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¿Qué hubo detrás del problema (massmedia) de censurar el filme por anti-semítico?
El representante demócrata del distrito 48 en la Asamblea Estatal de Nueva York, Dov
Hikind, luego de recibir una copia del guión de La Pasión de Cristo antes de su estreno, se
pronunció en diversos medios de difusión para desestimar la distribución del filme, debido a
que éste representaba una amenaza para los judíos de todo el mundo. Dicha opinión estaba
respaldada por el potencial antisemítico de la representación de las autoridades judías
implicadas en la muerte de Jesús, tales como el sumo sacerdote, Caifás (a quien Gibson
atribuye la frase traducida como “Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”), el
presidente del Sanedrín, Anás, y el tetrarca de las provincias de Perea y Galilea, Herodes
Antipas, en quienes deliberadamente se enfatizaron sus facetas mezquinas y sanguinarias,
entre un cúmulo de perversiones que se postulaban como una presunta recriminación al
deicidio que tradicionalmente se le había imputado al pueblo judío en su conjunto y que
pervivía, como difamación, en determinadas facciones de cristianos al margen de la Iglesia.
Sumado a esto, se reprochaba el hecho de que los actores que personificaban a los ya referidos
antagonistas judíos habían sido escogidos con rasgos propios de la etnia semita, mientras que
los “judíos buenos” del filme eran representados por afamados actores norteamericanos y
europeos (de raza predominantemente caucásica), como el mismo protagonista, el
estadounidense Jim Caviezel, la rumana Maia Morgenstern como María la Madre de Jesús,
la italiana Mónica Bellucci en el papel de María Magdalena, el también italiano Francesco
De Vito como Pedro y el búlgaro Hristo Zhivkov como Juan.
Ante esta serie de reclamaciones, Gibson responde que se trata de un malentendido y que su
intención nunca fue indisponer a los judíos, sólo decir la verdad, de un modo tan veraz como
fuese posible. De manera adicional, la llamada maldición de sangre que el director (como se
vio anteriormente) atribuye a Caifás, consta de hecho en el Evangelio según San Mateo (Mt
27, 25) como una respuesta de todo el pueblo judío congregado en torno a Pilato cuando éste
se lava las manos por la sentencia de muerte impuesta a Jesús. El director aclara que su
motivación de incluir aquellas líneas en el filme era que toda la humanidad, y no sólo el
pueblo judío, se diera por aludida con semejante sentencia y que cada espectador, de manera
personal, comprendiera que Jesús murió por sus pecados y los de todos, independientemente
de cualquier nacionalidad o momento histórico en cuestión; incluso el mismo Gibson declara
estar en la primera línea de culpabilidad a ese respecto.