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Escuela Técnica de Colonia – Historia de la Cultura II- Prof.

Cristóbal
González
Bibliografía: Ruggiero Romano-Alberto Tenenti: Los fundamentos del mundo moderno
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ROMANO, Ruggiero; TENENTI, Alberto: Los fundamentos del mundo
moderno. Madrid. 1975. Editorial siglo XXI de España

Sin duda puede decirse objetivamente que la Iglesia la parte más _vigilante del clero a la reorganización. El
medieval languidece en casi todos los sectores entre los clero - mismo, la influencia de los eclesiásticos sobre
siglos xv y xvi, y en algunos incluso agoniza. Es casi los fieles disminuye en este_período. Los pastores que
innecesario hablar de la decadencia económica, desde permanecen más próximos a su grey se ocupan muy
luego, pero, sobre todo, disciplinaria- de los conventos, poco de cultivar su espíritu y se dedican a plasmar y a
de la ausencia de intereses espirituales predominantes mantener su práctica cristiana. Pero ésta prescinde ya
en gran parte de los que ingresan en ellos y que, por cada vez menos de una sensibilidad emotiva y vulgar.
eso, están muy lejos de considerarlos claustros Simultáneamente, la élite laica desarrolla de un modo
sagrados. decisivo su propia conciencia crítica respecto a la
Oportunamente exhortados por una hábil Iglesia y también a la religión que ésta representa, y
predicación, y víctimas de la óptica purgatorial, los comienza a percibir un sentido nuevo,
fieles continúan, hasta mediados del sigloi xvI predominantemente ético individual, de la
aproximadamente, entregando a los eclesiásticos, a la religiosidad. Esto origina un divorcio acentuado entre
hora de la muerte, una importante porción de sus las multitudes, de una parte, y -aunque desde
haciendas, en expiación de los pecados cometidos posiciones distintas y bien diferenciadas entre sí-
durante sus vidas. Sin embargo, los párrocos, en más varias élites eclesiásticas y burguesas, de otra.
de una región, para garantizarse una segura subsis- Y, desde luego, no sólo y no tanto para evocar la
tencia material, establecen con sus feligreses explotación de los fieles por parte del clero que ellas
auténticas tarifas, en las que a veces se halla representan. En este mundo «cristiano» de los siglos
comprendida incluso la confesión auricular. Sin xv y xvi la indulgencia sirve no sólo para estimular la
hablar de los numerosos falsos clérigos, a menudo construcción de la nueva basílica de San Pedro, en
vagabundos, que ejercen la actividad sacerdotal, Roma, sino también para levantar diques contra la
recuérdese que el proletariado de los curas y amenaza del mar. La indulgencia es una verdadera
capellanes, especialmente en Alemania, se dedica a forma de la piedad colectiva, un modo seguro de
oficios complementarios o a la simonía declarada. captar la adhesión de los fieles, un instrumento casi
Por otra parte, así como sólo aquellos que tratan de inagotable para seducir la emotividad de las masas,
obtener verdaderos beneficios se preocupan de alcan- convencidas de que gracias a ellas alivian no sólo el
zar en las Universidades los grados necesarios, en el peso de sus pecados sino también el de los muertos, a
más bajo clero es frecuentísima la ignorancia los que se supone expíandolos en el purgatorio. Vieja
teológica y litúrgica. Por último, en este período, y práctica, desde luego, pero progresivamente
como lo prueba indiscutiblemente la más variada incrementada y extendida ahora, como por
documentación, se extiende la costumbre del irradiaciónn, desde Roma y desde cada centro
concubinato de los sacerdotes. Bajo Inocencio VIII diocesano. Además de las grandes afluencias de los
(1484-1492), primer papa que honró a sus propios peregrinos a Roma, y de los continuos viajes a Tierra
hijos a los ojos de todos, se difunden ampliamente Santa, no hay santuario o reliquia que no constituya,
bulas falsas que autorizan las relaciones más íntimas por lo menos, una meta regional y periódica para el
de los sacerdotes con el otro sexo. A pesar de las desplazamiento de los fieles.
condenas oficiales, aquellas uniones, numerosísimas La función de (las reliquias) es un ulterior y demos-
en toda la cristiandad, eran admitidas por la opinión trativo ejemplo de las muchas facetas de los
pública. De este modo, y debido también al digno fenómenos «religiosos»; sirve de pretexto para fines y
comportamiento de muchos eclesiásticos con su programas políticos (es el caso de Tomás Paleólogo,
mujer y sus hijos, se preparaba una de las que, para animar a Pío II todavía más a la cruzada
principales innovaciones de la reforma protestante. antiturca, le lleva a Roma una cabeza venerada como
Sin embargo, acaso no haya que insistir de San Andrés y un brazo considerado como de San
demasiado sobre las costumbres de los obispos Juan Bautista), de mágico y casi totémico incentivo de
alemanes de la segunda mitad del siglo xv y de la la piedad. Así es la que se enciende en torno a la
primera del xvi. Entre ellos los hay que no conocen el veneración de las reliquias de la sangre de Cristo.
latín, otros que durante decenios no celebran misa, e Jesús, en la última fase de su pasión, perdió sangre, y
incluso quienes, por el hecho de presentarse en desde hacía siglos venía admitiéndose comúnmente
hábitos episcopales a una Dieta, escandalizan a sus que alguien hubiese 'recogido y conservado una parte
colegas, que se visten laicamente y llevan más a de ella. Pero ¿eran verdaderamente divinos aquellos
menudo la espada que el báculo. Los obispos residuos? En efecto, eran divinos para el creyente los
franceses, por su parte, suelen ser, sobre todo, fieles miembros en que había encarnado el Verbo, pero
burócratas del rey; cambian de sede, es decir, de título ¿seguían siéndolo las partes que, como aquella
de renta; con extremada facilidad y residen casi sangre, se habían separado de su cuerpo? Por último,
siempre en la corte. al resucitar, ¿no había recobrado el Redentor, en su
integridad, todos sus elementos corporales?
La influencia de los eclesiásticos sobre los fieles A finales del siglo xv el cristianismo, aunque
disminuye en este_período. Totalmente atento el profundamente transformado respecto al de los siglos
papado a la consolidación de su dominio temporal, así precedentes, es aún la única armazón espiritual y
como al de su propia autoridad jerárquica, entregada mental de Europa.
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autoridad espiritual, de sustraerse a ella, de
LUTERO destituirla, cuando se comporte como el clero del siglo
Al contemplar en conjunto el mensaje de Lutero xvi Además Lutero comprende que los más vigilantes
(1483-1546), reaparecen todos los puntos que hemos cristianos de su tiempo están dispuestos a intervenir,
tratado de señalar en las páginas precedentes. El para expresar en voz alta lo que ven en la Escritura.
monje alemán es, ante todo, el portavoz de las De ahí el reconocimiento del derecho y del deber de
exigencias de reforma de su tiempo, y también el que cuantos sean capaces de ello, de enseñar la palabra
ha vivido y elaborado la formulación teológica más de Dios.
adecuada para catalizar y galvanizar las fuerzas Es preciso situarse en esta óptica «laica» y
morales de la nueva sensibilidad religiosa. potencialmente igualitaria, para comprender la
Nunca se insiste bastante en que el éxito del adhesión de numerosos humanistas al luteranismo,
protestantismo dependió menos de la acción de los además de la de muchos ex pertenecientes a distintas
propios reformadores que de la ya madura órdenes, al clero secular y al laicado.
predisposición de la sociedad laica y del apoyo de sus No obstante, el luteranismo no tardará en penetrar en
más altos representantes. Como el Papa ha los otros países europeos, a veces incluso en los más
conseguido hacer reconocer su absoluta autoridad cerrados y hostiles, gracias a la imprenta y a los
sobre la Iglesia, no queda más recurso que rebelarse contactos con los comerciantes y los estudiantes
contra él. La Iglesia no está en Roma, ni está ligada a alemanes con el exterior.
Roma: Por qué no en Praga, por ejemplo? Además, no Si Lutero se hubiera limitado a lanzar a sus
tiene necesidad de semejante jefe sobre la tierra. coterráneos a una cruzada antipapal y
Lutero afirma hábilmente que, por medio de mil antieclesiástica, su acción no habría alcanzado, sin
vejaciones, Roma tiene sometida a toda la cristiandad duda, un radio tan amplio y una resonancia tan
Lutero predica, pues, una auténtica cruzada contra profunda. En toda la Europa del Noroeste, en efecto,
el papado, que es ya más funesto para la cristiandad su predicación suscitó progresivamente adhesiones y
que los propios turcos. Todo lo que el pontífice apoyos; casi toda la cristiandad fue sacudida a fondo
dispone debe ser juzgado a la luz de la Escritura, sin por ella, y salió desgarrada. La suma de energías que
dar oídos a los que hacen de él su infalible intérprete el luteranismo aunó y estimuló fue tan grande porque
para pasar como artículo de fe todo lo que se les el reformador afrontó plenamente el problema
ocurre. De ahí la llamada a la nobleza y a los príncipes religioso, es decir, simultáneamente en el plano
alemanes para que ningún beneficio sea pedido ya a externo de la organización y en el interno de las creen-
Roma, para que ningún prelado acuda allí a hacerse cias. Lutero examinó el núcleo central del sistema
confirmar en su dignidad. católico en la concepción y en la práctica de las
Además, acerca de la cuestión que hizo estallar la llamadas obras buenas.
rebelión religiosa –la de las indulgencias-los alemanes Es difícil negar que, especialmente en los siglos xiv y
se habían mostrado, desde hacía tiempo, especial- xv, la religión en Europa había desempeñado cada vez
mente contrarios a las prácticas romanas. Y hay más: menos su función ética en la sociedad y que, en
la sensibilidad colectiva había llegado al punto de primer lugar, se había convertido en un gran sistema
poder escuchar la proclamación de nuevas verdades, administrativo del culto, así como en el instrumento
es decir, de afirmaciones contrarias a las de la de poder de un aguerrido grupo humano. Es también
jerarquía eclesiástica. difícil no reconocer que la práctica cristiana habla
En las cuestiones dogmáticas el reformador sufrido directamente las repercusiones de esta
recurrirá a la escritura, como criterio dirimente; para evolución, dando realmente el primer puesto en la
las de la creencia más íntima, se apoyará en la piedad a votos y peregrinaciones, a oraciones más o
exigencia de una religiosidad personal; pero sobre los menos estereotipadas, a devociones vulgares, a
problemas eclesiásticos le parece suficiente, y con auténticas supersticiones.
razón, remitirse al general discernimiento de los fieles. Lutero afirma, pues, que si presumimos de
Bastará hablar, atacar con discursos y con escritos al agradar a Dios por medio de las obras, todo eso no es
papado. más que engaño para honrar a Dios externamente,
Más que al diablo o al anticristo, el cristiano mientras interiormente nos erigimos en ídolos a
está muy capacitado ya para atribuir los males de la nosotros mismos. Ninguna obra, ningún mandamiento
Iglesia a la interesada iniquidad de un grupo social. La son necesarios al cristiano para su salvación; no está
idea de llamar eclesiásticos a los papas y obispos, sujeto a ningún mandamiento y todo lo que hace lo
sacerdotes y monjes; y laicos, en cambio, a los hace espontáneamente y en absoluta libertad, sin
príncipes, a los comerciantes y a los ciudadanos fue buscar con las obras su propia utilidad o su salvación.
considerada finísima e hipócrita usanza. La Para salir de esta situación moralmente falsa,
obediencia de los segundos a los primeros en así como de la penosa incertidumbre de los que no
cuestiones doctrinales, el poder y el derecho a juzgar saben hasta qué punto están con Dios, Lutero pro-
lo que sea cristiano o herético, resultan presunciones clama de cien maneras su descubrimiento espiritual.
ilegítimas. El sacerdocio mismo está considerado como En efecto, agrada a Dios todo lo que en la fe puede
una provechosa salida para los parásitos de la so- ser hecho, dicho, pensado y, por tanto, también el
ciedad, y el celibato de los sacerdotes, como una ejercicio de la propia actividad, el caminar y el
antinatural e indebida cobertura del vicio. Lutero detenerse, el comer y el beber, el dormir y toda clase
reivindica el ejercicio de esta facultad como un de acciones necesarias para la nutrición del cuerpo o
derecho inalienable del fiel. Toda comunidad cristiana para el beneficio común. Las obras son gratas no por
tiene el deber, según el reformador, de apartarse de la sí mismas, sino en razón de la fe que unifica, y está
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indistintamente en todas las obras y en cada una de cuius regio, eius et religzo. Sobre tal base, los
ellas y, por numerosas y diversas que sean, vive en súbditos, en general, tenían que seguir la religión de
ellas y por medio de ellas hace sentir su eficacia. su soberano.
La fe, así como basta para hacer piadoso al
hombre, también le hace realizar obras buenas. En la
promesa de Dios está toda nuestra posibilidad de
salvación; por medio del bautismo Dios, que no
miente, se ha comprometido a no culparnos de
nuestros pecados.
Así, pues, si Dios ve que el alma le hace justicia
y le honra con su fe, también él, a su vez, la honrará y
la considerará piadosa y verdadera; y ella es,
precisamente, hecha piadosa y verdadera por su fe,
porque el reconocer a Dios verdad y piedad es justo y
veraz, y hace veraces y justos. Todas las sectas o las
nuevas Iglesias que se opusieron a la vieja Iglesia de
Roma lo hicieron a la luz de estas afirmaciones del
reformador alemán, aunque se separaron del
luteranismo o acaso trataron de combatirlo por sus
compromisos. El pacto de cada creyente con Dios
constituyó la clave de la renovada experiencia
cristiana de la Europa del Noroeste.
Sin embargo, al apoyar sobre este principio la fe
cristiana, Lutero la anclaba en la energía ética
individual y hacía de cada creyente el responsable
autónomo y directo de su propia salvación. Habían
hecho salir de su minoría de edad al creyente,
rompiendo la tutela de la jerarquía romana y de su
sistema devocional. Pero, en realidad, rompieron
también la clausura mental que la cristiandad se
había construido en torno a ella. La Iglesia, hasta
entonces, había sido una, su autoridad indiscutible
(como la de quienes se erigían en intérpretes de ella) y
su predominio cultural, incontestable.
Era natural que, después de varios siglos de vida
colectiva dominada por el dogma que no admitía
incertidumbres o discusiones, las fuerzas humanas de
raciocinio y de crítica -hasta entonces aherrojadas y
oprimidas, pero también dormidas y aletargadas-
empezasen de nuevo a fluir, incontenibles, a través de
la brecha abierta en el dique de las creencias
tradicionales.
El éxito de la «reforma» protestante marca el
comienzo del
ocaso del monopolio cristiano sobre la vida de
Occidente.
Sobre todo al principio, la «reforma» no llevó la
tolerancia a la sociedad occidental. Protestantes y
católicos siguieron considerándose obstinadamente
como únicos dueños de la verdad y verdaderos
representantes del auténtico cristianismo. La fiebre
dogmática y la rabia teológica contribuyeron a azuzar
aún más a los europeos unos contra otros; al choque
de los intereses económicos y a las reivindicaciones
patrimoniales de las distintas monarquías se
agregaron a los furores de las pasiones «religiosas».
Este fenómeno se inició cuando Lutero, al no ver cómo
podría sostener de otro modo su rebelión, apeló al
poder laico de los príncipes y de la nobleza alemana.
Cuando el protestantismo, en sus diversas formas,
hubo penetrado en un país y cuando el príncipe se
decidió a tomar partido, por él o contra él, lo hizo con
la tradicional resolución. Sin que nadie lo impusiese, y
por la fuerza misma de las cosas, se afirmó así un
principio, en ciertos aspectos revolucionario: el de

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