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Cómo el azúcar afecta al

metabolismo del cáncer


Las conclusiones de un nuevo estudio de nueve años de duración , más de uno
le teme a la cucharadita que acaba de echarle a su café matutino. Una investigación
publicada recientemente por el grupo Nature aporta nueva evidencia sobre el papel de la
glucosa en el metabolismo de nuestras células, o dicho de otra manera, los cambios
químicos y biológicos que se dan a nivel molecular en nuestro organismo en relación
con el desarrollo de tumores. Pero no se alarme. No tiene nada que ver con eliminarlo
de su dieta, sino con encontrar nuevos hallazgos en el comportamiento del cáncer a
nivel celular, que sí apuntan a la capacidad que tenemos de incidir en las posibilidades
de sufrir cáncer con unos hábitos saludables.

“La causa principal del cáncer es el reemplazo de la respiración con oxígeno en las
células normales del cuerpo por la fermentación del azúcar”. Esta afirmación se atribuye
al fisiólogo alemán Otto H. Warburg, premio Nobel en 1931 por sus descubrimientos en
los mecanismos de respiración celular, y padre de la famosa hipótesis que lleva su
nombre sobre el origen del cáncer.

Fue el primero en sugerir que, si había una causa única compartida por todos los
cánceres, esa sería la alteración del metabolismo, al postular que las células tumorales
producen energía con un proceso en el que no está implicado el oxígeno. Aunque la
famosa hipótesis de Warburg, fechada en 1924, está cerca de cumplir un siglo, la
comunidad científica todavía no ha podido aclarar si es cierta o no.

“La causa principal del cáncer es el reemplazo de la respiración


con oxígeno en las células normales del cuerpo por la
fermentación del azúcar”, Otto H. Warburg, premio Nobel en
1931
Una prueba de la intensidad con la que los investigadores están abordando esta línea de
estudio es el hecho de que entre los años 2000 y 2015 se han publicado 18.000 artículos
sobre el tema, pero sigue abierta la controversia de si la fermentación de la glucosa es
causa o consecuencia del cáncer, como advierte en su introducción el artículo reciente
publicado por Nature Communicactions, al no identificarse todavía un vínculo
molecular claro entre la glucólisis [la vía metabólica de oxidar la glucosa para obtener
energía] y las proteínas que controlan la proliferación celular. Sin embargo, este estudio,
liderado por Johan Thevelein, de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) y
realizado en levaduras, apunta a que se trataría de una relación causal.

Algo más que genes

“Es volver a Warburg con una versión moderna. El mensaje del estudio es que el
metabolismo de la glucosa actúa mandando señales a la célula. Hasta ahora se pensaba
que las mutaciones genéticas generaban cambios metabólicos en la célula tumoral. Pero
muchos pensamos que podía ser al revés: cuando el metabolismo se altera, es capaz de
mandar señales a las células, proteínas y genes. Y esto es lo que faltaba conocer a
Warburg, la capacidad informativa del metabolismo", señala Javier A. Menéndez, Jefe
del Grupo de Metabolismo y Cáncer del Programa ProCURE del Instituto Catalán de
Oncología y del Instituto de Investigación Biomédica de Girona del Grupo de
Metabolismo y Cáncer.

"Este paper", explica el experto, "señala que, sin cambios genéticos detrás, solo
alterando el metabolismo —en ese caso, el de la glucosa—, se activa un importante
oncogén, la proteína Ras, una de las más alteradas en la mayor parte de tumores. Los
autores lo proponen como mecanismo de iniciación, es decir, que un cáncer se puede
iniciar exclusivamente por un síndrome metabólico".

“Todo lo que hoy en día se sabe de la relación entre azúcar y


cáncer es una asociación indirecta a través de las bebidas
azucaradas”, Carlos Alberto González
Tras el apogeo de la genómica, las líneas que relacionan los tumores con las mutaciones
de nuestros genes, esta nueva investigación se enmarca en el renacimiento del
metabolismo en el estudio del cáncer, como recoge una revisión publicada a principios
de este año en la revista Cell sobre la interacción del metabolismo en la biología de los
tumores.

“Estamos ante un cambio de paradigma: es apasionante ver que algo tan común a todas
las células o tejidos como es el metabolismo, produce impactos muy importantes en el
comportamiento de las células al alterar pequeñas cosas en él. Si en el futuro
entendemos cómo sucede, tendremos maneras preventivas o de tratamiento del cáncer
completamente novedosas basadas en el metabolismo”, apunta Menéndez, cuyo grupo
de investigación acaba de publicar en la revista Oncogene, también del grupo Nature,
un estudio en el que se muestra cómo el metabolismo actúa como regulador clave en la
epigenética [la interacción entre genes y ambiente] de los tumores, abriendo el campo a
posibles nuevas terapias contra el cáncer.

Durante muchos años —y todavía hoy— ha imperado la idea de que el cáncer es


genético, no hereditario, que afecta por los genes, “ocultando la importancia de otros
mecanismos en el cáncer, como el metabolismo”, señala este investigador.

“Si nos quedamos con la idea de que todo se basa en una mutación genética, entonces la
gente se cuestiona si necesita cambiar o no su dieta y su forma de ejercicio físico.
Pero se ha visto que las personas que viven en el área mediterránea tienen menos
cánceres de mama que los países nórdicos, aunque genéticamente seamos idénticos. La
explicación está en el impacto de la dieta diaria sobre el metabolismo. Si a nuestro
cuerpo le damos las posibilidades metabólicas para que la célula pueda ser más maligna,
las va a aprovechar, y ese es el problema que tenemos ahora”, indica Menéndez.

No lo confunda con el azucarero


Para entender cómo se relaciona el azúcar con la proliferación del las células tumorales,
primero no debe confundir la oxidación de la glucosa con el azúcar que tiene en la
despensa. La glucosa es un azúcar, como la lactosa o la fructosa. Pero el azúcar de mesa
es un disacárido llamado sacarosa, compuesto por dos monosacáridos: glucosa y
fructosa.

"Cuando hay una competición, como sucede en la aparición de


un tumor, entre la célula normal y la tumoral por la glucosa,
siempre gana la tumoral", Josep Maria Argilés, director del
grupo de investigación de Bioquímica y Biología Molecular

Al ingerir sacarosa tendrá un aporte de glucosa, pero no piense que eliminando el azúcar
refinado de su dieta su cuerpo dejará de recibirla. La glucosa está presente en un
sinfín de alimentos —cereales, panes, frutos secos, etcétera— y es el principal
combustible de las células de nuestro organismo. Téngalo presente: aunque no consuma
sacarosa, no se libraría de la glucosa.

“Las células tumorales utilizan mucha glucosa y tienen mecanismos para aprovecharla
mejor que una célula normal, de forma que cuando hay una competición, como

sucede en la aparición de un tumor, entre la célula normal y la tumoral por la


glucosa, siempre gana la tumoral”, describe Josep Maria Argilés, director del grupo
de investigación de Bioquímica y Biología Molecular del Cáncer en el Instituto de
Biomedicina de la Universidad de Barcelona.

“La glucosa es uno de sus combustibles favoritos, junto con el aminoácido llamado
glutamina, pero las células tumorales la usan de una forma muy ineficiente: en lugar de
aprovecharla al máximo, como hacen las células normales, donde la glucosa se oxida
totalmente a dióxido de carbono y agua, fabrican grandes cantidades de lactato,
dando lugar a un rendimiento energético muy bajo, generan muy poca energía. Es como
comer un kilogramo de carne y tirar 900 gramos. ¿Cómo se traduce en el paciente?
Cuando sufre esta ineficiencia metabólica, el paciente come mucho pero no engorda,
por lo que en muchos casos de cáncer, aunque no sea la única razón, se presenta el
fenómeno de la caquexia, una pérdida de peso muy acentuada que se suele identificarse
con la muerte”, explica Argilés.

Y, ¿cómo afecta la dieta?

Aunque el artículo de Nature Communications no afirma en ningún caso que el azúcar


cause cáncer, la ingesta de azúcares en la dieta converge con los hallazgos de la
investigación. “Para la gente de la calle, el planteamiento importante no es conocer el

metabolismo de una célula tumoral, sino saber si el cáncer viene provocado por el
consumo de azúcar", plantea Argilés.

Lo que de momento se ha confirmado es que el consumo excesivo de azúcar, en forma


de bollería industrial o bebidas azucaradas, lleva a una situación de obesidad, y
numerosos estudios epidemiológicos demuestran que la obesidad marcada o mórbida es
un factor de riesgo de cáncer.

Primero, cuanto más alimentos se ingieran, el tracto gastrointestinal tendrá más contacto
con posibles elementos cancerígenos. La obesidad genera, además, un estado
proinflamatorio o inflamatorio crónico, que va ligado al cáncer. Y también se ha visto
en animales de laboratorio, que si les quitamos el 30% de la comida, y por tanto reducen
su peso, estos animales tienen menos tumores a la larga que los normales. La restricción
de alimentos, y por tanto de energía, genera una respuesta preventiva en cuanto al
cáncer”, recalca Argilés.

"La restricción de alimentos, y por tanto de energía, genera una


respuesta preventiva en cuanto al cáncer", Josep Maria Argilés,
director del grupo de investigación de Bioquímica y Biología
Molecular

En la comunidad científica internacional, recuerda el epidemiólogo Carlos Alberto


González, miembro emérito del Instituto Catalán de Oncología y coordinador durante
20 años en España del Estudio Prospectivo sobre Cáncer y Nutrición (EPIC), se acepta
que el 80% de los tumores podrían asociarse a factores externos, entre los cuales están
identificados y reconocidos el 20% o 25% con el tabaco, entre el 25% y el 30% con la
dieta, el 15% con agentes infecciosos, del 10% al 15% con la obesidad, y entre el 4% y
el 5% con el alcohol.

“Hay tres revisiones importantes publicadas de estudios de cohorte [la comparación de


varias poblaciones seleccionadas por compartir unas características determinadas:
mujeres, hombres, mayores de 30 años...] que aportan evidencia sobre el índice
glicémico y la carga glicémica y la ingesta de carbohidratos y su relación con el cáncer
de páncreas, el cáncer colorrectal y el cáncer de mama.

En ningún de ellos se ha podido determinar que haya una asociación, salvo en el cáncer
de mama, en concreto, en el caso de mujeres posmenopáusicas con receptores
estrogénicos negativos [que no dependen de los estrógenos]. Todo lo que hoy en día se
sabe de la relación entre azúcar y cáncer es una asociación indirecta a través de las
bebidas azucaradas, que además de ser un factor de riesgo cardiovascular y de caries
dental, está vinculada a la obesidad, que es en sí un riesgo de cáncer. La Agencia
Internacional para la Investigación sobre el Cáncer ha identificado 13 tipos de
cáncer relacionados de forma causal con esta enfermedad”, destaca este epidemiólogo.

Una cuestión importante es que si una persona ha tenido un cáncer y aumenta de peso o
tiene obesidad más marcada, la evidencia indica que tiene riesgo de que el tumor
reaparezca o aparezca un tumor nuevo si no lleva una dieta saludable. “Una persona
que ha tenido cáncer debe reducir su consumo de azúcar, sobre todo el refinado,
porque es un factor importante de reincidencia. Hacer ejercicio, mantener una dieta de
frutas, vegetales y cereales integrales es muy importante para las personas que han
tenido un cáncer”, concluye González.

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