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Finanzas Públicas y Derecho Tributario

Cátedra: Dr. Gustavo J. Naveira de Casanova 
Apuntes de Cátedra*   

Bolilla I, punto c: La doctrina pontificia en materia económica y financiera. La cuestión 
social. Los documentos del Magisterio de la Iglesia, Encíclicas de la Rerum Novarum 
(León XIII, 1891) a la Centesimus Annus (Juan Pablo II, 1991).

Por Diego Andrejin y María Luján Braccia

*Se recuerda a los alumnos que el material que componen los “Apuntes
de Cátedra” es entregado al sólo efecto de complementar la bibliografía
sugerida por la cátedra, y, en caso de ser utilizado en algún trabajo de
investigación, debe ser debidamente citado.

1) Doctrina Social de la Iglesia en materia económica y


financiera

2) Las cartas encíclicas más destacadas en materia económica


y social

3) Desarrollo posterior de la doctrina

4) El impacto de la doctrina en la jurisprudencia de la Corte


Suprema de Justicia de la Nación
i) “Martín vs. Erazo” del año 1947 (Fallos 208:497)
ii) “Inocencio Castellanos” del año 1947 (Fallos 208:430)
iii) “Banco de la Nación vs. provincia de Mendoza” del año
1953 (Fallos 226:408)

5) Tratamiento de la cuestión por otras religiones profesadas


en nuestro país. Breves reflexiones
i) Judaísmo
ii) Islamismo

iii) Hinduismo

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Bolilla I, punto c: La doctrina pontificia en materia económica y financiera. La cuestión 
social. Los documentos del Magisterio de la Iglesia, Encíclicas de la Rerum Novarum 
(León XIII, 1891) a la Centesimus Annus (Juan Pablo II, 1991).

Por Diego Andrejin y María Luján Braccia

1) Doctrina Social de la Iglesia en materia económica y


financiera

Al hablar de doctrina social de la Iglesia o doctrina social católica,


nos referimos al cuerpo doctrinal referido a cuestiones de relevancia
social y económica que, en especial a partir de la encíclica “Rerum
Novarum” del año 18911, dictada por el Papa León XIII, ha ido
elaborándose en el seno de la Iglesia Católica, a través de la tarea
conjunta y en comunión de los Sumos Pontífices y los Obispos.

Si bien toda la comunidad eclesiástica colabora en la


conformación de la doctrina social católica, los distintos aportes son
asumidos, interpretados y unificados por el Magisterio de la Iglesia; en
tal sentido, se señala que el Magisterio le compete a quienes están
investidos del “munus docendi”, es decir, del ministerio de enseñar en

1
 “La solicitud social no ha tenido ciertamente inicio con ese documento, porque la Iglesia
no se ha desinteresado jamás de la sociedad; sin embargo, la encíclica ‘Rerum novarum’ da
inicio a un nuevo camino: injertándose en una tradición plurisecular, marca un nuevo inicio
y un desarrollo sustancial de la enseñanza en el campo social”. (Compendio de la Doctrina
Social de la Iglesia, Conferencia Episcopal de Chile, Santiago de Chile, 2004; pág. 73). 
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el campo de la fe y de la moral, con la autoridad recibida de Cristo 2,


actividad que encabezan el Sumo Pontífice y los Obispos, que ejercen
dicha tarea como “maestros auténticos” 3, por estar dotados de
autoridad divina.

El Código de Derecho Canónico establece en su artículo 747


inciso 2 que le compete a la Iglesia proclamar los principios morales,
incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre
cualquier asunto humano, en la medida que lo exijan los derechos
fundamentales de las personas o la salvación de las almas. Y en ese
ejercicio, se señala que tanto el Sumo Pontífice como el Colegio de
Obispos gozan de infalibilidad en el Magisterio: el primero, cuando
proclama por un acto definitivo la doctrina que debe sostenerse en
materia de fe y costumbres4; y en el caso de los Obispos, cuando
ejercen el Magisterio reunidos en el Concilio Ecuménico, donde
declaran para toda la Iglesia una doctrina en materia de fe o
costumbres, o cuando dispersos por el mundo, concuerdan con el Sumo
Pontífice en alguna enseñanza vertida por este último5.

2
 Ibidem, pág. 67.
3
 Catecismo de la Iglesia Católica, 2034.
4
 Código de Derecho Canónico, 749­1.
5
 Código de Derecho Canónico, 749­2.
3
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En su carácter de máxima autoridad de la Iglesia Católica y para


el ejercicio de su mandato, el Sumo Pontífice emite diversos
documentos (cartas encíclicas, epístolas encíclicas, constituciones
apostólicas, cartas apostólicas, exhortaciones, bulas, motus proprios).
En este trabajo, nos referiremos principalmente a las cartas encíclicas,
por tratarse de la herramienta de difusión usualmente utilizada por los
Pontífices para desarrollar su doctrina en materia social. Las encíclicas
pueden caracterizarse como aquellos documentos públicos enviados por
el Papa a los Obispos del mundo, que expresan una enseñanza relativa a
una cuestión de gran importancia.

Desde finales del Siglo XIX, los Sumos Pontífices han indagado en
mayor medida en los asuntos económicos y sociales que aquejan al
mundo, preocupándose por el desarrollo de la vida humana en
sociedad, no sólo de la comunidad católica, sino de la humanidad en su
conjunto. Ello conlleva a que la doctrina social de la Iglesia busque ser
“una enseñanza expresamente dirigida a todos los hombres de buena
voluntad”6, aun cuando pertenezcan a otras tradiciones religiosas, o no
practiquen ningún culto.

Tres conceptos gravitan de manera preponderante en la doctrina


papal en materia social: persona, comunidad y bien común.
6
 “A partir de la encíclica ‘Pacem in terris’ de Juan XXIII esta destinación es indicada en el
saludo inicial de cada documento social”. Ob. Cit. en Nota 1, pág. 71.
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La persona, como ser único e irrepetible creado a imagen de Dios,


cuya dignidad debe ser respetada por las sociedades justas, y donde el
valor de los derechos humanos resulta imprescindible para su
consolidación7.

La comunidad, en tanto la persona es un ser sociable que se


integra a la vida en conjunto, en sus cuatro vertientes principales: la
familia, como célula de la vida social; las asociaciones intermedias
(grupos vecinales, municipios, partidos políticos, clubes deportivos,
gremios, entidades profesionales); la Iglesia; y el Estado, como
comunidad política.

El bien común, que es en definitiva, el bien de las personas; es


decir, la búsqueda de la realización integral de la persona 8, que es
asimismo el objetivo al que deben propender los distintos núcleos
comunitarios.

7
  “El   Magisterio   de   la   Iglesia   no   ha   dejado   de   evaluar   positivamente   la   Declaración
Universal  de   los   Derechos   del  Hombre,  proclamada  por  las  Naciones   Unidas   el  10  de
Diciembre de 1948, que Juan Pablo II ha definido ‘una piedra miliar en el camino del
progreso moral de la humanidad’”. Ob. Cit. en Nota 1, pág. 114.
8
  Iglesia   y   Comunidad   Nacional,   XLII   Asamblea   Plenaria   4­9   de   Mayo   de   1981,
Conferencia Episcopal Argentina, Editorial Claretiana, Buenos Aires, 1981, pág. 33.
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De este modo arribamos al concepto de Estado según la doctrina


social de la Iglesia, el cual, como comunidad política y como autoridad,
encuentra su finalidad en la prosecución del bien común9.

Según la doctrina eclesiástica, el Estado se debe regir por el


principio de subsidiariedad, que implica que éste, ordenado por su
propia naturaleza al servicio de sus miembros, debe intervenir en la
actividad privada o dejar de hacerlo, según lo exija el bien de los
ciudadanos10. Este principio, en su doble contenido negativo-positivo,
tiene fuerte repercusión en materia económica y financiera: desde un
punto de vista negativo, el Estado no ha de realizar lo que pueden hacer
las personas y las asociaciones intermedias, interviniendo en la
actividad privada sólo en la medida que ello sea inevitable o muy
conveniente; y desde el plano positivo, debe procurarle a los privados
todo aquello que sólo él puede brindar o puede prestar en mejor medida
que los particulares11.

La Economía también se debe encontrar al servicio del hombre y


de la sociedad. Su objeto es la formación y el incremento progresivo de
la riqueza tanto en términos cuantitativos como cualitativos, pero todo
ello, sin olvidar su dimensión moral: esto es, que en el afán de obtener

9
 Ibidem, pág. 32.
10
 Ob. Cit. en Nota 8, pág. 37.
11
 Ibidem.
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beneficios económicos no se menoscaben derechos de seres humanos,


de grupos sociales, o de pueblos enteros, sino que se practique la virtud
de la solidaridad y una justa distribución de los bienes y servicios12.

El Magisterio de la Iglesia considera que la iniciativa privada de


las personas en el campo económico es un valor fundamental, que debe
ser promovido y tutelado. El Estado sólo debe imponer restricciones
cuando existe incompatibilidad entre la persecución del bien común y el
tipo de actividad económica puesta en marcha, o en su modalidad de
desarrollo13.

De tal modo, se considera al libre mercado como una institución


socialmente importante por su capacidad para garantizar resultados
eficientes en la producción de bienes y servicios, siempre y cuando el
intercambio se realice a través de una competencia sana y ordenada 14.
Dicho criterio se extiende también a las relaciones internacionales
entre países, siendo ventajosas cuando las partes se encuentran en
condiciones de igualdad, mas no cuando las condiciones son demasiado

12
 Ob. Cit. en Nota 1, pág. 234­235.
13
 Juan Pablo II, Carta Encíclica Centesimus annus; Ob. Cit. en Nota 1, pág. 238.
14
 PALUMBO, Carmelo E., Guía para un estudio sistematico de la Doctrina Social de la
Iglesia, Tomo III, EDUCA, Buenos Aires, Buenos Aires, 1987, pág. 147.
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desiguales, ya que los precios que se forman “libremente” pueden


acarrear resultados no equitativos15.

En lo que respecta a la política fiscal, existe un principio que


obliga a todos los miembros de una comunidad a contribuir, de acuerdo
con sus posibilidades, para la cobertura de las necesidades que hacen a
la organización social. Ello fundamenta la obligación natural de pagar
los tributos que establezca la autoridad estatal.

El Magisterio eclesiástico ha advertido sobre esta cuestión: por


un lado, Pio XII enseña que “No existe duda alguna sobre el deber de
cada ciudadano de soportar una parte de los gastos públicos” 16; y por su
parte, Juan XXIII nos dice “Todos los hombres y todas las entidades
tienen obligación de aportar una contribución específica a la
prosecución del bien común”17.

Sin embargo, Pío XII advierte que el Estado debe repartir las
cargas en proporción a los recursos de los ciudadanos, evitándose que
los impuestos lleguen a ser un medio cómodo para cubrir el déficit
provocado por administraciones imprevisoras; y asimismo, remarca que

15
 Pablo VI, Populorum Progressio, 58; citado en: Ibidem, pág. 148.
16
  Discurso al X Congreso de la Asociación Fiscal Internacional, 03/10/1956; citado en:
Nota 14, pág. 153.
17
 Pacen in terris, 53; citado en: Nota 14, pág. 153.
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se debe evitar el despilfarro del dinero público y prevenir los abusos e


injusticias por parte de los funcionarios, así como también la evasión de
quienes deben abonar los impuestos18.

En materia de política monetaria, si bien la Iglesia no propone


reglas técnicas, señala “…cuídese no dañar el bien de la propia nación o
de las ajenas. Tómense precauciones para que los económicamente más
débiles no queden afectados injustamente por los cambios de valor de
la moneda”19.

2) Las cartas encíclicas más destacadas en materia


económica y social

El 15 de mayo de 2012 se cumplirán 121 años de la divulgación


de la carta encíclica Rerum Novarum, del mismo día del año 1891.
Creada por el papa León XIII, tal como se refirió anteriormente, con
ella se inicia lo que hoy se conoce como Doctrina Social de la Iglesia20.

18
 Ibidem Nota 16; pág. 154.
19
 Gaudium et spes, 70; Ob. Cit. Nota 14, pág. 156.
20
 La reseña efectuada puede consultarse en El 120° Aniversario de la Doctrina Social de la
Iglesia y reflexiones sobre cuatro significados actuales del trabajo humano, Hugo Roberto 
Mansueti, El Derecho, Nro. 12.762, publicado el 02/06/2011.
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El contexto en el que nace el dictado de tal encíclica determinó el


interés de la Iglesia en iniciar una reforma social cristiana orientada a
solucionar la “cuestión social” que aquejaba a la parte de la población
mundial más desvalida, tales como los trabajadores, campesinos,
aborígenes, niños, mujeres y pobres.

Precisamente León XIII fue llamado el “papa de los obreros” y a él


se le adjudican planteos que fueron revolucionarios para la época, ya
que se manifestó abiertamente a favor de la asociación laboral, el
descanso dominical, la limitación del trabajo diario, la prohibición del
trabajo infantil, la especial protección de la mujer trabajadora, la
fijación de un salario mínimo justo y la necesidad de encarar obras de
previsión social. También abogó por el principio de irrenunciabilidad de
los derechos conferidos al trabajador y el necesario control del Estado,
interviniendo las relaciones particulares para garantizarlo.

Naturalmente, estas ideas implicaron adoptar una ideología


particular en cuanto al derecho de propiedad. Así, asumió una doctrina
alternativa entre el liberalismo económico y el socialismo. León XIII
encuentra esta alternativa al plantear la necesaria inserción del
derecho de propiedad en la ley natural, o bien, proclamar la función
social de la propiedad.

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A partir de ese momento, la propiedad constituye un tema central


para la doctrina social de la Iglesia, encarada siempre como un derecho
natural, inserto en su fin social. La propiedad es un derecho natural del
hombre que, como todo derecho, se halla inserto en un orden común y
que es el destino común de la tierra. De allí que la propiedad tenga un
fin social o de utilidad común.

3) Desarrollo posterior de la doctrina

El 15 de mayo de 1931 se publica la carta encíclica Quadragesimo


Anno del papa Pío XI como homenaje a la labor de León XIII. Con ella se
reiteró el mensaje destinado a concretar la retribución justa, haciendo
hincapié en que “durante mucho tiempo, en efecto, las riquezas o
capital se atribuyeron demasiado a sí mismos. El capital reivindicaba
para sí todo el rendimiento, la totalidad del producto, dejando al
trabajador apenas lo necesario para reparar y restituir sus fuerzas”. La
recomendación de la encíclica fue entonces que “a cada cual, por
consiguiente, debe dársele lo suyo en la distribución de los bienes,
siendo necesario que la partición de los bienes creadores se revoque y
se ajuste a las normas del bien común o de la justicia social, pues
cualquier persona sensata ve cuán gravísimo trastorno acarrea consigo

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esta enorme diferencia actual entre unos pocos cargados de fabulosas


riquezas y la incontable multitud de los necesitados”21.

El 15 de mayo de 1961 tiene lugar el nacimiento de la encíclica


Mater et Magistra del papa Juan XXIII, donde se resalta el lugar de
vanguardia, como Madre y Maestra, que debe ocupar la Iglesia, para
mostrar su preocupación por los trabajadores y sus aflicciones, que
agobian a las multitudes y subyugan a pueblos y naciones.

Dos años después, el 11 de abril de 1963, Juan XXIII reedita estas


cuestiones en Pacem in Terris, en cuanto al salario digno y la libertad
de asociación, ello en el contexto mundial de la Guerra Fría.

Paulo VI continúa esa línea directriz en la encíclica Populorum


Progressio del 26 de marzo de 1967 con la necesidad de impulsar como
objetivo común el desarrollo integral del hombre, globalizando la
solidaridad.

El 14 de mayo de 1971 de divulgó la carta Octogesima Adveniens,


como homenaje del papa Pablo VI al 80° aniversario de la Rerum
Novarum y se analiza el problema de la creciente urbanización y su
impacto en los trabajadores y aquellas personas que no consiguen

21
 Quadragesimo Anno, Pío XI, 15/5/1931, 58.
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empleo. Concluye en la necesidad de participar y comprometerse con el


bien común.

Es Juan Pablo II quien, el 14 de septiembre de 1981, impulsa la


encíclica Laborem Exercens por temor al retorno a los principios de la
economía de libre mercado y evoca la función del trabajo para
conseguir el pan de cada día y el desarrollo de las ciencias, la cultura y
el perfeccionamiento del ser humano. Juan Pablo II también enfatiza, el
30 de diciembre de 1987 en la carta Sollicitudo Rei Socialis, la
“cuestión social”.

Asimismo, cabe mencionar la Centesimus Annus del 1° de mayo


de 1991, en donde Juan Pablo II homenajea a León XIII y reedita los
conceptos referidos al rol protagónico de la humanidad en las
relaciones productivas y la necesidad de participación del trabajador en
los frutos de su trabajo, como consecuencia directa del derecho natural
de propiedad y el destino común de los bienes.

Finalmente, más cercana en el tiempo, merece citarse la encíclica


Deus Caritas est, dictada por el Papa Benedicto XVI el 25 de Diciembre
de 2005. En lo que respecta al rol del Estado, allí se ha considerado que
“El Estado que quiere proveer a todo, que absorbe todo en sí mismo, se
convierte en definitiva en una instancia burocrática que no puede
asegurar lo más esencial que el hombre afligido -cualquier ser humano-
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necesita: una entrañable atención personal. Lo que hace falta no es un


Estado que regule y domine todo, sino que generosamente reconozca y
apoye, de acuerdo con el principio de subsidiaridad, las iniciativas que
surgen de las diversas fuerzas sociales y que unen la espontaneidad con
la cercanía a los hombres necesitados de auxilio.22”

4) El impacto de la doctrina en la jurisprudencia de la Corte


Suprema de Justicia de la Nación

El rasgo distintivo de la Rerum Novarum es el énfasis que le


otorga a la idea de desarrollo integral, esto es, la idea de que la
búsqueda de la prosperidad económica no debe ser concebida como
“exaltación de la riqueza por la riqueza misma” sino como condición del
bienestar humano “al que la riqueza contribuye”.

La Corte Suprema recoge los postulados de la encíclica y, como


ejemplo, citaremos algunos fallos en los que su doctrina fue plasmada,
claramente influidos por el aporte de uno de sus ministros, Tomás
Casares23:

i) “Martín vs. Erazo” del año 1947 (Fallos 208:497)


22
 Deus Caritas Est, Benedicto XVI, 25/12/2005, 28.
23
 En esta parte, seguiremos el trabajo de Julio Oyhanarte, Historia del Poder Judicial, 
publicado en la revista Todo es Historia, Nro. 61, 1972.
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Observemos los hechos: se discutía la constitucionalidad de un


decreto de la provincia de Santa Fe que establecía el arbitraje
obligatorio en conflictos laborales. La Corte se aparta de la doctrina del
fallo “Viñedos y Bodegas Arizu” en el que declaró que las autoridades
de Santa Fe habían tenido competencia normativa, y lo hace con el
siguiente fundamento: “El libre juego de la voluntad individual no
siempre es compatible con la preeminencia del bien común”. Así, la
Corte trata de neutralizar con su sentencia, la situación de anormalidad
causada por la preponderancia económica de los empleadores y el
resultado es la negación de la igualdad de las partes. De esta manera,
el Máximo Tribunal reconoce que las partes no están en igualdad de
condiciones, por lo tanto, el Estado debe intervenir en cumplimiento de
deberes primarios para evitar que los obreros hagan justicia por mano
propia, eliminar el riesgo de que la acción sindical se dirija a suplantar
al Estado por la dictadura del proletariado, promover la recuperación
del orden natural en la estructura misma de la sociedad y para
resguardar el orden público y la paz social. La Corte afirma que además
de los tradicionales, el Estado tiene fines dirigidos al aseguramiento de
la justicia distributiva, la tutela de la dignidad humana de los que
trabajan y el ajuste de la producción a las reales necesidades del
consumo.

ii) “Inocencio Castellanos” del año 1947 (Fallos 208:430)

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social. Los documentos del Magisterio de la Iglesia, Encíclicas de la Rerum Novarum 
(León XIII, 1891) a la Centesimus Annus (Juan Pablo II, 1991).

Por Diego Andrejin y María Luján Braccia

La Corte pronuncia una frase que fue rectora en la materia: “el


derecho de propiedad es inviolable en tanto y en cuanto su ejercicio no
obste al bien común, fundamento de todo derecho individual y por ende
anterior y superior a ellos”. Oyhanarte remarca que esta frase que hoy
nadie se atrevería a objetar, certificó definitivamente en el momento en
que fue enunciada (1947) la extinción del liberalismo individualista.

iii) “Banco de la Nación vs. provincia de Mendoza” del año


1953 (Fallos 226:408)
Los hechos del caso son los siguientes: se declaró la invalidez de
una ley de la provincia de Mendoza que obligaba al Banco de la Nación,
a pagar un impuesto territorial sobre un inmueble afectado a la política
agraria nacional. La Corte, al declarar la invalidez de tal decreto,
desarrolla un nuevo concepto acerca de las funciones gubernamentales.
Nuevamente, Oyhanarte recuerda: el concepto de “Estado vigilante”, se
lee en la sentencia, ha sido superado. El moderno “derecho social”
reconoce al Estado nuevas funciones orientadas a la defensa de la
colectividad. Funciones que debe ejercer para “cumplir con los
servicios públicos”, “cuidar los derechos sociales” y “defender la
producción de los consumos”.

Ello significó una de las más influyentes mutaciones operadas


dentro del derecho público argentino en los últimos años. La idea del
Estado como enemigo de la libertad entra en crisis y nace la concepción
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social. Los documentos del Magisterio de la Iglesia, Encíclicas de la Rerum Novarum 
(León XIII, 1891) a la Centesimus Annus (Juan Pablo II, 1991).

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del Estado posible agente del bien común. Esta idea apareció por
primera vez en un fallo de 1945 24 como clara influencia de las ideas del
ministro Tomás Casares.

5) Tratamiento de la cuestión por otras religiones


profesadas en nuestro país. Breves reflexiones.

i) Judaísmo25

En la Torá, el libro fundacional del judaísmo, el tema de la justicia


social juega un rol central en su legislación. Un ejemplo claro en este
sentido es el concepto del descanso semanal o Shabat. El pueblo de
Israel fue el primero en la historia humana que elaboró dicha
institución, destinada a liberar al hombre (a todo hombre, sin exclusión
alguna) de sus obligaciones laborales por un día: "No hagas trabajo
alguno en ese día, ni tampoco tu hijo o tu hija, ni tu esclavo o tu
esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguno de tus animales, ni el
extranjero que vive en tus ciudades, para que tu esclavo y tu esclava
descansen igual que tú"(Deuteronomio 5:14). Otra muestra del interés
del legislador israelita por la justicia social lo vemos en otras
regulaciones "revolucionarias'' para la época, como ser el diezmo
24
 “Cía. de Electricidad de Corrientes”, 1945, Fallos 201:432
25
 La justicia social en la cuestión judía, Adolfo Roitman, file:///E:/La%20Justicia%20Social
%20en%20la%20Visi%C3%B3n%20Jud%C3%ADa.htm

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(León XIII, 1891) a la Centesimus Annus (Juan Pablo II, 1991).

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trienal (Deuteronomio 14:28-29) o el año sabático (Deuteronomio 15:1-


11). Puede citarse al gran profeta anónimo conocido como el Segundo
Isaías (siglo VI a.e.c.): "¿Creéis que el ayuno que me agrada consiste en
afligirse, en agachar la cabeza como un junco y en acostarse entre
ásperas ropas, sobre ceniza? ¿Eso es lo que vosotros llamáis ayuno y
día agradable al Señor? Pues no lo es. El ayuno que a mí me agrada
consiste en esto: en que rompas las cadenas de la injusticia y desates
los nudos que aprietan el yugo; en que dejes libres a los oprimidos y
acabes con toda tiranía; en que compartas tu pan con el hambriento y
recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa
y no dejes de socorrer a tus semejantes''(Isaías 58:5-7).

Esta pasión denodada por la justicia social presente en los


profetas tuvo su continuidad en otros períodos de la historia judía. Uno
de los grandes luchadores en pro de los desclasados fue sin lugar a
dudas Jesús, quien trajo un mensaje de esperanza a los judíos de su
época, principalmente a los desposeídos y marginados
sociales: "Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de
Dios'' (Lucas 6:20).

ii) Islamismo26

  La Justicia Social en el Islam,  comentario de Marta García Novo, REIM Revista de
26

Estudios   Internacionales   Mediterráneos,  REIM - Nº 6 (septiembre-diciembre 2008) pp.


162-164.
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El llamado reformismo musulmán surge a principios del siglo XIX


como una corriente de pensamiento que pretendía dar respuesta al
grave subdesarrollo socioeconómico en que vivían sumidas las
sociedades del mundo árabo-islámico y liberarlas del yugo a que les
sometía el imperialismo occidental. A diferencia de otras corrientes
reformistas que proponían adoptar sistemas políticos y económicos
extranjeros, ya fueran de corte socialista o liberal, el reformismo
musulmán abogó por una vuelta al “verdadero islam” como modo de
hacer salir a la comunidad musulmana de la decadencia, señalando que
el origen de la misma radicaba en el abandono y la corrupción de los
valores comunitaristas (en cuanto a la participación de los miembros de
la comunidad en su gobierno), y racionalistas (a favor del retorno a la
reflexión personal sobre el “espíritu” del Corán y la Tradición del
Profeta, frente a la imitación ciega de las leyes y costumbres que no
tuvieran su origen en aquellos), presentes en el islam primigenio. Para
la posición reformista, la educación es el medio de alcanzar el progreso,
perfectamente compatible con una organización social y política
genuinamente islámica. El pensador egipcio Sayyid Qutb (1906-1966)
es heredero directo de la tradición renovadora. Fue autor de la obra
Justicia social en el islam, que fue concluida en 1949. Es un llamado a
la renovación del islam y a la introducción de un modelo político y
social en que el espíritu y la ley de dicha religión gobiernen la vida de la
comunidad. Con este objetivo, Qutb elabora una teoría social que parte
de la base original del reformismo musulmán “clásico”, estableciendo
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que sólo el islam, como genuino sistema integral que abarca todos los
aspectos de la vida humana, tanto sociopolíticos, como económicos,
culturales y espirituales, es válido para organizar y regir la vida de las
sociedades musulmanas, porque el islam es su origen, y ha configurado
las distintas etapas de su devenir histórico. La comunidad musulmana
no puede ni debe buscar la justicia social en otros sistemas, pues tanto
los sistemas liberales como los socialistas basan su acción en la
satisfacción de las necesidades materiales del individuo, ignorando la
dimensión espiritual y emocional de la vida humana. El islam, al
comprender la Creación como un todo único, se reconoce como el único
orden social en el que la igualdad de todos los individuos y su
responsabilidad hacia los demás miembros de la comunidad está
garantizada.

iii) Hinduismo27

Para la religión hinduista somos almas espirituales. En el Vedanta-


sutra el primer aforismo dice “Aham Brahmasmi” que significa: "no soy
este cuerpo". Partiendo de que todos somos almas espirituales no nos
tenemos que identificar con el cuerpo: soy blanco, soy negro, soy
cristiano, soy hindú. Para ese postulado, si queremos cambiar el mundo
primero tenemos que pensar en cambiarnos nosotros mismos,
27
 El silencio y la Justicia Global en el Hinduismo, J. Carlos Ramchandani. 
www.dharmayoga.es
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pensamos en la violencia del mundo pero también tenemos que pensar


en la violencia que hay dentro de nosotros. Ese cambio personal es
posible mediante la meditación y el silencio. Un verso en sánscrito del
Sri Isopanisad, una de las principales escrituras del hinduismo (el
sánscrito es la lengua de la liturgia hindú y también considerada la
madre de las lenguas indo-europeas) dice lo siguiente: “El Señor posee
y controla todo lo animado e inanimado que hay en el universo. Por eso,
uno sólo debe aceptar aquellas cosas que le sean necesarias y que se le
han asignado como su cuota, y no debe aceptar otras cosas, sabiendo
bien a quién pertenecen. Dios es el propietario de todo lo que existe en
el mundo, las desigualdades ocurren por que unos toman más de lo
necesario”. En las escrituras se menciona una analogía, en la cual se
dice que si dejáramos un saco de arroz en un lugar público al aire libre,
vendrían los pájaros y solo tomarían unos granos -los necesarios para
su subsistencia-, pero si aparece un hombre se llevaría el saco entero
para quedárselo todo. Los seres humanos somos los que creamos las
desigualdades sociales, porque creemos que somos los dueños,
mientras que el hinduismo dice que el propietario de todo es Dios. Si
nosotros solo tomáramos lo que necesitamos, no habría desigualdad en
el mundo. El gran maestro Bhaktisidhanta Saraswasti dijo: "no hay
escasez de nada, lo único que escasea en este mundo es la conciencia
de Dios", la persona que carece de conciencia divina es la que crea y
permite estas desigualdades sociales.

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1° cuatrimestre 2012

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