Está en la página 1de 4

Organización conceptual de las temáticas principales del Acto III de

Cafetín según un esquema mandálico-fractálico.

Fundamentación

Los ejes temáticos-conceptuales que atraviesan el texto se


complementan, relacionan, concilian y se oponen de modo tal que podemos
interpretarlo de forma mandálico-fractálica, en tanto se muestra la
“necesidad” de puntos de equilibrio, de integración de un centro que
posibilita el suelo que permita el crecimiento, el florecer del fruto, y en este
sentido, podemos encontrar una distribución cuaternaria de 3+1 que
muestran un desplazamiento rítmico entre los conceptos filosóficos
kuscheanos que atraviesan a los personajes intentando dicha integración
del centro. Tal distribución 3+1 (Triángulo y círculo) se replica en
diferentes niveles, de modo tal que la obra adquiere un potencial de
desarrollo comprensivo y expresivo tanto en los micro-ámbitos de las
relaciones personaje-a-personaje como en los macro-ámbitos de las
relaciones como por ejemplo cafetín-pieza, cafetín-exterior/manifestación y
otros.
Este tipo de esquema de análisis es propio del filosofar kuscheano,
manifiestamente en su trabajo "Pensamiento indígena y popular en
América", y de manera, digamos, germinal, en "América Profunda". Luego,
en otros escritos, el filósofo mencionará estas ideas de lo mandálico, de la
búsqueda de un centro fundante aunque provisorio que sostiene la
subjetividad. Nosotros creemos advertir una potencialidad reflexiva en la
idea de lo "fractálico" apuntando a reconocer que la dinámica de la
dualidad en el pensamiento kuscheano (que él mismo toma de su estudio de
los saberes americanos originarios y de los trabajos de Carl Jung, entre
otros) remite a una multiplicidad, a una compleja reverberación simbólico-
conceptual que enriquece y expresa la dinámica del mandala1.

Así encontramos, en el plano de las temporalidades: el


Acontecimiento, la Espera y el Advenimiento (en la obra puede verse,
por ejemplo, en: el acontecer de la relación María-José, la espera de la
Muerte en Abel que puede acontecer en cualquier momento, el
advenimiento de la manifestación popular, la evocación de la madre de
Marcial, entre otros).
En el plano de las subjetividades, que exige el compromiso con la
vida, el enfrentarse al caos, encontramos: el Miedo, el Anhelo, la

1
Al respecto puede mencionarse, entre muchos otros, el trabajo de la antropóloga argentina Ana María
Llamazares, "Del reloj a la flor de loto. Crisis contemporánea y cambio de paradigmas" (Buenos Aires,
Del Nuevo Extremo, 2011).
Salvación (en la obra, por ejemplo: el miedo que constituye a los
personajes ante la incertidumbre, el no saber “para qué estamos”, miedo de
José de dejar a su familia y también a María ¿dónde estar? ¿dónde
quedarse?, el anhelo de Marcial de “una vida mejor”, la salvación de
Leonor en su vida doméstica-familiar, de José en María, quizás también de
Marcial en María al final de la obra).
Y estos aspectos de la subjetividad que van desplazándose en
momentos temporales requieren de las ritualidades que indican un hacer,
un cómo que puede mostrarnos la integración, de ahí que los conceptos
encontrados sean: el Juego, al Azar y el Acierto Fundante (en la obra
puede verse en: el jugarse la vida como fondo de todo el texto, en la escena
inicial del acto III, José se enoja porque Abel hace trampa en el juego,
porque el azar constituye al juego, el no saber quién ganará, qué se ganará,
no se puede determinar a prior pero sí se encamina hacia un acierto que
funde un domicilio, un suelo para el fruto “No tiene sentido una vida así, si
no hubiera un premio” afirma María).
En esto se muestra también las oposiciones utilidad/ inutilidad de la
vida, y lo propio del tango es mostrar la inutilidad de la vida ciudadana, en
tanto no se pregunta por la raíz, el fundamento, domicilio, la tierra que
sustenta nuestra vida ciudadana y por tanto es el símbolo de esta ficción
que requiere integrar los opuestos pero no sabe cómo, y quizás de lo que se
trate es de “estar un rato más” en la vida.

Entonces, en esta propuesta de análisis las preguntas que nos


conducen son ¿Cómo enfrentan los personajes su vida emocional? ¿Cómo
se enfrenta el caos del mundo? ¿Cómo se juega espacial y corporalmente
este entramado simbólico-conceptual y qué otros entramados posibilita?
Así los conceptos filosóficos kuscheanos elegidos pueden brindarnos
alguna guía para pensar y representar la obra.

Pensando el rol de Rodolfo Kusch

Kusch debe situarse en la obra como un espectro 2 , esto es, una


entidad que puede transitar por las escenas del Cafetín y de la Pieza sin
alterar las interacciones entre los personajes, y al mismo tiempo oficiando
de nexo obra-público, de comentador que condensa el sentido filosófico de
los actos.

2
Dice Derrida en su "Espectros de Marx": "(…) Como en Hamlet, príncipe de un Estado corrompido, todo
comienza con la aparición del espectro. Para más precisión, con la espera de su aparición. La
anticipación es a la vez impaciente, angustiada y fascinada: aquello, la cosa (this thing) acabará por
llegar. (…) el espectro es una incorporación paradójica, el devenir-cuerpo, cierta forma fenoménica y
carnal el espíritu. El espectro se convierte más bien en cierta 'cosa' difícil de nombrar: ni alma ni cuerpo,
y una y otro." (Págs. 18 y 21)
Kusch (en adelante, K) debería comenzar el Acto III sentado en la
mesa de los amigos, jugando con ellos y tomando, pero no hablando con
ellos, sino hablando al principio al público. Luego de su monólogo se retira
de la mesa y se acoda, de espaldas al público, casi en la actitud que tenía el
payaso, en la barra. Sólo allí comienza el diálogo de José y Abel.

Al pasar a la escena de la Pieza, K se levanta de la barra y se dirige a


la pieza donde está María. María no lo ve (porque es un espectro). K se
sienta en una silla en un rincón, observando. Podría decir una frase, sólo
una frase, como introduciendo a la escena.

La entrada de Leonor en la escena es en el espejo donde María está


viéndose para peinarse, porque Leonor es María y viceversa.

Sugerencias espaciales en función de la interpretación filosófica

Dado el anterior análisis que estructura la obra en forma mandálica,


consideramos que es importante presentar el escenario en distribuido en
dos espacios fundamentales: el Cafetín y la Pieza de María. En el medio,
operando como lugar del límite/comunicación y al mismo tiempo de centro
simbólico, debe situarse el tango, en la presencia del bandoneón, de la
música.
En el Cafetín, en primer plano, en el medio hacia adelante, debe estar
la mesa de los amigos, puesta que esa mesa es el lugar de las ritualidades,
del juego, del azar, del acierto fundante buscado, requerido.
La Pieza es el otro lugar, en dualidad con el Cafetín. La Pieza es el
hogar, la intimidad, el útero, la tierra. El Cafetín es la ciudad pero también
el refugio en lo femenino.
La Pieza es el lugar de las subjetividades, del juego de las
identidades en búsqueda, y con miedo, de un centro integrador de los
opuestos. Por eso María se refleja en Leonor (María es Leonor, su otro yo).

El lugar de las temporalidades son el Cafetín (y su exterioridad


con la manifestación popular) y la Pieza (y su interioridad con María-
Leonor en el espejo).

Cecilia Calvo y Matías Ahumada.


A partir de 1943 dentro de una campaña iniciada por la dictadura militar de 1943 que
obligó a suprimir el lenguaje lunfardo, como así también cualquier referencia a la
embriaguez o expresiones que en forma arbitraria eran consideradas inmorales o
negativas para el idioma o para el país, se prohibió la emisión por radio de Cafetín de
Buenos Aires por su supuesto pesimismo y por la comparación entre el cafetín y la madre.7
El tango expresa una filosofía de vida del argentino medio, de la calle y la noche, vista
desde las mesas del café «que nunca preguntan». Muchos poetas del tango escribieron y
buscaron inspiración en bares de Buenos Aires y, por ello, también les dedicaron
canciones. Dentro de esa temática Cafetín de Buenos Aires ocupa un lugar destacado y el
lenguaje popular incorporó frases extraídas de su letra, como, por ejemplo, «la ñata contra
el vidrio»,4 y «los sabihondos y suicidas». Su letra habla del recuerdo de las cosas del
pasado (de la infancia, de la madre) y de los amigos:5 «…Me diste en oro un puñado de
amigos…». En pocas palabras describe varios personajes:
«José, el de la quimera...
Marcial, que aún cree y espera...
y el flaco Abel que se nos fue pero aún me guía...»
La letra refiere además al poeta-narrador, que dice de sí mismo:
«…yo aprendí filosofía... dados... timba...
y la poesía cruel
de no pensar más en mí.»
y también:
«…lloré una tarde el primer desengaño,
nací a las penas,
bebí mis años
y me entregué sin luchar.»

También podría gustarte