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CONFERENCIA

CARLOS CULLÉN

Escuela, formación docente y formación ciudadana

Buenos días a todas y todos, quiero empezar por agradecer esta


invitación a participar de este importante Foro Educativo Nacional de
este querido país hermano de Colombia, y de una manera particular que
me hayan dado el honor de poder tener a mi cargo esta conferencia de
la mañana; y si me permiten medio minuto me voy a animar a hacer un
par de correcciones al currículo leído que sin duda ninguna esta sacado
de internet y está un poquito atrasado por dos razones: 1. Porque a esta
altura del partido estoy jubilado, es decir no soy secretario académico
de la facultad, he sido y secretario de investigación también, sigo
trabajando en la universidad como contratado y como profesor en varias
maestrías pero, no estoy. Y la otra cosa que quisiera agregar si me lo
permiten porque me comprometí conmigo mismo a hacerlo cada vez
que me presentaran en cualquier lugar del mundo, y suelo ser un
viajero por varios lados, agregar a mi currículo lo que me paso a partir
del año 2006 y es que soy abuelo, lo digo con sincera honestidad porque
creo que es parte del currículo de uno. Mi nieta mayor tiene en este
momento 6 años y después vinieron 3 más, o sea el abuelajo es mucho
más interesante que la vida académica, pero en realidad lo interesante
es juntar las cosas. Gracias por permitirme decir esto, y cumplí mi
promesa desde ese año que nació mi nieta.

Bien yo voy acompañar un poco la charla, (además tengo que agradecer


que sean tan heroicos, ayer la última conferencia fue de un filósofo y
hoy empiezan con otro filósofo, es heroico) pero bueno, vamos a tratar
de ser lo más claros posibles. Voy a acompañar las conferencias con
algunas diapositivas, algunas filminas que son en realidad simplemente
esquemas que puedan ayudar a la comprensión de lo que vamos a ir
diciendo. Yo voy a presentarles en esta conferencia una serie de
reflexiones en torno a éste tema que me propusieron y que está
dándonos vueltas en todo este foro, escuela formación docente y
formación ciudadana. Y lo que voy hacer ordenando la exposición en dos
partes, una primera parte que en realidad para mi fundamenta todo lo
que voy a intentar decir, y que se puede expresar con una frase nada
más, pero que creo es el fundamento de todo planteo que hagamos
sobre la formación ciudadana, la escuela y como juega la formación
docente y esta filmación inicial es que, la educación misma por
definición es una acción ético-política; yo quiero insistir fuertemente en
una primera parte de mi conferencia en este tema. En la segunda parte
intentare avanzando afirmando que la formación docente implica por lo
mismo que estamos en el campo de la educación que por definición es
ético-política, implica formación ciudadana pero con un agregado, en el
caso de la formación docente y es que tiene que incluir un saber
reflexivo y crítico sobre lo que hoy significa formar ciudadanos, y entre
otras razones por algo muy sencillo creo que podemos acordar
rápidamente, más allá de que quizás los disensos los tengamos cuando
le ponemos un contenido, pero no una afirmación, sin duda ninguna que
hoy día en el planeta (y lo digo así para poderle un poquito de horizonte
amplio) la noción de ciudadanía está en crisis, algo nos pasa con esta
noción. Entonces mi idea es presentar narrativamente, construyendo
algo así como un relato las escenas que confirman la formación
ciudadana, las escenas de nuestra memoria histórica, pero que hoy
insistan y persistan. Ustedes saben que hoy día se trabaja mucho en
ciencias sociales con las explicaciones narrativas y si cuando queremos
plantear un tema, construimos un relato, yo voy a intentar hacer algo
de eso en relación con la formación ciudadana en la segunda parte de
esta conferencia.

Mi primera afirmación entonces es lo que fundamenta todo en formación


ciudadana. A partir de que el tema de educación misma es o tiene una
dimensión ético-política, y lo primero ¿por qué decimos ésto?, porque la
educación es una acción, es una práctica y ésto me parece una enorme
importancia, lo cual quiere decir, que es justamente acción y no es mero
movimiento natural, esta reflexión para quienes nos dedicamos a la
ética, es tan vieja como la filosofía cuando se empezó a tematizar un
poco el tema ético-político, fue necesario distinguir las acciones de los
meros movimientos naturales y ustedes me lo van a entender muy
rápido si yo digo ésto, ésto es central justamente porque se trata de una
práctica de una acción, no de un mero movimiento natural, es que entra
en juego la dimensión ético-política.
Qué quiere decir que es una acción, dos cosas; que sabemos lo que
hacemos y que podríamos hacerlo de otra manera, o no hacerlo, eso es
lo propio de la práctica, en cambio un movimiento natural lo tematizo en
el ‘vamos’ en nuestra histórica, que está ligado a una cierta necesidad,
en cambio la acción, por eso el único viviente que actúa en sentido
estricto es como diría Aristóteles, el viviente que tiene logos, es decir, el
viviente que habla y que piensa, es decir que el hombre es el único que
actúa, todo lo demás se mueve, pero no actúa, ¿está claro?, ésto me
parece un punto de salida central.

Por si alguno no lo termina de entender, les pongo dos ejemplos para


que vean la dimensión clarísima ético-política que tiene el meternos en
el campo de la acción. Todos los que estamos acá seguramente desde
muy pequeñitos hemos aprendido dos estrategias cuando hacíamos algo
que no estaba bien, y nos censuraba entonces mamá, papá, el tío, el
abuelo, el maestro, el que fuera, nos decía, por qué hiciste eso que está
mal, y entonces uno tenía el primer gran recurso, “no me di cuenta”,
pero cómo no te vas a dar cuenta si te lo dije 20 veces y lo repetimos y
tú sabes muy bien que eso no se puede hacer. Segundo gran recurso “lo
hice sin querer”, ¿estamos de acuerdo?, es decir, si me saco de encima
el saber lo que hago y el poder hacerlo o no hacerlo, o hacerlo de otra
manera, no hay problema ético-político, a lo demás me pueden decir
“sos torpe” pero no me pueden decir “sos malo”. En éste sentido es que
yo creo que hay que insistir que la educación es acción en sentido
estricto, y de alguna manera ésto quiere decir que ´podemos distinguir
una educación buena de una educación mala en sentido ético-político,
podemos distinguir una educación justa de una educación injusta,
porque es praxis, es práctica, es acción, movimiento natural; es muy
elemental lo que estoy diciendo, pero me parece importante que lo
reflexionemos si de lo que queremos hablar es de formación ciudadana.

Desde esta afirmación inicial que la educación es acción, hoy día ésto de
qué acción viene, insisto, desde lo más remoto de nuestra memoria,
pero suena una verdad muy elemental. Lo que pasa es que ustedes
sabrán muy bien, como docentes cuantas veces decimos “no puedo
hacer otra cosa”, entonces transformamos un poco el acto educativo en
un mero movimiento natural, o muchas veces decimos “no me di
cuenta” de lo que podía tener como efecto una determinada estrategia
didáctica o lo que fuera.
Desde esta formación inicial, en los últimos tiempos, hemos tenido una
necesidad de agregar algunas cosas, sobretodo eso fue central en las
discusiones del Siglo XX y lo que llevamos del XXI, tiene mucha fuerza
que no es meramente una acción de la educación, sino que también es
(acá le pido prestada la palabra a Jurgen Habermas, que ayer el
profesor Guillermo hoyos lo cito) una acción comunicativa, no es una
acción instrumental, los que escucharon ayer recordaran que se hizo esa
distinción y ésto es muy importante, y qué quiere decir esto, que la
comunicación es educativa y no es instrumental, quiere decir que en la
educación en la praxis educativa, porque es acción comunicativa lo que
ponemos en juego es comprensión de sentidos, no es precisamente
instrumentalizar al otro como convertirlo en un objeto, en un medio o
algo por el estilo, pero yo quisiera agregarles con mucho énfasis, otra
expresión, creo que no es solo acción comunicativa la educación, o sea,
no es instrumental la lógica que mueve básicamente, es una lógica de
comprensión de ésto que se da entre el docente y el alumno con
sentidos que se enseñan y que se aprenden, y ésto me parece que es
muy fácil decir pero es central, es decir, es una interacción; no es un
sujeto que sabe y una cosa sabida o alguien que tiene el poder y algo
dominado, es un dialogo en este sentido. Pero quería agregar algo que
tiene particular fuerza y en el discurso pedagógico se introdujo con
mucho énfasis a partir de la década del 70 del siglo XX, y no es casual
que haya sido en esa época y en particular en nuestro continente que
fue agregar, que es una educación que se caracteriza por ser acción
comunicativa y liberadora y ésto me parece también un tema clave.

¿Qué quiere decir liberadora?, no meramente disciplinadora. Ello implica


(y acá vuelvo a recurrir a Habermas) poner en juego ese interés del
conocimiento además del comprender sentidos, porque es acción
comunicativa, hay un interés emancipatorio, lo llama Habermas,
nosotros en América Latina hemos preferido hablar de liberación,
¿liberación de qué?, de toda forma de violencia y ésto me parece que es
central, insistir, o sea, que es praxis la educación pero es una acción
comunicativa y liberadora, éste me parece a mí que es el fundamento
para cualquier planteo que hagamos de formación ética y ciudadana. Por
eso yo alguna vez definí en alguno de mis textos que la docencia tiene
mucho de virtud ciudadana, en el sentido de saber elegir, deliberando
esta es la noción clásica de virtud que acuñó Aristóteles hace mucho
tiempo, pero que sigue siendo importante para nosotros hoy día. Saber
elegir deliberando con razones y en cada caso el buen enseñar, esa
tarea tan difícil ¿qué enseño hoy? ¿cómo lo enseño hoy?, exige un
hábito de saber deliberar con razones y en cada caso porque no puedo
decir, ya lo deliberé una vez, pero tienes un grupo distinto, tienes un
contexto diferente, entonces ve cómo pone en juego lo que es acción y
no movimiento natural, o sea, por ese lado es que es una virtud pero es
ciudadana porque simultáneamente con saber elegir el justo medio, el
bien, el buen enseñar, tenemos la tranquilidad inquieta, estoy jugando
con la palabra de saber que la acción de educar está regida por
principios normativos de justicia, es decir, de alguna manera en la
acción de educar comunicativa y liberadora hace que la docencia tenga
mucho de virtud ciudadana, porque hay que elegir el justo medio en
cada caso y con razones, pero además, habernos regido por principios
normativos de justicia en nuestra memoria histórica, han sido
formulados y quedaron como fundamento en los Derechos Humanos
como libertad e igualdad, yo agrego a ésto últimamente una expresión
que me parece central dado los contextos en que nos toca actuarla, que
es saber resistir con inteligencia responsable a todo intento de usar la
educación para legitimar situaciones de dominio y de opresión.

Mi último libro se llama “Resistir con inteligencia” y está en esta línea


porque creo que es parte central de la formación docente del saber
reflexivo y crítico que nos lleva a entender la docencia como virtud
ciudadana, además un esfuerzo de resistir con inteligencia responsable a
todo intento de transformar la educación en una instancia de
dominación o legitimación de la violencia.

Cuando uno plantea que la educación es prácticamente el problema, es


su relación con la teoría y acá simplemente les quiero insinuar un
esquema (esto lo voy a pasar muy rápido), durante mucho tiempo ésta
teoría la hemos tratado de fundamentar en un eje, un fundamento que
fuera inmutable universal, siempre igual así mismo y que nos diera la
tranquilidad de que captáramos la esencia misma de las cosas, que en
relación con la acción, y ésto es todo un problema y es lo que generó
que la ética y la política sean disciplinas específicas y no meras
derivaciones de la física o de la sicología, y es que nos podemos
representar los fines de las acciones, esa fue la primera manera en que
se reflexionó la ética y después ya en el mundo moderno se dudó de
esta manera de plantear mejor y se dijo no, lo que nos puede
representar bien son las normas, las leyes que rigen las acciones, pero
el supuesto fue siempre el mismo, creer que podríamos asentarnos en
un fundamento siempre igual así mismo. Sobre ésto vino una profunda
crisis que nos lleva a tener que agregar algo a la noción que fundamenta
mi reflexión de que la educación es por definición ético-política, porque
es praxis, es acción (praxis es la palabra griega para decir acción), esa
acción comunicativa, liberadora que nos exige resistir con inteligencia
responsable y que de alguna manera a esta altura del partido decir en
estos inicios del siglo XXI, no podemos tan fácilmente cuando la
teorizamos, cuando pensamos en ésto, creer que nos podemos basar en
un fundamento siempre igual así mismo, y ésto nos obliga a avanzar en
la teorización.

La educación no es solamente praxis es también experiencia, pero tomo


este término en el sentido fuerte que le da un filósofo contemporáneo,
el italiano Giorgio Agamben, que viene en la línea de Michael Foucault,
que diagnostica que en los tiempos que corren hemos perdido el tener
experiencia, ¿por qué?, porque hemos querido controlar la experiencia,
que controlada, no es experiencia, son experimentos, claro, cuando
hacemos un experimento controlamos todas las variables en juego. Es
interesante que empezando el siglo XXI tengamos que reflexionar ésto,
y la otra forma que hemos tenido de quedarnos sin experiencia es que
ésta ha sido banalizada, si viene alguien a mí y me dice: “profesor yo
esto lo sé por experiencia” no sirve para nada, mi experiencia tiene… no,
no sirve para nada, ¿pero saben por qué esto es importante?, porque la
experiencia en este sentido tiene que ver con la posibilidad de abrirnos a
lo nuevo, a lo que acontece, justamente por eso no está controlado o es
imprevisible, por eso no es experimento, es experiencia a estar abierto a
lo nuevo.

¿Por qué recién entonces lo podemos constituir en sujetos del discurso


social y por lo mismo sujetos socio-históricos, capaces de transformar lo
dado, es decir, sujetos históricos? Esto lo trabajan en un libro que se los
recomiendo muy especialmente que se llama: “Curiosamente infancia e
historia”, porque él relaciona la posibilidad de tener experiencia, es
decir, estar abierto a lo nuevo, constituirnos en sujetos históricos a la
infancia, jugando con algo muy importante. Ustedes sabrán muy bien
que la palabra infancia en nuestra lengua viene del latín “infance” que
quiere decir que no habla, el infante es el que no habla. Entonces
Agamben explota muy bien y dice, en el fondo tiene un código
lingüístico que le precede, lo que desde Saussure para acá llamamos la
lengua, y lo que hace el infante es salir de éste, parte de estar atrapado
en un contexto, pero justamente de alguna manera lo que busca es
constituirse en sujeto hablante histórico transformador, entonces la
afirmación fuerte de háganme que yo las suscribo, totalmente sin
infancia no hay historia, pero no está diciendo la verdad, obvia de que
sin niños que nazcan en el mundo no va a haber historia, se va a
terminar, eso es obvio, no, está queriendo decir sin posibilidad de
trascender el orden del discurso, el código dado, y generar y estar
abierto a lo nuevo y lo que acontece no hay historia, hay meramente
repetición de lo mismo, pero gran tema contemporáneo estimados
colegas, es que lo mismo no es lo igual, esta frase no es mía, es de otro
importante filosofo del siglo XX, que de alguna manera sintetizó el
movimiento de crítica, esta ilusión que comentamos con un fundamento
siempre igual así mismo que se llamó Heidelberg, lo mismo no es lo
igual, en las huellas de Nietzsche, que lo antecedió diciendo
prácticamente lo mismo, es decir, la dimensión ético-política de la
educación nos exige que le entendamos y desde ahí que entendamos la
formación ética y la formación ciudadana como praxis, como acción
comunicativa, como experiencia abierta a lo nuevo y a lo que acontece,
esto se dice muy fácil; pero esto de estar abierto a lo nuevo y a lo que
acontece, experiencia que los docentes tenemos desde “el vamos
porque en realidad” nunca sabemos bien cuándo enfrentamos un grupo
por suerte que es lo que va acontecer, salvo que nos ponemos en la
posición de no dejar que emerja la experiencia, y entonces la
transformamos en experimento y cuando acontece algo nuevo decimos
“eso no sirve”. Lo reducimos a lo mismo, cuantas veces los docentes
decimos “eso yo ya lo se hace rato”, siempre es lo mismo, es lo mismo
pero no es lo igual, y es lo que nos permite abrirnos a lo nuevo,
transformar las situaciones, hacer historia.

En este sentido quisiera terminar con una tercera cuestión. Se dan


cuenta el esquema que vengo utilizando que es relativamente simple, la
educación es praxis, la acción por eso es ético- política, explicitado iría
como comunicativa y liberadora, le agregamos a eso que es experiencia
abierta a lo nuevo que acontece, como diría Hannah Arendt, tenemos
que hacer una pedagogía de la natalidad, lo que está naciendo, porque
somos responsables del mundo, lo que transmitimos, lo que enseñamos
etc, pero somos responsables de los recién llegados, y a eso le llama
Hannah Arendt: la natalidad.

Pero además entonces de ser praxis y experiencia, yo quisiera


agregarles una tercera cuestión clave, yo creo que es la más importante
en el fondo que va a definir la dimensión ética de la educación en un
sentido más profundo y desde esa dimensión ética más profunda, la
dimensión política misma y que por lo mismo creo que es el último
fundamento para cualquier intento de formación ciudadana. Es lo que
llama y ahora cito otro gran filósofo, que en su momento fue bastante
desconocido, salvo en un sector de la academia, pero por suerte se ha
extendido más su pensamiento, que es Emmanuel Levinas, que en un
sentido lo citó el profesor Guillermo en algún momento.

Emmanuel Levinas pone como fundamento, que en realidad no es un


fundamento justamente, sino que es algo anterior a todo fundamento lo
que él llama: la interpelación ética del rostro del otro en cuanto a otro.
En realidad esa interpelación ética en cuanto al rostro del otro en tanto
el otro, es en realidad una respuesta que es anterior en el fondo a toda
acción por que no es iniciativa del sujeto. Si ustedes me permiten pongo
un ejemplito sencillo de esto: en buen español sabemos que
responsabilidad quiere decir capacidad de dar respuesta, estamos de
acuerdo, la palabra como tal tiene ese sentido en nuestra lengua
castellana, yo les pregunto, ¿tiene algún sentido que digamos que
somos capaces de dar respuesta si nadie nos llama?, en realidad ésto
que es muy fuerte y aparece en la reflexión teórica de occidente, recién
en los años 60 del Siglo XX, es decir, después de los horrores del Siglo
XX para la filosofía europea, emerge por primera vez esta idea que en
realidad la iniciativa la tiene el otro en cuanto a otro; que simplemente
con su rostro me dice eme aquí, no me violentes, esa es la interpelación
ética, o sea, que quiere decir no me violentes, no me pretendas reducir
mi alteridad a tu mismidad a una totalidad que es lo propio de todo
totalitarismo, de todo autoritarismo, que en última instancia reduce la
alteridad a ser parte de una mismidad o una totalidad, a ésto le llama
Emmanuel Levinas “la condición de posibilidad de poder ser interpelado
por el rostro del otro en cuanto a otro”, que es el fundamento de la
praxis ético- político y por lo mismo la educación, es que nos sepamos
vulnerables , pero no en el sentido que usamos muchas veces la
palabra, ese sentido más sociológico de los grupos vulnerables, ésto lo
habrán escuchado muchas veces, que se habla de grupos en situación
de vulnerabilidad, etc., no en un sentido mucho más profundo;
vulnerables en el sentido que podemos ser heridos, podemos ser
lastimados, podemos ser tocados y ésto me lo van a entender muy fácil
si yo les digo que es lo propio de todo autoritario, de todo fascista, de
todo totalitario, a mí nadie me toca, a mí nadie me interpela, yo soy
invulnerable, claro si a mí nadie me toca, si a mí nadie me interpela, no
puedo saberme interpelado éticamente por el rostro del otro, porque
cuando eso aparece, me dice eme aquí, no me violentes, como yo soy
invulnerable no siento esa interpelación ética y simplemente lo reduzco
a una totalidad o a una mismidad. Yo insisto mucho en definir la
docencia como praxis, comunicativa y liberadora, como experiencia
abierta a lo nuevo, pero sobre todo, y en este sentido ligado a la
vulnerabilidad, como responsabilidad, es decir, capacidad de dar
respuesta, pero para poder ser capaces de dar respuesta a la
interpelación ética del otro tenemos que sabernos “vulnerables”, es
decir, que podemos y gracias a que podemos ser tocados por el rostro
del otro, repelados y tanto otro, no otro como mero diferente de mí, no
el otro como mero semejante, sino el otro en tanto otro, que me dice no
me violentes, y por suerte este otro va a permitir las grandes cuestiones
de la vida humana, el amor, la amistad, y sobre todo la justicia y si
ustedes me permiten, la educación, porque en realidad si esto no está
en juego en la educación, lo que hacemos en el acto educativo es
reducir la alteridad a una mismidad, a una totalidad y lo que nos va a
garantizar que la educación va a ser justa, es justamente sabernos
desde siempre responsables ante la interpelación ética del rostro del
otro en cuanto otro.

Insisto mucho en esto del otro en cuanto otro, porque el otro como
mero diferente de mí, implica que yo tomo como referencia mi
identidad, sos un diferente, pero para poder decir que alguien es
diferente tengo que tener un criterio de identidad, lo cual no está mal,
no estoy diciendo que ésto esté mal, lo que estoy diciendo es que ésto
es lo más radicalizado por que la alteridad en cuanto tal trasciende esta
simple cuestión. Para decírselos de una manera que el mismo Levinas la
explica, y que se pueda entender muy bien, él pone el ejemplo (Levinas
es un pensador de origen judío), para explicar ésto que tiene que ver
con el primer asesinato que cuenta la biblia hebrea pero también la
biblia cristiana en el génesis, que es el asesinato fraterno de Caín a su
hermano Abel, ¿ésto es conocido, cierto?, prácticamente todas las
culturas que conocemos tienen algún relato de algún asesinato
primitivo, este es el que tiene que ver con la cultura donde tuvo tanta
influencia la biblia, pero pongo el ejemplo como lo pone Levinas.
Entonces ustedes recuerdan la escena, Caín mata a su hermano Abel,
entonces Yahveh lo llama al señor Caín, y si me permiten dramatizarlo
le dice: “ven para aquí ¡tú!, ¿qué es lo que hiciste?”, y cuenta la biblia
que Caín le responde: “y qué, acaso ¿yo soy guardián de mi hermano?,
y Levinas deja el relato y dice: este es el tema profundo de
responsabilidad, somos desde siempre guardianes de nuestros
hermanos, es decir, cuidadores del otro en cuanto a otro, en otras
palabras no reductores violentos de la alteridad a la mismidad más o
menos, ¿queda claro ésto?

Es decir, en última instancia la educación es práctica, comunicativa,


liberadora, experiencia, porque antes de todo es responsabilidad, pero
en este sentido explicito que acabo de tratar de explicar, es poder dar
respuesta a la interpelación del rostro del otro en cuanto otro. Esto es
tan importante que se anima Levinas a decir desde acá “la ética
primero, la política después”, porque en realidad lo que hace a la política
justa es que no olvide la interpelación ética del otro en cuanto a otro,
ustedes creo que intuirán fácilmente la importancia que tiene ésto si
vamos a hablar de ciudadanía, en este sentido la educación empieza por
ser, y utilizo una metáfora que usa mucho Levinas y lo usó mucho
también su gran amigo y crítico en algunos puntos.

Derrida en el fondo empieza a decir “hospitalidad”, es una palabra


hermosa, acogida del otro en cuanto otro, si por un minuto intentamos
imaginar que la actitud inicial educativa, no es la hospitalidad sino el
rechazo, el cerrar la puerta, el no acoger, ¿qué queda de la educación?,
honestamente no que nada, queda la posibilidad del dominio, queda la
posibilidad de la instrumentación, queda la posibilidad de montones de
cosas. Cuando a uno le golpean la puerta y no se hace el sordo es decir,
no se cree invulnerable que no lo pueden tocar, que no lo pueden
interpelar, la escucha, pum, pum, pum, me golpean, por supuesto que
ahí viene la responsabilidad en el otro sentido habitual de la palabra,
porque yo puedo hacer dos cosas, abrir la puerta, acoger esa llamada o
cerrársela en las narices (si me permiten la expresión algo vulgar), es
decir, ser hospitalario o violentar al otro.
Sintetizando esta primera parte de mi charla, porque ahora voy a hablar
de la formación ciudadana poniéndole fundamento, pero me quise
detener porque me parece clave ésto, la educación es práctica asediada
de alguna manera por la experiencia, es decir, por lo nuevo que
acontece, pero sobre todo responsable desde la vulnerabilidad misma.
En este sentido tiene su propia teoría, pero está abierta a lo nuevo y en
ese sentido se sabe responsable o guardián de la alteridad en cuanto
tal.

Vamos a pasar a la segunda parte de esta charla, aquí como les decía
hace un rato, me gustaría brevemente, porque me parece muy
importante esto, voy a intentar construir un relato presentándoles lo
que yo llamaría la identidad narrativa del concepto de formación
ciudadana, o sea, vamos a construir un relato, y como todo relato hay
que empezar… Había una vez, pero un relato que nos va a presentar el
problema hoy, esto es lo que quiero hacer pero lo vamos a construir
narrativamente. En realidad hay un supuesto en esto que va del relato y
que vamos a tratar de seguir nuestra misma naturaleza de vivientes
políticos, hay estoy traduciendo la famosa frase de Aristóteles que
“somos animales políticos” hoy en día preferimos en filosofía esto de
animal traducirlo por viviente, entre otras cosas porque es mejor
traducción del griego y en segundo lugar porque en realidad podríamos
decir también que somos plantas, porque decimos animales y no
plantas, en realidad somos vivientes, eso es lo común a las plantas, a
los animales, y a éste particular que tiene lobos, decimos nosotros que
hablamos y actuamos.

En realidad esta naturaleza, estoy hablando desde esta primera escena


del relato, exige un trabajo de formación de la subjetividad política,
porque en realidad tenemos impotencia, esto no nos es dado más que
en potencia y que en puntualizarla, es decir, hay una memoria histórica
muy importante de tradición (cuando hablamos de ciudadanía), que la
ciudadanía implica un paso de un estado a otro estado, hoy día ésto se
ha tematizado muy bien tanto en relación esta primera escena, la
griega, la antigua; donde él mismo usa dos palabras para hablar de este
viviente que tiene logos, en un momento dice que tiene logos y por lo
mismo hay una diferencia entre ser mero viviente y utiliza dos palabras
Griegas que me las van a entender porque las dos pasaron en distintas
palabras.
Vida se dice en griego de dos maneras distintas, una es ‘zoe’, de ahí
viene la palabra zoológico, zootecnia etc. Es una palabra que en realidad
les hemos cerrado a los animales pero como tal quiere decir un estudio
de lo viviente de la zoe, de la mera vida. Y tiene otra palabra que es
‘bios’ de donde viene la palabra biología, que en realidad en esta
primera escena del relato cuando se está planteando el tema de la
ciudadanía. Bios tiene únicamente el viviente que tiene logos porque
esto implica la posibilidad de pensar, de hablar, es decir, como expliqué
hace un rato, de actuar y por lo mismo de entrar en un proceso
educativo y convertirse en ciudadano.

En realidad recién nos convertimos en ciudadanos cuando elegimos un


modo de vida o sea un bios, no porque seamos meros vivientes sino
porque podemos elegir un modo de vida; en otras palabras, el modo de
vida se forma socio-históricamente y por eso su relación con la
educación, y yo quisiera detenerme fuertemente en esta primera
escena, pero con esta idea, la ciudadanía, es curioso pero en esta
memoria histórica profunda y nos sigue jugando por todos los lados,
somos animales políticos o vivientes políticos, pero tenemos que
hacernos ciudadanos, no es que nacemos ciudadanos, (cosa que hoy día
cuestionamos muchísimo por supuesto, en más de un sentido al menos
en cuanto a sujeto de derechos), en este contexto lo que yo quiero
llamarles la atención es que la ciudadanía exige formación, no es algo
dado naturalmente, dado naturalmente es nuestra tendencia o potencia
a vivir en sociedad, pero constituirnos en ciudadanos exige formación y
por lo mismo formación socio-histórica.

Yo quisiera brevemente, al concluir este relato, llamarles la atención de


estos cuatro aspectos que tienen ahí en la filmina, que son de alguna
manera los valores puestos en juego en la ciudadanía, que fueron
enfatizados narrativamente en distintos momentos porque a nosotros
hoy día nos presionan en conjunto, en forma problemática y dilemática
porque el tema insiste y persiste.

Un filósofo contemporáneo dice “que un problema es filosófico cuando


las soluciones que vamos dando, el problema insiste y persiste”, yo lo
que voy a hacer es recoger narrativamente soluciones que hemos ido
dando al tema de la formación ciudadana, pero el problema insiste y
persiste. Es decir, tenemos elementos vamos enriqueciendo, vamos
teniendo más cuestiones pero el problema insiste y persiste.
Un primer problema la pertenencia, está ligado a un gran problema
humano que es la identidad, la formación de la identidad social y
justamente éste es el primer valor del relato. Había una vez donde la
ciudadanía se conectó fuertemente con la pertenencia y a una polis que
nos hacia polites, es decir ciudadanos. Polites quiere decir el ciudadano,
el habitante de la polis. Está en juego un valor que forma nuestra
identidad social, que tiene que ver con la pertenencia a la polis, pero lo
curioso de esta primera escena, y acá se van a dar cuenta por qué uno
dice que el problema insiste y persiste, y porque estoy refiriéndome a
algo que fue teorizado por primera vez en el siglo IV a.C., y estamos en
el XXI, porque el problema insiste y persisten.

Hemos tenido que seguir teorizando permanentemente sobre ésto, ¿por


qué, qué paso con esta primera escena?, que esta forma de pertenencia
a la polis se dan habitualmente cercadas y normadas por supuestas
jerarquías naturales, legitimadas por tradiciones y costumbres y
fuertemente vigiladas por el poder constituido para mantenerlas
vigentes, quiero decir, la pertenencia de la polis por naturaleza en la
primera escena de nuestra memoria histórica, o sea, ésto es
inmodificable, lo trae la misma naturaleza, esta jerarquizada, yo voy a
tomar acá la manera hermosa en que Hannah Arendt tematiza esto en
su libro “La condición humana hablando del espacio público de los
antiguos”. Esto es lo que me parece interesante, porque está mostrando
una jerarquización que se suponía estaba dada por la naturaleza y que
nos hace en realidad (para usar un lenguaje más contemporáneo)
habitantes de la polis, en ese sentido todos somos ciudadanos, los que
están fuera no, ustedes conocen cuál es la palabra griega para decir “los
que están fuera de la polis y no son ciudadanos”, cualquier semejanza
con la realidad histórica posterior es pura coincidencia. La palabra griega
es “bárbaros” que también habla en griego “joi bárbaro” los bárbaros;
curioso, Europa se formó por lo que se conoce la “Invasión de los
Barbaros” en relación al imperio romano claro está.

América fue colonizada suponiendo que los que vivíamos acá,


prehispánicos, éramos los bárbaros de América y otros muchos países
colonizados. Y seguimos hoy día utilizando muchas veces esta palabra.
Ven por qué el problema insiste y persiste, hay algo en la memoria
histórica que nos hace tener que decir estas cosas. Decía Hannah Arendt
que hay una jerarquización natural de pertenencia de la polis que la
llama de tres maneras: la labor, usando la palabra latina que sería la
idea de la labor doméstica, es decir la crianza, nutrición de los niños,
primera educación, etc. Que obviamente está reservado por naturaleza
a las mujeres, o sea, las mujeres son ciudadanas pero dentro de su
casa, esto es muy importante.

Hay una segunda forma jerárquica que también es por naturaleza la del
trabajo el arbeit, ella usa su palabra alemana, el trabajo como lo que
nos permite subsistir, comerciar, etc, y eso está reservado por
naturaleza a los esclavos, por naturaleza la jerarquización es natural,
también los esclavos participan, pertenecen a la ciudad pero en el lugar
que les corresponde, por naturaleza que trabajen, la mujer que por
naturaleza se quede en el hogar.

Y los únicos que entran a la plaza a labora, que también habla en


griego, para deliberar, elegir el bien común y las leyes de la ciudad son
los varones mayores de 18 años y por supuesto libres. Esto está
tematizado así, en esta primera escena cuánto tiempo necesitamos para
romper esta idea y no sé si la rompimos del todo, hay momentos que
uno tiene serias dudas, más allá que hayamos declarado, fue necesario
declarar los derechos de la mujer, fue necesario declarar los derechos
del niño pero ¿por qué?, y por algo debe ser, no era tan claro el tema, a
partir de acá el valor de la pertenencia está ligado con la formación
ciudadana de la identidad social en la labor, en el trabajo o en la vida
activa propiamente dicha.

Se los redujo muy simple, se jerarquizan naturalmente los ciudadanos


de primera, de segunda y de tercera, por decirlo de alguna manera
rápida, es decir, ciudadanos plenos que son los que van al ágora y
discuten las leyes, ciudadanos que sirven para que podamos subsistir y
ciudadanos que mantienen la continuidad de la vida nutriendo, y de
alguna manera criando a los niños. ¿Está clara la idea?, la ciudadanía y
la formación ciudadana están ligada de alguna manera en esta primera
escena al problema de la identidad. Por supuesto es que éste fue
fuertemente criticado, la ciudadanía implica diferentes modos de vida
que son necesarios para la vida social, pero cuál es el tema de fondo en
esta primera escena que están fijados, jerarquizados por naturaleza, o
sea, por naturaleza la mujer, el esclavo, no tienen que ir al ágora,
porque su función está fijada por la naturaleza de otra manera para que
se mantenga el orden social.
Por supuesto cuando la pólice ateniense entro en profunda crisis con el
Imperio Lénico, y este buen señor llamado Alejandro se le da por poner
la capital en Egipto, del Imperio se empezaron a complicar los latines y
ahí aparecieron dos teorías muy importantes que están relacionadas con
toma de posición frente a la ciudadanía, claro, al perder la ciudadanía de
la pertenencia de la polis, porque la polis se desintegra y queda de
alguna manera abierto al imperio lo que algunos autores llaman de paso
una primera globalización, leyendo desde acá, desde hoy hacia atrás,
pero pasa una cosa muy interesante, aparecen dos grandes corrientes
filosóficas que tienen posiciones en relación con la ciudadanía muy
fuertes, una lo que se llama el epicureísmo, que va a decir no te metas
en lo público, no te metas en la ciudad, refúgiate en el jardín, la filosofía
de Epicuro se la conocen como la filosofía del jardín porque enseñaba en
un jardín, no un jardín de infantes, sino un jardín hacia un ámbito
protegido, porque si te metes en lo público, si te metes en la política, si
te crees ciudadano de la polis, vas a perder la tranquilidad, la ataraxia,
la imperturbabilidad; lo que tienes que lograr es que nada te perturbe y
lo público perturba, si te metes en política, traduciríamos su idea, vas a
estar preocupado por la fama, por el dinero, por los medios, por esto,
por aquello, mejor no te metas, ser indiferente ante la participación esa
fue una línea, miren como insiste y persiste el problema, cualquier
semejanza con la realidad es pura coincidencia, pero cuántos hoy día
piensan, ante la crisis, no decimos ahora de la polis pero quizás decimos
de la nación, refugiémonos en el jardín, quizás tampoco decimos jardín,
refugiémonos en un barrio privado, refugiémonos en algún lugar de
fortaleza que nos permita estar al abrigo y que no nos perturbe.

Entonces la ciudadanía se desdibuja. Y la otra gran posición que se


llama el Estoicismo, que tuvo más incidencia en la historia porque se
casó rápidamente con la idea del Imperio Universal Romano, e incluso
cuando el imperio se convierte al cristianismo con la idea de la
cristianización, que es la idea de que somos ciudadanos del mundo. Ayer
también se mencionó esto, esa es una idea estóica, somos
cosmopolitas.

Miren, traigo claro ésto porque en realidad esta memoria histórica entró
en una profunda crisis. Porque el problema que queda pendiente del
primer relato es este problema que insiste y persiste en mi modesta
opinión cuando trabajamos la formación ciudadana, que la relación entre
ciudadanía e identidad social, ese es el problema por eso el valor de la
pertenencia. En este sentido, cuando muchos hoy día hablan de nuevas
formas de ciudadanía, piensan desde la crisis de esta relación entre
identidad y ciudadanía, y entonces en el debate político contemporáneo
han aparecido categorías que intentan diagnosticar el fin de la
ciudadanía, el fin del sujeto político y en realidad ahora lo que hay es
multitud que reemplazaría la ciudadanía, o bien el tan mentado tema
que son búsquedas de identidad normalmente como emergieron o
protestas por las rupturas de identidades sociales determinadas,
precisamente rechazando que estén fijadas por la naturaleza, lo que
solemos llamar los movimientos sociales que en realidad muchas veces
han aparecido ligados a defender pertenencia e identidad de sectores
sociales que por diversas razones esta excluidos, muchos de estos
movimientos sociales están ligados a reivindicaciones de identidad
sectorial, movimientos de género, movimientos de alguna manera
relacionado con los niños, movimientos con todo aquello que de alguna
manera no está claro en el orden social.

Mi problema para esto es que no podemos eludir en la formación


ciudadana el tema de la pertenencia porque no se puede eludir el tema
de la formación de identidad, y hoy día sabemos que las identidades se
forman, como dirían los sicólogos, por procesos sociales de
identificación, por pertenencia a distintos grupos, los cuales empieza el
riesgo de quedar alienados en eso o irnos constituyendo como sujetos
independientes. El tema está como hoy día y ese es el problema, me
parece en la formación ciudadana que emerge hoy de cómo plantear la
relación de la ciudadanía con la identidad y la pertenencia sin legitimar
desigualdades o igualdades abstractas, que es lo mismo en el fondo,
como resistí a la fragmentación social sin apelar a las unidades
fundamentalistas raciales o religiosas, este es el problema o cómo
resistir también a las falazmente universalistas que se revisten con una
idea de universalismo, de cosmopolitismo y en el fondo esconden un
profundo etnocentrismo y un pensamiento único.

Este es nuestro problema hoy en relación a este valor de la ciudadanía.


Lo cierto es, estimados colegas, que si no planteamos este tema de la
identidad en la formación ciudadana corremos el riesgo, es
problemático, es lo que estoy tratando de decir, pero los ciudadanos no
van a tener nombre, cuerpo, ni pasión social porque eso lo trae la
identidad social, entonces el verdadero problema es como relacionar la
pertenencia y la identidad sin caer, ni en el fundamentalismo
particularista, ni en el fundamentalismo seudouniversalista, pedazo de
desafío que tenemos hoy día todos y en particular los educadores que
queremos formar ciudadanía. El desafío educativo ¿dónde reside?, en
última instancia, el desafío educativo reside en cómo hacemos el nexo
de ésto, hay un debate que se generó en la década del 90 muy fuerte a
raíz de una provocación que hizo Richard Rorty a los estadounidenses
que les dijo “en realidad estamos educando al cosmopolitan y no
estamos educando al patriota”, hemos perdido la lectura de nuestros
fundadores de Jefferson, Abraham Lincoln, etc, y ésto provocó un
debate inmenso, en el cual intervinieron muchos pensadores de
importancia en el norte, es decir, en Estados Unidos y Canadá, como
fueron Martha Nussbaum, Charles Taylor, ¿y cómo se llamó el debate?,
cosmopolitas o patriotas, cuando educamos al ciudadano estamos
educando al patriota, es decir, a alguien que pertenece a una patria
(tierra de los padres quiere decir patria), o un ciudadano del mundo,
pero si educamos al ciudadano del mundo ¿dónde está su identidad?
Pero es muy fácil, si eso en cualquier lugar que usted va de este
planeta, va a encontrar al Mc. Donalds, o va a encontrar de alguna
manera ciertas marcas (les digo con cierta ironía ésto), pero digo que es
un tema de fondo muy fuerte, porque la tensión, y éste es el desafío
educativo, cómo de alguna manera juntamos el ser ciudadano del
mundo sin perder identidad social y pertenencia, que por otro lado es
imposible perderla, el asunto es cómo la podemos asumir de modo tal
que no sea fundamentalista, pero al mismo tiempo que no seamos
cosmopolitas abstractos y que nos creemos pensamiento único. Ayer
algo se dijo de ésto en algún momento, es el tema de la diversidad, es
el tema de la posibilidad de entender que hay diversas formas de ser
ciudadano del mundo y que esto nos enriquece y no nos empobrece.

Segunda escena. La autonomía y la libertad individual. Cuando emerge


el mundo moderno, lo que llamamos en historia el mundo moderno,
aparece una profunda crítica, esta idea de la primera escena y se va a
dibujar una segunda escena que es la escena donde el valor en juego es
la libertad y la igualdad, se va a decir: no hay jerarquías naturales,
todos somos en el estado de naturaleza iguales y libres, ustedes saben
que este es el fundamento de lo que se conoce como el dios naturalismo
moderno, es decir un derecho pre social, antes de pertenecer a una
nación, de pertenecer a un grupo, de pertenecer a lo que fuera. Se
supone que en el estado de naturaleza, que es una ficción, somos
sujetos iguales y libres, el tema es que en este estado de naturaleza, tal
como lo pensó la modernidad en su primer momento, como todos somos
iguales y libres y tenemos un deseo infinito de sobrevivir, de vivir, de
conservar la vida, lo podemos hacer a cualquier costo.

Si para vivir tengo que matar al otro, lo mato, pero el otro piensa lo
mismo, se siente con el mismo derecho y entonces dice Thomas
Hobbes, en el estado de naturaleza es la guerra de todos contra todos,
el hombre es lobo para el hombre, esto lo deben haber escuchado
muchas veces. Para salir de acá ¿qué tenemos que hacer?, un contrato
social, un pacto social, es decir, convertirnos de sujeto que estamos en
un supuesto estado de naturaleza en ciudadanos, entrar a un pacto
social, delegar la soberanía en alguien que nos represente y nos cuide la
paz, es decir, que nos saque del estado de guerra de todos contra
todos; este es el primer origen del contrato social al cual se le sumó
inmediatamente la tesis de Jhon Locke, más ligada al tema de proteger
por el contrato social el fruto de nuestro trabajo, lo que terminó
codificándose como derecho a la propiedad privada, pero con una
argumentación muy interesante que es que cuando yo trabajo me pongo
a mí mismo lo que hago. Entonces si alguien me lo saca me está
quitando identidad.

El Estado tiene la tarea, no sólo de garantizar la paz, sino también de


garantizar la propiedad. Es decir, el trabajo por el cual transformamos lo
común en propio, el único que se animó a poner una manera distinta al
contrato social fue Jean Jacques Rousseau, que insistió en que el
hombre es bueno por naturaleza y que hay todo un dilema que lo
plantea justamente en su texto pedagógico, donde en un momento en la
segunda parte del libro llega a decir que es imposible que formemos,
que eduquemos simultáneamente al hombre y al ciudadano, porque
cuando educamos al hombre, educamos su libertad, su creatividad, su
contacto con la vida etc. Pero cuando educamos al ciudadano lo
convertimos en súbdito de la ley y entonces simultáneamente somos
sujetos y súbditos, sujetos libres e iguales, pero al mismo tiempo
súbditos. Ustedes saben que esto se tematizó como el gran valor que
fundamentó la ética moderna, también ayer se habló de esto que es la
autonomía, la posibilidad de regirnos por la ley de la propia razón y no
por presiones sociales o por inclinaciones naturales, porque empezó a
diferenciarse la cosa pensante de la cosa extensa, el hombre de la
naturaleza.

Acá presento una clave que es la ciudadanía, o sea, la entrada al pacto


social, el ser parte del contrato social, no puede de ninguna manera
atentar contra esta autonomía, al revés, es la autonomía la que la
funda, ninguna ley, ningún orden social puede afectar el derecho pre
social de que todos somos iguales y libres. Esto llevo a la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre en el siglo XVIII, que se puso del
hombre y del ciudadano, que como ustedes saben a una señora se le
ocurrió decir: ¿y los de la mujer?, y la buena señora terminó
guillotinada, y 200 años después hubo necesidad de declarar los
Derechos de la Mujer. La idea de esta segunda escena es que aparece la
autonomía y ésto tiene que ver con ligar la ciudadanía a la libertad, pero
¿saben cuál es el problema?, todos somos iguales y libres, pero hay un
dicho popular que dice: “pero algunos son más iguales y más libres que
otros”, ¿por qué?, Porque desaparecen las jerarquizaciones naturales,
todos somos iguales y libres, pero emergen las jerarquizaciones
sociales, educación común para todos, proclama Ecumenio en el Siglo
XVII, por primera vez en la historia, pero rápidamente se dice, pero
especial para algunos y especialísima para unos poquitos.

Se estratifica nuevamente pero ahora no basándose en la naturaleza


sino en un orden social, o sea, las jerarquías, si siguen existiendo para
la identidad, pero no como naturales sino como sociales, ésto me parece
enormemente importante, porque el desafío educativo va a ser acá
como insistir en la relación de ciudadanía con la autonomía con libertad
y la igualdad, pero resistiendo a las desigualdades que las
jerarquizaciones sociales ponen, y ésto lleva al debate contemporáneo
como en dos nuevas escenas que se suman a estas más fuertes, la
ciudadanía liga de la formación ciudadana y el desafío acá va a ser ese,
como diría Rousseau, cómo formar al súbdito sin dejar que sea hombre,
cómo formar al ciudadano sin dejar que sea autónomo, no es sencillo,
pero lo que es interesante es agregar ,sin que esa formación esté
regulada por jerarquizaciones sociales determinadas, que no son
naturales, perfecto, pero están reguladas y acá viene la crítica a la
escena contemporánea que tiene dos caras, en mi modesta opinión, una
que viene de la mano de ese movimiento filosófico tan importante de
intentar sospechar que detrás de éstas dos primeras escenas la de la
pertenencia y la de la autonomía, la de la ciudadanía en la polis y la de
la ciudadanía, en un orden social determinado, es necesario sospechar
que algo se esconde, algo se simula, Descartes empieza el discurso del
método al comienzo de la edad moderna diciendo: “la razón es la cosa
mejor repartida del mundo”, fenómeno, todos podemos pensar por qué
desde ese momento se dudaba que los niños pensaran, que las mujeres
pensaran, que los esclavos pensaran, o sea, decir que la razón es la
cosa mejor repartida en el mundo, perfecto, pero agrega renglón
seguido tres líneas más: “pocos saben usarla”, el problema moderno es
enseñarnos a usar bien la razón, es decir, disciplinar el uso de la razón
para pensar bien, para actuar bien, disciplinar el uso de la libertad y
aparece la noción de deber, y disciplinar el vínculo social y aparece la
noción de un orden del discurso que regule socialmente las acciones.
Pero ¿sabe cuál es la sospecha?, que el nombre debe disciplinar el uso
de la razón, terminamos disciplinando la subjetividad misma y
eliminándola.

Todos los que somos docentes deseamos nuestro primer día de clase,
ojala todos vosotros alumnos, penséis por vosotros mismos, actuéis por
vosotros mismos, seáis bien libres y por dentro algo nos dice, ¡pero no
tanto!, Porque tengo la otra cara del tema, yo les voy a enseñar a usar
bien la razón, les voy a enseñar bien la libertad, lo exagero un poquito
pero es para dar la idea de cómo el problema, y es lo que se puso en
cuestión, y la palabra es fuerte, la razón moderna termina siendo una
episteme disciplinadora de la subjetividad, es decir, en última instancia
reductora de la subjetividad y entonces quedamos con esta paradoja y
este gran desafío educativo, que en nombre de ser sujetos lo que
buscamos es dominar a los sujetos y a ésto hay que resistir.

Por esto les llama él a su ética y para mi es una noción que en la


ciudadanía, hoy en el debate actual, junto al problema de la identidad,
junto al problema de la autonomía y la libertad, tenemos que plantearlo
con fuerza, lo que llamo Foucault el cuidado de sí, el cuidado de sí que
quiere decir, mirarse al espejo narcicisticamente y decir qué lindo que
soy, no, eso no tiene nada que ver con eso, el cuidado de sí quiere
decir: resistirse a todo proceso que nos quiera quitar el que somos
sujetos. Es increíble que tengamos que haber terminado el Siglo XX y
haber empezado el XXI teniendo que acudir a un lema de este tipo
“cuidar de sí”, es decir, resistirse a todos de subjetivación que quien va
(y este es el nombre de uno de los libros más reconocidos de Foucault)
a vigilarnos y castigarnos, porque somos diferentes, porque queremos
ser sujetos, porque queremos ejercer nuestras formas de libertad. Se
tiene un desafío educativo muy fuerte en la formación de la ciudadanía
porque es importantísimo no usar esto para subjetivar, pero finalmente
y como última cuestión lo que dije hace un ratito, no basta esto, todavía
hemos tenido que hablar de que no sólo la pertenencia, autonomía, el
cuidado de sí, sino que lo fundamental es el cuidado del otro, hablaba
hace un rato de ésto, y por lo mismo ligar ésto a otro valor, no
meramente al valor de la creatividad y la libertad y las formas de
libertad que diría Foucault o a la autonomía o a la pertenencia y la
identidad, sino logarlo a la responsabilidad en el sentido que hemos
explicado acá.

Entonces formar ciudadanos es tener que hacernos cargo como reto


educativo simultáneamente del problema de la pertenencia y la
identidad, el problema de la autonomía y por lo mismo el estar
descontextualizado, pero con el riesgo de ser disciplinadores, el
problema del cuidado de sí, y sobre todo la responsabilidad del cuidado
del otro. Quizás es un poquito denso ésto, porque trate de resumirles 25
siglos de reflexión de occidente, pero me parece que lo interesante es
ver cómo insisten y persisten los problemas, yo creo que a partir de aquí
es bueno terminar diciéndoles: yo creo que la formación ciudadana
ligada a la escuela y a nuestro trabajo educativo, desde todos estos
supuestos, nos puede convencer de no perder por un lado la memoria,
pero no transformar la memoria en nostalgia, la nostalgia nos fija a un
recuerdo, la memoria nos abre sentidos, yo quise hacer memoria con
ustedes, es decir, hablar que esto nos está jugando otro sentido, no
estoy nostalgiando, qué lastima que no seamos ciudadanos griegos,
sobre todo lo decimos los varones, o qué lastima que no seamos
ilustrados y tengamos un despotismo ilustrado al cual decirle: Federico
qué grande sos que nos dejaste pensar públicamente, esto es Kant, que
no le quita ningún valor pero le dedica le critica la razón pura a Federico
II de Prusia, porque era un emperador que dejaba que los ilustrados
opinaran, el pueblo no.

Memoria quiere decir no quedarse fijado pero tampoco olvidar, abrir


sentidos, y ésto es una de las cosas más fascinantes que tenemos los
humanos, este mismo relato lo podemos contar mañana y agregar
nuevas cosas y resignificarlo, es extraordinario, por algo desde muy
pequeñitos lo primero que demandamos es que nos cuenten cuentos, es
decir narraciones, y si por ahí en el cuento que tiene una estructura, nos
olvidamos de algo, el niño nos dice: “te olvidaste de la bruja”, pero al
mismo tiempo abre los ojos cuando le decimos: no está la bruja pero
está aconteciendo algo nuevo y la curiosidad se levanta, memoria, pero
simultáneamente abrámonos a lo que acontece y sobre todo trabajemos
para un mundo más justo desde la responsabilidad.

Yo concluiría mi conferencia diciéndoles: formación ciudadana en la


escuela y en la formación docente; memoria y utopía ahí está todo.
Gracias

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