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J U L I O I B A N E Z V.

ESTABILIDAD Y ASISMICIDAD
DE LAS CONSTRUCCIONES

I M P R E N T A*
N A S C I M E N T O
J U L I O I B A Ñ E Z V.

ESTABILIDAD Y A SISMICIDAD
DE LAS CONSTRUCCIONES

I M P R E N T A N A S C I M E N T O
SANTIAGO 1946 CHILE
SUMARIO

C O N C E P C I Ó N DE LAS ESTRUCTURAS.
E L E C C I Ó N D E LOS M A T E R I A L E S .
C O N T I N U I D A D Y PROPORCIÓN DH LOS ELEMENTOS RESIS-
T E N T E S DE UNA ESTRUCTURA.
ESTABILIDAD DE LAS CONSTRUCCIONES SOMETIDAS A CAR-
GAS ESTÁTICAS.
A C C I O N E S DINÁMICAS.
B A S E D E L PROCEDIMIENTO SIMPLIFICADO.
E S T U D I O DE UNA CEPA DE P U E N T E D E HORMIGÓN ARMADO,
CON D I F E R E N T E S R I G I D E C E S , SOMETIDO A UN TEMBLOR.
REPRESENTACIÓN GRÁFICA DE LAS SOLICITACIONES
MÁXIMAS R E S U L T A N T E S .
O B J E C I O N E S A LA TEORÍA.
L A TEORÍA A LA LUZ DE LA E X P E R I E N C I A JAPONESA.
L o s TEMBLORES Y E L T E R R E N O D E FUNDACIÓN.
O N D A S GRAVÍFICAS.
E N E R G Í A D E LA ACCIÓN SÍSMICA.
E F E C T O S DE LA PLASTICIDAD DE LOS MATERIALES.
RESONANCIA CON OTROS MODOS D E VIBRAR DE LAS ES-
TRUCTURAS. E X P E R I E N C I A S DE STANFORD.
C O N S I D E R A C I O N E S SOBRE LA CONCEPCIÓN DE LAS E S T R U C -
TURAS ASÍSMICAS, COMO RESULTADO D E L ESTUDIO DE LA
E N E R G Í A TRANSFERIDA POR E L T E R R E N O DE FUNDACIÓN.
E S C A L A ABSOLUTA DE TERREMOTOS.
BIBLIOGRAFÍA.
C O N C E P C I Ó N I>E LAS ESTRUCTURAS

Es evidente que cuando un Arquitecto o Ingeniero conciben una estructura, la


idea matriz que los inspira es la utilización de la obra. Esta utilización fija las dimen-
siones generales y la ubicación. Sin embargo, no se dispone para ello de entera liber-
tad. Siguiendo un orden jerárquico, nos encontramos con que la primera limitación
proviene de la estabilidad: la que controla la elección de los materiales, las dimensio-
nes máximas o mínimas a que se puede llegar y también la disposición misma de la
estructura.
Ahora bien, cuando se trata de construcciones destinadas a cobijar personas,
guardar alimentos u otras materias relacionadas con la salud, las exigencias de higiene
constituyen una nueva limitación que sigue en importancia a la limitación de la es-
tabilidad: la luz, el aire, la humedad, etc., deben ser considerados en la resolución
de la disposición definitiva.
Finalmente, en toda obra salida de la mano del hombre debe haber una aprecia-
ble preocupación respecto de la estética. En efecto, los materiales que se emplean hoy
día son capaces de resistir la acción de los agentes atmosféricos, de los temblores, etc.,
por muy largo tiempo, y en consecuencia no sólo estamos construyendo para nosotros
sino que también para las generaciones venideras. Ellas juzgarán de nuestra época
por las obras que les dejemos y apreciarán nuestra cultura, en buena parte por la be-
lleza que sepamos imprimir a las construcciones. Hay pues, una grave responsabilidad
histórica que nos exige ocuparnos de la estética, aunque para ello debamos aumentar
el costo de las obras. Felizmente la belleza no se obtiene, por lo general, abultando los
presupuestos sino que más bien concibiendo armoniosamente el conjunto y las partes
de la obra y adaptándolas a las características y aspecto del lugar que las rodea.
Armonía interna y armonía externa son las fuentes de la belleza que, como dice Pla-
tón, es «el esplendor de la verdad».
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E L E C C I Ó N DE LOS M A T E R I A L E S

La elección de los materiales está controlada principalmente por factores de re-


sistencia y de estética, aparte, naturalmente, del factor económico que se relaciona
con la abundancia o escasez de determinados materiales en el lugar de la obra. Exis-
te un principio general según el cual mientras mayores son los esfuerzos a que están
sometidos los elementos de una estructura más noble debe ser el material que se em-
plee, entendiéndose por material más noble aquel que tiene mayor resistencia espe-
c fica. La siguiente clasificación da una idea aproximada del orden de nobleza de los
materiales corrientes de construcción:

1) Acero de alta calidad.


2) Acero corriente de construcción.
3) Hormigón fuertemente armado.
4) Hormigón armado.
5) Hormigón solo.
6) Albañilería de piedra.
7) Albañilería de ladrillo.
8) Madera.

Puesto que las mayores solicitaciones se producen en las obras de mayores di-
mensiones o en aquellas sometidas a mayores cargas, es natural que en ellas tenga su
mejor aplicación el acero o el hormigón fuertemente armado.
Las razones de estética que intervienen en la elección del material se refieren a
la necesidad de procurar, tanto la armonía externa como la interna. En efecto, es sin
duda la armonía externa la que se persigue cuando se proyecta en piedra un refugio
cordillerano o un pequeño puente en bóveda en un sector rocoso de camino. Así tam-
bién, es la armonía interna la que se persigue cuando se emplea hormigón armado y no
albañilería de ladrillo en la confección de una alta columna de una sala de grandes di-
mensiones.

CONTINUIDAD Y PROPORCIÓN DE LOS E L E M E N T O S R E S I S T E N T E S DE UNA ESTRUCTURA

Antes del advenimiento del acero y hormigón armado en las construcciones, los
elementos resistentes estaban formados por muros o pilares, para resistir las cargas
verticales y vigas o entramados para salvar las luces o vanos. No había ligazón entre
estos elementos, de modo que cada uno de ellos tenía solicitaciones simples y bien
definidas. El empleo del acero y, sobre todo, del hormigón armado, ha hecho posible
ligar los elementos verticales con los horizontales, dando al conjunto de la obra una
continuidad perfecta. La ventaja que se obtiene con esto es una mayor rigidez del
conjunto y una economía de materiales. En los países de terremotos la rigidez es aun
más ventajosa porque mejora la aptitud de las estructuras para resistir esfuerzos
horizontales.
Desgraciadamente, todo aumento de rigidez en la estructura aumenta la dificul-
tad de los cálculos de estabilidad, lo que ha hecho a menudo emplear estructuras me-
nos rígidas que lo que era de desear o simplificar los cálculos con hipótesis que son
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aceptables en apariencia, pero no en la realidad o que aun ni en apariencia resultan


satisfactorias. La honradez profesional misma se ha solido ver en peligro por esta cir-
cunstancia. Los métodos que aquí proponemos están encaminados a resolver este
problema.
Cuando se estudia una estructura resistente rígida, se encuentra que los momentos
de flexión a lo largo de ella resultan bastante variables para los sistemas de carga ac-
tuantes que se presentan en la práctica. Es evidente que al dimensionar las partes
de la estructura se elegirán secciones de acuerdo con los momentos de flexión soli-
citantes. Sin embargo, al hacer esto conviene recordar que si se le aumenta la altura
a un determinado trozo de la pieza resistente los momentos de flexión que se produ-
cen en él van a aumentar en razón de su mayor rigidez relativa, lo que producirá
una disminución de los momentos de flexión en los trozos restantes del sistema. Ahora
bien, desde el punto de vista de la economía es conveniente hacer que se produzcan
los mayores momentos de flexión donde la altura de la pieza es máxima, puesto que
ahí la distancia entre el centro de tracción y el de compresión es mayor y más eficaz
el esfuerzo del material empleado. Esto conduce a un principio según el cual las par-
tes rígidas de la estructura deben ser lo más rígidas posible y las flexibles lo más
flexibles posible.
Las consideraciones anteriores conducen, como es natural, a piezas de altura y
momento de inercia bastante variables. Sin embargo, si se exagera en relación con esto
existe el peligro de que un error de construcción, defecto en los materiales, diferencia
entre las cargas con que se calculó y las realmente actuantes, etc., puedan alterar la
distribución prevista de los momentos de flexión, lo que resultaría especialmente pe-
ligroso para las secciones que han sido proyectadas muy débiles. Para prevenir esto
Be aconseja fijar un límite en la proporción de la resistencia a la flexión que tiene la
sección más débil con relación a la de la sección más robusta de la estructura. Este
límite puede variar según la naturaleza de la obra; pero estimamos que, en general,
la sección más débil no debe tener menos de V15 de la resistencia a la flexión de la
sección más fuerte.
Es evidente que la aplicación de los principios enunciados hasta aquí afecta a la
estética del conjunto. Debemos dejar a los Arquitectos la tarea de buscar y encontrar,
si es posible, la solución que concilie la máxima economía con la máxima belleza. Si
es fundada la creencia, muy difundida entre los proyectistas, de que una obra lógica-
mente calculada en su estabilidad es estéticamente satisfactoria, podríamos adelantar
que esta tarea de los Arquitectos no será difícil y encontrará una ayuda en el método
expuesto aquí para conocer fácilmente las condiciones óptimas de estabilidad de sus
estructuras.

ESTABILIDAD DE LAS CONSTBUCCIONES SOMETIDAS A CARGAS ESTÁTICAS

La estabilidad de las construcciones se ha estudiado hasta ahora por métodos


analíticos. La base de éstos mátodos es el teorema de Mohor, que relaciona la deforma-
ción de un trozo de estructura resistente con las solicitaciones a que está sometido,
con el coeficiente de elasticidad del material de que se compone y con las dimensiones
de sus secciones trasversales. Así, por ejemplo, si se considera una pieza prismática
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como la de la fig. 1, sometida a flexión simple, el teorema de Mohor toma la forma


tan conocida:

m ds
1) <P
El

m y ds
2) Ax =
E I

m x ds
3) Ay =
El

en que <p es el ángulo formado por las tangentes extremas a la elástica en el trozo
de elemento resistente, sometido a un momento de flexión m variable a lo largo de
dicho trozo; ds es la longitud infinitamente pequeña de cada elemento a lo largo del
trozo;E es el coeficiente de elasticidad del material sometido a tracción o compresión
(Módulo de Young); I es el momento de inercia de la sección trasversal de los diver-
sos elementos del trozo considerado, xey son las coordenadas del centro de cada uno
de estos elementos; A x es el desplazamiento horizontal de un extremo del trozo con
relación al otro extremo; A y es el mismo desplazamiento, medido en sentido vertical.

Las fórmulas 1), 2) y 3) permiten establecer las deflexiones de las barras que unen
los nudos de una estructura hiperestática como la de la figura 2. En efecto, si se agre-
gan las condiciones de apoyo del sistema, la condición de constancia del ángulo que
forman entre sí los extremos de las barras que concurren a un mismo nudo (Fig. 3);
si se agregan ciertas condiciones de simetría, articulaciones, ligazones, etc., se puede
llegar siempre a obtener un número de ecuaciones que resuelve el problema de la
determinación de los momentos Sectores y demás cantidades que intervienen en la
estabilidad de los sistemas hiperestáticos; sin embargo, basta considerar la forma en
que se ha planteado el problema para comprender que su aplicación es larga y engo-
rrosa. La técnica moderna ha buscado y ha encontrado muchos métodos, casi todos
de aproximación sucesiva, que, basados en la teoría que acabamos de enunciar, per-
miten llegar a resultados con notable precisión; sin embargo, por meritorios que sean
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estos métodos, requieren conocimientos avanzados y gran práctica en su manejo.


Tampoco tienen la objetividad suficiente para evitar que se cometan errores. Final-
mente el esfuerzo mental que debe desarrollarse en su aplicación es suficientemente
grande como para impedir que los no especializados se avengan a entrar en este te-
rreno de la determinación de las cantidades hiperestáticas.
Se explica así que los Arquitectos e Ingenieros acudan a especialistas para resol-'
ver sus problemas de Estabilidad, aunque esta práctica perjudique, como ya le hemos
expresado, a la correcta concepción de la obra.

/
Para subsanar estos inconvenientes de acuerdo con la tendencia moderna a la
mecanización, se ha desarrollado últimamente la Estabilidad Experimental, Ciencia
que consiste en la determinación de las solicitaciones y fatigas que se desarrollan en
las estructuras resistentes mediante la confección de modelos que las reproducen a
escala y que son sometidos a cargas de prueba.
Esta ciencia ha hecho importantes progresos, especialmente en Alemania, Es-
tados Unidos y Francia. En otros países como la República Argentina y Chile también
se han hecho trabajos de esta especie.

En Francia..—Los trabajos de Mesnager son los primeros de importancia en la


materia y tienen el mérito de permitir un profundo estudio de las tensiones que se
desarrollan en las diversas partes de una estructura resistente. El procedimiento de
Mesnager se basa en las alteraciones de la refringencia de los cuerpos transparentes
por efecto de las presiones a que se hallan sometidos. Se hace pasar rayos de luz pola-
rizada a través de modelos confeccionados con materiales transparentes como el
vidrio, etc. Las tensiones desarrolladas en el modelo, por efecto de cargas experimen-
tales a que se les somete, influye en la desviación de la luz que lo atraviesa en grado
suficiente como para deducir la magnitud de esas tensiones. Este procedimiento de la
Estabilidad Experimental llamado «Fotoelasticimetría» ha sido dado a conocer en
todo el mundo en forma amplia y existenten laboratorios casi en todos los países de
importancia.
Las críticas que ha merecido hasta ahora la Fotoelasticimetría se refieren a la
complejidad de su teoría, al alto costo de las instalaciones y modelos y, especialmente,
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a los errores que tienen sus indicaciones si no concurren ías dos circunstancias de sei
perfectamente isótropo el material de la estructura y el del modelo, el primero con
relación a las tensiones y deformaciones y el segundo con relación a la propagación
de la luz.
Aunque las anteriores objeciones tienen importancia innegable estimamos que la
Fotoelasticimetría ha prestado y seguirá prestando una ayuda insustituible a la solu-
ción de los problemas de la Estabilidad.

En Estados Unidos.—Las investigaciones del profesor Beggs sobre modelos lo


condujeron en 1922 a un método que ha sido posteriormente perfeccionado y que se
ha generalizado en todo el Mundo. Este método consiste en la construcción de mo-
delos de materiales bastante elásticos como el celuloide u otro similar, que se someten
a solicitaciones de cargas o momentos experimentales. Estas solicitaciones producen
una elástica que, de acuerdo con el teorema de Maxwell, es la línea de influencia
de esas solicitaciones, para la sección del modelo en que se ejercen. Se miden entonces,
en diferentes puntos del modelo, las deformaciones de la elástica producida por las
cargas de prueba y se obtiene, a escala, la línea de influencia, en esa sección, de las
solicitaciones producidas por cargas actuando en los diversos puntos del modelo, en
los cuales se han hecho las medidas de deformación.

En Alemania.—El método americano del Profesor Beggs ha sido muy desarro-


llado en Alemania, donde se han establecido Laboratorios tan importantes como el de
Sttutgart, que es consultado por el Gobierno para los problemas de más difícil solu-
ción de la Estabilidad.
La Fotoelasticimetría también ha tenido desarrollo en Alemania, donde se cons-
truyen instrumentos de tipo comercial que permiten practicar el método sin entrar
en la teoría misma del fenómeno.
Otro procedimiento empleado en Alemania con fines de ayuda a los cálculos
corrientes de hormigón armado es el de Christian Rieckhof de Darmstadt (Alemania).
Consiste este método en determinar los puntos de inflexión de la elástica de los mo-
delos sometidos a cargas experimentales. La determinación se hace mediante un cur-
vímetro corriente, como los que se usan para medir la curvatura de los lentes. Cono-
cidos los puntos de inflexión de la elástica se sabe que en ellos los momentos de fle-
xión valen cero, lo que permite asimilar entonces el trozo de modelo entre dos puntos
de inflexión a un elemento simplemente apoyado o bien, articulado en sus extremos.
El sistema queda así transformado en otro de fácil solución por los métodos corrientes
de la resistencia de materiales.
El método de Rieckhof dió origen a la construcción y venta de un instrumento
para ponerlo en práctica. El éxito comercial no fué sin embargo, muy grande espe-
cialmente por las dificultades que había en ubicar con precisión los puntos de infle-
xión, lo que arrojaba a menudo un considerable margen de error en los cálculos.
Por otra parte si se exageraban las deformaciones para reducir este error aparecía
otro derivado de que las deformaciones dejaban de ser despreciables e intervenían
en la distribución de los momentos de flexión, etc.
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En Argentina.—Los trabajos del Ingeniero Otto Gottschalk basados también


en el método de Beggs, son importantes y bastante conocidos en Chile. Ha construi-
do un instrumento de aplicación práctica muy perfeccionado, llamado Continostat,
que puede emplearse en la determinación de momentos de flexión, esfuerzos cortantes
y longitudinales, tanto en vigas continuas como de pórticos y representa ya un paso
definitivo en la materia.
La Fotoelasticimetría también ha sido desarrollada en el país vecino, que cuenta
con un equipo de medidas de tipo moderno.

En Chile.—La Universidad Católica en nuestro país ha dedicado atención a la


Estabilidad Experimental, a pesar de las dificultades que se le presentan para obtener
fondos. El profesor señor Miguel Letelier ha organizado en ese plantel un Laborato-
rio de Fotoelasticimetría que, aunque no es de aplicación práctica en gran escala,
permite difundir entre los alumnos el conocimiento del método.
En la Universidad de Chile se ha creado, por iniciativa del Director del De-
partamento de Arquitectura de la Dirección General de Obras Públicas señor Her-
mógenes del Canto y del Decano de la Facultad de Matemáticas señor Gus-
tavo Lira, un Instituto de Estabilidad Experimental, anexo a la Escuela de Arqui-
tectura. El método empleado en este Instituto ha sido ideado por el Autor y ha per-
mitido resolver los problemas de Estabilidad Experimental que se han presentado
hasta ahora.

El Elasticlmetro.—Contrariamente a los métodos indirectos empleados en los


países a que ya nos hemos referido, el Instituto de Estabilidad Experimental nuestro
basa sus experiencias principalmente en la medida directa de las solicitaciones que se
producen en los modelos, med ; ante dinamómetros especiales que llevan el nombre
de elasticímetros. Se ha conseguido en esta forma, aparte de la mayor sencillez en
los resultados, subsanar los más graves reparos que se hacen a los demás métodos,
cuales son los de basarse en ciertas hipótesis de isotropía, homogeneidad, elasticidad
perfecta etc., y en las fórmulas de Resistencia de Materiales. El elasticímetro permite
pues, determinar las solicitaciones verdaderas de los modelos y, en consecuencia es-
tablecer hasta donde son válidas las fórmulas de la Resistencia. En hormigón armado,
en que los valores del módulo de Young varían en forma tan substancial (del Simple
al Doble o más) con las tensiones, estas determinaciones están destinadas aun a mo-
dificar la concepción de las estructuras.
Nos referiremos primero a la medida de momentos de flexión. Sea A. B. C. D.
(Fig. 4) un modelo a escala, de una estructura resistente. Sea P una carga que actúa
en el punto a del modelo. Sea s-s una sección transversal del dintel B C donde quiere
medirse el momento de flexión producido por la carga P en a. De acuerdo con el pro-
cedimiento se dispone una articulación en s-s. La carga P hace rotar esta articulación
de un ángulo <p. (Fig. 5). Si se ejerce un momento de rotación en torno de la articula-
ción, en sentido contrario a su jiro, puede encontrarse un valor de este momento que
destruya enteramente esa rotación. Es evidente que este momento es igual al momento
de flexión que la carga P habría producido en s-s si no hubiera habido articulación
(Fig. 6).
El instrumento para realizar este procedimiento aparece en la Fig. 7.

En este caso las piezas I y II son dos elementos rígidos ligados entre sí por un
resorte laminado G, que actúa como una rótula. E y F. son dos resortes laminados
unidos rígidamente a J en 19 y 20, presionados en 21 y 22 por el extremo de los tor-
nillos T y T'. H es otro resorte laminado, rígidamente ligado a I en 25 y a II en 26.
J es un índice sólidamente ligado a H en 27.

Suponiendo que el momento de flexión producido en s-s por la carga P sea nega-
tivo (Fig. 6), los elementos I y II rotarán alrededor de G en forma que el resorte E
resulte comprimido y el F dilatado. El resorte H se deformará y el extremo k del
índice J se moverá hacia la derecha. Haciendo rotar el tornillo T en forma que avance
hacia la izquierda el resorte E se comprimirá nuevamente y su fuerza expansiva au-
mentará, creando un momento de rotaeión en torno de G en sentido opuesto al
momento de flexión en torno de s-s debido a P. Cuando k haya recuperado la
posición que tenía antes de la acción de P, I y II habrán recuperado también
su posición primitiva y el camino que haya sido necesario hacer andar a T para
conseguir este objeto dará la medida del momento de flexión buscado. El resorte
F y el tornillo T' tienen por objeto anular los momentos de flexión en s-s debidos
al peso del instrumento de medida y del modelo, a la acción de la temperatura y
a las tensiones de montaje.
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Las fuerzas longitudinales pueden medirse intercalando el instrumento en el


modelo en forma que la articulación G no quede en el eje de la pieza BC, sino que
excéntrica (Fig. 8). En este caso la fuerza longitudinal no es absorbida por la arti-
culación sino que produce un momento de rotación alrededor de ella, que es igual a
esta fuerza multiplicada por la excentricidad, lo que permite su determinación.

Errores.—Los errores que pueden cometerse en la medida son:


1.° El modelo no reproduce exactamente la estructura.
2.° Las indicaciones del Instrumento mismo, desconectado del modelo, no son
exactas.
3.° El método de medida no es preciso.
Los errores indicados en los números 1.° y 2.° son los inherentes a toda medida
con instrumentos, y pueden en consecuencia, reducirse todo lo que se quiera mejo-
rando la construcción del modelo y dinamómetro.
Los errores indicados en el número 3.° son:
a) El instrumento de medida intercalado en el modelo, altera su rigidez.
b) Al anular el ángulo ¡p producido por la carga P en s-s queda un ángulo A <p de
error, debido a la imperfección del sistema indicador formado por el resorte H, y el
índice J. Este ángulo produce un error.

A <p

El error indicado en la letra a) puede ser reducido cuanto se quiera dándole a la


unión de los elementos I y II una forma conveniente.
El error indicado en la letra b) es también muy pequeño, como veremos a con-
tinuación . En efecto, supongamos una viga encastrada en ambos extremos, como la
indicada en la Fig. 9, cargada con una carga uniformemente distribuida W.

w
I I I I I 1 M 1 I I I I I I I I I I 1 I 1 I I 1 I I I I I I I l l l l l l l l l I I l I l l TT

Si se intercala una articulación en A, l a elástica tomará la forma que se indica


en la Fig. 10 y el ángulo en esa articulación valdrá:

Wl'
* 48 E l

E es el módulo de elasticidad del material, I es el momento de inercia de la sec-


eión tranversal de la viga y l la luz.
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Suponiendo un modelo de acero constituido por dos barras redondas de 7 mms.


de diámetro y 800 mms. de luz y una carga de 20 grs. por cm. lineal de viga, el valor
del ángulo será:

<0 = 0,00425

La acción del tornillo T está destinada a anular este ángulo <p. Debido a la impre-
cisión del sistema indicador puede quedar, sin embargo, un ángulo A <p de error.
Este ángulo debe ser tan pequeño que el desplazamiento del extremo k del índice
J no sea perceptible. Como se trata de apreciar la coincidencia de dos líneas, a simple
vista puede apreciarse un error de 1/8 de mm., aún por personas de vista poco habi-
tuada a observaciones instrumentales. El sistema amplificador formado por el resorte
H y el índice J hace que los desplazamientos de k sean 35 veces mayores que los despla-
zamientos relativos entre los puntos 25 y 26 de 7 y II en un instrumento de construc-
ción corriente. Los movimientos relativos inapreciables de 25 y 26 deben ser entoncea
menores que
1 1 1
— x = mms.
8 35 280

Como la distancia media entre 25 y 26 y la rótula G es, en instrumentos de tamaño


oorriente, de 150 mms., el ángulo de error resultante será:

280 x 150 42000

El error de la medida será entonces:

<p 42.000 x 0,00425

Este error inferior al 1% se ha producido en condiciones bastante desfavora-


bles. Se tenía, en efecto, una viga doblemente encastrada (rigidez máxima), carga
uniformemente repartida y sección considerada situada en el extremo. En condicio-
nes normales el error resultante es menor. En el gráfico que se agrega a continuación
puede verse comprobado este resultado por la experiencia. En efecto en el marco
rígido de la Fig. 11 se ha hecho la línea de influencia de los momentos de flexión para
la sección z mediante el cálculo y mediante la medida elasticimétrica, resultando una
coincidencia casi perfecta entre ambas líneas de influencia, y bastante concordante
con el resultado & que se ha llegado aquí con nuestro cálculo de error máximo.
El procedimiento elasticimétrico ha sido empleado por el Instituto de Estabi-
lidad Experimental durante varios años en la confección de proyectos de edificios,
puentes y otras estructuras; especialmente en aquellas en que la determinación ana-
lítica de las fuerzas interiores es más difícil. También se ha construido un elasti-
címetro de suficiente capacidad para medir esfuerzos de ruptura en modelos de hor-
migón armado hasta de 0,10m X 0,10m de sección trasversal, con armaduras de fie-

i
— 15 —

sícc/oh flOffENTOMOMENTO
otrmtm
MEO/DO CAiOHADO

0,1 a. 09 2,14 0,72 %


o.e 4,45 4,50 0,72
0,3 5,98 6,04 0,865 %
0,4 6,82 6,85 0,144'/.
0,5 6,32 6,94 0,144 '/.
0,6 6,46 6,45 0,144 %
0,7 5,45 5,44 0J44 V,
0,8 5,99 3,98 0,144 '/.
0.9 2,14 2,14 0,000'/.
— ie-

rro cuya sección alcanza al 4% de la sección del hormigón. Estos modelos tendrán,
pues, proporciones ya más semejantes a las de las estructuras verdaderas. Las me-
didas que así se hagan serán independientes del efecto de variación del coeficiente
de elasticidad del hormigón y mostrarán, en consecuencia, los errores a que condu-
cen las fórmulas usuales de cálculo de este material, que no toman en cuenta esa
variación.

ACCIONES DINÁMICAS

La acción de fuerzas dinámicas sobre las estructuras no puede, como se com-


prende, ser determinada en la forma descrita en el capítulo anterior. Como, por
otra parte, no es posible dejar de considerarlas, especialmente las que provienen de
los temblores que son de magnitud considerable, indicaremos un procedimiento ana-
lítico aproximado, que fué expuesto por primera vez en los «Anales del Instituto
de Ingenieros de Chile» en abril de 1939 y que ha sido incorporado a nuestra Or-
denanza General de Construcciones y Urbanización.
Para una mejor comprensión de lo que se dice más adelante, estimamos conve-
niente tener presente las siguientes ideas sobre los temblores:
Las pequeñas contracciones que experimenta la esfera, u otras causas, producen
presiones crecientes en la corteza rocosa hasta alcanzar el límite de ruptura. Esta
puede producirse en un solo punto o según una línea o según un plano (Falla). El
choque de la ruptura da origen en ese punto, llamado hipocentro del temblor, a
oscilaciones amortiguadas que se propagan en el medio elástico. Estas oscilaciones,
en un medio homogéneo, se harían con movimiento armónico simple, debido a que
la reacción del medio es proporcional a la elongación del punto que oscila (Ley de
Hooke). En la práctica esto no sucede exactamente.
La propagación se efectúa según ondas longitudinales (Compresión y dilatación
de los elementos alineados radialmente a partir del hipocentro) y según ondas tras-
versales (Cizalle alternante de los mismos elementos). Las últimas llegan a los di-
versos puntos de la superficie de la Tierra con retardo respecto de las primera»,
porque su propagación es más lenta. Estos dos grupos constituyen las «ondas pre-
cursoras». Posteriormente llegan las «ondas principales» del temblor. Estas no par-
ten del hipocentro sino del epicentro, que es el lugar de la superficie de la Tierra
que queda en la misma vertical que el hipocentro. Durante el temblor el epicentro
se agita con movimientos irregulares, de naturaleza peligrosa aún para las cons-
trucciones mejor proyectadas. También pueden producirse aquí fallas o partidu-
ras de la tierra.
A un punto llegan, en consecuencia, primero: las ondas precursoras longitudi-
nales, después, las ondas precursoras trasversales y finalmente las ondas principa-
les. Los fenómenos de reflección, refracción, etc., introducen nuevos sistemas de on-
das que complican extraordinariamente el movimiento. Las ondas sonoras y las len-
tas pueden deberse a estas consideraciones.
Sin embargo, hasta ahora ha sido costumbre asimilar el temblor a dos oscila-
ciones armónico simples horizontales, normales entre sí y una vertical. Esta última
con amplitudes no mayores de un medio de las ondas horizontales en zonas apar-
— 17 —

tadas del epicentro. Su acción no ofrecería peligro porque obra en el sentido de la


gravedad, para lo cual son siempre resistentes las construcciones.
Las ondas horizontales precursoras tienen, por lo general, amplitudes que no
exceden de algunos milímetros y su período no sobrepasa de algunos centésimos de
segundo. Las ondas principales tienen amplitudes que pueden llegar a 5 centímetros
y ocasionalmente más, y períodos especialmente comprendidos entre medio y dos
y medio segundos. La aceleración resultante, tomada del movimiento armónico
simple, y que es la base para la clasificación de los temblores, alcanza en grandes
sismos hasta 2 metros por segundo, pero es costumbre admitir solamente un me-
tro por segundo.

BASE DEL PROCEDIMIENTO SIMPLIFICADO

Si se liga a un extremo de una varilla vertical un cuerpo pesado, se toma fir-


memente la varilla del otro extremo y se la agita con movimiento oscilatorio hori-
zontal, (Fig. 12) pueden presentarse los siguientes 3 casos:

1) La varilla es gruesa y rígida. En tal caso, el cuerpo pesado sigue casi exacta-
mente las oscilaciones horizontales de la mano y la varilla permanece recta.
La fuerza que debe ejercerse sobre la varilla depende de la violencia de los
cambios en el movimiento de la mano, o sea de su aceleración en cada ins-
tante y de la masa del cuerpo pesado.
2) La varilla es delgada y flexible. En tal caso, aunque la mano oscile hori-
zontalmente, el cuerpo pesado o no se mueve, o se mueve muy poco, en
tanto que la varilla se flexiona tanto como el camino recorrido por la mano
o sea, como la amplitud de su movimiento. La fuerza que debe ejercerce so-
bre la varilla para producir la oscilación depende de la amplitud de los mo-
vimientos de la mano y de la mayor o menor flexibilidad de la varilla.

i L

Fig 12 Fig. 18

3) La varilla no es tan rígida como en el caso 1) ni tan flexible como en el


caso 2). Si el movimiento de la mano se hace con un ritmo adecuado y
constante puede obtenerse que la varilla oscile cada vez con mayor violen-
cia hasta romperse: Se ha producido la resonancia.
2
— 18 —

Demostraremos analíticamente que el primer caso se presenta cuando el perío-


do propio de vibración del sistema formado por la varilla y el cuerpo pesado es
muy pequeño en relación con el período de las oscilaciones de la mano; el segundo
caso cuando el período propio del sistema es muy grande en relación con el período
de las oscilaciones de la mano, y el tercer caso cuando ambos períodos son iguales.
En el caso de la Fig. 13. Sean E e I las características de rigidez de la varilla.
Sea H su altura, M la masa concentrada en su extremo superior. Admitiremos que
el extremo inferior A de la varilla se mueve con movimiento oscilatorio horizontal
de ley sinusoidal (Armónico simple). En un instante dado t del movimiento el pun-
to A se habrá trasladado a una posición tal como A' por ejemplo y la varilla esta-
rá en la posición II. El movimiento de A quedaría definido por la expresión:

t
A = Amax sen 2 1T —

en que Amax es la amplitud de la onda y T el período completo. El movimiento de


P quedaría definido por la expresión:

t
z = zo0 sen 2 ir (JI

(z0 = amplitud máxima de P). Para los demás puntos esta expresión sólo varía en
la amplitud. Llamando 1 los valores de z para x = H, la expresión del movimiento
de la masa M será:

t
1 = L sen 2 r —-
T

siendo L la amplitud máxima. La reacción de inercia de M será:

dt 2

que constituye una solicitación horizontal en el extremo superior de la varilla. Esta


reacción producirá momentos y esfuerzos de corte que deben ser calculados.
Sea mx el valor del momento de flexión a una cota z. Se puede escribir la
ecuación:

d2z mT

o bien, derivando con respecto a x:

d3z T.
(2)
V El
— 19 —

puesto que la derivada de mx con respecto a x es el esfuerzo T x de corte en esta


cota. Como la única solicitación debida a la oscilación de la varilla es la acción ho-
d2l
rizontal M — é s t e será el esfuerzo de corte a cualquier cota, luego:

^ d* , di
El — 3 = M —2 r (3)
dx dt

Para el segundo miembro se tiene:

1 = L sen 2 x (4)

di 2X t
—- = L eos 2 7r — (5)
dt T T

d2l 4,r t
-—r— T
L sen o2 x (6)
dt 2 T T
o sea:
d3z 4 x2 M
El (7)
dx3

e integrando:
4 ir2 M i
El x +A (8)
dx2

De la ecuación (1) se deduce que el primer miembro de la ecuación (8) vale 0


para x = H porque el momento es aquí evidentemente nulo.
Entonces:
4 x 2 M1
A = H

y la ecuación (8) queda:


d2z 4 x2 M 1
El (H-x)
dx2 T2

Integrando otra vez se tiene:

dz 4 x 2 M1
El Hx + B (9)
dx

dz
Para x = 0, = 0 debido al encastramiento de la varilla en su base infe-
dx
rior, luego: B = 0, de donde:
— 20 —

dz 2tt 2 M1 ,
E I - — - j — (2Hx-x2) (9')
dx T

Integrando de nuevo se tiene:

2a-2 M i ! / „ x2 x3
EI z = 2 (2H — \+C (10)
T2 \ 2 3 ^

De la ecuación 10 se puede escribir:

El A = C
de donde;

2 7r2 M1 ^ Hx2- -y-)'


z= + A (10')
E IT2

En la ecuación (10) se pueden introducir los valores x = H, z = 1 y C = E I A


quedando entonces referida al extremo superior de la varilla. Se llega así a:

E I I - ^ ^ - H ' + EIi (10")

o bien:

. ( E I - - E U
de donde:

1 = ± (10"')
4 7T M H 3
2

3 EIT2

valor que introducido en z da:

2TzMA , TT 7 -- .
z = ( H xz — ) + A (10"")
EIT2 — x2 M H 3
3

La ecuación (10"") es pues la ecuación de la elástica de la varilla para un des-


plazamiento A de A.
La deflexión de la varilla en cada punto vale:

2 7r2 M A / TT 2 x3 \
X=z-A= í Hx —j (11)
2 2 3
EIT ir MH
3
— 21 —

Este valor es máximo para x = H, en cuyo caso:

4T2MA H3
X= (12)
E I T2 — 7T2 M II 3 3
3

De la ecuación (11) se deduce que la máxima deflexión en cualquier parte de


la varilla se produce para los mayores valores de A. Adoptando para este valor la
amplitud máxima del movimiento, la ecuación (10"") será la ecuación de la elástica
extrema que produzca las mayores solicitaciones en la varilla. Esto está de acuerdo
con el hecho de que en esta posición la masa M está sometida a la mayor acele-
ración, y en consecuencia desarrolla una mayor reacción de inercia.
Para establecer los momentos en las varillas se puede derivar dos veces la ecua-
ción (10""), reemplazando A por Amax se tendrá:

2 t M A
^ = — (2Hx-x2) (13)
dx 20 4 t 2 ,
E IT tt MH
3

d2z 4IR2MA„
(H-x) (14)
dx2 2 ; 3
EIT — MH

Como:
d2z
El = m„
dx2
se tendrá:

4,R 2 MA MAX EI
MX = (H —X) (15)
2 2 3
EIT TT MH
3

valor que se hace máximo para x = 0, o sea, en la base de la varilla, como era de
suponerlo. Este valor decrece linealmente hacia arriba hasta anularse en el extremo.
El valor máximo del momento en la base tiene entonces la expresión:

4 IR M AMAX E I
m = H (15'
2 2 3
EIT X M H
3
— 22 —

Aquí el denominador se hace cero para:

E I T 2 = — 7T2 M H 3
3
o sea:
M H 3
T = 2 «• 1/ (16)
3 EI

en cuyo caso el momento es infinitamente grande y la varilla se rompe. Esta con-


dición corresponde a la resonancia, o sea, a la igualdad entre el período propio de
vibración del sistema y el período del movimiento de A.
Si en la ecuación (15) se hace E I = co , 0 sea que se supone la varilla infini-
tamente rígida, se tiene simplificando por E I:

4 TI-2 M Amax
m
* = (H - x) (17)

Si llamamos (a) la aceleración del punto A y Amax su mayor valor, se puede ob-
tener, de la ecuación:
t
A = Amax sen 2 x —

4i2 t
a =
Amax sen 2 t —
y
A _ 4 7T2 A
11
•"•maX

que introducido en (17) da:


mx = A m a x M ( H - x ) (17')

o sea, que el momento en la varilla depende de la aceleración máxima en A, de la


masa en el extremo superior y de la distancia entre la sección considerada y ese ex-
tremo. Ahora bien, si A estuviera animado de una aceleración constante igual a la
máxima (Amax) la reacción de inercia de M sería también M A max y el momento de
flexión en la varilla a una distancia H—x de M valdría: A ^ ^ M (H — x), como (17').
Se demuestra así que para el caso de una varilla infinitamente rígida las soli-
citaciones desarrolladas en ella dependen exclusivamente de la aceleración del mo-
vimiento oscilatorio y no de su período ni amplitud.
Si en la ecuación (10"") se hace E I = 0 (Varilla infinitamente flexible) se
tiene:

O - -r)+i
3ir 2 M A í „ , x3
Z= s i
2ir M H
o bien:
— 23 —

3A / , x5 \
h + 4 (18)
" w ( * - T - )
de doüde:
5z 3A
(2 H x — x2)
Sx 2H

5z 3A , T
— 2- = - (2 H — 2 x)
Sx 2H

El momento de flexión en la varilla, a una cota x cualquiera, valdrá:

m = E I = (19)
5x¿ Ir

A h o r a bien, un desplazamiento A horizontal de A, si se mantiene invariable la


posición de M, equivale a una deflexión A del extremo de la varilla, provocado por
un esfuerzo horizontal P de expresión:

PH3
A =
3 EI

El momento de flexión producido por P a una cota x de la varilla será igual a


m x = (H —x) P.
Introduciendo el valor de P se tendrá:

m
3 EIA
x = (H — x )
H3

expresión análoga a la de la ecuación (19).

Se demuestra así que para el caso de una varilla infinitamente flexible, las so-
licitaciones en ella desarrolladas dependen exclusivamente de la amplitud del mo-
vimiento oscilatorio y no de su período o de su aceleración.
Las anteriores conclusiones tienen importancia en cuanto a que demuestran
que: en estos casos extremos, no tiene efecto la forma de la onda del movimiento
oscilatorio y sólo importa la aceleración máxima o la amplitud del movimiento se-
gún que se trate de una varilla muy rígida o muy flexible respectivamente. En va-
rillas de rigidez intermedia, tal que provoquen resonancia, las solicitaciones son in-
finitamente grandes y tampoco importaría la forma de la onda, como se comprende.
— 24 —

ESTUDIO DE UNA CEPA DE PUENTE DE HORMIGON ARMADO, CON


DIFERENTES RIGIDECES, SOMETIDO A UN TEMBLOR

REPRESENTACIÓN GRAFICA DE LAS SOLICITACIONES MÁXIMAS R E S U L T A N T E S

El caso de la varilla sometida a oscilaciones horizontales es análogo al del


puente indicado en Fig. 14 sometido a un temblor según su eje longitudinal, si se

desprecia la masa de las cepas mismas y la pequeña resistencia al rodado que pue-
dan oponer los rodillos. Nos referiremos al siguiente ejemplo:

Peso de la superestructura que actúa sobre cada cepa.. 200,000 kg.


Masa de la misma 200,000 :980 205
Altura de la cepa 800 cm.
Módulo de elasticidad del material de la cepa 210,000 kg/cm 2
Momento de inercia de la cepa, variable desde 0,5 - 10 6 hasta 20 • 106

Determinados los momentos máximos en la base de la cepa, mediante la fór-


mula (15) se obtuvo la curva a) de la Fig. 15 para un temblor de onda sinusoidal
cuya máxima amplitud es de 4 cm. y su período de 1 seg. La curva b) da el mo-
mento de flexión en la base de la cepa suponiendo toda la obra sometida a una ace-
leración continua igual a la máxima del movimiento armónico simple del temblor.
La curva c) da el mismo momento de flexión suponiendo que el temblor se tradu-
ce en una simple deflexión de la cepa en una cantidad igual a la amplitud máxima
del movimiento sísmico.
Se puede observar que existe bastante analogía entre la curva a) y la b) para
el caso en que el período propio de la estructura, T e , es inferior a 0,4 seg., o sea
menos de 0,4 T t ; y que también hay gran analogía entre las curvas a) y c) cuando
T e es superior a 2,5 T t o sea a 2,5 segundos. Como los valores de las curvas b) y
c) son de muy fácil determinación se ve la posibilidad de adoptarlos en vez de los
valores de la curva a), siempre que la razón T e /T t sea menor que 0,4 o mayor que
2,5. Aún más, para razones T e / T t un poco mayores que 0,4 o un poco menores
que 2,5 podría seguirse adoptando los valores de las curvas (b) y (c) modificadas
por un valor de corrección deducido del gráfico de la Fig. 15.
Ahora bien, como para razones T e / T t aún más próximas a la unidad las soli-
citaciones sísmicas son demasiado elevadas y no es económico generalmente pro-
— 25 —

Momento m á x i m o
, -Jl pie de la cepa p
en t m
OI

•2500

•2000

( a ) momentos flectores ma'ximos en la


base de la cepa mediante la formula 15.
( b ) Los mismos momentos que en ( a )
1300 para la aceleración continua igual a la
máxima del temblor.
(al
( c ) Los mismo3 momentos que en (a)para
una deflexión da la cepa igual a la amplitud
del temblor. /
1000 / C

• 500 /

—{"i)

T n ^ —
— r r —

' Momentos flectores que produce en la base de las cepas del


puente de ffg.10 un temblor de onda sinusoidal, cuya máxima
amplitud es de 4 cm., y su periodo de 1 segundo.

Fig. 15

yectar estructuras que se hallen en tal caso, quedaría enteramente eliminada la


necesidad de encontrar los valores de la curva (a) que constituyen la mayor difi-
cultad de los cálculos de asismicidad por el método dinámico.
Surge ahora la cuestión de si las vibraciones del sistema elástico examinado,
en su proximidad con la resonancia, difieren substancialmente de las de otros siste-
mas o si se comportan en forma parecida como para admitir que las conclusiones
que de él se saquen, son aplicables a otros sistemas vibrantes. Estimamos que las
experiencias del profesor Harry A. Williams de la Universidad de Stanford, Cali-
fornia, publicadas en Proceedings of the American Society of Civil Engineers, oc-
tubre de 1937, comentadas por Merit P. White, pág, 858 de la II a parte son bas-
tante luminosas al respecto. En efecto, estas experiencias demuestran que un siste-
ma vibrante de naturaleza enteramente diferente al que hemos examinado se com-
porta aproximadamente como éste. Además, la experiencia demuestra que la teo-
ría y los hechos concuerdan.
Podría entonces establecerse la siguiente norma de cálculo aproximado:
1) Calcúlese el período propio T c de vibración de la estructura.
2) Compárese éste con los períodos [ T ^ = 1 seg. y [Tt]2 = 2 seg. del temblor (*).
3) Si la razón T e / [ T j ! < 0,4 calcúlese la construcción como si estuviera some-
tida a una aceleración uniforme igual a la máxima del temblor.
(*) Límites probables entre los cuales varía el período de las ondas sísmicas destructoras.
— 26 —

4) Si la razón T e /[T t | 2 > 2,5 calcúlese la construcción como sometida a un des-


plazamiento horizontal de su centro de gravedad respecto a la fundación
igual a la máxima amplitud de la onda sísmica.
5) Si 0,4 < T e /[T t |i < 0,75 podría calcularse la obra como en el número 3) mul-
tiplicando las solicitaciones resultantes por un coeficiente de corrección a)
que variaría linealmente desde 1 hasta 2 a medida que la razón T e /|T t |i va-
ría desde 0,4 hasta 0,75.
6) Si 2,5 > T e ,/|T t | 2 > 1,5 se procedería como en 4) multiplicando las solicita-
ciones resultantes por un coeficiente de corrección ¡3 que variaría linealmen-
te desde 1 hasta 2 a medida que la razón T e /[T t | 2 varía desde 2,5 hasta 1,5.
7) Las construcciones en que 0.75 < T e /[T t ]! y 1,5 > T e '[T t | 2 deben evitarse.
Para poder practicar el método se necesita:
a) Conocer el período de las ondas sísmicas;
b) Conocer el período propio de vibración de la construcción;
c) Conocer la aceleración máxima de la onda; y
d) Conocer la máxima amplitud.
Con relación al período del temblor nos encontramos en los sismogramas con
que este valor varía extraordinariamente. Existen ondas de apenas algunos centé-
simos de segundo de período, en tanto hay otras que tienen 10 y más segundos.
Esto haría imposible la aplicación del método propuesto, y aún más, haría imposi-
ble construir a prueba de resonancia. Felizmente la experiencia parece haber de-
mostrado que la parte destructora de los terremotos se debe a ondas cuyo período
varía entre límites mucho más restringidos. Así, el profesor Omori, según Henry D.
Dewell (Ingeniería Internacional 1928) opina que en la parte verdaderamente des-
tructora de un terremoto el período está comprendido entre 1 y 1 s e g u n d o s . La
opinión de John R. Freeman (Earthquake Damage and Earthquake Insurance), pág.
793, tampoco difiere mucho de la de Omori, pues acepta como límites probables de las
ondas destructoras % y segundos. El profesor Imamura, de la Academia Imperial
Japonesa y profesor de Sismología de la Universidad Imperial de Tokio, opina a este
respecto en su obra «Theoretical and Applied Seismology», (pág. 40): «Puesto que
en grandes terremotos el período de vibración que produce destrucción es de 1 a
2 segundos...». En la pág, 44: «Puesto que la fase principal que en general causa
las destrucciones puede suponerse que tiene un período de vibración de alrededor
de 1J/2 segundos...». Más adelante, en la pág. 720, dice: «Pero juzgando por una
dilatada experiencia de grandes terremotos, el autor encuentra que los con períodos
de alrededor de 1,5 segundos son los más frecuentes. ..». Finalmente, en la pág.
275 dice: , . . . «aún en sismogramas encontramos a menudo ondas de período corto
(0,1 a 0,3 segundos) con amplitudes de alrededor de 1 centímetro superpuestas a
grandes movimientos de la tierra. Sin embargo, puesto que la energía del movi-
miento ondulatorio es directamente proporcional al cuadrado de la amplitud, son
apenas dignas de considerarse en cuanto a su poder destructivo se refiere...».
Aparte de las opiniones que aquí indicamos puede citarse el caso de los terre-
motos de: San Francisco en 1906, cuyas ondas destructoras tuvieron un período de
1 segundo, según Omori, y el terremoto que destruyó a Tokio en 1923, cuyo
período de vibración en las ondas destructoras, fué de 1,35 segundos medido
exactamente.
— 27 —

De lo anterior se deduce que, aunque no existe una experiencia definitiva sobre


cuál es el margen de variación del período de la parte destructora de los terremo-
tos, no parece aventurado aceptar para él los límites de 1 y 2 segundos. Se tomaría
entonces para T t el valor 1 segundo para la aplicación de la curva (b) y 2 segun-
dos para la aplicación de la curva (c). Aunque podría haber críticas en cuanto al
rigor con que se han tomado estos límites, debe recordarse que la técnica de la
construcción antisísmica debe contentarse, por ahora, con hacer estructuras que
tengan la mayor probabilidad de resistir, aunque ésta no llegue a 100%.
Con relación al período propio de las construcciones estimamos que el mejor
camino sería el experimental.
La expresión general de un período vibratorio es:

en que T es el período de vibración, m la masa oscilante, k la rigidez de las partes


y 7 un coeficiente que depende de la distribución de la masa.
Período propio de vibración de una columna encastrada en su base (Fig. 16)
(caso de un simple muro encastrado en sus fundaciones). El período está dado por
la fórmula:
.....

T 0 = 1,7871/ P h
\ Elg

en que P es el peso en kilogramos, del muro o columna, h su al-


tura en centímetros, E el módulo de elasticidad en kg, por cm2, I
I el momento de inercia de la sección trasversal expresado en
wmwi/iwffrm
cm4, g la aceleración de la gravedad expresada en centímetros
por segundo y T período propio de vibración expresado en Fig. 16
segundos.
La deducción de la presente fórmula puede encontrarse en el artículo de los
profesores Leander M. Hoskins y Jhon P. Galloway titulado «Earthquakes and
S truc tures», publicado en Proceedings of American Society of Civil Engineers, de
Diciembre de 1938. El coeficiente numérico para las armónicas es el siguiente:
1.a armónica

l/ ri> !

2. a armónica

?j = 0,102 1 / P h ?
y Eig
3. a armónica

= 0,052
Y Elg
— 28 —

En general el interés que puede haber en determinar los períodos de estas ar-
mónicas es escaso porque son tan pequeños que sólo pueden producir resonancia
con ondas inestables y de muy pequeña energía destructora.
2. Período propio de vibración de una masa sustentada por un apoyo elástico
(Fig. 17).
Está dado por la fórmula 16) como sigue:

T M H3
3E I

en que las unidades son las mismas del caso anterior. Este
caso se presenta en galpones, estanques elevados, machones
de puentes, etc.
3. Período propio de vibración de un edificio de varios
Fig. 17 pisos del tipo de construcción comercial (Fig. 18).

gk
T =
ir 2n - 1
sen
~2 2N + 1

Fig. 18 en que T es el período propio de vibración en segundos,


P el peso expresado en kg. , actuante en cada piso y que
puede obtenerse sumando al peso del piso el peso de los semipilares y muros ad-
yacentes al piso considerado, g la aceleración de la gravedad en cm/seg/seg, k es
la fuerza en kg., que produciría un desplazamiento de 1 cm. en sentido horizontal,
de un piso con respecto a su vecino superior o inferior (Rigidez horizontal entre
pisos), n es el número de orden del modo de vibración buscado y que puede ser 1,
2, 3,.. . hasta n. En la práctica basta hacer n = 1 porque es el modo fundamental
el que constituye el verdadero peligro de la construcción; N es el número de pisos
de la construcción. La anterior fórmula es válida solamente para edificios en que to-
dos los pisos son iguales. Su deducción puede encontrarse en el comentario de Merit
P. White publicado en Proceedings of American Society of Civil Engineers, de di-
ciembre de 1938, pág. 2059. Este comentario completa la teoría iniciada por Lydik
S. Jacobsen en su artículo «Natural Periods of Uniform Cantilever Beams», publi-
cado en el número de marzo del mismo año y de la misma revista.
Cuando los pisos son desiguales puede emplearse el procedimiento propuesto
por el Ingeniero don Alberto Claro, que aparece en el número de enero de 1944
de «Los Anales del Instituto de Ingenieros de Chile», pág. 16, que consiste en de-
terminar la flecha horizontal que se produce en la estructura sometida a cargas
horizontales iguales al peso de la construcción: El período queda dado por la ex-
presión :
T = 0,2 j / 7
— 29 —

en que T es el período propio de vibración de la estructura, expresado en segundos


y 5 es la flecha horizontal expresada en centímetros. En estructuras con proyecto
definitivo la aplicación del procedimiento es fácil porque los momentos de flexión
en los pilares son conocidos, lo que permite obtener rápidamente la flecha horizon-
tal 5 . Cuando sólo se dispone de anteproyecto, si la estructura es regular, puede
emplearse la fórmula aproximada que indica el señor Claro en su publicación de
«Los Anales del Instituto de Ingenieros de Chile», de marzo de 1944, o determinar
aproximadamente los momentos de flexión en los pilares, como lo mostraremos más
adelante. Sin embargo, es necesario tener presente que los casos de construcciones
complicadas deben resolverse mediante modelos a escala que son los únicos que
conducen a resultados favorables en esta clase de determinaciones, sin necesidad
de largos y tediosos procedimientos.
Con relación a la aceleración máxima de la onda, puede observarse lo siguien-
te: El valor de esta aceleración es la base de cálculo para construcciones rígidas
(T e /T t < 0,75) según nuestro método. Al fijar esta aceleración podría pensarse en
adoptar los valores máximos instantáneos que acusan los acelerómetros durante
terremotos destructores. Este modo de proceder, sin embargo, no produce resulta-
dos satisfactorios como se comprobó en el terremoto de Long Beach (EE. UU.).
En efecto, en esa ocasión los acelerómetros midieron aceleraciones instantáneas
máximas comprendidas entre 0,3 g y 1,0 g (Engineerings New Record, abril 6 de
1933). Sin embargo, las construcciones calculadas para resistir aceleraciones de 0,1 g
no recibieron daño alguno y la destrucción general ocasionada por el temblor fué
de moderada consideración. La explicación de esta aparente anomalía podría encon-
trarse en que las grandes aceleraciones instantáneas se producen: o porque la for-
ma de la onda sísmica presenta puntas pronunciadas o porque son ondas de muy
corto período. Pues bien, en ambos casos el tiempo en que se mantiene el alto va-
lor de la aceleración es cortísimo y los desplazamientos del terreno de fundación
durante ese tiempo son tan pequeños que pueden ser absorbidos aun por la escasa
elasticidad de los edificios rígidos. Por esto parece más acertado atenerse a la ex-
periencia de edificios rígidos que han sido calculados para resistir aceleraciones de-
terminadas y que se han comportado satisfactoriamente en terremotos destructores.
La práctica japonesa indica que estas aceleraciones están comprendidas entre 0,1 g
y 0,2 g.
Finalmente, con relación a la amplitud máxima de las ondas sísmicas se puede
decir lo siguiente. Esta amplitud sirve de base para el cálculo de construcciones no
rígidas (T e /T t > 1,5). Hasta ahora hay muy escasas medidas de amplitud de on-
das sísmicas en el área de máxima destrucción. Se debe esto a que las observacio-
nes se hacían, hasta hace poco tiempo, en estaciones destinadas a medir temblores
de poca intensidad, y cuando sobrevenía un terremoto se saltaban las agujas indi-
catrices del aparato. Opina a este respecto Jhon R. Freeman que el único sismo-
grama que da datos completos aceptables es el del terremoto de Tokio, del 1.° de
septiembre de 1923. Según este sismograma, el primer movimiento que fué el más
destructor, tuvo ondas de 8,9 cm. de doble amplitud, o sea, 4,45 cm. de amplitud
(Fig. 19). Según Omori, la doble amplitud en el terremoto de San Francisco de
1906 fué de 5 cm. (Dewell, Ingeniería Internacional, 1928). El terremoto de Uraga
(Japón) el 26 de abril de 1922 tuvo doble amplitud medida de 6 cm., o sea 3 cm.
— 30 —

30 20 /O S 10 SO 30

Movimiento hor/zoniaien
ia i3parte de/ terremoto
de Tokio f fg -U-993)
(¡fsca/a natural)

Fig. 19

de amplitud. Aparte de estas amplitudes de las ondas sísmicas durante el período


destructivo del temblor, se manifiestan ondas lentas de dos, tres y más segundos
que suelen tener mayor amplitud que las ondas destructoras. Así, por ejemplo, en
el citado terremoto de Tokio se produjo, algunas horas más tarde que el movimien-
to principal, un segundo movimiento cuya amplitud alcanzó a 10 cm, con períodos
comprendidos entre dos y tres segundos. Si el período de ondas de esta clase se
mantuviera constante y en concordancia con el de estructuras no rígidas, constitui-
rían un peligro evidente para ellas. Felizmente, por los datos de los sismogramas
de que se dispone, estas ondas no tienen frecuencia mantenida como la de las que
hemos llamado ondas destructoras (de período comprendido entre 1 y 2 segundos),
sino que su frecuencia varía en cada vaivén. A este respecto, refiriéndose al terre-
moto de Tokio dice Freeman (pág. 753): «Resulta de observaciones posteriores, que
no hubo constancia en las ondas sísmicas de mayor amplitud del segundo movimien-
to en la tarde del 1.° de septiembre de 1923, lo que influyó en evitar la acumula-
— 31 —

ción de tensiones, acumulación que debe haberse producido en el movimiento prin-


cipal, lo que posiblemente fué una gran suerte para las estructuras sometidas a
este segundo movimiento».
Con todo, es evidente que las ondas lentas en los grandes terremotos es una
de las materias más interesantes que deben ser estudiadas por la Sismología.
De acuerdo con los escasos datos disponibles, parecería suficiente aceptar 3 a
4 cm. como amplitud máxima del movimiento sísmico. Sin embargo, debido a la in-
certidumbre actual, estimamos prudente adoptar valores que estén comprendidos
entre 4 y 6 cm.
Ejemplos.—Damos a continuación algunos ejemplos de cálculo de solicitaciones
sísmicas en e-tructuras corrientes.
1) Muro de hormigón armado de 0,20 m. de espesor y 3 m. de altura, encas-
trado en los cimientos (Fig. 20).
El período fundamental de vibración está dado por la fórmula:

P h '
T 0 = 1,787
Elg -L/0.20

en que: P = 2,400 "0,2 -3 = 1,440 kg. 3.00

h = 300
win/m/f/rtutr/n
E = 210,000
1 Fig. 20
100 -20 = 66,700
12

g = 980

de donde:
T 0 = 0,095 segundos.

Puesto que se trata de una estructura rígida (período propio de vibración infe-
rior a 1 segundo) adoptaremos el temblor de 1 segundo, o sea T t = 1. Tendremos
entonces: T e / T t = 0,095 < 0,4, o sea, que corresponde al caso 3) en que la acción
del temblor se asimila a una aceleración uniforme igual a la máxima del temblor.
Si se admite 0,15 g. para esta aceleración la solicitación máxima del muro, en su
base será:

h
M = P — 0,15 = 1,44 • 1,50 - 0,15 = 0.322 ton/m.
2

2) Puente de tres tramos con apoyos extremos de deslizamiento. Cepas y su-


perestructura de hormigón armado. Temblor longitudinal (Fig. 21).
Sobre cada cepa gravitan 26 m, de puente, o sea 260 ton., luego
M = 260,000 : 980 = 265.
El momento de inercia de la cepa resulta de los momentos de inercia de los
diferentes trozos de que se compone. El trozo I13 tiene un gran momento de iner-
— 32 —

16 m. 2 0 m. 16 m.
P e s o ' f t == tO t . por m. lineal

^Línea del
centro de gra-
vedad.

rrrrr^'
0,50
Fig. 21

cia I 3 que puede considerarse infinitamente grande en relación con los del resto d<?
la cepa. El siguiente tiene un momento de inercia I 2 = 2"106 cm4 y el inferior tie-
ne un momento de inercia I[ = 4-106. Se ha considerado la cepa encastrada 0,50 m.
bajo el nivel del suelo. La masa de la cepa se ha despreciado. Cuando no es ente-
ramente despreciable puede suponerse que la correspondiente a la mitad superior
de la cepa se halla concentrada a la altura del centro de gravedad de la viga.
La altura de la masa M sobre la sección de encastramiento es H = h, = 1,200
cm.
El momento equivalente de inercia de la cepa se obtiene por la relación:

h, 3
I™ =
hi3 — h23 h23 — h 3 J

o sea:
I m = 2,36 • 106 cm.4

y el período propio de vibración será:

MH! ; 265 • 1,440,000.000


3 El
= 6,28
l/ 3 • 210,000 • 2,36 • 106
3,48 seg.

Se deduce que la estructura es flexible (período propio de vibración superior


a 2 segundos), y, en consecuencia, debe considerarse el temblor de 2 segundos:
T t = 2. Entonces: T e /T t = 3,48/2 = 1,74.
Esto corresponde al caso 6) en que la construcción se calcula como sometida
a un desplazamiento horizontal de su centro de gravedad respecto a la fundación,
igual a la máxima amplitud. Esta solicitación queda recargada con el coeficiente ¡3
correspondiente, que vale en este caso:
1,52
fi = 1 + = 1,76
— 33 —

Si se admite como máxima amplitud del temblor A = 4 cm. tendríamos el si-


guiente momento máximo en la cepa:
3 E IA 3 • 210,000 • 2,36 • 106 • 4
m = = 4,130,000 kg/cm.
H2 1200

Este valor, multiplicado por el coeficiente jS = 1,76, nos da finalmente la so-


licitación sísmica 4.130,000 X 1,76 = 7.270,000 kg/cm., o sea, 72,7 ton/m. en la
base de la cepa.
3) Edificio de hormigón armado de 3 pisos, con las características que se
indican en la fig. 22. La cifra encerrada en los pequeños círculos es la rigidez rela-
tiva, proporcional al valor:

p-4 tona jm!. p-4 lons./m.!.


1
© J--2mo
6 e
IQ667I j --eito «
2 ¡0.6671 /Q.667/T
<0

i
ti
O «Vi
© 0 4 00m
lo. 780Í pz4 Lons /m.t. 10.7801 p*4tons./m./. ¡O 780¡
muí

O J--2H0e I0.667¡ jteno'


© ¡0.6671

© © OS] 5 4.00 m
¡O 7301 p = torro, fm r ¡0.727 ¡ íons.fm.t. 10-7231
iiiiiiiiiiiiiiiiiiimiiiiiiiiniiiii lllllllllhlllllll] HUI TTTTTTTT
7 J--2*I0 6
J - 2 f. W6 9¡O .635/
¡0.635 ¡
© 8 ¡0.6381 Q
©
©
«Vi
© 4.00 m

10 l/.oo I 12 l'-ool
/////M////////////////////////////^
SOOm. 5. OOm. •)
Fig. 22

Siguiendo el procedimiento propuesto por el señor Claro se tiene, para el pe-


ríodo propio de vibración de la estructura:

T = 0,2 }/7

5 es el desplazamiento horizontal del dintel 1-2-3 debido a las cargas totales


actuando horizontalmente. Según este procedimiento es preciso determinar los mo-
mentos de flexión en los extremos de los pilares. Estimamos suficientemente aproxi-
mado, para este objeto, el siguiente método de obtención de los momentos de
flexión:
1) Determínese el desplazamiento S en la hipótesis que todos los dinteles son
infinitamente rígidos. El desplazamiento 5] del dintel 1-2-3 respecto del 4-5-6 será:
— 34 —

Pi H, 3 40,000 X 4003
= = ? z = 0,253 cms.
12ESJ, 12X2-1 X 1 0 5 X 4 X 1 0 6

El desplazamiento S2 del dintel 4-5-6 respecto del 7-8-9 será, análogamente:

(P,+P2)H23 80,000 X 4003


S2 = = jr = 0,339 cms.
12E2 J2 12 X 2-1 X 105 X 6 X 106

Y el desplazamiento S3 del dintel 7-8-9 respecto de las fundaciones 10-11-12,


será:

( P 1 + P 2 + P3)H33 120,000 X 4003


53 = -— —— = ?— 7~ = 0,378 cms.
12 E 2 J 3 12 X2-1 X 105 X 8 X 106

2) Determínense los momentos de encastramiento de los pilares en los dinteles


de acuerdo con la hipótesis hecha en el N.° 1). El momento está dado por la expre-
sión:
6E J A
M
H2

en que A es el desplazamiento horizontal entre dinteles vecinos. Se tiene así para


los diversos pilares:

6 X 2,1 X 105 X 1 X 106 X 0,253


1-4 Mi 4 = -5 -
400
= 20 tons. m. ; M ^ = 20 tons. m.

6 X 2'1 X 105 X 2 X 106 X 0,253


2-5 M 2 _ 55 = — ^ ' =
400
= 40 tons. m. ; M 5 _ 2 = 40 tons. m.

6 X 2-1 X 105 X 1 X 106 X 0,253


3-6 M3_6
400

20 tons. m. ; M 6 _ 3 = 20 tons. m.
6 X 2-1 X 105 X 1,5 X 106 X 0,339
4-7 M.4 - 7
4002
= 40 tons. m. ; M 7 _ 4 = 40 tons. m.

- 6 X 2-1 X 10? X 3,0 X 10fa X 0,339


5-8 M5 8
~ " 4002
80 tons. m. ; M ^ = 80 tons. m.
- 35 —

6 X 2-1 X 105 X 1,5 X 10 X0.339


6-9 M,6
-9 " 4002

= 40 tons. m. ; M 9 _ 6 = 40 tons. m.

6 X 2-1 X 105 X 2 X 106 X 0,378


7-10 M, 10 = ,
7 10 400

= 60 tons. m. ; M 1 0 _ 7 = 60 tons. m.

6 X 2-1 X 105 X 4 X 106 X 0,378


8-11 M.8 11
~ " 4002
= 120 tons. m. ; M n _ 8 = 120 tons. m.

6 X 2-1 X 105 X 2 X 106 X 0,378


;
9-12 M 9 _ 1122 = í =
400
= 60 tons. m. ; M 1 2 _ 9 = 60 tons. m.

3) Determínense, aproximadamente, los grados de encastramiento de los pilares


en los dinteles. Podría admitirse como suficiente aproximación, para este caso, asi-
milar el grado de encastramiento a la razón entre la suma de los valores de k de
las barras concurrentes al nudo, excluyendo aquella cuyo grado de encastramiento
se quiere determinar, y la suma de los valores de k de todas las barras concurren-
tes. Se obtienen así los siguientes grados e de encastramiento, que aparecen en el
rectángulo de la figura.

2 2+2 2
ej1 4 = = 0.667 ; E 2 _, = = 0,667 ; e33 _66 = = 0.667
2+ 1 2+ 2+ 2 ' ' 2+ 1

2 + 1.5 2 + 3 :+ 2
£4 1 = 0.780 ; E
5 5_2 = = 0.780 ; E6 _ 3 =
1 + 2 + 1.5 2+2 + 3 +2 ^

2 + 1.5
= 0.780
2 + 1.5 + 1

1+2 2+2+2
£4 7 = = 0.667 ; £5 G = = 0.667 ; S^G =
1 + 2 + 1.5 ' 5 8 2+ 2+ 2+ 3 ^

2+ 1
0.667
. 2 + 1 + 1.5

2+2 2+4+2
£77 4¿ 0.728 ; £g 5 = = 0729. ; E9_6 =
2 + 2 + 1.5 2+ 4+ 2+ 3

2+ 2
= = 0.728
2+2+1.5
— 36 —

1.5 4- 2 2 +3 + 2
e = 0.638 ; Eg j i = — = 0.638 ; eg_ ¡2
7—10
1.5 + 2 + 2 2+3+2+4

2 + 1.5
= 0.638
2 + 1.5 + 2
00 00
e
10—7 = 1.00 ; e u _ 8 = = 1.00 ; e12_
00 00

00
= 1.00
00

4) Multipliqúense los momentos de encastramiento de los pilares, obtenidos en


el N.° 2 por los grados de encastramiento respectivos. Se obtendrá así en los diver-
sos pilares:

M',_4 20X0.667
- = 13.33 tons. m. M'4_, = 20X0.78 = 15.6 tons. m.
M' 2 _ 5 = 40X0.667 = 26.68 » » M' 5 _ 2 = 40X0.78 = 31.2 » »

M' 3 _6 = 20X9.667 = 13.33 » » M'M = 20 X0.78 = 15.6 » »

MV; = 40X0.667 = 26.67 » » M' 7 _4 = 40X0.73 = 29.2 » »


M' 5 _ 8 = 80X0.667 = 53.2 » » MV_ 5 = 80X0.727 = 51.0 » »

M'e-9 = 40X0.667 = 26.67 » » M'g_6 = 40X0.73 = 29.0 » »


M' 7 _IO = 60X0.638 = 38.1 » » M ' 1 0 -7 = 60X1.0 = 60 » »

M'g-ii 120X0.638 = 76.6 » » M'„_8 = 120X1.0 = 120 » »

M ' , - , 2 - 60X0.638 = 38.1 » » M' 1 2 _ 9 = 60X1.0 = 60 » »

5) Establézcase el valor del momento total en cada piso:

MpPXH

En el último piso se tiene: M[ = P, X H^ = 40 X 4 = 160 tons. m.


En el segundo piso se tiene: M 2 = (P, + P 2 ) X H 2 = 80 X 4 = 320 tons. m.
En el primer piso se tiene: M 3 = (P t + P 2 + P 5 ) X H 3 = 120 X 4 = 480 tons. m.

6) Establézcase la relación entre estos momentos totales, obtenidos en 5) y


la suma de los momentos M' de cada piso, que se indican en 4). En el piso su-
perior se tendrá: 13,33 + 15,60 + 26,67 + 31,20 + 13,33 + 15,60 = 115,72 t. m. Si
llamamos a¡ esa relación se tendrá.

160
a, = = 1.525
115.76

En igual forma se obtiene para el segundo piso el valor a 2 = 1.43 y para el


primer piso. a 3 = 1.22.
7) Multipliqúense los momentos M' por los coeficientes aj, a 2 y a 3 en cada
piso, con lo que se obtendrá el valor aproximado de los momentos M" en los pi-
lares. Se llega así a los siguientes momentos de flexión:
— 37 —

M"I_4 = 1.525 X 13.33 = 20.3 t . m . ; M" w = 1.43 X 26,6 = 38 t. m.

M V i o = 1-22 X 38.1 = 46.5 t.m.

M " 2 _ , = 1.525 X 26.7 = 40.6 t . m . ; M" 5 _ 8 = 1.43 X 53.2 = 76.2 t.m.

M V n = 1.22 X 76.6 = 93.5 t. m.

M ' ^ = 1.525 X 13.33 = 20.3 t. m. ; M V g = 1-43 X 2P.6 = 38.0 t. m.

M ' V i 2 = 1.22 X 38.1 = 46.5 t. m.

M V i = 1-525 X 15.6 = 23.7 t. m. ; M" 7 _ 4 = 1.43 X 29.2 = 41.7 t. m.

M" 1 0 -7 = 1-22 X 60 = 73.2 f m.

M tf 5_ 2 = 1.525 X 31.2 = 47.4 t.m. ; M" 8 _ 5 = 1.43 X 51.0 = 72.9 t.m.


M*,i_8 = 1.22 X 120 = 146.4 t.m.

M ^ j = 1.525 X 15.6 = 23.7 t.m. ; M%_<> = 1.43 X 29.2 = 41.7 t. m.


M " u _ 9 = 1.22 X 60 = 73.2 t.m.

Del conocimiento de los momentos de flexión aproximados se obtiene el des-


plazamiento 5 del dintel superior. En un caso general de estructura de n pisos,
designando por Mo_, y M[_ 0 los momentos en los extremos inferior y superior de
un pilar del primer piso, por M , _ 2 y M2._, los momentos correspondientes al pi-
lar del segundo piso de la misma columna, etc., la expresión de 5 dada por el se-
ñor Claro es:

, M,_--2M»_, + M +

6ko_i " 6k!_ 2

+
. ... H
TT Mn—(n__l)

2M ( n -,)_ n h
n O k ( n _i,_n

Mi
+ (H2 + H3+...+H n ) -20~_M°-1 +(H 3 + H 4 ...+H n )

M2_t — M t _ 2 M(n_1)_(n_2)-M(n_2)_(n_1)
£ Kl—2 ¿ K (n—2)—(n—1)

Hi, H 2 , . . . H n son las alturas de los pisos a partir desde el primero y K ^ ^


Kj_ 2 ) .. K ( n _i)_ n ) son los valores de k para los diversos pisos de una misma co-
lumna.
Se ha considerado el desplazamiento 5 de una columna cualquiera porque los
de las demás columnas son iguales debido a que están ligadas por los dinteles.
Esta expresión general, cuyo desarrollo aparece en la publicación a que se ha
hecho referencia, toma, lógicamente, para el caso particular de nuestra estructu-
ra, la expresión:
38 —

/M7_10-2M10_7 M4_7-2M7_4 M,_4-2M4_1\


8= H
V 6k 7 _ 1 0 6k+_ 7 6k,_4 )

, w „ M7_,0-M,0_7 M+_7 —M 7 _4
i" X 1- Jt± i
k 7_10 2 k7_4
„ / 46.5 — 2 X 73.2 38 — 2 X 41.7 20.3 — 2 X 23.7 \
5 = 0.0127 ( 1 -| ) +
V 2 1.5 1 J

„ / 46.5 —73.2 38 —41.7 \


+ 0.0762 ( b )
V 2 2X1.5 /
5 = 2.47 cms.
El período resulta entonces:

T = 0 . 2 | / y = 0.315 segs.

Como comprobación calcularemos la flecha de la columna central, que es:


M 2 M
¿¡ = H ( 8-I~ im + M;_8-2M8_; + M2_;-2M?_2 \

1
V 6k8_n + 6 kj_8 6k2_5 /

'V kg_ n +
2 X k5_8 )
í 93.5 — 146.4 X 2 76.2 — 83.3 X 2 40.6 — 47,4 X 2 \
+ + +
5 - 0.0127 V 4 3 2 J
„ 93.5—146.4 76.2 — 83.3 \
+ 0.0762 ( ¡ + )

5 = 2.55

T = 0.2 = 0.320 segs.

O B J E C I O N E S A LA TEORÍA

Dos son las principales objeciones que se han hecho a esta teoría:
Primero, que en muchos temblores, especialmente los observados mediante
instrumentos modernos en Estados Unidos, los períodos de vibración de las ondas
principales son mucho menores que un segundo, o sea, que el límite peligroso que
aquí hemos indicado. Cientos de esos temblores han tenido períodos comprendidos
entre 0,1 y 0,7 segundos.
Segundo: que la teoría se ha formulado para un movimiento oscilatorio de
duración indefinida, en tanto que los temblores duran rara vez más de 100 segun-
dos en toda su intensidad. En otras palabras, la teoría no ha considerado que los
temblores tienen principio y fin.
— 39 —

Con relación a la primera objeción cabe observar que esos cientos de tem-
blores medidos, cuyo período fué inferior a un segundo, no eran terremotos, ni
han producido daños dignos de consideración, en tanto que los únicos dos terre-
motos destructores, cuyo período ha sido bien medido, que son los de Tokio (1923)
y Uraga (1922) tuvieron período de vibración superior a un segundo e inferior a
dos, en sus ondas principales. Además, hay razones para pensar que todos los te-
rremotos destructores tienen períodos de vibración próximos o superiores a un se-
gundo. En efecto, debido a la naturaleza elástica de las capas rocosas el movimien-
to de la tierra no puede alejarse mucho de la ley sinuosidal, o sea, que la acele-
ración máxima está dada por la expresión:

A _ 4 71-2 A m a x
Amax 2

en que Amax es la amplitud o elongación máxima del movimiento y T el período.


Como hasta ahora se ha considerado suficientemente seguro, casi en todo el mun-
do, dar a A max el valor 0,1 g aceptaremos este valor como constante para todos
los terremotos (*), con lo cual se obtiene, de la fórmula indicada, la siguiente ta-
bla y gráfico;

(Terremotos)

0.75

¡Temblara * (^¡metros)

Fig. 23

6,00 cms. 1,70 1,65 cms. 0,90 segs.


»
5,00 » 1,56 1,44 0,84
4,00 1,39 1,00 0,700
3,00 1,20 0,50 0,49
2,00 0,985 0,25 0,35

(*) El valor 0,1 g adoptado no toma en cuenta los valores máximos instantáneos que pue-
den producirse durante un cortísimo período de tiempo y que alcanza a menudo a 0,3 g y más.
Estas aceleraciones instantáneas lio afectan a las construcciones porque los desplazamientos que
se producen mientras duran son tan pequeños que pueden ser absorbidos por la elasticidad de los
materiales, como ya lo hemos expresado.
— 40 —

Resulta así que los temblores de menos de 0,7 segundos de período tienen am-
plitudes de onda del orden de los milímetros solamente, o sea que ocasionan de-
formaciones que pueden ser absorbidas por la elasticidad de los materiales o por
su plasticidad, sin alcanzar el límite de ruptura. En cambio, cuando el período
con que vibra el terreno es mayor, la amplitud del movimiento, al crecer con el
cuadrado del período y hacerse del orden de los centímetros, no puede ser absor-
bida por la elasticidad o plasticidad de los materiales, lo que hace que sobrevenga
el derrumbe total de la construcción. Esta es la razón por la cual hemos conside-
rado como terremotos aquellos sismos que tienen un período superior a 0,75 segun-
dos y simplemente como temblores a aquellos de período inferior.
Si se supusiera un terremoto en que su onda, junto con tener amplitud de va-
rios centímetros, o sea, capaz de provocar el derrumbe de las construcciones, tu-
viera un período de décimos de segundo, la aceleración resultante no sería ya de
1/10 a 1/5 del valor de la gravedad sino que muchas veces ese valor y no habría
construcción capaz de resistirlo. Felizmente esta clase de terremotos no se ha pre-
sentado hasta ahora.
Con relación a la segunda objeción, o sea, a que el temblor tiene principio y
fin, puede observarse que una estructura que oscila sincrónicamente con el suelo
de fundación, o sea, en resonancia, aumenta la amplitud de su movimiento en cada
semi oscilación en una cantidad igual a la amplitud de esa semi oscilación. Por
ejemplo, si hay dos oscilaciones completas de cinco centímetros de amplitud, la
deflexión total a que alcanza la estructura es de 4 X 5 = 20 cms. lo que basta y
sobra para determinar su derrumbe, sin esperar que el movimiento se mantenga
indefinidamente. Ahora bien, si observamos que en sismogramas como el del terre-
moto de Tokio (Fig. 19), que ya conocemos, se han presentado tres oscilaciones
completas casi de igual período en las ondas principales, se comprenderá por qué
estimamos que la teoría no sólo es válida para un movimiento oscilatorio indefini-
do, sino que también para un movimiento con principio y fin.
Además de estas objeciones se ha dicho que en cada localidad el suelo tiene un
determinado período propio de vibración, período que debe influir en el comporta-
miento de los edificios.
Es evidente que el período propio de vibración de un suelo produce ondas de
ese mismo período. Sin embargo, en los grandes terremotos la oscilación del te-
rremoto no es libre sino forzada por la oscilación de las grandes masas rocosas
que lo rodean. En consecuencia, la onda fundamental, que es la más destructora,
tiene el período de vibración de esas masas. Solamente las ondas superpuestas, o
sea, las menos perjudiciales tienen el período propio de los terrenos.

LA T E O R Í A A L A LUZ DE LA E X P E R I E N C I A JAPONESA

La mayor experiencia japonesa se obtuvo con motivo del terremoto de Tokio


de 1923 y ella está resumida en el informe presentado por la Sociedad de Inge-
nieros Japoneses. Del capítulo relativo al perjuicio sufrido por los edificios copia-
mos el siguiente extracto publicado por John R. Freeman en su obra «Earthquake
Damage and Earthquake Insurance»:
— 41 —

«1.° La experiencia dejada por el terremoto del 26 de abril de 1921 no fué


suficiente para dictaminar sobre la capacidad de resistencia a los temblores, del
hormigón armado porque este material estaba sólo comenzándose a emplear y las
fallas observadas no eran de magnitud suficiente para dejar lecciones definitivas.
2.° La confianza en el hormigón armado como material contra terremotos fué
creciendo hasta el terremoto del 1.° de septiembre de 1923, en que se habían pre-
sentado numerosos accidentes en edificios de ese material. En ese último terremo-
to se observó muy marcada la importancia de los cálculos de asismicidad.
3.° El estudio se refiere a 65 edificios de hormigón armado que sufrieron con
el terremoto, algunos de los cuales fueron enteramente destruidos.
4. ° El hecho más sobresaliente es que en cuatro de estos edificios de hormigón
armado situados sobre terreno blando y rodeados de edificios destruidos, no ocu-
rrió ningún accidente debido a que estos cuatro edificios habían sido proyectados
cuidadosamente por ingenieros competentes que consideraron la solicitación de
los temblores en todos sus detalles.
La diferencia en la extensión de los perjuicios en los 65 edificios presentados
aparece explicada por las diferencias en el cuidado que se tuvo en el proyecto
para considerar los esfuerzos sísmicos: aunque en algunos casos puede atribuirse a
la movilidad del terreno de fundación, a la imposibilidad de dar una adecuada ri-
gidez a la obra por culpa del plano de arquitectura o por otras imperfecciones.
5.° Los terremotos de junio 10 de 1894 y abril 26 de 1922, fueron menos des-
tructivos que el de septiembre 1.° de 1923 porque la gran amplitud y aceleración
del movimiento sólo se produjo una o dos veces sucesivamente.
6.° Se establece que en muchos terremotos como el de 1923, ciertos edificios
sufren oscilaciones y esfuerzos muy rápidamente crecientes debido a los choques
sucesivos que se suman en su efecto cuando se sincronizan con el período de vi-
bración del edificio.
7.° El amortiguamiento de las vibraciones debido a la fricción interna, que
hace menor la acumulación de esfuerzos en pulsaciones sucesivas, depende de la
clase de estructura. Este amortiguamiento es menor en estructuras metálicas sin
tabiques interiores y con muros de poco espesor, que en el caso de estructuras rí-
gidas con tabiques interiores bastante firmes y muros exteriores macisos que tienen
sólo pequeños vanos.
8.° Se indica también que las oscilaciones que fatigan y deforman la estructura
dependen en mucho de la altura y naturaleza del edificio, de tal manera que en
una localidad determinada, en que la aceleración de la vibración en el suelo sea de
0,1 g, el edificio puede aún recibir una aceleración de 1/3 a 1/2 g.
Período de vibración de los edificios.—9.° Antes del terremoto de 1923 se ha-
bían medido los períodos de 5 edificios típicos. Examinando su comportamiento
durante el fenómeno se comprobó que los daños crecían proporcionalmente al perío-
do propio de la estructura y que el único entre las 5 construcciones que no tuvo
daños fué el de menor período.
Los períodos de vibración se midieron tirando enérgicamente de la parte su-
perior del edificio mediante un cable y winche y soltándolo bruscamente. Los pe-
ríodos de vibración para edificios de hormigón armado estaban generalmente com-
prendidos entre 0.5 y 0,65 segundos y, en general, eran un poco menores para
— 42 —

estructuras de acero y concreto que para estructuras de acero con relleno de la-
drillo (*).
10. Las medidas de período de vibración de los edificios demostraron que los
períodos crecen ligeramente con el crecimiento de la amplitud de las oscilaciones,
de modo que durante grandes terremotos es de suponer que los períodos propios
sean mayores, en cierto grado, a los medidos».

LOS TEMBLORES Y EL TERRENO DE FUNDACIÓN

Hemos visto que las capas superficiales de la corteza terrestre se mueven,


durante los terremotos con un movimiento que, en puntos alejados del epicentro,
es asimilable al armónico simple, en que predomina la componente horizontal. En
el epicentro los movimientos son bruscos y desordenados y predomina en ellos la
componente vertical.
Pero lo anterior es solamente aplicable a los suelos compactos, constituidos
por roca o por conglomerado. Los terrenos sueltos están sometidos a movimientos
distintos, en que pueden observarse los siguientes casos:

Nivel primitivo

Mivel asentaao
r
7-?Y77r>V VV7 V7~>7-
Terreno suelto
.^-..^"•-•¿¿••Jg V -V V. MJ
Terreno conglomerado

Fig. 24

1) Si el terreno suelto está contenido en un cofre rocoso como indica la figu-


ra 24 el movimiento armónico simple del cofre se transmite al relleno; pero éste lo
amplifica a veces considerablemente. El profesor Jacobsen de la Universidad de Stan-
ford (California) ha hecho experiencias que dan una idea clara de esto. Consistieron
ellas en colocar sobre una mesa vibrante, un cajón de madera de 0,75 X 1,05 X
4,80 mts., con arena cuyo espesor variaba entre 0,6 y 0,9 mts., con diferentes
grados de humedad. Sobre la arena se colocaba un inscriptor automático del mo-
vimiento de la arena. Las conclusiones a que llegó el profesor Jacobsen se resu-
men como sigue:
Cuando el contenido de humedad de la arena era tan grande que su rigidez
al cizalle quedaba fuera del período elástico, la naturaleza del movimiento de la
arena no era una vibración armónico-simple, sino que era un movimiento de vai-
vén con muy rápidas vueltas atrás que produce aceleraciones casi independientes
de la frecuencia y amplitud. Hay evidencia de que se producen aceleraciones en
la parte superior de la arena que alcanzan a tres y, tal vez, cuatro veces las de
la mesa; pero de duración muy limitada. El profesor Jacobsen corroboró también

(*) Obsérvese cómo el punto N . ° 9 del informe justifica la recomendación que hemos hecho
de adoptar un coeficiente a de corrección, al coeficiente sísmico, en estructuras cuyo período pro-
pio de vibración está comprendido entre 0,4 y 0,75 segundos.
— 43 —

los resultados de las experiencias del profesor Rogers que demostraban que en la
parte superior de la arena mojada, la amplitud del movimiento alcanzaba hasta
el doble del de la mesa y la aceleración hasta el triple. (Freeman, Earthquake
Damage and Earthqueke Insurance. Pág. 726).
Otro efecto del movimiento en el relleno es que se asienta, como todo mate-
rial suelto sometido a sacudidas. Este asentamiento se va efectuando paulatina-
mente, durante todo el tiempo que dura el sismo. La magnitud de este sentamien-
to depende: 1) del espesor de la capa de material suelto; 2) de la duración e in-

Nivet pnmit ifo

: / • • • ' • / . / 7 _
/; Nivel asentado
' ' / / r-1 ,

(Terreno suelto)

( Terreno conglomerado )

Fig. 25

tensidad del temblor: y 3) del grado de acomodación que haya tenido previamen-
te el relleno.
En la figura 25 el suelo compacto presenta una discontinuidad o barranco
subterráneo ab. El relleno a la izquierda de ab se sienta menos que el que está a
la derecha, debido a su menor espesor. Este desigual sentamiento origina una des-
nivelación en la superficie, peligrosa para la edificación. (Fig. 25) o produce una
falla y la destrucción segura de la estructura, si la desnivelación es muy pronun-
ciada, como muestra la figura 26, en que se ha quebrado la superficie.

tlive/ primitivo

/ / / / •/ 7 7 7 7 7 7 7~7 / / '> /i i ve! asentado


' ' ; ) l ' 7 7 . r . r S 7 . r / 7 / 7 7 / 7 / 7 7 / /'
Terreno suelto

Terreno conglomerado

Fig. 26

Lo anterior indica la necesidad de examinar la profundidad de los rellenos so-


bre los cuales se quiere edificar.
La experiencia ha demostrado que los rellenos profundos y uniformes, cuya
superficie es horizontal son favorables para la edificación, especialmente si las fun-
daciones están constituidas por radieres, a pesar de la mayor violencia y amplitud
que ahí se observa en las oscilaciones. Parece que las partículas sueltas del relleno,
bajo el radier, actúan como rodamientos o polines que amortiguan el movimiento.
Esto es especialmente efectivo cuando la construcción es muy rígida.
— 44 —

Si el terreno suelto descansa sobre una superficie conglomerada inclinada, como


se indica en la figura 27, las trepidaciones del temblor lo hacen deslizar en forma
tan peligrosa para la edificación que puede darse por segura su destrucción. Sin
embargo, un relleno muy delgado no sería inconveniente para fundar profundizan-

Terrena cong/omerac/o

Fig. 27

do los cimientos hasta el terreno firme conglomerado, como muestra la figura 28.
Los pilares de fundación deben, en este caso, ser calculados para resistir, además
de los esfuerzos propios de su condición, el empuje de tierras del relleno que, al
desplazarse manteniéndose los pilares inmóviles, ejerce un auténtico empuje pa-
sivo sobre ellos.

Fig. 28

ONDAS CRAVÍFICAS

Cuando el terreno que se halla en un cofre de subsuelo conglomerado o roco-


so es de consistencia fangosa semi líquida en su parte inferior y más consistente
en su superficie, pueden producirse ondas gravíficas, que son verdaderamente olas
de tierra. Su largo de onda es, frecuentemente de 10 a 12 metros y su altura de
30 a 40 centímetros. Sin embargo, se han observado ondas gravíficas de más de
un metro de altura. La velocidad de propagación de estas ondas no es de más de
7 a 10 metros por segundo, debido a que en esa propagación interviene solamen-
— 45 —

te la gravedad y no las fuerzas elásticas de la cohesión del material, fuerzas estas


últimas que no existen por tratarse de fango.
En obras de puertos en que se ha quitado terrenos al mar mediante muros
fundados en roca, que se rellenan posteriormente con fango extraído del fondo del
mar mediante dragas, existen condiciones propicias a la producción de ondas gra-
víficas. Como ellas representan un peligro cierto para la construcción, debe tra-
tarse, en lo posible, de mejorar la calidad del relleno o evitar la construcción de
obras de carácter definitivo, a menos que se funden en el fondo de roca.

ENERGÍA DE LA ACCIÓN SÍSMICA

Cuando el terreno de fundación en que descansa una construcción rígida, de


masa m, comienza a moverse con movimiento oscilatorio, le imprime velocidades
crecientes que llegan a un máximo, que designaremos por v m á x . La energía cinética
que ha debido suministrarle vale, entonces:

E = K-m-vL*

Si aceptamos para el movimiento de la tierra la expresión sinusoidal:

t
A = A máx sen2;r —

la energía E es entregada a la construcción durante el primer cuarto de período,


o sea, en el tiempo T/4 y su valor se obtiene derivando la ecuación que da el valor
de A, como sigue:
dA 2t t
v cos
= = Amáx 27T —
dt T T

v es la velocidad del movimiento en un instante t cualquiera y toma su valor


máximo cuando:
t
cos 2ir - — = 1
T
Se tiene entonces:
2t
^máx _ rp ^máx

y la energía suministrada en ese primer cuarto de período es:


1 4TT2 ,

Como ya hemos visto que


4r2
2 Am4x = A máx (aceleración máxima)
— 46 —

obtenemos, introduciendo este valor:

E = — m Améx Améx

y llamando A t = . max aceleración eficaz del movimianto v Ai = —desplaza-


\ 2 y2
miento eficaz, se tiene:
E = m • A, • A,

La energía transferida a la construcción durante el primer cuarto de período,


es pues, igual a la masa por la aceleración eficaz y por el desplazamiento eficaz.
Si la construcción es perfectamente rígida y resistente, esta energía, absorbida
durante el primer cuarto de período es devuelta al terreno durante el cuarto de
período siguiente, en que la velocidad del conjunto disminuye desde V máx hasta
cero. Durante los dos cuartos de período que siguen, el fenómeno de transferencia
de energía del terreno a la estructura y de ésta al terreno, se repite; pero el movi-
miento se hace en sentido contrario.
Veamos qué valores tiene la energía en la práctica: Supongamos que la cons-
trucción pesa. 1,500 toneladas y que está sometida a las siguientes tres clases de
ondas: A) con período de 0,2 segundos, amplitud de 0,3 centímetro y aceleración de
0,5 g; B) con período de 1,3 segundos, amplitud de 5 centímetros y aceleración de
0,12 g; y C) con período de 3,5 segundos, amplitud de 10 centímetros y aceleración
de 0,033 g. Se ha procurado elegir tres tipos de ondas que representen, en lo posi-
ble las magnitudes de ondas típicas observadas en los sismogramas.
La energía máxima recibida por la construcción sometida a ondas A) es:

EA = y m A máx Amáx = 675 Kgmrts.

Sometida a ondas B) es:


E B = 4,500 Kgrmts.

y sometido a las ondas C) es:


E c = 2,480 Kgrmts.

Si la estructura es enteramente elástica el movimiento del terreno de funda-


ción, tal como lo hemos visto, no es transmitido a la masa, la que permanece in-
móvil, sino que deforma los elementos elásticos que la sostienen (pilares, muros
transversales, etc.), y la energía transferida a la construcción durante el primer cuar-
to de período se reduce a la que se necesita para deformar esos elementos (Flexión
y cizalle). Esta energía vale:

E = - R ~ F M 4 X AM4X
— 47 —

en que F m á x es el esfuerzo horizontal ejercido por la fundación sobre los pilares,


etc., para producir la deformación máxima A máx . En el segundo cuarto de período
esta energía elástica es devuelta por la estructura al terreno y en los dos cuartos
de períodos siguientes las cosas pasan como en los dos primeros cuartos; pero el
movimiento tiene sentido contrario. Sea, por ejemplo, una plataforma o cubierta
de hormigón armado, apoyada únicamente en pilares, iguales y elásticos; sea h
la altura de estos pilares, I la suma de los momentos de inercia de sus secciones
transversales, E el coeficiente de elasticidad del material y a el coeficiente de en-
castramiento. La fuerza F m á x está dada por la expresión:

F "ElAmáx
máx i3

y la expresión de la energía elástica almacenada en los pilares es:

«ElA^áx
E = ,
2h

Si el peso de la cubierta es de 1,500 toneladas y los pilares son doce, de sección


circular, de 0,80 m de diámetro y 20 m de altura, con articulación en la base y coe-
ficiente a — 2, se tiene:
Período T de vibración.

T 2
= 'r l a/ E^I = 6.95

que corresponde al de una estructura elástica, como habíamos supuesto.

La energía transferida en este caso, por los tres tipos de ondas estudiados es:

E a = 0,58 Kgms.;

E b = 162 »

E C = 648 »
Como estas energías son devueltas al terreno en el segundo semi-período de la
onda, no se acumulan y constituyen el total o máximo transferido.
En las construcciones que están en perfecta resonancia con la onda sísmica, la
energía transferida por el terreno a la construcción no es devuelta por ésta en el
cuarto de período siguiente. Al contrario, en ese intervalo de tiempo otra cantidad
igual de energía es entregada a la construcción, la que cada cuarto de período reci-
be la dosis ya expresada. La energía total recibida es tanto mayor cuanto más os-
cilaciones resonantes se produzcan.
Se obtiene así el siguiente cuadro de la energía total que transfiere el terreno
a una construcción, cualquiera que sea el número de veces que se repita la onda.
— 48 —

Energía transferida a Energía transferida a


Tipo de onda las construcciones rí- las construcciones Energía transferida a cons-
gidas del ejemplo flexibles del ejemplo trucciones en resonancia

A (T = 0,2 seg.) 675 kgms 0,58 kgms crece indefinidamente

B (T = 1,3 seg.) 4 500 kgms 162 kgms crece indefinidamente

C (T = 3,5 seg.) 2 480 kgms 648 kgms crece indefinidamente

Generalizando, se puede decir que las construcciones rígidas reciben más ener-
gía durante los temblores que las flexibles, lo que se traduce generalmente en un
mayor costo para alcanzar la asismicidad.
Es claro que para alcanzar un conocimiento completo de las condiciones que
posee una construcción para la emergencia sísmica sería necesario poseer una esta-
dística completa de las ondas observadas en una gran cantidad de terremotos, con
indicación de sus características y veces que se repiten ondas similares. Desgracia-
damente, la estadística existente es demasiado pobre.

EFECTOS DE LA PLASTICIDAD DE LOS MATERIALES

Siempre se ha considerado razonable perseguir, como finalidad de las construc-


ciones anti-sísmicas, únicamente que no estén expuestas a derrumbarse con pérdi-
da de vidas y de los bienes albergados. No se hace cuestión, por lo general, de los
daños menores que pueden sufrir los edificios mismos, cuya reparación significa
un gasto moderado. Es lógico entonces aceptar que las fatigas desarrolladas en los
materiales, alcancen durante los mayores sismos, la zona de plasticidad. Esto tie-
ne dos consecuencias de importancia: 1.° Que las deformaciones y energía absorbi-
da por los elementos soportantes de una construcción son mucho mayores que las
elásticas; y 2.° Que el peligro de resonancia es aminorado, tanto porque al pasar
el material del período elástico al plástico cambia su módulo de elasticidad E cam-
biando así el período propio de vibración de la estructura; como también por el
hecho de que en las deformaciones plásticas la energía suministrada se transforma
en calor, o sea que no puede acumularse en la estructura porque está siendo con-
sumida.
La fig. 29 es un gráfico de la energía que puede suponerse que transfiere el te-
rreno a una estructura simple, de hormigón armado, durante una, dos y tres ondas
resonantes consecutivas (curvas Wi w2 y w3 respectivamente) y también de la energía
que la estructura es capaz de absorber, por deformaciones elásticas y plásticas, su-
madas, si la calidad del hormigón y la cantidad de armaduras de acero son normales
(curva wn) o máximas (curva w m ). Esta última se ha estimado en dos veces la normal.
La estructura está formada por una cubierta de 1,500 toneladas de peso, que
actúa como dintel, soportada por 18 pilares de sección circular, encastrados en su
Energía en kilográmetros
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Q
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Q es C o o o
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r \ ) U . t > > ( j | O > - > i 0 > . o ~
Período de vibración en segundos. Desplazamiento máximo de! suelo, &n cms.
— 50 —

parte superior al dintel, y articulados en su base o cimiento. El coeficiente a de rigi-


dez del sistema formado por los pilares y el dintel, se ha supuesto igual a dos.
Las dimensiones de los pilares se han fijado de acuerdo con las normas para el
cálculo y la construcción de obras de hormigón armado, tomando en cuenta el pandeo
en los pilares muy altos y limitando a 35 kgs/cm 2 la fatiga de compresión axial.
Para establecer las fatigas debidas a la flexión en los pilares, se ha supuesto que
toda la sección de hormigón colabora, y se ha prescindido de la sección de las arma-
duras. Esta hipótesis no altera las cosas en forma apreciable, y, en cambio, propor-
ciona continuidad a las curvas.
En abscisas aparecen las alturas de los pilares, expresadas en metros. En orde-
nadas se tiene: en la curva T, el período propio de vibración de la estructura, dedu-
cido de la expresión.
I / M ?
y oeT'
en la curva Am¿x las ordenadas corresponden a las elongaciones maximas que pue-
de esperarse que tengan las ondas sísmicas de período igual al de la estructura cuya
altura de pilares está indicada en abscisas (para la abscisa 20 mts., por ejemplo, el
período de vibración de la estructura es de 8,9 segundos, según la curva T y se admite
que la elongación de las peores ondas sísmicas, con ese período, sea aproximadamente
de 10 cms., como indica la curva A m S x ).
Las curvas W\, W 2 y W 3 dan, como se dijo, la energía que transferiría el terreno
a la estructura durante una, dos y tres ondas consecutivas, respectivamente, que ten-
gan el período y amplitud correspondientes a esa abscisa (en resonancia). Se ha su-
puesto, para el cálculo de estas curvas, que los materiales de la estructura permanecen
indefinidamente, dentro del período elástico y se prescinde de los rozamientos y otras
causas de amortiguamiento.
Los valores se han obtenido de las expresiones: A áx
W!= 2t M (™ y
W 2 = 2ir M ( - ^ j p - ) 2

2
W,= arM^-^L)

Dicha expresión es la combinación, a su vez, de las expresiones:

Mh33
i / Mh
'YITel
T = 2x " E l

para el período; y

A E L
W - E - Y «
2h
— 51 —

establecida más atrás, para encontrar la energía suministrada a la estructura en un


vaivén resonante. En esta fórmula se ha dado un doble empleo a la letra E : como mó-
dulo de elasticidad y como energía)'.
La curva W n da los valores de la energía (elástica y plástica) que puede absor-
ver la estructura sin derrumbarse. Se ha hecho la hipótesis de que esta energía es
cuatro veces mayor que la energía elástica absorbida cuando se ha alcanzado el lí-
mite admisible del hormigón armado, estimado en 85 kgs/cm 2 . La expresión emplea-
da es:

W, = X F XA
Ái

en que F es el esfuerzo horizontal máximo que puede ejercerse en el extremo inferior


de los pilares para que el momento en el extremo superior no produzca fatigas supe-
riores a 85 kgs/cm 2 en el hormigón. A se obtiene de la expresión:

F X h3
A=
a El
de la deformación horizontal del pilar, solicitado por F en su extremo inferior.
La curva W m ha sido dibujada con las ordenadas de la curva W n multiplicadas
por dos.
La diferencia de ordenadas entre las curvas W n y W[ a la izquierda de «[, repre-
senta la energía suministrada a la estructura de resistencia normal, por una semi-
onda resonante, que no ha podido ser absorbida por la elasticidad y plasticidad. Es,
pues, energía que destruye produciendo grietas de carácter peligroso para la estabi-
lidad general de la construcción debido a la gran amplitud de las oscilaciones. A la
derecha de « 2 , o sea, donde el período de la estructura es mayor que 4,3 segundos, las
diferencias de ordenadas son negativas, lo que significa que toda la energía trans-
ferida por el terreno a la estructura es absorbida por la elasticidad o elasticidad y
plasticidad, sin que se produzcan grietas ni daños. Si el número de semi-ondas reso-
nantes es dos, deben considerarse las diferencias de ordenadas entre las curvas W n
y W 2 , a 2 es ahora el punto crítico que define las zonas de izquierda y derecha como
zonas: de grietas peligrosas, la primera; y de absorción de energía o no peligrosa la
segunda. a2 corresponde al período propio de vibración de 5,2 segundos. Por último,
si el número de semi-ondas resonantes es tres, deben computarse las diferencias de
ordenadas entre las curvas W n y W 3 ; el punto crítico es a 3 y el período propio corres-
pondiente, de la estructura, es de 5,75 segundos. Si la estructura está muy armada
y es de hormigón especial (curva W m ,) los puntos críticos son /Si, /S2 y /33 y los perío-
dos propios de vibración de la estructura: 3,6-4.2 y 4.7 segundos respectivamente.
Como se dijo, la curva W m está hecha con las ordenadas de la curva W n multiplica-
das por dos, lo que equivale a haber admitido en el hormigón fatigas hasta de 105
kgs/cm 2 .
Las curvas del gráfico 29 no pueden ser consideradas, de manera alguna, como
concluyentes; pero ellas arrojan alguna luz sobre el comportamiento de estructuras
sencillas ante ondas sísmicas resonantes, repetidas. Se ha procurado, así, completar
el estudio hecho en el capítulo: «Base del procedimiento simplificado» y «Estudio
de una cepa de puente de hormigón armado, con diferentes rigideces, sometido a un
— 52 —

temblor», en que se analiza el comportamiento de las estructuras sometidas a ondas


no resonantes.
En el caso de resonancia, que acabamos de analizar, se ha llegado, como se ve,
a las siguientes conclusiones, que es de interés acentuar:
1.° Sólo las estructuras de período largo (varios segundos) están a cubierto de
que se produzcan grietas por efecto de la resonancia.
2.° El empleo de mejores y más reforzados materiales permite dejar a cubierto
de grietas estructuras de período un poco menor; pero no cambia sustancialmente la
conclusión a que se llega en el N;° I o .
3.° La cantidad de energía destructiva (en exceso sobre la que puede absorber
la construcción) es considerable, especialmente en estructuras de período propio
comprendido entre 0,4 y 4,0 segundos.
Si, como lo hemos repetido, las ondas de pequeña amplitud (Menor de un cen-
tímetro) no pueden, por lo general, provocar derrumbes totales en las construcciones,
porque no logran descentrar los elementos constructivos en proporción suficiente, y
debemos excluirlas como «no peligrosas» llegamos a la conclusión de que estaba jus-
tificada la recomendación de no construir estructuras cuyo período esté comprendido
entre 0,75 segundos y 3,0 segundos que se hace en el capítulo sobre el procedimiento
simplificado. Tendrían mayor asismicidad natural aquellas de período más corto o
más largo que el comprendido dentro de esos límites.

RESONANCIA, OON OTROS MODOS DE VIBRAR DE LAS ESTIWJCT'URAS. EXPERIENCIAS


DE STANFORD

Las estructuras analizadas hasta aquí tienen su masa concentrada a una altura
determinada o bien, han sido asimiladas a este caso.
Si la masa está concentrada a diferentes alturas, como ocurre en los edificios
de varios pisos, nos encontramos con que hay también, varios modos de vibrar, que
hace necesario considerar la posibilidad de resonancia de todos ellos.
Debido a la dificultad que presenta el estudio teórico de estos fenómenos, se han
hecho trabajos en modelos que han contribuido a aclarar algunas ideas; pero que no
permiten aun establecer exactamente el comportamiento de las estructuras durante
las variadas vibraciones del sismo.
Entre estos trabajos experimentales es especialmente interesante el realizado
en la Universidad de Stanford (California) por los profesores señores Lydik S. Ja-
cobsen y Robert S. Ayres, publicado en el boletín de la Sociedad Sismológica Ameri-
cana, bajo el título de <íExperirnentaliy Determined Dinamic Shears in a Sixteen-
Story Model». Este estudio está encaminado a encontrar los esfuerzos de corte má-
ximos que se producen en los diversos pisos del modelo, cuando éste es sometido a
vaivenes resonantes o próximos a la resonancia, ya sea con el modo fundamental de
vibrar del modelo o con otro modo superior. El movimiento que se imprime a la base
del modelo o mesa vibrante, proviene del choque de una masa apreciable, animada
de velocidad que se puede regular a voluntad. La base, ligada elásticamente a su po-
sición de origen, mediante resortes metálicos, adquiere un movimiento oscilatorio,
que puede amortiguarse a voluntad introduciendo rozamientos graduales. La energía
suministrada a la base durante el choque inicial y demás magnitudes que intervienen
— 53 —

en su movimiento, se regulan en forma que, cualquiera que sea su período, se man-


tiene constante el tiempo durante el cual se mantiene la vibración y constante la
velocidad máxima que se alcanza en una vibración.
Se ha tratado, aparentemente, de reproducir el choque de la ruptura de las ca-
pas geológicas en el centro generador del temblor y las vibraciones que dicho choque
producen en la parte rígida elástica de la costra rocosa.
El modelo mismo reproduce las proporciones, masa, flexibilidad trasversal
(horizontal) y longitudinal (vertical) de un edificio de 16 pisos cuyas características
son aproximadamente las de una construcción existente (Alexander Building) en
San Francisco de California.
Las medidas realizadas durante este estudio demostraron:
1.° Que se producen en el modelo vibraciones trasversales (horizontales) con
diversos modos y períodos propios, que se propagan de abajo hacia arriba y vice-
versa, en forma muy semejante a como lo harían en un medio elástico que sólo tuviera
elasticidad al cizalle.
2.° Los esfuerzos dinámicos máximos de cizalle se producen en los pisos bajos.
3.° Los esfuerzos de flexión en el edificio tienen poca importancia al lado de les
esfuerzos de cizalle.
4.° Los aumentos de flexibilidad en el primer piso hacen disminuir los esfuerzos
de cizalle en todo el edificio.
5.° Cuando la resonancia se produce con el modo fundamental de vibrar del edi-
ficio, los esfuerzos dinámicos de cizalle se distribuyen en forma bastante parecida
a la que se admite en los cájculos corrientes de asismicidad (esfuerzos horizontales pro-
porcionales a la masa existente sobre el piso considerado). Sin embargo, cuando la
resonancia se produce con modos de vibrar superiores, los esfuerzos de corte son ma-
yores que los que se admitirían en la práctica corriente.
A esta última conclusión se ha llegado, seguramente, porque en la experiencia
se aplicó una sola onda completa, resonante con el modo fundamental del modelo,
en tanto que en el segundo período (segundo modo) había por lo menos, dos ondas
completas resonantes. En los modos superiores la repetición era mayor.
Esta discriminación en el número de repeticiones de la onda resonante para los
diversos modos, ha sido hecha como resultado de la determinación del experimenta-
dor, de conservar constante la duración del fenómeno completo cualquiera que fuera
el período de cada onda.
Si se observa el sismograma del terremoto de Tokio (1923) se encuentra que el
período de las ondas principales no justifica la discriminación hecha (Fig. 30), por
cuyo motivo creemos que las experiencias de Stanford muestran sólo un caso par-
ticular.
Basados en la conclusión del punto 4.° que hemos indicado, los señores Jacobsen
y Ayre proponen avaluar la protección que significa para un edificio la mayor fle-
bilidad del primer piso respecto de la de los demás, según la fórmula

V flexible
V rígido
— 54 —

en que V flexible es el valor de los esfuerzos de cizalle en los diversos pisos de un edi-
ficio cuyo primer piso es más flexible que los demás; V rígido es el valor de estos es-
fuerzos en el mismo edificio suponiendo todos los pisos, incluso el primero, de igual
rigidez; k t es la rigidez del primer piso; k es la de los demás pisos; f es la frecuencia
natural (valor recíproco del período propio) de un piso aislado de la superstructura y w
es la frecuencia del movimiento del terreno de fundación.

CONSIDERACHONAS SOBRE LA CONCEPCIÓN DE LAS ESTRUCTURAS ASÍSMICAS, COMO


REBULTADO DEL E3TUDIO DE LA E N E R G Í A TRANSFERIDA POR E L T E R R E N O DE FUNDACIÓN

Tanto el estudio que hemos hecho de las solicitaciones que se producen en las
estructuras en que se trata de impedir la resonancia (Procedimiento Simplificado),
como el de la energía transferida por el terreno a estructuras en resonancia con el
sismo (Gráfico de la fig. 29), conducen a la conclusión de que las construcciones cuyo
período propio de vibración está comprendido, más o menos, entre 0,7 5, segundos
y 3 segundos corren el riesgo de ser destruidas si se produce la desgraciada casualidad
de que ondas principales de un terremoto destructor tengan su mismo período o muy
parecido a él. Parece entonces razonable que, si se trata de construcciones que van
a cobijar seres humanos o bienes preciosos no tengan período propio de vibración
comprendido dentro de esos límites. Si se trata de otra clase de construcciones, con-
vendría también evitar tales condiciones, a menos que haya razón económicas en
contrario.
Quedaría entonces por resolver si es preferible darle a la estructura mayor rigi-
dez, para que su período propio esté comprendido entre cero y 0,75 segundos, o si
debe dársele mayor elasticidad, para que su período propio sea mayor que tres se-
gundos.
El autor ha podido comprobar, en numerosos casos de estructuras reales, en cuyo
proyecto le ha tocado intervenir, que es fácil modificar moderadamente la rigidez
de una construcción, sin incurrir en gastos adicionales apreciables; pero es, general-
mente, oneroso, cambiar sustancialmente el período propio de vibración. Además,
las modificaciones necesarias para ese objeto traen, con frecuencia, inconvenientes
de orden estético o constructivo.
Por este motivo resulta recomendable, cuando se va a proyectar una estructura
de cuyo período propio de vibración no se tiene idea, prescindir, en un comienzo,
de las consideraciones sísmicas y fijar las dimensiones y disposición ateniéndose a la
utilización, estabilidad no sísmica, higiene y estética de la obra; buscar, en seguida,
el período propio de vibración; y aceptarlo si es muy bajo o muy alto, y modificarlo
si está comprendido entre los límites de lo no recomendable. La modificación tendería,
en este caso, a darle más rigidez si su período se aproxima al de las estructuras rígidas
y más elasticidad si se aproxima al de las elásticas.
Es evidente que si el proyectista tiene de antemano, la seguridad de que la obra
resultará rígida, por su naturaleza, debe tratar de obtener, ya en su concepción ini-
cial, toda la rigidez posible, y si sabe que la estructura será elástica, debe concebirla
lo más elástica posible.
Las construcciones de grandes dimensiones tienen, como se comprende, más
tendencia a pertenecer al grupo elástico que las de dimensiones reducidas. Otro tan-
— 55 —

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PERIODO DE LAS ONDAS PRINCIPALES

to puede decirse de las construcciones metálicas. Estas construcciones (de período


largo) no son afectadas en su estabilidad general por las ondas sísmicas de período
corto y poca elongación, puesto que no pueden resonar con ellas ni con sus armónicas.
Solo elementos locales pueden tener tal resonancia. No hay, entonces, el peligro de
un derrumbe general o total, sino el de producción de grietas en elementos aislados
que difícilmente ocasionarán pérdidas de importancia.
— 56 —

Las construcciones de dimensiones medianas, o pequeñas, especialmente las de


albañilería y las de hormigón armado, tienen tendencia a resultar de período corto
(rígidas). No pueden ellas absorber la energía suministrada por ondas sísmicas en
resonancia, como lo muestra el gráfico de la fig. 29, y deben producirse grietas. Estas
son tanto más importantes cuanto mayor es la amplitud del movimiento del suelo,
en resonancia y cuántas más veces se repite el fenómeno. Como las mayores ampli-
tudes corresponden a los mayores períodos, resulta que las construcciones rígidas
están en condiciones tanto más favorables cuanto mayor es su rigidez. El fenómeno
de la producción de grietas en estas construcciones por su incapacidad para absorver
la energía durante temblores no destructores, ha producido cierta perplejidad en al-
gunos proyectistas que han calculado sus estructuras para resistir esfuerzos horizon-
tales proporcionales al peso de la construcción. Así, por ejemplo, el día 29 de junio
de 1943 se produjo en Santiago un temblor de intensidad moderada, que no logró
dañar las construcciones de barro (adobe) que existen en los barrios antiguos de la
ciudad y que son ordinariamente las primeras que sucumben en los grandes sismos.
Sin embargo, en el barrio residencial moderno de Providencia, numerosos edificios
proyectados para resistir esfuerzos horizontales proporcionales a su peso, sufrieron
daños, produciéndose grietas en elementos tan resistentes como vigas y pilares de
hormigón armado. Sin embargo, como era de preverlo, dada la reducida amplitud
del movimiento, no hubo que lamentar el derrumbe de ninguna de estas construc-
ciones.
En el gráfico de la fig. 29 aparece achurada la zona en que puede esperarse que
se presenten estas condiciones. Es posible, en esta zona, que el período de las ondas
principales del temblor esté en resonancia con el modo fundamental de vibración
de la construcción, o bien, que resuene con sus otros modos de vibrar.

ESCALA ABSOLUTA DE TERREMOTOS

La mayoría de las llamadas escalas absolutas de terremotos se basan en factores


parciales del fenómeno, como la aceleración o la velocidad máxima de la onda. Es
por eso que siempre ha habido discrepancias entre la clasificación que se obtiene en
estas escalas y la de las escalas clásicas que se basan en la destrucción observada en las
construcciones durante el sismo. Creemos que la manera de poner de acuerdo es-
tas escalas es formular una escala absoluta, a base de la energía que las ondas prin-
cipales del movimiento pueden suministrar a una construcción que tenga la unidad
de masa.
Ya hemos visto, al comenzar el capítulo sobre «Energía de la acción sísmica»
que ella vale

W = E = Y 2 A M 4 X . X AMÁX.

Tendríamos entonces, que la energía del sismo se mediría por el semiproducto de la


aceleración máxima por el desplazamiento máximo de las ondas principales. Sugeri-
mos a los sismólogos formular una escala correcta, de esta naturaleza. Ella podría
ser, por ejemplo, semejante a la siguiente:
Grado I : Movimientos que sólo pueden percibirse mediante instrumentos.
Grado II: Movimientos perceptibles por el hombre, que no ocasionan daño alguno.
Grado I I I : Movimientos que ocasionan la caída de algunos objetos sueltos y
causan alarma en la población. Energía W = ^ Amáx X Améx de la onda principal:
inferior a 15 ergs.
Grado IV: Movimientos que ocasionan grietas en los edificios y otros daños ma-
teriale), sin producir derrumbes apreciables. 15 ergs < W < 75 ergs.
Grado V: Movimientos que ocasionan derrumbes de edificios.
75 ergs < W < 150 ergs.
Grado VI:Movimientos que arruinan ciudades enteras. 150 ergs < W < 500 ergs
Grado VII: Cataclismos. W > 500 ergs.
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