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Samosata Luciano de 1 y 2 Falaris I Bilingue PDF
Samosata Luciano de 1 y 2 Falaris I Bilingue PDF
LUCIANO
OBRAS
I
INTRODUCCIÓN GENERAL POR
JOSÉ ALSINA CLOTA
TRADUCCIÓN Y NOTAS POR
ANDRÉS ESPINOSA ALARCÓN
FALARIS I - II
Asesor para la sección griega: CARLOS GARCÍA GUAL.
Según las normas de la B. C. G., la traducción de este volumen ha sido revisada por
ALFONSO MARTÍNEZ DÍEZ.
EDITORIAL GREDOS, S. A.
1.ª REIMPRESIÓN.
EDITORIAL GREDOS
Luciano de Samósata Falaris I - II 1
ÍNDICE GENERAL*
INTRODUCCIÓN GENERAL 7
1. Panorama general del siglo II d. C. 7
2. Apuntes sobre la vida 22
3. La obra de Luciano 27
4. El escritor 33
5. El mundo de las ideas en Luciano 46
6. Luciano y la posteridad 55
7. La transmisión: manuscritos y ediciones 66
8. La traducción 69
1-2 Fálaris 71
3 Hipias o El baño 85
4 Preludio. Dioniso 90
5 Preludio. Heracles 96
6 Acerca del ámbar o Los cisnes 101
7 Elogio de la mosca 104
8 Filosofía de Nigrino 110
9 Vida de Demonacte 130
10 Acerca de la casa 146
11 Elogio de la patria 161
12 Los longevos 166
13-14 Relatos verídicos 176
15 No debe creerse con presteza en la calumnia 228
16 Pleito entre consonantes: la «Sigma» contra la «Tau» en el Tribunal de las Siete
Vocales
17 El banquete o Los lapitas 252
18 El pseudosofista o El solecista 274
19 La travesía o El tirano 290
20 Zeus confundido 313
21 Zeus trágico 326
22 El sueño o El gallo 362
23 Prometeo 393
24 Icaromenipo o Por encima de las nubes 407
25 Timón o El misántropo 434
*
La paginación corresponde a la edición original seguida [Nota del escaneador].
Luciano de Samósata Falaris I - II 2
1-2
FÁLARIS
FALARIS
Desde los tiempos de Gorgias (cf. su Defensa de Palamedes), es ejercicio genuinamente sofístico-retórico
asumir la defensa de «causas imposibles». Palamedes, Prometeo, Helena pueden ser defendidos, pese a la
aparente imposibilidad de tal apología. En el caso concreto de Fálaris, tirano de Acragante, en Sicilia (571-
555 a. C.), que el propio Luciano nos presenta (Relatos verídicos II 23) en el territorio del Hades destinado a
los grandes impíos y criminales, resulta sumamente difícil tal defensa por haberse convertido en proverbial
su crueldad. Se trata, pues, de un progymnasma o «ejercicio retórico» destinado, como tantos otros que
siguen, a entretener al auditorio y tal vez, como prolaliá o «preludio», a prepararle a escuchar otros temas o
debates de mayor entidad literaria (cf. Dioniso, Heracles, Acerca del ámbar o Los cisnes, Elogio de la
mosca, etc.).
Según B. KEIL, (Hermes 48 [1913], 494 ss.), el opúsculo constaba originariamente de tres discursos,
frente a los dos que aparecen en nuestros manuscritos, quedando en el segundo trazas del tercero perdido. El
primero es un alegato del propio tirano, ante los sacerdotes de Delfos, puesto en boca de un emisario y en el
que defiende su conducta aparentemente cruel basándose (y en ello se anticipa a Maquiavelo) en «razones de
Estado» y de seguridad personal, difíciles de aislar unas de otras en el absolutismo tiránico. Hábilmente sabe
Fálaris presentar el punto más conflictivo (la semilengendaria historia del toro mugiente) como ajeno al
propio tirano, de exclusiva responsabilidad del cruel y servil artífice Perilao, que expía en él justamente su
culpa. En ameno relato, sabe predisponer el ánimo del oyente a su favor, en estricto respeto al principio
sofístico de tó eikós o «lo verosímil».
El segundo discurso no le va a la zaga al primero en habilidad retórica. Un sacerdote de Delfos insiste en
la necesidad de aceptar el presente de Fálaris por aparentes razones de piedad hacia el dios Apolo, quien «ya
ha dado su justo voto acerca de la imagen» (4), pero, sobre todo, por motivos de «intereses creados» (aquí
puede apreciarse la tucidídea contraposición entre próphasis o «motivo aparente» y aitía o «causa real»): si
se discriminan las ofrendas de los oferentes, ello irá contra los intereses de Delfos (8).
Ambos discursos se encuadran dentro de las apologías lucianescas, aparentes ejercicios forenses, de los
que son buenos ejemplos también El tiranicida, El desheredado, Pleito entre consonantes, etc. Dentro de la
mejor línea retórica isocratea, su finalidad es, como decíamos al principio, divertir, entretener y preparar a su
auditorio.
'Egè, fhs…n, ð Delfo…, kaˆ par¦ p©si m2n «Yo, varones de Delfos, daría todo a cambio de
to‹j “Ellhsi toioàtoj Øpolamb£nesqai aparecer a los ojos de todos los helenos como
Ðpo‹Òj e„mi, ¢ll¦ m¾ Ðpo‹on ¹ par¦ tîn realmente soy, y no como el rumor propalado
misoÚntwn kaˆ fqonoÚntwn f»mh ta‹j tîn por quienes me odian y envidian me ha
¢gnooÚntwn ¢koa‹j paradšdwken, ¢ntˆ tîn presentado ante los oídos de quienes me
p£ntwn ¢llaxa…mhn ¥n, m£lista d2 par' desconocen; y en especial quisiera aparecer así
Øm‹n, ÓsJ ƒero… tš ™ste kaˆ p£redroi toà ante vosotros, dado que sois sacerdotes y
Puq…ou kaˆ mÒnon oÙ sÚnoikoi kaˆ allegados de Apolo, y casi compartís con él casa
Luciano de Samósata Falaris I - II 3
ÐmwrÒfioi toà qeoà. ¹goàmai g£r, e„ Øm‹n y techo. Estimo que, si me justifico ante
¢pologhsa…mhn kaˆ pe…saimi m£thn çmÕj vosotros y os convenzo de lo infundado de mi
ØpeilÁfqai, kaˆ to‹j ¥lloij ¤pasi di' Ømîn fama de crueldad, quedaré justificado también
¢poleloghmšnoj œsesqai. kalî d2 ïn ™rî ante todos los demás griegos. E invocaré al
tÕn qeÕn aÙtÕn m£rtura, Ön oÙk œni d» pou propio dios como testigo de mis palabras, ya
paralog…sasqai kaˆ yeude‹ lÒgJ que a él no es posible inducirle a error ni
paragage‹n· ¢nqrèpouj m2n g¦r ‡swj arrastrarle con falsedades, pues a los hombres
™xapatÁsai ·®dion, qeÕn dš, kaˆ m£lista tal vez sea fácil engañarles, pero escapar al
toàton, dialaqe‹n ¢dÚnaton. juicio de un dios —y en especial de éste— es
imposible.
1
La romana Agrigentum, Agrigento en la actualidad, ciudad en el centro de la costa meridional de Sicilia.
Luciano de Samósata Falaris I - II 4
kaˆ o„kodomhm£twn ¢nast£sesin ™kÒsmhsa robado o, mejor dicho, saqueado los bienes
kaˆ teicîn peribolÍ ™kr£tuna kaˆ t¦j públicos—, la restauré dotándola de acueductos,
prosÒdouj, Ósai Ãsan koina…, tÍ tîn la adorné con construcciones de edificios, la
™festètwn ™pimele…v ·vd…wj ™phÚxhsa kaˆ fortifiqué rodeándola de murallas; los ingresos
tÁj neola…aj ™pemeloÚmhn kaˆ tîn gerÒntwn del Estado los incrementé fácilmente gracias al
proÙnÒoun kaˆ tÕn dÁmon ™n qšaij kaˆ celo de mis funcionarios, mientras me
dianoma‹j kaˆ panhgÚresi kaˆ dhmoqoin…aij preocupaba de la juventud y atendía a los
diÁgon, Ûbreij d2 parqšnwn À ™f»bwn ancianos, al tiempo que deleitaba al pueblo con
diafqoraˆ À gunaikîn ¢pagwgaˆ À espectáculos, regalos, fiestas y banquetes. Y oír
dorufÒrwn ™pipšmyeij À despotik» tij hablar de doncellas ultrajadas, jóvenes
¢peil¾ ¢potrÒpai£ moi kaˆ ¢koàsai Ãn. corrompidos, mujeres raptadas, acciones
4 ½dh d2 kaˆ perˆ toà ¢fe‹nai t¾n ¢rc¾n policiales o alguna forma de despotismo era
kaˆ kataqšsqai t¾n dunaste…an para mí algo abominable.
™skopoÚmhn, Ópwj mÒnon ¢sfalîj paÚsaito 4 »Ya incluso pensaba en dejar el poder y
¥n tij ™nnoîn, ™peˆ tÒ ge ¥rcein aÙtÕ kaˆ poner término a mi mandato, considerando
p£nta pr£ttein ™pacq2j ½dh kaˆ sÝn fqÒnJ cómo podría hacerse con garantías de
kamathrÕn ™dÒkei moi enai· tÕ d' Ópwj seguridad, pues el mando en sí mismo y llevar
mhkšti toiaÚthj tinÕj qerape…aj de»setai ¹ todos los asuntos me resultaba ya desagradable,
pÒlij, toàt' ™z»toun œti. k¢gë m2n Ð ¢rca‹oj causa de envidia y agotador; y estudiaba por
perˆ taàta econ, oƒ d2 ½dh te sun…stanto entonces la forma de que la ciudad no necesitara
™p' ™m2 kaˆ perˆ toà trÒpou tÁj ™piboulÁj en el futuro de una tutela semejante. Y mientras
kaˆ ¢post£sewj ™skopoànto kaˆ yo, en mi ingenuidad, me ocupaba de esto, los
sunwmos…aj sunekrÒtoun kaˆ Ópla ½qroizon otros ya se habían confabulado contra mí y
kaˆ cr»mata ™por…zonto kaˆ toÝj planeaban los detalles de la conspiración y del
¢stuge…tonaj ™pekaloànto kaˆ e„j t¾n levantamiento, reclutando bandas de
`Ell£da par¦ Lakedaimon…ouj kaˆ conjurados, acopiando armas, reuniendo dinero,
'Aqhna…ouj ™presbeÚonto· § m2n g¦r perˆ pidiendo ayuda a pueblos vecinos, mandando
™moà aÙtoà, e„ lhfqe…hn, ™dšdokto ½dh embajadas a la Hélade, a espartanos y
aÙto‹j kaˆ Ópwj me aÙtoceir…v atenienses. Ya habían decidido lo que iban a
diasp£sesqai ºpe…loun kaˆ §j kol£seij hacer conmigo, si caía en su poder; cómo
™penÒoun, dhmos…v strebloÚmenoi ™xe‹pon. pensaban descuartizarme con sus propias manos
toà m2n d¾ mhd2n paqe‹n toioàton oƒ qeoˆ y los castigos que pensaban aplicarme antes, los
a‡tioi fwr£santej t¾n ™piboul»n, kaˆ declararon públicamente en el tormento. No
m£list£ ge Ð PÚqioj Ñne…rat£ te prode…xaj haber sufrido yo nada semejante es obra de los
kaˆ toÝj mhnÚsontaj ›kasta ™pipšmpwn. dioses, que sacaron a la luz la conspiración, y
en especial de Apolo Pitio2, que me reveló
sueños y envió a quienes los interpretaron
exhaustivamente.
5 'Egë d2 ™ntaàqa ½dh Øm©j, ð Delfo…, ™pˆ 5 »Y yo ahora os ruego, varones de Delfos,
toà aÙtoà dšouj nàn tù logismù genomšnouj que imaginéis en este punto el temor que me
¢xiî perˆ tîn tÒte praktšwn moi asaltó y deliberéis conmigo acerca de mi
sumbouleàsai, Óte ¢fÚlaktoj Ñl…gou de‹n conducta de entonces, cuando prácticamente me
lhfqeˆj ™z»toun tin¦ swthr…an perˆ tîn hallaba sin guardia y buscaba alguna forma de
parÒntwn. prÕj Ñl…gon oân tÍ gnèmV ™j salvación en aquellas circunstancias. Trasladaos
'Akr£ganta par' ™m2 ¢podhm»santej kaˆ por un momento con la imaginación a
„dÒntej t¦j paraskeu¦j aÙtîn kaˆ t¦j Acragante, junto a mí, ved sus preparativos,
¢peil¦j ¢koÚsantej e‡pate t… de‹ poie‹n; escuchad sus amenazas y decidme qué debo
2
Este epíteto propio del Apolo profético se relaciona con la raíz indoeuropea bhudh-, presente en el nombre de la
serpiente Pitón —culto ctónico prehelénico en Delfos—, muerta por el dios según el mito (griego Pythó), y también con
la del verbo pynthánomai, «informarse».
Luciano de Samósata Falaris I - II 5
filanqrwp…v crÁsqai prÕj aÙtoÝj œti kaˆ hacer. ¿Tratarles aún con humanidad,
fe…desqai kaˆ ¢nšcesqai Óson aÙt…ka perdonarles y soportarles cuando yo estaba al
mell»sonta pe…sesqai t¦ Ûstata; m©llon borde del suplicio? ¿Más aún: ofrecer ya
d2 gumn¾n ½dh Øpšcein t¾n sfag¾n kaˆ t¦ desnuda mi garganta y ver cómo lo que más
f…ltata ™n Ñfqalmo‹j Ðr©n ¢pollÚmena; À quería perecía ante mis ojos? ¿No habría sido
t¦ m2n toiaàta p£nu ºliq…ou tinÕj enai, esto el colmo de la insensatez? ¿No debía dar
genna‹a d2 kaˆ ¢ndrèdh dianohqšnta kaˆ pruebas de nobleza y virilidad y, con el coraje
col¾n œmfronoj kaˆ ºdikhmšnou ¢ndrÕj propio de un hombre sensato víctima de
¢nalabÒnta metelqe‹n ™ke…nouj, ™mautù d2 traición, atacarles, al tiempo que consolidaba mi
™k tîn ™nÒntwn t¾n ™j tÕ ™piÕn ¢sf£leian futuro a partir de la situación presente? Sé que
parasce‹n; taàt' od' Óti sunebouleÚsate me habríais aconsejado esto último.
¥n.
6 T… oân ™gë met¦ toàto ™po…hsa; 6 »¿Qué es, pues, lo que he hecho tras esto?
metasteil£menoj toÝj a„t…ouj kaˆ lÒgou Llamé a los responsables, les oí, aduje las
metadoÝj aÙto‹j kaˆ toÝj ™lšgcouj pruebas y les dejé claramente convictos en cada
paragagën kaˆ safîj ™xelšgxaj ›kasta, cuestión; y, como ellos ni siquiera lo negaron,
™peˆ mhd' aÙtoˆ œti œxarnoi Ãsan, ºmunÒmhn tomé venganza profundamente irritado, no por
¢ganaktîn tÕ plšon oÙc Óti haber sido objeto de la conjura, sino porque no
™pebebouleÚmhn, ¢ll' Óti m¾ e„£qhn Øp' me permitieron mantener el sistema que había
aÙtîn ™n ™ke…nV tÍ proairšsei me‹nai, ¿n ™x instaurado desde un principio. Y desde entonces
¢rcÁj ™nesths£mhn. kaˆ tÕ ¢p' ™ke…nou vivo yo siempre en guardia, castigando sin
ful£ttwn m2n ™mautÕn diatelî, ™ke…nwn d2 tregua a aquellos que atentan contra mí. Y ahora
toÝj ¢eˆ ™pibouleÚont£j moikol£zwn. eq' oƒ los hombres me acusan de crueldad, sin
¥nqrwpoi ™m2 tÁj çmÒthtoj a„tiîntai oÙkšti considerar quién de nosotros inició esta
logizÒmenoi par¦ potšrou ¹mîn Ãn ¹ prèth situación; simplificando el fondo de la cuestión
toÚtwn ¢rc», sunelÒntej d2 t¢n mšsJ kaˆ y los motivos del castigo, suelen reprochar las
™f' oŒj ™kol£zonto t¦j timwr…aj aÙt¦j penas en sí y la pretendida crueldad de las
Ætiînto kaˆ t¦j dokoÚsaj ™n aÙta‹j mismas. Es como si alguno de vosotros viera
çmÒthtaj, Ómoion æj e‡ tij par' Øm‹n despeñar a un ladrón sacrílego y, sin considerar
ƒerÒsulÒn tina „dën ¢pÕ tÁj pštraj su delito —haber penetrado de noche en el
·iptÒmenon § m2n ™tÒlmhse m¾ log…zoito, æj
templo, derribado las ofrendas y profanado la
nÚktwr ™j tÕ ƒerÕn parÁlqe kaˆ katšspase
imagen—, os acusara de gran crueldad porque,
t¦ ¢naq»mata kaˆ toà xo£nou ¼yato,
llamándoos helenos y sacerdotes, consentisteis
kathgoro…h d2 Ømîn poll¾n t¾n ¢griÒthta,
que un hombre heleno sufriera semejante
Óti “Ellhnšj te kaˆ ƒeroˆ enai lšgontej
Øpeme…nate ¥nqrwpon “Ellhna plhs…on toà castigo cerca del templo —pues, según dicen, la
ƒeroà –kaˆ g¦r oÙ p£nu pÒrrw tÁj pÒlewj peña no está muy lejos de la ciudad3—. Pero
enai lšgetai ¹ pštra–kol£sei toiaÚtV creo que os reiréis si alguien os formula esa
peribale‹n. ¢ll', omai, aÙtoˆ acusación, y todos los demás hombres
katagel£sesqe, Àn taàta lšgV tij kaq' aplaudirán vuestro rigor contra los impíos.
Ømîn, kaˆ oƒ ¥lloi p£ntej ™painšsontai
Ømîn t¾n kat¦ tîn ¢seboÚntwn çmÒthta.
7 TÕ d' Ólon oƒ dÁmoi oÙk ™xet£zontej 7 »En general, los pueblos, sin pararse a pensar
Ðpo‹Òj tij Ð to‹j pr£gmasin ™festèj ™stin, cómo es quien está al frente del Estado, si justo
e‡te d…kaioj e‡te ¥dikoj, aÙtÕ ¡plîj tÕ tÁj o injusto, aborrecen simplemente el nombre
turann…doj Ônoma misoàsi kaˆ tÕn tÚrannon, mismo de la tiranía y al tirano, aunque sea naco,
Minos o Radamantis4, ponen igualmente su
3
Se refiere a la peña desde la que eran arrojados en Delfos los sacrílegos (griego Hyampeíā). Tal vez haya una remota
referencia a la ejecución legendaria de Esopo, acusado de haber robado una copa del templo.
4
Estos legendarios personajes encarnan la justicia proverbial repetidamente en la literatura griega (cf. PLATÓN,
Apología 41a, etcétera) y, muy especialmente, en Luciano a lo largo de su obra.
Luciano de Samósata Falaris I - II 6
9 E„ d2 de‹ met¦ parrhs…aj e„pe‹n, ™gë mšn, 9 »Y si hay que hablar con libertad, por mi
e„ a†res…j moi proteqe…h, pÒtera boÚlomai parte, si se me diera opción entre castigar a
kol£zein tin¦j ¢d…kwj À aÙtÕj ¢poqane‹n, algunos injustamente o morir yo mismo, tened
eâ ‡ste æj oÙd2n mell»saj ˜lo…mhn ¨n por cierto que no vacilaría en elegir mi muerte
teqn£nai m©llon À mhd2n ¢dikoàntaj antes que castigar a inocentes. Pero, si alguien
kol£zein. e„ dš tij fa…h, BoÚlei, ð F£lari, me dijera: Prefieres, Fálaris, morir tú mismo
teqn£nai aÙtÕj ¢d…kwj À dika…wj kol£zein injustamente a castigar justamente a tus
5
Auxiliar de Heracles en el mito.
Luciano de Samósata Falaris I - II 7
toÝj ™piboÚlouj; toàto boulo…mhn ¥n; aâqij conspiradores?’, elegiría esto último. Y, una vez
g¦r Øm©j, ð Delfo…, sumboÚlouj kalî, más, varones de Delfos, os invoco como
pÒteron ¥meinon enai ¢d…kwj ¢poqane‹n À consejeros: ¿es mejor morir injustamente o
¢d…kwj sèzein tÕn ™pibebouleukÒta; oÙdeˆj perdonar injustamente al conspirador? No creo
oÛtwj, omai, ¢nÒhtÒj ™stin Öj oÙk ¨n que haya nadie tan necio que no prefiera vivir a
protim»seie zÁn m©llon À sèzwn toÝj perecer perdonando a sus enemigos. Sin
™cqroÝj ¢polwlšnai. ka…toi pÒsouj ™gë kaˆ embargo, ¡a cuántos he perdonado yo que
tîn ™piceirhs£ntwn moi kaˆ fanerîj habían atentado contra mí y quedado claramente
™lhlegmšnwn Ómwj œswsa; oŒon ”Akanqon convictos! Tal es el caso de Acanto —aquí
toutonˆ kaˆ Timokr£th kaˆ LewgÒran tÕn presente—, Timócrates y Leógoras, su herma-
¢delfÕn aÙtoà, palai©j sunhqe…aj tÁj prÕj no, en consideración a mi antigua amistad con
aÙtoÝj mnhmoneÚsaj. ellos.
13 `Ume‹j dš, ð Delfo…, d…kaia poi»sete 13 »Por vuestra parte, varones de Delfos,
qÚsantej m2n Øp2r ™moà met¦ tîn pršsbewn, obraréis en justicia si oficiáis un sacrificio por
¢naqšntej d2 tÕn taàron ™n kalù toà ƒeroà, mí, acompañados de mis embajadores y
æj p£ntej e„de‹en oŒoj ™gë prÕj toÝj colocáis el toro en un lugar noble del templo,
ponhroÚj e„mi kaˆ Ópwj ¢mÚnomai t¦j para que todos conozcan cómo me comporto
peritt¦j ™j kak…an ™piqum…aj aÙtîn. ƒkanÕn con los malvados, y de qué modo rechazo sus
goàn kaˆ toàto mÒnon dhlîsa… mou tÕn superfluas inclinaciones a la perversidad. Este
trÒpon, Per…laoj kolasqeˆj kaˆ Ð taàroj único ejemplo baste, pues, para revelar mi
Luciano de Samósata Falaris I - II 9
¢nateqeˆj kaˆ mhkšti fulacqeˆj prÕj ¥llwn carácter: Perilao fue castigado, y el toro
kolazomšnwn aÙl»mata mhd2 melJd»saj consagrado, en vez de reservarlo para dar con-
¥llo œti pl¾n mÒna t¦ toà tecn…tou ciertos mientras otros sufrían castigos, ni
muk»mata, kaˆ Óti ™n mÒnJ aÙtù kaˆ pe‹ran entonar otra melodía que los mugidos de su
œlabon tÁj tšcnhj kaˆ katšpausa t¾n inventor, porque él solo me bastó para
¥mouson ™ke…nhn kaˆ ¢p£nqrwpon òd»n. kaˆ comprobar su arte, con lo que puse término a
t¦ m2n parÒnta taàta par' ™moà tù qeù· aquel canto tan ajeno a las Musas como inhu-
¢naq»sw d2 kaˆ ¥lla poll£kij, ™peid£n moi mano. En el día de hoy, ésta es mi ofrenda al
par£scV mhkšti de‹sqai kol£sewn. dios, pero le elevaré muchas otras, tan pronto
me permita prescindir de los castigos.»
14 Taàta mšn, ð Delfo…, t¦ par¦ toà 14 Éstas son, varones de Delfos, las palabras de
Fal£ridoj, ¢lhqÁ p£nta kaˆ oŒa ™pr£cqh Fálaris: todo ello es cierto, así ocurrieron los
›kasta, kaˆ d…kaioi ¨n e‡hmen pisteÚesqai hechos, y sería justo que aceptarais nuestro
Øf' Ømîn marturoàntej, æj ¨n kaˆ e„dÒtej testimonio, como conocedores de lo ocurrido y
kaˆ mhdem…an toà yeÚdesqai nàn a„t…an ajenos a toda acusación de falsedad. Y, si hay
œcontej. e„ d2 de‹ kaˆ dehqÁnai Øp2r ¢ndrÕj que interceder en favor de un hombre
m£thn ponhroà dokoàntoj kaˆ ¥kontoj erróneamente tenido por perverso y forzado a
kol£zein ºnagkasmšnou, ƒketeÚomen Øm©j castigar contra su voluntad, os lo suplicamos
¹me‹j oƒ 'Akragant‹noi “Ellhnšj te Ôntej nosotros, los ciudadanos de Acragante, que
kaˆ tÕ ¢rca‹on Dwrie‹j, prosšsqai tÕn somos helenos de origen dorio: aceptad a un
¥ndra f…lon enai ™qšlonta kaˆ poll¦ kaˆ hombre que quiere ser amigo vuestro y está
dhmos…v kaˆ „d…v ›kaston Ømîn eâ poiÁsai decidido a colmaros de favores a cada uno de
ærmhmšnon. l£bete oân aÙtoˆ tÕn taàron kaˆ vosotros, tanto oficial como privadamente.
¢n£qete kaˆ eÜxasqe Øpšr te tÁj Aceptad, pues, el toro por vuestra parte,
'Akr£gantoj kaˆ Øp2r aÙtoà Fal£ridoj, kaˆ emplazadlo y elevad vuestras plegarias por
m»te ¹m©j ¢pr£ktouj ¢popšmyhte m»te Acragante y por el propio Fálaris; no hagáis que
™ke‹non Øbr…shte m»te tÕn qeÕn regresemos fracasados, con agravio para aquél,
¢poster»shte kall…stou te ¤ma kaˆ al tiempo que priváis al dios de una ofrenda tan
dikaiot£tou ¢naq»matoj. extremadamente hermosa como merecida.
II
kaˆ ¹m‹n proqe‹nai t¾n di£skeyin, e„ cr¾ considero que vuestra mera vacilación sobre
dšcesqai tÕ ¢n£qhma À Ñp…sw aâqij este asunto, y el plantearnos la cuestión de si
¢popšmpein, ¢nÒsion ½dh enai nom…zw, procede aceptar la imagen o devolverla a su
m©llon d2 oÙd' Øperbol¾n ¢sebe…aj lugar de origen, es ya un hecho impío; más aún:
¢poleloipšnai· oÙd2n g¦r ¢ll' À ƒerosul…a no habéis dejado margen de superación a la
tÕ pr©gm£ ™sti makrù tîn ¥llwn impiedad, pues el hecho no constituye sino un
calepwtšra, ÓsJ toà t¦ ½dh ¢nateqšnta robo sacrílego aún más grave que los otros,
sul©n tÕ mhd2 t¾n ¢rc¾n to‹j ¢natiqšnai dado que no conceder la facultad a quienes
boulomšnoij ™pitršpein ¢sebšsteron. quieren elevar ofrendas es más impío que
apoderarse de las ya elevadas.
3 Dšomai d2 Ømîn DelfÕj kaˆ aÙtÕj ín kaˆ 3 Os suplico, como delfio que soy y partícipe
tÕ ‡son metšcwn tÁj te dhmos…aj eÙkle…aj, por igual del renombre público, si se mantiene,
e„ ful£ttoito, kaˆ tÁj ™nant…aj dÒxhj, e„ ™k y de la fama adversa, si se origina a partir de la
tîn parÒntwn prosgšnoito, m»t' ¢pokle…ein cuestión presente, que no cerréis el templo a los
tÕ ƒerÕn to‹j eÙseboàsi m»te t¾n pÒlin prÕj piadosos, ni denigréis a la ciudad ante todos los
¤pantaj ¢nqrèpouj diab£llein æj t¦ hombres, cual si fuera un sicofanta que
pempÒmena tù qeù sukofantoàsan kaˆ vilipendia los dones enviados al dios, y examina
y»fJ kaˆ dikasthr…J dokim£zousan toÝj a voto y tribunal a los oferentes, ya que
¢natiqšntaj· oÙdeˆj g¦r œti ¢naqe‹nai posiblemente nadie se atreva en adelante a
tolm»seien ¨n e„dëj oÙ proshsÒmenon tÕn elevar ofrendas, sabiendo que el dios no va a
qeÕn Ó ti ¨n m¾ prÒteron Delfo‹j dokÍ. 4 Ð recibir aquello que no agrade primero a los
m2n oân PÚqioj t¾n dika…an ½dh perˆ toà delfios. 4 Apolo Pitio, por lo demás, ya ha dado
¢naq»matoj yÁfon ½negken· e„ goàn ™m…sei su justo voto acerca de la imagen. En cualquier
tÕn F£larin À tÕ dîron aÙtoà ™mus£tteto, caso, de odiar a Fálaris o repugnarle su regalo,
·®dion Ãn ™n tù 'Ion…J mšsJ katadàsai aÙtÕ habría sido fácil hundirlo en pleno mar Jonio
met¦ tÁj ¢goÚshj Ðlk£doj, Ð d2 polÝ con la nave que le traía; pero el dios, muy al
toÙnant…on ™n eÙd…v te diaperaiwqÁnai, éj contrario, les concedió realizar la travesía en
fasi, paršscen aÙto‹j kaˆ sîj ™j t¾n bonanza, según dicen, y arribar sanos y salvos a
K…rran kat©rai. 5 ú kaˆ dÁlon Óti Cirra6. 5 Por ello, es evidente que acepta el
pros…etai t¾n toà mon£rcou eÙsšbeian. cr¾ gesto piadoso del monarca. También debéis
d2 kaˆ Øm©j t¦ aÙt¦ ™ke…nJ yhfisamšnouj vosotros, votando lo mismo que Apolo, añadir
prosqe‹nai kaˆ tÕn taàron toutonˆ tù ¥llJ este toro a los demás ornamentos del templo, ya
kÒsmJ toà ƒeroà· ™peˆ p£ntwn ¨n e‡h toàto que esto sería el colmo del absurdo: que quien
¢topètaton, pšmyant£ tina megaloprep2j envía un regalo tan magnífico al dios recibiera
oÛtw dîron qeù t¾n katadik£zousan ™k toà el voto condenatorio del templo, y obtuviera
ƒeroà yÁfon labe‹n kaˆ misqÕn kom…sasqai como pago de su piedad ser considerado
tÁj eÙsebe…aj tÕ kekr…sqai mhd2 toà indigno hasta de elevar ofrendas.
¢natiqšnai ¥xion.
6 `O m2n oân t¢nant…a moi ™gnwkèj, 6 El defensor de la tesis contraria, cual si
kaq£per ™k toà 'Akr£gantoj ¥rti acabara de desembarcar recién llegado de
katapepleukèj, sfag£j tinaj kaˆ b…aj kaˆ Acragante, dramatizaba las ejecuciones,
¡rpag¦j kaˆ ¢pagwg¦j ™tragódei toà violencias, saqueos y raptos del tirano, casi
tur£nnou mÒnon oÙk aÙtÒpthj gegenÁsqai dando a entender que los había presenciado,
lšgwn, Ön ‡smen oÙd' ¥cri toà plo…ou cuando sabemos que no ha viajado ni siquiera
¢podedhmhkÒta. cr¾ d2 t¦ m2n toiaàta mhd2 hasta el barco. Si ni aun cabe prestar mucha fe a
to‹j peponqšnai f£skousin p£nu pisteÚein quienes afirman haber sufrido tales rigores
dihgoumšnoij–¥dhlon g¦r e„ ¢lhqÁ cuando los relatan —pues no consta que digan
lšgousin–oÙc Ópwj aÙtoÝj § m¾ ™pist£meqa la verdad—, menos aún debemos nosotros
6
Cirra, en la Fócide, era, por su proximidad, el puerto natural de arribada a Delfos por las rutas del mar Jonio.
Luciano de Samósata Falaris I - II 11
kathgore‹n. 7 e„ d' oân ti kaˆ pšpraktai acusar de aquello que no sabemos. 7 Y, aun
toioàton ™n Sikel…v, toàt' oÙ Delfo‹j cuando algo semejante haya ocurrido en Sicilia,
¢nagka‹on polupragmone‹n, e„ m¾ ¢ntˆ los de Delfos no tenemos por qué inmiscuimos
ƒeršwn ½dh dikastaˆ enai ¢xioàmen ka…, en estas cuestiones, a no ser que pretendamos
dšon qÚein kaˆ t«lla qerapeÚein tÕn qeÕn ser jueces en vez de sacerdotes y, siendo nuestra
kaˆ sunanatiqšnai e„ pšmyeiš tij, obligación ofrecer sacrificios y demás actos
skopoàntej kaq»meqa e‡ tinej tîn Øp2r tÕn cultuales al dios, como consagrar las ofrendas
'IÒnion dika…wj À ¢d…kwj turannoàntai. que envíen, nos sentemos a investigar qué
pueblos de allende el Jonio tienen tiranías justas
o injustas.
8 Kaˆ t¦ m2n tîn ¥llwn ™cštw ÓpV 8 Dejemos, además, que las cosas ajenas estén
boÚletai· ¹m‹n d2 ¢nagka‹on, omai, t¦ como quieran. Creo que nosotros,
¹mštera aÙtîn e„dšnai, Ópwj te p£lai necesariamente, debemos considerar nuestros
diškeito kaˆ Ópwj nàn œcei kaˆ t… poioàsi propios asuntos, en su estado anterior y
lùon œstai· Óti m2n d¾ ™n krhmno‹j te presente, y adoptar medidas para que mejoren.
o„koàmen aÙtoˆ kaˆ pštraj gewrgoàmen, oÙc Nosotros vivimos entre barrancos y cultivamos
“Omhron cr¾ perimšnein dhlèsonta ¹m‹n, peñascales, y no hay que aguardar a que
¢ll' Ðr©n p£resti taàta. kaˆ Óson ™pˆ tÍ Homero7 nos lo demuestre, ya que está a la
gÍ, baqe‹ limù ¢eˆ sunÁmen ¥n, tÕ d' ƒerÕn vista. De la tierra siempre recibiríamos hambre
kaˆ Ð PÚqioj kaˆ tÕ crhst»rion kaˆ oƒ y miseria, mientras que el templo, Apolo Pitio,
qÚontej kaˆ oƒ eÙseboàntej, taàta Delfîn el oráculo, los sacrificantes y devotos son las
t¦ ped…a, taàta ¹ prÒsodoj, ™nteàqen ¹ «tierras llanas» de Delfos, son su fuente de
eÙpor…a, ™nteàqen aƒ trofa…–cr¾ g¦r t¢lhqÁ ingresos; y de ahí su prosperidad, de ahí sus
prÒj ge ¹m©j aÙtoÝj lšgein–kaˆ tÕ recursos —pues entre nosotros debemos decir la
legÒmenon ØpÕ tîn poihtîn, ¥sparta ¹m‹n verdad—, y, como dicen los poetas, «sin
kaˆ ¢n»rota fÚetai t¦ p£nta ØpÕ gewrgù siembras ni labores»8 nos crían de todo, con el
tù qeù, Öj oÙ mÒnon t¦ par¦ to‹j “Ellhsin dios como labrador. El no sólo otorga los bienes
¢gaq¦ gignÒmena paršcei, ¢ll' e‡ ti ™n que hallamos entre los helenos, sino que todo lo
Fruxˆn À Ludo‹j À Pšrsaij À 'Assur…oij À de los frigios, lidios, persas, asirios, fenicios,
Fo…nixin À 'Italiètaij À `Uperboršoij italiotas y hasta de los hiperbóreos llega a
aÙto‹j, p£nta ™j DelfoÝj ¢fikne‹tai. kaˆ t¦ Delfos. Y, en segundo lugar, después del dios,
deÚtera met¦ tÕn qeÕn ¹me‹j timèmeqa Øf' nosotros recibimos honores de parte de todos y
¡p£ntwn kaˆ eÙporoàmen kaˆ vivimos prósperos y felices. Así fue en el
eÙdaimonoàmen· taàta tÕ ¢rca‹on, taàta tÕ pasado, así es hasta hoy y ojalá nunca se nos
mšcri nàn, kaˆ m¾ pausa…meq£ ge oÛtw acabe este género de vida.
bioàntej.
9 Mšmnhtai d2 oÙdeˆj pèpote yÁfon Øp2r 9 Nadie recuerda que alguna vez se haya
¢naq»matoj par' ¹m‹n ¢nadoqe‹san oÙd2 producido votación entre nosotros acerca de una
kwluqšnta tin¦ qÚein À ¢natiqšnai. kaˆ di¦ ofrenda, o que se haya prohibido a alguien
toàt', omai, kaˆ aÙtÕ e„j Øperbol¾n hÜxhtai sacrificar u ofrendar. Y precisamente por ello,
tÕ ƒerÕn kaˆ Øperploute‹ ™n to‹j en mi opinión, nuestro templo ha alcanzado la
¢naq»masin. de‹ to…nun mhd' ™n tù parÒnti cima de la prosperidad y es extremadamente
kainotome‹n mhd2n mhd2 par¦ t¦ p£tria rico en ofrendas. Por consiguiente, no debemos
nÒmon kaqist£nai, fulokrine‹n t¦ innovar nada en este momento, estableciendo
¢naq»mata kaˆ genealoge‹n t¦ pempÒmena, frente a la tradición discriminaciones de
Óqen kaˆ ¢f' Ótou kaˆ Ðpo‹a, dexamšnouj d2 ofrendas por su origen y la genealogía de los
¢pragmÒnwj ¢natiqšnai Øphretoàntaj presentes, considerando la procedencia, el
7
Ilíada II 519; IX 405; Himno a Apolo Pitio 526 ss.
8
HOMERO, Odisea IX 109, 123.
Luciano de Samósata Falaris I - II 12
¢mfo‹n, kaˆ tù qeù kaˆ to‹j eÙsebšsi. donante y la naturaleza: debemos aceptarlas sin
más y consagrarlas, en provecho de ambas
partes, del dios y de los fieles.
11 Perˆ m2n oân ïn bouleuÒmeqa, taàt£ 11 Éste es, pues, el tema de nuestra
™stin, oÙ F£larij tÚrannoj eŒj oÙd' Ð consideración: no es Fálaris —un tirano
taàroj oátoj oÙd2 calkÕj mÒnon, ¢ll¦ concreto—, ni ese toro, ni su bronce
p£ntej basile‹j kaˆ p£ntej dun£stai, Ósoi únicamente, sino todos los reyes y todos los so-
nàn crîntai tù ƒerù, kaˆ crusÕj kaˆ beranos que ahora acuden al templo, y el oro, la
¥rguroj kaˆ Ósa ¥lla t…mia, poll£kij plata y demás objetos de valor que
¢nateqhsÒmena tù qeù· prîton m2n g¦r tÕ reiteradamente ofrecerán al dios. Lo primero
kat¦ tÕn qeÕn ™xetasqÁnai ¥xion. 12 t…noj que merece consideración es el interés del dios.
oân ›neka m¾ æj ¢eˆ mhd2 æj p£lai t¦ perˆ 12 ¿Por qué razón no vamos a proceder en la
tîn ¢naqhm£twn poi»swmen; À t… memfÒmenoi cuestión de las ofrendas como siempre, como en
to‹j palaio‹j œqesin kainotom»swmen; kaˆ Ö el pasado? ¿Qué hemos de reprochar a los
mhd2 pèpote, ¢f' oá t¾n pÒlin o„koàmen kaˆ antiguos usos para innovarlos? ¿Por qué lo que
Ð PÚqioj cr´ kaˆ Ð tr…pouj fqšggetai kaˆ ¹ no ha ocurrido nunca entre nosotros desde la
ƒšreia ™mpne‹tai, gegšnhtai par' ¹m‹n, nàn fundación de la ciudad, desde que Apolo Pitio
katasthsèmeqa, kr…nesqai kaˆ ™xet£zesqai profetiza, el trípode dama y la sacerdotisa es
toÝj ¢natiqšntaj; kaˆ m¾n ™x ™ke…nou m2n inspirada, vamos a establecerlo ahora —el
toà palaioà œqouj, toà ¢nšdhn kaˆ p©sin juicio y examen de los oferentes—? En efecto,
™xe‹nai, Ðr©te Óswn ¢gaqîn ™mpšplhstai tÕ gracias a esa inmemorial costumbre de la
ƒerÒn, ¡p£ntwn ¢natiqšntwn kaˆ Øp2r t¾n libertad ilimitada para todos, veis los bienes que
Øp£rcousan dÚnamin ™n…wn dwroumšnwn tÕn colman el templo, pues todos los hombres
qeÒn. 13 e„ d' Øm©j aÙtoÝj dokimast¦j kaˆ elevan ofrendas y algunos ofrecen al dios dones
™xetast¦j ™pist»sete to‹j ¢naq»masin, superiores a sus propias posibilidades.
Ñknî m¾ ¢por»swmen tîn 13 Pero si vosotros os constituís en jueces y
dokimasqhsomšnwn œti, oÙdenÕj Øpomšnontoj examinadores de las ofrendas, temo que en
ØpÒdikon aØtÕn kaqist£nai, kaˆ adelante carezcamos de examinandos, pues
¢nal…skonta kaˆ katadapanînta par' nadie aceptará ponerse en el lugar del acusado y
aØtoà kr…nesqai kaˆ Øp2r tîn Ólwn gastar cuantiosas sumas de su dinero para ser
kinduneÚein. À t…ni biwtÒn, e„ kriq»setai toà juzgado y arriesgarlo todo. ¿Quién podrá resistir
¢natiqšnai ¢n£xioj; ser juzgado indigno de elevar ofrendas?