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Lacan y Wittgenstein

José Cueli
La Jornada. México, 6 de julio.

Hay que leer a Wittgenstein, declaró Jacques Lacan en 1967.


Señalaba con esto ''una tentativa para articular una evolución
lógica con el pensamiento psicoanalítico''. En su seminario El
reverso del psicoanálisis, en 1970, daría testimonio de su propia
lectura de Wittgenstein.

Françoise Fonteneu aborda y privilegia en La ética del silencio la


lectura que Lacan hace de Wittgenstein. Considera que ambos
representan a las figuras de nuestro tiempo más capaces de
esclarecer la cuestión ética. A decir de la filósofa y psicoanalista
francesa: ''El silencio, una vez nombrado en un campo, el de la
lógica del filósofo, el de la lógica del análisis, nos permitirá
interrogar las éticas". El silencio permite una interrogación
recíproca entre la lógica filosófica y la lógica analítica: por un lado
una ética indecible, por el otro, una ética del decir a medias.
Fonteneu se pregunta: ¿Estará ligada la experiencia ética a la
experiencia del límite, de la que formaría parte el silencio? ¿Qué
encubre esa palabra?

A lo largo del texto tendrá en cuenta ese significante ''silencio" en


el corazón de la ética intentando circunscribir una formalización
con problemáticas como las de la identidad, la negación y la
verdad.

Lacan destacó en su seminario que para Wittgenstein ''sólo hay


verdad inscripta en alguna proposición" y que ''la estructura
gramatical, eso es el mundo". En el Tractatus como en Las clases
de Cambridge o las Fichas las referencias son múltiples: ''Cuando
se nos da una proposición, los resultados de todas las operaciones
de verdad que contienen esta proposición como base son dados
con ella". Desde Tractatus 4.001 enuncia: ''El pensamiento es la
proposición que tiene un sentido". Por tanto, las palabras sólo
funcionan en las proposiciones. La proposición es la unidad de lo
que puede (kann) ser dicho. Es una forma lógica caracterizada por
ciertas formas gramaticales. Y el sentido es concomitante de la
proposición, le está unido. La pregunta reiterada en Wittgenstein
es: ¿cómo pueden desvanecerse simultáneamente el sentido y la
verdad de las proposiciones?

En la divisa de Wittgenstein, ''Don't ask for the meaning, ask for the
use", se encuentra, a fin de cuentas, a Frege: la unidad semántica
primera no es el nombre sino la proposición. La palabra sólo
puede cumplir su función de significante en una proposición. Por
su parte, Lacan, destaca el interés de esta gramática del lenguaje
en Wittgenstein. ''Sólo en un mundo de lenguaje un niño es
golpeado, tiene su valor pivote, sólo en un mundo de lenguaje el
sujeto de la acción hará surgir la pregunta que lo soporta, o sea,
¿para quién actúa"?

Lacan se ubicó en el tema del saber y la verdad, del decir a


medias de la verdad y de lo indecible. Hay muchas referencias de
Wittgenstein a la creencia y la verdad: ''Lo que sé, lo creo". ''Yo sé"
no puede ser un error. Puede decirse, ''él lo cree, pero no es así",
pero no ''lo sabe y no es así". Para él, una creencia no puede ser
más que una frase. La creencia no se diferencia de su expresión;
la creencia y el saber no sólo se traducen en los pensamientos, la
proposiciones, sino también en acciones que dan sentido e
importancia a la vida. Saber y creer, para Wittgenstein, sólo se
manifiestan en el uso por lo que respecta a las proporciones
empíricas como a las predicciones religiosas. No es posible hablar
de creencias sino en primera persona, es decir, no hay teología
posible.

La manera en que saber y creencia están ligados a la acción, lo


encontraremos en el campo del psicoanálisis. Mientras
Wittgenstein afirma: "el que no está seguro de ningún hecho
tampoco puede estarlo de sus palabras", Lacan enuncia: "una
palabra sólo se convierte en tal en la exacta medida en que
alguien cree en ella" por tanto uno de los papeles fundamentales
del psicoanalista será, justamente, saber interrogar al saber de la
verdad.

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