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Pero si
no varían, aburre. Oye con atención qué sucede. El texto se hace fastidioso. Su sonido empieza a
cansar. Es como un disco rayado. El oído exige cierta variedad.
Ahora escucha. Si varío la extensión de las oraciones, empiezo a crear música. Música. La escritura
suena. Tiene un ritmo placentero, con armonía y gusto. Uso oraciones cortas. Y también uso oraciones
que son de extensión media. Y cuando me doy cuenta de que el lector ha entrado en un buen ritmo, lo
voy a enganchar en lo que escribo con una oración larga, de una extensión que queme con la energía de
tambores, el ímpetu de un crescendo, el retumbar de unas campanas… Sonidos que digan “escucha,
lector, que esto es importante”.
Así que trata de escribir combinando oraciones cortas, medianas y largas. Crea un ritmo que le guste al
lector y que pueda producir un efecto en él. No solo escribas palabras muertas. Haz que suenen.
Gary Provost.
Resalta las oraciones cortas con un color, las medianas con otro y las largas con un tercer color. Si nolo
oyes, ¿puedes ver la diferencia?