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EL SUJETO, LA PSICOLOGIA Y LA CIENCIA

Introducción

El propósito de este trabajo es, por un lado, mostrar los límites de los presupuestos que hay
sobre el "sujeto " y, por otro, articular los aportes de estas teorías en una concepción que
permita comprender al sujeto como una organismo vivo. A partir de este análisis se
pretende describir el sentido de vida del sujeto humano y la organización y desarrollo de su
subjetividad en su relación con la ciencia y la psicología.

Como toda realidad, la subjetividad humana es compleja. En consecuencia, este trabajo no


pretende resolver el problema planteando una alternativa "complegizadora" del sujeto y de
los procesos psicológicos. Pero el debate fundamental está en hacer psicología desde la
racionalidad moderna que reduce la realidad psíquica a partículas elementales y pretende
totalizar lo psíquico en torno a la lógica de estos elementos simples, o hacer una psicología
en el marco de la racionalidad transmoderna que busca cuidar la armonía de la vida
psíquica del sujeto que convive en una comunidad social, natural y simbólica concreta.

Desarrollo

En el ámbito de la psicología, el modo de obrar del sujeto en la comunidad es una metáfora


que ayuda a comprender el origen, la organización y el desarrollo del sentido de vida del
mismo. Es una metáfora que se erige en el marco de la racionalidad de la vida que recoge
los aportes del paradigma de la complejidad, de la teoría de sistemas no líneas, de la
filosofía de la liberación, de la geometría fractal y de los saberes de la psicología socio
histórico. El propósito es desmontar la racionalidad instrumental que sostiene a las teorías
simplificadoras de la psicología. Rescatar aquellos conceptos que describen procesos de la
realidad para incorporarlos en un cuerpo teórico que responda al imperativo categórico de
cuidar la vida del sujeto y de su subjetividad.

El análisis y reflexión sobre los límites y alcances de la categoría sujeto tuvo importantes
avances en el campo de la sociología, antropología, ética, filosofía y epistemología. Alain
Touraine (2002), Edgar Morin (2002), Josef Estermann (2006), Enrique Dussel (1998),
Franz Hinkelamert (1995) y otros han determinado importantes dimensiones del sujeto
como organismo humano. En el campo de la psicología, los trabajos de Humberto
Maturana (1996) y Lev. S. Vygotski (1995) y Fernando González (2002) han dado
importantes contribuciones en la comprensión de la subjetividad del sujeto. Los aportes de
éstos tres últimos aún son periféricos, pero constituyen referentes importantes con los que
se interpela la visión tradicional del sujeto psicológico concebido como máquina,
ordenador, sistema físico, químico o social.

Uno de los problemas que observa y vive tanto en el ámbito académico como en el ámbito
profesional de aplicación en la psicología educativa, clínica y organizacional es la presencia
de una concepción incongruente sobre el sujeto, de los procesos psicológicos y del
comportamiento humano. Quienes quieren estudiar y trabajar en el campo de la psicología
se ven obligados a posicionarse como psicoanalistas, cognitivistas, humanistas o
sistémicos. Quien busca ser psicólogo debe asumir presupuestos poco o nada íntegros para
comprender al sujeto humano. Esta es la irracionalidad que hay que asumir para hacer
terapia.

Esta práctica, genera múltiples sesgos teóricos y prácticos: por ejemplo, simplificar la
comprensión de la subjetividad humana, sus procesos cognitivos, intensidades afectivas,
configuraciones de sentido y sus desplazamientos socioculturales, a procesos de
descodificación, codificación y computo de información propio de los ordenadores. Las
categorías y supuestos teóricos de las corrientes psicológicas fundadas en los modelos
mecánicos, informáticos y sistémicos entorpecen la efectiva comprensión de la vida del
sujeto, de sus necesidades y horizontes de realización.

El problema expuesto es efecto de un problema epistemológico y ontológico, es decir, es un


problema paradigmático, no de paradigma científico, sino de paradigma social o
concepción de mundo con el que se comprende y ordena la realidad, la vida y actividad
humana, como también los objetivos y procedimientos de la actividad científica. La
incongruencia tiene su origen y sustento en la racionalidad moderna cuyo principio de
razonamiento fundamental es simplificar la realidad a elementos esenciales. En este marco,
la psicología a través de distintas teorías (regidas por la competencia individual) simplifica
al ser humano y a su subjetividad en elementos simples como la percepción, el
inconsciente, la conducta observable o los procesos cognitivos. La psicología como
disciplina moderna es una ciencia simplificadora.

La psicología debe distanciarse tanto de las teorías y metodologías simplificadoras como


del paradigma de la conciencia, de la racionalidad moderna y del pensamiento positivista
que lo sustenta. Ya no debe ocuparse de las reacciones de las máquinas, de las operaciones
de la computadora, del funcionamiento del sistema, de las combinaciones de las estructuras.
Debe estudiar al sujeto como organismo vivo, al ser humano que vive en una comunidad
socialmente estructurada e históricamente específica y que vive desplazándose por diversas
culturas construyendo su subjetividad individual (personalidad) a través de la creación e
integración de experiencias sociales como también construyendo su comunidad a través de
la integración de saberes creados en sus desplazamientos culturales. El sujeto descrito en
estos términos es el. Este es el sujeto humano que se define por su modo de obrar, es decir,
de cuidar la comunidad en el que vive.

El sujeto moderno psicológico no alude a ningún personaje moderno (político, empresario,


obrero, campesino, burócrata, gobernante, profesor, profesional, etc.), sino a un sujeto que
se forma, vive y obra de manera simple, natural, fuera de un cliché, por ejemplo, es el padre
de familia tiene la misión de cuidar la familia/comunidad en el que vive. Este sujeto, más
que una máquina, computadora o sistema formal, es un organismo vivo con una
subjetividad que mediatiza sus desplazamientos y creaciones culturales, convive en una
comunidad (natural, social y simbólica), es constituido y constituyente de su propia
comunidad, construye su sentido de sí mismo y su sentido de comunidad a través de
desplazamientos y viajes culturales, y cuida (conoce y construye) las condiciones
formativas (comunidad) que afianzan su propio desarrollo personal, por lo que puede ser
cualquier persona. (Cuadro 1).
El sujeto no emerge de la interacción e intercambio de elementos culturales (similar al
intercambio de propiedades entre dos objetos inorgánicos), ni de las relaciones
intersubjetivas, ni de la relación dialéctica, ni de la relación de reciprocidad simplemente,
sino se constituye a partir del sentido de cuidado de la comunidad, de la orientación a
restablecer y sostener la salud de la propia comunidad (intraculturalidad) y la relación
armoniosa entre diferentes comunidades (interculturalidad). El cuidado no se reduce a una
comunicación entre dos sujetos individuales (padre o madre e hijo/a) o colectivos (familias,
comunidades o sociedades), a un intercambio de experiencias (saberes y tecnología y
valores), al conocimiento, tolerancia y aceptación de los otros o a la actitud altruista del
sujeto, sino es un (re)encuentro, una celebración o fiesta de reconocimiento, articulación,
inclusión, recreación y armonización de la comunidad. El cuidado es observar y
comprender la salud, la producción, las relaciones y el modo de vida (valores, saberes,
identidad) de las personas, familias, comunidades; es intercambiar experiencias,
conocimientos, recuerdos y proyectos; es informar sobre las necesidades, el estado y los
proyectos de la comunidad; es orientar (aconsejar) sobre estrategias y el sentido del
cuidado de la vida mediante la comunicación de saberes (propios o foráneos) convenientes
para construir la armonía individual y colectiva; es apoyar el modo de ser y el devenir de
los individuos y colectivos mediante la muestra de afecto, empatía y palabras de aliento;
es asistir materialmente mediante la otorgación de saberes pertinentes,
es participar (incluirse) en la construcción social de la estética de la vida, del vivir bien o
buena convivencia.

En fin, el cuidado es una forma de criar, de facilitar o cooperar (crear, organizar y disponer)
las condiciones formativas que cristalizan y fortalecen el crecimiento del sujeto individual y
colectivo, el desarrollo de la capacidad de construir sus saberes, identidad y utopías. Este
sentido de cuidar al otro es un modo de cuidarse a sí mismo. Esta cuestión tiene dos
implicaciones. Primero, el cuidar al otro es una forma de obrar, y el obrar (cuidar) es un
elemento constitutivo del ser humano. A través del obrar el sujeto se afirma y recrea como
sujeto constituyente. Segundo, cuidar es cooperar en el desarrollo del otro y en el
establecimiento de una comunidad solidaria y desarrolladora. El otro desarrollado, la
comunidad desarrolladora construida por el propio sujeto se convierten en condiciones
(interlocutores o factores intervinientes) que favorecen el desarrollo del propio sujeto.
Cuidar a los otros significa hacer que los otros y la comunidad en el que se vive sean
factores desarrolladores del propio sujeto individual o colectivo. Tanto el proceso de cuidar
como el producto cuidado son constituyentes del sujeto intercultural, del sujeto que cuida
de otros culturalmente diferentes para que presenten y recreen sus propias culturas.

El sentido de cuidado, la actitud crítica y creativa no está en el sujeto máquina o


computadora, sino en la subjetividad del organismo humano. La subjetividad no sólo está
compuesta por una configuración de conocimientos, saberes, valores, significados,
proyectos y recuerdos, sino también por la capacidad de aprendizaje, imaginación,
resistencia, creación, comprensión, especialmente, por la orientación ético-crítica, es decir,
por el sentido de defensa, producción y conservación de la vida de sí mismo y de la
comunidad.

Desde esta perspectiva, la misión y el desafío de la ciencia psicológica es comprender y


construir la organización y el desarrollo psíquico del sujeto individual y colectivo, el modo
y el sentido en que significa y mediatiza sus desplazamientos (conductas), la manera en que
organiza la creación e integración de sentidos culturales, especialmente, la forma en que
mediatiza el cuidado (comprensión y construcción) de sí mismo y de su comunidad.
La psicología cuida la organización y el desarrollo de la subjetividad que vive y expresa el
modo de ser y obrar del sujeto, la psicología cultural cuida la subjetividad del sujeto
intercultural, el sentido de construir la subjetividad (saberes, identidad y utopías) de su
propia personalidad y de la cultura de su comunidad a través de desplazamientos y
creaciones culturales. Con estas reflexiones podemos considerar que el sujeto psicológico
presenta los siguientes signos:
Jacques Lacan en los Escritos subraya que “[…] la posición científica […] está ya
implicada en lo más íntimo del descubrimiento psicoanalítico “pero apunta, en 1970 en
“Radiofonía”, que la ciencia es “una ideología de supresión del sujeto”. ¿Cómo podemos
comprender esta aparente paradoja?

Recordemos que no hay sujeto si no es a partir del lenguaje; el ser hablante es por este
mismo hecho sujeto, pero sujeto no reabsorbible en el lenguaje, y por este hecho dotado de
inconsciente. Lo simbólico, en efecto, no da cuenta de todo. El lenguaje desfallece en decir
el goce y el sexo. Este defecto es estructural, estando lo simbólico marcado por la
incompletitud o la inconsistencia: para definir el conjunto de los significantes es necesario
postular una regla que defina este conjunto, por ejemplo “todos los significantes distintos
de a”; pero entonces faltará uno, justamente a (incompletitud); y si, a pesar de todo,
queremos incluir a, habrá entonces que afirmar que “a es diferente de a”, y por tanto hacer
del mismo un elemento no coherente con los demás (inconsistencia).

Este sujeto es él mismo un correlato esencial de la ciencia. El psicoanálisis no implica otro


sujeto “sino el de la ciencia” apunta nuevamente Lacan en “La ciencia y la verdad”, no
siendo éste sino el que inaugura el cogito cartesiano.

Por su doble operación de tabula rasa, de mesa arrasada de antiguos saberes primero, y
después de prueba sistemática por la duda, es decir de crítica y de cuestionamiento racional
de las certidumbres, Descartes construye un universo que ya no se ordena alrededor del
hombre, sino que toma valor de universal, y se funda sobre la física matemática,
excluyendo los datos de los sentidos, las formas y las imágenes. En el fondo, Descartes
sitúa la disyunción de un real, por demostrar, y de la realidad. Por este paso funda la
ciencia, como saber nuevo, erigida en discurso, en respuesta a una crisis de civilización.

Este nuevo saber coloca en una posición dominante a una categoría lógica, la del universal:
lo que queda demostrado por la ciencia vale para todos; mas no en el campo de la verdad,
sino en el de la exactitud… Eso vale independientemente de la implicación de un sujeto,
independientemente de aquello que constituye, para él, su relación con la verdad.

La ciencia no se agobia por la verdad – otra que la formal; la verdad es una categoría propia
al sujeto. Es justamente por su no querer saber nada de la verdad como causa que Lacan
atribuye a la ciencia su prodigiosa fecundidad. Los oscurantismos constituyen una respuesta
a la ciencia: reintroducen el sujeto en una respuesta fuera de la ciencia, la respuesta de la
docta ignorancia. De esto, el psicoanálisis es la alternativa; es la respuesta a la ciencia que
toma su fundamento en la ciencia misma, a partir justamente de la constatación de que, si la
ciencia apunta a forcluir (rechazo de lo significante) al sujeto, no hay sin embargo ciencia
sin el sujeto: ésta fracasa en su tentativa de eliminarlo, “la ciencia se muestra definida por
el no-éxito del esfuerzo para suturarlo”, como lo escribe aún Lacan en La ciencia y la
verdad.

Este fracaso es estructural. La ciencia depende de lo simbólico. Su falta está relacionada


con la falta estructural de lo simbólico. Es esta “falta en el universo” lo que viene a
parasitar la ciencia y a montar un escándalo en sus construcciones más elaboradas.
Podemos aquí evocar no sólo la referencia de Lacan al teorema de Gödel, sino también
aquello que, quizás, nos acerca aún más de las preguntas que preocupan a los matemáticos
de hoy en lo que se demuestra en el universo matemático racional, el de la teoría de
conjuntos de Zermelo-Fraenkel; es una axiomática, y por ello un universo que se plantea
explícitamente como excluyendo al sujeto; lo que ahí aparece, sin embargo, es un objeto
éxtimo donde el sujeto, justamente y a pesar de todo, podría alojarse: en este universo se
cuela y se esconde un conjunto indiscernible, heterogéneo, que forma parte de éste
universo, pero no hay un significante específico. Es una especie de parásito inevitable,
teorizado por el matemático Paul J. Cohen, quién lo nombró como “lo genérico”: es una
versión matemática del mito lacaniano de la laminilla.

Anotemos que es este punto de exhibición de lo más íntimo, el que apunta a captar la
topología de Lacan. Esta topología – que forma parte de eso por lo que el psicoanálisis
procede de la ciencia – es la del sujeto, es la estructura misma del sujeto, que esta ciencia
trata de hecho de rechazar el significante fundamental.

La ciencia viene a trastocar la disyunción real-realidad de la que se deriva.

La ciencia primitiva se las había ingeniado para construir y apuntalar esta realidad mediante
saberes, es decir puntos de capitoneado (acolchado) del significante con los cuales el
hombre se esforzó en orientarse y en fabricar por su uso, a su manera, un orden y una
estructura. Pero desde el corte epistemológico que supuso la emergencia del discurso de la
ciencia, la efracción de la ciencia en el mundo, esta relación de lo real y la realidad sufrió
un desplazamiento esencial.

Conclusión

En las siguientes proposiciones se exponen de forma sintéticas las conclusiones de este


ensayo:

> La subjetividad de la comunidad es el origen, la fuente y el escenario de recreación de


la vida psíquica.

> La forma de ser y obrar del sujeto es la metáfora para comprender el origen, el
desarrollo, las funciones y el sentido de la personalidad del mismo.

> El sujeto construye su subjetividad cuidando (obrando) la comunidad.

> El sentido personal de cuidado de la comunidad se construye a partir de la


interiorización de la responsabilidad de cuidar la vida de la comunidad.

> La ética del cuidado de la vida es el principio que rige la subjetividad de los sujetos y
comunidades transmodernas.

> El sentido de cuidar la vida de la comunidad es criterio de integridad (normalidad) de


los modos de obrar (concepción y conducta) de los sujetos individuales y/o colectivos.
Se reitera, el sujeto psicológico no es una máquina, un ordenador, una estructura formal, un
sistema de relaciones, un animal inferior (ratones o palomas). El escenario de estudio no es
la caja de Skinner, los laboratorios, los ambientes formales (aulas o consultorios). El objeto
de estudio no son los aspectos aislados del sujeto como las reacciones, conductas
observables, los procesos cognitivos, el inconsciente, los impulsos o tendencias innatas. La
orientación del sujeto no es adaptarse al sistema, constituirse en sujeto normal, ser un
engranaje de la racionalidad instrumental o un efecto de sentido de la racionalidad
discursiva. Por el contrario, el sujeto psicológico es el organismo humano, el sujeto
intercultural. Los escenarios de estudio son la vida cotidiana, las comunidades por las que
se desplaza el sujeto, el trabajo, el juego, los eventos y movilizaciones de las que participa,
las conversaciones, los talleres o gabinetes de creación, las situaciones de reflexión y
reflexividad. La unidad de observación y análisis de la psicología es el sujeto, su forma de
ser y convivir en la comunidad, el objeto de estudio es la organización y desarrollo de la
subjetividad individual (personalidad) o colectivo (cultura) y el modo en que obra (cuida) la
comunidad en el que vive mediante sus desplazamientos y creaciones culturales. La
orientación del sujeto psicológico es obrar como una cuidado y o mediador que conecta y
articula su comunidad, afirmarse como un sujeto crítico-creativo tanto de sí mismo como de
su propia cultura y de otras culturas (moderna y posmoderna), obrar como un constituyente
de sí mismo y de su comunidad.

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