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Platts, Mark - La Ética A Través de Su Historia PDF
Platts, Mark - La Ética A Través de Su Historia PDF
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C uaderno 49
LA ÉTICA A TRAVÉS
DE SU
HISTORIA
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La cuestión, dijo Sócrates, no es ninguna bagatela: se trata de
la cuestión de cómo deberíamos vivir. Así planteó la temática
de la ética uno de los más grandes filósofos; y desde Sócrates
hasta nuestros días casi todos los filósofos verdaderamente
grandes han dedicado una parte sustancial de su trabajo filo
sófico a esta temática.
Colección: C uadernos
Director: D r . L eón O livé
Secretaria: M tra . C orina Y turbe
Cuaderno 49
LA ÉTICA A
TRAVÉS DE SU
HISTORIA
M ark P latts
Compilador
MÉXICO, 1988
Primera edición: 1988
IS B N —968-36-0530-3
IN TRO D U CCIÓ N
5 Purity and Danger: an Analysis o f the Concepts o f Pollution and Taboo, Londres,
Routledge y Kegan Paul, 1966, p. 59; véase también John Block Friedman, The Mons-
trous Races in Medieval Art and Thought, Londres, Harvard University Press, 1981.
6 Meramente posibles: se necesitarla una investigación muy detallada del caso para
lograr una confianza razonable acerca de mis diagnósticos. El fenómeno de la descrip
ción insuficiente de los casos es penetrante en las excursiones de filósofos en los territo
rios antropológicos e históricos,
7 Cfr. Williams, op.- cit., c. 9. Nótese que es una pregunta empírica si hay o no una
descripción que satisfaga la condición (i); pero nótese también que ese hecho no impli
ca que no se necesite mucha imaginación para responder la pregunta.
8 INTRODUCCIÓN
9 En muchos casos los propios escritores nos explican perfectamente bien los conte
nidos de los sistemas conceptuales supuestamente inconmensurables; en algunos otros
casos me parece que lo que manifiestan los escritores es una falta de imaginación sufi
ciente en la búsqueda de las descripciones asequibles.
9 Víase, por ejemplo, Donald Davidson, "On the Very Idea of a Conceptual Sche-
me”, en su Inquines into Truth and Interpretaron, Oxford, Clarendon Press, 1984,
pp. 183-198.
INTRODUCCIÓN 9
10 Dentro del pasaje citado de Mary Douglas, podría encontrarse una sugerencia
tácita acerca de una manera de explicar las creencias equivocadas pertinentes acerca
de las cuestiones de hecho. La idea seria que la necesidad, ex hypothesi común a todas
las culturas, de manejar los sucesos ambiguos o arómalos traba con algunos aspectos
específicos de sus circunstancias locales para producir la creencia errónea. Pero aquí
surgen fuertemente las dificultades acerca del tipo de explicación (y de entendimiento)
que nos ofrece la maestra Douglas (según esta interpretación).
11 Cfr. Williams, op, cit., pp. 165-7.
10 INTRODUCCIÓN
12 Véase, por ejemplo, Platts, Ways o f Meanmg, Londres, Routledge y Kegan Paul,
1979, ss. 2, 3 y 10; y cfr. W. B. Gallie, “Essentially Contested Concepcs", en Proce-
edtngs o f tke AristoteUan Society LVÍ (1956-7), pp. 166-198.
INTRODUCCIÓN 11
15 Pero sin llegar a abrazar la tontería Tout comprendre, c'est tout pardonner. Hay
otras diferencias entre diferencias.
14 Véase, por ejemplo, J. L. Mackie, Ethics: InventingRight and Wrong, Harmonds-
worth, Penguin, 1977.
12 INTRODUCCIÓN
Mark P latts
LA ÉTICA DE PLA TÓ N
A lberto V argas
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* El. NÚ-.. I. 7. 10971) 22 y 109H;i 10.
24 DULCE MARÍA GRANJA CASTRO
II Virtud, y felicidad
18 El. Nic., X, S, 1175a 29-50 comparando con Filebo 55c, 54d; El. Nic., X, 5,
1175b 15-15 comparando con Filebo 54e, 42cd.
19 Meta/.. IX, 6, 1048b 29; El. Nic.. X, 5, 1175b 11-15.
“ a . Nic.. X . 4, 1174b 14-25.
*' El Nic., X, 4, 1174b 21-23.
22 Et. Nic., X, 5, 1175b 17-20.
23 a . Nic., X, 4, 1174b 51-55.
24 Et. Nic., X, 5, 1175b 24-27.
ARISTÓTELES Y LAS VIRTUDES 29
46 El. Nic., VII, 15, 1155b 17-19; I, 8, 1199a 511199b 7; Retórica, 1. 5. 1560b
19 ss.
47 Eu Nic., I, 10, 1100b 28-35.
48 Gorgias, 50Sd y 504a.
ARISTÓTELES Y LAS VIRTUDES 33
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ÉTICA Y JUSTICIA EN TOMÁS DE AQUINO
M a u ric io B eu c h o t
Introducción
El fin último
mo, y ayude a los otros a seguir, el camino hacia ese bien. Por
que el fin de una cosa es para ella su bien (como se pensaba un
tanto antropomórficamente en la filosofía aristotélica), y el fin
al que ella tiende naturalmente es para ella su máximo bien, y
no puede ser vacío o inalcanzable lo que se desea naturalmente
(pues sería una burla de la naturaleza, lo cual es imposible que
suceda en toda la especie humana o en su mayoría). El pro
blema es ahora: ¿cuál es el fin último o el soberano bien del
hombre?
Tomás piensa que el fin supremo, el bien máximo, en el que
confluyen todas nuestras virtudes y en el que se encuentra la
máxima felicidad, debe superar a los bienes particulares y
efímeros; su argumento es que dicho fin que da la felicidad de
be ser un bien suficiente y completo, es decir, que colme las as
piraciones humanas sin dejar que continúe el deseo, y debe ser
algo seguro y estable, porque la felicidad inestable y efímera no
puede satisfacer al hombre. De acuerdo con estas exigencias,
analiza diversas cosas que parecen hacer feliz al hombre y
concluye que la felicidad humana no puede consistir en las ri
quezas, porque tienen más carácter de medio que de fin y no
excluyen el mal ni el hastío;* ni puede consistir en el honor ni ía
fama, porque éstos a veces pueden ser ficticios o falsos; ni en el
poder, porque también es un medio y se puede usar mal; tam
poco en el placer, porque también es efímero, por lo cual es un
bien parcial y por lo mismo es también un medio, no un estado
definitivo; tampoco son los bienes del alma sin más, porque no
cualquiera da la plenitud; ni siquiera el conjunto de los bienes
creados. La razón es que Tomás cree en Dios, y, de acuerdo
con su experiencia, argumenta que sólo Él puede colmar el de
seo de felicidad del hombre de manera infinita. En Dios en
cuentra el hombre su perfección y su bien absolutos.’ Pero po
demos distinguir dos niveles o aspectos en este bien supremo
para los hombres. En el nivel trascendente, Dios es el bien co
mún de los hombres; pero Tomás sabe que hemos de aspirar a
este bien en lo concreto y desde lo terreno. Por eso se añade en
el tomismo que la representación concreta de ese bien supremo
trascendente es el bien supremo inmanente, el cual es el bien2*
2 Ibtd., q. 2. a. 1, ad Sm.
5 Ibid., a. S, c.
44 MAURICIO BEUCHOT
La ley y la conciencia
Las pasiones
11 Idem, Summa Theologiae, I II, q. 23, a. 1, c.; Qu. disp. de vertíate, q. 26, a. 4, c.
12 Idem, Summa Theologiae, I II, q. 23, a. 2, c. y a. 4, c.
ÉTICA y JUSTICIA EN TOMAS DE AQUINO 49
Las virtudes
15 I b id ., q. 24-, a. 2, c.
14/&«*.. q. 55, a. 2, c.
15 C fr. íd e m , In V I E th ic o r u m , lect. 3, n. 1143.
50 MAURICIO BEUCHOT
,6 C/r. ídem, Summa Theologiae, I-II, q.61, a. 2, c. y Qu. disp. de virtutibus cardi
nal! bus, q. única, a. 1, c.
ÉTICA Y JUSTICIA EN TOMÁS DE AQUINO 51
18 I b i d . , q. 61, a. 1, c.
ÉTICA Y JUSTICIA EN TOMÁS DE AQUINO 53
19 I b t d ., q. 58, a. 5, c.
54 MAURICIO BEUCHOT
20Ibid., a. 6, c.
HUME: LA M ORALIDAD Y LA ACCIÓN
MARK PLATTS
4 Para una discusión estimúlame acerca de cómo “la teoría de las ideas” influye para
que Hume no corrija este defecto en el caso de la creencia en una necesidad causal,
víase BarryStroud,if«m«(Routledge y Kegan Paul, Londres, 1977; traducción espa
ñola; Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM, 1986), c. x.
5 "Hume on Religión", en D. F. Peáis (comp.), David Hume: A Symposium (Mac-
millan, Londres, 1963). pp. 77-88, en página 85
HUME: LA MORALIDAD Y LA ACCIÓN 57
16A Treatise o f Human Nature, ed. Selby-Bigge (Oxford, 1888), p. 470. (Tratado
de la naturaleza humana, Vol. 2, Madrid, Editora Nacional, 1981, p. 692.)
17 Op. cit., p. 64.
66 MARK PLATTS
Sin embargo,
. . .la virtud heroica, siendo tan poco común, es tan poco natu
ral como la brutalidad más salvaje.24
** Véase Stroud, op. c i í pero cfr. Píaus, “Hume and Morality as a Matter of Fact”.
op. cit.
** Véase, por ejemplo, Platts, “The O bjectof Desíre", op. cit., y Platts, “Desire and
Action”, Nota (1986), pp. 143-155, para algunas criticas de los últimos dos elementos.
72 MARK PLATTS
Una muy pequeña variación del objeto, aun ahí donde se con
servan las mismas cualidades, destruirá un sentimiento. Así, la
misma belleza, transferida al sexo opuesto, hace que no exista
una pasión amorosa cuando la naturaleza no está extremada
mente pervertida.51
84 Véanse, por ejemplo: Thomas Nagel, The Possibüity o f AItruism (Oxford: 1970),
pp. 29-30; John McDowell, "Are Moral Requirements Hypothetical Imperatives?”,
Proceedmgs o f the AristoteUan Society, Supp. Vol. 52 (1978), pp. 13-29; McDowell,
"Virtue and Reason”, The Monist 62 (1979), pp. 331-350; McDowell, "Non-
Cognitivism and Rule-Following”, en Hoetzman y Leich (comps.), Wittgenstein: to
FoZ/ouj a Rute (Routledgc y Kegan Paul, Londres: 1981), pp. 141-162; yPlatts, "Moral
Reality and the End of Desire”, en Platts (comp.), Reference, Truth and Reality
(Routledge y Kegan Paul, Londres: 1980), pp. 69-82.
85 "Are Moral Requirements Hypothetical Imperatives?”, op. cit., p. 15.
78 MARK PLATTS
56 Estoy muy agradecido a Raúl Orayen por su lectura cuidadosa de una versión an
terior de este trabajo, especialmente en relación con el tema de las últimas tres sec
ciones de esta versión final.
NOTAS SOBRE LA CO NCEPCIÓ N M ORAL
DE K A N T
1. La unidad de la razón
Es difícil leer este pasaje sin pensar que Kant presume que al .
hacemos la pregunta carecemos de información acerca de cuál
sería nuestro lugar en ese mundo (si seríamos, por ejemplo, de
los necesitados permanentemente por razones de clase o pobre
za). Así, parece requerirse un punto de vista general apropiado
que no tienda a prejuzgar las respuestas en función de la infor
mación específica y las inclinaciones naturales.
Es notorio que Kant da por descontado que en el proceso de
razonamiento hacemos uso de conocimientos generales sobre la
naturaleza y las capacidades humanas (en el paso 2), y ya he
mencionado que también usamos la información sobre las ver
daderas necesidades humanas (en el paso 4), que asegura la
unanimidad en el razonamiento. Los deseos y las motivaciones
particulares o las diferencias específicas de conocimiento no
afectan al razonamiento. Estas últimas pueden intervenir en la
formulación de máximas en el paso (1), aunque Kant supone
también que esto no lleva a diferentes evaluaciones del mundo
moral modificado del paso (4).
Kant piensa el procedimiento del imperativo categórico
como un proceso que cualquiera puede utilizar para construir
la ley moral. Sin algo como una concepción de las verdaderas
necesidades humanas (algo parecido a una concepción de na
turaleza humana o personal) y sin poner ciertos límites a la in-
LA CONCEPCIÓN MORAL DE KANT 97
P a u l e t t e D ie t e r l e n
1 La versión que se usó para este trabajo fue Utilitarismo, que apareció en la colec
ción Biblioteca de Iniciación Filosófica, editorial Aguilar, 5a. ed., 1974. Esta versión
fue comparada con el libro Utilitarianism editado por Mary Wamock en Fontana
Library, sexta impresión, 1969.
2 M. Warnock, Introducción a la edición de Utilitarianism, op. cit., p. 21.
102 PAULETTE DIETERLEN
1. La doctrina utilitarista
* Hume. Tratado, libro III, citado por Wamock op. cit.. p. 14.
4 J. Bentham, A Fragment on Government y An Introduction to the Principies o f
Moral and Legislation, Blackwell, Oxford, 1948, p. 125.
LA ÉTICA DEJ.S. MILL 103
7 J.S. Mili, Systeme de Logique, Vol. II, Félix Alean, París, 1904, p. 548.
8J.S. Mili, Utilitarismo, p. 29.
* Ibid., p. 33.
LA ÉTICA DEJ.S. MILL 105
10Ibid., p. 42.
106 PAULETTE DIETERLEN
11 Cfr. Ryan Alan, J. S. Mili, Routledge and Kegan Paul, Londres, 1974, p. 96.
12 Hablando en términos muy generales, ciertas posiciones éticas que afirman las
dos tesis se denominan cognitivistas, posiciones que afirman la dos y rechazan la uno se
denominan no cognitivistas.
LA ÉTICA DE J.S. MILL 107
ta. Pero esa tesis es negada por los que se adhieren al principio
de utilidad. Estos últimos afirman que la moralidad de las ac
ciones se percibe con las mismas facultades con las que percibi
mos otras cualidades de las acciones, a saber, nuestro intelecto
y nuestros sentidos. El utilitarismo sostiene que la capacidad de
percibir las distinciones morales no es una facultad distinta a
las que necesitamos para explicar causas o para dar un discurso
delante de un juez.”18
Como veremos más tarde, Mili trata de demostrar que los
sentimientos morales, al igual que otros sentimientos como la
ambición, el honor y la envidia, son generados por una ley de
asociación. Lo ideal es dar cuenta de cualquier tipo de hechos
simplemente con el sentido de la percepción, con la habilidad
para realizar implicaciones lógicas y con la aversión y el atracti
vo que nos proporcionan el dolor y el placer. De este modo no
cenemos por qué inventar facultades especiales.
*» Ibid. p. 24.
20 lbid.
2‘ lbid.
22 lbid., p. 29.
110 PAULETTE DIETERLEN
25/6«a., p. 70.
24 Cfr. G.E. Moore, Principia Ethica, Cambridge University Press, Cambridge,
1982, p. 66.
25 Mili, Utilitarismo, p. 63.
LA ÉTICA DE J.S MILL 111
88 Ibid., p. 76.
LA ÉTICA DE J.S. MILL 113
29 Ibid.
30 Donald Davidson, "Is weakness of the will possibles?”, Essays on Actions and
Events, Oxford University Press, 1980, p. 35.
31 Mili, ibid., p. 77.
33 Ibid., pp. 44-45-
U PAUl.ETTE DIETER LEN
M <;;V. Arthur Prior. Logic <vid thc ttasts ofEthics. Oxford. Clarrmton Pvrss. 1968.
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Mili. S x s t i m t di- l.ogtqu*'. <»/> <7f . Vol. 1. p. SO.
LA ÉTICA DEJ.S. MILL 115
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56 (.'/>. M<x>r<\ o/i. r/if.. p. 7.
116 PAULETTE DIETERLEN
57 Cfr. Prior, p. 3.
LA ÉTICA DEJ.S. MILL 117
41 Citado por Williams B., en Smart y Williams (comps.), op. cit., p. 77.
LA CONFERENCIA SOBRE ÉTICA
DE W ITTG EN STEIN
(Segunda versión)
E n r iq u e V illan ueva
Si por ejemplo digo que esta es una buena silla esto significa
que la silla sirve un cierto propósito predeterminado y la pa
labra bueno aquí tiene significado solamente en tanto este pro
pósito se ha fijado previamente. De hecho la palabra bueno en
el sentido relativo solamente significa la satisfacción de un cier
to estándar predeterminado.4
3 CE, p. 5.
4 Idem.
LA ÉTICA DE WITTGENSTEIN 121
5 Idem.
$ Ibid., pp. 5-6.
7 Ibid., p. 6.
122 ENRIQUE V1LLANUEVA
m e n te nos ad vierte que la exp resión verbal de esas exp erien cia s
es un sinsentid o y qu e se está usando m al el len g u a je al p ro ferir
esas o racio n es.
P o r e je m p lo , en el p rim er caso, el del m arav illarse, no hay
n in g ú n co n tra ste o d iferen cia que se m arq u e al p ro ferir esas
o racio n es. En casos o rd in ario s, com o en el m arav illarse de que
u n p erro sea el m ás g ran d e ja m á s visto, la sorpresa es a ce rca de
algo qu e es el caso y qu e se pod ría co n c e b ir de o tra m a n era d i
fere n te. D ice:
Decir "me maravilla que tal y tal sea el caso" solamente tiene
sentido si puedo imaginar que no sea el caso. . . Pero es un sin
sentido decir que me maravillo de la existencia del mundo por
que no puedo imaginarlo no existiendo.11
los hechos sin él. Ahora bien, en nuestro caso, tan pronto como
eliminamos el símil y declaramos simplemente los hechos que
están detrás del símil, encontramos que no hay hechos.13
Ahora veo que esas expresiones sin sentido son sin sentido no
porque no haya encontrado aún las expresiones correctas sino
que su sinsentido constituye su verdadera esencia. Pues todo lo
que yo quise hacer con ellas fue justamente ir más allá del mun
do y esto es decir más allá del lenguaje.15
13/6ttf., p. 10.
14 Idem.
15 Ibid., p. 11.
l6Ibid-, p. 7. Dice: “solamente puedo describir mi sentimiento mediante la metáfo
ra de un hombre que pudiera escribir un libro de Etica que fuera realmente un libro
de Etica; este libro destruiría, con una explosión, todos los otros libros en el mundo.
Nuestras palabras, usadas como las usamos en la ciencia, son solamente vasijas capa
ces de contener y transmitir significado y sentido, significado y sentido natural. .
LA ÉTICA DE WITTGENSTEIN 125
17 Ibid., p. 12.
126 ENRIQUE V1LLANUEVA
18 Wittgenstein parece estar de acuerdo con la tesis de Hume de que no se puede in
ferir un deber moral de la consideración de los hechos, pero con la cualificaciñn de
que no se puede salvaguardar lo que Hume propone a menos que se saque al deber o al
valor del lenguaje, pues de otra manera persistirá la tentación de borrar la distinción o
de querer expresarla engendrando infinitas confusiones.
Serla un error pensar que Wittgenstein está ofreciendo un criterio o explicación de
la distinción hecho-valor; la tesis de Wittgenstein es precisamente que no puede hacer
se tal distinción y sólo se puede sugerirla o aludirla en medio del sinsentido.
19 Como será manifiesto al lector, uno de los representantes más calificados de la
tradición a que se opone Wittgenstein es Kant. No es posible argumentar aquí contra
las diversas tesis de Kant, pero baste mencionar el punto más importante de la critica
de Wittgenstein: lo que Kant quiere decir acerca del bien es correcto, solamente que
no puede decirlo y su teoría, linea por linea, o es incoherente e ininteligible o no versa
acerca de la Ética.
20 De manera similar, el aprendizaje o enseñanza de la Ética está eliminado. Dice
Wittgenstein: "Lo Ético no se puede enseñar. Si mediante una teoría pretendiera
explicar a otro en qué consiste la esencia de lo Ético, lo Ético carecería de valor.”
(Waissmann, Ludwig Wittgenstein y el Círculo de Viena, México, FCE, 197S, p.
130.) Én una nota de los Manuscritos inéditos dice: “No se puede conducir a los
hombres al bien, sino solamente llevarlos a alguna pane. El bien está fuera del espacio
de los hechos."
LA ÉTICA DE WITTGENSTEIN 129
2S Wittgenstein no reduce la Ética al silencio: hay usos del lenguaje oblicuos, como
el testimonio, la narración de experiencia, etc., que permiten el acceso a lo Ético, pero
todo ello no llega a ser un lenguaje y no puede tener condiciones de verdad.
Se dirá: ¿por qué no hablar del Bien y lo Ético si todo el mundo habla de intenciones
y deseos morales y del Bien, etc.? La cuestión es que Wittgenstein se dirige a una con
cepción absoluta del Bien, el Deber, etc., y ésta es la que no tiene cabida en el len
guaje: otras concepciones morales o éticas no le parecen importantes y por ello no le
preocupan. Asi dice:
La Ética en cuanto surge del deseo de decir algo acerca del sentido último de la
vida, el bien absoluto, el valor absoluto, no puede ser ciencia. CE, p. 12.
LA ÉTICA DE WITTGENSTEIN 131
GENERAL
PLATÓ N
ARISTÓTELES
A QUINO
HUME
KA N T
MILL
WITTGENSTEIN