Está en la página 1de 9

PARLAMENTO DE RUZANTE QUE VUELVE DE LA GUERRA

(Parlamento de Ruzante que eirá vegnu di campo) de Angelo Beolco, "Ruzante"


Traducción de Alberto Malinghero y Juan Antonio Hormigón

PERSONAJES:
Ruzante
Menato (diminutos dialectales de Domingo)
Gnua (diminutos dialectales de Juana)
Un Bravo (tómese en el sentido de matón)

Una calle de Venecia

ESCENA PRIMERA

RUZANTE Y MENATO

RUZANTE.- Al fin he llegado a esta Venecia por la que he hecho más votos y deseado más que el alfalce una
yegua asmática y reseca. Aquí me curaré en salud y gozaré y folgaré con mi Juana, que se ha venido aquí a
vivir. Me cago yo1 en las batallas, en la guerra y en los soldados. De seguro que no me arrastran nunca
más a una batalla. Dejaré de oír como antes el ruido de los panderos, las trompetas y los gritos de alarma.
Se acabó el miedo; cuando oía tocar la alarma parecía un tordo herido, de tal modo me apretujaba
temblando; y después... arcabuces, artillerías... ¡Bah!... Ahora se en cambio que no podrán cogerme;
además, si lo hicieran me darían en el culo. ¿Flechas, fugas, persecuciones? Ahora dormiré a pierna suelta
y podré al fin comer que buena falta me hace. Coño, había veces que no se podía ni cagar en paz.
¡Ah San Marcos, San Marcos! Finalmente estoy aquí en lugar seguro. ¡Leñe! y que pronto he llegado, he
corrido más de sesenta millas por día pues me he plantado en tres jomadas de Cremona aquí. De todas
formas no hay tanta distancia como dicen. Dicen que de Cremona a Brescia hay cuarenta millas; ¡un
cuerno!, no llegan a dieciocho siquiera. De Brescia a Pesquiera afirman que hay treinta. ¿Treinta? ¡La puta
de oros!2 no habrá más de dieciséis. ¿Y de Pesquiera aquí, cuanto puede haber si he venido en un día? Es
verdad que he caminado toda la noche... ¡Oh! Seguro que un halcón no ha sabido volar nunca, nunca,
como yo he caminado.
A fe mía que tengo las piernas doloridas, aunque no esté propiamente cansado. ¡Cáspita! el miedo me
empujaba y el deseo me conducía. Supongo que los zapatos traerán las señales. Voy a mirarlos. ¿Qué te
decía yo? Que la lepra me coma y no muera aquí mismo si este no está roto. ¡Buen negocio he hecho con
la guerra! Aunque hubiese tenido un accidente nunca debiera haber corrido de esta forma, ni siquiera con
el enemigo pegado al culo. ¡Verdaderamente he hecho un buen negocio! Puede ser que encuentre el lugar
y la ocasión para robar un par, como hice con estos, que se los gilé a un campesino mientras trabajaba.
De verdad que la guerra sería muy buena para robar si no fuera por los miedos tan grandes que se pasan.
Me cago en todo lo robable; estoy aquí seguro y casi me parece mentira estar al fin en casa. ¿Y si por
1 Beolco pone en boca de su personaje la palabra "Cancaro", exclamación dialectal véneta, especie de maldición o
juramento que se traduciría literalmente como "cáncer", pero que tiene diversas traducciones en función del lugar o el
momento en que se pronuncia. Todo ello confiere al idioma una reiteración en la brusquedad que lo tipifica
extraordinariamente.

2 En el original: "Copas ofiorin". Exclamación simple de tahúres, propia de lenguaje de tugurio. Pertenece al dialecto
véneto arcàico. Hoy no se usa.

Angelo Beolco (Alias Ruzante) Parlamento de Ruzante que vuelve de la guerra


[2]
casualidad soñara? Sería verdaderamente una marranada, pero sé muy bien que no sueño en absoluto.
¡La Virgen! ¿no he subido en el bote a Fusine? ¿Y no estoy de una vez por todas en Santa Maria? 3
Suprimiré mi voto. ¿Pero y si yo no fuera yo y hubiese muerto efectivamente en el campo de batalla y
soy tan solo mi espíritu? Estaría bueno. No, carajo, porque los espíritus no comen. Soy yo realmente,
soy verdaderamente yo... Si supiese ahora donde encontrar a mi Juana y a mi compadre Menato, que
se que está también aquí en Venecia... Coño, ahora mi hembra estará bien sujeta. Tengo que
demostrarle que he vuelto hecho un cojonudo. De todos modos puedo decir que soy un valiente, y aun
un bandido.
Mi compadre me preguntará cosas de la guerra; ¡Carajo! pienso contarle grandes hazañas y gestas...
Pero me parece que él es quien viene por allí- Es él de verdad. ¡Compadre! ¡Eh compadre! Soy yo,
Ruzante, vuestro compadre.
MENATO.- ¿Pero sois vos, compadre? ¿Quién podría reconoceros? Estáis tan seco que parecéis un lucio
frito. No os hubiera reconocido jamás. Sed bienvenido.
RUZANTE.- ¿Seco de verdad? Si hubieseis estado donde he estado yo no diríais eso, compadre.
MENATO.- ¿Venís ahora de la guerra? ¿Habéis estado enfermo o en la cárcel? Tenéis cara de mala leche,
compadre, parecéis un traidor de los que pintan en los cuadros. Perdonadme amigo. Habré visto un
centenar de ahorcados pero ninguno tenía peor cara que la vuestra. Compadre, no quiero decir que
tengáis semblante de hombre deshonesto, ¿comprendéis?, sino que estáis pálido, podrido, chamuscado.
¡Concho! habéis debido pasar un miedo de perros.
RUZANTE.- Compadre, son los cascos de hierro los que regalan tan mal semblante: tanto pesan y aplastan;
después el mal beber y aun peor comer... Si hubieseis llegado hasta donde he ido yo...
MENATO.- Mierda al bien hablar, compadre; me platicas a la florentina de Brisighella 4
RUZANTE.- ¡Oh compadre!, quien va por el mundo lo hace así; además me encontraba con gentes que
hablan todos de esta guisa. Si empezase ahora a hablar en francés, no me entenderías tampoco. El
miedo me hizo aprender a hablarlo en un solo día. ¡Carajo! son bien presuntuosos cuando gritan: vilan,
cuchin, pagiaro, per... le San Diu, te comaré la garganté... 5.
MENATO.- ¡Maldita sea! Entiendo bien compadre lo de "comer la garganta", pero ni una palabra de lo otro.
Explicadme esas palabras, compadre.
RUZANTE.- Con gusto. "Vilan" significa villano, campesino, ¿entendéis?; "cuchin" quiere decir cuco,
cornudo; "pagiaro" es una casa de paja y "per le San Diu", por el amor de Dios.
MENATO.- ¡Mentira!, nos tienen cogidos por el cuello. Las casas no las pagamos baratas, al contrario.
RUZANTE.- Por ello deberían estar ahorcados todos los patronos6.
MENATO.- Pero dime compadre, tienes un sayón más largo que mi chaqueta de cuero.
RUZANTE.- ¡Bah! Se lo cogí a un campesino de allá porque tenía frío. ¡Esos campesinos son unos
marranos, coño, por unas perras te dejarían morir de frió!

3 "Io so a Santa Maria de un belle Fantino". Frase sin traducción directa.

4 Ni Ruzante ni Menato conocen el italiano culto, pero el primero introduce alguna palabra que motiva la exclamación
del segundo.Florentina de Brisighella es un pueblo cercano a Florencia en donde se habla el italiano más puro.

5 Son palabras que solo tienen similitud fonética con el francés y ningún significado.

6 Menato responde al juego de palabras de Ruzante: "casa de paja, por el amor de Dios", creyendo que se refiere a
que el alojamiento se lo dan por caridad. Pensamos que uno y otro viven una época en que el éxodo del campo a la
ciudad se acentúa ocasionando un verdadero problema de vivienda. La exclamación final de Ruzante, demuestra que
la especulación de la vivienda enfrentaba notablemente a los campesinos míseros recién llegados con la burguesía
dueña de estos inmuebles.
[3]
MENATO.- ¡Por Diana Compadre! Supongo que no os creareis ya un ciudadano tan solo porque sois
soldado.
RUZANTE.- No, compadre Menato. Yo digo... Lo que quiero decir ¿Comprendéis? es que los campesinos de
allá no son hospitalarios como somos nosotros, los paduanos. Villano es quien hace villanías no quien
vive en el campo.
MENATO.- ¡Redios, compadre!; no sentís una especie de mal olor...
RUZANTE.- Olor, ¿Qué olor? El olor del heno no es malo. Hace cuatro meses que duermo todas las noches
en los heniles. Os aseguro que la cama nunca me ha picado.
MENATO.- Estaos quieto compadre, creo que lo que lleváis encima es un jilguero sin alas.
RUZANTE.- ¡Aja un piojo! En las batallas, cuando una miga de pan te cae encima echa enseguida patas y
picos y se convierte en piojo. Y el vino, cuando lo bebes, te mete en el cuerpo ganas furiosas de hacer
el mal, sin llegar a hacer nunca lo que se quiere. Compañero, lo creas o no, el vino te revuelve la
sangre y te saca la bilis, te produce sama, escorbuto, roña y costras por todo el cuerpo.
MENATO.- Veo claramente compadre que estáis plagado de todo eso. Para saquear no habéis debido utilizar
solo las manos sino todas las partes disponibles, ¿verdad?
RUZANTE.- Yo no he cobrado ni saqueado nada de nada. ¿Lo creeríais? He tenido que comerme mis
propias armas.
MENATO.- ¿Qué coño dices? ¿Tan rabioso estabais que comíais hierro?
RUZANTE.- Si hubieseis estado donde he estado yo, compadre, habríais aprendido a comer hierro, trajes y
botas incluso. Las mías por ejemplo, las he vendido en una posada para ponerme algo comestible entre
los dientes porque no tenía ni una perra chica.
MENATO.- ¿Pero entonces no ganabais nada cuando hacíais preso a algún enemigo?
RUZANTE.- ¡Ay compadre! ¡Yo no soy capaz de hacer mal a nadie! ¿Por qué iba a hacerlos prisioneros?
¿Qué mal me habían hecho a mí? Sin embargo intentaba capturar algunas vacas, o un caballo, pero
nunca he tenido suerte.
MENATO.- Por la sangre de mis hígados que tenéis muy mala cara, compadre. Tampoco tenéis aspecto de
soldado valiente. Cualquiera diría que no habéis pisado el campo de batalla. Yo esperaba veros
regresar con la cara acuchillada o privado de un brazo o de una pierna o quizás sin un ojo. En fin, os
ha ido todo bien; pero no tenéis desde luego los rasgos terroríficos 7 de un malencarado.
RUZANTE.- Hace falta algo más que una cara acuchillada o varias mutilaciones para ser un valiente. Sí, yo
lo digo, hace falta algo más. ¿Creéis que puedo asustarme un tantico siquiera, por cuatro soldados con
la cara acuchillada? No... ¿No podría partirles los tasajos? Temería dar el primer paso porque ellos,
sabedlo bien, serian los primeros en descargarme las ganas de pegar que tengo.
MENATO.- Pero pienso compadre, que no tenéis la menor gana de volver a la guerra; ¿No es verdad? ¿No
he imaginado bien?
RUZANTE.- ¿Qué voy a deciros compadre? Si en el ejército pagasen como es debido y no hiciesen los
meses de cien días, podría pensar en volver.
MENATO.- ¡Coño! Marchasteis lleno de entusiasmo y regresáis tan cambiado.
RUZANTE.- ¡Oh compadre!, ¡si hubieseis estado donde he estado yo!
MENATO.- ¿Debéis haber pasado mucho miedo, verdad? ¿Digo bien, no?
RUZANTE.- No. Lo más jodido es no encontrar nada que levantar.
MENATO.- ¿Qué significa "levantar" compadre? me parece que habíais en alemán.
RUZANTE.- Así se habla en la guerra. "Levantar" significa comer, "chapotear" significa triunfar.
MENATO.- ¡Coño! yo habría entendido levantar cuando se alza a alguno del suelo y se le pasa un lazo por el
cuello, y chapotear cuando se pisa el agua o el barro. Ahora respondedme, intentad comprender si
podéis: Decidme querido compadre; ¿habéis estado alguna vez en batalla?

7 “Mangacatenaci" significa literalmente "comecadenas". Y metafóricamente "hombre con cara feroz"


[4]
RUZANTE.- Maldita sea, ojala no hubiese ido jamás. No por miedo a las heridas, entiéndame compadre,
sino porque los nuestros se dejaron derrotar y los que estaban delante -yo estaba en la retaguardia
como cabo- huyeron, y yo, a pesar de mi valor, cumpliendo con mi deber huí con ellos también.
¿Cómo iba a resistir yo solo contra tantos? ¿Entendéis lo que quiero decir, compañero? Pues bien puse
pies en polvorosa8 y tirado lejos mi hermosa espada, ¿La recordáis? por lo menos valía tres libras y
cuarto.
MENATO.- Pero leñe, ¿por qué la tirasteis entonces?
RUZANTE.- ¡Oh compadre, si hubieseis estado donde he estado yo! En la guerra, oídlo bien, no hay que ser
ni tonto9 ni necio. Tiré lejos la espada porque viendo que no podía escaparme, me mezclé con los
enemigos. Como ellos no tienen armas como aquella, la tiré para que no me reconocieran, y además,
¿me seguís compadre?, no puede matarse a un hombre desarmado. Un hombre sin armas da lástima o
pena, ¿me comprendéis?
MENATO.- Entiendo; pero de la cruz que llevabais como insignia en el uniforme, ¿qué habéis hecho?
RUZANTE.- ¡Oh compadre! como mi cruz era roja por un lado y blanca por otro, la he vuelto rápidamente.
Morros de haba, cuando os repito que en la guerra no se puede ser tonto, tengo mis razones. Desde
entonces, cuando los nuestros se batían, siempre estaba dispuesto a tomar las de Villadiego y largarme.
¿Comprendéis lo que digo?
MENATO.- ¡Cabal, ya lo creo! Sólo pensabais que lado era mejor para huir.
RUZANTE.- Desde luego: pero no tanto para huir como para ponerme a salvo ¿entendido? Como bien
sabéis, un nombre solo nada puede hacer contra una multitud.
MENATO.- Pero decidme la verdad, compadre, cuando os encontrabais en alguna escaramuza no hablabais
en voz baja, no os decíais: "Ojala estuviese en mi casa". Confiesa compañero, conmigo de todas
formas puedes hablar libremente.
RUZANTE.- ¡Oh compadre, si hubieseis estado donde he estado yo, hubieras vomitado algo más que
oraciones! ¿Qué creéis que es hallarse en un país donde no se conoce a nadie, no se sabe dónde ir y
solo ves una multitud que grita por todas partes: "Mata, mata, golpea, escacha... y artillería, trabucos y
flechas? A un lado ves un amigo muerto, enfrente caer otro a tus pies. Y después cuando huyes, te
encuentras rodeado de enemigos que disparan sin cesar en los lomos a los fugitivos.
Os aseguro que hay que tener muchos hígados para escapar. ¿Y cuántas veces creéis que me he fingido muer-
to, dejando pasar sobre mi cuerpo toda su caballería? Podían haberme tirado un monte encima que no
me hubiese movido. No, os digo la verdad: me parece un hombre listo 10 el que sabe defender su vida.
MENATO.- Pero maldita sea, ¿no encontrabais nunca ningún sauce agujereado o algún roble donde subir?
¿O en caso de necesidad, un seto que os protegiera?
RUZANTE.- No, a fe mía, si debo decir la verdad. No porque no pudiese hacerlo sino porque me parecía
solución poco segura. Prefiero correr diez millas a encontrarme en medio del peligro. Si hubieseis
estado donde he estado yo, compadre, más de cuatro veces quisierais tener alas. Pensad que un día
durante un combate, uno de los nuestros que huía a caballo (también él escapaba), de una coz me
machacó el talón desgarrándome la bota. ¿Lo creeréis? Por la prisa no me detuve a componerla y así
llegué a despellejarme todo el pie, porque corríamos sobre guijarros. Ni un ojo, os lo aseguro, me
hubiera parado a recoger.
Por tanto compadre, no me habléis de esconderme o de meterme en un agujero, habladme de huir
mientras quede aliento. ¿Creéis que en plena fuga si la mierda os escurre, alguien pierde el tiempo en

8 Literalmente "correr a piernas levantadas", forma popular

9 "Ser cojones" en el original. Significa ser estúpido, tonto, etc. Es una expresión muy popular

10 "Hombre en pierna es otro término popular que viene a definir al individuo astuto, listo, inteligente.
[5]
detenerse? Se corre aun más, compadre; y sin embargo todo el mundo sabe que cuando suceden estas
cosas se mueve el cuerpo y se llenan los pantalones.
Hasta el gran señor Tenore11 que en Troya demostró ser tan valiente, ¿no se zambulló en el agua para
salvarse?, y sin embargo veía como los demás se ahogaban; ¿y no ha corrido después el señor Tenore
hasta Padua para esconderse?
No me respondáis. Hablad sólo de huir mientras quede aliento. Os aseguro que sirve de bien poco
hacerse el valiente. Sabéis bien que no tengo miedo a nadie aunque venga contra mi de cuatro en
fondo. Cuando el frente está roto, el mismísimo Roldan12 escaparía.
MENATO.- No digo lo contrario, pero recordad que cuando os largasteis a la guerra y hablabais de dar lo
que había que dar y robar y saquear y haceros rico... ¿qué os respondía yo?
RUZANTE.- En verdad he tenido mala suerte. Pero al menos he visto un poco de mundo.
MENATO.- ¿Es verdad compadre que habéis llegado tan lejos? Contadme algo de aquellos países.
RUZANTE.- No me preguntéis si he llegado lejos; he ido hasta Ghieradadda, donde hubo aquella gran
batalla en que murieron tantos de los nuestros. ¡Ah y compadre, en Ghieradadda no se veían más que
cielo y cadáveres!13
MENATO.- ¡Leñe!, habéis llegado bien lejos compadre. ¿Y como hablan por allí? ¿Se les entiende? ¿Son
hombres de carne y hueso como nosotros? ¿Cómo somos nosotros? ¿Comprendéis?
RUZANTE.- Son hombres como nosotros y hablan de la misma forma, aunque lo hacen mal, como esos
bobazos ganapanes14 que van con cuévanos por los campos. También están bautizados y amasan el pan
como nosotros; y se casan también. Pero es verdad que todas estas guerras y los soldados, han hecho
escapar muy lejos el amor desde el culo.
MENATO.- ¿Y las tierras como son por allá? ¿Son tierras fértiles?
RUZANTE.- Yo diría que como por aquí. Hay sauces y chopos, viñas y frutales.
MENATO.- ¿Y se vende barata la tierra en aquél país? Quiero decir para gente como nosotros si acaso
quisieran marcharse a vivir allá, ¿entendéis?
RUZANTE.- No sigáis compadre, comprendo. No estaríais mejor que aquí. Creedme, no os alejéis del
territorio paduano y no os hagáis ilusiones, compadre.
Pero escuchad, hace tiempo que quisiera preguntaros algo pero me habéis hecho siempre hablar de otras
cosas ¡ahora voy a preguntároslo!: ¿Qué ha sido en este tiempo de mi hembra, la Juana, vuestra
comadre?
MENATO.- ¡Oh!... veréis... compadre, ella se ha convertido en una mujer altanera; leñe, no se dignará ni
miraros de seguro. Cuando os marchasteis ella se aparejó con un servidor de las cuadras del Cardenal,
allá en Padua, y cuando él se marchó se vino aquí, a Venecia, con una pandilla de bandoleros y
matones cortamocos15. ¿Que- reis saber algo más, compadre? Yo también iba tras ella, comprendéis,

11 Se refiere a Atenore, personaje de la Ilíada.

12 En el original, "Orlando", personaje de la famosa epopeya del Tasso "La Jerusalén libertada”. Hemos utilizado el
nombre de Roldan por parecemos más familiar.

13 "Ghieradadda" es un pueblo desconocido. El río Adda se encuentra a 200 Km de Venecia. Se refiere a la batalla de
Agnadello, donde las tropas de la República fueron derrotadas por las de Luis XII de Francia, apoyadas por 6.000 suizos.

14 En el .original "polentone". Es un término despreciativo usado para definir a los "lentos", "poco astutos", etc. Viene
de "polenta", tarta de maíz que se comía como pan. También se hacía polenta con harina de mijo, más pobre.

15 "Corta-esquina" es una expresión del véneto arcaico que significa bravo, ladrón... etc.
[6]
pero a fe mía que ahora es una orgullosa. Hará como que no os conoce... y además venís hecho un
mendigo, compadre.
RUZANTE.- No compadre, cuando me vea veréis que recibimiento me tiene reservado.
MENATO.- Dios lo quiera aunque no lo creo.
RUZANTE.- ¿Y decidme, sabéis donde vive? Vámonos pues a buscarla.
MENATO.- Pero compadre, debéis tener cuidado a donde vamos porque los que están con la Juana son
violentos de veras.
RUZANTE.- ¡Por la Virgen! ¿Quién es más valiente que yo? Si ellos son violentos feroces y terribles, yo lo
soy más aún. Si cojo mis armas, todo el mundo verá que soy un guerrero. Le caeré encima... así, y le
daré dos estocadas y un golpe seco. ¿Lo veis? ¿Qué creéis compadre? Ahora estoy hecho un valiente.
Cuando peleo no tengo amigos ni parientes... tanto me encolerizo que ya no reconozco a nadie. ¿Lo
creerías? Sabéis que os quiero mucho compadre, pero si me tocase pelear con vos os ajustaría las
cuentas como a ellos, ¿comprendéis?, de tal forma me enrabio.
MENATO.- ¡Oh releche!, si hubieseis peleado así en la guerra no hubiese sido prudente estar cerca.
RUZANTE.- Lo creo... De modo que si me veis pelear apartaos bien lejos. Pero vámonos ya compadre, no
tengáis miedo.
MENATO.- Os aseguro amigo que lo peor de todo es que hace falta bien poco para matar a un hombre.
RUZANTE.- ¡Pero compadre! ¿qué hubieseis hecho entonces si hubieseis estado donde yo, que me he
encontrado hasta tres mil a la vez? ¡Vámonos! Mientras veáis esta pica entre mis manos, no temáis
nada, compadre.

ESCENA SEGUNDA

JUANA, DICHOS Y UN BRAVO

MENATO.- Pero mira, compadre, quien llega. Por mi vida que es ella.
RUZANTE.- Ciertamente es ella. Ahora veréis si no me abraza. (Entra la Juana) Hola hola... Eh, hablo
contigo... ¿Eh compañera, no me ves o qué? Soy yo que al fin he vuelto.
JUANA.- ¿Oh, eres tu Ruzante? ¿Entonces estás vivo? ¿Cómo coño 16 estás tan harapiento y famélico? ¿No
has ganado nada, verdad?
RUZANTE.- ¿No te parece poca ganancia haber vuelto a casa salvando el pellejo?
JUANA.- Por la Virgen, el pellejo... yo no voy a engordar con él ¿Supongo que al menos me habrás traído
algún vestido...?
RUZANTE.- ¿Pero no es mejor que haya vuelto con todos mis huesos en su sitio?
JUANA.- ¡Metete los huesos en el culo! Quisiera que me hubieras traído algunas cosas. Pero ahora debo
marcharme porque me esperan.
RUZANTE.- Puta, ¿tienes prisa en el culo o qué? Quédate al menos un ratito.
JUANA.- ¿Pero qué quieres? ¿Que me quede a hacer el qué? Tú no tienes nada que darme. Déjame marchar.
RUZANTE.- ¡Oh... mierda para todo el amor que te he dado! ¡Quieres irte corriendo a meterte en tu agujero,
y no piensas acaso que he vuelto de la guerra solo por verte!
JUANA.- Bueno ya me has visto, ¿no? A decir verdad no quisiera que vinieses ahora a arruinarme, justo
cuando engancho un tipo que me alimenta bien. Todos los días no se tiene esta suerte...
RUZANTE.- ¡Oh! si él te alimenta bien... yo también te lo he hecho... no creo haberte hecho ningún mal,
todo lo contrario... No puedo creer que ese tipo que dices pueda amarte tanto como yo.
JUANA.- ¿Sabes quién es el que me ama mucho, Ruzante? Quien me lo demuestra.
RUZANTE.- ¡Pero como! ¿Yo no te lo he demostrado?

16 "Pota", en forma dialectal es el sexo femenino.


[7]
JUANA.- Y a mí qué me importa que me lo hayas demostrado si no puedes hacerlo ahora. También ahora lo
necesito, ¿comprendes? ¿No sabes que es necesario comer todos los días? Si bastase con una comida
por año podrías hablar, pero yo necesito poner algo sólido entre los dientes todos los días. Por eso es
ahora cuando debes demostrarme tu cariño, porque es hoy y no ayer cuando puede servirme de algo.
RUZANTE.- Por la Virgen, pero es necesario hacer la diferencia entre un hombre y un Hombre. Como sabes
yo soy un hombre de bien, amable...
JUANA.- Lo creo... Pero hay una diferencia mayor aun entre vivir bien y vivir mal. Escúchame Ruzante: ¿Si
viera que tú podías mantenerme qué me costaría? Te amaría enormemente, ¿comprendes? Pero cuando
pienso que eres un pobretón, no te puedo soportar. No te deseo ningún mal, pero odio ciertamente tu
miseria y tu desgracia; quisiera verte rico para que pudiésemos vivir bien los dos.
RUZANTE.- Quizás sea pobre, pero al menos soy fiel.
JUANA.- ¿Y qué hago yo con tu lealtad si no puedes demostrármela? ¿Qué cosa quieres darme, piojos tal
vez?
RUZANTE.- Sabes muy bien que si pudiera te daría lo mismo que antes. ¿Quieres acaso que vaya a robar
para que me ahorquen? Dime ¿Es eso lo que quieres?
JUANA.- ¿Y tú crees que yo vivo del aire? ¿Quieres que me alimente de tus promesas y que entretanto
muera de hambre? En verdad no eres un compañero generoso, Ruzante... ¿Es eso entonces lo que
quieres?
RUZANTE.- ¡Coño! lo que yo tengo por ti es una gran pasión. Creo que moriré de amor... ¿No vas a tener
piedad de mi?
JUANA.- Y yo por el contrario tengo mucho miedo de morirme de hambre, pero eso a ti que te importa.
¿Dónde tienes la conciencia? Con vender ajos y puerros no se soluciona nada... ¿Cómo hago entonces
para vivir, eh?
RUZANTE.- ¡Oh, si tú me dejas moriré de amor! Me muero. Te aseguro que reviento.
JUANA.- Y yo te aseguro que el amor por causa tuya me lo paso por el culo cuando pienso que vuelves sin
nada, habiéndome prometido el oro y el moro.
RUZANTE.- ¡Coño!, tienes miedo hasta de que nos falte tierra bajo los pies. Sin embargo de hambre nadie
se muere nunca...
JUANA.- Coña, qué gran coraje: pero tus piernas parecen enfermas. ¡Aún no he visto que traigas nada!
RUZANTE.- Si acabo de llegar apenas, cacho puta.
JUANA.- Pero hace más de cuatro meses que te fuiste.
RUZANTE.- Mejor aún, hace pues cuatro meses que no te molesto.
JUANA.- ¿Te parece poco el cabreo que me produce verte tan miserable? Aunque la verdad, siempre he
estado cabreada pensando que esto acabaría así.
RUZANTE.- He tenido mala suerte... ese es mi pecado.
JUANA.- Pues bien, cumple ahora la penitencia. ¿O quieres que me la cargue yo? ¿Te parecería justo,
compañero? Creo que no.
RUZANTE.- Pero la culpa no es mía...
JUANA.- ¿Acaso es mía, Ruzante...? Quien nada arriesga, nada gana. No puedo creer que hayas arriesgado
algo pues al menos se debían ver señales en las manos. ¡Dios me socorra!, casi juraría que ni siquiera
has estado en la guerra. Tal vez te has escondido en un hospital. No hay más que mirarte para ver que
tienes cara de moribundo.
MENATO.- ¿Qué, compadre, no es como os decía? ¿No hubieseis hecho mejor dejándoos marcar o
acuchillar un poco la cara? Así ella tendría la certeza de que habéis sido un soldado valiente.
JUANA.- Mejor preferiría compadre que hubiera perdido un brazo o una pierna, o sacado un ojo, o cortado
la nariz, o que se viese que luchó como un héroe y que lo hizo por llenarse los bolsillos o por amor
¿comprendéis? Y no digo esto por interés, desde luego, porque a mí no va a faltarme nada. Sino
porque me parece que no se ha preocupado mucho de mí y se ha portado como un grandísimo cobarde,
[8]
¿está claro? El me había prometido hacerse rico o morir y ya veis en que estado ha vuelto. Oh, no
quisiera verlo mutilado, pero al menos que se le notasen las señales de la batalla.
MENATO.- Comprendo comadre. Por Dios que tenéis razón. También yo se lo dije. Quisierais ver una señal
de que ha combatido, cuando menos en primera línea. Bueno, aunque solo tuviese por así decir, un
arañazo...
JUANA.- Sí, y que al mostrármelo pudiese decir: "Esto me han hecho por tu amor".
RUZANTE.- ¡Maldita sea la riqueza y los que la inventaron!
JUANA.- Y mierda a los azotacalles y los traidores a su palabra. ¿Qué es lo que me habías prometido tú?
RUZANTE.- Te repito que tengo mala suerte.
JUANA.- ¡Por Dios que dices la verdad! Y yo que ahora vivo bien, para evitar el peligro de recaer en las
dificultades de antaño no quiero ni oír de marcharme contigo. Ocúpate de tus asuntos que yo lo haré
de los míos ¡Oh maldición! Mira mi hombre viniendo hacia aquí. Déjame marchar.
RUZANTE.- Me cago en tu hombre. No conozco otro hombre tuyo que yo.
JUANA.- Déjame marchar desgraciado, haragán, boque, piojoso.
RUZANTE.- ¡Puta, ven conmigo te repito! Mira no me hagas... No me pongas rabioso. No me conoces.
Ahora no estoy dispuesto a dejarme llevar de la nariz como antes hacías.
MENATO.- Marchaos comadre bien lejos, no vaya a mataros.
JUANA.- ¿Este? Como no mate sus piojos como de costumbre, el boque.

(Llega el matón de turno, se acerca tranquilamente a Ruzante y le da una buena ración de palos.
Ruzante queda tendido en el suelo. El chulo toma a Juana del brazo y se la lleva sin decir palabra. Ruzante
se levanta)

ESCENA TERCERA

RUZANTE Y MENATO

RUZANTE.- ¿Ya se han ido, compadre? Mirad bien, ¿Ya no queda nadie?
MENATO.- No compadre. Se han ido los dos, ya no están aquí.
RUZANTE.- ¿Pero y los otros? ¿Se han marchado todos?
MENATO.- ¿Pero qué otros? Yo no he visto a ninguno.
RUZANTE.- No veis bien compadre. Eran más de cien los que me han apaleado.
MENATO.- ¡Leñe! que no compadre.
RUZANTE.- ¡Leñe, que si compadre! ¿Queréis saberlo mejor que yo? Estaría bueno. ¿Os parece todo esto
normal? ¿Uno contra cien? Si al menos me hubieseis ayudado compadre, o nos hubieseis separado...
MENATO.- ¿Pero cómo leches queréis que me meta en medio si me habéis dicho que eráis un violento?, y
también que en cuanto comenzase la pelea me hiciese a un lado porque me hubieseis pegado a mi
también, pues ya no hay quien os haga reconocer amigos ni parientes.
RUZANTE.- Seguro que lo he dicho. Pero cuando habéis visto que eran tantos contra mí, debierais haberme
ayudado. ¿Creéis que soy el Cid Campeador?17
MENATO.- A fe mía compadre, os aseguro que era un hombre solo; yo pensaba que os dejabais maltratar a
propósito para cansarlo y después, cuando no pudiese con el pelo, levantaros y darle la gran paliza.
¿Comprendéis compadre? Y qué hacíais todo eso para que no se llevase a esa, a la Juana, o porque
tuvieseis alguna otra idea, ¿yo qué sé? Debíais haberme dicho algo.
RUZANTE.- No compadre, yo no pensaba de esa forma. No me he movido porque quería hacerme el
muerto, como en la guerra, para que se fueran bien lejos ¿Comprendéis? Es una artimaña para cuando
sean demasiados en contra vuestra.

17 Vuelve a referirse a Orlando en el original.


[9]
MENATO.- Palabra compadre, palabra que era uno solo. ¿Pero por qué no os habéis defendido con la pica?
RUZANTE.- ¡Decid lo que queráis! Sé bien lo que hay que hacer en tales casos. Estoy acostumbrado, os lo
aseguro. Uno contra cien... y defenderse? ¡Por el culo!
MENATO.- Era uno solo compadre, palabra, mi palabra de hombre.
RUZANTE.- Pero si ha sido uno solo esto ha sido una traición, o efecto de algún encantamiento que me han
hecho. Sí, ha sido ella, ella que es una bruja. ¿Qué creéis? A mí también me ha embrujado haciéndome
creer que es la mujer más hermosa del mundo y yo bien se que no es verdad y que hay otras muchas
más bellas. Pues bien: ahora me ha hecho aparecer a un hombre como si fueran cien. Dios me asista,
me parecía un bosque de armas de tantas que veía amenazarme y abatirse contra mí. Y a cada golpe
que me daban así, de punta, creía morir. ¡Cuántos votos no habré hecho!
¡Oh, que la lepra se la coma!; quisiera hacerla quemar. Es lo único que me falta por hacer. ¡Pero coño
compadre!, ¿por qué no me habéis dicho que era uno solo? Por todos los diablos, debíais habérmelo
dicho.
MENATO.- ¡Por la sangre de mis hígados! Creía que vos ya lo veíais: estaba a vuestro lado.
RUZANTE.- ¡Pero sí os digo que yo veía más de cien... Bien, dejémoslo... ¿Y decidme compadre, qué
pensáis de mí? ¿Quién habría aguantado tantos golpes, eh? ¿Soy un hombre fuerte y vigoroso?
MENATO.- ¡Coño compadre! ¿Golpes? Un burro se hubiera muerto cien veces. No se veía más que cielo y
golpes. ¿Pero no estáis mal herido compadre? No comprendo aún como seguís todavía vivo.
RUZANTE.- Por desgracia compadre, estoy acostumbrado. Se me han hecho callos. Ya no siento nada. Me
duele más lo que me habéis dicho de que era uno solo. De haberlo sabido le preparo la más bonita
broma que se haya pensado nunca. ¿Sabéis el qué? Los habría atado juntos y después, así trabados, los
hubiéramos tirado a un canal; ¿comprendéis? ¡La leche puta, hubiera sido algo divertido! ¡Por Dios
que debierais habérmelo dicho! Os aseguro que nos hubiéramos reído un rato largo. No quiero decir
que al chulo le hubiera pegado; seguramente me habría contenido para no causarle a ella dolor,
¿comprendéis compadre?: todavía la amo. ¡Pero por ser divertido, hubiese sido divertido! Oh... oh...
oh.
MENATO.- ¡Coño compadre! os reis a carcajadas como si se tratase de una broma semejante a las comedias
que se ven en el teatro; o bien parece que estéis en una boda.
RUZANTE.- ¡Oh compadre! ¿Y a mí qué me importa? ¡Leñe!, hubiese sido bien divertido poder atarlos bien
juntos. Seguro que después me hubieseis dicho que no os hiciese más comedias.

FIN DE LA COMEDIA

También podría gustarte