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Analisis Economico Del Derecho Sus Elementos Basicos
Analisis Economico Del Derecho Sus Elementos Basicos
CAPÍTULO I
ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO:
SUS ELEMENTOS BÁSICOS
CAPÍTULO II
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DE PRECIOS
I. Introducción ............................................................................ 57
II. Factores de la producción y bienes de consumo ...................... 59
III. La maximización de la utilidad ............................................... 61
IV. Utilidad, costo y análisis marginal ........................................... 64
V. Demanda ................................................................................. 66
VI. Elasticidad-precio de la demanda ............................................ 68
VII. Oferta ...................................................................................... 71
VIII. Variables que subyacen a la oferta ........................................... 73
VIII ÍNDICE GENERAL
CAPÍTULO III
JUEGOS Y COOPERACIÓN
CAPÍTULO IV
ECONOMÍA DEL DERECHO DE PROPIEDAD
CAPÍTULO V
ECONOMÍA DEL DERECHO DE DAÑOS
CAPÍTULO VI
ECONOMÍA DEL DERECHO
DE LOS CONTRATOS
CAPÍTULO VII
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL DELITO
Y DEL DERECHO PENAL
CAPÍTULO VIII
ELEMENTOS DE ECONOMÍA
DEL PROCESO CIVIL
mayor parte de los casos pueden ser dejados de lado sin mayor pérdi-
da por parte del lector.
Durante estos años he dictado cursos, seminarios y conferencias
sobre temas de economía del derecho en varias universidades y cen-
tros de estudios. Enumerar la cantidad de personas que han contri-
buido de manera indirecta a la elaboración de este trabajo sería una
tarea enorme. Pero algunas han contribuido de manera decisiva. A
comienzos de 2009 pasé unos meses como Visiting Scholar en el pro-
grama de derecho y economía de la Universidad de California en
Berkeley. Esa estancia fue de enorme utilidad para actualizarme, to-
mar contacto con autores principales y obtener bibliografía. Agradezco
la generosidad de Robert D. Cooter, director del programa, y a Veró-
nica Vellilla, por su asistencia en la investigación en esa Universidad.
Durante 2006 y hasta 2008, con Ricardo Rojas y Osvaldo Sche-
none, dictamos un curso de elementos de Análisis Económico del
Derecho para jueces, en el contexto de un programa conjunto de la
Maestría en Derecho y Economía de la Facultad de Derecho de la Uni-
versidad de Buenos Aires, CLACDE de la Escuela de Derecho de la
Universidad George Mason y la entonces Fundación F. A. Hayek. De
ese curso resultó un libro introductorio, todavía inédito, sobre eco-
nomía aplicada a instituciones del derecho civil. Aun cuando este li-
bro difiere en contenido, finalidad y extensión, el intercambio de opi-
niones con mis coautores fue de enorme utilidad para una mejor
comprensión de esta disciplina.
Finalmente, quiero agradecer especialmente a Pablo Iannello,
Manuel Ferreira, Alejandro Darchuk y Nacho Cofone, amigos y co-
legas, que leyeron atentamente algunos capítulos de versiones previas
de este libro e hicieron muy útiles comentarios.
4 Ver SPECTOR, Horacio, “Fairness and Welfare from a Comparative Law Perspective”,
Chicago-Kent Law Review, vol. 79, nro. 2, 2004, ps. 523-524.
5 Las humanidades, por su parte, dejando de lado la filosofía, no han tenido tanta
aceptación como las ciencias sociales. Véase BALKIN, Jack M. - LEVINSON, Sanford, “El
derecho y las humanidades: una relación incómoda”, publicado originalmente en in-
glés en 2006 y traducido en la Revista Jurídica de la Universidad de Palermo, vol. 9, 1,
2008, ps. 197-228. Para una defensa del valor de las humanidades en el campo de los
estudios legales, BOHMER, Martin, “On the Other Hand, comentario a Balkin y Levinson”,
en la misma revista de la Universidad de Palermo, ps. 235-242.
6 En tanto la enorme recepción de las escuelas de derecho a otras ciencias socia-
les, Ulen cree que las facultades de derecho pueden operar como centros donde se es-
tudien problemas sociales desde enfoques interdisciplinarios. Mientras las otras escue-
las o facultades están dominadas por un solo enfoque, en las escuelas de derecho habría
buena base para la discusión interdisciplinaria. Véase ULEN, Thomas S., “The Impending
4 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
Train Wreck in Current Legal Education: How We Might Teach Law as the Scientific Study
of Social Governance”, U. Saint Thomas, vol. 6, 2009, p. 302.
7 Ésta es la idea de Ulen. Respecto del alcance y los límites del AED, véase mi tra-
bajo “Economía, teoría y práctica legal: algunas reflexiones preliminares”, Anales de la
Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, t. XXXVIII, Buenos Aires, 2010.
8 La teoría económica permite juicios con contenido empírico. Un juicio del tipo:
“un sistema de responsabilidad objetiva supone mayores costos para una industria X
que un sistema de responsabilidad por negligencia” o “los costos de litigar X tienen in-
cidencia en la cantidad de litigios” son proposiciones que pueden ser falsadas apelan-
do a los hechos.
ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO: SUS ELEMENTOS BÁSICOS 5
mes y es poco frecuente que las teorías en el campo legal sean per-
meables a comprobación empírica 16.
Otra ventaja evidente es la existencia de un marco teórico muy ge-
neral consensuado entre los economistas, ausente en la mayoría de las
ciencias sociales, incluyendo las teorías del derecho que pretenden expli-
caciones de más largo alcance que la instrumental y simple dogmática.
Ésta es, por ejemplo, una ventaja indudable de la economía del derecho
respecto de la filosofía del derecho y el uso de otras ciencias sociales
en el campo legal. La economía no sólo ha penetrado con éxito en el
campo del derecho: durante las últimas décadas también se ha empleado
teoría de precios en el ámbito de las ciencias políticas, sociología, histo-
ria y otras disciplinas sociales, al punto de que en un sentido constituye
más un método de investigación en ciencias sociales que una discipli-
na en particular. Se ha sugerido que esto se debe o se debería a la ma-
yor madurez de la ciencia económica respecto de las demás ciencias
sociales que no encuentran un paradigma teórico claro y consensuado 17.
En este último sentido, es probable también que el auge del AED
se explique por algunas carencias de la misma disciplina legal, mirada
a un nivel más general. Se ha sugerido que la misma decadencia del de-
recho como disciplina autónoma en los Estados Unidos, sobre la cual
descansa el formalismo legal, podría explicar el creciente uso de otras
disciplinas en los estudios legales. La autonomía del derecho sugiere
que los asuntos jurídicos pueden ser examinados de modo completo
o casi completo por personas instruidas en derecho. Esa creencia, re-
lativamente fuerte hasta hace unas décadas en los Estados Unidos, fue
paulatinamente perdiendo peso en la cultura legal americana y es pro-
bable que en el futuro algo similar suceda en nuestra tradición, al
menos en ámbitos universitarios dedicados a la investigación 18.
Este fenómeno tendría varias causas, entre las que destacan la
creciente ausencia de consenso político y consecuente divergencia de
interpretación legal, el fracaso de las reformas judiciales lideradas por
abogados durante la década de 1960 en los Estados Unidos, la cre-
ciente aceptación del método científico en la cultura académica, el enor-
me y creciente peso de la legislación por sobre la jurisprudencia y cierto
agotamiento de la técnica del formalismo que llevaría a las mentes más
curiosas a otros campos de estudio.
23 En este trabajo no puedo examinar los fundamentos morales del AED. El debate
sobre este asunto es tan especial y técnico que no puede ser incluido en este libro. Me
he dedicado a este asunto en mis artículos “Eficiencia y teorías deontológicas: una res-
puesta a Kaplow & Shavell”, Ideas y Derecho, vol. 5, Anuario de la Asociación Argen-
tina de Filosofía Jurídica y Social, 2005; “Ética, análisis económico y usos normativos
de la economía en el derecho”, Revista da Facultade de Direito UniRitter, vol. 9, Porto
Alegre, 2007; “Las desventuras de la maximización de la riqueza social”, Libertas,
vol. 44, Buenos Aires, 2006; “Derechos iniciales de propiedad y el criterio de Kaldor
Hicks: problemas para el análisis económico del derecho”, Opinión Jurídica, vol. 7,
Colombia, 2005, entre otros. También en el trabajo publicado en los Anales de la Aca-
demia de Ciencias Morales y Políticas de la Argentina. También, “Entrevista a Eduardo
Stordeur”, Revista Argentina de Teoría Jurídica, vol. 11, Universidad Torcuato Di Tella,
nro. 1, 2010.
24 Para un estudio sobre el utilitarismo, FARRELL, Martín D., Utilitarismo, ética y po-
lítica, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1983.
25 Ver VANDERSCHRAAF, Peter, “The Informal Game Theory in Hume’s Account of
Convention”, Economics and Philosophy, vol. 14, 1998, ps. 215-247. Para una explica-
ción económica de la racionalidad y emergencia del derecho de propiedad en Hume:
WALDROM, Jeremy, “The Advantages and Difficulties of the Humean Theory of Property”,
en FRANKEL PAUL, Ellen - MILLER Jr., Fred. D. - PAUL, Jeffrey (eds.), Property Rigths, Social
Philosophy and Policy Foundation, Camdridge University Press, 1994, p. 85. Es clásica
la explicación del estado de naturaleza en Hobbes como un dilema de prisioneros y es
posible encontrar en Rousseau descripciones de juegos actualmente muy empleados.
Ver SKYRMS, Brian, The Stag Hunt and Evolution of Social Structure, Cambridge University
Press, Cambridge, 2004, Capítulo I. Respecto de Locke, son clásicas sus consideracio-
12 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
primera, naturalmente, tiene mucho peso para examinar contratos hipotéticos, del tipo
que tiene tan ocupados a los filósofos políticos.
28 RAWLS, John, A Theory of Justice, Harvard University Press, Cambridge, Mass.,
1971.
29 NOZICK, Robert, Anarchy, State, and Utopia, Basic Books, New York, 1974.
30 Aristóteles en La Política (Libro I) sugirió la mayor eficiencia de la propiedad pri-
vada sobre la comunal en tanto la primera provee mejores incentivos para que las per-
sonas cuiden las cosas. Algo muy similar al enfoque de la economía del derecho.
31 Ver, por ejemplo, MACKAAY, Ejan, “History of Law and Economics”, Encyclopedia
of Law and Economics, disponible en http://encyclo.findlaw.com/0200book.pdf.
14 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
37 A ciertos fines este supuesto es de enorme utilidad. Sólo quiero afirmar que aun
cuando las instituciones pueden ser objeto de análisis económico en muchos sentidos,
la mayor parte de los economistas se ocuparon de otros problemas. Para un examen de
las relaciones entre economía e instituciones, véanse los primeros capítulos de AYALA
ESPINO, José, Instituciones..., cit.
38 Es notable, entre los economistas de la Escuela Austríaca de Economía, el desa-
rrollo de Mises en el capítulo XXIII de La acción humana, que he citado con anteriori-
dad, donde explica el modo en el cual los derechos de propiedad pueden eliminar
ineficiencias asociadas a externalidades, de modo análogo, aunque analíticamente menos
preciso, que el posterior desarrollo de Ronald Coase que luego voy a examinar en deta-
lle. Hayek, por su parte, retomando la tradición de Hume y otros autores del Iluminis-
mo escocés, explicó el derecho como un proceso de orden espontáneo que permite
que los agentes coordinen mejor sus planes de vida. Ver HAYEK, F. A., Law, Legislation
and Liberty, vol. 1: “Rules and Order”, Routledge and Kegan Paul, London, 1973.
39 Fue una escuela de pensamiento económico dominante a principios de siglo XX
en Estados Unidos, cuyas figuras prominentes fueron Thorstein Veblen, John Commons
y Wesley Mitchell. Probablemente influenciados por la Escuela Histórica Alemana pu-
sieron énfasis en el peso de las condiciones históricas e institucionales desafiando las
pretensiones universalistas de la economía neoclásica formal. Para una descripción de
la economía institucional ver, p. ej., HODGSON, Geoffrey M., “The Approach of Institutional
Economics”, Journal of Economic Literature, vol. 36, 1, 1998, ps. 166-192. Para un exa-
men comparativo entre la versión clásica, aparentemente sin una teoría de las institu-
ciones y el institucionalismo moderno que emplea algunas de las herramientas de la
escuela neoclásica a las instituciones (de un modo algo análogo al AED), véase AYALA
ESPINO, José, Instituciones..., cit.
16 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
40 Véase POSNER, Richard A., Análisis económico del derecho, Fondo de Cultura Eco-
nómica, México, 1998, Cap. 1.
ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO: SUS ELEMENTOS BÁSICOS 17
quien sobre fines del siglo XIX sostuvo: “Para el estudio racional del
derecho el hombre de letras es el hombre del presente, pero el hom-
bre del futuro es el hombre de las estadísticas y versado en econo-
mía” 43. Es probable, además, que la recepción del enfoque económico
del derecho en Estados Unidos haya encontrado un nicho intelectual
favorable, consecuencia del fuerte peso del realismo legal en ese país,
su espíritu más pragmático basado en antecedentes y la extendida
aceptación del utilitarismo en la cultura jurídica americana. El mo-
vimiento realista, una reacción al formalismo jurídico, supone al de-
recho como un fenómeno social que puede ser explicado por medio
de las ciencias sociales en general. Una visión del derecho más afín al
análisis económico que el formalismo legal. También, puede haber
tenido alguna influencia la mayor recepción del utilitarismo en la
cultura legal americana, al menos en comparación con el tipo de
influencia filosófica más común en el mundo hispano y europeo
continental 44.
Uno de los pioneros en extender el empleo de la economía es Gary
S. Becker, quien publicó, entre muchos otros trabajos de economía
aplicada a decisiones extramercantiles, su conocido “Crimen y casti-
go”, un artículo seminal en moderna economía del crimen que for-
malizaba las intuiciones de autores como Bentham y Beccaria, y po-
nía el primer ladrillo para los modelos más completos actualmente
empleados para investigar la actividad criminal 45.
En el campo del derecho de daños, constituye también un antece-
dente central un conocido trabajo de Calabresi, donde sugiere que la
finalidad de este cuerpo central del derecho civil es minimizar el costo
43 Textual: “For the rational study of the law the black letter man may be the man of
the present, but the man of the future is the man of statistics and the master of economics”,
HOLMES, O. W., “The Path of the Law”, Harvard Law Review, vol. 10, 1897, p. 669.
44 La tradición legal debería tener incidencia en el grado de recepción y aplicabilidad
del AED, tanto por motivos filosóficos como por razones estructurales. Para este tema,
véase SPECTOR, Horacio, “Fairness...”, cit., ps. 521-539. Sin embargo, es probable que
aun en nuestra tradición el peso de las consecuencias sea importante sobre todo en casos
de lagunas legales o donde hay conflictos de derechos o cuando la incidencia de la
sentencia puede afectar a muchas personas. Ver para un análisis de este asunto, p. ej.,
FARRELL, Martín D., Filosofía del derecho y economía, La Ley, Buenos Aires, 2006, ps. 12
y ss. En este sentido, p. ej., es evidente el fuerte contenido económico que tienen los
típicos fallos de emergencia de los tribunales superiores, aun cuando no siempre el aná-
lisis es explícito: véase STORDEUR (h), Eduardo, “Poder de policía y eficiencia: Análisis de
los fundamentales fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación”, en KRAUSE, Mar-
tín y otros, Análisis económico del derecho. Aplicación a fallos judiciales, La Ley, Bue-
nos Aires, 2006, ps. 115-189, Capítulo VI.
45 BECKER, Gary, “Crime and Punishment: An Economic Approach”, Journal of Political
Economy, vol. 76, 2, 1968, ps. 169-217.
ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO: SUS ELEMENTOS BÁSICOS 19
46 CALABRESI, Guido, “Some Thoughts on Risk Distribution and the Law of Torts”, Yale
Journal of Law, vol. 70, 1961, p. 499.
47 CALABRESI, Guido, “Some Thoughts...”, cit., p. 499. El libro central de este autor
es The Costs of Accidents: A Legal and Economic Analysis, Yale University Press, New
Haven, 1970.
48 COASE, Ronald H., “The Problem of Social Cost”, Journal of Law and Economics,
vol. 1, 1960, ps. 1-44.
49 SPIEGEL, H. W., “Jacob Viner (1892-1970)”, en EATWELL, J. - MILGATE, M. - NEWMAN,
P. (eds.), The New Palgrave: a Dictionary of Economics, vol. IV, Macmillan, London, 1987,
ps. 812-814.
20 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
todo para examinar las decisiones humanas en los más variados con-
textos, incluyendo el legal.
1. La maximización de la utilidad
51 Esta idea, desde luego, puede ser disputada. Se ha sugerido que el empleo del
modelo básico de racionalidad que estoy comentando implica juicios de valor. Ver, p. ej.,
HAUSMAN, Daniel M. - MCPHERSON, Michael S., Economic Analysis and Moral Phisolosophy,
Camdridge University Press, Cambridge, 1997, ps. 27-37. Sin embargo, no puedo ocu-
parme ahora de semejante asunto.
52 La racionalidad, en su forma más usual y siempre en el contexto del análisis eco-
nómico, refiere centralmente a la conocida condición de transitividad de las preferen-
cias. Ésta dice que si un individuo prefiere el bien X al bien Z, y el bien Z al bien Y, debe
entonces preferir al mismo tiempo el bien X al bien Y. Otra condición obvia es que el
individuo no puede preferir X a Z y al mismo tiempo Z a X. Ídem, ps. 27-8.
22 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
53 Posner, p. ej., dice: “The basic assumption of economics that guides the version
of economic analysis of law that I shall be presenting is that people are rational maximizers
of their satisfactions (...) in all of their activities (...) that involve choice. Because this
definition embraces the criminal deciding whether to commit another crime, the litigant
deciding whether to settle or litigate a case, the legislator deciding whether for or against
a bill, the judge deciding how to cast his vote in a case (...) and the pedestrian deciding
how boldly to cross the street, as well as the usual economic actors, such as businessman
and consumers, it is apparent that most of activities either regulated by or occurring within
the legal system are grist for the economic analyst’s mill”. POSNER, Richard, The Problems
of Jurisprudence, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1999, ps. 353-354.
54 El texto central es FRIEDMAN, Milton, “The Methodology of Positive Economics”,
en FRIEDMAN, Milton (ed.), Essays in Positive Economics, University of Chicago Press,
Chicago, 1953, ps. 3-43.
55 Para una clásica colección de artículos ver SUNSTEIN, Cass R. (ed.), Behavioral Law
and Economics, Cambridge University Press, 2000.
56 Para un clásico, SIMON, Herbert, “A Behavioral Model of Rational Choice”, en
Models of Man, Social and Rational: Mathematical Essays on Rational Human Behavior
in a Social Setting, Wiley, New York, 1957.
57 Como afirma Becker, la teoría “no supone que las unidades de decisión sean
necesariamente conscientes de sus esfuerzos para maximizar, o poder verbalizar, o de
algún otro modo describir, con talante informativo, las razones que hay para las pautas
sistemáticas de sus comportamientos. Esto lo hace coherente con el énfasis que se le da
ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO: SUS ELEMENTOS BÁSICOS 23
2. Los precios
Una vez que asumimos que las personas son buscadores raciona-
les de utilidad y que este modelo puede emplearse en cualquier con-
texto social, contamos con una teoría que ofrece descripciones y pre-
dicciones de las decisiones humanas. Tanto cuando los individuos
realizan operaciones en el mercado, cuando votan en las elecciones, o
deben optar entre cumplir una ley o no cumplirla, la teoría supone
que el actor siempre está finalmente intentando maximizar su utili-
dad o bienestar, es decir, obtener sus fines a menores costos posibles.
En algunos contextos se asume que las personas buscan metas más
precisas, como minimizar el costo privado que enfrentan como con-
secuencia de los accidentes o que los burócratas persiguen maximizar
su presupuesto. Esto nos lleva directamente al segundo elemento cen-
tral de la teoría: los precios.
Si las personas buscan maximizar su utilidad, se sigue que res-
ponden a cambios en la relación de valor entre diversas alternativas u
opciones de un modo determinado, que puede ser explicado por la
teoría. En el caso de la economía aplicada al derecho, se asume que
las personas cuando toman decisiones responden a cambios en los
precios implícitos contenidos en las reglas legales del mismo modo que
lo hacen respecto de precios monetarios en los mercados de bienes y
servicios.
El precio consiste en una relación de valor entre diversas alterna-
tivas disponibles, razón por la cual toda elección tiene necesariamen-
te un precio. El precio relevante de una decisión cualquiera se expresa
por las alternativas que se sacrifican a consecuencia de la elección. El
precio no requiere alteridad, sino simplemente la existencia de dos o
más alternativas rivales. Un náufrago, por ejemplo, debe sacrificar
unidades de trabajo en una actividad Y por otra más preferida X, de
modo que su decisión enfrenta el costo de resignar Y, mientras el pre-
cio expresa la relación de valor entre ambas alternativas. Siempre que
haya escasez y dos o más alternativas rivales, hay precios. Las reglas
que componen el sistema legal afectan el valor relativo de las alterna-
tivas disponibles y, por lo tanto, sus efectos en la conducta de las per-
sonas pueden ser examinados desde la teoría económica.
El empleo de la hipótesis del hombre como buscador de su pro-
pia utilidad combinada con la idea de precios permite establecer bue-
26 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
61 Hay desde luego otras condiciones y elementos, algunos de las cuales, por
cuestiones didácticas, sin embargo, vamos a examinar en el próximo capítulo. Una con-
dición importante, p. ej., es la transitividad de las preferencias, lo que equivale a decir
que si las personas prefieren X a W y W a Z, entonces, deben preferir también X a Z.
62 Gary Becker, p. ej., explica que “de acuerdo con el enfoque económico, la per-
sona decide casarse cuando la utilidad esperada del matrimonio es mayor que la utili-
dad esperada de quedarse soltera o buscar con más tiempo un compañero o compañe-
ro adecuado (...). De igual modo, la persona casada pone fin a su matrimonio cuando la
utilidad esperada de convertirse en soltera o de casarse con otro y otra excede a la pér-
dida de utilidad sufrida por la separación, incluyendo las pérdidas originadas por la se-
paración de los propios hijos, por la división de los bienes conjuntos, por las tasas lega-
ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO: SUS ELEMENTOS BÁSICOS 27
3. El equilibrio
les y cosas parecidas. Habida cuenta de que hay muchas personas que buscan un com-
pañero o una compañera, puede decirse que existe un mercado del matrimonio en el
que cada persona trata de salir lo mejor parada posible, dado que todo el mundo inten-
ta hacer lo mismo. Se dice que hay una asignación de equilibrio de personas en un
conjunto de diferentes matrimonios cuando las personas no casadas entre sí en esta asig-
nación no pudiesen mejorar si se casaren entre ellas”. FEBRERO, Ramón - SCHWARTZ, Pe-
dro (eds.), La esencia de Becker, Ariel, Barcelona, 1997, p. 53.
63 Señala Becker que “el enfoque económico no está circunscrito a los bienes ma-
teriales y a los deseos o ni siquiera al sector mercado. Los precios, ya sean precios mo-
netarios de mercado o “precios sombra” imputados al sector ajeno al mercado, miden
el coste de oportunidad de la utilización de recursos escasos y el enfoque económico,
por su parte, predice la misma clase de respuesta para los precios “sombra” que para
los precios de mercado.
28 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
4. La eficiencia
66 Dadas las alternativas disponibles, la mejor estrategia que dispone quien elige
es elegir la porción más grande, con independencia del corte que efectúe la otra, pero
como esta última conoce los incentivos de quien elige, tiene a su vez buenos incentivos
para cortar de la manera más pareja posible. En teoría de juegos esto es un equilibrio de
Nash.
30 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
mercados competitivos tienden a llevar las cosas a sus usos más valio-
sos medidos en lo que las personas están dispuestas a entregar a cam-
bio para obtenerlas.
Los mercados competitivos, entonces, llevan a equilibrios eficien-
tes en el sentido de Pareto, puesto que no hay ninguna distribución
alternativa de los recursos capaz de mejorar a alguno sin empeorar al
mismo tiempo a otro participante del mercado. Es, en este sentido,
que la mano invisible del sistema de precios lleva a que las personas
tomen decisiones consistentes con el bienestar aun cuando éste no sea
la finalidad u objetivo perseguido. Esta relación entre el equilibrio de
los mercados competitivos y la eficiencia en el sentido de Pareto, que
se conoce como primer teorema de la economía del bienestar, consti-
tuye un elemento central en economía normativa, que luego voy a
comentar más en detalle.
La eficiencia de Pareto como regla normativa puede tener algún
atractivo: asegura que las personas incrementan utilidad o riqueza,
dos valores usualmente considerados valiosos en la sociedad. Al mis-
mo tiempo, las transacciones suponen ejercicio de la autonomía de la
voluntad, un principio que tiene largo arraigo en derecho y filosofía
normativa. En torno a ambos conceptos se han elaborado grandes
tradiciones de pensamiento filosófico legal y político. Por otra parte,
en comparación con otras metas o principios usualmente considera-
dos valiosos, consiste en una regla analíticamente bien definida y cla-
ra. Pero indudablemente tiene sus límites, algunos de los cuales con-
viene destacar.
Un problema importante es que la eficiencia de Pareto constitu-
ye una regla muy limitada. Ésta supone cierta forma de consenso o
unanimidad cuando la mayor parte de las decisiones sociales y lega-
les implican tanto ganadores como perdedores. Una medida de go-
bierno por la cual se resuelve bajar los impuestos a las importaciones
de un producto de consumo masivo, por ejemplo, mejora a los con-
sumidores, quienes ahora pueden comprarlo a menor precio, sacri-
ficando menos de otros bienes para adquirir ese bien. Pero implica
también una pérdida para los productores locales que ahora restrin-
gen sus ganancias a consecuencia del menor precio derivado de la com-
petencia.
Por otra parte, algunos cambios que podrían ser deseables serían
en algunas ocasiones vetados por la estricta regla de Pareto que en
general tiende a favorecer el status quo sobre el cambio. Podría ser el
caso de un pueblo muy pobre que solamente compra comida a un
monopolista local que explota un permiso del tirano de turno. El ti-
rano es derrocado y el nuevo gobierno, democrático y republicano,
ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO: SUS ELEMENTOS BÁSICOS 33
1. Usos positivos
72 En este sentido, Cooter y Ulen, autores clásicos sobre la materia, señalan que
“la economía ofreció una teoría científica para pronosticar los efectos de las sanciones
legales sobre el comportamiento. Para los economistas, las sanciones son como precios
y, supuestamente, los individuos responden a estas sanciones de una manera muy simi-
lar a como responden a los precios”. Véase, COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Dere-
cho y economía, Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 14.
38 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
acción colectiva del tipo dilema del prisionero: cada acreedor tiene
incentivos para cobrar su propio crédito del modo más directo y efec-
tivo, pero si todos actúan del mismo modo pueden afectar la integri-
dad del patrimonio del fallido, obteniendo, en conjunto, resultados
poco deseables. Tal sería el caso, por ejemplo, si el primer acreedor
embargase y sacase a la venta un activo clave del patrimonio del deu-
dor que luego impidiese pagar el resto de las deudas 75.
La economía permite mostrar también el modo en el cual de-
terminadas instituciones legales colocan costos y beneficios entre los
actores relevantes. Las reglas legales, antes de su empleo, en tanto tras-
ladan riesgos entre grupos o clases de personas, tiene efectos redistri-
butivos que difícilmente pueden ser examinados apelando al usual
enfoque ex post del derecho tradicional. Una regla de responsabili-
dad objetiva por accidentes, por ejemplo, implica una transferencia
de ingresos de los conductores a los peatones. Muchas de estas pro-
piedades de las reglas legales pueden ser examinadas de manera más
precisa apelando a juegos y herramientas de análisis económico.
La economía puede ser empleada para dotar al sistema legal de
una racionalidad y una coherencia que el método tradicional de in-
terpretación y sistematización de las fuentes del derecho no provee.
Puede, además, entre otras contribuciones, ofrecer incluso algunas
distinciones que pueden ser muy útiles para la aplicación del dere-
cho, puesto que la coherencia de un sistema es importante para su
aplicación 76.
Por otra parte, muchas interacciones típicamente legales pueden
ser caracterizadas y mejor comprendidas apelando a diversas clasifi-
caciones de la teoría económica o su capítulo de teoría de juegos. Se
puede afirmar, por ejemplo, que tal o cual interacción constituye un
“juego de suma cero”, para caracterizar un caso donde la ganancia
de algún participante es la pérdida de otro, o que alguna regla supone
un probable “punto focal”, para referir a un regla general comparti-
da de modo tácito, o que la estructura de incentivos de una interacción
constituye un “juego de la gallina”, un “dilema del prisionero” o “un
juego del seguro”. Estas descripciones, que voy a examinar en el capí-
tulo III, permiten comprender rápidamente las propiedades de un tipo
75 Estas funciones son también muy conocidas, pero véase, p. ej., CABRILLO, Fran-
cisco, Quiebra y liquidación de empresas, un análisis económico del derecho español,
Unión, Madrid, 1989, Capítulos I y II.
76 Aun cuando en el caso del derecho, alguna disidencia que permita competencia
interna de institutos legales puede ser deseable; es decir, con incentivos correctos, los
tribunales pueden con el tiempo seleccionar reglas que permitan mejor nivel de coopera-
ción social y para eso es necesario que el sistema admita algún nivel de contradicción.
40 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
2. Usos normativos
79 La tesis de la eficiencia del derecho común fue inicialmente sugerida por Posner
en su Análisis..., cit., publicado en 1972 con edición en castellano por Fondo de Cultu-
ra de México, que he citado extensamente en este libro. También son interesantes los
trabajos de LANDES, William, “An Economic Analysis in the Courts”, Journal of Law and
Economics, vol. 14, 1971, ps. 61 y ss. Véase también RUBIN, Paul H., “Why is Common
Law Efficient?”, Journal of Legal Studies, vol. 6, 1985, ps. 53 y ss. Para el caso de nuestra
tradición, vale la pena considerar que, en general, buena parte del derecho privado tra-
ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO: SUS ELEMENTOS BÁSICOS 43
dicional proviene de la jurisprudencia, para más tarde ser recogidas en códigos. El de-
recho romano privado, por ejemplo, fue en buena medida producto de las decisiones
de los pretores, antes que la de los legisladores. De todas maneras, no puedo considerar
en este espacio la tesis de la eficiencia del derecho común en particular. En el capítulo
de economía del procedimiento voy a comentar este asunto en más detalle.
80 En general, es más probable encontrar eficiencia en instituciones que han evo-
lucionado a lo largo del tiempo y que han pasado por el tamiz de la experiencia y son
luego recogidos en contextos competitivos por la jurisprudencia que aquella parte del
derecho que tiene origen legislativo, donde los intereses de grupo y la redistribución
puede hacerse de manera más general y más simple.
44 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
84 Por último y por cuestiones de consistencia, creo que este ejercicio puede ha-
cerse mejor apelando al utilitarismo de reglas antes que de actos, a alguna forma de
espectador imparcial, o bien, algún expediente análogo, como la economía constitu-
cional. Creo que algunas de estas variantes pueden escapar a algunas clásicas objecio-
nes planteadas contra el AED, comenzando con el problema de conectar riqueza con
utilidad y el problema de los derechos fundamentales. No puedo examinar este com-
plejo asunto en esta oportunidad.
ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO: SUS ELEMENTOS BÁSICOS 49
86 Ver GEORGAKOPOULOS, Nicholas L., Principles and Methods of Law and Economics,
Cambridge University Press, New York, 2005, ps. 72-89.
87 Un argumento empleado contra la redistribución es que no es posible efectuar
comparaciones interpersonales de utilidad: la ley dice que para la misma persona, can-
tidad adicional de riqueza, debería llevar a un incremento cada menor de bienestar.
Pero no autoriza a comparar el bienestar entre las personas. Siempre es posible, por
ejemplo, pensar que algunas personas son más ricas porque, precisamente, valoran más
riqueza que otras que no la valoran tanto. Pero el argumento debería considerar que la
redistribución refiere a muchas personas más ricas y a muchas personas más pobres y
que es probable que efectivamente incremente el bienestar social.
88 COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 22-26. Tomo en líneas
generales los argumentos de estos autores.
ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO: SUS ELEMENTOS BÁSICOS 51
Por ejemplo, si la ley establece una regla que en todos los casos
favorece a los consumidores por sobre las empresas que venden pro-
ductos, esa regla no necesariamente representa correctamente la dis-
tribución de la riqueza: una empresa puede tener muchos accionistas
de poca fortuna y consumidores más ricos, y no es muy claro que to-
dos los consumidores sean necesariamente pobres o igual de pobres.
Los sindicatos, en los Estados Unidos, por ejemplo, tienen buena can-
tidad de acciones. Al gravar la renta, por ejemplo, el sistema legal
permite distinguir mejor correctos niveles de riqueza.
Los efectos de la redistribución por medio del sistema legal son
difíciles de pronosticar: si, continuando con el ejemplo, se hace res-
ponsable a la empresa y no al consumidor, los mayores costos de esa
regla, dependiendo de las condiciones del mercado, podrían trasladarse
a los consumidores y no necesariamente ser afrontados por los accio-
nistas o propietarios de la empresa. Usar el sistema legal sube el costo
de las transacciones: los juicios operan caso por caso e implican mu-
chos más gastos que el empleo del sistema impositivo. Por último, la
distribución por medio del derecho privado distorsiona la economía
en mayor medida que los impuestos. Los precios de mercado infor-
man e incentivan a los empresarios y dueños de factores para que asig-
nen los recursos conforme la demanda de los consumidores. Las re-
glas de derechos de propiedad que distribuyen riqueza sobre la base
de los ingresos generan demasiadas distorsiones que pueden llevar a
que se detraigan inversiones de actividades más requeridas, mientras
es posible usar impuestos de modo tal que se grave de modo más uni-
forme las actividades de la economía. Una regla legal que distribuye
de las empresas a los consumidores en una actividad determinada
podría llevar, en este sentido, a menor inversión en esa área, aun cuan-
do sea más requerida que otras por los consumidores. Los impuestos,
aun cuando afectan los precios relativos, pueden aplicarse de modo
más general dejando que los precios, en general, reflejen las condicio-
nes del mercado.
89
Ver, por ejemplo, KOROBKIN, Russell, “The Endowment Effect and Legal Analysis”,
Northwestern University Law Review, vol. 97, 2003, ps. 1227-1293. En el capítulo II,
cuando trate el Teorema de Coase, voy a comentar este asunto más en detalle.
ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO: SUS ELEMENTOS BÁSICOS 53
les puede llevar a tomar decisiones equivocadas 92. Por ejemplo, usual-
mente, las personas creen que es más probable que les ocurra un idén-
tico accidente a otras personas que a ellas mismas. Por otra parte,
usualmente los individuos creen o tienden a pensar que aquello que
efectivamente ocurrió era casi inevitable o asignan demasiada proba-
bilidad de ocurrencia a ese evento. En conjunto, si las personas to-
man malas decisiones respecto de eventos futuros de manera sistemá-
tica y predecible, el derecho debería o podría tomar en cuenta este
sesgo en las decisiones. En el extremo, algunos autores podrían em-
plear esa evidencia para sugerir la conveniencia de que el derecho “cui-
de” a las personas de sus propias decisiones, cierto paternalismo no
muy frecuente en economía del derecho, que asume que las personas
son usualmente mejores jueces de sus preferencias que los terceros 93.
Otro límite importante al modelo ortodoxo que plantea la psico-
logía es la demostración de que en muchos contextos las personas
toman en cuenta el bienestar de terceras personas eligiendo alternati-
vas dominadas que diminuyen su bienestar, en general sobre la base
de algún criterio o regla de justicia o equidad típica que las personas
tienen en mente en sus acciones y transacciones. Conocidos experi-
mentos han mostrado que las personas, cuando deben dividir anóni-
mamente un botín que les entrega el experimentador, toman en cuen-
ta las percepciones de justicia más frecuentes y, en general, hacen
ofertas más generosas de las que predice la teoría convencional 94.
Aun cuando el modelo ortodoxo no necesariamente asume que
las personas son completamente egoístas, en general el altruismo es
eliminado del modelo en sus aplicaciones más frecuentes. Si las per-
sonas fuesen más altruistas de lo que asume el modelo, algunas pre-
dicciones y explicaciones del sistema legal de la economía del derecho
podrían estar equivocadas. En capítulo III del libro voy a considerar
estos experimentos.
Estos hallazgos podrían ser importantes para una teoría econó-
mica del derecho. Si bajo determinadas condiciones las personas no
se comportan conforme predice el modelo tradicional, algunas pre-
dicciones, explicaciones y recomendaciones de la economía ortodoxa
podrían conducir a hipótesis y evaluaciones del sistema legal incorrec-
I. INTRODUCCIÓN
2 En general, cuanto más pequeña es una organización social, más probable es que
pueda emplear un sistema de asignación de recursos escasos y alternativos por medio
de arreglos centralizados, o bien, alguna forma mixta algo distante de lo que frecuente-
mente entendemos por mercado. Cuanto mayor es la cantidad de personas involucradas
en el proceso económico, mayor necesidad y conveniencia hay, al menos en general,
para emplear el mecanismo impersonal de precios que es la esencia del proceso de
mercado. De hecho, en muchos casos los grupos pueden adoptar convenciones que
pueden reemplazar en parte a los derechos de propiedad y los mercados. Véase, p. ej.,
OSTROM, Elinor, Governing the Commons. The Evolution of Institutions for Collective
Action, Cambridge University Press, 1990.
3 La cooperación, sin embargo, no es una preocupación sólo de la economía, aun
cuando es la disciplina social que probablemente más sistemáticamente ha profundiza-
do en sus condiciones y alcances. Constituye también una vieja preocupación del pen-
samiento político y legal, y forma parte central de una organización social en un plano
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DE PRECIOS 59
más general. El derecho, visto como un sistema de gobierno social, permite no sólo el
funcionamiento de los mercados, sino además otros procesos de coordinación social.
Véase, p. ej., HART, H. L. A., El concepto de derecho, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1963.
También NINO, Carlos S., Introducción al análisis del derecho, 2ª ed., Astrea, Buenos
Aires, 1980, ps. 1-10, “el contexto del derecho”.
60 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
4 El trabajo humano, además, tiene una propiedad no siempre advertida pero que
es de especial interés: no es posible pensar siquiera ningún tipo de actividad productiva
sin su concurrencia en algún estadio de la producción y, por lo tanto, en algún nivel de
la producción, siempre es necesario.
5 Una tercera unidad o elemento es la existencia de empresarios que son los que
demandan factores, los emplean en competitivas combinaciones y ofrecen bienes fina-
les. Probablemente (así lo han considerado algunos importantes autores) el motor del
proceso productivo esté en manos de los empresarios: son éstos quienes en última ins-
tancia deben combinar inteligentemente factores de la producción o bienes de orden
superior para la producción de bienes finales, siempre siguiendo las demandas de los
consumidores.
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DE PRECIOS 61
V. DEMANDA
px
px1 •b
px0 •a
x1 x0 x
sustitutos del bien X, es decir, un bien que satisface una necesidad si-
milar, la demanda tenderá a ser más elástica, ya que la gente sustituye
el bien X por otros bienes similares. Si, en cambio, hay pocos sustitu-
tos próximos, la demanda tiende a ser inelástica. Bienes más necesa-
rios o de primera necesidad tenderán a ser más inelásticos. Cuando el
bien es de lujo o suntuario, su demanda tenderá a ser más elástica,
simplemente porque es posible prescindir de éste con mayor facilidad.
Un bien de demanda típicamente elástica es la carne, y un bien de
demanda típicamente inelástica es la electricidad 9.
px
px1 b
b
a a
px0
x1 x0 x1 x0 x
VII. OFERTA
px
O
px1 •b
px0 •a
pindif.
x0 x1 x
X. EQUILIBRIO DE MERCADO
pe e
p1
Exceso de dem anda
pindif. D
xe x
mes costos fijos iniciales y que operan en extensas redes. En estos ca-
sos, el alto costo inicial de ingreso al mercado se distribuye entre cada
vez más consumidores, de modo que el productor tiende a enfrentar
costos marginales decrecientes y la competencia potencial debe pagar
altos costos por ingresar al mercado y, una vez en el mercado, enfren-
ta duras condiciones competitivas dados los costos decrecientes de pro-
ducción que enfrenta el productor establecido.
Mientras los altos costos fijos iniciales hacen difícil el ingreso de
competidores, los bajos costos asociados a proveer unidades adicio-
nales hacen difícil que se mantenga la competencia. El costo inicial
permite luego costos por unidad producida decrecientes a medida que
aumenta la producción, fenómeno denominado economía de escala,
por lo cual hay tendencia a que un solo productor quede en el merca-
do. En estos casos, además, la existencia de un solo oferente podría
ser deseable a los fines de no duplicar costos y disminuir así el costo
social de provisión del servicio. La empresa o empresas dominantes
de ese modo podrían ofrecer mejores precios por economía de escala,
eliminando gastos innecesarios de infraestructura (como doble o tri-
ple tendido de tubos para gas, por ejemplo).
En general, la respuesta de la legislación fue diversa según las tra-
diciones. Mientras en muchos países de tradición europea continen-
tal la solución fue la provisión directa del Estado, en aquellos de tra-
dición anglosajona se optó por la regulación de precios y condiciones
del servicio. Una alternativa más próxima a las soluciones de merca-
do consiste en la venta de licencias por regiones que podría introducir
competencia disminuyendo el precio hasta niveles competitivos o
próximos 11.
2. Asimetrías de la información
11 Tal vez la venta de licencias por áreas limitadas de servicios permita la compe-
tencia y que el precio baje a sus niveles de equilibrio competitivo. Véase DEMSETZ, Harold,
“Why Regulate Utilities?”, Journal of Law and Economics, vol. 11, 1968, ps. 55-65. Los
resultados de las regulaciones, además, no siempre llevan a la metas deseadas o pre-
vistas. Stigler, p. ej., mostró que la regulación de las empresas distribuidoras de electri-
cidad no llevó a un descenso en las tarifas, ni afectó la rentabilidad de las empresas.
Como he comentado antes, la sola presencia de una falla de mercado no debería llevar
inmediatamente a la conveniencia o la necesidad de regulación. Ver STIGLER, George -
FRIEDLAND, Claire, “What Can Regulators Regulate? The Case of Electricity”, Journal of
Law and Economics, vol. 5, 1962, ps. 1-16.
84 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
3. Bienes públicos
24 Véase, p. ej., SCHMIDTZ, David, The Limits of Government. An Essay on the Public
Goods Argument, West View Press, Boulder, Colorado, 1991. Para una crítica al con-
cepto de bienes públicos, BENEGAS LYNCH (h), Alberto, “Bienes públicos, externalidades y
los free-riders. El argumento reconsiderado”, Estudios Públicos, vol. 71, 1998, ps. 203
y ss. Para un comentario a ese trabajo, ver SOLA, Juan V., “Bienes públicos, externalidades y
los free-riders: el argumento reconsiderado”, RIIM, vol. 48, 2008.
25 COASE, Ronald H., “The lighthouse in economics”, Journal of Law and Economics,
vol. 17, 1974, ps. 357-376.
26 Estos barrios privados van progresivamente acumulando funciones tradicional-
mente en cabeza de los gobiernos locales en los Estados Unidos. Estos barrios privados
tienen, en efecto, verdaderas facultades legislativas, ejecutivas y hasta jurisdiccionales,
y tienen a su cargo la provisión de varios servicios públicos que (como la recolección
de basura por ejemplo o regulaciones estéticas) estaban antes en cabeza del poder lo-
cal. Ver NELSON, Robert H., Private Neighborhoods and the Transformation of Local
Government, Urban Institute Press, DC, 2005.
92 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
27 Véase BRUBAKER, Earl R., “Free Ride, Free Revelation, or Golden Rule?, Journal of
Law and Economics, vol. 18, 1975, ps. 147-161.
28 BUCHANAN, James M., “An Economic Theory of Clubs”, Economica, vol. 32, 1965,
ps. 1-14.
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DE PRECIOS 93
4. Externalidades
31Bator clasificó las fallas de mercado en tres tipos: monopolios, bienes públicos y
externalidades. Pero los dos primeros pueden ser tratados como casos de externalidades,
tal como advirtió Demsetz o, más precisamente, conectar el problema con costos de
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DE PRECIOS 95
transacción. Dice Demsetz que en un mundo donde el costo de negociar es igual a cero
no hay ineficiencias derivadas del monopolio en tanto el productor y el consumidor
pueden eliminar la ineficiencia. “Why Regulate Utilities?”, cit.
96 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
px Cm g.S
O = Cm g.P.
ps es
pc ec
pindif. D
x xc x
induciendo a las personas a que tomen en cuenta los efectos que sus
decisiones tienen sobre los demás.
En un artículo pionero del enfoque económico del derecho, Ronald
Coase mostró que cuando los derechos están bien definidos y los cos-
tos de negociación no son prohibitivos, las personas pueden resolver
las externalidades con independencia de la ley. En estos contextos,
negociaciones privadas entre las partes eliminarán la imperfección del
mercado y se alcanzará la eficiencia sin intervención del sistema legal.
Esta conexión estrecha entre derecho y externalidades, que per-
mite buenas explicaciones acerca de las funciones del sistema legal,
como una herramienta destinada a corregir o mitigar imperfecciones
de mercado, se debe al denominado Teorema de Coase, que constitu-
ye una de las bases teóricas centrales de la economía del derecho y
que será empleado extensamente a lo largo de este libro.
33 COASE, Ronald. H., La empresa..., cit., p. 134. Todas estas conclusiones son muy
conocidas en la literatura. P. ej., COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit.,
ps. 118 y ss. También se puede consultar SCHÄFER, Hans-Bernd - OTT, Claus, Manual de
análisis económico del derecho, Tecnos, Madrid, 1991, ps. 84 y ss.; COLOMA, Germán,
Análisis económico del derecho, privado y regulatorio, Ciudad Argentina, Buenos Aires,
2001, ps. 70 y ss., entre otros.
102 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
43 TRIBE, Laurence H., “Technology Assessment and the Fourth Discontinuity: the
Limits of Instrumental Rationality”, Southern California Law Review, vol. 46, nro. 3, 1973,
ps. 617 y ss.
44 El libro central de la economía de las decisiones colectivas es BUCHANAN, James
M. - TULLOCK, Gordon, The Calculus of Consent, Logical Foundations of Constitutional
Democracy, An Arbor - The University of Michigan Press, 1965. Ver, también, TULLOCK,
Gordon - SELDON, Arthur - BRADY, Gordon L., Government Failure: A Primer in Public
Choice, Cato Institute, D.C., 2002. Para un obra muy completa, MUELLER, Dennis C., Pu-
blic choice III, Cambridge University Press, Cambridge - New York, 2003. Véase, tam-
bién, COOTER, Robert D., The Strategic Constitution, Princeton University Press, Princeton,
1999.
45 La elección pública contribuye de manera importante al análisis económico
del derecho público. Para un clásico, véase FARBER, Daniel A. - FRICKEY, Philip P., Law
and Public Choice. A Critical Introduction, The University of Chicago Press, Chicago,
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DE PRECIOS 107
1991. Para el examen de fallos y material clásico sobre el tema, BARNES, David W. - STOUT,
Lynn A., The Economics of Constitutional Law and Public Choice, West Publishing Co.,
St. Paul, Minn., 1992. Véase, también, SOLA, Juan V., Constitución y economía, LexisNexis,
Buenos Aires, 2004, donde el autor emplea teoría económica al campo del derecho
constitucional.
108 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
46 El clásico en este asunto es OLSON, Mancur, The Logic of Collective Action: Public
Goods and the Theory of Groups, Harvard University Press, Mass., 1965. En problema
de incentivos es centralmente uno de dilema de prisioneros de n jugadores, tema que
se comenta en el próximo capítulo.
47 El artículo pionero fue TULLOCK, Gordon, “The Welfare Costs of Tariffs, Monopolies,
and Theft”, Western Economic Journal, vol. 5, nro. 3, 1967, ps. 224-232. También KRUEGER,
A. O., “The political Economy of the Rent Seeking Society”, American Economic Review,
vol. 64, 1974, ps. 291-303. Para una introducción, véase TULLOCK, Gordon - SELDON, Ar-
thur - BRADY, Gordon L., Government..., cit., ps. 43-51.
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DE PRECIOS 109
48 Ver, p. ej., TULLOCK, Gordon - SELDON, Arthur - BRADY, Gordon L., Government...,
cit., ps. 29-41.
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DE PRECIOS 111
I. INTRODUCCIÓN
2 Aun cuando hay algunos antecedentes previos, la gran obra fundadora de la teo-
ría de los juegos data de 1944 (NEUMANN, John von - MORGENSTERN, Oskar, Theory of
Games and Economic Behavior, Princeton University Press, New Heaven, 1944).
116 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
ta forma contiene más información, por lo tanto, que la forma normal, pero voy a em-
plear esta última dado su mayor difusión en la literatura y por resultar quizás más intuitiva.
4 Aun cuando puede haber problemas distributivos. A algunos les puede convenir
una regla y a otros otra regla. Pero la impersonalidad de ese tipo de elecciones elimina
o al menos debería disminuir la incidencia de este tipo de problemas.
5 VANBERG, Viktor, Racionalidad..., cit., ps. 32 y ss.
118 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
6 En teoría de juegos no importa el valor absoluto del pago, sino la diferencia rela-
tiva de pagos.
JUEGOS Y COOPERACIÓN 119
8 De igual modo si pensamos que el jugador (1) es derecho y el jugador (2) es zurdo,
entonces tenemos todavía un problema distributivo en tanto uno podría preferir converger
en una misma regla sólo que con gran diferencia en utilidad según la regla seleccionada.
9 Los modelos que estamos empleando de hecho, aun cuando muy frecuentes en
la literatura especializada por su simplicidad y capacidad de mostrar problemas de in-
122 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
Jugador 2
Jugador 1 Tomates Papas
Tomates 2; 4 4; 3
Papas 5; 5 3; 2
Jugador 2
Jugador 1 T NT
T 0,9; 0,9 0,2; 0,2
NT 0,6; 0,6 0; 0
11 Hume tiene clásicos pasajes donde formula problemas de interacción como jue-
gos. El ejemplo más conocido es aquel donde dos personas reman un bote en común y
donde el objetivo se logra sólo con la participación de todos los participantes (Libro III,
Parte II, Sección II, de su Tratado). También muy citado es el caso de dos vecinos donde
se agudiza el problema de la cooperación a medida que se incrementa el número de
participantes (Libro III, Parte II, Sección VII, del Tratado). En cuanto a Hobbes, es cono-
cida su justificación del Estado para abandonar el estado de naturaleza que describe en
términos de un dilema del prisionero.
JUEGOS Y COOPERACIÓN 125
12 El dilema del prisionero fue desarrollado por Merrill Flood y Melvin Dresher so-
bre comienzos de la década de 1950. Fue luego expuesto en su forma más conocida,
en una interacción donde dos prisioneros confiesan contra su propio interés, por Albert
W. Tucker. Ver POUNDSTONE, William, Prisoners’ Dilemma, Anchor Books, Doubleday, New
York, 1993. En esta obra, además de muchas ilustraciones sobre el conocido juego, puede
encontrarse la historia de teoría de juegos y una breve biografía de uno de sus principa-
les cultores: John von Neumann.
13 El juego tiene algunas propiedades atractivas, pero también presenta límites evi-
dentes. No requiere que los pagos de los jugadores sean comparables o que éstos sean
simétricos y tampoco deben estar necesariamente medidos en igual escala. Y aun cuan-
do ésta es la forma más usual de presentar el juego con fines sociales, tampoco requiere
la suposición de que los jugadores son estrictamente racionales, tal como muestra la
teoría evolutiva de juegos y sus aplicaciones frecuentes en biología. Pero tiene límites
claros respecto de su capacidad de mostrar la formación de instituciones en la vida real
en tanto (un juego no cooperativo) elimina la posibilidad de arreglos contractuales, la
reputación, las marcas, los hábitos sociales y costumbres, y otros elementos de interés.
126 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
y el jugador (2) “coopera”, hay una ganancia grande a favor del pri-
mer jugador y una pérdida para el jugador (2). Mientras el primero
retiene el dinero y la pintura, el segundo se ha quedado sin ambos. El
pago que obtiene el jugador (1) es mayor que el pago que obtiene el
jugador (2). En la matriz 3, el jugador (1) obtiene una T mientras que
el jugador (2) obtiene una I, donde T > I.
A la inversa, si el jugador (1) coopera entregando el dinero y el
jugador (2) defecciona no entregando la pintura, los pagos se invier-
ten. Es ahora el jugador (2) quien obtiene una T, mientras que el juga-
dor (1) obtiene una I. Si ambos defeccionan, el intercambio simple-
mente no se verifica. El pago que obtienen, de P en la matriz, es
naturalmente menor que T pero mayor que I. Simplemente porque en
T se dispone del cuadro y el dinero, mientras que P se retiene sólo el
cuadro o el dinero, mientras que en I se pierde, respectivamente, tan-
to el cuadro como el dinero a consecuencia del oportunismo del otro
jugador; de modo que T > P > I.
Cuando ambos cooperan, obtienen una ganancia derivada del
excedente o ventaja mutua del intercambio, un pago que denomina-
mos R. Éste es naturalmente menor que T, pero mayor que P, donde
no hay transacción, y también mayor que I, donde se ha cooperado
de manera unilateral (entregando el dinero o la pintura a cambio de
nada); de modo que el orden de preferencias de esta interacción típica
es T > R > P > I. El problema es que el mejor resultado para ambos es
que los dos cooperen cumpliendo su parte del trato, pero la racionali-
dad individual lleva a los jugadores a elegir la mutua defección, el
equilibrio no eficiente del juego 14.
Jugador 2
Jugador 1 C D
C R; R I, T
D T; I P, P
15BINMORE, Ken, Natural Justice, Oxford University Press, Oxford, 2005, p. 66.
16GINTIS, H. et al. (eds.), Moral Sentiments and Material Interests: The Foundation
of Cooperation in Economic Life, MIT Press, Mass., 2005, ps. 12-13.
128 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
17 Como señala Binmore, “...the Folk Theorem goes a long way towards answering
this question by characterizing all possible Nash equilibrium outcomes for all infinitely
repeated games” (BINMORE, Ken , Natural Justice, cit., p. 79).
18 AXELROD, Robert, La evolución de la cooperación, Alianza, Madrid, 1986.
JUEGOS Y COOPERACIÓN 129
lógica que aplica el ladrón que siempre gana a la víctima pero obtiene
peores resultados que ella en general, puesto que no aprovecha los be-
neficios de la cooperación decente con otras personas. La decencia pa-
rece cosechar buenos resultados: la peor posicionada de las “decen-
tes” obtuvo 472 puntos contra apenas 401 de la mejor posicionada
de las “no decentes”. Simplemente cada una de las “decentes” obtu-
vo 600 puntos en sus respectivas interacciones aun cuando perdía con
las no decentes 20. La explicación es que no cooperar inicialmente tie-
ne altos costos, puesto que reestablecer la cooperación puede ser cos-
toso con muchas estrategias.
Pero no sólo la “decencia” marcó un buen perfil de desempeño.
También la reacción frente a la no cooperación ajena, es decir, el gra-
do de “indulgencia”. ¿Cuántas veces debemos invitar a un amigo a
comer sin ser retribuidos, cuántas veces “prestar votos” en el Con-
greso sin que voten nuestros proyectos? De todas las reglas “decen-
tes” la que menor puntaje obtuvo es la denominada Friedman, una
de las menos indulgentes: comienza siempre cooperando pero a la
primera defección simplemente deja de cooperar en todas las demás
jugadas con independencia de la posterior vocación cooperativa de
los demás. La regla carece de indulgencia, mientras que la vencedora
“T y D” sólo castiga una vez, pero luego retoma su disposición para
cooperar cosechando puntos con las demás reglas cooperadoras. Un
alto grado de represalias, en suma, elimina los beneficios de la coope-
ración. Otra propiedad importante para el buen desempeño es la ca-
pacidad de una estrategia para defenderse de las explotadoras. Si bien
cierto grado de indulgencia puede ser conveniente, demasiada indul-
gencia puede costar caro cuando uno se topa con estrategias no de-
centes y explotadoras. “Toma y Daca”, además de decente e indul-
gente, al mismo tiempo no se deja explotar fácilmente.
Con esta experiencia, Axelrod convocó a un nuevo torneo a los
fines de examinar la robustez de “Toma y Daca”, es decir, su desem-
peño en diferentes ambientes. A los participantes se les dio los resul-
tados del primer torneo y un análisis de las razones de los desempe-
ños relativos de las estrategias. La experiencia reiteró algunos patrones
comunes al primer torneo. La decencia fue nuevamente una buena
estrategia. De las primeras quince reglas todas menos una (que salió
en séptimo lugar) fueron “decentes”. Nuevamente la decencia se im-
puso y, como en la primera ronda, nuevamente “Toma y Daca” fue
ganadora 21. Los programas que mejor puntaje obtuvieron fueron de-
centes y vengativas, en general ligeras modificaciones a “T y D”.
Axelrod, además, luego mostró la enorme capacidad de T y D para
tener buen desempeño en diversos ambientes por medio de torneos
simulados por computadoras, donde se mostró nuevamente muy ro-
busta: salió primera en cinco de seis torneos simulados y segunda en
la restante 22.
Es interesante destacar que “T y D”, aun cuando no es la única
regla atractiva para jugar el dilema del prisionero, tiene muchos atrac-
tivos y de hecho es también una regla robusta desde una perspectiva
evolutiva. Difícil de explotar por las estrategias depredadoras (en tanto
responde agresivamente a la primera defección), ofrece variantes ca-
paces de obtener muy buenos puntajes en programas de computado-
ra donde las reglas exitosas tienen más “descendencia” según los
puntajes obtenidos en partidas previas. Estos torneos hipotéticos su-
ponen que las reglas que obtienen menos pagos dejan de ser emplea-
das progresivamente a cierta tasa. Simplemente las reglas que llevan a
buenos resultados (como con las especies) dejan mayor número de
“copias”.
De ese modo, si una regla A obtiene más puntaje que una regla o
estrategia B deja más “descendencia” en ulteriores jugadas. Ésta es
una idea afín también a la evolución cultural y no sólo a la genética:
la gente puede aprender, imitar o seleccionar directamente aquellas
reglas que se muestran, en la experiencia, más conducentes a sus re-
sultados. Efectuado el experimento en pocas jugadas, las reglas me-
nos puntuadas han tendido a desaparecer. Cuando se sigue jugando,
hipotéticamente las reglas depredadoras simplemente se quedan sin
clientes en tanto las más fáciles de explotar son rápidamente eli-
minadas. Lo sorprendente es que “T y D” también resulta victoriosa
en este juego de simulación; de modo que aun cuando no hay una
regla que siempre asegure la victoria con independencia de las deci-
siones y las consecuentes estrategias de los demás, “T y D” parece
una regla muy robusta. Además, tiene como ventaja que es clara y
fácil de identificar. Se sabe que coopera pero también que no es fácil
de ser explotada. En suma es “decente”, “vindicativa”, “indulgen-
te” y “clara” 23.
Conviene, por último, comentar ahora algunas propiedades for-
males de la cooperación. Una primera proposición es que cuando el
parámetro de actualización W (la definición matemática de “la som-
bra del futuro”), es decir, la probabilidad de volver a jugar es lo sufi-
cientemente grande, no hay ninguna estrategia óptima independiente
de la estrategia que empleen los demás jugadores. La demostración es
muy intuitiva: si el otro jugador juega “siempre D”, negándose a co-
operar, la mejor respuesta es también jugar “siempre D”. Si, en cam-
bio, jugamos con otro que juega “T y D” conviene responder coope-
rando 24.
Cuando W es suficientemente alta, no hay ninguna estrategia ga-
nadora con independencia de la estrategia que elijan los demás. Cuando
W es, en cambio, muy baja, “siempre D” es la mejor estrategia que
un individuo puede jugar: siempre es conveniente llevarse ahora una
T si la “sombra del futuro” es demasiado débil.
De hecho, una condición para la cooperación es que la probabili-
dad de encontrarse con el otro jugador (W) sea lo suficientemente alta.
La cooperación sólo es individualmente racional cuando la probabili-
dad de encontrarse con otro jugador es suficientemente alta 25, lo que
23 Aun cuando –como advierte el mismo Axelrod– es más correcto definir como
“ecológico” antes que evolutivo a este tipo de experimentos donde no hay mutaciones.
24 AXELROD, Robert, La evolución..., cit., ps. 26 y ss.
25 Tal que W > (T – R) / (T – P).
JUEGOS Y COOPERACIÓN 133
30 No deberíamos ser tan optimistas con los resultados de Axelrod. Toma y Daca
tiene sus críticos. Rob Boyd y Jeffrey Loberbaum, p. ej., han mostrado que es simple
diseñar torneos donde esta regla no gana. La regla del tipo “gana - persiste - pierde -
abandona”, mucho menos benevolente, ha cosechado también sus éxitos. Como va-
mos a ver, además, en ambientes donde hay error, “T y D” puede resultar muy poco
plausible en tanto genera una innecesaria secuencia de represalias. Para una introduc-
ción a esta literatura, véase RIDLEY, M., The Origins of Virtue, Penguin Books, New York,
1996, Caps. 3 y 4.
JUEGOS Y COOPERACIÓN 135
Jugador 2
Jugador 1 C D
C 6; 6 0; 4
D 4; 0 2; 2
35 GINTIS, H. et al. (eds.), Moral Sentiments..., cit., ps. 17-19. Para una evaluación
de la cooperación en los primates a los fines de examinar el modelo del reciprocador
fuerte, véase SILK, J. B., “The Evolution of Cooperation in Primate Groups”, en GINTIS, H.
et al. (eds.), Moral Sentiments..., cit., ps. 43-73. El autor concluye que no hay evidencia
suficiente. La explicación más sólida para explicar el intercambio en animales es toda-
vía el parentesco o la reciprocidad interesada.
36 Aun cuando no necesariamente se sigue de esta literatura un alegato a favor de
la economía de mercado. Véase, p. ej., FONG - BOWLES - GINTIS, “Reciprocity and Welfare
State”, en GINTIS, H. et al. (eds.), Moral Sentiments..., cit., ps. 277 y ss. De hecho, se
sabe, ésa no es la tendencia que ha seguido la mayor parte de la literatura que cuestio-
na la racionalidad ortodoxa.
140 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
41 Véase SCHELLING, T., Micromotives..., cit., donde desarrolla un examen de las pro-
piedades de los dilemas del prisionero con n jugadores, destacando la incidencia del
número.
42 AXELROD, Robert, La complejidad..., cit., ps. 74-75.
142 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
I. INTRODUCCIÓN
3 Es claro, p. ej., que en general las personas no pueden impedir que los aviones
pasen por arriba de sus campos o que otras personas aprovechen la nueva fachada de
su casa. Límites que a veces son económicos o tecnológicos y a veces legales, pero que
en la generalidad de los casos pueden explicarse apelando a la teoría económica.
4 Véase, p. ej., DEMSETZ, Harold, “Toward...”, cit., p. 286.
146 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
7 Sobre la distinción entre economic property rights y legal property rights, véase
BARZEL, Yoram, Economic Analysis of Property Rights, 2ª ed., Cambridge University Press,
1997, Cap. I.
8 FURUBOTN, Eirik G. - PEJOVICH, Svetozar, “Los derechos de propiedad y la teoría
económica: Examen de bibliografía reciente”, Hacienda Pública Española, vol. 68, Mi-
nisterio de Hacienda, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1981, p. 297, donde seña-
lan que “los derechos de propiedad no se refieren a relaciones entre el hombre y las
cosas, sino más bien a las relaciones behaviorísticas sancionadas entre las personas que
surgen de la existencia de cosas y atañen a su uso. Las asignaciones de derechos de
propiedad especifican las normas de comportamiento en cuanto a las cosas que todas y
cada una de las personas han de observar en sus interacciones con otras personas so
pena de tener que soportar los costos de su quebrantamiento. Por consiguiente, el siste-
ma de derechos de propiedad imperante en la comunidad puede describirse como con-
junto de relaciones económicas y sociales que define la posición de cada individuo res-
pecto a la utilización de recursos escasos”. En esencia, esta concepción sobre los
derechos reales no difiere de la conocida, en el campo jurídico romanista, como tesis
personalista o de la “obligación pasivamente universal”, atribuida a Planiol y asociada
con los nombres de Michas y Demogue. Véase, al respecto: MARIANI DE VIDAL, Marina,
Curso de derechos reales, t. 1, 3ª ed., Zavalía, Buenos Aires, 1995, ps. 29 y ss.; CAZEAUX,
Pedro N. - TRIGO REPRESAS, Félix A., Compendio de derecho de las obligaciones, t. 1, 2ª
ed., Platense, La Plata, 1994, ps. 10 y ss.
148 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
14 Ver EPSTEIN, Richard, Simple Rules for a Complex World, Harvard University Press,
Mass., 1995, p. 63. Cualquier otra regla incrementaría el costo social de la apropiación
originaria de los recursos.
15 Lo mismo sucede en contextos cotidianos donde organizar mercados es muy
costoso: es quien primero llega quien obtiene entradas al teatro, estacionamiento en
lugares públicos y privados, libros en la librería pública y hasta el turno con el doctor.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE PROPIEDAD 151
mismo. Permite, por ese mismo motivo, que las personas usen mejor
el conocimiento disperso en la sociedad y la variedad de talentos, forta-
leciendo los resultados positivos de la división del trabajo e introduce
precios para los segundos ocupantes que deben pagar al primero por
el costo de oportunidad de usar el recurso en un nuevo empleo. Ade-
más de fortalecer el mejor uso del conocimiento disperso y obtener
mejores probables empleos de los recursos (que deben ser descubier-
tos) por los ocupantes, elimina los costos de las transacciones asocia-
das a defender derechos exclusivos de propiedad o los costos asociados
a contar con una agencia estatal que regule el uso y la exclusión de
los recursos 16.
La regla de la primera ocupación significa que la distribución de
los recursos originarios opera a favor de quienes pueden ejercer con-
trol primero de un recurso no poseído. En este sentido, cuando los
costos que pagan los terceros (externalidades negativas) a consecuen-
cia de la vigencia de esta regla son bajos (en general, porque hay mu-
chos recursos) y organizar mercados u otras reglas de distribución es
costoso, esta regla puede ser considerada eficiente. Como ha sido des-
tacado por Epstein, el costo de cualquier regla de propiedad origina-
ria alternativa es simplemente muy alta: no elegiríamos una regla de
segundo ocupante y tampoco tendría mucho atractivo (cuando los bie-
nes son demasiados) pensar en reglas colectivas, tales como organizar
un comité central que asigne derechos originarios eliminando, por
ejemplo, la suerte moral o los talentos naturales 17.
Pero la regla de la primera ocupación lleva a ineficiencias que
hacen conveniente, cuando los recursos se vuelven más escasos, pasar
a otra regla de adquisición originaria de la propiedad 18. La regla “pri-
mero en el tiempo, primero en el derecho” puede llevar a problemas
de acción colectiva: aun cuando un actor racional sólo tiene incenti-
vos para perseguir u ocupar un recurso cuando su beneficio esperado
es mayor que su costo esperado, muchos buscadores podrían dar lu-
gar a una costosa carrera cuando sólo gana el que arriba primero y en
algunos contextos esta carrera podría llevar a que se formen derechos
de propiedad antes del momento óptimo y el costo social de la pro-
piedad originaria derivada de las ocupaciones privadas podría ser
16 Ver BARNETT, Randy E., The Structure of Liberty: Justice and the Rule of Law,
Clarendom Press, Oxford, 1998, p. 69.
17 Ver, p. ej., EPSTEIN, “Possession as the root for titles”, Ga. L. Rev., vol. 13, 1978,
ps. 1238-1239.
18 A veces aplicarla, como muestra el famoso caso “Pierson v. Post”, puede ser com-
plejo, ya que no siempre es fácil determinar quién es el primer poseedor. Pero no puedo
considerar ahora este asunto.
152 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
mayor que beneficio social 19. Por ejemplo, si una ley confiere la pro-
piedad de extensas tierras ociosas, como sucedió en el oeste america-
no sobre fines de siglo XIX, las personas pueden tener incentivos para
gastar excesivamente en cercar tierras en una carrera improductiva,
que genera derechos y costos innecesarios 20.
El resultado de esta carrera depende de varios factores que no
puedo examinar en detalle en este trabajo, pero centralmente de la
ventaja que tengan algunos para encontrar recursos y mandar una señal
clara de primera posesión a otros buscadores de manera que éstos
concluyan su búsqueda. De igual modo, en tanto la probabilidad de
encontrar unos recursos se incrementa con la cantidad de bienes bus-
cados, la abundancia relativa es función de la cantidad de buscadores.
En cualquier caso es interesante que buena parte de la doctrina de los
tribunales sobre derecho por primera ocupación se ha ocupado de
establecer claras señales tal vez para eliminar los costos de búsqueda
y disminuir problemas asociados a conflictos por la titularidad origi-
nal de los recursos 21. En casos donde la diferencia en capacidad de
buscar determinados recursos es significativa es probable que el tiem-
po de búsqueda sea limitado y, por lo mismo, la ineficiencia de la ca-
rrera sea también limitada.
Otro problema asociado es la conocida tragedia de los comunes,
que voy a comentar más adelante en este mismo capítulo. En sínte-
sis, este problema de acción colectiva ganó popularidad cuando en
1968 un célebre artículo de Hardin explicitó las condiciones en las
cuales la propiedad comunal de bienes lleva a la tragedia de la so-
breexplotación de los recursos. Básicamente, la propiedad comunal,
un arreglo institucional que permite que todos obtengan propiedad
por simple posesión, genera incentivos para usar más bienes que la
cantidad eficiente en tanto los beneficios son del ocupante pero los
costos son distribuidos al resto de la comunidad. El ejemplo clásico
es un campo de pastoreo comunal, donde los pastores pueden intro-
ducir tanto ganado como gusten. Este sistema funciona razonable-
mente bien cuando el número de comuneros es bajo respecto de la
cantidad de recurso común apropiable, pero no cuando éste es esca-
22 Ver OSTROM, Elinor, nota 24. También ELLICKSON, Robert C., “Property in Land”,
Yale Law Journal, vol. 102, 1993, ps. 1315-1400, quien destaca que la propiedad grupal
de la tierra puede a veces ser eficiente en tanto permite distribuir los riesgos del fracaso
empresario entre más personas y el uso de economías de escala.
23 MERRILL, Thomas, “Establishing Ownership: First Possession versus Accession”,
Berkeley Program in Law and Economics, paper 3, 2007, http://repositories.cdlib.org/
berkeley_law_econ/Spring2007a/3/.
154 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
“tragedia de los comunes” 28. La idea central es que las personas en-
frentan pocos incentivos para cuidar o consumir en forma moderada
los recursos comunes. Ésa es la razón del sobreempleo de las calles
públicas, los recursos pesqueros de los mares, el cuidado y la preser-
vación de la calidad del aire y el agua, bosques y otros recursos que
no tienen propietarios privados.
El autor sugiere que nos imaginemos un campo de pastoreo comu-
nal de acceso gratuito y abierto a la comunidad, de manera que cada
pastor puede introducir todo el ganado que guste. Si las pasturas son
abundantes, la propiedad comunal puede funcionar adecuadamente
bien. Pero a medida que crece el número de comuneros los incentivos
contenidos en la propiedad comunal llevan a la sobreexplotación y
consecuente agotamiento de los recursos comunes. El problema es que
los beneficios del uso del recurso común son privados, mientras que los
costos por degradación o agotamiento de recursos son compartidos
con los demás comuneros. En suma, quien toma las decisiones obtie-
ne los beneficios de sus propias decisiones pero no asume sus costos.
La propiedad comunal, típicamente, constituye un arreglo institucional
que tiende a generar muchas externalidades negativas.
Este arreglo institucional incentiva a los comuneros a hacer uso
del recurso común en la mayor cantidad posible, en tanto los costos
son públicos y los beneficios privados. Aun cuando la propiedad co-
munal puede funcionar relativamente bien mientras el número de
comuneros es bajo y la cantidad de recursos es abundante, cuando el
recurso se vuelve escaso, tiende a imponerse la lógica de la propiedad
comunal y los recursos son (entre otros problemas) sobreexplotados.
Algunos comuneros advierten que simplemente les conviene ha-
cer el mayor uso posible del bien comunalmente poseído, en tanto
hacen privados los beneficios de sus acciones (engordan su ganado)
mientras que el costo es distribuido al resto de los comuneros (ago-
tando las pasturas). En el ejemplo propuesto por Hardin, entonces,
cada pastor enfrenta incentivos para incrementar su hacienda sin lí-
mites respecto de recursos que son limitados, en un marco de incenti-
vos que lleva a la “tragedia”.
Cada propietario comunal tiene incentivos para tomar la totali-
dad de los beneficios que pueda, obteniendo para sí la totalidad de
los ingresos derivados de tal decisión, mientras que traslada los cos-
tos a los demás propietarios del recurso sujeto a propiedad comunal.
La propiedad comunal, cuando los recursos son escasos, entonces,
implica un alto nivel de externalidades.
28 HARDIN, Garrett, “The Tragedy of the Commons”, Science, vol. 162, 1968, ps. 1243
y ss.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE PROPIEDAD 159
De ese modo, los comuneros tienen incentivos muy claros para con-
vertir recursos que son de propiedad comunal en propiedad privada y
ese proceso, en el ejemplo, llevará al agotamiento de la cantidad de
animales 29. Siguiendo un ejemplo que proporciona un autor, si el ne-
gocio fuese marcar animales antes que matarlos, entonces, la carrera
se desataría en ese tipo de actividad. De ese modo, no sería necesario
la matanza de animales. Sin embargo, esto no implicaría la anulación
completa del problema comunal, ya que subsistirían otros, como por
ejemplo las externalidades referidas al costo de pastaje o demás recur-
sos que quedan en común y donde hay incentivos para el sobreem-
pleo del recurso.
La tragedia de los comunes supone, además, que la clase de bie-
nes sujetos a propiedad comunal son escasos con relación a las nece-
sidades. En un campo de pastoreo donde los propietarios y los ani-
males son relativamente pocos con relación a los recursos un sistema
de propiedad colectivo puede ser racional y eficiente, puesto que los
costos de establecer derechos de propiedad pueden superar a los be-
neficios. Transformar el sistema de apropiación, uso y transferencia
de derechos a otro sistema, sea privado, estatal o mixto, podría im-
plicar costos de transacción elevados en relación con los beneficios
esperados de los titulares de la propiedad comunal. De hecho, según
North, fue el incremento de la población y la expansión del comer-
cio, entre otros elementos, las causas centrales de la supresión del sis-
tema de propiedad feudal y el paso a un sistema de propiedad priva-
da, más característico de la modernidad 30. Hay evidencia, que luego
vamos a comentar, que ilustra que los derechos de propiedad priva-
dos tienden a emerger cuando hay un incremento en costos externos
del empleo de los recursos comunes, o bien, se desarrollan para apro-
vechar beneficios externos que no pueden ser capturados con las ins-
tituciones preexistentes.
32 El orden los pagos es, entonces, igual a B > (B + C) > 0 > C y del mismo modo
que en la versión de dos jugadores D domina a C para todos los jugadores, de manera
tal que los jugadores racionales van a preferir jugar D y obteniendo un pago igual a “0”,
cuando todos pueden lograr un resultado preferido jugando “C” y obteniendo (B + C).
33 Ya hemos comentado anteriormente el conocido estudio conducido por OSTROM,
Elinor, Governing..., cit., donde muestra que en muchos casos las comunidades logran
reglas de exclusión por medio de prácticas sociales que permiten soluciones estables y
funcionales.
34 ACHESON, James M., The Lobster Gangs of Maine, The University Press of England,
1988, en particular, ps. 142-145. Es desde luego difícil establecer si en estos casos esta-
mos o no frente a derechos privados de propiedad. Como se ha señalado, en los hechos
ECONOMÍA DEL DERECHO DE PROPIEDAD 163
la propiedad tiende a ser mixta, aun cuando es evidente que estas zonas exclusivas
grupales presentan una nota de exclusión que acerca el sistema al de los derechos priva-
dos de propiedad. Este autor, ciertamente, refiere a estas zonas exclusivas de pesca como
“cierto tipo de propiedad”. En tanto hay exclusión, creo que esa definición es adecuada.
35 Ver, p. ej., HIGGS, Robert, “Legally Induced Technical Regress in the Whashington
Salmon Fishery”, en ALSTON, Lee J. et al., Empirical Studies in Institutional Change. La
ley habría eliminado costumbres eficientes de las pesquerías.
36 LIEBCAP, Gary D., “Contracting for Property Rigths”, 1989, ps. 19-28. Para una
visión algo más optimista de la evolución de reglas que eliminan problemas de acción
colectiva, ULLMAN-MARGALIT, Edna, “ The emergence of Norms”, 1978.
37 Es evidente que hay muchas combinaciones posibles y que además la tecnolo-
gía y las características de los recursos tienen especial incidencia en las posibilidades
de regulación o empleo de sistemas alternativos de derechos de propiedad.
164 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
42 SCHMIDTZ, David, “The Institution...”, cit., ps. 42-62. Hay traducción al castella-
no en SPECTOR, Horacio (ed.), Elementos de análisis económico del derecho, Rubinzal-
Culzoni, Buenos Aires, 2004, ps. 27-55.
43 ELLICKSON, Robert C., “Property in Land”, cit.
44 Los costos de transacción se incrementan en igual dirección que el número de
personas implicadas en una negociación o decisión colectiva. Igualmente, la estabili-
dad de una regla de cooperación, como por ejemplo “no pescar demasiado”, se fortifi-
ca cuando hay “sanciones” de los demás comuneros en ese sentido. Véase, p. ej., AXELROD,
Robert, La complejidad de la cooperación, cit., especialmente el capítulo “Promoción
de normas”, ps. 63-93. Además del sentido común de esta proposición, hay allí eviden-
cia que tiende a confirmar este supuesto.
45 SCHMIDTZ, David, “The Institution...”, cit., ps. 27-55.
168 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
los “bienes públicos” que hemos examinado en el capítulo anterior. Allí la exclusión es
imposible o muy costosa y el consumo es no rival.
57 Para un análisis de los límites al dominio en el derecho argentino, COLOMA,
Germán, Análisis..., cit., Cap. IV, ps. 93-116.
174 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
tolerancia teniendo en cuenta las condiciones del lugar (...) “según las
circunstancias del caso, los jueces pueden disponer la indemnización
de los daños o la cesación de tales molestias”. Esta disposición inne-
gablemente eficiente permite además al juez efectuar un balance entre
las exigencias de la producción y el respeto de la propiedad, debiendo
tomar en cuenta la prioridad en el uso del bien.
La idea de propiedad privada, comunal y pública es muy antigua
e intuitiva. El mismo Justiniano hace referencia, de modo indirecto, a
esta clasificación e ilustra su empleo en los hechos, de una manera
muy afín a la explicación económica de la propiedad. El ejemplo de
propiedad pública más contundente que ofrece, por ejemplo, es el
de las murallas de protección de las ciudades, donde es evidente la
dificultad para excluir, en particular cuando el número es grande y es
difícil sancionar por otros mecanismos al infractor.
No es casual que la defensa, las plazas y los paseos públicos, como
determinados servicios y bienes que tienen incidencia en muchas per-
sonas, sean en general provistos o poseídos por el Estado.
61 DEMSETZ, Harold, “Toward...”, cit., p. 287. Esta función de los derechos de pro-
piedad es muy aceptada. De hecho, como hemos señalado, ya Knight y Mises habían
dicho algo al respecto y está presente en la literatura sobre la materia.
62 DEMSETZ, Harold, “Toward...”, cit., p. 293.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE PROPIEDAD 177
63 Dice Posner, p. ej., que “no es sorprendente que los derechos de propiedad sean
menos extensos en las sociedades primitivas que en las avanzadas, y que el patrón de
surgimiento y extensión de los derechos de propiedad en una sociedad se relacione con
el incremento de la proporción entre los beneficios de los derechos de propiedad y sus
costos”, POSNER, Richard A., Análisis..., cit., ps. 40-41.
178 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
64 ANDERSON, Terry L. - LEAL, Donald R., Ecología de mercado, Union, Madrid, 1993,
ps. 69-70.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE PROPIEDAD 179
65 UMBECK, John, “A Theory of Contract Choice and the California Gold Rush”, Journal
of Law and Economics, vol. 20, 1978, ps. 421 y ss.
66 BENEGAS LYNCH, Alberto - KRAUSE, Martín, “El Estado y el ambiente es el mal esta-
do del ambiente”, Libertas 17, ESEADE, Buenos Aires, 1992, ps. 61-175.
67 GILPIN, Alan, Economía ambiental, Alfaomega, México, 2003, ps. 201 y ss. Véa-
se, para una visión general, TIETEMBERG, Tom, Environmental and Natural Resource Eco-
nomics, 7ª ed., Pearson Addison Wesley, Boston, 2006, Cap. XV. Véase también, para
una descripción de estos mecanismos, DALES, John H., “Land, Water, and Ownership”,
The Canadian Journal of Economics, vol. 1, nro. 4, 1968, ps. 791-804; MONTGOMERY, W.
David, “Markets in Licenses and Efficient Pollution Control Programs”, Journal of Eco-
nomic Theory, vol. 5, 1972, ps. 395-418.
180 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
69 ANDERSON, Terry L. - LEAL, Donald R., Ecología..., cit., p. 225. Véase también GILPIN,
Alan, Economía..., cit., p. 154, para ejemplos de políticas públicas basadas en derechos
de propiedad. Para una explicación más analítica, véase FIELD, Barry C., Environmental
Economics, an Introduction, 2ª ed., Irwin McGraw-Hill, Boston, Mass., 1997.
182 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
los reglamentos sobre la materia. Los bienes susceptibles de apropiación privada son
cosas sin dueño que cualquiera puede tomar para sí por medio de la “apropiación”
(arts. 2525 y ss.), que en esencia constituye uno de los modos de adquisición de propie-
dad que consiste en la aprehensión de cosas muebles sin dueño o abandonadas, que
tiene larga tradición en la historia legal de occidente.
73 ANDERSON, Terry L. - LEAL, Donald R., Ecología..., cit., ps. 190 y ss.
184 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
también limitada, pero una vez que existen pueden multiplicarse infinitamente y se
convierten en escasos sólo a través de la ley con el propósito de inducir a que se pro-
duzcan esas ideas” (HAYEK, F. A. von, The Fatal Conceit: The Errors of Socialism, The
University of Chicago Press, Chicago, 1988, p. 36).
80 POSNER, Richard A., Análisis..., cit., p. 45.
81 COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., p. 175.
188 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
Los fundamentos del derecho autor son similares a las patentes: ge-
neran incentivos para la creación artística en general, concediendo el
derecho exclusivo de la obra a su autor, siempre que ésta sea original.
A diferencia de las patentes, en algunos casos no se requiere el registro,
pero tiene iguales efectos: otorga un derecho exclusivo por un tiempo
de duración y alcance limitados. Como en el caso de las patentes, és-
tos pueden adoptar una regla más amplia de protección o más estrecha.
La regla en los Estados Unidos es que los derechos de autor tie-
nen validez durante la vida del autor más cincuenta años. El tiempo
óptimo de validez debe contemplar no sólo los incentivos para la crea-
ción, sino además el costo del rastreo: una obra muy antigua y difun-
dida por medio de contratos con el autor puede ser muy difícil de ras-
trear para comprar el permiso. Una obra muy antigua queda liberada,
ingresa en el dominio público y se minimizan los costos de rastreo 87.
Posner considera que la razón por la cual no se otorga a perpetui-
dad es que no es necesario a los fines de incentivar la creación artística y
dado el carácter de bien público de las ideas; tener creaciones artísticas
sin propietario no es socialmente tan costoso como tener, por ejemplo,
tierras sin propietario: cualquiera puede tomarlas a bajo costo y poner-
las en los mercados. Por otra parte, buena parte de la creación artística
se nutre de otras creaciones anteriores y luego de un buen tiempo pue-
de ser beneficioso que las personas tengan acceso libre a estas ideas 88.
92 COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 179-80. Ver para este
asunto, también, POSNER, Richard, Análisis..., cit., p. 49.
93 POSNER, Richard A., Análisis..., cit., p. 48.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE PROPIEDAD 193
94 Para este asunto, ver POSNER, Richard A., Análisis..., cit., ps. 60-62. También, MICELI,
Thomas, Economics of the Law, Oxford University Press, 1997, p. 138.
95 MICELI, Thomas, Economics..., cit., p. 62. Este ejemplo asume que el gobierno quie-
re minimizar el costo social de la obra, y es probable que no siempre los funcionarios
tengan esos incentivos. Pero es probable que el gobierno no sea completamente inmu-
ne a lograr sus objetivos a menores costos y el derecho a justa compensación contribu-
ye a que tome mejores decisiones.
194 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
puesto que revelan con sus decisiones que valoran más el bien que
reciben que aquel que entregan. Cuando el Estado adquiere un bien
de X y simplemente lo transfiere al uso privado de Y, se maximiza el
riesgo de que la transferencia sea ineficiente. Sin embargo, ni la regla
que manda a compensar ni el requisito de uso público lleva necesaria-
mente a la eficiencia, puesto que las personas podrían valorar más que
el precio de mercado sus bienes expropiados 96. La eficiencia, por lo
tanto, requiere que el Estado compre, por medio de transacciones vo-
luntarias, siempre que ello sea posible.
Por otra parte, la ejecución del derecho no es una actividad gra-
tuita y muchas instituciones pueden ser interpretadas como mecanis-
mos para disminuir estos costos. Los derechos de propiedad no cons-
tituyen una excepción y los sistemas legales, en general, establecen
reglas que permiten bajar los costos de ejercer la propiedad.
Cualquier sistema de derechos de propiedad debe establecer, al
menos, reglas claras para definir quiénes son propietarios de qué bie-
nes, establecer límites al empleo del derecho de propiedad, lo cual
impide costosos litigios y permite que las personas no incurran en
costosos errores al comprar propiedades a quienes no son sus legíti-
mos propietarios.
Estas reglas tiene una lógica económica evidente: usualmente, se
gastan y establecen reglas o instituciones más costosas para definir y
establecer la propiedad de bienes de mayor valor y reglas menos cos-
tosas para bienes de escaso o menor valor. En la generalidad de los
países, los sistemas legales establecen un sistema de registros para bie-
nes de alto valor, como la propiedad inmueble o los automotores, mien-
tras que, bajo algunas reglas, establecen la propiedad de bienes mue-
bles por medio de la posesión y otras prácticas de menores costos, tales
como números de serie y otros para bienes muebles de mayor valor.
La existencia de registros públicos de la propiedad inmueble per-
mite que las personas interesadas tengan acceso a información sobre
la titularidad de los bienes inmuebles, su identificación y característi-
cas más generales y diversas restricciones que pueden pesar sobre és-
tos. Esto permite un sistema simple para permitir mejores y mayor
cantidad de transacciones sobre bienes valiosos, como sucede en el
mercado inmobiliario y otros mercados que emplean registros. Los
bienes muebles, por ejemplo, en general se prueban con su posesión,
ya que cualquier otra regla, en general, implicaría más costos que be-
neficios e introduciría altos costos de transacción que podrían afectar
la celeridad del comercio.
96 Ver COOTER, Robert D. - ULEN, Thomas S., Derecho..., cit., ps. 256-258.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE PROPIEDAD 195
98 Ver COOTER, Robert D. - ULEN, Thomas S., Derecho..., cit., ps. 224-225. El proble-
ma, como destacan estos autores, es que no siempre es fácil obtener información res-
pecto de los costos respectivos de compradores de buena fe de artículos robados y pro-
pietarios que han sido despojados de su propiedad.
99 Tomo los argumentos que siguen sobre esta regla, de COOTER, Robert D. - ULEN,
Thomas S., Derecho..., cit., ps. 228-229.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE PROPIEDAD 197
102 Fueron los economistas clásicos los grandes inspiradores del mismo Darwin.
Esto es muy conocido. Véase, p. ej., HODGSON, Geoffrey M., Economía y evolución,
Colegio de Economistas de Madrid, Celeste Ediciones, Madrid, 1995, ps. 89-110.
103 MAYNARD SMITH, J. - PRICE, G. R., “The Logic of Animal Conflict”, Nature 146,
1973, ps. 15-18. Para explicaciones del modelo y empleos para una explicación de la
ECONOMÍA DEL DERECHO DE PROPIEDAD 199
Jugador 2
Jugador 1 A B
A 15; 15 0; 50
B 50; 0 –25; –25
pago final para cada jugador es de –25 105. Si una paloma encuentra a
una paloma, el costo de disputar y amenazar con violencia es menor
que cuando se encuentran dos halcones, de modo que cada cual enfren-
ta un costo de 10. En tanto ambos tienen una probabilidad de mitad
de ganar la propiedad, el pago esperado es de 15 para cada jugador 106.
En este juego hay dos equilibrios puros de Nash: que el jugador 1
elija P y el jugador 2 elija H, o bien (a la inversa), que el jugador 2 eli-
ja P y el jugador 1 elija H. Son los únicos pares de pagos estables. No
hay ningún criterio para elegir entre un equilibrio o el otro en tanto la
simetría de éstos. Pero a veces, cuando pateamos penales de fútbol,
por ejemplo, puede no tener sentido estratégico jugar estrategias pu-
ras y conviene decidir al azar una combinación de éstas. En el ejem-
plo numérico el equilibrio mixto del juego, allí donde los jugadores
maximizan su utilidad esperada, consiste en jugar cinco de cada doce
veces paloma (5/12) y siete de cada doce veces halcón (7/12).
Ésa sería la mejor estrategia que puede adoptar un jugador, en
tanto de ese modo maximiza su pago esperado. Pero si queremos exa-
minar el problema de un modo más realista, entonces, es conveniente
pensar el asunto en un escenario evolutivo. La idea central, ahora, es
examinar cuál estrategia conviene jugar de modo repetido en este tipo
de interacciones. El equilibrio evolutivo es también 5/12 paloma y 7/12
halcón. Pero el problema es que ese equilibrio no es eficiente, de modo
que se plantea nuevamente un problema de acción colectiva. Con esa
estrategia la disputa por la propiedad –algo más de un tercio de los
encuentros– es entre halcones con el consiguiente desperdicio y pérdi-
da de utilidad esperada. El pago promedio en el equilibrio mixto es
de 6 ¼ y todos estarían mejor jugando siempre paloma, con un pago
promedio de 15.
Es decir, la mejor estrategia individual para disputar la propie-
dad no es la más eficiente desde el punto de vista social. El pago espe-
rado por jugar el equilibrio evolutivamente estable (el que no puede
ser invadido y, por lo tanto, conviene) lleva a un resultado o pago es-
perado menor que el que obtendrían los jugadores jugando, por ejem-
plo, siempre paloma.
105 Digamos que el valor del premio V es de 50. Si el costo individual que tiene un
halcón de competir por éste (H) es igual a 100, entonces, en tanto cada jugador tiene
un medio de probabilidades de ganar, el pago esperado es (V-H)/2. Estoy siguiendo el
ejemplo numérico expuesto por Skyrm, aun cuando con modificaciones en la notación.
Ver SKYRMS, Brian, Evolution..., cit., Apéndice, p. 121.
106 En este caso el costo individual que tiene una paloma de competir por éste (P)
es igual a 10, entonces, en tanto cada jugador tiene un medio de probabilidades de
ganar, el pago esperado es (V-P)/2. Estoy siguiendo el ejemplo numérico expuesto por
Skyrm, aun cuando con modificaciones en la notación.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE PROPIEDAD 201
108 Véase, para una explicación más “estructural”, SUDGEN, Robert, The Economics
of Rigths, Cooperation and Welfare, 1986, ps. 87-95, y para una más cultural, ROSE, Carol,
“Possession...”, cit., ps. 73-88.
CAPÍTULO V
ECONOMÍA DEL DERECHO DE DAÑOS
I. INTRODUCCIÓN
1 Esta clasificación es muy antigua. Ya durante el período clásico del derecho roma-
no, los juristas distinguían principalmente aquellas obligaciones que derivaban de contra-
tos de aquellas que surgían de daños que la ley mandaba reparar. Para una descripción
del sistema de responsabilidad extracontractual en el derecho romano, LAFAILLE, Héctor,
Curso de obligaciones, Biblioteca Jurídica Argentina, Buenos Aires, 1926, ps. 29-32.
2 Muchas de las categorías que voy a emplear se pueden utilizar para casos de da-
ños regulados por otras ramas del derecho.
204 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
3 Para una descripción del derecho de las sociedades primitivas, véase POSNER,
Richard, “The Economic Theory...”, cit., en particular, ps. 192-203.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE DAÑOS 205
1. El daño
8 Véase COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 274-275.
9 Véase, respecto del tema, ACCIARRI, Hugo - CASTELLANO, Andrea - BARBERO, Andrea,
“¿Tomar un préstamo o demorar un juicio? Análisis económico de los efectos de la tasa
de interés sobre la demora judicial”, RIIM 47, Buenos Aires, octubre de 2007.
10 Ver OSWALD, Andrew J. - POWDTHAVEE, Nattavudh, “Death, Happiness, and the
Calculation of Compensatory Damages”, Journal of Legal Studies, vol. 37, 2008. Ver en
ECONOMÍA DEL DERECHO DE DAÑOS 209
Hasta hace no mucho tiempo además los tribunales han sido algo
renuentes a reconocer daños difíciles de mensurar tales como el padeci-
miento moral o sufrimiento, limitándose sólo a aquellos pecuniarios.
Otros conceptos básicos, como la vida humana, son infravalorados
al punto de que lesiones graves confieren mayores indemnizaciones
que la pérdida de la vida.
2. Causalidad
12 Ver FRIEDMAN, David D., Law’s Order, What Economics has to do with Law and
Why It Matters, Princeton University Press, New Jersey, 2000, p. 191.
13 Para un examen de la causalidad en el derecho de daños, ver CODERCH, Pablo
S. - FERNÁNDEZ CRENDE, Antonio, “Causalidad y responsabilidad”, InDret, Barcelona, 2006,
disponible en http://works.bepress.com/pablo_salvador_coderch/subject_areas.html.
14 Co. (248 N.Y. 39), 162 N.E. 99 [1928].
ECONOMÍA DEL DERECHO DE DAÑOS 211
causal adecuada con el acto ilícito”. Sup. Corte Bs. As., 27/12/1988, “Morales, Víctor E.
v. Hogar Obrero Cooperativa de Consumo Limitada”, LL DJBA 1136-1441.
19 26 Cal. 3d 588, 607 P.2d 924, 163 Cal, 132 (1980).
20 FRIEDMAN, David D., Law’s Order..., cit., p. 197.
21 De hecho, aun personas cuyos actos jurídicos son anulables por irracionales,
como sucede en el caso de menores e insanos, son con frecuencia imputables en mate-
ECONOMÍA DEL DERECHO DE DAÑOS 213
3. Culpa o dolo
ria de responsabilidad no contractual. GRADY, Mark F., “The Free Radical of Torts”, en
PARISI, F. - SMITH, V. (eds.), The Law and Economics of Irrational Behavior, Stanford
University Press, 2005, ps. 425 y ss.
22 Véase, p. ej., POSNER, Richard A., Análisis..., cit., ps. 156-208.
23 COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 379-340.
214 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
24 Court of Appeals of New York, 1919, 227 N.Y. 208, 125 N E. 93.
25 Ver HARRISON, Jeffrey L., Law and Economics, West Group, St. Paul, 2002, p. 337.
26 Appellate Court of Illinois, 1969, 115 III. App.2d 35, 253 N.E 2d. 56
ECONOMÍA DEL DERECHO DE DAÑOS 217
27 El primer modelo formal se debe al trabajo de BROWN, John P., “Towards and
Economic Theory of Liability”, J. Legal Studies, vol. 2, 1973, ps. 323 y ss.
28 159 F. 2da. 169, 173, 2do. Circuito, de 1947.
29 Según algunos autores, la regla de Hand o criterios análogos sería escasamente
utilizada por los tribunales americanos. Véase, p. ej., WRIGHT, Richard, “Hand, Posner,
and the Myth of the ‘Hand Formula’”, en Symposium, Negligence in the Law, Theoretical
Inquiries in Law, vol. 4, 2003, ps. 145 y ss. Sin embargo, como se sabe, otros autores,
como Richard Posner, han considerado que esta regla subyace al tipo de razonamiento
que hacen los tribunales.
30 United States Court of Appeals, Seventh Circuit, 1987, 826 F.2d 1554. En el fa-
moso caso él ofreció la siguiente definición: “Si denominamos a probabilidad P, al daño
L y la carga B, la responsabilidad depende de si B es menor a L multiplicada por P; es
decir, si B es menor a PL”, traducido de HIRSCH, Werner Z., Law and Economics. An
Introductory Analysis, 3ª ed., Academic Press, San Diego, 1999, p. 143.
31 Señala textualmente Posner: “We are not authorized to change de common law
of Illinois, however, and illinois courts do not cite the Hand formula but instead define
negligence as failure to use reasonable care, a term left undefined (...). But as this is a
distinction without a susbstantive difference, we have not hesitated to use the Hand for-
mula in cases governed by the Illinois law (...). The formula translates into economic
terms the conventional legal test for negligence. This can be seen by considering the
factors that the Illinois courts take into account in negligence cases: the same factors,
and in the same relation, as in the Hand Formula (...). Unreassonable conduct is merely
the failure to take precautions that would generate greater benefits in avoiding acciden-
tes than the precautions would cost”. HARRISON, Jeffrey L., Law..., cit., p. 348.
218 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
34 Hay, sin embargo, por lo menos dos limitaciones importantes respecto de la re-
gla de Hand. La primera es que opera bajo el supuesto de que las personas son neutra-
les al riesgo. Sin embargo, el modelo en su forma simple se ha mostrado analíticamente
fructífero y se ha considerado que la tendencia de las personas a ser más bien adversas
al riesgo es normalmente compensada por otros factores, tales como los seguros. La se-
gunda es que sólo toma en cuenta la negligencia de dañador potencial y no la de las
víctimas potenciales, pero luego nos vamos a ocupar de casos donde los accidentes son
causalmente recíprocos.
220 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
te función: SC = Bd (Xd) + Bv (Xv) + P (Xd, Xv)L. Ésta adopta su punto más bajo cuando
cada cual adopta un nivel de cuidado para el cual el costo marginal de cuidado iguala
a la disminución marginal de la probabilidad.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE DAÑOS 223
1. Ausencia de responsabilidad
En tanto los altos costos de ejecutar las reglas que prohíben estos efec-
tos externos y la baja probabilidad de una demanda, las personas tie-
nen más incentivos a exteriorizar estos efectos.
La ausencia de responsabilidad, por el contrario, sí genera bue-
nos incentivos para que las víctimas incurran en cuidado para evitar
accidentes, puesto que éstas son las que se hacen cargo de todo el cos-
to social. Éstas se hacen cargo de todo el costo social de los acciden-
tes y, por lo tanto, tienen incentivos para alcanzar el nivel eficiente de
“B”, para el cual continuar aumentándolo sería más costoso que la
correspondiente reducción de “PL”.
En aquellos casos donde el valor esperado de “PL” es suficiente-
mente alto como para emplear el sistema legal y donde la causalidad
es bilateral, o bien, depende del nivel de precaución del dañador po-
tencial, la ausencia de responsabilidad constituye una regla ineficiente.
Sin embargo, cuando son las víctimas quienes pueden impedir a me-
nores costos los accidentes o tienen el control casi completo de la pro-
babilidad de un accidente, la ausencia de reglas de responsabilidad
puede ser eficiente. Son las víctimas potenciales quienes se hacen aho-
ra cargo de todo el costo social de los accidentes y, por lo tanto, tie-
nen incentivos para adoptar un nivel de cuidado eficiente. La ausen-
cia de responsabilidad, además, puede ser eficiente cuando los costos
sociales son muy bajos y no tiene sentido introducir regla alguna para
eliminarlos.
Es probable que estas consideraciones tengan peso intuitivo en la
definición de causalidad que normalmente libera al dañador en senti-
do físico: si es la víctima quien pudo evitarlo, es normal que el siste-
ma legal tienda a liberar de la responsabilidad al dañador potencial.
Es probable que ésa sea la lógica económica de tradicionales reglas
que eliminan la responsabilidad del dañador, tales como la asunción
del propio riesgo o los daños y lesiones derivados de la invasión a
propiedad ajena. En estos casos, muchas veces, quien “puede evitar el
daño a menores costos” es precisamente la víctima. Sin embargo, en
los hechos las víctimas podrían no contar con buena información, y
estas reglas deben pensarse en conjunto y con un sentido realista que
capture nuestros más comunes intuiciones de justicia.
43 Son interesantes las consideraciones del juez Posner en “Indiana Harbor Belt
Railroad Company v. American Cynamid Company”: “By making the actor strictly liable
(...) we give him an incentive, missing in a negligence regime, to experiment with methods
of preventing accidents that involve not greater extertions of care, assumed to be futile,
but instead relocating, changing, or reducing (perhaps to the vanishng point) the activity
giving rise to the accident. The greater the risk of an accident (a) and the cost of an
accident if one occurs (b), the more we want the actor to consider the possibility of
making accident-reducing activity changes; the stronger, therefore, is the case for strict
liability. (...) Finally, if an activity is extremely common (d), like driving a automobile, it is
unlikely either that its hazzads are perceived as great or that there is no technology of
care available to minimize them; so the case for strict liability is weakened”. HARRISON,
Jeffrey L., Law..., cit., p. 386). El asunto involucraba el uso de acrynolitrile, según el juez
Posner, una sustancia altamente inflamable, tóxica y peligrosa.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE DAÑOS 229
44 COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., p. 472. Estos autores co-
mentan que en el viejo derecho común, p. ej., los maridos respondían por los daños
cometidos por sus esposas. Es probable que esta regla tenga sentido en un sociedad
patriarcal, donde las mujeres no cuentan con patrimonio propio.
230 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
Conductor
Peatón X Y
X –2; –3 –2; –6
Y –6; –2 –11; –1
El primer paso consiste en establecer los pagos (ver Cap. III). Su-
pongamos que el costo de accidente es de $ 10, y que el costo de cuidar-
se a nivel eficiente X es de $ 2 y el costo de hacerlo a nivel ineficien-
te Y, es de $ 1. También, que cuando ambos se cuidan a nivel eficiente
(es decir, ambos eligen X) la probabilidad de ocurrencia del acciden-
te es del 10 %, de modo que tiene un costo esperado de $ 1 (una déci-
ma parte de $ 10). Cuando solo una de las partes se cuida a nivel efi-
ciente (es decir, elige X) la probabilidad de ocurrencia es del 50 % de
48 Este juego es una adaptación del juego que presentan BAIRD, Douglas G. - GERTNER,
Robert H. - PICKER, Randal C., Game Theory..., cit., p. 18. Sólo he modificado los pagos
y la probabilidad de ocurrencia para el caso donde sólo uno de ellos adopta el nivel
eficiente de cuidado. Todos los juegos de este capítulo son adaptaciones de juegos con-
tenidos en ese libro.
234 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
3. Responsabilidad subjetiva
Conductor
Peatón X Y
X –3; –2 –2; –6
Y –6; –2 –1; –11
Conductor
Peatón X Y
X –3; –2 –2; –6
Y –6; –2 –11; –1
Cantidad Bienestar
de actividad Utilidad B PL social
0 0 0 0 0
1 50 5 10 35
2 70 10 20 40
3 80 15 30 35
4 85 20 40 25
58 El trabajo central sobre el tema es SHAVELL, Steven, “Strict Liability...”, cit., ps. 1
y ss.
248 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
59 Para un examen más a fondo de este asunto, véase SHAVELL, Steven, Economic...,
cit., ps. 128-144.
60 Si un individuo o agente productor de riesgos está sujeto a una buena regla de
responsabilidad civil, tiene buenos incentivos para minimizar la siguiente suma B (x) +
P (x) L, resultado que se obtiene cuando el incremento de “B” es igual al descenso de
“PL”. Esta regla funciona adecuadamente bien cuando se puede establecer correctamente
o al menos de manera próxima la regla de responsabilidad y cuando los daños no pa-
san impunes. Un victimario potencial minimiza su costo privado de los accidentes adop-
tando un nivel de prevención que tenga en cuenta no los daños ocasionados (L), sino su
costo en indemnizaciones por juicios (J). En ese caso el individuo persigue minimizar la
250 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
suma de costos de la siguiente manera: B (x) + P (x) J en vez de B (x) + P (x) L. De ese
modo si L > J, las personas gastan menos que lo socialmente eficiente en la disminución
del costo social de los accidentes.
61 Véase, p. ej., SCHÄFER, Hans-Bernd - OTT, Claus, Manual..., cit., ps. 118-119.
62 Por ejemplo, establece el art. 1083, CCiv. de Argentina que “el resarcimiento de
los daños consistirá en la restitución de las cosas a su estado anterior”.
63 Otro caso donde la igualdad entre daño e indemnización no lleva a resultados efi-
cientes es frente a la existencia de un mercado de seguros demasiado imperfectos. Los
ECONOMÍA DEL DERECHO DE DAÑOS 251
seguros “imperfectos” son aquellos en los cuales la prima no distingue el diferente nivel
de cuidado de los asegurados de manera adecuada. Una prima de precio uniforme para
todos los asegurados, p. ej., significa en la generalidad de los casos un precio muy bajo
por los accidentes. Respecto de la economía del derecho de daños y de los seguros,
véase ACCIARRI, Hugo A., Elementos..., cit., ps. 125-133.
252 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
64 Ver, p. ej., POSNER, Richard A., Análisis..., cit., ps. 200 y ss.
65 En el derecho argentino, p. ej., se distingue entre delitos civiles y cuasidelitos
civiles. Mientras en los primeros la lesión o el daño es intencional, en la segunda, acci-
dental y una diferencia central es que de ambos se siguen diversas extensiones del daño.
En materia de delito civil se compensan las consecuencias inmediatas (art. 903, CCiv.),
las consecuencias inmediatas, siempre que sean previstas y previsibles (art. 904, CCiv.)
y también las consecuencias casuales previsibles (art. 905, CCiv.). En los cuasidelitos el
autor sólo responde por las consecuencias mediatas e inmediatas, pero no las casuales.
66 2 Wils. 205, 95 Eng. Rep. 768 (C. P. 1763), DF 207.
67 119 Cal App 3d 757 (1981).
ECONOMÍA DEL DERECHO DE DAÑOS 253
se prendía fuego cuando era chocado desde atrás, aun a baja veloci-
dad. En este caso, aparentemente, la demandada habría mantenido en
el mercado estas unidades aun sabiendo del peligro, puesto que mini-
mizaba su propia función de costos dejando los autos en el mercado y
pagando los daños compensatorios en vez de retirarlos de circulación.
Aun cuando parece correcto establecer sanciones adicionales a los
compensatorios, algunas sentencias millonarias han despertado polé-
mica. En algunos casos los jurados establecieron sanciones escanda-
losas, como por ejemplo en “Ciraolo v. City of New York”. En 1997,
Debra Ciraolo fue ilegalmente arrestada por la policía de Nueva York.
Pasó la noche en la comisaría donde la desnudaron e inspeccionaron
en sus partes íntimas. El jurado reconoció U$S 16.645 por daños com-
pensatorios y nada menos que U$S 5.000.000 por daños punitivos;
decisión que luego fue revisada por la Corte de Apelaciones 68. Algunas
decisiones judiciales han reconocido sumas millonarias que algunos
han juzgado desproporcionadas, y los mismos tribunales y leyes esta-
tales han establecido reglas para limitar los montos o la procedencia.
La misma Corte Suprema de Estados Unidos se ha ocupado de esta-
blecer algunas pautas a los fines de limitar el monto de los daños pu-
nitivos, en particular estableciendo una relación entre el monto de los
daños compensatorios y los punitivos 69.
Sólo la industria automovilística en Estados Unidos entre 1981 y
1997, en cinco demandas, fue condenada a pagar más de cien millo-
nes de dólares. Sin embargo, estudios detallados habrían encontrado
que los daños punitivos son otorgados de manera restrictiva y, en ge-
neral, por montos proporcionados al daño. Sin embargo, los riesgos
asociados a sentencias confiscatorias han llevado a más de treinta es-
tados de los Estados Unidos a sancionar reformas orientadas a limi-
tar las condiciones en las cuales éstos son reconocidos y el monto de
las compensaciones. En algunos casos se ha colocado mayor necesi-
dad de prueba, en otros se han establecido descripciones más precisas
de qué actos constituyen o habilitan daños punitivos y límites mone-
tarios o reglas que establezcan una relación entre los daños compen-
satorios y los punitivos 70.
68 “Ciraolo v. City of New York”, United States Courts of Appeals, Second Circuit,
2000, 216 F 3d. 236. Son muy interesantes las consideraciones del juez Calabresi, en
HARRISON, Jeffrey L., Law..., cit., p. 442.
69 “BMW v. Gore”, 517, US, 599 (1996), “State Farm v. Campbell”, 538 US 408
(2003) son dos casos donde la Corte puso límites a nivel de prueba y de límites de da-
ños. En este último estableció que éstos deberían tener alguna relación, no superior a
un dígito para casos de importancia, con los daños punitivos tradicionales.
70 HIRSCH, Werner Z., Law..., cit., p. 169. Por ejemplo, de la totalidad de los casos
resueltos por productos defectuosos entre 1965 y 1999 sólo en trescientos cincuenta y
254 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
tres casos se establecieron daños punitivos y por un promedio de U$S 625.000. Las Cortes
de apelación redujeron muchos de estos montos de modo que el promedio final es de
U$S 135.000 y más del 25% de estos fallos tuvieron por objeto los daños ocasionados
por asbestos. Véase COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., p. 450.
71 Ver COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 442-444.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE DAÑOS 255
72 IRIGOYEN TESTA, Matías, “Análisis económico del derecho de daños: los daños pu-
nitivos”, tesis doctoral, Programa de Doctorado en Economía e Instituciones, Departa-
mento de Economía Aplicada IV, Facultad de Derecho, Universidad Complutense de
Madrid, Madrid, noviembre de 2006. Este trabajo fue discutido durante un seminario
en la Escuela de Derecho de la Universidad Torcuato Di Tella, durante 2009.
73 Esta multa civil es distinta en varios aspectos de la multa antes establecida por el
art. 47 de la misma ley. Los daños punitivos deben ser pedidos por parte y los establece
el juez y no la autoridad de aplicación.
74 Hay desde luego otros argumentos. Se ha sugerido que éstos proceden en casos
donde es difícil medir el daño y que tienen también la finalidad de operar como una
especie de condena pública, o bien, se ha argumentado que éstos compensan la baja
probabilidad de que un dañador potencial mal intencionado sea condenado. Son, ade-
más, casos donde los accidentes son claramente ineficientes. Para un examen de diver-
sos argumentos, FRIEDMAN, David D., Law’s Order..., cit., ps. 210-211.
256 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
75 Algunos autores han sugerido, en una opinión que no ha obtenido mayor con-
senso, que el daño moral en la Argentina opera como una suerte de castigo ejemplar
que tiene en miras ir más allá del resarcimiento de la víctima. Sin embargo, el daño
moral, que consiste en el sufrimiento causado como dolor o daño en las afecciones, es
normalmente mucho menor al monto de los punitivos y, en general, tienen carácter más
bien resarcitorio. ALTERINI, Atilio A. - AMEAL, Oscar J. - LÓPEZ CABANA, Roberto M., Dere-
cho..., cit., ps. 301-302.
76 HIRSH, Werner Z., Law..., cit., p. 196.
77 COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., p. 451.
78 Este tipo de daños es de enorme y creciente importancia: los defectos en los pro-
ductos, según estimaciones, habrían causado treinta mil muertes y más de cuarenta mi-
llones de heridos en la Unión Europea, y donde sólo los gastos de tratamiento habrían
sido de alrededor de treinta mil millones de euros. SCHÄFER, Hans-Bernd - OTT, Claus,
Manual..., cit., p. 133.
79 En la tradición continental europea la tendencia, con independencia de las le-
yes sobre defensa del consumidor, se orienta a contemplar estos casos en el campo del
derecho de los contratos. En la tradición del derecho común es más claro que cuando
ECONOMÍA DEL DERECHO DE DAÑOS 257
I. INTRODUCCIÓN
1 Véase POSNER, Richard, “The Economic Theory...”, cit., en particular, ps. 182-185.
264 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
Trabajador
Inversor C D
I 50; 50 –100; 100
NI 0; 0 0; 0
Trabajador
Inversor C D
I 50; 50 50; –50
NI 0; 0 0; 0
4 Estos juegos los tomo de COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit.,
ps. 237-243.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE LOS CONTRATOS 269
6 BERNSTEIN, Lisa, “Opting Out of the Legal System: Extralegal Contractual Relations
in the Diamond Industry”, Journal of Legal Studies, vol. 21, nro. 1, 1992, ps. 115-153.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE LOS CONTRATOS 271
7 Véase AXELROD, Robert, La evolución..., cit., 1986, ps. 122-136. Para un análisis
más extenso del problema de la cooperación voluntaria, del mismo autor, La compleji-
dad..., cit., ps. 75-83.
8 MC CAULAY, Stewart, “Non contractual relationships in business: a preliminary
study”, American Sociological Review, vol. 28, 1963, ps. 55-67.
272 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
10 UMBECK, John, “A Theory...”, cit. Muestra además que las personas cuando eligen
contratos lo hacen con la finalidad de incrementar la diferencia entre las ventajas de la
contratación y el costo de las transacciones.
11 Para un análisis exhaustivo de los experimentos, véase BOWLES, Samuel, Microeco-
nomics..., cit., Cap. IV.
12 ANDREONI, J., ”Privately Provided...”, cit.
274 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
13 El término proviene del latín contractus que significa contraer, estrechar, unir,
contrato, pacto, voz que significa unir, juntar o reunir y en su acepción más común o
gramatical los contratos refieren a “acuerdos o convenios entre partes o personas que
se obligan a materia o cosa determinada, y a cuyo cumplimiento pueden ser compeli-
das”. Enciclopedia Jurídica Omeba, t. IV, p. 120.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE LOS CONTRATOS 275
14 Véase COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 230-237, donde
examina estas dos funciones centrales del derecho de los contratos y las soluciones desde
el enfoque económico.
15 Sin embargo, un examen más fino del problema debería tener en cuenta los cos-
tos sociales de ejecución forzosa del convenio. Prestaciones irrelevantes, de poco mon-
to o carentes de importancia –como de hecho sucede en los sistemas legales– no debe-
rían ser obligatorios.
16 Aun cuando, desde luego, la división del excedente constituye un motivo de
negociación y ésta puede frustrar arreglos convenientes para las partes.
276 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
18 Véase, p. ej., el Código Civil español en los siguientes artículos: 1254, 1255, 1257,
1258, 1259 y 1260.
19 Véase, p. ej., ALTERINI, Atilio A., Contratos, civiles - comerciales - de consumo.
Teoría general, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1998, p. 15.
20 Este punto se encuentra desarrollado en ROJAS, Ricardo - SCHENONE, Osvaldo -
STORDEUR, Eduardo, Elementos..., cit.
278 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
25 Art. 1137: Hay contrato cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una
declaración de voluntad común, destinada a reglar sus derechos. Art. 1138: Los contra-
tos se denominan en este Código unilaterales o bilaterales. Los primeros son aquellos
en que una sola de las partes se obliga hacia la otra sin que ésta le quede obligada. Los
segundos, cuando las partes se obligan recíprocamente la una hacia la otra.
26 Véase arts. 1144 al 1156 del CCiv. argentino.
27 Art. 1145: El consentimiento puede ser expreso o tácito. Es expreso cuando se
manifiesta verbalmente, por escrito o por signos inequívocos. El consentimiento tácito
resultará de hechos, o de actos que lo presupongan o que autoricen a presumirlo, ex-
280 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
cepto en los casos en que la ley exige una manifestación expresa de la voluntad o que
las partes hubiesen estipulado que sus convenciones no fuesen obligatorias, sino des-
pués de llenarse algunas formalidades.
28 Ver arts. 1146 y 1147. Art. 1184. Deben ser hechos en escritura pública, con
excepción de los que fuesen celebrados en subasta pública: 1) los contratos que tuvieren
por objeto la transmisión de bienes inmuebles, en propiedad o usufructo, o alguna obli-
gación o gravamen sobre los mismos, o traspaso de derechos reales sobre inmuebles de
otro; 2) las particiones extrajudiciales de herencias, salvo que mediare convenio por
instrumento privado presentado al juez de la sucesión; 3) los contratos de sociedad ci-
vil, sus prórrogas y modificaciones; 4) las convenciones matrimoniales y la constitución
de dote; 5) toda constitución de renta vitalicia; 6) la cesión, repudiación o renuncia de
derechos hereditarios; 7) los poderes generales o especiales que deban presentarse en
juicio, y los poderes para administrar bienes, y cualesquiera otros que tengan por obje-
to un acto redactado o que deba redactarse en escritura pública; 8) las transacciones
sobre bienes inmuebles; 9) la cesión de acciones o derechos procedentes de actos con-
signados en escritura pública; 10) todos los actos que sean accesorios de contratos re-
dactados en escritura pública; 11) los pagos de obligaciones consignadas en escritura
pública, con excepción de los pagos parciales, de intereses, canon o alquileres.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE LOS CONTRATOS 281
32 Art. 1158.
33 No pueden contratar los incapaces por incapacidad absoluta, ni los incapaces
por incapacidad relativa en los casos en que les es expresamente prohibido, ni los que
están excluidos de poder hacerlo con personas determinadas, o respecto de cosas espe-
ciales, ni aquellos a quienes les fuese prohibido en las disposiciones relativas a cada
uno de los contratos, ni los religiosos profesos de uno y otro sexo, sino cuando compra-
sen bienes muebles a dinero de contado, o contratasen por sus conventos; ni los comer-
ciantes fallidos sobre bienes que correspondan a la masa del concurso, si no estipularen
concordatos con sus acreedores.
34 Art. 1165.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE LOS CONTRATOS 283
35 Véase FULLER, Lon L., “Consideration and Form”, Columbia Law Review, vol. 41,
1941, ps. 799-815.
36 POSNER, Richard A., “Gratuitius Promises in Economics and Law”, Journal of Le-
gal Studies, vol. 6, 1977, ps. 411 y ss.
37 FULLER, Lon L., “Consideration and Form”, cit.
38 También en el derecho inglés la doctrina de la consideración constituye un ele-
mento tradicional para identificar qué convenios son legalmente obligatorios. Es céle-
bre la definición de la consideración en “Curie v. Misa”: “Valuable consideration [is]
some right, interest, profit or benefit accruing to the one party, or some forbearance,
detriment, loss or responsibility given, suffered or undertaken by the other”. “Curie v.
Misa”, (1875) LR 10 EXCh. 153, p. 162.
284 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
bienestar de otra, como sucede por ejemplo de manera muy clara en-
tre padres e hijos. Sin embargo, una promesa gratuita requiere una
explicación adicional, en tanto debe explicarse el motivo por el cual
se quiere hacer esa promesa a futuro y no en forma actual. La expli-
cación más simple es que las partes prefieren que esa promesa de en-
tregar algo en el futuro, a cambio de nada o algo simbólico, incrementa
la utilidad de las partes y, por lo tanto, un arreglo que desde la efi-
ciencia debe ser permitido. En términos más sustantivos, una explica-
ción adecuada es que la obligatoriedad legal de la promesa incrementa
la certeza de su cumplimiento y, de ese modo, genera más utilidad pre-
sente en las partes, en especial respecto del beneficiario. Si usted me
promete 10.000 por año durante diez años, el valor presente de esa
promesa se incrementa si es legalmente exigible en tanto disminuye
la probabilidad de no cumplimiento. Esto permite, además, al benefi-
ciario de la obligación colocar esos bienes o riqueza en el mercado,
los que tienen más valor en tanto puede transferir y ejecutar confor-
me un derecho de propiedad más pleno.
Este criterio sugiere que todas aquellas negociaciones que las par-
tes deseaban que sean obligatorias al momento de la constitución del
convenio deben ser obligatorias, puesto que de ese modo se incrementa
el bienestar de las partes contratantes, siempre, desde luego, que las
prestaciones no sean irrelevantes o carentes de valor social y no haya
defectos de formación o problemas de fallas de mercado, que más
adelante voy a comentar 41.
Muchas veces, sin embargo, la ley de manera eficiente asume la
existencia de “contratos implícitos”, como se los llama en el derecho
común americano, a actos jurídicos unilaterales que por analogía se
les aplica algunos de los principios del contrato. El ejemplo es el caso
de un médico que asiste a una persona inconsciente en la calle y que
puede luego reclamar por el pago de sus honorarios o los reclamos de
compensación por encontrar algún bien perdido de una persona. La
racionalidad económica de estos casos, que admite muchas variacio-
nes, en general es que los costos de las transacciones son prohibitivos
en esos casos y que del negocio la parte obligada obtuvo un beneficio
o enriquecimiento sin causa 42.
En suma, desde el punto de vista del bienestar, la regla más conve-
niente es que sean obligatorias aquellas promesas que razonablemen-
te las partes, al momento de la constitución del convenio, hayan de-
seado que sean obligatorias. Eso permite que las partes obtengan exce-
dentes de la contratación y, por lo tanto, mejoren su propio bienestar.
43 En general, como vamos luego a examinar, la mayor parte de los autores ha juz-
gado que es más eficiente el pago de daños en expectativa, aun cuando hay argumen-
tos plausibles a favor de ambos sistemas conforme diversas condiciones.
44 BISHOP, William, “The Choice of Remedy for Breach of Contract”, Journal of Le-
gal Studies, vol. 14, 1985, p. 14.
288 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
en los cuales el costo del deudor es menor que el beneficio del acree-
dor. Cuando, por el contrario, el beneficio del acreedor es menor que
el costo del deudor, ambas partes pueden mejorar su situación si la
ley obliga al deudor a pagar daños que compensen “perfectamente”
al deudor e incumpla el contrato.
Supongamos que el señor “A” se ha comprometido a entregar a
“B” un bien “X” para una fecha determinada por un precio en dine-
ro. El costo esperado de producir “X” para “A” es igual a $ 100 y el
precio pactado es de $ 130; de modo que “A” espera obtener una
ganancia de $ 30. Dado el empleo del bien por parte de “B”, su ga-
nancia esperada del convenio es de $ 150; es decir, él espera ganar
$ 150 del convenio. En otros términos, “B” está indiferente entre el
cumplimiento del convenio y $ 150.
Supongamos que “B” ha recibido el dinero y que sólo está pen-
diente la entrega de “X” en la fecha pactada. Durante el transcurso
del tiempo pueden incrementarse los costos de producir el bien “X”.
Supongamos que el costo de producir el bien se ha incrementado al
doble. En ese caso el costo de cumplir del deudor de $ 200, de modo
que le significa una pérdida de $ 50 mientras que sólo reporta un ex-
cedente de $ 30 para el comprador. En este caso el costo del convenio
es mayor a su beneficio y una sanción eficiente debería desalentar el
cumplimiento en especie del contrato. En el ejemplo, “A” incumple
el contrato y paga daños por $ 150, lo que es eficiente.
La sanción eficiente consiste en obligar a la parte que incumple a
que internalice completamente el costo del incumplimiento, es decir,
establecer una compensación o “daños en expectativa” (como se la
llama en el derecho americano) que deje a “B” en igual situación que
si se hubiese cumplido el convenio. En este sentido, un pago de ex-
pectativas que compense “perfectamente” al acreedor deja a éste en
igual estado que si el convenio se hubiese cumplido y el deudor mejo-
ra su nivel de utilidad. Implica, además, que los recursos quedan dis-
ponibles para usos más eficiente que la producción del bien X. Por
ese motivo, muchos autores consideran que la sanción más eficiente
es el pago de daños en expectativa del derecho común americano que
manda a dejar al acreedor en iguales condiciones del cumplimiento
del contrato.
Sin embargo, la eficiencia de esta sanción por incumplimiento
requiere que los tribunales sean capaces de encontrar de modo próxi-
mo o adecuado el pago de daños “perfecto” y en algunos casos la in-
formación relevante puede no estar disponible para los jueces. En al-
gunos casos, sin embargo, esta solución normativa es de relativamente
fácil aplicación, en particular cuando se trata de bienes que están dis-
ponibles en el mercado. Si el señor A arregla que entregará 100 uni-
ECONOMÍA DEL DERECHO DE LOS CONTRATOS 289
2. El cumplimiento específico
45 Para un examen general, ULEN, Thomas S., “The Efficiency of Specific Performan-
ce: Toward a Unified Theory of Contracts Remedies”, Michigan Law Review, vol. 83, 1984,
ps. 341 y ss. También, SCHWARTZ, Alan, “The Case for Specific Performance, Yale Law
Journal, vol. 89, 1979, ps. 271 y ss. Para un análisis formal de los “remedios contractua-
les”, véase MICELI, Thomas J., Economics of the Law, Torts, Contracts, Property, Litigation,
Oxford University Press, New York, Oxford, 1997, ps. 71-91.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE LOS CONTRATOS 291
contrar una solución más eficiente que los tribunales, puesto que cuen-
tan con mejor información que los jueces. En contexto de bajos cos-
tos de transacción, una regla de cumplimiento específico genera in-
centivos para que el deudor negocie con el acreedor una solución
tendiente a la eficiencia, en tanto éste debería aceptar cualquier pre-
cio que le deje indiferente respecto del cumplimiento cuando éste es
más costoso para el deudor.
Si el costo del deudor es más alto que el beneficio del acreedor,
siempre éste puede ofrecer un pago en compensación que deje a éste
mejor que el cumplimiento de la prestación ahorrándose la diferencia
de los mayores costos del cumplimiento específico. De ese modo, es
posible que las partes adopten un arreglo o acuerdo eficiente. Sin
embargo, esta regla puede generar incentivos para conductas oportu-
nistas de parte del acreedor, sobre todo cuando cumplir es muy costo-
so para el deudor, puesto que podría exigir un precio que esté muy
por arriba de la sanción óptima, es decir, el monto de los daños de
expectativa.
Otra ventaja de la regla de cumplimiento específico es la dismi-
nución de los costos de litigio en tanto los tribunales no deben asumir
costos para establecer el valor que la prestación tiene para el acreedor
y debe, simplemente, mandar a ejecutar la prestación. Por ese moti-
vo, cuando los costos de establecer el pago “perfecto” por daños en
expectativa son considerables, esta solución gana indudable atracti-
vo. En muchos casos las prestaciones son únicas, no cuentan con sus-
titutos próximos en los mercados, o bien, hay indicios de alta valora-
ción subjetiva de los contratantes, casos en los cuales establecer un
pago en dinero que deje indiferente al acreedor constituye una meta
muy difícil o imposible de lograr.
El cumplimiento de la prestación supone la ejecución forzosa de
la prestación por parte de los tribunales y sólo puede emplearse cuan-
do no conlleva el uso de la fuerza sobre las personas. Tiene la ventaja
de que requiere de menos información por parte de los tribunales, en
tanto su ejecución no depende del valor que tiene la promesa para el
acreedor. Por ese motivo, el derecho común americano emplea esta
solución para casos donde las prestaciones no cuentan con sustitutos
próximos, de modo que es difícil establecer la compensación adecua-
da y se acerca a la solución que establece, en general, el derecho con-
tinental europeo.
51 Véase, p. ej., FRIEDMAN, Daniel, “The Efficient Breach Fallacy”, Journal of Legal
Studies, vol. 18, 1989, ps. 1-6. Este autor cree que el punto central es quién debe be-
neficiarse del cambio de circunstancias (como por ejemplo la existencia de una ter-
cera persona que esté dispuesta a pagar más por el bien a transferirse) que el proble-
ma de asignación óptima tal y como se enfoca usualmente desde la economía del
derecho.
52 SHAVELL, Steven, Economic Analysis..., cit., p. 472. El problema para Shavell es
algo más general: simplemente no hay ningún pago de daños por incumplimiento con-
tractual que sea eficiente tanto en el plano de los incentivos por cumplir como en el
plano del gasto óptimo previo a la ejecución del contrato.
298 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
muy bajos costos 55. Estas reglas, que se aplican de modo relativamente
uniforme para casos de disputas y para comprender el significado del
contenido de los contratos, reducen los costos de las transacciones y
generan incentivos para eliminar disputas en torno al cumplimiento
de las prestaciones.
El derecho de los contratos podría también tener peso en las pre-
ferencias que las personas tienen por el contenido de los contratos.
Las partes contratantes podrían verse influenciadas por las reglas le-
gales que establecen cláusulas subsidiarias, puesto que éstas podrían
definir el statu quo y, conforme importante evidencia experimental,
las personas tienen fuerte apego por las alternativas iniciales. Por otra
parte, otros experimentos, como se comentó en el primer capítulo,
muestran que las personas valoran más una alternativa cuando les es
asignada de modo originario, y este efecto dotación podría reforzar
el peso que las reglas contractuales subsidiarias tienen en la negocia-
ción; sin embargo, en este capítulo voy a asumir racionalidad por parte
de los contratantes, en el caso, que pueden elegir las reglas que más
les convienen con independencia del statu quo 56.
Las reglas que ofrece el derecho de los contratos permiten tam-
bién resolver disputas en torno a la contratación. La economía ofrece
una explicación del modo en el cual se deberían resolver las disputas
asociadas a una contingencia futura que afecta el valor o impide el
cumplimiento de las prestaciones. La idea central es que las reglas
supletorias deberían asignar el riesgo de un evento futuro, haciendo
responsable a la parte que puede eliminar el riesgo a menores costos,
puesto que esa solución es la que conviene a ambas partes y es aque-
lla que sería elegida por personas racionales interesadas en incremen-
tar el excedente o el beneficio conjunto del convenio.
Entre que se celebra un contrato y el cumplimiento de las presta-
ciones, pueden ocurrir un sinnúmero de contingencias que afecten el
cumplimiento de los contratos. Estas contingencias imponen costos a
las partes. En un mundo de cero costos de transacción y derechos de
propiedad bien definidos las partes podrían redactar un “contrato
perfecto” en el cual establezcan quién debe hacerse cargo de todas las
contingencias y riesgos asociados a la contratación. Bajo el supuesto
55 Véase, p. ej., TULLOCK, Gordon, The Logic of the Law, Basic Books, New York, 1971,
ps. 40-47.
56 Ver KOROBKIN, Russell, “The statu quo...”, cit.; también del mismo autor “Behavioral
Economics, Contract Formation, and Contract Law”, en SUNSTEIN, Cass R., Behavioral...,
cit., ps. 116 y ss. Este autor ha sugerido que este efecto puede eliminarse sacando reglas
supletorias para casos donde este efecto puede ser importante, o bien, estableciendo
cláusulas para el caso. Encuentro todo esto demasiado costoso en términos de seguri-
dad jurídica y costos de transacción.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE LOS CONTRATOS 303
58 Esta idea respecto de cómo llenar lagunas desde la economía es muy generali-
zada en la literatura. Véase, p. ej., SHÄFER, Hans-Bernd - OTT, Claus, Análisis económico
ECONOMÍA DEL DERECHO DE LOS CONTRATOS 305
del derecho civil, Tecnos, Madrid, 1991, ps. 263-278; POSNER, Richard A. - ROSENFIELD, A.
M., “Impossibility...”, cit.
59 Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y Protección de la Propiedad
Intelectual de ese país.
60 Ver BULLARD GONZÁLEZ, Alfredo, “¡Lo que no mata engorda! Los ‘productos basu-
ra’ y los prejuicios y perjuicios de la protección al consumidor en un país pobre”. Ver
www.consumo-inc.es/Publicac/EC/1997/EC42/EC42_07.pdf. El autor fue presidente del
tribunal de Indecopi.
306 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
61 Véase SCHÄFER, Hans-Bernd - OTT, Claus, Análisis económico, cit., ps. 265-272.
62 Se recomienda al lector examinar la regla Hand en el capítulo referido a dere-
chos de daños.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE LOS CONTRATOS 307
63 Véase el trabajo de Posner y Rosenfield que hemos mencionado antes. Para un aná-
lisis de esta regla, SCHÄFER, Hans-Bernd - OTT, Claus, Análisis económico..., ps. 266-268.
64 SCHÄFER, Hans-Bernd - OTT, Claus, Análisis económico..., cit., p. 267.
65 Alguien es adverso al riesgo cuando estaría dispuesto a pagar una prima supe-
rior al valor esperado del daño. Asumamos que el señor A valora un bien X en $ 100 y
hay un 10% de probabilidades de que suceda un hecho dañoso Y. Si él fuese neutral al
riesgo, pagaría $ 10 por evitar el riesgo. Si él fuese propenso al riesgo, pagaría menos
de esa suma. Una persona adversa al riesgo pagaría más que esa suma de dinero por
asegurarse contra el riesgo. Cuando esta condición se satisface por el lado del compra-
dor, es aplicable la regla del “asegurador más barato del riesgo”.
308 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
69 Sin embargo, el derecho usualmente hace que sus actos dañosos sean pasibles
de responsabilidad. Esto tiene justificación económica en el carácter preventivo del sis-
tema de derecho de daños. Véase GRADY, Mark, “The Free Radicals...”, cit., p. 425.
70 Ver HIRSCH, Werner Z., Law..., cit., ps. 111-112.
71 Véase COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., p. 333.
312 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
2. La lesión subjetiva
73 Véase MOISSET DE ESPANÉS, Luis, “La lesión subjetiva y sus elementos”, LL 1984-B-
308.
314 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
78 Véase, p. ej., COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 361-362.
79 Epstein sugiere que este instituto debería sea empleado solamente para casos
tradicionales en los cuales hay empleo o amenaza de fuerza, fraude o incompetencia
de algunas de las partes y advierte los peligros que un uso demasiado amplio puede
tener en materia de eficiencia en algunas áreas importantes de contratación. EPSTEIN,
Richard, “Unconscionability: A Critical Reappraisal”, Journal of Law and Economics,
vol. 18, 1975, ps. 293-311. Para un visión distinta del asunto, donde explícitamente se
sugiere el empleo favorable de esta doctrina para proteger a los pobres como grupo,
véase KENNEDY, Duncan, “Form and Substance in Private Law Adjudication”, Harvard
Law Review, vol. 89, 1976, ps. 1685-1767.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE LOS CONTRATOS 317
que no han sido provocadas por la otra parte del contrato. En los dos
casos de “dureza” y fraude quienes se beneficiaban habían colocado
a la persona que pierde en una situación desventajosa, sea por medio
de la fuerza o la mentira. En caso de necesidad extrema, sin embargo,
la situación desventajosa no ha sido creada por quien se beneficia.
El señor A decide tomar una ruta provincial no muy transitada
para acortar camino en un viaje en medio del helado sur argentino.
Se pierde y el auto se echa a perder. Las horas pasan y nadie pasa por
la ruta abandonada. Está a punto de morir congelado cuando pasa
un auto conducido por un habitante de un pueblo cercano, que ca-
sualmente pasaba por la zona. Éste ofrece rescate a un precio no muy
moderado: cien mil dólares por llevarlo al pueblo, apenas a unos es-
casos treinta kilómetros. El señor A acepta el convenio, es rescatado,
pero luego rechaza su ejecución alegando extrema necesidad.
En la conocida parábola bíblica el buen samaritano socorre gra-
tuitamente a otro que había sido víctima de un asalto en el camino.
Pero también existen malos samaritanos que pueden explotar la si-
tuación en su favor, pidiendo precios desmesurados 80. El famoso caso
de la ballenera Richmond ilustra clásicamente el estado de necesidad.
En el momento que ésta se hundía con tripulación y carga, tres bar-
cos acuden al rescate. Luego de socorrer a la tripulación los capitanes
de los barcos ofrecieron salvar el aceite de carga siempre que el capi-
tán accediese venderlo al mejor postor. Aceptado el procedimiento,
uno de ellos compró en subasta la carga a un precio muy inferior al
precio de mercado. Una vez en puerto la empresa propietaria de la
Richmond cuestionó judicialmente la validez del contrato y la justicia
declaró la nulidad del contrato estableciendo un pago “razonable” por
el rescate 81.
Con independencia de este antecedente, no es muy clara la res-
puesta del derecho común para situaciones de esta naturaleza. Es pro-
bable que si medió negociación en algunos casos el sistema legal de-
clare ejecutables estos convenios 82. Pero en algunos casos las Cortes
regulan estos convenios modificando el precio u otras condiciones
obtenidas bajo extrema necesidad.
Probablemente no haya una respuesta simple tampoco desde la
eficiencia: de un lado, puede restar incentivos para que las personas
80 Para un comentario sobre estos casos, véase BULLARD GONZÁLEZ, Alfredo, Dere-
cho y economía..., cit., ps. 373 y ss.
81 “Post v. Jones”, 60 U.S 150 (1857).
82 EISENBERG, Melvin, Basic Principles of Contract Law, capítulo VI: “The Principle of
Unconscionability”, todavía inédito pero disponible en la página de documentos de tra-
bajo de derecho y economía de la Escuela de Derecho de la Universidad de Berkeley.
318 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
89 Ésta es básicamente la visión del tema que tienen Robert Cooter y Thomas Ulen
en Derecho..., cit., ps. 269-272. Véase, también, SHAVELL, Steven, “Adquisition and
Disclosure of Information prior to Sale”, Rand Journal of Economics, vol. 22, nro. 1, 1994,
ps. 20-36.
ECONOMÍA DEL DERECHO DE LOS CONTRATOS 321
105 COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 341-342.
106 172 Cal.289, 156 458 (1916),
107 Según JOSKOW, P. L., “Commercial Impossibility, the Uranium Market and the
Westinghouse Case”, Journal of Legal Studies, vol. 6, 1977, ps. 119-176, la empresa ha-
bría fallado en mostrar cada uno de los puntos que exige el Código.
326 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
que en general la gente no examina y que puede ser abusiva para los
consumidores 108.
Sin embargo, se ha considerado que la competencia de mercado
puede eliminar muchos de estos problemas. En mercados competiti-
vos es claro que los oferentes tienen buenos incentivos para ofrecer
mejores precios y condiciones a los clientes. De ese modo, sólo con-
viene a éstos introducir cláusulas cuyos beneficios superen los costos
para los clientes que de otro modo pueden apelar a la competencia. Y
las empresas en contextos de altos costos de transacción podrían te-
ner buenos incentivos para informar respecto de las mejoras relativas
que ofrecen a sus consumidores respecto de la competencia. Se ha ad-
vertido de los conocidos problemas de la regulación, mostrando que
los incentivos que emergen de la competencia basada en los derechos
de propiedad pueden llevar a mejores resultados para los consumido-
res que la regulación estatal 109.
En general, los sistemas legales evitan estos problemas apelando
a leyes de protección del consumidor. En el caso de la Argentina, la
ley permite que el consumidor afectado por alguna cláusula abusiva
recurra tanto ante la autoridad administrativa correspondiente como
ante el poder judicial solicitando la nulidad del contrato o de la cláu-
sula abusiva.
Las diversas leyes, además, entre otras disposiciones, regulan en
general que la publicidad revele las condiciones del producto y que
las etiquetas presenten cierta clase de información. También la ley re-
gula la invalidez de determinadas cláusulas que establecen condicio-
nes legales muy favorables a los vendedores, como limitaciones a la
responsabilidad, prohibiciones de oponer defensas legales, entre otras.
Por último, la existencia de acciones de clase que permiten acumular
muchos reclamos similares en un solo pleito eliminan los problemas
de acción colectiva que en general enfrentan los consumidores.
Sin embargo, una regulación demasiada pesada respecto de la
información o, aún peor, de las condiciones que deben tener los pro-
ductos puede eliminar las ventajas asociadas a la contratación unifor-
me y masiva, la única forma legal razonable con la cual se puede ope-
rar en una economía compleja a costos razonables para el consumidor.
108 Véase GOLDBERG, Víctor P., “Institutional Change and the Quasi Invisible Hand”,
Journal of Law and Economics 17, 1974, ps. 461-492.
109 Véase, p. ej., el comentario de Coase al trabajo antes citado de Goldberg. COASE,
Ronald H., “The Choice of the Institutional Framework: a Comments”, Journal of Law
and Economics, vol. 17, 1974, ps. 493-496.
CAPÍTULO VII
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL DELITO
Y DEL DERECHO PENAL
I. INTRODUCCIÓN
1 Esto no significa que los juicios valorativos o las descripciones no sean importan-
tes y menos que la economía del crimen y del derecho penal ofrezcan una mirada com-
pleta de este asunto.
2 Desde luego, no pretendo ofrecer ahora una definición completa y consistente
de delito. Klevorick, p. ej., sugiere que aun cuando el empleo de la teoría económica
constituye una herramienta útil en el campo del derecho privado, no puede ofrecer una
explicación completa del sistema penal. Centralmente afirma que no puede explicar en
concreto cuáles acciones deben ser consideradas delitos (KLEVORICK, Alvin K., “On the
Economic Theory of Crime”, Nomos, vol. XXVII: “Criminal Justice”, PENNOCK, J. - CHAPMAN,
J. [eds.], ps. 289 y ss.). Una explicación clásica se puede encontrar en POSNER, Richard,
“An Economic Theory of Criminal Law”, Columbia Law Review, vol. 85, 1985. Este au-
tor cree que la mayor parte de los delitos constituyen actos ineficientes, en los cuales
una persona toma intencionalmente un bien de otra en contextos de bajos costos de
transacción. El delito, en suma, para Posner, es una transferencia coercitiva, aun cuan-
do destaca que muchos crímenes no entran en esta clasificación.
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL DELITO Y DEL DERECHO PENAL 331
3 Algunos autores de derecho penal creen que la finalidad del sistema penal es cas-
tigar al delincuente. El AED, aun cuando puede contribuir a esta meta, se centra funda-
mentalmente en la idea de que las sanciones penales constituyen precios o incentivos
que tienen por finalidad disuadir a las personas de cometer delitos. Para un examen de
cómo se organiza el sistema legal en general para incentivar a que las personas inter-
nalicen externalidades y disuadir a las personas de cometer delitos, ver SHAVELL, Steven,
“The Optimal Structure of Law Enforcement”, Journal of Law and Economics, vol. 36,
1993, ps. 255-287.
4 Desde luego que ésta no es una definición completa de delito.
5 Para un análisis sobre el alcance del derecho penal respecto de otras ramas del
derecho, ver BOWLES, Roger - FAURE, Michael - GAROUPA, Nuno, “The scope of criminal
law and criminal sanctions: An economic view and policy implications”, Journal of Law
332 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
and Society, vol. 35, 3, 2008, ps. 389-416. Los autores, entre otros elementos, destacan
que una de las características salientes de las externalidades que usualmente son deli-
tos es la amplitud del daño y la dispersión de sus efectos. Sin embargo, destacan mu-
chos otros elementos que no puedo comentar en esta breve introducción.
6 Para argumentos de este tipo, véase, p. ej., COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S.,
Derecho..., cit., ps. 544 y 549, y el mencionado trabajo de POSNER, “An Economic
Theory...”, cit. Posner cree que la diferencia central entre ambos es que mientras el de-
recho penal disuade a las personas de llevar adelante transferencias coercitivas, el dere-
cho de daños busca internalizar costos asociados a accidentes en actividades producti-
vas. Pero admite que esta caracterización tiene muchas excepciones.
7 Hay dos explicaciones tradicionales para el derecho criminal desde el enfoque
económico. Posner, como he comentado antes, cree que éste se puede explicar como
un mecanismo para inducir a las personas a cumplir con las reglas de transferencias
voluntarias del mercado. El delito, en otros términos, constituye una transferencia coer-
citiva en contextos de bajos costos de transacción, donde operar por medio del merca-
do es posible. Su necesidad se debe a que el derecho de daños no puede inducir co-
rrectamente a las personas a internalizar el tipo de externalidades que impone el delito.
Calabresi y Malamed ofrecen otra similar, aunque ligeramente diferente: las sanciones
penales son necesarias porque el derecho de daños permitiría que las personas modifi-
quen derechos que están protegidos por el derecho de propiedad en reglas de daños
según su voluntad. Si los ladrones deben pagar el valor de mercado del daño, éstos no
tienen incentivos para tomarse demasiado en serio el derecho de propiedad de las per-
sonas. En un conocido artículo Coleman cuestiona estos puntos de vista: muchas reglas
penales prohíben transacciones de mercado y muchas veces las reglas penales buscan
que las personas no transformen reglas de responsabilidad en derechos de propiedad.
Una violación no tiene nada que ver, p. ej., con inducir a las personas a usar los merca-
dos. Este autor cree que son categorías morales las que explican centralmente el dere-
cho penal, las que no pueden ser correctamente traducidas al idioma de los costos y los
beneficios. Ver COLEMAN, Jules L., “Crime, Kickers, and Transaction Structures”, Nomos
XXVII: Criminal Justice, cit., ps. 313 y ss.
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL DELITO Y DEL DERECHO PENAL 333
10 COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., p. 658. Una distinción de
los autores es que los actos deben ser castigados cuando se busque la disuasión, mien-
tras que la compensación tiene sentido cuando sólo se busca asignar un precio correcto
para internalizar la externalidad.
336 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
mayores recursos para castigar delitos más graves, de modo que es-
tas acciones sean más costosas a las personas que cometen delitos.
Una propiedad común en todos los sistemas penales modernos es
el carácter, en general, público de la acción penal. Mientras en sede
civil es la víctima quien promueve la acción, en sede penal normal-
mente es el Estado quien se ocupa de sustanciarla en un proceso pú-
blico 11. Personas que intencionalmente buscan causar daño a las de-
más generan no sólo costo potencial a las víctimas, sino, además, en
mayor medida que los accidentes, a otras personas que deben incurrir
en costos para protegerse del delito y castigar las acciones criminales.
Esta naturaleza más “pública” del sistema penal respecto del derecho
civil se puede explicar por el alto costo social que el delito genera para
personas que no han sido víctimas directas del delito, quienes deben
incurrir en costos para disuadir o hacer directamente más costoso el
delito. La sociedad, por lo tanto, tendría un interés especial en que
los delitos se castiguen, con independencia del interés particular de la
víctima 12.
Aun cuando contratos privados y una eventual privatización de
la acción puede tener algunas ventajas en materia de costos y benefi-
cios, otra razón fundamental del carácter estatal del derecho penal
reside en que puede eliminar un problema de acción colectiva: cada
víctima individualmente considerada podría enfrentar altos costos y
pocos incentivos para castigar determinadas clases de delitos. Pero el
Estado puede emplear economía de escala para perseguir y, eventual-
mente, castigar a los delincuentes que de otro modo no serían priva-
damente perseguidos, aun cuando la suma total de los costos privados
justifique los costos asociados a imponer un castigo.
Una persona privada podría encontrar razonable no incurrir en
gastos para accionar, e incluso podría desistir de la acción, pero es en
interés de otras personas potencialmente afectadas respecto del cual
el Estado ejerce la acción de juzgar y castigar. Este argumento podría
explicar la naturaleza mayormente pública del derecho penal. Para
delitos graves y donde puede haber recurrencia hay interés público
suficiente para establecer un proceso público que excluya ciertas fa-
11 Para una descripción general de problema y diversas medidas sugeridas para su-
perar estas dificultades, véase SHAVELL, Steven, “The Fundamental Divergence Between
the Private and the Social Motive to Use the Legal System”, Journal of Legal Studies,
vol. 24, nro. 4, 1997, ps. 575-612.
12 Para una crítica a la estatización de la acción en el derecho penal, véase ROJAS,
Ricardo M., Las contradicciones del derecho penal, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2000. El autor
sugiere y examina dos propuestas: a) que las acciones sean ejercidas por las víctimas y
b) que la sanción tenga por finalidad la reparación antes que el castigo. Cuestiona, por
tanto, el papel que tiene el Estado en el derecho penal en su forma actual.
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL DELITO Y DEL DERECHO PENAL 337
13 Véase, p. ej., COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 544 y 549.
14 Sin embargo, esta idea puede ser desafiada: BENSON, Bruce, To Serve and Protect:
Privatization and Community in Criminal Justice, New York University Press, New York,
1998. El autor intenta mostrar cómo la privatización de ciertas áreas del sistema crimi-
nal lleva a mejores resultados, consecuencia de serias fallas del Estado en su provisión.
Finalmente, sugiere la conveniencia de la privatización completa del sistema basado en
el concepto de restitución a la víctima. No puedo examinar estas ideas en el marco de
este libro.
338 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
16 SHAVELL, Steven, “El derecho penal y el uso óptimo de las sanciones no moneta-
rias como medida de disuasión”, en ROEMER, Andrés (comp.), Derecho y economía: una
revisión de la literatura, Fondo de Cultura Económica, México, 2000, p. 450.
17 Para este punto, ver POSNER, Richard, Análisis..., cit., ps. 224-225.
18 SHAVELL, Steven, “El derecho penal...”, cit., p. 452.
340 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
E (U) = PU (Y – F) + (1 – P) U (Y)
24 Este modelo y los que siguen son muy usuales, pero en el caso los tomo de EIDE,
Erling - RUBIN, Paul - SHEPHERD, Joanna, “The Economics of Crime”, en Kip Viscusi (ed.),
Foundations and Trends in Microeconomics, vol. 2, nro. 2, Now, Boston, 2006, ps. 291-
363.
25 Stigler, p. ej., en un artículo escrito en 1973, en línea con el modelo de Becker
afirma que tienen incidencia las medidas de seguridad de las víctimas y de la policía.
Dice que los determinantes de la oferta que pueden ser manejados por la sociedad son:
a) las penalidades, y b) la probabilidad de detección por ofensa y c) afectar ciertos cos-
tos que limitan la ganancia del delito como controlar el origen del dinero, etc. Véase
STIGLER, George, “The Optimum Enforcement of Laws”, en BECKER, Gary S. - LANDES,
William, Essays in the Economics of Crime and Punishment, Columbia University Press,
1974, ps. 54 y ss.
26 Smith vio que no tenían sentido las sanciones si es que no hay propiedad valio-
sa. Véase el comentario de Stigler, en STIGLER, George, “The Optimum...”, cit., p. 59.
344 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
E (U) = PU (W – F) + (1- P) U (W + g)
35 Véase, p. ej., SHANNON, Lyle W., Predicting Adult Criminal Careers from Juvenile
Careers, Department of Sociology, University of Iowa, 1976, citado por ROEMER, An-
drés, Economía del crimen, Limusa, México, 2001, p. 120. Véase también COOTER, ROBERT
D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 696-697.
36 Aparentemente, los economistas no han estudiado por qué las mujeres tienden
a cometer menos delitos, una relación que es aún más fuerte que la edad. En tanto se
les paga menos por trabajo no puede aducirse que tienen costos de oportunidad más
altos, aun cuando el hecho de que críen hijos en edad juvenil y las frecuentes tareas
asociadas al hogar puedan tener alguna explicación en términos de costos de oportuni-
dad. Ver, p. ej., FREEMAN, Richard, “The Economics...”, cit., p. 3554.
37 ROEMER, Andrés, Economía..., cit., ps. 118-119.
38 Ver, p. ej., COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 695-696. La
tasa de delitos violentos es de dos a siete veces mayores en las ciudades que en los
suburbios, pero según estos autores la distribución de la población, aun cuando tiene
incidencia, no logra explicar de manera adecuada el delito.
350 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
39 Sin embargo, al mismo tiempo son los pobres los que sufren o son víctimas del
crimen en mayor proporción. Véase, FREEMAN, Richard, “The Economics...”, cit., p. 3532.
40 Véase FREEMAN, Richard, “The Economics...”, cit., p. 3532
41 FREEMAN, Richard, “The Economics...”, cit., p. 3536.
42 Véase LEVITT, Steven - MILES, Thomas J., “The Empirical Study of Criminal Punish-
ment”, en POLINSKY, Mitchell - SHAVELL, Steven (eds.), The Handbook of Law and Eco-
nomics, 2005.
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL DELITO Y DEL DERECHO PENAL 351
del delito 46. Los estudios en este campo intentan examinar la incidencia
que las variables del modelo tienen en la cantidad de delitos. De ese
modo, por ejemplo, se examina hasta qué punto la probabilidad de
ser apresado o convicto tiene en la cantidad de delitos o el monto de las
sentencias, medidas por ejemplo en cantidad de días en prisión o la
cuantía de las multas. Adicionalmente, se han dedicado varios estu-
dios a medir la incidencia del costo de oportunidad del delito, exami-
nando, por ejemplo, las condiciones laborales de los grupos más ex-
puestos a cometer delitos.
Ehrlich, usando datos de 1940-1960 para los Estados Unidos
encontró que cuanto mayor era la probabilidad de ser convicto por
robo, menor la cuantía de estos delitos, dejando todos los demás fac-
tores constantes 47. Se ha encontrado que para un largo período en
Inglaterra (1894-1967) la cantidad de delitos puede explicarse como
una función inversa a la severidad y la probabilidad de aplicación de
las sanciones. En igual sentido, se ha mostrado que para los sesenta
y setenta a una mayor probabilidad de que sean aplicadas las penas
y mayor cuantía de éstas, menor cantidad de deserción militar 48.
En una fecha tan temprana, para los estudios de la economía del de-
lito, como 1978, un panel de la Academia de Ciencias de Estados Uni-
dos estableció que la evidencia respecto del grado de disuasión de las
penas en materia penal era significativa, aunque no concluyente 49.
Otros estudios se han ocupado de examinar los grupos estadística-
mente propensos a delinquir y los economistas han logrado buenas
predicciones sobre qué clases de personas pueden ser delincuentes
violentos 50.
Es probable, sin embargo, que en algunos casos se encuentren
problemas de medición. Las víctimas muchas veces no reportan los
delitos. Otro problema adicional es medir la relación entre cantidad
de policías y arrestos respecto de la cantidad de delitos, puesto que
no son variables independientes: más policías puede llevar a más re-
portes de crímenes y es probable que cuando se incremente el delito,
46 Un estudio amplio, de alto valor normativo, debería examinar esto para distintos
tipos de delito y clases de penas. Pero aquí sólo me limito a comentar los trabajos prin-
cipales que muestran que, en general, el valor esperado de las sanciones tiene inciden-
cia en la oferta del delito.
47 EHRLICH, Isaac, “Participation in Illegitimate Activities: A Theoretical and Empirical
Investigation”, Journal of Political Economy, vol. 81, nro. 3, 1973, ps. 521-565.
48 BLUMSTAIN, Alan - NAGIN, Daniel, “The Deterrent Effect of Legal Sanction on Draft
Evasion”, Stanford Law Review, vol. 28, 1977, p. 241.
49 COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., p. 586.
50 COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., p. 588
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL DELITO Y DEL DERECHO PENAL 353
55 LEVITT, Steven D., “Juvenile Crime and Punishment”, Journal of Political Economy,
vol. 106, nro. 6, 1998, ps. 1156-1185.
56 Véase FREEMAN, Richard, “The Economics...”, cit., p. 3548.
57 Para una revisión de esta literatura, FREEMAN, Richard D., “The Economics of
Crime”, que ya hemos citado extensamente en este trabajo. Para un primer examen de
este autor sobre este tema, “Crime and unemployment”, en WILSON, J. Q. (ed.), Crime...,
cit., ps. 89-106. Véase, adicionalmente, CANTOR, D. - LAND, K. C., “Unemployment and
crime rates in the post-World War II U.S.: A theoretical and empirical analysis”, American
Sociological Review, vol. 50, 1985, ps. 317-332.
58 FREEMAN, Richard, “The Economics...”, cit., p. 3542.
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL DELITO Y DEL DERECHO PENAL 355
mes costos de prevención. Una meta de este tipo, por ejemplo, podría
llevar a que se gaste enorme cantidad de recursos escasos, que pueden
ser empleados con más provecho en otros usos, más valorados 61.
La economía del delito ofrece una meta clara para el sistema pe-
nal: debería introducirse tal cantidad de unidades de prevención del
delito que minimice la suma de ambos costos: aquel que el delito re-
presenta para las víctimas y el costo de prevenir el delito. Esto permi-
te conectar el gasto para abatir el delito con las preferencias de las
personas y otras condiciones de mercado, y asignar los recursos en
sus empleos o usos más valiosos.
En su versión más simple, el costo social del delito tiene dos com-
ponentes: el costo que el delito representa para las víctimas, es decir,
los costos directos que el delito significa para la sociedad y el costo
que el delito impone, de manera indirecta, en las personas que gastan
privadamente para disuadir o hacer más costosa su actividad a los
delincuentes, introduciendo rejas, alarmas o cámaras, entre otras cos-
tosas medidas de prevención 62.
Por otra parte, el Estado puede disminuir el costo social del deli-
to introduciendo unidades de prevención. Pero a medida que se in-
troducen unidades adicionales de prevención, como patrullas y po-
licías, suceden dos fenómenos que deben ser tomados en cuenta:
disminuye la probabilidad de ocurrencia del delito y, por lo tanto,
baja el costo que el delito supone para las víctimas potenciales pero,
además, se incrementa el costo de prevención. Cuando se introduce
un policía adicional, por ejemplo, el presupuesto del sistema penal se
incrementa, pero al mismo tiempo baja la probabilidad de ocurren-
cia del delito 63. Introducir una unidad adicional de prevención tiene
un efecto positivo consistente en la reducción de la probabilidad del
delito y, por lo tanto, una baja en el costo esperado del delito, pero
incrementa el costo social de prevención. De ese modo, mientras muy
pocas unidades de prevención hacen pagar a la sociedad un costo muy
alto, puesto que incrementa la probabilidad de ocurrencia del delito,
introducir demasiadas unidades de prevención incrementaría dema-
61 El modelo que voy a usar es muy conocido. Véase, p. ej., COOTER, ROBERT D. -
ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 681-686. También VARIAN, Hal, Microeconomía...,
cit., ps. 611-614. Esta meta o finalidad del derecho y sistema penal es muy generaliza-
da en la literatura, véase, p. ej., PAYLE, David J., Cutting the Costs of Crime. The economics
of Crime and Criminal Justice, Institute for Economics Affairs, London, 1995, p. 9.
62 Una versión más completa debería incluir el beneficio de los delincuentes y siem-
pre es posible refinar el modelo según el problema en particular.
63 Se asume que las unidades de prevención están asignadas en su mejor empleo y
que sólo pueden reducir la probabilidad de ocurrencia de un delito, dejando constante
la gravedad de los delitos.
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL DELITO Y DEL DERECHO PENAL 357
64 Sigo el modelo expuesto por COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho...,
cit., p. 565.
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL DELITO Y DEL DERECHO PENAL 359
65 Véase, p. ej., PAYLE, David J., Cutting..., cit., ps. 27-29, donde el autor menciona
la literatura más importante sobre este asunto.
66 Sin embargo, pueden existir diferencias en la concepción de justicia y diferen-
cias resultantes en cuanto gastar en insumos para el sistema penal y en cuanto a mejo-
rar condiciones sociales a largo plazo.
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL DELITO Y DEL DERECHO PENAL 361
67 Aun cuando muchas veces esto puede ser conveniente: ésa es quizás la razón
de las multas tan altas por tirar papeles desde los autos en las carreteras: la probabilidad
de la sanción es tan baja que la pena debe ser grande respecto del daño social. Es pro-
bable, como ha sugerido Posner, que la gravedad de las sanciones en el pasado se deba
a la baja probabilidad de aprensión y condena.
362 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
76 SHAVELL, Steven, “El derecho penal...”, cit., ps. 440 y ss. Voy a tomar varios ele-
mentos de este trabajo.
77 SHAVELL, Steven, “El derecho penal...”, cit., p. 441. La explicación del uso exten-
dido de penas no monetarias en materia penal reside, al menos en parte, en estos facto-
res. Las personas más propensas a cometer delitos son, en general, personas pobremen-
te educadas y con bajos salarios potenciales en el mercado del trabajo. Los daños
intencionales y las más gravosas sanciones penales incentivan a los delincuentes a es-
capar de la pena, lo que requiere una multa mayor, si de desea mantener el nivel de
disuasión constante.
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL DELITO Y DEL DERECHO PENAL 367
81 DONOHUE, John J. - LEVITT, Steven D., “The Impact of Legalized Abortion on Crime”,
Quarterly Journal of Economics, vol. 116, nro. 2, 2001, ps. 379-420.
82 Ver JOYCE, Ted, “Did Legalized Abortion Lower Crime?”, The Journal of Human
Resourses, vol. 39, nro. 1, 2005, ps. 1-28. DONOHUE, John J. - LEVITT, Steven D., “Further
Evidence that Legalized Abortion Lowered Crime: A Reply to Joyce”, Journal of Human
Resources, vol. 39, nro. 1, 2004, ps. 29-49.
CAPÍTULO VIII
ELEMENTOS DE ECONOMÍA
DEL PROCESO CIVIL
I. INTRODUCCIÓN
gal que luego de una negociación lleva a las partes a un juicio civil
que usualmente contiene instituciones típicas, que voy a examinar en
este breve capítulo introductorio.
una parte del costo de usar los tribunales y es probable que los em-
pleen para casos privados en una cantidad superior a la eficiente. Los
pleitos tienen costos privados y sociales, y las partes no se hacen car-
go de todos los costos de litigar; esto podría llevar al problema de la
“tragedia de los comunes” 4.
ciados al proceso allí donde el costo del error es más grande. En asun-
tos donde el costo del error es muy bajo, como una multa de tránsito,
las leyes establecen procedimientos breves con defensas limitadas. En
procesos civiles donde se examinan conflictos más graves, por el con-
trario, usualmente los tribunales conceden audiencias previas con mi-
nucioso examen de los argumentos y los principios jurídicos antes de
tomar decisiones que impongan costos a alguna de las partes. Las par-
tes, además, tienen buenos incentivos para gastar más recursos en aque-
llos casos donde el monto o la gravedad de la sentencia lo justifique 7.
El costo del error judicial es tan alto en los procesos de naturale-
za penal que los estándares de prueba exigidos para una condena son
superiores a los de un procedimiento civil. Mientras en este último
sólo se pide, por ejemplo en el derecho americano, “preponderancia
de la prueba”, en el derecho penal la condena exige la probanza “más
allá de la duda razonable”. Esa exigencia eleva el costo del procedi-
miento pero minimiza el del error judicial, satisfaciendo la lógica eco-
nómica de los procesos.
Una simple intuición puede ayudar: el linchamiento puede apa-
recer como un procedimiento con bajos costos de administración, pero
incrementa la probabilidad de error. En el otro extremo tampoco tie-
ne sentido establecer costosos procesos en asuntos en los cuales el costo
del error es muy bajo. La pena capital, por ejemplo, en aquellos paí-
ses o Estados donde está admitida acepta muchas defensas y costosos
procesos que se justifican por el enorme costo del error.
El costo del error es difícil de cuantificar y el modelo es proba-
blemente más analítico que operativo, ya que es difícil establecer una
norma de “perfección legal”, al menos en la generalidad de los casos.
Pero en muchos casos sí conocemos las respuestas correctas, aun cuan-
do éstas sean sólo de naturaleza convencional: en general, se busca
que las deudas se paguen, la propiedad se restituya y se responda por
los daños causados en términos a las exigencias usuales del derecho
sustantivo.
La mayor eficiencia de los arreglos extrajudiciales puede expli-
carse apelando a estos conceptos: las partes son usualmente mejores
jueces de sus preferencias, de modo que minimizan el costo del error
y al mismo tiempo los procesos privados son administrativamente me-
nos costosos que los juicios públicos. En igual sentido, el arbitraje eli-
mina al menos parte del costo, ya que son las partes quienes se hacen
cargo de los costos de estos procesos y los jueces privados tendrían, al
menos en la generalidad de los casos, por analogía con los mercados
competitivos, mejores incentivos para ofrecer buenas sentencias 8. Sin
embargo, como se ha destacado antes, la justicia estatal formal tiene
sentido económico, entre otros motivos, por los problemas de acción
colectiva que han sido destacados con anterioridad.
8 Ver TULLOCK, Gordon, Trials on Trial, The Pure Theory of Legal Procedure, Colum-
bia University Press, New York, 1980. Este autor considera, sin embargo, que en algu-
nas áreas donde una parte emplea más el arbitraje que otras los jueces privados podrían
tener incentivos para ser parciales.
9 Es interesante que en un sistema judicial eficiente las leyes eficientes normalmente
deberían tender a reemplazar a las ineficientes. Las primeras son más “baratas” para las
partes y, por lo tanto, deberían ser las que ellas elegirían, en tanto permiten maximizar
sus excedentes. Para una explicación más sistemática, véase RUBIN, Paul H., “Why is...?”,
376 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
cit., ps. 52-63; PRIEST, George L., “The Common Law Process and the Selection of Efficient
Rules”, Journal of Legal Studies, vol. 6, 1977, ps. 65-82.
10 POSNER, Richard A., Análisis..., cit., p. 523.
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL PROCESO CIVIL 377
Pp J – C+ S > Pd J + C – S (1)
Por otra parte, el modelo asume que los costos del pleito y del
arreglo son fijos e iguales para las partes. Aun cuando en muchos
casos los costos se distribuyen en forma pareja para las partes, los
procesos judiciales tienen un componente de costo fijo y otro de cos-
to variable. En términos del modelo, es probable que las partes tien-
dan a gastar más cuanto mayor sea el valor de J en desigualdad, por-
que a mayores gastos se incrementa la probabilidad de ganar 21. El
tiempo y la tasa de interés que los jueces reconozcan a las partes pue-
de jugar un papel importante: una tasa muy baja, por ejemplo, po-
dría tener un efecto análogo a un préstamo de baja tasa de interés y
alentar la dilación innecesaria de los procesos por parte del deman-
dado 22. En términos del modelo, sin embargo, el reconocimiento de
una tasa judicial más alta no ayuda al arreglo, puesto que incremen-
ta el valor de J de la actora 23. De igual modo, una tasa de interés más
baja debería disminuir la probabilidad del pleito bajando el valor
de J.
Cierta evidencia sugiere que los actores podrían ser más optimis-
tas que los demandados. Las personas interpretan la información de
manera contextual y alguna evidencia experimental sugiere que las
partes pueden comprender los mismos hechos de una manera diferente
según sean actores o demandados. Los sujetos a los cuales se les asig-
na el papel de actores o demandantes en los experimentos asignan una
probabilidad más alta de ganar el pleito que los sujetos a los cuales se
les asigna el papel de demandados, aun cuando ambos reciben igual
información acerca de los hechos que dan base al proceso. Cuando
las personas sujetas a experimentación leen los datos sin que se les
adjudique papeles de demandado o actor, sus estimaciones no están
sesgadas, en cambio, en ningún sentido o dirección 24.
Otros sesgos de las decisiones explicitadas por los psicólogos
cognitivos podrían afectar el modelo. Los litigantes podrían tender a
valuar mal el valor actual del pleito, sea por tendencia al optimismo
que podría llevar a sobrevaluar la posición respectiva, o bien, podrían
dar peso a una consideración o regla moral, o sobreestimando el va-
lor de status quo, entre otros posibles elementos que pueden afectar
21 Posner cree que el componente de costo variable del pleito crece con menor
rapidez que J. Ver POSNER, Richard A., Análisis..., cit., p. 523.
22 Para un modelo más completo donde se toma en cuenta la tasa de interés judi-
cial, véase ACCIARRI, Hugo - CASTELLANO, Andrea - BARBERO, Andrea, “¿Tomar...”, cit.
23 POSNER, Richard A., Análisis..., cit., ps. 524-525.
24 Ver LOEWENSTEIN, George - ISSACHAROFF, Samuel - CAMERER, Colin - BABCOCK, Linda,
“Self-Serving Assessments of Fairness and Pretrial Bargaining”, Journal of Legal Studies,
vol. 22, 1993, ps. 135-159.
382 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
V. MEDIDAS PRECAUTORIAS
Los juicios llevan tiempo y muchas veces las partes, sobre todo la
actora, no pueden asegurar el resultado del pleito sin pedir alguna
medida anticipada al juez, tales como embargos, inhibición de bie-
29 No es muy claro que las reglas más frecuentes del descubrimiento en los proce-
sos americanos logren el objetivo de disminuir el optimismo: Ver, p. ej., COOTER, Robert
D. - RUBINFELD, Daniel L., “An Economic Model of Legal Discovery”, Journal of Legal
Studies, vol. 23, 1994, ps. 435-463.
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL PROCESO CIVIL 385
incentivos adecuados para litigar. Por eso, algunas áreas del derecho
penal o administrativo, entre otras, establecen procedimientos en los
cuales el Estado se convierte en cabeza de estas acciones.
Para muchos de estos problemas, una herramienta procesal para
resolver estos dilemas de acción colectiva en materia de derecho pri-
vado son las acciones de clase empleadas para casos donde muchas
personas han sido afectadas de manera similar en forma masiva y por
un nivel de daños individualmente pequeño. El demandante particu-
lar debe “certificar” una “acción de clase” que le permita representar
a los demás damnificados, acto procesal que inhibe acciones indivi-
duales por la misma causa. Los resultados favorables alcanzados fa-
vorecerán a todos los representados en la certificación. El fundamen-
to económico es muy claro: por este mecanismo se pueden someter a
juicio casos que, examinados individualmente, tendrían costos tan altos
que harían ineficiente la demanda.
En muchos casos, además, las sentencias tienen efectos positivos
externos, en tanto permite mejorar a muchas personas con indepen-
dencia de las partes. Son casos donde las sentencias tienen efecto pro-
ductivo además de redistributivo. El Estado podría subsidiar estas
demandas y hacer más costosas aquellas que sólo buscan el beneficio
privado.
Otro costo que tiene incidencia en la cantidad de litigio son los
honorarios profesionales de los abogados. Buena parte del costo de-
bería depender de las condiciones del mercado: un incremento en el
número de abogados conduce a un incremento de la oferta y, por lo
tanto, a una disminución en el precio de los honorarios y a una ma-
yor cantidad de demandas 33. La baja calidad académica y la menor
cantidad de requisitos para acceder al mercado legal podrían tener en
este sentido un inicial efecto adverso, al que se suman las demandas
temerarias por desconocimiento del derecho u oportunismo. Son los
abogados, después de todo, quienes usualmente calculan o ponderan
el valor o costo estimado de los procesos. Buenos abogados y reglas
adecuadas para la profesión que eliminen problemas de agencia (con-
flictos de intereses) deberían llevar a una mayor cantidad de arreglos.
Los buenos hombres de ley tendrían una función productiva y no sim-
plemente redistributiva en la sociedad, como usualmente (de manera
equivocada, creo) se considera.
El precio de los honorarios profesionales depende en parte de
cómo esté regulado el mercado de la práctica del derecho en los diver-
sos sistemas y éste a su vez tiene incidencia en la cantidad de litigios.
33 Véase, p. ej., COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 487 y ss.
ELEMENTOS DE ECONOMÍA DEL PROCESO CIVIL 389
34 Para este tema, ver COOTER, ROBERT D. - ULEN, THOMAS S., Derecho..., cit., ps. 585-
591. Tomo los argumentos centrales de este libro.
390 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
Los gastos no sólo tienen incidencia al inicio del juicio, sino que
inciden en las decisiones de las partes durante la totalidad del proce-
so, aun cuando deberían tener menos incidencia sobre el final. Una
persona racional gasta en un pleito hasta el punto en el cual el último
dólar gastado incrementa el valor esperado del juicio, al afectar posi-
tivamente la probabilidad de ganar en exactamente un dólar 36. Pero
la racionalidad individual puede o podría llevar a decisiones conjun-
tas poco eficientes: la decisión de gastar más dinero en un juicio in-
crementa la probabilidad de ganar pero disminuye la de la contraria.
Dados estos incentivos, los litigantes podrían tener incentivos para
gastar en el proceso una cantidad de recursos mayor a la eficiente 37.
Sin embargo, en tanto los gastos en litigios se contrarrestan mutua-
mente, las partes podrían tener buenos incentivos para acordar limi-
tar los gastos. Estos gastos, aun cuando podrían ser ineficientes, en
algunos casos pueden significar un beneficio social en tanto disminu-
yen la probabilidad de error 38.
La forma en la cual el proceso judicial distribuye costos es impor-
tante para explicar la conducta de las partes. En algunos tipos de proce-
sos, como los juicios laborales en la Argentina y otros países, donde el
demandado debe cargar con mayores costos que el actor e incluso pa-
VIII. LA APELACIÓN
una decisión adversa que considera errónea tiene incentivos para apelar
sólo cuando el valor esperado de la decisión del tribunal de alzada es
superior al costo de interponer el recurso. La apelación debería ser
más probable cuanta más distancia haya entre la resolución apelada
y el derecho vigente: el valor actual del reclamo debería ser más gran-
de allí donde el apartamiento del derecho vigente es más importante.
Los jueces de alzada, de ese modo, no sólo eliminan el costo del
error judicial ex post examinando decisiones y sentencias apeladas,
sino que generan incentivos ex ante para que los jueces minimicen el
error en las sentencias. Los jueces de tribunales superiores contribu-
yen, además, a generar reglas legales uniformes que hacen más pre-
visible el sistema legal y que debería contribuir a disminuir la tasa de
litigios 44.
Sin embargo, es evidente que una regla muy amplia para apelar
resoluciones intermedias de los tribunales podría ser demasiado cos-
tosa en términos de recursos y tiempo, y es por eso explicable que
muchos sistemas procesales contengan reglas por las cuales sólo algu-
nas decisiones interlocutorias son apelables y que en general concen-
tran, en un momento acotado y con una única resolución, todas las
quejas respecto de decisiones previas a la sentencia final.
45 El artículo clásico es: RUBIN, Paul, “Why is...?”, cit., ps. 51-61.
46 Para un examen de este asunto, ver COOTER, Robert - KORNHAUSER, Louis, “Can
Litigation Improve the Law Without the Help of Judges?”, Journal of Legal Studies, vol. 9,
nro. 1, 1980, ps. 139-163.
396 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
rables a sus intereses, aun cuando debería ser menos costoso obtener
beneficios por medio de la legislatura 50.
Otro problema adicional del argumento es que muchas veces con-
viene a las partes arreglar un pleito antes que litigar, aun cuando la
regla en disputa sea ineficiente. Sólo un porcentaje muy chico de las
disputas terminan en los tribunales y probablemente el filtro de los tri-
bunales tendría un papel más bien limitado en la selección de reglas
legales 51.
La psicología cognitiva y la economía de la conducta, por su par-
te, ofrecen argumentos de su propia cosecha: si la extendida observa-
ción experimental, que afirma que las personas valoran más aquello
que poseen que la perspectiva de una ganancia de igual magnitud, es
correcta, las personas podrían litigar menor cantidad que lo eficiente.
El sesgo a la sobreestimación del statu quo frecuente en experimentos
podría tener efectos sobre la eficiencia relativa del derecho común.
Por otra parte, si las personas tienen racionalidad limitada y calculan
mal las probabilidades, quizás el modelo de la litigación selectiva en-
frente problemas adicionales, según la magnitud de este problema. Sin
embargo, quizás los abogados sean capaces de eliminar muchos de
estos sesgos y calcular mejor las probabilidades, y tal vez la mano invi-
sible del poder judicial funciona correctamente o cerca de la eficiencia.
Quizás el proceso de selección de reglas eficientes es algo más cons-
ciente. Tal vez, las reglas centrales del derecho común y el derecho
civil tradicional se formaron durante un periodo donde los jueces y
demás actores políticos relevantes valoraban el sistema de libre mer-
cado, favoreciendo resultados eficientes. Otra posibilidad es que los
jueces, como la mayoría de las personas, según Posner, consideren en
forma actual que la eficiencia constituye un valor social importante.
Después de todo el objetivo rival más evidente, la redistribución de la
riqueza, constituye una meta para la cual el sistema legal no tiene venta-
ja para alcanzar, respecto de otros instrumentos, como los impuestos.
Las leyes, como se comentó en el primer capítulo, constituyen
herramientas pobremente equipadas para redistribuir. Es difícil carac-
terizar la riqueza de los litigantes por categorías, y otras variables in-
dependientes de la ley pueden afectar los resultados distributivos de
las reglas legales. Los jueces pueden fallar a favor de los inquilinos,
pero no pueden impedir que suba el precio de los alquileres o que los
50 Ver, p. ej., ROWLEY, Charles W., “The Common Law in Public Choice Perspective”,
Hamline Law Review, vol. 12, nro. 2, 1989, ps. 355-383.
51 LANDES, William M., “An Economic...,” cit., 1971, ps. 61-108. Para una crítica al
argumento en general: TULLOCK, Gordon, “The Case Against the Common Law”, The
Blackstone Commentaries, nro. 1, The Locke Institute, Durham, 1997.
398 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
propietarios no alquilen. Los jueces además fallan las causas que les
llevan las partes y usualmente no pueden tomar decisiones redistribu-
tivas de largo alcance social, ni cuentan con información para desa-
rrollar planes redistributivos, ni disponen de recursos, usualmente en
manos del poder ejecutivo. Sin embargo, esto por sí sólo no explica la
eficiencia del derecho común y no es muy claro que los jueces no em-
pleen otros criterios además de la eficiencia, como por ejemplo, las
concepciones o las intuiciones de justicia predominantes en la socie-
dad. Aun si los jueces buscasen la eficiencia, no es muy claro que sean
suficientemente competentes en teoría económica. En general, las fa-
cultades de derecho sólo ofrecen un curso introductorio de economía.
Otra razón, probablemente más fuerte, que permite sostener la
eficiencia del derecho común o derecho de base jurisprudencial, es la
selección de reglas sociales eficientes. Las reglas sociales eficientes pro-
mueven la cooperación y es probable que en muchos contextos reglas
eficientes desplacen o sean más empleadas que las reglas ineficientes.
Buena parte del sistema legal está compuesto por reglas legales que
no son producto del diseño legislativo, sino de una lenta evolución
basada en la experiencia social. Los jueces muchas veces aplican las
reglas legales vigentes en la sociedad, aquellas que permiten a las per-
sonas ajustar sus expectativas. En el capítulo tercero se ha expuesto
sobre la eficiencia de las reglas sociales. La idea central es que una
norma social es eficiente cuando promueve la cooperación y minimi-
za efectos externos sobre otras personas.
Los jueces medievales, por ejemplo, en el contexto del desarrollo
del derecho mercantil, aplicaban las reglas a las cuales, por conven-
ción, los mismos comerciantes se sometían. Buena parte de las ins-
tituciones legales comerciales vienen de las normas que fueron se-
leccionadas en las prácticas sociales. Probablemente, buena parte
del sistema legal captura propiedades de eficiencia, porque los códi-
gos clásicos y la jurisprudencia se ocuparon de descubrir el derecho
existente en la sociedad antes de crearlo sobre bases enteramente
racionalistas 52.
Un clásico argumento del Iluminismo escocés, revitalizado durante
mediados del siglo XX por Hayek, sugiere que muchas reglas e insti-
tuciones sociales, entre las que cuenta el derecho, no provienen de un
plan maestro ideado por un grupo de notables, sino de la lenta evolu-
ción de reglas derivadas de la experiencia 53. Para Hayek, la evolución
cultural consiste en un mecanismo de selección de reglas que evolu-
54 HAYEK, Friedrich von, Law..., cit., ps. 114-116. Para un examen más hondo del
enfoque de Hayek, ROJAS, Ricardo M., “El orden jurídico espontáneo”, Libertas, vol. 13,
1990, ps. 187 y ss. Enrique Ghersi ha empleado ideas de Hayek para examinar la com-
petencia de las fuentes del derecho: GHERSI SILVA, Enrique, “El carácter competitivo de
las fuentes del derecho”, RIIM, vol. 47, 2007. Para un examen del aporte de Hayek a la
teoría legal, SANTANATOGLIA, Eliana M., “La teoría jurídica de Friedrich A. von Hayek. Sus
antecedentes y aportes epistemológicos a la teoría jurídica”, Revista de Análisis Insti-
tucional, vol. 2, 2008, ps. 113 y ss.
55 Esta explicación, sin embargo, no necesariamente es consistente con la explica-
ción del derecho del AED. Un autor, como Posner, p. ej., tiene una mirada distinta a la
de Hayek. Hay en ambos autores una diferencia fuerte respecto del problema del conoci-
miento e información que tiene implicancias en manera en la cual ambos explican el
derecho. Probablemente un juez del tipo de Posner tendría más confianza en la capacidad
del tribunal de conocer cuál es la regla que mejora a la sociedad en términos de eficien-
cia. Pero si la meta es la coordinación social y contar con mejor conocimiento para
tomar decisiones en contextos sociales, un juez del tipo Hayek podría insistir en la nece-
saria falta de conocimiento e información del juez para “mejorar” el sistema legal, que
constituye, como el lenguaje, un orden espontáneo evolutivo que contiene información
dispersa y tácita no fácilmente articulable o accesible a actores individuales. En casos
difíciles, el juez debe emplear cierta lógica situacional para encontrar la mejor regla
que satisface las expectativas de las partes en litigio y no mejorar el derecho en térmi-
nos externos a la ley, aun si la meta es la eficiencia. Es interesante la opinión de Posner
sobre el pensamiento legal de Hayek: POSNER, Richard A., “Hayek, Law, & Cognition”,
NYU J. L. & Liberty, vol. 1, 2005, ps. 147 y ss.
400 ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO. UNA INTRODUCCIÓN
56 Desde luego que algunos empleos de los criterios de eficiencia en el campo so-
cial son muy parecidos. La idea de que las reglas deben lograr equilibrios que hagan
consistentes las elecciones de muchos operadores es un clásico de la economía y una
idea muy trabajada también en AED. Pero no estoy muy seguro, y no puedo explorar
ahora sus puntos en común y diferencias con la explicación de Hayek.
57 Posner cita como ejemplo, para Estados Unidos, el salario mínimo, la ley de segu-
ridad automovilística, la Ley Nacional de Relaciones Laborales y las restricciones a la
competencia bancaria, pero advierte que la lista podría ser enorme. POSNER, Richard A.,
Análisis..., cit., ps. 492-493.
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