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Este libro apela al cuestionamiento de la forma de conocer lo que todos llamamos ciencia.

Esto
no sería nada nuevo si no lo acompañara en sus entrañas una propuesta, la epistemología
intercultural.

Esta epistemología pretende estudiar los distintos sistemas de conocimiento, primero, en el


contexto social y, luego, como opción para la construcción del conocimiento intercultural en el
futuro, es decir, negociar nuevos sistemas de vida. En ese sentido, se revela como mediadora e
imparcial – no hay sistema de conocimiento superior –su objetivo es provocar el dialogo
horizontal.

Opta por ir a la raíz: cómo conoce el científico y por qué lo hace. Encuentra una relación entre
la forma de conocer y el objetivo del conocedor. Esto no es propio de occidente. En las
poblaciones indígenas sucede lo mismo: la verdad indígena no es para nada una relación entre
sujeto y objeto sino proceso, relaciones o, en extremo, sistemas que haya que conducir para un
circuito de intercambios equilibrados. Léase sustentable. Todo esto mediante conocimiento
práctico cotidiano.

Así, si Aristóteles promocionó el conocimiento teórico – por encima del práctico y el técnico –
para poder descubrir las causas iniciales y los fines últimos; la ciencia, en cambio, inéditamente,
utiliza el conocimiento en alianza de la técnica, no para rasgar el velo de la realidad sino para
reinventarla, es decir, “descubrir” algo nuevo no conformándose con lo ya existente. Ejemplo
claro, la bomba atómica.

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