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Módulo 2

Jurisdicción y
Competencia.
1. Jurisdicción y
Competencia.
1.1. Jurisdicción. Caracteres. Límites.
Elementos. Momentos de su ejercicio.
Definición
Jurisdicción es la función pública de administrar justicia emanada de la
soberanía del Estado y ejercida por un órgano especial. Tiene por fin la
declaración o realización del derecho y la tutela de la libertad individual y
del orden jurídico, mediante la aplicación de la ley en los casos concretos,
para obtener la armonía y paz social.

Es el poder-deber que tiene el Estado de aplicar justicia al caso concreto y


nace desde el momento en que la sociedad decide realizar indirectamente
el derecho en su actuación coactiva, eliminando la actuación directa de sus
componentes. El Estado, como representante del grupo asume esa función,
la que es puesta en actividad por medio de los órganos predispuestos, en
nuestro caso, conforme al sistema representativo de gobierno y a la base
del juez natural. Se desarrolla mediante un trámite regular y legal.

Si bien nadie más puede ejercer la potestad del Estado de administrar


justicia, este tiene la obligación de intervenir cada vez que le es solicitado
en la forma prevista por la ley, mediante el ejercicio de la acción procesal.

En sentido amplio, la función jurisdiccional comprende la creación y


constitución de los órganos encargados de administrar justicia, la
determinación de sus facultades y la fijación de las reglas para la
tramitación de los juicios.

En un sentido restringido, se refiere al poder o facultad conferida a ciertos


órganos para administrar justicia en los casos que les son presentados.

La jurisdicción es un poder que puede asimilarse a los poderes de acción y


de excepción. Estos últimos implican poner en actividad poderes que

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exhiben pretensiones subjetivas de las partes y se manifiestan como
simples o meras facultades o eventualmente, como cargas procesales. La
jurisdicción, en cambio, se presenta como el poder de actuación de un
órgano público con un criterio objetivo de justicia.

La jurisdicción es ejercida por el estado de manera monopólica y en


consecuencia, se prohíbe la justicia por mano propia. La autodefensa es
permitida en contadas excepciones que la misma ley señala y precisa.

El derecho procesal, el proceso y la función jurisdiccional son instrumentos


para la realización indirecta y coactiva del derecho sustancial. El ejercicio
de la función jurisdiccional requiere la existencia de un caso concreto que
se presenta a la manera de un conflicto de intereses. La sentencia es el
acto jurisdiccional por excelencia, ya que pone fin al pleito. La jurisdicción
se manifiesta a lo largo de todo el proceso mediante el dictado de
decretos, autos o providencias en general. Comprende desde el acto inicial
de simple admisión de la demanda hasta la sentencia definitiva.

Por último, cabe destacar que el fin de la función jurisdiccional es el de


proteger el orden jurídico preestablecido, por ello, al existir algún quiebre
de ese orden sustantivo-formal, es misión del órgano judicial la de
restablecerlo por medio del proceso judicial.

Caracteres
La jurisdicción es pública, única, exclusiva y excluyente, indelegable e
inderogable.

 Pública, por su naturaleza. Es una potestad del Estado cumplida por


órganos públicos y en consecuencia también es pública la
naturaleza del acto jurisdiccional. Tanto el órgano como la actividad
tienen carácter público, aunque fueren privados los conflictos o
situaciones sometidas a juzgamiento.

 Única, porque la jurisdicción es una sola. La Constitución de la


Provincia de Córdoba en su artículo 153 dispone que el ejercicio de
la función judicial corresponde exclusivamente al Poder Judicial de
la Provincia. Como poder o función del poder no puede ser dividida,
sin embargo, atendiendo a razones de división del trabajo,
extensión del territorio, naturaleza de las cuestiones y necesidad de
especialización, existe lo que se denominan reglas de competencia,
que imponen a determinados tribunales la obligación de entender
en ciertas cuestiones por razones prácticas vinculadas al territorio,
el grado y la materia a elucidar.

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 Exclusiva y excluyente, exclusiva porque solamente el Estado está
habilitado para ejercerla legítimamente a través de sus tribunales
como representantes del órgano jurisdiccional. Es excluyente ya
que rechaza cualquier interferencia de particulares y de los demás
poderes respecto del ejercicio de la función jurisdiccional.

 Indelegable, toda vez que el juez en el que el Estado ha delegado la


facultad de administrar justicia no puede despojarse de su ejercicio,
para dejar que otras personas lo asuman en el caso concreto y
ejerzan las funciones de juez. No obstante ello, no se impide la
delegación en ciertos casos para la comisión de medidas específicas
por diferentes razones (art. 291 C.P.C.).

 Inderogable, porque no puede ser atribuida a otros órganos. Se


trata de un poder-deber que proviene de la soberanía del Estado y
por ende no puede ser modificado por voluntad de los justiciables.
En casos especiales la ley otorga a los particulares un reducido
ámbito para elegir otros métodos para la resolución de su conflicto
(ejemplos: arbitraje, conciliación, mediación, etc.).

Límites
Para el ejercicio de la jurisdicción, o sea para la actuación del órgano
jurisdiccional, deben darse los siguientes requisitos: Límite territorial, caso
concreto, ley anterior y excitación extraña.

 Límite territorial: la primera delimitación de la jurisdicción está


dada por una cuestión geográfica ya que la soberanía del Estado se
ejerce dentro de su límite territorial, por ende, la jurisdicción es
ejercida solamente dentro de los límites de su territorio.
Comprende a todas las personas físicas o jurídicas que habiten o se
hallen instaladas en nuestro territorio. También comprende todas
las cosas muebles o inmuebles que se encuentren situadas dentro
del país.

 Caso concreto: el juez no resuelve en abstracto, no aplica la ley a un


caso hipotético elaborado por la imaginación. Esa es tarea de la
ciencia del derecho y del legislador. El órgano jurisdiccional
requiere de la existencia de un caso de la vida real donde se
encuentren relacionadas personas físicas o jurídicas, con un
verdadero conflicto de intereses. Ese conflicto de intereses implica
un hecho histórico, circunstancias de modo, tiempo, lugar y
personas y un derecho sustantivo que luego se aplica al primero,
dando lugar a una sentencia definitiva.

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Por ese motivo la sentencia es una norma individual, porque sus
efectos sólo alcanzan a las personas que intervinieron en el proceso
como interesados.

 Ley anterior: el juez no crea derecho, lo interpreta y aplica. Por ese


motivo el conflicto se tiene que haber generado en situaciones de
hecho contempladas por una norma vigente al tiempo de su
producción, es decir, conductas reguladas previamente por el
derecho.

En materia penal y en virtud del principio de legalidad, el juez jamás


podrá juzgar como delictiva a una conducta no tipificada en la ley
previamente, ya que no se admite la analogía. En materia civil, la
analogía si está permitida y autoriza asimilar una conducta no
regulada específicamente con una norma jurídica que contemple
una conducta cuyos elementos relevantes sean similares la juzgada.

 Excitación extraña: en materia civil, el juez no actúa de oficio, se


hace indispensable que el titular del interés solicite su actuación de
acuerdo con las previsiones del orden jurídico. La demanda del
actor producirá esa excitación y fijará además los límites fácticos
que serán impuestos al juzgador de modo tal que toda extensión
efectuada por este será invalida.

En materia penal, corresponde al Ministerio Público ya no la


facultad, sino la potestad de excitar la jurisdicción, de promover la
acción penal ante la hipótesis de comisión de un delito de acción
pública. Su actuación se funda en los principios de oficialidad y de
legalidad. Una vez excitada la jurisdicción, su ejercicio es ineludible
para el órgano jurisdiccional o el Ministerio Público en el caso del
C.P.P. de la Provincia de Córdoba. Tiene carácter imperativo y debe
continuar hasta la decisión que pone fin al conflicto, que resuelve
acerca de las pretensiones esgrimidas por las partes o acerca de la
existencia o no del delito y de la participación o no del imputado en
él.

Elementos
Tradicionalmente, la jurisdicción se descomponía en los siguientes
elementos:

I. Notio: facultad conferida al órgano jurisdiccional para conocer


una determinada cuestión litigiosa. Se trata de un poder que
habitualmente ejercita el juez en materia civil, familiar o laboral cuando le
es presentado el caso. Ello no sucede en el procedimiento penal, ya que

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esta facultad de conocimiento puede ocurrir antes del juicio propiamente
dicho, durante la investigación penal preparatoria.

II. Vocatio: facultad o poder de llamar a las partes para que


comparezcan o prosigan el juicio. En materia civil y familiar, el juez
convocará al demandado para que dentro del plazo fijado por el tribunal
asuma su calidad. Ello importa una carga procesal, por lo que en caso de no
hacerlo, la ley le atribuye al juez la facultad de ordenar la prosecución del
juicio en rebeldía. En el proceso penal, la rebeldía es un estado de hecho
en que se coloca el imputado en relación con la causa que se le sigue en su
contra. El prevenido debe intervenir ya que su participación importa una
carga pública. La declaración de rebeldía trae aparejada la orden de
detención del imputado y el consiguiente pedido de captura. Sobre el
proceso, la declaración de rebeldía no suspende el curso de la
investigación, pero si fuere declarada durante el juicio, este se suspende en
relación al rebelde y continua para los demás imputados presentes.
Cuando el rebelde comparezca, la causa continuará según su estado (arts.
86 a 90 C.P.P).

III. Coertio: facultad para utilizar la fuerza pública a fin de hacer


cumplir las resoluciones que se dicten con motivo del proceso y durante
este. En todas las leyes de forma se prevén medidas para asegurar los fines
del proceso tales como el traslado por la fuerza pública para los testigos
que no comparecieren voluntariamente, la posibilidad de ordenar el
allanamiento de un domicilio en búsqueda de medidas probatorias en el
fuero penal o para el secuestro de bienes o ejecución de alguna cautelar en
materia civil.

IV. Iudicium: es el poder-deber de resolver el litigio. Se exterioriza


en la sentencia que pone fin al pleito y su efecto especial y trascendente es
que adquiere autoridad de cosa juzgada.

V. Executio: facultad para hacer cumplir la sentencia. La sentencia


puede cumplirse de manera espontánea, pero si no es así, y dicha
resolución se encontrara firme y ejecutoriada, puede concederse su
ejecución previo requerimiento de parte, de acuerdo a los trámites
establecidos y aún con el empleo de la fuerza pública. En el proceso penal,
la ejecución es dispuesta de oficio por el tribunal.

En la actualidad estas cinco categorías se limitan a cuatro pero en esencia


siguen cumpliendo la misma función.

I. Poder de decisión: se puede dividir en dos aspectos, uno formal o


extrínseco y otro material o intrínseco.

Desde el primer punto de vista, se tienen en cuenta la forma en que se


expresa el órgano jurisdiccional en su facultad de juzgar. Ella se manifiesta

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a través de diferentes pronunciamientos como sentencias, autos
interlocutorios, decretos, etc.

El aspecto material o intrínseco se refiere al contenido del poder de


decisión y se resume en el acto de autoridad dado por el juez y que
comprende un juicio y un mandato. El juez tiene el deber de emitir el juicio
conforme a derecho, para lo cual debe explicitar los fundamentos que le
han llevado a resolver en un sentido determinado con fundamentación
lógica y legal. La motivación es un deber de la jurisdicción impuesto por la
ley como garantía para los justiciables (art. 155 Const. Cba.).

II. Poder de ejecución: facultad del órgano jurisdiccional para


producir actos coactivos tendientes a la realización práctica del interés
tutelado sobre el cual ha recaído una afirmación jurisdiccional de
existencia. En materia civil solamente puede ser ejercido a instancia de
parte porque satisface su interés (ej. inscripción del pronunciamiento final
en un registro). En materia penal, los actos de ejecución se realizan de
manera compulsiva (ej. secuestro, requisa personal, etc.).

III. Poder de coerción: facultad conferida al juez para imponer


sanciones a los sujetos que con su conducta obstaculicen la tarea de
administrar justicia. También comprende la facultad de emplear la fuerza
para el cumplimiento de las resoluciones judiciales. Alcanza facultades
propias de la coertio y executio.

IV. Poder de instrumentación: posibilidad de dar el carácter de


instrumento público a las actuaciones que se realizan con la intervención
del Tribunal. Comprende la facultad que tiene el mismo tribunal de
conservar documentos y el deber de custodia.

Momentos de su ejercicio
Pueden distinguirse tres momentos distintos:

a) Momento cognoscitivo: se inicia con la demanda, continúa con la


contestación y producción de las pruebas y finaliza con los alegatos de las
partes.

b) Momento resolutivo: luego de fijado el hecho y de la subsunción


del mismo en el derecho, el juez resuelve acerca de las pretensiones
esgrimidas.

c) Momento ejecutivo: tiene carácter eventual cuando el


condenado no acata lo resuelto de manera voluntaria. En ese caso el juez
ejercita su imperium (poder de coerción) para hacer cumplir lo resuelto.

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1.2. Competencia.
Definición y caracteres
La competencia es la medida de la jurisdicción, toda vez que si ésta es el
género, la competencia es una especie dentro de aquella. La jurisdicción
por ser única no puede medirse, cada juez la tiene íntegramente, pues la
jurisdicción es una potestad relacionada con la soberanía del Estado. La
competencia responde a exigencias técnico-jurídicas de política procesal, a
cuestiones de orden práctico tendientes a delimitar la actuación de un
determinado tribunal, que no es más que el resultante de un
fraccionamiento del órgano jurisdiccional. Es la facultad que cada juez tiene
para ejercer la jurisdicción en determinados asuntos y dentro de cierto
territorio.

Sus caracteres son: debe estar prevista legalmente, es de orden público, es


indelegable y es improrrogable.

 Debe estar fijada previamente por ley: el justiciable debe saber de


antemano que existe un órgano jurisdiccional con competencia
atribuida en la ley para conocer del asunto que le aqueja.

 Orden público: los particulares no pueden disponer de la regla de la


competencia ni modificarla en cuanto a su distribución.

 Indelegable: los actos atribuidos al juez deben ser cumplidos


indefectiblemente por él, salvo excepciones en que puede
encomendarse a otros órganos (art. 291 C.P.C.).

 Improrrogable: la competencia no es prorrogable, la distribución


pertenece a la ley y las partes no podrán conferir otras
competencias ya sea por razón de la materia, grado o valor a otro
órgano jurisdiccional. La competencia es prorrogable solamente
cuando en el caso concreto no prima el interés público y las partes,
mediante un convenio escrito, hayan elegido otro juez para que
conozca el conflicto (expresa), o cuando una de las partes realice
actos que impliquen renunciar a la competencia del juez
determinado por ley y la otra no se oponga, ejemplo: interponer
demanda ante un juez incompetente y que el demandado no se
oponga (tácita).

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Fundamentos
El legislador ha considerado diferentes factores para fundamentar el
reparto de la competencia, entre ellos podemos mencionar a los
siguientes:

a) Criterio institucional: existe un doble orden judicial fijado por la


Constitución. Ello da lugar a la justicia ordinaria de cada provincia y a la
justicia nacional, federal de excepción distribuida en todo el país. La
primera existe en virtud de la reserva efectuada por las provincias de
organizar su Poder Judicial (art. 1 y 5 C.N.). La federal de excepción se
fundamenta en los artículos 116, 117 y 75, inciso 12 de la C.N.

b) Especialización y naturaleza de las causas: las diversas ramas del


derecho se hacen cada día más complejas por la mayor cantidad de
situaciones que el ordenamiento jurídico tiende a resolver y por las
modificaciones sociales, económicas o laborales, ello permite concluir que
sería inconcebible que un magistrado tuviera que conocer todas las ramas
del derecho y resolver con serenidad y justicia en cada una de ellas. A
través de la competencia, a cada magistrado se facilita la tarea de
comprender cuál es la naturaleza de la cuestión a resolver, el objeto del
litigio, el estado civil de las personas, el valor económico de la pretensión.
Esto es lo que se denomina competencia material y permite dividir la
jurisdicción en civil, comercial, familia, penal, laboral, etc.

c) Territorio: tampoco es posible que un mismo tribunal atienda los


conflictos suscitados en un extenso ámbito territorial o densamente
poblado. Surge la competencia territorial por la que se distribuyen
zonalmente las causas de una misma materia entre diversos tribunales.
Esta distribución persigue la aproximación del tribunal a la persona, cosa o
hecho que debe considerarse como el centro del despliegue jurisdiccional
en la correspondiente causa. En razón del territorio, la competencia puede
distribuirse por el lugar de la cosa, el domicilio del demandado, el lugar de
cumplimiento del contrato o el lugar del contrato.

d) Funcional: este criterio se funda en la conveniencia de establecer la


diversificación del órgano jurisdiccional para el ejercicio de la función
cognoscitiva y la ejecutiva. En los sistemas que admiten más de una
instancia, el criterio funcional se manifiesta en la existencia de tribunales
de mérito y tribunales de alzada. Se trata de la competencia por razón del
grado y en el fuero de familia permite distinguir entre los jueces de familia
y la Cámara de juicio; en el fuero laboral entre el juez de conciliación y la
Cámara de juicio; en el fuero civil entre el juez de primera instancia y la
Cámara en lo Civil.

e) Turno: entre jueces de una misma circunscripción judicial que atienden


la misma materia y dentro del mismo grado, existe además otra división del
trabajo en virtud de la cual se distribuyen las causas que ingresan. Existen

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dos métodos: la recepción de causas dentro de un período limitado de
tiempo (utilizado en materia penal, cada fiscalía de instrucción se
encuentra de turno una semana); y la recepción de un número
determinado de causas (se utiliza en materia civil).

1.2.1. Competencia provincial. Criterios para su


determinación. Excepciones. Prórroga, fuero de
atracción y conexidad.
De acuerdo al régimen de Estado Federal instituido en los artículos 5 y 75,
inciso 12 de la C.N., nuestro Estado se caracteriza por la coexistencia de
dos órbitas judiciales: la de las provincias y la de la Nación.

El Poder Judicial provincial se encarga de todas las cuestiones relacionadas


con el derecho común ocurridas dentro de sus respectivos territorios, a
excepción de las materias expresamente delegas a la Nación, cuyo
conocimiento compete a la Justicia Nacional.

La competencia material es el límite que la ley impone al juez para que


pueda resolver sólo ciertos asuntos relacionados con la rama del derecho
aplicable. Divide en razón de las diversas naturalezas de las causas y por el
criterio de especialización.

En la Provincia de Córdoba en razón de la materia, la competencia se divide


en los siguientes fueros: Civil y Comercial, Concursos y Sociedades, Penal,
Laboral, Familia y Contencioso Administrativo.

Fuero Civil y Comercial: en materia civil en la Provincia de Córdoba,


establece el artículo 5 del Código ritual que la competencia se determinará
por la naturaleza de las pretensiones deducidas en la demanda y no por las
defensas opuestas por el demandado.

Se organiza en doble instancia, la primera corresponde a juzgados


unipersonales que resuelven en primer grado. Sus resoluciones son
recurribles ante la Cámara de Apelaciones del mismo fuero, que son
órganos colegiados integrados por tres vocales. La resolución dictada en
segunda instancia solamente admite recurso extraordinario (casación,
revisión o inconstitucionalidad ante el Tribunal Superior de Justicia).

Fuero de concursos y sociedades: entiende exclusivamente en


causas vinculadas al concurso de acreedores, la quiebra y la constitución de
sociedades comerciales. Está organizado como el fuero civil y comercial.

Fuero penal: entiende en materia de delitos y es de instancia única.


Se estructura en dos etapas: la primera es la investigación penal
preparatoria a cargo de Fiscales de Instrucción o jueces de instrucción,

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cuando el imputado tuviere algún privilegio constitucional. Esta etapa
concluye con el archivo de las actuaciones cuando el Fiscal no pudiere
proceder o cuando el hecho investigado no encuadre en figura penal
alguna (art. 334 C.P.P.); con el sobreseimiento del imputado (art. 350
C.P.P.), cuando:

1. El hecho investigado no se hubiere cometido o no lo hubiere sido


por el imputado;

2. Cuando el hecho no encuadre en figura penal;

3. Cuando medie una causa de justificación, inimputabilidad,


inculpabilidad o una excusa absolutoria;

4. Cuando la pretensión penal se haya extinguido;

5. Cuando habiendo vencido todos los términos de la investigación


penal preparatoria y sus prórrogas, no hubiere suficiente
fundamento para elevar la causa a juicio y no fuese razonable
objetivamente prever la incorporación de nuevas pruebas.

Por último, la investigación penal preparatoria también puede concluir con


el requerimiento fiscal de elevación a juicio siempre que existieren
elementos de convicción suficiente para sostener como probable la
participación punible del imputado en el hecho intimado (art. 355 C.P.P.).

La segunda etapa es la del juicio propiamente dicho y se lleva a cabo en una


audiencia oral y pública ante la Cámara del Crimen, colegiada con tres
vocales, quienes tiene a su cargo el juzgamiento en definitiva y el dictado
de la sentencia absolutoria o condenatoria. Contra dicha sentencia
solamente caben los recursos extraordinarios ante el Tribunal Superior de
Justicia.

Dentro del fuero penal también se encuentran: los Juzgados


Correccionales que juzgan en única instancia en los delitos de acción
pública dolosos que estuvieren reprimidos con prisión no mayor de tres
años o pena no privativa de la libertad; delitos culposos cualquiera sea la
pena y delitos de acción privada (art. 37); los Juzgados de Menores
Corrección que entienden en causas en las que haya menores que cometen
delitos; los Juzgados de Ejecución Penal que tienen la competencia que
establece el artículo 35 bis del C.P.P. y que fuera detallada ut-supra en el
módulo I, punto 2.3. Por último, el fuero penal económico que está
destinado a investigar delitos de los denominados “de cuello blanco” que
tienen trascendencia económica y son de gran complejidad.

Fuero laboral: entiende en materia de contrato de trabajo y está


organizado en instancia única. También se estructura en dos etapas, la
primera ante el juez de conciliación que no dicta sentencia y la segunda,
ante la Cámara del Trabajo que lleva adelante el juicio y dicta sentencia

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solo recurrible ante el Tribunal Superior de Justicia mediante recursos
extraordinarios.

Fuero de familia: de instancia única que entiende en los conflictos


de familia y se integra con asesorías que intervienen en una etapa
prejurisdiccional con el fin de alcanzar el avenimiento de las partes, ejercen
representación promiscua de los menores y patrocinan a las partes
carentes de recursos, le siguen los jueces de familia que tienen función
conciliadora y homologan los acuerdos celebrados sin dictar sentencia.
Finalmente, si se hace necesario el juicio, este se sustancia ante las
Cámaras de Familia constituidas por tres vocales, quienes resuelven en
definitiva.

Fuero contencioso administrativo: de instancia única en todas las


causas salvo en aquellas en que la provincia sea parte. En caso de instancia
única se sustancia ante la Cámara mediante un procedimiento escrito que
concluye en una sentencia recurrible mediante recursos extraordinarios
ante el Tribunal Superior de Justicia. En caso de doble instancia, la primera
se sustancia ante la Cámara y la segunda ante el Tribunal Superior
mediante recurso ordinario.

En la provincia de Córdoba, el máximo órgano del Poder Judicial es el


Tribunal Superior de Justicia cuya competencia y funciones se encuentran
reguladas en la Constitución. Puede entender por razón del fuero en todas
las causas que lleguen ante él sin perjuicio de que la labor se reparta en
diversas salas establecidas con un criterio de especialización. A este
máximo tribunal integrado por siete miembros se llega por vía de recurso o
por vía originaria. Su competencia está establecida expresamente en el
artículo 165 de la Constitución Provincial que reza:

1) Conoce y resuelve originaria y exclusivamente, en pleno:

a. De las acciones declarativas de inconstitucionalidad de las leyes,


decretos, reglamentos, resoluciones, Cartas Orgánicas y ordenanzas,
que estatuyan sobre materia regida por la Constitución, y se
controviertan en caso concreto por parte interesada.

b. De las cuestiones de competencia entre poderes públicos de la


Provincia y en las que se susciten entre los tribunales inferiores, salvo
que estos tengan otro superior común.

c. De los conflictos internos de las Municipalidades, de una


Municipalidad con otra, o de estas con autoridades de la Provincia.

d. De las acciones por responsabilidad civil promovidas contra


magistrados y funcionarios del Poder Judicial, con motivo del
ejercicio de sus funciones, sin necesidad de remoción previa.

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2) Conoce y resuelve, en pleno, de los recursos extraordinarios de
inconstitucionalidad.

3) Conoce y resuelve, por intermedio de sus salas, de los recursos


extraordinarios que las leyes de procedimiento acuerden.

4) Conoce y resuelve de la recusación de sus Vocales y en las quejas


por denegación o retardo de justicia de acuerdo con las normas
procesales.

Desplazamiento de la competencia: por regla general, la competencia es


de orden público e improrrogable, sin embargo, existen supuestos
excepcionales que permiten que le pleito se radique ante un tribunal
distinto al que tenía que intervenir. Los desplazamientos encuentran
motivo algunas veces en la voluntad de las partes intervinientes, en una
disposición de la ley, por circunstancias de conexidad o por efecto del fuero
de atracción.

Prórroga
Esta forma de desplazamiento transmite la competencia a un juez que en
principio resultaba incompetente.

Son prorrogables las cuestiones claramente patrimoniales y en relación al


territorio, sin embargo, no son prorrogables la competencia en razón del
grado y la materia.

La prórroga de competencia se encuentra expresamente regulada en los


artículos 2, 3 y 4 del C.P.C.

Conexidad
Por razones de economía procesal, cuando entre dos o más asuntos haya
alguna conexión, la ley determina que sea un mismo juez el que
intervenga.

Existen causas de interés público y privado en la acumulación. Las primeras


porque tienden a evitar el dictado de sentencia contradictorias entre
asuntos relacionados. Las razones de interés privado se vinculan con la
economía procesal y el ahorro de costos y esfuerzos.

La conexión puede existir por razones subjetivas, objetivas o causales y


será competente para entender el juez que entienda sobre la materia
principal o el que intervino primero en el tiempo.

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En materia civil se encuentra una amplia casuística en el artículo 7 del
C.P.C, mientras que en el fuero penal, la conexidad está regulada en los
artículos 47, 48 y 49 del C.P.P.

Fuero de atracción
Tiene aplicación en los procesos universales como los juicios de sucesión y
concursos o quiebras. El desplazamiento se justifica en la necesidad de
tratar en forma conjunta y simultánea todas las pretensiones deducidas
contra el caudal común. De esta forma se otorga certeza al derecho que se
declara en acciones independientes pero que se encuentran vinculadas.

En materia de sucesiones, el fuero de atracción está contemplado en el


artículo 3284 del Código Civil, siendo por ello, una norma procesal en un
código de fondo y por tanto, con alcance nacional, aunque solamente
alcanza a las pretensiones con contenido patrimonial, toda vez que las
acciones personales deberán tramitarse por ante el juez de familia.

Al imponerse por razones de orden público por el hecho de que pueden


verse afectadas muchas personas, por lo general indeterminadas, el fuero
de atracción es improrrogable e irrenunciable y en consecuencia debe ser
aplicado de oficio por el tribunal.

Una vez concluido el juicio sucesorio o finiquitada la quiebra o el concurso,


el fuero de atracción también finaliza.

1.2.2. Competencia federal. Fundamento. Principios


generales. Criterios para su determinación. Prórroga.
Definición
Facultad reconocida a los órganos que integran el Poder Judicial de la
Nación para ejercer sus funciones en los casos, respecto de las personas y
en los lugares especialmente determinados por la Constitución Nacional.
Se establece especialmente en las provincias respecto de las materias que
éstas delegaron a la Nación.

Los artículos 116 y 117 de la Constitución Nacional establecen los asuntos


que incumben a la competencia federal.

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Caracteres
a) limitada: la C.N. establece taxativamente sus límites, no hay ley,
interpretación ni voluntad de parte que pueda extenderlos a otros casos.

b) privativa: a contrario sensu, en las causas asignadas a la justicia federal


resulta excluida la justicia provincial que no puede entender en dichas
cuestiones y debe declarar su incompetencia de oficio en cualquier estado
del proceso. En casos de competencia concurrente entre Nación y
provincias, la ley nº 927 sustrajo del fuero federal este tipo de causas (en
casos en que el fuero federal proceda por distinta vecindad o nacionalidad
de las partes, cuando la cuantía del asunto no exceda de un determinado
monto, así como los juicios universales).

También se admite la prórroga de competencia cuando el demandado


extranjero o vecino de otra provincia no opone la excepción pertinente,
entendiéndose por ello que renuncia al fuero federal.

c) improrrogable: la competencia material es improrrogable, no así en


razón de las personas.

d) contenciosa: nunca procede de oficio y solamente se ejerce la judicatura


cuando es solicitado a instancia de parte.

Criterios para su determinación


A fin de elucidar si una causa corresponde ser resuelta por los tribunales
locales de cada provincia o si corresponde al Poder Judicial de la Nación se
establecen tres criterios diferenciadores: el territorio, la materia y las
personas.

En razón del territorio, la competencia nacional corresponde cuando se


hayan afectado derechos federales o intereses nacionales en aquellos
lugares que sean de propiedad del Estado Nacional, adquiridos a las
provincias o cesión de estas, con el objeto de instalar allí establecimientos
de utilidad nacional (ej. Universidad Nacional de Córdoba). El solo hecho
que se trate de un lugar propiedad del Estado Nacional no le atribuye toda
la potestad legislativa, administrativa y judicial en forma exclusiva y
excluyente, esta sólo corresponde a la Justicia Nacional cuando se haya
interferido directa o indirectamente en la satisfacción del servicio de
interés público que requiere el establecimiento nacional (ej. Municipios y
provincias conservan la facultad de controlar las normas de tránsito dentro
de la órbita territorial de su competencia sobre rutas nacionales).

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En razón de la materia, está relacionada al conocimiento de los litigios que
impliquen aplicación de la legislación federal. Dentro del país existen leyes
federales, leyes comunes y leyes provinciales.

La legislación federal se integra por la Constitución Nacional, los tratados


con las naciones extrajeras o con los organismos internaciones de carácter
público y las leyes dictadas por el Congreso que regulan la actividad propia
de la Nación y sus organismos descentralizados (ej. Convención Americana
sobre Derechos Humanos, decretos del Ministerio de Economía de la
Nación, resoluciones del Banco Central de la República).

La legislación común es aquella dictada por el Congreso de la Nación,


haciendo uso de las facultades que las provincias le delegaron en virtud del
artículo 75, inciso 12 de la C.N. y comprende materias sustantivas de
nuestro ordenamiento jurídico. Pueden ser aplicadas por los tribunales
federales y por los tribunales de provincia.

La legislación provincial es dictada por cada provincia, con validez espacial


circunscripta al ámbito territorial de la provincia que la dictó. Comprende
todas las facultades no delegadas (ejs. Códigos de procedimiento civil,
penal, laboral, etc.).

Por último, en razón de las personas, la competencia federal se arroga


teniendo en cuenta la cualidad especial de las personas que son parte en la
controversia (ej. Si en el pleito intervienen ministros o embajadores
extranjeros) o por la presencia del Estado Nacional en el juicio, si existiese
un interés federal en disputa.

Competencia de la Corte Suprema de Justicia de la


Nación
1. Competencia originaria y exclusiva:

1.1 Asuntos que se susciten entre dos o más provincias;


entre una provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de
diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un
Estado o ciudadano extranjero.

1.2 Causas concernientes a embajadores y otros ministros


diplomáticos extranjeros, personas que compongan la delegación e
individuos de sus familias.

1.3 Causas que versen sobre privilegios y exenciones de los


cónsules extranjeros en su carácter público, es decir, por hechos o
actos cumplidos en el ejercicio de sus funciones propias, siempre
que en ellas cuestione su responsabilidad civil o penal.

15
2. Competencia derivada:

2.1 Competencia por apelación extraordinaria: prevista por


ley 48, artículo 14, ley 4.055, artículo 6 y recursos directos
deducidos con motivo de la denegatoria del recurso extraordinario.
Esta vía permite elevar a la Corte Suprema un litigio sobre el cual
haya recaído sentencia definitiva emanada de un tribunal superior
de justicia de la provincia donde se tramitó el pleito. Esta
competencia atiende al control judicial de la constitucionalidad de
las normas para el cual la Corte Suprema es el máximo y último
tribunal que puede decidir acerca de ella en el caso concreto. No
obstante ello, todos los tribunales pueden ejercer el control de
constitucionalidad en el caso concreto. Esta vía del recurso
extraordinario tiene como finalidad mantener la supremacía de los
preceptos constitucionales asegurando una uniforme interpretación
de ellos.

2.2 Competencia por apelación ordinaria: Se trata de un


recurso contra las sentencias definitivas de las Cámaras Nacionales
de Apelaciones, pronunciadas en los siguientes casos:

- Causas en que la Nación es parte, en la medida que superen un


monto determinado.

- Causas por extradición de criminales reclamados por países


extranjeros.

- Causas suscitadas por apresamiento o embargos marítimos en


tiempos de guerra, sobre salvamento militar y sobre nacionalidad
del buque, legitimidad de su patente o regularidad de sus papeles.

- Recurso de apelación que prevé el artículo 4 de la ley 4055 contra


las sentencias dictadas en material federal por la Cámara de
Casación penal en los recursos de revisión deducidos con arreglo a
lo dispuesto por el artículo 479 del C.P.P. de la Nación.

- Recursos contra sentencias definitivas de la Cámara Federal de la


Seguridad Social.

- Recursos directos que sean consecuencia de la denegatoria de los


recursos mencionados precedentemente.

16
Hipótesis práctica.
A. Jurisdicción, competencia ordinaria y federal.

El caso: Entre el Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción N° 19 y el


Juzgado de Garantías N° 1 del Departamento Judicial de Mercedes,
provincia de Buenos Aires, se suscitó contienda negativa de competencia
en la causa donde se investigan tres homicidios. El magistrado nacional,
que conoció primero en las actuaciones a raíz del hallazgo en esta ciudad
de dos automóviles utilizados por las víctimas, uno de ellos quemado, se
declaró incompetente para seguir conociendo en la causa. Fundó su
resolución en la investigación practicada por la fiscal, que logró determinar
que la secuencia de la captura, privación de libertad y posterior muerte de
las víctimas, habría ocurrido en jurisdicción bonaerense, descartando que
existieran puntos de conexión entre esta causa y la seguida ante el Juzgado
Federal de Zárate-Campana. El juez local no aceptó el planteo. Sostuvo en
este sentido, que la declinatoria resultaba prematura, por cuanto carecía
de la calificación jurídica de los hechos que la motivaron. Asimismo,
consideró que la conducta analizada podría encuadrar en el delito previsto
en el artículo 142 bis del Código Penal, que según la jurisprudencia, debe
tramitar en primer lugar ante la justicia federal. La Corte resolvió, por
mayoría, que deberá entender en la causa el Juzgado de Garantías del
Departamento Judicial de Mercedes, lugar donde se desprende habrían
ocurrido los homicidios.

1. Es doctrina del Tribunal que cualquiera sea el vínculo de conexión final


que pueda existir entre hechos que se presentan prima facie como
independientes, ellos deben ser investigados por los jueces del lugar en
que aparecen cometidos, en tanto la distribución de competencias
judiciales entre las provincias, o entre ellas y la Nación, escapa a las
regulaciones locales y no puede ser alterada por razones de mero orden y
economía procesal que inspiran las reglas de acumulación por conexidad -
que sólo son aplicables entre jueces nacionales. Máxime cuando aún no es
manifiesta la conveniencia de que las investigaciones sean apreciadas y
juzgadas en su conjunto y que no se divida entre los distintos fueros. (Del
voto en mayoría de los Dres. Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y
Argibay).

2. Más allá de la relación que pueda existir entre algunos sujetos


involucrados en estas actuaciones y los investigados en la causa por
infracción a la ley 23.737 y al artículo 866 del Código Aduanero, en trámite
ante el Juzgado Federal de Campana, lo cierto es que en autos se investiga
únicamente la desaparición y posterior muerte de tres personas. (Del voto
en mayoría de los Dres. Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay).

17
3. Es doctrina del Tribunal que cuando pudo haber existido privación
ilegítima de la libertad en más de una jurisdicción y en alguna de ellas se
cometió además otro delito, es a los tribunales de esta última a los que
corresponde entender en la causa. (Del voto en mayoría de los Dres.
Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay).

4. Por aplicación de tales principios, y habida cuenta que de las constancias


de la causa surge que la privación de la libertad de los nombrados habría
tenido principio de ejecución en Quilmes, provincia de Buenos Aires, y que
de los peritajes realizados sobre sus cuerpos sin vida encontrados en la
localidad de General Rodríguez, se desprende que los homicidios habrían
ocurrido allí, corresponde al magistrado provincial con jurisdicción en esa
localidad continuar con la investigación. (Del voto en mayoría de los Dres.
Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay)

5. La ausencia, en la causa, de elementos que permitan determinar al


menos prima facie el móvil criminal de la privación ilegítima de libertad y
homicidio calificado -pero que sí señalan una comunidad de intereses entre
ellos en vinculación a la manipulación de drogas farmacéuticas- y, por otra
parte, los fuertes indicios que pueden extraerse del proceso en trámite
ante la justicia federal de Campana por infracción a la ley 23.737, no
permiten descartar que aquellos delitos fueron cometidos en un contexto
directamente relacionado con el tráfico de estupefacientes, de
competencia exclusiva del fuero de excepción. (Del voto en disidencia de
Highton de Nolasco en adhesión al dictamen del Procurador Fiscal).

6. La intervención de la justicia de excepción cuando su jurisdicción surge


ratione materiae es improrrogable, privativa y excluyente de los tribunales
provinciales, sin que el consentimiento ni el silencio de las partes sean
hábiles para derogar esos principios, y la incompetencia de la justicia
ordinaria, sobre esa base, puede promoverse en cualquier estado del
proceso. (Del voto en disidencia de Highton de Nolasco en adhesión al
dictamen del Procurador Fiscal)

7. Por ello, y establecida la competencia de la justicia de excepción, más


allá del lugar donde ocurrieron los homicidios y fueron hallados los
cuerpos, considero que corresponde a la justicia federal de Campana, que
se encuentra ya abocada a la causa en que se investigan infracciones a la
ley 23.737, continuar con esta investigación, aunque no haya sido parte en
la contienda. Ello en razón de que estos hechos, como ya se dijo, habrían
ocurrido dentro de un mismo contexto delictivo, por lo que deben ser
investigados por un único magistrado en pro de una mayor, más efectiva y
eficaz administración de justicia. (Del voto en disidencia de Highton de
Nolasco en adhesión al dictamen del Procurador Fiscal)

Corte Suprema de Justicia de la Nación, Bs. As., 21/10/2008 “Forza,


Sebastián y otros”.

18
B. Competencia, inmediación, debido proceso.

El caso: entre el Juzgado de Menores de 3ª Nominación de Córdoba y el


Juzgado Civil, Comercial y Laboral de la IV Circunscripción Judicial de la
ciudad de Pasos de los Libres, Provincia de Corrientes, se trabó un conflicto
negativo de competencia, por cuanto, iniciadas las presentes actuaciones
ante los tribunales de Corrientes, los pretensos guardadores judiciales con
fines de adopción iniciaron la acción de guarda del niño, quien se
encontraba en situación de desamparo. Razones familiares y laborales
llevaron a los accionantes a mudarse junto con el incapaz y sus hijos
biológicos a la localidad de Salsipuedes, Provincia de Córdoba,
otorgándoseles, el 22 de diciembre del 2006, la guarda con miras de
adopción. Seis meses después, la guardadora compareció ante el Juzgado
de Menores informando que el menor debió ser internado a raíz de una
crisis de esquizofrenia y que, por razones de seguridad física y psicofísica
de todo el grupo familiar resolvieron junto a su marido renunciar a la
adopción del niño. La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió, de
conformidad con lo dictaminado por la señora Procuradora Fiscal y por el
señor defensor oficial, declarar competente para conocer en las
actuaciones al Juzgado de Menores de 3ª Nominación de la ciudad de
Córdoba.

1. En el sub examen, ante la existencia de la internación de larga data del


menor, resulta imperioso extremar la salvaguarda del principio de
inmediatez en resguardo de los derechos fundamentales del niño, en
procura de su eficaz protección.

2. Por tratarse de un menor de edad, le asisten todos los derechos y


garantías reconocidos por Naciones Unidas en la Convención sobre los
Derechos del Niño, instrumento que posee jerarquía constitucional de
acuerdo al art. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional, y en la Ley de
Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (Ley
26.061, B.O. 26 de octubre de 2005). Entre ellos, el art. 23 de la Convención
de Derechos del Niño destaca para “el niño mental o físicamente impedido
el disfrute de una vida plena y decente en condiciones que aseguren su
dignidad, le permitan llegar a bastarse a sí mismo y faciliten la participación
activa del niño en la comunidad” y reconoce su derecho a “recibir cuidados
especiales y alentando y asegurando con sujeción a los recursos
disponibles la prestación al niño que reúna las condiciones requeridas y a
los responsables de su cuidado de la asistencia que se solicite y que sea
adecuada al estado del niño y a las circunstancias de sus padres”.

3. El respeto de la regla del debido proceso debe ser observado con mayor
razón en el caso de personas sometidas a tratamientos de internación
psiquiátrica coactiva debido al estado de vulnerabilidad, fragilidad,
impotencia y abandono en el que se encuentran frecuentemente estas
personas.

19
4. El juez del lugar donde se encuentra el centro de internación es quien
debe adoptar las medidas urgentes necesarias para dar legalidad y
controlar las condiciones en que el tratamiento de internación se
desarrolla. Sin perjuicio de ello, mientras se dirime la cuestión de
competencia, el tribunal que esté conociendo en el caso -aún si resolviere
inhibirse- debe seguir interviniendo en la causa a fin de no dejar a la
persona en un estado de desamparo.

5. Corresponde al juez de la jurisdicción territorial donde se encuentran


residiendo efectivamente los menores conocer en las actuaciones sobre
protección de personas (art. 235 del Código Procesal y Comercial de la
Nación, y art. 90, inc. 6, del Código Civil) ya que la eficiencia de la actividad
tutelar, torna aconsejable una mayor inmediación del juez de la causa con
la situación de éstos.

CSJN, 28/05/2008. “G., O. H. y A. S. B. v. S., M. E.”.

C. Competencia originaria, exclusiva y excluyente.

El caso: El querellante particular interpone recurso de apelación en contra


de la sentencia del Juez de Control que resolvió sobreseer totalmente a las
imputadas por supuestas coautoras de los delitos de turbación de la
posesión y hurto simple (arts. 181 incs. 2 y 3, 162 y 55 del CP) que se les
atribuye por no haber existido ilícito penal alguno en virtud de lo prescripto
por el art. 350 inc. 1, primer supuesto, del CPP. La Cámara resolvió no
avocarse al conocimiento de la presente causa.

1. Esta cámara de acusación sostuvo en reciente precedente (Auto Nº 107


de fecha 26/06/07 in re “Denuncia formulada por Mariela Victoria Ramallo
– Conflicto de competencia”) que, en virtud del principio del Juez Natural
(art. 18 de la CN) y del ordenamiento vigente en consonancia con aquél
(art. 43, 45 y 50 del CPP), ni de la inhibición del fiscal de instrucción al que
originariamente le corresponde intervenir en razón del territorio, ni de las
consecuencias que de ello se deriven, puede devenir constitucional o
procesalmente consecuente el desplazamiento de la competencia
territorial que le corresponda en forma originaria, exclusiva y excluyente al
juez de control respectivo.

2. Tal criterio es aplicable a la presente causa en la que, por aplicación de


las reglas de competencia referidas supra en el punto “II” de estos
Considerandos, las apelaciones interpuestas han sido ya resueltas por la
Cámara del Crimen de Villa Dolores, competente para las apelaciones de la
7ª Circunscripción Judicial. La contingencia de que se hayan inhibido los
dos únicos fiscales de instrucción de esa circunscripción y que, por ello, la
Fiscalía General de la Provincia haya designado para intervenir en la causa
a un fiscal de otra región, no provoca la pérdida de competencia del juez de

20
control y la cámara de acusación a los que originariamente les corresponde
intervenir por razón del lugar en donde ocurrió el hecho.

3. Afirmar lo contrario implicaría que también quedase desplazada la


competencia de la cámara del crimen que –eventualmente- debería
realizar el juicio y, entonces, si finalmente se diera la potencial
circunstancia de que el hecho investigado en esta causa llegue a juicio, éste
tendría que ser realizado por alguna de las cámaras del crimen de la ciudad
de Córdoba por la exclusiva razón de que el Fiscal General designó para
continuar interviniendo a una fiscalía de la 1ª Circunscripción. En tal
supuesto, la Cámara del Crimen de Cruz del Eje no realizaría el juicio sólo
porque los dos fiscales de instrucción de la 7ª Circunscripción se inhibieron,
lo que sería un absurdo, dado que la jurisdicción –como potestad para
actuar en concreto la ley- le es otorgada tanto a la cámara del crimen,
como al tribunal que debe intervenir como cámara de apelación de lo
resuelto por el juez de control, no sólo por la Constitución Provincial, sino
también por el Código Procesal Penal y el acuerdo reglamentario
mencionado.

4. Asimismo -y sin perjuicio de que lo expuesto es razón suficiente per se


para que esta Cámara de Acusación no se avoque al conocimiento de la
presente causa-, las razones tenidas en cuenta por el Tribunal Superior de
Justicia en el punto IV –2º párrafo- del acuerdo referido, que procuran
disminuir en la mayor medida posible la afectación de la defensa del
imputado y las dificultades de traslado de las partes, encuentran abono en
la postura aquí sostenida. Debe tenerse en cuenta que tanto los imputados
cuanto la parte querellante particular han debido seguir el derrotero de
esta causa por cuatro ciudades diferentes (Cruz del Eje, Cosquín, Villa
Dolores, Villa Carlos Paz), con las consiguientes complicaciones que ello
acarrea (traslados, fijación de domicilio legal, etc.) a lo que, si la causa
quedase radicada en esta ciudad, deberían sumar una nueva (ubicada a
más de 170 Km. del lugar del hecho). Por lo tanto, la correcta
administración del servicio de justicia indica que continúe interviniendo en
estas actuaciones con funciones de cámara de acusación la Cámara del
Crimen de Villa Dolores, como ya lo ha hecho en etapas anteriores de este
mismo proceso.

Cám. Acusación Cba., A. 190 del 19/09/2007. Trib. de origen: Juzg. de


Control, Menores y Faltas de Carlos Paz “Aveta, Susana Mabel y otra
p.ss.aa. Turbación de la posesión”.

D. Prórroga de competencia

El caso: Un Juzgado Nacional en lo Comercial y la Cámara Arbitral de la


Bolsa de Cereales de Bs. As., discreparon respecto a quién resultaba
competente para entender en una acción de cobro de sumas de dinero

21
promovida por el vendedor contra su agente corredor. Tal conflicto de
competencia debió ser dirimido por la CSJN al no existir un superior común
a ambos órganos en conflicto conforme a lo dispuesto en el decreto ley
1285/58, texto según ley 21.708. La CSJN declaró la competencia del
primero en razón de la materia y el territorio.

1. El juez natural para intervenir en los conflictos entre particulares es el


Poder Judicial de la Nación. Sin embargo, la legislación nacional ha
admitido que los justiciables sometan la solución de sus diferendos a
árbitros o amigables componedores y ha dado virtualidad a tales decisiones
para, ulteriormente, solicitar su ejecución o cumplimiento ante los órganos
de justicia.

2. La prórroga de jurisdicción, debe surgir del contrato que relacione a las


partes en litigio y ello requiere una manifestación concreta, clara y expresa
del consentimiento de las partes en favor del arbitraje.

3. Si bien el corredor ha intervenido en la celebración de los contratos de


compraventa en calidad de representante de la actora, la cláusula
compromisoria, contenida en los boletos de compraventa, claramente está
referida a la intervención del órgano arbitral para la solución de diferendos
que surjan entre vendedor y comprador, pero no entre el corredor y su
comitente enajenante.

4. Cualquiera sea la figura jurídica que relacione a las partes de la acción,


cuenta corriente mercantil, cuenta de gestión simple, la del mandato o
gestión de corretaje o comisión, lo que es indudablemente cierto es que la
cláusula compromisoria inserta en el contrato, sólo obliga a las partes que
realizan la compraventa de cereales, pero no puede relacionarse con la
relación jurídica particular establecida entre el vendedor y su mandatario,
gestor, comisionista o corredor.

Corte Suprema de Justicia de la Nación, causa n° 1651. XXXIX.- 11/05/2004


“Basf Argentina S.A. c. Papdevielle Key y Cía. S.A. s. Competencia”.

E. Competencia, fuero de atracción

El caso: Se plantea un conflicto negativo de competencia entre el Juzgado


en lo Civil, Comercial, Conciliación y Familia de 2ª Nominación de la Sexta
Circunscripción Judicial con sede en la ciudad de Villa Dolores, y el Juzgado
de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de 34º Nominación de esta
ciudad de Córdoba, con relación a la determinación del tribunal que debe
seguir entendiendo en una acción de filiación, siendo que existe un juicio
sucesorio respecto del sindicado como progenitor. El T.S.J. declaró que
debe entender el Juzgado en lo Civil y Comercial de 34º Nominación de
esta Ciudad, donde se tramita el juicio sucesorio.

22
1. El objetivo que persigue el art. 3284 del Código Civil al establecer en
materia sucesoria el fuero de atracción, es la concentración en un mismo
magistrado que entiende en el principal de todos los juicios seguidos
contra los causantes, dada la conveniencia de que un mismo juez
intervenga en todas las cuestiones que puedan afectar la universalidad del
patrimonio. A la luz de este cardinal, es dable destacar que se trata de un
instituto de orden público, ya que contempla no sólo el interés particular
sino también el interés general para la mayoría y más rápida
administración de justicia

2. La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sostenido que las acciones


de estado de familia, de las que resulte o pueda derivar una pretensión de
reconocimiento de un llamado a la herencia –entre las que se hallan
comprendidas las acciones de filiación- están sometidas al fuero de
atracción de la sucesión por estar alcanzadas por las disposiciones del inc. 1
del art. 3284 citado, en cuanto dispone que deben tramitar ante el juez del
sucesorio las demandas concernientes a los bienes hereditarios, hasta la
partición inclusive, cuando son interpuestas por alguno de los sucesores
universales contra sus coherederos. Ello así, pues justamente la acción de
filiación tiene por objeto determinar el estado filial de una persona y
consecuentemente, la vocación hereditaria de ésta respecto de la sucesión.

3. Nuestra doctrina y jurisprudencia, en forma casi unánime, reconocen


que quien peticiona la herencia, en última instancia lo que discute es la
entrega de parte o de todos los bienes hereditarios, y en consecuencia, sea
o no reconocido heredero, atento lo que surge del inc. 1, no puede
discutirse que debe someterse tal reclamo al juez del sucesorio, sea por la
vía del juicio de petición en sí o por el de filiación, que en cierto modo la
comprende.

4. Las acciones de estado o de familia de las que resulte o pueda derivar


una pretensión del reconocimiento de un llamado a la herencia –entre las
que se hallan comprendidas las acciones de filiación– están sometidas al
fuero de atracción de la sucesión, por estar alcanzadas por las
disposiciones del inc. 1 del art. 3284 del Código Civil.

Tribunal Superior de Justicia, Cba., Auto Interlocutorio nº 21 del


14/04/2008, "G. B. A. c/ Suc. J. M. C. – Filiación - Cuestión de
competencia".

23
2. Organización
Judicial.
2.1. Organización judicial.
En nuestro país, las provincias conservan todo el poder no delegado al
gobierno federal y, por consiguiente, administran justicia conformando la
denominada jurisdicción ordinaria, por oposición a la federal, conocida
como de excepción.

Toda organización judicial responde a las siguientes reglas:

a) Normatividad: Sólo es posible concebir una organización judicial desde


el punto de vista normativo. La organización del Poder Judicial se halla
instrumentada por reglas de naturaleza procesal que integran el orden
público.

b) Jerarquía: Existe una relación de subordinación manifestada en un grado


de dependencia del juez inferior al juez superior, en lo atinente al aspecto
funcional (control de legalidad y de legitimidad), que resulta delimitado por
las normas adjetivas.

c) Sedentariedad: El tribunal tiene su asiento en un determinado lugar


geográfico. Existen sedes en que funciona el poder judicial y cada una tiene
su ámbito espacial en que habrá de administrar justicia.

d) Permanente: Se estructura sobre la base del criterio funcional,


independientemente del sujeto que tiene a su cargo prestarla, lo cual
resulta contingente.

En la provincia de Córdoba, la organización judicial se estructura basándose


en el siguiente esquema: Tribunal Superior, Cámaras de Apelación,
Cámaras de juicio, Jueces de primera instancia, Jueces penales, de familia y
conciliación, Jueces de paz y otros funcionarios judiciales y auxiliares de la
justicia.

Tribunal Superior de Justicia: es la cabeza del Poder Judicial, está


estructurado en forma colegiada con siete miembros y tiene una
competencia limitada y acotada material y funcionalmente. Su
competencia ya fue explicitada en el punto 4.3. al cual me remito.

24
Además de ello, tiene funciones de control y vigilancia de los demás
miembros del Poder judicial, conocidas como funciones de
superintendencia y, por último, su presidente ejerce la representación del
Poder Judicial.

Cámaras de apelación: órganos colegiados que tienen competencia para


conocer de los recursos que se interpongan contra las resoluciones de los
jueces letrados de primera instancia por lo que constituye un tribunal de
segunda instancia. Además conoce de las recusaciones de sus propios
miembros, con exclusión del recusado, y entiende en la recusación con
causa de los jueces de primera instancia y de los funcionarios del Ministerio
Público. Por último, conoce de los recursos de retardada justicia contra los
jueces. Funcionan principalmente en casos de procedimientos escritos.

Cámaras de juicio: Son las Cámaras del crimen, de familia y del trabajo. Son
órganos colegiados que tienen por fin decidir sobre la pretensión esgrimida
y dictar sentencia.

Las Cámaras del crimen son aquellas ante las que se lleva a cabo el juicio
plenario que habrá de resolver sobre si existe certeza de que el acusado es
penalmente responsable del delito que se le atribuye y eventualmente
imponerle una pena. Pueden funcionar a través de salas unipersonales (art.
34 C.P.P.).

Las Cámaras de familia intervienen en el juicio oral de instancia única para


el denominado juicio común y actúa únicamente a través de un tribunal
colegiado.

La Cámara del trabajo constituye el órgano de sentencia que actúa luego


que el juez de conciliación concluye con la instrucción de la causa. Se
encuentra autorizada para actuar de manera unipersonal y también conoce
y resuelve las apelaciones deducidas en contra de las resoluciones dictadas
por los jueces de conciliación.

Jueces de primera instancia: son el primer escalón en la justicia, conocen


el objeto litigioso en toda su extensión, convocan a las partes, dirigen el
proceso, reciben las pruebas y deciden sobre las pretensiones hechas vales
en juicio por ellas.

Jueces penales, de familia y de conciliación: el juez de instrucción lleva


adelante la investigación penal preparatoria cuando el imputado goce de
privilegios constitucionales, juzga como tribunal de única instancia en los
casos del juicio abreviado previsto en el artículo 356 del C.P.P., ejerce
control jurisdiccional y resuelve las oposiciones planteadas por el imputado
o su defensa en contra de las resoluciones del Fiscal de Instrucción como
juez de garantías.

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El juez de familia puede intervenir como juez instructor o como tribunal de
sentencia. En el primer caso lo hace en cuestiones que deben tramitarse
como juicio común, tales como divorcio, adopción o filiación. Como
tribunal de sentencia actúa en juicios especiales como medidas cautelares,
guarda, tenencia o cuota alimentaria.

Los jueces de conciliación actúan como jueces instructores en el caso de los


procesos de conocimientos y son jueces de sentencia para las cuestiones
incidentales. En el primer caso, conocen de las actuaciones que se
practiquen para entablar y contestar la demanda y operan la conciliación
previa propia del proceso laboral. Además, cuentan con atribuciones para
resolver las cuestiones incidentales, el despacho de las medidas
precautorias y en la ejecución de sentencia.

Jueces de paz: los jueces de paz son nombrados por el Poder Ejecutivo con
acuerdo del Poder Legislativo y durante el período de su ejercicio sólo
pueden ser removidos por el Tribunal Superior de Justicia si concurren las
causales del artículo 154 de la Constitución Provincial. El procedimiento
ante ellos es verbal, sumarísimo, gratuito y de características arbitrales.
Ostentan una escasa competencia y actúan como delegados del Estado
como amigable componedor.

Otros funcionarios judiciales y auxiliares de la justicia: Dentro de las


personas que colaboran de manera directa con el juez se encuentra el
secretario que es el jefe de oficina, prepara el despacho, vigila a los
empleados, lleva los libros reglamentarios, entrega bienes, expedientes y
documentos a las personas que la ley autorice, entre otras funciones.

El prosecretario, que colabora de manera directa con el secretario, cumple


las tareas que éste le indique y lo reemplaza en sus funciones. Firma
cédulas de notificación, citaciones, oficios, cargos de escritos y mantiene
actualizados los ficheros de jurisprudencia.

También integran la organización judicial los oficiales de justicia que


ejecutan mandamientos de embargo, secuestro o desalojo. Los
notificadotes y ujieres, que practican las notificaciones dentro y fuera del
radio respectivo y demás oficinas administrativas que colaboran con la
justicia, como la Dirección de Superintendencia, la Dirección de
Administración o la Dirección de Servicios Judiciales.

26
2.2. El juez o tribunal.
Definición
El juez o tribunal es uno de los sujetos esenciales en el proceso, sin el juez
no puede haber un proceso propiamente dicho. Cumple la función
jurisdiccional del Estado y se encuentra compuesto por un juez o un
conjunto impar de jueces.

El tribunal tiene a su cargo la administración de justicia y concurre con los


otros órganos del Estado al cumplimiento integral de la función judicial. Es
un presupuesto procesal esencial, que tiene la potestad de juzgar y cumple
la función realizadora del derecho.

Los poderes otorgados al juez son los de dirección formal y material del
proceso, disciplinarios y ordenatorios, de iniciativa probatoria y de
decisión. Su deber fundamental consiste en administrar justicia legalmente,
no pudiendo dejar de juzgar bajo pretexto de silencio, oscuridad o
insuficiencia de las leyes.

Caracteres
a) Público: el tribunal es un órgano público creado para la administración
de justicia. Su representación física es un magistrado o funcionario del
Estado.

b) Permanente: en virtud del artículo 18 de la C.N. el tribunal reviste el


carácter de permanente, prohibiéndose la constitución de comisiones
especiales designadas para resolver jurisdiccionalmente un caso
determinado. Los jueces no son permanentes sino inamovibles en el cargo
salvo renuncia, fallecimiento, jubilación o remoción.

c) Sedentario: no existen los tribunales ambulantes. Cada uno desempeña


sus funciones en un ámbito territorial determinado establecido como sede.

d) Letrado: el juez debe tener título de abogado, además de otros


requisitos que la Constitución establece. Los jueces de paz no necesitan ser
abogados.

e) Normativo: Solamente la ley puede crear, modificar o extinguir un


ordenamiento jurisdiccional. Fuera de la ley no puede haber organización
judicial.

27
Poderes y atribuciones
Los poderes y facultades que se otorgan a los jueces tienen íntima
vinculación con las facultades, deberes y cargas que se conceden a las
partes en el proceso civil o al imputado en el proceso penal.

El poder característico de la función judicial es el estrictamente


jurisdiccional. La exteriorización de ésta, por excelencia, es la decisoria que
se realiza por medio del dictado de decretos, autos interlocutorios y
sentencias. La sentencia es el acto jurisdiccional de mayor trascendencia y
condensa la potestad del juez de resolver en forma definitiva sobre las
pretensiones esgrimidas por las partes.

Además pueden corregir errores materiales, aclarar conceptos oscuros o


suplir cualquier omisión en que hubieren incurrido en su sentencia. Tienen
facultades ordenatorias que se ejercen a lo largo del juicio y que se
manifiestan por el proveimiento que efectúan los tribunales a las
peticiones de las partes o a las necesidades en el trámite o en casos
excepcionales, oficiosamente.

También tienen facultades instructorias con el fin de facilitar su tarea


tendiente a esclarecer la verdad y ella solo puede ejercerse en la medida
que no se quiebre la igualdad de las partes.

Por último, tienen facultades disciplinarias que pueden ejercer a lo largo


del trámite y que, generalmente, se manifiestan con la imposición de
multas u otras sanciones a los litigantes que violenten las reglas de la
lealtad y buena fe procesal.

Deberes y garantías:

Es deber fundamental y primario de los jueces, el de administrar justicia


cada vez que tal actividad les sea requerida en un caso concreto. Se trata
de un poder-deber propio de la jurisdicción que impone al juez
pronunciarse sobre las pretensiones hechas valer en juicio.

Por otra parte, entre los deberes formales, cabe destacar que los
magistrados y funcionarios judiciales tienen el deber de prestar juramento
antes de asumir sus funciones, están obligados a concurrir a sus despachos
en los horarios de atención al público y deben resolver las causas dentro de
los plazos fatales que las leyes procesales establezcan con fundamentación
lógica y legal.

En cuanto a las garantías funcionales, vale destacar la inamovilidad de sus


cargos mientras dure su buena conducta y la intangibilidad de sus
remuneraciones.

28
Sistemas de designación:

Estos sistemas son variados y responden a motivaciones políticas y


jurídicas, aunque todos en mayor o menor medida, pretenden hacer del
sistema elegido el más seguro para proveer al imperativo de imparcialidad
de la administración de justicia. Entre ellos su puede distinguir a los
siguientes:

a) Por elección popular: sólo podría funcionar en sociedades de


gran cultura cívica para evitar riesgos que afecten la garantía de
imparcialidad necesaria.

b) Por designación del máximo tribunal: conforme a un sistema de


promoción y concursos o designación efectuada por el tribunal
jerárquicamente superior.

c) Por designación efectuada por los poderes públicos: utilizando


métodos que tengan en cuenta la capacidad, idoneidad,
condiciones morales y antigüedad en la función judicial o en el
ejercicio profesional.

Modos de designación en la justicia nacional:

1. Miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación:


designados por el Presidente de la Nación con acuerdo del Senado por dos
tercios de sus miembros presentes, en sesión pública convocada al efecto
(art. 99, inc. 4, párr. 1, C.N.). Para ser miembro de este máximo tribunal se
requiere cumplimentar con los requisitos establecidos en el artículo 111 de
la Carta Magna.

2. Jueces de tribunales inferiores: son designados por el Presidente


de la Nación sobre la base de una propuesta en terna vinculante emitida
(previo concurso público) por el Consejo de la Magistratura, mediante
acuerdo del Senado. El Consejo de la Magistratura es un órgano
consagrado en la reforma constitucional como una entidad integrada de
modo de procurar equilibrio entre la representación de los órganos
políticos resultantes de la elección popular, de los jueces de todas las
instancias y de los abogados de matrícula nacional, como así también de
personas del ámbito académico y científico (art. 114, C.N.).

Modos de designación en la justicia provincial:

Por ley nº 8802 del año 1999 se crea el Consejo de la Magistratura que
asiste al Poder Ejecutivo en la tarea de selección de los jueces y
magistrados. La designación comienza con una convocatoria pública y

29
abierta para que los aspirantes se inscriban y así accedan a la evaluación
prevista consistente en oposición escrita, oral y de antecedentes.

Sobre la base del resultado, el Consejo confecciona un orden de mérito que


es remitido al Poder Ejecutivo y que este no puede alterar.

Remoción:

La remoción implica la separación del cargo. En el ámbito nacional los


jueces sólo pueden ser separados de sus cargos mediante el procedimiento
del juicio político (arts. 53, 110 y 115 C.N.) que puede iniciarse por mal
desempeño o delito en el ejercicio de la función o por crímenes comunes.

El juicio político contra un miembro de la Corte requiere de acusación de la


Cámara de diputados que debe declarar por mayoría de dos terceras partes
de sus miembros que hay lugar a la formación de causa. Efectuada la
acusación, el juicio es realizado por el Senado y se requiere para la
declaración de culpabilidad el voto de dos tercios de los miembros
presentes. Su fallo tiene el efecto de destituir al acusado, quien quedará
sujeto a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes y ante los
tribunales ordinarios si fuere el caso.

Respecto de los jueces de los tribunales inferiores de la Nación, la facultad


de decidir la apertura del procedimiento y de ordenar, en su caso, la
suspensión, corresponde al Consejo de la Magistratura y el juicio se realiza
por un jurado integrado por legisladores, magistrados y abogados. Su fallo
es irrecurrible.

En el ámbito de la provincia de Córdoba, los miembros del Tribunal


Superior de Justicia sólo pueden ser separados de sus cargos mediante
juicio político, en tanto para los magistrados y funcionarios del Poder
Judicial y el Ministerio Público no removibles por juicio político, la ley 7956
ha regulado un procedimiento denominado “juri de enjuiciamiento” que
tiene como único efecto la destitución del acusado. Esta ley determina
como causales de destitución las siguientes:

a) Mal desempeño;

b) Negligencia grave;

c) Desconocimiento inexcusable del derecho;

d) Supuesta comisión de delito. En el caso de delitos culposos,


cuando tenga incidencia funcional;

e) Inhabilitación física o psíquica;

30
f) Morosidad. Salvo prueba en contrario, se presumirá configurada
esta causal en caso de omisión reiterada de pronunciamiento,
requerimiento, dictamen u opinión, según correspondiere, dentro de
los plazos fatales establecidos por las leyes. El Fiscal General llevará
un registro y promoverá automáticamente el procedimiento cuando
se verifique la tercera omisión o en caso de inobservancia
inexcusable del término establecido en el artículo 47 de la
Constitución de la Provincia con arreglo a lo dispuesto por la ley
respectiva.

El jurado está compuesto por un vocal del Tribunal Superior de Justicia y


cuatro senadores, letrados si los hubiere, dos por la mayoría y dos por la
minoría. Contra la resolución no procederá recurso alguno, salvo el de
aclaratoria que podrá interponerse dentro de las cuarenta y ocho horas.

Inhibición y recusación
La recusación del juez es el medio por el que se exterioriza la voluntad de
parte legítima del proceso para que un juez determinado se separe de su
conocimiento por sospecharse, por algún motivo, de su imparcialidad. Es
una garantía de imparcialidad y un respaldo a la debida consideración de la
magistratura.

La inhibición es el medio que permite que el juez, al concurrir alguna de las


circunstancias anteriores, se aparte espontáneamente del conocimiento de
la causa.

La recusación puede realizarse con o sin causa, en este último caso, se


admite como garantía para el litigante, pues le permite ejercer ese derecho
cuando existiendo una causal legal, le resulta dificultosa o imposible la
prueba de los hechos, o se pueda afectar la dignidad de la magistratura.
Atento que este recurso ha sido utilizado de manera abusiva para
entorpecer los trámites, la jurisprudencia ha limitado el recurso de la
recusación sin causa a casos excepcionales y de interpretación restrictiva.

 Recusación sin causa: en el proceso civil, las partes podrán recusar


sin expresión de causa al juez, al entablar o contestar la demanda u
oponer excepciones dentro de los tres días de notificado el
llamamiento de autos para definitiva o el decreto de avocamiento.
A uno de los miembros de la Cámara y del Tribunal Superior de
Justicia, dentro de los tres días de llegados los autos ante el
superior, de notificado el decreto a estudio o el de integración del
tribunal.

Las partes podrán ejercer una sola vez este derecho y cuando sean
varios los actores o los demandados, únicamente uno de ellos

31
podrá hacer uso de este derecho. No procede en las cuestiones
incidentales ni en la ejecución de sentencia (art. 19 C.P.C.).
Tampoco procede en los procesos concursales (art. 18, inc. 1º), en
las diligencias preparatorias de los juicios, en las que tienen por
objeto asegurar el resultado del juicio, en la ejecución de diligencias
comisionadas, a menos que fuesen probatorias y en las diligencias
para la ejecución de la sentencia, a no ser por causas nacidas con
posterioridad a ella (art. 24 C.P.C.).

 Recusación con causa: el fundamento de este instituto se


encuentra en la extensión de la independencia del poder judicial a
la persona del juez. Por razones de economía y de seguridad
jurídica, se establecen límites temporales para deducir incidente de
recusación con causa. Cuando la causa de recusación fuese anterior
a la iniciación del pleito, deberá ser propuesta en el primer escrito
que se presente. Cuando fuese posterior o anterior no conocida, se
propondrá dentro de los tres días de haber llegado a conocimiento
de la parte (art. 22 C.P.C.).

El tribunal competente para entender en la recusación es el superior


inmediato al recusado: del juez de primera instancia y funcionarios del
Ministerio Público, la Cámara; de los vocales del Tribunal Superior y de la
Cámara, los restantes miembros.

Causales de recusación

Si bien la jurisprudencia analiza las causales de recusación en sentido


restrictivo para evitar el uso inadecuado del instituto, el análisis debería
realizarse en el sentido inverso y otorgar a las causas de recusación un
criterio amplio que atienda en principio al interés particular de contar con
un juez imparcial y que con posterioridad atienda al abuso en su utilización.
Por ello, los listados contenidos en los códigos adjetivos deberían
interpretarse con carácter enunciativo y no taxativo.

En general, las causales son similares en todas las ramas del ordenamiento
por lo que sólo consideraremos algunas de ellas y nos remitiremos al
estudio de las restantes. En el C.P.C. se encuentran previstas en el artículo
17; en el C.P.P. están reguladas en el artículo 60; en la ley procesal del
trabajo en el artículo 12

Son causales de recusación:

1. El parentesco hasta el cuarto grado de consanguinidad en línea


recta y colateral hasta el segundo grado.

2. Interés del juez en el pleito.

32
3. Sociedad, salvo el caso de sociedad por acciones o cooperativas.

4. Pleito pendiente.

5. Crédito o deuda.

6. Denuncia o querella. Haber sido el juez denunciante o acusador o


haber sido acusado o denunciado por la parte.

7. Prejuzgamiento. Haber anticipado el juez opinión sobre el litigio en


cualquier carácter.

8. Beneficio de importancia que haya recibido el juez o sus parientes


de alguno de los litigantes.

9. Amistad o enemistad manifiesta.

10. Haber producido en el procedimiento nulidad que haya sido


declarada judicialmente.

11. Haber dado lugar a la queja por retardada justicia.

2.3. El Ministerio Público Fiscal.


Definición
Es el órgano estatal encargado de hacer valer ante el órgano jurisdiccional
la representación y defensa de los intereses públicos y sociales del Estado.

En nuestro país, la Constitución de la Provincia de Córdoba (art. 171), el


Ministerio Público fue incluido como órgano perteneciente al Poder
Judicial; en el orden Nacional (Art. 120) el Ministerio Público es un órgano
EXTRAPODER.

Los funcionarios que integran el Ministerio Público carecen de facultades


de decisión, las que se reservan al órgano jurisdiccional. Los ordenamientos
procesales penales les acuerdan, en diverso grado, facultades de
instrucción.

En el proceso civil, los funcionarios del Ministerio Público aparecen en


ocasiones como representantes de parte y en otras desempeñando
funciones de vigilancia.

El Ministerio Público se divide en Ministerio Público Fiscal y Pupilar. Dentro


del primero de ellos se encuentra el que actúa ante los tribunales penales,
civiles y de familia. El pupilar se encarga de la defensa de los incapaces y de
los que se hallen en inferioridad de condiciones.

33
Su intervención en el proceso reviste un carácter formal, no sustancial, en
tanto se lo considera un representante de la ley, no de un particular ni de
la sociedad. Defiende el interés público y por ende, su actuación es
imparcial.

Su organización se asienta en el principio de unidad orgánica y su


actuación; en los de legalidad, imparcialidad, unidad de actuación y
dependencia jerárquica.

a) Unidad orgánica: el Ministerio Público es único, a pesar de que


para el ejercicio de sus funciones se efectúen dentro de él una
división del trabajo.

b) Legalidad: como defensor de la legalidad, su actuación es reglada y


no se admite la discrecionalidad.

c) Imparcialidad: su actuación tiene carácter objetivo y formal. Su


función es hacer prevalecer con imparcialidad la ley. De allí que
puede pedir la absolución o la condena del imputado.

d) Unidad de actuación: el dictamen o resolución de un miembro del


ministerio público lo representa a todo.

e) Subordinación jerárquica: implica que un inferior debe obedecer


las órdenes de su inmediato superior. Esta subordinación no existe en
los oficios del Poder Judicial. En la provincia de Córdoba se encuentra
regulado en la ley orgánica del Ministerio Público nº 7826 que en sus
artículos 11 a 13 establece las características de la subordinación
jerárquica.

En el orden penal, el Ministerio Público es el titular de la función requirente


y actúa bajo las reglas de la oficiosidad y del principio de legalidad. Cumple
la función de excitar y requerir a los jueces a fin de que se obtenga una
decisión adecuada a una pretensión jurídico-penal. Es el encargado del
ejercicio de la acción penal que constituye una función pública que forma
parte de la función judicial en sentido amplio.

En el ámbito civil y comercial, el Ministerio Público Fiscal interviene en


todos los procesos que rocen al orden público y su intervención cesa
cuando se encuentre desinteresado el orden social.

En los procesos de familia, su actuación responde al interés comunitario


que se proyecta desde el estado en la tutela de ciertas instituciones que
deben ser protegidas en su realización jurisdiccional.

34
El Ministerio Público Fiscal en la provincia de Córdoba

El Ministerio Público está compuesto por un fiscal general, dos fiscales


adjuntos y los fiscales de cámara, en lo correccional, de instrucción, en lo
civil y comercial, de familia, de menores y en lo electoral.

El fiscal general tiene a su cargo la misión de fijar las políticas de


persecución penal e instruir a los fiscales inferiores sobre el cumplimiento
de sus funciones.

Las funciones del Ministerio Público están explicitadas en el artículo 172 de


la Constitución Provincial y ellas son:

1. Preparar y promover la acción judicial en defensa del interés


público y los derechos de las personas.

2. Custodiar la jurisdicción y competencia de los tribunales


provinciales y la normal prestación del servicio de justicia y procurar
ante aquellos la satisfacción del interés social.

3. Promover y ejercitar la acción penal pública ante los tribunales


competentes, sin perjuicio de los derechos que las leyes acuerden a
los particulares.

4. Dirigir la Policía Judicial.

El artículo 10 de la ley orgánica del Ministerio Público Fiscal establece


cuáles son sus atribuciones, entre las que se puede destacar:

a) Interesarse en cualquier proceso judicial al sólo efecto de observar


la normal prestación del servicio, denunciando las irregularidades
que observare.

b) Concurrir a los lugares de detención cuando lo estime


conveniente.

c) Requerir el auxilio de las autoridades provinciales y de la fuerza


pública.

d) Impartir órdenes e instrucciones generales y particulares a los


integrantes de la Policía Judicial.

e) Impartir instrucciones a los inferiores jerárquicos.

Por su parte, compete a los fiscales civiles y comerciales: 1) deducir toda


acción fiscal que interese al orden público, con excepción de los asuntos
encomendados a otros funcionarios; si el proceso ya se hubiese iniciado y
se encontrare comprometido el orden público, se corre vista al Fiscal a los
fines que se expida mediante dictamen. Así, cuando se solicita el beneficio
de litigar sin gastos, se corre vista al fiscal en protección de los intereses del

35
fisco y de otros organismos (caja de abogados) y 2) intervenir en los
conflictos de competencia, en los juicios concursales, en los procesos
sucesorios, actos de jurisdicción voluntaria, en lo relativo al estado civil de
las personas cuando no le corresponda intervenir al Fiscal de Familia.

En lo que corresponde al ministerio pupilar, el constituyente local ha hecho


caso omiso a su referencia por lo que ha sido la ley 7982, conocida como
de Asistencia Jurídica Gratuita, la que ha salvado el olvido del legislador.
Así, se instituyen Asesores Letrados en lo civil y comercial, penal, de
familia, de menores y de trabajo.

Los asesores letrados en lo penal defienden a los imputados que no hayan


designado abogado, representan y defienden los intereses de los
imputados no individualizados y también pueden intervenir como
querellante particular cuando la víctima careciere de recursos.

Los asesores letrados en lo civil y comercial, representan en juicio a los


incapaces en cuanto interese a su persona y sus bienes, ejerce la
representación y defensa en juicio de los que hubiesen sido declarados
rebeldes, en los casos que el código determine, defiende a los pobres o
carenciados en los términos de la ley de Asistencia Jurídica Gratuita, lo que
importa que brindará asesoramiento jurídico, dará consejos y esgrimirá la
defensa técnica que a su juicio requiera la causa. Presentará escritos,
ofrecerá prueba, etc. Cuenta con las mismas atribuciones y sujeciones que
las partes, con la salvedad de que al Ministerio Pupilar no se le impondrán
costas por las actuaciones que promueva o por los recursos que entable en
cumplimiento de sus funciones (art. 137 C.P.C.).

En el fuero de familia, pueden ejercer el patrocinio de la parte que por


razones de pobreza no puede contratar abogado, requiriéndose para ello
un trámite sumario de conocimiento. También cumple una función
específica y conciliadora de las partes en una etapa prejurisdiccional que
en algunos casos es obligatoria.

En el fuero del trabajo, también cumple funciones específicas como


“procurador del trabajo” y actúa en defensa o patrocinio de la parte
obrera.

Ministerio Público Nacional

El artículo 120 de la Constitución Nacional instituye: “el Ministerio Público


es un órgano independiente con autonomía funcional y autarquía
financiera, que tiene por función promover la actuación de la justicia en
defensa de la legalidad, de los intereses generales de la sociedad, en
coordinación con las demás autoridades de la República.

36
Está integrado por un procurador general de la Nación y un defensor
general de la Nación y los demás miembros que la ley establece. Sus
miembros gozan de inmunidades funcionales e intangibilidad de
remuneraciones”.

En el orden nacional, el Ministerio Público comprende tanto al fiscal como


al pupilar, no forma parte del Poder Judicial, ni se encuentra subordinado
al Ejecutivo. Se trata de un órgano extrapoder de característica bicéfalo
porque por una parte está el procurador general de la Nación y por otra el
defensor general de la Nación.

Funciones de los integrantes del Ministerio Público Fiscal:

a) Promueve la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y de


los intereses generales de la sociedad.

b) Representa y defiende el interés público en todas las causas y


asuntos que conforme a la ley se requiera.

c) Promueve y ejerce la acción pública en las causas criminales y


correccionales, salvo cuando fuese necesario instancia o
requerimiento de parte.

d) Promueve la acción civil en los casos previstos por la ley.

e) Interviene en los procesos de nulidad de matrimonio y divorcio,


filiación, venias supletorias, declaraciones de pobreza.

f) Vela por la observancia de la Constitución Nacional, las leyes de la


República y por el efectivo cumplimiento del debido proceso legal.

g) Vela por la defensa de los derechos humanos en los


establecimientos carcelarios, judiciales, de policía y de internación
psiquiátrica.

Deberes y atribuciones del defensor general de la Nación:

Es la cabeza del Ministerio Público de la Defensa y tiene las siguientes


atribuciones:

a) Ejerce ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, las


facultades del Ministerio Público de la Defensa.

b) Delega sus funciones en los defensores oficiales ante la Corte


Suprema de Justicia de la Nación.

c) Imparte instrucciones generales o particulares a los integrantes del


Ministerio Público de la Defensa para la adopción de todas las

37
medidas necesarias y conducentes al ejercicio de las funciones y
atribuciones que las leyes le confieren.

d) Promueve y ejecuta políticas para facilitar el acceso a la justicia de


los sectores discriminados.

e) Asegura la debida asistencia de cada una de las partes con


intereses contrapuestos, designando diversos defensores cuando así
lo exija la naturaleza de las pretensiones de las partes.

Pueden distinguirse en la función, los defensores públicos de Menores e


Incapaces y los defensores públicos oficiales.

Los defensores públicos de Menores e Incapaces aseguran en las instancias


y fueros en que actúen, la representación promiscua del artículo 59 C.C.,
por consiguiente, entablan en defensa de los menores e incapaces las
acciones y recursos pertinentes, ya sea en forma autónoma o junto con sus
representantes necesarios, v.gr. padres, tutores o curadores.

Los defensores públicos oficiales tienen como función la de proveer lo


necesario para la defensa de la persona y los derechos de los justiciables en
las causas penales y en otros fueros cuando aquellos fueren pobres o
estuvieren ausentes.

Hipótesis Práctica.
A. Independencia del Poder Judicial, intangibilidad de remuneraciones.

El caso: la demanda interpuso recurso contra la decisión de la Cámara


Federal de Apelaciones de la Seguridad Social que hizo lugar a la acción de
amparo entablada por un magistrado de San Juan persiguiendo la no a
aplicación del impuesto a las ganancias en los haberes jubilatorios del
accionante. La CSJN, integrada por conjueces y por mayoría, confirmó la
sentencia recurrida. La decisión se fundó en el principio constitucional de la
intangibilidad de las remuneraciones de los jueces, en su vigencia en el
ámbito de la justicia provincial y su aplicación a los magistrados que se
encuentran en situación de retiro. Así, el Máximo Tribunal ratificó su
postura histórica de que las remuneraciones de los jueces federales no
pueden ser rebajadas por ningún concepto.

1. La vigencia del principio de intangibilidad no podría ser desconocida en


el ámbito provincial según lo estableció la Corte en Fallos: 311:460 y
316:2747. En concordancia con ello, la ley del impuesto a las ganancias
eximía de tal tributo tanto a los magistrados nacionales como a los de
provincia -así como los haberes jubilatorios y pensiones correspondientes a

38
dichas funciones- colocando a unos y otros jueces en un pie de igualdad
(Artículo 20, incs. p y r de la Ley Nº 20.628, t.o. en 1986 y sus
modificaciones). Del mismo modo, cuando la Ley Nº 24.631 - Artículo 1 inc.
a- derogó tales normas exentivas, lo hizo sin distinguir entre la situación de
la judicatura nacional y las provinciales. Establecida por la jurisprudencia
del Tribunal la invalidez de la referida derogación, por resultar ésta
incompatible con el principio instituido por el Artículo 110 de la
Constitución Nacional, y como tal principio no puede ser desconocido en
los ámbitos provinciales, debe afirmarse que esa derogación, inaplicable
respecto de los integrantes del Poder Judicial de la Nación, también lo es
con relación a las judicaturas de las provincias. En efecto, los jueces locales
son, como los nacionales y federales, jueces de la Constitución, motivo por
el cual cumplen, como los demás, idéntico ministerio y, por lo tanto, se
hallan sujetos a parejas responsabilidades y deberes, y han de contar, a tal
efecto, con similares garantías.

2. No se opone a lo concluido el Artículo 200 de la Constitución de San


Juan, en cuanto prescribe que las retribuciones de los magistrados y
representantes del Ministerio Público de la provincia “serán establecidas
por ley y no pueden ser disminuidas con descuentos que no sean los que
aquélla dispusiera con fines de previsión o de carácter general”, pues,
obviamente, de acuerdo con su texto literal, dicha norma sólo se refiere a
disminuciones que pudieran efectuar las propias leyes locales. Sin abrir
opinión sobre la validez que ello tendría, si ocurriese, cabe observar que la
parte recurrente no ha planteado a lo largo del pleito -ni en su recurso
extraordinario- la posibilidad de que tal limitación pudiera dar fundamento
a aplicar válidamente a los magistrados locales -ni a los jubilados como
tales- un impuesto establecido por una ley federal.

3. La independencia del Poder Judicial obliga a concluir que la


intangibilidad de los emolumentos de los magistrados es extensible al
haber de los jueces jubilados, desde que la posible disminución de los
derechos previsionales generaría intranquilidad en el ejercicio funcional o
presión para motivar el abandono de sus cargos de quienes, con ese grado
de incertidumbre, tuvieran que administrar justicia (Voto de los conjueces
Dres. Juan Carlos Poclava Lafuente y Jorge Ferro).

4. El monto del haber que le corresponde a un juez jubilado forma parte de


la expectativa de todo magistrado en actividad, quien ya sea por un hecho
fortuito (incapacidad sobreviniente) o por el transcurso del tiempo
(cumplimiento de la edad requerida para el retiro o jubilación), cuenta con
tal régimen y haber para el ejercicio independiente y sereno de su función,
que es precisamente lo que persigue la garantía constitucional de
incolumidad de las remuneraciones. Tal garantía no se vería salvaguardada
si los magistrados viesen frustrada su expectativa a obtener en el futuro
una jubilación que les permita mantener similar nivel de vida al que tienen

39
en actividad. (Voto de los conjueces Dres. Juan Carlos Poclava Lafuente y
Jorge Ferro).

5. La protección que el legislador ha dispensado al régimen de jubilaciones


de los magistrados no se sustenta en bases discriminatorias o de privilegio,
sino en principios que preservan las instituciones republicanas, con la
finalidad de asegurar la independencia funcional de los jueces. Ello para
evitar que los otros poderes del Estado –administrativo o legislativo -
dominen su voluntad con la amenaza de reducir su salario, de hacerlos
cesar en sus cargos o de jubilarlos, y que esa situación favorezca un ámbito
proclive a componendas contrarias a la independencia de criterio necesaria
para la función jurisdiccional (Voto del conjuez Dr. Don Alberto Manuel
García Lema).

6. La preservación de la intangibilidad de las remuneraciones como


garantía de funcionamiento del sistema judicial no debe encontrarse hoy
eludiendo el pago del Impuesto a las Ganancias sino: a) asegurando una
participación presupuestaria adecuada del Poder Judicial en el presupuesto
general; b) defendiendo la autarquía judicial; c) garantizando mecanismos
que permitan dar sustentabilidad en el tiempo al poder adquisitivo de las
remuneraciones de los magistrados a partir de criterios objetivos, ajenos a
la injerencia de otros poderes (éste y no otro es el sentido de la
reivindicación de la cláusula constitucional federal norteamericana que
prevé la movilidad de la retribución de los jueces según la autorizada
opinión de Alexander Hamilton en El Federalista, LXXIX); y, d) permitiendo
que, llegado el caso, por vía judicial se corrijan aquellas situaciones que
generen un “ostensible deterioro temporalmente dilatado” en las
remuneraciones de los magistrados (Del voto en disidencia del conjuez
Horacio Daniel Rosatti).

7. El Artículo 110 no puede ser interpretado como una norma especial o de


excepción con relación al principio del Artículo 16, estando los jueces
obligados a pagar todos aquellos impuestos que, por su carácter general,
no expresen un ánimo hostil o persecutorio contra su noble actividad (Del
voto en disidencia del conjuez Horacio Daniel Rosatti).

8. La independencia del Poder Judicial, inserta en las entrañas del sistema


republicano de gobierno, sin la cual éste no sobrevive, lo es frente a los
poderes políticos y en el esquema constitucional vigente requiere su
respeto en tres momentos trascendentes: en la designación de los
magistrados (independencia selectiva); en su desempeño y funcionamiento
(independencia de ejercicio o funcional) y en su remoción (independencia
sancionatoria), no se encuentra perjudicada, toda vez que, por lo antes
expuesto, con el pago de sus impuestos al igual que el resto de la población
no se afecta institucional ni individualmente a los jueces (Del voto en
disidencia del conjuez Héctor Oscar Méndez).

40
9. No ha de verse en la garantía de intangibilidad del Artículo 110 de la
Constitución Nacional una excepción o limitación a la de igualdad
consagrada por el Artículo 16, sino que por el contrario ambas
disposiciones deben ser interpretadas en forma armónica y de acuerdo al
contenido de las demás, cuidando que la inteligencia de sus cláusulas no
altere el equilibro del conjunto (Fallos: 296:432; 324:3219 cit.), ni su
finalidad. Bajo esas reglas de hermenéutica, no es prudente asignar -como
se lo hizo en las instancias inferiores- a la garantía que consagra la
intangibilidad de las remuneraciones de los magistrados, una extensión tal
que desconozca las facultades que los Artículos 4, 17 y 75 inc. 2 de la Ley
Fundamental confieren al Congreso de la Nación, para hacer imponer con
carácter general y no discriminatorio contribuciones equitativas y
proporcionales a la población (Del voto en disidencia del conjuez Héctor
Oscar Méndez).

Corte Suprema de Justicia de la Nación, Expte. G. 196. XXXV 11/04/2006


Trib. de origen: Cám. Fed. Seg. Social – Sala I “Gutiérrez, Oscar Eduardo c.
ANSeS”.

B. Remoción de jueces

El caso: contra la decisión del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de


la Nación que rechazó el planteo de nulidad del dictamen de la Comisión de
Acusación y de la acusación formulada por el Consejo de la Magistratura al
juez de la Cámara Federal de Apelaciones de Salta, este magistrado dedujo
el recurso extraordinario cuya denegación dio origen a la queja pertinente.
Que para decidir del modo indicado, el Jurado de Enjuiciamiento consideró
que el alcance del término “renuncia” a la que se refiere el art. 5° del
“Reglamento Procesal” de dicho Cuerpo debe ser interpretado como
renuncia aceptada por el órgano competente. El juez recurrente centró sus
agravios en la consideración de que, a su juicio, la renuncia presentada
implica la conclusión de la atribución constitucional y legal del jurado de
Enjuiciamiento, pues dicho acto pone fin al interés público de examinar las
cuestiones que el Consejo de la Magistratura propuso al Jurado, en tanto la
necesidad de alejarlo de la función jurisdiccional ya se cumplió, único
efecto que produce una decisión condenatoria del Cuerpo cuya decisión
aquí se recurre. La CSJN admitió la queja y suspendió el procedimiento de
remoción.

1. La Convención Nacional Constituyente de 1994 modificó el


procedimiento de remoción de los magistrados judiciales prevista en el
texto constitucional de 1853/1860, en cuanto, el nuevo art. 115, dispone
que los jueces inferiores de la Nación serán removidos por las causales
expresadas en el art. 53, por un jurado de enjuiciamiento integrado por
legisladores, magistrados y abogados de la matrícula federal y
expresamente aclara que su fallo, que será irrecurrible, no tendrá más
efectos que destituir al acusado. Pero la parte condenada quedará no

41
obstante sujeta a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes ante los
tribunales ordinarios. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

2. Desde la última reforma constitucional existen dos procedimientos para


remover a los jueces, según se trate de los miembros de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación o de los tribunales inferiores, con algunas
características comunes y otras claramente diferentes. Entre las primeras,
las causales de remoción -previstas en el art. 53-, entre las segundas,
pueden mencionarse el procedimiento, el órgano encargado de llevarlo
adelante y los efectos de la decisión. Sobre este último aspecto, vale la
pena destacar que, mientras el fallo del Senado tiene por efectos destituir
al acusado y aun declararle incapaz de ocupar ningún empleo de honor, de
confianza o a sueldo de la Nación (art. 60), la única consecuencia de lo
decidido por el jurado de enjuiciamiento es separar al magistrado de su
cargo, tal como indica el art. 115 CN. (Del dictamen del Procurador General
de la Nación).

3. El proceso de remoción se trata de un juicio de responsabilidad política


con sujeción a las reglas del debido proceso legal, lo que equivale a decir
que en lo sustancial el juicio es político, pero en lo formal se trata de un
proceso orientado a administrar justicia, es decir, a dar a cada uno su
derecho, sea a la acusación en cuanto le asista el de obtener la remoción
del magistrado, sea a éste, en cuanto le asista el de permanecer en sus
funciones. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

4. En el régimen constitucional argentino, el propósito del juicio político no


es el castigo del funcionario, sino la mera separación del magistrado para la
protección de los intereses públicos contra el riesgo u ofensa, derivados del
abuso del poder oficial, descuido del deber o conducta incompatible con la
dignidad del cargo. De tal manera que se lo denomina “juicio político”
porque no es un juicio penal, sino de responsabilidad, dirigido a aquellos
ciudadanos investidos con la alta misión del gobierno, en su más cabal
expresión. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

5. El art. 9 bis del Reglamento para la Justicia Nacional (texto agregado por
acordada del 29/12/62) establece que los magistrados presentarán la
renuncia a su cargo directamente ante el Poder Ejecutivo, debiendo dar
cuenta de dicha presentación -en su caso- a la Corte Suprema, por
intermedio de la cámara respectiva. Hasta tanto la renuncia no les sea
formalmente aceptada, estarán sujetos a las disposiciones legales y
reglamentarias concernientes a la función judicial y, en particular, a las que
se refieran a la incompatibilidad con toda actividad política y al desempeño
de cargos dependientes de uno de los poderes políticos, salvo los
autorizados expresamente por el reglamento. (Del dictamen del
Procurador General de la Nación).

42
6. Para que el procedimiento del juicio político se ponga en movimiento es
indispensable que él se refiera y aplique a uno de los funcionarios
enumerados por el art. 45 de la Constitución y que se encuentre
actualmente en el desempeño y posesión de la función pública. Y se
comprende esta última exigencia, porque si el efecto de la sentencia del
Senado es simplemente el de destituir al acusado, no se ve cómo ésta
podría realizarse respecto de un funcionario que ha dejado de serlo por
terminación de su mandato, por renuncia presentada antes de iniciado el
procedimiento del juicio político o por derrocamiento generado en una
revolución triunfante. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

7. No existiría utilidad práctica ni razón doctrinaria que justifique el


procedimiento de remoción respecto de quien no tiene el ejercicio de la
función, ni puede por consiguiente ser destituido de ella, circunstancia que,
por cierto, no impide que el magistrado quede sujeto a acusación, juicio y
castigo conforme a las leyes ante los tribunales ordinarios, tal como
expresamente dispone el tantas veces citado art. 115 de la Ley
Fundamental. La renuncia presentada por un juez produce que, en cierta
medida, el proceso de remoción carezca de sentido, pues con la voluntad
de aquél de alejarse de su cargo el propósito del instituto estaría cumplido
y no existirían obstáculos para una investigación judicial para determinar la
existencia de delitos. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

8. La renuncia es un derecho ínsito previsto en el nombramiento, como


lógica consecuencia de la relación de empleo, pues si así no fuera, el
magistrado aparecería compelido a continuar en la función pública contra
su voluntad, lo que implicaría un agravio a su esfera de libertad, sin que el
ordenamiento positivo condicione o limite de algún modo el ejercicio de tal
derecho. El hecho que el art. 9° bis del Reglamento para la Justicia Nacional
establezca que mientras la renuncia no sea formalmente aceptada, el juez
estará sujeto a las disposiciones legales y reglamentarias a la función
judicial, dicha norma -y los efectos de la falta de aceptación de la renuncia
presentada- no se proyecta al proceso de enjuiciamiento de magistrados,
porque, además de que este instituto se rige por normas propias, ya estaría
cumplida su finalidad con la voluntad de dimitir expresada por aquél. (Del
dictamen del Procurador General de la Nación).

9. La renuncia implica no sólo una manifestación de voluntad, sino también


la petición de una decisión dirigida a quien deba decidir sobre la suerte de
la misma, mediante la forma expresa de su aceptación o rechazo. El
silencio en la resolución de la solicitud, bien puede dar pábulo a una
fundada crítica con base en que esa indiferencia al requirente afecta la
garantía constitucional que emana del art. 14 de la Constitución Nacional
de peticionar a las autoridades. El derecho de petición no se agota con el
hecho de que el ciudadano pueda pedir, sino que exige una respuesta.
Frente al derecho de petición se encuentra la obligación de responder.

43
10. La necesidad de una respuesta concreta y en tiempo prudente respecto
de la renuncia de un magistrado, encuentra su fundamento en un criterio
de certeza jurídica, pues sembrar la incertidumbre o alentar la indefinición
no es atributo que competa el ejercicio racional de facultades o
atribuciones de ninguno de los poderes del Estado.

11. La decisión del Poder Ejecutivo, se vislumbra como de absoluta e


impostergable trascendencia. Así, se aportaría claridad a la situación de un
magistrado sometido a juicio político, quien tiene derecho a saber su
posición frente a un proceso de tal significación y, en caso de admitirse la
renuncia, facilitaría ser sometido prontamente a los jueces naturales que
correspondan, para lograr el total y acabado esclarecimiento de los cargos
que se le imputan. Una dilación innecesaria, producto de la indefinición del
Poder Ejecutivo, no hace sino provocar un evidente dispendio económico
procesal, al propiciarse con el silencio la prosecución de un juicio (el que
promueve el Jurado de Enjuiciamiento), para llegar, en definitiva, al mismo
resultado, es decir, la separación en el cargo del juez de aceptarse la
renuncia.

12. Si se aceptara que el Poder Ejecutivo puede manejar los tiempos de


renuncia de un juez de la Nación a su albedrío, se aceptaría convertir una
facultad propia y no discrecional (como es la aceptación o no de la misma)
en una herramienta política de injerencia de un poder sobre el otro.

13. La renuncia para tener eficacia debe ser aceptada, pero también
considero que una decisión al respecto no puede ser demorada
injustificadamente. De ello queda claro que la renuncia no produce por su
sola manifestación, el cese en el cargo, antes bien habrá de
complementarse con la aceptación de parte del Poder Ejecutivo. No
pueden ser consideradas aisladas una de la otra, pues ambas hacen al
ejercicio de la magistratura.

14. El objetivo primario del Jurado de Enjuiciamiento consiste en analizar la


conducta del magistrado en su desempeño como tal, no le corresponde,
entonces, realizar otras actividades que, en definitiva, hacen a la esfera de
decisión del enjuiciado (renunciar a su cargo, emplazar la decisión del
Poder Ejecutivo sobre la aceptación o rechazo de la misma).

15. No puede soslayar los graves perjuicios que origina la falta de


aceptación por parte del Poder Ejecutivo Nacional de la renuncia de un
magistrado judicial, pues la falta de definición de su situación institucional,
su continuidad o vacancia entorpecen, sin lugar a dudas, el adecuado
funcionamiento del servicio de justicia, llegándose al extremo de que, si se
aceptara que el Poder Ejecutivo pudiera disponer, a su libre albedrío, de los
tiempos de renuncia de un juez de la Nación, se llegaría al extremo de
convertir una facultad que naturalmente le es propia en una herramienta

44
política de injerencia de un poder del Estado sobre otro. (Voto de los
Doctores Leal de Ibarra y Gallegos Fedriani)

16. El sometimiento a juicio a un juez de la Nación no constituye un


perjuicio de imposible reparación ulterior que posibilite hacer excepción a
la regla según la cual las resoluciones cuya consecuencia sea la obligación
de seguir bajo tal sometimiento no revisten, regularmente, la calidad de
sentencias definitivas a los fines del recurso extraordinario; máxime,
cuando no se observa circunstancia alguna que justifique hacer excepción
al principio enunciado, por lo que la invocación de estar en juego garantías
constitucionales no permite superar el óbice que significa la ausencia de
definitividad de la resolución impugnada. (Del voto del Doctor Boggiano)

17. La facultad del Poder Ejecutivo de aceptar o rechazar la renuncia de un


magistrado sometido al procedimiento del juicio político integra el ámbito
de cuestiones políticas no justiciables y, en tal sentido, la no aceptación de
aquélla importa un acto de apreciación institucional que tiene relación
directa con los fines constitucionales que motivaron la inclusión del
procedimiento de remoción. (Voto del Doctor Maqueda).

18. La decisión del Jurado de Enjuiciamiento de no aceptar la renuncia


solicitada por un juez, ha sido dictada en el marco de las facultades
atribuidas constitucionalmente a dicho órgano, con aplicación razonable de
distintas normas en vigencia y sin que se pueda apreciar la más mínima
violación de las garantías de defensa en juicio y del debido proceso. La
decisión del Poder Ejecutivo de no aceptar la renuncia es una cuestión
política ajena a la jurisdicción del Jurado de Enjuiciamiento y, que por otra
parte, no ha sido cuestionada en forma directa por el recurrente. (Voto del
Doctor Maqueda).

19. La decisión del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de denegar el


recurso extraordinario interpuesto fue adoptada sin haber dado
cumplimiento, en forma previa, con el traslado que determina el art. 257,
segundo párrafo, del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
omisión que obsta a un pronunciamiento del Tribunal en la medida en que
la adecuada notificación de las distintas etapas fundamentales del proceso
-máxime tratándose del recurso extraordinario federal- tiene por objeto
brindar a los litigantes la oportunidad de ejercer sus defensas con la
amplitud que exige el debido proceso y plantear las cuestiones que crean
conducentes para la correcta solución del litigio, lo que no ha ocurrido en
el sub examine y justifica suspender la tramitación de la queja y devolver la
causa al tribunal a quo a fin de que se sustancie el trámite omitido (Del
voto en disidencia del Doctor Vázquez).

Corte Suprema de Justicia de la Nación, 10/02/2004 “Lona, Ricardo s/


pedido de enjuiciamiento”.

45
C. Recusación con causa.

El caso: la Cámara en lo Criminal rechazó la recusación con causa


interpuesta por los defensores del imputado. Contra dicha resolución, la
defensa interpuso recurso de casación invocando el motivo formal (art.
468, CPPP) y planteó la inconstitucionalidad del art. 68 in fine. El Tribunal
resolvió hacer lugar al recurso de casación deducido.

1. A través de la recusación y excusación de magistrados y funcionarios, la


ley pone a resguardo la garantía del juez imparcial o de la objetividad del
integrante del Ministerio Público en el caso concreto. Para que proceda el
apartamiento del magistrado o funcionario, hemos negado que haya de
requerirse certeza sobre el trato inequitativo; basta la sospecha del mismo,
en función de la sí efectiva acreditación de la circunstancia objetiva
contemplada por el legislador.

2. La CSJN expresó que “la garantía de imparcialidad del juez es uno de los
pilares en que se apoya nuestro sistema de enjuiciamiento... Puede ser
definida como la ausencia de prejuicios o intereses de éste frente al caso
que debe decidir, tanto en relación a las partes como a la materia...”.

3. El Alto Tribunal ha tomado razón de las directrices emanadas de la Corte


Interamericana de Derechos Humanos, afirmando que “la imparcialidad
supone que el tribunal o juez no tiene opiniones preconcebidas sobre el
caso sub judice. De la misma manera, recordó que “esta garantía ha sido
interpretada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, señalándose
que en materia de imparcialidad judicial lo decisivo es establecer si, desde
el punto de vista de las circunstancias externas (objetivas), existen
elementos que autoricen a abrigar dudas con relación a la imparcialidad
con que debe desempeñarse el juez, con prescindencia de qué es lo que
pensaba en su fuero interno”.

4. La suficiencia de la sospecha para hacer operativa la exclusión no ofrece


mayores dificultades cuando se trata de las causales expresamente
delineadas en la ley. Así, v.gr., ante la mera constatación del parentesco, de
la emisión de un pronunciamiento previo o de la existencia de un litigio
pendiente con alguna de las partes, procederá el apartamiento.

5. La cuestión adquiere complejidad, en cambio, si la hipótesis que se


examina es la contenida en el inc. 12 del art. 60 del Código Procesal Penal,
que impone la recusación o inhibición cuando -en defecto de las causales
anteriores- “mediaren otras circunstancias que, por su gravedad, afectaren
su imparcialidad”, fórmula que provee una significativa apertura al sistema
y así permite “superar las lagunas axiológicas que el propio ordenamiento
procesal contiene en su catálogo”.

6. En el ámbito de dicha causal genérica, a falta de una expresa previsión


de la situación objetiva que genere desconfianza, habrá de efectuarse una

46
cuidadosa ponderación a los efectos de establecer si dicha circunstancia,
objetivamente considerada, permite sostener una sospecha razonable
acerca del riesgo de parcialidad del juez o funcionario. Y será entonces la
valoración en abstracto de la situación y no su efectiva incidencia en el
devenir del proceso lo que impondrá la exclusión. Es que aguardar una
concreta y tangible afectación a raíz de la actuación interesada resta
eficacia a la garantía constitucional y por ello la sola acreditación de
extremos objetivos que den base a razonables conjeturas sobre el proceder
del magistrado resulta suficiente para relevarlo de intervenir en dicha
causa.

7. Pues bien, al examinar las constancias de la causa, advierto que si bien la


defensa invocó dos incisos del artículo 60 al formular la recusación, lo hizo
como cauce alternativo de un mismo contenido: el temor de parcialidad en
razón de ya haberse expedido los magistrados objetados con relación a la
existencia del abuso sexual que se atribuye al imputado.

8. En efecto, esta única razón fue objeto de un doble encuadre: de manera


principal, se la incluyó en el primer inciso del artículo 60, a título de
prejuzgamiento. A ello respondió la a quo, con acierto, indicando que no se
trataba de “el mismo proceso”, ni de otra situación contemplada en dicha
hipótesis.

9. Subsidiariamente, se invocó la causal del inciso 12°, como fórmula


abierta que permita encauzar situaciones no contenidas a otras hipótesis.
Sin embargo, al analizar su procedencia, el Tribunal mutó el motivo y en
lugar de expedirse acerca de la misma sospecha objetiva de parcialidad por
la intervención anterior en el proceso, en el ámbito más genérico del inciso
12°, le asignó un cariz de “violencia moral”.

10. Sin dudas, la violencia moral -de neto corte subjetivo- admite holgada
recepción en dicha previsión legal, pero en modo alguno agota su alcance,
toda vez que, como ya he referido, el inciso 12° constituye una
herramienta de importante amplitud que permite albergar toda situación
que merezca ser atendida a la luz de la garantía del juez imparcial y que no
tenga expresa cabida en el elenco provisto por los incisos anteriores.

11. Por ello, más allá de las consideraciones vertidas por la a quo acerca de
la improcedencia de la recusación por violencia moral, lo cierto es que no
fue tal el motivo alegado por los recusantes. Y la respuesta negativa, en
consecuencia, queda sólo fundada en la inadecuación del motivo esgrimido
respecto del inciso 1° del artículo 60 -lo que es correcto- pero deviene
indebidamente motivada en cuanto a su improcedencia en virtud de la
cláusula abierta del inciso 12°, la que ha sido infundadamente estrechada a
una causal subjetiva.

12. El defecto apuntado nulifica el decisorio, en cuanto omite dar


tratamiento a un extremo decisivo de la pretensión incoada (art. 413, inc.

47
4, CPP), y ello ameritaría el reenvío de los presentes para que se dicte un
nuevo pronunciamiento sobre el punto. Empero, estimo que razones de
economía procesal, entre las que computa el tiempo que ya ha insumido la
incidencia de marras, aconsejan que sea esta Sala la que dirima
definitivamente la cuestión.

13. El caso exhibe particulares aristas que ameritan ser consideradas. Se


juzga aquí la conducta del imputado, a quien se le atribuye la autoría de un
presunto abuso sexual en perjuicio de una mujer, fruto del cual ésta habría
quedado embarazada y dado a luz a una niña a la que habría dado muerte
apenas nacida, encontrándose al cometer el hecho en un estado psíquico
de inimputabilidad cuya génesis habría tenido -entre otras variables- la
victimización sexual a la que habría sido sometida a manos del imputado; la
que fue juzgada y absuelta, sentencia que en la actualidad se encuentra
impugnada en casación.

14. Dada esta estrecha vinculación entre uno y otro proceso, resulta
razonable suponer que los magistrados que intervinieron en el primero
tuvieron contacto con un importante caudal probatorio que versaba tanto
acerca de la existencia del abuso sexual, como de la autoría del mismo,
extremos éstos que requieren ser definidos -en el juicio ahora seguido en
contra del imputado- por jueces de los que no pueda siquiera sospecharse
que se hayan formado opinión alguna acerca de lo que deben decidir.

15. Este contacto previo con prueba íntimamente conexa a los aspectos a
debatir en el presente proceso, provoca la necesidad de apartar a los
magistrados intervinientes en el juzgamiento de la mujer, a los fines de
aventar toda sospecha relativa a una idea preconcebida sobre la
responsabilidad del imputado por el abuso sexual de aquélla.

16. En suma, estimo que un acabado respeto por la garantía de la


imparcialidad objetiva aconseja razonablemente renovar el Tribunal para
asegurar al imputado que su conducta será juzgada por magistrados
completamente ajenos a cualquier conjetura que pudiere formularse sobre
su parcialidad.

Tribunal Superior de Justicia, Sala Penal, Cba., Sent. nº 174 del 03/07/2008.
Trib. de origen: Cám. en lo Criminal Villa Dolores, “Benavidez, Arturo José
Luis p.s.a. Abuso sexual simple, etc. - Recurso de casación”.

48
3. Clasificación de los
procesos.
3.1. Estructura del proceso civil.
El proceso civil presenta una estructura dialéctica, se inicia por actos de
postulación en los que se plasman la pretensión esgrimida por el actor que
se integra con la contestación de la demanda u otra actitud que puede
asumir el demandado frente a ella y se desarrolla en etapas posteriores, de
prueba, de discusión y de sentencia.

Clasificación.
De acuerdo al criterio utilizado, el proceso civil puede clasificarse:

1. Por la naturaleza del órgano;

2. Por la existencia de conflicto;

3. Por el fin perseguido;

4. Por la estructura;

5. Por la naturaleza de la pretensión.

1. Por la naturaleza del órgano:

Esta clasificación considera al sujeto que va a dirimir el conflicto y por ello


puede diferenciarse entre el procedimiento judicial público del
procedimiento arbitral realizado ante jueces privados.

 Proceso judicial hace referencia al que se desarrolla ante el órgano


jurisdiccional o tribunales públicos y constituye el proceso por
excelencia. Se realiza ante un juez investido por el Estado de la
potestad de administrar justicia con todas las facultades que le son
inherentes. Su fundamento constitucional deriva de los principios
de juez natural y debido proceso.

 Proceso arbitral, a diferencia del proceso judicial, es aquel que se


lleva adelante ante un árbitro que recibe el mandato de las partes o
de la ley, con el fin de dirimir la contienda, respetando las garantías

49
de imparcialidad y ecuanimidad. El órgano jurisdiccional se
sustituye por un juez privado elegido por las partes. El límite está
dado por los puntos propuestos por las partes y por tanto carece de
coertio y de executio. Sólo puede conocer y llamar a las partes para
que comparezcan y se defiendan y dicta sentencia que se denomina
“laudo arbitral”. Para que éste tenga posibilidades de ser ejecutado,
debe ser inscripto en los libros de un juzgado ordinario ante el que
se llevaran a cabo los trámites de ejecución de sentencia.

2. Por la naturaleza de la pretensión

Existen procesos universales y singulares. Los primeros tienden a la


distribución del patrimonio de una persona por causa de muerte o falencia.

En estos juicios resulta de aplicación el denominado “fuero de atracción”


por lo que todas las actuaciones personales que tengan terceros contra el
causante de la sucesión o el fallido, se acumulan por ante el juez que
entiende en la sucesión o la quiebra. Los procesos universales regulados en
nuestro derecho son el juicio sucesorio, el proceso concursal (art. 22, ley nº
24.552) y el juicio de quiebra (art. 136, ley 24.552).

Se denominan procesos singulares a aquellos en los que existen partes


individuales en conflicto. Tanto actor como demandado se encuentran en
una posición doble, igual y contradictoria y deben contar con capacidad
procesal. Doble, porque deben existir dos partes con poderes de acción y
excepción respectivamente. Iguales, en cuanto a oportunidades para
defenderse y probar y contradictoria porque ante la pretensión del actor se
esgrime una pretensión negativa u opuesta del demandado.

3. Por la existencia o no de conflicto

Se distingue entre procedimientos contenciosos y de jurisdicción


voluntaria.

 Son procesos contenciosos aquellos que tienden a la obtención de


un pronunciamiento que dirima un conflicto u oposición de
intereses, suscitado entre dos o más personas identificados como
partes.

Ante la pretensión del actor, el demandado puede tomar la postura de


comparecer y contestar la demanda, en cuyo caso se da la plena vigencia
del contradictorio ya que podrá ofrecer y producir pruebas y discutir las
pretensiones hechas valer por el actor. Caso contrario y de no comparecer,
el demandado es declarado rebelde y el proceso continuará su curso
teniéndoselo por notificado de las resoluciones dictadas en el futuro.

50
 Por el contrario, se consideran actos de jurisdicción voluntaria a
aquellos que tiene por objeto integrar, constituir o dar eficacia a
ciertos estados o relaciones jurídicas privadas frente a la sociedad.
En ellos participa un miembro del Ministerio Público Fiscal para
garantizar el contradictorio. Últimamente y para descongestionar la
actividad del Poder Judicial, se ha sostenido que sería conveniente
que estos procesos se tramitasen en sede administrativa.

4. Atendiendo al fin perseguido:

Esta clasificación atiende al resultado del proceso y permite clasificarlo en


declarativos, ejecutivos y cautelares.

 Son juicios declarativos aquellos que tiene por objeto una


pretensión inicialmente incierta y que busca lograr que el tribunal
que conoce el problema reciba la prueba y dicte la sentencia
decidiendo sobre el fondo de la cuestión, en definitiva, se pretende
la declaración de un derecho.

Dentro de los juicios declarativos se encuentran el juicio ordinario y el


abreviado (art. 411 C.P.C.). La sentencia que se dicte en estos procesos
produce el efecto de cosa juzgada material, es decir, una vez firme y
ejecutoriada goza de inmutabilidad y no puede ser modificada. En este tipo
de procesos, las partes tienen la posibilidad de discutir y alegar
abiertamente sus pretensiones como así también de ofrecer y diligenciar
todas las medidas de pruebas pertinentes.

 Son juicios ejecutivos aquellos en los cuales preexistiendo un


derecho cierto o presumiblemente cierto, se procura su
efectivización para satisfacer el interés del titular. Se procura la
efectivización coactiva de un derecho reconocido en una sentencia
o en un título de ejecución.

 Por último, los procedimientos cautelares son aquellos instituidos


para garantizar los derechos del actor o evitar que ellos se tornen
ilusorios durante la tramitación del proceso principal, ente la
demanda y la sentencia. Se tramitan inaudita parte.

5. Por su estructura:

Los juicios contenciosos declarativos y ejecutivos por su estructura, se


subclasifican en especiales y generales, atendiendo a las formas procesales
asignadas para su trámite.

51
Cuando la ley procesal no prevé un trámite especial, el juicio se lleva
adelante por el procedimiento general o de conocimiento amplio. Esta
regla general está expresamente instituida en los artículos 420 y 423 del
C.P.C., mientras que el artículo 418 de idéntico cuerpo normativo
contempla los casos de aplicación del trámite abreviado.

Son juicios declarativos generales:

a) Juicio ordinario: pueden plantearse y decidirse en forma


definitiva la totalidad de las cuestiones jurídicas derivadas de un
conflicto entre partes. Es la forma más común de tramitación de
una Litis. La sentencia produce el efecto de cosa juzgada material
por lo que no podrá realizarse otro juicio entre las mismas partes,
con el mismo objeto y por la misma causa.

b) Juicio abreviado: se reserva para cuestiones de menor cuantía


económica con un trámite más escueto. Toda demanda cuya
cuantía no exceda de doscientos cincuenta Jus, con excepción de las
que persigan la condenación de daños y perjuicios que siempre se
sustanciarán por el trámite ordinario. También comprende los
juicios por consignación de alquileres, la acción declarativa de
certeza, el pedido de alimentos y Litis expensas, los incidentes y
todos los casos para los cuales la ley sustantiva establece el juicio
sumario u otra expresión equivalente (art. 418 C.P.C.). La sentencia
produce el efecto de cosa juzgada material.

Juicios declarativos especiales: son aquellos que la ley establece para


determinadas relaciones de derecho (art. 412 C.P.C.). Entre ellos se
encuentran el juicio de división de condominio, el de mensura y deslinde, el
desalojo. Son juicios sometidos a particularidades procesales y trámites
específicos.

Juicio ejecutivo general: es el procedimiento que permite a través de una


sustanciación ágil obtener la realización del crédito plasmado en el título,
título ejecutivo que goza de una presunción de autenticidad, siempre que
contenga ciertas condiciones indispensables como la de contener una
obligación de pagar una suma de dinero, que la cantidad sea líquida o
fácilmente liquidable por una simple operación aritmética sobre la base
que el mismo título suministre y que resulte exigible, o sea de plazo
vencido, no sujeta a condición. Produce el efecto de cosa juzgada formal
por lo que tanto actor como demandado podrán entablar demanda en
juicio declarativo (art. 529 y 557), aunque no pueden volver a discutirse las
defensas que hayan sido motivo de pronunciamiento.

Juicio ejecutivo especial: Son pretensiones de naturaleza ejecutiva que


están contenidas en documentos a los que la ley les asigna una forma
particular de sustanciación. Comprende los juicios de ejecución prendaria,
hipotecaria, ejecución de sentencia, ejecuciones fiscales, cobro de multa y

52
costas liquidadas, cobro de honorarios regulados judicialmente (art. 801
C.P.C.).

3.2. Derecho procesal civil actual.


Modernas tendencias.
En búsqueda de superar el excesivo formalismo del proceso escrito y
dispositivo, en la actualidad se intenta encontrar una propuesta
superadora y alentadora para tornar el deficiente proceso civil en una
herramienta ágil y útil para la solución de conflictos.

Entre los mayores problemas que se presentan en la actualidad se pueden


destacar el excesivo formalismo, la falta de inmediación, la utilización
abusiva de instituciones que prolongan innecesariamente los trámites
como son los incidentes o las recusaciones, la falta de infraestructura y
escasez de recursos humanos y económicos del poder judicial y por último,
la imposibilidad de acceso a la justicia de un grupo de justiciables por las
desigualdades económicas y culturales.

En pos de superar estos viejos problemas, las tendencias actuales implican


un paso hacia la oralidad con participación activa del juez que pasa de ser
un mero espectador, a transformarse en un verdadero director del
proceso. Juntamente con ello, se intenta instaurar el denominado proceso
por audiencias.

En este proceso, se pasa de un trámite completamente escrito como el que


existe en la actualidad, a uno eminentemente mixto que comprenda un
escrito inicial y luego una audiencia de prueba y otra de debate con el
dictado de la sentencia al final de esta última.

Ambas audiencias se realizan de manera oral. En la primera de ellas o


audiencia preliminar, todos los sujetos procesales se reúnen luego de que
ellos hubieren aportado los hechos y el derecho por escrito. El
procedimiento se completa con la audiencia de vista de causa en la que se
lleva a cabo el debate oral de las cuestiones oportunamente introducidas.
Luego se cierra el trámite al que sólo resta agregarle el dictado de
sentencia.

53
3.3. Estructura del proceso penal.
El proceso penal es una serie de actos cumplidos por los órganos públicos
determinados por la ley y por los particulares obligados o autorizados a
actuar.

Se estructura sobre la base de dos momentos:

 El primero de ellos denominado investigación penal preparatoria


es llevado adelante por el Fiscal de Instrucción y excepcionalmente
por el Juez de Instrucción (arts. 301 y 339 C.P.P.). Culmina con la
requisitoria fiscal de elevación a juicio siempre que hubiere
elementos de convicción suficientes para sostener como probable
la participación punible del imputado en el hecho intimado (art. 354
C.P.P.).

 El segundo momento es el que se lleva adelante con el juicio


plenario, oral, público y contradictorio que se realiza ante el
tribunal de sentencia. La Cámara del Crimen que conoce en forma
unipersonal o colegiada. El tribunal de juicio resuelve en forma
definitiva.

En el libro tercero del C.P.P., además del juicio común se regulan los
procedimientos especiales que comprenden el juicio correccional, el juicio
abreviado y el juicio por delitos de acción privada.

El juicio abreviado regulado en el artículo 415 de dicho cuerpo normativo


está previsto para casos en que el imputado confiese circunstanciada y
llanamente su culpabilidad, ocasión en que podrá omitirse la recepción de
la prueba tendiente a acreditarla, siempre que estuvieren de acuerdo el
Tribunal, el Fiscal y los defensores. El fundamento de dudosa
constitucionalidad que se da al juicio abreviado, se encuentra en buscar
una solución que otorgue al justiciable una salida rápida y justa a su
conflicto, aunque al fundarse en las pruebas recogidas durante la
investigación penal preparatoria, se afecta sensiblemente su legítimo
derecho de defensa en juicio. El verdadero motivo del juicio abreviado es el
descongestionamiento del Estado en su tarea de administrar justicia,
reduciendo el juicio oral y público a una audiencia en la que el imputado
confiesa el hecho y el tribunal le aplica una pena previamente acordada
con el fiscal y el defensor.

El proceso de menores se rige por idénticas normas del C.P.P., con algunas
salvedades como por ejemplo la no aplicación de las normas relativas a la
prisión preventiva y la audiencia de debate a puertas cerradas para
preservar la intimidad de los menores.

54
Los juicios por delitos de acción privada se denominan “querella” y se
refiere a las acciones de calumnias e injurias. Prevé en su procedimiento
una audiencia de conciliación.

3.4. Estructura del proceso laboral y


de familia.
En el proceso de familia, las normas procesales se encuentran en la ley
procesal provincial y algunas en el Código Civil.

Existe lo que se denomina juicio común que es de trámite oral y reservado,


de única instancia, con tribunal colegiado e impulso procesal de oficio. Por
esta forma de sustanciación se resuelven en general los asuntos referidos a
divorcio, separación personal y nulidad de matrimonio, filiación y adopción.
Es un procedimiento mixto que prevé el impulso procesal de oficio y
potestades jurisdiccionales para proponer y diligenciar pruebas.

También se prevén para diversas materias juicios especiales más breves


para cuestiones menores tales como la determinación de la guarda de
menores no sometidos a patronato, fijación de régimen de visitas o cuotas
alimentarias y autorizaciones en general. El conocimiento y resolución de
estos juicios especiales están atribuidos al juez de familia quien también es
el juez de sentencia. Sus resoluciones son apelables ante la Cámara de
Familia.

El ordenamiento procesal laboral comprende la regulación de los


conflictos individuales de trabajo derivados de la relación de contrato de
trabajo, las acciones emergentes de la ley nacional de accidentes y
enfermedades del trabajo y acciones de cobros de aportes y contribuciones
de fondos sindicales. Este procedimiento de trámite común se resuelve en
forma de juicio con trámite de juicio oral, público y continuo en instancia
única.

También la ley del fuero laboral prevé procedimientos especiales como un


trámite ejecutivo para el cobro de deudas plasmadas en títulos ejecutivos
que provengan de una relación laboral o para el cobro de costas judiciales
(art. 68, ley nº 7987). Asimismo, prevé el juicio de desalojo cuando se
pretenda obtener el lanzamiento de un trabajador de la vivienda
proporcionada por el patrón (art. 77).

55
6.5. Medios alternativos para la
resolución de conflictos.
Arbitraje
El arbitraje es un modo de solucionar con equidad, sabiduría y humanidad
una controversia sin ataduras jurídicas rígidas. Con este proceso se intenta
arribar a una solución efectiva en una leal paridad, sin recurrir a la
tramitación formal, en busca de una amigable composición.

A pesar de ser un procedimiento útil, tiene poco uso por la concepción


tradicionalista de soberanía estatal en la resolución de conflictos, la
deficiente legislación en la materia y la desconfianza y desconocimiento de
los abogados y sus clientes sobre ella.

El arbitraje puede ser voluntario o forzoso. El primero de ellos está


regulado en los artículos 601 y 602 del C.P.C., mientras que el forzoso está
previsto un artículo después y comprende los juicios declarativos generales
entre ascendientes y descendientes o entre hermanos y todas las
cuestiones que deban decidirse por árbitros conforme la legislación de
fondo.

Árbitro es la persona elegida por las partes de un litigio para que decida la
cuestión suscitada entre ellas, sustrayendo de ese modo el asunto del
tribunal de derecho al que hubiese correspondido. Se consagra de ese
modo una excepción al proceso ordinario porque la decisión de recurrir al
arbitraje debe ser tomada por todos los interesados. Los árbitros serán uno
o tres, nombrados de común acuerdo por los interesados.

Compromiso arbitral es el acto por el cual, en cumplimiento de una


cláusula compromisoria, de una manifestación de voluntad posterior a ella
o de una disposición de la ley, las partes someten a la decisión arbitral las
cuestiones concretas que en él se determinen, fijándose los árbitros, las
normas de procedimiento y las condiciones e impugnaciones del laudo.

Cláusula compromisoria es el acuerdo en virtud del cual las partes se


comprometen a someter cualquier controversia que se suscite en relación
con el acto jurídico que celebran, a un juicio arbitral.

El procedimiento arbitral está establecido en los artículos 624 a 629 del


C.P.C. y el fallo de los árbitros recibe la denominación de laudo arbitral que
se diferencia de la sentencia judicial porque en ésta, el órgano
jurisdiccional está obligado a fallar, mientras que el laudo puede no ser
pronunciado puesto que los árbitros carecen de la potestad otorgada por la
constitución a los jueces.

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Mediación
La ley nº 24.573 de Mediación y Conciliación impone para todo proceso
judicial nacional, una instancia de conciliación obligatoria y consecuente
con ella, modifica disposiciones del Código de Procedimientos Civil y
Comercial de la Nación.

El artículo 1 establece el objetivo de la mediación que responde a la


intención de proveer a las partes de una instancia que les permita, sin
importantes erogaciones, alcanzar una solución extrajudicial para la
cuestión entre ellas suscitada.

El régimen de mediación, si tiene éxito, estimulará un cambio de


mentalidad hacia la elección de sistemas que, aunque no se impongan de
manera obligatoria, permitan encausar los diferendos sin necesidad de
iniciar trámite judicial alguno, salvo, por supuesto, que no se logre el
avenimiento buscado.

Por lo pronto, el C.P.C. de la Nación no admite una demanda que no sea


acompañada del certificado en el que conste la realización de la mediación.

Hipótesis práctica.
A. Juicio abreviado.

El caso: La Cámara en lo Criminal declaró al imputado, en lo que aquí


interesa, autor responsable de los delitos de abuso sexual sin acceso carnal
agravado reiterado y abuso sexual con acceso carnal agravado reiterado,
en concurso real; y corrupción de menores agravada, en concurso ideal con
los hechos anteriores y le impuso una pena de diez años de prisión. El
imputado presenta un escrito en el que manifiesta su voluntad de recurrir
en casación la sentencia antes aludida. El defensor del encartado presenta
recurso de casación, canalizando su pretensión a través del motivo
sustancial de tal vía impugnativa (art. 468 inc. 1° del C.P.P.). La queja gira
en torno a denunciar la errónea aplicación al caso de las agravantes, en
tanto entienden que siendo el imputado padre adoptivo de la menor
víctima, no puede el mismo ser considerado como ascendiente de aquélla a
la hora de agravar su conducta. Posteriormente, el encartado presenta un
escrito al que titula “Ampliación fundamentos casación” en el que formula
diversas críticas al fallo en cuestión; refiere que la confesión que realizó en
el debate (bajo la modalidad del juicio abreviado) no fue un relato
pormenorizado y sólo reconoció “...la responsabilidad sin decir cómo se
relacionaron los hechos...”. careciendo de toda validez la autoincriminación

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que no esté acompañada de un relato expreso y pormenorizado de los
hechos. Considera también que en su caso hubo coacción psicológica en
aceptar el procedimiento de juicio abreviado ya que al momento de
efectivizarse, se encontraba en prisión preventiva y la experiencia de otros
reclusos evidenciaba que aquellos que no aceptaron el juicio abreviado, sus
condenas aumentaron en más del cincuenta por ciento. El TSJ resolvió
rechazar el recurso de casación.

1. En la sentencia de marras, se le achaca al encartado una serie de ataques


contra la integridad sexual de su hija adoptiva, consignándose
expresamente en la relación de los hechos dicho vínculo. Si bien es cierto
que desde la doctrina se ha considerado que el vínculo derivado de la
adopción no ingresa en la categoría de ascendientes a la que se refieren los
arts. 119, cuarto párrafo, letra b. y 125, tercer párrafo del C.P., no menos
cierto es que mayoritariamente se ha entendido que el adoptante es
respecto del adoptado una persona encargada de su guarda, motivo por el
cual, en tales supuestos, resultan de aplicación las agravantes reguladas en
los dispositivos legales mencionados, no ya por el vínculo parental sino por
esa relación derivada de la guarda.

2. Se ha acreditado que el imputado tenía la guarda de la víctima, siendo


además un requisito legal exigido por el art. 316 del C.C. para la concesión
de la adopción, situación que se mantuvo durante la ocurrencia de los
hechos, cuyo relato da claras muestras de que ocurrieron encontrándose el
imputado a cargo de tal guarda. Por tales razones, evidenciándose que la
aplicación de las agravantes obedeció a la calidad de guardador en relación
a su hija adoptiva (relación de la cual fue debidamente informado).

3. La presentación que bajo el rótulo “Ampliación de los fundamentos de la


casación” efectuara el imputado ante este Tribunal Superior, cuando ya
había transcurrido prácticamente un año del plazo para interponer recurso
de casación, resulta claramente extemporánea. No obstante ello, a fin de
satisfacer las expectativas del acusado, corresponde señalar que esta Sala,
en diversos precedentes ha entendido que en aquellos casos en los que,
como en el presente, el debate se desarrolló bajo las modalidades del juicio
abreviado (art. 415 del C.P.P.), en principio, no se puede objetar a través
del recurso de casación el fallo alegando un reproche de carácter formal, si
no se acusa una inobservancia de los requisitos que vulneren la base
misma del consenso propio de tal tipo de procedimiento.

4. El imputado haber aceptado el juicio abreviado encontrándose


coaccionado psicológicamente puesto que hallándose bajo prisión
preventiva, de la experiencia de otros reclusos surgía que aquellos que no
aceptaron en su momento el procedimiento previsto en el art. 415 del
C.P.P., recibieron condenas que “aumentaron en más del cincuenta por
ciento” y en la presente, “se hablaba que de no aceptar dicho trámite, la

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pena que se le impondría en el juicio oral, en lugar de ser de 10 años de
prisión, sería de 15”.

5. La coacción psicológica que dice haber sufrido el imputado no encuentra


respaldo en elemento probatorio alguno. Del acta del debate surge que
éste, al ser intimado por los hechos atribuidos reconoció los mismos “como
le fueron intimados”; que en virtud de la confesión lisa y llana su defensor
solicitó se imprimiera a la causa el trámite previsto por el art. 415 del C.P.P.
(sin que en ningún momento aludiera a tal coacción que estaría sufriendo
su defendido); que acto seguido el Tribunal informó al imputado el alcance
y sentido establecido por la ley a lo solicitado, oportunidad en la que el
mismo manifestó tener conocimiento y estar de acuerdo con ello; que en
base a tal acuerdo de las partes, el Tribunal dispuso hacer lugar a lo
solicitado y que al momento de concedérsele al encartado la última
palabra (art. 402, octavo párr. C.P.P), el mismo “imploró clemencia por la
clase de persona que es”.

6. Por lo demás, la supuesta experiencia de los restantes reclusos como el


rumor en cuanto a que el imputado sería condenado a una pena de quince
años de prisión, no es más que eso: una afirmación del encartado no
acreditado por elemento convictivo alguno, motivo por el cual se descarta
violación alguna a las bases del consenso del juicio abreviado llevado a
cabo en la presente.

Tribunal Superior de Justicia, Sala Penal, Cba. Sent. nº 17, 28/02/2008. Trib.
de origen: Cám. 2 del Crimen Cba. "García, Héctor p.s.a. abuso sexual con
acceso carnal agravado continuado -Recurso de Casación".

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