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Sobre el autor

Esta obra le pertenece al compositor Carlos Talavera, nacido en Caazapá el 4 de noviembre de


1899, desde muy pequeño fue considerado un niño prodigio, estudio flauta en su ciudad natal y a
los 8 años obtuvo el premio a mejor flautista de Paraguay (Premio Cervecería Americana).

A los 17 años inicia sus estudios en la guitarra, primero de forma autodidacta y luego en 1917
ingresa al Instituto Paraguayo donde es alumno del maestro Gustavo Sosa Escalada, ofreciendo su
primer concierto en 1919. Luego se trasladó a Buenos Aires, Argentina donde tomo cursos, y dio
conciertos por diversos países de Sudamérica: Argentina, Chile, Colombia, Uruguay y Brasil en un
ciclo de presentaciones para radio Tupí.

En 1932 regresa a su natal Paraguay para enlistarse con motivo de la guerra del Chaco, guerra que
se sostuvo entre Bolivia y Paraguay que duró 3 años.

En 1937 viaja a España para dar una serie de conciertos, en el año 1940 el entonces presidente de
Brasil Getulio Vargas le ofreció facilidades para que residiera en Brasil pero el maestro Talavera
decidió regresar a Paraguay. Vivió en Villarrica donde formó a numerosos discípulos.

Falleció trágicamente el 16 de julio de 1953 de un disparo en la sien que se dio el mismo.1

El Dr. Miguel Ángel Pangrazio Ciancio cuenta una breve historia sobre el maestro Talavera en su
libro Recuerdos de mi infancia:

Versiones de personas de absoluta credibilidad cuentan que el gran “Mangoré” Agustín


Pío Barrios llegó de gira artística a Caazapá. Esa noche ejecutó las canciones de su
repertorio en el local de la Municipalidad.

A las tres de la mañana, Carlos Talavera enfila hacia el hotel, donde descansaba el famoso
“Mangoré”, sorprendiendo a éste con un concierto, réplica de lo que había ejecutado
Agustín Barrios esa noche. Atónito y admirado lo invita a Carlos Talavera a pasar, mas éste,
discreto y peretinente, le pide disculpas por haberle interrumpido el sueño y que pasaría a
media mañana a visitarlo. Don Carlos no era para ell protocolo, menos a hacer cumplidos.

Barrios preguntó por Talavera y lo visitó en su quinta de frondosos mangales. Al ver a


“Mangoré”, el músico caazapeño lo saludó con la siguiente frase: “!Maestro, me honra su
visita! ¿Qué desea servirse?. “Dos naranjas Caazapá”, contesta el misionense (de San Juan
Bautista). Talavera le sirve media docena de naranjas y chipa. Conversaron y Barrios, al
final, le propone acompañarlo para integrar su conjunto. Talavera le agradece y le dice que
él nació como el jilguero, para transitar solo por el difícil camino del arte. Así concluyó este
singular diálogo entre dos eximios guitarristas paraguayos: uno misionense, el otro
caazapeño.

1
(Szarán, 2007)
Carlos Talavera, el creador de la universal polka “Guyrá Campana”, comentan sus amigos
de la época que en un actuación artística en el pueblo de San Juan Nepomuceno, a 58
kilómetros de Caazapá, al regresar, a orillas del arroyo Capiibary, escuchó cerca de la
compañía “Ñacumday” el canto metálico del “guyrá Campana”. Talavera, hombre
inspirado, imitó aquel canto que dio origen a tan singular polka.

La memoria de Carlos Talavera perdura en su pueblo. Artista sensitivo, por sobre las
miserias de este mundo supo enaltecer su profesión estética. “Guyrá Campana” o “Guyrá
pon”, inmortaliza su nombre.2

Por otro lado tenemos al arpista que hizo conocida internacionalmente esta obra, Félix Pérez
Cardozo, nacido el 20 de noviembre de 1908 en el departamento de Guairá, es la figura más
representativa en interpretación, desarrollo de técnica y composición de música para arpa. Es
considerado un autodidacta ya que nunca se le conocieron maestros.

Integró un trío, paradigmático, de arpa y dos guitarras, con Ampelio Villalba y Diosnel Chase,
recibió el apoyo del poeta Pedro José Carlés, con quien se trasladó a la capital (Asunción) en 1928,
presentándose en los festivales de música folklórica, organizados en el Teatro Granados por
Aristóbulo “Nonón” Domínguez y en locales nocturnos.

En 1931 partió con su grupo a Buenos Aires, Argentina, donde llevó a cabo la mayor parte de su
carrera artística. Esta presencia es históricamente la primera de una larga cadena de músicos
paraguayos que luego recalarían en la capital porteña, por espacio de más de medio siglo.3

En su estancia en Argentina es que graban por primera vez el Pájaro Campana, Mario Rubén
Álvarez nos dice en su libro Las voces de la memoria:

"Adamini, el administrador del sello discográfico Odeón, me contó una anécdota. Pérez
Cardozo había concluido la grabación de Guyra Campana. Como la Sociedad Argentina de
Autores y Compositores (SADAIC) exigía que se pusiera el nombre del autor de la obra, el
funcionario le pidió que cumpliera con ese requisito. Entonces, Félix le dijo a Ámpelio, que
estaba allí:

-Oje'évango ne mba'eha (Se suele decir que es tuya la obra)-.

-Ndaha'éi che mba'e, pero aikuaa máva mba'épa (No es mía, pero sé de quién es -le
responde Villalba

-Ha máva la ijára (¿Y de quién es?)

2
(Pangrazio, 1998)
3
(wikipedia)
-Guyra mba'e (del pájaro)- le replica, obviamente haciéndole una broma. Figuró en el disco
como arreglo de Pérez Cardozo. A Ampelio no le importaba figurar".4

4
(Álvarez, 2009)

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