2 ,
menos específico para el diagnóstico que los anteriores. V 3 , V 4 ) , com o consecuencia de la sobrecarga del ven­
trículo derecho.
EL ELECTROCARDIOGRAM A • D esplazam iento a la izquierda del período de tran si­
ción del com plejo QRS, apareciendo un patrón Q R en
EN LATRO M BO EM BO LIA PULMONAR
V i y V 2.
Los cambios electrocardiográficos se producen como con­ • Taquicardia sinusal (es el hallazgo más frecuente en el
secuencia de la dilatación aguda del ventrículo derecho, que ECG ). Tam bién pueden aparecer arritm ias supraven-
conlleva el aum ento de la presión en la arteria pulmonar. triculares, como el flúter y la fibrilación auriculares, y
A l dilatarse el ventrículo derecho, el ventrículo izquierdo la taquicardia supraventricular, entre otras.

FIGURA 9.15 Infarto agudo de cara anteroseptal, con


extensión a cara lateral, en presencia de bloqueo completo
de rama izquierda.

ECG característico de tromboemboHsmo


QD S E C C I Ó N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

EL ELECTROCARDIO GRAM A Tipo 1 Tipo 3


EN LOS TRASTORNOS IÓ N ICO S
Hiperpotasemia
Los signos electrocardiográficos que pueden observarse en
la hiperpotasem ia son;
• Disminución de la amplitud de la onda P, que incluso pue­
de estar ausente (potasemia > 8 ,8 mEq/1), y aumento de su
duración. Estas alteraciones aparecen cuando la concen­
tración plasmática de potasio es superior a 7 mEq/1.
• D efectos de conducción intraventricular (bloqueo de
rama): cuando la concentración plasmática de potasio es
superior a 6,5 mEq/1, el espacio QRS comienza a aumen­
tar, pudiendo observarse un patrón similar al bloqueo de FIGURA 9.17 Diferentes tipos de patrones electrocardiográficos en el
rama. síndrome de Brugada.
• Elevación del segmento ST, que simula una lesión sube-
picárdica o una pericarditis.
• O nda T alta, estrecha y picuda. Es la alteración más
Hipocalcemia
precoz (potasemia > 5,5 mEq/1).
• El espacio QTc suele estar normal o disminuido. La principal alteración electrocardiográñca de la hipocalce­
• A rritm ias cardíacas: bradiarritm ias (ritm o de escape m ia es la prolongación del espacio QTc. Se debe al aumento
nodal o idioventricular), taquicardia y fibrilación ven- de la duración del segmento ST, ya que la duración de la onda T
triculares, bloqueos auriculoventriculares (BAV) de dis­ no se altera. Lo m ism o que ocurre en la hipercalcem ia, la
tintos grados. aparición de arritmias es infrecuente en este trastorno iónico.

Hipopotasemia EL SINDROM E DE BRUGADA


Las alteraciones electrocardiográficas que pueden observarse Es un trastorno hereditario con carácter autosómico dom i­
en la hipopotasem ia son: nante con expresión variable que provoca arritmias poten­
cialmente letales, como ñbrilación ventricular y torsades de
• Aumento de la amplitud y duración de la onda P.
pointes. Los pacientes reñeren historia de síncope o de muer­
• Prolongación de la duración del complejo QRS.
te súbita abortada. Habitualmente, los síntomas comienzan
• Descenso del segmento ST.
en la adolescencia y la juventud.
• Disminución de la amplitud de la onda T.
Los únicos hallazgos en el ECG son: presencia de blo­
• Aparición de onda U prominente (la onda U puede apa­
queo completo de ram a derecha y elevación del segmento ST
recer en sujetos normales). Se considera que una onda U
en las derivaciones V i, V 2 y V 3 . A veces puede observarse
es prominente cuando su altura es superior a 1 mm o m a­
una prolongación del espacio PR.
yor que la onda T en la m ism a derivación.
El síndrome de Brugada tiene tres patrones de presenta­
• Arritmias cardíacas: taquicardia auricular, extrasístoles
ción diferentes en el ECG (ñg. 9.17), si bien solo el tipo 1
ventriculares, taquicardia y ñbrilación ventriculares, y
es considerado diagnóstico:
BAV. En general, la aparición de arritmias en presencia de
hipopotasemia se observa en pacientes en tratamiento con • Tipo 1: elevación abovedada del segmento ST, con una
digital, ya que la hipopotasemia aum enta la sensibihdad elevación mínima de 2 mm del punto J, elevación gradual­
a este fármaco, favoreciendo la intoxicación digitálica. mente descendente del segmento ST y una onda T negativa.
• Tipo 2: segmento ST en form a de silla de montar, con
una elevación del punto J inferior a 2 mm, elevación del
Hipercalcemia
segmento ST de por lo menos 1 mm y una onda T positiva
L a principal alteración electrocardiográñca y la m ás carac­ o bifásica. Este patrón puede verse en sujetos sanos.
terística es el acortamiento del espacio QTc, de manera que • Tipo 3: segmento ST en form a de silla de montar, con
el segm ento ST dism inuye o incluso llega a desaparecer. una elevación del punto J inferior a 2 mm, elevación del
Según algunos autores, el espacio entre el com ienzo del segmento ST inferior a 1 m m y una onda T positiva o
com plejo QRS y la cúspide de la onda T (espacio QcTc) bifásica. Este patrón no es infrecuente en sujetos sanos.
se correlaciona más estrechamente que el espacio QTc con
los niveles de calcem ia, de m anera que un espacio QcTc
BIBLIO GRAFÍA RECOMENDADA
igual o inferior a 0,27 s se correlaciona con la existencia de
hipercalcem ia en más del 90% de los casos. Castellano C, Pérez de Juan MA, Attie F. Electrocardiografía clínica. Ma­
drid: Elsevier; 2004.
A unque la aparición de arritm ias en la hipercalcem ia
Hampton JR. ECG fácil. Madrid: Elsevier; 2009.
es infrecuente, se han descrito casos de BAV de segundo o Wellens H, Conover M. La electrocardiografía en la toma de decisiones en
tercer grado. urgencias. Madrid: Elsevier; 2007.
Capítulo 10

Radiografía de tórax
A. Cano Sánchez, E. Roldán Romero, P. Seguí Azpilcueta, S. Espejo Pérez, L. Jim énez M urillo
y FJ. M ontero Pérez

IN TR O D U C C IÓ N visualizar mejor los vértices pulmonares y define con m a­


yor claridad lesiones que asienten en el lóbulo medio y en
La radiografía de tórax es una de las exploraciones básicas la Kngula. Por ello, sus indicaciones son muy específicas.
en m edicina de urgencias debido a la elevada frecuencia • P royección en decúbito lateral con rayo horizontal:
con que se realiza en los servicios dedicados a este tipo resulta de utilidad para identificar derram es pleurales
de asistencia. Ayuda tanto al diagnóstico de enfermedades dudosos con las dos proyecciones básicas, visualizar
cardiovasculares y pulm onares, de alta prevalencia en la afecciones ocultas detrás de un derram e y estudiar la
población, com o al de otros procesos que pueden suponer presencia de niveles hidroaéreos.
un riesgo vital para el enfermo. Por ello, es necesario que el
clínico conozca sus indicaciones, su correcta interpretación
y sus limitaciones. VALO RACIÓN DE LA CALIDAD TÉCN ICA
Como toda exploración complementaria, la radiografía DE LA RADIOGRAFÍA
de tórax debe valorarse en relación con la historia clínica
A ntes de proceder a la «lectura» radiológica es necesario
del paciente, ya que los datos que esta aporta son im pres­
valorar si la radiografía se ha realizado correctamente. Esto
cindibles para interpretar correctamente los hallazgos radio­
evita interpretaciones erróneas. U na radiografía de tórax
lógicos detectados.
realizada con una técnica adecuada debe:
1. E star centrada. En la p ro y ecció n PA los extrem os
PROYECCIONES BÁSICAS mediales de ambas clavículas deben ser equidistantes a
Y COMPLEMENTARIAS la línea media, representada por las apófisis espinosas
de los cuerpos vertebrales dorsales. E n la proyección
Proyecciones básicas
lateral, los arcos costales posteriores de cada hemitórax
La radiografía de tórax se realiza básicamente en dos proyec­ deben superponerse.
ciones: posteroanterior (PA) y lateral. Ambas proyecciones 2. Tener una adecuada exposición a los rayos X. E s­
exigen que el paciente esté en bipedestación y en inspiración to im plica la visualización en la proyección PA de los
máxima. Cuando la situación cKrúca del enfermo no permite la vasos pulm onares y, a través de la silueta cardíaca, de
bipedestación se realiza una proyección anteroposterior (AP) los cuerpos vertebrales y la aorta descendente. Si no se
en decúbito supino, lo que altera determinados índices radio­ ven los vasos pulmonares, la radiografía tiene excesiva
lógicos y, en general, proporciona menor calidad radiológica. exposición; si no se ven los cuerpos vertebrales o la aorta
descendente, la radiografía tiene escasa exposición.
3. Estar realizada en inspiración. La cúpula diafragmática
Proyecciones complementarias
derecha debe estar, aproximadamente, a la altura del 5°-
• Proyecciones PA en inspiración y espiración forzadas: la 6 ° arco costal anterior o del 10° arco costal posterior. Si se
combinación de ambas proyecciones nos permite realizar cuentan menos arcos costales significa que la radiografía
un estudio relativamente «dinámico» de la capacidad de no se ha realizado en una correcta inspiración, con lo que
expansión pulmonar. A porta inform ación sobre la m o­ los campos pulmonares tienen más densidad radiológica
vilidad del diafragma, la presencia de aire en la cavidad y se produce un aumento del índice cardiotorácico.
pleural y de atrapamiento aéreo pulmonar. Por ello, sus
indicaciones son la sospecha de patología diafragmática LECTURA SISTEMÁTICA Y VALORACIÓN
y el neum otórax o enfisema obstructivo, como el produ­
DE DENSIDADES RAD IO LÓ GICA S
cido por cuerpos extraños bronquiales.
• Proyección lordótica: se realiza en posición A P con el Las diferentes estructuras anatómicas se reconocen en una
paciente en bipedestación, inclinando el rayo de abajo radiografía por las distintas densidades que presentan al
hacia arriba unos 30°. La proyección lordótica consigue ser atravesadas por los rayos X. Existen cuatro densidades

) 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 75


QD S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

radiológicas básicas: aire, grasa, agua y calcio. A sí, en


una radiografía de tórax puede observarse la densidad aire
del parénquim a pulm onar, la densidad agua de la silueta
cardíaca, la densidad grasa rodeando los m úsculos del tórax
y la densidad calcio correspondiente a las costillas, el es­
ternón, las clavículas y la extremidad proxim al del húmero,
fundam entalm ente.
E l conocim iento de las estructuras norm ales que se
identifican en la radiografía de tórax (figs. 1 0 . 1 y 1 0 .2 ) y
el análisis de determinados signos radiológicos es im pres­
cindible para detectar una patología, su localización y es­
tablecer un posible diagnóstico.
La lectura de la radiografía de tórax debe sistematizarse
siempre, analizando secuencialmente, y por este orden, las
partes blandas, el hueso, el parénquim a pulmonar, la pleura,
el m ediastino, los hilios y vasos pulm onares, el corazón y
la aorta.

Partes blandas
Incluyen todas las estructuras de la caja torácica visibles,
com o densidad agua y grasa. Fundam entalm ente son las
siguientes:
• Los m úsculos y los tejidos grasos que configuran la
pared torácica. Hay que valorar la existencia de elemen­
tos que signifiquen enferm edad, como la presencia de
densidad aire (enfisem a subcutáneo), densidad calcio
(cuerpos extraños), simetría o asimetría, etc. FIGURA 10.2 Radiografía de tórax normal: proyección lateral.
• El diafragma. Se m uestra radiológicam ente como una
som bra lineal de convexidad superior que delim ita la
densidad aire del pulm ón y la densidad agua del abdo­ abajo. Son frecuentes las lobulaciones diafragm áticas
men. La cúpula diafragmática derecha se localiza a la al­ como variantes anatómicas normales. Ante el hallazgo
tura del 5°-6° arco costal anterior, y la izquierda se sitúa, de un diafragma elevado hay que pensar en la posibilidad
habitualm ente, de m edio a un espacio intercostal más de parálisis diafragmática, afección abdominal (absceso
subfrénico) o enfermedad torácica (atelectasia pulmonar,
fundamentalmente de lóbulos inferiores) como procesos
causantes de dicha alteración. En general, la distancia
entre el diafragma izquierdo y la cámara gástrica no debe
superar los 1,5-2 cm.

Estructuras óseas
Pueden reconocerse los arcos costales, la cintura escapu-
lohum eral, la articulación esternoclavicular, el esternón y
la colum na vertebral. Se valora la morfología, la densidad
radiológica (calcio) y la existencia de signos degenerativos
(osteófitos), líneas de fractura, zonas osteolíticas o de es­
clerosis ósea, etc.

Parénquima pulmonar
Se observa como densidad aire y está constituido por el es­
pacio aéreo periférico (bronquiolos term inales y ácinos) y
el tejido intersticial. En una radiografía PA de tórax normal,
la densidad pulm onar es algo mayor en las bases que en los
vértices por la superposición de tejidos blandos.
Anatóm icamente, el pulm ón se divide en lóbulos, y es­
tos, a su vez, en segmentos. Los lóbulos pulmonares (tres en
el lado derecho y dos en el izquierdo) están separados entre
FIGURA 10.1 Radiografía de tórax normal: proyección PA. sí por cisuras, habitualm ente no visibles salvo que el haz
Capít ulo I 10 Radiografía de tórax QD

FIGURA 10.3 Radiografía de tórax nomial: proyección PA que señala los


límites de los lóbulos pulmonares. LM: lóbulo medio; LS: lóbulo superior;
línea continua: proyección de cisuras; línea discontinua: límite superior
del lóbulo inferior.

de rayos X incida tangencial al plano de la cisura o exista


afección en ese nivel. La cisura m ayor u oblicua, visible en
la radiografía lateral y no en la proyección PA, separa en
el pulm ón derecho el lóbulo inferior de los dos restantes
y en el pulm ón izquierdo el lóbulo superior del inferior.
La cisura m enor u horizontal, observada frecuentem ente
en las proyecciones PA y lateral, se dirige desde el hilio
pulm onar hasta la pared lateral del tórax en la 4“ costilla y
separa el lóbulo superior derecho del lóbulo medio. En el
lado izquierdo no suele existir. En las figuras 10.3 y 10.4 se
detalla la anatomía lobular pulmonar.
FIGURA 10.4 Radiografía de tórax normal: proyección lateral que señala
los límites de los lóbulos pulmonares. LI: lóbulo inferior; LM: lóbulo medio;
Pleura LS: lóbulo superior.
En condiciones normales, la pleura no es visible mediante
técnicas radiológicas, a excepción de las cisuras. Sin embar­
go, determinadas enfermedades originan imágenes radioló­ En la tabla 10.1 se reflejan las estructuras albergadas en
gicas muy características. Estas son de densidad agua cuando cada uno de los compartimentos mediastínicos, dato de inte­
la pleura está engrosada o hay Kquido en su interior (derrame rés para la correcta interpretación de una masa mediastínica.
pleural), de densidad aire en el caso de neum otórax, o de
densidad calcio cuando la pleura se calcifica. L a pleura,
Hilios y vasos pulmonares
a nivel diafragm ático, delim ita con la silueta cardíaca el
seno cardiofrénico (a veces no es visible por estar ocupado Los hilios pulmonares están formados por las arterias pul­
por grasa), y con la pared torácica, los senos costofrénicos monares y sus ramas principales, los bronquios principales
laterales y posteriores. y los ganglios linfáticos. En una radiografía de tórax normal,
la som bra hiliar se debe a las arterias pulm onares y a las
venas de los lóbulos superiores, que aunque anatómicamente
Mediastino
no forman parte de los hilios, constituyen la parte superior
D esde el punto de vista radiológico, el m ediastino puede de dicha sombra hiliar. Los bronquios no se visualizan por
dividirse en tres compartimentos: anterior, medio y posterior. estar llenos de aire y los ganglios hnfáticos son demasiado
Si se observa una proyección lateral de tórax (ñg. 10.5) y pequeños. El hilio pulm onar derecho está ligeramente más
se dibuja en ella una línea vertical que pase por la pared bajo que el izquierdo (aproxim adam ente 1 cm ) debido a
anterior de la tráquea y el borde posterior del corazón, queda que la arteria pulm onar izquierda está situada más alta. El
delimitado el mediastino anterior. Si se traza otra línea ver­ lím ite superior de la norm alidad del diámetro de la arteria
tical 1 cm por detrás de las caras anteriores de los cuerpos pulm onar del lóbulo inferior derecho antes de su división
vertebrales dorsales, se delimita el mediastino prevertebral segmentaria es de 16 mm.
o medio, y el mediastino paravertebral o posterior es la zona Los vasos sanguíneos pulmonares son más evidentes en
que se encuentra por detrás de dicha línea. El m ediastino las bases que en los vértices, y van dism inuyendo su calibre
superior se localiza por encima del arco aórtico. conforme avanzan hacia la periferia.
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

de 1 - 2 mm de grosor situadas en las bases pulmonares,


cerca de los senos costofrénicos y perpendiculares a la
superficie pleural.
• Las líneas «A» se observan mejor en la radiografía lateral,
son de mayor longitud y se sitúan en el área retroestemal,
dirigiéndose hacia el hilio pulmonar.

Corazón
Se valora secuencialmente:
1. La m orfología de la silueta cardíaca.
2. El índice cardiotorácico. Es la relación entre el diám e­
tro transversal del corazón (considerando com o tal la
distancia, en línea recta, entre los puntos de los bordes
cardíacos derecho e izquierdo más separados) y el diá­
metro transversal del tórax (medido en las cúpulas dia-
fragmáticas). N orm alm ente es igual o menor del 50%,
y hay cardiom egalia cuando se supera este porcentaje.
E ste criterio solo es válido para la proyección PA en
bipedestación.
3. Los elem entos que configuran los bordes derecho e
izquierdo de la silueta cardíaca se detallan en la fig. 1 0 .6 .

Aorta
En las proyecciones básicas del tórax son visibles, fundamen­
talmente, el cayado aórtico y la aorta descendente. Debe valo­
rarse la existencia de masas íntimamente asociadas (aneurisma
aórtico) y de calcificaciones en su pared (ateroma aórtico).
FIGURA 10.5 Esquema de proyección lateral de tórax: compartimentos Hay que tener en cuenta que la dilatación, elongación y
mediastínicos. tortuosidad de la aorta torácica son variantes que están relacio­
nadas con la edad, la aterosclerosis y la hipertensión arterial.
Los vasos linfáticos pulmonares solo son visibles en con­
diciones patológicas, como ocurre en la estasis pulmonar (lí­ IN DICACION ES
neas «A» y «B» de Kerley) (v. más adelante la fig. 10.1 IB):
La radiografía de tórax con carácter urgente está indicada en
• En la radiografía PA, las líneas «B» de Kerley se apre­ todos los pacientes con confirmación o sospecha de alguno
cian com o im ágenes lineales de 1 - 2 cm de longitud y de los síntomas o procesos siguientes:

TABLA 10.1 Com partim entos mediastínicos: estructuras anatómicas y lesiones más frecuentes

Mediastino anterior Mediastino medio Mediastino posterior Mediastino superior

Estructuras Espacio retroestemal Tráquea y grandes Columna vertebral Tráquea


Corazón y aorta ascendente bronquios Aorta descendente Esófago
Vena cava superior Aorta ascendente Elementos nerviosos: Vasos supraaórticos
Timo Arterias pulmonares • Nervios esplácnicos
Ganglios linfáticos Venas ácigos y hemiácigos • Nervios vagos
retroesternales Conducto torácico • Nervio recurrente
Esófago izquierdo
Hilios pulmonares • Cadena simpática
Ganglios linfáticos torácica

Patología Aneurisma de aorta Lesiones esofágicas Tumores óseos Bocio


más ascendente Adenopatías Abscesos Adenopatías
frecuente Bocio endotorácico Quistes broncogénicos paravertebrales Masas paratiroideas
Adenopatías (linfoma) Aneurisma de aorta Tumores neurogénicos Linfangioma
Ti moma Aneurisma de aorta
Menos frecuentes:
• Teratoma
• Lipoma
Capít ulo I 10 Radiografía de tórax QD

FIGURA 10.6 Contornos de la silueta cardíaca en la proyección PA. FIGURA 10.7 Fractura costal.
AD: aurícula derecha; AI: aurícula izquierda; VI: ventrículo izquierdo.

afectación de tejidos blandos y m ostrar signos radioló­


Politraum atism o o traum a torácico: fracturas costales, gicos de lesión extrapleural (signo de la em barazada).
contusión pulm onar, hem oneum otórax, derram e peri- E n estos casos, la destrucción ósea subyacente da la
cárdico, rotura aórtica, etc. clave sobre la n atu raleza m alig n a de la lesión. Con
Sospecha de enferm edad parenquim atosa pulm onar: m enor frecuencia pueden aparecer tum ores prim arios
neumonía, infarto pulmonar, atelectasia, etc. de la caja torácica (sarcom a de Ewing, osteosarcom a,
E nferm edad pulm onar obstructiva crónica (EPO C) o granulom a eosinófilo) o lesiones co stales debidas a
asm a bronquial reagudizadas para descartar posibles p ro ceso s in feccio so s (tu b ercu lo sis, actin o m ico sis).
complicaciones. Igualm ente, el carcinom a prim ario de pulm ón puede
Insuficiencia cardíaca aguda. afectar, por invasión directa, a las estructuras óseas de
Sospecha de mediastinitis aguda, derrame pericárdico o la pared torácica.
aneurism a disecante de aorta. • Enfisema subcutáneo (fig. 10.8). Se manifiesta radio­
Disnea aguda o hemoptisis. lógicamente como densidad aire en las partes blandas de
Enfisem a subcutáneo: neumotórax. la pared torácica y debe alertar sobre la posibilidad de
Dolor torácico en punta de costado para descartar neu­ lesión pleural, pulm onar o mediastínica.
monía, neumotórax, tromboembolia pulmonar o derrame
pleural. PATOLOGÍAS DEL PARÉNQUIMA
Dolor abdominal agudo: sospecha de perforación de vis­
PULMONAR
cera hueca para descartar neumoperitoneo; pancreatitis
aguda (derrame pleural, distrés respiratorio, etc.). Las afecciones pulm onares se detectan en la radiografía
Síndrome febril de moderada o larga duración sin foco de tórax por u na distorsión de la anatom ía norm al y por
clínico evidente. un aumento o dism inución de la densidad radiológica. Las
Síndrome constitucional de origen no filiado. enferm edades pulm onares pueden estar localizadas en el
árbol bronquioalveolar, el intersticio y los vasos sanguíneos
o linfáticos, y se m anifiestan radiológicamente de form a di­
PATOLOGÍAS DE LA PARED COSTAL
ferente según la estructura afectada. Por otra parte, diferentes
• Fracturas costales (fig. 10.7). Se m anifiestan radioló­ enferm edades pueden m anifestarse radiológicam ente de
gicamente como una discontinuidad en la cortical ósea, m anera similar. El conjunto de características relacionadas
cuya detección hace necesarias, en ocasiones, proyec­ con la afectación de una determinada estructura pulmonar,
ciones oblicuas. Hay que tener en cuenta que: o que son comunes a diversos procesos, se denomina patrón
• Las fracturas dobles de varios arcos costales cons­ radiológico pulm onar. En el cuadro 10.1 se exponen los
tituyen un volet costal. principales patrones y sus causas más frecuentes.
• Las fracturas de las prim eras costillas im plican un
traumatismo importante, por lo que con frecuencia se
Neumonía
acompañan de otras lesiones cervicotorácicas graves.
• L a fractura de los tres últim os arcos costales puede Se caracteriza por la sustitución del aire alveolar por material
acom pañarse de lesiones esplénicas, hepáticas o re­ de secreción y pus, que origina un aumento de la densidad
nales. radiológica, conocida con el nom bre de condensación o
• Fracturas de esternón y de la colum na vertebral. Se consolidación pulm onar (fig. 10.9). Sus signos radiológi­
■s detectan con más claridad en las proyecciones laterales. cos son: aum ento de la densidad pulm onar; distribución,
a • Tumores de la pared costal. El m ielom a o las m etás­ generalmente segmentaria o lobular; límites mal definidos,
tasis costales, esternales o vertebrales pueden tener excepto cuando contacta con una cisura; nódulos acinares
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

FIGURA 10.9 Múltiples consolidaciones pulmonares parcheadas. Ob­


sérvese la presencia de broncograma aéreo en la consolidación del lóbulo
superior
FIGURA 10.8 Consolidación pulmonar. Enfisema subcutáneo por tora-
cocentesis evacuadora.

Cuadro 10.1 Patrones radiológicos pulmonares y sus causas más frecuentes


Disminución de la densidad pulmonar (hiperclaridad) A lveoloin ters tid a l
Localizado: cavidad, enfisema ampollar Edema agudo de pulmón, neumonías víricas, carcinoma
Difuso: enfisema pulmonar, atrapamiento aéreo transitorio bronquioalveolar, alveolitis alérgica extrínseca
Nodulos y masas pulmonares
Aumento de la densidad pulmonar (opacidad)
Únicos: cáncer de pulmón, hamartoma, granulomas tuber­
Alveolar
culosos
Localizado: neumonía, contusión pulmonar, infarto pulmo­
Múltiples: metástasis, granulomas, abscesos hematógenos,
nar, tuberculosis
quistes hidatídicos
Difuso: edema agudo de pulmón, neumonías raras
Intersticial
Atelectasia
Micronodular: tuberculosis miliar, neumoconiosis, etc.
Obstructiva: tumor intrabronquial, cuerpo extraño, impactación
Reticular y retículo-nodular: fibrosis idiopática, linfangitis
de mucosidad
carcinomatosa, neumoconiosis, sarcoidosis, alveolitis
Pasiva o por relajación: derrame pleural, neumotórax
alérgica extrínseca
Cicatrizal: fibrosis por tuberculosis, neumoconiosis
Otras: compresiva (bullas, masa), adhesiva (déficit de surfactante)

con tendencia a la coalescencia; y broncogram a aéreo (vi- Una neumonía del lóbulo medio borra la silueta cardíaca
sualización del aire de los bronquios por ocupación de los derecha.
alvéolos peribronquiales). El signo de la silueta se aprecia U na n eum onía de la lín g u la b o rra el borde cardíaco
cuando la condensación pulm onar está en contacto con izquierdo.
una estructura de la m ism a densidad (agua) y se borra su U na neum onía del lóbulo inferior borra el diafragma, ya
contorno. Así: que ambos están situados en el mismo plano (posterior).
Capít ulo I 10 Radiografía de tórax GD
El hallazgo de una condensación alveolar no indica ne­
cesariam ente neum onía, ya que el alvéolo puede estar
ocupado por sangre o m aterial de otra naturaleza, lo que
produce una im agen similar.

Atelectasia
La atelectasia o colapso pulm onar representa la pérdida de
volumen de un segmento, un lóbulo o de todo un pulmón.
Sus causas más frecuentes son la obstrucción del árbol bron­
quial por carcinoma broncogénico, cuerpo extraño o tapón
m ucoso. En otras ocasiones es secundaria a tuberculosis
pulm onar residual, derrame pleural o neumotórax.
Los signos radiológicos característicos de atelectasia se
observan en la figura 1 0 . 1 0 y son los siguientes:
• Aumento de densidad radiológica del área afectada. FIGURA 10.10 Atelectasia de lóbulo medio. Obsérvese el aumento de
• Desplazamiento de la cisura adyacente a la zona colap- densidad en el lóbulo medio por pérdida de volumen pulmonar. Sus límites,
sada. netos, corresponden a las cisuras mayor y menor desplazadas.
• Desplazamiento del hilio pulm onar y de las estructuras
mediastínicas hacia la zona colapsada.
Edema agudo de pulmón
• Acercamiento de la tram a vascular y bronquial.
• Elevación del hemidiafragma en la atelectasia de lóbulos El edema agudo de pulm ón tiene dos fases radiológicas que
basales. se corresponden con estadios progresivos en el tiempo: una
• E nfisem a com pensador del parénquim a pulm onar no prim era fase de edem a intersticial y otra de edem a alveolar
afectado. (ñgs. 10.1 lA y 10.IIB ). En el cuadro 10.2 se describen los

&
8
FIGURA 10.11 Edema agudo de pulmón. En la figura 10.1 lA se aprecia
un aumento de densidad perihiliar «en alas de mariposa» muy característico.

s En la figura 10.1 IB se señalan las líneas B de Kerley (flechas pequeñas)
a y el engrosamiento de la cisura menor por acumulación de líquido a dicho
nivel (flecha grande).
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

Cuadro 10.2 Edema agudo de pulmón


Aumento de la densidad perihiliar Infiltrados alveolares de disposición perihiliar y basal («en
Borrosidad de los márgenes biliares y de las estructuras bron- alas de mariposa»)
covasculares el edema pulmonar es cardiogénico, puede observarse,
Engrosamiento de los septos interlobulillares: líneas B y A de además:
Kerkey Cardiomegalia
Engrosamiento de las cisuras, que se hacen visibles Redistribución vascular en campos pulmonares superiores
Edema alveolar caracterizado radiológicamente por: Derrame pleural bilateral o, de ser unilateral, preferente­
Opacidades nodulares confluentes, bilaterales y mal delimi­ mente derecho
tadas con broncograma aéreo

signos radiológicos característicos de las distintas fases del El enfisema pulm onar (ñgs. 10.12A y 10.12B) se carac­
edem a agudo de pulmón. teriza radiológicam ente por los signos que se relacionan a
continuación;
Hiperclaridad pulmonar bilateral
• Aumento difuso de la radiotransparencia pulmonar.
La hiperclaridad pulmonar bilateral puede deberse a una dis­ • Aplanamiento y descenso diafragmático.
minución de la vascularización pulmonar (tromboembolia pul­ • Senos costofrénicos obtusos.
monar masiva, hipertensión arterial pulmonar), a un aumento • Aumento del espacio aéreo retroestem al (> 3 cm).
del espacio aéreo pulm onar (atrapam iento aéreo) -co m o • Aumento del diámetro A P del tórax.
ocurre en la E PO C - o a ambas causas (enfisema pulmonar). • Corazón verticalizado y estrecho.

FIGURA 10.12 Enfisema pulmonar. En la proyección PA (fig. 10.12A) se observa la hiperclaridad pulmonar, el alargamiento del diámetro longitudinal
cardíaco (corazón verticalizado y estrecho), el aplanamiento y descenso de los diafragmas, la horizontaUzación de las costillas y el aumento de los espacios
intercostales. En la proyección lateral (fig. 10.12B) pueden apreciarse otros signos característicos de enfisema, como el aumento del diámetro anteropos­
terior del tórax y del espacio aéreo retroestemal (> 3 cm).
Capít ulo I 10 Radiografía de tórax GD
Cuadro 10.4 Nódulos pulmonares
Benignidad
Pequeño tamaño (<3 cm)
Presencia de calcificaciones en su interior
Coexistencia de signos radiológicos de infección tuberculosa
antigua (tractos fibrosos apicales, adenopatías biliares
calcificadas, engrosamiento pleural, etc.)
Malignidad
Gran tamaño (>3 cm)
i r Bordes mal definidos
Contorno umbilicado o lobulado
Ausencia de calcificaciones en su interior

I
Existencia de adenopatías biliares o mediastínicas no cal­
cificadas
Nódulos múltiples

FIGURA 10.1 3 Tromboembolia pulmonar con infarto. Aumento de


densidad basal derecha, periférica, de morfología triangular y con amplio
contacto pleural.

Tromboembolia pulmonar
En un paciente con trom boem bolia pulm onar la radiografía
de tórax suele ser norm al, excepto que exista infarto p ul­
m onar (fig. 10.13), y los hallazgos, de haberlos, son ines-
pecíficos o de difícil valoración (cuadro 10.3), sobre todo
cuando no se dispone de una radiografía previa de control.

Nodulo y masa pulmonar


El nodulo p u lm o n a r se m uestra radiológicam ente com o
una imagen radiodensa, redondeada u ovalada, rodeada de
aire excepto cuando contacta con la pleura, en cuyo caso
al m enos dos tercios del nodulo deben estar rodeados de
parénquim a pulmonar. Cuando el nodulo es mayor de 3 cm
se denom ina masa pulmonar.
La aproximación diagnóstica de los nódulos pulmonares
FIGURA 10.14 Nódulos benignos: granulomas calcificados. Se observan
depende de múltiples factores: número, calcificación, defi­ nódulos de pequeño tamaño, de contornos bien definidos y con calcificación
nición, contorno, velocidad de crecimiento, cavitación, edad difusa.
del paciente, etc. En el cuadro 10.4 se exponen los signos
radiológicos de benignidad (fig. 10.14) y de m alignidad
(fig. 10.15) de este tipo de lesiones.
Cuando los nódulos pulmonares son muy periféricos hay
que distinguirlos de lesiones extrapuhnonares, ya sean de origen
costal o mediastínico. Los hallazgos radiológicos que orientan
hacia la existencia de lesión extrapleural son (fig. 10.16):
m

Cuadro 10.3 Tromboembolia pulmonar


Oligohemia: manifestada por una disminución de la densidad
pulmonar
%
Dilatación de la arteria pulmonar con terminación abrupta
Derrame pleural
Si existe infarto pulmonar (fig. 10.13) puede observarse:
Aumento de densidad radiológica y pérdida de volumen
en el área infartada
Atelectasias basales con elevación del hemidiafragma del
lado afectado

s Condensación alveolar en forma de cuña de base pleural,
a generalmente basal, denominada jo ro b a de H am pton FIGURA 10.15 Nodulo maligno: carcinoma broncogénico. Se aprecia
una masa de gran tamaño con contornos irregulares.
GD S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

FIGURA 10 .1 8 Contusión pulmonar. Radiografía PA de tórax pertene­


ciente a un paciente con traumatismo torácico. Se observa un aumento de
densidad de características alveolares.

A nte un a cavidad pulm onar es necesario valorar es­


pecialmente el grosor de la pared y su contorno interno. En
función de estos datos, hay que sospechar;
• Lesión tumoral; pared gruesa y contorno interno nodular.
• Cavidad tuberculosa; pared no gruesa, con m árgenes
lisos y condensaciones pulm onares a distancia por d i­
seminación broncógena.
• Absceso; pared de grosor variable y con pared externa
FIGURA 1 0 .1 6 Masa en mediastino superior derecho. Obsérvense los irregular por infiltrado inflamatorio perilesional.
ángulos obtusos entre la lesión y el contorno mediastínico que indican su • Bullas; pared muy delgada y con contorno muy regular
origen extrapulmonar. En el diagnóstico diferencial deben plantearse las (a veces solo se ven como zonas de radiotransparencia
causas indicadas en la tabla 10.1 correspondientes al mediastino superior. pulmonar).
• Quiste hidatídico; pared fina, con vesículas hijas flotando
(signo del nenúfar).

Contusión pulmonar
Es la expresión de hem orragia en el tejido in tersticial y
en los esp acio s aé reo s, com o co n se c u e n c ia de m ú lti­
ples roturas m icroscópicas del parénquim a pulm onar. La
im agen radiológica es la de un a condensación pulm onar
indistinguible de la originada por otras causas. Puede detec­
tarse en las prim eras 8 h después del traum atism o y suele
desaparecer a los 7 días (fig. 10.18).

Patrón intersticial
Clásicam ente se clasifica en patrones lineales, micronodu-
lares y retículo-nodulares, pero en muchas ocasiones estos
FIGURA 10.17 Quiste hidatídico cavitado. Se aprecia una masa de gran patrones se solapan, y con frecuencia las mismas enferm e­
tamaño en el hemitórax derecho con densidad aire en su interior. dades pueden presentarse con distintos patrones, como se
ve más adelante.
• En la patología urgente tiene especial relevancia el recono­
• Á ngulo obtuso en la unión de la lesión con la pared
cimiento de un subtipo de patrón lineal: el patrón septal,
torácica o el mediastino.
representado por las líneas de Kerley. El reconocimiento
• Borde de la lesión nítido y convexo hacia el pulmón.
de estas líneas es muy útil para el diagnóstico diferencial,
ya que aparecen en muy pocas entidades, como el edema
Lesiones caviladas y quísticas
agudo de pulmón (la más frecuente), la linfangitis carci-
U na cavidad pulmonar es una zona definida del parénquima, nomatosa y algunas neumonías por virus y micoplasmas.
limitada por una pared y con un contenido Kquido o aéreo en Otro patrón lineal más generalizado (no septal) puede
cantidades variables; la visualización de un nivel hidroaéreo encontrarse en edemas pulmonares, linfangitis carcino-
(ñg. 10.17) es el dato más característico. matosa, asma, bronquiolitis y fibrosis quística.
Capít ulo I 10 Radiografía de tórax GD
• El patrón micronodular difuso puede encontrarse en la
tuberculosis miliar, neumoconiosis, sarcoidosis, m etás­
tasis, etc.
• El patrón retículo-nodular puede ser originado por m ul­
titud de afecciones, aunque las entidades más frecuentes
son la sarcoidosis, la linfangitis carcinom atosa y la fi­
brosis pulm onar idiopática.

ALTERACIONES DE LA VASCULARIZACIÓN
PULMONAR
L a hipertensión pulm onar (HTP) puede ser arterial (pre-
capilar), cuya causa más frecuente es la EPOC, o venosa
(poscapilar), originada por cardiopatías que afectan a las
cavidades izquierdas.
La H TP precapilar se m anifiesta radiológicamente por:
• Aumento del diámetro de la arteria pulmonar (> 1 7 mm)
del lóbulo inferior derecho, m edido 1 cm por debajo
de su salida del hilio. Este es el signo radiológico más
fiable, muy específico, aunque poco sensible.
• A sim etría en el diám etro de un bronquio y la arteria
acom pañante, en proyección transversal, con m ayor
calibre de la arteria.
• Aumento del tamaño biliar bilateral.
• Aumento de la arteria pulm onar principal.
• Crecimiento del ventrículo derecho.
La HTP venosa (poscapilar) se manifiesta radiológicamente FIGURA 10.19 Derrame pleural izquierdo. Se observa ocupación de los
por: senos costofrénico y cardiofrénico izquierdos.
• Aumento del calibre de los vasos sanguíneos de los ló­
bulos superiores en relación con el diámetro de los vasos
de los lóbulos inferiores (redistribución vascular). • Imagen de falsa elevación diafragmática:
• Según el grado de hipertensión venosa pueden aparecer • Seno costofrénico plano o poco profundo.
signos de edem a agudo de pulm ón (v. cuadro 1 0 .2 ). • Aumento de la distancia entre la cámara gástrica y el
• Suele haber crecim iento de la aurícula izquierda y, en hem idiafragm a izquierdo ( > 2 cm).
casos avanzados, del ventrículo izquierdo. • Presencia de líquido pleural en la zona más baja del lado
afectado, cuando se realiza una radiografía en decúbito
lateral con rayo horizontal.
PATOLOGÍAS PLEURALES El derram e cisural encapsulado adopta u na m orfología
biconvexa, con apariencia de «seudomasa» localizada en la
Derrame pleural cisura correspondiente. Habitualmente es secundario a insu­
Es la acumulación patológica de líquido en el espacio pleural. ficiencia cardíaca y desaparece con el tratamiento diurético
En las radiografías se m anifiesta como una opacidad hom o­ (tumor evanescente) (fig. 1 0 .2 0 ).
génea sin broncograma aéreo y de contomo superior cóncavo El empiema encapsulado se manifiesta igualmente como
(fig. 10.19). Cuando la cantidad de líquido acum ulada es una lesión de bordes nítidos y convexos hacia el pulmón. Si
pequeña, hay solo una obliteración del seno costofrénico que, presenta un nivel hidroaéreo hay que distinguirlo de un abs­
a medida que aumenta su cuantía, se extiende por las paredes ceso pulmonar periférico. En el empiema, el nivel hidroaéreo
lateral y posterior del tórax. En las radiografías realizadas suele ocupar el vértice de la lesión y cam bia de form a con
en decúbito el líquido libre origina un aumento de densidad los distintos decúbitos del paciente.
difuso y homogéneo, superpuesto al parénquima pulmonar.
Cuando el derram e p leural es m asivo se produce una
Neumotorax
opacificación casi com pleta del hem itórax afectado, in ­
versión del diafragm a y desplazamiento mediastínico con­ Es la acum ulación de aire en la cavidad pleural. E n las
tralateral. Si no se observan estos datos hay que sospechar radiografías se aprecia una línea fina correspondiente a la
la concom itancia de una atelectasia pulm onar subyacente pleura visceral, separada de la parietal por un espacio aéreo
causada por un carcinom a broncogénico. desprovisto de vasos pulmonares. La radiografía realizada
En ocasiones, la distribución del Kquido pleural es atípica. en espiración forzada puede poner de manifiesto pequeños
Así, el derrame subpulmonar, acumulación de líquido entre el neum otórax no detectados en la realizada en inspiración,
diafragma y el pulmón, se reconoce radiológicamente como: por lo que ante la sospecha de esta entidad debe solicitarse
GD 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

El hem oneum otórax (presencia de sangre y aire en la


cavidad pleural) se visualiza radiológicam ente com o un
neum otórax con nivel hidroaéreo.

PATOLOGÍAS M EDIASTÍNICAS
Neumomediastino
Puede observarse radiológicamente como:
• Imágenes lineales o aéreas localizadas centralmente a lo
largo de la silueta cardíaca, la aorta, los vasos supraaór-
ticos, la vena cava, la arteria pulm onar o el corazón.
• Aire retroestem al, que puede rodear al timo.

Aneurisma de aorta
D ebe sospecharse aneurism a de aorta cuando se observe
un calibre aórtico superior a 4 cm. Cuando asienta en la
aorta ascendente produce una ocupación del espacio retro­
estem al; en el cayado aórtico da lugar a un «botón» aórtico
muy prom inente, y en la aorta descendente se observa un
m arcado desplazam iento de la línea paraaórtica izquierda.
Los signos radiológicos de rotura aórtica, ya sea de
origen aneurismático o traumático, son los siguientes:
• Ensancham iento mediastínico.
• Pérdida de definición del botón aórtico.
FIGURA 10.20 Tumor evanescente. Proyección lateral de tórax en la que
• Obliteración de la ventana aortopulmonar.
se aprecia un aumento de densidad de morfología fusiforme, de contornos • Presencia de un «casquete» pleural apical izquierdo.
netos, situada en la porción superior de la cisura mayor. Corresponde a • Desviación de la tráquea y del esófago hacia la derecha.
una aciunulación de líquido trasudado secundario a insuficiencia cardíaca • Derrame pleural izquierdo.
izquierda. El diagnóstico se confirma realizando un control radiológico
El diagnóstico de ensancham iento m ediastínico requiere
postratamiento en el que debe apreciarse la desaparición de dicha imagen.
una valoración cuidadosa por las implicaciones terapéuticas
y pronósticas que conlleva. Por ello, hay que tener presente
que la anchura mediastínica normal es muy variable depen­
diendo de factores individuales, como la edad y la obesidad,
así como de la realización de proyecciones en decúbito su­
pino o rotaciones. Igualm ente, en pacientes ancianos, la
elongación aórtica y de troncos supraaórticos habitualmente
ensancha el mediastino. Aunque no existen unos valores de
normalidad exactos, se acepta que en una radiografía PA de
tórax realizada en bipedestación, el pedículo vascular no
debe sobrepasar los 53 mm.

Todo ensanchamiento m ediastínico en el contexto de un


paciente politraum atizado sugiere lesión aórtica.

FIGURA 10.21 Neumotórax a tensión. En el hemitórax izquierdo se


aprecia la sombra radiológica correspondiente al «muñón pulmonar» y
la hiperclaridad circundante ocasionada por el aire que ocupa la cavidad
PATOLOGÍA MILIAR
pleural. El desplazamiento del mediastino y de la tráquea hacia la derecha Las lesiones biliares se identifican m ejor en la proyección
indica la condición hipertensiva del neumotórax.
PA, ya que se m uestran con menos superposición. Se detec­
tan tres tipos de alteraciones: crecimiento biliar, aumento de
esta exploración, tanto en inspiración com o en espiración su densidad y contorno anómalo, lobulado o con convexidad
forzadas. lateral.
Si hay un neumotórax a tensión (fig. 10.21) se observa A dem ás del aum ento de las arterias pulm onares p rin­
una desviación mediastínica contralateral y un aplanamiento cipales por HTP, las causas más frecuentes de crecimiento
o inversión diafragmática. h ilia r son el carcinom a broncogénico y las adenopatías
Capít ulo I 10 Radiografía de tórax GD
metastásicas que acompañan a este. Otras causas incluyen
el linfoma, las enfermedades infecciosas (tuberculosis), la
sarcoidosis y la silicosis, entre otras. El análisis com pleto
de la radiografía de tórax es de valiosa ayuda para orientar
el diagnóstico.
E n enferm os no intervenidos, un h ilio pequeño u n i­
la te ra l suele ser secu n d ario a u n a ano m alía co n g é n ita
(hipoplasia pulm onar, hipoplasia de la arteria pulm onar),
m ientras que la dism inución de tam año bilateral suele ser
secundaria a enfisem a o a una dism inución del flujo arte­
rial pulm onar por estenosis valvular pulm onar, anom alía
de Ebstein, etc.

LESIONES DIAFRAGMÁTICAS
L a hernia de hiato esofágico puede desplazar la cám ara
gástrica hacia el tórax y originar la característica im agen de
m asa retrocardíaca con nivel hidroaéreo (fig. 1 0 .2 2 ).
La rotura diafragm ática se sospecha cuando en la ra ­
diografía de tórax se identifican estructuras abdom inales,
com o el estómago, el intestino o el colon, dentro de la ca­
vidad torácica. G eneralm ente se afecta el hem idiafragm a
izquierdo y su confirm ación requiere otras exploraciones
com plem entarias.

PATOLOGÍA CARDÍACA Y PERICÁRDICA


Procesos que cursan con cardiomegalia
En el adulto se considera cardiom egalia cuando el índice
cardiotorácico es superior al 50%. Los signos radiológicos,
así com o las causas m ás frecuentes de crecim iento de las FIGURA 10.22 Hernia de hiato. Proyección lateral de tórax en la que se
distintas cavidades cardíacas se exponen en la tabla 1 0 . 2 y aprecia una masa con nivel hidroaéreo de situación retrocardíaca corres­
se ilustran en las figuras 10.23 y 10.24. pondiente a la cámara gástrica, que se encuentra por encima del diafragma.

TABLA 10.2 Crecim iento de cámaras cardíacas: signos radiológicos y causas más frecuentes

Crecimiento de Signos radiológicos Causas más frecuentes

Aurícula derecha Contorno cardíaco derecho prominente Valvulopatía tricuspídea


Ocupación del espacio retroesternal (en Derivación izquierda-derecha
proyección lateral) Valvulopatía pulmonar
Hipertensión pulmonar precapilar

Aurícula izquierda Doble contorno cardíaco derecho Valvulopatía mitral o aórtica


Orejuela izquierda prominente Miocardiopatía
Desplazamiento craneal del bronquio principal Cardiopatía isquémica
izquierdo Tumores de la aurícula izquierda
Contorno cardíaco posterior prominente
(en proyección lateral)

Ventrículo derecho Contorno cardíaco izquierdo prominente Shunts auriculares


con elevación del ápex Hipertensión pulmonar precapilar y poscapilar
Ocupación del espacio retroesternal Fallot
(en proyección lateral) Valvulopatía tricúspide y pulmonar
Cor pulmonale

Ventrículo izquierdo Contorno cardíaco izquierdo prominente con Valvulopatía mitral y aórtica

s desplazamiento inferior del ápex Hipertensión arterial sistémica
Miocardiopatía isquémica y otras
a
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

Neumopericardio
Se observa un halo o banda radiotransparente alrededor del
corazón, revestido por el pericardio. El aire puede llegar
hasta la arteria pulm onar y la aorta, pero no m ás arriba,
com o ocurre en el neum om ediastino, del que a veces es
difícil diferenciarlo.

Derrame pericárdico
Es difícil de diagnosticar m ediante radiografía sim ple de
tórax, por lo que la ecocardiografía es el método de elec­
ción. El hallazgo radiológico más importante son los rápidos
cambios en el tamaño del corazón en radiografías seriadas.
El corazón aparece aumentado de tamaño, globuloso y con
FIGURA 10.23 Crecimiento de aurícula izquierda debido a estenosis un índice cardiotorácico muy elevado respecto a la relativa­
mitral. Las flechas blancas indican el doble contorno del borde derecho m ente norm al vascularización pulmonar. En la proyección
de la silueta cardíaca. Las flechas negras muestran la ingurgitación de las lateral puede observarse un engrosamiento ( > 2 mm) de la
venas pulmonares ocasionada por la hipotensión pulmonar poscapilar por línea pericárdica retroestemal.
estenosis mitral.

PERFORACIÓN D EVÍSCERA HUECA


ABDOM INAL
Cuando un paciente presenta un abdomen agudo con sospecha
de perforación de una viscera hueca es obligada la reahza-
ción de una radiografía de tórax PA en bipedestación, pues
es en esta exploración donde m ejor se detecta la presencia
de aire libre intraperitoneal. En las imágenes radiológicas se
manifiesta por una acumulación de aire inmediatamente por
debajo del diafragma, delimitando su cara inferior (v. cap. 1 1 ).

BIBLIO GRAFÍA RECOMENDADA


Chen M, Pope T, Ott D. Radiología básica. Madrid: McGraw-Hill; 2006.
Come J, Carroll M, Brown L Delany D. Consulta rápida en radiología
torácica. 2.* ed. Madrid: Elsevier; 2005.
Fraser RS, Paré JA, Fraser RG, Paré PD. Sinopsis de enfermedades del
tórax. 3.” ed. Madrid: Marbán; 2006.
Goodman LR. Felson. Principios de radiología torácica. Un texto pro­
gramado. 3.” ed. Madrid: McGraw-Hill-Interamericana; 2009.
Herring W, Radiología básica. Aspectos fundamentales. 2° ed. Barcelona:
FIGURA 10.24 Cardiomegalia global con signos radiológicos de hi­ Elsevier; 2012.
pertensión pulmonar precapilar: comunicación interauricular. Obsérvese Hofer M, Radiología del tórax. Atlas de aprendizaje sistemático. Madrid:
el marcado aumento bilateral de los hilios pulmonares, a expensas de las Médica Panamericana; 2008.
arterias pulmonares, ocasionado por la hipertensión pulmonar precapilar Ketai L. Principios de radiología torácica. 2.* ed. Madrid: Médica Pana­
debida a una comunicación interauricular. mericana; 2007.
Capítulo 11

Radiografía simple de abdomen


A. Cano Sánchez, E. Roldán Romero, J. Vicente Rueda, L. Jim énez M urillo,
P. Seguí Azpilcueta, S. Espejo Pérez y F.J. M ontero Pérez

IN TR O D U C C IÓ N . PROYECCIONES tejidos. Estas densidades, ordenadas de m ayor a menor, y


R AD IO LÓ GICA S las estructuras que las originan son:
• Calcio: huesos y calcificaciones.
La radiografía simple de abdomen es la prim era exploración
• Grasa: líneas grasas.
radiológica que hay que realizar en urgencias en m uchos
• Agua: hígado, bazo, músculos, riñones y vejiga.
pacientes con patología abdom inal y es im prescindible en
• Aire: en circunstancias normales, dentro del tubo digestivo.
la valoración del abdom en agudo. U nicam ente está co n ­
traindicada en los primeros meses de embarazo. Para interpretar correctamente una radiografía simple de ab­
La proyección básica consiste en una radiografía an­ domen (fig. 1 1 . 1 ) es necesario seguir un método de lectura.
teroposterior (AP) en decúbito supino que ha de realizarse Teniendo en cuenta el orden anteriorm ente expuesto para
siempre antes de indicar cualquier otra proyección, pues es las densidades, dicho método incluye el análisis secuencial
la que aporta un m ayor número de datos diagnósticos. D es­ de las estructuras óseas, las calcificaciones abdom inales,
pués de analizar e interpretar esta radiografía puede emitirse las líneas grasas, la existencia de visceromegalias y masas
un diagnóstico u orientar acerca de qué proyecciones adi­ abdominales, y la distribución del aire abdominal.
cionales o qué otras técnicas de imagen hay que realizar en
un determinado paciente (ecografía, estudios con contraste,
ESTRUCTURAS ÓSEAS
tom ografía computarizada, etc.).
Las proyecciones adicionales son siempre com plem en­ Las estructuras óseas visibles son: la columna lumbosacra,
tarias de la radiografía AP y se realizan en función de los las últimas vértebras dorsales y los arcos costales, la pelvis
hallazgos que se encuentren en esta y según los signos que (palas iKacas, isquion y pubis), las articulaciones sacroilíacas
se investiguen. Las más utilizadas son: y los extrem os proxim ales de am bos fém ures. E l análisis
• Oblicuas izquierda y derecha. Son útiles cuando se trata de estos huesos puede aportar datos que permitan descubrir
de precisar si una lesión se localiza en planos anteriores enferm edades sistém icas (m ielom a m últiple, m etástasis
o posteriores. Así, si una calcificación proyectada en óseas, espondilitis anquilopoyética, hiperparatiroidismo) o
la radiografía simple de abdom en sobre el área paraes- procesos óseos y articulares que justifiquen los síntomas que
pinal izquierda aum enta su distancia con la colum na originan la dem anda asistencia!.
vertebral en la radiografía oblicua izquierda, indica una D eben buscarse fundam entalm ente cam bios en la for­
localización muy anterior. ma, el tamaño, la densidad o la alineación óseas (fracturas,
• Radiografía A P en bipedestación. Esta proyección está luxaciones).
indicada fundam entalm ente cuando se sospecha obs­
trucción intestinal, para detectar la presencia de niveles Arcos costales
hidroaéreos. También puede ser útil para valorar el grado L a radiografía de abdom en perm ite visualizar los últimos
de movilidad de una calcificación o de una masa abdomi­ arcos costales, si bien en muchas ocasiones son difíciles de
nal; de esta forma, las lesiones mesentéricas se desplazan, valorar por la interposición del gas abdominal. El recono­
mientras que las retroperitoneales son más ñjas. cimiento de fracturas de las últimas costillas es importante,
• Decúbito lateral izquierdo con rayo horizontal. Resulta ya que frecuentem ente se acom pañan de lesión visceral
de utilidad cuando se sospecha obstrucción intestinal o traum ática (hígado o bazo).
perforación de viscera hueca y el estado del paciente le
impide adoptar la bipedestación.
Columna vertebral
M ÉTODO DE LECTURA E INTERPRETACIÓN Puede observarse:
La im agen radiológica del abdom en es el resultado de la • Alteración de los pedículos, ya que en estos es donde
com binación de cuatro densidades diferentes, según el gra­ aparecen con más frecuencia las metástasis vertebrales
do de atenuación de los rayos X al atravesar los diferentes (fig. 1 1 .2 ).
© 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 89
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

FIGURA 11.1 Radiografía simple de abdomen normal (proyección


realizada en decúbito).

• Espacios intervertebrales:
• Disminución de su altura. A excepción de L 5 -S 1 , todos
los espacios intervertebrales van aumentando caudal­ FIGURA 11.2 Metástasis óseas de carcinoma de próstata. Extensa afec­
m ente a lo largo de la columna vertebral. La pérdida tación esquelética de características osteoblásticas. Obsérvense las lesiones
de la altura de un espacio, denom inado pinzamiento, redondeadas de densidad calcio, visibles en palas ilíacas, en cuerpos verte­
indica afectación discal, generalmente degenerativa. brales y, especialmente, en el pedículo derecho de la 4.” vértebra lumbar.
• Calcificación u osificación anómala y desmedida de sus
bordes; osteófitos (osteoartrosis), sindesmófitos (enfer­ CALCIFICACIO N ES ABDOM INALES
medades reumáticas tipo espondilitis anquilopoyética).
La presencia de calcificaciones en una radiografía simple de
Pelvis abdom en es un hallazgo m uy frecuente. Aunque en muchas
ocasiones carecen de significación clínica, es im portante
L as alteraciones radiológicas de m ayor im portan cia en identificar su localización m ediante proyecciones radioló­
m edicina de urgencias son las fracturas y las imágenes os- gicas adicionales, ya que algunas calcificaciones orientan
teoblásticas u osteolíticas metastásicas. hacia una enfermedad específica. Las imágenes cálcicas más
frecuentes se describen a continuación.
Articulaciones sacroilíacas
D ebe valorarse principalmente el tercio inferior de la línea Cálculos biliares radioopacos
articular, donde puede observarse su ensancham iento, es­ Se observan de form a característica como un anillo extemo
trecham iento, esclerosis o irregularidad. L a enferm edad calcificado que rodea una zona más radiotransparente. El
prototipo de afección sacroilíaca, si es bilateral, es la es­ cálculo puede detectarse en el área de la vesícula biliar (co-
pondilitis anquilopoyética, y si es unilateral, la artritis séptica lelitiasis), en el trayecto del colédoco (coledocolitiasis) o en
(tuberculosa o brucelar) o la enfermedad de Reiter. un asa intestinal por la existencia de una fístula biliodiges-
tiva, que se acompaña de aerobilia y signos de obstrucción
Articulaciones coxofemorales intestinal (íleo biliar) (figs. 11.3 y 11.4).
y extremidades proximales de los fémures
Vesícula «en porcelana»
D ebe dedicarse m ayor atención a la m orfología y la d en­
sidad radiológica del hueso, así com o al espacio articular R epresenta una calcificación de la vesícula biliar caracte­
coxofemoral. rísticam ente ovalada, que reproduce la form a vesicular. A
Capít ulo I 11 Radiografía simple de abdomen QD

FIGURA 11.3 Imágenes de densidad calcio, redondeadas, afacetadas,


con centro radiotransparente, situadas en el hipocondrio derecho, en el área
teórica de la vesícula bihar, correspondientes a colelitiasis.
FIGURA 11.4 Ileo biliar. Se aprecia dilatación de asas de intestino
delgado (obsérvense las válvulas conniventes) con aerobilia.
veces, una bilis cálcica produce una im agen de «lechada de
cal», observándose un nivel en la radiografía de abdom en • En la mujer pueden encontrarse calcificaciones pélvicas,
en bipedestación. ya sean producidas por miomas uterinos (fig. 1 1 .6 ), con un
característico aspecto moteado, o secundarias a lesiones
Calcificaciones pancreáticas ováricas, como los quistes dermoides, los teratomas y, más
raramente, los cistadenomas o los cistadenocarcinomas.
Se detectan como pequeñas imágenes cálcicas, numerosas e
irregulares, distribuidas por toda la glándula, que dibujan la Calcificaciones vasculares
form a alargada y oblicua del páncreas. H abitualm ente son
secundarias a una pancreatitis crónica. Son las calcificaciones más frecuentes en la radiografía de
abdomen. Estas calcificaciones pueden producirse por las
causas siguientes:
Calcificaciones hepáticas
• Placas de ateroma en la pared de las grandes arterias, que se
Las características radiológicas dependen del origen de las identifican como Kneas paralelas («Kneas de tranvía») que
calcificaciones, frecuentemente afecciones que causan lesiones siguen el trayecto de la arteria correspondiente (aorta, ilíacas,
granulom atosas o hidatidosis. Los granulom as, en general esplénica, mesentérica, renales, etc.). Son más frecuentes en
tuberculosos, se observan como calcificaciones múltiples y personas de edad avanzada y en las que padecen diabetes.
pequeñas, mientras que los quistes hidatídicos suelen ser de • Aneurism a aórtico. Puede m anifestarse como una calci­
mayor tamaño, ovales o circulares y calcificados en su periferia. ficación curvilínea, de concavidad extema, paraespinal
izquierda (figs. 11.7A y 11.7B).
Calcificaciones genitourinarias • Flebolitos. Son trom bosis venosas calcificadas que se
observan como imágenes redondeadas densas o con un
Las calcificaciones urinarias pueden aparecer en cual­ centro más o m enos radiotransparente, situadas en las
& quier punto del sistema excretor, a saber: cálices, pelvis, zonas laterales de la pelvis (fig. 1 1 . 8 ).
8 uréteres (fig. 11.5), vejiga y uretra. Cuando los cálculos
renales ocupan la m ayor parte del sistema pielocalicial,
Adenopatías calcificadas

s se denom inan cálculos coraliformes.
a La nefrocalcinosis es la presencia de calcio en el parénqui- L a calcificación de las adenopatías mesentéricas y retrope-
m a renal y, en general, obedece a una nefropatía crónica. ritoneales es también un hallazgo frecuente en la radiografía
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

FICURA 11.6 Mioma calcificado. Obsérvese la gran masa de densidad


calcio que ocupa gran parte de la pelvis.
FIGURA 1 1 .5 Litiasis ureteral. Imagen cálcica en trayecto ureteral
izquierdo a la altura de L3-L4.
culos y la grasa que los rodea. El resto de las estructuras
intraabdominales, con la m isma densidad radiológica y que
simple de abdomen. Suelen ser de origen tuberculoso y su están en contacto entre sí, no pueden observarse debido a
aspecto es característico, como una calcificación am orfa y que no hay contraste de densidades que las delim ite, y se
de densidad moteada. «borran» mutuamente.
El estudio detallado de las líneas grasas aporta información
sobre la morfología y el tamaño de algunas visceras, así como
Otras calcificaciones abdominales
de la existencia y características de las masas abdominales.
Incluyen las localizadas en la glándula suprarrenal, en cica­ Las líneas grasas de mayor interés, así como sus altera­
trices de la pared abdominal, de origen tumoral, en el área es- ciones, se exponen a continuación.
plénica (granulomas o ñebolitos) y las debidas a infecciones
parasitarias (cisticercosis). Línea grasa del borde inferoexterno
Son habituales los oleom as glúteos, calcificaciones del hígado
secundarias a liponecrosis provocadas por inyecciones in­
tramusculares, con un aspecto característico de imágenes re­ El borde inferoexterno hepático se visualiza debido a la
dondeadas calcificadas en el área glútea, y los apendicolitos, línea grasa que se form a por el contacto del hígado con la
cálculos enterales que ocupan la luz del apéndice y que se grasa retroperitoneal; por lo tanto, lo que se observa en las
han propuesto como patognomónicos de apendicitis aguda. imágenes radiológicas es el borde posterior hepático. Esto
exphca la discordancia clínico-radiológica existente respecto
al térm ino hepatom egalia, ya que m ientras el clínico, al
LÍNEAS GRASAS Y VISCEROM EGALIAS
valorarla, lo que palpa es el borde anterior, en la radiografía
D eterm inadas visceras y m úsculos abdom inales, com o el se valora el descenso de la línea grasa (borde posterior).
hígado, el bazo, los riñones, la vejiga, el útero y el psoas, E xiste hepatomegalia radiológica cuando el descenso
están delim itados por una serie de líneas denom inadas lí­ de la línea grasa hepática sobrepasa la cresta ilíaca d ere­
neas grasas (figs. 11.9A y 11.9B). Estas corresponden a las cha. Igualm ente, pueden observarse otros signos radioló­
interfases entre la densidad agua de las visceras o los m ús­ gicos, como un desplazamiento de la cámara gástrica hacia
Capít ulo I 11 Radiografía simple de abdomen

%
B
FIGURA 11.7 Aneurisma de aorta con calcificación de su pared. En la figura 11.7A se observa una imagen curvilínea paraespinal izquierda de densidad
agua, que en la proyección lateral (fig. 11.7B) se confirma que corresponde a la arteria aorta aneurismátíca con calcificación de su pared. Esta calcificación
de la pared arterial permite visualizar incluso las arterias ilíacas.

la izquierda o del ángulo hepático del colon hacia abajo Existe nefrom egalia cuando el diám etro longitudinal
(fig. 1 1 . 1 0 ), estracturas que, a diferencia de la línea grasa, renal sobrepasa la distancia vertical correspondiente a dos
sí están en contacto con el borde anteroinferior del hígado. vértebras y media consecutivas. Ejemplo de nefromegalia sin
alteración del contorno renal son la necrosis tubular aguda,
la pielonefritis aguda y la hidronefrosis. E ntre las altera­
Línea grasa esplénica
ciones del contorno renal pueden encontrarse escotaduras
Esta línea grasa se corresponde con el polo inferior del bazo,
y existe esplenomegalia radiológica cuando este rebasa el
reborde costal izquierdo. En este caso sí hay concordancia
entre la im agen radiológica y el tamaño palpado en la ex­
ploración clínica, ya que la distancia entre el diafragm a y
1
la línea grasa esplénica coincide con la longitud del bazo.
A dem ás, la esplenom egalia desplaza el gas de la cám ara
gástrica hacia la línea m edia y hacia delante, y el ángulo
esplénico del colon hacia abajo.

Líneas grasas renales


Se deben a la grasa perirrenal y perm iten observar las si­
luetas renales. El tam año renal norm al oscila entre 11 y
13 cm , aunque el riñón izquierdo es 1 cm m ayor que el
derecho. Los riñones deben buscarse teniendo en cuenta
que su hilio está aproxim adam ente a la altura de L 2 , y que
el izquierdo se encuentra algo más alto. Hay que valorar el
tamaño, el contorno y la unilateralidad o bilateralidad de las FIGURA 11.8 Flebolitos pélvicos calcificados. Múltiples imágenes
alteraciones observadas. redondeadas en pelvis de densidad calcio y de centro radiotransparente.
FIGURA 11.9 Examen de las líneas grasas. Figura 11.9A: esquema de las líneas grasas más importantes que deben examinarse en la radiografía simple
de abdomen. 1) línea grasa del borde inferoexterno del hígado; 2) línea grasa esplénica; 3) líneas grasas properitoneales; 4) líneas grasas renales;
5) líneas grasas de los músculos psoas; 6) líneas grasas de los músculos de la pelvis menor; 7) líneas grasas de la vejiga. Figura 11.9B: radiografía simple
de abdomen normal en la que pueden observarse los bordes hepático y esplénico, las líneas grasas properitoneales, las siluetas renales y las líneas grasas
de los músculos psoas.

en su borde convexo (pielonefritis crónica), lobulaciones Líneas grasas de los músculos de la pelvis
focales (neoplasias) o multifocales (enfermedad poliquística, menor
linfoma) (fig. 1 1 . 1 1 ).
Las glándulas suprarrenales no suelen ser visibles en Estas líneas rodean los músculos que delimitan el suelo de
la radiografía simple de abdomen. Sin embargo, debe sos­ la cavidad pélvica.
pecharse un aum ento de su tamaño cuando se observe des­
plazamiento hacia abajo y hacia fuera del polo superior del Líneas grasas de la vejiga
riñón correspondiente, que se separa de la línea renopsoas.
El borde superior de la vejiga, rodeado por la grasa extraperi­
Líneas grasas parietocólicas^ properitoneales toneal, se observa nítidamente en la radiografía de abdomen.
Esta línea grasa permite, además de valorar el tamaño de la
o líneas del flanco
vejiga, detectar procesos ginecológicos que, al comprimirla,
Son visibles a ambos lados del colon ascendente y descen­ borran dicha línea.
dente, inmediatamente por dentro de la pared abdominal. Co­ H ay que tener siempre presente que una m asa pélvica
rresponden a las interfases entre la m usculatura de la pared puede deberse a u n «globo vesical» (fig. 1 1 . 1 2 ), fundam en­
lateral del abdomen, la grasa properitoneal (intraabdominal, talmente en pacientes con enfermedad prostática, por lo que
extraperitoneal) y el contorno del colon ascendente o des­ hay que realizar sondaje uretral y valorar la cantidad de orina
cendente. Su análisis es importante si se sospecha peritonitis evacuada. Si la masa pélvica desaparece en el posterior con­
o ascitis, situaciones en las que se borran por la existencia trol radiológico, se confirma dicha eventualidad; si persiste,
de líquido libre intraperitoneal en la gotera parietocólica. hay que pensar en una m asa de origen ginecológico (quistes
ováricos, miomas, etc.).
Líneas grasas de los músculos psoas
Corresponden al borde extemo de estos músculos. Se inician
MASAS ABDOM INALES
a la altura de L j y se dirigen oblicuam ente hacia fuera, al­ Las m asas abdom inales se m anifiestan radiológicam ente
canzando la pelvis, donde se desvanecen. El desplazamiento como imágenes de densidad agua que pueden producir des­
o borram iento de estas líneas grasas indica afección re ­ plazamiento o borramiento de las líneas grasas adyacentes.
troperitoneal: masas retroperitoneales, abscesos, etc. En general, los procesos inflamatorios originan borramiento
Capít ulo I 11 Radiografía simple de abdomen QD

FIGURA 11.12 Globo vesical. Se observa una gran masa que sobrepasa
el anillo pélvico. Corresponde a la vejiga repleta de contenido por retención
urinaria (agua) debida a hipertrofia prostática.

FICURA11.10 Hepatomegalia. Desplazamiento del ángulo derecho del


característicos de cada órgano, de m anera que si en la radio­
colon hacia abajo y del estómago hacia fuera. grafía se analizan los desplazam ientos que ocasionan, se
puede deducir su origen. Así;
• Las m asas de origen hepático producen un desplaza­
miento de la cámara gástrica hacia atrás y a la izquierda.
• Los tumores uterinos y ováricos desplazan la vejiga hacia
abajo, descendiendo la línea grasa vesical y rechazando
hacia atrás el gas rectal.
• U na m asa pancreática desplaza el estóm ago hacia de­
lante.

Un error frecuente en la lectura de la radiografía sim ple


de abdom en es interpretar el fondo gástrico con conteni­
do en su interior como una m asa de hipocondrio izquier­
do. Este «seudotum or gástrico» se localiza típicam ente
en el cuadrante superior izquierdo del abdom en y se
continúa con el gas del estómago (flg. 11.13).
FIGURA 11.11 Masa en riñón (angiomiolipoma). Se aprecia el aumento
de tamaño de la silueta renal izquierda y el borramiento de la línea grasa
del músculo psoas homolateral. LÍQ U ID O LIBRE INTRAPERITONEAL
El líquido libre intraperitoneal ofrece una im agen de den­
de las líneas grasas con las que están en contacto, mientras
sidad agua (fig. 11.14), cuya localización depende de la
que los procesos tum orales inicialm ente las desplazan y
cantidad presente en la cavidad peritoneal.
deforman, y luego las borran.
Las m asas abdom inales crecen hacia el espacio más • Inicialmente, el Kquido Hbre tiende a acumularse en las par­
libre, siguiendo unos «patrones de crecim iento» que son tes más bajas de los recesos peritoneales, generalmente en
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

• Conform e aum enta la cantidad de líquido se produce:


• D esplazam iento m edial del colon ascendente y des­
cendente.
• Borramiento del borde hepático.
• Desplazamiento del borde lateral del hígado.
• Si hay gran cantidad de líquido, como ocurre frecuente­
mente en pacientes con ascitis secundaria a descompen­
sación hidrópica, se observa:
• O pacificación difusa de todo el abdom en, con b o ­
rramiento generalizado de las líneas grasas.
• Abombam iento de las líneas grasas de los flancos.
• D esplazam iento m edial de las asas intestinales, que
«flotan» en el líquido.

FIGURA 11.13 Seudotumor gástrico. DISTRIBUCIÓ N DEL AIRE ABDOM INAL


Y SUS ALTERACIONES
En condiciones normales, en la radiografía simple de abdo­
m en se observa aire dentro del tracto gastrointestinal, desde
el estómago hasta la ampolla rectal. La visibilidad del tubo
digestivo es m ayor o m enor en función de la cantidad de
aire, líquido y heces que contenga.
Las alteraciones en la distribución del gas abdom inal
son de dos tipos:
• Distribución anómala del aire dentro del tracto gastroin­
testinal (intraluminal).
• P resencia de aire fuera de la luz gastrointestinal (ex-
traluminal).

Distribución anómala del aire en el tracto


gastrointestinal
La cantidad normal de aire intraluminal es m uy variable. En
niños, ancianos y enfermos encamados es frecuente encon­
trar abundante m eteorización intestinal sin que im plique
enfermedad. En estos casos, el calibre de las asas es normal
y en la radiografía de abdomen en bipedestación no aparecen
niveles hidroaéreos significativos (se considera norm al la
presencia de alguno, sobre todo en la fosa ilíaca derecha).
Las principales causas de distribución anormal del aire
intraluminal son las que se exponen a continuación.

Hernias
FIGURA 11.14 Ascitis. Se observa un borramiento difuso de las líneas Cualquier imagen aérea que sobrepase los límites de la ca­
grasas y un desplazamiento de las asas intestinales hacia el centro del vidad abdominal sugiere una hernia. Las más frecuentes son
abdomen. la inguinal, la um bilical y la del hiato esofágico.

la pelvis, las goteras parietocólicas y el espacio subhe- Dilatación gástrica


pático. Los hallazgos radiológicos son similares, inde­ Se visualiza abundante cantidad de gas en el estómago con
pendientemente de la naturaleza del líquido (trasudado, distensión de las paredes gástricas y, en la radiografía de
exudado, sangre o pus). abdom en en bipedestación, un gran nivel hidroaéreo en el
En esta fase, la radiografía simple de abdomen evidencia hipocondrio izquierdo. Entre sus causas destacan la gas-
un desplazam iento de las asas intestinales pélvicas. El troparesia, frecuente en diabéticos, y la obstrucción del tracto
líquido ocupa en primer lugar los recesos laterales y ori­ de salida del estómago (estenosis pilórica por úlcera péptica).
gina un aumento de densidad a ambos lados de la vejiga
(imagen «en orejas de perro», en la que la cabeza del perro Obstrucción intestinal
es la vejiga urinaria y las orejas los recesos paravesicales). Puede ser de origen mecánico (íleo obstructivo) o funcional
Posteriormente, el líquido se distribuye por toda la pelvis (íleo paralítico), y da lugar a imágenes radiológicas carac­
y da lugar a un aumento de densidad homogéneo. terísticas.
Capít ulo I 11 Radiografía simple de abdomen (j D

íleo obstructivo Cuando la obstrucción se localiza en el colon, los ha­


Entre las causas m ás frecuentes de obstrucción intestinal llazgos radiológicos dependen del grado de competencia
m ecánica destacan las adherencias secundarias a cirugía, de la válvula ileocecal. Si la válvula ileocecal es com ­
las hernias inguinales y el carcinom a de colon. petente, es decir, im pide el reflujo del contenido co-
Se caracteriza radiológicamente por: lónico al íleon term inal, se observa una dilatación de
colon proxim al a la obstrucción, sobre todo del c ie ­
• D ilatación de las asas intestinales proximales a la obs­ go, con escasa meteorización del intestino delgado (si el
trucción. Si esta es de intestino delgado, las asas dilata­ diámetro del ciego es m ayor de 9 cm debe considerarse
das (diámetro > 3 cm) son de localización central, y se preperforativo). En caso de incom petencia valvular hay
visualizan las válvulas conniventes. Si la obstrucción mayor dilatación del intestino delgado y menor dilata­
es del colon, la localización es periférica, siguiendo el ción cecal.
marco cólico, con evidencia de haustras. En las obstrucciones de colon muy distales se produce
• Disminución o incluso ausencia de gas en las asas intes­ un a d ilatació n de todo el m arco cólico que, cuando
tinales distales a la obstrucción, así como del contenido se acom paña de dilatación de asas de intestino delga­
fecal del colon. do, puede ser difícil de diferenciar del íleo paralítico
• Presencia de niveles hidroaéreos en las asas distendidas, (fig. 11.16). Para distinguir una y otra causa puede rea­
que son de ram a asim étrica en caso de peristaltism o lizarse:
de lucha, que dan lugar a un característico patrón «en • U na radiografía lateral de la pelvis, que perm ite de­
escalera» en el que se visualizan múltiples imágenes es­ term inar la existencia de gas o heces en el recto, si se
calonadas de niveles hidroaéreos. Estos niveles se apre­ trata de un fleo paralítico.
cian en las radiografías de abdom en realizadas en bi- • Un enem a baritado, que permite visualizar el origen,
pedestación o en decúbito lateral izquierdo con rayo obstructivo o no, de la dilatación del colon.
horizontal, pero no en la proyección A P en decúbito Cuando la obstrucción mecánica se debe a un vólvulo de
(figs. 11.15A y 11.15B). Cuando el aire queda atrapado ciego o de sigma, además de los hallazgos radiológicos
en el líquido intralum inal se produce una im agen de comentados, se detectan dos signos característicos, según
pequeñas burbujas aéreas denom inada «en co llar de el asa volvulada se llene de aire (signo del «grano de
cuentas». café») o de líquido (signo del «seudotumor»).

FIGURA 11.15 Obstrucción mecánica del intestino delgado por bridas. En la figura 11.15A se observa gran dilatación de asas de intestino delgado con
visualización de las válvulas conniventes. La radiografía de abdomen realizada en bipedestación (fig. 11.15B) muestra niveles hidroaéreos.
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

■ - X »
FIGURA 11.16 Obstrucción del intestino grueso por neoplasia de sigma.
Se observa dilatación del marco cólico hasta la pelvis.
i
FIGURA 1 1.17 Vólvulo de sigma. Se aprecia la característica imagen
«en grano de café». Obsérvese el ciego en su posición normal.

• El vólvulo de ciego se caracteriza por una dilatación


aérea del ciego localizada en el hemiabdomen superior • En ocasiones existen formas localizadas de fleo paralí­
izquierdo. tico secundarias a un proceso inflamatorio de vecindad
• El vólvulo de sigma se expresa radiológicamente co­ (cólico ren o u reteral, co lecistitis aguda, p an creatitis
mo una gran dilatación aérea del sigma, con pérdida aguda), que se conocen con el nombre de asa centinela.
de sus haustras, que da la im agen de un gran balón
gaseoso que asciende desde la fosa ilíaca izquierda Presencia de aire extraluminal
oblicuam ente hacia la derecha y puede llegar hasta el
área epigástrica y las proximidades del hemidiafragma La presencia de aire fuera del tracto gastrointestinal es siem­
derecho (fig. 11.17). pre patológica y, en general, indica una enfermedad grave.
El aire extraluminal puede estar libre en la cavidad pe­
íleo paralítico ritoneal (neumoperitoneo) o localizado en un área concreta
Las causas m ás frecuentes de íleo paralítico son el p o s­ del abdomen.
toperatorio de las intervenciones quirúrgicas abdominales,
la peritonitis, los trastornos hidroelectrolíticos y la isquemia Neumoperitoneo
mesentérica. H abitualm ente, la presencia de neum operitoneo es secun­
Se caracteriza radiológicamente (fig. 11.18) por: daria a la perforación de una viscera hueca, si bien carece
de significado patológico en el postoperatorio inmediato de
• Retención de gran cantidad de gas y líquido, tanto en el
cirugía abdominal y en enfermos sometidos a exploraciones
intestino delgado como en el colon, con asas uniform e­
laparoscópicas recientes.
m ente dilatadas, e incluso acom pañadas de distensión
Radiológicam ente se caracteriza por;
gástrica.
• En las radiografías de abdom en en bipedestación o en • En la radiografía de tórax en bipedestación se observa
deciíbito lateral con rayo horizontal se observa la presen­ una radiotransparencia en form a de m edia luna entre la
cia de niveles hidroaéreos generalizados, de ram a larga cúpula hepática o el fondo gástrico y el hem idiafragm a
y simétrica. correspondiente (fig. 11.19).
Capít ulo I 11 Radiografía simple de abdomen QD

FIGURA 11.18 Ileo paralítico posquirúrgico. Se observa dilatación del


intestino delgado (asas de disposición central con válvulas conniventes FIGURA 11.19 Neumoperitoneo. Radiografíaposteroanterior de tórax en
visibles) y del colon (asas de disposición periférica y con haustras). bipedestación, en la que se aprecia una imagen aérea en forma de semiluna
por debajo del hemidiafragma derecho y otra similar situada entre la cámara
• En la radiografía de abdomen realizada en decúbito late­ gástrica y el hemidiafragma izquierdo.
ral izquierdo con rayo horizontal se aprecia la presencia
de aire entre el hígado y la pared abdominal.
• E n la radiografía de abdom en en decúbito supino, el
neum operitoneo se m anifiesta por la visualización de
la pared externa de las asas intestinales, delim itada
p or el aire extralum inal (signo de «la doble pared»)
(fig. 1 1 .2 0 ), o del ligam ento falciform e cuando el gas
intestinal es muy abundante.

Ante cualquier paciente con dolor abdom inal agudo, la


radiografía sim ple de abdom en debe com plem entarse
con una radiografía PA de tórax en bipedestación. De
este m odo no pasaría inadvertida la presencia de neu­
m operitoneo ni una p osible afección torácica, que en
ocasiones se manifiesta con clínica abdominal (neumonía
basal, derram e pleural, etc.).

FIGURA 11.20 Neumoperitoneo. Radiografía de abdomen en decúbito


supino con rayo horizontal. Se observa el aire extraluminal que delimita
Presencia de aire en el interior de cavidades
parcialmente la pared externa del estómago.
y conductos
• L a presencia de aire en visceras, como la vesícula biliar
o la vejiga urinaria, indica fenóm enos inflam atorios
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

FIGURA 11.21 Aerobilia. Se observa cómo el aire dibuja la vía biliar


extrahepática y, parcialmente, la vía biliar intrahepática.

productores de gas (enfisematosos) o una fístula desde


una viscera hueca adyacente (bulbo duodenal, sigma), y
se observa la cavidad distendida con aire en su interior.
En la proyección en bipedestación o en decúbito lateral
se aprecia un nivel hidroaéreo por la concom itancia de
líquido inflamatorio purulento.
• Las im ágenes aéreas lineales sobre la silueta hepática
pueden corresponder a aire en los conductos biliares
(aerobilia) o en el sistem a portal. L a aerobilia puede
aparecer en pacientes con fístulas bilioentéricas, tras
intervenciones quirúrgicas biliodigestivas, después de
esfinterotomía o por incompetencia del esfínter de Oddi,
confluyendo el aire hacia el hilio hepático (fig. 1 1 .2 1 ). FIGURA 11.22 Absceso subhepátíco. Imagen característica «en miga de
La presencia de aire en el sistema portal suele ser más pan» situada entre el marco cólico y la silueta hepática.
divergente y periférica, puede aparecer com o conse­
cuencia de una isquem ia intestinal muy evolucionada y
se considera un signo de mal pronóstico. Presencia de gas en la pared intestinal
• Un absceso en la cavidad peritoneal suele ser secundario La existencia de gas dentro de la pared intestinal (neumatosis
a una com plicación posquirúrgica y se m anifiesta como intestinal) con frecuencia es un signo de infarto m esentérico
una im agen de seudom asa abdom inal que desplaza es­ en los ancianos, y puede aparecer concom itantem ente con
tructuras adyacentes y, en ocasiones, com o «en m iga gas en el sistema portal.
de pan» en su interior (fig. 11.22). U na localización
frecuente de estos abscesos son los espacios subfrénicos,
en cuyo caso es habitual observar una condensación
BIBLIO GRAFÍA RECOMENDADA
basal pulm onar concom itante acom pañada de derrame Chen M, Pope T, Ott D. Radiología básica. Madrid: McGraw-Hill; 2006.
pleural. Herring W. Radiología básica. Aspectos fundamentales. 2.” ed. Barcelona:
Elsevier; 2012.
Meyers MA. Dynamic radiology of the abdomen; normal and pathologic
Presencia de aire en visceras sólidas anatomy. 6.” ed. Barcelona: Springer; 2011.
La causa más frecuente de la presencia de aire en el interior Novelline RA. Fundamentos de radiología. Barcelona: Masson; 2000.
de visceras sólidas (hígado, bazo) y en el retroperitoneo son Pedrosa C. Diagnóstico por imagen. Abdomen. Madrid: Marbán; 2008.
Pretorius ES, Solomon JA. Radiología. Secretos. 2.* ed. Madrid: Elsevier;
los abscesos. En las primeras fases evolutivas se manifiestan
2006.
en las radiografías com o una im agen de m asa (densidad Raby N, Berman L, De Lacey G. Accident & Emergency radiology. A
agua) con un patrón m oteado por la presencia de gas en su survival guide. 2.” ed. Eiladefia: Elsevier Saunders; 2005.
interior (im agen «en m iga de pan» o «en esponja»), que
recuerda al de las heces, pero localizado por fuera del con­
torno del colon. Más tarde, el absceso puede transformarse
en la típica cavidad con un nivel hidroaéreo en su interior.
Capítulo 12

Ecografía
P. Seguí Azpilcueta, F. C ru z Villalón, A. Cano Sánchez, L. Jim énez Murillo y F.J. M ontero Pérez

IN TR O D U C C IÓ N • Los ultrasonidos no atraviesan el hueso ni el gas, por lo


que si el abdom en está m eteorizado la exploración no
L a eco g rafía sigue siendo la técn ica de im agen de cor­ se considera adecuada.
te seccional m ás frecuente. L a calidad de la im agen ha • El diagnóstico debe realizarse en «tiempo real», ya que
m ejorado de form a espectacular en los últim os años por las imágenes obtenidas son difícilm ente interpretables
la introducción de num erosos avances técnicos (im agen a posteriori por un nuevo observador. Esto supone una
arm ónica, com posición de im agen po r haces cruzados, desventaja con respecto a las imágenes de TC o RM, más
im ágenes panorám icas, m ejora en las técnicas D oppler, «objetivas» y reinterpretables en cualquier momento.
etc.), todos ellos de uso com ún en los ecógrafos de alta
gam a. E n los serv ic io s de u rg en c ias a c tu a les y en las
unidades de radiología de urgencias la ecografía convive Es im prescin dib le que la solicitud de ecografía vaya
con otras técnicas de im agen, com o la radiografía digital, acom pañada de una inform ación clínica com pleta, ya
la tom ografía com putarizada (TC), la resonancia m agné­ que diferentes procesos pueden presentarse con imágenes
tica (RM ), etc., y en ocasiones están poco definidas las similares.
indicaciones de unas u otras en función de la sospecha
diagnóstica.
Las ventajas de la ecografía con respecto a otras técnicas
IN DICACION ES
de im agen son, fundamentalmente, las siguientes: L a ecografía urgente está claramente indicada en el diagnós­
tico de los siguientes procesos:
• N o hay riesgos conocidos o contraindicaciones para
su uso. E sta característica tiene especial im portancia Sospecha de colecistitis aguda.
en grupos de pacientes con m ayor sensibilidad a las Sospecha de colestasis con signos de sepsis.
radiaciones ionizantes (niños, embarazadas) y en los que Estudio de la insuficiencia renal aguda o no conocida, pa­
han de someterse con m ucha frecuencia a exploraciones ra determinar su naturaleza obstructiva o no obstructiva.
de imagen. Sospecha de cólico renoureteral complicado.
• La resolución espacial es m ayor que la de otras téc­ Pielonefritis con m ala respuesta al tratamiento antibió­
nicas de im agen, com o la TC o la RM , si se estudian tico.
estructuras superficiales (lesiones de partes blandas, Diagnóstico del dolor agudo pélvico en la mujer.
músculo-tendinosas, estructuras vasculares periféricas, Estudio del síndrome escrotal agudo.
escroto, cuello, abdom en en pacientes delgados). Por el Sospecha de trombosis venosa profunda.
contrario, dism inuye su calidad diagnóstica en estudios Hay otras patologías, como la sospecha de apendicitis aguda
de abdom en de pacientes obesos. o la diverticulitis aguda, en las que la decisión sobre si se
• Las cualidades dinám icas de la ecografía son únicas, reahza una ecografía o una TC depende de la experiencia del
ya que perm iten estudiar en tiempo real el movimiento radiólogo y de los medios técnicos disponibles.
peristáltico, los movim ientos de músculos y tendones, Por últim o, existen otros procesos, com o la sospecha
el efecto de maniobras como la de Valsalva, etc. de perforación abdominal, la isquem ia intestinal y la pan­
• Permite una comunicación directa con el paciente, y la creatitis aguda, en los que la TC (o la angio-TC) se considera
inform ación que aporte durante la exploración (p. ej., el la técnica de elección y la ecografía tiene muy poca utilidad.
punto de m áxim o dolor) puede ser clave para dirigir o
interpretar los hallazgos.
• El Doppler permite detectar y cuantificar flujos. Como norma general, cuanto m ás difusa sea la patología
abdom inal, m ás útil es la TC; por el contrario, cuanto
L a ec o g rafía, adem ás de la p é rd id a de ca lid a d en los m ás localizado sea el cuadro abdom inal, m ás útil es la
pacientes obesos, tiene otros inconvenientes, com o los si­ ecografía.
guientes:

) 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 101


S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

URGENCIAS ABDOM INALES se visualiza la vesícula. Es un signo tan sensible y es­


pecífico que suele ser la clave para el diagnóstico. La
Colecistitis aguda com binación de litiasis y signo de M urphy ecográfico
L a ecografía es la técnica de im agen de prim era elección positivo tiene un valor predictivo positivo superior al
para el estudio de la patología de la vesícula biliar; sin em ­ 90%. Este signo puede faltar en pacientes diabéticos, en
bargo, no está exenta (en un porcentaje significativo) de los que tengan una pérdida de la sensibilidad al dolor o
falsos positivos y negativos, por lo que en caso de no ser en aquellos que hayan recibido tratamiento analgésico.
concluyente se debe realizar una gammagrafía. La ecografía Si la colecistitis se ha com plicado pueden detectarse
está indicada siempre que se sospeche colecistitis aguda y, en otros hallazgos ecográficos, como:
general, ante todo dolor agudo localizado en el hipocondrio
• C olecistitis evolucionada: líquido p ericolecístico en
derecho y que, por sus características clínicas o analíticas,
p eq u eñ a can tid ad o incluso co lecciones líq u id as de
requiera una prueba de im agen urgente (dolor prolongado,
m ayor tam año (abscesos) adyacentes a la vesícula en
defensa abdominal locahzada, afectación del estado general,
su cara libre o en el lecho hepático contiguo a ella. Con
fiebre, leucocitosis). El cólico biliar simple no es indicación
menor frecuencia se detecta líquido libre peritoneal por
de ecografía urgente.
peritonitis.
La colecistitis aguda puede ser litiásica (80-95% de los
• Colecistitis gangrenosa: pared engrosada de m anera he­
casos) o alitiásica.
terogénea o estriada, con irregularidades o proyecciones
Colecistitis aguda litiásica dentro de la luz.
• Colecistitis enfisematosa: gas intramural o intraluminal
Los hallazgos ecográficos son los siguientes (ñg. 12.1):
(focos ecogénicos con artefacto «en cola de com eta»,
• Litiasis intravesicular, a menudo im pactada en el cuello móviles, localizados en la zona no declive).
o en el conducto cístico. En ocasiones la litiasis puede
no detectarse, ya sea porque se trata de una microlitiasis Colecistitis aguda alitiásica
o porque está muy introducida en el conducto cístico, lo
Es m ucho m enos frecuente que la form a litiásica. Puede
que lleva a un falso diagnóstico de colecistitis alitiásica.
aparecer en situaciones de shock, sepsis, quemaduras graves
• Engrosamiento de la pared vesicular (> 3 mm). Aparece
y, en general, en los pacientes críticos. Las im ágenes eco-
en la m ayoría de los casos de colecistitis aguda, pero
gráficas son sim ilares a las ya descritas, pero sin litiasis;
no siempre. Por el contrario, existen otros procesos que
no obstante, este diagnóstico es m ás com plejo que el de
pueden producir un engrosamiento de la pared, como las
colecistitis litiásica, ya que los signos ecográficos pueden
hepatopatías agudas y crónicas, la insuficiencia cardíaca,
estar ausentes (signo de M urphy ecográfico invalorable) o
la ascitis, la pielonefritis aguda, etc., por lo que no es un
deberse a otras causas.
signo muy específico.
• Aumento de tamaño de la vesícula, con diámetro trans­
verso mayor de 4 cm. Este signo no está siempre presente. Colestasis
• Signo de M urphy ecográfico positivo. A um ento del
dolor localizado al presionar con la sonda el área donde La colestasis puede ser obstructiva, si la ecografía detecta
dilatación de las vías biliares intrahepáticas o extrahepáticas,
o no obstructiva, si en la ecografía la v ía biliar tiene un
calibre norm al. La ecografía debe realizarse con carácter
urgente solo si el paciente tiene signos de alarm a, com o
dolor, fiebre o leucocitosis, ya que la sepsis con dilatación
biliar puede requerir descompresión quirúrgica urgente. En
los demás casos, la ecografía se realiza de m anera electiva,
con el paciente en ayunas, para m ejorar la visualización de
la vesícula y la vía biliares.
• L a vía biliar extrahepática (conducto biliar com ún y
colédoco) se considera dilatada cuando su diámetro es
superior a 6 mm (fig. 12.2). Hay que tener en cuenta que
en pacientes ancianos o colecistectomizados, entre otros
casos, el diám etro del conducto biliar puede aum entar
sin ser patológico. En general, puede asum irse que un
conducto biliar extrahepático dilatado sin síntomas ni
datos analíticos acompañantes (dolor, sepsis, elevación
sérica de la bilirrubina directa o de las enzimas de coles­
tasis) es clínicamente irrelevante.
• Los conductos biliares in trahepáticos se consideran
dilatados si su diám etro es superior a 2 m m en la re ­
FIGURA 12.1 Colecistitis aguda litiásica. Vesícula con pared difusamente gión portal o superan el 50% del diám etro de la ram a
engrosada con litiasis en su interior. portal acom pañante. El signo ecográfico clásico es el
Capítulo I 12 Ecografía

colelitiasis com o causa de la pancreatitis, aunque este


conocimiento puede alcanzarse de m anera diferida.
• Isquem ia m esentérica. Todos los m étodos de im agen
pueden ser insensibles en esta patología, necesitando
un alto grado de sospecha clínica para su diagnóstico
precoz. La presencia de neumatosis intestinal o de gas en
las venas portales o mesentéricas son signos de isquemia
evolucionada, y son más evidentes con la TC. Otros signos
más precoces, aunque más inespecíficos, como el fleo, la
ausencia de captación de contraste en asas intestinales o
la hipercaptación mucosa, solo se detectan con la TC.
En los últimos años, con la aparición de rápidos equipos
de TC multidetector, se está generahzando el uso de la an-
gio-TC para evaluar directamente los vasos mesentéricos.
• O bstrucción intestinaL La ecografía puede detectar
la dilatación de las asas, pero no perm ite determ inar la
causa de la obstrucción. La m eteorización acompañante
en esta enfermedad puede deteriorar, en gran medida, la
calidad de la exploración.
FIGURA 12.2 Dilatación de la vía biliar extrahepática. Se observa un • Aneurisma de aorta abdominal. La ecografía detecta la
colédoco de calibre aumentado (10 mm). presencia del aneurisma (fig. 12.3), pero es menos eficaz
que la TC para detectar sus complicaciones, como rotura
o disección aneurism ática con hem atom a retroperito­
del «cañón de escopeta», en el que los túbulos portales neal, o signos de am enaza de rotura, como el sangrado
y biliares aparecen paralelos con similar calibre. En las intratrombo.
personas sanas, los túbulos biliares intrahepáticos no
son visibles o su diámetro es mucho m enor que el de las Apendicitis aguda
ramas portales.
L a ecografía ha dem ostrado una sensibilidad y especifici­
U na vez detectada -m ediante técnicas ecográñcas- la dila­
dad del 90% para el diagnóstico de apendicitis aguda no
tación biliar asociada con signos clínico-analíticos de coles- perforada, si bien solo suele estar indicada cuando haya
tasis, la ecografía permite establecer el grado de obstrucción duda diagnóstica después de la valoración clínica, los datos
(90%) y su causa (70%). El 90% de las obstrucciones biliares
de laboratorio y la radiografía simple de abdomen. Sin em ­
se originan en la porción distal de la vía biliar, y se deben a
bargo, algunos autores recomiendan realizar una prueba de
coledocolitiasis, carcinoma pancreático o pancreatitis. Por el
imagen antes de la intervención quirúrgica a pesar de que el
contrario, puede haber obstrucción biliar sin dilatación eco-
diagnóstico clínico sea claro, para evitar intervenciones qui­
gráfica visible de los conductos biliares, como puede ocurrir
rúrgicas innecesarias, sobre todo en patologías que simulan
en las colangitis ascendentes, las obstrucciones intermitentes
una apendicitis, como la adenitis mesentérica (generalmente
por litiasis y en la colangitis esclerosante.
en niños) o la patología anexial (en mujeres jóvenes).

Dolor abdominal difuso


En los pacientes con dolor abdom inal difuso que después
de la realización de las radiografías sim ples de abdom en
pertinentes según la sospecha clínica (v. cap. 1 1 ) requieran
un estudio de imagen añadido, la técnica de elección es la TC
multicorte. La ecografía puede ser diagnóstica en muchos
casos, pero la sensibilidad de la TC es mayor. Las aporta­
ciones de una y otra técnica en las afecciones abdominales
más frecuentes son las siguientes;
• Neumoperitoneo. La ecografía es prácticamente inútil
para su detección y la TC, en cambio, es muy sensible,
ya que perm ite detectar incluso alguna burbuja de gas
aislada.
• Pancreatitis aguda. A unque la ecografía puede detec­
tarla en algunos casos (lecho pancreático hipoecogénico
y aumentado), la TC realiza una evaluación mucho más
■s exacta del grado de necrosis de la glándula y de la pre­ FIGURA 12.3 Aneurisma de la aorta. Corte axial de un aneurisma fusi­
a sencia de colecciones peripancreáticas y abdominales. forme de aorta abdominal infrarrenal, de 5,5 cm de diámetro transverso,
L a principal utilidad de la ecografía es la detección de con extenso trombo mural y calcificación periférica.
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

complexión del paciente, la disponibihdad de cada técnica en


un determinado momento y la experiencia del radiólogo, que
pueden determinar la elección de la técnica. Los resultados
de la TC y la ecografía en estudios controlados son similares
para la detección de lesiones hepáticas o esplénicas y líquido
libre. Si se sospechan lesiones pancreáticas o intestinales y en
el caso de hem aturia macroscópica, es claramente superior
la TC, ya que los hem atom as perirrenales, las lesiones del
pedículo y algunas lesiones del parénquim a renal pueden
pasar inadvertidas con facilidad en la ecografía.
L a TC m ulticorte presenta ventajas globales sobre la
ecografía, dada la m ayor sensibilidad general para la d e­
tección de lesiones y la posibihdad de realizar en la m isma
exploración, en pacientes politraum atizados, el estudio de
otras zonas afectadas (cráneo, cuello, tórax).
En los últimos años se ha introducido la técnica FAST
(del inglés. Focused Abdominal Sonography fo r Trauma) para
la evaluación inicial del paciente con traumatismo abdominal
FIGURA 12.4 Apendicitis aguda. En la fosa ilíaca derecha se visualiza
un corte transversal de un apéndice aumentado de calibre (11 mm) y no
cerrado (v. cap. 193). Esta técnica tiene el objetivo de detectar
compresible. líquido intraperitoneal m ediante ecografía dirigida a unos
puntos concretos del abdomen, com o la fosa hepatorrenal,
el receso esplenorrenal, la región subxifoidea y la pelvis
El diagnóstico ecográfico (fig. 12.4) se basa en la visuali-
(figs. 12.5A, 12.5B y 12.5C).
zación de un asa ciega originada en la base cecal, engrosada
(diám etro > 6 mm ), no com presible y aperistáltica. Para
que la ecografía tenga buenos resultados debe realizarla un URGENCIAS RENOURETERALES
ecografista familiarizado con la valoración de esta patología;
Insuficiencia renal
en caso contrario, es m ejor recurrir a la TC.
Si se sospecha apendicitis perforada con form ación de A nte un fracaso ren al la eco g rafía desem peña un papel
plastrón y absceso, la ecografía - y en m ayor m edida la T C - importante, ya que, por un lado, es capaz de discernir entre
son las técnicas de elección para la detección y la valoración su origen obstructivo o no obstructivo, y por otro, puede
de la extensión del proceso, pero no para determ inar si el determ inar si se trata de una insuficiencia renal crónica o
origen del cuadro es o no apendicular, ya que en estos casos no. Por ello está indicada su reahzación con carácter urgente
el apéndice suele estar destruido o no es identificable entre cuando el conocimiento de estos datos es indispensable para
la m asa inflamatoria. el correcto manejo terapéutico del paciente.

Diverticulitis aguda Insuficiencia renal posrenal u obstructiva


En condiciones normales, la vía excretora no se detecta con
L a ecografía (realizada por un ecografista experto) y la TC los ultrasonidos. En los casos de patología obstructiva de la
tienen una eficacia similar tanto para la confirmación del diag­ vía renal, al dilatarse esta y llenarse de orina, pueden visuali­
nóstico como para la evaluación de la extensión del proceso, zarse los cálices, los infundíbulos y la pelvis renal (fig. 1 2 .6 ).
dato clave para determinar el tipo de tratamiento (médico o
quirúrgico) que se va a realizar. El diagnóstico ecográfico se
basa en la detección de un segmento intestinal con paredes
engrosadas, focos murales o extramurales de gas, aumento
de la ecogenicidad de la grasa adyacente, formación de plas­
trones y abscesos focales y detección de líquido entre las asas.

Traumatismo abdominal
E stá globalmente aceptada la necesidad de realizar pruebas
de imagen ante cualquier sospecha clínica de lesión intraab-
dom inal en el paciente traum ático e incluso, para algunos
autores, en todos los casos de politraumatismos importantes.
La elección entre la ecografía o la TC como primer m é­
todo diagnóstico ante un traum atism o abdom inal cerrado
depende fundamentalmente de la situación hemodinámica del
paciente. Si hay inestabilidad hem odinámica la ecografía es ^ . Ü
la técnica de primera elección por ser de ejecución más breve FIGURA 12.5A Líquido intraperitoneal. Se visualiza líquido entre la
y no requerir el desplazamiento del paciente a la sala de radio­ superficie posterior del hígado y el riñón derecho en el espacio peritoneal
logía. Asimismo, existen otros factores, como el estado y la de Morrison.
Capítulo I 12 Ecografía

E sta dilatación de las vías excretoras renales se denom ina


hidronefrosis, y su imagen ecográfica es característica:
• Múltiples «bolas» líquidas, anecoicas, situadas de m ane­
ra simétrica en la periferia del riñón (cálices), por debajo
de la corteza, que coalescen entre sí y hacia la pelvis
renal.
• Dilatación de la pelvis renal.
• Cuando se debe a litiasis pueden observarse, en el riñón o
en la pelvis, imágenes nodulares ecogénicas con sombra
posterior que representan a los cálculos.
Si la causa de la obstrucción se sitúa en el uréter, este podrá
verse también dilatado por encim a del nivel de la obstruc­
ción. Algunas lesiones obstructivas localizadas en la vejiga,
así como las localizadas en la próstata, pueden dilatar ambos
sistemas excretores.
FIGURA 12.5B Líquido intraperitoneal. Corte sagital a través de la
pelvis. Se visualiza líquido intraperitoneal entre el borde posterior del útero Insuficiencia renal aguda
y el recto, en el saco de Douglas.
En general, los riñones mantienen su tamaño y su estructura,
es decir, los riñones aparecen «normales» en la ecografía. En
ocasiones puede apreciarse un aumento de la ecogenicidad
del parénquima, sobre todo de la cortical, con un aumento de
la diferenciación entre la cortical y las pirámides medulares
(«pirámides marcadas»).

Insuficiencia renal crónica


L a afección renal suele ser bilateral. Los hallazgos eco-
gráficos son los siguientes:
• R iñones de pequeño tam año, excepto en la diabetes,
el m ielom a y la poliquistosis del adulto, en los que el
tam año renal puede ser norm al o estar discretam ente
disminuido, e incluso aumentado.
• Parénquim a renal adelgazado.
• E co g e n icid ad au m en tad a del p arén q u im a, con d is­
m inución de la diferenciación entre el seno renal y el
FIGURA 12.5C Líquido intraperitoneal. En un corte transversal en la parénquima.
pelvis se visualiza abundante líquido intraperitoneal separando las asas
intestinales.
Cólico renoureteral
L a realización de una ecografía urgente está indicada ante:
• Persistencia del dolor, a pesar de un correcto tratamiento
analgésico.
• Aparición de insuficiencia renal.
• Cuando la evolución del cuadro haga sospechar la exis­
tencia de complicaciones (obstrucción de la vía urinaria,
pionefrosis, sepsis).
En el cólico ren al puede d etectarse ecográficam ente un
grado m uy variable de dilatación pielocalicial y ureteral,
dependiendo del grado de obstrucción que la litiasis oca­
sione y del nivel en que se encuentre. Si la vía urinaria está
suficientemente dilatada, la litiasis puede localizarse en el
trayecto ureteral.

Nefropatía infecciosa
Pielonefritis aguda
I FIGURA 12.6 Hidronefrosis. Dilatación de cálices, infundíbulos y pelvis
g renal en un riñón con parénquima conservado. Se observan imágenes de E sta entidad se diagnostica habitualm ente por la clínica y
@ litiasis en la pelvis renal. los datos de laboratorio. La ecografía con carácter urgente
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

está indicada en pacientes con signos de sepsis o ante la


sospecha de obstrucción de la vía urinaria que im plique
cirugía urgente.
Los hallazgos ecográficos suelen ser bastante anodi­
nos, y el m áxim o interés de la técnica radica en descartar
complicaciones o alguna afección orgánica más grave. Por
lo general el riñón es ecográficam ente norm al, si bien en
ocasiones puede aparecer:
• Discreto aumento del tamaño renal.
• Edem a de la cortical, que puede evidenciarse más hipoe-
coica de lo habitual.
• D iscreta ectasia de la vía urinaria debido a hipotonía.

Nefritis bacteriana focal


Este proceso, secundario a una pielonefritis aguda con mala
evolución, cursa con signos de sepsis y afección inflamatoria
focal de la corteza renal. Se trata de una celuhtis que no llega
a formar un absceso. FIGURA 12.7 Pionefrosis. Riñón con dilatación de cálices, infundíbulos
y pelvis. Toda la vía dilatada está ocupada por un material denso, ecogénico,
La im agen ecográfica característica es la de una zona
que corresponde a pus.
heterogénea, habitualm ente hipoecoica pero sólida, en la
corteza renal.
Estos pacientes son subsidiarios de tratamiento médico
y la ecografía seriada puede ser útil para m onitorizar la res­ súbito, hem orragia vaginal o am enorrea y, en el 1 0 % de los
puesta terapéutica. casos, por shock hipovolém ico. Si bien una dism inución
del valor de hem atocrito y una prueba de gestación positiva
Absceso renal ayudan al diagnóstico, la técnica de elección para su confir­
Es un grado más avanzado de nefritis bacteriana focal y su m ación es la ecografía.
imagen ecográfica es similar a la de un absceso localizado en Los hallazgos ecográficos más relevantes son:
cualquier otra viscera abdominal. Suele abom bar la corteza • Utero discretamente aumentado de tamaño con un seudo-
y, en ocasiones, abrirse al espacio perirrenal y al retroperi- saco gestacional, sin evidencia de em brión intrauterino.
toneo, en cuyo caso se observa como una colección líquida • Ocupación Kquida del espacio de Douglas, generalmente
(anecoica) o heterogénea (con ecos en su interior) que rodea sangre, que puede observarse como una colección hipoe­
el riñón afectado. coica con zonas ecogénicas en su interior.
• Hemoperitoneo, cuando cursa con rotura de la trom pa y
Pionefrosis
hem orragia activa.
En los casos de uropatía obstructiva con sobreinfección, la • Uno de los dos anejos suele verse aumentado de tamaño
im agen ecográfica cambia, ya que el contenido de la vía ex­ y ecogénicam ente heterogéneo, com o corresponde al
cretora no es puramente líquido, sino que se hace ecogénico sangrado en su interior.
y presenta niveles de diferente densidad (fig. 12.7). Si hay
gas, este se m anifiesta como zonas ecogénicas con sombras La ecografía transvaginal puede detectar un saco gestacional
posteriores irregulares, reverberantes, con la clásica imagen ectópico e incluso un em brión vivo en el 46-71 % de los
«en cola de cometa». casos.

URGENCIAS G IN ECO LÓ G IC A S Rotura de quiste ovárico

L a ecografía desempeña un papel importante en el diagnós­ L a ro tu ra de un quiste de ovario causa dolor abdom inal
tico de las afecciones agudas de la pelvis femenina, sobre intenso y anemia. La ecografía puede detectar, de igual for­
todo después de la introducción de la ecografía transvaginal, m a que en el em barazo ectópico, líquido libre en el espacio
técnica de mayor precisión que la ecografía abdominal. de D ouglas o en la cavidad peritoneal. Sin em bargo, los
Está indicada la realización urgente de una ecografía hallazgos ecográficos descritos en los anejos no son tan sig­
ante la sospecha de em barazo ectópico, rotura de quiste nificativos, excepto cuando la hem orragia se produce dentro
ovárico, torsión ovárica, enfermedad pélvica inflam atoria o del propio quiste, en cuyo caso se visualiza como un anejo
la aparición de hem orragias durante el embarazo. muy aumentado de tamaño con una colección heterogénea
dependiente del sangrado (fig. 1 2 .8 ).

Embarazo ectópico
Torsión ovárica
El em barazo ectópico, implantación extrauterina del cigoto
(en el 98% de los casos en la trom pa de Falopio) se m ani­ Clínicam ente se m anifiesta com o un dolor abdom inal agu­
fiesta clínicamente por dolor pélvico o abdom inal de inicio do, generalm ente intenso, que obliga a una intervención
Capítulo I 12 Ecografía

AFECCION ES ESCROTALES AGUDAS


L a ecografía es la técnica de elección en el síndrome escrotal
agudo siempre que existan dudas clínicas.

Torsión testicular
Los hallazgos ecográficos son los siguientes:
• En su fase inicial:
• Edem a testicular. El testículo afectado está discreta­
mente aumentado de tamaño y es más hipoecoico que
el contralateral.
• A usencia de flujo dentro del testículo afectado. Es
el signo diagnóstico m ás concluyente. Para valorar
ad ecuadam ente el testículo afectado es necesario
visualizar, con D oppler color o Pow er-D oppler, la
vascularización del testículo sano, ajustando los pa­
rám etros correctos. D espués, y sin m odificar estos
FIGURA 12.8 Folículo hemorrágico. Se visualiza un ovario de tamaño parámetros, se valora la vascularización del lado do­
aumentado por la presencia en su interior de un quiste con contenido he­ loroso. Si la ecografía Doppler no detecta el flujo en el
terogéneo (sangrado). testículo sano (puede ocurrir en niños muy pequeños),
la exploración ecográfica puede ser invalorable, y está
indicado el estudio por m edicina nuclear.
quirúrgica urgente para in ten tar evitar el infarto hem o- • E n fases tardías, el testículo infartado dism inuye su
rrágico del ovario y la peritonitis. L a m ayoría de las veces tamaño, es más ecogénico y se evidencia claramente el
se produce en un ovario con una m asa neoplásica (general­ flujo peritesticular.
m ente benigna) o un quiste, aunque tam bién puede ocurrir
en ovarios norm ales. En este contexto clínico, la ecogra­ Orquiepididimitis
fía suele ser la prim era prueba realizada, y debe tenerse Los hallazgos habituales incluyen:
siem pre presente la posibilidad de una torsión de ovario
cuando se descubre una m asa ovárica en una paciente con • Aum ento de tam año del epidídim o y en ocasiones del
un abdom en agudo. testículo, con ecogenicidad dism inuida y a veces, sobre
Los hallazgos ecográficos son variables dependiendo del todo en el epidídimo, heterogénea.
grado de compromiso vascular y de la existencia o no de una • E l estudio con im agen D o p p ler co lo r d em u estra un
masa anexial previa. Entre ellos destacan: aum ento o stensible de la v ascularización en la zona
afectada, más evidente cuando se com para con el tes­
• Aumento de tam año ovárico unilateral ( > 4 cm). Es el tículo contralateral.
hallazgo más constante.
• Presencia de m últiples folículos uniform es, alineados
en la periferia del ovario aum entado de tam año. E sta
Abscesos
característica puede observarse también en el ovario poh- En los casos evolucionados pueden form arse abscesos in-
quístico, pero en este caso es bilateral y no se acompaña tratesticulares que se muestran como colecciones hipoecoi-
de dolor. cas, discretamente heterogéneas, con lím ites relativamente
• Líquido libre en el fondo de saco. definidos respecto al resto del testículo. En la imagen con
• M asa anexial sólida o quística (en más del 70% de los D oppler color se observa ausencia de flujo sanguíneo en
casos). su interior. En ocasiones, los abscesos pueden abrirse es­
• En el Doppler color puede detectarse una ausencia de flu­ pontáneamente a la bolsa escrotal, dando lugar a un piocele.
jo, aunque más de la mitad de las pacientes tienen un flujo
normal.
Traumatismos testiculares
Cursan ecográficamente con:
Enfermedad pélvica inflamatoria
• Aumento del tamaño testicular, con ecogenicidad hetero­
Clínicamente se m anifiesta con dolor pélvico, fiebre, leuco­ génea y zonas anecoicas que corresponden a hematomas
rrea y leucocitosis. En la ecografía suele aparecer líq u i­ o roturas.
do en el espacio de D ouglas y entre el útero y los anejos, • Si hay líquido libre en la bolsa escrotal (hematocele), se
«borrando» las diferentes estructuras que engloba. Si hay visualiza hipoecoico o mixto, dependiendo del momento
endometritis puede aparecer una colección líquida en la ca­ en que se realice el estudio.
vidad endometrial. Otras veces pueden visuahzarse abscesos • En casos de avulsión del pedículo, el estudio con Dop­
tuboováricos en form a de colecciones líquidas anexiales de pler color no evidencia flujo sanguíneo en el interior del
m orfología tubular o serpiginosa. testículo.
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

FIGURA 12.9A Vena femoral normal. Se visualiza


un corte axial de la arteria y vena femorales (izquierda).
Con una ligera compresión con el transductor (derecha)
la vena femoral se colapsa y sólo queda visible la arteria.

X V
- 3 -

FIGURA 12.9B Trombosis de vena poplítea. Corte


axial de la vena y la arteria poplíteas(izquierda,
la vena
es la estructura más superficial). Con la compresión con
el transductor (derecha) no se consigue disminuir el
calibre de la vena, indicativo de trombosis completa. El
trombo es ya ligeramente ecogénico.

TROM BOSIS VENOSA PROFUNDA con obstrucción de la vía urinaria. La disfunción de los tras­
plantes hepáticos tam bién suele evaluarse con ecografía.
L a ecografía es la técnica de imagen de elección ante la sos­ A lgunas lesiones agudas tendinosas o musculares pueden
pecha de trombosis venosa profunda, tanto de los miembros requerir un estudio ecográñco urgente. En niños, la ecografía
inferiores como de los superiores. El diagnóstico se basa en es muy útil para confirmar o descartar la sospecha clínica de
el hecho de que las venas normales no trombosadas son com­ invaginación intestinal o de estenosis pilórica. Muchas otras
presibles con una ligera o m oderada presión del transductor situaciones, im posibles de enum erar en esta obra, pueden
(fig. 12.9A). Las venas trombosadas muestran una pérdida de beneficiarse de una evaluación ecográfica.
su compresibilidad, que puede ser parcial o completa, según
la trombosis sea parcial o total, respectivamente (fig. 12.9B).
Por otro lado, el aspecto ecográfico de la vena trombosada BIBLIO GRAFÍA RECOMENDADA
varía según el tiempo transcurrido desde el inicio del proceso
(anecoicas y aumentadas de calibre en la fase aguda; hipere- Aganovic L, Cassidy F. Imaging o f the scrotum. Radiol Clin N Am
2012;50:1145-65.
coicas y disminuidas de calibre en las trombosis crónicas). El Avery LL, Scheinfeld MH. Imaging of penile and scrotal emergencies.
D oppler y el Doppler color pueden ayudar en casos dudosos RadioGraphics 2013;33:721-40.
o complejos, pero el diagnóstico puede hacerse en la mayoría Chan L, Shin LK, Pai RK. Pathologic continuum of acute appendicitis:
de los casos solo con la ecografía bidimensional. sonographic findings and clinical management implications. Ultrasound
Q 2011;27:71-9.
Cogley JR, ÓConnor SC, Houshyar R. Emergent pediatric US: what every
OTRAS PATOLOGÍAS URGENTES radiologist should know. RadioGraphics 2012;32:651-65.
Hamper UM, Dejong MR, Scoutt LM. Ultrasound evaluation of the lower
L a ecografía es la técnica de elección en muchas otras p a­ extremity veins. Radiol Clin North Am 2007;45:525-47.
tologías que, en ocasiones, pueden tener carácter urgente. Kiewiet JJ, Leeuwenburgh MM, Bipat S. A systematic review and meta­
L a evaluación inicial de las disfunciones de los trasplantes analysis of diagnostic performance of imaging in acute cholecystitis.
^ Radiology 2012;264:708-20.
renales suele reahzarse con ecografía, aunque generalmente ÓConnor OJ, Maher NM. Imaging of cholecystitis. Am J Roentgenol
de form a electiva, a menos que se sospeche patología vas­ 2011;196:367-74.
cular aguda, com o la trom bosis de la vena renal, o sepsis Rumack CM. Diagnostic Ultrasound. 4.‘
ed. Philadelphia: Elsevier; 2011.
Capítulo 13

Tomografía computarizada
craneal
M. Ramos G óm ez, F. Bravo Rodríguez, F. Delgado Acosta, L. Jim énez M urillo,
E. Roidán Romero y F.J. Montero Pérez

IN TR O D U C C IÓ N que desplaza el parénquim a cerebral adyacente y provoca


un importante efecto de masa, sobre todo cuando el hem a­
La aparición de la tom ografía com putarizada (TC) supuso tom a se localiza en el vértex o en el lóbulo temporal. Los
una auténtica revolución en el campo del radiodiagnóstico, hem atom as epidurales de la fosa posterior (fig. 13.3), que
sobre todo en patología cerebral, pues permitió por prim era representan el 4-13% del total de estas lesiones, se asocian
vez visualizar de forma directa las estructuras intracraneales. generalmente con fractura occipital.
Hoy día, en la mayoría de los centros, la TC de cráneo
sigue siendo la técnica inicial de elección para pacientes Hematoma subdural
con un síndrom e neurológico agudo (a excepción de los Se produce en el espacio existente entre la duramadre y la
síndrom es com presivos m edulares), debido a su eficacia aracnoides. Suele ser hom olateral al lugar del traumatismo,
diagnóstica, rapidez de ejecución y coste relativamente bajo. aunque en un 33% de los casos es contralateral (lesión por
En las figuras 13.lA a 13.ID se observan las estructuras contragolpe). Puede ser agudo, subagudo o crónico:
anatómicas que pueden reconocerse en la TC craneal.
• El hem atom a subdural agudo se m uestra en la TC como
una lesión hiperdensa, «en luna decreciente o m enguan­
IN DICACIO N ES Y VALORACIÓN te», con su lím ite interno cóncavo. Tiene un importante
La realización de una TC craneal con carácter urgente está efecto de m asa incluso cuando es de pequeño tamaño
indicada ante todo paciente en el que se sospeche o que (fig. 13.4).
presente alguno de los siguientes procesos: • L os h em ato m as su b d u rales su b ag u d o y cró n ico se
aprecian en la TC com o lesiones de m enor densidad
• Traumatismo craneoencefálico (TCE) de alto riesgo: dis­ que el agudo y pueden tener la m ism a densidad que el
minución del estado de conciencia, signos de focalidad parénquim a cerebral normal (isodenso) (fig. 13.5).
neurológica, lesión craneal penetrante o fractura con
hundimiento palpable. L a concavidad o convexidad del lím ite interno de la lesión
Accidente cerebrovascular (ACV). diferencia el hem atom a subdural del epidural, respectiva­
Estatus epiléptico. mente (v. figs. 13.2 y 13.4).
Com a de causa no filiada.
Enclavamiento o hipertensión intracraneal. Hemorragia subaracnoidea
Hemorragia subaracnoidea. El TCE es la causa más frecuente de hemorragia subaracnoi­
Meningitis, como exploración previa a la punción lum ­ dea. Esta lesión, cuando es de origen traumático, se acom ­
bar, si se sospecha una lesión intracraneal con efecto paña con frecuencia de hem atom a subdural o contusión
compresivo. cerebral. Las im ágenes en la TC son idénticas a las de la
hem orragia subaracnoidea no traumática, que se comentan
más adelante.
TRAUMATISMO CRAN EO EN CEFÁLICO
Lesiones extraaxiales Lesiones intraaxiales

Hematoma epidural Contusión


Se produce en el espacio potencial existente entre la tabla L a contusión cerebral es una laceración parenquimatosa con
interna del cráneo y la duramadre. La im agen en la TC es hem orragia, que puede ser por impacto directo o por con­
de una lesión hiperdensa, lenticular o biconvexa (fig. 13.2) tragolpe. Las lesiones se detectan en la TC como imágenes

) 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 109


(ñ ^ S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

F IG U R A 13.1 A-D TC de cráneo sin contraste: anatomía normal. Estructuras anatómicas que se pueden identificar en la TC craneal: 1) IV ventrículo;
2) asta temporal; 3) III ventrículo; 4) ventrículo lateral; 5) cisura de Silvio; 6) asta frontal; 7) hemisferio cerebeloso; 8) vermis cerebeloso; 9) mesencéfa-
lo; 10) tálamo; 11) núcleo caudado; 12) núcleo lenticular; 13) cápsula interna; 14) cuerpo calloso; 15) sustancia blanca; 16) protuberancia; 17) pineal;
18) lóbulo frontal; 19) lóbulo temporal; 20) lóbulo occipital; 21) lóbulo parietal; 22) circunvoluciones cerebrales; 23) quiasma óptico; 24) cisura interhe­
misférica. R(right): lado derecho; L (left); lado izquierdo.

de alta densidad (ñg. 13.6), localizadas generalmente en la Tanto la contusión como el hem atom a intraparenquim a­
corteza o en las zonas de unión córtico-subcortical. toso pueden aum entar de tam año durante el período pos-
traumático.
Hematoma intraparenquimatoso
El hem atom a parenquimatoso secundario a TCE puede ser Infarto cerebral
su única expresión o asociarse a otras lesiones. Frecuente­ El infarto cerebral puede aparecer inmediatam ente después
m ente son múltiples. En la TC se detectan com o zonas de del traum atism o producido por lesión directa de los vasos
hiperdensidad, con o sin efecto de masa, según su tamaño y intracraneales o en una fase más tardía, como consecuencia
la rapidez de instauración (ñg. 13.7). de la lesión de los vasos extracraneales con em bolización
Capítulo I 13 Tomografía computarizada craneal G K)

FIG U R A 13.2 Hematoma epidural. Lesión hiperdensa derecha, lenticular,


de límite interno convexo, que desplaza las estructuras de la línea media
F IG U R A 13.5 Hematoma subdural subagudo. Lesión isodensa respecto
(hemiación subfalciana) y obliteración prácticamente completa del sistema
al parénquima cerebral que evidencia en su porción anterior una zona
ventricular homolateral.
hiperdensa. Está separada del parénquima cerebral normal por los espacios
subaracnoideos muy aumentados (en negro). Ejerce un importante efecto
de masa (desplazamiento de la línea media). Presencia de sangre en el asta
occipital contralateral (derecha).

F IG U R A 13.3 Hematoma epidural en fase de resolución. Lesión hiper­


densa izquierda situada en la fosa posterior, de límite interno convexo, con
reabsorción parcial de la sangre.
F IG U R A 13.6 Focos contusivos hemorrágicos. Múltiples lesiones de
pequeño tamaño y alta densidad en la región cortical y en la unión córtico-
subcortical.

8
F IG U R A 13.4 Hematoma subdural agudo. Lesión hiperdensa derecha en
forma de semiluna con límite interno cóncavo, que ejerce un importante
efecto de masa como evidencia el gran desplazamiento de las estructuras F IG U R A 13.7 Hematoma intraparenquimatoso. Lesión hemorrágica
de la línea media. (alta densidad) temporal izquierda con edema y moderado efecto de masa.
GiE) S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

F IG U R A 13.10 Edema cerebral. Hematoma traumático temporal dere­


F IC U RA 13.8 Lesión axonal difusa. TC de cráneo realizada una semana
cho con lesión hipodensa periférica (edema) e importante efecto de masa.
después del ingreso, de características normales.
Hidrocefalia contralateral y hemiación del uncus.

m asa de las lesiones cerebrales, y cuando es generalizado,


una obliteración parcial o total de los surcos y las cisternas
de la base, lo cual implica un pronóstico grave.

ACCIDEN TE CEREBROVASCULAR
Infarto isquémico
La TC convencional sin contraste tiene importantes limitacio­
nes para el diagnóstico de la isquemia y el infarto cerebrales.
• L a isquemia cerebral sin infarto no se visualiza en la
TC, por lo que resulta de poca ayuda en pacientes con
accidentes isquémicos transitorios o con déficits neuro-
lógicos isquémicos reversibles.
F IG U R A 13.9 Lesión axonal difusa. Resonancia magnética realizada • En el infarto hiperagudo (primeras 24 h) y en \a&fa ses
24 h después de la TC, en el paciente anterior, en la que se observa imagen tem pranas del infarto agudo la sensibilidad de la TC
hiperintensa en el cuerpo calloso. es lim itada para la detección precoz de las lesiones; de
hecho, solo el 50% de los infartos se aprecian en las
distal secundaria. En la TC las imágenes son idénticas a las primeras 48 h.
del infarto cerebral no traumático. • E n el infarto agudo (fig. 13.11) los únicos hallazgos,
cuando aparecen, son una pérdida de la diferenciación
Lesión axonal difusa entre la sustancia blanca y la sustancia gris, con dis-
Es la lesión más frecuente en los TCE cerrados graves. Está
producida por mecanismos de aceleración y desaceleración
bruscos, que originan una discontinuidad de las zonas de
unión entre la sustancia blanca y la sustancia gris. La rotura
axonal en estas áreas origina hem orragias petequiales y
edem a cerebral difuso con com presión de las cisternas y los
ventrículos. Puede asociarse a hem orragia subaracnoidea
y a lesiones en el cuerpo calloso. Hay que tener en cuenta
esta entidad en pacientes en com a traum ático cuando la
TC craneal es normal (fig. 13.8) o se observan lesiones tan
poco evidentes que no justifican la alteración del estado
de conciencia. En estos casos el diagnóstico se realiza por
resonancia m agnética (fig. 13.9).

Edema cerebral
Todas las lesiones descritas pueden asociarse con edem a
cerebral (fig. 13.10). Este aparece en la TC como una dis­ F IG U R A 13.11 Infarto agudo. Disminución de densidad en el hemisferio
m inución de densidad de las zonas en las que se asienta; cerebral izquierdo. Borramiento de los surcos y pérdida de la diferenciación
cuando es localizado ocasiona un aum ento del efecto de entre la sustancia blanca y la sustancia gris.
Capítulo I 13 Tomografía computarizada craneal GiD
minución de los surcos cerebrales y cierto efecto de masa sea hemorrágica, que haya alteraciones estructurales o como
sobre el sistema ventricular en el caso de infartos profun­ requisito previo para la anticoagulación.
dos. Estos hallazgos son reflejo de un edema vasogénico, En la actualidad, la introducción del concepto de que
que se inicia inmediatam ente después de la isquem ia y «el tiem po es cerebro» ha posibilitado la creación, en d e­
es reversible de restaurarse la circulación. term inados hospitales, de unidades de ictus que permiten,
• En el infarto subagudo (durante la prim era semana) las cuando está indicado, la realizació n de fibrinolisis para
lesiones son más evidentes en la TC. Se manifiesta como permeabiHzar los vasos sanguíneos y disminuir el tamaño del
un área hipodensa que abarca tanto la sustancia blanca tejido cerebral afectado por el infarto. El tiempo transcurrido
com o la sustancia gris del territorio vascular afectado desde el inicio del episodio ictal es esencial, pues hoy día se
(figs. 13.12 y 13.13), con signos de edem a cerebral y acepta realizar fibrinolisis intravenosa cuando este tiempo es
efecto de masa, que alcanzan su m áxima expresión entre inferior a las 4,5 h, mientras que la fibrinolisis intraarterial
el tercer y el quinto día del episodio agudo, aunque en (en caso de oclusión de grandes vasos) puede extenderse más
grandes infartos pueden progresar durante las primeras allá en el tiempo en función del territorio vascular afectado.
dos semanas. Los nuevos equipos de TC multidetector permiten la rea­
lización de estudios de perfusión cerebral. Esta exploración
D ebido a estas circunstancias, la indicación de TC co n ­
valora los cam bios de densidad del parénquim a cerebral,
vencional con carácter urgente en los ACV presumiblemente
proporcionando el cálculo de determ inados parám etros,
isquémicos se establece, más que para diagnosticar un infar­
como el volumen de perfusión cerebral, el tiempo de tránsito
to cerebral agudo o hiperagudo, para descartar que la lesión
medio y el flujo sanguíneo cerebral. De esta forma, puede
conocerse la zona del parénquim a cerebral infartada (no
recuperable) y la que está en penumbra (zona limítrofe rever­
sible); es decir, identifica el territorio cerebral en riesgo que
se beneficiaría potencialm ente de una terapia trombolítica.
Asimismo, la TC multimodal, que com bina estudios sin
contraste (fig. 13.14), estudios de perfusión (fig. 13.15) y
angiografía por TC (fig. 13.16), proporciona la información
necesaria para identificar de form a rápida y eficaz aquellos
casos que se beneficiarían de tratam iento antitrom bótico
intravenoso o intravascular.

F IG U R A 13.12 Infarto subagudo. Imagen a las 72 h de instaurarse el


episodio ictal. Se observa una disminución global de la densidad del hemis­
ferio izquierdo. Borramiento de la cisura de Silvio.

&
8
u F IG U R A 13.13 Infarto subagudo de una semana de evolución en el
territorio de la arteria cerebral media derecha. La disminución de densidad
g es mayor que en los casos anteriores. Ya existe efecto de masa como refleja F IG U R A 13.14 TC de cráneo sin contraste: infarto establecido de la
@ el desplazamiento de las estructuras de la línea media. arteria cerebral media derecha.
(ñ ^ S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

F IG U R A 13.17 Hemorragia intraparenquimatosa espontánea. Se observa


un gran hematoma intraparenquimatoso abierto al sistema ventricular, con
importante efecto de masa.

ESTATUS EPILEPTICO
Debe realizarse TC craneal urgente a cualquier paciente con
estatus epiléptico de causa no conocida una vez yugulado el
proceso convulsivo.

COM A DE CAUSA NO FILIADA


F IG U R A 13.1 5 Estudio de perfusión cerebral por TC: defecto de perfu­
En los pacientes que presentan una alteración del estado de
sión completo en la misma localización.
conciencia sin causa justificada está indicada la realización
de TC craneal con carácter urgente. De este modo se des­
cartan procesos estructurales cerebrales o, si esta exploración
es negativa, se puede realizar la punción lumbar.

SOSPECHA DE ENCLAVAMIENTO
/■
k En general debe realizarse TC de cráneo urgente ante la sos­
pecha de enclavamiento cerebral, tanto si la presentación del

r
cuadro es brusca como si tiene lugar en pacientes con lesión
intracraneal conocida (sobre todo cuando se localiza en el
lóbulo temporal y en la fosa posterior). La TC evidencia un
desplazamiento de estructuras que sobrepasan la línea media
y una obliteración de las cisternas de la base (fig. 13.18).

F IG U R A 13.16 Angio-TC intracraneal: oclusión de la arteria cerebral


SOSPECHA DE HEMORRAGIA
media derecha en su origen. SUBARACNOIDEA NO TRAUMÁTICA
La hem orragia subaracnoidea se aprecia en la TC como una
hiperdensidad que rellena las cisternas basales, la cisura
Hemorragia intraparenquimatosa interhemisférica, la cisura silviana y los surcos intracraneales
espontánea (fig. 13.19). Si bien estas alteraciones aparecen hasta en el
90% de los casos, una TC normal no excluye el diagnóstico,
A dem ás del origen traum ático ya descrito, la hem orragia lo que requiere una punción lumbar.
parenquimatosa puede deberse a otras múltiples causas, entre
las cuales la más frecuente es la hipertensión arterial, y su
ANTES DE LA PUN CIÓ N LUMBAR
localización habitual, el putamen y el tálamo.
Si bien la TC permite detectar hematomas de pocos miK- L a TC no está in d icad a de m anera sistem ática antes de
metros de diámetro, habitualmente se manifiesta como una realizar un a punción lum bar en la sospecha de m eningi­
gran lesión hiperdensa que comprime las estructuras vecinas tis o m eningoencefalitis. Sólo estaría indicada cuando se
y que de manera frecuente se extiende al sistema ventricular sospecha un a lesión in tracraneal con efecto com presivo
(fig. 13.17). (absceso, tum or) que co n train d iq u e la p u nción lum bar.
Capítulo I 13 Tomografía computarizada craneal Q iD

FIG U RA 13.18 Se aprecia una gran masa frontal derecha calcificada,


con importante edema perilesional y desplazamiento de las estructuras de
la línea media. FIGU RA 13.20 Meningitis tuberculosa. Aumento de densidad de las cis­
ternas de la base. La imagen es similar a la de la hemorragia subaracnoidea,
aunque de menor densidad.

No obstante, y en estas circunstancias, si no se dispone de


TC y no hay signos clínicos de hipertensión intracraneal, la
punción lum bar no debe diferirse cuando la dem ora pueda
ensombrecer el pronóstico del paciente.
En la m eningitis, la TC suele ser norm al, a excepción
de algunos tipos etiológicos (tuberculosis, brucelosis), en
los que puede observarse ocupación de las cisternas de la
base (fig. 13.20).

BIBLIO GRAFÍA RECOMENDADA


Fox JC, Irwin Z. Emergency and critical care imaging. Emerg Med Clin
North Am 2008;26:787-812.
Romero JM, Schaefer P, Ellen Grant P, Becerra L, González G. Diffusion
FIGURA 13.19 Hemorragia subaracnoidea espontánea. Se observa MR imaging of acute ischemic stroke. Neuroimaging Clin North Am
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s
a
Capítulo 14

Resonancia magnética
A. Cano Sánchez, E. Roldán Romero, F. Bravo Rodríguez, M. Ramos G óm ez,
S. Espejo Pérez y L. Jim énez M urillo

IN TR O D U C C IÓ N m édula norm al aparece con una intensidad de señal inter­


media, claramente diferenciada del color negro (hipointensa)
El aum ento de la disponibilidad en los centros sanitarios de del líquido cefalorraquídeo (LCR) que la rodea. Por el con­
equipos de resonancia m agnética (RM) está permitiendo un trario, en im ágenes potenciadas en T2, el LCR se muestra
m ayor uso de la m ism a con carácter urgente. En la actua­ blanco (marcadamente hiperintenso), mientras que la m édu­
lidad, el papel más importante de esta técnica en el ámbito la es hipointensa (ñg. 14.1). En los estudios de la cabeza es
de la m edicina de urgencias y em ergencias es el diagnós­ posible establecer, además de la intensidad de la señal ca­
tico de la afección raquim edular aguda y, en determinados racterística del LCR, una clara diferencia entre la sustancia
casos, de patología intracraneal. El médico de urgencias debe blanca (hiperintensa en T I, hipointensa en T2) y la sustancia
conocer los conceptos básicos de las imágenes por RM , sus gris (hipointensa en T I, hiperintensa en T2). En ocasiones
indicaciones, ventajas y limitaciones, y estar familiarizado es interesante el uso de contraste paramagnético (gadolinio),
con las imágenes más características de los procesos pato­ que cuando es captado por los tejidos patológicos produce
lógicos urgentes que puedan diagnosticarse m ediante esta un aumento de la intensidad de señal en imágenes potencia­
exploración. das en T I . Las imágenes obtenidas con técnicas STIR son muy
La RM es la única técnica de im agen que perm ite una sensibles para detectar patología ósea, ya que suprime la in­
visualización directa de la m édula, no es invasiva y tiene tensidad de señal de la m édula ósea grasa y facilita la iden­
una excelente capacidad de resolución de contraste, y pro­ tificación de lesiones como áreas hiperintensas.
porciona un exquisito detalle anatómico del cordón medular Independientemente del origen de las lesiones cerebrales
en toda su longitud y en cualquier plano del espacio debido y medulares, estas se caracterizan, en general, por presen­
a su capacidad multiplanar. A simismo, tiene una alta sen­ tar en las im ágenes potenciadas en T2 un aum ento de la
sibilidad para la detección de patología cerebral aguda, ya intensidad de señal en el área patológica en relación con
que puede determinar su presencia, topografía y extensión. la menor intensidad de la señal del tejido sano. En las imáge­
La RM está absolutamente contraindicada en pacientes nes potenciadas en T I las lesiones pueden ser discretamente
portadores de marcapasos no compatibles con RM, u objetos hipointensas o pasar inadvertidas, pues la intensidad de la
metálicos ferromagnéticos, y de form a relativa en enfermos señal no se altera significativamente.
claustrofóbicos o agitados.

AFECCION ES MEDULARES
CON CEPTO S BÁSICOS EN
H ay una serie de procesos m edulares con sintom atología
LA RESONANCIA M AGNÉTICA
neurológica aguda que requieren un diagnóstico inmediato,
En la RM las distintas estructuras anatómicas muestran una ya que la lesión puede ser reversible con tratam iento p re­
intensidad de señal (representada en una gam a de grises coz, y un retraso podría ocasionar un déficit neurológico
desde el negro hasta el blanco) muy variable en función de irreversible.
los parámetros técnicos utilizados para obtener la imagen, Las causas que pueden originar un déficit neurológico
de modo que un mismo tejido puede verse más blanco o más m edular brusco incluyen: los traumatismos vertebrales, las
negro (hiperintenso o hipointenso) según el tipo de técnica mielitis, las lesiones vasculares y las com presiones m edu­
em pleada. B ásicam ente existen dos tipos de im ágenes en lares extrínsecas de origen tumoral o inflamatorio. En todas
RM ; las denom inadas im ágenes potenciadas en T I y las ellas el método de im agen de elección es la RM.
potenciadas en T2, que perm iten una valoración diferente El papel de la RM urgente en la m ielopatía aguda es
de la relajación de los hidrogeniones de los tejidos (origen de prim ordialm ente establecer si se trata de una m ielopatía
la señal eléctrica que da lugar a la imagen). com presiva o no, ya que en el prim er caso está indicado
Una exploración mediante RM debe incluir secuencias realizar descompresión quirúrgica urgente para evitar que el
de imágenes potenciadas en T I y T2, y en los planos sagital, daño m edular sea irreversible. Las compresiones tumorales
axial y coronal. En las secuencias potenciadas en T I, la pueden ser tratadas con radioterapia.
116 © 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos
Capítulo I 14 Resonancia magnética Q iD

FIGURA 14.1 Columna normal. Imágenes potenciadas


en TI (A) y en T2 (B) de la columna cervical en el plano
sagital medio. La médula cervical está claramente delimi­
tada por el LCR, que aparece negro en TI y blanco en T2.

FIGURA 14.2 Mielitis transversa aguda. Imagen potenciada en T2 de la columna dorsal en el plano axial. La médula presenta una lesión central
hiperintensa (A). Compárese con la intensidad de señal normal de la médula (B) en un nivel no afectado.

Mielitis transversa aguda de un segmento medular, generalmente cervical (fig. 14.3).


Estas lesiones pueden realzarse o no después de la adm inis­
Se caracteriza por la aparición aguda o subaguda de un tración de un contraste.
cuadro clínico inespecífico de lesión m edular transversa, En la form a «seudotum oral» de la esclerosis m últiple
que afecta sobre todo a la m édula dorsal, con paraplejía o se p roduce un a gran lesió n con im p o rtan te edem a que.
paraparesia, nivel sensitivo e incontinencia de esfínteres,
debido a una lesión medular no compresiva, y en ausencia de
otras enfermedades neurológicas asociadas. Con frecuencia
este cuadro está precedido de un proceso infeccioso, ge­
neralm ente viral o posvacunal, que ocasiona, m ediante un
mecanismo inmunoalérgico, una lesión neurológica medular
con desm ielinización y exudado inflamatorio, a veces con
focos hem orrágicos y mielomalacia. Sin embargo, en más
del 50% de los pacientes la causa es desconocida y hasta
en el 25% de los casos representa un prim er episodio de
esclerosis múltiple.
La RM puede ser norm al, sobre todo en estadios pre­
coces de la enferm edad. Cuando existen alteraciones, en
las secuencias de imagen potenciadas en T2 habitualmente
se observa una lesión hiperintensa fusiforme intramedular,
generalm ente no expansiva, que puede realzarse después
de la adm inistración de contraste paramagnético (fig. 14.2).
Cuando el paciente se recupera, la m édula aparece normal.
L a persistencia de los hallazgos en controles evolutivos
parece estar en relación con una m ala recuperación clínica
del paciente; cuando esta es pobre o incompleta, suele pro­
ducirse atrofia medular.

I Esclerosis múltiple
FIGURA 14.3 Esclerosis múltiple. Imágenes potenciadas en T2 de la
5 Si la m ielitis transversa aguda se debe a un prim er brote columna cervical en el plano sagital medio. A la altura del cuerpo vertebral
de esclerosis m últiple suelen aparecer pequeñas lesiones de C5se visualiza una lesión intramedular hiperintensa que corresponde a
@ hiperintensas en T2, de m orfología oval, que afectan a más una placa de desmielinización.
Qís) S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

focalmente, aum enta de tamaño la médula, y que se realza


después de la administración de gadolinio, de modo que pue­
de confundirse con procesos expansivos intramedulares. Si se
trata de una esclerosis múltiple, el ensanchamiento y el realce
medular deben disminuir en el plazo de 3 meses; si no es así o
progresan los cambios debe sospecharse una neoplasia. La rea­
lización de una RM de cráneo ayuda a establecer el diagnós­
tico de esclerosis múltiple si en las imágenes potenciadas en
T2 se detectan las características lesiones hiperintensas en la
sustancia blanca periventricular, yuxtacortical o infratentorial.

Mielopatía vascular
L a arteria espinal anterior proporciona el 70% del aporte
vascular a la médula, irrigando sus dos tercios anteriores. El
tercio posterior está irrigado por la arteria espinal posterior.
A m bos sistem as arteriales form an una red anastom ótica
desde la que penetran, en sentido perpendicular a la médula,
las arterias perforantes. Al contrario de lo que ocurre en el
cerebro, el infarto m edular es infrecuente, ya que el sistema
colateral perm ite un adecuado flujo vascular.

Infarto medular FIGURA 14.4 Infarto medular. Imagen potenciada en T2. La médula se
delimita mal debido a que el infarto produce una hiperintensidad medular
L a m ay o ría de los in farto s m edulares se p roducen por generalizada, lo que hace que sus límites se confundan con la alta intensidad
oclusión de la arteria espinal anterior debido a enfermedad de señal normal del LCR que la rodea (compárese con la fig. 14. IB).
arteriosclerótica generalizada. Otras causas son la disección
aórtica, la vasculitis, la hipotensión y el abuso de cocaína.
L a localización más com ún es la región dorsolumbar, y es
infrecuente la afección cervical. CKnicamente se caracteriza
por paraparesia o tetraparesia flácida brusca, arreflexia y
pérdida sensitiva disociada si, como ocurre habitualmente,
el infarto afecta a los dos tercios anteriores de la médula.
L a RM convencional durante las prim eras horas del
infarto m edular puede ser norm al. P osteriorm ente, en el
50% de los casos se detecta en las secuencias en T2 una hi-
perintensidad intramedular central o anterior en el territorio
infartado (fig. 14.4). Actualmente, las modernas técnicas de
difusión perm iten detectar la zona infartada en los primeros
m inutos después del cuadro. A veces, en fases más tardías,
el edem a secundario puede dar lugar a un ensanchamiento
medular. Después de la administración de contraste no suele
producirse realce en el estadio precoz del infarto, pero sí a
los pocos días o semanas. En ocasiones es posible detectar
infartos en los cuerpos vertebrales, signo de confirmación
del diagnóstico de infarto medular.

Malformación vascular
L a m ayoría de las malformaciones vasculares de la m édula
espinal son malformaciones y fístulas arteriovenosas. M ien­ FIGURA 14.5 Malformación vascular. Imágenes potenciadas en T2.
tras que las prim eras tienen un verdadero nido de vasos Rodeando la médula dorsal se observan múltiples estructuras redondeadas
patológicos entre las arterias nutricias y las venas de drenaje, y tubulares con vacío de señal en su interior, que representan los vasos de
las fístulas drenan directamente en lagos venosos colectores la malformación vascular.
ensanchados. E xisten distintos tipos y clasificaciones de
estas malform aciones. L a presencia de una m alform ación Traumatismo raquimedular
v ascular espinal puede m anifestarse por isquem ia, com ­
presión m edular o hemorragia. Los accidentes de tráfico son la causa más habitual de los
La RM es el procedim iento inicial de elección, ya que traum atism os de la colum na vertebral. L os lugares m ás
permite el diagnóstico de la malformación al mostrar los vasos frecuentes de lesión son la colum na cervical y la transición
perimedulares dilatados, que se observan como imágenes tubu­ dorsolumbar. El m ecanism o lesional suele ser la flexión o
lares serpiginosas con «vacío de señal» en su interior (fig. 14.5). extensión forzadas de la columna, a veces asociada a fractu­
Capítulo I 14 Resonancia magnética O ID

FIGURA 14.6 Fractura-luxación vertebral. Imagen potenciada en TI en el plano sagital (A) y potenciada en T2 en el plano axial (B). Se observa un
aplastamiento traumático del cuerpo vertebral de Cy, con desplazamiento posterior que invade el canal raquídeo y produce una importante compresión
de la médula (A). Posterior a la médula se observa una banda hiperintensa que corresponde a un pequeño hematoma postraumático. En la imagen B se
aprecia una línea hiperintensa de fractura del cuerpo vertebral, así como fractura de las dos láminas vertebrales con desplazamiento hacia delante del arco
neural posterior y compresión medular.

ras de las vértebras y lesiones ligamentosas. El shock espinal La hernia discal postraum ática se produce inm ediata­
origina parálisis flácida, anestesia y pérdida de la actividad m ente después de un «latigazo» (combinación de flexión y
refleja por debajo de la lesión. extensión) o pocos días o semanas después del traumatismo
La TC es útil para la valoración de las fracturas y luxa­ (fig. 14.7). En ocasiones se asocia a un hem atom a subliga-
ciones. La RM muestra la alineación de las estructuras óseas mentario o epidural.
en cualquier plano del espacio y la situación de los discos Los desgarros durales, con o sin arrancam iento rad i­
intervertebrales y de los ligamentos, de forma que cualquier cular, son otra de las com plicaciones de los traum atismos
causa de com presión m edular se evidencia claramente.
Lo&fragm entos óseos subluxados o desplazados pueden
deñnirse en la RM, dem ostrándose la afectación del canal
raquídeo y la com presión medular. En el plano sagital se
tiene una visión perfecta de la alineación de los cuerpos
vertebrales, que perm ite identificar los desplazam ientos
(fig. 14.6). En este plano es posible establecer la indem ­
nidad de tres líneas longitudinales paralelas de la columna
vertebral; las líneas de unión de los márgenes anteriores y
posteriores de los cuerpos vertebrales y la línea de unión de
las lám inas con el margen anterior de la apófisis espinosa
(línea espinolaminar).
Independientemente de la presencia o ausencia de frac­
turas, puede existir afección neurológica postraum ática se­
cundaria a lesiones medulares, hematomas extramedulares,
hernias y arrancamientos radiculares.
La RM permite identificar las lesiones medulares, dife­
renciando la contusión de la hem orragia intramedular. Los
pacientes con contusiones medulares extensas tienen menor
probabilidad de recuperar las funciones motoras, sobre todo
si se acompañan de sangrado intramedular.
El hematoma intrarraquídeo extram edular se produce
habitualmente por rotura de las venas del espacio epidural
después de un traum atism o grave. L a lesión epidural es FIGURA 14.7 Hernia discal postraumática. Imágenes potenciadas en
fácil de ver en la RM como una imagen hiperintensa y bien T2. Se observa un acuñamiento del cuerpo vertebral de Tg con edema óseo
delim itada en T I (fig. 14.6A). U na actuación quirúrgica traumático, así como una hernia discal en el espacio Tg-Tg que produce una
rápida evita que se establezca un daño m edular permanente compresión de la médula. Es interesante observar un nodulo de Schmorl
secundario a la compresión. prominente en el platillo superior del cuerpo vertebral de Tiq.
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

graves. La RM dem uestra este tipo de lesiones al detectar


colecciones de LCR en el lugar donde se ha producido la
avulsión de las raíces raquídeas.
El papel fundamental de las técnicas de imagen diagnós­
ticas es realizar una evaluación precisa de la localización
y la extensión de la lesión, con el ñ n de clasificarla como
intrarraquídea o extrarraquídea, preganglionar o posganglio-
nar, ya que de ello dependen el pronóstico y el tratamiento
quirúrgico del paciente.

Compresión medular no traumática


U na de las causas m ás frecuentes de síndrom e m edular
agudo o subagudo es la com presión m edular, asociada o
no a un síndrome radicular. L a RM perm ite determ inar la
causa; metástasis, abscesos, hernias discales y hematomas.

Metástasis óseas
L a com presión m edular de origen neoplásico más frecuente
es la originada por metástasis óseas secundarias a neoplasias
de pulmón, mama, próstata, tracto gastrointestinal, linfomas H-». - «ú
o mielomas.
FIGURA 14.8 Linfoma. Imagen potenciada en TI con contraste pa-
La RM identifica fácilm ente las m etástasis óseas y la
ramagnético. Se visualiza una masa que capta contraste de localización
com presión m edular. A unque en radiografías sim ples el prevertebral y paravertebral (más en el lado derecho). La masa se extiende
hallazgo más frecuente es la afección de los pedículos verte­ dentro del canal raquídeo y causa marcada deformidad y compresión de la
brales, las lesiones metastásicas se asientan inicialmente en médula, que aparece desplazada en la porción anterior del canal raquídeo
la cara posterior del cuerpo vertebral y luego se extienden a con una intensidad de señal baja (*).
los pedículos, comportándose como una masa intrarraquídea
epidural. Las metástasis óseas se muestran como lesiones que
interrumpen la línea negra de la corteza ósea, extendiéndose
com o una m asa de partes blandas hacia el canal raquídeo
y los espacios paraespinales. Después de la administración
de contraste se realzan las lesiones, de modo que se puede
delim itar m ejor su com ponente extraóseo (fig. 14.8).

Abscesos epidurales
El 80% de los abscesos epidurales se asocian con una discitis
u osteomielitis vertebral, generalmente por Staphylococcus
aureus, a partir de una diseminación hem atógena de un foco
cutáneo, pulm onar o urinario.
La RM muestra una obliteración de la grasa epidural y del
LCR, con compresión de la médula espinal por una masa de
partes blandas extradural producida por la colección inflama­
toria. Frecuentemente, la extensión de la lesión es mayor que la
de los cuerpos vertebrales infectados. Después de la adminis­
tración de contraste se comprueba un realce de la colección
y, con ello, una m ejor definición de su extensión (fig. 14.9).

Hematoma epidural
El desarrollo de un hem atom a epidural en el canal raquídeo
puede producirse de m anera espontánea o por trastornos de
la coagulación, rotura de una malformación vascular o des­ FIGURA 14.9 Absceso epidural. Imagen potenciada en TI con con­
pués de un traumatismo raquídeo. traste paramagnético. Se observa una colección hipercaptante en el es­
pacio epidural anterior C3-C5, correspondiente a un absceso que produce
La RM establece el diagnóstico y la localización exacta
compresión medular. También se observa un componente prevertebral del
del hem atom a epidural en todos los casos si tiene caracterís­
absceso desde C2-C3hasta C5-C6.
ticas de intensidad de señal de sangre. Estas son variables en
función del tiempo de evolución del hematoma. En la fase
aguda, el hem atom a aparece, en las imágenes potenciadas
en T I, isointenso o discretamente hiperintenso respecto a la
intensidad de señal de la m édula espinal, e hiperintenso en
Capítulo I 14 Resonancia magnética QE)

FIGURA 14.10 Hematoma epidural espontáneo. Imagen potenciada en FIGURA 14.11 Artritis reumatoide. Imagen potenciada en TI. Marcada
TI. Colección epidural posterior bien delimitada, de intensidad de señal deformidad de la lordosis cervical con afección generalizada de los espacios
heterogénea, discretamente hiperintensa, que se extiende desde C 2-C3hasta intervertebrales, subluxación C4-C5y disminución del calibre del canal
C7y produce una marcada compresión medular. raquídeo con compresión medular.

T2 (fig. 14.10). Más tarde, los hematomas son hiperintensos Traumatismo craneoencefálico
tanto en T I como en T2.
L a RM está indicada en los traumatismos craneoencefálicos
con TC norm al, siempre que se sospeche clínicam ente un
Otras mielopatías daño neurológico. Así, en los casos de lesión axonal difusa
Si bien la artritis reumatoide es un proceso osteoarticular (lesión por cizallamiento), la RM evidencia lesiones m últi­
inflamatorio crónico con exacerbaciones agudas de carácter ples y bilaterales, hiperintensas en T2, localizadas caracterís­
em inentem ente m édico, en ocasiones pueden producirse ticam ente en la interfaz sustancia gris-blanca o en el cuerpo
diferentes tipos de subluxaciones atloaxoideas que originan calloso (fig. 14.12), y además resulta útil para su pronóstico,
síntomas y signos de com presión m edular aguda. La mie- sobre todo cuando se em plean secuencias especiales para la
lopatía se produce habitualm ente por com presión m edular obtención de las imágenes, como FLAIR, eco de gradiente e
entre la apófisis odontoides y el arco posterior del atlas des­ imágenes en difusión, que perm iten determinar la presencia
plazado anteriormente. La RM evidencia una posible com ­ de pequeños sangrados, edem a y áreas de isquemia.
presión de la médula debida a la presencia de subluxaciones,
l.O O S iO l NO C
de tejido inflam atorio alrededor de la apófisis odontoides
^ + 0 .0
(pannus periodontal) (fig. 14.11), etc. ^ +0,0
La mielopatía en pacientes con sida puede ocurrir por
infección por el virus de la irmiunodeficiencia humana (VIH)
o por una variedad de infecciones bacterianas y virales (cito-
megalovirus, herpes, micobacterias, etc.). La infección viral,
en general, produce un aumento inespecífico de la intensidad
de la señal en las imágenes potenciadas en T2, sin efecto de
masa significativo.

AFECCION ES CEREBRALES
La RM suele ser más sensible que la TC para la detección de
afecciones intracraneales, pero no siempre está disponible,
requiere unos tiem pos de exploración largos y un mínimo
de colaboración por parte del paciente, por lo que la TC es
la técnica más utilizada, y habitualmente suficiente, para el FIGURA 14.12 Lesión axonal. Imagen potenciada en TI del cráneo en
manejo en urgencias de los pacientes con neuropatías agudas el plano sagital medio. Se visualiza la afección del cuerpo calloso en su
de origen central. porción central, localización característica de lesión axonal.
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

Accidente cerebrovascular isquémico


En los accidentes cerebrovasculares, las técnicas de neuroi-
magen habituales (TC y RM convencional) tienen una buena
sensibilidad para detectar lesiones a partir de las 24 h de la
instauración del cuadro cKnico. Sin embargo, las secuencias
de R M potenciadas en difusión perm iten detectar lesiones a
los pocos minutos de producirse el ictus, con una sensibilidad
y especificidad cercanas al 100% (fig. 14.13). Esto se debe
a que muestran las áreas de edem a citotóxico, que aparece
más precozm ente que el edem a vasogénico (detectado en
las secuencias convencionales). Por otro lado, los estudios
de perfusión traducen el flujo y el volumen sanguíneo cere­
brales, detectando el área total de isquem ia y delim itando
las áreas bien perfundidas de las hipoperfundidas.
Los estudios de difusión informan acerca del tejido infar­
tado (no viable) y los de perfusión tanto del tejido infartado
como del isquémico, de modo que la diferencia entre ambas
áreas delimita el área de penum bra isquém ica viable y po­
tencialmente recuperable con tratamiento de reperfusión ur­
gente (ñbrinolisis intravenosa o técnicas intravasculares). Si
no se detectan áreas de penum bra isquémica potencialmente
viables, el tratamiento de reperfusión no es efectivo. Por el
contrario, un área hipoperfundida sin lesiones establecidas
en los estudios en difusión es subsidiaria de tratam iento
trombolítico. FIGURA 14.13 Infarto agudo protuberancia!. Imagen de RM en difusión.
La angio-RM se puede utilizar para determ inar la loca­ Se observa una pequeña lesión redondeada hiperintensa en la protuberancia
lización del trom bo si se va a realizar una trom bectom ía, izquierda, pocas horas después de presentar el paciente un déficit neurológi-
pero es una técnica lenta y m uy sensible al movimiento, por co agudo. La exploración con TC y RM convencional habían sido normales.
lo que actualmente en los ictus agudos están más indicados
estudios de TC-perfusión cerebral y angio-TC, debido a su del trombo (habitualmente en los senos venosos) como del
m ayor disponibilidad y a que requieren un m enor tiem po parénquima secundariamente afectado. El trombo es visible
para su realización. con técnicas convencionales, como una pérdida del «vacío
de señal» existente en condiciones normales en los vasos,
y con la angio-R M , com o un defecto de repleción en los
Trombosis venosa cerebral
vasos trombosados. Los infartos venosos secundarios a la
L a enferm edad venooclusiva cerebral puede ser difícil de trom bosis producen edem a de intensidad variable y focos
diagnosticar con la TC, mientras que la RM es muy sensible hemorrágicos no confluentes, localizados característicamen­
para su detección, tanto en lo referente a la visualización te en la unión corticom edular (ñg. 14.14).

FIGURA 1 4 .1 4 Trombosis venosa. Angio-RM venosa (A) con técnica 3D tras la administración de contraste paramagnético (visión anteroposterior
oblicua). Se observa una oclusión del seno transverso izquierdo, mientras que se comprueba la permeabihdad de los senos transverso derecho y longitudinal
superior. Imagen de RM potenciada en T2 (B) en la que se visualiza el infarto temporal posterior izquierdo secundario a la trombosis venosa.
Capítulo I 14 Resonancia magnética

Otros trem ia. Cuando afecta a la protuberancia (m ielinólisis


central pontina), la RM en T2 revela una lesión hiperin-
La RM tiene mayor sensibilidad y especificidad que la TC tensa en esta localización.
en determ inadas situaciones, com o las que se exponen a • Embarazo: encefalopatía eclámpsica, apoplejía hipoñ-
continuación;
saria y abdom en agudo (sobre todo para el diagnóstico
• Infecciones intracraneales agudas: encefalitis por el de apendicitis cuando la ecografía no es concluyente).
virus del herpes simple, abscesos piógenos, empiemas
subdurales. BIBLIO GRAFÍA RECOMENDADA
• Coma de instauración brusca de etiología desconocida:
Goldman SM, Wagner LK. Imaging of traumatic and non-traumatic emer-
infartos de fosa posterior, anoxia cerebral, etc. gencies-one approach. JBR-BTR 2010;93:45-55.
• Encefalopatía hipertensiva. Se detectan focos edem a­ Missiroli C, Singh AK. Nontraumatic emergencies of abdominal aorta.
tosos, a veces hem orrágicos, de localización cortical y Semin Ultrasound CT MR 2008;29:369-77.
subcortical, a m enudo occipitales, en la cápsula interna Schouten R, Albert T, Kwon BK. The spine-injured patient: initial assess­
ment and emergency treatment. J Am Acad Orthop Surg 2012;20:336-46.
y en los ganglios de la base. Sheerin F, Collison K, Quaghebeur G. Magnetic resonance imaging of
• Mielinólisis osmótica, enfermedad asociada al alcoholis­ acute intramedullary myelopathy: radiological differential diagnosis for
mo crónico o a la recuperación rápida de una hipona- the on-call radiologist. Clin Radiol 2009;64:84-94.


s
a
Capítulo 15

Medicina nuclear
F.M. G onzález G arcía, J.A. Vallejo Casas, L. Jim énez M urillo, C . Pacheco Capote,
J. M artínez Fernández y FJ. M ontero Pérez

IN TR O D U C C IÓ N GAMMAGRAFÍA DE VENTILACIÓN /
L a m edicina nuclear se basa en la adm inistración intrave­ PERFUSIÓN
nosa de radiofárm acos (radioisótopo + fárm aco), que se • Indicación. A ctualm ente está indicada cuando no es
distribuyen por el organismo hasta localizarse en su órgano posible o aconsejable realizar una angio-TC, bien por
diana específico, y donde pueden detectarse m ediante una insuficiencia renal, em barazo o alergia a los contrastes
gammacámara. Las imágenes obtenidas reflejan el m etabo­ yodados.
lismo de un órgano o sistema (imagen funcional) y su dis­ • F u n d am en to. Se ad m in istra p o r v ía in h a lato ria un
tribución espacial (imagen anatómica). Pueden ser: estáticas seudogas (Technegas) o un m icroaerosol, m arcados
(planar o rastreos), secuenciales (estudios dinámicos), tomo- con q^g gg distribuye de form a hom ogénea por
gráficas (tom ografía com putarizada por em isión de fotón todo el espacio alveolar y perm ite obtener las imágenes
único [SPECT]) y, actualmente, imágenes multimodalidad de ventilación (anterior, posterior, oblicuas posteriores
SPECT/TC (híbrido de SPECT y tomografía computarizada izquierda y derecha, y oblicuas anteriores izquierda y
[TC]). derecha). Después, se adm inistra una dosis de macroa-
A l tratarse de im ágenes funcionales es necesario es­ gregados de albúm ina marcados con y realiza
perar un tiempo entre la adm inistración del radioisótopo y el estudio de perfusión pulmonar, obteniendo imágenes
la obtención de la imagen. Durante este período el radiofár- en las m ism as proyecciones. D eben v alorarse todos
m aco alcanza su órgano diana (fase vascular) e interacciona los segmentos pulmonares, detectando la existencia de
específicam ente con él (fase de captación), m om ento en concordancia o discordancia entre la ventilación y la
el que se obtienen las im ágenes y com ienza a elim inarse, perfusión.
fundamentalmente por vía urinaria o hepática. • H allazgos norm ales. En los pacientes sanos, la dis­
Con carácter general, no existen contraindicaciones ab­ tribución tanto de la ventilación com o de la perfusión
solutas en las exploraciones urgentes, ya que si la indicación es hom ogénea en am bos pulm ones (fig. 15.1). En los
es correcta, el balance riesgo-beneficio siem pre es m uy pacientes con EPO C, la distribución de am bos radio-
favorable. Como contraindicaciones relativas se encuentran trazadores es heterogénea, con m últiples defectos de
el em barazo y la alergia conocida al radiofárm aco (casos ventilación que coinciden generalm ente (no siempre)
excepcionales). con defectos de perfusión (concordancia ventilación/
perfusión).
IN DICACION ES URGENTES • H allazgos patológicos. L a sem iología típica consiste
DE LA M EDICIN A NUCLEAR en una ventilación normal en zonas sin perfusión en la
imagen de perfusión pulmonar (discordancia ventilación/
Las indicaciones principales y los tipos de exploraciones
perfusión).
nucleares urgentes que deben realizarse son las siguientes:
• Interpretación. Es imprescindible disponer de una ra­
• Tromboembolia pulm onar (TEP): gam magrafía de ven­ diografía de tórax reciente ( < 1 2 h) y de buena calidad
tilación/perfusión pulmonar. técnica. La estimación es la siguiente:
• H em orragia digestiva: gam m agrafía abdom inal con • P rob abilid ad baja: es im probable que el cuadro
coloides o hematíes marcados. clínico se deba fundamentalmente a una TEP.
• Colecistitis aguda: gam magrafía hepatobiliar. • Probabilidad alta: es probable que la TEP justifique
• Insuficiencia renal aguda: renogram a isotópico. la m ayor parte del cuadro clínico.
• Infarto agudo de miocardio: gam magrafía de perfusión • Probabilidad interm edia: no puede descartarse la
m iocárdica basal y después del esfuerzo. TEP del diagnóstico diferencial. Es im prescindible
• Síndrom e escrotal agudo: gam m agrafía de perfusión la realización, cuando sea posible, de una angio-TC
escrotal. para confirmar el diagnóstico.

124 ) 2015. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos


Capítulo I 15 Medicina nuclear

I I

if t
FIGURA 15.1 Estudio normal de perfusión pulmonar (A) y ventilación (B).

GAMMAGRAFÍA ABDOM INAL hem orrágico y sin criterios de indicación quirúrgica


CON C O LO ID ES urgente.
• Fundamento. Se administran hematíes autógenos mar­
• Indicación. Paciente con cuadro de hemorragia gastroin­ cados con qyg inyectados circulan por el
testinal activa y grave, sin localización del punto hemo- lecho vascular y permanecen en él hasta finaUzar el estudio.
rrágico y con criterios de indicación quirúrgica urgente. Permiten una exploración prolongada del paciente, aunque
• Fundam ento. Se adm inistran por vía intravenosa dosis para detectar la hemorragia es necesario un sangrado mayor.
consecutivas de sulfuro coloidal marcado con 99mxc. Una • Hallazgos norm ales. Después de la administración, se
vez inyectadas, circulan por el lecho vascular, hasta ser visualiza en el abdom en el paso del trazador, prim ero
retiradas progresivamente por el sistema reticuloendo- por el sistema arterial y después por el venoso, con acu­
telial. La desaparición del lecho vascular es rápida y se mulación en los grandes vasos venosos abdominales, el
visualiza fácilmente cualquier extravasación abdominal. hígado y el bazo.
• H allazgos norm ales. D espués de cada dosis puede • Hallazgos patológicos. Se detecta un foco hipercaptan­
verse el paso del trazador en el abdom en, prim ero por te extravascular en el abdom en (extravasación a la luz
el sistema arterial y después por el venoso, con rápida intestinal), que suele progresar por el tubo gastrointes­
desaparición de su actividad y acumulación en el bazo, tinal (ñg. 15.2), a veces m uy rápidam ente y en ambas
el hígado y la m édula ósea. direcciones (anterógrada y retrógrada).
• Hallazgos patológicos. Se detecta un foco hipercaptante • Interpretación. Es idéntica a la gam m agrafía con co­
extravascular en el abdomen (extravasación a la luz intes­ loides.
tinal), que suele progresar por el tubo gastrointestinal, a
veces muy rápidamente y en ambas direcciones (anteró-
grada y retrógrada). GAMMAGRAFÍA HEPATOBILIAR
• Interpretación. M ediante esta técnica raramente puede • Indicación. Paciente con alta sospecha clínica de cole­
identificarse anatómicamente el punto sangrante; sin em­ cistitis aguda con estudio ecográfico dudoso o negativo.
bargo, permite establecer las siguientes aproximaciones Tiene el inconveniente de que las condiciones óptimas
diagnósticas: de realización implican un ayuno de menos de 12-24 h.
• Ausencia de hemorragia abdominal: el estudio con­ • Fundam ento. Se adm inistran por vía intravenosa de­
cluye, pero no se consiguen evidencias de hemorragia. rivados del ácido im inodiacético (IDA) m arcados con
• P resencia de h em orragia abdom inal: evidencia 99mTc (generalm ente BrIDA). Este es captado por los
de hem orragia activa y sus localizaciones probables hepatocitos y secretado al árbol biliar, alcanzando pri­
(intestino delgado, colon derecho, colon izquierdo). m ero los conductos hepáticos (derecho e izquierdo) y
& luego el colédoco hasta llegar al duodeno. Cuando el
8 esfínter de Oddi se encuentra cerrado el trazador pasa
GAMMAGRAFÍA ABDOM INAL
por el conducto cístico hasta rellenar la vesícula biliar.
CON HEMATÍES M ARCADOS

s Si esta no se visualiza a los 60 min, se adm inistra una
a • Indicación. Paciente con cuadro de hem orragia gas­ pequeña dosis de m orfina para contraer el esfínter de
trointestinal activa y grave, sin localización del punto Oddi y se continúa el estudio durante otros 30 min.
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

V 10'

¡:

2 &‘

ESTIMULO

C'' 4S' 50'

(;

FIGU RA15.2 Gammagrafía abdominal con hematíes marcados, positiva


para hemorragia activa: extravasación en fosa ilíaca derecha, que incrementa
su intensidad y extensión a lo largo del estudio, siguiendo el trayecto de FIGURA 15.3 Gammagrafía hepatobiliar en colecistitis aguda: no se
las asas intestinales. visualiza actividad vesicular a pesar de la administración de morfina.

• Hallazgos norm ales. V isualización de actividad en el Fundamento. Se administra, por vía intravenosa, MAG3
parénquim a hepático, los conductos hepáticos, el co­ m arcado con radiotrazador es captado por
lédoco, la vesícula biliar y paso de actividad a la luz el riñón y eliminado por secreción tubular hacia las vías
intestinal, todo ello antes de transcurridos 60 m in desde urinarias. Permite valorar globalmente la función renal,
la inyección del radiotrazador. estudiando las fases de flujo arterial y venoso, la fase
• Hallazgos patológicos. Durante los primeros 60 min no parenquim atosa y la fase excretora. Si se sospecha obs­
se visualiza la vesícula biliar. D espués de la adm inis­ trucción, se administra furosemida antes de com enzar el
tración de morfina puede ocurrir que se visualice o que estudio y se fuerza la hidratación.
continúe invisible (fig. 15.3). Hallazgos norm ales. Buena perfusión bilateral, intensa
• Interpretación. Es la siguiente: captación parenquim atosa y rápida eliminación hacia el
• Estudio norm al: visualización de la vesícula biliar sistema pielocalicial, los uréteres y la vejiga.
antes de los 60 min después de la inyección. Hallazgos patológicos. Disminución unilateral o bilate­
• Colecistitis aguda: no se visualiza la vesícula después ral de la perfusión arterial o la captación parenquimatosa,
de 30 m in del estímulo con morfina. o retención del trazador en cualquier punto del sistema
• Otros: se visualiza la vesícula antes de transcurridos excretor, sin respuesta adecuada a la hidratación o a la
30 m in después del estím ulo con m orfina. P uede adm inistración de diuréticos.
deberse a colecistitis crónica o a falsos positivos y Interpretación. Es la siguiente:
negativos de la técnica, generalm ente relacionados • Trombosis arterial: imagen de defecto de captación
con ayuno prolongado. en el riñón (m enor actividad en el riñón que en los
tejidos que lo rodean) durante todas las fases del reno-
grama (fig. 15.4).
RENOGRAM A ISO TÓ PICO
• Trombosis venosa: pobre perfusión, escasa y retrasa­
• Indicación. Paciente sin antecedentes de nefropatía y da captación parenquim atosa en un riñón aumentado
con sospecha de trombosis renal arterial o venosa uni­ de tamaño. No suele visualizarse actividad en el sis­
lateral, o con oligoanuria brusca de causa desconocida. tem a pielocalicial, o es escasa o muy tardía.
Capítulo I 15 Medicina nuclear

FIGURA 15.4 Renograma isotópico en una trombosis


de la arteria renal: imagen fotopénica o «fría» en zona
correspondiente al trasplante, justificada por la falta de
flujo arterial renal(flechas).

Necrosis tubular aguda: buena perfusión renal, pro­


gresiva e intensa captación parenquimatosa. N o suele
¿ i"
visualizarse actividad en el sistema pielocalicial, o es
escasa o muy tardía.
N efropatía parenquim atosa grave: escasas perfu­
sión y captación renales (casi igual que los tejidos que
lo rodean), y escasa y tardía producción de orina.
Uropatía obstructiva aguda: perfusión y captación pa­
renquimatosa conservadas, con defecto de captación
correspondiente a las vías intrarrenales dilatadas, y
retención de la actividad en las vías urinarias que no
responde a la administración de diuréticos.

GAMMAGRAFÍA DE PERFUSIÓN ¡ /
M IO CÁ RD ICA BASAL
• In dicación. P aciente con dolor torácico atípico, sin
sospecha de angina inestable, con electrocardiogram a
no interpretable (bloqueo de ram a izquierda) y acom ­
pañado de una elevación enzim ática cardíaca no con­
cluyente.
• Fundamento. Se administra tetrofosmin o sestamibi por
vía intravenosa m arcados con ^^“ Tc, que se distribuye
FIGURA 15.5 Tomografía de perfusión miocárdica patológica: defecto
por el miocardio en función de su irrigación. de perfusión en la cara anterior miocárdica, evidenciada fundamentalmente
• Hallazgos normales. Distribución relativamente homo­ en los cortes de eje corto (flechas discontinuas) y en el ápex cardíaco
génea del trazador por todo el ventrículo izquierdo. (flechascontinuas).
• Hallazgos patológicos. Defecto de captación en cual­
quier localización m iocárdica (ñg. 15.5).
GAMMAGRAFÍA DE PERFUSIÓN ESCROTAL
• Interpretación. Es la siguiente;
• Perfusión m iocárdica normal: no necesita ingreso • Indicación. Es un exploración de segunda línea, que está
urgente y puede seguirse estudio ambulatorio. Se in­ indicada cuando no se ha podido realizar una ecografía
terpreta como paciente sin coronariopatía, o con ella Doppler. Se realiza a los pacientes con dolor testicular
pero sin isquem ia en el momento del estudio. de m enos de 6 h de evolución y sospecha de torsión tes­
• P erfusión m iocárd ica p atológica: debe ingresar ticular aguda.
■s para com pletar el estudio, ya que puede tratarse de • Fundam ento. Se adm inistra un radiotrazador por vía
a una isquem ia m iocárdica aguda, un infarto agudo de intravenosa, lo que permite visualizar su paso arterial y
miocardio o una cicatriz de un infarto previo. la fase de p ool sanguíneo en la región escrotal.
S E C C IÓ N I 2 Exploraciones complementarias en medicina de urgencias

H allazgos n orm ales. Se evidencia una distribución r f


hom ogénea de la vascularización arterial y del p o o l
sanguíneo en ambos hemiescrotos.
Hallazgos patológicos. A sim etría entre ambos hem ies­
crotos en la fase de vascularización arterial, en la del
p ool sanguíneo o en ambas.
Interpretación. Es la siguiente:
• Torsión testicular aguda: fase arterial con imagen
de colapso (se ve raramente) y fase de po o l con dis­
minución de la actividad en el hem iescroto doloroso.
• O rquiepididim itis: aum ento de la actividad, tanto
en la fase arterial como en la de pool sanguíneo, en
el hem iescroto doloroso. Puede estar aum entado de
tam año y la actividad puede tener una distribución
heterogénea en el lado afectado.
• Otros: la torsión diferida se evidencia com o un au­
mento de la actividad en forma de anillo en el hem ies­
croto doloroso, con un defecto de captación situado
en la localización del testículo (ñg. 15.6).

FIGURA 15.6 Imagen gammagráfica de torsión diferida: zona fotopénica


BIBLIO GRAFÍA RECOMENDADA en el área testicular izquierda rodeada de un halo hipercaptante.
Amini B, Patel CB, Lewin MR, Kim T, Fisher RE. Diagnostic nuclear
medicine in the ED. Am J Emerg Med 2011;29:91-101.
Freeman LM, Glaser JE, Haramati LB. Planar ventilation-perfusion imaging Uliel L, Mellnick VM, Menias CO, Holz AL, McConathy J. Nuclear me­
for pulmonary embohsm: the case for “outcomes” medicine. Semin Nucl dicine in the acute clinical setting: indications, imaging findings, and
Med 2012;42:3-10. potential pitfalls. Radiographics 2013;33:375-96.
GD Caso clínico

CA SO C L ÍN IC O 2. Diagnóstico radiológico. F.J. Montero Pérez y L. Jiménez Murillo

Planteamiento del caso 2.


Señale su diagnóstico radiológico de las siguientes imágenes:
1.

a. Neumotórax simple.
b. Neumotórax a tensión.
c. Neumonía del lóbulo inferior izquierdo.
d. Contusión pulmonar izquierda.
e. Radiografía de tórax normal.
Correcta: b. La imagen muestra hiperclaridad en hemitórax
izquierdo, correspondiente a aire en la cavidad pleural, con
una opacidad correspondiente al muñón pulmonar colapsado.
El desplazamiento de las estructuras mediastínicas, tráquea y
silueta cardíaca, refleja el carácter hipertensivo del neumo­
tórax. Esta imagen nunca debe llegar a producirse, ya que el
diagnóstico del neumotórax a tensión debe ser clínico, y se
debe proceder a la descompresión de emergencia (v. cap. 11).
a. Meteorismo abdominal inespecífico.
b. íleo de intestino delgado.
c. íleo de intestino grueso.
d. íleo de intestino delgado y grueso.
e. Vólvulo de sigma.
Correcta: b. En la imagen se visualiza dilatación de asas de
intestino delgado, ya que se observan las válvulas conniventes
(como pilas de m onedas que atraviesan toda la luz), de dis­
tribución central. Si observáramos dilatación de distribución
periférica con visualización de haustras (que atraviesan la
luz de manera parcial) correspondería a dilatación de colon
(v. cap. 11).

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