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Planificar es un acto de creación: se definen las acciones necesarias para conseguir algo.
Dicho así, parece sencillo pero hacer un plan significa tomar decisiones e implica dejar
fuera elementos o acciones que quizá también hubiesen dado bueno resultados. Elegir la
mejor opción es tarea del estratega, normalmente el director del departamento que tiene
experiencia y conocimientos suficientes para poder argumentar sus propuestas.
Hay diversos tipos de plan: plan de empresa, plan de marketing, plan de comunicación,
plan de medios sociales, plan de contenidos, etc. Los cuales pueden responder a una sola
estrategia o reunir varias bajo un plan maestro que las gobierne a todas. Cuanto más global
sea, más complejidad y mayor consenso deberá tener. Para asegurar que un plan se
implementará con éxito no hay que olvidar ningún departamento ni persona que vaya a
estar implicada. En empresas grandes puede crearse una comisión representativa; en
empresas pequeñas, basta con que estén presentes las personas indicadas.
Así que nuestro índice de un plan para vender más incluye elementos de marketing,
comunicación y ventas organizados en ocho puntos:
Analizar el entorno
Para cualquier estrategia que se decida implementar es importante saber en qué situación
se encuentra el mercado en el que se quiere estar, pero es imprescindible contemplar el
entorno en un plan de empresa. Si la organización está en la etapa previa a comenzar
operaciones, debe plantearse preguntas como: ¿hay suficiente espacio para una nueva
empresa haciendo lo mismo que el resto? o ¿hay un hueco para una innovación como la
que representa mi empresa? Por otra parte, si la empresa ya cuenta con tiempo de
actividad en el negocio, entonces conviene hacerse preguntas más orientadas a
crecimiento tipo: ¿sigo estando en el mismo lugar que al empezar? o ¿puedo abarcar otros
espacios para crecer más?
Queda claro que conocer lo que nos rodea nos obliga a saber bien quiénes somos. No será
posible contestar ninguna de estas preguntas si no se hace también un ejercicio de
introspección: ¿cuánto tiempo queremos aguantar en la misma posición en el mercado?,
¿estamos preparados para ser más agresivos y competir directamente con el líder? o ¿qué
estamos dispuestos a hacer para vender más?
Analizar el entorno sirve para recopilar datos, y estos cuanto más específicos mejor. Por
ejemplo, las acciones que los líderes del mercado han realizado en redes sociales, el
tráfico que tiene su página web o su posicionamiento en buscadores. Compararse con la
competencia también es una manera de poner expectativas: ¿queremos hacer lo mismo
que ellos?, ¿qué haremos para diferenciamos?
Para resolver todas estas cuestiones, exploraremos la manera de conocer mejor a nuestra
competencia, nos situaremos en un mapa de posicionamiento para saber nuestro lugar en
el mercado y averiguar puntos fuertes y débiles de la situación actual.
Estudio de la competencia
La pregunta clave para empezar este estudio es: ¿qué queremos saber de nuestros competidores?
Es posible fijarse en una gran variedad de aspectos, sin embargo los agruparemos en el clásico
modelo de 4Ps del llamado marketing mix: producto, precio, distribución (emplazamiento
o place) y promoción. Yendo punto por punto de cada P es posible ver su estrategia, al menos la
que llega al público ya que no se pueden conocer los detalles internos.
Sabiendo en qué nos fijaremos siguiendo el mix de marketing, ya puede hacer una lista
de empresas a estudiar. En ella debe incluir empresas competidoras, tanto las directas
como las indirectas. Por ejemplo, competencia directa de un cine es otro cine pero la
indirecta podría ser un teatro o un concierto, ya que entran en la categoría de ocio. Una
manera de hacerlo es recurrir de nuevo a Google para conocer a aquellas empresas que
aparecen en la página de resultados con expresiones similares con las de nuestro mercado.
También es interesante añadir referentes de otros sectores de los que sea posible resaltar
buenas prácticas o errores a evitar. Cuantos más nombres tenga la lista, más tiempo se
debe dedicar a este punto del plan y más se aprenderá; sin embargo, seleccionar entre tres
y cinco es suficiente para recopilar aprendizajes interesantes.
Visitar sus tiendas: ¿dónde están, qué tienen en común, son franquicias? ¿Qué tipo de clientes
hay, cómo son los trabajadores?
Revisar su página web: ¿qué secciones tienen, qué productos destacan, cómo es su proceso
de compra online, de generación de leads o la forma de contactar?
Leer sus blogs: ¿cada cuánto publican, qué categorías tienen, quién escribe?
Buscar en Google y hacer clic en sus anuncios de AdWords: ¿qué palabras usan, qué
posicionamiento tienen?
Registrarse en su newsletter: ¿qué contenido envían, cada cuándo?
Ser sus fans en Facebook, seguirles en Twitter, LinkedIn y cualq
Ser sus fans en Facebook, seguirles en Twitter, LinkedIn y cualquier otra red social en la que
estén presentes: ¿cómo es su presencia en ellas, cómo se comportan con sus fans?
Es importante fijarse tanto en la cantidad como en la calidad. Por ejemplo, en el caso de
las redes sociales es muy fácil quedarse solo con el número de fans de la página, pero
también es interesante ver qué publicaciones tienen más interacciones o su frecuencia de
publicación. Además, se puede poner en relación la cantidad de fans y la de interacciones
con la calidad de su participación porque los usuarios pueden estar hablando con la marca
pero para realizar quejas o participar en algún concurso.
Mapa de posicionamiento
Según Kotler (2013, p. 260), la posición de un producto es el lugar que ocupa en la mente
de los consumidores. Se trata, por tanto, de una percepción subjetiva, aunque la empresa
quiera guiarla mediante su comunicación. De hecho, ese es el paso que recomienda Kotler
para definir el posicionamiento: después de haber identificado y seleccionado nuestras
ventajas competitivas, se debe presentar y comunicar al mercado. Otra forma de decirlo
es que primero se tienen que definir los atributos más importantes para destacar en el
mercado y después exponerlos al público para que nos sitúe en su mente.
Utilizando como ejes las ventajas, será fácil identificar quién es la competencia por ese
hueco que queremos ocupar en la mente del consumidor. Como es natural cada sector
tiene sus atributos lógicos y se pueden utilizar para elaborar un mapa acorde con lo que
nos interesa destacar. Por ejemplo, en automoción se utilizan habitualmente elementos de
“deportividad”, en alimentación productos “light” o en cosmética productos “naturales”.