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LA PSIQUIATRÍA FORENSE

1. ANTECEDENTES
La psiquiatría es una ciencia muy joven en relación a la ciencia jurídica. Recién, a mediados del siglo XX, con Kraepelin
cuando empieza a tener una cierta unidad de clasificación y de uniformidad en sus opiniones y a desarrollar un método
clínico científico natural, comprendiendo a la psique del hombre como algo en interacción reciproca con su organismo y sus
funciones.
Para el jurista acostumbrado a un método lógico formal, cada concepto con un contenido determinado. El método científico
natural le resulta tan extraño, como al médico el método lógico formal del jurista. De esa manera, desde el punto de vista de
un jurista el acto criminal es un acto y sus consecuencias.
Para un psiquiatra el acto criminal, causado por un sujeto activo; su forma de ser, su personalidad o su enfermedad, intenta
explicar la acción y a veces hasta el porqué de esa acción. Se debe fijar el estado mental de esa persona en el momento
determinado de los hechos, y su reflejo en una acción determinada.
Es así que surge la Psiquiatría Forense, tras un acuerdo necesario, un punto intermedio, en el que el jurista acepta más la
contemplación del sujeto y el psiquiatra aprende a manejar más el pensamiento lógico formal.
2.- CONCEPTO.
La psiquiatría forense es una especialidad dentro de la psiquiatría clínica, por un lado utiliza los métodos y procedimientos de
la psiquiatría clásica, y por otra el lenguaje y la ordenación legal del Derecho. Y además con una gran diferencia con la
Psiquiatría clínica: ya que su finalidad es el diagnostico de las distintas facetas del psiquismo, normal y alterado de los
individuos, explicando sus conductas para el uso de los distintos sistemas jurídicos, en un momento dado pero sin incluir un
tratamiento.
La Psiquiatría Forense es la ciencia que usando los procedimientos y los conocimientos de la Psiquiatría y de las
Neurociencias, da un diagnóstico sobre la forma de ser de los individuos y sus conductas en relación a unos hechos y de
acuerdo a las necesidades del derecho en todas sus vertientes.
Su propósito es obtener evidencias, mediante la administración de la principal prueba diagnóstica, la Entrevista Psiquiátrica y
ayudarse con la administración de pruebas psicológicas y/o psicopatológicas, para así poder elaborar un informe que con
claridad y dentro de la terminología del derecho pueda ser recogido por los distintos sistemas jurídicos, para su ilustración.
-Diagnósticos psiquiátricos mediante el método clínico de exploración.
- Descripción del estado de las funciones psicológicas.
- Descripción del estado psicopatológico.
- Descripción y aspecto físico de los individuos.
- Descripción de la personalidad del informado.
- Mediciones de algunas funciones neuropsicológicas.
- Pronósticos médicos acerca de la enfermedad. (Duración/ pronóstico /curación, etc.)
- Pronóstico de la capacidad delictógena del individuo.
- Pronostico de peligrosidad potencial ante un nuevo hecho.
3. ÁMBITOS DE LA PSIQUIATRÍA FORENSE
La Psiquiatría Forense tiene como objetivo todas aquellas situaciones en que la salud o la enfermedad mental del individuo
tengan relación con la Justicia y se demande una respuestas para poder aplicar la normativa Jurídica que marque la Ley.
Así pues podríamos hablar de que el objeto de la Psiquiatría forense es el hombre, en su relación con la Justicia. El derecho
mediante su método inductivo, habla del acto y sus consecuencias y la Medicina con su método deductivo; del hombre, sus
conductas y su psiquismo. Hasta hace poco las demandas del Derecho a la Medicina, se limitaba a los casos criminales y hoy
en día se ha ampliado a los más diversos ámbitos de aplicación de ésta y cada uno tiene sus peculiaridades.
3.1.- Psiquiatría forense penal
Es la que concierne al Código Penal el asesoramiento fundamentalmente, gira en torno de la imputabilidad del inculpado, por
tanto su aplicación sobre el delincuente, la delictogénesis y la consiguiente imputabilidad, entendida como el conjunto de
facultades psíquicas mínimas que debe poseer un sujeto autor de un delito para ser declarado culpable del mismo.
No basta el hecho de cometer un delito, para que un individuo se responsabilice de dicha acción, hay necesidad de una serie
de características psicológicas que lo hagan imputable. (Capacidad de: libertad, del deber, de la responsabilidad, del
autocontrol y de la motivación) El hecho de tener imputabilidad penal, capacidad de culpabilidad, capacidad de
reprochabilidad, lleva implícita la responsabilidad de sus actos y por tanto de la pena.
La capacidad de culpa esta en directa relación a reunir requisitos psicobiológicos mínimos, el conocimiento de parte del autor
del carácter de lo prohibido de su hacer y la no exigibilidad de un comportamiento distinto. “Ambas tienen un lado negativo,
la existencia de una fuerza irresistible excluye la acción. La absoluta imprevisibilidad anula la relación psicológica con el
resultado; la causa de legítima defensa autoriza la comisión del hecho prohibido, las facultades psíquicas del autor
disminuidas o anuladas causan la imputabilidad parcial o total”. [ [1]]
Dentro de este apartado, es la Psiquiatría forense quien debe esclarecer los conceptos que permitan inculpar o no al
presunto delincuente y surgen así todas las variantes psiquiátricas y jurídicas de: Emoción violenta, trastorno mental
transitorio, miedo insuperable, arrebato, obcecación, enajenación mental, trastornos de la percepción…, que hablan de las
atenuantes y eximentes, en la capacidad de culpa. (Posibilidad de asumir la condena, parcial, total o ninguna)
En este ámbito la psiquiatría forense intervendrá además en:
- Valoración del grado de enajenación del sujeto.
- Valoración del grado de conciencia y libertad con el que se ha ejecutado los hechos.
- Valoración del grado de discernimiento del bien y del mal.
- Valoración de la necesidad de internamiento de inculpados. (Observación y tratamiento)
- Valoración de la necesidad de internamiento de los condenados (seguridad y tratamiento)
- Valoración del grado de fiabilidad de testimonios y declaraciones de testigos e inculpados.
- Valoración de la Enfermedad mental y grado de afectación.
- Valoración del nivel de Inteligencia y grado de afectación sobre los hechos.
- Valoración de secuelas psíquicas consecuentes a acciones delictivas
- Valoración de la peligrosidad potencial

3.2.- Psiquiatría forense civil (2)


El Código Civil requiere en múltiples circunstancias del peritaje psiquiátrico, en este caso los informes periciales giran en
torno a la capacidad de los sujetos informados:
- Incapacidad civil por causa psíquica
- Internamiento psiquiátrico involuntario
- Esterilización del paciente psíquico incapacitado.
- Capacidad de los pacientes psíquicos para ser testigos o testadores
- Valoración de la capacidad de contraer matrimonio
- Valoración de las solicitudes de cambio de sexo.
- Valoración de la capacidad para hacer testamento.
- Valoración de secuelas por accidentes de trabajo.
- Valoración de secuelas por accidentes de tráfico.
- Valoración de las secuelas por agresiones.

4.- INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FORENSES (3)


Tras la vigencia del Nuevo Código de Procedimiento Penal (Ley 1970) mediante el cual se crea el Instituto de Investigaciones
Forenses como un instituto independiente en sus funciones, aunque dependiente administrativa y financieramente de la
Fiscalía General de la República.
Dicho Instituto, está encargado de realizar, todos los estudios científicos – técnicos requeridos para la investigación de los
delitos o la comprobación de otros hechos mediante orden judicial.
En la estructura y organización, hay una División de Medicina Forense, tiene la siguiente estructura organizacional:
1. Jefatura nacional de medicina forense
2. Servicios médicos forenses departamentales
Los servicios médicos forenses departamentales, están conformados por las siguientes secciones:
a) Sección de clínica forense
b) Sección de tanatología
c) Sección de psiquiatría y psicología
d) Sección de patología
e) Sección de imagenología
4.1.- La sección de Psiquiatría y Psicología Forense
Los psicólogos y Psiquiatras, son nombrados por el Ministerio de Publico, (Fiscal General) y son seleccionados mediante
convocatoria de concurso de méritos y/o exámenes de competencia. Pudiendo denominarse Psicólogo Forense o Psiquiatra
Forense a dicho cargo.
Las funciones son:
- Valoración de la personalidad del sujeto sometido a un proceso penal.
- Grados de imputabilidad en delitos penales
Si existe o no enajenación mental.
Si existe o no un trastorno mental transitorio.
Si ha existido o no una situación de miedo insuperable en el sujeto.
- Valoración del testimonio presentado por terceros o testigos presenciales de los hechos
- Estudio y evaluación amplia del presunto delincuente.
- Predicción de peligrosidad de los delincuentes.
- Preparación de testigos.
- Valoración de la existencia de trastornos conductuales:
Alcoholismo
Toxicomanías
Desviaciones sexuales.
Simulación en atenuantes de la responsabilidad.
- Estudios sobre sujetos internados en establecimientos Psiquiátricos.
- Sujeto s sometidos a expedientes de prodigalidad
- Valoración psíquica que pudieran invalidar la firma de un contrato.
- Análisis acerca de la validez de las declaraciones testificales
- Capacidad e Incapacidad civil por causa psíquica
- Capacidad de los pacientes psíquicos para ser testigos o testadores
- Valoración del consentimiento en los negocios jurídicos.
- Valoración de las secuelas psíquicas, por agresiones.
- Autopsias psicológicas
- Estudios sobre victimología (situación de la víctima en un delito penal o tras accidente o violencia):
- Valoración de las secuelas psíquicas ocasionadas por las lesiones.
- Valoración de las mujeres maltratadas.
- Valoración del estado de la víctima en las violaciones.
- Determinación del grado de deterioro como consecuencia de un pos traumatismo.

Psiquiatría Forense Penal (4)

El nuevo Código Penal le pide a la Psiquiatría Forense, el asesoramiento en torno de la imputabilidad del inculpado, por
tanto, su aplicación sobre el delincuente, la delictogénesis y la consiguiente imputabilidad, entendida como el conjunto de
facultades psíquicas mínimas que debe poseer un sujeto autor de un delito para ser declarado culpable del mismo.
No basta el hecho de cometer un delito, para que un individuo se responsabilice de dicha acción, hay necesidad de una serie
de características psicológicas que lo hagan imputable. (Capacidad de: libertad, del deber, de la responsabilidad, del
autocontrol y de la motivación) El hecho de tener imputabilidad penal, capacidad de culpabilidad, lleva implícita la
responsabilidad de sus actos y por tanto la pena.
La capacidad de culpa está en directa relación a reunir requisitos psicobiologicos mínimos, el conocimiento de parte del autor
del carácter de lo prohibido de su hacer y la no exigibilidad de un comportamiento distinto. "Ambas tienen un lado negativo,
la existencia de una fuerza irresistible excluye la acción. La absoluta imprevisibilidad anula la relación psicológica con el
resultado; la causa de legítima defensa autoriza la comisión del hecho prohibido, las facultades psíquicas del autor
disminuidas o anuladas causan la imputabilidad parcial o total". ( [4]

Dentro de este apartado, es la Psiquiatría forense quien debe esclarecer los conceptos que permitan inculpar o no al
presunto delincuente y surgen así todas las variantes psiquiátricas y jurídicas de: trastorno mental transitorio, miedo
insuperable, arrebato, obcecación, enajenación mental, trastornos de la percepción…, que hablan de las atenuantes y
eximentes, en la capacidad de culpa. (Posibilidad de asumir la condena, parcial, total o ninguna)
El concepto de delito
A partir del derecho penal positivo, podemos hablar del concepto de delito: toda conducta castigada por la ley con una pena,
aunque cada delito tenga peculiaridades y penalidades distintas.
Hablar de delito es hablar de la teoría general del delito, en el que se dice que el delito debe tratarse de una acción u
omisión, debe ser doloso o culposo y penado por la ley. El "concepto del delito responde a una doble perspectiva: por un
lado, es un juicio de desvalor que se hace sobre el autor de ese hecho. Al primer juicio de desvalor se le llama injusto o
antijuridicidad es pues, la desaprobación del acto; culpabilidad es la atribución de dicho acto a su autor para hacerle
responsable del mismo". ([5])
En Psiquiatría Forense. "Normalmente la tipicidad, la antijuridicidad y la culpabilidad son comunes a todo delito
Culpabilidad, es culpable quien actúa de una manera, cuando podía libremente obrar de otra. Quien pudiendo abstenerse de
realizar la acción típicamente antijurídica, decide actuar en contra de la norma. "La capacidad de culpabilidad tiene un
momento (cognoscitivo) (intelectual) y uno de voluntad (volitivo); la capacidad de comprensión de lo injusto y de
determinación de la voluntad (conforme a sentido). Solo ambos momentos conjuntamente constituyen la capacidad de
culpabilidad"
La culpabilidad tiene un vínculo de naturaleza psicológica, que enlaza a su autor con su acto, siendo el dolo y la culpa sus
formas de presentación. El fundamento de la culpabilidad es la libertad, en la que el sujeto dentro de sus posibilidades, el
hombre puede elegir una determinada forma de actuar o evitarla, para no ser objeto de reproche. Para analizar la
culpabilidad es necesario: el conocimiento de la antijuridicidad, la imputabilidad y la exigibilidad
Concepto de imputabilidad (5)

Es la aptitud de la persona para responder por los actos que realiza. El concepto que tiene una base psicológica, comprende
el conjunto de facultades psíquicas mínimas que debe poseer un sujeto autor de un delito para ser declarado culpable del
mismo. Por tanto la imputabilidad, que es un término legal que no debería ser usado en los informes de Psiquiatría forense y
nunca en las conclusiones, descansa sobre una base de índole psicobiológica, por lo que la participación del perito es
definitiva; éste trataría de determinar si en el momento de los presuntos hechos delictivos que se le imputan, cumplía los
requisitos biológicos (conocimiento y libertad volitiva) para podérsele aplicar la pena. Él termino imputabilidad, es forma
prestada del derecho.
La imputabilidad, la capacidad de culpa, descansa pues sobre dos condiciones fundamentales:
 Que en el momento de la acción el sujeto posea la inteligencia y el discernimiento de sus actos
 Que el sujeto goce de la libertad de su voluntad o de su libre albedrío.
Por lo tanto toda enfermedad mental que afecte a la inteligencia o a la voluntad, así como cualquier estado temporal de
anulación o perturbación de la conciencia alterarán el grado de imputabilidad. Lo que interesa al derecho no es el diagnóstico
clínico sino su reflejo en el actuar humano del momento de los hechos.
Se puede evidenciar que los supuestos de enajenación mental en su valoración como circunstancias eximentes, deberían
tener una graduación:
 Cuando se limita totalmente la conciencia y la voluntad, base de la imputabilidad, seria causa de una exención.
 Cuando aquella afección no llega a tanto y se manifiesta en una disminución de sus facultades intelectivas o volitivas, con una
indudable limitación para comprender la ilicitud del acto, o el conocimiento del alcance y trascendencia de sus actos, seria
causa de atenuación privilegiada.
 Y cuando no concurren los presupuestos para apreciar las dos causas anteriores, como completa o incompleta, pero se
destaca una menor intensidad siendo puramente leves, o de poca incidencia en la imputabilidad del agente, se tomará en
consideración como atenuante de eximente incompleta, reflejándose solo en la sentencia.
ATENUANTES Y EXIMENTES:
LA ENAJENACIÓN: Se ajustarían al concepto de enajenación mental, las siguientes entidades clínicas: Las psicosis y sobre
todo las del círculo esquizofrénico y las del círculo maníaco-depresivo. El Trastorno Delirante Paranoide. Los Trastorno
Mentales Orgánicos, fundamentalmente la Demencia Degenerativa, así como las asociadas al consumo de alcohol o de
sustancias psicoactivas. La Debilidad o Retraso Mental Severo (clásicamente denominada Oligofrenia) aunque en algunos
casos solo limitarían la capacidad de entendimiento de los hechos.
- Los Trastornos de la Personalidad, de los que se habla más adelante, raramente son aceptados como causa de enajenación.
EL MIEDO INSUPERABLE, circunstancia absolutamente normal salvo enfermedades psíquicas previas ante estímulos acordes
con esta reacción, es una perturbación del ánimo teñida de fuerte angustia que borra las facultades psíquicas del raciocinio
en pro de un instinto superior de supervivencia, es en definitiva lo que coloquialmente se define como pánico, terror o pavor.
Y debe ser una situación capaz de generar un estado emocional de tanta intensidad que prive a la persona del raciocinio y
anule su voluntad y su autodeterminación.
IMPUTABILIDAD EN LAS PSICOSIS: Todos los cuadros psicóticos en principio anulan la imputabilidad ya que el conocimiento
de la realidad está distorsionado. Por tanto, dichos cuadros se ajustan al paradigma de la enajenación. No obstante conviene
hacer una valoración cuidadosa acerca de cada caso concreto, ya que por ejemplo en muchos casos una vez remitido el brote
psicótico su capacidad puede ser normal.
En el caso de las llamadas psicosis reactivas breves, reacciones esquizofrénicas y trastornos esquizofreniformes estaríamos
más bien ante una enajenación mental breve y por tanto, ante un caso de semiimputablidad.
IMPUTABILIDAD EN LA EPILEPSIA: Los cuadros epilépticos cuando desencadenan un delito, serían calificados de
inimputables, incluso en los casos en que sea breve, ya que se corresponden como síndromes psicóticos que desestructuran
el conocimiento y la voluntad, convirtiéndose en una conducta impulsiva.
IMPUTABILIDAD EN LAS PSICOSIS AFECTIVAS (Psicosis Maniaco Depresiva): En estos casos habría que valorar la profundidad
psicopatológica para ponerla en relación con el delito cometido. En los casos en que predomine la forma depresiva (siempre
que dicha depresión no derive del acto delictivo cometido) habrá que analizar cuidadosamente en qué medida predomina lo
neurótico sobre lo psicótico y viceversa; solo así se podrá determinar si ha habido una anulación de la imputabilidad, una
atenuación de la misma o ninguna de estas dos cosas. En los casos en que predomine la forma maníaca, al tratarse de una
auténtica psicosis, el hecho delictivo cometido sería inimputable. Los cuadros mixtos son en la mayoría de los casos
inimputables ya que además entrañan un peor pronóstico y un aumento de la perturbación, por la sintomatología
encontrada que conllevan.
IMPUTABILIDAD DEL OLIGOFRÉNICO: En estos casos la imputabilidad va íntimamente unida al grado de deficiencia mental,
siendo evidente que a mayor profundidad de deficiencia más inimputable sería el delito cometido. A medida que disminuye
la severidad de la deficiencia y sobre todo en los casos de inteligencia límite habrá que examinar con minuciosidad una serie
de circunstancias con relación al delito cometido para poder valorar el grado de imputabilidad y sobre todo saber hasta que
punto el sujeto tiene conciencia de que lo que ha cometido es un delito, su idea del bien y el mal, etc.
IMPUTABILIDAD EN LAS DEMENCIAS: En el caso de las demencias una vez comprobado su carácter orgánico, irreversible y
progresivo, se beneficiaran de la inimputabilidad completa. Si el delito se comete en las fases iniciales de la misma la
imputabilidad estaría solo parcialmente disminuida.
IMPUTABILIDAD EN LAS NEUROSIS: (6)
En las neurosis casi nunca se ve afectada la capacidad de obrar y de entender los actos que se llevan a cabo, por lo que la
reducción de la imputabilidad solo suele darse en escasas circunstancias, en las que las neurosis tienen un carácter grave o se
complican por ejemplo con el consumo de alcohol y sustancias tóxicas.
IMPUTABILIDAD EN LAS PSICOPATÍAS: La imputabilidad del psicópata siempre ha sido un tema polémico, ya que por un lado
no son enfermos mentales, pero tampoco son personales "normales". La valoración deberá hacerse en cada caso en
particular debiéndose valorar la capacidad para comprender lo injusto del hecho y la capacidad de dirigir la actuación
conforme a ese entendimiento. El problema radica en que a veces se incluye bajo el epígrafe de psicópatas cosas muy
diferentes, conductas desadaptativas con escasas alteraciones psíquicas. A ello hay que añadir la posibilidad de que la
psicopatía sea complicada porque al trastorno de la personalidad se le añada un cuadro de drogodependencia.
IMPUTABILIDAD EN LAS DROGODEPENDENCIAS: En estos caso hay que distinguir entre consumidor y drogodependiente,
pues solo el segundo ha perdido su libertad ante determinada droga, lo que evidentemente es una enfermedad mental,
circunstancia que no se da en un simple consumidor.
El perito deberá valorar el grado de dependencia del sujeto a esa sustancia, su afectación cognitiva y volitiva y todo ello con
relación al momento concreto en que se cometió el delito; si la acción estaba bajo los efectos de la droga o del síndrome de
abstinencia.
La capacidad de comprender únicamente se altera en los momentos de intoxicación aguda o en estadios finales donde ya
existen lesiones orgánico-cerebrales y la capacidad para dirigir la actuación conforme a ese conocimiento está alterada por la
propia drogadicción y por el síndrome "amotivacional" del dependiente. A medida que pasa el tiempo, la víctima no tiene
otra alternativa que adaptarse a la situación, se instaura una especie de "equilibrio".
En la culpabilidad, las facultades psíquicas del autor, hablan de la imputabilidad o no, es decir de la capacidad de
culpabilidad, el conocimiento por parte del autor del carácter de lo prohibido de su hacer y la no exigibilidad de un
comportamiento distinto.
Ambas tienen un lado negativo, la existencia de una fuerza irresistible excluye la acción. La absoluta imprevisibilidad anula la
relación psicológica con el resultado; la causa de legítima defensa autoriza la comisión del hecho prohibido, las facultades
psíquicas del autor disminuidas o anuladas causan la imputabilidad parcial o total. Pero está claro que no hay culpabilidad sin
antijuridicidad, aunque si hay antijuridicidad sin culpabilidad. La legítima defensa es una agresión antijurídica aunque el autor
no sea culpable. Y frente a un acto lícito no antijurídico no cabe legítima defensa.

Trastornos Mentales. Son afecciones o síndromes psíquicos y comportamentales, radicalmente opuestos a los propios de
los individuos que gozan de buena salud mental. En general, son causa de angustia y deterioro en importantes áreas del
funcionamiento psíquico, afectando al equilibrio emocional, al rendimiento intelectual y al comportamiento social
adaptativo. Se han descrito a través de la historia y en todas las culturas, pese a la vaguedad y dificultades de definición de
este tipo de trastornos. A lo largo de la historia, y hasta tiempos relativamente recientes, la locura no se consideraba
enfermedad, sino un problema moral —el extremo de la depravación humana—, o espiritual —casos de maldición o de
posesión demoníaca—. Después de unos tímidos inicios, a comienzos de los siglos XVI y XVII, la psiquiatría empezó a ser una
ciencia respetable en 1790, cuando el médico parisino Philippe Pinel decidió quitar las cadenas a los enfermos mentales,
introdujo una perspectiva psicológica y comenzó a hacer estudios clínicos objetivos. A partir de entonces, y desde el trabajo
en manicomios, se definirían los principales tipos de enfermedad mental y sus formas de tratamiento.
Clasificación La división de los trastornos mentales en clases es todavía inexacta, y las clasificaciones varían según las
escuelas y doctrinas psicopatológicas. Para uniformar criterios, la Organización Mundial de la Salud (OMS), creó la DSM,
clasificación de los trastornos mentales universal, que ha conocido hasta la fecha varias versiones.

La mayoría de los sistemas de clasificación reconocen los trastornos infantiles, (como el retraso mental) como categorías
separadas de los trastornos adultos. También la mayoría trata de distinguir entre trastornos orgánicos, los más graves
provocados por una clara causa somática, fisiológica, relacionada con una lesión o una anomalía congénita estructural en el
cerebro, y trastornos no orgánicos, a veces también denominados funcionales, considerados más leves.

En parte, desde esta distinción en función de la gravedad y de la base orgánica, se diferencian los trastornos psicóticos de los
neuróticos. De forma general, psicótico significa un estado en el que el paciente ha perdido el contacto con la realidad,
mientras que neurótico se refiere a un estado de malestar y ansiedad, pero sin llegar a perder contacto con la realidad. En su
extremo, como formuló Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis, todos somos "buenos neuróticos", en tanto que los
casos de psicosis son contados. Los más comunes son: la esquizofrenia, la mayor parte de los trastornos neurológicos y
cerebrales (demencias), y las formas extremas de la depresión (como la psicosis maniacodepresiva). Entre las neurosis, las
más típicas son las fobias, la histeria, los trastornos obsesivo-compulsivos, la hipocondria (miedo patológico a la enfermedad
y la muerte), y en generales todos aquellos que generan una alta dosis de ansiedad sin que haya desconexión con la realidad.

¿Es lo mismo Psiquiatría y Psicología?


Trastornos mentales. Clasificación

Trastornos infantiles

Trastornos ansiosos
Trastornos orgánicos mentales
Trastornos de la personalidad

Esquizofrenia
Trastornos comunes: las Neurosis

Trastornos de la afectividad
El trastorno más común: la Depresión

Trastornos paranoides
Sigmund Freud y el psicoanálisis

Sistema Nervioso

¿Es lo mismo Psiquiatría y Psicología?

La Psiquiatría es una rama de la Medicina especializada en los trastornos mentales. Los psiquiatras no sólo diagnostican y
tratan estos trastornos sino que también realizan investigaciones para comprenderlos y prevenirlos.
Un psiquiatra es un médico que ha completado una especialización de postgrado en psiquiatría. Muchos psiquiatras también
se especializan en psicoanálisis, psiquiatría infantil u otras subespecialidades. Los psiquiatras tratan a los pacientes en
consultas privadas, en hospitales generales, o en centros especializados para enfermos mentales (hospitales psiquiátricos,
clínicas ambulatorias, o centros comunitarios de salud mental). Algunos dedican parte de su tiempo a investigar o participar
en programas de salud mental.
Por el contrario, los psicólogos, que suelen trabajar junto a los psiquiatras y tratan al mismo tipo de pacientes en ocasiones,
no han recibido formación en medicina, y, por consiguiente, no pueden recetar medicamentos.
El campo de la psiquiatría es muy amplio en comparación con otras especialidades médicas. Los trastornos mentales pueden
afectar a la mayoría de los aspectos de la vida del paciente, como su actividad física, conducta, emociones, pensamiento,
percepción, relaciones interpersonales, sexualidad, trabajo y ocio. Estos trastornos están producidos por una combinación
poco conocida de determinantes biológicos, psicológicos y sociales. La tarea del psiquiatra consiste en identificar las distintas
fuentes y manifestaciones de la enfermedad mental.
Trastornos mentales infantiles Algunos trastornos mentales se hacen evidentes por primera vez durante la infancia, la
pubertad y la adolescencia.
El Retraso Mental se caracteriza por la incapacidad para aprender con normalidad y para llegar a ser tan independiente y
socialmente responsable como otras personas de la misma edad y cultura. Los individuos con un cociente intelectual inferior
a 70 se consideran retrasados en cuanto a su inteligencia.
La hiperactividad, desorden que parte de un déficit en la atención y la concentración, se traduce en un exceso de ímpetu en
el sujeto que la padece, haciéndole incapaz de organizar y terminar su trabajo, de seguir instrucciones o perseverar en sus
tareas, debido a una inquietud constante y patológica.
Los trastornos ansiosos Comprenden el miedo a la separación (de la casa y los padres), evitar el contacto con los extraños, y
en general, un comportamiento pusilánime y medroso.
Los trastornos mentales invasivos Se caracterizan por la distorsión simultánea y/o progresiva de varias funciones psíquicas,
como la atención, la percepción, la evaluación de la realidad, y la motricidad. Un ejemplo es el autismo infantil, trastorno
caracterizado por el desinterés del niño hacia el mundo que le rodea.
Entre los demás trastornos infantiles están los problemas del comportamiento: la bulimia (apetito insaciable),
la anorexia nerviosa (negación a comer), lostics, el tartamudeo y otros trastornos del habla, y la enuresis (incapacidad de
controlar la micción, generalmente por las noches).
Trastornos orgánicos mentalesSe caracteriza por la anormalidad psíquica y del comportamiento asociada con deterioros
transitorios o permanentes en el funcionamiento del cerebro. Los desórdenes tienen diferentes síntomas, según el área que
esté afectada, y según la causa, duración y progreso de la lesión. El daño cerebral puede proceder de una enfermedad
orgánica o del consumo de alguna droga lesiva para el cerebro, o de alguna enfermedad que lo altere indirectamente por sus
efectos sobre otras partes del organismo.Los síntomas asociados con los trastornos orgánicos mentales pueden ser el
resultado de un daño orgánico, o la reacción del paciente a la pérdida de capacidades mentales. Ciertos trastornos presentan
como característica principal el delirio o un estado de obnubilación de la conciencia que impide mantener la atención,
acompañado de errores perceptivos y de un pensamiento desordenado e inadaptado a la realidad.

Otro síntoma frecuente de los trastornos orgánicos como la enfermedad de Alzheimer, es la demencia, definida por fallos en
la memoria, el pensamiento, la percepción, el juicio y la atención, que interfieren con el funcionamiento ocupacional y social.
La demencia senil se da en la edad provecta, y produce alteraciones en la expresión emocional (apatía creciente, euforia
injustificada o irritabilidad).

Esquizofrenia (8)Elder

La esquizofrenia es un concepto que abarca un grupo de trastornos graves, que normalmente se inician en la adolescencia.
Los síntomas son agudas perturbaciones del pensamiento, la percepción y la emoción, que afectan a las relaciones con los
demás, con un sentimiento perturbado de uno mismo y una pérdida del sentido de la realidad que deteriora la adaptación
social de quien la sufre. La idea de mente dividida implícita en la palabra esquizofrenia se refiere a la disociación entre las
emociones y la cognición, y no, como vulgarmente se supone a menudo, a una división en la personalidad, que más bien
tiene que ver con otro tipo de trastornos como la personalidad múltiple que en la clasificación kraepeliniana sobre los
trastornos se llamaban psicopatías.

Trastornos de la afectividad Son aquellos en los que el síntoma predominante es una alteración del estado de ánimo. El más
típico, la depresión, se caracteriza por la tristeza, el sentimiento de culpa, la desesperanza y la sensación de inutilidad
personal. Su opuesta, la manía, se caracteriza por un ánimo exaltado, expansivo, megalomaníaco y también cambiante e
irritable, que se alterna casi siempre con el estado depresivo.

Trastornos Paranoides Su síntoma principal son las ideas delirantes (creencia falsa, firmemente asentada y resistente por ello
a la crítica), y las más típicas son las de persecución (se considera víctima de una conspiración), las de grandeza (el sujeto se
cree de ascendencia noble, principesca, santa, genial, e incluso divina), o las celotípicas (celos desmedidos). En cualquier
caso, la personalidad paranoide es defensiva, rígida, desconfiada, egocéntrica, por lo que se aísla, y puede llegar a ser
violentamente asocial. Este trastorno normalmente suele iniciarse en la mitad o el final de la vida, destruyendo las relaciones
sociales, sobre todo las de pareja.

Ansiedad, fobias y obsesiones La ansiedad es el síntoma predominante en dos casos: los desórdenes que suponen pánico
ante situaciones concretas, y los trastornos ansiosos generalizados. En las fobias y las neurosis obsesivo-compulsivas, el
pánico aparece cuando el individuo intenta dominar otros síntomas: el miedo irracional, desmedido, a una situación, objeto,
o animal concretos que altera su vida cotidiana. Entre las más perturbadoras está la agorafobia (el miedo a los espacios
abiertos) la claustrofobia (el miedo a los espacioso muy cerrados), tras el que en realidad se oculta un miedo desmedido a la
muerte y al propio ataque de pánico que se pueda experimentar en esas situaciones, y que hace a los que la sufren
incapaces de salir de su casa. Por otro lado, las obsesiones, otras neurosis cada vez más frecuentes (frente a la histeria, que
ha ido disminuyendo su frecuencia), consisten en pensamientos, imágenes, impulsos o ideas repetitivas y sin sentido para la
persona, que se ve sin embargo sometida a ellos. Por último, la compulsión es la tendencia irrefrenable a repetir
mecánicamente comportamientos inútiles, rituales de comprobación o de previsión (lavarse las manos más de treinta veces
al día, por ejemplo, o revisar una y otra vez la llave de paso del gas, o las joyas guardadas).

Trastornos de la personalidad
Los trastornos de la personalidad duran toda la vida, pues hacen que determinados rasgos de la personalidad del enfermo
sean tan rígidos e inadaptados que llegan a causar problemas laborales y sociales, daños a uno mismo, y probablemente a los
demás.
La personalidad paranoide se caracteriza por ser suspicaz y desconfiada. La esquizoide ha perdido la capacidad e incluso el
deseo de amar o de establecer relaciones personales, mientras que la esquizotípica se caracteriza por el pensamiento, el
habla, la percepción y el comportamiento extraños. Las personalidades histriónicas se caracterizan por la teatralidad de su
comportamiento y de su expresión, relacionadas en parte con el siguiente tipo, la personalidad narcicista, que demanda la
admiración y la atención constante de los demás.
Las personalidades antisociales (antes conocidas como psicopatías), se caracterizan por tener un comportamiento
irresponsable y nocivo para los demás. Los borderline son inestables en su autoimagen, estado de ánimo y comportamiento
para con los demás, y los evitadores son hipersensibles al posible rechazo, la humillación o la vergüenza. La personalidad
dependiente es pasiva hasta el punto de ser incapaz de tomar una decisión propia, forzando a los demás a tomar las
decisiones. Los compulsivos son perfeccionistas hasta el extremo, e incapaces de manifestar sus afectos. Por último,
los pasivos-agresivos se caracterizan por resistirse a las exigencias de los demás a través de maniobras indirectas, como la
dilación o la holgazanería.

El Trastorno Más Común


LA DEPRESION Estar triste y apático, verlo todo de color negro, no poder dormir o perder peso son algunos de los estados
que pueden delatar una depresión. Sufrirla en situaciones como la pérdida de un ser querido o una enfermedad puede ser
normal, pero si la depresión es muy intensa o prolongada en el tiempo, o no responde a una causa aparente, es necesario
tratarla. Y para ello resulta imprescindible acudir al psiquiatra.
Al igual que la alegría o el miedo, la depresión es una reacción normal e inevitable en determinadas situaciones, por
ejemplo, ante una pérdida importante -ya sea de un ser querido, una posesión o una posición- o acompañando a numerosas
patologías. Pero la depresión también puede ser en sí una enfermedad y ese sería el caso en el que no hubiera una causa
razonable para padecerla o, si la hubiese, la depresión fuera demasiado intensa, de tal forma que impidiera desarrollar una
vida normal, o demasiado prolongada en el tiempo. La tristeza, y con ella la apatía o el desánimo, es el síntoma más visible
de la depresión, pero no es el único. Las personas deprimidas suelen tener también alteraciones del pensamiento, de forma
que valoran negativamente sus capacidades o su responsabilidad en los acontecimientos y lo ven todo -su futuro, sus
relaciones personales- de color negro. Esta es una razón por la que muchos depresivos adoptan una conducta
autodestructiva e intentan suicidarse, toman drogas o caen en la bebida o el juego.
Por otro lado, la depresión origina, además de ansiedad en muchas ocasiones, alteraciones en el funcionamiento del
organismo: se pierde sueño y peso o, por el contrario y en menor medida, se duerme demasiado o se engorda; se produce
una continua sensación de cansancio; son frecuentes los dolores de espalda o de estómago; y se pierde también el interés
sexual y la capacidad para adaptarse a las situaciones de estrés. Además, la depresión afecta al sistema inmunológico, con lo
que hay una mayor predisposición a contraer enfermedades. Pero, ¿cuál es el origen de la depresión? Según los expertos,
no se puede hablar de una causa, sino de muchas. En principio, la depresión significa que algo funciona mal en el cerebro, es
decir, que hay un problema en los mecanismos de neurotransmisión cerebral, en la conexión de unas neuronas con otras.
Esto provoca la disminución de catecolaminas y serotoninas, sustancias que segregan las neuronas y que intervienen, entre
otras cosas, en la adaptación de la persona al estrés y en la regulación de los estados afectivos. Esta situación se puede
producir por múltiples motivos, pero un factor importante es el propio organismo del paciente y el grado de estrés al que
esté sujeto. Hay personas que, por un déficit de neurotransmisores, con muy poca presión ya desarrollan una depresión y en
otros casos los enfermos son más resistentes y llegan a la depresión cuando el estrés es muy intenso y largo y acaba
agotando la capacidad del cerebro para reaccionar.
¿QUE PAPEL DEBE DESEMPEÑAR EL PSIQUIATRA FORENSE EN LA VALORACIÓN DE LA PELIGROSIDAD?
Diversas interrogantes se han planteado los investigadores en lo últimos 150 años acerca del comportamiento llamado
peligroso del ser humano, entre las que mencionamos: ¿por qué unas personas tienen conductas agresivas y otras no?
¿Cuáles son las causas de esta agresividad? ¿Qué hace que unas personas sean violentas, además de agresivas? ¿Se puede
prevenir la agresividad y la violencia? ¿Existe relación entre violencia y enfermedad mental? ¿Qué se debe hacer con las
personas agresivas, impulsivas y/o violentas? ¿Existe relación entre delito y violencia? ¿Entre delito y enfermedad mental?.
Como vemos, la noción de peligro está implícita en estas preguntas y considero necesario aclarar conceptos antes de analizar
el aspecto de la peligrosidad, que está incluido en nuestro actual Código Penal:

AGRESION:
Puede ser entendida como incremento en la tensión, originada por la pulsión agresiva, que en un principio es controlada por
los sistemas inhibitorios cerebrales y sociales. Generalmente es desencadenada por el "otro", que es vivenciado como
amenazador o depredador del espacio vital, de los valores individuales o de la vida misma. En el hombre conjuga 3 aspectos:
la impulsividad, la capacidad de tolerancia a la frustración y la posibilidad de diferir el ataque. Además lleva implícita la
noción de "venganza", que puede llevarse a cabo, en forma real o fantaseada, con su propia mano o por otro.

IMPULSIVIDAD:
Se refiere a la conducta agresiva, no premeditada y no desencadenada por la víctima, que pone de manifiesto una alteración
en los sistemas de control biológico, psicológico y social, que permite que la pulsión agresiva se origine y se manifieste de
manera inmediata, sin medir las consecuencias en el ataque auto o heterodirigido. Esto puede suceder en los actos de
automutilación o en los intentos de suicidio. Implica la existencia de un componente biológico, la pulsión, que no puede ser
controlado de forma eficaz.

VIOLENCIA: Se refiere a la manifestación colectiva de la agresión, que une elementos de impulsividad y agresión, de cada uno
de los miembros del grupo violento. Generalmente es desencadenada por la "amenaza" de otro, sea un individuo o grupo.
Puede alcanzar niveles de gran intensidad, como en el fanatismo religioso; los factores sociales descubren conductas
impulsivas individuales, la capacidad de agresión colectiva y las deficiencias en los controles individuales y sociales de la
agresividad.

EL PELIGRO: Desde el punto de vista psiquiátrico forense ese riesgo se plantea desde el momento de que se hace el
diagnóstico psiquiátrico y corresponde al perito forense establecerlo. El perito determinará si el evaluado presenta o no tal
peligro, teniendo en cuenta la patología psiquiátrica, es decir si se trata de una psicosis, de una neurosis, de una alteración de
la personalidad y cualquier otra patología diagnosticada. Para efectos periciales, es necesario que se cuente con un método
lo más objetivo y científico posible para establecer este peligro, que puede ser para uno mismo o para los demás.

PARTICIPACION DEL PSIQUIATRA FORENSE EN LA VALORACION JURIDICA DEL ESTADO PELIGROSO O PELIGROSIDAD:
Jiménez de Asúa planteó que deben seguirse los siguientes criterios al momento de valorar la peligrosidad criminal:
Un estudio de la personalidad del delincuente bajo su triple aspecto antropológico, psíquico y moral.

Un estudio de la vida anterior al hecho delictivo.


Un estudio de la conducta posterior del agente al hecho delictivo.

Un estudio respecto a la naturaleza misma de los móviles, o sea la calidad de los motivos.

Un estudio del hecho antisocial, del hecho delictivo, que precisamente se presente como peligroso para la sociedad.

Antecedente de trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad en la infancia.

Ira y hostilidad ante la frustración y provocación recibidas.

Autoestima inestable.

Deficiencia mental moderada o grave.

El inicio a edad temprana de delitos violentos.

Lazos familiares deficientes.

Padres con nivel educativo bajo o deficiente.

Roles paternos violentos.

Desorganización familiar.

Conductas delictivas en familiares.

Drogodependencias.

ESCOLARES Y LABORALES:

Inestabilidad laboral.

Problemas escolares: peleas frecuentes, ausentismo, consumo de drogas legales e ilegales (ej: alcohol), conductas
desafiantes, graves y frecuentes ante figuras de autoridad, etc.

Bajo nivel educativo.

Problemas laborales: riñas, discusiones, sanciones, etc.

Desempleo.

AMBIENTALES:

Crisis económica.

Pertenecer a bandas, pandillas violentas, etc.

Vivir en un barrio o colonia con alta prevalencia e incidencia de hechos delictivos, especialmente violentos.
TRATAMIENTO PENAL DEL ENFERMO MENTAL

La aplicación de la Psiquiatría a las cuestiones y fines legales es lo que constituye en sentido genérico la Psiquiatría Forense.
Se puede definir el Derecho Penal como un derecho fundamentalmente público que responde punitivamente ante conductas
consideradas nocivas para el buen orden armónico de la sociedad. En lo que respecta concretamente al enfermo mental, el
Derecho Penal está muy condicionado, como señala Fernández porque "la imagen colectiva tópica del enfermo mental lo
presenta, por encima de todo, incluso de su condición de enfermo, como un ser improductivo y peligroso. La realización
eventual de una conducta definida como infracción penal no hace otra cosa que ratificar ese sombrío pronóstico inicial".
Como consecuencia, el enfermo mental va a tener un tratamiento penal diferenciado del resto de las personas, enfermas o
no.

EL TRATAMIENTO PENAL DEL ENFERMO MENTAL. LAS LLAMADAS MEDIDAS DE SEGURIDAD


Contempla que, en los casos en que una persona autora de un delito, sea considerada inimputable por haberlo cometido en
estado de enajenación mental, en lugar de aplicarle la pena correspondiente será sometido a una de las medidas siguientes:

"Internamiento en un establecimiento de los de su clase". Los jueces entienden por lo general que se trata de un
establecimiento psiquiátrico, pero puede ser también de carácter psicopedagógico o social, en función del diagnóstico del
sujeto encausado (oligofrenia o demencia senil, por ejemplo).

Sumisión a tratamiento ambulatorio. El Tribunal puede decidirlo desde el primer momento, sin que previamente haya
decretado el internamiento del enfermo.

Tanto la medida de internamiento como la de tratamiento ambulatorio son, en principio, indefinidas, lo que supone una clara
discriminación con las personas a las que se les aplica una pena, que siempre saben el tiempo límite de cumplimiento
máximo de la misma, que luego se suele reducir, como mínimo a los dos tercios, en función de los llamados beneficios
penitenciarios, a los que no se pueden acoger las personas calificadas como enfermas mentales y que han sido declaradas
inimputables. De ahí que en la práctica, haya casos en que, por un pequeño delito, una persona pueda seguir
indefinidamente internada, si el Tribunal no accede a concederle el alta, como fue denunciado por el Defensor del Pueblo en
su informe del año 1992 sobre la situación de los enfermos mentales.

En teoría, de acuerdo a la jurisprudencia del Tribunal Sentencia y los Derechos Humanos, la medida de seguridad debe cesar
en el mismo momento en que los médicos certifiquen que esa persona está mejor de su enfermedad y en condiciones de ser
dada de alta de su tratamiento en régimen de internamiento o ambulatorio. El Tribunal puede recabar el informe de otros
psiquiatras ajenos al hospital que solicita el alta para comprobar que efectivamente al enfermo se le puede levantar la
medida de seguridad y en cualquier caso ha de argumentar las razones de su negativa.

La razón es simple: en tanto que el sistema penal introduce la medida de seguridad para el tratamiento de una enfermedad,
a la que se debería la peligrosidad criminal manifestada por el sujeto en el momento de cometer el delito, tal peligrosidad
(peligrosidad criminal, que no social, siempre posdelictual) desaparece en el momento en que la enfermedad cede o se
controla médicamente. De ahí que la dirección del centro donde se halla internado el sujeto, deberá ponerlo en
conocimiento de la Fiscalía correspondiente o incluso, del Defensor del Pueblo, cuando al solicitar el alta de un enfermo
internado por mandato judicial, el Tribunal no conteste o lo deniegue, sin fundamento alguno.

La Ley no dice tampoco cuál es el centro más adecuado para proceder al internamiento de un sujeto al que se le ha aplicado
una de estas medidas. Hay juristas que entienden que, en tanto que medida penal, aunque no se trate estrictamente de una
pena, la medida debe cumplirse en principio en un centro psiquiátrico penitenciario y solo a partir de los informes favorables
de este, puede pasar a otro de la red sanitaria o incluso a tratamiento ambulatorio. Otros, en cambio, aducen que por haber
sido absueltos, no deben pasar al sistema penitenciario, sino que se encargue el sistema sanitario de su tratamiento. Esto
último es lo que ocurre en la mayoría de países, donde no existen hospitales penitenciarios.
El caso es que al no haber normativa, queda al arbitrio del Tribunal dónde se debe cumplir la medida de seguridad. La
mayoría de los casos van a los llamados hospitales psiquiátricos penitenciarios, de los que hay dos, en Alicante y Sevilla, que
no son sino centros penitenciarios normales, con el mismo reglamento, las mismas restricciones de libertad y escasas
posibilidades rehabilitadoras, teniendo en cuenta además que se les aleja totalmente de su medio familiar y social, siendo
difícil contactar con el propio Tribunal y con los recursos socio sanitarios a los que debería recurrir a su salida. Recursos que a
su vez son reacios a aceptar este tipo de enfermos.

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