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Bartlett
Recordar
Alianza
Psicología minor
Frederic C. Bartlett
Recordar
Estudio de psicología experimental y social
Versión española de
Pilar Soto y Cristina del Barrio
Alianza Editorial
Título original: Remembering. A Study in Experimental and Social Psychology
Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el art. 534-bis del Códi
go Penal vigente, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes
reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica fijada
en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorización.
Prefacio....................................................................................................... 45
Primera parte
ESTUDIOS EXPERIMENTALES
1. El experimento en psicología......................................................... 51
7
8 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
Segunda parte
EL RECUERDO COMO TEMA DE ESTUDIO
DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
N otas.......................................................................................................... 389
LÁMINAS
I y II. Manchas de tinta usadas en los experimentos sobre formar
imágenes.................................................................................................... 98
9
10 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
tivos (p. 118); b) la idea de que la comprensión puede ser abordada psico
ló g ic a m e n te , a pesar de su carácter aparentemente elusivo (p 407) y c) el
papel de los esquemas para ello (p. 450). Esta visión de la significación his
tórica d e la obra de este autor viene a ser común entre los psicólogos cog-
nitivos contemporáneos. Pero no siempre la figura de un psicólogo del pa
sado es tra ta d a sólo a partir de sus contribuciones intelectuales- en
ocasiones, llega a apaiecer como un héroe al servicio de una forma épica
de e n t e n d e r la historia. Este es el caso del tratamiento que le da Gardner
(1985); «M ientras los gestaltistas mantenían una preocupación por los pro
blemas a gran escala, por los métodos globales de solución y por los aspee
tos constructivos del pensamiento, un psicólogo solitario que trabajaba en
Gran B r e t a ñ a estaba también manteniendo viva la fe cognitivista» ( dd
114-115). U na de las cuestiones que se subrayan con más frecuencia es su'
tr a ta m ie n to de la memoria por oposición al de Ebbinghaus (p.ej. Gardner
1985, p. 115). Pero, sin duda, la contribución que más se le reconoce es la
del c o n c e p t o de esquema, aunque el juicio sobre su relevancia es muy sus
ceptible a los avalares del momento en el cual aquél se realice. Así resulta
chocante recuperar algunas opiniones sobre este constructo formuladas
por a lg u n o s de sus discípulos; por ejemplo, Zangwill (1972/1987-8) dice-
«No pienso que vuelva a ser útil pasar revista a los valiosos ensayos hechos
por O ld f ie ld (1954), Broadbent (1958) y más recientemente Neisser (1967)
para reinterpretar ciertos aspectos de la teoría de los esquemas de B a rtW t
a la luz de la teoría de la información y de la tecnología informática. Estas
o p e ra c io n e s de salvam en to son comprensibles, p ero la teoría, que a mis
ojos n u n c a ha sido plausible, tal vez sea mejor olvidarla» (p. 168). Broad
bent (1 9 7 0 ) no es tam poco muy caritativo, pues refiriéndose, también a
este mismo constructo llega a decir: «Conceptos teóricos de este tipo sin
d e fin ic io n e s publicas, están casi predestinados a destruirse a sí mismos» (o.
4). C ie r ta m e n te el paso del tiempo es tan poco misericordioso con las con
trib u c io n e s de un au to r co m o lo es con las lecturas que de él se hacen
Compruébelo el lector, si gusta, echando una mirada a la noción de esque
ma d e s a r r o l l a d a por los miembros d e l grupo PDP (Rumelhart M cC le
lland a n d the PDF Group, 1986). Ellos coinciden con los a n te S re s en la
vaguedad de la nocion de esquema desarrollado por Bartlett (1932) fefr
Rum elhart, Smolenski, McClelland y Hinton, 1986, p. 17), para, después
(pp. 20-21), pasar a hacer una descripción de su concepción de los esque
mas c u y o s rasgos no se alejan mucho de los que Bartlett presenta en el ca
pítulo 10 de este libro. La cita que a continuación se recoge resulta elo
cu en te a e s te respecto.
Introducción a la edición española 13
1 Hay que destacar que Bartlett prácticamente siempre utiliza el gerundio para referir
se a los procesos psicológicos, y ello como resultado de una intención consciente de subra
yar el carácter activo del proceso, y su rechazo a la psicología de las facultades. Así nos en
contramos siempre imaging, perceiving, remembering, thinking, y prácticamente nunca
términos como imagery, memory o thought. Hay una ocasión concreta en la que hace refe
rencia a la necesidad de usar el gerundio. Se trata de una contribución a un simposium en el
que también participó con una ponencia John B. Watson, aunque como antes se señaló no
llegó a estar presente físicamente. En aquella ocasión Bartlett criticó a Watson, entre otras
muchas cosas, por su uso del vocablo thought en lugar de thinking, apuntando que «así la
distinción entre expresión y respuesta parece disiparse» (Bartlett y Smith, 1920, p. 62). Por
esta razón a lo largo de este trabajo trataremos de evitar la sustantivización de este ge
rundio, para ello utilizaremos siempre un infinitivo (percibir, imaginar, pensar, etc.; en lu
gar de percepción, imaginación, etc.), tratando así de presen/ar en lo posible la terminolo
gía del propio Bartlett.
14 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
3 Bartlett (1937) ofrece un breve relato sobre la historia del laboratorio de Cambridge.
Según él, la psicología en Cambridge tiene su origen en ios intentos de James Ward a este
respecto. En 1875 Ward presentó su tesis que le valió acceder a una fellowship en el Trinity
College. Se trataba de un ensayo titulado «La relación de Fisiología y Psicología», y consis
tía en una exposición y crítica de la psicofísica experimental de Weber y Fechner. En 1877
este mismo autor pidió a la universidad un laboratorio de psicofísica, siendo rechazado por
el claustro. Una petición posterior sufrió la misma suerte. Hay que señalar que Ward siem
pre insistió en que éste sería un laboratorio de psicofísica y no de psicología. Las razones de
los que se opusieron iban en línea de oponerse a un estudio materialista del alma. Pero la
nueva psicología fue abriéndose camino poco a poco en la universidad. En 1879 G.F. Stout
ingresó en el St. John’s College y allí alcanzó la primera fellowship por estudios psicológi
cos. Por fin en 1891 Ward consiguió una primera dotación de 50 libras esterlinas para com
prar material de laboratorio. Pero no sería hasta 1897 (el mismo año en que Ward fue nom
brado catedrático [chair] en Filosofía Mental y Lógica) cuando Sir Michael Foster,
catedrático de fisiología en Cambridge, consiguió una lecturership en Psicología Experi
mental y Fisiología de los sentidos. Este puesto fue ofrecido a W.H. Rivers, quien estaba
allí impartiendo cursos sobre fisiología de los sentidos desde 1893. Éste puede considerarse
como el primer laboratorio estable en Cambridge, y consistía en una habitación en el de
partamento de Fisiología. Mientras tanto, W. McDougall había llegado al Saint John’s Co
llege en 1890, convirtiéndose en el segundo fellow con un trabajo psicológico, siendo Rivers
el tercero poco después (1902). En este laboratorio fue donde Myers y McDougall -—como
estudiantes— comenzaron su trabajo en psicología bajo la dirección de Rivers. Fue a través
de una petición de este último como el programa de ciencia moral destinó 35 libras anuales
durante dos años para que un conjunto de habitaciones fueran destinadas a laboratorio de
psicología. Esta asignación se produjo de manera efectiva en 1901. En 1903 Cambridge
University Press ofreció una casita (16 Mili Ln., hoy ya desaparecida) para la ampliación
del laboratorio de psicología. Al mismo tiempo, la universidad ofreció 50 libras anuales
para aparatos y gastos. En 1904 Ward, Rivers y Myers fundaron el British Journal o f Psy-
chology. El trabajo en esta época se centraba en las sensaciones, percepción del color, las
reacciones ante el ruido, ilusiones ópticas, procesos perceptivos y reacción a la fatiga.
En 1909 Rivers dimitió de su lecturership, sustituyéndole Myers, cuya función exclusiva
pasó a ser enseñar psicología experim ental, por lo que recibía un estipendio anual de
50 libras. Fué en manos de Myers como el laboratorio se estableció firmemente. Ya en 1907
había solicitado a la universidad más espacio, pues la pequeña casita tenía que acomodar a
14 estudiantes de licenciatura, 2 estudiantes avanzados y 3 estudiantes graduados realizan
do investigación, lo que superaba en más del doble la capacidad del edificio. Esta petición
venía avalada por el programa de ciencia moral, en donde la resistencia inicial de los teólo
gos parecía haber sido superada. En 1908 las peticiones de fondos estaban ya circulando, y
en 1911 se inició la construcción del edificio. La mayor parte de los recursos para ellos pro
venían de Myers y de su familia, así como de una compañía comercial privada {The Drapers
Company o f London). El laboratorio de psicología era una sección del de fisiología, aunque
con administración interna independiente. En mayo de 1913 el laboratorio fue inaugurado
oficialmente. Myers pasó a ser el director del laboratorio, aunque sin sueldo; mientras que
18 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
allá las visiones que he aprendido de ellos. Ellos, junto con su mutuo ami
go, Sir Henry Head, han influido más en mi orientación sobre esta mate
ria que cualesquiera otros» (Bartlett, 1936, p. 42).
El estallido de la guerra en 1914 ejerció un fuerte impacto en Cam-
la universidad financiaba un puesto de ayudante y otro de mozo de laboratorio, ocupando
Cyril Burt el primero de estos puestos. Fue en el acto de inauguración del edificio cuando
Bartlett realizó el conjunto de demostraciones sobre percepción visual de formas geométri
cas, de dibujos y de ilusiones perceptivas, que refiere en el prólogo de este mismo libro. A
decir del propio Bartlett (1932, 1957) se sintió impresionado por la variedad de interpreta
ciones que los visitantes hicieron de las mismas presentaciones. Según él indica, éste fue el
inicio de sus intereses sobre los procesos de percibir e imaginar, que darían lugar a la reali
zación de los experimentos que constituirían una parte importante de su trabajo experimen
tal temprano, y que luego serían recopilados en Remembering.
4 James Ward (1843-1925) era fundamentalmente un filósofo. Entrenado inicialmente
como teólogo, pasó un período en Alemania a finales de la década de 1860 con Ludwig y
Lotze, y desarrolló un fuerte interés, por la psicología, pero considerándola en buena parte
como una disciplina propedéutica para la metafísica, especialmente en el último período de
su vida. Su interés por la experimentación se limitaba fundamentalmente a la psicofísica.
Fue profesor de Bartlett y con él discutió partes importantes de la tesis d&fellow de este úl
timo. La influencia sobre Bartlett quizá vaya más allá de la consideración de un punto de
vista general funcionalista. Bartlett conservó manuscritos de Ward y ocasionalmente co
menta sobre ellos. Hay que señalar que uno de los campos de mayor interés para él era la
memoria, pero considerando siempre la unidad'de la mente y de la experiencia individual
(Bartlett, 1925), además de manifestar un rechazo frontal a la psicología de ias facultades.
5 Wiliiam Halse Rivers (1864-1922) era médico (Universidad de Londres, 1888). Tras
un período como médico naval, trabajó en psicopatología y en4891 pasó al National Hospi
tal for the Paralysed and Epyleptic, en donde trabajó a ias órdenes de John Hughling Jack-
son, allí fue donde empezó a desarrollar su relación profesional y de amistad con Henry
Head (Ackernecht, 1942). Fue, como ya se ha señalado, la primera persona en impartir un
curso sistemático sobre psicología experimental en Gran Bretaña. En 1896 trabajó con Krá-
pelin en Alemania sobre problemas de fatiga mental (Rivers, 1896b, 1908). Ya hemos he
cho referencia a sus trabajos sobre fisiología de los sentidos (1895, 1896a, 1897, 1900a,
1900b, 1901a, b, c y d, 1904,1908) y psicología experimental (1894,1895,1906a). A la vuelta
de la expedición del estrecho de Torres pasó a dedicar el grueso de su trabajo a la etnogra
fía, realizando diversas expediciones a la India y Melanesia de donde surgieron algunos
de sus trabajos más im portantes en este campo (1906b, 1914a y b). Una parte impor
tante de su trabajo etnográfico incluye la realización de investigación experimental de las
sensaciones. Era un hombre de gran inquietud intelectual que no tenía inconveniente en
cambiar sus posturas teóricas en relación con sus nuevos hallazgos. En 1911 cambió su posi
ción antropológica desde el evolucionismo cultural al difusionismo. Aspecto este último
que ejerció una profunda influencia sobre Bartlett. Especialmente su trabajo sobre la Con-
vencionalización en el arte primitivo (1912). Durante la Primera Guerra Mundial trabajó
como psiquiatra para el Royal Flying Corps (que enseguida pasaría a denominarse R.A.F.).
Su trabajo con afectados por traumas psicológicos de combate le llevó a convertirse al psi
coanálisis, aunque nunca de un modo dogmático ni meramente seguidista, sino tratando de
integrar su trabajo anterior con este nuevo enfoque al que se adhiere (1920a, b y c, 1921,
1922b). Este trabajo clínico le conduce, también, a realizar nuevas publicaciones que conti
núan su trabajo anterior en este terreno (1891, 1893, 1895, 1918, 1919a y b, 1922a). En el
Introducción a la edición española 19
bienio 1920-1921 fue presidente de la Folk-lore Society (sic). Cuando muere súbitamente en
1922 había presentado su candidatura a la Cámara de los Comunes por el partido laborista.
Su influencia sobre Bartlett, sobre todo en la orientación temática general de su trabajo, pa
rece ser muy importante.
6 Charles S. Myers (1873-1946) estudió medicina en Cambridge (graduado en 1901).
Fue autor de un manual de Psicología Experimental que tuvo dos ediciones (1909, 1911), y
coautor, junto con Bartlett de un tercer (1925). Su primer manual, con el que ya hemos
mencionado que trabajó Bartlett, sirvió de texto para los trabajos en ei laboratorio de Cam
bridge. Este libro es extenso (432 páginas) y contiene 25 capítulos, de los cuales catorce es
tán destinados a sensación y psicofísica, dos a temas teóricos y metodológicos, uno a dife
rencias individuales en la sensación, uno al tiempo de reacción, dos a memoria, uno al
trabajo mental y muscular (sic), otro al tiempo y el ritmo, y otros dos dedicados respectiva
mente a la atención y al sentimiento. Cinco ejercicios de laboratorio completaban este volu
men. Su relación con la psicología aplicada y militar se inicia durante la Primera Guerra
Mundial, cuando además de alistarse como médico militar y alcanzar el grado de coronel,
inició la investigación en psicología militar en Cambridge. Fue a iniciativa suya y de Pears, y
con el patrocinio del Lancashire Antisubmarine Comittee (Bartlett, 1955), que Bartlett y
E.M. Smith —quien después sería su esposa— llevaron a cabo su trabajo experimental so
bre la selección de personal para el manejo de acuófonos en la lucha antisubmarina (Smith
y Bartlett, 1919, 1920), que constituye la primera referencia de que tenemos constancia de
trabajos aplicados en psicología experimental militar en los que participa Bartlett. En 1921,
Myers, junto con H.J. Welch, funda el Instituto Nacional de Psicología Industrial y se con
virtió en editor de Occupational Psychology, dedicando el resto de su trabajo psicológico a
este terreno.
7 Rivers, Myers y McDougall participaron en la expedición de Cambridge al Estrecho
de Torres (1898-1899) que había organizado A.C. Haddon. Esta expedición representa un
acontecimiento muy importante para la psicología británica, y ciertamente ejerció una in
fluencia que, aunque indirecta, fue muy poderosa en el trabajo inicial de Bartlett, cuyos pri
meros trabajos, a caballo entre la antropología y la psicología, están muy influidos tanto por
Rivers como por McDougall.
20 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
dición de fellow del Saint John’s College que presenta en 1916 y que le
valió alcanzar este estatus en 1917. Hay que señalar que este trabajo sur
ge de la intersección entre una preocupación antropológica y otra psicoló
gica en la que se nota la influencia de Rivers (especialmente de su trabajo
de 1912), así como del trabajo de Haddon (1894). Su propósito era tratar
de explorar los mecanismos psicológicos del modo en el que una determi
nada forma cultural (figurativa o narrativa) se transformaba al pasar de
un grupo cultural a otro, hasta plegarse a las convenciones del grupo que
la importa. En este proceso el material importado puede perder su carác
ter representativo inicial, llegando a tener un estatuto simbólico final
mente arbitrario o convencional, como puede ser el caso de la escritura
alfabética. El propósito de sus experimentos era precisamente el retrasar
ese proceso, y buscar sus determinantes psicológicos a través del trabajo
con sujetos individuales y, más tarde, con grupos. Parte de estos experi
mentos se publican enseguida (Bartlett, 1916b), mientras que otros irán
apareciendo en años sucesivos (Bartlett, 1920a, 1921), y siendo utilizados
para reflexiones posteriores sobre estos mismos problemas (1925, 1927a)
en donde se pone de manifiesto el proceso de elaboración del material re
cogido durante la Primera Guerra Mundial que será después reutilizado
en Remembering.
En este período Bartlett continúa con sus preocupaciones filosóficas.
Ingresa en la Aristotelian Society en 1915, siendo admitido al mismo tiem
po que A.N. Whitehead participando en diversas reuniones científicas de
esta sociedad (Bartlett, 1916c, 1917 y 1918).
Al acabar la guerra Myers volvió a ocupar su puesto de director del
laboratorio, siendo, además, promovido al puesto de reader en Psicología
Experimental, mientras que Rivers se dedicaba fundamentalmente a es
cribir alejándose de la actividad docente y experimental. Por entonces,
ambos consiguieron que se estableciera un diploma de psicología médica
con fondos del Medical Grants Fund.
En 1922 sucedieron dos hechos importantes para la vida de Bartlett.
El primero tiene que ver con el laboratorio y su relación con Myers. En
este año Myers dejó la vida académica, dejando vacante el puesto de di
rector del laboratorio, y pasando a fundar el National Institute o f Indus
trial Psychology, no sin antes haber hecho un legado económico particu
lar y haber conseguido el apoyo del Industrial Health Research Board y
del Medical Research Council. Esto permitió que en este momento hubie
ra ya tres plazas de profesor (lecturership) en psicología: psicopatología,
psicología experimental y conducta animal. Bartlett pasó a ocupar, enton
ces, la dirección del laboratorio y la lecturership en psicología experimen
tal. En esta época se dedicará a consolidar y expandir el laboratorio y a
Introducción a la edición española 21
gica, más que doctrinal. El resultado fue Study o f Society: Methods and
Problems (1939a), en el que él colabora con un capítulo.
'En esta misma década Bartlett empieza a realizar investigación en psi
cología experimental aplicada. Ya en 1935 el Medical Research Council
decidió crear una plaza de profesor (lecturership) en psicología industrial
en el laboratorio de Cambridge. Estos trabajos se van orientando priori
tariamente hacia una estrecha relación con las fuerzas armadas. Por la
misma época pasa a asesorar a la RAF (miembro del Air Ministry’s Air
Personnel Research Cominee) en momentos en los que el espectro de la
guerra empieza a vislumbrarse.
La apertura de las hostilidades condujo a dirigir parte de las activida
des del laboratorio de Cambridge al esfuerzo bélico. Aquí fue importante
la contribución de Kenneth Craik, quien en 1936 había ingresado en el la
boratorio como ayudante de investigación. Fue gracias a su colaboración
como Bartlett llevó a cabo líneas de trabajo hasta entonces poco desarro
lladas, como era el estudio de las habilidades corporales, aunque esto le
había interesado desde hacía tiempo como consecuencia de su interés por
el criquet y el tenis (Oldfield, 1972), cosa que también se pone de mani
fiesto en las propias páginas de este volumen. El trabajo en psicología
aplicada a problemas militares condujo al establecimiento en 1944 de la
Applied Psychological Unit, bajo el patrocinio del Medical Research
Council, de la que Craik fue su primer director. Esta área de las habilida
des corporales pasó a ser una de las áreas de interés en el trabajo de Bar
tlett, aunque nunca dedicó una monografía para exponer su postura al
respecto (1943, es uno de los sumarios que más se aproximan a ello). El
número de trabajos aplicados a la psicología militar que firma Bartlett du
rante la guerra y en los años inmediatamente posteriores es bastante im
portante, y son resultado de encargos tanto de autoridades británicas
como norteamericanas.
Durante la guerra recibe varias distinciones importantes. En 1941 se le
nombra comendador de la Orden del Imperio Británico, y en 1943 recibe
las medallas Baly y Huxley de la Roy al Society. En 1948 fue nombrado
caballero. También en esta época fue nombrado doctor honoris causa por
las universidades de Princeton (1947), Lovaina (1949) y Londres (1949),
visitando los Estados Unidos y aprovechando para dejarles a los nortea
mericanos una muestra de sus facultades críticas sobre la psicología que
allí se estaba produciendo en esos momentos (1947).
Broadbent (1970) es de la opinión que los años de la posguerra fueron
unos de los más resaltables de la biografía de Bartlett. Por entonces ya te
nía más de sesenta años, pero encontró la energía para desarrollar una lí
nea de investigación sobre el estudio de las habilidades complejas huma-
24 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
8 En aquella ocasión dijo de Ebbinghaus «me parece que es el líder errante de algo
muy parecido a un rebaño de ovejas» (p. 54).
9 Su título es An experimental study o f so me problems o f perceiving and imaging.
Introducción a,la edición española 27
lo que allí se recogía, pues el m aterial que aquí ofrece tiene un co
mentario de resultados más amplio. Hay que destacar que aquel traba
jo trataba sobre La función de las imágenes, un título ciertamente ade
cuado para su contenido, y que, de acuerdo con su postura que antes
hemos expuesto, puede también ser analizado desde el punto de vista
de la acción de recordar. En ambas ocasiones —el trabajo de 1921 y el
capítulo de 1932— se ofrecen un conjunto de interpretaciones teóricas
de gran interés, tanto en io que se refiere al papel del sentimiento y la
disposición en el recuerdo, como en las estrategias (él las llama m éto
dos) de los sujetos para evocar detalles del pasado (caras de personas).
Es a partir del uso predominante que unos y otros hacen de las imáge
nes o las palabras que los divide en «visualizadores» y «verbaliza-
dores».
El capítulo sexto (Experimentos sobre el recordar: c) el método del dibu
jo ), recoge la segunda serie de experimentos a ia que se refería en la segun
da parte del artículo de 1921, pero que allí analizó muy someramente. Aquí
se pone claramente de manifiesto, y de forma expresa, la influencia crucial
que la primera preocupación de Bartlett por cuestiones antropológicas (la
convencionalización) ejerce sobre la totalidad de los trabajos empíricos que
se recogen en este libro. El tema que aquí se trata es el proceso de transfor
mación que sufren símbolos de diversa complejidad estructural y semejanza
con su referente hasta llegar a convertirse en signos arbitrarios mediante su
utilización continuada en series repetidas. El objetivo concreto de su traba
jo consistía en buscar el modo de funcionamiento de los procesos psicológi
cos que sostiene este proceso de convencionalización a nivel individual.
Una novedad interesante respecto del primer artículo es que aquí separa
los efectos atribuibles al material del atribuible al sujeto, algo que ya había
hecho en el artículo de 1916, pero que, sin embargo, no reproduce en los
otros capítulos en los que recoge esos mismos resultados y que ya hemos
comentado.
Los capítulos 5 y 7 están destinados a analizar el recuerdo de historias.
Parte del material que allí se ofrece ya había sido objeto de análisis en un
artículo publicado en la revista Folk-lore (sic) bajo el título de «Algunos
experimentos sobre la reproducción de historias populares» (Bartlett,
1920a), en concreto las historias tituladas «la guerra de los fantasmas» y
«el hijo que trató de ser más listo que su padre». También en este caso los
resultados se ofrecen de modo más pormenorizado. En estos capítulos se
ofrecen resultados de otras historias que no se mencionan siquiera en el
artículo a que acabamos de referirnos. Eso, y el hecho de que una de ellas
se refiera a acontecimientos que se fechan en el verano de 1918, parece
sugerir que pudieran haberse administrado con posterioridad a la redac
Introducción a la edición española 31
ción del artículo de 1920. Ciertamente ése debe ser, también, el caso de
los resultados obtenidos con estudiantes de universidades de la India, y
que nos cuesta trabajo pensar que Bartlett hubiera renunciado a comen
tar en una revista de antropología como la que eligió para su primera pu
blicación en esta área.
El capítulo octavo incluye análisis de materiales también recogidos
en el artículo al que últim am ente nos venimos refiriendo (1920a), si
bien de nuevo se produce el caso de una presentación más pormenori
zada de resultados, pues en la prim era ocasión se limita a referirse a
que ha utilizado este m aterial, y a señalar que los resultados con él
obtenidos no son diferentes a los observados en el caso de la memoria
de historias.
Los tres capítulos siguientes están dedicados a hacer una elaboración
teórica de los resultados hasta el momento ofrecidos. También en este
caso se da la existencia de antecedentes en sus publicaciones previas. En
concreto, el capítulo noveno recoge algunas de las temáticas que él ya
había tratado en su conferencia en Ciudad del Cabo de 1929 n . El déci
mo, está dedicado a exponer su teoría del recordar, en donde expone su
adaptación del concepto de esquema de Sir Henry Head, y tiene también
antecedentes (1927a). El capítulo 11 (Las imágenes y sus funciones), por
su parte, retoma la discusión teórica final del artículo de 1921, al que an
tes nos hemos referido, que aquí reinterpreta a través de la discusión que
realizó en 192512 (referida a los resultados de los trabajos publicados en
1916 y 1921). Resulta interesante señalar cómo en este capítulo, en el
apartado titulado «imaginar y pensar», tras haberse referido a las ventajas
e inconvenientes de las imágenes —fundamentalmente, por un lado la ca
pacidad de individuar las representaciones del pasado para extraerlas de
los esquemas, y por el otro, la imposibilidad de referirse a contenidos no
sensoriales y no concretos—, se extiende sobre las ventajas de las pala
bras para formular principios de relación y solucionar problemas. En sus
propias palabras: «Para transportar esa formulación, para utilizar las ca
racterísticas generales cualitativas y relaciónales de la situación a la que
de forma más o menos abierta se hace referencia, las palabras parecen ser
los únicos instrumentos adecuados hasta ahora descubiertos o inventados
por el hombre. Usadas de esta manera, tienen éxito donde las imágenes
tienden más claramente a fallar: pueden nombrar a lo general tanto como
describir a lo particular, y dado que tratan con conexiones formuladas,
A modo de conclusión
dél concepto de esquema que toma de Henry Head. Este concepto le per
mite establecer el puente que necesita entre conceptos propios del ámbito
de las actividades socioculturales (lo que él llamaba las instituciones, há
bitos y costumbres de una sociedad) y las respuestas psicológicas de los
sujetos individuales, a través de un concepto que se instancia en el ámbito
biológico y que no es exclusivo de nuestra especie. Lo que sí lo es, es la
capacidad del esquema para «volverse sobre sí mismo» a través de la acti
vidad de la conciencia y así dirigir intencionalmente la acción aprove
chando la experiencia previa.
Este último aspecto que hemos mencionado, nos conduce a seña
lar una sorprendente comunidad de ideas con la obra de algunos au
tores contem poráneos suyos y que ya hemos señalado en otro lugar
(cfr. Rosa, 1993, pp. 455-456). Allí indicábam os como Luria (1932)
recoge tam bién la influencia de Hughlings Jackson y H enry H ead
(1920, 1926), y, a partir de ella, elabora su concepción de los «siste
mas funcionales» (cfr. Luria, 1932, pp. 370-371) en un momento muy
anterior a su trabajo en medicina y fisiología, y en un libro que está
dedicado a estudiar las ejecuciones motoras de sujetos muy variados
(adultos, niños, delincuentes en estado de estres emocional, deficien
tes mentales, etc.) y en donde trata, .también, el tema de la concien
cia y la génesis de la voluntad. Esta coincidencia en el uso de las
mismas fuentes, y en el trabajo sobre tem as próximos, junto con el
interés —éste sí con orígenes muy diferentes en uno y otro caso—
por estudiar las relaciones entre aspectos socioculturales, por un
lado, y actividades psicológicas, por el otro, condujo a la elaboración
de dos aproxim aciones teóricas coincidentes en muchos aspectos en
lugares tan alejados —no sólo geográficamente— como eran Inglate
rra y Rusia que aparecen publicadas en el mismo año 1932.
Los aspectos coincidentes de estas dos posturas teóricas, y la posi
bilidad de su enriquecimiento mutuo, es un tema que tal vez merezca
ser explorado con detenimiento en el futuro. Tal vez una fresca m ira
da hacia la aportación de los funcionalismos de principios de siglo per
mitiera escribir una historia de la psicología en la que aportaciones
como las de Baldwin, G.H. Mead, Bartlett, Janet, Wallon o Vygotski
no fueran simplemente interesantes figuras disidentes de la línea domi
nante en la historia oficial de la psicología. No resulta imposible imagi
nar una historia de la psicología, aún no escrita, en la que una concep
ción funcionalista y sociogenética del psiquismo humano, con una
fuerte base biológica, marque unas líneas para el trabajo futuro distin
tas al ya manido relato que engarza estructuralism o, conductismo y
cognitivismo. No cabe duda de que el futuro arrojará luz sobre nuestro
Introducción a la edición española 37
pasado, y que el paisaje que de este modo se revele, nos servirá para
orientar la elección de nuevos caminos.
Mirar al pasado no sirve únicamente para recrearnos en las ruinas
producidas por el tiempo, sino que amuebla nuestras conciencias con sig
nificados, nos sitúa en un flujo de eventos y nos hace construir narracio
nes con una tensión que dirige a una acción futura. Bartlett en este libro
no sólo nos m uestra unos problemas, una forma de trabajar y unos resul
tados obtenidos con los recursos disponibles hace cerca de tres cuartos de
siglo, sino que, también, pone ante nuestros ojos una sensibilidad ante lo
psicológico y nos hace entrar en un diálogo que puede enriquecer nuestra
propia forma de trabajar. Disfrutémoslo atendiendo a sus palabras y dis
cutiendo con su propia voz.
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Introducción a la edición española 39
rary British Psychology. Parte III. B artlett’s Theory of Memory, British Jour
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45
46 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
F. C. B a r t l e t t
Laboratorio de Psicología
Cambridge
Mayo de 1932
Primera parte
ESTUDIOS EXPERIMENTALES
!
Capítulo 1
EL EXPERIMENTO
EN PSICOLOGÍA
1. Los comienzos
51
52 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
pero fue antes que nada un físico. Wundt, el primer hombre que se plan
teó claramente como objetivo hacer una ciencia experimental de la psico
logía. se formó como fisiólogo. Hering, al que con frecuencia se le conce
de menos crédito del que merece por su influencia en ciertas líneas de
investigación psicológica, era asimismo fisiólogo. Al lado de estos hom
bres hubo otros con intereses más teóricos y especulativos. Stumpf, de
formación médica asimismo, estaba interesado fundamentalmente en la
música y la filosofía, y G. E. Müller, quien influyó mucho y notablemente
en el desarrollo de la psicofísica, así como en otros muchos campos, po
seía una formación filosófica.
No es raro, pues, que la psicología experimental comenzara bien con
estudios directos de reacciones sensoriales específicas, bien intentando es
tablecer una medida de la relación existente entre los estímulos físicos y
distintas formas aparentemente sencillas de reacciones o experiencias hu
manas resultantes. Asimismo, tampoco causa sorpresa que se desarrolla
ran rápidamente posiciones de amplio alcance teórico. Es fácil compren
der, además, las causas por las que constantem ente se ha intentado
controlar las variaciones de la respuesta y de la experiencia mediante va
riaciones conocidas de los estímulos y explicar las primeras en términos
de los últimos, así como las razones de que se haya sostenido que las reac
ciones deben reducirse a su forma «más simple» y estudiarse separadas
del grupo de respuestas con las que están relacionadas en la vida cotidia
na. Sin embargo, aun cuando nos limitemos a investigar sobre sentidos es
pecíficos, la tendencia a poner excesivo énfasis en la definición del estí
mulo, junto con el objetivo de simplificar mediante el aislamiento de la
reacción, originan profundas dificultades psicológicas, que se ponen aún
más de manifiesto cuando el método experimental trata de abordar res
puestas humanas de gran complejidad.
2. Su evolución
nerse —aunque no sea una implicación necesaria del método— que cuan
do sabemos cómo se ha condicionado una respuesta aislada, podemos
'concluir legítimamente que se producirá del mismo modo cuando se halle
integrada en otras formas de reacción más complejas.
Desde un punto de vista psicológico, es siempre extremadamente difí
cil establecer en qué consiste la simplicidad de la respuesta. Algunas, ve
ces consideramos que la respuesta «simple» es aquella que aparece pri
mero en un orden de desarrollo, como cuando decimos que percibir es
«más simple» que pensar, o que las reacciones táctiles son «más simples»
que las visuales. Bajo este punto de vista, obviamente las sñabas sin senti
do no nos dan simplicidad de respuestas, ya que nadie sueña con apren
der a conectar laboriosamente largas listas de material sin significado has
ta que llega al laboratorio de psicología, momento en el que debe de
haber alcanzado cierta madurez aunque quizás no mucho juicio.
En otras ocasiones, la respuesta «simple» es aquella sobre la que el
agente no puede decir prácticamente nada, excepto que ha ocurrido. Se
trata de un criterio resbaladizo porque algunos sujetos no encuentran
prácticam ente nada que decir sobre ninguna respuesta, mientras que
otros parecen capaces de hacer de cada reacción el tema de una larga dis
cusión analítica. Es evidente a este respecto que las reacciones ante el
material sin sentido no se encuentran en una posición favorable entre la
masa de respuestas de memoria de la vida cotidiana.
Algunas veces llamamos «simple» a una respuesta que es separada del
funcionamiento simultáneo de las otras respuestas con las que norm al
mente se encuentra integrada. Este es el tipo de «simplicidad» que, según
parece, se tiene en mente al hacer experimentos con material sin sentido.
Por ejemplo, Myers —al comentar favorablemente el uso de tales méto
dos— dice que al emplear sílabas sin sentido «hemos sido capaces de eli
minar las asociaciones por el significado y de establecer las condiciones
que afectan a la mera retentividad y reproductibilidad de una presenta
ción, y que determina el número y curso de las asociaciones que se for
man entre los miembros de una serie de tales objetos. Es cierto que las
condiciones establecidas se pueden alejar bastante de las que reinan en la
vida cotidiana pero sólo a partir de comienzos tan simples puede avanzar
el conocimiento psicológico más allá del estadio que ya se había alcanza
do antes de aplicar el experimento»2. Es decir, en nuestros experimentos
tenemos que vérnoslas con la memoria pura o con la evocación no conta
minada por cualquiera de las funciones relacionadas con las que se acom
pañan en la vida cotidiana.
Con todo, sólo hay una forma de asegurar el aislamiento de la res
puesta: extirpar o paralizar las funciones que le acompañan. Se trata de
56 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
3. Desarrollos estadísticos
con sólo un ligero retraso de las ondas de la tasa de matrimonio con res
pecto a las de la tasa de comercio.
Entonces nos valemos una vez más de la interpretación. Si los aplaza
mientos de los matrimonios dependieran únicamente de las circunstancias
de la industria el año en que tienen lugar, la curva de la tasa de matrimo
nios debería ir muy por delante de la curva de comercio. Yule pudo de
mostrar que las estadísticas son coherentes con «la simple suposición de
que los aplazamientos son proporcionales a las condiciones medias en un
determinado año junto con los cuatro o cinco años precedentes».
En este ejemplo, la interpretación se produce en dos momentos: pri
mero, para establecer la línea de toda la investigación y, segundo, para
comprobar y dirigir los resultados iniciales de la investigación. En ambos
momentos la interpretación descansa directamente en la observación hu
mana. Si podemos aplicar estas consideraciones al campo de la estadística
demográfica, también lo podemos hacer con más razón al uso de la esta
dística en psicología, donde con frecuencia, y a pesar de todas las dificul
tades, es posible limitar y controlar la observación en mayor o menor gra
do. De principio a fin, el psicólogo estadístico debe confiar en que la
psicología le diga dónde aplicar y cómo interpretar su estadística.
En este libro, sin embargo, no habrá estadísticas, lo que no implica en
absoluto desprecio hacia una de las más poderosas herramientas con que
puede contar el psicólogo, sino que se debe tan sólo a que se intenta
abordar un campo de investigación en el que hay que definir las relacio
nes supuestas de la forma más precisa posible antes de que pueda ser
fructífero recoger y correlacionar conjuntos de resultados. «No hay
nada», dice C. S. Myers, «más importante que el hecho de que el psicólo
go experimental tenga una buena base teórica y práctica de tipo estadísti
co. Pero al mismo tiempo no hay nada más importante que el que sepa
cómo y cuándo usar sus conocimientos psicológicos y que los emplee de
forma no meramente mecánica ni automática, sino prestando la conside
ración debida a las circunstancias psicológicas»7.
4. El experimento en psicología
dio por el otro» 8. Ahora bien, como hemos visto, la estabilidad de este úl
timo es perfectamente compatible con una gran variabilidad del primero
y, de modo igualmente correcto, la variabilidad del último puede estar
acompañada de la estabilidad del primero. Por consiguiente, por mucho
que se controle cuidadosamente que las condiciones externas sean unifor
mes, no se asegurará, sólo por ello, que la respuesta se produzca de modo
conocido e inalterado. Este aspecto debe quedar claro, si consideramos
que las reacciones psicológicas son sólo una clase de las respuestas bioló
gicas que se han desarrollado para hacer frente a un medio externo en
constante cambio. Por tanto, el medio externo puede permanecer constan
te y, sin embargo, las condiciones internas del agente que reacciona —-las
actitudes, estados de ánimo, todo ese conjunto de factores determinantes
que caen bajo la denominación de temperamento y carácter— pueden va
riar de forma notable. Sin embargo, éste es precisamente el tipo de deter
minantes cuya importancia es primordial para el psicólogo. Por ejemplo,
en muchos experimentos el sujeto tiene que reaccionar repetidas veces
ante una situación simple y uniforme. Obviamente, las últimas respuestas
que aparecen en la serie vienen determinadas de distintas maneras por las
primeras y se trata de la clase de determinación que a menudo interesa
directamente al psicólogo. Una vez más, las condiciones externas pueden
variar, así también la descripción de las respuestas evocadas aunque el
modo de determinación de las respuestas continúe siendo sustancialmen
te el mismo. Por ejemplo, el deportista que describe un partido, el político
que informa sobre algún debate actual de Estado, el músico que comenta
un concierto, todos ellos abordan un material muy diferente, y no cabe
duda de que su forma de realizar dicha tarea le parecería muy diferente a
un observador. Sin embargo, su selección, crítica, ordenación y construc
ción del material puede ser estricta y completamente comparable, ya que
son producto de factores determinantes internos pertenecientes al mismo
orden.
De ello resulta que si bien la psicología experimental tiene que prepa
rar las condiciones externas atendiendo a la uniformidad y el control, el
experimentador no debería dudar nunca en romper dicha uniformidad
externa en aras de la estabilidad de la respuesta. Asimismo, se deriva la
escasa utilidad de contar, promediar y correlacionar respuestas a menos
que se haya realizado previamente un cuantioso trabajo con el fin de dilu
cidar las direcciones más probables donde buscar para establecer las co
nexiones entre las condiciones y la reacción.
El único tipo de problema que puede abordar el experimentalista es el
de las condiciones, que en la psicología está expuesto a unas formas de
confusión inexistentes en otras ciencias. En efecto, el psicólogo tiene que
El experimento en psicología 61
1. Introducción
63
84 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
Grupo 1
oo
o
(v) (viii)
un poco más antes de intentar anotar lo que habían visto. Según dijeron,
al esperar un rato podían automáticamente «lograr una imagen clara» del
objeto en cuestión.
La utilización de un nombre cobró mayor importancia. Ahora no sólo
satisfacía al observador sino que le ayudaba a conformar su representa
ción. Por ejemplo, (vi) recibió el nombre de «piqueta» en una ocasión y
fue representado con dientes puntiagudos. Otra vez recibió el término de
«cortadora de césped» y fue dibujado con una hoja redondeada. Fue con
siderado como mitad parte de una llave (el mango) y mitad parte de una
pala (la hoja) y se modificó consiguientemente su representación. Seis
observadores lo denominaron «ancla» y exageraron el tamaño del anillo
de la parte superior. Sólo en un caso se reprodujo correctamente la pun
ta de la hoja: fue un sujeto que consideró que el dibujo representaba un
«hacha de guerra prehistórica». A (v) se le denominó en dos ocasiones
«marco de cuadro» y fue reproducido en estos casos de la siguiente ma
nera:
) \
Los dibujos del grupo 3 eran algo más complejos que los de los grupos
1 y 2. Algunos de ellos, (ix) por ejemplo, respondían a un plan o regla fá
cilmente apreciable, mientras que otros —por ejemplo, (x)— estaban di
vididos en varias partes, cada una de las cuales contenía características
importantes y relativamente independientes.
e « • « • » •
e 9
• © • e »
Grupo 3
Al llegar a esta etapa era necesario repetir las exposiciones, por lo que
nos pareció deseable emplear una serie de dibujos, en cada una de las
cuales aumentaran o disminuyeran los detalles gradualmente, mantenién-
a ri ^ t-i + o -o 1 Io v /y a i o o ] f\ ^ n K A n 1 11 C* 1 CP
U U iC L c a ll t u ci i u iciLgKJ id t/i p id . li u t v i a u u i £ í v iv ^ ii? iO C /U a i o C
PROHIBIDO
EL PASO.
PROPIEDAD
PRIVADA
t
76 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
LJn aeroplaxo
(xii)
Grupo 4
Este hecho nos puede ayudar a prepararnos para los casos de cambios to
davía más marcados que veremos que son característicos de la reproduc
ción remota.
diato una viva imagen visual. A partir de entonces, bien la dominaba y di
rigía la observación perceptiva, o bien podía llegar a reconocerse que di
cha imagen entraba en conflicto con el objeto presentado. Un ejemplo de
lo último se dio cuando uno de los sujetos, que vivía en un pueblo pes
quero, estaba examinando una fotografía de «Lancha de salvamento Mar-
gate en el embarcadero». En el ensayo décimo octavo dijo: «No tiene sen
tido seguir. Me sugiere continuamente el embarcadero de mi casa. Lo veo
en lugar de la imagen que tengo delante. Una de las primeras cosas que
hice cuando adquirí una cámara hace tiempo fue tomar una fotografía de
ese lugar desde mi casa, que es lo que recuerdo al ver esto. En esa época
había un barco de gran tonelaje como el de la fotografía. Así que confun
do constantemente las dos y no quiero seguir.»
En realidad, en muy raras ocasiones los sujetos diferenciaron de for
ma tan clara entre la imagen sensorial provocada por el objeto estimula
dor y su interpretación del mismo objeto. Pero los observadores, aunque
no se dieran cuenta, utilizaron constantemente un marco o trasfondo de
imágenes para sus reacciones perceptivas. Por tanto, diseñé otras situacio
nes experimentales con las que esperaba obtener una información más
clara sobre algunos de los tipos y condiciones comunes de los procesos de
formación de imágenes.
Antes de describir y analizar estos experimentos sobre formar imáge
nes, voy a intentar establecer las conclusiones más importantes que se
pueden derivar de los experimentos sobre percibir en relación con los
problemas de memoria.
rar, por lo que respecta a la vida mental. Las dificultades teóricas de esta
noción son considerables y tendremos que describirlas más adelante, pero
parece indiscutible que esta noción corresponde a un hecho psicológico.
El nombre dado de forma irreflexiva puede decidir lo que se percibe,
como se demuestra en muchos casos.
b) Con objetos bastante más complejos, especialmente cuando son re
lativamente poco familiares, se da frecuentemente una búsqueda de ma
terial análogo. Cuando se encuentra, se procede como en el caso anterior
a dar un nombre, que opera de forma similar. Sin embargo, todo el proce
so se vuelve más «intencional».
c) En otros casos, el marco o fondo se da en respuesta a un esquema
u orden de colocación. En estas circunstancias no se da ningún nombre al
material y puede ser un proceso tan inmediato e irreflexivo como el ante
riormente comentado.
d) Con material representativo muy complejo pueden aparecer du
das, pero surge de inmediato una imagen sensorial precisa que constituye
el fondo necesario.
1. Introducción y método
85
86 Recordar: Estudio de psicología experimental y social
3. Resultados experimentales
i) Variedad
S e ñ o ra c o lé ric a q u e le h a b la a u n h o m b r e s e n ta d o e n u n silló n ; y u n a m u le ta .
C a b e z a d e o s o , y u n a g a llin a m i r a n d o s u r e f l e j o e n el ag u a .
M o n a g u i l l o e n f a d a d o q u e e s t á e c h a n d o a u n c a s to r in tr u s o q u e h a d e ja d o sus
huellas en el suelo.
Un hombre dando patadas a u n b a ló n .
L ag o s y r e ta z o s v e rd e s e n u n a p r a d e r a .
E sp a n ta p á ja ro s detrás de un á r b o l p e q u e ñ o .
P e rd ic e s m in ú s c u la s r e c ié n s a l i d a s d e l c a s c a r ó n .
D ib u jo s de animales y el. P rín cip e h e re d e ro de Alemania.
H u m o q u e v a a s c e n d ie n d o .
Todas estas respuestas c o rre s p o n d e n a la mancha 13, sin que los suje
tos tuvieran el ánimo de falsearlas, .sino antes bien, de ser sinceros, pues
todos ellos quisieron señalar h a s ta <qué punto les parecía que su propuesta
se podía justificar.
En general, aquellos sujetos cjue adoptaron la costumbre de conside
rar las manchas de forma global re sp o n d ie ro n de forma bastante más fan
tástica que aquellos que las d iv id ie ro n en partes y examinaron cada parte
por separado. Pero aquí como a l p ercib ir, el examinar un objeto «como
un todo» es perfectamente c o m p a tib le con el que existan ciertas caracte
rísticas dominantes que funcionan , au n q u e no se analicen de forma sepa
rada. Por ejemplo, una p erso n a d e sc u b rió que la mancha 13 le sugería
«En el centro, la copa del m a n z a n o ; a la derecha, el Diablo con sus cuer
nos; a la izquierda, Adán, y E v a e n la lejanía».
N o rm alm ente, cuando las m a n c h a s tenían una forma simple, la varie
dad se refería al detalle antes q u e al contexto general. Por ejemplo, la
mancha 1 les recordó al 82 p o r c ie n to de los observadores un ave o pez; el
45 por ciento de éstos lo d e n o m in a ro n un «pato»; el 12 por ciento una
«oca»; el 8 por ciento un «gallo cacarean d o » ; el 4 por ciento un «pavo», y
el resto meramente lo llam aron a v e o pez sin especificar. De modo similar
con la mancha 3, cuya forma e ra la m ás regular de todas: el 33 por ciento
la llamaron una «foca»; el 17 p o r cien to un «caracol» o «babosa»; el 12
por ciento una «sirena»; y el 9 p o r ciento un «pez» simplemente. Otras
respuestas fueron: ballena, tib u r ó n pequeño, dragón sin patas, medusa
88 Recordar: Estudio de psicología experimental y social
Todos los que han usado manchas de tinta con fines experimentales
en psicología han observado que pueden arrojar luz sobre los intereses
Experimentos sobre formar imágenes 89
Clase 1 (b):
Sujetos ocasionalmente rememorativos y siem- formada por el por el 14 por
pre detallistas...................................................... ciento de los sujetos
Sujetos casi nunca rem em orativos pero casi formada por el por el 28 por
siempre detallistas.............................................. ciento de los sujetos
Clases 1 y 2 (mezclada):
Sujetos que entraron en detalles fácilmente y
generalizaron menos fácilmente; o generaliza- formada por el por el 17 por
ron fácilmente y entraron en detalles menos ciento de los sujetos
fácilmente; muy poco rememorativos.............
L ámina I
5
Experimentos sobre formar imágenes 99
L á m i n a II
Capítulo 4
EXPERIMENTOS
SOBRE RECORDAR.
a) El método de la descripción
101
102 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
a) las que tienen que ver con la posición o con la dirección de la mi
rada;
b) las que tienen que ver íntegramente con detalles concretos;
c) las que incluyen detalles no presentes en el caso en cuestión, sino
en otra parte de la serie;
el) las que incluyen detalles que no están presentes en ninguna parte
de la serie.
car las tarjetas III y IV, si bien la trasposición de las tarjetas IV y V fue
casi igual de frecuente. La confusión de detalles fue igualmente frecuente
en el caso de algunas otras tarjetas.
En la primera sesión:
E n la segunda sesión:
3. La dirección de la mirada
Dirección Informe
real Número
de la de la Perfil Perfil Cara de
mirada tarjeta izq. derecho \1 ]D \l |D frente Total
I I 10 3 . 1 3
|D II 3 1 1 . 6 3 2 16
II III 1 . 9 25 17
11 IV 3 3 2 9 2 19
|D V . 1 . 1 3 8 4 17
. De. más interés son dos intentos de clasificar las tarjetas, por la direc
ción hacia la que miraban, basándose en una regla. Ya hemos visto que
asignar una regla o norma de elaboración puede tener una importancia
funcional considerable en una respuesta perceptiva inmediata. Ahora co
menzamos a tener algunos datos sobre el papel que puede desempeñar el
mismo factor al recordar.
El sujeto A dijo sobre el coronel: «Creo que está mirando en la misma
dirección que los demás». Ya había descrito al guardiamarina como «mi
rando a la izquierda» y había afirmado que «el soldado miraba en la mis
ma dirección que el primero». Al llegar al capitán dijo: «Creo que estaba
mirando del mismo modo que el coronel, pero no estoy seguro. Recuerdo
que me pareció que los dos o tres primeros miraban en la misma direc
ción y que el último lo hacía en la dirección contraria». En este caso no se
recuerda directamente el material, sino una opinión sobre el material he
cha en el momento en que las tarjetas se vieron por primera vez.
El sujeto M, al hablar del coronel, dijo: «Me hice la idea de que las ca
ras comenzaban mirando a la izquierda y que acababan mirando a la de
recha de modo que formaran una serie». Cuando llegó al capitán dijo:
«La cara estaba ligeramente orientada hacia la derecha: eso coincide con
mi idea de una serie». Del marinero dijo: «Miraba hacia la derecha. Tiene
la cara vuelta hacia las letras. Hace un momento no estaba segura de si
completaba la serie, pero ahora creo que sí».
Ambos sujetos no están recordando directamente el material presen
tado, sino una opinión que se formaron sobre el material cuando io vie
ron originalmente. En ambos casos, en los que la evocación se produjo
muy poco después de la presentación original, los sujetos fueron plena
mente conscientes de lo que estaban haciendo. No obstante, en el acto de
recordar cosas más antiguas, muy bien puede ocurrir que las inferencias
basadas en este tipo de opiniones se entremezclen inconscientemente con
la evocación real de material perceptivo o de patrones.
Una vez más, ambos casos ejemplifican lo que Binet denominó «idée
directrice»3. Cuando se le presenta el material, el sujeto descubre, quizá
de forma inmediata, tal vez mediante un análisis preciso, lo que considera
que es la regla de ordenación. Después, es la propia regla la que adquiere
predominio y modela el recuerdo del sujeto. Binet señala la gran impor
tancia y difusión de esta idea: «Idée directrice, idée précongue, préjugée,
partis pris, influence de la tradition, esprit conservatoire, misonéisme des
vieillards, tels sont les noms sous lequels on designe, suivant les circons-
tances, le phénoméne mental que nous allons chercher á étudier»4,
Binet atribuye fundamentalmente a pura inercia el influjo de la «idée
directrice»: «Si l’éléve s’engage dans la voie de l’idée directrice c’est parce
Experimentos sobre recordar: a) E! método de la descripción 107
, que c’est la ligue du moindre effort; et il est plus facile d’accroítre régulié-
rement l’appréciation d’un poids ou d’une ligue que de taire une appré-
ciation sérieuse de chaqué poids et de chaqué ligue»5.
Este es sólo un aspecto del problema. El clasificar de acuerdo con la
«regla de la serie» posee otras ventajas. Una única ley, expresada de for
ma sencilla, puede ser la base sobre la que construir muchos detalles. En
realidad, puede distorsionar los hechos, sobre todo simplificándolos, pero
dicha distorsión no resulta un gran inconveniente porque en la vida coti
diana la exactitud meticulosa en los detalles reviste normalmente poca
importancia.
Por otra parte, tanto A como M basaron sus recuerdos en esta serie en
el uso del lenguaje. Pertenecían al tipo de sujetos que propongo denomi
nar «vocalizadores». En esos casos el mejor modo de expresar reglas y se
cuencias, una vez formulados, es hacerlo mediante palabras, y en muchos
casos, tienen obligatoriamente que expresarse así, de la misma manera
que la imagen visual se adecúa mejor a las características especiales de
objetos o situaciones concretas. Así pues, es probable que haya que consi
derar que este resultado complementa al que se observó en el caso del or
den de presentación. Éste constituye un tipo de «regla» o secuencia, y el
mismo medio que se adecúa mejor con un aspecto de una situación puede
llevar a distorsionar otro aspecto.
taban curtidas por la intemperie»; «tenía aspecto de estar muy bien ali
mentado y vestido»; «creo que tenía un tipo de rostro bastante anguloso»;
«tenía un aspecto enfurecido, no, creo que parecía muy jovial»; «tenía as
pecto ceñudo»; «la impresión general que me produjo su cara y en espe
cial sus ojos fue que podría ser a veces un ordenancista, especialmente en
los desfiles». El capitán y el marinero suscitaron un repertorio de comen
tarios igualmente interesantes, variados y generales. Obviamente, todo
tipo de nociones convencionales sobre los militares y marinos de un ran
go determinado complicaron los patrones perceptivos y se hicieron más
acusadas al coincidir este experimento con la Gran Guerra, pero se puede
observar que el mismo tipo de complicaciones afectan siempre a nuestras
reacciones frente a las caras y a las expresiones faciales.
Una cara concreta produjo a menudo inmediatamente una actitud
más o menos convencional apropiada al tipo dado. Además esa actitud
afectó activamente a los detalles de la representación. La tendencia a
convertir los rasgos de la cara en convencionales se puso de manifiesto
frecuentemente incluso en el recuerdo inmediato, si bien en los recuer
dos siguientes se tendió a acercarlos todavía más al patrón convencional:
«Este, creo, dijo un sujeto, era el soldado Atkins. Tenía tipo de soldado
normal. Tenía un bigote grueso y espeso y un tipo de cara más tosco que
el resto.» Es indudable que transfirió el bigote de la tarjeta IV, pero ello
se debió directamente a que consideró al soldado como una clase y casi
con seguridad tuvo algo que ver con un tipo de tiras populares que goza
ban en ese momento del favor del público. «Es muy posible —continuó
este sujeto— que haya visto el pelo del hombre. Me dio una impresión
general de pelambrera. La tosquedad general de la cara puede deberse al
hecho de que estuviera despeinado.» En un experimento posterior dijo:
«Probablemente las líneas de la cara eran negras, pero es una inferencia
de la impresión general de tosquedad». Y todavía más adelante: «No
puedo decir con seguridad si tiene arrugas en la frente. De nuevo tengo
la impresión de un hombre que viene de padecer un clima duro. El cue
llo de su abrigo está levantado». Por último, exactamente dos meses des
pués del experimento inicial: «Tengo la impresión general de un hombre
que viene de soportar un mal tiempo. Diría que lleva una gorra imper
meable». Este sujeto estaba en el servicio activo del Ejército británico en
aquella época.
Uno o dos ejemplos más nos mostrarán con mayor claridad todavía el
carácter predominantemente afectivo de este tipo de reacción. Un sujeto
manifestó en relación con el capitán: «La característica más notable de su
cara era la de limpieza. Experimenté alivio al ver de nuevo la cara de un
marino. Su rostro era de tipo agradable». No señaló ningún detalle pero
Experimentos sobre recordar: a) El método de la descripción 109
6. La transferencia de detalles
Cuatro casos tuvieron que ver con la pipa, cuatro con el bigote y cua
tro con un emblema. Es decir, el detalle que se transfirió con mayor fre
cuencia fue generalmente de carácter sobresaliente, ya que en esa época
los emblemas militares tenían mucho interés para mis sujetos.
Los detalles se transfirieron de una tarjeta inicial de la serie a una pos
terior con una frecuencia casi dos veces superior que en el sentido contra
rio. Puede que este hecho no tenga un significado especial puesto que las
112 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
7. Detalles importados
Quizás sea curioso que la importación también parece que tiene más
propensión a producirse en relación con detalles sobresalientes. Con
tocio, si tenemos en cuenta que la prominencia de los detalles viene defi
nida por intereses específicos, podemos concluir que eso era lo esperable
después de todo. Por ejemplo, un sujeto, oficial del Ejército, se interesó
especialmente por los emblemas militares de las gorras. Al hacer su des
cripción los convirtió en los emblemas de los regimientos con los que es
taba familiarizado en el servicio activo.
que se tenía del aspecto que debería tener, o probablemente tuviera, una
cara determinada. La imagen se aceptó casi siempre a continuación. El
sujeto L, al describir al coronel, dijo: «Tenía un aspecto de bastante enfu
recido». Hizo una pausa, como si estuviera inseguro y después dijo: «No,
parecía bastante jovial, creo. La imagen agradable es una imagen visual y
la otra no. Me inclino por momentos a favor de la imagen y después por
la idea que tenía. No obstante, creo que era agradable». En este caso la
imagen visual no es totalmente perfecta pero el sujeto la prefiere a una
opinión sobre el rostro en cuestión. Se dieron muchos otros ejemplos y,
por lo que respecta a esta forma de experimento, la aparición de una ima
gen visual conduce a un aumento de seguridad totalmente desproporcio
nado con cualquier precisión objetiva. «Ver es creer» en otros dominios
distintos de la percepción directa.
Si pasamos a estudiar a los vocalizadores típicos, obtenemos un cua
dro totalmente distinto, cuya característica primordial es la gran inseguri
dad relativa. El método de recuerdo adoptado puede parecer muy com
plejo o indirecto. El sujeto A describió su procedimiento de la siguiente
manera: «El recordar lo que dije anteriormente (estaba hablando en la
segunda sesión) ha desempeñado un papel importante en lo que he dicho
ahora. A veces recordaba mis opiniones anteriores no las palabras, sino
simplemente el hecho de pensar tal o cual cosa sobre los dibujos. Encuen
tro difícil decir exactamente lo qué sucedió en esa situación pero parecía
haber una incorporación de una “sensación” concreta. Diría que se pro
duce una “sensación” característica de que se recuerda haber hecho un
juicio»9. El sujeto M también habló todo el rato de recordar «opiniones»,
pero el sujeto F describió su método más bien como recordar «palabras».
Este último dijo que sus imágenes visuales eran siempre menos claras y
nunca pasaban de meros fragmentos. Las palabras que se había dicho
cuando estaba observando las tarjetas podían repetirse cuando intentaba
describirlas a continuación; y se dejaba guiar por ellas más que por cual
quier otra cosa.
Todos estos sujetos reaccionaron como si estuvieran construyendo sus
descripciones a medida que avanzaban. Les preocupaba mucho que
sus comentarios encajaran unos con otros de forma consistente. Hacían
inferencias con facilidad, y eran a menudo totalmente conscientes de ello.
El verdadero sujeto visualizador nunca hacía eso a menos que le fallara la
imagen. Quizás estas diferencias entre un método de respuesta directo o
indirecto nos dan la razón principal por la que los vocalizadores conside
raron frecuentemente posibilidades alternativas antes de su informe final.
De ser éste el caso podemos comprender por qué los vocalizadores pre
sentaban frecuentemente una actitud insegura y dubitativa.
Experimentos sobre recordar: a) El método de la descripción 115
117
118 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
de los hechos narrados suscitara imágenes visuales muy vivaces en los su
jetos adecuados, y pensé que quizás de ese modo arrojaría nueva luz so
bre algunas de las ideas sobre las condiciones y funciones del formar imá
genes originadas al utilizar el método de la descripción.
En cuarto lugar, se podría considerar que el relato concluye introdu
ciendo un elemento sobrenatural, circunstancia frente a la que deseaba
observar las reacciones.
El relato original fue el siguiente:
Una noche dos jóvenes de Egulac bajaron al río a cazar focas, y mientras
estaban allí, el tiempo era brumoso y tranquilo. Oyeron entonces gritos de
guerra y pensaron: «Parece una danza de guerra». Huyeron a la orilla y se es
condieron detrás de un tronco. Entonces llegaron canoas, oyeron el ruido de
los remos y vieron que una canoa iba hacia ellos. Había cinco hombres en ella,
que dijeron:
Los Fantasmas
Había dos hombres en las orillas del río cercano a Egulac. Oyeron el ruido
de palas, y apareció una canoa con cinco hombres que les llamaron y dijeron:
«Vamos a combatir contra la gente. ¿Venís con nosotros?».
Uno de los dos hombres contestó, diciendo: «Nuestros familiares no saben
dónde estamos, y no tenemos flechas».
Contestaron: «Hay flechas en la canoa».
Así que el hombre fue, y combatieron con la gente, y después les oyó de
cir: «Han matado a un indio, vamos a regresar».
Así que regresó a Egulac, y les contó que sabía que eran Fantasmas.
Habló con la gente de Egulac, y les contó que había combatido con los
Fantasmas, y que habían matado a muchos hombres en ambos lados, y que le
habían herido pero no había sentido nada. Se desplomó y se quedó más tran
quilo, y por la noche tuvo convulsiones y algo negro surgió de su boca. La
gente dijo:
«Está muerto».
Los Fantasmas
Había dos hombres en las orillas de un río cercano al pueblo de Etishu (?).
Oyeron el ruido de remos rem ontando la corriente, y al poco rato apareció
una canoa. Los hombres de la canoa les hablaron y dijeron: «Vamos a comba
tir con la gente: ¿venís con nosotros?»
Uno de los dos hombres contestó, diciendo: «Nuestros familiares no saben
dónde estamos; pero mi compañero puede ir con vosotros. Además, no tene
mos flechas».
Así que el joven fue con ellos, y com batieron con la gente y mataron a mu
chos en ambos lados. Y después oyó gritar: «El indio está herido; regrese
mos.» Y oyó decir a la gente: «Son los Fantasmas». No sabía que estaba heri
do, y regresó a Etishu (?). La gente se concentró en torno a él y lavó sus
heridas, y él les dijo que había com batido con los Fantasmas. Después se que
dó callado. Pero por la noche tuvo convulsiones y algo negro surgió de su
boca.
Y la gente gritó:
«Está muerto».
124 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
En esta ocasión se hace decir de forma precisa a los antagonistas del
joven que las personas a las que está ayudando son los «Fantasmas» (es
decir, miembros del clan de los Fantasmas). El indio se convierte en un
héroe y en el centro de interés al final cuando, por vez primera, «lavan»
sus heridas. La ignorancia del indio acerca de sus heridas, aspecto que ha
bía preocupado a este sujeto quince días antes, regresa a la parte central
del relato pero parece que se atribuye a una mera excitación general. De
hecho, el elemento sobrenatural se ha eliminado prácticamente de forma
total.
La ingeniosa racionalización de los «Fantasmas» es un ejemplo claro
del poder que puede tener un interés específico para producir una distor
sión inconsciente del material recordado. El sujeto era un estudiante de
Antropología que, más tarde, realizó trabajos de campo bastante impor
tantes, en particular en relación con los temas de los términos de paren
tesco y sistemas de clanes. Este sujeto también hizo descender la excusa
de la «flecha» al segundo lugar y posteriormente consideró que probable
mente era una invención suya. La referencia a los parientes se mantuvo y
los nombres propios una vez más presentaron dificultades especiales.
c) Es interesante tomar en consideración un caso de racionalización
total y al mismo tiempo casi completamente inconsciente. La primera re
producción del sujeto L fue:
Dos jóvenes de Egulac salieron a cazar focas. Creyeron oír gritos de gue
rra, y un poco más tarde oyeron el ruido de los remos de unas canoas. Una de
estas canoas, en la que había cinco nativos, se acercó a ellos. Uno de los nati
vos chilló: «Venid con nosotros: vamos a guerrear con algunos nativos de la
parte alta del río.» Los dos jóvenes respondieron: «No tenem os flechas.»
«Hay flechas en nuestras canoas», fue la réplica. Uno de los jóvenes dijo en
tonces: «Mi gente no sabrá a dónde he ido»; pero, volviéndose al otro, dijo:
«Pero tú podrías ir». Así que uno regresó mientras que el otro se unió a los
nativos.
El grupo remontó el río hasta un pueblo al otro lado de Kalama, donde
desembarcaron. Los nativos de aquel lugar bajaron al rio a encontrarse con
ellos. Hubo un gran combate y mataron a muchos de ambos lados. Entonces
uno de los nativos que había hecho la expedición río arriba chilló: «Vamos a
regresar; el indio ha caído». Entonces trataron de convencer al joven para que
regresara diciéndole que estaba malherido, pero él no se sentía así. Entonces
pensó que veía fantasmas a su alrededor.
Cuando regresaron, el hombre les contó a sus amigos lo que había sucedi
do. Describió cuántos habían muerto en ambos lados.
Experimentos sobre recordar: b) t i método de reproducción repetida 125
Para todos mis sujetos las dos partes más incomprensibles de la narra
ción original fueron los fantasm as y la muerte final del indio. En la prime
ra de estas dos reproducciones los fantasmas desempeñan una parte míni
ma y sencilla: el indio se los im agina cuando resulta herido. Pero
aparentem ente no es tan sencillo, y en la última versión, gracias a una
condensación y una racionalización de la que el sujeto no fue consciente,
ambas dificultades se h icie ro n m anejables. Esta es sólo una de las va
126 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
rías versiones en las que el original «algo negro» se convirtió en «salir el
aliento».
Una vez más, de las dos excusas del indio, la basada en la probable an
siedad de los familiares aumenta de importancia, y la otra desaparece, en
este caso totalmente. El título y los nombres propios se han olvidado.
La racionalización se presentó prácticamente en todas las reproduc
ciones o series de reproducciones pero, como era de esperar, el modo
en que se llevó a cabo varió mucho de un caso a otro. La forma particu
lar adoptada depende directamente de la acción de los intereses indivi
duales específicos, como en el caso del «clan de los Fantasmas», de al
gún hecho que depende de la experiencia personal, o de alguna
peculiaridad de las actitudes individuales que determina la prominencia
o importancia de los detalles del material global.
Por ejemplo, esta es otra versión de La guerra de los fantasmas tal
como la recordó un sujeto seis meses después de la lectura original:
(No se da título) Cuatro hombres bajaron al agua. Les dijeron que se me
tieran en un bote y llevaran armas con ellos. Indagaron «¿Qué armas?» y les
respondieron «Armas para guerrear». Cuando llegaron al campo de batalla
oyeron un gran ruido y gritos, y una voz dijo: «El hombre negro ha muerto».
Y lo llevaron al sitio donde estaban, y lo- posaron en tierra. Y echó espuma
por la boca.
Regresó a su cabaña por la noche, y les contó a sus amigos que había esta
do en una batalla. Habían muerto muchos, y a él le habían herido con una fle
cha; no había sentido ningún dolor, dijo. Le dijeron que debía de haber estado
combatiendo en una batalla de fantasmas. Entonces recordó que le habían
lastimado y se excitó mucho.
Sin embargo, por la mañana se puso enfermo, y sus amigos le rodearon; se
desvaneció y su cara se puso muy pálida. Después se retorció y chilló y sus
amigos se aterrorizaron. Al final se quedó tranquilo. Algo denso y negro sur
gió de su boca y se quedó retorcido y muerto.
Había dos jóvenes que salieron una vez por la tarde a coger focas. Iban a
empezar cuando apareció un bote por el río con cinco guerreros dentro. Pare
cían tan fieros que los hombres pensaron que les iban a atacar. Pero se tran
quilizaron cuando les pidieron a los jóvenes que se metieran en el bote y les
ayudaran a combatir a algunos enemigos.
El mayor dijo que no podía ir porque sus familiares se inquietarían por su
causa. Pero el otro dijo que iría y se fueron.
128 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
Regresó por la noche cansado y excitado, y les contó a sus amigos que ha
bía estado combatiendo en una gran batalla. «Murieron muchos de los nues
tros y muchos de los adversarios», dijo. «Me hirieron, pero no me sentí mal.»
Más tarde, por la noche, se retiró tranquilamente a la cama después de en
cender un fuego. A la mañana siguiente, sin embargo, cuando los vecinos fue
ron a verle, dijo que debía de haber estado combatiendo en una batalla de
fantasmas.
Entonces se desplomó y se retorció en agonía. Algo negro saltó fuera de
su boca. Todos los vecinos alzaron las manos y chillaron aterrorizados, y cuan
do examinaron al joven descubrieron que estaba muerto.
Dos jóvenes bajaron al río a pescar focas. Divisaron, al poco rato, bajando
por el río, una canoa con cinco guerreros dentro y se alarmaron. Pero los gue
rreros dijeron: «Somos amigos. Venid con nosotros porque vamos a entablar a
una batalla.»
El mayor de los jóvenes no podía ir porque pensó que sus familiares se in
quietarían por su causa. El más joven, sin embargo, se fue.
Por la noche regresó de la batalla, y dijo que le habían herido, pero que no
había sentido dolor.
Había habido un gran combate y habían muerto muchos en cada bando.
Encendió un fuego y se retiró a descansar en su cabaña. A la mañana siguien
te, cuando los vecinos se acercaron para ver cómo estaba, lo encontraron con
fiebre. Y cuando salió afuera, al amanecer, se desplomó. Los vecinos chilla
ron. Se puso lívido y se retorció en el suelo. Algo negro surgió de su boca, y
murió. Así que los vecinos decidieron que debía de haber estado en una gue
rra con los fantasmas.
Experimentos sobre recordar: b) Ei método de reproducción repetida 129
Dos jóvenes bajaron al río a cazar focas. Estaban ocultos detrás de una
roca cuando llegó hasta ellos un bote con varios guerreros. Los guerreros, sin
embargo, dijeron que eran amigos, y les invitaron a ayudarles a combatir con
tra un enemigo río arriba. El mayor dijo que no podía ir porque sus familiares
se inquietarían mucho si no volvía a casa. Así que el más joven se fue con los
guerreros en el bote.
❖ * 't-
Por la noche regresó y les contó a sus amigos que había estado combatien
do en una gran batalla y que habían muerto muchos de ambos bandos.
Después de encender un fuego, se retiró a dormir. Por la mañana, cuando
salió el sol, se sintió mal, y sus vecinos fueron a verle. Les había dicho que le
habían herido en la batalla, pero que entonces no había sentido dolor. Pero
pronto se puso peor. Se retorció y chilló y cayó al suelo muerto. Algo negro
surgió de su boca.
Los vecinos dijeron que debía de haber estado en guerra con los fantas
mas.
Hay una m ayor elab o ració n aún de la parte inicial del relato, pero
pocos cambios a p a rtir de ahí. Parece que la narración se ha estereoti
pado, al menos tem p o ralm en te, tanto en su forma general como en va
130 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
rías de las expresiones usadas. Los fantasmas han adoptado definitiva
mente su posición al final de la narración y toda ella ha ganado en co
nexión y. coherencia respecto al principio. Por regla general, la forma
de un relato queda bastante fijada mediante las repeticiones efectuadas
en intervalos bastante cortos, aunque los detalles sufran cambios pro
gresivos.
Pero ¿qué ocurre con un intervalo más amplio? Dos años y seis meses
después, el sujeto que según afirmó no había visto ni pensado en el relato
en este intervalo, se mostró de acuerdo en intentar reproducirlo y es
cribió:
Algunos guerreros fueron a em prender la guerra contra los fantasmas.
Combatieron durante todo el día, e hirieron a uno de su tropa.
R egresaron a casa por la noche llevando a su cam arada enfermo.
Cuando el día llegó a su fin, se puso rápidamente peor y los campesinos le
rodearon. Al ponerse el sol suspiró: algo negro surgió de su boca. Estaba
muerto.
Cuento
,Había, .dos jóvenes, y fueron a la orilla del río. Oyeron gritos de guerra y
dijeron: «Hay una guerra de fantasmas». No tenían flechas. Vieron una canoa
con cinco hombres en ella. Dijeron. «Las flechas están en la canoa». La guerra
de los fantasmas empezó. Muchos murieron. Había un joven al que alcanza
ron, pero no se puso enfermo. Oyó que habían herido al Indio. Volvió a su
pueblo en la canoa. Por la mañana estaba enfermo, y su cara se contrajo. Algo
negro surgió de su boca, y gritaron: «Estaba muerto».
Cuento
Había dos fantasmas. Fueron al río. Había una canoa en el río con cinco
hombres dentro. Se produjo una guerra de fantasmas. Uno de ellos preguntó:
«¿Dónde están las flechas?». El otro dijo: «En la canoa». Comenzaron la gue
rra, en la que hubo varios heridos y algunos muertos. Un fantasma fue herido
pero no se sintió enfermo. Volvió al pueblo en la canoa. A la mañana siguien
te estaba enfermo y algo negro surgió de su boca, y gritaron: «Está muerto».
Cuento
Había fantasmas. Tenía lugar una pelea entre ellos. Uno preguntó: «¿Dón
de están las flechas?» El otro dijo: «Están en la canoa». Hirieron o mataron a
un gran número de los combatientes. A uno de ellos lo hirieron, pero no se
sintió enfermo. Lo llevaron a su pueblo que estaba a varias millas remando en
la canoa. Al día siguiente algo negro surgió de su boca y gritaron: «Está muer-
132 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
La primera parte del relato ha desaparecido completamente y todo él
se ha convertido ahora en una lucha entre fantasmas. Los detalles domi
nantes parecen haberse suprimido o dominar casi todo el resto. Al sujeto
en cuestión, su relato le parecía bastante claro, pero comparado con las
versiones precedentes parece muy brusco e inconexo.
f) Por último, elegiré dos recuerdos entre los varios producidos des
pués de mucho tiempo. Representan métodos y procesos totalmente dis
tintos. Cada uno a su modo, plantea problemas interesantes.
La versión siguiente se obtuvo después de seis años y medio de la lec
tura original. El sujeto (W) sólo había dado previamente la reproducción
«inmediata», con las características habituales: algunas abreviaciones, pe
queña modernización de la terminología y un comentario realizado al fi
nal, después de la reproducción, sobre el hecho de que el «algo negro»
debía de ser el alma del hombre según la «antigua creencia egipcia». Al
cabo de seis años y medio me encontré casualmente de nuevo con este
hombre y se ofreció voluntariamente para recordar el relato. Lo recordó
por etapas, cavilando y dudando, pero con una sorprendente facilidad
global Daré esta versión exactamente como la escribió.
1. Hermanos.
2. Canoa.
3. Algo negro de la boca.
4. Tótem.
5. Uno de los hermanos murió.
6. No puedo recordar si uno mató al otro o estaba ayudando al otro.
7. Iban de viaje pero no puedo recordar por qué.
8. Grupo en canoa de guerra.
9. ¿El viaje es una peregrinación por razones filiales o religiosas?
10. Estoy seguro ahora de que era una peregrinación.
11. El objetivo tenía algo que ver con el tótem.
12. ¿Fue en esta peregrinación cuando se encontraron con un grupo hostil
y mataron a uno de los hermanos?
13. Creo que había alguna referencia a una selva sombría.
14. Dos hermanos fueron en una peregrinación que tenía algo que ver con
un tótem, en una canoa por un río cuyas aguas fluían por una sombría selva.
Durante la peregrinación se encontraron con un grupo de indios hostiles en
una canoa de guerra. En la lucha murió uno de los hermanos y algo negro sa
lió de su boca.
15. No estoy seguro de cómo murió el hermano. Puede que tuviera que
ver con algún sacrificio.
16. La causa del viaje estaba relacionada tanto con el tótem como con la
devoción filial.
17. El tótem era el dios familiar y por tanto estaba relacionado con la de
voción filial.
Experimentos sobre recordar: b) Ei método de reproducción repetida 133
b) Clima de «apoyo»
hecho de que las narraciones de este tipo son más frecuentes que cuales
quiera otras en los relatos populares de distintos grupos sociales. Los dos
relatos,que utilicé con esta form a de construcción fueron acogidos casi
s ie m p r e con la observación: « S í, es un cuento del tipo de 'La casa que
construyó JackV
La forma, plan, tipo o esquem a de un relato parece ser el factor pre
dominante y más perm anente en este tipo de material cuando hablamos
de adultos instruidos norm ales. P o d ría seguirse experimentalmente el
desarrollo de la respuesta a la form a para así determinar su importancia
relativa en individuos de edades y categoría intelectual diferentes. Posi
blemente, una vez que se establece la respuesta a la forma, su estabilidad
y efectividad pueden deberse a que poseen un carácter marcadamente
afectivo. Este aspecto, así como el estudio de los mecanismos por los que
se producen las transformaciones de los detalles, se estudiará más adecua
damente cuando se tome en consideración qué función desempeñan los
procesos de racionalización en el curso de la reproducción repetida.
presteza, y esto es sobre todas las cosas lo que explica la persistente igual
dad de la reproducción repetida.
La racionalización, que proporciona al material considerado como un
todo su marco apropiado, es sólo una parte del proceso total. También hay
que abordar los detalles, y cada cadena de reproducción ilustrará el modo
en que el proceso de racionalización se aplicó a elementos particulares.
El método más directo es el de proporcionar lazos de conexión preci
sos y estables entre las partes de material que están desconectadas prima
facie. Las versiones al uso de la mayoría de los relatos populares parecen
torpes, quizás con cabos sueltos que encajan juntos muy mal, lo que se
debe a un contexto social m arcado que hace posible que los narradores y
oyentes den por sabido lo que no se expresa. Si las reproducciones se ob
tienen en una com unidad social distinta de la que desarrolló la versión
original, el sujeto establece los lazos de unión casi siempre de forma in
consciente. En L a guerra de los fantasmas los sucesos se siguen unos a
otros, aunque por regla general no se establece la relación entre ellos. La
situación es similar a la que se enfrentaría el espectador de una de las pri
meras películas cinematográficas en las que se hubieran omitido los rótu
los explicativos habituales. En los experimentos, los sujetos proporciona
ban los rótulos, p ero sin darse cuenta de que lo estaban haciendo. «Ellos
(es decir, los jóvenes) oyeron que se les acercaban unas canoas, y por tan
to se ocultaron....»; «uno dijo que no iría puesto que los familiares no sa
bían dónde estaba»; «Oyó que los indios gritaban: 'Vamos a casa puesto
que el hombre de Egulack está herido’»; «El joven no se sentía mal (es
decir, herido ) p ero sin embargo ellos se marcharon a casa (evidentemente
las fuerzas co n trin ca n tes tenían bastantes ganas de dejar de luchar)»]
«Cuando regresó el joven encendió un fuego (probablemente para cocinar
su desayuno)». Todas estas partículas y frases pertenecen a la versión de
uno de los sujetos y se podrían ofrecer ejemplos semejantes en casi todos
los casos. El resultado neto es que el relato tiende a quedar privado de to
das sus formas sorprendentes, raras y de apariencia incongruente, para
ser reducido a una narración metódica. Se le despoja de todos los elemen
tos que incom odan y confunden al lector y se le proporcionan nexos aso
ciativos que en la form a original se suponían sobreentendidos.
Supongamos, no obstante, que a los mismos observadores se les pre
sentan pasajes con argumentos bien ordenados y se les pide que los re
produzcan. N o quiere decir que se retengan y reaparezcan los lazos co
nectivos que sí se proporcionan en esta ocasión. Cumplen su función
haciendo que el m aterial parezca coherente. La forma de lo que se pre
senta puede producir ese efecto, incluso aunque apenas se haya reparado
en los elementos sobre los que se ha construido dicha forma. Todo obser
142 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
vador normal instruido se esfuerza por encontrar lazos asociativos, lo que
no implica la reproducción fidedigna del tipo de conexión o del tema de
tales lazosvcuando se dan.
La racionalización, por lo que respecta a la forma, tiene su máxima
expresión en la concatenación de hechos dentro de los relatos; por lo que
respecta a los detalles del material, la racionalización se efectuó normal
mente al conectar los elementos dados con algo externo al relato y que el
propio observador proporcionaba, lo que guarda una analogía con lo que
denominé «importación» en el método de la descripción. Hubo tres tipos
fundamentales.
En primer lugar, se encuentra el proceso que en todos los casos fue
consciente en las etapas iniciales pero produjo después transformaciones
inconscientes de conectar el material con otro tema externo al relato,
pero de la misma naturaleza general. Por ejemplo, el «algo negro» de La
guerra de los fantasmas se interpretó frecuentemente como una materiali
zación del aliento del hombre agonizante. Asimismo, se aceptó un ejem
plo que narraba que el pico de un cuervo se había convertido en un cuchi
llo, y se preservó tenazmente considerándolo que era un símbolo en un
sueño de asesinato. Puede que decir que estos casos son «conscientes» no
sea estrictamente exacto. Normalmente, antes de formular la explicación
se produce cierta demora, y en todos los casos el material racionalizado se
considera primero como simbólico. Con la reproducción repetida, los ma
teriales o hechos simbólicos reemplazan finalmente de forma completa a
lo que simbolizaron en el original. Es probable que, en sentido psicológi
co, todos los procesos de simbolización estén subordinados a un proceso
de racionalización más amplio, y que la etapa final del proceso completo
de simbolización sea la destrucción del símbolo6.
El segundo proceso de racionalización, tal como ocurrió aquí, fue in
consciente desde el comienzo hasta el final. La transformación de «algo
negro» en «echar espuma por la boca» fue uno de los casos, así como lo
fue el que varios sujetos introdujeran una «isla» en La guerra de los fa n
tasmas. Es probable que sean del mismo tipo los cambios que se produje
ron en la frase final aparentemente irrelevante de una de las leyendas: «Y
así fue como el loro nunca regresó a casa», que pasó a: «y así fue como el
loro volvió a casa al final, y aquí se acaba el cuento». En este tipo de ra
cionalización no había ninguna simbolización, en el sentido propio del
término. El material empleado no tenía un doble significado en ningún
momento de la transformación, como se pudo constatar.
Este es el tipo de racionalización en que los intereses y peculiaridades
individuales desempeñan un papel más claro. En el primer tipo esa parte
del proceso que es inconsciente tiende a seguir las líneas de la creencia al
Experimentos sobre recordar: b) El método de reproducción repetida 143
Esta ciudad se asem eja al m undo, porque el mundo está Heno de individuos
dementes. ¿No es la m ayor sabiduría que puede tener un hombre amar a Dios
y obedecer su voluntad? P e ro ahora esta sabiduría se ha perdido, y la codicia
y la obcecación han caído com o lluvia sobre la tierra. Y si alguien escapa a
esta lluvia, sus com pañeros lo tienen por demente. Han perdido la sabiduría
de Dios, así que dicen q u e es un dem ente quien ha perdido la sabiduría del
mundo.
Esta gran ciudad es com o el m undo. Porque en el mundo hay muchas perso
nas, y sobre ellas caen en ocasiones plagas del cielo, y nadie sabe cómo llegan.
Es bueno que los hom bres vivan sencillamente, y amen a Dios, y hagan su vo
luntad. Pero los hom bres se vuelven hacia otro lado y buscan la sabiduría y los
premios del mundo, no p restan atención a la vida elevada y sencilla. Y por
ello, a los pocos que in te n ta n servir a Dios y vivir sencillamente, como Él de
sea, el resto los desprecia, y al estar solos en la postura correcta, los alienados
los consideran dem entes.
d) Invenciones o importaciones
1. Introducción
151
152 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
lenguaje escrito. En prácticamente todos los casos, comenzaron siendo di
bujos realistas, para gradualmente irse convirtiendo en signos convencio
nales no representativos. Cuando se estudian los procesos de esta evolu
ción, se toma en cuenta especialmente tanto el análisis de las formas
gráficas, como el de los sonidos asociados. Mediante dicho análisis, según
parece, lo que originalmente se aceptaba simplemente como un todo aca
ba por convertirse en una parte convencional del mismo; dichas partes se
organizan finalmente en formas, palabras y oraciones muy variadas. Así
por ejemplo, las formas alfabéticas comunes fueron originalmente dibujos
realistas de distintos objetos, de los que han sobrevivido algunos de sus
componentes, hasta llegar a ser completamente convencionales, incorpo
rándose a las muchas combinaciones del lenguaje escrito que utilizamos a
diario1. Desde la perspectiva de una descripción objetiva, no cabe duda
de que así es como suceden las cosas exactamente; pero desde un punto de
vista psicológico, parece improbable que exista un esfuerzo consciente
de análisis en relación con el proceso. Muy probablemente lo que origina
el análisis es precisamente esa especie de preeminencia de ciertos ele
mentos de una totalidad compleja que ya se ha ilustrado en varias ocasio
nes en el transcurso de estos experimentos.
Sea como fuere, parecía posible usar un material con signos gráficos
en reproducciones seriales y repetidas para intentar descubrir cómo un
individuo, o una serie de individuos, se comporta frente a dichos carac
teres.
La utilización de este tipo de material poseía ventajas adicionales. Es
indudable que al interrogar a una persona sobre una representación nos
estamos alejando de las condiciones de la vida cotidiana. Las acciones y
reproducciones habituales se producen en su mayoría de forma ocasional
y accesoria respecto a nuestras preocupaciones primordiales. Comenta
mos con otras personas las cosas que vemos para valorarlas y criticarlas, o
comparamos nuestras impresiones con las de los demás, pero normalmen
te no nos molestamos en buscar una total precisión de forma directa y ex
presa. Mezclamos la interpretación con la descripción, interpolamos cosas
no presentes originalmente, transformamos las cosas sin esfuerzo y sin
darnos cuenta de ello.
Cuando se sabe que se está realizando un experimento, no es posible
liberarse del todo de la tarea de reproducir literalmente el material. No
obstante, podemos aproximarnos más al ideal de lo que se hace por regla
general. E l método de escritura de dibujos intenta evitar, como mínimo, la
actitud esforzada propia de las reproducciones rápidas y difíciles. Los sig
nos se reproducen, tanto en los experimentos como en la vida real, no
tanto por lo que son como por lo que representan, o por lo que significan.
Experimentos sobre recordar: c) El método de escritura de dibujos 153
2. Descripción d el m étodo
Voy a tratar en detalle sólo los resultados del método que fueron re
sultado de reproducciones repetidas.
a) Métodos de aprendizaje
para
© para
<3> para
f|
para
t
para
a para «trozo»;
para «palabra»;
| j~¡ | para «rollo»; y
-. | | — para «detrás».
o representaba «cabeza»;
representaba «rey»;
representaba «fuerte», y
O representaba «trozo».
para «posada»;
para «nadie»;
para «gente»;
* ?] para «todos»; y
v V W W
?
Un sujeto lo identificó inmediatamente como «parecido al relámpa
go»; entonces lo denominó «relámpago»; después omitió cualquier signo
para «rayo», y por último resaltó: «No me ha dado usted todos los signos.
Hay uno para ‘relámpago’» y reprodujo el signo en cuestión. Es probable
Experimentos sobre recordar c) El método de escritura de dibujos 159
que esto suceda siempre que un material tenga una estructura equívoca.
Si se presenta algo que pueda denominarse de varios modos distintos, y el
observador adopta de hecho uno de ellos, el nombre que él ha utilizado
es el único que probablemente evocará con el signo en cuestión.
para «cuerda»;
y para «nudo»;
o para «caña» y
para «brazo».
para «cabeza»,
para «rey»
y finalmente dibujó
para «rey»;
para «cabeza»;
* ■V * — vi
o o o o para «corona», y
■CZ Z Z Z Z Z Z *
para «problema».
abren una nueva vía para el estudio de las afiliaciones del material cultu
ral que, por las razones que sean, se traslada de un grupo social a otro.
derecha, por nivelación por arriba o por abajo, etc. Además, no sólo ob
servan estas relaciones, también las usan.
' En general, el vocalizador parece actuar con un estado de ánimo in
cierto, más dubitativo y deliberado. Sus resultados muestran una tenden
cia a transformar el material original casi tan marcada como los del visua
lizador, pero parece haber un predominio ligeramente mayor en el caso
del vocalizador a producir el tipo de cambio que he denominado «mez
cla». Suponiendo que ello sea un resultado genuino de su método, sería ei
efecto natural de su mayor uso de la clasificación.
en un caso con «cosa»; y en otro con «azotar», signo este último que era
bastante complicado y que no es necesario reproducir aquí. Excepto en
un caso, el recuerdo de estos signos «que encajaban» consistió en una for
m a más complicada que la del original. La única excepción —además, es
pecialmente interesante— se produjo con «azotar». Fue el único caso en
que el sujeto no sólo señaló que el signo encajaba particularmente bien
sino que además se mostró satisfecho por saber la razón. Dijo: «Se me es
170 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
taba acabando la paciencia, pero al fin lo capté. Es un maestro con una
gran nariz con una mancha de tinta en la punta. La conexión es obvia».
Nadie más podría aceptar que se trataba de una descripción clara del sig
no real, pero la reproducción del sujeto fue asombrosamente exacta. Re
sulta de interés comparar este caso con las observaciones hechas por otro
sujeto sobre «cosa». El signo le agradó de la manera peculiar e inequívoca
que tiene lugar cuando se presenta un material que aparece donde tiene
que estar, pero no sabemos por qué nos parece así. Dijo con auténtico en
tusiasmo: «’Cosa’ es un signo estupendo. Me pareció muy adecuado y me
gustó. Tenía exactam ente una forma que no podría llamar más que
£cosa%>. Su reproducción fue algo elaborada:
vamente afectiva. Por otra parte, es muy probable que el signo experi
mente cierta elaboración al ser reproducido. En algunos casos, después
de que hubiera terminado el experimento, evitando hacer sugerencias y
utilizando un método de asociación libre, traté de conseguir que mis suje
tos me indicaran por qué el signo para «filosofía» había producido ese
efecto. En dos casos las indicaciones parecieron claramente inequívocas.
El signo había resultado particularmente grato porque se trataba de una
gran estructura que se tambaleaba sobre una pequeña base. En la medida
en que se conceda a este método una cierta validez, se hará evidente que
la respuesta a una peculiar adecuación de un material puede involucrar
procesos cognitivos complejos y que no es necesario que se haga explícito
el resultado de dichos procesos para apreciarlo. Los efectos de este tipo
de reacción sobre el material pueden ser distintos dependiendo de que se
expresen los componentes cognoscitivos.
Obviamente la naturaleza de la respuesta a una adecuación no ex
plícita requiere análisis y discusiones ulteriores. El que tales respuestas
ocurren es perfectam ente cierto, que involucren procesos cognitivos
complejos me parece igual de claro, pero es preciso aclarar las condi
ciones que dan origen a estos procesos, y explicar por qué los resulta
dos de los procesos no logran ser expresados. También puede plante
arse si es cierto que determ inado m aterial evoca de forma universal
este tipo de respuesta de «encaje». Sobre estos aspectos volveré más
adelante }2.
Otro hecho interesante sobre el afecto se puede ejemplificar en es
tas series experimentales. En relación con los signos para «compañe
ro», «hombre» y «loco», una sujeto dijo: «Con todos estos me ‘sentí’
exactamente igual. Sé que había un signo y creo que casi sé cómo era,
pero confundo los tres y no puedo decir a cuál pertenece el signo». Al
hacer la reproducción dibujó la cara de un hombre, pero estaba total
m ente indecisa sobre cómo aplicarla. Este caso es un ejemplo de esa
confusión a la que pueden llevar los factores afectivos. Los detalles
que los procesos cognoscitivos pueden discernir son mucho más varia
dos que los sentimientos que acompañan la expresión de dichos proce
sos. Por consiguiente, en la medida en que el sentimiento pueda consi
derarse una ayuda para la reproducción, se debe contar con que
produzca frecuentem ente confusiones entre los distintos contenidos
cognoscitivos13.
Algunas veces se dice que el desagrado inhibe el recuerdo directa
mente. No tengo datos que apoyen esta afirmación a partir de estos expe
rimentos, pero posiblemente tenga alguna relación con el próximo pro
blema que me propongo plantear.
172 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
7. La influencia de la decisión al recordar
1. Se omitieron frecuentemente:
L ámina III
Serie I
g \
a
Q --
Serie II
cama fuerte
i hacha x x x x í"uego
a
□
□
cajas
m
A a
A r
criatura am able exacto 0 e
V a
V el
o
S e r i e III
naturaleza
pequeño ^
A
largo
Xes° 3Cm
ai°
tu
enfermo inútil
colgar doblado
Capítulo 7
EXPERIMENTOS
SOBRE RECORDAR
d) El método de reproducción serial. I
1. Introducción
Hasta ahora todos los m étodos d escrito s tra ta n sobre factores que in
fluyen en observadores individuales. N o s h an servido para exponer lo que
ocurre cuando una persona utiliza u n m a terial al que se enfrenta por pri
mera vez, y cómo lo asimila y rep ro d u ce después de una forma particular.
Sin embargo, ya ha quedado b astan te claro que varios de los factores que
influyen en un observador individual tie n e n un origen y carácter social.
Por ejemplo, muchas de las tran sfo rm acio n es que resultaron de la repro
ducción repetida de pasajes en p ro sa se d eb ían directam ente a la influen
cia de las convenciones y creencias sociales existentes en el grupo al que
pertenecía un sujeto concreto. En la vida diaria, cuando se recuerda, se
intensifica la im portancia de estos facto re s sociales enormemente. La for
ma que un rum or, un relato o un d iseñ o decorativo llega a adquirir en un
determinado grupo social es obra de n u m ero sas reacciones sociales dife
rentes sucesivas. D istintos co m ponentes culturales, o bien determinados
complejos culturales, pasan de una p e rs o n a a o tra dentro de un grupo, o
de un grupo a otro y, una vez alcan zad a finalm ente una forma totalm ente
convencional, puede ocupar un lu g a r estab lecid o en el conjunto general
de la cultura que posee un grupo específico. T an to si se trata de una insti
tución, un m odo de conducta, un re la to o u n a expresión artística, el pro
ducto convencionalizado varía de u n g ru p o a otro, de forma que nos pue
de llegar a resultar el elem ento m ás característico a la hora de diferenciar
de la manera más tajante posible u n g ru p o social de otro. De esta forma,
los caracteres culturales que tienen el m ism o origen pueden llegar a adop
tar las más diversas formas.
Los experim entos que vamos a d escrib ir a continuación fueron diseña
dos para estudiar los efectos de la co m b in ació n de los cambios introduci
177
178 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
dos por diferentes personas. Los resultados obtenidos no se hallan total
mente al margen de la investigación experimental, como mostraré segui
damente. El término más apropiado para designar al método que he utili
zado fundam entalm ente es método de reproducción serial.
R e p r o d u c c ió n 1
La guerra de los fantasmas
Había dos jóvenes indios que vivían en Egulac, y bajaron al mar para ca
zar focas. Y donde estaban cazando estaba muy brumoso y muy tranquilo.
Después de un rato oyeron gritos, y salieron del agua, y se escondieron detrás
de un tronco. Entonces oyeron el sonido de palas, y vieron cinco canoas. Una
canoa vino hacia ellos, y había cinco hombres dentro, quienes gritaron a los
dos indios y dijeron: «Venid con nosotros río arriba, y haremos la guerra a la
gente de allí».
Pero uno de los indios replicó: «No tenemos flechas».
«Hay flechas en la canoa.»
«Pero podrían matarme, y mi gente me necesita. Tú no tienes padres
—dijo al otro—, puedes ir con ellos si lo deseas; yo me quedaré aquí.»
Así que fue uno de los indios, pero el otro se quedó atrás y se fue a casa. Y
las canoas remontaron por el río hasta el otro lado de Kalama, y combatieron
con la gente de allí. Mataron a mucha de la gente, y también a muchos de los
de las canoas.
Entonces uno de los guerreros llamó al joven indio y dijo:
«Vuelve a la canoa, porque estás herido por una flecha». Pero el indio
dudó, porque no se encontraba mal.
180 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
Y cuando muchos hubieron caído en ambos lados volvieron a las canoas y
bajaron por el río de nuevo, y así volvió el joven indio a Egulac.
Entonces les contó cómo había habido una batalla, y cómo cayeron mu
chos, y cómo los guerreros habían dicho que estaba herido, y sin embargo no
se encontraba mal Así que Ies contó a todos la historia, y se sintió débil Era
casi al amanecer cuando se sintió débil; y cuando salió el sol se desplomó. Y
pegó un grito, y al abrir la boca una cosa negra escapó de ella. Entonces se
apresuraron a cogerle, preguntándose qué pasaría. Pero cuando le hablaron
no contestó.
Estaba muerto.
R e p r o d u c c ió n 2
La guerra de los fantasmas
Este cuento es acerca de dos indios que vivían cerca de Egulac. Un día es
taban ocupados cazando focas. El tiempo estaba tranquilo pero brumoso.
Cerca pudieron oír el sonido de palas, y entonces descubrieron a través de la
niebla cinco canoas. Una de las canoas remó hasta ellos, y dentro había cinco
hombres. Uno de los hombres gritó a los jóvenes indios: «Volved con nosotros
y combatid a la gente que vive más allá».
«No —replicaron—, no podemos combatir porque no tenemos flechas.»
«Hay flechas en la canoa, así que venid sin demora.»
«No —replicó uno de los indios—, no iré, porque si me matan, mi gente,
que me necesita, estará muy triste.»
Entonces, volviéndose hacia su compañero, continuó: «Ve tú. No tienes
amigos, y si algo te sucediera no te echarían de menos».
«Sí, iré», contestó su amigo, y despidiéndose, se unió a los hombres de la
canoa; y el otro volvió a casa.
Entonces los de la canoa se fueron más allá de Kalama y combatieron a la
gente de allí, y mataron a muchos en ambos lados, pero siguieron luchando.
Entonces uno de los guerreros gritó al joven indio: «Vuelve a casa ya, porque
estás herido».
«No, no es cierto, porque no siento dolor.»
Pero el guerrero lo devolvió a la canoa, porque había sido herido por una
flecha, aunque no se convenció de ello porque no se encontraba mal. Y mu
chas más personas murieron en ambos lados.
Entonces el joven indio volvió a Egulac y contó a la gente de allí lo del
gran combate, y cómo muchas personas habían caído y cómo había sido heri
do por una flecha, y sin embargo no se encontraba mal. Y así continuó todo
aquel día, y sin embargo no se encontraba mal, y dijo: «No he sido herido por
una flecha, o hubiese sentido dolor.» Y se puso el sol, y seguía bien, y así du
rante la noche. Pero cuando salió el sol sintió un repentino desmayo, y cuando
intentó levantarse se desplomó y una cosa negra se escapó de la boca. Cuando
la gente se acercó a él y le hablaron, e intentaron levantarle, no respondió
porque estaba muerto.
Experimentos sobre recordar: d) Ei métodG de reproducción serial. I 181
R e p r o d u c c ió n 3
La guerra de ios fantasmas
Esta es la historia de dos jóvenes indios que vivían en Egulac. Un día esta
ban ocupados pescando focas, con un día tranquilo pero brumoso. De repente
a través de la niebla se escuchó un sonido de palas, y pronto cinco canoas apa
recieron ante sus ojos. En la primera canoa había cinco hombres, uno de ios
cuales llamó a los jóvenes indios: «Venid con nosotros a combatir a la gente
que vive más allá».
«No —replicaron los dos—, no podemos venir a combatir, porque no tene
mos flechas.»
«Eso no es problema», dijo el guerrero»,hay flechas en la canoa, así que
venid sin demora».
Entonces dijo uno de los indios: «No puedo ir, porque mis padres, que me
necesitan, se afligirían mucho».
Pero el otro respondió: «Vendré con vosotros, porque no hay nadie que
me eche de menos».
Entonces empezaron a navegar y fueron a combatir a Kalama, y el comba
te duró mucho tiempo, resultando muertos y heridos muchos de uno y otro
lado. Al fin dijo el guerrero al joven indio: «Vuelve a casa; porque estás gra
vemente herido». Pero el mdio replicó: «No, eso no es posible, porque no
siento dolor».
Así y todo el guerrero insistió y regresó a Egulac, donde contó a la gente
acerca del gran combate de Kalama, y cómo había sido herido y aun así no se
sentía mal.
Y todo aquel día hasta la noche siguió bien, y no sintió dolor hasta el alba
del día siguiente, cuando al intentar levantarse, una gran cosa negra fluyó de
su boca, y cuando la gente se aproximó para levantarle, no pudieron porque
estaba muerto.
R e p r o d u c c ió n 4
La guerra de los fantasmas
Había dos jóvenes indios de Malagua que salieron a cazar focas en un día
tranquilo, brumoso. De repente vieron cinco canoas aparecer a través de la
neblina. Un hombre del bote más cercano les llamó: «Venid a ayudarnos a
combatir a la gente que está más allá». Y uno contestó: «No puedo, porque les
ocasionaría un gran dolor a mis padres si me pasara algo». Entonces dijo el
otro: «No puedo, porque no tengo flechas». «Hay flechas en el fondo de la
barca», dijo el guerrero. Entonces el otro dijo: «Iré»; y vino.
Y fueron hasta Kamama, y se sostuvo una lucha violenta entre ellos y el
adversario. Y el joven cayó, por una flecha que le atravesó el corazón. Y le
dijo al guerrero: «Llévame de vuelta a Malagua, porque es mi hogar». Enton
ces el guerrero lo trajo de vuelta, y el joven dijo: «Estoy herido, pero no estoy
mal y no siento dolor».
182 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
Y vivió aquella noche, y el día siguiente, pero al ponerse el sol su alma sa
lió negra volando de la boca, y se quedo rígido y duro. Y cuando vinieron a in
corporarlo no pudieron porque estaba muerto.
R e p r o d u c c ió n 5
La guerra de los fantasmas
Había una vez dos jóvenes indios de Malagua que salieron a cazar focas en
un día tranquilo brumoso. En su camino se encontraron con cinco canoas que
aparecieron a través de la niebla. Un hombre de la primera canoa les dijo:
«Venid y ayudadnos a combatir a aquellos que están más allá».
Pero el primer joven replicó: «Eso no, porque destrozaría a mis padres si
me pasara algo». El segundo dijo: «No puedo, porque no tengo flechas».
«Hay flechas en el fondo de la barca», dijo el guerrero.
«Entonces —dijo el o tro ^ , vendré».
Estuvieron viajando hasta llegar a Komama, donde sostuvieron una bata
lla cruel y larga con el adversario. Pronto el joven cayó herido, con una flecha
atravesándole el corazón. «Llévame a Malagua», le dijo al guerrero, «porque
allí tengo mi hogar».
Entonces el guerrero lo trajo a Malagua, y el joven dijo: «Estoy herido,
pero no estoy mal ni siento dolor; viviré».
Y vivió durante la noche y el siguiente día, pero al ponerse el sol su alma
salió negra volando de la boca, y su cuerpo quedó rígido y duro. Entonces vi
nieron a intentar incorporarle, pero no pudieron porque estaba muerto.
R e p r o d u c c ió n 6
La guerra de los fantasmas
Érase una vez dos indios de Momapan, que fueron a pescar focas un día
claro y brumoso río abajo. Según iban remando cinco canoas aparecieron a
través de la neblina. Un hombre de la primera canoa dijo: «Ven a ayudarnos a
combatir a los de más lejos». Pero el indio dijo: «No puedo. Destrozaría a mis
padres si me pasara algo».
Y el segundo indio dijo: «No puedo: no tengo flechas». Pero el guerrero
dijo: «Veo algunas en el bote.» Así que dijo: «Vendré».
Transcurrido largo tiempo llegaron al lugar en el que sostuvieron una lu
cha violenta con el enemigo, y durante el combate el joven cayó herido con
una flecha atravesándole el corazón. Entonces le dijo al guerrero: «Llévame
de vuelta a Momapan; es allí donde vivo».
Así que llevó al joven de vuelta a su hogar, y el joven dijo: «Estoy herido
en el corazón, y no siento dolor, y viviré». Vivió durante la noche y el día si
guiente, pero murió al ponerse el sol y su alma expiró en su boca. Intentaron
levantarle, pero no pudieron porque estaba muerto.
Experimentos sobre recordar: d) El método de reproducción seria!. I 183
R e p r o d u c c ió n 7
La guerra de los fantasmas
Érase una vez dos jóvenes indios de Momapan que estaban pescando fo
cas, cuando una barca con cinco guerreros vino río abajo. «Venid con noso
tros —dijo uno de los guerreros—, a ayudarnos a combatir a los guerreros de
allá lejos».
«No puedo —dijo uno de los indios—, tengo una madre en casa, y se afli
giría mucho si no volviera». El otro indio simplemente dijo: «No tengo ar
mas». «Tengo algunas en la barca», replicó el guerrero. Por consiguiente el in
dio se montó en la barca y todos ellos remaron hacia el combate.
En el transcurso de la batalla el Indio fue mortalmente herido. «Llévame a
casa —dijo—, a Momapan. Es de allí de donde soy: voy a morir.» «Oh, no
— dijo el guerrero a quien le había hecho la petición—, vivirás.»
Pero antes de que la embarcación pudiera alejarse del conflicto el indio
murió, y su espíritu voló. Pararon la barca e intentaron sacarlo, pero fueron
incapaces de hacerlo pues estaba muerto.
R e p r o d u c c ió n 8
La guerra de los fantasmas
R e p r o d u c c ió n 9
La guerra de los fantasmas
R e p r o d u c c i ó n 10
La guerra de los fantasmas
todas las series obtenidas a partir de esta narración. E sta omisión ilustra
que todo elem ento de una cultura im portada que encuentre muy poco
apoyo en la cultura receptora, no llegará a ser asimilado.
La desaparición de los fantasmas conlleva otras omisiones. La herida
pronto se convierte en un asunto de la carne y no del espíritu. Se dejan
fuera los detalles de la repentina e inexplicable aparición de los guerre
ros, al principio de la narración. Toda la atmósfera se fue transformando
gradualmente. En una serie con m aterial de este tipo no se puede consi
derar de forma aislada ninguna de las omisiones producidas consecutiva
m ente por diferentes personas que pertenecen a un grupo homogéneo.
En un relato, cada elem ento está relacionado con su contexto general.
Para una m entalidad m oderna, el m aterial popular suele resultar incohe
rente y lleno de detalles triviales, entrelazados de una forma vaga. Cuan
do el m aterial proviene de un am biente diferente al del grupo de observa
dores, esta impresión puede llegar a ser extrem adam ente acentuada, ya
que en todas las narraciones populares, ya sean primitivas o muy elabora
das, se dan muchas cosas por sobreentendidas y las conexiones obvias
para los miembros de un grupo no lo son en absoluto para los de otro. Si
igual que se obtiene una «impresión general» cuando se percibe por vez
prim era un m aterial de estructura compleja, así cada pieza de material
verbal continuo tiende a ser tratada de modo que todos los detalles se
puedan agrupar alrededor de uno o varios acontecimientos centrales. La
selección de dicho acontecimiento varía de un grupo a otro en concordan
cia con los diversos intereses y costumbres de cada grupo.
El resultado inevitable de todo ello es que cualquier elem ento inci
dental no conectado de forma patente con los acontecimientos centrales
debe desaparecer. Dejemos para una discusión posterior si es posible pre
decir exactamente cuáles serán los puntos centrales de un relato cuando
se conoce el grupo en cuestión. En todas las series que he obtenido, que
da claro que tiene lugar esta selección inconsciente de hechos centrales.
En la serie que estamos tratando ahora los acontecimientos más sobresa
lientes son aquellos conectados con la herida del indio y su muerte. Estos
son los que más se resisten al cambio y siguen dominando hasta el final.
Por lo tanto, en lo fundam ental las omisiones no son en absoluto acciden
tales, y todas ellas suelen estar relacionadas. Unicam ente se pueden llegar
a com prender tom ando como referencia el contexto del que se han saca
do y las partes de ese contexto que se han conservado. Ambos casos son
resultado de una interacción de factores individuales y sociales.
La selección del m aterial que se omite no se produce, excepto en ca
sos raros, de form a consciente. E n mis sujetos, todos ellos con una educa
ción bastante elevada, provenía de un hábito —ya bien asentado antes del
186 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
experimento— de concentración en los puntos claramente sobresalientes
de un texto. La eficacia de dicho hábito no depende de cómo quedara for
mulado al final.
Si bien todo esto es cierto, tam bién debe hacerse notar que en casi
todas las series, en un m om ento u otro, aparece alguna versión concre
ta que constituye un punto de inflexión especialmente im portante para
las reproducciones siguientes. En el caso que estamos estudiando, di
cho cambio aparece con la reproducción núm ero tres, donde se pro d u
ce una ruptura relativam ente im portante con el estilo literal y preciso
de las versiones anteriores. No cabe duda de que el resultado neto de
cualquier proceso de construcción serial se debe al efecto acum ulado
de cierto núm ero de ligeras alteraciones, todas las cuales siguen una
misma línea de cambio. Así y todo, los principales puntos de inflexión
son obra de intereses e idiosincrasias individuales, y se puede dem os
trar que una persona que sobresalga desem peña un papel crucial en el
producto social total.
ii) Racionalización. Ninguna omisión conlleva algo m eram ente negati
vo. El relato transmitido se trata de forma global, y la desaparición de
cualquiera de los elementos significa, en los grupos observados, la cons
trucción gradual de un todo nuevo que parece estar más organizado inter
namente. La tendencia a que todos los detalles concuerden —para que la
narración llegue hasta el final sin dejar de lado ningún m aterial como un
elemento aparentem ente desconectado y m eram ente decorativo— posi
blemente resulte más m arcada cuanto más alto sea el nivel cultural de los
sujetos en cuestión. D e cualquier modo, todas las series obtenidas a partir
de una narración popular se convierten de forma rápida en relatos más
coherentes, concisos y sobrios, al menos en el caso de las series utilizadas
con sujetos normales de una comunidad de ingleses adultos. Se llega a es
tos resultados introduciendo enlaces específicos entre una parte del relato
y otra, proporcionando razones concretas, y m ediante la transformación
real de incidentes fuera de lo común. Este proceso es el que se ha seguido
de reproducción en reproducción, pero su tendencia general se ha m ante
nido constante.
U n ejemplo de la transformación gradual de un incidente inusual ocu
rre en la serie de reproducciones que se acaba de mencionar. En la ver
sión original, la m uerte del indio se describe así:
Cuando salió el sol se desplomó. Algo negro surgió de su boca. Su cara se de
formó.
Cuando salió el sol se desplomó. Y pegó un grito, y al abrir la boca una cosa
negra escapó de ella.
Cuando salió el sol sintió un repentino desmayo, y cuando intentó levantarse
se desplomó, y una cosa negra se escapó de su boca.
No sintió dolor hasta el alba del día siguiente, cuando al intentar levantarse,
una gran cosa negra fluyó de su boca.
Y vivió aquella noche, y el día siguiente, pero al ponerse el sol su alma negra
salió volando de la boca.
Y vivió durante la noche y el siguiente día, pero al ponerse el sol su alma salió
negra volando de la boca.
Vivió durante la noche y el día siguiente, pero murió al ponerse el sol y su
alma expiró en su boca.
Pero antes de que la embarcación pudiera alejarse del conflicto el indio mu
rió, y su espíritu voló.
Antes de que pudiera ser trasladado al bote, su espíritu había dejado este mundo.
Su alma abandonó el mundo.
(«Tonterías —dijo uno de ellos—, no morirás»). Pero murió.
R elato o r ig in a l
El hijo que intentó ser más listo que su padre
R e p r o d u c c ió n 1
El hijo que intentó ser más listo que su padre
Érase una vez un hijo que deseaba ser más listo que su padre; así que dijo:
«Me esconderé en un sitio, y no serás capaz de encontrarme». Al padre le pa
reció bien, así que el hijo salió al campo para preparar sus planes.
Encontró un cacahuete de 3 granos y se puso en el lugar de uno de los gra
nos. Enseguida pasa un ave que se come el cacahuete. Pronto al ave la captura
un gato montés, y al gato montés a su vez un perro. Finalmente aparece una
pitón y devora al perro, después de lo cual baja al río a beber.
El padre mientras tanto había seguido con su trabajo diario. Por fin toma
la determinación de irse a ver si ha atrapado algún pez en el río.
Cuando abrió la nasa se encontró que había atrapado una gran pitón. La
abre en dos y encuentra al perro dentro. Dentro del perro encuentra al gato
montés, dentro del gato montés al ave, y dentro del ave el cacahuete.
El padre abre en dos el cacahuete, y libera a su hijo.
El hijo se quedó tan demudado al ser descubierto por su padre que se pro-
pone no volver nunca a pretender ser más listo que su padre.
R e p r o d u c c ió n 3
El hijo que intentó ser más listo que su padre
Había una vez un hijo que intentó ser más listo que su padre. Dijo: «Me
esconderé, y nunca serás capaz de encontrarme». Al padre le pareció bien, y
el hijo salió por el campo para preparar sus planes.
Se topó con un cacahuete con tres granos y se puso en el lugar de uno de
ellos. Pronto pasó un ave, y al ver el cacahuete se lo comió entero. Entonces
pasó un gato y atrapó al ave, y a su vez se la comió entera. Entonces un pe
rro cazó y atrapó al gato y se lo zampó. Por último vino una pitón y devoró
al perro.
Mientras tanto, el padre, que había seguido con su trabajo diario, pensó,
sin embargo, que bajaría al mar a ver si había atrapado algún pez. Cuando lle
gó allí vio la enorme pitón —que había bajado a beber— atrapada en una
trampa.
Rápidamente la abrió en dos y extrajo al perro; lo abrió en dos y extrajo al
gato, lo mismo con el gato y el ave hasta que llegó al cacahuete. Cuando lo en
contró, lo abrió en dos y extrajo a su hijo. El muchacho se quedó tan demuda
do cuando encontró que su padre había descubierto su escondite que resolvió
que no volvería a tratar de ser más listo que él.
R e p r o d u c c ió n 4
El hijo que intentó ser más listo que su padre
Había una vez un hijo que resolvió intentar ser más listo que su padre. Así
que dijo: «Me esconderé en un sitio y no serás capaz de encontrarme». Al pa
Experimentos sobre recordar: d) El método de reproducción serial. I 191
dre le pareció bien, y el hijo salió por el campo a preparar sus planes. Cuando
estaba en el campo se encontró con un campesino con tres granos, y decidió
ponerse en el lugar de uno de ellos.
Enseguida pasó un ave, y se tragó el grano; poco después un gato atrapó al
ave y se la comió entera. Entonces un perro cazó al gato, y lo mató y se lo co
mió. Por último apareció una pitón que se tragó al perro entero.
Mientras tanto, el padre pensó que bajaría al mar, a ver si había atrapado
algún pez en su trampa. Allí encontró la pitón, que había bajado a beber, atra
pada en la trampa. Abrió en dos la pitón, y encontró al perro. Abrió en dos al
perro, y encontró al gato, y así hasta que llegó al grano en el que, cuando lo
hubo abierto en dos, encontró a su hijo. El hijo se sorprendió enormemente al
ser encontrado, y decidió que nunca volvería a intentar ser más listo que su
padre.
R e p r o d u c c ió n 5
El hijo que intentó ser más listo que su padre
Había una vez un hijo que resolvió intentar ser más listo que su padre, así
que le dijo: «Me iré a esconder donde nunca seas capaz de encontrarme». Sa
lió por el campo a preparar sus planes, y allí se encontró con un campesino
que tenía tres granos en la mano. En ese momento el hijo tuvo una brillante
idea, y se puso en el lugar de uno de ellos. Enseguida pasó un ave y se comió
el grano. Más tarde un gato atrapó al ave y se la comió. Aún más tarde un pe
rro cazó al gato y lo mató y se lo comió. Por último una pitón se tragó al pe
rro.
Entretanto, el padre pensó que bajaría al mar para averiguar si había atra
pado algún pez en su trampa. Para su sorpresa, encontró una pitón en la tram
pa. Había bajado a beber. Abrió en dos a la pitón, y encontró al perro, así que
abrió en dos el perro, y encontró al gato, y así sucesivamente hasta que dio
con el grano, en el que encontró a su hijo. El hijo se sorprendió mucho y tomó
la determinación de que nunca volvería a intentar ser más listo que su padre.
R e p r o d u c c ió n 6
Había una vez un hijo que resolvió ser más listo que su padre. Así que
dijo: «Me voy a esconder de ti, de manera que no seas capaz de encontrarme».
Entonces se fue, y caminó por el campo hasta que se encontró con un campe
sino con tres granos. Pensó que ésta sería una buena manera de esconderse de
su padre, y se puso en el lugar de uno de los granos. Pronto vino un ave y se
comió el grano, pero al ave la atrapó y comió un gato al que a su vez mató y
comió un perro. En último lugar vino una pitón y se comió al perro.
Mientras tanto, el padre bajó a la orilla del mar a ver si había algún pez
atrapado en la trampa. Pero no encontró ningún pez sino a la pitón que había
192 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
bajado a beber. Tomó la pitón y la abrió en dos y allí encontró al perro, al
gato, al ave y en último lugar el grano, dentro del cual encontró a su hijo.
Entonces el hijo dijo: «No es bueno intentar ser más listo que tú. No vol
veré a intentar esconderme nunca».
R e p r o d u c c ió n 7
Había una vez un muchacho que había resuelto ser más listo que su padre.
Le dijo a su padre: «Me iré a esconder fuera, de manera que nunca seas capaz
de encontrarme».
El hijo se fue por el campo donde se encontró con un campesino que lle
vaba tres granos. Se puso en el lugar de uno de los granos y un ave lo cogió al
vuelo y se lo comió entero. Al ave la mató y comió un gato al que a su vez
mató y se comió un perro. Vino una pitón y mató al perro y se lo comió, y
cuando el padre bajó a la orilla del mar a buscar peces en su trampa, encontró
allí a la pitón porque había ido a beber. Abrió en dos a la pitón y encontró
dentro al perro; dentro del perro estaba el gato, y dentro de éste estaba el ave
que había tragado ei grano; dentro del grano estaba el hijo.
El muchacho dijo a su padre: «No volveré a intentar nunca ser más listo
que tú, padre. No sirve de nada».
R e p r o d u c c ió n 8
Había una vez un muchacho que había resuelto ser más listo que su padre.
Le dijo: «Me iré a esconder y ya nunca serás capaz de encontrarme». Salió por
el campo y se encontró con un campesino con tres granos en la mano. Se puso
en el lugar de uno de ellos, y un ave lo cogió al vuelo, y se lo comió entero. Un
gato mató al ave y se la comió, al que, a su vez, mató y se comió un perro. Una
pitón mató al perro y se lo comió. Cuando el padre bajó a la orilla del mar
para ver si había algún pez en su trampa, encontró a la pitón bebiendo allí.
Abrió a la pitón en dos y encontró al perro; abrió en dos al perro y encontró
al gato; y al gato en dos y encontró al ave; y al ave en dos y encontró el grano;
y el grano en dos y encontró al muchacho. Le dijo al padre: «No volveré a in
tentar ser más listo que tú nunca. No sirve de nada».
R e p r o d u c c ió n 9
Había una vez un muchacho que deseaba ser más listo que su padre. Dijo:
«Me esconderé de manera que no seas capaz de encontrarme».
En el camino se encontró con un campesino con tres granos en la mano, y
se puso en el lugar de uno de ellos. Un ave cogió al vuelo el grano y se lo lle
vó. Un gato mató al ave y se la comió. Un perro comió al gato, y una pitón de
Experimentos sobre recordar: d) Et método de reproducción serial. I 193
voró al perro. El padre bajó al río para ver si había atrapado algo en sus redes,
y allí vio a la pitón. La mató y la abrió en dos. Dentro de ella encontró al pe
rro;, y dentro del perro encontró al gato; y dentro del gato encontró al ave; y
dentro del ave encontró el grano; y dentro del grano encontró al muchacho,
que dijo: «Padre, no volveré a intentar ser más listo que tú nunca. No sirve de
nada».
R e p r o d u c c i ó n 10
Había una vez un niño que quería ser más listo que su padre, así que dijo:
«Me esconderé, de manera que nunca seas capaz de encontrarme».
Y en el camino se encontró con un campesino que llevaba tres granos, y se
escondió dentro de uno de los granos, pero un ave cogió al vuelo el grano y se
lo comió, y un gato se comió al ave, y un perro devoró al gato, y una pitón se
tragó al perro. Entonces el padre del niño bajó al río para ver si había atrapa
do algún pez en su red, y encontró a la pitón. Abrió en dos a la pitón y encon
tró al perro dentro, y dentro del perro encontró al gato, y dentro del gato en
contró al ave, y dentro del ave encontró el grano, y dentro del grano encontró
a su propio hijo. Y el niño dijo: «Nunca más intentaré ser más listo que tú. No
sirve de nada».
R e p r o d u c c ió n 11
Había una vez un niño que quería ser más listo que su padre, así que dijo
que se escondería en algún sitio donde su padre nunca lo encontraría. Andan
do por un camino un día se encontró con un campesino que llevaba tres gra
nos, así que se escondió en uno de éstos. Un ave se comió el grano, y un gato
se comió al ave, un perro se comió al gato, y una pitón se comió al perro. Un
día el padre del muchacho bajó al río para ver si podía encontrar a su hijo, en
tonces atrapó un pez, y dentro de él encontró una pitón; dentro de aquélla un
perro; dentro de aquél un gato; dentro de aquél un ave; dentro de aquélla un
grano; y dentro de aquél a su hijo. Entonces el muchacho dijo: «Padre, no vol
veré a intentar nunca ser más listo que tú, pues me doy cuenta de que no sirve
de nada».
R e p r o d u c c ió n 12
Un niño pequeño, deseando ser más listo que su padre, se dispuso a encon
trar algo en lo que esconderse. Se encontró con un campesino que llevaba dos
granos, y así se escondió en uno de ellos. Un ave se comió el grano, y un gato
se comió al ave. Entonces un perro se comió al gato, y a su vez a él se lo comió
una pitón. El padre del muchacho al bajar al río para ver si podía encontrar al
194 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
muchacho, atrapó un pez en el agua, y cuando lo abrió encontró una pitón, y
en la pitón un perro, y en el perro un gato, y en el gato un ave, y en el ave un
grano y en el grano a su propio hijo perdido desde hacía tiempo. Cuando el
muchacho apareció le dijo a su padre: «¡No volveré a intentar ni una sola vez
ser más listo que tú, porque ahora me doy cuenta de que no está bien!».
R e p r o d u c c i ó n 13
R e p r o d u c c i ó n 14
Había una vez un muchacho que tenía miedo de su padre, y buscó a su al
rededor algo para esconderse. Encontró un grano y se ocultó en él. Un ave se
comió el grano, a la que se comió un gato, al que entonces se comió un perro.
Por último, una pitón se comió al perro. El padre del muchacho atrapó un pez
en el mar. Dentro de la pitón encontró un perro; dentro del perro un gato;
luego un ave; el grano, y lo último al hijo perdido desde hacía tiempo. El mu
chacho, al ver a su padre, dijo: «Nunca volveré a intentar esconderme de ti,
porque me doy cuenta de que eres demasiado inteligente para mí».
R e p r o d u c c i ó n 15
Érase una vez un muchacho que tenía mucho miedo de su padre. Quería
encontrar algún lugar donde estar oculto a salvo de su padre, y así eligió un
grano. Pero el grano se lo comió un ave a la que atrapó y mató un gato. Al
gato a su vez se lo comió un perro, y al perro una pitón. El padre del mucha
cho estaba pescando un día cuando atrapó la pitón. Dentro encontró al perro;
dentro del perro al gato; luego al ave que había comido el grano, y finalmente
a su hijo perdido desde hacía tiempo. El hijo se asombró mucho y le dijo a su
padre: «Nunca volveré a intentar esconderme de ti, porque eres demasiado in
teligente para mí».
R e p r o d u c c i ó n 16
R e p r o d u c c i ó n 17
R e p r o d u c c ió n 18
R e p r o d u c c i ó n 19
R e p r o d u c c i ó n 20
R e p r o d u c c ió n 1
R e p r o d u c c ió n 2
Érase una vez que en cierto lugar vivía un caballero con su familia. Tenía
un hijo inteligente quien en su ingenuidad intentó superar a su padre. Un día
el hijo dijo al padre: «Oh padre mío, me esconderé y nunca serás capaz de
descubrirme». Al padre le pareció bien esta propuesta y después de un ratito
200 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
se fue a una habitación donde descansar. En aquel lugar había una pila de ca
cahuetes. Entonces el hijo se convirtió en un cacahuete. Unos cuantos días
después al cacahuete se lo tragó entero un ave de corral. Pasó el tiempo y a
esa ave de corral la devoró asimismo un gato silvestre. Un día a ese gato lo
atrapó también asimismo un perro. Y después ese perro se lo comió entero.
Poco rato después a ese perro lo devoró una pitón. Por último la pitón se per
dió dentro del agua. Pero he olvidado decir que el padre tenía la costumbre de
atrapar peces con redes. El padre después se preocupó de encontrar a su hijo
pero sus intentos fracasaron. Entonces el padre salió a atrapar peces con su
red. Entonces esa pitón quedó atrapada en la red de ese padre. Cuando cortó
esa pitón encontró dentro a un perro, y cuando cortó al perro salió el gato sil
vestre, y en ése se encontró el cacahuete. El padre aplastó el cacahuete y en
tonces hizo su aparición el hijo. Después de esto el hijo nunca intentó ser más
listo que su padre.
R e p r o d u c c ió n 3
Érase una vez un hombre que vivía con su familia. Tenía un inteligente
hijo que un día planeó sobresalir por encima de su padre. Dijo el hijo al pa
dre: «Un día me esconderé y nunca serás capaz de descubrirme». Al padre le
pareció bien la propuesta de su hijo. Se fue a dormir a una habitación. El hijo
vio una pila de cacahuetes en la habitación y se cambió por un cacahuete.
Vino un ave de corral y se tragó ese fruto seco. Al ave de corral la devoró un
gato al que a su vez se lo tragó un perro. Una pitón se comió al perro entero.
Un día la pitón se sumergió en el agua. Entonces el padre hizo una búsqueda
de su hijo, pero no lo pudo encontrar en ninguna parte. Tomó una red y se
marchó a pescar. La pitón que había tragado al perro quedó atrapada en la
red. El padre abrió el vientre de la pitón y salió el perro fuera. Al perro lo
mató y el gato salió de él. El padre abrió ei gato también, y salió el fruto seco.
Cascó el fruto seco y el hijo lo saludó. El hijo entonces nunca intentó ser más
listo que su padre.
R e p r o d u c c ió n 4
Érase una vez que vivía una familia. El padre tenía un chico inteligen
te. El chico quería ser superior a su padre en inteligencia. Así que un día
le dijo a su padre: «Me esconderé en alguna parte y tú intentas descubrir
me y digo con seguridad que no serás capaz de hacerlo». Al padre le pare
ció bien y poco después se fue a dormir a su habitación. El hijo vio ca
cahuetes almacenados en un rincón de la casa. Así que se cambió por un
cacahuete. Vino un gallo y se comió el cacahuete. Un gato devoró al gallo
y un perro se tragó al gato; a su vez al perro se lo tragó una pitón. La pi
tón se sumergió en el agua. Un día el padre salió a pescar. Por casualidad
Experimentos sobre recordar: d) El método de reproducción serial. I 201
R e p r o d u c c ió n 2
R e p r o d u c c ió n 3
corral y del ave de corral el guisante. Dentro del guisante, encontró a su hijo.
Por tanto, desde ese momento nunca se atrevió a volver a intentar este juego.
R e p r o d u c c ió n 4
R e p r o d u c c ió n 5
R e p r o d u c c ió n 7
(Nota del sujeto: el relato es inconexo y para que no lo sea tendré que
añadir algunas cosas.)
Parece que a un muchacho le pidió su padre que hiciera algo. No pudo o
no quiso hacerlo. Salió y se escondió, como dice el narrador, en un guisante.
Al guisante con el muchacho lo comió una gallina. A la gallina se la comió un
gato. Al gato se lo comió un perro, y al perro a su vez se lo comió una pitos
(un animal quizá), cuando (el perro) había ido a beber agua a un arroyo. La
pitos no escapó a su delito y quedó atrapada en una red. Cuando el padre no
encontró a su hijo comenzó a explorar dónde estaba. De un modo u otro se
llegó hasta la pitos y abrió su vientre de un corte. En el vientre de la Pitos se
encontró al perro. También fue cortado en pedazos su vientre y salió el gato.
Así siguió hasta que obtuvo al muchacho.
El muchacho, que había sufrido tanto, no volvió a esconderse nunca y
obedeció siempre a sus padres.
R e p r o d u c c ió n 8
Había una vez un perezoso muchacho al que su padre le puso una tarea.
El muchacho o bien no pudo o bien fue incapaz de realizar la tarea. Por tanto
pensó en esconderse en un lugar y avistó un refugio así en un guisante.
Sucedió entonces que a una gallina se le ocurrió pasar por allí y se tragó
entero el guisante con el niño.
La gallina a su vez se encontró en el camino de un gato hambriento que se
la tragó entera junto con el guisante y el niño.
Experimentos sobre recordar: d) El método de reproducción serial. I 205
R e p r o d u c c ió n 9
R e p r o d u c c i ó n 10
R e p r o d u c c ió n 1 5
Excelente bateo en el campo de Lord
nado fue de lo más notable. Sobre un área de juego en muy mal estado y con
tra lanzamientos en modo alguno flojos, apenas cometió un error. Después
del té, el Middlesex comenzó a sufrir reveses. Perdieron cuatro jugadores y
acabaron con una puntuación de 26 carreras por detrás y con sólo 6 jugadores
en su haber. El juego se reanudará mañana. Se vendieron 18.500 entradas al
campo.
R eproducción 2
Excelente bateo en el campo de Lord
R e p r o d u c c ió n 3
Buen bateo en el campo del Lord
R e p r o d u c c ió n 5
R e p r o d u c c ió n 6
R e p r o d u c c ió n 7
R e p r o d u c c ió n 8
R e p r o d u c c ió n 9
R e p r o d u c c i ó n 10
R e p r o d u c c i ó n 11
R e p r o d u c c i ó n 12
R e p r o d u c c i ó n 14
R e p r o d u c c i ó n 15
En esta serie se han cometido casi todos los errores posibles. Sin em
bargo, en térm inos generales, se podía haber esperado que precisamente
este tipo de m aterial produjera resultados muy exactos. Prácticamente to
dos los sujetos habían asistido a escuelas privadas, eran buenos aficiona
dos al d e p o rte y, como sus versiones indican, estaban familiarizados con
los tecnicism os peculiares de un reportaje de criquet. La mayoría de ellos
buscaría en un diario la página de los deportes en prim er lugar. A sí y
todo, p arec e suficientemente claro que esta clase de material, al margen
del interés intrínseco que pueda tener, produce una impresión superficial
en general. E l título desaparece pronto; todos los nombres propios excep
to uno desaparecen, y ése se asigna a un jugador equivocado que no apa
rece en el original. Robinson batea prim ero bien y luego mal; los lanza
mientos so n buenos al principio, después fáciles y luego buenos de nuevo.
Todas las cifras están equivocadas o desaparecen por completo. Los equi
pos se trasto can . Los únicos elementos nuevos introducidos en el relato,
aparte del n o m b re de Robinson, son el cambio a la prim era persona del
singular y la afirmación ocasional de que Middlesex tuvo suerte por con
seguir un b u e n tanteo. No hay duda de que «suerte» es simplemente un
Experimentos sobre recordar: d) Ei método de reproducción serial. I 213
«El tenis es un cóctel mutuo muy explosivo.» Podríamos suponer que esto
se refiere al efecto del temperamento de cada uno de los jugadores en el otro.
Con cualquiera salvo el Sr. Tilden podríamos sacrificar el sentido de la máxi
ma y corregir «mutua» por «mental». Pero para el Sr. Tilden el tenis es una
cuestión de psicología. Es un problema, dice, de comprender el funcionamien
to de la mente de nuestro adversario, de calibrar el efecto en su mente de
nuestro propio juego y del efecto de las circunstancias externas sobre nuestra
propia mente. El capítulo en el que desarrolla este tema es uno de los más in
teresantes del libro, e incluye también una clasificación de jugadores de acuer
do con su teoría. Como podríamos esperar, sitúa al Sr. Brookes dentro de la
primera categoría, pues puede encontrar una respuesta a todo problema que
se le plantee. En puestos cercanos aparecen jugadores como el cap. Wilding,
que están demasiado preocupados por su plan de acción como para tener en
cuenta la mente de sus adversarios. Nuestro tipo de jugador de golpe fuerte y
carreras a la red es una criatura impulsiva. El jugador que permanece en el
fondo de la pista no es en realidad más científico; si lo fuera, no se quedaría
pegado a su línea de saque.
R e p r o d u c c ió n 1
El arte del tenis sobre hierba
R e p r o d u c c ió n 2
El cirte del tenis sobre hierba
R e p r o d u c c ió n 3
R e p r o d u c c ió n 4
Se puede decir que el juego del tenis es un tipo de cóctel mutuo. Habría
dicho un cóctel mental de no haber leído el libro del Sr. Felden, que enfoca el
asunto desde el punto de vista psicológico. Por ejemplo, colocaría a Brookes
Experimentos sobre recordar: d) El método de reproducción serial. I 215
R e p r o d u c c ió n 5
R e p r o d u c c ió n 6
R e p r o d u c c ió n 7
R e p r o d u c c ió n 9
R e p r o d u c c i ó n 10
R e p r o d u c c i ó n 11
R e p r o d u c c i ó n 12
R e p r o d u c c ió n 13
El tenis podría llamarse un cóctel mutuo. Sería mejor llamarlo cóctel men
tal. Felden trató el tenis de modo psicológico. Boden fue un buen jugador. No
es un buen juego devolver con un smash desde la red las pelotas malas de
nuestro adversario. Un hombre que se queda en la línea de fondo no sabe
nada del juego.
R e p r o d u c c i ó n 14
El tenis podría llamarse un cóctel mutuo. Sería más correcto llamarlo cóc
tel mental. Felden hacía un buen juego. Es mal juego matar en la red las pelo
tas malas de nuestro adversario. El hombre que se queda en la línea de fondo
no sabe nada del juego.
R e p r o d u c c ió n 1
El moochi sordo
R e p r o d u c c ió n 2
El moochi sordo
R e p r o d u c c ió n 3
El moochi
R e p r o d u c c ió n 4
El moochi
R e p r o d u c c ió n 5
R e p r o d u c c ió n 6
Los reclutas indios de 1918 fueron excesivamente malos. Entre ellos esta
ba el caso de un hombre que sufría de oftalmia aguda, infligida por él mismo.
Otro caso de otro hombre que sufría de una enfermedad mental, lo que era de
lo más problemático para las autoridades. El tercer y peor caso era el de un
hombre mudo, que no sólo era irritante para el sargento mayor, sino también
subversivo de toda la disciplina. Un día estaba el segundo oficial fuera de su
tienda y vio a este hombre entre otros, gritando hacia sus compañeros: «Ha
bla, habla; oigo, oigo».
R e p r o d u c c ió n 8
Los reclutas indios de 1918 fueron muy malos. Incluían a un hombre que
estaba sufriendo oftalmia aguda, infligida por él mismo. El segundo caso era
el de un hombre que sufría de una enfermedad mental, lo que era muy proble
mático para las autoridades. El tercer y peor caso era un hombre mudo, que
no sólo irritaba al sargento mayor, sino que también era subversivo de la dis
ciplina. Un día el segundo oficial estaba fuera de su tienda, cuando vio a este
hombre con unos cuantos más gritando a sus compañeros: «Había, habla:
oigo, oigo».
R e p r o d u c c ió n 9
La calidad de los reclutas indios en 1918 fue muy baja. El primer hombre
estaba sufriendo de una forma grave de oftalmia que se había autoinflingido.
Un segundo estaba sufriendo una grave enfermedad mental, lo que era una
fuente de molestias para las autoridades. Un tercero era mudo, un hecho no
sólo irritante para el sargento mayor, sino también subversivo de la disciplina.
Un día el segundo oficial estaba frente a su tienda, cuando vio a este hombre
con una multitud de otros más a los que estaba gritando: «Habla, habla; oigo,
oigo».
R e p r o d u c c ió n 10
La calidad de los reclutas de los indios en 1918 fue muy baja. El primer
hombre sufría de una forma grave de oftalmia que se había autoinflingido. Un
segundo padecía una curiosa enfermedad mental que era muy irritante para
las autoridades. El tercero era mudo, lo que no sólo era irritante para su sar
gento mayor, sino también subversivo de la disciplina militar. Un día el segun
do oficial, estando fuera de su tienda, vio a este hombre entre una multitud
gritando: «Habla, habla; oigo, oigo».
Experimentos sobre recordar: d) El método de reproducción serial. I 223
R e p r o d u c c i ó n 11
La calidad de los reclutas de los indios incorporados en 1918 fue muy po
bre. El primero sufría de una forma grave de oftalmia que se había autoinflin
gido. El segundo padecía una curiosa enfermedad mental. El tercero era
mudo, lo que al mismo tiempo era irritante para su sargento mayor y también
subversivo de la disciplina militar. Un día el segundo oficial lo encontró fuera
de su tienda gritando con otros: «hablo, hablo; oigo, oigo».
R e p r o d u c c i ó n 12
Las reclutas de los indios incorporados en 1918 tenían una calidad vario
pinta. Los primeros sufrían de un tipo peculiar de oftalmia. Los segundos de
enfermedad mental. Los terceros eran mudos, un hecho que el sargento ma
yor encontraba que era subversivo de la disciplina militar. Un día el oficial,
paseándose por las tiendas con el sargento mayor, oyó gritos de: «hablo, ha
blo; oigo, oigo».
R e p r o d u c c i ó n 13
Los reclutas indios de 1918 eran de distinta calidad. Los primeros sufrían de
una forma peculiar de oftalmia, los segundos eran sordos, los terceros eran mu
dos, lo que el sargento mayor consideraba peculiarmente perjudicial para la dis
ciplina. Un día uno de los oficiales estaba paseando por las tiendas con el sargen
to mayor, cuando fue sorprendido con sonidos de: «oigo, oigo; hablo, hablo».
R e p r o d u c c ió n 14
Los reclutas indios de 1918 eran peor que inútiles. Los primeros tenían
una forma peculiar de oftalmia, los segundos eran sordos y los terceros eran
mudos. El sargento mayor consideraba esto muy perjudicial para la disciplina.
Un día, cuando el oficial estaba caminando delante de la formación con el sar
gento mayor, se sorprendió al oír: «oigo, oigo; hablo, hablo».
R e p r o d u c c ió n 15
El contingente indio de 1918 era de muy mala pasta. El primer lote tenían
algún tipo peculiar de oftalmia, el segundo lote estaban sordos y el tercero
eran mudos. El sargento mayor pensó que esto era muy perjudicial para la
disciplina. Un día estaba caminando delante de la tropa con un oficial que es
taba sorprendido al oír las exclamaciones: «oigo, oigo; hablo, hablo».
224 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
. Esta cadena de reproducciones sigue más o menos la misma trayecto
ria que las otras, y es evidente que el carácter divertido del original no
pudo salvarse de las abreviaciones o imprecisiones. D esaparecen el título,
todos los nombres propios y todas las referencias específicas, excepto la
del año 1918, la mención de la oftalmia, la sordera y el sargento mayor. El
punto de inflexión del conjunto de la serie parece encontrarse en la re
producción 4, a partir de la cual el aspecto humorístico queda excluido. A
partir de entonces, si bien el relato se hace más escueto, se introducen to
dos los cambios más importantes. El sujeto ó convierte al hombre sordo
en mudo y, a pesar de que este detalle haga que la historia en conjunto
sea bastante inexplicable, continúa mudo hasta llegar al sujeto decim oter
cero. Este último comentó: «Es obvio que la sordera tiene que haber apa
recido en algún momento», y la vuelve a incorporar. Es extraño que du
rante varias versiones nos p erm itan im aginar que la to talid ad de los
reclutas sufría de ceguera, sordera y mudez. Es este quizás un caso real de
m antenim iento de la novedad, de lo extraordinario, de lo im probable.
Eíay aquí, como es habitual, una considerable cantidad de transferencias
de epítetos y razones, y una cantidad nada despreciable de condensacio
nes. Ciertas expresiones: por ejemplo «subversivo de la disciplina», pare
cen destacar de las otras y reaparecer una y otra vez sin cambio alguno o
con escasa alteración.
Las series de criquet y tenis se eligieron a propósito por inspirar un in
terés especial; se consideró el relato de «El moochi sordo» como una bue
na ilustración de algo relativam ente divertido, y se utilizó con el fin de
conseguir una cadena de reproducciones a partir de un punto de partida
claramente estimulante. Parecía posible que este tipo de material incitase
una mayor formación de imágenes visuales y así, quizás, mostrase un au
mento de la dramatización e invención en el transcurso de la reproduc
ción. Como la mayoría de los sujetos de este experim ento habían sufrido
bombardeos aéreos reales o por lo menos habían estado en peligro debi
do a ataques aéreos muy recientem ente, era probable que la descripción
de un ataque aéreo proporcionara la clase de m aterial deseado. Por consi
guiente, se elaboró una narración, que discurría como sigue:
Aquella noche vinieron tras la puesta del sol. Yo estaba viendo marchar a
los Botham en el tren de la tarde. Recordará usted que había un tren muy
bueno que se mantuvo durante la guerra. Como era el último viernes de agos
to, había una muchedumbre enorme que volvía a la ciudad, y el habitual gen
tío de la costa despidiéndolos. El andén estaba atestado de gente, y sólo con
Experimentos sobre recordar: d) El método de reproducción serial. I 225
gran dificultad nos abrimos paso hasta la cabecera del tren. Ahí encontré
asientos para los Botham en un vagón que ya contenía a 7 personas y un estu
pendo surtido de enseres, cubos, palas, etc. Recuerdo que aquella noche yo
me sentía más indignado que lo normal por la brutalidad de la guerra, e inclu
so la inocente despreocupación de los juguetes infantiles me enojó desmesura
damente. Era una noche extraña, agobiantemente calurosa, y una niebla ma
rrón se cernía sobre las marismas reteniendo algunos de los tintes de la puesta
de sol. Me alejé del vagón y como quedaban 10 minutos de sobra, fui cami
nando por el andén y seguí hacia los rañes. Fue en aquel momento cuando oí
el silbido de la sirena sobre la ciudad. En un instante la muchedumbre fue
toda confusión, un centenar de niños lloraban desesperadamente alrededor de
mí. Estaba terriblemente asustado porque no había lugar seguro al que ir, y
parecía que no había nada que hacer. Nunca antes me había sentido así en
ninguna incursión anterior. Luego oí a lo lejos el ruido sordo de los motores y
eso me obligó a actuar. Desanduve el camino hasta el vagón en el que había
dejado a la Sra. Botham y a Jack y los encontré sentados solos, aunque toda
vía el vagón estaba salpicado de los curiosos objetos que tanto me habían eno
jado anteriormente. Sugerí que nos pusiéramos a cubierto al abrigo del terra
plén y les pareció bien, así que fuimos a lo largo de la vía un trecho y bajamos
a la zanja abajo del terraplén. Mientras corríamos, oí la primera detonación
de las explosiones sobre las marismas más allá de Frilby, pero todavía no po
día ver nada. En cuanto mi grupo llegó a su semirrefugio, subí arrastrándome
hasta arriba de la cuesta y me asomé por encima. En aquel momento, vi subir
4 columnas de humo enfrente de mí, paralelas a la vía del tren, justo en la di
rección opuesta a nosotros. Casi inmediatamente vinieron las detonaciones,
pesadas y atronadoras. «Tírense», grité al grupo y nos tumbamos en el suelo y
sé que me cubrí la cara con las manos. El ruido sordo de los motores aumentó
hasta el estruendo al pasar las máquinas justo sobre nosotros. Pero en el cre
púsculo no se podía ver nada. Esos 20 segundos de espera parecieron una
eternidad. Luego, para mi gran alivio, oí una segunda detonación, mucho más
fuerte que la primera. Por lo menos, la bomba no había caído sobre nosotros.
Pequeños trozos flotaban en el aire. Me volví hacia los otros pero encontré
que también ellos estaban a salvo6.
R e p r o d u c c ió n 1
R e p r o d u c c ió n 2
R e p r o d u c c ió n 4
Fui a despedir a los Botham en la estación. Hay ahora un buen tren desde
la guerra. En el vagón estaban otras 7 personas y muchos juguetes, lo que me
enojó, así que me di una vuelta hasta el final del andén. Era una noche mara
villosa y el sol se estaba poniendo en ese momento sobre las marismas, y
mientras miraba fui de repente interrumpido por el sonido de una sirena, y el
rugir de los motores. Me volví volando al vagón donde aún estaban los Bot
ham y los juguetes. Los saqué y los llevé hasta el terraplén. Se acomodaron en
la zanja, mientras yo escalaba hasta arriba. Desde allí observé 4 humaredas, y
entonces una explosión más fuerte que la anterior rasgó el aire. Sin saber si te
nía la cabeza en las manos...
R e p r o d u c c ió n 5
R e p r o d u c c ió n 6
Fui a la estación con los Botham para despedirlos. Los coloqué en un va
gón, pero ya había 7 personas dentro y varios juguetes por todos lados. As
queado caminé hasta el otro extremo del andén. El sol se estaba poniendo en
ese momento. Mientras lo contemplaba fui de repente interrumpido por una
sirena estruendosa y ei rugir de los motores. Me di prisa en volver al vagón y
saqué a los Botham hasta el interior de una zanja. Me arrastré hasta arriba del
terraplén y levanté la cabeza y vi 4 humaredas en el cielo. No puedo recordar
si estaba sujetándome la cabeza con las manos...
R e p r o d u c c ió n 7
Fui a la estación a ver a los Botham partir en tren. Los coloqué dentro de
un vagón en el que había 7 personas y muchos juguetes. Asqueado caminé a
lo largo del tren hasta el final del andén. Oí el ruido de una sirena estruendosa
y el rugir de los motores. Me apresuré a volver y saqué a los Botham del va
gón hasta el interior de una zanja. Entonces subí arrastrándome al terraplén y
mirando por arriba vi 4 humaredas en el cielo. He olvidado si estaba sujetán
dome la cabeza con las manos.
R e p r o d u c c ió n 8
Fui a despedir a los Botham al tren. Los coloqué dentro de un vagón que
contenía 7 personas y muchos juguetes. Asqueado caminé junto al tren hasta
el final del andén, y allí oí una sirena muy estruendosa y el rugir de los moto
res. Me di prisa en volver y vi a los Botham fuera del vagón y en el interior de
una zanja. Trepé por el terraplén y mirando por arriba vi 4 humaredas. He ol
vidado si estaba sujetándome la cabeza con las manos.
R e p r o d u c c ió n 9
Fui a despedir a los Botham al tren. Los coloqué en un vagón que contenía
otras 7 personas y algunos juguetes. Asqueado caminé hasta el final del an
dén. Allí oí una sirena y algunos motores rugiendo. Me di la vuelta y llevé a
Experimentos sobre recordar: d) El método de reproducción serial. I 229
los Botham del vagón a una zanja. Al mirar por arriba, vi 4 humaredas. He ol
vidado si estaba sujetándome la cabeza con las manos.
R e p r o d u c c i ó n 10
Fui a ver a los Botham partir en tren. Encontré un vagón para ellos con.
otras 7 personas y algunos juguetes en él. Asqueado caminé nerviosamente
por el andén y oí sirenas y algunos motores rugiendo. Volví y los llevé del tren
a una zanja. Miramos por encima del borde y vimos 4 humaredas. No recuer
do si estaba sujetándome la cabeza con las manos.
R e p r o d u c c i ó n 11
Fui a ver a ios Botham partir en tren. Encontré un vagón con varias perso
nas mayores y algunos juguetes y los coloqué en él. Oí las sirenas y los moto
res rugiendo. Caminé nerviosamente arriba y abajo del andén asqueado, llevé
a los Botham fuera del vagón y los eché en la zanja. Vi cuatro humaredas. He
llegado a olvidar si estaba sujetándome la cabeza con las manos.
R e p r o d u c c i ó n 12*
Llevé a los Botham al andén y los coloqué dentro de un vagón con algunas
ancianas y juguetes. Salió un chorro de humo de la máquina. Llevé a los Bot
ham fuera del vagón y los tiré. La máquina soltó 4 silbidos. Me paseé a lo lar
go del andén y volví asqueado.
R e p r o d u c c ió n 13
cuarta aún se puede suponer que es así, aunque se deja de lado toda m en
ción a la guerra y la omisión de las frases finales dificulta la interpreta
ción. El final incompleto afecta al sujeto siguiente quien, a su vez, omite
toda referencia a una explosión, y a continuación la historia se va convir
tiendo paulativam ente en una m era tontería. Los sujetos del uno al cuatro
dijeron que tuvieron una gran cantidad de imágenes visuales y que se
emocionaban de verdad. A pesar de producirse diversas abreviaciones,
algunos puntos sufren la exageración que era de esperar. A todos estos
sujetos les recordó experiencias personales. El sujeto siguiente fue inca
paz de conseguir una interpretación coherente del relato, aunque trató de
recordarlo como un conjunto de frases relativam ente desconectadas. Ya
hacia el final todos los sujetos asimilaron la narración de esta forma, di
ciendo los tres últimos que les parecía totalm ente sin sentido. Por ejem
plo, a los «Botham», se les dejó de considerar como personas, y se convir
tieron en un nom bre de objetos desconocidos. El antepenúltim o sujeto
ideó el contexto visualizando un escenario de concierto con un presen
tador*.
Ya se ha dicho lo suficiente, por el m om ento, acerca de la reproduc
ción serial de pasajes descriptivos en prosa. Todos ellos están muy abre
viados y transformados, de forma que nadie que viese la prim era y la últi
ma versión tendería a conectarlas en una serie continuada. El que se
produjese en conjunto muy poca elaboración en todas las etapas proba
blemente sea debido, al menos parcialm ente, al hecho de que todas las
versiones fueron escritas, impidiéndose así la gran influencia que podían
haber ejercido unos oyentes. La transmisión de relatos populares y de ru
mores de boca en boca suele m ostrar mucha más elaboración, especial
mente en la línea de la exageración. Los sujetos que tom aron parte en es
tos experim entos son buenos representantes de cualquier grupo culto
normal entre ias edades de 20 y 25 años, y el experimento m uestra de for
ma clara al menos los enormes e inesperados cambios que pueden intro
ducirse involuntariam ente en el material, incluso cuando los sujetos saben
de antem ano que se les pedirá que lo relaten con la mayor precisión posi
ble. No es de sorprender, por tanto, que sucesos a los que no se les da
más consideración que la que comúnmente se concedería a acontecimien
tos e incidentes de la vida cotidiana sufran una gran cantidad de alteracio
nes a medida que se van transm itiendo de una persona a otra. De hecho,
el recuerdo acumulativo de unas cuantas personas puede llegar a producir
un acontecimiento, relato o representación com pletamente nuevos.
Una objeción a los puntos de vista de aquellos que, como el Sr. Gulíck,
creen que el aislamiento en sí es una causa de la modificación de las espe
cies m erece atención, a saber, la ausencia absoluta de cambios donde, si
esto fuera una vera causa, esperaríam os encontrarlos. En Irlanda tenemos
un caso excelente para probarlo, pues como bien sabemos se halla separada
de G ran B retaña desde finales de la época glacial, ciertam ente muchos m i
les de años. Aun así, apenas uno solo de sus mamíferos, reptiles o moluscos
terrestres ha sufrido el más ligero cambio, aun cuando haya ciertam ente
una diferencia clara en el medio ambiente, tanto orgánico como inorgánico.
El que no se hayan producido cambios a través de una selección natural se
debe quizás a una lucha menos dura por la existencia gracias al m enor nú
m ero de especies que compiten; pero si el aislamiento en sí fuese una causa
eficiente que actúa de forma continuada y acumulativa, resultaría increíble
que no se hubiera producido en miles de años un cambio claro definitivo.
El que no se haya producido tal cambio en este y muchos otros casos de ais
lam iento parece dem ostrar que no constituye, en sí mismo, una causa de
modificación.
R e p ro d u c c ió n 1 7
La modificación de las especies
. hay ciertas cosas, que si esto fuese una vera causa, no son como hubiéramos
esperado que fueran. En Irlanda tenemos un caso excelente para probarlo.
Encontramos allí mamíferos, reptiles y moluscos como los de este país, aun
que ha estado separado de Gran Bretaña durante el período glacial hace mu
chos miles de años.
incluso si la modificación de las especies fuese el resultado del aisla
miento...
R e p ro d u c c ió n 2
La modificación de las especies
R e p r o d u c c ió n 3
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R e p r o d u c c ió n 5
Viajar es algo muy bueno para la gente que tiene penas o problemas.
Yo mismo, ai tener problem as, decidí viajar. Prim ero fui a Nápoles, pero
aquella hermosa ciudad no produjo ningún efecto en mí. Fui a Roma, pero
incluso ese lugar no significó nada para mí, así que regresé a casa con mis
problemas.
R e p r o d u c c ió n 6
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R e p r o d u c c ió n 8
R e p r o d u c c ió n 9
Viajar es bueno para la gente con problemas. Por esa razón visité Nápoles.
Al no notar ninguna mejoría me dirigí a Roma con el mismo resultado. Re
gresé a casa, sin haber conseguido consolarme con la belleza de estos lugares.
Mis problemas eran tan grandes como lo habían sido antes.
R e p r o d u c c ió n 10
Viajar es bueno para la gente con problemas. Por esa razón hice una visita
a Nápoles pero no obtuve mejoría. Entonces fui a Roma con el mismo resulta
do. Regresé a casa con mis problemas tan grandes como siempre.
R e p r o d u c c i ó n 11
Se dice que viajar es bueno para uno cuando se tienen problem as. A
causa de esto fui a Roma, pero al encontrar que no daba ningún resultado
continué hasta Nápoles, y regresé a casa con mis problemas tan grandes como
antes.
a) N o m b res p ro p io s y títulos
E n lo que podem os llamar recuerdo serial, los elem entos más ines
tables son los nom bres propios y los títulos. T odas las series que he
obtenido, con cualquier tipo de m aterial, o grupo de sujetos, ilustran
este hecho. Sin duda era previsible que los nom bres propios fueran a
cam biar tan deprisa: su im portancia y aplicación son locales y varían
de un grupo a otro. Pero parecía que los títulos y rótulos debían haber
sido más estables, pues nos proporcionan el escenario de historias, des
cripciones y ensayos; y sin un contexto o indicación general, como re
petidas veces hem os visto, no se puede asim ilar ni reco rd ar ningún
m aterial. Sin em bargo, el contexto es un elem ento especialm ente m u
table. Realiza su función facilitando las cosas al sujeto, le perm ite tra
tar con un m aterial específico y determ ina, en gran p arte, cóm o hay
que in terp retar este m aterial. A quí term ina su misión y, por lo tanto,
m ientras el m aterial se puede recordar y la interpretación se conserva,
el escenario se da por supuesto y no se transm ite m ediante una expre
sión verbal concreta. No o bstante, la desaparición del título, como
puede verse por los resultados de estos experim entos, puede preparar
el terreno para cambios considerables en el material.
Partiendo de esta consideración general, podría resultar interesante
estudiar de forma experimental los efectos psicológicos de los titulares de
Experimentos sobre recordar: d) El método de reproducción serial. I 239
Casi todas las series m uestran una fuerte tendencia a desarrollar una
form a concreta, siempre que sea posible. No obstante, el m aterial de los
cuentos populares ya es de partida trem endam ente concreto y su caracte
rística tiende a conservarse e incluso a acentuarse, con la excepción de al
gún rasgo sobresaliente.
E n los otros tipos de material, cada opinión general, argumentación,
razonam iento o deducción se transform a rápidam ente para luego ser omi
tido. Los resultados mejores encaminados en esta dirección los lograron
sujetos que decían usar un m étodo visual para la evocación, como si dicho
m étodo conllevase una inclinación inevitable hacia lo concreto. La ten
dencia, observable en varios casos, de que una narración, descripción o
ensayo adopte una forma personal parece deberse parcialmente al mismo
factor. C ontrarrestando en parte esta tendencia, se halla el uso de las ex
presiones populares, de m oda o convencionales. M uchas de las series
m uestran cuán rápidam ente la fraseología popular y las expresiones so
ciales convencionales pueden hacerse un sitio en una serie de reproduc
ciones.
E n el caso de las series populares se produce una interesante excep
ción: la acentuada tendencia a que dicho material adquiera una moraleja.
Se trata, una vez más, en gran medida, de una cuestión de convención del
grupo. Es una norm a aceptada que cuentos de este tipo han de tener una
m oraleja, de form a que cuando no la tienen en el original, suelen adqui
rirla en el transcurso de su reproducción. Los convencionalismos acepta
dos funcionan en el seno de los grupos en los que están presentes como
factores unitarios decisivos, aunque indudablem ente revisten una enorme
complejidad.
Puede parecer en principio que el conjunto de proverbios populares
que se conservan por tradición en cada comunidad contradice la tenden
cia hacia lo concreto. Pero la fuerza del proverbio popular se basa en su
aplicabilidad a un caso individual. Como m era generalidad no se hubiera
conservado nunca y, excepto en sentido literario, prácticamente no se usa
nunca.
240 Recordar, tstudio de psicología experimental y social
Bajo ias condiciones del presente experimento, todos los relatos tien
den a ser privados de sus características individuales, los pasajes descripti
vos pierden la mayoría de las peculiaridades de estilo y contenido que
puedan poseer, y los ensayos quedan a su vez reducidos a una mera ex
presión de la opinión convencional. En raras ocasiones pierden estas ca
racterísticas sin sufrir a su vez un gran núm ero de cambios en otros aspec
tos. Allí donde las opiniones expresadas son individuales parecen tender
a transformarse en las ideas convencionales contrarias; donde los epítetos
son originales tienden a convertirse en términos comunes y cotidianos. El
estilo se hace más llano y pierde toda pretensión previa de vigor y belleza.
Nadie que viera una única reproducción podría predecir el notable efecto
producido por la pérdida acumulativa de pequeños detalles sobresalien
tes. Así y todo, el efecto es continuo, de versión en versión, siguiendo di
recciones de cambio constantes, desde e) principio hasta el final.
Al mismo tiempo, hay ciertos indicios de que el m aterial tratado en
forma de reproducción serial, puede adquirir una especie de sello o carác
ter de grupo. Las versiones de los indios tienden a mostrar más elabora
ción e inventiva que el resto. Hay que ponderar esta cuestión en cualquier
procedimiento experimental, incluso cuando sus condiciones son libres y
sencillas, como en el caso que tratamos. En la vida real, la adquisición de
características sociales nuevas por parte del m aterial que va pasando de
un grupo a otro es mucho más acentuada que lo que pueda ser en la re
producción serial, donde todas las versiones sucesivas han de ser escritas
y no hay un público que ejerza su influencia.
d) A b reviaciones
tiempo, los sujetos pueden estar muy satisfechos con sus resultados, tener
la convicción de haber transm itido todas las características im portantes
con pocos cambios o ninguno, y de simplemente, quizás, haber omitido
aspectos no fundamentales. Un sujeto que toma parte en un experimento
es, por regla general, más cuidadoso de lo normal, así que podemos supo
ner con razón que los cambios efectuados por la reproducción serial en el
transcurso de los intercam bios sociales cotidianos ocurrirán p robable
mente todavía con mayor facilidad y serán más destacados que los que se
han ilustrado en estas pruebas.
Nos encontramos ahora en situación de ver de forma más clara que
antes cuán engañoso puede ser apoyarse exclusivamente en el m étodo de
experimentación con el material sin sentido. Por ejemplo, suele suponerse
que la posición es un factor de destacada importancia en la evocación. Se
supone que cualquier material que aparezca al principio o al final de una
serie tiende a ser recordado sin alteración y con un mínimo esfuerzo. Pa
rece, después de lo dicho, que a medida que el contenido que se ha de re
cordar se aproxima cada vez más al que la gente maneja día a día, es m e
nos probable que este factor de posición asuma una función primordial.
El material que aparece al principio y al final puede ser fácilmente des
plazado por elementos que ocupan cualquier otra posición, si resulta que
este material tiene más interés para el grupo que lo que el primero está
reproduciendo. Por otra parte, el que se m antenga no es de ningún modo
una garantía de exactitud. Las prim eras y últimas partes de relatos trans
mitidos socialmente tienden a sufrir tanta transformación como cualquie
ra de los fragmentos intermedios.
De hecho, la abrum adora impresión que produce este tipo de experi
mento más «realista» sobre la m em oria es que el recuerdo humano suele
hallarse enorm em ente sujeto a error. Parece que lo que decimos con el
fin de que otros lo reproduzcan es realm ente —en mayor medida de lo
que suele admitirse por lo general— una construcción que sirve para jus
tificar cualquier impresión que pueda haber dejado el original. Es precisa
mente esta «impresión», raras veces definida con mucha exactitud, la que
persiste con mayor facilidad. M ientras los detalles que se puedan cons
truir alrededor de ella sean tales que le proporcionen un contexto «razo
nable», la m ayoría de nosotros nos sentimos bien y tendem os a pensar
que lo que construimos lo hemos retenido al pie de la letra.
Nos ocuparemos más detenidam ente de este carácter evidentemente
constructivo de la evocación en cuanto nos centremos en el estudio de los
problemas teóricos generales.
Capítulo 8
EXPERIMENTOS
SOBRE RECORDAR
e) El método de reproducción serial.
II. Material gráfico
1. Introducción
243
244 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
serial, encontram os que en térm inos generales los principios son los
mismos, por lo que únicam ente voy a dar ejem plos de las cadenas de
reproducción.
Reproducción 1
^ A 1r u
Dibujo original
Reproducción 2 Reproducción 3
Tflft'friM T h onue.
Experimentos...: e) El método de reproducción serial. II. Material gráfico 245
Reproducción 4 Reproducción 5
Reproducción 6 Reproducción 7
Reproducción 8 Reproducción 9
3. Elaboración
Dibujo original
Experimentos...: e) El método de reproducción serial. II. Material gráfico 247
t©
Q ^ ^ r L r ^ h - i) (J ^f*
4, Simplificación
para este grupo. Este proceso simplificador puede ir incluso más allá de
dicho límite; en ese caso, el conjunto vuelve a resultar difícil de etiquetar
o reconocer y comienza una vez más la elaboración, que puede continuar
hasta que se desarrolle un conjunto nuevo y diferente, pero familiar.
Tam bién puede que todo el diseño pase a ser un motivo decorativo, p er
diendo p o r com pleto su carácter representativo. O btuve, por ejemplo,
dos largas series que com ienzan con la representación obvia de un velero;
una y otra m uestran una rápida simplificación hasta que se pierde el b ar
co. Así, en una se dio la vuelta al barco que, boca abajo, se convirtió en
un figura en forma de herradura, para a continuación volver a transfor
marse en una especie de arco arquitectónico con decoraciones laterales,
derivadas de lo que inicialm ente eran agua, nubes y pájaros; el otro pasó
por un proceso más am plio de elaboración progresiva, hasta llegar a lo
que la mayor parte de los sujetos tom aron por un quiosco de música. Las
reproducciones de m aterial que continúan durante mucho tiempo pueden
por tanto alternar entre procesos de elaboración y procesos de simplifica
ción, a través de los cuales pueden evolucionar hacia diseños decorativos
o hacia una serie de representaciones de objetos que aparentem ente no
guardan relación entre sí.
5. Denominación
En los prim eros experim entos sobre percepción quedó claro que la
asignación de un nom bre a los objetos observados solía influir poderosa
m ente en su reproducción o descripción inm ediata5. Por otra parte, a p ar
tir de los resultados obtenidos con otros métodos, hay pruebas de que en
determ inados casos ios nom bres dados por un observador pueden desem
peñar una función muy im portante en su recuerdo, tanto si éste es inm e
diato como si es rem oto. La reproducción serial de formas gráficas ha
destacado de nuevo la im portancia de la denominación. Con este tipo de
material y de m étodo, la denom inación puede funcionar de dos maneras.
En prim er lugar, y quizá más a m enudo, el conjunto presentado recibe un
nombre y pasa a ser recordado con los rasgos convencionales del objeto
así denom inado por la com unidad o persona en cuestión. Pero hay una
clase de sujetos que, especialm ente cuando tienen entre manos un m ate
rial difícil de designar com o un todo, muy a m enudo desmenuzan el obje
to que se les presente y dan un nom bre a cada una de esas partes; habi
tualm ente en tales casos se produce una representación visual. U n buen
ejemplo se encuentra en una de las series sobre el «mulak». «Me repre
senté visualmente cada p arte —dijo el sujeto— y me puse a dar nombres
250 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
a cada una de ellas. Me dije: ‘un corazón arriba, luego una curva, y un
poste recto que baja hasta un pequeño pie abajo. Entre estos dos una le
tra W, y la mitad de un corazón a mitad del lado izquierdo.» Estuvo tra
bajando en una reproducción que había tomado la forma siguiente:
7. Resumen
1. Introducción
253
254 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
3. Percibir y reconocer
Creo que, a estas alturas, se puede dem ostrar que tanto el reconocer
como el recordar dependen de si tiene lugar y cómo la segunda función
psicológica de la acción de percibir. Com o no he incluido en este informe
experimentos concretos sobre el reconocim iento, comenzaré por una bre
ve descripción de un caso que se investigó en profundidad en el L abora
torio de Psicología de Cambridge.
El caso que se va a considerar se refiere a un defecto de habla muy es
pecífico. U n niño, en apariencia perfectam ente normal, fue operado de
intususcepción* a la edad de un año y medio. Se sabe que una operación
de este tipo suele tener profundas repercusiones psicológicas. D urante la
nunca produjo claram ente ningún sonido articulado del habla humana. Se
dem ostró que no tenía defectos auditivos y su capacidad para imitar los
sonidos de ciertos anim ales ponía de m anifiesto no sólo que podía oír
bien, sino que podía discriminar y reconocer diferentes sonidos. Por últi
mo, era notable su rapidez para reconocer ciertas formas elementales del
habla hum ana, una vez que comenzó a hacerlo.
La percepción auditiva es una combinación de dos funciones: oír y es
cuchar. La prim era de ellas es directam ente fisiológica y consiste en la re
acción del mecanismo auditivo ante algo que logra estimularlo. En cierto
grado, ya es selectiva, pero dicha selectividad se basa directam ente en di
ferencias de intensidad, duración, frecuencia, etcétera, entre los estímu
los. La segunda función, escuchar, puede tener también una base fisioló
gica, pero en ese caso no hay m odo de indicar o localizar el ap arato
implicado. Las perturbaciones de la audición pueden hacer extraordina
riam ente difícil el reconocim iento. Por ejemplo, puede dem ostrarse que
la sordera a las frecuencias altas de sonidos retrasa la identificación de un
modo concreto de los sonidos del habla hu m an a5, pero bajo ninguna cir
cunstancia resulta posible que el oír sin escuchar proporcione una base
suficiente para el reconocim iento. La acción de escuchar, como la de oír,
es selectiva, pero en el prim er caso -las características del estímulo desem
peñan una función secundaria. Escuchar de un modo selectivo se halla
determ inado fundam entalm ente por las diferencias cualitativas de los es
tímulos en relación con las predisposiciones cognitivas, afectivas y m otri
ces del que escucha. E ste tipo de selectividad, basada directam ente en
factores cualitativos, dom ina sobre cualquier otro tipo en todos los proce
sos m entales superiores.
Estas consideraciones pueden aplicarse fácilmente al caso referido del
niño con un retraso en el habla: oía sonidos, pero por razones psicológicas
/
que reconocía el niño. Parece que oír, aunque era necesario para recono
cer, no constituía por sí solo una base suficiente, y que el reconocimiento
sólo se hizo posible cuando las reacciones auditivas se complementaron
con una actitud, una orientación, una respuesta preferencial por parte del
muchacho hacia determ inadas situaciones auditivas específicas.
La distinción entre oír y escuchar tiene su paralelismo en otros cam
pos senseríiales. En la percepción visual hemos de distinguir entre ver y
mirar u observar, y en los experimentos se pusieron de manifiesto las di
versas formas de tratar patrones visuales constantes, que se deben a la im
portancia del segundo factor. En la respuesta motriz tenemos que dife
renciar en tre patrones sensoriales aferentes y la relación que éstos
guardan con ejecuciones o habilidades de algún tipo. En el campo del tac
to, se encuentran las funciones de los impulsos sensoriales que llegan, y
también su situación general en relación con la postura y el movimiento
del cuerpo. En todos estos campos, y en cualquier otro en el que pudiera
dem ostrarse una base sensorial, el reconocimiento depende de que se ac
tiven sim ultáneam ente dos funciones distintas:
No hay reconocim iento sin estas dos funciones, aunque no hay que
concluir de inmediato que cuando ambas se hallen presentes en una res
puesta perceptiva de la que se pueda derivar el reconocimiento, éste se
produzca de hecho. Todo acto de reconocimiento contiene por tanto un
significado que va más allá de la identificación específica que implica. Nos
dice algo sobre las reacciones psicológicas preferentes de la persona que
realiza el acto. En el caso del niño, por ejemplo, la identificación de los
sonidos de los animales revelaba una respuesta preferente a ciertos ani
males, y el comienzo de su identificación de los sonidos del habla hum a
na, una respuesta preferente hacia una persona determinada.
A estas alturas ya debería estar claro por qué todo el conjunto de in
vestigaciones experimentales sobre reconocim iento ha producido pocas
teorías, pero conflictivas. Los experim entadores se han concentrado de
modo prácticam ente unánime en lo que supuestam ente sucede en el m o
mento del reconocimiento. Hay cuatro teorías principales: 1) El reconoci
miento se produce cuando, estando representado un objeto cualquiera, el
patrón perceptivo inm ediato se compara con un percepto — o imagen—
revivido y se emite un juicio de semejanza o de antigüedad. 2) No tiene
Percibir, reconocer, recordar 259
por qué darse una com paración ni un juicio, sino que el percepto —o ima
gen— revivido se «funde» con el patrón perceptivo inmediato. 3) No es
preciso que se produzca com paración, ni juicio, ni una hipotética «fu
sión»; sin em bargo, sobre la representación se establece una respuesta
afectiva — denom inada por lo común «sensación de familiaridad»— que
es lo que constituye el reconocim iento. 4) El reconocimiento no es juicio,
«fusión» ni sensación, sino una apreciación intelectual inm ediata — «co
nocimiento»— de antigüedad o de semejanza.
La segunda de estas ideas es un ejemplo sorprendente de hipótesis esté
ril, ya que nunca puede ser probada ni desechada. Es muy fácil demostrar
cualquiera de las otras, o todas ellas. No obstante, en el mejor de los casos,
estas descripciones revelan m eram ente mecanismos específicos de recono
cimiento, una vez fijadas las condiciones generales. Puede que nos indiquen
lo que sucede cuando se produce el reconocimiento, pero no aclaran nada
sobre cómo se hace posible cualquiera de estos procesos. Quizá un estudio
experimental de los procesos perceptivos que preceden a un caso particular
de reconocimiento podría ayudarnos a entender por qué a veces su meca
nismo específico se produce por comparación y juicio, a veces por una sen
sación y a veces, según parece, por «conocimiento» directo de las relacio
nes. Que yo sepa, nunca se ha intentado realizar un estudio así en serio.
Los experim entadores han analizado la fase final del reconocim iento y
cada uno ha tendido a sostener una solución completa en términos de su
análisis particular. D e hecho, nadie puede entender el reconocimiento limi
tando su atención a lo que sucede en el momento del mismo.
Escuchar, observar, considerar un patrón táctil en relación con la pos
tura o movimiento corporal, o un patrón cinestésico en relación con habi
lidades especiales de ejecución, son todas ellas orientaciones generales
hacia situaciones perceptivas. E n el reconocimiento, esta orientación ge
neral se centra habitualm ente, si no siempre, de modo más específico al
servicio de alguna tendencia activa especial.
U na m irada retro sp ectiv a a los resultados de mis experim entos an
terio res rev elaría q u e este factor ya opera en el proceso perceptivo
n o rm a l6. P rácticam en te en todos los casos se destacaban ciertos ele
m entos de un cam po perceptivo, y en muchos casos lo que implica esa
p rep o n d eran c ia es un tip o d eterm in ad o de selectividad que depende
de la influencia de ciertas tendencias activas orientadas de m anera es
pecífica. P robablem ente, la m ejor dem ostración experim ental del factor
de preponderancia en el reconocim iento se encuentra en el trabajo de
R u b in 7. Rubin p resen tab a una serie de superficies claras sobre un fon
do oscuro que, de hecho, se podían percibir como figuras claras sobre
fondo negro, o bien com o figuras negras «recortadas» sobre un fondo
260 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
4. ¿Qué se reconoce?
5. Reconocer y recordar
1. El método de estudio
265
266 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
Y sigue:
Aunque voy a utilizar estas nociones al desarrollar una teoría del recor
dar, he de reclamar en mi condición de psicólogo la prerrogativa de poner
objeciones a la terminología de otro autor. Hay varios puntos en las breves
descripciones que he citado que, en mi opinión, entrañan dificultades.
En prim er lugar, H ead recuerda demasiado a autores anteriores cuan
do habla del córtex como «almacén de impresiones pasadas». Todo lo que
m uestran sus experimentos es que ciertos procesos no pueden llevarse a
cabo a no ser que el cerebro esté desem peñando la función que norm al
m ente le corresponde. Pero esas mismas reacciones también pueden su
primirse por lesiones en los nervios periféricos o en las funciones muscu
lares. Casi equivaldría a decir que como ninguna persona que padece un
rabioso dolor de muelas tiene la calma suficiente para recitar «Mi amor es
como una rosa roja, roja», los dientes son un depósito de poesía lírica. En
cualquier caso, un almacén es un lugar en el que se colocan cosas con la
esperanza de volver a encontrarlas cuando se quiera, exactamente iguales
a como eran cuando se almacenaron. Según se tiene entendido, los esque
mas están vivos, se desarrollan constantem ente y se ven afectados por la
mínima experiencia sensorial de un determ inado tipo que entre al orga
nismo. La noción de almacén se encuentra lo más alejada posible de esto.
En segundo lugar, H ead utiliza constantem ente la sorprendente ex
presión «aparecer en la conciencia». Puede que en circunstancias excep
cionales concibamos una alteración inconsciente de la posición como un
cambio postural «moderado», pero por regla general no es así. A diario,
muchísimas veces, realizam os ajustes m otores precisos, en los que —si
H ead tiene razón— los esquemas están activos sin que lleguemos a dar
Una teoría del recuerdo 269
Es obvio que recordar implica una determinación por parte del pasa
do. La influencia de los «esquemas» es una influencia debida al pasado.
Pero, las diferencias son a prim era vista abismales. En su forma esquem á
tica, el pasado funciona en bloque o más exactamente, casi totalm ente en
bloque porque los com ponentes que llegan en último lugar y a la hora de
construir un «esquema» tienen una influencia predominante. Al recordar,
parecemos estar dominados por determ inados acontecimientos del pasa
do, que se localizan espacial o tem poralm ente de manera más o menos
fija en relación con otros acontecimientos particulares asociados a ellos.
Por consiguiente parece como si en cierta m anera el contexto organizado
activo hubiera sufrido un cambio, que perm itiera que tengan una función
sobresaliente que desem peñar partes lejanas en el tiempo. Sólo sería posi
ble algo parecido si el organismo pudiera dar con el modo de volverse ha
cia sus propios «esquemas» y hacer de ellos el objeto de sus reacciones.
U n organismo que hubiera descubierto cómo hacer esto sería capaz, no
exactam ente de analizar los contextos, puesto que los detalles aislados
que los constituyen han desaparecido, sino de construir en cierta manera
Una teoría del recuerdo 271
Así pues, tenemos que considerar qué es lo que de hecho ocurre con
mayor frecuencia cuando decimos que recordamos. La prim era idea que
hay que eliminar es que la m em oria es fundam ental o literalm ente reite
rativa o reproductiva. En un mundo como el nuestro, en el que constante
mente cambia todo a nuestro alrededor, el recuerdo literal tiene poca im
portancia. Ocurre con el recuerdo lo que con un lance de un juego de
habilidad; podemos imaginar que estamos repitiendo una serie de movi
mientos aprendidos hace mucho tiem po a partir de un texto explicativo o
bien de un profesor. Pero un estudio del movimiento muestra que de he
cho construimos la jugada de nuevas, sobre la base del equilibrio de posi
ciones que se ha establecido inm ediatam ente antes, así como de las nece
sidades que el juego presenta en ese momento; cada vez que realizamos
esta jugada, comprobamos que tiene unas características diferenciadas.
Las largas series de experimentos que he descrito se dirigían a la ob
servación de procesos normales de recuerdo. Deseché el m aterial sin sen
tido porque, entre otras dificultades, su uso casi siempre exagera en las
pruebas el valor de la m era recapitulación repetitiva, y en la mayoría de
los casos utilicé exactamente el tipo de material con el que tratamos en la
Una teoría del recuerdo 273
ma» en relación con algún impulso nuevo originado por un estímulo in
m ediatam ente presente. Puesto que su equipam iento sensorial y los mo
vimientos correspondientes tienen un rango muy limitado, y puesto que
e) modo de organización del «esquema» sigue una secuencia cronológica
directa, la circularidad de la reacción, la repetición una y otra vez de una
serie de reacciones es muy predom inante. Por otra parte, los hábitos se
constituyen con relativa facilidad, como atestiguan las numerosas investi
gaciones experim entales realizadas con animales inferiores. Desde fuera,
todo esto puede parecer la continua reexcitación de huellas bien arraiga
das, pero no lo es. Se tra ta sim plem ente del m antenim iento de unos
cuantos «esquemas», cada uno de los cuales tiene su orden tem poral na
tural y sustantivo.
Sin embargo, el número y rango de las vías sensoriales especiales au
m enta en el curso del desarrollo, y de modo coincidente se produce un
aum ento en el número y variedad de las reacciones. Al mismo tiempo se
produce un gran aum ento de la vida social y del desarrollo de las formas
de comunicación, lo que constituye un asunto de importancia vital, como
mis experim entos han dem ostrado. D e este modo, las reacciones de un
organismo que están determ inadas por el «esquema» se com prueban una
y otra vez, y además se ven constantem ente facilitadas por las de otros.
Todo este incremento de complejidad convierte la circularidad de la reac
ción en una mera recapitulación repetitiva y los hábitos en algo a menudo
superfluo e ineficaz. Un impulso nuevo no tiene que convertirse tan sólo
en algo que dé pie a una serie de reacciones producidas en un orden tem
poral fijo, sino en un estímulo que nos capacite para ir directam ente a esa
porción del marco organizado de experiencias pasadas más relevante para
las necesidades del momento.
H ay un m odo — quizá el único— en el que un organism o podría
aprender a hacer esto; en todo caso, es el modo que se ha descubierto y
que continuam ente se utiliza. Un organismo tiene que adquirir de alguna
m anera la capacidad de volver sobre sus propios «esquemas» y construir
los de nuevas. Se trata de un paso crucial en el desarrollo orgánico, que
define el m om ento y la razón por la que la conciencia interviene; es lo
que proporciona a la conciencia su función más sobresaliente. Me gusta
ría saber exactam ente de qué m anera se ha producido ese paso, y sobre
la base de mis experim entos puedo hacer una sugerencia, no sin cierta
reserva.
Supongamos que un individuo se enfrenta a una situación compleja.
Este es el caso con el que inicié toda la serie de experimentos: un obser
vador percibe algo, y dice inmediatamente después qué ha percibido. Veía
mos que en tal situación un individuo norm alm ente no considera la sitúa-
Una teoría del recuerdo 275
5. Imágenes y «esquemas»
ios datos experim entales que he recogido. En los experim entos sobre
percibir, form ar imágenes o sobre los diversos modos del recuerdo, si
bien en un sentido podía afirmarse certeram ente que los sujetos habían
reaccionado al m aterial que se les había presentado, cualquiera que fue
ra éste, «como a un todo», en ese todo dom inaban invariablem ente de
term inadas características especiales. En muchos casos, cuando había
que ocuparse del m aterial después de mucho tiempo, como en el recuer
do, las características dom inantes fueron las prim eras en aparecer, bien
en forma de imágenes, o de m anera descriptiva por medio de la utiliza
ción del lenguaje. De hecho, esto constituye una de las grandes funciones
de las imágenes en la vida mental: captar elementos de los «esquemas» y
liberar al organismo de la sobredeterm inación impuesta por el elemento
inm ediatam ente anterior de una serie dada. Me gustaría sostener que
además de esto, tal cosa no puede ocurrir si no es por medio de la con
ciencia. U na vez más desearía saber exactam ente cómo se lleva a cabo,
pero, una vez más tan sólo puedo hacer unas cuantas sugerencias.
Hemos intentado explicar cómo en una serie de reacciones, puede
predom inar alguna que no sea la última que ha ocurrido. Es posible que
alguna de las bases para que esto ocurra procedan de un estadio precons-
ciente del desarrollo. Si tenem os los estímulos a, b, c, d, siendo c más in
tenso, duradero o voluminoso que el resto, puede que estos rasgos físicos
tiendan a desbaratar la estricta construcción cronológica del «esquema»
y proporcionen a c una función más dom inante que la lograda por d.
Pero es evidente que estos factores físicos tienen com parativam ente
poco peso en la vida de los animales superiores y del ser humano. Es tal
la enorme diversidad de imágenes que se dan en el nivel humano que na
die puede hacer una sola descripción de cualquiera de ellas sin que otra
persona de inm ediato la contradiga, lo cual quiere decir que tenem os
que buscar la explicación de las imágenes por el camino de las diferen
cias individuales.
Cuando se produce cualquier serie de acontecimientos que procede a
construir esa especie de conjunto organizado de experiencias que H ead
denomina «esquema», ¿qué es lo que da a algunos de estos acontecimien
tos, que no son el último que se ha producido, una función predom inante
y lo que tiende sim ultáneam ente a individualizarlos dentro del conjunto?
El apetito, el instinto, los intereses e ideales, siendo los dos primeros los
más im portantes en los primeros estadios del desarrollo orgánico, y au
m entando progresivam ente los dos últimos en importancia, hasta llegar a
ser cruciales, con toda probabilidad en el nivel humano. Todos estos son
factores que se transm iten con particular facilidad, de forma que el bebé
humano parte de ciertas tendencias —o bien las adquiere rápidam ente—,
Una teoría del recuerdo 279
que enseguida rom pen con el modo estrictam ente cronológico de organi
zar la experiencia pasada.
En realidad, el orden cronológico estricto raras veces, quizá nunca, es
el único principio que opera en la construcción de estos patrones activos.
Por ejemplo, se ha hablado mucho sobre los fenóm enos de «reflejo condi
cionado» en las discusiones psicológicas. Si se da alim ento a un perro,
produce saliva de un modo reflejo, y si, en condiciones adecuadas, se pre
senta varias veces otro estímulo, digamos un estím ulo auditivo, mientras
se le alimenta, o justo antes, puede que sea suficiente éste para que se lle
gue a producir saliva de modo reflejo. Se dice entonces que la respuesta
es «condicionada» y que el estímulo auditivo es un estímulo «condiciona
do». Pero tan sólo con gran dificultad pu ed en condicionarse reacciones
reflejas cuando el sonido, o cualquier o tro estím ulo utilizado, sigue a
la tom a de alimento. Lo que relaciona a am bos no es de ningún modo la
m era secuencia temporal, sino el apetito por la comida, por lo que una
vez satisfecho éste, cualquier cosa que venga después pertenece a un or
den diferente de «esquemas». Por otra parte, parece bastante seguro que
la conducta puede estar directam ente determ inada por estímulos lejanos,
aun cuando no tengamos ninguna justificación p ara aseverar la presencia
de imágenes sensoriales de ningún, tipo. El profesor W. S. H u n te r5, de
mostró m ediante unos experim entos de gran im portancia sobre lo que él
llamó la «reacción diferida», cómo las ratas, perros, mapaches y niños pe
queños pueden reaccionar directam ente a un estímulo luminoso tras un
corto intervalo, aun cuando, en el caso de los perros, los mapaches y los
niños, el intervalo se rellene con otros estím ulos y otros movimientos. Su
trabajo se ha visto confirmado y am pliado por las observaciones de Yer-
kes, Kóhler y una serie de otros investigadores de la conducta de los pri
mates inferiores y los chimpancés.
E n todos estos casos resulta legítimo y útil afirm ar que está operando
una «función de imagen»6, si con ello no querem os decir otra cosa que el
que la conducta está siendo directam ente determ inada por estímulos o si
tuaciones específicas distintas de las que p receden inm ediatam ente a la
reacción crítica. Pero es significativo que en cuanto llegamos al nivel de
bebé humano, el período de máxima dilación posible se dispara inm edia
tam ente, y que una vez pasados los prim eros años de vida, el período de
dilación puede volver a ampliarse rápidam ente hasta hacerse casi indefi
nido. La posibilidad de estar d irectam en te d eterm in ad o por estímulos
muy lejanos parece coincidir con el desarrollo de intereses especializados
y muy amplios, lo que parece exigir de nuevo el volver a distribuir y a or
ganizar el m aterial que de modo natural desem boca en diversos patrones
organizados. Por consiguiente, todas las cosas que se ven, oyen, tocan y
280 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
Consideraciones como éstas plantean una cuestión vital para una dis
cusión psicológica sobre la m anera en que se produce el recuerdo. Pode
mos preguntarnos una vez más ¿cómo se desarrollan nuestros marcos or
ganizados activos, nuestros «esquemas»? Si H ead está en lo cierto, como
pienso que es así, indudablem ente, en este caso, siguen a menudo las lí
neas de demarcación de los sentidos específicos, pero todos ellos son en
su totalidad, en cualquier caso, sentidos de un organismo. Por lo general
Una teoría del recuerdo 281
el m aterial que se toca tam bién se ve, y a la vez se puede oír, oler y gus
tar. Así es que el mism o m aterial entra, desde el punto de vista de la ex
periencia o la reacción, dentro de «esquemas» diferentes. De nuevo, lo
que en un m om ento se puede explorar cutáneam ente, en otra ocasión, se
puede estudiar p o r m edio de la visión o de la audición, una vez más con
el mismo resultado en lo que respecta a la organización de «esquemas».
Supóngase que los apetitos o tendencias instintivas inician las líneas de
organización: los diferentes apetitos y tendencias instintivas no están ais
lados, sino que sus ám bitos de operación se superponen continuamente.
Por ejemplo, en la búsqueda de alimento, puede que se presente el peli
gro y que haya que superarlo. Cuando se desarrollan intereses e ideales,
la misma característica está presente de una m anera todavía más marca
da. Si, en ese caso, hem os de considerar las huellas como algo vivo e in
herente a estos factores activos de organización de «esquema», no es ex
traño que se m o d ifiq u en , que m uestren invención, condensación,
elaboración, sim plificación y todas las demás alteraciones que ilustraban
constantem ente mis experim entos. Por otra parte, como se da esta nota
ble superposición del m aterial del que se ocupan «esquemas» muy dife
rentes, estos últim os están norm alm ente interconectados, organizados en
conjunto, y m u estran , al igual que lo hacen los apetitos, las tendencias
instintivas, los intereses e ideales que los componen, así como un orden
de predom inio en tre ellos. A este orden de predominancia entre las dis
tintas tendencias, en cuanto que es innato, se refieren precisamente los
psicólogos cu a n d o h ab lan de «tem peram ento». E n la m edida en que
se desarrolla a lo largo de toda la vida desde el nacimiento, es a lo que se
refieren com o «carácter» . Así, lo que recordam os, que perten ece de
m odo más específico a algún p atró n activo especial, suele ponerse en
contraste siem pre con el m aterial reconstruido o llamativo de otros m ar
cos activos. P o r consiguiente, es susceptible de adoptar cierta peculiari
dad que, en cada caso concreto, exprese el tem peram ento o el carácter
de la persona que está efectuando el recuerdo. Esta puede ser la razón
por la que en casi todas las descripciones psicológicas de los procesos de
m em oria se dice que tiene un aire personal muy característico. Sin em
bargo, si esta id ea es correcta, la m em oria es personal no gracias a un
«yo» persistente, intangible e hipotético, que recibe y conserva innum e
rables huellas que vuelve a estim ular siempre que lo necesita, sino debi
do a que el m ecanism o de la m em oria hum ana en los adultos requiere
una organización de «esquemas» que depende de una interacción de ape
titos, instintos, intereses e ideales peculiares para cada sujeto determ ina
do. Por consiguiente — y como ocurre en algunos casos patológicos— , si
estas fuentes que organizan de modo activo los «esquemas» se llegan a
282 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
7. Resumen
selecciona unas cuantas y las llama imágenes, p ero no me parece que sea
una crítica justa. Todas las teorías convencionales que parten de que la
m em oria es reduplicativa intentan considerar las huellas como algo alm a
cenado, igual que otras tantas impresiones, definidas, fijas y sólo suscepti
bles de ser excitadas de nuevo. Los contextos activos, implicados en la
m anera en que se ha considerado el asunto en este capítulo son algo vivo
y en desarrollo, una expresión compleja de la vida que tiene lugar en ese
m om ento y contribuyen a determ inar nuestros m odos de conducta coti
dianos. E sta teo ría establece la concordancia e n tre reco rd ar y form ar
imágenes, como expresión de las mismas actividades; sus implicaciones en
relación con olvidar difieren enorm em ente de las que sugiere la idea co
rriente sobre las huellas; da a la conciencia una función definida, más allá
del m ero hecho de darse cuenta de algo. Este últim o punto no es en abso
luto insignificante. En el debate actual en psicología, existe una escuela
muy activa que de buena gana borraría toda referencia a la conciencia.
C orrientem ente, se intenta refutar a esta escuela, con la enérgica afirm a
ción de que, por supuesto, sabemos que somos conscientes. Este razona
m iento sin embargo, resulta inútil, porque lo que se está diciendo en rea
lidad es que la conciencia no puede llevar a cabo n ad a que no pueda
hacerse también sin ella, postura que resulta más difícil de echar abajo.
No obstante, si yo estoy en lo cierto, los rep resen tan tes de dicha escuela
no tienen razón.
Capítulo 11
l a s im á g e n e s y su s f u n c io n e s
285
286 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
2. Imágenes y palabras
rán algo parecido. Sea cual sea su punto de partida, el sujeto continúa
describiendo verbalmente todo lo que se relacione de modo sobresaliente
con el punto de partida, de acuerdo con su interés o actitud predominan
te. En otras ocasiones, o con otro sujeto, el proceso comienza exactamen
te de la misma manera, pero hay una interrupción: quizá tenga lugar un
choque de intereses, o algo perturbe el suave desarrollo de la actitud del
sujeto. De repente, su descripción parece desviarse ligeramente —a veces
de un modo marcado— de su trayectoria. Hay una imagen y hay que
unirle un significado, o, dicho con más precisión, hay que extraerlo, ha
cerlo surgir, antes de que las palabras puedan proseguir el proceso. Así,
cuando las imágenes abundan, el curso de la descripción puede resultar
más emocionante, más variado, más rico, más espontáneo y, desde un
punto de vista meramente lógico, un poco más difícil de seguir que cuan
do el significado desemboca directamente en palabras. Además, lo que
constituye también una cuestión del mayor interés psicológico, se halla
menos sujeto a convenciones y es susceptible de parecer más original. De
hecho, las imágenes son hasta tal punto un asunto individual que, como es
sabido, siempre que en círculos psicológicos se inicia una discusión acerca
de las imágenes pronto tiende a convertirse en una serie de confesiones
autobiográficas.
Los casos extremos de esta característica de las imágenes como
algo que de algún modo está «ahí» y que aparentemente atrae, constri
ñe o desvía los significados suelen ser utilizados por los novelistas
cuando desean parecer psicológicos. Por ejemplo, en Los miserables,
cuando Jean Valjean siente la irresistible tentación de robar la vajilla
de plata del obispo, duda en un confuso torbellino de imágenes: «Y
también pensó entonces, sin saber por qué, en un Convicto llamado
Brevet, a quien había conocido en galeras, y que sujetaba sus pantalo
nes con un solo tirante de algodón tejido. El dibujo del tejido de ese
tirante le venía constantemente a la cabeza.» Esto es exactamente lo
que sucede una y otra vez; la corriente principal que absorbe el inte
rés, se ve cruzada por otra, y algo de entre el conjunto del material
psicológico organizado por esta última irrumpe con fuerza en la co
rriente principal. No puede hacerse ni decirse nada decisivo hasta que
el detalle introducido haya adquirido una relación más o menos preci
sa con la principal corriente de interés. Se ha producido repetidas ve
ces en mis experimentos, y podemos encontrarlo en cualquier idea bri
llante de un orador, inventor o poeta.
Teniendo presente todo esto, podemos empezar ya, si bien de un
modo algo especulativo, a formular una opinión acerca de las funciones
de las imágenes.
288 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
3. Reacciones a distancia
Todos los avances biológicos importantes vienen marcados por dos ca
racterísticas destacadas: un aumento en la diversidad de reacciones que
concuerdan mejor con la variedad de condiciones externas, y un desarro
llo de la capacidad para tratar con situaciones a distancia. A veces puede
sobresalir de modo particular una de ambas, pero juntas señalan la supe
rioridad de las formas superiores de vida orgánica. Los organismos menos
desarrollados no tienen más que unas pocas maneras de entrar en contac
to con el mundo exterior, que dan como resultado unas cuantas respues
tas estereotipadas. Poco a poco van desarrollándose múltiples reacciones
sensoriales, más o menos especializadas respecto a los estímulos apropia
dos. Entre ellas destacan las que tienen que ver con las respuestas a dis
tancia. Los principales receptores de distancia se congregan en la parte
frontal del organismo, y constituyen la base del desarrollo de un sistema
nervioso central, que ejerce funciones de control. Entre estos receptores,
los que tienen que ver con la visión, audición y olfato, especialmente los
dos primeros, son los que ocupan las posiciones predominantes. Son evi
dentemente los más ventajosos, al permitir que experimenten un gran au
mento de velocidad, discriminación y diversidad en las reacciones. Al
mismo tiempo se desarrolla ininterrumpidamente otro proceso: la capaci
dad de ser influido por las reacciones pasadas, que coincide asimismo con
el desarrollo de las formas de tratar situaciones a distancia. Sin embargo,
como hemos visto, las primeras formas en que las reacciones pasadas
afectan a las respuestas son bien en conjunto, o como una secuencia.
Dada una reacción producida por estímulo concreto, la misma reduce el
umbral para una serie de reacciones ulteriores. El umbral reducido es la
prueba de la influencia en masa de una serie de respuestas anteriores y,
en el nivel de respuesta alcanzado hasta ese momento, no hay por qué su
poner que cualquier reacción específica del conjunto sobresalga de modo
individual.
MacCurdy establece de manera sumamente interesante1, el que los
fenómenos de umbral reducido constituyen el comienzo de las funciones
de las imágenes, afirmación que no comparto. Sin duda un umbral redu
cido permite al organismo actuar como si algún estímulo estuviera com
pletamente presente, o se hallara en su forma original, cuando en reali
dad se encuentra sólo de un modo parcial. Sin embargo, como muestra
el propio MacCurdy, esto puede ocurrir como resultado del estableci
miento de reflejos en cadena y «condicionados», de reacciones circula
res, de automatismos secundarios y de una determinación «esquemáti
ca», por lo tanto va precisamente en contra de ese carácter
Las imágenes y sus funciones 289
te, con que algo no ha ido bien. Entonces se destruye su imagen, sin nin
guna otra cosa que la sustituya, a no ser otra imagen individual, lo cual
tampoco le servirá de mucho. También puede ocurrir que, al darse cuenta
de que la primera imagen es inaplicable, cuente con un repertorio de imá
genes tan variado e inoportuno que se sienta igualmente perdido a la
hora de dar una solución práctica. Una individualidad demasiado grande
de referencias pasadas puede resultar casi tan desconcertante como su au
sencia total. Para atender las demandas de un entorno en constante cam
bio, no sólo hemos de aislar los elementos de su contexto general, sino
que hemos de conocer qué partes de ellos pueden separarse y variar sin
perturbar su significado y funciones generales. Esto parece exigir precisa
mente el tipo de análisis al que las palabras se adaptan de un modo pecu
liar, pero para el que el método de las imágenes resulta en sí inadecuado.
Todavía es más importante el hecho de que las imágenes tengan sus
propios modos de combinarse, no tan adecuados a las necesidades de ajus
te social como los de las palabras. El psicólogo típico ha prestado mucha
menos consideración de la que sería deseable a las formas en que se aso
cian las imágenes. De entre los tipos de asociación comúnmente admiti
dos, aquéllos que entran en algo de detalle se derivan casi siempre de una
clasificación de asociaciones de palabras, y son, como sería de esperar, de
tendencia claramente lógica2, mientras que los referidos a categorías gene
rales, como la tradicional asociación por semejanza, contigüidad y suce
sión, siguen siendo demasiado amplios para aclarar cualquier problema
particular. Si por el momento limitamos nuestra atención a las imágenes
visuales, por ser el tipo más definido y claro, observaremos que como refe
rencia a una situación original, una imagen visual puede situarse en cual
quier nivel de completamiento, desde el fragmento más fugaz hasta la re
composición más literal. Con independencia de lo completa que sea la
imagen, hay invariablemente, como han mostrado los experimentos, cierto
equilibrio entre las partes, cierto «peso» de los detalles dentro del conjun
to. Volviendo una vez más a los datos experimentales, hemos encontrado
muchas veces pruebas de que este «peso» de los detalles, esta preponde
rancia de ciertos elementos, se debe fundamentalmente a factores perso
nales de la naturaleza de una predisposición o un interés. Por consiguien
te, las imágenes desembocan fácilmente unas en otras, se condensan y
combinan dentro de la actividad mental de una persona, mientras que en
la de otra pueden parecer discordantes e incoherentes. No hay referencia a
principios de semejanza, contigüidad o sucesión que logren describir esos
tipos de asociación individual; y mucho menos pueden lograr situarse den
tro de categorías lógicas de relaciones de subordinación, supraordinación,
coordinación y similares.
292 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
los experimentos, parece como si tuviera que existir algún tipo de rela
ción complementaria entre las palabras y la formación de imágenes que
creemos que merece la pena intentar ver cómo se lleva a cabo. Hay un
acuerdo general acerca de que el pensamiento y la utilización del lenguaje
guardan una estrecha relación, aunque no esté justificado reducir una
cosa a la otra. Las palabras y las imágenes sensoriales son en un sentido
similares en un aspecto importante: ambas actúan como signos que indi
can otra cosa que no tiene por qué estar perceptivamente presente en ese
momento. Así, ambas son instrumentos de la función general que nos
permite tratar con situaciones u objetos ausentes. Las palabras tienen la
evidente ventaja adicional de ser sociales y constituyen la forma más di
recta de comunicar significados. La imagen, para ser comunicada, tiene
que ser expresada a través de palabras, y ya hemos visto que esto puede
hacerse a menudo sólo de un modo vacilante y deficiente. Las palabras
difieren de las imágenes en otro aspecto todavía más importante: pueden
indicar las características cualitativas y relaciónales de una situación en su
aspecto general tan directamente —e incluso más satisfactoriamente—
como pueden describir su individualidad peculiar. Esto es, de hecho, lo
que proporciona al lenguaje su íntima relación con los procesos de pensa
miento. Porque pensar, en su sentido psicológico, no consiste simplemen
te en recuperar de una situación adecuada del pasado en virtud de una
confluencia de intereses, sino en utilizar el pasado para resolver dificulta
des planteadas en el presente. Por tanto, pensar implica formularse, en
cierto grado al menos, cuál es la naturaleza de la relación entre los casos
utilizados en la solución y las circunstancias que plantean el problema.
Evidentemente no puede decirse que alguien piensa si no se esté enfren
tando a una especie de reto, a cierta dificultad; una persona en caso con
trario se limita a actuar de un modo automático y se deja llevar por sus
hábitos. De igual modo tampoco puede decirse que piense una persona
que, ante reto, no se limite a formar una imagen a partir de una situación
concreta, más o menos relevante para luego encontrar por sí misma una
solución, sin formular en absoluto el principio relacional implicado. Para
llevar a cabo esta formulación, es decir, para utilizar las características ge
nerales de la situación, tanto cualitativas como relaciónales, a las que se
hace referencia de un modo más o menos abierto, las palabras parecen
ser los únicos instrumentos adecuados que el hombre ha descubierto o in
ventado hasta la fecha. Utilizadas de esta forma, logran notoriamente
aquello en lo que las imágenes, como hemos visto, tienden a fallar más
notoriamente: pueden tanto designar lo general como describir lo particu
lar, y puesto que se articulan mediante la formulación de conexiones, con
tienen de un modo más claro su propia lógica.
296 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
6. El significado en psicología
Aparentem ente es posible tener una conducta que muestre todos los
signos de adaptabilidad, pero que carezca total o parcialmente de un co
nocimiento sensorial, perceptivo, de imágenes o de ideas por parte de la
persona implicada. Ahora bien, en algunos casos una técnica experimen
tal especial puede m ostrar que probablemente en el momento en que
está ocurriendo de hecho esa conducta sí estaba presente un material
sensorial o de otro tipo, sin que la persona pueda darse cuenta de ello
por alguna razón en ese momento o después. Por ejemplo, en un reciente
partido internacional de rugby, al comenzar el segundo tiempo, uno de
los jugadores sufrió una ligera contusión como consecuencia de un en
contronazo. Siguió jugando bien, e incluso inició un movimiento que dio
lugar a un tanto; sin embargo, no fue capaz de describir el juego ni nada
de lo ocurrido después de la colisión. Quizá bajo hipnosis o delirando,
mediante una asociación dirigida u otros medios, se podía haber induci
do a que aquel hombre diera una descripción completa y precisa del jue
go, a pesar de no haber tenido ninguna información del mismo mientras
tanto. Aunque así fuera, si bien mientras estuvo jugando e inmediata
mente después de acabado el partido —ateniéndonos a su propio rela
to—, habría que admitir que lo único que estuvo presente fue una mera
sucesión m aravillosam ente estructurada de movimientos coordinados,
parecería como si en realidad algo más hubiera estado presente todo el
tiempo. Junto con esa serie de movimientos bien dirigidos se daba para
lelamente una serie de material sensorial, de imágenes, de ideas y de pla
nes. Sin embargo, no parece que pudiera ser éste el caso si utilizáramos
304 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
nan la preponderancia son del tipo de tendencias activas. Unas son indivi
duales, como el temperamento, el carácter y ciertos intereses. Otras son
ampliamente compartidas, como los intereses, sentimientos, convenciones
e ideales, determinados por el grupo. Si en una situación cualquiera, do
minan ciertos constituyentes parciales, éstos, junto con sus tendencias de
terminantes, permiten establecer el significado de esa situación o de cual
quier otra parte de ella.
En segundo lugar, hemos visto con frecuencia que, en una fase deter
minada del desarrollo, la estructuración cronológica tiene mucho que ver
con la determinación del significado. En casos relativamente simples, el
significado de una parte de una situación se hallará en las reacciones, y en
el material y las emociones que los siguen inmediatamente. Este modo
cronológico de determinar el significado probablemente nunca sea com
pletamente superado. Por ejemplo, un sujeto bajo hipnosis, que haya co
menzado con determinadas reacciones o con determinadas imágenes o
ideas, de ordinario irá pasando a otras que de hecho sucedieron a las pri
meras en ese orden cuando ocurrieron por vez primera.
Por último, el grueso de las situaciones y significados de la vida coti
diana está constituido por un conjunto de material adquirido y por com
binaciones e integraciones complejas de intereses. Esto corta de golpe
cualquier principio cronológico de organización simple. Un narrador
consumado comenzará su relato como si se lo contara a sí mismo, esti
mulando en sus oyentes un conjunto de intereses. Luego sigue un inter
valo, durante el cual mantiene en vilo los intereses, los deja a la expecta
tiva y al final irrum pe con el m aterial se «ajusta» a la situación,
quedando entonces justificado el interés. Lo mismo sucede en el caso del
orador hábil, el compositor o el escritor de talento. Todas las soluciones
difíciles de los problemas siguen el mismo camino. Hay reacciones, emo
ciones y material psicológico que se «ajustan» de modo excelente a otras
reacciones, emociones y materiales psicológicos. Quizá esto sea simple
mente un hecho objetivo, pero precisamente por ello se puede reaccionar
ante él como ante otros hechos objetivos y, como en otros muchos casos,
la reacción también puede ser consciente o inconsciente. Las reacciones
conscientes de este tipo nos proporcionan el significado en un nivel supe
rior. De este modo, encontramos con frecuencia que el significado «real»
de una situación o de una parte de ella, está muy alejado en el espacio y
en el tiempo de aquello de lo que es significado.
306 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
7. El significado «real»
Hay ajigunas consideraciones psicológicas que contribuyen a poner de
manifiesto las distinciones comunes entre significado «real» y «aparente».
Las que aparecen a continuación son probablemente algunas de las más
importantes:
a) Se puede sustituir significado «real» por significado «convencio
nal». El significado se deriva de la organización del material psicológico
por tendencias de reacciones. Siempre que estas tendencias se vuelvan
convencionales y arraiguen en la totalidad de un grupo social tienden a
expresarse en cada miembro del grupo, suponiendo que éstos reaccionen
de un modo social. Por consiguiente, las tendencias determinan de una
manera uniforme las situaciones y el significado en todo el grupo. Los sig
nificados «reales» en este sentido varían de un grupo a otro, de igual
modo que los significados «aparentes» pueden variar de un individuo a
otro. Dentro del grupo permanece relativamente constante la dirección
en que se mueve la referencia de cualquier situación de la que se ocupen
las tendencias del grupo. El significado «real», por ejemplo, de «mágico»
puede diferir mucho entre un grupo que pertenezca a la civilización eu
ropea actual y, pongamos por caso, un grupo de aborígenes australianos.
Puede ser que en un sentido la «connotación» lógica se considere como
un significado «real» de este tipo dentro de un grupo muy reducido.
b) Se puede sustituir significado «real» por significado «racional». Es
una utilización muy frecuente y, para el psicólogo, algo problemática. Nos
exige abstraer del significado todas las características activas y afectivas, y
encontrar la totalidad del significado en términos de material psicológico.
Es evidente que hay una estrecha relación entre el caso a) y el b); en am
bos se hace un esfuerzo por encontrar el significado «real» en un tipo de
referencia que es uniforme para todo el mundo. El caso b) se basa en el
hecho de que las reacciones activas y afectivas se encuentran en su con
junto mucho más subordinadas a variaciones individuales que las reaccio
nes discriminativas más abstractas de tipo cognitivo. También se trata de
un tipo de significado «real» estudiado a menudo en lógica.
c) Se puede sustituir significado «real» por «significado resultante de
las características sobresalientes o preponderantes de una situación». Si la
preponderancia está determinada por las tendencias del grupo, el caso c)
puede coincidir con el a); si lo es por reacciones puramente cognitivas, el
caso c) puede coincidir con el b), pero es fácil encontrar ejemplos en los
que no aparezca ninguna de estas alternativas. Luego entonces, podemos
decir que para Cytheraea Grange el significado «real» de los rayos de sol
El significado 307
8. Significado y recuerdo
Partiendo de lo anterior, se deduce que mientras permanezcamos den
tro de los límites de la psicología, siempre nos encontraremos con proble
mas de significado. Lo que he aceptado llamar «significación reactiva»
308 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
1. Definición
En su moderna caracterización, la psicología social tuvo un comienzo
brillante cuando el profesor William McDougall escribió su Introduction
to Social Psychology, pero desde entonces no parece haber progresado
mucho. En cierto sentido la obra de McDougall, a pesar de sus destaca
dos valores y originalidad, ha tenido una influencia negativa. Como es sa
bido, la totalidad de su estudio se basa en la idea de que las actividades
instintivas tienen una importancia primordial en la vida social. Considera
que toda posible reacción social es en definitiva explicable en términos de
tendencias instintivas; punto que constituye un tema controvertido en la
época en que McDougall lo estudió, y que sigue siéndolo en la actualidad.
Su concepción ha tendido a hacer de las discusiones psicológicas sobre
problemas sociales un campo de batalla entre la psicología del instinto y
las psicologías de cualquier otra índole. Igualmente, su intento de catalo
gar los instintos ha llevado a un gran número de catálogos de diversa lon
gitud y contenido, como si el mero listado de instintos arrojara por sí mis
mo gran luz sobre las respuestas sociales. En el tumulto de la polémica se
han dicho muchas cosas sobre los instintos, pero no tantas sobre la con
ducta social en sus aspectos genuinamente observacionales, excepto por
parte de los antropólogos, cuyos intereses les permiten detenerse en una
descripción minuciosa.
Para salir de este punto muerto, lo primero que hace falta es que el
psicólogo social se dé cuenta claramente de la «localización» precisa de
sus problemas, cosa que en principio puede parecer bastante simple. Po
demos definir la psicología social como el estudio sistemático de las modi
ficaciones en la experiencia y de las respuestas del individuo que se deben
directamente a su pertenencia a un grupo. Suponiendo, entonces, que
311
312 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
yantaron y los que se hallaban frente al lugar en el que el brujo había pegado
un respingo, fueron inmediatamente atacados con lanzas. Cinco o seis hom
bres. fueron muertos en medio de una salvaje conmoción.»
Nadie dudaría de que este caso constituye una genuina reacción so
cial. Desde luego, el nativo suazi tiene siempre su lanza a punto, pero en
términos generales, es una persona que cumple la ley y, tomado indivi
dualmente, no tiende a una excitación salvaje. Si mata a otras personas, es
normalmente en el marco de una pasión o cólera súbita. En este caso los
muertos no se deben a la cólera, sino a un torbellino peculiar de excita
ción, que no es posible —según me han contado— que se produzca fuera
de ceremonias sociales de este tipo. Es igualmente probable el que las
personas que intervinieron en esta matanza, la hubieran llevado a cabo en
el curso de una rutinaria reunión de vecinos como el que la hubiera co
metido un civilizado europeo.
He aquí, pues, una conducta socialmente determinada, no sólo en el
sentido de que ocurre dentro de un grupo concreto, sino de que no ocurre
fuera de él. Parece como si el hecho mismo del agrupamiento fuera lo que
permitiera ese comportamiento particular del grupo. De este modo, cuan
do decimos que la psicología social se refiere a las modificaciones de la
experiencia y la conducta humanas debidas al agrupamiento social, que
remos decir que estudia las reacciones que son específicas de grupos, en
contradas en ellos, y que no se encuentran fuera de los mismos. En mi opi
nión, es indudable que existen reacciones como éstas, cuyas modalidades
nunca se han diferenciado claramente, ni se han entendido sus condicio
nantes; sin ellas no habría lugar para la psicología social como rama espe
cial de la ciencia psicológica.
Quiere decirse que hay que considerar al grupo en sí mismo, en cuan
to que unidad organizada, como verdadero condicionante de las reaccio
nes humanas; lo cual significa que, aunque dijéramos todo lo que permita
la teoría sobre la experiencia y la conducta desde el punto de vista tanto
de su determinación por parte de la estimulación externa, como de los
factores internos de carácter y temperamento individual que la están de
terminando, aún dejaríamos completamente sin explicar algunas —proba
blemente muchas— de las respuestas humanas más importantes.
La mayor parte de las personas que se han dedicado al gobierno y ad
ministración de grupos sociales son muy conscientes de este hecho. Re
cuerdo una afirmación que me hizo un brillante estadista de gran expe
riencia, en el curso de una discusión: «El gran misterio de toda conducta
es la conducta social. Durante toda mi vida he tenido que estudiarla pero
no puedo presumir de entenderla; aun cuando crea que conozco a un
314 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
2. Convencionalización
Tenemos un tercer conjunto de hechos que deben ser estudiados. Su
pongamos que dos grupos sociales diferentes entran en contacto, y que
cada uno tiene su conjunto peculiar de creencias, tradiciones, costumbres,
sentimientos e instituciones. En el caso de que el contacto se lleve a tér
mino, se verán modificadas las propiedades sociales de cada grupo; no
hay duda de que tales modificaciones pueden estudiarse de un modo ob
jetivo. Podemos preguntarnos «¿Qué sucede a x, un grupo de elementos
culturales, cuando entra en relación con y, otro grupo de elementos cultu
rales?». Y podemos buscar una respuesta a esta pregunta sin referirnos en
concreto a ideas, sentimientos o acciones de ningún individuo de cual
quiera de los dos grupos. En mi opinión, ésta es una de las cosas que in
tenta hacer la sociología y, si estoy en lo cierto, tanto x como y pueden ser
factores causales directos que definen cómo se comportan los individuos
de uno y otro grupo, o cómo sienten y piensan. Por consiguiente, los cam
bios en x e y son datos relevantes para el psicólogo social. Como además
tanto x como y conservan invariablemente algunas de sus características
generales cuando evolucionan hacia nuevas formas convencionales, su in
teracción proporciona problemas por lo menos análogos a los problemas
del recuerdo, que tienen no obstante un interés especial para quien se de
316 Recordar. Estudio de psicología experimenta! y social
1. El problema
En este momento no nos vamos a ocupar del problema de si se pue
de afirmar en algún sentido que un grupo social posee una memoria.
Esta es una idea con la que muchas personas han jugado, de una u otra
manera, pero que pocas han tomado realmente en serio. La versión ac
tual de esa idea, que es también una de las más difíciles de exponer con
claridad, se relaciona con determinados avances en psicopatología. De
acuerdo con ellos, muchos de los fenómenos de enfermedades mentales,
así como de regresiones sociales implican la permanencia inconsciente
en la estructura del grupo de prácticas y creencias desconocidas para
cualquier individuo miembro de los grupos en cuestión. Se dice que és
tas constituyen un «inconsciente colectivo» que a veces puede influir po
derosamente en la conducta social; más tarde se discutirá esta concep
ción1, pero por el momento vamos a ocuparnos sólo del recuerdo dentro
del grupo, y no del hipotético o demostrable recuerdo por parte de un
grupo.
No obstante, es imposible hablar de la determinación social del re
cuerdo sin formarse previamente algunas ideas sobre cómo operan de he
cho las condiciones sociales de importancia, ideas que nos llevarán a plan
tearnos la pregunta de qué condiciones del recuerdo son específicamente
sociales.
Por tanto, propongo en primer lugar que consideremos unos cuantos
casos típicos en los que la memoria parece estar directamente influida por
hechos sociales. Expondré la explicación psicológica de estos casos y a
continuación extraeré ciertas conclusiones provisionales basadas en la im
portancia psicológica de la organización social, en lo que concierne al re
cuerdo.
319
320 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
2. Algunos ejemplos
Hace algunos años, el jefe supremo del pueblo suazi, acompañado de
varios de sus jefes, visitó Inglaterra con el propósito de conseguir un acuer
do definitivo sobre un prolongado conflicto territorial. Cuando regresó la
delegación, había naturalmente cierta curiosidad entre los colonos británi
cos de Suazilandia sobre cuáles eran los principales elementos que recor
daba el grupo nativo de su visita a Inglaterra. Lo que había quedado fijado
con mayor firmeza y claridad de todo lo registrado por los jefes suazi era la
imagen del policía inglés regulando el tráfico con la mano en alto.
¿Por qué produjo una impresión tan profunda esta acción tan simple?
Seguro que no fue meramente porque la tomaran como símbolo de po
der, ya que habían contemplado y, a efectos prácticos, olvidado otros nu
merosos ejemplos de poder, mucho más llamativos para la mente eu
ropea. El suazi saluda a su amigo o a la persona que le viene a visitar
levantando la mano; se trataba por tanto del mismo gesto familiar, cálido
y amigable, en un país extranjero, pero al mismo tiempo con unas conse
cuencias impresionantes. Era una de las pocas cosas que vieron que se
ajustaba de manera inmediata a su propio marco social profundamente
arraigado, así que produjo una impresión rápida y un efecto duradero.
Tomaré otro caso de la misma comunidad. Incluso los observadores
más perspicaces suelen hacer acerca de los suazi el mismo tipo de obser
vación que se ha hecho sobre los bantú en general: «Los bantú están do
tados de una excelente memoria»2. Con todo, esta clase de afirmación
nunca parece haberse sometido a una comprobación experimental minu
ciosa3. Si se llevara a cabo, se encontraría con toda seguridad que las dife
rencias individuales son más o menos tan pronunciadas como en una co
munidad europea y, además (lo que viene muy bien a nuestro propósito
actual), que las líneas de un recuerdo preciso y completo realmente son
en buena medida, como ocurre entre nosotros, cuestión de organización
social, con sus escalas de valor admitidas.
Después de haber escuchado numerosas historias acerca de la maravi
llosa memoria literal que poseían los suazi ya desde niños, historias que
me aseguraron podría comprobar y confirmar invariablemente, en la per
sona que yo quisiera, dispuse un sencillo experimento. Tras elegir al azar
a un muchacho de once o doce años, un intérprete nativo y yo confeccio
namos un breve mensaje de unas veinticinco palabras que el niño tendría
que llevar de un extremo a otro de un pueblo. El trayecto le llevó unos
dos minutos. Se le había transmitido el mensaje con todo el cuidado dos
veces, sin que supiera que estaba siendo observado y se le instó vivamen
te a que fuera preciso. Transmitió el mensaje con tres omisiones impor
La psicología social y el contenido del recuerdo 321
tantes, sin hacerlo mejor que lo hubiera hecho un niño inglés de su misma
edad. Varias veces también, intenté con niñas y niños nativos de diversas
edades pruebas corrientes de observación y descripción parecidas a las
que ya he recogido en este libro, pero modificándolas a fin de darles una
mayor motivación intrínseca para un observador nativo. Los resultados
fueron aproximadamente los mismos que se hubieran obtenido en prue
bas similares con un grupo europeo típico, ni mejores ni peores.
No es difícil sin embargo mostrar que la creencia común tiene alguna
base. Por ejemplo, hablando en cierta ocasión con un importante colono
escocés en Suazilandia, poseedor de un amplio y sólido conocimiento de
los nativos, me repitió las conocidas historias acerca de la memoria de és
tos, tan exageradamente precisa y minuciosa. Yo le hablé de mis propias
pruebas, y de inmediato coincidió en que sus afirmaciones sólo se sostení
an suponiendo que tomáramos al nativo en sus áreas de interés preferen
te. Hoy en día la mayor parte de la cultura suazi gira alrededor de la po
sesión y cuidado del ganado; el ganado es el centro de muchas de las
costumbres sociales más persistentes e importantes. El propio colono me
sugirió un caso: me garantizó que su boyero me daría una descripción rá
pida y absolutamente literal de todo el ganado que él, el propietario, ha
bía comprado un año antes. El pastor había estado con él mientras se
efectuaban las transacciones y luego había conducido los animales de re
greso a la granja principal. Inmediatamente después de la compra, el ga
nado había sido distribuido hacia diferentes lugares y el boyero no lo ha
bía vuelto a ver. El colono tenía registrado el movimiento del ganado y
naturalmente no podía recordar por sí mismo sin consultar sus libros; se
acordó que no los consultara, ni que dijera nada al boyero. Gomo en
aquel momento el nativo estaba en una cervecería y resultaba inaccesible
en todos los sentidos, me lo enviaron el día siguiente; caminó unas veinte
millas, y trajo consigo, precintado, el libro, que en cualquier caso no era
capaz de leer. Desconocía la razón de su viaje. Le pedí que me enumerara
el ganado comprado por su patrón el año anterior, junto con todos los de
talles que quisiera dar. De cuclillas en el suelo y totalmente inmóvil, reci
tó la lista con gran rapidez, tal como se detalla a continuación:
De Magama Sikindsa, un buey negro, por 4£.
De Mloyeni Sifundra, un buey negro joven, por 2£.
De Mbimbi Maseko, un buey negro joven, con un penacho blanco en la
cola, por 2£.
De Gampoka Likindsa, un novillo blanco, con pequeñas manchas rojas,
por 1£.
De Mapsini Ngomane y Mpohlonde Maseko, una vaca roja, una novilla
negra, un choto negro, todo por 3£.
322 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
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gún modo; tiene que haber alguna influencia activa que, mientras tenga
efectividad, reúna y mantenga unidas a las personas que forman el grupo.
Por^otra parte, esta influencia organizadora siempre ha de ser capaz, de
hecho, de manifestarse de alguna manera visible, de tal modo que todos
los miembros del grupo puedan ser capaces de apreciar sus efectos. Las
influencias o tendencias que organizan los grupos sociales humanos son el
apetito, ei instinto, la moda, el interés, la opinión o el ideal.
Tal como operan realmente, cada uno de estos factores tiene un sesgo
específico; por ejemplo, el apetito puede ser búsqueda de comida; la ten
dencia instintiva puede ser la belicosidad; la moda puede referirse al ves
tido; el interés puede ser técnico; la opinión puede haber nacido de cir
cunstancias históricas especiales; el ideal tiene que formularse de alguna
manera más o menos definida, por ejemplo, puede ansiar una federación
internacional de trabajadores. La base psicológica de la propia organiza
ción del grupo proporciona inevitablemente a éste una especialización en
su función, aunque no hay duda de que a medida que el grupo tiende a
hacerse cada vez más complejo, sus funciones se multiplican.
Este sesgo, que todo grupo social por fuerza posee en algún grado,
lleva necesariamente al desarrollo dentro del grupo de prácticas caracte
rísticas, códigos de procedimiento formulados o no, y a costumbres, insti
tuciones y tradiciones más o menos persistentes, A medida que se desa
rrolla todo esto, tiende a aparecer como la base estructuradora de la vida
del grupo; constituye el puente de una generación a otra, libera en cierto
grado al grupo del control inm ediato de ese tipo de circunstancia externa
que en sí misma no forma parte del grupo; es en suma, el principal secre
to de la persistencia del grupo. En realidad, estas instancias operan tam
bién a través de una tendencia social muy poderosa; crecen y prosperan
las opiniones sobre hechos persistentes de costumbres, tradiciones, insti
tuciones y procedimientos técnicos; y son estas opiniones las que propor
cionan al grupo su coherencia y su vida. De tanto en tanto ocurre algo
sorpresivo que acaba con las viejas opiniones; entonces el grupo estable
cido sufre un cambio, sus límites se difuminan y se disgrega en nuevas re
organizaciones, pero no pasa mucho tiempo sin que el poder de la creen
cia reaparezca en las nuevas reorganizaciones, consolidándolas y
prestándoles dirección y capacidad para continuar su existencia.
Es legítimo, sin embargo, hablar de costumbres, tradiciones, institu
ciones, secretos técnicos, ideales formulados o no y otros muchos hechos
que son en sentido literal propiedades de los grupos, en cuanto que deter
minantes directos de la acción social. En esencia, todos ellos operan me
diante la creación de fuertes opiniones a su alrededor, pero de hecho res
tringen constantem ente la acción humana del modo más directo. Es
326 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
Ukanyani, la comadreja, pidió a una leona que le dejara cuidar de sus cacho
rros, a lo que ésta accedió. Cuando el león volvió para verlos, la comadreja le
dijo: «Todos están bien; están gordos y contentos». El león se marchó; pero al
no encontrar comida, regresó de nuevo. Y dijo la comadreja: «Yo te daré co
mida». Mató a uno de los cachorros y con él preparó una sabrosa comida. Y
dijo: «Mira, todos tus cachorros están bien; es una comida muy rica». Volvió a
hacer lo mismo muchas veces, hasta que no quedó un solo cachorro. Entonces
el león se dio cuenta de que se había comido sus propios cachorros y montan
do en cólera, trató de dar caza a la comadreja. Esta corrió de acá para allá,
hasta desaparecer debajo de un árbol. El león corrió tras ella lleno de ira, y
agarrando una raíz del árbol, tiró de ella con todas sus fuerzas. La comadreja
gritaba: «Ay, me estás haciendo un daño horrible; que me haces daño en la
cola», y todos vinieron a tirar con el león, sin que lograran arrancar la raíz. Al
final se marcharon disgustados y la comadreja, riéndose de ellos, salió.
4. Principios
Voy a enunciar brevemente y con grandes reservas tres principios,
aunque quizá de una discusión general pudieran derivarse otros. En un
340 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
área tan inexplorada como ésta, cualquier intento de enunciar leyes sólo
puede constituir una base para un examen ulterior de los hechos relevan
tes; los principios como tales se sostendrán o vendrán abajo a medida que
se vayan conociendo nuevos hechos. Lo que está fuera de discusión es
que el recuerdo en un grupo se ve directamente influido, en cuanto a su
forma, por las tendencias persistentes que dominan en ese grupo.
1. En un campo cualquiera, en el que la organización social no tenga
tendencias organizativas que vayan en una línea concreta, sino sólo un
conjunto de intereses, todos más o menos igualmente dominantes, el re
cuerdo puede ser del tipo recapitulatorio-memorístico. Este es un caso
frecuente en un amplio campo de sucesos cotidianos que tienen lugar en
tre los grupos denominados primitivos.
2. Siempre que existan fuertes tendencias sociales específicas persis
tentes y dominantes, el recuerdo puede aparecer en forma directa, como
si fuera una lectura a partir de una copia, y con un grado mínimo de irre-
levancia. Quizá pueda deberse a la adopción de un tipo de recuerdo de
imágenes directas, ayudado por los «esquemas» sociales sobresalientes
que adoptan la forma de costumbres persistentes.
3. Siempre que las fuertes tendencias sociales persistentes y domi
nantes estén supeditadas a cualquier clase de control social severo (p. ej.,
que no tengan la aprobación de un pueblo invasor, o que se opongan a la
tendencia general inmediata de desarrollo social en el grupo), el recuerdo
social será perfectamente capaz de adoptar un carácter constructivo e
ingenioso, de una manera consciente o inconsciente. Su forma tenderá
entonces a ser asertiva, más bien dogmática y segura de sí misma, y el re
cuerdo irá probablemente acompañado de entusiasmo y emoción.
En la discusión anterior se ha ilustrado cada uno de estos principios,
todos los cuales precisan obviamente de una mayor diferenciación antes
de que algún día se logre escribir la historia completa del control social
del recuerdo.
Capítulo 16
LA CONVENCIONALIZACIÓN
1. El proceso de convencionalización
Probablemente, el mayor estímulo para el cambio social en un grupo
provenga siempre de más allá de sus límites. Esta es la razón psicológica
primordial por la que las organizaciones grandes e importantes, como el
ejército, tienen grupos de agregados militares, u oficiales de enlace, con
organizaciones extranjeras con las que mantienen relaciones amistosas;
razón también por la que empresas comerciales u otro tipo de asociacio
nes suelen formar corporaciones, con relaciones mutuas más estrechas
que las que poseen con organismos similares externos a dichas corpora
ciones, y finalmente, ésa es la razón por la que, en nuestro mundo, han
surgido una serie de métodos refinados para facilitar los contactos entre
grupos sociales. Con todo, cuando en un grupo se adopta una técnica, ^
costumbre o institución procedente de otro grupo, sean cuales sean los £
medios empleados, la conservación selectiva del grupo receptor lo incor-
pora a un patrón característico de dicho grupo. Es este proceso de des- ^
arrollo de pautas características dentro del grupo, en el que ha de encajar-
se todo el material ajeno a él, lo que vamos a estudiar a continuación. Es
el momento de abandonar la psicología en sentido estricto para centrar
nos en la sociología; no vamos a ocuparnos de las emociones, imágenes,
ideas o actitudes individuales, sino de los cambios objetivos en la cultura.
La denominación general que, como ya he anunciado, propongo utilizar
para cubrir el conjunto de los procesos implicados es la de convencionali
zación. La cuestión se plantea de la siguiente manera: he aquí un elemen
to de la cultura que se incorpora a este grupo procedente de otro; ¿cuáles
son los principios fundam entales que rigen los cambios que ha de sufrir
antes de llegar finalmente a una forma admitida dentro de su nuevo con
texto social? El alcance de esta pregunta es inmenso, y por ello no puedo
341
342 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
b) Por simplificación
Resulta obvio una vez más que la mayoría de los elementos culturales
que un grupo recibe de otro sufre una enorme simplificación de detalles a
lo largo del tiempo. Aquí, como en el primer caso, los resultados de mis
experimentos encuentran con frecuencia un paralelo en la vida social. A
menudo ocurre que algún elemento de un conjunto inicial logra poco a
poco una posición cada vez más importante y llega a ser representativo
del conjunto. La larga historia del desarrollo de las formas alfabéticas co
munes es un caso típico4. Habitualmente la simplificación no tiene lugar
de un modo inmediato, sino que se desarrolla poco a poco en la comuni
dad a medida que el material en cuestión va pasando por muchas manos,
o que las costumbres introducidas se van convirtiendo paulatinamente en
algo cotidiano para un gran número de personas. Cada cambio concreto
se produce probablemente de un modo del todo inconsciente. Ninguno
de los que contribuyen a él ve el objetivo al que se dirige; y a pesar de
ello, cuando todo el proceso está completo, puede que los diferentes esta
dios manifiesten una conexión progresiva.
Casos como los anteriores abundan en prácticamente todos los estu
dios sobre el desarrollo del arte decorativo5 o la evolución de objetos de
La convencionalización 345
1852—3
Varios
años
después
arrollo del grupo receptor. Significa además que si bien es probable que
el estímulo más efectivo de los que se modifican proceda fundamental
mente de contactos sociales, puede que surjan dentro del grupo de un
modo genuino form as sociales de cultura. El modo principal en que se
ejercita esta capacidad constructiva social es que todos los elementos cul
turales incorporados, sea cual sea su origen, que se relacionan con los
mismos aspectos vitales, tienden a verse afectados por las influencias que
determinan la tendencia de desarrollo del grupo receptor en relación con
tales aspectos. Por consiguiente los elementos importados se construirán
en conjunto y adoptarán determinadas formas, cuyos detalles procederán
de diversas fuentes.
Quizá se debiera deducir de lo anterior que la base de la organización
grupal se va formulando con mayor precisión, y a medida que la amplitud
y diversidad de un grupo aumentan, la capacidad constructiva social se va
haciendo más marcada y frecuente. Me inclino a pensar que esto es de he
cho lo que ocurre, pero el caso es muy complicado, porque probablemen
te el individuo, en general, adquiere mayor influencia en la comunidad a
medida que crecen la complejidad y la amplitud de los grupos sociales.
Así pues, junto a esa capacidad constructiva que refleja una verdadera
función social, tenemos que tener en cuenta el hecho de que los indivi
duos con una aptitud mental predominantemente constructiva tienden a
tener cada vez mayor protagonismo en el mecanismo de expresión de la
misma, a medida que la sociedad se desarrolla hacia la civilización mo
derna.
Habrá que examinar ahora unos cuantos ejemplos de capacidad cons
tructiva social, aunque no se intentará agotarlos en todos sus detalles.
Los avances de la ciencia, tanto en una dirección práctica como en una
teórica, exigen una gran cantidad de trabajo en equipo, en el que los es
pecialistas pertenecientes a distintos campos han de cooperar. En todos
estos casos, el modo en el que el equipo logra el producto final presenta
una interesante serie de problemas.
Por ejemplo, durante la Gran Guerra, las demandas de defensa aérea
estimularon a todas las naciones implicadas a desarrollar dispositivos
mecánicos, o semimecánicos, para detectar ataques aéreos nocturnos.
Todos ellos, por condicionantes físicos y fisiológicos, seguían en términos
generales las mismas líneas; pero había importantes diferencias en los
grupos contrapuestos que, por aquel entonces, no se conocían en profun
didad. Al acabar la guerra, todos los grupos nacionales importantes de
Europa, junto con Estados Unidos y algunas otras naciones, han prose
guido manteniéndose relativam ente en contacto. En cada caso, se han
producido muchos avances, de modo que el aparato que ahora se está
350 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
ne que pararse a pensar qué es lo que va a hacer o decir otra persona an
tes de poder desempeñar la parte que le corresponda y quizá entonces sea
demasiadp tarde. Puede que la capacidad constructiva individual sea la
habitual, pero algo bloquea la onda de la pauta del grupo y el resultado
tiene una apariencia inconexa como si en realidad no existiera ninguna
capacidad constructiva en absoluto.
G. H. Lasswell, en su interesantísimo estudio Propaganda Technique
in the Great W ar 15, muestra cómo cada persona responsable de la propa
ganda pública tiene que adaptarse «a prejuicios territoriales, a ciertos he
chos objetivos de la vida internacional y al nivel de tensión general de la
comunidad». El último de estos factores, que resulta especialmente opor
tuno para nuestra exposición, se refiere al estado actual de adaptación de
un grupo social y al efecto social acumulado de su historia pasada. «El ni
vel de tensión se refiere a esa circunstancia de adaptación o inadaptación
que según los casos se describe como ansiedad manifiesta, nervios, irrita
bilidad, desasosiego, descontento o tensión. El propagandista trata con
una comunidad determinada, cuando el grado de tensión en ésta es eleva
do descubre que pueden desencadenarse las reservas de energía explosiva
con la misma cerilla que en condiciones normales encendería una fogata.»
El simple estudio de cada miembro del grupo no será suficiente para cali
brar este grado de tensión manifiesta y además, de acuerdo con él, la di
rección general de la propaganda durante la Gran Guerra fue inevitable
mente, aunque no «de modo prem editado», diferente en cada grupo
nacional. Alemania se basó en buena medida en las afinidades de sus
compatriotas y en el orgullo de sus propios logros; Francia en su mayor
parte, en el odio hacia sus tradicionales enemigos y en la utilización de so
noras palabras históricas como «humanidad» y «democracia», etc., que
poseían un significado especial por sí mismas «y retumbaban con reso
nancia tremenda en otros países»; Gran Bretaña, en la llamada humanita
ria y la desaprobación diplomática de las fuerzas aliadas enemigas. Los
mecanismos sociales realmente establecidos para controlar y desarrollar
la propaganda, volvían a poner de manifiesto la existencia de diferencias
persistentes, características de una nación comparada con otras.
Cualquier esfuerzo entusiasta que surgiera de repente en un grupo,
como la explosión isabelina en literatura o los descubrimientos y la colo
nización, en los que se repiten las mismas características en distintos cam
pos de la cultura, parece forzarnos hacia la noción de una capacidad cons
tructiva socialmente determinada. El estudio de la formación de un grupo
religioso o político, como la aparición de la Sociedad de Amigos a partir
del caldo de cultivo del puritanismo, o el temprano desarrollo del Partido
Laborista inglés, ilustran el logro de complejas estructuras sociales deter
La convencionalización 353
minadas punto por punto por tendencias sociales. Una persona aporta
esto y otra aquello, pero en la medida en que el trabajo de una y otra es la
base.de sus aportaciones, por muy importante que sean —salvo en cir
cunstancias muy poco habituales—, es preciso que formen parte de la
misma tendencia. La dirección social los limita y dirige como hace con el
artista de la etnia Dahomey: «En vano el artista de Dahomey intenta con
vencerse de que persigue un nuevo diseño, para cuya ejecución está
siguiendo meramente impulsos momentáneos. Aunque cree no tener con
cebida previamente la figura que va a producir, un examen del procedi
miento de un artista nativo revela la existencia de ‘determinantes’. Cuan
do ‘vuelve’ a su dibujo a pulso, no debe hacer curvas suaves, sino poner
en cada una un 'ensortijamiento’ característico. Por otra parte, una vez
comenzado su diseño, el resto de la figura tiene que caer dentro de una
cierta armonía de trazo y equilibrio de las partes que, naturalmente, limi
tan la elección individual. Estas características están impuestas por la cul
tura, limitándose el artista simplemente a hacer variaciones sobre una for
ma prescrita, aunque sin apartarse jamás de las reglas generales dictadas
por las convenciones del grupo. Podemos encontrar que se crean nuevos
diseños objetivos, pero la novedad estará situada dentro de límites socia
les bien definidos» 16.
Con todo, a pesar del gran acuerdo que pueda haber en cuanto al he
cho de la capacidad constructiva social, no sabemos nada apenas de su
mecanismo exacto, de las líneas de su expresión más efectiva dentro del
grupo particular, los límites de sus logros, su relación exacta con el esfuer
zo individual. Todo ello forma una serie de problemas sociológicos y psi
cológicos de gran importancia, que proporcionan un campo enorme para
futuras investigaciones.
1. Notas introductorias
355
356 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
controladas, sobre todo las del tipo llamado comúnmente «tests de inteli
gencia». La conclusión general es:
, «El descubrimiento de una relación de reciprocidad entre la inteligen
cia de los niños y la clase social de sus padres es una prueba bastante con
cluyente de que la correlación encontrada tan a menudo entre los niños
en sus propias casas 110 se debe primordialmente a la directa influencia
social de su hogar, sino que se trata de un hecho genuinamente biológico.
Sin embargo, la asociación es, en su.conjunto, bastante más pequeña en el
caso de niños procedentes de instituciones y no hay muchas dudas de que
las condiciones ambientales tienen alguna influencia en las respuestas
que dan en las pruebas.
«Las respuestas a las preguntas basadas directamente en cambios am
bientales proporcionan datos empíricos contradictorios. Por una parte
nos encontramos con la disminución de la correlación entre la inteligencia
del niño y su clase social en niños separados de su hogar a una edad tem
prana, comparados con otros de las mismas instituciones que dejaron su
casa más tarde; por otra parte, se produce una correlación creciente entre
inteligencia y clase social que aumenta con la edad para los niños que per
manecen en casa. Ambos resultados sugieren que el entorno tiene cierta
influencia sobre los resultados de la prueba. Por otro lado, los niños insti
tucionalizados procedentes de hogares negativos no manifestaban prácti
camente un aumento de su inteligencia al mejorar su entorno.» Hay cier
tos indicios de que la salud general se hereda en cierta medida, junto con
la inteligencia; pero «es imposible, en el estado actual de conocimientos,
decir cuál es su relación exacta». Parece cierto que el grupo denominado
con bastante ambigüedad «clase social» no es satisfactorio como base
para predecir la herencia biológica
Esta y otras investigaciones, que apuntan en la misma dirección, su
gieren que hay cierta base para la continuidad social aparte de la super
posición cronológica y ambiental. Los datos actuales, incluso los relativos
a la inteligencia, no son lo bastante definitivos aún para constituir una
prueba; pero parece razonable pensar que es probable que se vayan defi
niendo a medida que se realicen más investigaciones, con métodos experi
mentales de mayor precisión. En cualquier caso, este tipo de continuidad
biológica es lo que tiene en mente la doctrina de un inconsciente colectivo.
5, Resumen
367
368 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
Quizá el mejor modo de abordar este problema sea considerar las ide
as de un psicólogo que utiliza de modo preciso y constante la expresión
«memoria colectiva». El profesor Maurice Halbwachs ha escrito un minu
cioso y atractivo estudio de Les Ccidres Sociciux de leí Mémoire 2, influido
sobremanera por las ideas de Durkheim, quien, como es sabido, conside
ra que el grupo social constituye una unidad psíquica genuina y posee casi
todas las características del hombre individual. Las ideas de Durkheim no
La base del recuerdo social 369
se basan sin más en una analogía fácil, sino en un estudio paciente y mi
nucioso de los fenómenos sociales directamente. Halbwachs sigue con fi
delidad esta característica del método durkheimiano, presentando algu
nos ejemplos que merece la pena tomar en consideración. Halbwachs se
ocupa en particular de lo que denomina la «memoria colectiva» de la fa
milia, de los grupos religiosos y de las clases sociales.
En todas las comunidades m odernas bien arraigadas, según H alb
wachs, cada familia tiene su propia vida mental característica (esprit pro-
pre ); sus recuerdos, que sólo ella alimenta, y sus secretos, que no se reve
lan a nadie que no sea miembro de la misma. Por otra parte, estos
recuerdos, al igual que las tradiciones religiosas del grupo familiar de
épocas anteriores, no son una simple serie de imágenes individualizadas
del pasado; pueden serlo, pero también son modelos, ejemplos y un tipo
de base para la educación y el desarrollo. En ellos se expresa la actitud
general del grupo, de modo que hacen algo más que reproducir la historia
de éste: definen su naturaleza, su fuerza y su debilidad. «Cuando decimos
£En nuestra familia somos longevos’, o ‘tenemos mucho orgullo’ o kno hay
gente rica’, estamos hablando de una propiedad física o moral que consi
deramos inherente al grupo y que se transmite a sus miembros. Algunas
veces se trata del lugar o país de origen de la familia, o también puede ser
alguna característica sobresaliente de uno de sus miembros, que se con
vierte en un símbolo más o menos misterioso del bagaje común, a partir
del cual todos los individuos derivan las cualidades que les son peculiares.
Así pues, a partir de diferentes elementos de este tipo, retenidos durante
su historia pasada, la memoria familiar (mémoire familiolé) conforma un
marco que tiende a mantenerla intacta, como si fuera una especie de ar
madura familiar tradicional. No hay duda de que este marco está consti
tuido por hechos —cada uno con su localización temporal propia— y de
imágenes —cada una de las cuales surgió y desapareció en un momento
determinado—; pero al igual que encontramos juicios que la familia y
quienes la rodean han formado sobre estos hechos e imágenes, este m ar
co participa de la naturaleza de las nociones colectivas, que no tienen lu
gar ni momento definido, pero que parecen establecer la dirección del de
venir del tiem po»3.
Puede que tengamos ocasión de recordar un acontecimiento u otro de
nuestra vida familiar que esté «grabado en nuestra memoria»; en ese
caso, si entonces intentamos separar todas aquellas ideas y juicios que por
tradición forman parte de la familia, no quedará prácticamente nada; es
decir: sea de la forma que sea, no podemos hacer este tipo de disociación.
En nuestro recuerdo del acontecimiento concreto, no podemos distinguir
«la imagen que no tiene sino un único lugar y momento» de las nociones
370 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
ca una nueva unidad mental, que quizá sienta, conozca y recuerde por de
recho propio. La dificultad principal es que parece como si la prueba más
inequívoca de todos los procesos mentales superiores consistiera en su
formulación lingüística por parte de sus poseedores. Cuando el único len
guaje accesible al observador es el gesto, siempre existe una gran ambi
güedad. En algunos casos, especialmente en los que nos encontramos ais
lados y nos enfrentamos a individuos que lo están tanto como nosotros,
podemos inferir con bastante certeza el proceso mental a partir del gesto;
pero el caso del grupo social es enormemente complicado en este aspecto,
debido a la superposición de edades y entornos, y al hecho de que cada
miembro ha adquirido hasta cierto punto la capacidad de formular direc
tamente a través del lenguaje. Puede que las convenciones sociales, las
instituciones y tradiciones formadas por tendencias persistentes del grupo
constituyan «esquemas del grupo», al igual que las imágenes, ideas y ca
denas de pensamiento formadas por intereses persistentes de tipo perso
nal constituyen «esquemas individuales». En ese caso, dichos «esquemas
de grupo» ocupan una extraña posición porque, tanto si al grupo le resul
tan conocidos como si no, desde luego son conocidos al menos por algu
nos de sus miembros. Por consiguiente, aun cuando el grupo fuera capaz
en cierto modo de «volverse sobre sus propios esquemas» y utilizarlos di
rectamente, nunca podemos estar seguros de que los resultados subsi
guientes no se deban tan sólo a que puede hacerse una utilización similar
de los «esquemas» sociales por individuos destacados del grupo. Parece
que sólo hay una cosa que pueda resolver esta dificultad: se trata del des
arrollo de un lenguaje directo del grupo accesible a sus miembros. Algu
nas personas parecen pensar que lo que se denomina vagamente atmósfe
ra del grupo o impresiones formadas del grupo proporciona el tipo de
lenguaje requerido. Evidentemente, no es cierto, puesto que puede ser
simplemente el resultado de modificaciones afectivas de la experiencia in
dividual debidas sin duda al agrupamiento social que, por tanto, pueden
ser un producto del grupo como unidad psicológica, pero no constituyen
algo que el grupo posea como unidad física. De hecho, si hay grupos que
constituyen unidades físicas, es muy probable que sólo otro grupo con el
que puedan comunicarse directamente en algún tipo de lenguaje de grupo
pueda conocer su existencia. Así pues, la posibilidad de que existan lite
ralmente imágenes del grupo, recuerdos del grupo e ideas del grupo debe
m antenerse como un interesante problem a especulativo, aunque poco
claro, pues no podemos afirmar o negar su existencia. Nuestras ideas al
respecto estarán dictadas, como de hecho ocurre siempre con las ideas del
hombre acerca de estos problemas, por nuestras creencias en relación con
los valores relativos del individuo y del grupo.
374 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
Hasta aquí hemos presentado los detalles y conclusiones de las dos par
tes de este estudio. Aun a riesgo de repetirnos, nos parece conveniente reu
nir los resultados principales de los mismos, ya que si bien afectan a un con
junto muy amplio de problemas, presentan no obstante una visión coherente
del desarrollo en el hombre de respuestas a las demandas de su entorno.
El cuadro resultante nos presenta a los seres humanos enfrentados a
un mundo que pueden habitar y m anejar tan sólo en la medida que
aprendan a ajustarse a su infinita diversidad mediante respuestas cada vez
más sutiles, y siempre que descubran modos de escapar al dominio abso
luto de las circunstancias inmediatas. El psicólogo que se ocupa de los
procesos de recuerdo se plantea los problemas cuando ya se ha avanzado
un largo trecho en este necesario desarrollo. Tan pronto como llega a
buen término el gran esfuerzo que da lugar a la especialización de los sen
tidos, el organismo objeto del estudio del psicólogo ha descubierto cómo
utilizar el pasado en fenómenos tales como los de umbral reducido, los re
flejos en cadena y condicionados, la determinación de los esquemas, así
como en las secuencias de hábitos relativamente fijos. Pero los anteriores,
necesariamente, todavía constriñen y limitan las actividades del hombre,
ya que en todos ellos el pasado opera en masa, y la serie tiene un mayor
peso que sus elementos. Por otra parte, en muchos de ellos el pasado con
serva su capacidad constrictiva en forma de secuencias relativamente fijas
que no pueden romperse fácilmente.
Si se quiere lograr algún avance significativo, el hombre tiene que
aprender a descomponer el «esquema» en elementos, y a superar el orden
original en el que ocurren estos elementos. Puede hacerlo porque aprende
a utilizar los componentes de sus propios «esquemas», en lugar de encon
375
376 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
coordinación
supraordinación
en el significado
subordinación
contraste
en letras o silabas
*■en el sonido
en rima
causal
el tiempo
verbal
Contigüidad
en el espacio
380 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
3. El yo individual y social
Capítulo 2
1 Philippe, «Sur les T ransform ations de nos Images M entales», Rev. P hil., X LÍI,
pp. 481-93.
2 Die Traumdeutung, 3.a ed., Leipzig y Viena, 1911, VII (hay ed. cast.: La interpretación
de los sueños, en el vol. I de las Obras completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1948).
3 U n informe del método y de los aparatos utilizados para exponer el material se en
cuentra en el artículo titulado «An Experimental Study of some Problems of Perceiving and
Imaging», Brit. Journ. o f Psychol, 1916, VIII, pp. 222-66, en el que el experimento se presen
ta con más detalles de los ofrecidos aquí.
4 Cf. Quantz, Problems in the Psychology o f Reading, Psych. Rev. Monog. Supl. no. 1, p.
10: «❖ se le llama un diamante o un rombo; O un círculo o un globo; C una luna o creciente.
Se trata de.una vuelta a la imprecisión de la escritura pictórica.»
5 Cf. pp. 32, 35,45,194-5, 232-3.
6 Véanse, pp. 195, 205-14.
7 Cf. Emerson en Prudence: «El proverbio latino dice: ‘en las batallas el ojo se ve des
bordado’. El ojo se acobarda y exagera notablemente los peligros del momento.»
389
390 Recordar. Estudio de psicología experimental y social
. 8 Cf.Royce, Outlines o f Psy cholo gy, Nueva York, 1911, p. 92: «En los efectos de las ar
tes decorativas las semejanzas presentes ayudan a apreciar de manera más precisa las dife
rencias de experiencia de las que depende el efecto decorativo.»
9 Cf. Frank Smith, Brit. Journ. o f Psychol VI. pp. 320-62.
J0 C f.pp. 192-3,208-12.
11 Visuell wahrgenommene Figuren, Copenhage, 1921.
Capítulo 3
1 Psychol. Rev. IV, 390-1; Amer. Journ. o f Psychol, 1898, pp. 183-90.
2 Por ejemplo, Kirkpatrick, «Individual Tests of Schoolchildren», Psychol. Rev. VII,
pp. 271 y sigs; Sharp, «Individual Psychology», Amer. Journ. o f Psychol., 1899, pp. 329-91.
3 Por ejemplo, Parsons, C. J., «Children’s Interpretations of Ink-Blots», Brit. Journ. o f
Psychol. IX, pp. 71-92; H. Rorschach, «Psychodiagnostik»: Arbeiten zur angewandten Psy-
chiatrie, Bd. II, Berlín, 1921; O. A. Oeser, «Some experiments on the Abstraction of Form
and Colour», Brit. Journ. o f Psychol. XXII, pp. 287-323.
4 Cf. pp. 20, 232-3. Primero el sujeto reflexionaba sobre un objeto o una situación. D es
pués, en su caso, de forma visual, recordaba una imagen de algún ejemplo concreto e inten
taba que ajustara con la mancha. No debe considerarse que la parte reflexiva del proceso
global, que fue muy habitual, involucre necesariamente una imagen por sí misma.
5 Originalmente todos los dibujos de la Lámina II tenían colores (v. Brit. Journ. o f Psy
chol., op. cit.).
6 Cf. Parsons, op. cit., pp. 79-80. A la vista de ciertos desarrollos de la psicología m oder
na, particularmente de la Gestalttheorie, quizás debería disociarme de forma específica de
todas las especulaciones concernientes a los procesos dinámicos del cerebro que se puede
pensar que subyacen a estas imágenes dinámicas.
7 Los números que se dan en esta lista se refieren al orden de presentación de las m an
chas. Los números entre paréntesis se refieren a las reproducciones de las Láminas I y II.
Capítulo 4
9 Es posible que se pueda considerar que este procedimiento distingue a un tercer tipo
o clase de sujetos, pero con segundad está más próximo a la técnica verbalista que a la vi-
sualista.
Capítulo 5
1 Rev. Phil, 1897, XLII, pp. 481-93. El difunto profesor James Ward me hizo prestar
atención al interesantísimo trabajo de Philippe.
2 Cf. los caps. VII y VIII.
3 Véase el cap. VIII.
4 Véase Aun. Rep. Bur. o fA m er. Ethnol., Boletín 26, pp. 184-5.
D Se refiere, naturalmente, a sus procesos de memoria en general. Pero aunque diga que
sus imágenes específicas en este caso se han oscurecido, no parece que la versión sea mucho
menos detallada o precisa que las de ensayos anteriores.
6 Cf. F. C. Bartlett, «Symbolism in Folk Lore», Seventh International Congress o f Psy
chology, Cambridge, 1924, pp. 278-89.
' Véanse cap. VII.
8 Véanse pp. 129-46.
9 Véanse pp. 72-5.
Capítulo 6
1 Por ejemplo, véase Taylor, The Alphabet (Londres, 1883); Huey, The Psychology and
Pedagogy o f Reading (Nueva York, 1910), etc.
2 De hecho, utilicé una cuarta serie, pero no se reproduce en la Lámina III.
3 La función de los nombres al recordar reaparece una vez más aquí. Cf. pp. 18-20.
4 Cf. pp. 31-2, 35, 55-7, 78, 89-90.
5 Cf. pp. 269-74.
6 Véase p. 184.
7 Véase la Lámina III, serie III.
8 Cf. cap. XVI.
9 Un breve y útil resumen de este trabajo se presenta en Myers, Text-Book o f Experi
mental Psychology, 1 ,156-7.
10 Para una discusión de este punto, véase el cap. XV.
11 No hay duda de que es posible hacer distinciones adicionales entre vocalizar y verba-
lizar. Este último método incluiría la visualización clara de indicios verbales, mientras que
en el primero el método característico es cinestésico de forma más clara y excluyente. Muy
probablem ente de aquí se deriven diferencias im portantes, pero mis experimentos no las
han traído a la luz.
12 Cf. pp.288-91.
13 Cf. pp. 222-3, y también Brit. Journ. ofPsychol. XVI, 22-5.
Capítulo 7
p. .462. Tengo contraída una gran deuda con la Srta. M. E. Isherwood, entonces de! Newn-
ham College, Cambridge.
3 Tengo contraída una gran deuda con el Sr. H. N. Randle por recopilar estas dos series.
4 Véanse pp. 182-3.
5 Estoy en deuda con el Sr. A. G. Pite, entonces en el Trinity College de Cambridge,
por su ayuda a la hora de obtener esta serie y las tres siguientes.
6 En esta versión se utilizaron intencionadamente cifras en lugar de letras para los nú
meros, pensando que esto facilitaría que se retuvieran los números con exactitud.
7 Vuelvo a estar en deuda con la Srta. M. E. Isherwood, entonces en Newnham College,
Cambridge, por la recopilación de esta serie.
8 «Essays: First Series». The Temple Clcissics Edition, Londres, 1904. p. 62.
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 1.5
Capítulo 16
1 Véase Mallery, «Picture Writing of the American índians», Ann. Rep. Bur. o f Amer.
Ethnology, 1888-89, p. 261.
2 R. B. Cunningham Grahame, The Conquest o f New Granada, 1922, p. 97.
3 Franz Boas, «Tsimshian Mythology», Rep. Ann. Bur. Amer. Eth. XXXI, 571, y sigs.
4 Véase I. Taylor, The Alphabet, Londres, 1883.
21 Véase, p. ej., H addon, «Decorative A rt of British New Guinea», Cunningham Me-
moirs, n°. X; C. H. Read, Journ. Anthrop. Inst. XXI, 139-54.
6 Mallery, op. cit, p. 652.
7 Haddon, op. cit., p. 46.
8 Véase E. L. Thomas, Journ. Roy. Anthrop. Instit. LV, 129.
9 Véase, p. ej., Elliot Smith, «The Evolution of the Dragón», cap. II, Manchester, 1919.
10 H addon, op. cit, p. 59.
11 Lladdon, op. c it, p. 53; figs. p. 55.
12 íd em , p. 58.
lj C. G. Seligman, Journ. Roy. Anthrop. Instit LVIII, 247.
14 Neville Cardus, Cricket, Londres, 1930, pp. 173-4.
15 Londres, 1929.
16 W. D. W allas, «Individual Initiative and Social Control», Amer. Anthropol. N.S.
XVII, 1915, pp. 647-68.
Capítulo 17
1 C. E. Lawrence, B rit Journ. o f Psychol. Monog. Supp. XVI, p. 70. Véase también
Shepherd Dawson, «Intelligence and Fertility», Brit. Journ. o f Psychol. XXIII, 1932, 42-51.
2 Archives de Psychologie, XVI, 152-79.
Notas 395
Capítulo 18
,
1 L ’Evolution de la Mémoire et de la Notion de Temps París, 1928, tomo II. Muchos de
los puntos elaborados por Janet guardan una estrecha semejanza con el enfoque general que
yo mismo he adoptado en este volumen. Quizá se me permita decir que en ningún aspecto
ha habido posibilidad de un intercambio de ideas sobre el tema, y que si bien, al igual que
iodos los psicólogos, siento desde hace tiempo la mayor admiración por el trabajo psicológi
co del profesor Janet, he term inado esta parte de mi estudio antes de que aparecieran sus
volúmenes.
2 París, 1925.
3 Op cit., pp. 286-7.
4 Instinct and the Unconscious, Cambridge, 1920, p. 95.
Capítulo 19
397
398 índice analítico
ISBN 84-206-7714-0