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Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2008 - 12545

Universidad San Ignacio de Loyola S.A.


Avenida La Fontana 550, La Molina, Lima.

Primera edición. Lima, 2008.


Impreso en el Perú
EL
FERNANDO BELAUNDE
QUE CONOCÍ
Raúl Diez Canseco Terry
Pasé una vez por Lima, y Ciro Alegría, el gran novelista de Los perros
hambrientos, que era entonces presidente de los escritores peruanos,
insistió para que se me condecorase en su patria. Mi poema “Alturas de
Machu Picchu” había pasado a ser parte de la vida peruana; tal vez logré
expresar en esos versos algunos sentimientos que yacían dormidos como
las piedras de la gran construcción. Además, el presidente peruano de ese
tiempo, Fernando Belaunde, era mi amigo y mi lector. .. Sigo creyendo que
el arquitecto fue un hombre de intachable honestidad…

Pablo Neruda, insigne poeta chileno,


En Confieso que he vivido,
Memorias publicadas en 1974.
Ha recorrido todo el territorio nacional, pueblo por pueblo, auscultando
el dolor de las multitudes, la angustia de las madres, el anhelo y la ilusión
de los niños. Cuando él ha dicho que detrás de cada choza andina veía un
retablo de Belén, ha empleado una frase que pasará a la antología peruana.
No ha tenido más guías que Cieza de León, los primeros misioneros y tal
vez, El Lazarillo de los Ciegos Caminantes. Andariego de las tierras del
Tahuantinsuyo, peregrino iluminado del sacro suelo patrio, lo veo entre las
huacas y las ruinas, entre canales destruidos y andenes abandonados, sobre
las piedras milenarias, como si los Incas se acercaran para decirle: continúa
nuestro mensaje, revive nuestra pasada grandeza y nuestra olvidada justicia…

Víctor Andrés Belaunde,


Memorias.
Índice
Presentación 13

Parte I
EL FERNANDO BELAUNDE QUE CONOCÍ 17

Visionario de ayer y siempre 27


Hasta siempre 31
Mensaje vigente de Belaunde 34

PARTE II 37
HORAS DE LUCHA

Mensaje a los jóvenes participantes del Primer Encuentro 40


Nacional de Juventudes Acciopopulistas
La tercera cruzada de Acción Popular 48
Confirmación del crédito público 53
“Serviré a mi partido hasta el ultimo aliento” 58
“Quiero que me recuerden como alguien que luchó hasta la 65
muerte por la democracia”.
Hoy como ayer… 70
Cita en Huancayo 75
Proponemos una democracia institucional 82
Cusco seguirá siendo honor y gloria del mundo 86
Lima constituye la unión de mil pueblos 91
“No sabíamos que usted era el Gran Jefe, por eso lo 94
atacamos”.

PARTE III
UN PRIMER ENCUENTRO CON EL
ANECDOTARIO DEL PRESIDENTE BELAUNDE 97
“Siempre cedía a nuestras súplicas” 100
“Soy terco partidario de la democracia” 103
“Nos salvó una ola gigante” 106
“Felizmente estamos vivos para reconstruir” 109
“Oiga Romero, hay 600 millones para viviendas…” 111
“Yo también hablo francés” 113
“Comparta sus fotografías y queda regularizada su situación” 106
Sus obras los graficaba en la arena 118
“Tengo que convertirme en el gran arriero del Perú” 122
“No me iré sin su firma” 126
13

Presentación
Tuve el privilegio de conocer a Fernando Belaunde Terry cuando apenas
era un niño. Mi madre no sólo era parte de su familia directa, sino también
su incondicional seguidora a partir de 1956 en que Belaunde inicia una
extraordinaria cruzada como líder de una nueva y fresca corriente política
que, en corto tiempo, habría de convertirse en la alternativa de cambio que
el país buscaba imperativa y afanosamente.

Las elecciones generales de 1963 ungieron a Belaunde como el primer líder


reformista en la historia de la República. Sin embargo, recién en la etapa
de mi adultez sería la época en que llegué a conocerlo mejor y tratarlo
plenamente, compartiendo con él numerosas horas en sus quehaceres como
Jefe del Estado durante su segundo mandato (1980-1985) o como past
presidente senador vitalicio que le confería la Constitución de 1979.

Precisamente, la parte primera de este libro intenta configurar un primer


ensayo en torno a la personalidad política de Belaunde, vista desde los
asuntos más críticos que encaró en el ejercicio de su segunda administración
o en su condición de ex presidente de la República. A diferencia de lo
que piensan algunos críticos peruanos, el conflicto con el Ecuador (caso
del Falso Paquisha en 1981) y el papel que cumplió para evitar la guerra
de Las Malvinas que enfrentó a Argentina y el Reino Unido (1982),
además de su participación para detener el proyecto de estatización de la
banca presentado por el presidente Alan García (1987), desvelaron una
personalidad equitativa y justa, pero al mismo tiempo firme, enérgica y
decidida en la hora del desafío.
14

Mi relación se hizo más entrañable cuando dejó Palacio de Gobierno el 28


de julio de 1985 tras entregar el mando a su sucesor, Alan García Pérez,
quien se empinó al cargo más alto de la nación en unas elecciones generales
caracterizadas por su limpieza y madurez cívica. A lo largo del tiempo,
lo acompañé por varias ciudades del país en su reiterado peregrinaje para
conocer personalmente sus inquietudes y problemas. Posteriormente, sería
él –privilegio que siempre valoré y agradecí continuamente- quien decidió
acompañarme para apoyar mi trabajo como dirigente nacional frente a
Acción Popular o para impulsar y respaldar la campaña electoral por mi
candidatura a la presidencia de la República en 1995.

En la parte segunda de este libro, se da cuenta cabalmente de los numerosos


escritos y discursos que dan fe de ello. También nos recuerdan lo acertado
de sus pronósticos en cuanto a lo nocivo que significó la ruptura del orden
constitucional en 1992. Tantas verdades ahora comprobadas como aquellas
apreciaciones respecto a lo nefasto del continuismo presidencial del
gobernante de turno.

Quiso el destino que estuviera muy cerca de él en los últimos siete años de
su vida. No sólo admirando su espíritu de trabajo y entrega permanente a
la causa nacional, sino además en sus momentos de alegría como en los de
tensión, donde destacaban la mente lúcida, la tranquilidad de conciencia,
su devoción por la justicia más allá de cualquier circunstancia y su prístina
visión de estadista.

Amigo lector: que el libro que tiene en sus manos se convierta de alguna
manera en una guía o mapa político que lo ayude a ubicar en la historia
a este entrañable personaje del siglo XX. Corresponde a su elevado
entendimiento explorar más allá de la superficie. Si decide colocarse el
overol de explorador del conocimiento, seguro que encontrará en Belaunde
un tesoro humano o paradigma de incalculable valor como ejemplo.

Estos tiempos de incertidumbre y de crisis financiera mundial, estimulan a


leer y releer sus ideas políticas. Muy temprano se dio cuenta que su posición
era el centro político, el justo medio, lejos de cualquier extremismo.
15

La historia, sin duda, tendrá su veredicto propio; pero los peruanos de hoy
y del futuro sabrán que el Perú tuvo en Belaunde a un abanderado de la
libertad y de Ley de Hermandad, la misma que, cabalmente y expresada
en el vocablo solidaridad, es reclamada ahora como referente moral y ético
por un mundo que de verdad quiere ser más libre pero que cada vez se ata
al pragmatismo y la frivolidad campante.

Reitero que este libro, El Fernando Belaunde que conocí, contiene


necesariamente un enfoque personal. No sólo porque la raíz de ello es
vinculante a una interacción casi permanente que mantuve con el Presidente
durante muchos lustros, especialmente luego que por segunda vez dejó de
gobernar el país, desde 1985 hasta su muerte, sino además porque persigue
el afán de compartir con la juventud peruana la sabiduría de un hombre
bueno y generoso y de visión profunda.

Los testimonios de personas valiosas que lo acompañaron dan cuenta


fundamentalmente de ese hombre bueno al que me refiero y subrayo. Sus
principales colaboradores –no están todos, desde luego, ocasión para insistir
en el tema en otro tiempo- y personas muy cercanas que estuvieron con él
en diferentes etapas de su vida, nos recuerdan a un hombre asceta en cuanto
estilo de vida pero importante y trascendente en la historia del Perú.

Finalmente, apunto que cada parte de este libro está redactado para que
pueda leerse por separado.
Raúl Diez Canseco Terry
Octubre de 2008
PARTE I
EL FERNANDO BELAUNDE QUE CONOCÍ
19

C omo se podrá entender, lo reitero permanentemente, tengo una


profunda admiración por la figura del Presidente Belaunde. Mi entusiasmo
obedece porque en vida desplegó una impresionante ejecutoria de vocación
de servicio a la patria, indoblegable lucha por la libertad, la democracia y la
defensa de la ley, sus valores morales y, sobre todo, por su inmenso amor al Perú.

Me atrevo a sostener que en la historia de la República, el presidente


Belaunde está entre los que más y mejor conocieron el Perú; entre los
que, como nos lo recuerda en sus Memorias uno de los grandes del siglo
XX, Víctor Andrés Belaunde, “auscultando el dolor de las multitudes, la
angustia de las madres, el anhelo y la ilusión de los niños…”, supo captar
hondamente el sentimiento de los pueblos y sus necesidades.

Quien quiera informarse y con profundidad sobre nuestro país –su


geografía, historia, cultura, idiosincrasias, etcétera- tuvo en Belaunde un
referente de saber y de conocimiento. Y lo tendrá siempre gracias a sus
numerosos escritos y libros que son requeridos como fuente obligada de
consulta en todo el país.

Me sentí, por ello, sumamente halagado cuando en la campaña electoral


nacional de 1995 y en mi condición de postulante a la presidencia de la
República, decidió acompañarme sin ningún contratiempo. No obstante su
avanzada edad no tuvo reparos para protagonizar lo que fueron sus últimas
manifestaciones públicas.

Fue emocionante verlo nuevamente en el escenario, en el podio, como


en sus mejores tiempos, saludar a la gente y ser aplaudido, ovacionado,
vitoreado y querido. “Viejito lindo, no te vayas…”, le dijeron, por ejemplo,
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en su última manifestación pública ofrecida en la Plaza 28 de Julio de


Iquitos, capital de Loreto.

Agradezco eternamente cada una de las apreciaciones y elogios que diera en


cada uno de sus discursos sobre mi persona cuando fui dirigente partidario
y postulante a diversos cargos públicos.

Guardaré por siempre mi reconocimiento por apoyarme con consejos,


orientaciones y, sobre todo, por su presencia en las grandes manifestaciones
públicas de 1995, en realidad las últimas de su trayectoria: Huaraz,
Arequipa, Cusco, Iquitos y Lima.

Han transcurrido muchos años desde entonces; y, sin embargo, como si


fuera hoy, aún escucho su voz conductora, vibrante, su palabra vigorosa, el
mensaje positivo.

Raúl Porras Barrenechea dijo de Miguel Grau: “mostró la peculiar manera


de pelear, de vencer y de morir de los peruanos”. Y añadió: “Grau, como
auténtico peruano, enseñó la posibilidad de luchar sin amargura y de
convertir la venganza en generosidad, y le dio al enemigo la peruanísima
lección de vencer sin odio y de perder con honra”.

Podríamos decir lo mismo sobre Belaunde como líder de masas y político


valiente. Cuando se trató de defender los intereses de la patria o de rescatar
la democracia de los usurpadores, Belaunde alzó su voz con la firmeza de
la autoridad moral.

“La Constitución impera, la ley rige y la libertad reina en la República.


Tales son, en síntesis, los mayores logros de mis mandatos”, dijo en julio
de 1985 cuando abandonó el Congreso de la República al entregar el poder
a su legítimo sucesor.

Pero Belaunde no sólo fue un carismático político, también fue un


inconfundible ser “de carne y hueso”, según el decir de José Ortega y Gasset.
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Precisamente, intentamos un poco más de acercarnos a la dimensión algo


íntima del personaje a través de los momentos neurálgicos que tuvo que afrontar.

Como lo aseguran la mayoría de las encuestas que divulgan prestigiosas


universidades, él es uno de los peruanos de todas las épocas que gozan de
las mejores simpatías del pueblo. ¿Qué hace posible estas preferencias?
De alguna manera, algunos pasajes importantes, como los que describimos
luego, estructuran una personalidad trascendente en los asuntos decisivos.

El general en su laberinto

Uno de los episodios que pinta mucho sobre la generosidad de Fernando


Belaunde, fue su relación con el recordado general del Ejército Rafael
Hoyos Rubio, quien participó en el golpe de Estado que acaudilló el general
Juan Velasco Alvarado, el 3 de octubre de 1968, y que derrocó al Presidente
Belaunde. El entonces coronel Hoyos Rubio fue el encargado de sacarlo de
Palacio de Gobierno.

Años más tarde, en 1980, con Belaunde sentado nuevamente en el sillón


presidencial, Hoyos Rubio postuló a la jefatura militar inmediatamente
superior que le correspondía. Era jefe de La Blindada del fuerte Rímac
y con el antecedente de su intervención en el golpe, estaba seguro de que
su ascenso era imposible. El notable militar fue ante el flamante Jefe del
Estado y le dijo que entendía su decisión de invitarlo al cese. Sin embargo,
Belaunde, contra todo pronóstico lo nombró Comandante General del Ejército.

“Mi padre pensaba que Belaunde lo iba a mandar a su casa, retirado, y se


llevó una sorpresa cuando le dijo que quería que fuera comandante general.
Nunca fueron amigos, pero sí tuvieron una relación de mucha lealtad”, nos
recuerda ahora su hijo, el general Rafael Hoyos de Vinatea.

Enemigo de las represalias y contra la opinión de corrientes de poder,


tampoco inició proceso de investigación alguno contra los miembros del
gobierno militar de Francisco Morales Bermúdez. La explicación la daría
22

tiempo después el ex senador y dirigente acciopopulista Gastón Acurio


Velarde: “A Morales Bermúdez se le reconoció el haberse diferenciado
notoriamente de (Juan) Velasco Alvarado”.

Dios y las águilas

Fue una madrugada de mayo de 1982 cuando, en misión secreta


encomendada por el Gobierno del Presidente Belaunde, 10 pilotos peruanos,
entre mayores y capitanes, a bordo de aviones de combate Mirage M5-
P, de fabricación francesa, salieron de la base aérea La Joya (Arequipa)
hacia su similar de Tandil, al este de Buenos Aires, Argentina, para cumplir
una operación militar en el conflicto del Atlántico Sur. Las naves volaron
equipados con misiles aire-tierra y misiles antiaéreos.

Previamente, la Fuerza Aérea Argentina había solicitado apoyo de aeronaves


de combate de alta performance para hacer frente a los famosos Harrier que
escoltaban a la armada real inglesa en su marcha hacia las Islas Malvinas
y las Georgias del Sur.

En la VI Brigada Aérea de Argentina (Tandil), desde donde operaban


aviones Dagger hubo aquel día alegría plena cuando el escuadrón peruano
de cazas aterrizó en la pista de la guarnición militar.

Desde esta base, alrededor de 30 pilotos argentinos cumplían misiones


de combate, pero tenían muchas dificultades para el abastecimiento de
combustible debido a la distancia entre el continente y las islas. Los Dagger
o Mirage 5, interceptores y cazabombarderos supersónicos, se habían
constituido en pilares del instrumento militar argentino en el Conflicto
por las Islas Malvinas. Al final, en los 45 días de combates se realizaron
desde Tandil 112 misiones “aire – aire” y “aire – tierra” contra objetivos
adversarios aéreos, navales y posiciones terrestres en el Estrecho de Bahía
San Carlos, totalizando mas de 700 horas de vuelo.

De manera que la llegada del escuadrón aéreo peruano en momentos


críticos constituyó un alivio para la Fuerza Aérea Argentina (FAA). Las
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escaramuzas bélicas habían empezado un mes antes, cuando el Gobierno


británico de Margaret Thatcher ordenó hundir el crucero argentino Belgrano
que transportaba cientos de conscriptos de las Islas Malvinas de regreso a la
Argentina y navegaba fuera del área de exclusión decretada unilateralmente
por el Reino Unido.

A raíz de la inmediata ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos


estados beligerantes, el Perú representó los intereses diplomáticos de la
Argentina en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

Empero, desde un comienzo, el Gobierno del Presidente Belaunde tuvo una


participación activa en el conflicto como aliado de Argentina. Con Estados
Unidos intentaron que el conflicto no se agudizara, pero todo fue en vano.

El Dr. Javier Arias Stella, entonces canciller peruano, nos recuerda que se
estuvo muy cerca de llegar a un acuerdo de cese de hostilidades: “Después
de intensas negociaciones junto con Estados Unidos, el presidente Belaunde
habló con el presidente argentino Leopoldo Galtieri, quien aceptó el
documento por el que se ponía fin al conflicto. Cuando todo indicaba que
las negociaciones darían resultados y en Torre Tagle nos preparábamos
para un anuncio oficial, el presidente Belaunde me informó que el crucero
argentino General Belgrano acababa de ser hundido en combate. No había
nada que hacer y Belaunde le expresó su solidaridad a Galtieri”.
Para Arias Stella, los esfuerzos diplomáticos peruano-estadounidenses por
evitar un conflicto bélico se frustraron porque la primera ministra Margaret
Thatcher ya había ordenado el envío de una gruesa flota hacia el Atlántico
Sur. “Es decir, no podía regresar con las manos vacías. Tenía que recuperar las
Malvinas”.

Si las tropas británicas no recuperaban las Falklands, habría sido un fracaso


con graves consecuencias internas para Margaret Thatcher en el ámbito
británico y europeo en general.
24

Ahora, el tema de las Islas Malvinas no sólo constituye un tema fundamental


para Argentina sino también para el Perú. El embajador Martín Belaunde
Moreyra nos recuerda hace poco que en el libro “The Official History of
the Falklands Campaign, Vol II, War and Diplomacy”, escrito y publicado
en Inglaterra, con el auspicio informativo del gobierno británico, por Sir
Lawrence Freedman, se incluye un capítulo denominado “The Peruvian
Initiative”, o sea la Iniciativa Peruana.

En esta parte se narra con mucho detalle los esfuerzos desplegados por
Belaunde con el objetivo de lograr una solución pacífica que, al mismo
tiempo, cautelase la reivindicación argentina sobre las Malvinas.

“En efecto, podemos leer que entre el primero y el tres de mayo de 1982
Belaunde concibió y planteó una propuesta de siete puntos, conversada
previamente con el entonces Secretario de Estado norteamericano
Alexander Haig, luego transmitida telefónicamente al general Galtieri”,
dice el ex embajador del Perú en Argentina.

Agrega que el contenido de dicha propuesta según el libro de Sir Lawrence


Freedman, fue:
a. Inmediato cese al fuego;
b. El retiro de las fuerzas de ambos lados;
c. El involucramiento de terceras partes para una administración
temporal de las islas;
d. La aceptación de ambas partes del hecho de la existencia de
una disputa sobre soberanía;
e. El reconocimiento de que los puntos de vista e intereses de
los isleños, fueran tenidos en cuenta cuando se llegara a un
acuerdo definitivo;
f. La formación de un grupo de contacto integrado por Brasil,
Perú, la República Federal Alemana y los Estados Unidos;
g. El imperativo de llegar a un acuerdo definitivo para el 30 de
abril de 1983.
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Para el Presidente Belaunde, la propuesta era como “un triunfo para


Argentina sin llegar a ser una capitulación británica”. Pero, el hundimiento
del buque argentino Belgrano colapsó toda iniciativa diplomática.

¿Por qué el Perú se involucró en el conflicto? La respuesta es sencilla, y al


mismo tiempo múltiple. Por la vocación pacífica de su presidente que quería
evitar el derramamiento de sangre, por no permanecer éste indiferente ante
un problema que afectaba la paz del continente y porque, en el marco del
respeto al derecho internacional, estaba del lado de Argentina en sus deseos
de reivindicación argentina sobre las Malvinas.

De allí el reconocimiento de Argentina por su rol clave durante el conflicto


bélico y sus esfuerzos diplomáticos para encontrar una solución pacífica.
Belaunde lo intentó todo, pero, llegado el momento, se puso al lado del
país hermano.

Hoy un hermoso busto de Belaunde se levanta en la Plaza República del


Perú, en cuya placa se puede leer: “La ciudad de Buenos Aires rinde tributo
a Don Fernando Belaunde Terry, Presidente del Perú (1963-1968 y 1980-
1985), amigo incondicional de la República Argentina y de su pueblo.
Gratitud eterna a quien ayudó a defender la soberanía sobre nuestras Islas
Malvinas”.

La furia del Cóndor

Otro episodio neurálgico que abordó el Presidente Belaunde fue el conflicto


del Falso Paquisha.

En enero de 1981, los informes secretos señalaban la presencia en Comaina,


en la zona oriental de la Cordillera del Cóndor, dentro del territorio patrio,
de tres destacamentos militares ecuatorianos.

Efectivamente, tal cual informó la prensa, el 22 de enero de 1981 el mayor


del Ejército Rubén Polanco Pacheco, quien pilotaba un helicóptero de la
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Aviación del Ejército del Perú que realizaba una misión de abastecimiento,
en la zona fronteriza con Ecuador- descubrió ese día que tropas del
Ecuador habían fijado en territorio peruano un Puesto Militar de Vigilancia
semiconstruído con material noble.

Polanco comprobó la invasión e informó a sus superiores. El hallazgo


evidenció la estrategia política, diplomática y militar diseñada por el
Gobierno de Ecuador, presidido entonces por Jaime Roldós Aguilera,
dirigida, una vez más, a confundir a la comunidad internacional, designando
con el nombre ecuatoriano de “Paquisha” el punto de incursión más
profundo en territorio peruano.

La cancillería peruana solicitó entonces a su par ecuatoriana que investigara


la posibilidad de una presencia indebida de efectivos militares en territorio
nacional. La reacción fue la proclamación de la nulidad del Protocolo
de Río de Janeiro y la denuncia que un helicóptero de bandera peruana,
supuestamente, había sobrevolado sus Puestos de Vigilancia de Paquisha y
Mayaico dejando herido a un soldado.

Frente a esta situación, el presidente y las Fuerzas Armadas respondieron


con energía a las inadmisibles pretensiones ecuatorianas. Las operaciones
militares permitieran tomar pleno control del territorio invadido por
efectivos ecuatorianos,

Belaunde, en rápida reacción, calificó a la zona liberada de “falso Paquisha”


y luego del desalojo se constituyó en ese lugar cuando aún seguían las
operaciones contra otros puntos de infiltración ecuatoriana.

En suma, lo que nos hace ver estos hechos es que el Presidente Belaunde
es uno de los mayores exponentes de una clase dirigente con mucha visión
y capacidad de ver las cosas de otra manera. Clase académicamente sólida,
honesta y democrática.

Hablar sobre él siempre será insuficiente, inconcluso. Por eso, los siguientes
artículos intentan complementar el perfil de un peruano cabal del siglo XX.
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Visionario de ayer
y siempre
Asunción, Paraguay, 4 octubre de 1996

M ás temprano que tarde y cuando el juicio apasionado de paso a la


observación imparcial y la reflexión profunda, el Perú sabrá valorar el papel
protagonista en su historia por uno de sus hijos más preclaros: Fernando
Belaunde Terry quien, este 7 de octubre, cumple nada menos que 83 años
de vida.

Nacido en Lima en 1912, en el seno de una familia profundamente cultura


y religiosa, desde muy niño experimenta los avatares de la política criolla
cuando su padre don Rafael Belaunde, un hombre recio y principista, se ve
obligado a abandonar el país durante la dictadura de Augusto B. Leguía.

Por esa particular condición de niño, adolescente y joven asilado, realiza


sus estudios lejos de la patria, en condiciones económicas modestas. La
secundaria la realiza en el “Sainte-Marie de Monceau” en París, Francia,
regentado por religiosos y, años más tarde se matricula en el Departamento
de Arquitectura de la Univesidad de Miami y se gradua, en 1935, en la
Universidad de Texas. Diría luego: “En Texas, se incrementó mi interés por
la vivienda como problema urbano, al estudiar los barrios mexicanos donde
aún imperaba la pobreza” y confesaría, en alguna oportunidad : “México
fue para mí el reencuentro con lo nuestro”.

De sólida formación académica y profundo sentido social, el joven


arquitecto regresa al Perú en 1936 y, desde entonces, se dedica de lleno
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al trabajo profesional y a actividades gremiales. Por esa época impulsa la


creación de la Sociedad de Arquitectos, precursora del actual Colegio de
Arquitectos y, en 1937, funda la revista “El Arquitecto Peruano”.

Se inicia en la cátedra universitaria en 1943, dictando el curso: “Introducción


al Urbanismo” en la Pontificia Universidad y, años más tarde, en 1946,
se vincula al Departamento de Arquitectura de la entonces Escuela de
Ingenieros, donde ejerciera su jefatura en 1950, y, posteriormente, entre
fines de 1955 y 1960, el decanato de la Facultad de Arquitectura de la
Universidad Nacional de Ingeniería.

Pero la actividad de Fernando Belaunde no se circunscribía a esferas


académicas y de campus. El contacto con los estudiantes inspiraba aún
más su vocación de servicio social, y fue con ellos que no sólo realizó
variados proyectos de viviendas de interés social, sino que también amplió
sus propios horizontes estudiando la amazonía peruana.

Fue en ese período que nació la idea del proyecto más grande de colonización
vial que se haya efectuado en el Perú: la Marginal de la Selva, que le valió
la medalla de oro de la Bienal de Rímini, Italia, en 1970.

“Al haber estudiando en Francia y Estados Unidos muchos esperaron que


fuera portador de ideas exóticas, pero ocurrió lo contrario.

Mi fuente de inspiración ha sido y es el Perú”, diría siempre.

Fue elegido diputado por Lima en 1945 en las listas del Frente Democrática
Nacional, oportunidad que le permitió impulsar uno de sus grandes
proyectos habitacionales: la Unidad Vecinal No. 3. En 1956 –demostrando
coraje y decisión política- fue candidato a la presidencia de la República,
enarbolando estandartes de juventud, de renovación y de rebeldía frente
al orden de cosas imperante. Quedó segundo en las ánforas y sólo pudo
derrotarlo una amplia alianza política.
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Desde entonces, Belaunde decide recorrer el país “pueblo por pueblo”,


a pie o a lomo de bestia. Por carretera, en lancha o en tren. No habría
punto de nuestro territorio que no fuese visitado por este arquitecto viajero.
Como producto de estos largos recorridos, de reflexiones profundas que
combinarían una visión integral de su época y la del porvenir, más el
contacto con la realidad peruana, el hombre y su hábitat, crea “El Perú
como doctrina”, fuente ideológica inagotable y generadora de las bases
programáticas de Acción Popular, que hoy como ayer se ratifican.

“Una doctrina sin programa es inoperante; un programa sin doctrina es


infecundo y efímero”, precisa Belaunde.

En ese sentido sorprende comprobar, en la actualidad, que los puntos


cardinales de sus propuestas programáticas ; restablecimiento del equilibrio
hombre-tierra, de la improvisación al planeamiento, colaboración civil-
militar, industrialización acelerada, emancipación de los villorrios,
solidaridad por la justicia social, la educación al encuentro del educando, la
revolución del crédito; y , la ocupación plena, aún se mantienen vigentes.

De ellos, la educación al encuentro del educando, fue un lineamiento


programático que orientó a los dos gobiernos de Acción Popular (1963-
1968 y 1980-1985) a acercar la escuela y el maestro al niño y al adolescente,
por más alejados que se encuentre, allí donde estuviere su hábitat y su
medio. Por eso las miles y miles de escuelas ejecutadas por el sistema de
cooperación popular que yacen en caseríos y pequeños poblados de todo el
territorio patrio. ¡La educación al encuentro del educando! Sigue siendo el
mandato de los tiempos modernos en los que, obviamente, es necesaria la
incorporación de la tecnología de vanguardia. Para muestra un botón, dice
el aforismo popular.

Estos lineamientos programáticas que aplicó Belaunde en sus dos períodos


de gobierno constitucional, significaron para el Perú, la materialización de
más de la mitad de los grandes proyectos de irrigación plasmados en este
siglo, la incorporación al agro nacional de dos millones de hectáreas de
30

nuevas tierras para el cultivo; la ejecución del 65% de la infraestructura


energética del país; la construcción del 35% de la red vial nacional de 70 mil
kilómetros; la concreción de los proyectos habitacionales más importantes
que se hayan realizado en materia de vivienda y que hoy benefician a más
de dos millones de peruanos, etc.

El no tiene fortuna material, la tiene espiritual, y su mayor riqueza es la fe


pública y el respaldo ciudadano.

Son pues realidades macizas, como las moles de concreto armado, mudos
testigos de la labor positiva de un estadista y visionario del Perú, intachable
como persona, demócrata a carta cabal, principista e inspirador de una
doctrina autóctona y quien lleva al Perú por dentro.

Sufrió vejámenes y destierro y, sin embargo, la venganza y la vendetta


nunca obnubilaron su mente ni su espíritu amplio y democrático.

Que la divina providencia depare muchas bendiciones a este viejo y, al


mismo tiempo, moderno huaquero del Perú; a este criollo compatriota
nuestro que, lampa en mano, sigue buceando por los nebulosos laberintos
de nuestra cultura milenaria, para proyectar sus lecciones hacia el horizonte
primaveral del Perú en el nuevo milenio.

“Más cerca de ti mi pueblo”, dijo al terminar su segundo mandato (julio


de 1985) parafraseando a un cántico anglosajón. Qué manera de estarlo. El
ya se ganó un sitio en la historio y un lugar donde pocos peruanos lograr
estar; el corazón de los pueblos olvidados. Que Dios te dé vida presidente
Belaunde, el Perú necesita de tu ejemplo. Feliz cumpleaños.
31

Hasta siempre

Vicepresidente de la República
Miércoles 5 de junio de 2002

H oy el dolor embarga mi alma por la ausencia de quien marcó mi vida


en la política: Fernando Belaunde Terry. Fue él mi presidente, mi líder, mi
tío y mi amigo.

Un hombre que me enseñó con cada acto de su vida, a encontrar la grandeza


en los humildes, a valorar el cariño y la esperanza de los más pobres a mirar
de frente y a los ojos descubriendo con ello la belleza del Perú profundo.
Por él aprendí a mirar al Perú con ojos de ternura, de admiración y de
audacia. Me llevó de la mano por los caminos de la patria y me bendijo
cuando comenzaba la campaña que me llevó a ser vicepresidente de Perú.

Ya no está con nosotros aquel estadista y gobernante que se proyectó con


visión de futuro en épocas de grandes desafíos y que cuando aún no había ni
internet, ni sistema de comunicaciones sofisticado predicaba la integración
de América Latina, reto que todavía prevalece. Algunos discreparon
con él sin entender sus propuestas y sus gestos. Hoy que ya no está con
nosotros comienza la leyenda de un patriarca; de un hombre bueno que
fue perseguido y no persiguió; fue deportado y no deportó; que hizo de los
últimos, los primeros; de los desposeídos, propietarios y de las carreteras,
las cucharas que llevan el alimento a la boca de los pueblos.

Fue un hombre justo y honesto, bueno y honrado que vivió cerca al pueblo.
Y que nunca dejó que obra pública alguna llevase su nombre y, a través del
32

sistema de trabajo comunal - Cooperación Popular - puso al pueblo como


actor de su propio desarrollo.

Por ello, en la lejana serranía andina, en la selva amazónica aún resuena esa
frase; “el pueblo lo hizo”. Hombre modesto que nunca habló en primera
persona; siempre pensó que sus logros eran resultado de la generosidad del
pueblo y del obrar de Dios.

Por fortuna estuve muy cerca de él, principalmente, desde el 28 de julio de


1985. De aquel día vibran en mi corazón y en mi mente las emotivas frases
de despedida que dió en el Congreso: “Señor presidente os dejo intacta la
libertad”, ¡… y de que manera! enseñado a practicarla.

Hoy estamos seguros de que Belaunde está más cerca de nuestro Dios,
desde donde sigue mirando y bendiciendo al Perú. Se fue al lado de su
Violeta a quien con mucho dolor vio partir sin entender… por qué se fue
ella primero.

Se ha marchado para siempre un grande de la política peruana, un ciudadano,


ejemplar, de honradez comprobada. Ya no está con nosotros la figura señera
que trajinó junto al bullicio nacional, tampoco su garboso y elocuente verbo
que hipnotizaba a las masas haciéndolas vibrar, sin embargo en el horizonte
aparece ya nítida la luz de la política de la que hizo gala.

Es que Belaunde será recordado por su personalidad cautivante y sólidos


principios. En 1956, irrumpió en la política nacional liderando Acción
Popular, partido que creó, fundó e hizo crecer.

Nació para ser líder, creció para orientar a su pueblo y se desarrolló para
conducir un país; que hasta comienzos de la década de los 60 se gobernó
con una visión centralista y vertical de la política nacional, alejada de la
realidad social y dramática que era el Perú profundo.
33

“Los últimos serán los primeros” resumiría en gran parte el guión de toda
su ejecutoria pública. Por eso, antes de ser presidente asimiló la sabiduría
popular que solo el contacto con nuestra gente hace posible.

Fernando Belaunde Terry fue un hombre íntegro que enseñó sobre todo
a través de sus acciones, no usó ni el podio ni sus éxitos profesionales y
políticos para avasallar al semejante sino que fue solidario, en palabra y
obra, con quienes menos tienen.

“La nuestra es una lucha que requiere sudor, más no sangre.”

Trabajó mancomunado, más no insurrección. Ideas, más no violencia.

Voluntarios de la paz y no de la discordia. ¡Vida y no muerte!, fue la máxima


predilecta y emblemática de Belaunde.

Los que tuvimos la suerte de estar a su lado, no cuando fue gobernante


sino cuado dejó de serlo, podemos decir que jamás a lo largo de su vida
observamos cambios de actitud o de conducta.

Desde estas páginas, donde escribí muchas veces, debo confesar que sentiré
su ausencia. Hoy, cuando la pesadumbre y la tristeza me rodean, le pido a
Dios que me dé esas fuerzas, fe y esperanza que Belaunde transmitió en
cada acto de su vida. ¡Adiós, presidente; hasta siempre, adelante!
34

Mensaje vigente de
Belaunde
Vicepresidente de la República
Domingo, 7 de julio de 2002

S entimos tremendamente la ausencia del presidente Fernando Belaunde.


Su presencia física lucidez mental, la aguda observación e interpretación
de la realidad del país y del mundo y, sobre todo, el extraordinario don para
trabajar en perspectiva y abordar el futuro habrían aportado el ingrediente
de liderazgo moral y la orientación paternal que el Perú necesita en tiempos
de turbulencias sociales.

No nos cabe la menor duda de que son momentos difíciles por los que
atraviesa el Perú, los mismos que estarían generando zozobra colectiva
e insumos de los cuales se vale la gente de siempre para agitar el caos.
Cierto es que el escepticismo influye en buena parte de la población, pero
también es real que existe en lo económico, político y social una brújula,
un horizonte por recorrer y una meta que alcanzar a la que llegaríamos si es
que nos regalamos un tiempo de tregua que no es mucho pedir.

Tengamos claro lo siguiente la excepcional confluencia de una cascada de


frustraciones, decepciones, expectativas, esperanzas y desesperanzas y más
que datan de muchas décadas o lustros y que de alguna manera constituyen
un embalse de cuentas pendientes, que los peruanos reclaman saldar a costa
de lo que fuere, ha estallado sin la menor tregua y tiempo de gracia en
manos del presidente Alejandro Toledo.

Por lo mismo, el consenso sobre políticas de Estado y objetivos nacionales,


en cuyo proceso el Gobierno está comprometido por convicción doctrinaria
35

y que esperamos tenga feliz aterrizaje, es clave para trabajar decididamente


por el porvenir, discrepar democráticamente en temas nacionales y avanzar
impulsando la generación de riqueza, aumento del empleo y la reducción
de la pobreza.

Estos razonamientos vienen a mi memoria a propósito de releer algunos


trozos del pensamiento del presidente Belaunde. Este hombre visionario
fue incansable predicador del consenso como mecanismo efectivo para
llevar adelante políticas de acción común. Lo que sigue constituye parte
de algunas reflexiones publicadas en la revista “Continente” de octubre de
1966, editada a propósito de la cumbre presidencial que se realizó en Punta
del Este, Uruguay.

Sus comentarios mantienen sorprendente vigencia y revelan con fidelidad


la talla de estadista que fue, su admirable vocación de servicio y su apuesta
por la concertación.

Suscribo íntegramente estas líneas de nuestro querido Presidente Fernando


Belaunde, quien falleció hace un mes, el 4 de junio, y fue sepultado en
multitudinaria manifestación popular de congoja dos días después.

“La intransigencia no debe llegar a constituirse en obstáculo infranqueable


en la marcha del país. Las grandes realizaciones nacionales deben merecer
el respaldo franco de todos los grupos y, en ese sentido, no puede haber
esfuerzo perdido ni gesto condenable. Pero, sobre todas las cosas, debe
lograrse como afortunadamente existe entre todos los partidos organizados,
una plena inteligencia en cuanto a la unidad del país frente a cualquier
intromisión foránea, venga esta en forma franca o en la infame modalidad,
adoptada por el mundo comunista, de desviar a elementos irresponsables
afortunadamente escasos adiestrándolos en la práctica del sabotaje y del
crimen para servir intereses contrarios a los de la República.

Nuestra misión es de reformar y construir. De enmendar los errores


existentes y de crear nuevas riquezas. Es de reforma pacífica pero firme…
36

Nuestra misión, como la de los antiguos peruanos que dieron a su filosofía


una dimensión de eternidad, es la de extender las tierras cultivables en
rítmica sincronización con el crecimiento demográfico.

Sobre estas bases limpias y claras, de inobjetable buena intención, sin exigir
renunciamientos ni ofrecer dádivas, si estamos listos a concordar planes, a
la luz pública, con quienes quieran aportar las luces de su inteligencia,
la decisión de su carácter o el esfuerzo de sus brazos, a la consecución
de estos grandes objetivos nacionales. Nos toca, pues, la dura, la difícil,
la agobiante pero enaltecedora tarea del sembrío. Aboquémonos a ella
con decisión y entusiasmo, pensando en el Perú de mañana, en el Perú de
siempre, en cuyas remotas raíces hay sudor de esfuerzo mancomunado y
frescura de facultades creadoras.

Suscribo íntegramente estas líneas de nuestro querido presidente Fernando


Belaunde, quien falleció hace un mes, el 4 de junio, y fue sepultado en
multitudinaria manifestación popular de congoja dos días después. Lo
hago en homenaje a su memoria, a la frescura de su partida, su estela como
figura política que siempre ilumina y a su ejemplo que, especialmente los
jóvenes, debemos seguir ahora y siempre.

Finalmente, en la tarea de reconstruir el Perú no sobra nadie; por el contrario,


nos falta gente, gente que con generosidad y desprendimiento nos ayuda a
poner al Perú a caminar.
37

PARTE II
HORAS DE LUCHA
39

“Por sus frutos los conoceréis”, sentencian las sagradas escrituras. Es que en
estos tiempos de memoria frágil es necesario tantas veces recordar y resaltar la
monumental obra edificada por el Presidente Fernando Belaunde
en sus dos períodos.

Para decirlo en una sola frase: Acción Popular aumentó en un 62% la energía
eléctrica del país, ejecutó un poco más de la mitad de los grandes proyectos de
irrigación realizados en el presente siglo; y, entre otras proezas, logró incorporar
a la frontera agrícola 2 millones de hectáreas de tierras útiles, además de construir
una extensa red vial con sus imponentes puentes colgantes y de concreto.

Y lo más importante de su foja de servicios: el respeto a la ley. Asumir esta


posición, ajena a los tiranuelos y que en su época le significó al sabio Sócrates la
cicuta y la muerte… pero también la inmortalidad, es tal vez el mejor ejemplo que
delega a las pujantes nuevas generaciones.

Los siguientes discursos y artículos escritos del Presidente Belaunde, todos ellos
de alguna manera inéditos por cuanto no fueron divulgados como correspondían
y debidamente en su oportunidad, nos recuerdan el origen de su inspiración
política al crear Acción Popular, el significado de la obra pública, su lucha por la
recuperación de la democracia y el apoyo decidido y constante a mi labor como
dirigente y candidato presidencial, en 1995.
40

Mensaje a los jóvenes participantes


del Primer Encuentro Nacional de
Juventudes Acciopopulistas
Lima, 12 noviembre de 1993

Q ueridos amigos y correligionarios de la provincia de Chincheros y en


general de todo el departamento de Apurímac:

Estoy aquí haciendo recuerdos de la primera vez que crucé el departamento


de Apurímac desde el puente del Apurímac, pasando por Curahuasi,
Concacha, Sayhuite, Abancay, Andahuaylas, Talavera, San Jerónimo, todos
esos pueblos y, finalmente, llegué a Chincheros después de detenerme un
tiempo en Uripa.

El viaje fue muy pintoresco aunque lo hacíamos en condiciones muy


precarias. No éramos un grupo político con dinero. Viajábamos sólo
cinco personas, los arquitectos Carlos Pestana, Javier Velarde, Luis Felipe
Calle, Luis Vier y el que habla. No había activistas ni guardaespaldas; y,
viajábamos en un taxi que yo detuve en la plaza del Cuzco. Lo manejaba
nuestro correligionario Ismodes, porque desde entonces se afilió al partido.
Detuve el taxi y me preguntó: ¿Dónde lo llevo señor? Le dije: a Lima.
¿En esta carcocha a Lima? Pues sí, le dije, habrá que arreglarla un poco.
Compramos un par de llantas y seguimos viaje en esa forma tan modesta, tan
sencilla. Teníamos un parlante en la parte alta, porque hacíamos reuniones
en todos los pueblos y nuestras maletas iban también en los estribos de la
camioneta. Las seis personas, incluyendo a Ismodes, viajamos así.

Desde luego, recogimos una serie de enseñanzas a lo largo de los pueblos


y esto se realizaba en el año 56, en la campaña de 1956. Llegamos, me
41

parece, a Chincheros en abril y no pensábamos detenernos allí porque nos


esperaban esa noche en Ayacucho y como ustedes saben el viaje es un viaje
largo. Nos detuvimos en un restaurante en las afueras de Chincheros para
almorzar.

En ese momento se acercaron varias personas notables del pueblo y se


extrañaron que no ingresáramos a Chincheros. Yo expliqué nuestra prisa de
llegar a Ayacucho, al compromiso que teníamos esa noche. Pero, entonces,
ellos me dijeron que se sintieron un poco heridos de que no hiciéramos una
inspección, una visita más detenida a Chincheros.

Entonces yo pregunté ¿qué tienen que mostrarnos en Chincheros? Me


dijeron: todo, todo lo que ha hecho el pueblo, porque aquí el gobierno
no ha hecho nada. En esos momentos la iglesia parroquial había sufrido
los embates de un terremoto y estaban tratando de reconstruirla. Accedí a
entrar al pueblo e hicimos una visita a la plaza y alrededores. Me explicaron
cómo el pueblo estaba haciendo un canal para regar una caída de agua y
con una Pelton general electricidad para el pueblo.

Hablo de 1956. El gobierno se había comprometido a dar la Pelton, pero


el pueblo a hacer la obra y la estaba haciendo. Me mostraron los colegios,
especialmente el colegio de varones que me impresionó mucho, porque si
bien era una obra que había requerido mucho trabajo del pueblo, no tenía ni
cerrajería, ni gasfitería, ni aparatos sanitarios, ni vidrios, porque esas cosas
no se hacen con las manos. Entonces yo me fui impresionando mucho.

A renglón seguido pregunté por el templo famoso de Cocharcas que no es


lejano y me dijeron que había una trocha carrozable que también la había
hecho el pueblo. Entonces me impresionó todo este trabajo desinteresado
del pueblo y como ya estaba algo familiarizado con la minka y el ayni,
pensé que ésta debería ser la base de un partido nacional. Hasta entonces
éramos un simple movimiento político para participar en el proceso del 56
y esa participación estaba sujeta, desde luego a la receptividad del pueblo.
42

Entonces, en la plaza, hice un discurso mas o menos largo ante unas cuantas
personas que habían allí, cuya síntesis llamada la “Oración de Chincheros”
es la que voy a repetir porque es sumamente breve. Dije en la Plaza de
Armas de Chincheros, entre otras cosas:

Cada vez que observo, desde alguna altura, un villorio peruano, hago la
misma pregunta y obtengo la misma enaltecedora respuesta.

Al mirar la humilde aldea con su pintoresco campanario, interrogo a mi


guía: ¿Quién hizo la iglesia? Y el guía me dice: “el pueblo lo hizo”.

Requiriéndole otra vez pregunté: ¿quién edificó la escuela? Y de nuevo


contesta: “el pueblo lo hizo”.

Y al seguir la ruta serpenteante entre los cerros, interrogo una vez más:
¿quién abrió el camino? Y nuevamente, resonando ya en mis oídos como
la estrofa de una marcha triunfal, oigo en esta frase expresiva y elocuente
toda la historia del Perú de ayer y de hoy y la profecía de mañana: “el
pueblo lo hizo”.

El pueblo hizo el camino, el templo y las escuelas.

El pueblo elevó la andenería y contuvo el torrente.

Producido el sismo recogió los escombros para restituirlos a la


arquitectura.

Y cuando fue requerido el pueblo dio al soldado; mas sin una queja soportó
el olvido.

Lo despojaron del derecho milenario de escoger a sus hombres.

Lo humillaron imponiéndole a sus propios regidores.

Se llevaron sus rentas, les quitaron sus bienes. Pero no pudieron arrebatarle
sus tradiciones.
43

Y el pueblo siguió construyendo caminos, escuelas y templos.

Es que, por fortuna, los pueblos, pueblos del Perú son pueblos olvidados
que no han olvidado su historia.

Se dirá que es un discurso demasiado breve para construir sobre él un partido


y, sobre todo, un partido que ha llegado al Gobierno en dos períodos, del
63 al 68 y del 80 al 85; y que ha estado en el Parlamento cada vez que ha
habido elecciones y en los municipios, igualmente, cada vez que se han
convocado a elecciones, desde que nosotros los establecimientos en base a
sufragio directo, universal y secreto en mi primer acto de presidente de la
República el 28 de julio de 1963 en el Congreso.

Fue, pues, fecundo este paso por Chincheros. Y el crédito no solamente


es de Chincheros sino de todos los pueblos del sur y especialmente del
departamento de Apurímac; porque también nuestra estadía en Andahuaylas
y nuestras visitas a Talavera, San Jerónimo y la laguna de Pacocha fueron
sumamente ilustrativas y también a lo largo de las comunidades rurales.
Fue por eso que desde entonces tengo profunda gratitud por Chincheros.
No por lo que yo le dí sino por lo que Chincheros le dio al país a través de
mi propia intervención y la de mis amigos.

He vuelto a Chincheros con alguna prisa desgraciadamente pero,


constantemente, recibo toda clase de noticias. Y, ahora que en el partido se
organiza una visita bajo la dirección de nuestro propio secretario general,
Raúl Diez Canseco y con el apoyo decidido de nuestro correligionario Lerma,
el ex-alcalde del Rímac, ahora yo siento presentes estos acontecimientos
que ocurrieron hace 37 años. Encomiendo a esta embajada especial que
lleven mi palabra de aliento, de apoyo y de gratitud al pueblo de Chincheros
y a todos los pueblos del departamento de Apurímac.

Todas las grandes cosas se originan en discursos breves. La historia está


llena de ellos. No es que quiera sobrestimar el que me tocó pronunciar. Pero
44

hay discursos por ejemplo como la oración de Gettysburg, por Lincoln, el


malogrado presidente de los Estados Unidos que fue asesinado en un teatro
de Washington, Lincoln, en un episodio de la Guerra de Secesión y después
de una batalla sangrienta, dijo en un discurso de media página todo lo que
puede decirse sobre la democracia. Es aquel que termina hablando “del
gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.

Todas las grandes declaraciones son breves pero penetrantes y profundas.


Yo, a la de Chincheros, le doy el mérito de sus inspiradores, de quienes me
emocionaron al mostrarse todo lo que hacían por el bien común; es decir,
por la continuidad de unja vieja tradición andina.

Hemos desarrollado, desde entonces, lo que hemos llamado “El Perú


como Doctrina”. “¿Qué cosa hay detrás del Perú como doctrina…?
Fundamentalmente la Ley de Hermandad, que según Blas Valera,
citado por Garcilazo, era aquella que mandaba a las comunidades a salir a
trabajar, a sembrar, a barbechar, a construir para bien de la comunidad y sin
que ello llevara paz ninguna: estas son las palabras originales. Por eso en
el Gobierno fuimos al Templo del Sol y autorizados por el Congreso, allí
dimos el Decreto Legislativo N° 1 que es una versión escrita de a vieja ley
oral, no escrita, la Ley de Hermandad, síntesis del pensamiento andino.

Evidentemente, el haber creado el principio de la hermandad contrasta


mucho con otros movimientos que se basan en un principio de controversia
o de lucha de clases. Pero, además, la hermandad tienen un significado
muy profundo en lo que atañe al abastecimiento del pueblo. La ecuación
hombre-tierra que practicaban los antiguos peruanos es aquella merced
a la cual se hace crecer a la tierra de cultivo en proporción al aumento de
población. Si hoy día que el año 2,000 tendremos seguramente 28 ó 30.

Es decir, volver a la enseñanza andina que, por ser fundamental es


eterna.

Podrán cambiar las técnicas de cultivo, la mecanización del campo, la


45

electrificación del campo, pero la tierra de cultivo productiva siempre


tendrá que ser proporcional al número de consumidores.
Acción Popular rescató la idea de la ecuación hombre-tierra y la puso en
práctica con un aumento notable del área labrantía del Perú. Para muestra un
botón. La colonización vial en la Marginal de la Selva ha dado lugar a que
el departamento de San Martín, desde entonces, aumente notablemente su
población especialmente con relación al censo del 40. La aumenta también
con relación del 72 y la aumenta notablemente con relación al censo del 81
que practicamos en nuestro segundo Gobierno.
Desde el censo del 81 hasta ahora el departamento de San Martín que antes
estaba aislado, prácticamente ha duplicado su población; es decir, se ha
aplicado allí, más no obligatoriamente, el principio de los mitimaes, o sea
el traslado de la gente de tierras escasas a tierras más amplias y feraces.
Para eso no ha habido necesidad de adoptar un a medida compulsiva. La
gente lo ha hecho voluntariamente.
Pero si ahora a la Marginal de la Selva, en Pichanaki por ejemplo, en la
provincia de Chanchamayo, o en Nuevo Progreso en Aucayacu, en el
departamento de Huánuco, o si vamos a la nueva Cajamarca, que es una
ciudad pujante, en el valle de Mayo, encontraremos que estos movimientos
demográficos que nosotros habíamos previsto y recomendado se han
producido. El censo de 1993 que acabamos de celebrar es consagratorio
para Acción Popular y para la tesis de la colonización vial.

Por otro lado, se han realizado proyectos de irrigación por todo el país y
de mejora de riego en haciendas de la costa, en lugares como Pisco o como
Cañete; pero lo fundamental es la obra de irrigación en la Costa. Desde el
año 1920 en que Leguía trajo al ingeniero Sutton, experto hidráulico de
California, es decir en un proceso de 65 años hasta que yo dejé el gobierno
el 85, se produjeron grandes proyectos hidráulicos, 10 de ellos u once.
La mitad de esos proyectos se hicieron en los 10 años de Gobierno de
Acción Popular. Esto parece mentira, pero hay que ver “El Peruano” y
corroborarlo.
46

Desde Tumbes hasta Tacna los grandes proyectos hechos por la nación son:
el de Poechos, la irrigación de Piura con Los Egidos, el de Tinajones, el de
Gallito Ciego más al sur.

Ahora está en trabajo está el de Chavimochic, pero todavía no se ha


terminado, más al sur tenemos el de Chochococha y el de Imperial, que
fue la irrigación que hizo Leguía en Cañete y que dio lugar al cultivo de
8,000 hectáreas, fue el único que en realidas se llevó a cabo plenamente.
Pero en el sur hubo proyectos tan importantes como La Joya y más
recientemente el de Majes. Para la Joya hicimos la represa de Pañe que
es la más alta delmundo, está a 4,500 – 4,600 metros de doble propósito.
Propósito eléctrico para Charcani V y propósito de riego para La Joya y,
finalmente, en nuestro último gobierno hicimos la represa de Condoroma,
el monumento más impresionante a lo largo de toda la cordillera, que es la
más sustenta en agua las Pampas de Majes.

Entonces, pues, resulta que un gobierno que duró 10 años, en ese período
de 65 años que estoy mencionando, en el 15% del tiempo hizo más del
50% del trabajo; es decir, los Egidos del Bajo Piura, Tinajones, Gallito
Ciego, Pañe, Aguada Blanca y Condoroma para Majes y La Joya. Entonces
tenemos la satisfacción de haber ejecutado lo que ofrecimos y sobre este
caso estoy haciendo una segunda edición de la “La Conquista del Perú por
los Peruanos” reproduciendo fielmente el libro que escribí hace 35 años y al
costado de ese texto original el cuadro en que se prueba cómo en su mayor
parte cumplimos lo ofrecido y finalmente, una segunda parte en la que
hablamos de nuestros dos gobiernos y de nuestros propósitos actuales.

Yo creo que en política hay que ser fiel a lo que se promete. No todo se
puede cumplir porque uno generalmente queriendo servir al país puede
excederse en optimismo. Pero lo general es cumplir la parte fundamental,
la ampliación de la frontera agrícola del Perú. Nosotros hemos duplicado
potencialmente la frontera agrícola del Perú.
47

La carretera Marginal de la Selva, directamente, a 5 km. del eje de la pista,


corresponde a 1 millón 500 mil hectáreas y las penetraciones fluviales de
puntos de la carretera por los cuales se puede ir en lancha, en penetraciones
como la de Moyabamba al río Mayo, por ejemplo, penetraciones de 100
km. suman otras 500 mil hectáreas y el área labrantía del Perú era de 2
millones doscientas mil, es decir, prácticamente lo que nosotros hemos
logrado con la colonización vial y posteriormente con la irrigación y las
obras de mejora de riego en la Sierra.
48

La tercera cruzada de
Acción Popular
Revista Acción. Lima, enero de 1994

C uando se escriba, con alguna perspectiva la historia del Perú en el siglo


XX, próximo a concluir, destacará la labor de Acción Popular, desde su
fundación, en 1956.

Los grandes partidos políticos no aparecen por obra del azar. Se hacen
grandes por la misión que se imponen.

Nosotros surgimos, interpretando el sentir del pueblo peruano, contra


la complicidad de víctimas y victimarios para disfrutar del poder, con
desmedro de las grandes innovaciones reclamadas. Recordemos que nos
enfrentamos a dos símbolos de la izquierda y de la derecha.
Competimos con Haya de la Torre y Odría que pronto formarían la llamada
“Coalisión”, para oponerse a nuestro primer gobierno. Más tarde, en 1980,
nos enfrentamos a la dictadura militar imperante, entonces, restaurando
plenamente la democracia y, sobre todo, la libertad de expresión. Fuimos,
pues, llevados al Gobierno con postulados perfectamente claros y, a mayor
abundamiento, incuestionablemente honrosos.

Las circunstancias han cambiado ahora. Se siente un clamor por restablecer,


a plenitud, la peruanidad.
Nosotros hemos hablado de la “Conquista del Perú por los Peruanos” y el
destino nos señala con mayor urgencia que antes, el lograrla. Tal es nuestra
tarea, combatir la corruptela de la reelección inmediata, que ha sido la
49

causa del transtorno que ha sufrido el país y del nuevo texto constitucional,
aprobado por menos de la mitad de los electores que concurrieron a las
urnas. La reelección inmediata ha dado funestos resultados en el continente
y en el Perú.

En 1930, trajo el enfrentamiento y la violencia; el dictador saliente murió


en prisión; su sucesor constitucional fue asesinado, antes de cumplirse los
tres años de golpe que encabezó. Proliferaron los conatos subversivos, las
persecuciones, desafueros y deportaciones. Los fusilamientos, públicos o
secretos, ensangrentaron al Perú.

Cuando existe la norma reeleccionista, el Presidente en ejercicio se convierte


en candidato. Atiende, de preferencia, a su propia campaña, emplea para
ella los recursos del Estado. Hasta fondos intangibles, pertenecientes al
pueblo, vienen a formar novedosas cajas de financiaciones de evidente
intención política.

En el orden internacional ya sabemos lo que significan las improvisaciones.


El Perú necesita, ante todo, un régimen que sienta el mensaje nacional,
que comparta sus anhelos tradicionales y su voluntad de transformación.
Que no sea, en suma el macabro autor de un inventario de sinsabores y
desastres.
El gobernante que no ame y admire profundamente al Perú, no puede ni
debe conducir sus destinos.
Quiero manifestar, ahora, algo de lo que Acción Popular realizó en el
Gobierno, encontraste con los últimos cuatro años de estancamiento
nacional

Es hora de rendir cuentas.

Las obras de desarrollo y, especialmente, las de interés social, no pueden


improvisarse. En este sentido creo que resulta útil a las nuevas generaciones
que un ex gobernante, en dos períodos, pueda difundir alguna de sus
experiencias.
50

Si nosotros pudimos realizar obra es porque, antes de acceder al Gobierno,


teníamos ideas muy claras al respecto. Por un lado, el análisis de los trabajos
en marcha para poderlos continuar y concluir, cuando ese fuera el caso. Por
el otro, la madurez de los propios proyectos propuestos no sólo a escala
local, sino nacional.

En nuestras dos administraciones, logramos aumentar en un 62% las


conexiones eléctricas, emanadas de centrales hidroeléctricas o térmicas. Al
empezar nuestro primer gobierno, iniciamos la construcción del Complejo
Antúnez de Manolo, en el Mantaro. Al término de aquel período, estaba
construida la represa de Tablachaca, una parte del túnel de derivación
de sus aguas, y del campamento en la ubicación de la central. Nos tocó
realizar la mayor parte de la obra de Aricota. Poner en servicio la primera
parte de la central de Machu Picchu; aumentar notablemente la capacidad
de la del Cañón del Pato, impulsar Charcani y respaldas, avalándola, la
reconstrucción de la central de Cahua (Pativilca).

En el segundo Gobierno, nos tocaría concluir el Mantaro, con la central de


Restitucion, realizar la segunda etapa de Machu Picchu, dar notable avance
a Charcani y a Carhuaquero. Nos tocó, además, instalar la central térmica
de Santa Rosa, en Lima.

Por otro lado se han realizado proyectos de irrigación por todo el país y de
mejora de riego en haciendas de la costa, en lugares como Pisco o como
Cañete; pero lo fundamental es la obra de irrigación en la costa. Desde el
año 1920 hasta que dejé el gobierno el 85, en un periodo de 65 años se
produjeron grandes proyectos hidráulicos, diez u once. La mitad de esos
proyectos se hicieron en los 10 años de gobierno de Acción Popular.

Esto parece mentira, pero no hay sino que ver “El Peruano” y
comprobarlo.
Partiendo Tumbes los grandes proyectos hechos por la nación son: el de
Poechos, la irrigación de Piura con los Egidos, el de Tinajones y el de
Gallito Ciego.
51

Al Sur tenemos el de Choclococha y el de Imperial. Más el sur hubo


proyectos tan importantes como la Joya y más recientemente el de Majes.
Para la Joya hicimos la represa de Pañe que es la más alta del mundo, está
a 4,500 – 4,600 metros de altitud. Hicimos la represa de Aguada Blanca,
con doble propósito. Propósito eléctrico para Charcani V y propósito de
riego para la Joya y, finalmente, en nuestro último Gobierno hicimos la
represa de Condoroma, el monumento más impresionante a lo largo de toda
la cordillera que es la que sustenta en agua las Pampas de Majes.

El censo de 1993, es consagratorio para Acción Popular y para la tesis de


la colonización vial. Nosotros hemos duplicado potencialmente la frontera
agrícola del Perú.

La carretera Marginal de la Selva, directamente, a cinco kilómetros del eje


de la pista, corresponde a 1 millón 500 mil hectáreas y las penetraciones
fluviales de puntos de la carretera por los cuales se puede ir en lancha,
en penetraciones como la de Moyabamba al río Mayo, por ejemplo
penetraciones de 100 kilómetros, suman otras 500 mil hectáreas y el área
labrantía del Perú era de 2 millones 200 mil, es decir, prácticamente lo que
nosotros hemos logrado con la colonización vial y posteriormente con la
irrigación y las obras de mejora de riego en la sierra.

Todo esto pudo hacerse porque no demoramos un minuto en poner en marcha


las obras, o en autorizar, cuando lego el caso, su inmediata continuación,
Pero, tal vez, es más impresionante la obra en el terreno de la vivienda de
interés social.

Terminamos todas las unidades vecinales, construimos San Felipe y


Santa Cruz y, en 21 ciudades del Perú, una variedad de conjuntos. En el
segundo período, extendimos el radio de acción a 36 ciudades, destacando
Limatambo, Santa Rosa, San Borja, Julio C. Tello, Dammert, Marbella e
infinidad de otros trabajos de esa naturaleza. ¿Cuál es la clave del inmenso
trabajo realizado?. El hecho de saber lo que íbamos a hacer y de empezarlo
el mismo 28 de julio en que jurábamos el cargo.
52

Vemos, ahora, que el actual Gobierno, en su cuarto año de vida, sin


haber realizado ninguna obra de gran envergadura, nos dice, en esta hora
postrera, que se propone hacer 20 mil viviendas. Es lo que deberíamos
haber escuchado, en 1990, cuando se inició este régimen. Desde luego,
aunque el viraje sea de 180 grados, ya no tendrá tiempo el Gobierno para
realizar obra de importancia.

Moraleja: Los que pretendan gobernar al Perú, deben presentar ideas claras
y concretas; deber saber lo que se proponen llevar adelante y poner manos
a la obra ese día mismo en que asuman el Gobierno. Porque las horas
finales de una administración, no son para presentar a destiempo propósitos
incumplidos sino, más bien, para rendir cuenta de lo realizado.

Diré más: de lo construido. Porque las destrucciones son peligrosas, sobre


todo cuando suprimen bancos como el Central Hipotecario, la Caja de
Ahorros o el de la Vivienda. Cuando arrasan con instituciones como los
bancos Minero, Industrial y Agrícola. Este gobierno recibió realengo el
sagrado depósito en custodia del fondo de la vivienda. ¿Qué ha hecho
con él? A estas horas se nos dice que se propone inicial un plan de 20
mil viviendas. Una especie de mea culpa para el perdón, no por lo que ha
hecho, sino por lo que ha dejado de hacer.
53

Confirmación del
crédito público
Diario La República. Marzo de 1994

H e incursionado en estos días en el terreno de la aventura, efectuando la


redición de un libro publiqué hace 35 años. ¿Por qué digo que se trata de una
aventura, cuando las reediciones son tan frecuentes?. Simplemente, porque
no es el caso de un simple ensayo de una novela o de un alarde literario. Lo
es de un libro político: “La conquista del Perú por los Peruanos”.

Muchos autores publican reediciones, corregidas y aumentadas. No es lo


que ha ocurrido en mi caso. Se trata fundamentalmente de una verificación:
confrontar lo que se prometió con lo que hizo. Esto no quiere decir que
todo pronóstico se haya cumplido a plenitud porque, como reza el adagio,
“El hombre propone y Dios dispone…”. Más, por fortuna, creo que la
verificación ha resultado positiva. Si bien el libro fue mi bautismo político,
la versión a que aludo puede considerarse como mi confirmación en el
credo cívico.

Se ha reproducido fielmente el texto y los gráficos originales. A cada


capítulo se ha hecho un breve comentario, señalando lo que se hizo a
plenitud o con limitaciones y cambios. Al fin se ha colocado unos cuadros,
a dos columnas: Promesas y Realizaciones. Este análisis honesto nos llena
de satisfacción, sin negar que en un largo período de 35 años hay muchos
acontecimientos inesperados, ocurren grandes cambios demográficos y la
moneda, tan endeble en nuestros países, deja de ser una medida veraz. Todo
ello lo anotamos. Finalmente, incluimos una segunda parte intitulada “35
54

Años Después”, donde hacemos breve reseña de nuestros dos gobiernos,


sin excluirla experiencia aleccionaria del destierro.
Concluimos con algunos capítulos sobre la experiencia recogida que
culminan sobre la experiencia recogida que culminan en uno cuyo título lo
dice todo: “80 Años y Adelante”.

El mensaje andino.

No sé francamente, si en esta obra de juventud sin pretensiones, soy el


autor o simplemente un amanuense, porque siento que una voz misteriosa
parecía dictármela.

Me impactó el país, cada obra me transmitió un mensaje de ultratumba, me


subrayó, “el suelo y el cielo”, como solía decir mi padre. Pero me interesó
especialmente el hombre, el hombre común, la multitud transmisora de un
mensaje de pobreza que, al decir de Octavio Paz, “es nuestra verdadera
riqueza”. El paisaje del Perú, como lo anota Porras, respira historia y,
Riva Agüero, en su opinión, “siente plenamente la vibración profunda y
auténtica de lo peruano”. Lo llama “país triste y luminoso”, “tierra callada
y luciente”, “país pródigo en escombros”, “país de vicisitudes trágicas”,
pero sin perder la esperanza espera que “recupere su jerarquía de tierra
clásica y primigenia”. Basadre concluye que el Perú “es una majestuosa
sinfonía de naturaleza e historia…”

Admiramos esa naturaleza, y los monumentos, silenciosa pero


elocuentemente, nos contaron su historia. Con esa emoción, consciente de
nuestras propias limitaciones, nos pusimos a escribir.

La más fecunda impresión.

Desde joven quise auscultar el más fecundo mensaje andino. Lo encontré en


la Ley de Hermandad. Eso me colocó a enorme distancia de las corrientes
dominantes de mi juventud: la idea marxista de la lucha de clases y la
idea totalitaria de la autoridad suprema que ejerce con un complejo de
55

superioridad, lejano de toda actitud fraternal. Comprendí temprano que el


camino era el de la hermandad, materializado en el esfuerzo de los pueblos,
para lograr obras de positivo bienestar social. De allí salió la concepción
actualizada de un programa, basado en el mestizaje de la economía, que
utilizaba tato el legado arcaico cuando el moderno aporte monetario.
Una Acción Popular así entendida, es respuesta para los problemas de
hoy y mañana. Tal fue para mí el mensaje y la inspiración de los pueblos
olvidados.

La ecuación de la vida.

La democracia auténtica se basa en la ecuación: Un hombre, un voto. Los


pueblos andinos buscaban otra igualdad: un hombre, un topo de tierra.
Era la relación vivificante del ser humano con su correspondiente área de
sustento.

He ahí la gran enseñanza de nuestra tierra peruana. Amplia en extensión,


limitada en fertilidad, asolada por la aridez o disuelta en la saturación de
lluvias selváticas torrenciales. Severamente limitada por la topografía, que
sólo campesinos con alma de escultores pudieron hacer productivas.

El mensaje de ayer es el de hoy y el de mañana. La geografía no ha


cambiado y la vida humana se ha multiplicado, presionando la demanda
de alimentos.
La ecuación hombre-tierra es la base del Derecho Andino, así como las
justas necesidades del hombre y la familia lo son del Derecho Romano. Es
verdad que cambia la tecnología. Es cierto que proliferan los fertilizantes y
los insecticidas. Es exacto que se perfecciona el riego y se practica, no sólo
por los clásicos surcos, sino por la aspersión y el goteo. El que evolucione
y cambie la técnica, no exime a los pueblos del deber de extender sus áreas
labrantías o de hacerlas más productivas frente al reto del crecimiento
demográfico. Hay que hacer, como lo he repetido tantas veces, que a cada
nuevo latido de vida humana corresponda, en la tierra, un nuevo brote de
vida vegetal.
56

Fortuna de un hombre sin fortuna.

Entre mis dos gobiernos ocurre un lapso de 12 años. Un verdadero desafío


para un hombre sin fortuna pero, por fortuna, con una formación profesional.
Si no la hubiera tenido, ¿qué habría hecho en el destierro?. No hice sino
llegar al aeropuerto de Kennedy y responder al reportaje televisado para
recibir, en brevísimo tiempo, una invitación de la Universidad de Harvard.
Fue el comienzo de una década de intensa vida académica.

Me llevo a 46 de los 50 estados americanos, me brindó cátedra en cuatro


universidades. Fue una manera de ponerme al día, de rejuvenecerme.

No faltaron estímulos y reveses, me invitaron a la Bienal de Rimini, donde


se hizo una exhibición completa de la Marginal de la Selva y se me entregó
una significativa medalla de oro por su concepción. Más, pronto me sumió
en la tristeza la muerte de mi madre y, más tarde, la de mi padre. Ellos,
entre muchas virtudes, tenían la de cultivar la vida de hogar, que es una
mezcla de amor y de enseñanza.

El desafío del gobierno.

Cuando regresé al Perú recibí la mayor de las satisfacciones: la acogida


del pueblo que me abrió, de nuevo, las puertas del gobierno. Lo asumimos,
sin ignorar que encontrábamos al país con un endeudamiento externo 12
veces mayor que el que dejamos en nuestra primera administración. Más
comprendimos que no se llega al poder para lamentarse, sino para actuar.

La segunda parte de nuestro libro describe la labor gubernativa, que no voy


a repetir.

Basta decir que así como en nuestro primer gobierno habíamos creado el
municipio plenamente democrático, en nuestra segunda administración
habíamos arrancado la mordaza impuesta a los órganos de difusión.
57

En cuando a obra pública, la mayor de todas fue la expansión de la frontera


agrícola. De no haberse realizado la colonización vial, los programas de
rehabilitación en Costa y Sierra y las grandes obras de irrigación, hoy el
país tendría, en vez de los 2 mil metros cuadrados per cápita que logramos,
sino unos 700 que significarían la hambruna total. Sin embargo, estamos
lejos de sentirnos satisfechos. Debemos aspirar a una relación hombre-tierra
de cuatro a cinco mil metros cuadrados, recordando que en el Incanato era
un topo, de alrededor de 4 mil metros cuadrados.

Nos tocó realizar, en 10 años, el 50% de las grandes obras de irrigación de la


Costa, entre Tumbes y Tacna. Construimos Los Egidos y las canalizaciones
del Bajo Piura, Tinajones, la mayor parte de Gallito Ciego y, en el sur, para
La Joya, Majes y Charcani, los represamientos de Pañe, Aguada Blanca y
Condoroma. El agua, no lo olvidemos, a través de las turbinas se convierte en
fuego… Conectamos dos terceras partes de toda la energía a cargo del Estado.

Combinando la economía arcaica, original de la Minka, con la monetaria,


dimos nuevo impulso a la más noble tradición andina. No hablemos aquí
de los planes habitacionales, educacionales y sanitarios. El libro los incluye
sintéticamente. Si bien el derecho de autor de la obra original pertenece a la
cultura andina, la tarea cumplida en el gobierno fue trabajo de equipo. Me
honro en reconocerlo e incluir a los distintos Gabinetes queme secundaron,
donde junto a la labor partidaria de Acción Popular, contribuyeron
ciudadanos patriotas de los partidos que me apoyaron.

Y otros que, careciendo de filiación partidaria, prestaron invalorable


colaboración. Extiendo esta gratitud a los ministros procedentes de las
fuerzas Armadas que patrióticamente participaron en nuestras tareas. Si
alguna satisfacción se deriva de la obra que comento, nos corresponde
compartirla con ellos, con los congresistas y las autoridades ediles.

En esta reedición de un sencillo mensaje no se encontrará, por fortuna, un


mea culpa… Por el contrario, se hallará, con sinceridad y sin jactancia, la
ferviente confirmación del credo cívico.
58

“Serviré a mi partido hasta el


último aliento”
X Congreso Nacional de Extraordinario de AP
Chiclayo, 20 de marzo de 1994

Q ueridos correligionarios:

No puedo ocultar mi profunda emoción el haber sido partícipe, aunque


desde lejos y por algunos minutos, del fervor de nuestros correligionarios
delegados para trabajar con seriedad en la estructura del partido que es lo
fundamental. Sin una estructura sólida el edificio se cae; por eso, expreso
mi felicitación tanto al secretario general Raúl Diez Canseco cuanto a los
distinguidos miembros de la Comisión que ha tenido a su cargo la redacción
del estatuto, y a los que con toda devoción han estudiando ese trabajo y en
muchos casos han aportado interesantes modificaciones al texto.

Nada es más satisfactorio para el “jefe”, y esto lo digo sin exageración


porque hay en ello más de afecto que de realidad, el ver que el partido
funciona democráticamente.

Que los congresos no son de papel; que hay delegaciones que vienen de
afuera, en muchos casos con grandes sacrificios y renuncia de tiempo. Y al
llegar a Chiclayo, observo que la necesidad del trabajo les ha imposibilitado
contemplar la belleza de la “Ciudad de la Amistad”, como la llaman, amistad
que se ha redoblado por la brillante alcaldía de Arturo Castillo.

Me ha complacido mucho que se halla podido coordinar puntos de vista;


que la moción inicialmente presentada por antiguos dirigentes del partido,
halla sido adoptada por los demás y quede clara la posición del partido en
este momento tan crítico para el Perú.
59

Tengo que manifestarles que recibimos toda clase de presiones. De un lado


la prensa que nos insta a que formulemos opiniones sobre fulano, sultano
o mengano; sobre la manera de presentarnos al proceso electoral; sobre los
detalles de un programa aparentemente común o de algún frente. Ante esa
ofensiva, no siempre muy inocente, es necesario que el punto de vista del
partido sea claro de Tumbes a Tacna, de Chiclayo a la frontera brasilera.

El partido considera que estamos en una primera etapa del proceso electoral,
y que en ésta lo fundamental es luchar por el mantenimiento del régimen
democrático. Si se produce un intento continuista habrá una ruptura del
régimen democrático, vendrá una nueva posición predominante de quienes
tienen una excesiva ambición de poder o de los grupos que lo rodean, y
tendremos entonces que analizar la situación que enfrente el Perú.

Mientras tanto, que queda claro que estamos en pie de lucha en esta
primera parte del proceso electoral lo que no quiere decir que no vayamos
a participar en él. Eso se decidirá oportunamente, antes del vencimiento de
los plazos y tendrá que hacerse, desde luego, con profunda meditación y a
la luz del más claro ideal cívico y del más puro interés patriótico.

Los grandes partidos surgen para defender grandes causas. Ya no


enfrentamos la situación que dio lugar en 1956 a la creación de nuestro
partido. Esa página está volteada y ha sido victoriosa para Acción Popular;
pero, desgraciadamente, se han presentado nuevas amenazas para el país.
¿Por qué el partido fue un movimiento arrollador desde sus inicios?, ¿por
qué el pueblo le confió por dos veces sus destinos?, ¿por qué ha estado
representado en los congresos genuinamente democráticos?, ¿por qué está
presenta en forma destacada en los municipios provinciales y distritales del
Perú?, ¿por qué ha mantenido su vigencia?

¡Claro!, ha experimentado la alternancia en el poder porque la democracia es


alternancia; hemos estado en el poder, hemos luchado en ese poder. Fuimos
despojados a última hora en la comedia más dañina que ha sufrido el Perú,
60

en la cual está el origen de total la pobreza actual, pero fuimos de nuevo


colocados en el gobierno. Y cuando llegó el fin de ese gobierno admitimos
el veredicto de la opinión pública. Esa es una trayectoria democrática.

En nuestra historia está escrita la página honrosa de haber exigido que el


pueblo eligiera sin componendas, de evitar los pactos entre perseguidores
y perseguidos, de evitar los arreglos debajo de la mesa y a espaldas de la
opinión pública. Así surgió Acción Popular, y por eso llegamos al gobierno
con la frente en alto tanto en el 63 como en el 80, y ahora tenemos la
consagración invalorable de recibir en el llano el abrazo ferviente de todos
los pueblos.

Pero la amenaza actual es una amenaza imprevista. Se creó un hecho


inesperado. En el proceso electoral del 90, como ustedes recordarán, se
abusó en cierta manera de los que teníamos un gesto generoso, de los que
como Acción Popular sabíamos que la situación del país económicamente
era crítica, que la ruptura con los medios crediticios era muy dañina para
la salud de la República. Decidimos entonces deponer toda ambición
personal y volcarnos a un movimiento que, en ese momento, era de unidad
democrática, naturalmente con exclusión del partido que ostentaba entonces
el poder.

Ese gesto tan noble, diáfano y tan generoso no fue debidamente apreciado,
porque el participar con otros grupos en una lista parlamentaria no
significaba sino una presencia simbólica; era evidente que con cualquier
candidatura propia habríamos tenido una representación mayor.

Ese proceso de confusión dio lugar a algo totalmente inesperado: el que


salió segundo en la primera vuelta y por quién de cuatro peruanos tres
votaron en su contra; que había adquirido una presencia parlamentaria más
o menos correspondiente a ese porcentaje, un poco más del 20 por ciento, es
decir que tenía una minoría en el Parlamento pluralista; aquel que resultó,
por una acción inesperada o por alguna actitud no meditada, ganando la
segunda vuelta y cuyo proyecto no era hacer un gobierno pluralista como
61

lo demandaba el veredicto de la ciudadanía, tenía el propósito de establecer


una dictadura con apariencia democrática.

Esto fue imposible por la presencia de la representación parlamentaria


en el Congreso que, no obstante su generosidad para dejarlo trabajar y
que extendió varias veces poderes legislativos especiales para gobernar,
representaba para el gobierno autocrático una incomodidad que no quería
soportar. Además ese gobierno quería mantener el poder, aferrarse al sillón
presidencial, cosa que la historia de la América Latina, nos enseña, es el
peligro político más grande que pueden encarar los pueblos.

Por eso, pues, ahora el destino nos señala un camino histórico, quizás tan
importante como el que tuvimos en el año 56, cuando establecimos que
era el pueblo sin compromisos el que debía crear su gobierno Ahora el
destino nos señala, por ser un partido organizado y establecido en todos los
rincones del Perú, el deber de impedir el continuismo presidencial.

Ha llegado, pues, para Acción Popular de nuevo un momento histórico, y


los momentos históricos no son para alentar ambiciones personales, lo digo
con toda sinceridad. Lo único que quiero es servir a la democracia, servir a
mi partido hasta el último aliento.

No puedo pedirle nada a Acción Popular porque ya me lo ha dado todo;


deseo sí estar con mis correligionarios participando hombro a hombro.

Fui sincero cuando dije al terminar mi segundo gobierno, que así como en
los momentos dramáticos los anglosajones cantaban la canción “más cerca
de ti mi Dios”, yo cantaba otra diciendo: “más cerca de ti mi pueblo”.

El documento que acabamos de aprobar es muy claro y muy breve porque


la brevedad es esencial en materia de comunicaciones. No podríamos
conseguir que la opinión entendiera un mensaje de muchas páginas, hay
que ser en esto muy concretos y se ponga allí también algo de las presiones
62

de otros grupos, que en muchos casos son respetables por coincidir con
nuestro puntos de vista, pero presiones que no pueden llevarnos de ninguna
manera a reducir el ámbito de nuestra responsabilidad.

Acción Popular es un partido que ha gobernado dos veces, que ha estado


en el Parlamento, en los municipios y por consiguiente tiene que ser muy
cauto en la conducción de su destino y en las decisiones que adopte. Por
eso se dice allí que el partido podrá tener posiciones coincidentes con
otros grupos pero no fruto de un acuerdo multipartidario que limitaría
grandemente nuestras atribuciones y, recordando el proceso del 90, que
sería un verdadero obstáculo para que Acción Popular aportara a un ideal
todo lo que puede dar.

En la campaña del 90 se desaprovechó, no por mezquindad nuestra porque


estábamos dispuestos a darlo todo, la experiencia acumulada por el partido,
su conocimiento del país; hubo desprendimiento de AP en aras de una
solución unitaria que pudiera encarar el futuro inmediato del país.

Ahora con esa experiencia queremos mantener nuestra plena autonomía,


tomar oportunamente las decisiones y si en el camino hay movimientos
principistas cuyos ideales coincidan con los nuestros, nos será muy grato
recorrer paralelamente el trayecto. Pero de ninguna manera subordinando
los propósitos a los intereses de esas grandes conjunciones que aparecen
con tanto entusiasmo antes de los comicios, y que en gran parte están
estimuladas por personas que buscan satisfacer intereses personales. Son
ciudadanos cuyo único título que exhiben, con inexplicable orgullo, es el
de no ser políticos, es el de ser independientes o sea estar dispuestos a
prestar colaboración sin responsabilidad a cualquier gobierno.

Nosotros aquí reunidos, sí somos políticos. Lo somos porque libremente


hemos adoptado una doctrina que no nos ha dictado ningún capitulero, que
nos ha dictado el viejo Perú y el nuevo Perú con todas sus experiencias.
Estamos unidos por un ideal no por un pacto. Nunca se dirá que AP surgió
de un pacto, surgió de un ideal que brotaba de todos los corazones peruanos.
63

Mantengámoslo así, y demos en esta hora dramática para el Perú una nueva
lección cívica.

Cumplamos un nuevo rol histórico: el del Perú, Demostremos que la


opinión pública, no a base de violencia, no a base de armas mortíferas,
sino del arma invencible de unidad, está llana y resuelta para evitar que
el gobierno del Perú pueda ser el botín de la ambición de un hombro o de
grupo de hombres; el gobierno debe ser el que decida libremente el pueblo
peruano.

Saludo a todas las delegaciones, y saludo a todos los correligionarios que


desempeñan importantes funciones municipales, algunas de ellas a la
cabeza de municipios destacados de la República.

Y, como homenaje a ellos y ya que dirige la comuna de Chiclayo, puedo


decirles con honda satisfacción que en la mañana de hoy he visitado las
obras, esas que hablan solas no las de micrófono o de propaganda o de
aviso periodístico; he recorrido las obras viales de esta ciudad y, sobre
todo, he observado el afán de arrancar frutos al desierto.

En la mañana también hemos dado la vuelta por alguna de las obras que
realizamos. No hemos podido ir a Tinajones o Carhuaquero; remontar la
cordillera para revisitar el sitio donde interconectamos las aguas del río
Chotano con el Conchano; no hemos podido ir ni siquiera a Gallito Ciego,
cuya misión principal es interconectarse mediante un canal, todavía no
hecho, con el valle de Saña. Pero hemos visto las obras de Vivienda que
hicimos. La respuesta del pueblo ha sido extraordinaria; salían de todas las
casas, no habíamos convocado a nadie, yo llegaba de sorpresa. Creo que en
eso hay algo que tengo que apreciar sin falta modestia.

Yo llegué de sorpresa a los pueblos y los pueblos me acogieron. Yo llegué


de sorpresa y tuve la suerte de encontrar ciudadanos que compartían mis
propios ideales. Yo llegué de sorpresa y tuve adhesiones anónimas y
conocidas por todo el Perú. Y muchos cayeron victimados por la fidelidad a
64

un ideario, por la fidelidad a nuestro partido. Nuestro propio local del Paseo
Colón fue testigo de la sangre de nuestras víctimas. Un partido no sólo
significa el aplauso de un dirigente, significa la culminación de muchísimos
sacrificios. Por eso si alguna felicitación voy a recibir de este Congreso,
quiero decirles que la recibiré con modestia y con sinceridad, pensando que
no soy yo sino ustedes los que se han ganado los laureles.

Agradezco a nuestros anfitriones de Lambayeque por este extraordinario


Congreso, que no se habría podido realizar sin el calor que se recibe siempre
en esta tierra. Renuevo mi fe en Lambayeque; renuevo mi vieja admiración
por sus antiguos tesoros, que cada día se acrecienta y despientan la mayor
admiración en el mundo. Y, basado en la comprobación de esa creatividad
pasada, tengo absoluta fe en su porvenir. La vida es corta pero el ideal no
tiene límites. Creo que en el futuro, en lo que venga después de la existencia
terrena, no se nos podrá negar de estar conectada con lo que quisimos. Veo,
no para este año ni el siguiente, sino para el año 2.000, un gran porvenir
para Lambayeque.
65

“Quiero que me recuerden


como alguien que luchó hasta
la muerte por la democracia”
Mitin en Huaraz, junio de 1994.

H ablando en la plaza de armas de Huaraz, capital de Ancash y la región


Chavín, frente a nevados imponentes, bajo un sol esplendoroso y ante una
multitud que cedió al llamado acciopopulista, el Arq. Fernando Belaunde
analizó el panorama político nacional del momento y criticó con energía
lo que llamó “la corruptela del continuismo”.

Un abrazo fraternal a todos en éste día, para mi inolvidable, en que me


reencuentro en Huaraz con su pueblo y los pueblos de Ancash. No soy
un recién llegado. Hace 50 años que frecuento este hermosísimo rincón
del Perú. Hace 50 años, cuando no abrigaba propósito político, vine aquí
atraído por las bellezas y grandezas con las cuales me reencuentro. Si hay
un micrófono a mi alcance, tiene que ser para difundir no sólo la belleza
visible sino las virtudes, un poco olvidadas, de este pueblo histórico que se
regocijan en el festejo y no decae en la tragedia: esa es la definición del
pueblo de Ancash.

Recibió la catástrofe telúrica que profundo dolor viendo a sus seres


queridos desaparecidos, pero se puso a trabajar, por eso ésta es una nueva
Huaraz. Se debe no a un hombre ni a un gobierno, se debe a la voluntad
colectiva del pueblo, al esfuerzo de los que planificaron y, sobre todo, de
los que edificaron. Por eso, mi primera palabra es para resaltar el coraje, la
voluntad y la visión del pueblo ancashino.
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Si llega al gobierno no para denigrar a nadie.

No es exacto, como se ha dicho muy generosamente, que yo hiciera el 70%


de la central del Cañón del Pato. Lo que es exacto es que encontré allí un
grupo electrógeno de 50 mil kilovatios y agregué otro igual; y, más tarde
un segundo grupo, lo que significa que la energía general, allí, nos debe
tal vez su vigor en dos terceras partes. Además le dimos al Perú la planta
siderúrgica que le permitió, y le permite, hacer frente a las emergencias.

Yo exhibo esto no en reclamo de derecho de autor que no me corresponde


en este caso, sino para demostrar que el gobierno no es para deshacer lo
que otros hicieron por más discrepancia que se tenga : no es para denigrar,
es para continuar la obra; y, por eso, puedo mirar cara a cara al pueblo de
Huaraz, porque yo di mi cuota de sacrificio y esfuerzo en la gran tarea de la
industrialización de Ancash.

El río Santa aún no ha cumplido su misión. Ayer en Conococha recordábamos


el proyecto de represamiento que es evidentemente la gran obra que adquiere
prioridad, porque con una Coconocha represada el Santa podrá generar más
energía y dar más riego dando a La Libertad como al norte de Ancash. Por
eso creo que se debe tomar nota de aquel proyecto de antaño, ahora que hay
pleno desarrollo en Chimbote, que hay irrigación en Chavimochis, que la
hay también incipientemente en Chinecas y la zona agrícola de Chimbote.
Es el momento de predicar que se haga algo con Conococha para que ésta
tenga agua en toda época del año, no sólo en la época de abundancia sino en
la época en que los campos y los campesinos reclaman más agua, no para
tener más ganancia sino para darle al Perú más producción.

Aquí entre dos cordilleras -yo las conozco bien- paseé Chapín por todos
lados (señalando), por este lado y por el otro, viniendo en acémila desde
Yata; porque al Perú hay que conocerlo, más que a vuelo de pájaro como
hacen algunos que buscan su comodidad, a lomo de bestia como hacen
los que quieren conocer, paso a paso, el territorio nacional y estrechar al
hombre de trabajo.
67

Atentado contra el porvenir de los pobres.

Desde Conococha hasta Caraz, donde he pernoctado, son innumerables los


picos que sobrepasan los 6 mil metros. Qué gran reto, cuánto sacrificio
para los campesinos y, sin embargo, cuánta sonrisa triunfante en sus caras
a pesar de su pobreza, a pesar de su abandono. Por eso quiero decir que no
hay tal vez, clase más olvidada que la que está dedicada a la agricultura y
la ganadería.

Antes teníamos un Banco Agrario, que con nosotros funcionó bien, que
podía tener todos los defectos que se quiera, que podría haber incurrido
aún en faltas; pero, se ha cometido el error de erradicar toda la banca de
fomento, con el espejismo de que la banca comercial, que ya tiene las
manos llenas en su trabajo habitual, sustituirá a la banca de fomento. La
banca comercial tiene un propósito, legítimo por demás; hacer utilidades.
La banca de fomento tenía un propósito más grande; hacer trabajadores,
formar ciudadanos, impulsar la producción para el bienestar de todos.

Se quiere privatizar todo. Yo me pregunto si la intención verdadera es


cambiar esta República, para que sea La República Privada del Perú,
propiedad de unos cuantos, en la que el pueblo no tenga acceso a los
capitales desarrollo.

Magisterio reclama respeto que merece.

Tengo por el magisterio, tan sacrificado, el mayor aprecio. Yo estuve en


las aulas universitarias cuando fui desterrado. Como no había amasado
dinero porque el gobierno no es para eso, me llamaron de nuevo a las
universidades. Estuve en cien de ellas. No hice fortuna en la enseñanza,
pero tengo la fortuna de encontrarme con viejos alumnos en los aeropuertos
del exterior y, en muchos lugares del país con mis propios alumnos de la
Universidad Nacional de Ingeniería.
Yo quiero decir que el magisterio no es lucrativo; pero, ninguna ocupación
se le puede comparar por los dividendos emocionales que el alumnado
68

retorna al maestro. Por eso mi saludo al magisterio en esta hora difícil.


Por eso mi protesta, que se quiera acallar su justo reclamo con magras
participaciones. El maestro no está extendiendo la mano para pedir limosna,
sino levantando el brazo para reclamar el respeto que merece.

Agresión del centralismo.

Quiero hablar ahora, porque debo hacerlo en una plaza de tanta vibración
cívica, sobre los problemas nacionales. Primero de la agresión del
centralismo que se ha apoderado del país. El centralismo quiere resolverlo
todo, no quiere tener competencia. Por eso está en pugna con los municipios
del país.

Quiere que todas las obras tengan un letrero que diga: “Obra de la
Presidencia de la República”. Yo reclamé un letrero que decía: “El pueblo
lo hizo”, porque todo lo que se hace con dinero del país se origina en el
pueblo que, aquí, paga impuestos indirectos. De manera que cuando se
hace una obra con dinero del Estado es obra del pueblo y no de ningún
dirigente episódico que pase por Palacio.

AP en pie de lucha.

Se está silenciando a los pueblos. Se les quiere poner, en materia política,


una verdadera mordaza. Ya no van a tener nada que decir en la elección
del próximo Congreso, porque será un Congreso de Cámara Única, con
voto nacional. ¿Cómo puede un líder de Caraz o Carhuaz competir con
personalidades radicadas en Lima, sean limeños o no, que tienen difusión
periodística, que tengan notoriedad en sus campos, sean éstos intelectuales,
comerciantes o de otra índole?
¿Cómo lograría el líder local, que es popular en su tierra pero desconocido
en el resto del Perú, competir con una ley silenciadora semejante?. Acción
Popular está en pie de lucha para evitar que esa ley, que es fruto de una
Constitución que ya sabemos como se dio, quiera ofender al pueblo
silenciándolo y restándole representación en los futuros Congresos de la República.
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En “guerra” contra la reelección.

Pero hay algo más. Se está exhumando ahora del cementerio de nuestras
tragedias políticas la mayor corruptela; la corruptela del continuismo.
El afán presidencial de no levantarse de la silla, el afán de no cumplir
su juramento original. Esto es un peligro para el país. ¿Queremos que la
historia se repita y que mañana, para cambiar un gobierno, tengamos que
levantarnos todos y que tenga que exponerse a la ciudadanía a toda clase de
sacrificios y represalia? De ninguna manera.

Por eso estamos en pie de guerra contra la reelección y decimos aquí, en


Huaraz, bajo el sol y entre la Cordillera Blanca, para que se nos escuche
bien: yo no vengo aquí con ambiciones personales. No se dirá de mí,
mañana, que fui un viejo que quiso volver a Palacio, pero sí que fui un
anciano que luchó hasta la muerte por la preponderancia de la democracia
en el Perú.

Se habla del consenso. Me pregunto, ¿a qué consenso se refieren?. Con


la imposición no hay consenso. Si hay un gobernante que, utilizando el
presupuesto, las facilidades, los aviones, los micrófonos del país, quiere
quedarse, ¿cómo puede haber consenso?. Y, también en ese caso, Acción
Popular estará en la primera línea de la lucha.

Queremos actual paralelamente con los otros partidos, grupos y ciudadanos


que están en el mismo camino. No queremos sembrar discordia entre las
fuerzas democráticas; pero, si se confirma el intento del continuismo
presidencial, no rechazamos nuestro puesto en la lucha. ¡Para eso no
estamos viejos!

Esta es la prueba de vuestra paciencia, bajo este sol esplendoroso; pero,


creo que sólo procede terminar diciendo que estoy aquí con los brazos
abiertos y que, ahora en que celebramos los 38 años del 1ero de Junio (de
1956), quiero recordar que, a los dos días de ese 1ero. De junio, la primera
visita que hice fue a Huaraz.
70

Hoy como ayer…

Diario La República
Miércoles 1 de junio de 1994

H an pasado 38 años del 1º de junio y nuestro destino sigue siendo el


mismo: combatir por la autenticidad democrática en el Perú, enfrentarnos
a los intentos dictatoriales que han dañado y quisieran derribar de todo el
edificio institucional de la República.

Luchábamos, en 1956, para impedir el continuismo, para cruzar la imposición


dictatorial que se amparaba en una aparente fórmula de consenso protector
o continuista. Había logrado, para ello, la inconcebible tolerancia de parte
de la oposición.

El pueblo desaprobó esa conducta y no llegó a plasmar la fórmula inicial,


siendo sustituida por una llamada “convivencia” de antiguos perseguidos
y perseguidores, pactada al margen del sentir popular que anhelaba algo
nuevo.

El trasfondo internacional.

La dictadura del General Odría, que depuso al Presidente Bustamante y


disolvió el Congreso, fue drástica en cuanto a política interna. En un momento
de triunfalista descontrol, llegó a declarar a Haya de la Torre “indigno de
la nacionalidad”. El líder aprista estuvo asilado durante varios años en la
embajada de Colombia y, después del fallo de la Corte de La Haya, salió a un
destierro que sólo terminaría después de las elecciones de 1956.
71

En 1950, la guerra de Corea significaría ventaja para el Perú, porque,


tratándose de un conflicto que amenazaba la paz mundial, nuestros
productos mineros alcanzaron precios altos. Esta circunstancia favoreció la
permanencia de la dictadura que se las había arreglado para adornarse con
apariencias democráticas.

El desgaste y la arbitrariedad disminuyen con el tiempo sus fuerzas. La


caída del Ministerio Esparza Zañartu, a raíz de la protesta arequipeña, lo
debilitó apreciablemente. El clima mundial, favorable a la democracia,
obligó al gobierno a buscar una retirada. Más su firme propósito era el de
cubrirse las espaldas.

Lógico era esperar una actitud firme de los sectores de oposición, en los que
predominaba el aprismo (sin que esto excluyera a elementos destacados y
a grupos de izquierda o a políticos vinculados a la Unión Revolucionaria).
Más nos tocó a nosotros, convocados por el Frente de Juventudes, asumir
la actitud combativa que la opinión pública demandada.

El reclamo popular.

Nuestra campaña significó el reclamo de una solución libre y espontánea,


que no fuera fruto de negociaciones y pactos reservados. Por eso tuvo que
salvar grandes obstáculos que, gracias a la decisión popular, fue venciendo,
hasta alcanzar la inscripción de la candidatura en aquel inolvidable
amanecer del 1º de junio. No ingresamos de inmediato al gobierno, pero
pronto el pueblo nos abriría sus puertas.

Hoy la amenaza del continuismo es aún más grave, se trata de permanecer


en el poder, de no soltar el mando, de crear una fórmula continuaste que
revive viejos pesares y peligros ya experimentados por la Nación.

Acción Popular está hoy contra el continuismo, como ayer lo estaba de


las negociaciones palaciegas. Después de 38 años le toca combatir por el
mismo ideal: el imperio de la auténtica democracia en el Perú.
72

Se nos dirá que volvemos a lo mismo, después de haber desempeñado por


dos quinquenios las más altas responsabilidades gubernativas e importantes
mandatos legislativos y municipales. Es verdad. Más debemos replicar
que el imperio de la democracia requiere de permanente vigilancia y de
lucha. Así como la libertad despierta el fervor de las multitudes, no faltan
elementos que se benefician con su eclipse.

Mostrando la prosperidad de elementos privilegiados y ocultando los pesares


del pueblo, callando la ola mortífera de la desocupación, silenciando el
reclamo de obra pública de la que, sólo en el último año, se nos habla con
evidente propósito reeleccionista, el pueblo peruano sigue soportando el
calvario de la indiferencia y el abandono gubernativos.

Víctima destacada de esta hora de prueba es el magisterio. La supervivencia


de los maestros sólo se logra con las más diversas ocupaciones adicionales,
para poder llevar la mesa familiar.

Ya no son el salón de clases o el destino del alumnado la preocupación


única de los profesores. Tienen que pensar en el sustento de sus hogares
e ingeniarse para encontrar los más variados empleos adicionales. La
educación pública ha encontrado así su mayor desafío. Al punto que, de no
hallarse una solución pronta, podrá entrar en irremediable colapso. No se
trata de calmar el hambre con magros y tardíos aportes, sino de retribuir el
del servicio con sentido de justicia.

Y, ¿qué decir de las Fuerzas Policiales? Vemos con alarma que muchos
ciudadanos provenientes de esa honrosa ocupación derivan, con demasiada
frecuencia, en determinados casos, al delito común. Las causas del
magisterio y la policía no son sino dos ejemplos típicos que exhiben la
tragedia de los que dependen de sueldos del Estado.

No por haberse reducido la inflación –lo que el Perú apoya como


indispensable-, no por haberse creado alguna mayor holgura para los
adinerados, se puede silenciar la causa del pueblo. El país necesita un
gobierno con emoción social. No estamos anunciando un régimen de
73

milagros. Será difícil que los recursos, por más esfuerzos que se hagan,
superen a la demanda.

Siempre habrá algún tipo de escasez, algún desafío difícil de enfrentar. Más
nadie lo hará peor los gobiernos que rinden culto a ídolos de barro, y que no
ocultan un religioso fervor por determinados dogmas de liberalismo extremo
que la historia con implacable periodicidad, se encarga de derribar.

A un año de la creación tan obstaculizada de un nuevo gobierno en el Perú,


corresponde a Acción Popular ocupar, de nuevo, con la misma decisión, con
el mismo coraje, un puesto de lucha en la cruzada por la plena restauración
democrática en el Perú.

La historia se repite.

Con alguna variante la historia se repite. El gobierno actual no está empeñado,


como lo estuvo el de Odría, en buscar el consenso autoprotector.

Su propósito evidente es no solar el mando. Una vez más el sillón


presidencial adquiere caracteres magnéticos. Ofrece una extraña atracción
para quienes gustan disfrutar los honores protocolares y escuchar las
lisonjas palaciegas, tan frecuentes.

No siempre predomina en los hombres de gobierno la honda preocupación


por problemas nacionales demasiado complejos, que no admiten la solución
instantánea.

No es una negociación la que se pretende imponer, ahora, desde arriba, sino


una imposición : el continuismo que se origina en un golpe de estado, que
significa el repudio de un solemne juramento.

Nuestra actitud de 1956 se asemeja por ello a nuestra beligerancia actual. En


nuestro caso, la historia se repite, porque así es la democracia, porque siempre
está amenazada. Hoy nos toca salir en su defensa, como lo hicimos en 1956.
74

En este aniversario es junto que yo reitere mi gratitud al pueblo peruano,


que hizo posible el surgimiento de nuestro hermoso movimiento de Acción
Popular. Que reconozca en los dirigentes y el pueblo, que actuaron aquella
noche, todo el mérito de jornada.

Es estimulante recordar la forma como reaccionó el pueblo. A una simple


convocatoria nuestra se reunión primero en nuestro local y, más tarde,
me acompañó, hacia Palacio, siendo interrumpida nuestra incursión a la
altura de la iglesia de La Merced. El reclamo de aquella noche ocurrió
entre la estatua a Castilla y el Templo de la Patrona de las Armas.
Aquel fue el lugar del ultimátum que produjo el milagro de cambiar una
resolución denegatoria, por la aprobación de la inscripción presidencial que
reclamábamos. Fue triunfo del pueblo, como son sus obras espontáneas en
las aldeas remotas. Puede decirse de aquella victoria colectiva, lo que rezan
las placas conmemoratorias de la obra comunal:

“¡El pueblo lo hizo!”


75

Cita en Huancayo

Revista Acción
Lima, agosto de 1994

H e tenido este fin de semana una tonificante experiencia: Una nueva e


inolvidable visita al valle del Mantaro y a la pujante ciudad de Huancayo.
Es el gran polo de desarrollo de la Sierra Centra, con un pueblo de fe
inquebrantable en el porvenir. No en vano se le declaró “Incontrastable”
por el heroico papel que le toco desempeñan en la Emancipación.

La ciudad está en pleno crecimiento, alcanza ya los 257 mil habitantes y su


evolución es de 3.8% anual, sobrepasando largamente la del país.

El valle es uno de los mejores, por la extensión durante mi gobierno un


importante sistema de descontaminación en la región minera. La planta
logró lo que ansiosamente esperábamos: purificar las aguas de riego a
niveles adecuados. Nos hemos dado, infortunadamente, con la sorpresa de
que se ha detenido ese servicio vital y han vuelto a contaminarse las aguas,
con grave daño a la agricultura, la ganadería y –lo que es más grave- a
la salud. Ha primado el criterio de ahorrar soles, cuando debió serlo de
ahorrar vidas y de incrementar la producción en el inmenso vivero que
tanto aporta a la Lima Metropolitana.

Se siente en el valle supresión, inconsulta e inoportuna, del Banco


Agropecuario. Si la institución, que operó muy bien en nuestro mandato,
mostró después defectos durante la hiperinflación que arruinó al país, estos
debieron ser corregidos sin destruir aquella vital herramienta crediticia.
El campesino está ahora sin respaldo, exceptuando a los que gozan de
76

influencias. Lo mismo sucede en la minería, la artesanía y la industria. Para


no hablar del hondo problema de la vivienda que ha sufrido, con el colapso
de las mutuales y la supresión inconsulta del Banco Central Hipotecario.
Más, frente a esos retrocesos que deberán ser corregidos por el próximo
gobierno, encontramos aspectos positivos. Ellos emanan de la acción del
pueblo mismo. Su pujanza y su iniciativa en todas partes.

El sábado, en una concentración en la Plaza Huamanmarca, gran Centro


Cívico que tuvimos oportunidad de rehabilitar en la vieja ágora urbana,
pudimos palpar entusiasmo y el fervor del pueblo. Lo inauguramos en la
brillante alcaldía de Fernando Calmell del Solar, mi ex ministro de Trabajo,
y hoy hemos comprobado la eficiente labor de nuestro burgomaestre, Pedro
Morales, quien en excepcional tesón, logra multiplicar los escasos recursos
con que cuenta, dando un gran impulso a la tarea que le ha sido confiada…
por el pueblo.

Un recorrido por el valle nos muestra el vigor agrícola y ganadero, la


belleza de los hospitalarios pueblos. Y nos hemos sentido emocionados
cuando hemos visto el fruto de esfuerzos pasados que compartimos con
los pueblos, en la electrificación, en la monumental Estación Terrena que
instalamos en Sicaya, que nos mantiene unidos al sistema de comunicación
por satélites; en las grandes obras de irrigación y vialidad y en proyectos
tan atractivos como el Hospital del Seguro, el conjunto de viviendas Parra
del Riego e infinidad de obras urbanas que están en la base del progreso
regional y local. Pero, lo que aparece en todas partes es el esfuerzo
espontáneo y desinteresado de las comunidades, que he definido como “La
Filantropía de los Pobres”.
La plaza de Huamanmarca lucía resplandeciente, al mediodía, cuando nos
daba la bienvenida, multitudinariamente, aquella inolvidable mañana del
sábado 22 de agosto. Fue a luz del sol. Todos lo vieron. Me ha conmovido
el fervor cívico del pueblo y su decisión de emprender la gran tarea
rehabilitadora.

¡Gracias pueblo de Huancayo!


77

Acción Popular en la
lucha electoral
Revista Acción
Lima, septiembre de 1994

U na vez más, a lo largo de nuestros 38 años de vida partidaria, salimos


a la lucha electoral en un proceso de especial trascendencia para el país. No
se trata de enfrentarnos normalmente a nuestros competidores: Tenemos
que combatir a un gobierno continuista que recurrió al golpe de estado para
intentar su permanencia en el poder.

El proceso encierra, por ello, evidente riesgo y sugiere a las candidaturas


significativas una acción paralela frente a un enemigo común: El
continuismo, o sea, la amenaza de un régimen esencialmente autoritario
y dictatorial.

Abrumado por constantes requerimientos para postular, una vez más


a la Presidencia, no sé si por mis méritos que son limitados, sino por la
generosidad de mis correligionarios, que es infinita, me he visto precisado
a exponer las razones por las cuales yo no debo participar. Los calendarios
están ahora de moda. Y, es precisamente, el calendario de mi propia vida y un
sentido sereno de responsabilidad, los que me impiden pretender la jefatura
del estado que, por dos veces me ha entregado el país. Ha comprendido el
Comité Político mis razones, y nos hemos abocado a la tarea de hallar una
fórmula que satisfaga nuestras expectativas partidarias, y pueda ofrecer a
la República una propuesta de verdadera esperanza.
78

La candidatura de Raúl Diez Canseco.

Hemos considerado la necesidad de buscar una candidatura joven, más


plenamente acreditada por su capacidad y vocación de servicio. Y, en cuando
a la fórmula misma, ha accedido al deseo del Comité de confeccionarla con
un criterio geográfico, a la par que con una plena capacidad de liderazgo.
De esa manera, cada uno de los miembros de la plancha representa una
región del país, desde el punto de vista de su origen y, conjuntamente los
tres significan una visión de una República de tan variada geografía, que
unifica un sincero propósito descentralista.

La nominación de Raúl Diez Canseco, nuestro secretario general, no sólo


busca el aporte juvenil exaltado por el éxito personal sino, sobre todo, su
profunda identidad con el país que ha recorrido de uno a otro confín y que,
en la campaña que se inicia, se propone visitar hasta el último villorio. Una
vocación de servicio y un indesmayable espíritu de acción, harán posible
esta nueva auscultación del país, in situ, que permitirá unificar la amplia y
profunda urdimbre nacionalista del partido. Si, como lo esperamos, Raúl
Diez Canseco realiza en la vida pública lo que tan elocuente ha logrado en
su exitosa actividad privada, como hombre que ha sabido hacerse solo,
creo que tenemos motivo sobrado para nuestra ferviente esperanza en la
labor que el partido le encomienda.

Tenemos allí a un hombre formado en las tareas económicas que está


caracterizado por su desempeño como promotor de su propio éxito. Pero,
es necesario secundario en la plancha presidencial con correligionarios que,
en distintos campos de la actividad, ostenten similares éxitos y compartan
idénticos ideales.

El partido ha nominado para la primera Vice-Presidencia, a un tecnócrata de


experiencia en el campo vital de la energía. El Ingeniero Juan Incháustegui,
desempeñó brillante e infatigablemente la Cartera de Energía y Minas en mi
segundo gobierno. Es un secreto a voces que nos tocó conectar, en nuestros
dos períodos, dos terceras partes de la energía proveniente de centrales del
79

estado. Esa tarea titánica no se habría logrado sin el concurso de hombres


que, como Incháustegui, se desempeñaron exitosamente en parte de dicha
gestión. Incháustegui es, además, oriundo del Sur. Nacido en Arequipa, le
tocó pasar su niñez y educarse en el Cuzco. Más tarde, participó activamente
en las obras de electrificación de dicho departamento. La electrificación
rural, sin la cual no puede lograrse la superación de la agricultura y el
campesinado, es uno de los campos de su pleno dominio.

Y, en cuanto a la región de los pioneros nos ha dado el nombre del Ingeniero


Agrónomo Edmundo del Aguila, oriundo de Huánuco y experto en los
asuntos de la Ceja de Montaña. Organizó allí la enseñanza de la agricultura
y, con nosotros, fue el diestro director del proyecto de desarrollo de la
región de los Pichis y Palcazu. Completamos así una plancha caracterizada
por su dominio en la promoción económica, energética y agroindustrial,
temas que interesan profundamente a la República. Los tres constituyen
elementos jóvenes, pero han demostrado en la acción política, gubernativa
y parlamentaria, las aptitudes requeridas para cumplir satisfactoriamente
altas responsabilidades estatales.

El partido busca servidores del país y no amos.

Ahora bien, conviene precisar que el partido busca servidores del país
y no amos. Que quienes reciben altos encargos deben cumplirlos con la
convicción de que pertenecen a una institución creada exclusivamente para
servir al país, con patriotismo y devoción. Creemos, sinceramente, que los
nominados responderán a plenitud a tan delicado destino.

Un partido político no es una empresa, aunque reconozca la necesidad de dar


al estado una gran eficiencia operativa. No es una sociedad anónima en que
los accionistas busquen dividendos monetarios. Es una organización unida
por un ideal, en la cual todos los participantes activos tienen título legítimo
para la acción, a la aprobación o la crítica. Por ello, las responsabilidades
que se otorguen no pueden sufrir exclusiones.
Para todos, en la esfera de sus capacidades, debe haber tareas que cumplir.
80

La unidad no se basa en privilegios o en simpatías, ni se destruye por la


carencia de éstos: se basa en una comunidad de ideales para servir al país.

En la infinidad de nuestros contactos ciudadanos y en el respaldo generoso


de la multitud, del militante anónimo, hay una comunidad tan honrosamente
constituida, que el partido debe tener siempre presente. No conocemos
personalmente a todos los que nos apoyaron una y otra vez. A los que
nos llevaron en dos ocasiones al gobierno. A los que nos secundaron y
secundan en los procesos municipales. Más sí sabemos bien lo que nos une
a ellos : El ideal por el bienestar y la grandeza de la Patria. No lo olvidemos
nunca. Acción Popular no es una secta excluyente; es el hogar común de los
peruanos que comparten nuestra doctrina y nuestros programas.

La campaña que se inicia no estará exenta de riesgos. Tendremos que


luchar contra inmensos recursos estatales puestos arbitrariamente al
servicio del continuismo. Seremos víctimas de pronósticos adversos
prefabricados. Encontraremos piedras en el camino. Los riesgos de la lucha
están expresados por los que cayeron en nuestro local central y en muchos
lugares de la República.

Un proceso electoral peleado, en tan severas condiciones, no es un lecho


de rosas, sino un campo de combate por la libertad en el que, desde luego,
nosotros no significamos amenaza para nadie pero sí fervor por el país.

No nos cansaremos de repetir que la civilización andina se construyó


sobre la piedra angular de la Ley de Hermandad. Comprendiendo bien las
remotas generaciones el desafío que significaba un territorio grandioso,
pero difícil, dejaron ese legado de armonía. Su preocupación básica por el
sustento fue, y debe seguir siendo, la gran idea-fuerza. Con un crecimiento
demográfico constante, los requerimientos de abastecimiento y servicios
están necesariamente, en constante aumento. Por eso, condenamos a los
gobiernos que suprimen la gran obra pública o la relegan a los últimos
meses de su acción, como simple postulado de oportunista propaganda
política.
81

Gestión que se proyecta al porvenir.

Acción Popular que duplicó las áreas de cultivo del Perú, que realizó
el 50% de las grandes obras de irrigación de la Costa, que se impuso la
tarea de extender la electrificación rural, que construyó más viviendas de
interés social que cualquier otro gobierno y que, con la ayuda elocuente del
pueblo y su propia acción, extendió notablemente las facilidades escolares,
no puede aceptar los métodos actuales en que esos temas se relegan a los
que deben ser los últimos meses de un gobierno que no supo mantener su
legitimidad inicial. Acción Popular que atrajo facilidades crediticias para la
educación pública y las grandes universidades, que dio sentido continental
al desarrollo con la vialidad colonizadora, que salvó vidas infantiles
erradicando la polio y difundiendo la rehidratación oral, tiene en su propia
gestión una saludable proyección para el futuro del país.

Entendámoslo bien. En la designación de la plancha que preside Raúl Diez


Canseco e integran Juan Incháustegui y Edmundo del Aguila, y en las listas
parlamentarias que se elegirán próximamente, no habrá una distribución de
distinciones, sino una asignación de responsabilidades en servicio del país.
Los designados no lo serán por sus propios méritos que, evidentemente los
tienen, sino por el deber de representar a todos los miembros de Acción
Popular, conocidos anónimos, que han puesto su esperanza de superación
nacional en el esfuerzo del partido que se apoya, como ayer, en el precepto
inmaculado e inmortal de la Ley de Hermandad.
82

Proponemos una democracia


institucional
Plaza de Armas de Arequipa
Viernes 30 de marzo de 1995

H oy como ayer y siempre ven a Arequipa con los brazos abiertos. Vengo
a encontrarme con mis amigos y hermanos que, desde hace tantas décadas,
fielmente, en las buenas y las malas, me reciben generosamente. Aquí siento
el aire fresco y limpio que respiraron mis mayores.

El haber realizado esas pilas bautismales que son las represas de Pañe,
Aguada Blanca y Condoroma, parece señalarme que ni ustedes ni nosotros
nos equivocamos al decir que trabajaríamos juntos por el Perú. Y, hoy, es
necesario repetir y decir a los cuatro vientos que las obras de desarrollo de
esta región no pueden ni deben detenerse.

Nací queriendo a Arequipa. Desde niño oí el elogio a esta ciudad. Conozco


todo lo ocurrido en esta plaza y sé qué es una tribuna nacional. Por eso he
salido de un retiro parcial para acompañar a Raúl Diez Canseco en esta gira
y comenzar en Arequipa mi apoyo, porque esta gran batalla electoral que
tanto significa para el Perú entra a su fase final. Es la fase del combate y
aunque pueda estar viejo para la presidencia, me siento joven para la lucha.

He venido a afirmar que no quiero que se diga que fui un viejo que se
aferró al poder, sino un anciano que combatió hasta la muerte por amor a
la democracia. La confianza pública no es un cheque en blanco para querer
estar siempre arriba, es una obligación que tiene el político de no apartarse
nunca de los ideales. Los hombres pasan, los ideales quedan. Y, por eso,
83

ahora este viejo de Acción Popular tan conocido en esta plaza, viene a
hacer campaña no por si mismo, sino por un hombre joven que por valiente
y capaz promete hacer una gran labor por el Perú.

En la candidatura de Raúl Diez Canseco no ha habido ningún capricho,


ninguna precipitación. Los partidos políticos deben renovarse, no en los
pilares que quedan sino en las generaciones que insurgen. Vengo a decir
ahora, a reiterarles ese punto de vista. La vida es corta. Los hombres que ya
peinamos canas, como el Misti, estamos viejos por fuera pero ardientes
por dentro.

Es nuestro deber hablar con claridad. Ni ustedes ni yo salimos a las plazas


por una misión pasajera. Ustedes con su gran generosidad, nosotros con
nuestro entusiasmo por hacer algo por el Perú gracias al apoyo de ustedes.
Pero, sabemos que esa devoción por el país no es pasajera. Soy hombre de
fe, creo que la muerte es una prolongación del ideal, que no puede arrebatar
al hombre sus grandes emociones.

Y hoy que vengo por el desvío de la carretera que hicimos en nuestro


primer Gobierno, veía ese inmenso panorama a media luz y decía: “Cuando
yo pase, espero que de alguna manera pueda disfrutar de la visión
tonificante de Arequipa”.

De esta tierra de mis mayores, es de la que he recibido la más ferviente


inspiración cívica. Es que en Arequipa he oído la voz lejana de que en
este proceso electoral era necesario llamar a las generaciones jóvenes,
sin despedir desde luego a las antiguas que traen tanta experiencia y
tanto sacrificio acumulado. Llamarlas para entregarles la antorcha que no
se apaga en nuestras manos, pero que otras manos más fuertes deben
tomarla ahora.

Por eso buscamos a un hombre cuya vida personal significa una gran
realidad de esfuerzo y creación. Un hombre que no heredó nada, que lo hizo
todo por sí mismo y por los suyos. Un hombre que ha logrado adentrarse en
84

los misterios de la moderna educación, experto en cuestiones de cibernética


y la electrónica, gran conocedor de la juventud estudiosa.

Es por eso que se le ha designado candidato de Acción Popular y es por eso


que, para la primera y segunda vicepresidencias, hemos buscado a hombres
que también se han hecho solos y a base de esfuerzo. Ellos no defraudarán
al país: Juan Incháustegui por su amplia experiencia en el campo energético
y Edmundo Del Aguila que domina el área agrícola y pecuaria.

Hemos presentado, pues, una plancha que merece el respeto y el apoyo


del Perú. Y esta plancha trabaja por el Perú porque es positiva. Y trabaja
también contra un vicio que amenaza al Perú: el continuismo presidencial.
La reelección significa una corruptela; significa, tal vez, un antecedente
que pudiera ser seguido en el futuro por un presidente que, adulado por un
grupo de intereses y encumbrado a niveles realmente extraordinarios, se
creyera que es un superhombre o una personalidad mandada por el destino
para salvar a la República. Yo que he estado dos veces, gracias a ustedes y a
sus mayores, puedo decirles que uno se siente no halagado, no envanecido,
sino desafiado y en cierta manera disminuido frente a la gran magnitud de
los problemas nacionales.

Por eso nosotros proponemos una democracia institucional, en que lo


importante sean las instituciones y en que los hombres no la reemplacen ni
la destruyan en un alarde de vanidad ridícula que el país tiene que rechazar.
No queremos reelección, queremos alternativa en el poder.

Hombres ilustres como Castilla y Piérola, llegada la hora descendieron las


escalas del poder para dejarlo a quien el país designara; no se les ocurrió
aferrarse a él. A mi, guardando las distancias, me tocó una experiencia
parecida. Fui derrocado al fin de mi primer Gobierno. ¿Por qué? Porque
quería quedarme, no, porque quería irme; es decir, porque quería reconocer
el derecho del pueblo a elegir a mi sucesor. Fue por eso que se despertaron
ambiciones y durante doce largos años no se volvió a consultar al pueblo ni
85

se volvió a elegir alcaldes. Se gobernó en forma unipersonal, silenciando


a la prensa.

Ahora, cuando escuchamos los mensajes a través de las televisoras en que


nos dicen que estamos en el mejor de los mundos, que estamos en la mayor
prosperidad, que el Perú es el número uno entre muchos países, creemos
que nos están tomando el pelo.

Agradezco al pueblo y en especial al arequipeño, el haberme llevado a


palacio por dos períodos. Traté de hacer todo lo que pude, reconociendo la
gran dificultad de la tarea gubernativa en un país con recursos limitados.
Pero realicé ese empeño sin que se me subieran los humos a la cabeza, sin
que dejara de estar a nivel del pueblo.

En este momento de gran controversia, de tantos intereses encontrados,


Raúl Diez Canseco y su equipo están presentes junto a otros dirigentes
calificados y experimentados. Nos presentamos a luchar, no por la fuerza
económica, que no tenemos, pero sí por la fuerza moral que nos alienta y
que representa esta hermosa manifestación en Arequipa.

Raúl Diez Canseco viene con la credencial, como ninguna otra, de


haber recorrido de rincón a rincón todo el Perú, de haber continuado y
perfeccionado nuestra memorable compaña, pueblo por pueblo.

Porque conoce el Perú, porque ha estrechado las manos a nuestros


compatriotas, porque no viene a sacar provecho de la política sino a volcar
a ella todo su entusiasmo y todo su patriotismo. En esta plaza memorable
y ante este templo tan lleno de vibración y recuerdos pido al Altísimo que
Raúl Diez Canseco llegue a la presidencia de la República.
86

Cusco seguirá siendo honor y


gloria del mundo
Plaza de Armas del Cusco
Domingo 2 de abril de 1995

C orreligionarios y amigos del Cusco. Se ha hecho aquí una pregunta


sobre mi isita y las posibles futuras visitas. ¿Cuántas serán? Físicamente
no muchas porque la vida tiene un término. Pero yo vendré de nuevo por
mis propios medios si Dios me lo permite, y si no en silla de ruedas o en
camilla, llegado el caso, para agradecer al pueblo del Cusco. Y si las fuerzas
físicas se acaban, no se preocupen buenos amigos que la amistad es eterna:
encontrarán a mi alma recorriendo Kenko y Sacsayhuamán e intuirán su
presencia en los portales de la plaza de armas, en el solar de Pachacútec y
en su hermosa catedral sobre el templo de Viracocha.

Los partidos se basan en el ideal y éste no termina: se acrecienta en el


porvenir, sobre todo cuando se basa en la semilla andina que busca la
hermandad y la acción popular. Por eso, no tengamos temor por el futuro
de nuestro partido que puede estar arriba o abajo según las vicisitudes de
la política. Acción Popular es un partido de permanente vigencia, mira al
porvenir y, por ello, aparecen las nuevas generaciones, como ahora, listas
para llevar adelante las tareas más urgentes con incontenible interés por el país.

Por eso en mi alma no hay tristeza, hay honda satisfacción. No por haber
hecho mucho, porque siempre estamos descontentos cuando se trata de
servir al Perú, sino por haber cumplido con sinceridad, con fidelidad nuestro
juramento a la patria. Por eso estamos aquí ahora en este combate, porque
se ha roto un juramento solemne, porque quien recibió el título legítimo
87

del electorado se ilegitimó al destruir el Parlamento nacional y pisotear la


Constitución que el pueblo se había dado.

En esta plaza siento una honda emoción porque vienen a mi mente las
páginas lejanas de la era preincaica e incaica cuando se fundó la ciudad,
porque viene el dramático encuentro de las huestes de la conquista, porque
viene el largo virreynato con la gran protesta cusqueña que dio lugar al
martirilogio de Túpac Amaru en esta plaza. Ese no es un hecho de la
historia peruana, es un suceso de la historia continental y universal, porque
es el grito libertario que se anticipó a la revolución francesa. Por eso vengo
aquí con reverencia y, junto al templo de nuestra fe, agradezco al Altísimo
que haya mantenido al Cusco y le pido que lo proyecte al porvenir, porque
el Cusco es inmortal: no ha muerto en grandes emergencias y sobrevivirá a
cualquier contingencia que pueda acontecer. Seguirá siendo honor y gloria
no sólo del Perú sino de América y del mundo.

Nosotros aprendimos aquí nuestra lección del Perú, en esta inmensa


biblioteca no de libros de papel sino de libros de piedra con su mensaje
eterno que llega tan lejos. Aquí recogimos el mensaje de la hermandad y la
herencia del trabajo por el bien común. Aquí floreció la única civilización
que no tuvo a la moneda como base de su poderío. Esta fue una civilización
de proporciones romanas pero que no tuvo monedas romanas sino una
economía humanizada.

No se trata de volver al pasado ni de descartar los sistemas financieros


de nuestro tiempo. Se trata de rescatar la inspiración y la creatividad que
hizo del Cusco y nosotros logramos que lo ratificara la Unesco, patrimonio
espiritual del universo, no por una tarea propagandística barata sino por
el eco inconfundible de la historia que nos habla con austeridad pero con
precisión de su imperecedera grandeza.

Esta es una hora grave en que la gente de escasos recursos pasa un


verdadero calvario. Los sueldos no alcanzan, los salarios menos. La noticia
del día siempre es alguna despedida. Se da como si fuera una conquista. Se
88

dice: se va a privatizar tal empresa y descongestionar a la masa trabajadora.


Volverán a sus casas dos, tres, cuatro, cinco mil jefes de familia y eso
parece no importar a nadie, pero a nosotros sí. Acción Popular es un
partido surgido del pueblo no para obtener privilegios sino para defender
derechos. Es un partido que piensa en la mayoría, porque la democracia se
creó para atender las demandas justas, las necesidades reales de las grandes
multitudes nacionales.

Nosotros no creemos en presidentes mesiánicos. El presidente es un


hombre como los demás y tiene que exhibir determinadas cualidades y esas
las tiene nuestro candidato Raúl Diez Canseco. Es un hombre que tiene
méritos que van más allá de nuestro parentesco. Es hijo de una prima mía
que tiene profundos y lejanos antecedentes cusqueños. Su abuelo trabajó
aquí la tierra, Su abuela, ya fallecida, fue una lideresa en los momentos
difíciles que sabía secundar a los rebeldes. Por eso, no es un extraño en
esta tierra.

El partido lo ha escogido por lo que ha hecho en su propia vida y por lo


que ha logrado en su propio hogar. Por el bienestar que no es fruto de
una herencia que no tuvo, sino resultado de una preparación universitaria
profunda y de una escuela de disciplina moldeada en el servicio militar de
la Marina de Guerra donde fue simple marinero. Ha recorrido toda la escala
en su carrera como hombre pujante y progresista y ha estado en el partido
desde el puesto de simple militante hasta el de secretario general.

Él comenzó en educación pública y allí está desde hace 25 años en el ramo


de la electrónica, de la computación y de las comunicaciones. Pero, también
incursionó en la vida de los negocios con un éxito que nadie discute. Es un
hombre que se ha hecho solo, a base de esfuerzo y honestidad.

Cerremos, pues, el paso a la reelección que es una corruptela y, algo más,


un paso atrás que significa un pésimo antecedente para el Perú del futuro.
He estado en palacio de Gobierno dos veces, muchos amigos me instaban
a que me quedara. Cuando regresé de Punta del Este y llenamos la plaza
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de armas en una manifestación espontánea, algunos elementos me pidieron


cerrar el Congreso. Pero, le dije, ¡no quiero ser dictador, sino presidente
constitucional de la República! Por eso, tuve que enfrentarme a las grandes
emergencias y por eso fui depuesto y pasé largos años en el destierro; pero
el pueblo y sus mayores, me abrieron de nuevo las puertas de la casa de
Gobierno.

Quiero recordar que con nosotros se abrió el Cusco a la nueva navegación


aérea. ¿Qué sería del Cusco de hoy si no tuviéramos ese terminal aéreo (de
Velasco Astete)? Hicimos obra en Copesco; se incorporó toda una gran
región. Se modernizó el plan ferroviario; se adquirió nuevos vehículos
para Machu Picchu y, esto que nos honra, llevamos el ferrocarril hasta la
propia Quillabamba. No paramos un instante y llegó la hora de realizar
la tarea de mayor trascendencia en la cual (Juan) Incháustegui es un
gran experto, llegó la hora de invitar a la Shell para que viniera al Perú y
goberné suficiente tiempo para poder bajar a las excavaciones del Camisea
y comprobar que allí, en el departamento del Cusco, está la gran riqueza
energética del futuro.

Han pasado diez años y ¿qué se ha hecho? Nada. Han pasado largos años
y todavía nos prometen estudios y más estudios. Esta es una de las razones
para que Acción Popular, con su gente joven, aspire de nuevo llegar al
Gobierno y demuestre que las grandes tareas no pueden postergarse porque
mientras unos duermen otros trabajan. Estamos viendo lo que es la insana
ambición de nuestro vecino del norte que quiere sorprendernos con su
actitud bélica. Nos hace aparecer en el mundo como si fuéramos nosotros
los provocadores y se descubre, en el gran escándalo internacional que ellos
estaban comprando armas a diestra y siniestra. ¿Para disparar a quién? A
un país pacífico que nada tiene que pedirle a Ecuador que no sea el fiel y
honrado cumplimiento del Protocolo de Río de Janeiro.

Ha llegado ya el momento para que yo llame a esta tribuna a nuestro


candidato Raúl Diez Canseco. Hombre joven de 47 años, no bien bailados
pero si bien trabajados. Un hombre que ha cumplido algo que nadie puede
90

desmentir en este momento por más fanfarria que se haga o por más órganos
que estén interesados en silenciarlo. Nadie ha hecho la campaña “pueblo por
pueblo” la nueva edición. La primera tuvimos la suerte de hacerla nosotros.
La nueva edición ya con carreteras a las provincias que construimos, ya con
una extensión de las líneas aéreas, pero una edición exhaustiva que lo ha
llevado de rincón a rincón y que, además, lo ha enfrentado a peligros.

Por eso, en la última semana y a pesar de las canas que peino, he querido tomar
también la lampa que es nuestra espada de combate, para decirle que estoy
a su lado y que estaré con él en toda circunstancia, porque es la posibilidad
del resurgimiento del partido de que alcance altas responsabilidades de
nuevo, un capítulo de alegría a escribirse en la historia del Perú.

Arriba y a palacio Raúl, con la lampa en mano, herramienta de trabajo,


espada de lucha y de victoria…
91

Lima constituye la unión de


mil pueblos
Av. Paseo Colón, Lima
Miércoles 5 de abril de 1995

B revemente quiero relatarles lo que Raúl Diez Canseco ha hecho durante


la campaña. En la costa y por el norte visitó Tumbes, aquella ciudad donde
termina la fertilidad de la tierra y comienza la aridez. Aquí estuvo una y
otra vez. El departamento es como un manantial porfiado, a veces tiene
agua y a veces tiene lluvia, pero la mayor parte del tiempo sufre de sequía
aunque en menor proporción que el resto de la costa. Era necesario que él
fuera a ver nuestro puesto de frontera.

De allí pasó a Piura a Lambayeque, donde ayer nos dio un grandioso


recibimiento. Aquí está el alcalde Arturo Castillo para testimoniarlo. No
sé si estuvieron los encuestadores, pero el hecho es que Chiclayo es ahora
una plaza fuerte de Acción Popular. El departamento es ese donde aparecen
las ciudades muertas, surgen las tumbas ocultas y donde hay todavía en el
subsuelo mucha riqueza que descubrir y difundir, para que el Perú tenga una
idea del nivel que alguna vez alcanzó. Nosotros no queremos limitarnos a
buscar la miseria y tratar de subsanarla, queremos encontrar nuestra vieja
grandeza para grolificarla.

Trujillo, nieta de los viejos precolombinos, hija del virreynato y urbe


expresiva de nuestro dinamismo republicano, también ha sido visitada por
Raúl Diez Canseco. Alguna vez fue una plaza de cierta hostilidad porque
había otras fuerzas, pero eso se ha vencido. La buena fe de Acción Popular
ha ganado el alma liberteña y por eso entramos y salimos cuando queremos
a Trujillo.
92

Huaraz, es un lugar de turismo. Está entre dos cordilleras, la Negra y la


Blanca. Es una expresión geográfica del mestizaje y, junto al mar, Chimbote
nos muestra esa gran industria pesquera de la que tanto esperamos. Queremos
una revolución azul, que emplee mejor los recursos del mar y que sume a
ellos la energía de los fondos marinos que nosotros explotamos en nuestro
primer Gobierno cuando trajimos la primera plataforma de perforación.

Lima constituye la unión de mil pueblos, la mayoría necesitados, muy


olvidados. Representa una expresión inmensa de lo que es la injusticia de
una economía que sólo busca las grandes utilidades y cierra los ojos ante
los grandes populares. Y el Callao, el gran Terminal donde todavía tenemos
la visión de los piratas y de los combatientes heroicos.

Ica, esa joya en el desierto, esa hermosa ciudad que tiene la Necrópolis
de Paracas, uno de los centros históricos y culturales más importantes del
nuevo mundo y las líneas de Nazca, uno de los temas de mayor fascinación
en el mundo histórico y científico.

Arequipa, aquella ciudad del volcán y de la fe. Perdóneseme que encuentre


cierta similitud con el Misti porque yo también soy viejo y canoso, y como
el Misti siento el fuego interior. Moquegua con su plaza memorable de dos
niveles, con hermoso árboles y edificios. Y Tacna es, para nosotros, una
bandera que flamea día y noche. Esto en cuanto a la costa.

La sierra tiene mensajes tan grandiosos. Allí está Chachapoyas, la puerta


al Dorado, el departamento de Amazonas, donde han caído nuestros
defensores de la patria. Algún día se les hará debida justicia. Cuánto esfuerzo
y sacrificios, cuántas familias en luto por las desgracias ocurridas.

En Cajamarca, la atracción mágica del Cuarto de Rescate y de los Baños


del Inca, ubicados por el vapor que es como un monumento de incienso.
En todos esos lugares y en sus provincias y distritos ha estado Raúl Diez
Canseco, y eso lo quiero poner en relieve esta noche porque nadie lo ha
igualado en ese esfuerzo silente, peligroso y riesgoso.
93

Qué decir de Huánuco, la ciudad geométrica; de Huancayo, aquella cuyo


alcalde se juega la vida todos los días para desempeñar su función.

Cerro de Pasco es una veta de ciudad y sangre. Un sitio minero que refleja
el esfuerzo muy sacrificado de los trabajadores. Huancavelica, el desafío
permanente ha vencido a la cumbre. Ayacucho, mártir de muchos años de
injusticia, comienza a vencer, enhorabuena. Apurímac, verdadera versión
de lo que es el desafío de una accidente topografía.

Pero nos falta el Cusco. En el Cusco tuvimos la fragancia de las cantutas de


bienvenida y en Arequipa la sobriedad del sillar blanco, volcánico, con el
que se construyó la prístina ciudad. Y, así, en Puno, que es un departamento
tan difícil, estuvo una y otra vez Raúl Diez Canseco y pasó, desde luego,
por los más remotos lugares.

De la selva hablaremos mañana, puesto que vamos a Iquitos. El tiempo


no me permite extenderme ahora sobre esa legendaria región. Pero quiero
decirles que la descripción que he hecho tiene la ventaja de mostrar a la
ciudadanía lo que ha realizado nuestro candidato. De manera que esta es
una reunión cívica para reconocer el servicio que ha prestado a la Nación
esta memorable campaña.
94

“No sabíamos que usted era el


Gran Jefe, por eso lo atacamos”.
Plaza 28 de Julio de Iquitos.
Jueves 6 de abril de 1995

E n esta hora delicada para la República, he venido a rendir homenaje a


nuestras fuerzas armadas; pero, especialmente a los loretanos. Yo recurrí a
ellos en 1981. Los soldados que lucharon en Falso Paquisha y lo recuperaron,
eran del cuartel de Iquitos. Nunca he reclamado laureles personales porque
eso sería arrebatarlos a quienes realmente se los ganaron, que fueron ellos.

Los marinos mercantes y los marinos de guerra han dado, aquí, lecciones
de excelente conocimiento de los ríos y han llevado la civilización a los
más remotos parajes. He viajado por todos los ríos navegables; he venido a
pie a la selva hace muchos años cuando nuestra devoción a la selva no era
fruto de una actitud política sino de una devoción cívica por un pueblo que
tanto tiene que ofrecer a la patria de hoy y de mañana.

Por eso, lo primero que quiero hacer aquí es rendir homenaje a los caídos
en el reciente conflicto y formular votos porque el próximo Gobierno sepa
defender la soberanía nacional utilizando su mejor herramienta: el soldado
loretano.

Y, he venido a ratificar el apoyo de Acción Popular a Raúl Diez Canseco,


quien, entre muchas tareas, ha cumplido con la de familiarizarse, día a
día, con la selva. Él también es un explorador de la selva, un amante de
esta región. Por eso, ha sido honroso y grato para mí compartir con él los
aplausos de esta inolvidable bienvenida.
95

La selva tiene tanto que enseñar. Los pongos, todos los he visitado:
Mainique, Aguirre, Coñec y Manseriche. No olvidemos que fue un marino
peruano, Melitón Carvajal, el primero en conducir un navío de guerra y de
los primeros que vinieron aquí, cruzando el pongo de Manseriche. Ahora,
este pongo despierta ambiciones extrañas y externas. ¿Quién tiene derecho
al pongo? Si es en el orden jurídico, el Perú. Si es en cuanto a esfuerzo,
trabajo y heroísmo también el Perú.

Y en la ceja de selva recuerdo el Paquipachango, allí en el río Apurímac.


Recuerdo mis aventuras en el istmo de Fitzcarrald. Y yo quiero, una vez
más, resaltar este nombre porque era un serrano radicado en Iquitos que,
tal vez, no era un santo pero si un visionario. Lo que hizo en el istmo está
registrado ya en las páginas de la historia. Fitzcarrald, con visión de futuro,
con ojos de águila o de cóndor, supo lo que significaría en América la unión
de las cuencas.

Por eso, fui al istmo de Fitzcarrald cuando estaba en el poder. Antes mandé
una misión en helicóptero para que nos preparara un helipuerto. Bajaron
los obreros en sogas. Cuando llegué al día siguiente a inspeccionar el
istmo, quería poner mis pies, dejar mis huellas en ese lugar. Encontré que
estaban rodeados de una tribu agresiva, desnuda, pintada de rojo y que
estaban atacándolos a flechazos. Aterrizamos allí. Mi edecán quiso que yo
no bajara, pero insistí porque había un hombre con una flecha en la espalda.
Pudimos salvarlo. Era un joven del Camisea, de Michagua, de uno de los
ríos cercanos.

Tiempo después me vino a ver un explorador americano y me dijo que me


traía una carta de un indígena que había sido salvaje. “Lo he encontrado, se
ha civilizado, allí cerca de la misión y ha dictado esta carta a un traductor
de un instituto y quiero que usted la tenga”, me dijo. Y con esta cortesía
innata del hombre de la selva es que me dice: “Gran Jefe, cuando usted
llegó al istmo de Fitzcarrald no sabíamos que usted era el Gran Jefe y (por
eso) mis hombres lo atacaron. Le escribo para presentarle excusas…”. Esta
es una anécdota, dice mucho de los sentimientos del hombre que creemos
96

primitivo, del hombre nómada. De manera que he guardado esa carta entre
mis papeles más preciados y se ha publicado algo de esto en la prensa
mundial, en el interesantísimo libro sobre el río Manu.

Así, pues, la selva nos ha requerido en uno y otro lugar. Y, Raúl Diez Canseco
Terry comparte conmigo, a plenitud, este interés por la selva peruana. Mi
misión, ahora, es ratificar a una candidatura nuestra y decir que Acción
Popular, al término de esta campaña, está profundamente agradecida a Raúl
Diez Canseco. Ha recorrido por el país con mucho esfuerzo y riesgo pero
también con la sonrisa en los labios.
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PARTE III
UN PRIMER ENCUENTRO CON EL
ANECDOTARIO DEL PRESIDENTE BELAUNDE
98
99

Breves pinceladas acerca de alguna de las facetas de su vida como


persona, vistas a través de la anécdota, la ocurrencia, la instantánea. El
lector podrá disfrutar de su lectura y conocer a un padre querendón y a
veces socarrón cuando, por ejemplo, “cede” a la presión de sus hijos que
desean tomarse unos helados. O también apreciarlo cuando exterioriza
su preocupación por las consecuencias de una actitud inocente
de la hija de una de sus primas. Y más.
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“Siempre cedía a nuestras


súplicas”
Ing. Rafael Belaunde Aubry, hijo.

M i padre nos legó la inmensa fortuna de su ejemplo. A diferencia de


las crematísticas, la suya es inagotable, accesible no sólo a sus hijos, sino a
quienes opten por enriquecerse, compartiendo de ella.

El precepto bíblico; honrar padre y madre, que aprendí de los míos viéndolos
honrar a los suyos, brotaba en mi espontáneamente. Es que nunca fue un
mandato, sino una simple y feliz consecuencia... Mi padre fue mi orgullo
y guía.

Consciente de la diversidad cultural y geográfica que caracteriza al Perú,


buscó soluciones que la complementaran armónicamente, a diferencia de
quienes pretenden instrumentalizarla para impulsar procesos disociadores.

Su talante liberal lo mantuvo exento de las supersticiones deterministas y


totalitarias que polarizaron el siglo XX. Por eso, en vez de señalar una meta
señaló un camino: ¡Adelante!

Muchas facetas lo pintan mejor. La nobleza estoica con la que encaró su


destierro, al que lo acompañé desde el primer día. Sus repetidos intentos de
volver a la patria, “que es la tierra y son los muertos”, según el ensayista
francés Emmanuel Joseph Sieyés, y que lo distancian abismalmente de
quienes luego de gobernar huyen despavoridos. La dedicación hacia sus
101

alumnos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de


Ingeniería que lo ayudarían luego a diseñar la integración del Perú, con
la que soñó. Su faceta de estudioso del Perú, gracias a la cual logró tal
conocimiento del territorio patrio, que lo transitaba con la familiaridad de
quien recorre las habitaciones de su hogar.

Las anécdotas en él son más que eso, son gestas que jalonaron nuestra
historia republicana durante la segunda mitad del siglo XX, como la
del 8 de Junio de 1956. Yo era un niño. Aquél día Fernando Belaunde
congregó a una desbordante multitud en la plaza San Martín para festejar
la oficialización de su candidatura presidencial. El autoritarismo de turno,
obcecado por impedirla, se había visto obligado a ceder, doblegado por la
presión popular.

“Gracias pueblo peruano por haber inscrito mi candidatura”, comenzó


diciendo. Siguió luego un discurso de antología que todavía después de
medio siglo me eriza recordar.

Esta otra es ilustrativa de su vocación integradora y constructiva: alrededor


del año 60 acompañé a mi padre en una gira política que nos llevó de Oyón
a Cajatambo. Para mí fue la primera de muchas. Por ese tiempo se accedía
a Cajatambo en acémila o mula de carga desde Oyón, aquel célebre centro
minero. Recuerdo su compromiso asumido ante los lugareños: dotar a
Cajatambo de un acceso carretero. Pocos años después, ya en el Gobierno,
su satisfacción al cumplir la promesa sólo fue superada por la algarabía de
quienes, por fin, gracias a él, comenzaron a salir del aislamiento.

En un ámbito más personal recuerdo haberlo visitado con mi hermano


mayor en el lúgubre penal de El Frontón cuando fue puesto preso por
razones políticas. Recuerdo también haberlo visto ensangrentado pero
satisfecho luego de un duelo a la antigua usanza, con el que salvó su honor
ofendido. Como hombre de bien que era, con el paso del tiempo, terminó
desarrollando una cordial relación con su otrora contrincante.
102

Compartiré con los lectores una anécdota que sucedió en mi niñez. Durante
el verano, luego de un baño en La Herradura, nos ofrecía socarronamente
ir “a ver” tomar helados a alguna fuente de soda, para luego de una letanía
de ruegos innecesarios ceder a nuestras súplicas, complaciéndonos. No lo
estoy idealizando si digo que fue el padre con el que todo niño sueña. Así
fui de afortunado. Digo mejor: así soy de afortunado.
103

“Soy terco partidario de


la democracia”
Ing. Javier Díaz Orihuela, ex senador y ex secretario
general de Acción Popular.

L a tarde del 28 de julio de 1987, el país y el Congreso de la República


escucharon el sorpresivo anuncio del presidente Alan García, el mismo
que, por un breve plazo, cambió el rumbo de la historia política y
económica del Perú. El primer mandatario había presentado el proyecto
de ley para nacionalizar y estatizar la banca, financieras y compañías de
seguros privadas. Dicho proyecto originó encendidas controversias, no
sólo en los recintos de la Cámara de Diputados y del Senado, sino en
numerosos programas de televisión, estaciones de radio, diarios, revistas y,
naturalmente, en calles y plazas. Comprometió a disímiles personajes de la
política, literatura, arte, ciencia y de las más vastas disciplinas.

Pero cuando llegó al Senado, instancia reflexiva y de gran poder político,


la iniciativa sembró dudas generándose una gran batalla parlamentaria.
Luís Alberto Sánchez con sus más de ochenta años de vida, se quedó
helado y sintió mellada su vanidad cuando recién aquel día se enteró
de tan importante decisión gubernamental como cualquier otro común
ciudadano. Durante la sesión del Congreso estaba sentado en primera
fila. Todos vieron cómo respondía al discurso del Presidente. Esa tarde
Sánchez no aplaudió en ninguna oportunidad pese a escuchar estruendosas
ovaciones provenientes de su bancada y de Izquierda Unida. El orgullo
del octogenario senador se resintió.
104

El debate senatorial se produjo a lo largo de treintisiete días. Muchas


veces las sesiones se iniciaban en la mañana, se suspendían por breve
tiempo, para continuar en horas de la tarde y prolongarse hasta cerca de
media noche.

El dos de septiembre, el país estaba debidamente citado y trascendental


debate senatorial. En primera fila de la galería diplomática destacaba
la presencia de la ex primera dama de la nación: Violeta Correa Miller
de Belaunde, acompañada de su gran amiga Matilde de Zela. Todos los
senadores estaban en sus respectivos curules, inclusive el senador vitalicio
Fernando Belaunde Terry. Esa mañana la inicial intervención de la
oposición democrática le correspondió a Belaunde. Era la primera vez que
asistía y participaba en un debate senatorial. Su presencia evidenciaba la
importancia del tema y la gravedad del momento histórico. Sus palabras
fueron vertidas con elocuencia, firmeza y elegancia.

El Gobierno no supo aprovechar esa pieza oratoria de reflexión e invocación.


Él dijo: “El apresuramiento es el mayor enemigo que tienen los gobiernos,
pues impide se adopten medidas acordes con el interés del país… Por eso
queremos dejar oír nuestra voz para encontrar el camino a la concordia y
no de la discordia, e intervengo con alguna inquietud porque no se puede
gobernar con excesos, ni permitir que el debate entre al campo de la reyerta
callejera, porque soy un terco partidario del sistema democrático…

Se ha puesto en evidencia que el propósito del gobierno implica cambios


trascendentales que pueden alcanzarse sin aumentar el agobiante gigantismo
estatal. Se impone una revisión minuciosa de la frondosa legislación en
la materia. Hemos contado unas 123 leyes modificatorias de la original…
Llego a la parte final, más que una conclusión es una invocación.

El proyecto de ley en debate ha creado profunda división en el país.


El consenso que enaltecía a la limpia victoria electoral de 1985 se ha
desarticulado y desvanece… En nada ofendería, al gobierno y a los partidos
que honrosas concesiones mutuas, en asuntos de tan claro interés nacional,
105

nos llevara por ley sustitutoria que, a mi juicio, deberíamos aprobar


unánimemente: crear una comisión de alto nivel que se aboque al profundo
estudio y concordancia de la correspondiente legislación. De esa manera
sin precipitaciones conciliando todo lo rescatable del gran debate nacional,
puede el Congreso aprobar una legislación orgánica que, lejos de dividir a
la ciudadanía y debilitar al gobierno, inicie una era de positivo bienestar
para el país…”

La palabra del presidente Belaunde tenía, en este caso, particular importancia.


En 1956, cuando fundó Acción Popular, planteó una serie de observaciones
y críticas al sistema de crédito imperante en esa época. Democratizar el
crédito, es decir ponerlo al alcance de amplios sectores ciudadanos, fue
una de las principales banderas de reivindicación enarbolada por él.
Transcurridos varios quinquenios de esa primigenia posición económica
política el interés crecía por conocer las ideas del autor de la tesis: ¡La
revolución del crédito!

La actitud asumida por Belaunde y quienes teníamos responsabilidad de


expresar nuestros puntos de vista en materia relativa a la estatización de
la banca fue concordante con los principios enarbolados décadas atrás
hilvanados con las normas consagradas en la Constitución. De allí, la buena
impresión dejada por los parlamentarios acciopopulistas y, en particular, el
protagonizado por Fernando Belaunde en la primera semana del debate.
“Por primera vez en lo que va de este régimen, el Parlamento mostró sus
mejores fueros la semana pasada”, fue el comentario aparecido en la
revista Caretas.
106

“Nos salvó una


ola gigante”
General PNP Ángel Aguilar Guillén. Edecán.

C orría el año 1980 y tuve la suerte de conocer de cerca de mi personaje


inolvidable, el señor de señores, Don Fernando Belaunde. Tuve el honor de
trabajar junto a él como su edecán durante dos años; viví momentos nunca
olvidados y en que conocí mucho de su don de gentes, su bondad y gran
amor a su patria y a sus compatriotas, pues se preocupaba por el mínimo
detalle en su afán de ayudar a su pueblo. Lo hacía de todo corazón sin esperar
recompensa alguna. Su mayor preocupación fue la población indígena y los
más pobres; su anhelo en que el Perú se viva mejor. Le preocupaba mucho
el alza de los precios del pan y de los alimentos y buscaba la forma de
abaratarlos. Quiso siempre que su pueblo coma y viva bien.

Un día me llamó a su despacho y me dijo que me consiguiera una calculadora.


La conseguí y me sentó a su lado para hacer cálculos. Recibía indicaciones
de sumas pequeñas como multiplicar 1.5 por 0.5 y luego dividirlo por 0.8%
y así. Al decirle la cantidad resultante, me decía: “todavía está caro”. Y
así sucesivamente, hubo muchas sumas y cantidades que iban y venían.
Algunas veces me decía “esta cantidad está bien, anótela”. Luego de dos
horas aproximadamente, me dijo “hemos terminado, ya está completa la
lista”. Por curiosidad le pregunté para qué eran las cantidades que él iba
reduciendo con diferentes parámetros. La respuesta vino cuando me alcanzó
una resolución para hacerla alcanzar al ministro de Agricultura, en la que se
establecía los nuevos precios de los alimentos de primera necesidad. Pude
observar su rostro de felicidad y tranquilidad al término del trabajo. Eso
contagiaba.
107

En su trato con sus edecanes fue siempre amable, respetuoso y hasta


cariñoso. Muchas veces junto con los demás compañeros compartíamos
su mesa, donde se encontraba su querida Violeta y en la que demostraba
su buen apetito y su magnífica salud, pues jamás lo vimos quejarse de algo
que le hubiera caído mal o que su salud estaba quebrantada. A lo mucho le
incomodaba un resfriado que, además, lo llevaba con un estoicismo y buen
humor ya que lo curaba con tabletas de alkaselzer.

Lo que admire en él fue su extraordinaria oratoria y fabulosa memoria


para recordar pasajes de su vida. En una reunión en Palacio con una
comunidad campesina de un pueblito recóndito del Cuzco y en momentos
en que el alcalde expresaba sus necesidades, el Presidente le interrumpió
educadamente y le preguntó si todavía estaba en el campo de fútbol el
caterpillar que él había encontrado malogrado durante su campaña para
el primer periodo presidencial. Este hecho dejó a todos boquiabiertos a
todos. Y la respuesta fue que aquella máquina continuaba inoperativa y en
el mismo lugar que Belaunde la había encontrado 20 años atrás.

Otra anécdota ocurrida en Palacio fue en una cita con los directivos del
Colegio de Ingenieros del Perú. Los representantes reclamaban sobre
algunas concesiones que no se estaban cumpliendo supuestamente por
olvido del Gobierno. Antes de hacer uso de la palabra, uno de los integrantes
de apellido Pérez, le dijo su nombre y el año en que egresó de la UNI,
aproximadamente en 1955, y para congraciarse con él le dijo que había
tenido el honor de haber sido su alumno. El Presidente le manifestó que lo
recordaba porque su tesis de ingeniero le había gustado mucho y que era
sobre un puente pretensado y reforzado con un sistema de ingeniería propia.
El ingeniero Pérez, entre sorprendido y aturdido, solo atinaba a mover la
cabeza en forma afirmativa. Agregó luego que el Gobierno no cumplía con
las concesiones acordadas no por olvido sino por circunstancias ajenas a la
buena voluntad del Gobierno que él representaba.

Otro de los recuerdos imborrables es cuando concurrimos en verano a la


playa de la Herradura. Él practicaba frontón en Palacio todas las mañanas
108

antes de comenzar sus tareas y natación a medio día en algún club particular
de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional a orillas del mar o playas
cercanas. El mar estaba picado y había bandera de alerta; la mayoría de los
veraneantes se encontraba en la orilla sin ingresar mar adentro. Como él era
un eximio nadador invito al salvavidas y a mí a ingresar mar adentro a fin
de poder nadar más libremente sin el temor o peligro del rompiente de las
olas. A los pocos minutos el mar comenzó a ponerse más picado y pudimos
observar que estaban colocando bandera roja en la orilla para impedir el
ingreso de los bañistas al mar.

Dispuso, entonces, que saliéramos pero no podíamos. Lo intentamos hasta


en tres oportunidades pero nos fue imposible. Con todo desprendimiento
le dijo al salvavidas que se mantuviera cerca de mí porque él podía salir
a la orilla pese al temporal. Intentamos salir por otros lugares en cuatro o
cinco veces, pero el resultado fue negativo. Observé su cansancio y dispuse
que el salvavidas permanezca a su lado ante cualquier contingencia: pero
nuevamente me dijo que se encontraba bien y que no me preocupara por él.

Ante la cercanía de una ola de grandes proporciones nos señaló que hagamos
el último intento. Lo logramos. Una vez en la orilla y ante el aplauso de
los bañistas que habían observado la odisea, lo primero que preguntó fue
por mi situación. Ya en Palacio de Gobierno comentó a su esposa que la
ola imponente la había mandado Dios para salvarnos. ¿Qué hombre puede
preocuparse por otra persona que está a su lado ante un peligro eminente,
sobreponiéndose a su propia seguridad y a su vida? Solamente podía
hacerlo Fernando Belaunde.

Don Fernando era un buen comensal. Su plato favorito era apanado de carne
de res con arroz, huevo y plátano fritos. Mitigaba la comida tomándose
una copita de vino nacional, no extranjero. En mi mente siempre tendré
presente su imagen de inolvidable personaje.
109

“Felizmente estamos vivos para


reconstruir”
Juan Fischer Ascarza. Coronel PNP. Edecán.

F ernando Belaunde fue una biblioteca abierta. No había tema que no


dominara y, sobre todo, poseía el don de la enseñanza empleando y
dominando un lenguaje sencillo y claro para que lo entendiera todo tipo
de gente y de auditorio. Lo observé siempre espléndido, ya en su contacto
tanto con la gente humilde como en foros exigentes como de las Naciones
Unidas, universidades o de los gremios empresariales.

Lo conocí en agosto de 1980 cuando mi instituto, la Guardia Civil de


Perú, me designó como su edecán hasta diciembre de 1983. Luego pasé a
comandar la 22 CGC de Resguardo Presidencial hasta diciembre de 1984,
lo que me dio la oportunidad y el honor de conocerlo más y trabajar con él
por más de cinco años.

Fue un gran estadista. Empezó su Gobierno en 1980 presionado por una


cúpula militar muy empeñada en la guerra con Ecuador. Observé de cerca
la forma en que manejó este tema: con una visión de futuro para el Perú.
Luego en la guerra de Las Malvinas lo escuché hablar con los presidentes
Leopoldo Galtieri de Argentina, Jimmy Carter de Estados Unidos y la
primera ministra de Gran Bretaña, Margaret Tachter Thacher. Lo hizo con
tanta solvencia que parecía lograr la paz en la a la guerra transatlántica.

Un día, el comandante general de la Marina, vicealmirante AP Jorge Du Bois


Dubois, exponía sobre los destrozos del fenómeno del niño y la avalancha
110

del Rímac en la base naval. Entonces recibe la información de que el huayco


fue más terrible. Belaunde le dijo “suspenda la exposición que nos vamos
a la Base Naval”. En el lugar pudimos comprobar los destrozos mayores de
los que se hablaba. Ante este cuadro dantesco el almirante se hecho a llorar
y el Presidente le dijo: “Felizmente estamos vivos para reconstruir”.

La controversia entre el ministro José Maria de la Jara, entonces ministro


del Interior, con el director general de la Guardia Civil, general Balaguer,
estaba en su punto mas crucial. Me llama para decirme que al día siguiente
viajábamos a Mazaramari, una Unidad antisubversiva creada en su anterior
Gobierno, llevando un tractor y herramientas agrícolas de donación a esa
unidad a la que le guardaba especial admiración y respeto, de la que fui
yo también cofundador, en 1963. Una maniobra excepcional que calmaron
los ánimos y que permitió que el general Balaguer aceptara el cargo de
agregado policial en USA.

Cuando asume el Gobierno el Apra en 1985 ejecuta la reorganización


policial, un proceso político inmaduro e improvisado, que afectó a mucha
gente de la policía, sobre todo a quienes habíamos servido como edecanes
al arquitecto Belaunde. Este hecho me motiva formular una carta pública
expresando que, si dentro de la causal de la interrupción de mi carrera es
haber sido edecán del Presidente Belaunde, me sentía orgulloso de ello y
demandé una reorganización técnica y serena. Pronto recibí una llamada
del arquitecto para felicitarme y darme las gracias. Este gesto me impulsó
ingresar a la vida empresarial privada sin contratiempos y sin rencores.
111

“Oiga Romero, hay 600 millones


para viviendas…”
Arq. Miguel Romero Sotelo. Amigo.

E l amigo Presidente Fernando Belaunde, ha dejado en los arquitectos


peruanos corriente del pensamiento de un hacedor. Lo conocí personalmente
en el año 1967, cuando los alumnos del cuarto y quinto año de la facultad
de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería fuimos invitados
a Palacio de Gobierno.

Nuestro viejo y querido ómnibus de la UNI transportó a más de 30


estudiantes a un almuerzo con el Presidente. En dicha reunión nos mostró
sus patios, ambientes y nos llevó como postre de la visita al gran salón
de los proyectos nacionales. Entre las hermosas maquetas, destacaba la
carretera Marginal de la Selva, así como los conjuntos habitacionales de
San Felipe, entre otros.

Lo que nos deslumbró a todos los alumnos fue cuando al finalizar el


almuerzo nos dijo: “Queridos jóvenes: como ex decano y ahora Presidente
de la República me he tomado una licencia y he dispuesto que el avión
presidencial los lleve a conocer Machu Picchu, en el Cusco, porque
ningún arquitecto peruano, antes de titularse, no debe dejar de conocer esta
maravilla de nuestros antepasados”.

Volver la mirada al pasado no es pues una tarea inútil, sino una suerte de
búsqueda de conocimiento para conciliarnos de manera fecunda con las
oportunidades tecnológicas del presente y las necesidades del futuro.
112

En marzo de 2002, el Presidente Belaunde tuvo una generosidad más con


mi persona, invitándome a almorzar a su departamento con dos amigos
entrañables: Raúl Diez Canseco y Edmundo Del Águila. La razón es que
quería saludarme por el nombramiento de viceministro de Vivienda y
Urbanismo del Gobierno de Alejandro Toledo. El colega arquitecto nos
miraba con la ternura de un padre, estaba sin Violeta y próximo a partir,
según sus propias confesiones. Sin embargo, en dicho almuerzo nos ofreció
una botella de vino, un cebiche y un arroz con mariscos. ¡Qué manera de
tener apetito! No quedó nada de los tres elementos.

Casi al final me dijo: “Oiga usted Romero, sepa que hay 600 millones de
dólares en la banca privada del Programa Mi Vivienda que no han sido
utilizados para el destino de hacer viviendas sociales. Le sugiero que los
oriente y ejecute en viviendas sociales para el pueblo”.

No olvidaré jamás sus palabras. Dicha directiva nos dio fuerzas a Raúl y a
mí para crear el Plan Nacional Vivienda Para Todos, que es ahora el soporte
de la economía nacional.
113

“Yo también hablo


francés”
Henry Coquis Ginocchio. General Fuerza Aérea
Peruana. Edecán.

C uando el 28 de julio de 1980 fui destinado a la Casa Militar de Palacio


de Gobierno como edecán del Presidente, era Mayor FAP y prestaba
servicios en Chiclayo como comando de los escuadrones Nº 611 y 612
de los aviones Mirage. No conocía a Belaunde como persona, tampoco
conocía cual era la labor de un edecán y menos el trabajo político que
desarrolla un Presidente diariamente.

Sin embargo cuando llegué a Palacio de Gobierno y me presentaron


al Presidente Belaunde y a su esposa Violeta, me dio una sensación
de tranquilidad y comodidad, como la que experimenta una persona
cuando conoce a un gran líder o a una celebridad que irradia confianza
y seguridad, que evidencia un carácter bonachón pero a su vez señorial,
serio y diplomático. En esa época el país salía de un régimen dictatorial
de muchos años y yo había sido parte de él como miembro de las Fuerzas
Armadas. Por lo tanto, esperaba del régimen democrático un trato serio y
seco; sin embargo, fue una grata sorpresa para un oficial joven como yo,
acostumbrado a la vida militar, de disciplina jerárquica y trato vertical, la
actitud bondadosa y fraternal de la pareja presidencial.

Muchas anécdotas pasaron en los dos años que pasé como edecán de este
magnífico político y mejor hombre de bien. El servicio como edecán
se realizaba en parejas que las formaba el Jefe de la Casa Militar y la
conformaban normalmente oficiales de diferentes institutos. Conmigo
estaba el comandante del Ejercito Vucetich.
114

Recuerdo un día que bajaba de residencia con el Presidente a su despacho.


Al entrar nos dimos con la sorpresa de que la pintura de Bolognesi que
colgada en la pared posterior del escritorio que utilizaba el Presidente,
había desaparecido, solo estaba el marco de madera. Inmediatamente me
dice el Presidente, alarmado y desconcertado: “¡Coquis, se han robado el
cuadro de Bolognesi!”

No me había percatado del asunto, pero confirmé con asombro la situación


e inmediatamente llamé al Jefe de la Casa Militar, el general Enrique
Lopéz Albujar, diciéndole: “¡Mi general, ha desaparecido el cuadro de
Bolognesi del despacho del Presidente¡”. Inmediatamente se presentó y se
percató del caso. Sin embargo, nadie se explicaba como había sucedido el
hecho. La situación se esparció por todo Palacio como reguero de pólvora.
Comenzaron a llegar la señora Violeta, la seguridad, todos opinaban y
nadie daba respuestas ni satisfacciones al Presidente a quien ya se le veía
incomodo y muy molesto.

Hasta que apareció el comandante Vucetich, quién no había participado


en todo el laberinto. La razón de la desaparición del cuadro fue porque
Vucetich había ido a guardar el cuadro de Bolognesi que él había ordenado
sacarlo por una supuesta orden del Presidente. Cuando entra al despacho y
le comunica al Presidente que había cumplido con su disposición de sacar
la pintura, el Presidente muy molesto pero sin perder la compostura le dice:
“Comandante, solo le hice un comentario a usted. No debía haber tomado
ninguna iniciativa; los inventarios de Palacio son responsabilidad del Jefe
de la Casa Militar y a través de él se deben hacer las cosas…”. Es decir,
hasta para llamar la atención el Presidente Belaunde era diplomático y
justo. Finalmente volvieron a colocar la pintura en su marco y con jalón de
orejas al comandante Vucetich todo volvió a la normalidad.

El Presidente Belaunde era muy apasionado con sus proyectos y estos


eran muy atractivos. Por tal motivo diferentes delegaciones extranjeras
y nacionales visitaban Palacio de Gobierno. Durante el desarrollo de la
agenda de un día normal de trabajo, figuraba una reunión con un grupo
115

de empresarios privados franceses. El Presidente había vivido y estudiado


en Francia en su juventud, por lo tanto hablaba francés y al ingresar al
salón Tupac Amaru donde lo esperaban los empresarios, estos se quedaron
gratamente sorprendidos al saludarlos e iniciar la reunión hablándoles
en perfecto francés. Sin embargo, no se percató que junto con ellos se
encontraba el Dr. Manuel Ulloa, que en ese momento era el Ministro de
Economía, al darse cuenta de su error, de inmediato se disculpó, pero el
doctor Ulloa, cortésmente, le dijo: “Presidente, no se preocupe yo también
hablo francés”. La sonrisa de satisfacción y orgullo del Presidente se
evidenció, y la reunión, para comodidad de los visitantes, se desarrolló
en habla francesa. Realmente el Presidente interactuaba muy bien con
personas de muy alto nivel.

Así era el Presidente. Un hombre honrado, sencillo, trabajador, y con un


espíritu de servicio contagiante. Preocupado por la gente que tenía a su
alrededor, sobre todo de sus edecanes. En toda reunión, sea esta oficial,
familiar o informal, el Presidente preguntaba si estaban atendiendo a su
edecán y al personal de resguardo. Una vez, regresando de una reunión
familiar, le pregunté al Presidente por qué no le gustaba tener carros de
seguridad cuando su movimiento no era de carácter oficial. Le comenté
sobre los atentados terroristas y otras cosas. Me respondió con la sencillez
de siempre: “Sería un orgullo morir como Presidente del Perú, ¿no le
parece?”.

Sin embargo, en este caso abusando de su confianza, le dije: “Presidente,


no se ha puesto a pensar que una bomba nos va hacer picadillo y capaz a
mi me entierran con honores de Presidente y a usted como mayor de la
Fuerza Aérea”. Él me miró y me dijo sonriente: “Es usted muy ocurrente”.
Realmente de hombres probos como él se puede seguir hablando y diciendo
muchas cosas buenas; sin embargo, para una persona que estuvo cerca de
él lo único que me queda es darle gracias a la providencia por la suerte que
tuve de conocerlo. Por eso ruego a Dios que lo tenga a su lado.
116

“Comparta sus fotografías


y queda regularizada
su situación”
Carlos Pestana Zevallos. Arquitecto y amigo

L a primera relación que tuve con Fernando Belaunde fue cuando era
alumno de la Facultad de Arquitectura de la cual el era Decano. Se me
presentó un problema. Yo tenía que trabajar para pagar mis estudios y mi
trabajo consistía en ser tripulante en aviones comerciales internacionales,
lo cual significaba que debería ausentarme unos días mientras duraban los
viajes y esto complicaba los estudios. Le pedí al decano que me recibiera,
y me atendió de inmediato.

Le expliqué el problema, él pensó un momento y se produjo el siguiente


diálogo: Es usted aficionado a la fotografía, ¿No es cierto? – Así es señor,
y usted como lo sabe? – Lo he visto tomándole fotos a Dorita Mesarina
– Es verdad, pero es que estaba postulando al reinado de la olimpiada y
… - Basta, suficiente.- Si usted durante sus viajes toma fotografías de
obras arquitectónicas interesantes como edificios, viviendas, instituciones,
etc., y al regresar las proyecta a sus compañeros de clase y de esta manera
comparte con ellos, en sesiones especiales, los avances arquitectónicos en
otros países que no van a ver aquí, y mientras usted cumpla con todas las
exigencias de los estudios, queda regularizada su situación.

Se abrió el cielo y se resolvieron una serie de cosas. La primera, pude


terminar mis estudios; la segunda, aprendí una lección que practicaba
constantemente nuestro maestro y que se encuentra en las palabras que
dicen: cuando tengas limón, haz una limonada; y, la tercera, terminé
117

casándome con Dora. Ya llevamos más de cuarenta años felices casados,


ella feliz y yo casado. Esto último es una broma, porque los dos estamos
felices.

Hemos recibido los beneficios de su entrañable amistad sus discípulos, sus


colegas, sus acompañantes en innumerables viajes y trabajos por todo el
Perú. Enseñanzas que llegaron a nosotros simplemente con su ejemplo,
pues así nos enseñó que hay que ser generosos, dar sin límite, combatir
sin temor los reveses, trabajar sin buscar el descanso y gastar nuestras
energías, sin esperar otra recompensa que la de estar ciertos de que estamos
cumpliendo con nuestro deber y con la Patria.

Desde el punto de vista de la arquitectura, pienso que la gestión gremial


de Fernando Belaunde comienza desde las aulas su manera de tratar a los
alumnos, de aconsejarlos, de dirigirlos, era una forma de prepararlos para
la vida profesional que a la larga va formando el gremio. Yo he sido testigo
de excepción de ello.

Como acto de gran importancia gremial del arquitecto Belaunde, fue la de


fundar en compañía de otros colegas la Sociedad de Arquitectos del Perú
que se realizó en un local de reuniones llamado La Cabaña cuyo primer
Presidente fue el arquitecto Rafael Maquina. La Sociedad se convirtió
posteriormente a los veinticinco años en el Colegio de Arquitectos. Esto
sucedió en el primer Gobierno del arquitecto Belaunde.
118

Sus obras los graficaba en la


arena
Francis Mckey Diez Canseco. Sobrina.

C reo que Fernando Belaunde fue un ejemplo de vida porque estoy


segura que fue feliz. Fue lo que quiso ser, logró llegar donde quiso llegar,
vivió de acuerdo a sus convicciones, fue consecuente con ellas. Se dedicó a
su pasión que era el Perú y tuvo el alma llena con Violeta.

Fue esencialmente un soñador de las posibilidades del Perú y su desarrollo


y fue un ejecutor nato, un constructor nato de obras trascendentes, que
hicieran sus sueños realidad.

Su felicidad y seguridad en sí mismo, y el amor al Perú, se traducían en el


día a día. Creo que su felicidad consistió en siempre ser útil.

Quienes tuvimos la suerte de compartir con él muchos momentos, como él


decía “momentos buenos y momentos de lucha”, podemos decir que nos
marcó para siempre.

Era un hombre de detalles y de frases célebres que te sacaban de esquema


y te movían el piso. De la sabiduría emanaba esas palabras, y en mi caso,
generalmente, con humor.

Uno de mis primeros recuerdos que tengo de él data del primer verano en
que era Presidente por segunda vez, año 1981. Tenia como 9 años cuando
iba a diario al Club Regatas, de Chorrillos, a jugar 10 minutos de frontón y
nadar un poco en el mar.
119

Ese verano me había propuesto lograr que Belaunde se acordara de mí y por


supuesto de mi nombre. Tarea no tan fácil, pues si no le hablas del Perú, de
las obras y cosas hechas y por hacer y de política, corrías el riesgo de quedar
en el olvido. Así que me dediqué a perseguirlo todo el verano, diariamente,
y a presentarme diariamente. Entonces todos los días lo saludaba: “Hola,
tío Fernando, soy Francis-Ann, la hija de tu sobrina Charo”.

Ese saludo lo repetí durante los 90 días de aquel verano. Recuerdo que
Belaunde lejos de ahorcarme, sonreía y me conversaba. Yo le preguntaba
por sus obras y él me graficaba en la arena los intercambios viales o tréboles
que estaban en ejecución.

Uno de los que dibujó en la arena fue el intercambio vial de Ventanilla con
explicación y todo. Esa paciencia de explicarme sus obras, hizo que me
contagiara su entusiasmo por el Perú y, sobre todo, hizo que siendo una
niña pueda imaginar obras trascendentes para nuestro desarrollo.

Así pasaron los cinco años de su Gobierno, persiguiéndolo a diario en los


veranos. Así nos hicimos amigos.

Una tarde fui a visitarlo a Palacio de Gobierno, a la residencia. Eran los


últimos días de su segundo Gobierno. Estábamos con Violeta también. Nos
preguntaron si queríamos algo de tomar a lo que yo pedí una Coca Cola.
El mozo en seguida trajo la Coca Cola en un vaso de cristal largo con el
escudo peruano tallado, mejor dicho cincelado. Yo terminé la Coca Cola y
pensé que era mi oportunidad de tener un recuerdo de Palacio si me llevaba
el vaso. Así, sin que nadie se diera cuenta lo metí a mi cartera.

Tiempo después, cuando Belaunde ya no era Presidente, le conté mi gran


“hazaña”, y le confesé que me había quedado con un vaso con el escudo
labrado de Palacio de Gobierno. Yo esperaba una sonrisa de compinche o
una felicitación; pero fue grande mi sorpresa cuando me requintó y me dijo
que había hecho mal, porque el costo de ese vaso se lo iban a descontar al
pobre mozo de Palacio de Gobierno, pues el inventario no cuadraría.
120

Me sentí tan mal en ese momento y todavía tengo el cargo de conciencia.


Pero me demostró con simpleza su preocupación por los trabajadores menos
favorecidos del Perú y su respeto por los demás. Detalle de preocupación
por la gente trabajadora y los necesitados, indignación por la injusticia.
Gestos que los recuerdo permanentemente.

Cuando dejó de ser Presidente iba a visitarlo algunos sábados por la tarde.
Iba en bicicleta. El vivía en el piso 13 de un edificio en San Isidro. Llegaba
con la bici, la metía parada en el ascensor y me recibía con entusiasmo.
Recuerdo haber llegado la tarde de un sábado y justo empezó un apagón,
que eran frecuentes en la época. Por lo tanto el ascensor no funcionaba. Así
que me comuniqué con él y le dije que estaba en el primer piso pero que no
había luz y que no sabía donde dejar la bicicleta.

Cual fue mi sorpresa al ver que Belaunde bajó los trece pisos por las
escaleras, se puso la bicicleta de carrera al hombro y la subió trece pisos.
Y problema solucionado. Me dejó claro que no se ahogaba en un vaso de
agua. Y él ya estaba en base siete hace rato. La fuerza creo que la sacaba
de la natación que practicaba a menudo.

El tiempo fue pasando y compartíamos almuerzos o lonches, donde el


mismo cocinaba. Me contaba muchas de sus anécdotas políticas. Una
muy particular fue cuando estaba exiliado en Miami, deportado luego de
su primer Gobierno. Y él quería regresar al Perú. Se le ocurrían distinta
opciones, algunas convencionales y otras muy innovadoras. Así decidió
disfrazarse de piloto de una conocida aerolínea internacional que hacia
el vuelo Miami-Lima. Se disfrazó con todo, uniforme y bigotes. Así pasó
todos los controles del aeropuerto de Miami, y logró ingresar al avión.
Pero, como supuestamente era el piloto, tuvo que entrar a la cabina del
avión y resulta que cuando llegó el piloto verdadero Belaunde le explicó
que él podía ir sentado en la cabina sin que nadie se diera cuenta y, así,
llegar al Perú. Por supuesto, el copiloto le dijo que si hacían eso se meterían
en un problema. Así que el plan fue abortado. Es que Belaunde no podía
vivir sin el Perú y sufrió por haber estado tan lejos de él.
121

Este es el Belaunde que conocí. Uno divertido, didáctico al explicar sus


obras, preocupado por ellas después de ser Presidente. Pasaba por las obras
de vivienda con cierta frecuencia porque quería comprobar como vivía la
gente y en qué estado se encontraban. Y siempre se encontraba con las
vecinas y vecinos que los saludaban afectuosamente. Y él regresaba feliz.

Dos semanas y media antes de morir, cuando todavía estaba lúcido, fui con
mi mamá a almorzar a su casa. Estuvimos hablando durante el almuerzo y
hablamos sobre el aniversario del fallecimiento de Violeta y, mirándonos a
las dos nos dijo: “No voy a estar”. Se nos heló el cuerpo, pues sabíamos a
que se refería. Estaba tan consciente de su muerte que sabía exactamente el
tiempo que tenía de vida.

Luego nos dijo que había preparado algo y que quería saber su opción.
Subió al segundo piso y bajó después con una carta que publicaría en el
periódico. Nos la leyó completa. Cuando terminó de leerla alzó la mirada
y preguntó: “¿Qué les parece? Y luego repregunta: “¿Y a ustedes qué les
pasa? Había sido una carta de despedida, de despedida a la vida y sobre
todo al Perú. Nosotras estábamos llorando a mares escuchando a Belaunde
leyendo su carta.

Nos miró tiernamente, sonriendo y nos dijo abrazándonos: “No tienen por
qué ponerse así. Yo estoy tranquilo, y ya es tiempo que me vaya y que me
encuentre con Viola nuevamente y que siga soñando con el Perú”. Con esa
frase y sin melancolía se despidió de nosotras.
122

“Tengo que convertirme en el


gran arriero del Perú”
Ing. Álvaro Becerra Sotero. Amigo

C ursaba el tercer año en la Universidad Nacional de Ingeniería cuando


nos dictaba el curso de Arquitectura. Se destacaba por ser un conocedor
profundo de su profesión, amante de su país y de sus monumentos; tenía
gran facilidad de palabra, hábil y casi poético en el manejo de las frases,
todo lo cual lo hacía captar fácilmente la atención de sus alumnos que lo
escuchábamos con atención y respeto.

La vida y su apasionamiento por el Perú, lo llevó al campo de la política,


hasta ocupar por dos veces la Presidencia de la República, cargo que
desempeñara con un respeto estricto de la Constitución y de los principios
democráticos. Factores, sin duda, que pesan en el tiempo y en las encuestas
para ser recordado como el Presidente de mayor recordación.

Ejercía un liderazgo natural por su propia estructura moral e intelectual.


Era un personaje de gestos, símbolos y frases. No de gritos, insultos o
violencia; por el contrario, su carisma encandilaba multitudes y generaba
apasionados seguidores. Basta recordar su brazo derecho levantado para
señalar el camino de “Adelante”. El símbolo de la “Lampa” para resaltar
su afán de reconstruir el país, y aquello de “El Perú como Doctrina” para
inspirar las ideas y programas de su propio partido.

En el tiempo que me tocó trabajar a su lado, y gozar de su confianza,


pude apreciar su afán inagotable de trabajar por el Perú, infundiéndolo
123

y exigiéndolo a todos sus colaboradores, con firmeza respetuosa y


propiciando siempre un diálogo abierto que perfeccionara las disposiciones
de su Gobierno.

Es lógico y natural que no todo puede ser perfecto o pueden cometerse


errores. Más aún en política en que los personajes y sus decisiones están a
la vista y el examen de la opinión pública, siendo casi imposible satisfacer
a todos y menos a los adversarios cuya oposición se cristaliza a veces en
críticas no precisamente constructivas. Sin embargo, siempre supo respetar
al opositor e invitarlo al diálogo en ánimo de llegar a soluciones que
ayudaran a resolver los problemas nacionales y encontrar el camino común
del desarrollo.

En lo personal, recuerdo que al regresar de la reunión de Punta del Este,


luego de una gran intervención, fue recibido por una multitud en la Plaza
San Martín, y al tomar la palabra, empezó diciendo: “Qué me aplaudes,
pueblo peruano, y qué laureles me alcanzas, si tú has hablado por mis
labios, y tú te los ganaste”. O cuando en otra ocasión también expresara la
necesidad del trabajo con la frase: “Una herramienta en cada brazo, es una
esperanza en cada corazón”. Resalto aquella con la que despidió al Papa
Juan Pablo II: “Vuestras huellas no se borrarán, vuestras palabras no se
olvidarán. El fuego de vuestra cristiana inspiración no se apagará”.

Era un hombre sumamente educado y cordial y se desesperaba cuando las


cosas no marchaban al ritmo que quería. “Tengo que convertirme en el
gran arriero del Perú”, contaba. Era generoso en el elogio, y parco en el
reconocimiento porque consideraba que los logros son cosa natural del
cargo. Memoria prodigiosa y con un detallado conocimiento de nuestra
geografía, por ello siempre rodeado de planos y maquetas. Alguna vez
le pregunté como hacía para dar sus mensajes en el Congreso, sin llevar
apuntes, y me respondió que le bastaba ver a sus ministros conforme
estaban sentados para recordar sus programas y acciones y manifestarlos
a la nación.
124

Fue muy disciplinado en sus horas y siempre con buen apetito. No se


perdía los noticieros y contaba, risueñamente, que se dormía con Martínez
Morosini, y se despertaba con Roxana Canedo. La misma facilidad de
palabra la tenía para escribirla y eventualmente enviaba artículos a los
medios que se publicaban sin su firma. Su pasión era viajar por el Perú y
gozaba con los chistes e historias que solían contarle sus ministros Pestana
(Carlos) y Velarde (Javier), y él a su vez contaba de los suyos.

Recordaba que en una oportunidad se le acercó un teniente coronel y le


dijo: “Señor Presidente, yo no vengo a pedirle que me dé algo, sino que me
quite algo”. “¿De qué se trata?”, le respondió. Que me quite el “Teniente”.

Durante su exilio llegó a la Universidad de Texas para dictar una conferencia


y tuvo gran éxito, y como demostración de afecto le obsequiaron dos cajas,
una de T Bonnes y otra de Vino, ambos texanos. El expresó: “Ojalá el vino
sea tan bueno como la carne”.

En una oportunidad durante su segunda campaña, comiendo juntos,


le pregunté si le preocupaba el no salir electo, y me respondió: “¡Qué
ocurrencia, me preocupa si es que salgo!”

Se logró plasmar una de sus ideas inéditas, cual fue la creación del Banco
de Materiales, en su segundo Gobierno. Encabezados por Javier Velarde,
formamos un grupo de profesionales, que logró materializar la creación del
mismo. Funcionó muy bien, y al final arrojaba una morosidad del 3%, el
propio Banco Mundial se interesó en el mismo y ha sobrevivido en otros
Gobiernos.

Era un firme partidario de acelerar la integración de nuestros países, primero


de la Comunidad Andina y luego la de todo el continente suramericano. Es
así que en 1982 lanzó la idea de crear un signo monetario de referencia
que sea común. Una unidad de cuenta para reforzar nuestro comercio.
Semanas después me convocó a Palacio, y me comprometí, entusiasmado
con la idea de realizar un estudio para materializarlo. Con la cooperación
125

de destacados técnicos se logró el respaldo y aprobación de la Junta


del Acuerdo de Cartagena, que culminó en Lima con presencia de las
autoridades pertinentes de los países socios, con la institución del Peso
Andino. Su discurso final lo terminó así: “No Libertador Bolívar, no has
arado en el mar, la semilla que regaste ha fructificado en las naciones que
liberaste y que celebran todavía tus victorias y tu gloria”.

Tuve su apoyo total para rescatar al sector Industrias que atravesaba una
etapa depresiva seria, y también tenía a mi cargo Turismo é Integración. Nos
reuníamos semanalmente en los acuerdos del sector y cuando menos una
vez más para tratar asuntos que surgían. No dudo en resaltar que si no fuera
por sus ideas, su apoyo y decisiones, no hubiéramos logrado lo mucho o
poco que se hizo. Quizá algo que mejor refleja esto fue conseguir algo que
consideraba importante: que el sector Comercio estuviera bajo el mismo
manejo de Industrias, como sucede en países mas avanzados, desde que
debe ser una herramienta de desarrollo y no un mecanismo de recaudación.
Ello fue posible luego de largas conversaciones que culminaron en vísperas
del año nuevo, un domingo en Ancón, publicándose el dispositivo legal el
primer día útil siguiente.

A raíz de ello, tuve que recomponer mi equipo, y decidí proponer a Raúl Diez
Canseco como viceministro de Turismo. Cuando le llevé la propuesta me
preguntó que porqué había pensado en él, que era un joven evidentemente
hábil, pero sin experiencia, le respondí que era la misma experiencia que
yo tenía cuando me llamó para ofrecerme el cargo. Argumento que lo
convenció y firmó la resolución.

He pretendido plasmar aquí, algunos de los recuerdos y enseñanzas que


recibí del Estadista, del que trataba al Perú como su propia enamorada, del
que trabajaba resolviendo los problemas y necesidades del país presente,
pero siempre mirando hacia un mejor Perú futuro.
126

“No me iré
sin su firma”
Dr. Emilio Rodríguez Larraín. Amigo

A fines de los años setenta Acción Popular se encontraba en plena


reorganización, dada la proximidad de los comicios electorales de 1980,
los que, al final, permitieron la vuelta al sistema democrático en el país.

En esos tiempos los medios de comunicación (periódicos, radio y


televisión) se encontraban bajo el control del Gobierno militar desde 1968,
año en que el general Juan Velasco Alvarado los confiscara a la fuerza. Pero
ya se alzaban múltiples voces de patriotas reclamando que la propiedad
de los medios de comunicación regresen a sus legítimos dueños a fin de
que los peruanos puedan contar con una prensa libre que permita el libre
flujo de ideas y opiniones sin limitación alguna y por ende puedan estar
debidamente informados.

En ese contexto y con el propósito de influir ante las autoridades


gubernamentales, un grupo de prestigiosos ciudadanos publicaron un aviso
reclamándole al Gobierno de facto que proceda a la inmediata devolución de
los medios de comunicación a sus propietarios. El comunicado fue suscrito
por ilustres personajes como Fernando de Szyszlo y Mario Varga Llosa,
entre otros, por lo que me pareció conveniente que Fernando Belaunde y
un grupo de acciopopulistas se adhirieran a dicha posición mediante un
pronunciamiento público.
127

Con ese objetivo me entrevisté con él en su departamento de las Torres


de Camino Real, en la que tuvimos una amena y larga conversación en
la que también participó su inseparable y querida esposa Violeta Correa.
El Presidente me contestó que compartía plenamente lo expresado en el
comunicado público, pero consideraba que no era pertinente que luego
de la publicación del aviso él y otros correligionarios se adhirieran
firmando el comunicado. Una posición principista que él y Acción Popular
habían expresado siempre rechazando de plano y desde un comienzo la
confiscación de los medios de comunicación. Este hecho quebró la libertad
de expresión, pilar fundamental de los derechos ciudadanos.

Sin embargo, persistí en que la Nación esperaba un pronunciamiento de un


líder como él para asegurar que el Gobierno de facto devolviera los medios
de comunicación a sus dueños. Mi insistencia no dio frutos y a pesar que
la reunión se fue dilatando en busca de su consentimiento, el Presidente
permaneció firme en su postura.

Le expresé, entonces, que no me retiraría de la reunión sin su firma. El


pedido le llamó mucho la atención y no logró entenderlo hasta que le
saqué mi carné de afiliado de AP y se lo entregué para que lo firmara.
Tras un desconcierto inicial, el nuevo anuncio pro su firma le cambió
su expresión. Él sonrió y me dijo que, efectivamente, había logrado mi
cometido de conseguir su firma antes que me retirara esa tarde. Luego de
la ocurrencia continuamos conversando junto a Violeta en torno a diversos
temas políticos del momento.

Este es uno de los momentos más simpáticos que guardo en el recuerdo de


un hombre tan bueno, en todo el sentido de la palabra, como don Fernando
Belaunde Terry.
128

Supo conducirnos
a la victoria
Dr. Oscar Maúrtua de Romaña. Secretario General de la
Presidencia de la República en su segundo Gobierno.

E l Presidente Belaunde siempre significó, significa y significará para mi la


expresión más cabal del auténtico amor por el Perú y el respeto permanente
por la Ley. Fue una extraordinaria personalidad: erudita, elegante y sensible.
Reelegido como Presidente para una segunda administración (1980-1985),
me honró convocándome para que colaborase cerca de él como Secretario
General de la Presidencia de la República. Él no volvió al poder con
rencor alguno, ni espíritu de venganza. Su alma era superior a las pasiones
políticas y, por el contrario, se caracterizó por una vocación humana y de
tolerancia. Su axiología estaba por encima de cuestiones coyunturales y
hasta pasajeras. A él le interesó sacar adelante al Perú y su preocupación
constante eran las clases más necesitadas.
Hay muchas facetas que lo pintan de cuerpo entero. Sin embargo, destaco
aquella cuando en 1980, sin prestar atención a quienes le recomendaban en
sentido contrario, decidió nombrar al general Rafael Hoyos Rubio, quien
participó en el golpe de Estado en 1968, como Comandante General del
Ejército Peruano. Soy testigo de excepción que él respondió que el pueblo
peruano lo había elegido para gobernar la nación y no para valerse de su
calidad de primer mandatario para asumir gestos vengativos. Indicaba a sus
interlocutores que si a este general le correspondía por Ley y por el escalafón
militar, conducir al Ejército Peruano, debía respetarse tales disposiciones, ya
que de otra forma, se estarían generando fisuras en dicha institución.
Cuando ocurre la controversia del Falso Paquisha, fui testigo que el general
Hoyos Rubio le expresó: “Mi Presidente, como comandante supremo de las
Fuerzas Armadas, usted nos ha sabido conducir a la victoria”.
129

Recuerdo muchas anécdotas que me tocó vivir muy cerca de él durante


sus años de exilio en Washington, D. C. Recuerdo que un día lo encontré
en la sección consular de la Embajada de Perú en Estados Unidos, donde
yo trabajaba en el Departamento Económico, esperando ser atendido en
un trámite para, si no me equivoco, una constancia consular. Le expresé,
respetuosamente, que no tenía por que aguardar y que yo, con todo agrado,
me encargaría de efectuar dicha gestión. Él insistió que, como ciudadano,
prefería esperar para ser atendido igual que cualquier otro compatriota.
Ante mi insistencia, consintió en que me encargase del trámite, no sin antes
darme los fondos correspondientes para cubrir el costo que demandaría la
documentación. También tengo presente que durante su Gobierno, cuando
tuvo que realizar viajes de Estado al exterior, que no fueron muchos, él
siempre me encargaba devolver, mediante oficio, al Ministerio de Hacienda
los viáticos que le habían entregado con ocasión de tales viajes. Me decía:
“Oscar, a mi me cubren todos los gastos cuando soy invitado oficialmente
por un gobierno extranjero por lo que disponga que estos viáticos vuelvan
al erario nacional”. Todo ello confirma su sencillez y su escrupulosidad en
el manejo de los fondos del Estado.
En suma, el Presidente Belaunde abordó durante su mandato los difíciles
momentos que le toco vivir con gran serenidad y lucidez. Para asuntos de
Estado, particularmente los de carácter constitucional, le gustaba recabar la
opinión de Luís Alberto Sánchez, Enrique Chirino Soto, Roberto Ramírez
del Villar, entre otros. Nunca lo vi perder su autocontrol y trabajaba
infatigablemente durante jornadas que superaban las doce horas diarias.
Cuando tenía que ir a la residencia de Palacio, en horas avanzadas de la
noche para solicitarle firmar algún proyecto de ley, promulgar una ley o
un decreto o resolución suprema, era testigo de la enorme paz y felicidad
que compartía con su maravillosa esposa Violeta Correa. Insistía en
preguntarme si ya había cenado, pues se preocupaba por el prolongado
horario que demandaban mis funciones.
En 2001 valoraba el coraje de quien fue presidente de la República, el
doctor Alejandro Toledo, por su valentía al haberse enfrentado al Gobierno
de Alberto Fujimori y por su identificación con los más pobres, destacando
su formación académica en Stanford y en Harvard.
130

“¿Cómo están Federico


y María…?”
Contralmirante Otto Bottger Robertson. Edecán.

E l Presidente Belaunde siempre está presente en mi casa. Tuvo la


benevolencia de dedicarnos una foto suya a mi esposa y a mí, la que
mantengo en mi sala de estar, junto a los escudos de los buques de la Marina,
donde presté servicios; por lo tanto, a diario veo su imagen. Para nosotros
significa la personificación del hombre honesto, austero y sencillo, quien
dedicó su vida al servicio del Perú. Es el visionario que inició el desarrollo
y expansión de nuestra patria que conoció palmo a palmo como ningún
otro, especialmente nuestra selva por la que tenía especial predilección
y a la que integró al país construyendo carreteras y vías de penetración.
Fue un hombre de bien, honesto, caballeroso y cortés; sobre todo destacó
en él su profundo conocimiento del Perú.
Al Presidente Belaunde lo conocí cuando yo era niño, a principios de los
50, cuando recorría los pueblos del Perú. Una noche de lluvia llegó a pedir
posada en la casa de mis padres en Oxapampa. Luego, en 1963, cuando me
gradué tuve el honor de que él como Presidente me entregara mi despacho de
Alférez de Fragata, circunstancia en la que haciendo gala de su privilegiada
memoria me preguntó por mis padres, recordando el nombre de los dos.
En los dos años que serví a sus órdenes en su segundo Gobierno registro
muchas anécdotas. Pero la que ocurrió conmigo en el día de mi graduación
en su primer Gobierno es, en lo personal, la más importante. Durante
varios días antes de la ceremonia habíamos ensayado hasta el cansancio
la forma de presentarnos ante el Presidente. Podíamos hacer el trayecto
desde la formación hasta la tribuna de honor a ojos cerrados, teníamos
la consigna de recibir el despacho con la mano derecha y pasarlo de
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inmediato a la izquierda, estar atento a si el Presidente le extendía la mano


o no, y decir a viva voz “muy agradecido señor presidente”, hacer un
giro y retirarnos. Todo esto estaba tantas veces ensayado que actuábamos
automáticamente, sin posibilidad de error. Pero, llegado el momento, ocurrió
lo inesperado. Estando frente a él me extendió el despacho y sin soltarlo
me preguntó: “Como está Federico… y María?” Sin soltar la consigna, a
viva voz contestaba: “Muy agradecido ... Bien, señor Presidente” Siguió
preguntando, sin soltar el despacho: “¿Han venido?” En seguida volteó
hacia el ministro de Marina a contarle que él en una noche en que estaba
empapado por la lluvia pidió refugio en mi casa y que yo era un niño que
andaba descalzo en la selva. Recién en ese momento soltó el despacho y
pude retirarme, por supuesto equivocándome de giro y del pie con el que
debí iniciar la marcha.

También subrayo un acontecimiento ocurrido durante su segundo


Gobierno en la selva de Madre de Dios. El Presidente ordenó preparar
un helipuerto en pleno itsmo de Fitzcarrald, trabajo que ejecutaron los
infantes de marina y donde aterrizamos después de pernoctar en Sepahua
y luego que el Presidente inspeccionó el primer pozo de gas “San Martin”
descubierto por la Shell. En el momento del aterrizaje en el helipuerto
recibimos comunicación del jefe del destacamento de infantería de Marina
que nos informaba estaban recibiendo el ataque con flechas de los nativos
de la tribu de los Mashgos que habitan dicha zona. El Presidente ordenó no
hacer uso de las armas y tan pronto bajó del helicóptero, un joven obrero
contratado para apoyar a los infantes, se acercó corriendo para abrazar al
Presidente. En ese momento este joven recibió un flechazo en la espalda
que le causó una profunda herida. Tal vez fue atacado por el hecho de que
corrió, no lo sabemos. Pero si no fue así, este joven sirvió de escudo al
Presidente, quien hubiera recibido la flecha en el abdomen.

En suma, expreso mi profunda admiración por el presidente Fernando


Belaunde y su esposa, la señora Violeta, incansable apoyo y consejera.
Durante su segundo Gobierno tuve el honor de servir como su edecán y
subjefe de la casa militar, años que fueron para mi, una lección de vida.
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“Con garantías o sin ellas


iré a Arequipa…”
Alejandro Acosta Herrera. Amigo

C onocí al Presidente Belaunde de manera fortuita. Manejaba mi viejo


Ford 41 por la antigua ruta de Caudevilla, Piunchauca y Huacoy cuando
por vi que al arquitecto, entonces catedrático de la Universidad Nacional
de Ingeniería, se la había pinchado una goma. Me acerqué a él y le ofrecí
mi ayuda. Aceptó. Cambié la llanta y, luego, concluido el trabajo le extendí
la mano muy satisfecho de haberlo ayudado. El arquitecto me ofreció un
dinero y le dije: “Señor, hay en este mundo muchas cosas que no tienen
precio”. El sonrió y nos despedimos cordialmente. Confieso que en ningún
instante pensé en ese momento que le estuviera prestando un servicio al
futuro Presidente del Perú.

Luego de algún tiempo lo volví a ver en su casa de Inca Rípac, Jesús María,
cuando la familia decidió apoyar su candidatura que encarnaba una opción
fresca y plena de ideales. Por un cariño entrañable al arquitecto, en el
inicio de la campaña nacional me ocupaba de armar los escenarios, hace la
propaganda, preparar los ánimos de la concurrencia y presentarlo en cada
una de sus manifestaciones.

A lo largo del tiempo viví con el Presidente Belaunde muchas anécdotas.


La que mas recuerdo es aquella que ocurrió en el desierto de Arequipa.
Estaba programado el histórico Congreso de Acción Popular en la Ciudad
Blanca y con el único propósito de cerrarle el camino a Belaunde y evitar
que estableciera contacto con su pueblo, las garantías fueron suspendidas.
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La respuesta del arquitecto fue contundente: “Con garantías o sin garantías


iré a Arequipa”. La decisión fue acatada por el comando electoral, pero
desde el inicio advertimos que el viaje era una misión difícil. La policía
registraba hasta las ambulancias y las carretas de paja y sólo cruzábamos
los pueblos rodeándolos para burlar el control. Entonces sugerí a Belaunde
un recurso: enterrarlo bajo la arena.

Él asumió el riesgo con tranquilidad, entonces cavé un hoyo e hice que


el candidato se acostara dentro de él, lo cubrí con su poncho y extendí
una capa de arena su cuerpo. Después me tocó el turno y haría lo mismo.
Estuvimos así mientras los policías peinaron la zona, después de esto
nos recogieron y enrumbamos a Ocoña, donde la situación se tornó más
crítica por la mayor presencia de policías y patrulleros. Sin embargo, el
arquitecto se mantuvo firme y por la noche compacta cruzamos el río
Ocoña, sorteando piedras, envueltos en remolinos y con los pies sangrando
ganamos la otra orilla. Al día siguiente nos capturaron por exceso de
confianza y cuando nos conducían a Lima en un vehículo de la guardia
civil, le dije al arquitecto que tenía un plan. Lo pusimos en marcha. Me
apropié del timón, Belaunde en segundos se tendió en el fondo y arranqué.
Fui interceptado por un cordón de autos, retrocedí y choqué con otro cerco
de patrulleros. La operación había fracasado, no la voluntad de Belaunde
de asistir a la cita de Arequipa.

Llegado el momento, Belaunde escapó de su casa en la maletera de mi


viejo Ford 41 cubierto por un edredón y muchos libros apolillados. Nos
fuimos de frente a la casa de playa de Carlos Pestana en la Panamericana
Sur. De allí debía recogernos el extraordinario piloto Willy Saco Vértiz, y
cuando al fin escuchamos el ronquido de su pequeña avioneta supimos que
llegaríamos a la Ciudad Blanca. El aeropuerto era un hervidero de policías
y, en esas condiciones, el aterrizaje allí era poco menos que suicida. Por
esa razón, Saco Vértiz hizo descender su ligera aeronave en plena carretera
donde fuimos recogidos por Fernando Chávez Belaunde.
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EPÍLOGO
C omo se podrá leer, amigo lector, este libro es algo muy personal. He
querido rendirle mi tributo a nuestro querido Presidente Belaunde. Desde
luego junto a otras personalidades que me acompañan en el cuerpo del
libro. A todas ellas les agradezco por su paciencia y comprensión. Queda
mucho en el tintero para una tarea posterior.

Belaunde se lo merece, y las nuevas generaciones de peruanos deben recibir


la información una y otra vez. ¿Cómo olvidarlo? Tuve la suerte, reitero, de
compartir con él muchas cosas, ser una de las personas que estuvo a su lado
cuando se alejó del Gobierno.

Les confieso algo: cuando tuve la suerte de conocer la casa de Alejandro


Toledo, sencilla y llena de calor humano, me llevó a un modesto escritorio
donde me mostró una foto que él atesoraba. Foto que explica, hoy más que
nunca, el cariño auténtico que le tuvo y le tiene al Presidente Belaunde.

Se trataba de ese joven de Harvard, de ese joven que buscaba una beca.
Por cosas del destino, el Presidente Belaunde –en el destierro- enseñaba en
Harvard University, y me comentó que él tuvo la suerte de acceder a una
beca porque Belaunde se la consiguió.

De modo que la relación que hubo entre estos dos mandatarios ha sido
profunda.

En otra circunstancia, cuando el Presidente Toledo veía que se deterioraba


irremediablemente la salud de Belaunde, me dijo «Raúl, tenemos que
llevarlo a la Marginal porque hay que cambiarla de nombre y ponerlle
el suyo: Carretera Fernando Belaunde Terry”. Ya había muerto Violeta y
desde ese momento para él el mundo se acabó.
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Tuvimos que convencerlo, finalmente accedió. Recuerdo lo mal que se


sintió en el viaje, sin embargo su participación en esa ceremonia sencilla
pero emotiva lo llenó de alegría nuevamente.

Un día, Alejandro Toledo, desesperado, me llama y me dice “quiero


condecorar con la máxima distinción al Presidente Belaunde”. Cuando
comencé a indagar en la Cancillería cómo podría concretarse aquel deseo
la tarea no era fácil porque no había una condecoración específica para la
distinción a quien fue dos veces Presidente Constitucional.

El Presidente Toledo no se quedó tranquilo y me dijo “tenemos que


crear una”. Comenzó esa tarea contra el reloj porque Belaunde se moría.
Incluso llamamos a Pérez de Cuellar -nuestro embajador en París-, y se
comprometió desarrollar una idea.

Luego, el 28 de mayo de 2002 el Presidente Toledo firmó el proyecto que


se remitió al Congreso de la República para la creación de la condecoración
máxima, pero lamentablemente todo quedó allí. El presidente murió a
comienzos de junio.

Quería compartir con ustedes estas vivencias, porque he estado muy


cerca de él. Por ejemplo, observé cómo lo querían en Palacio durante el
Gobierno de Toledo. Le remitieron un Mercedes Benz y él lo devolvió
porque consideraba que había personas más importantes que él a las cuales
el automóvil podría serles útil.

Lo mismo ocurrió cuando el ingeniero Máximo San Román, Presidente


del Congreso de la República a comienzos de la década de los años 90, le
mandó un Volvo para su uso. La reacción de Belaunde fue la misma. “Hay
personas más importantes que yo …”.

Fue un hombre muy modesto, asceta, pero profundamente humano. Fue un


hombre del siglo XX, pero su legado se proyecta al siglo XXI.

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