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COMO SOLUCIONAR SUS

PROBLEMAS

Versión 1 - FAVH PADRE ANDRÉS


Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

El porqué de este libró

Este libro no es en sentido estricto, propiedad mía. Después de mucho


caminar y buscar, un acontecimiento cambió el rumbo de mi vida; fui tocado
en lo más profundo de mí ser; fui transformado por la Palabra y mi vida
cambió por completo.
Nací en un hogar ejemplar; desde pequeño busqué a Dios, lo seguí en el
seminario, en la vida religiosa, en el sacerdocio.
Pero a pesar de todo ello, había en mí una serie de situaciones conflictivas e
imposibles de solucionar por mí mismo.
Era egoísta, intransigente, soberbio -no toleraba sentirme colocado en
segundo plano-, trataba de destacarme a toda costa, pero paradójicamente,
estaba inseguro; buscaba el apoyo y la aprobación de los demás, y cuando no
los lograba experimentaba accesos de ira que difícilmente controlaba y
profundas depresiones que me hacían pensar cosas terribles.
Sufría agotamientos para los cuales los médicos me aconsejaban tomar
vacaciones frecuentes y baños de mar, lo que hacía tres veces al año, para
volver a estar poco tiempo después, tan agotado como antes.
Era presa de terribles tentaciones y caía en pecado. Me confesaba, pues
sentía una profunda culpa, pero la culpa continuaba.
Estaba resentido con Dios y con una lista enorme de personas -más de
cincuenta-, y antes de ser consciente de ello, ¡creía que no era rencoroso ni
vengativo!

Sufría muchas fobias -miedos absurdos-, entre ellos el temor de conducir: me


paralizaba al pensar en tomar el timón de un automóvil y tenía decidido no
hacerla nunca; a mi familia la había advertido de esto: no tendría un auto-
móvil jamás.
Otros miedos infundados se relacionaban con la cercanía a corrientes de
agua, miedo exagerado a las infecciones, a los microbios, a las enfermedades
y a muchas cosas más.
Estaba enfermo: dolores de cabeza, acidez gástrica, desarreglos intestinales,
lumbagos y muchas otras cosas más que ahora ni recuerdo.
Mis cosas estaban siempre en desorden –hasta los zapatos sin lustrar-, y
aunque me movía todo el tiempo, en realidad no hacía nada.
Era difícil, bastante difícil vivir conmigo, pues desconfiaba de todos y los
demás veían en mí a un enigma.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

No me importaban los que estaban a mi alrededor, no captaba sus


necesidades, y si me las manifestaban no las tomaba en cuenta.
Discutía por todo y quería siempre salirme con mi punto de vista. Era capaz
de discutir interminablemente si me cobraban unos pesos de más por un
artículo cualquiera o si al pagar no me devolvían exactamente.
Y lo peor, creía ser mejor que los demás, yeso me dificultaba acatar la
autoridad y sus representantes.
Trataba de ayudar a los demás, iniciaba obras que florecían en principio, pero
luego decaían, para finalmente desaparecer, acumulando así fracaso sobre
fracaso.
Mis amigos me hablaron sinceramente, pero no entendí.
Estando así las cosas decidí retirarme unos días, y le pedí permiso al Obispo
para irme solo a una casa de ejercicios.
Rogué a Dios que me mostrara qué quería de mí.
Me encontré entonces con la Palabra de Dios que conocía de una manera
intelectual, pero Dios me la fue iluminando personalmente, fue entrando en
mí de una manera tan clara, como nunca la había visto, y no pude dudar que
Dios me estaba hablando a través de ella.
La Palabra de Dios me- tocó y fui experimentando por su acción, a medida
que pasaban los días de retiro, una gran libertad y paz dentro de mí, que
llegó a manifestarse en gritos de agradecimiento a Dios.
Había vuelto a nacer, estaba diferente, o, mejor dicho, era diferente.
Sentí por primera vez en mi vida el perdón de Dios, me sentí libre.
Algunas personas me han dicho que en muy raras ocasiones me veían
sonreír, y que en cambio, habitualmente me notaban como ausente -pienso
ahora que estaba dándole vueltas interiormente a mis cosas.
El trabajo que realizaba no producía frutos.
Claro que ahora no soy el único que tiene la razón, eso ha significado un gran
acercamiento con las personas que me rodean, y el poder ver sus
necesidades y ayudarles.
Toda mi vida había rezado, pero sólo en esos días me enteré que nunca había
adorado a Dios.
Estaba amarrado como Lázaro en el sepulcro.
Ahora, tres años después de haber experimentado esta metamorfosis, soy
otro.
No soy perfecto; aún siento el aguijón en la carne, pero puedo decir como
San Pablo: “Hermanos, no creo haberlo alcanzado todavía; lo que sí hago es

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

olvidarme de lo que dejé atrás y esforzarme por alcanzar lo que está


adelante, corriendo hacia la meta para llegar a la meta y ganar el premio que
Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús” (Filipenses 3, 13-14).
Esto significa también que ahora me siento seguro, firme, y tengo objetivos
claros en el ministerio que desempeño.
Se acabaron mis depresiones y angustias, me siento en paz con Dios y con los
demás. Ahora poseo más dominio sobre mí y sobre mis reacciones.
Tengo también el control de mi automóvil, y en él recorro las ciudades de
Colombia sin temor.
Se hizo necesario escribir y multicopiar los temas para el uso individual y en
grupos. Por la dificultad para manejar el material en hojas sueltas, debido al
número de personas que lo solicitaba, decidimos reunirlo en este libro.
Puedo decir que soy una persona nueva y lo mismo dicen los que me rodean.
Usted se preguntará: ¿Qué fuerza pudo hacer esto?
Para descubrirla lo invito a leer este libro y hacer los ejercicios que se
proponen, intentando con ello obtener el Rhema, de lo que hablaremos más
adelante.
Este libro no pretende hacer alarde de elegancia lingüística; mi intención es
cumplir la orden de Jesús: “...Ve y cuenta lo que Dios ha hecho contigo...”
(Marcos 5, 19), esperando que esta experiencia de la Palabra de Dios ayude a
otros como me ayudó a mí.
Se terminaron los agotamientos, y con ellos los viajes de descanso; ahora
debo -y lo hago- trabajar todos los días del año.
Curé de las enfermedades crónicas que sufría y ahora me siento pleno de
salud.
Si después de leer este libro y realizar los ejercicios que se indican no
encuentra usted la alegría y la paz, escríbame y tendré mucho gusto en
aconsejarle:
Convivo con los demás y veo como crece su confianza hacia mí.
Acato la autoridad fácilmente.
Regresé a mi pueblo natal después de quince años de ausencia motivada por
traumas de mi infancia. Allí la proclamación de la Palabra de Dios ha obrado
maravillas en numerosas personas.
He dedicado mi vida y mis energías a hablar de Aquel que me transformó.
Viajo a muchos sitios a dictar conferencias, retiros, a formar comunidades de
laicos y sobre todo, difundiendo este curso que ha cambiado la vida de
numerosas personas

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Correos electrónicos
padreandresmaria@yahoo.es padreandres@latinmail.com

Por favor, tenga un cuaderno y un lápiz disponibles para realizar los ejercicios
de cada tema.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

…NO ES VERDAD QUE EL CORAZON NOS ARDIA EN EL PECHO CUANDO NOS


VENIA HABLANDO POR EL CAMINO Y NOS EXPLICABA LAS ESCRITURAS?
Lucas 24, 32

Rhema

En el idioma griego hay dos formas de decir la Palabra, el Verbo: uno es


LOGOS, el otro es RHEMA.
Logos es el conocimiento intelectual de Dios. Por el Logos yo puedo estudiar
y conocer a Dios mediante la Teología, la predicación o los libros, de manera
análoga a estudiar una fruta desde el punto de vista botánico, pero sin cono-
cerla ni haberla probado nunca.
Por el Logos mi mente, mi conocimiento, se enriquecen.
Rhema, por el contrario, es algo así como probar la fruta, aun sin saber sus
características botánicas.
Rhema es, pues, un conocimiento experiencial de Dios, una aproximación
directa, personal.
Rhema es la Palabra de Dios, mía, dicha para mí, que se hace mía, que puedo
decirla como mía, y sobre todo, que puedo vivirla sin el menor esfuerzo.
Rhema es la Palabra que se me ha entrado, que ha calado en mí, que ha
penetrado.
El Rhema me hace pasar el Logos de la cabeza al corazón. La Biblia misma nos
da ejemplos de esto:
“Un maestro de la Ley fue a hablar con Jesús, y para ponerlo a prueba le
preguntó: “Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la Vida Eterna?”. Jesús le
contestó: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué es lo que lees?”. El maestro de
la Ley contestó: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,
con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y ama a tu prójimo como a ti
mismo”. Jesús le dijo: “Has contestado bien...” (Lucas 10,25-28).
El maestro de la Ley sabía lo que decía la Palabra; el mismo Jesús le dice:
“Has contestado bien”. Tenía Logos de la Palabra, un conocimiento
intelectual, exacto, verdadero, pero muerto.
Este tipo de conocimiento es el que muchos tenemos de Dios, es el
conocimiento que adquirimos en la escuela, en la iglesia; por ese
conocimiento creo que en Dios haya tres Personas, que debo amar a Dios,
que no debo robar, etcétera, etcétera.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Esta forma de conocimiento es necesaria, pero no es suficiente; por ella


puedo tener abundantes conocimientos religiosos en mi cabeza y no
reconocer a Jesús, y tentar a Jesús como el maestro de la Ley.
La Biblia nos da también el ejemplo práctico del Rhema:
“...Jesús preguntó a sus discípulos: “La gente, ¿quién dice la gente que es el
Hijo del Hombre?”. Ellos contestaron: “Unos dicen que eres Juan Bautista,
otros que Elías, y otros que eres Jeremías o alguno de los profetas antiguos
que ha resucitado”. Entonces les preguntó: “Para ustedes ¿quién soy Yo?”. Y
Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. Jesús le respondió:
“Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo enseñó la carne ni la
sangre, sino mi Padre que está en los Cielos” (Mateo 16, 13-17).

Pedro en ese momento tuvo Rhema acerca de quién era Jesús -


aparentemente un carpintero de Nazaret, hijo de dos pobres del pueblo-,
Pedro no vio eso, Pedro fue más allá, y de una manera no pensada, no
analizada, no pasada por la inteligencia, contestó más allá de lo razonable,
porque había experimentado a Jesús; tenía el convencimiento, la certeza de
que Jesús era el Hijo de Dios.
La verdad -Rhema- experimentada ese día siguió siendo cierta para Pedro
toda su vida, no se borró de su memoria como se borra el Logos, quedó
grabada con el fuego que da la experiencia. Por eso puede decir tiempo
después: “Señor, ¿a quién iremos? Sólo Tú tienes Palabras de Vida Eterna”
(Juan 6, 68).
Muchísimo tiempo después, pasada la Pasión y la Resurrección de Jesús, una
noche estaba Pedro y otros discípulos pescando y no habían podido coger
nada. Jesús se apareció a él y a los demás que estaban con él y les dijo: “Tiren
la red a la derecha”. Y Pedro respondió inmediatamente: “Toda la noche
hemos estado pescando y no hemos cogido nada, pero en tu Nombre tiraré
la red”.
Pedro sabía que Jesús era Dios, tenía el Rhema de que para Jesús nada era
imposible. Por eso lanzó la red hacia el lado derecho y sacó tantos peces que
las barcas casi se hundían.
Otra noche, también en el lago, apareció Jesús, y Pedro le dijo: “Si eres de
verdad Jesús, mándame ir a Ti caminando sobre el agua” (Mateo 14, 28).
En la Puerta del Templo le dice a un mendigo que le pide limosna: “Oro y
plata no tengo, pero lo que tengo te doy. En el Nombre de Jesús, párate y
anda”.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Para Pedro fue una realidad -fue Rhema-, que Jesús es Dios y por lo tanto
omnipotente -que todo le es posible-, y desde ese momento su vida giró
alrededor de ese hecho, de esa realidad innegable para él.
Por eso Pedro en el Nombre de Jesús cura, predica, resucita muertos y llega
hasta dar su vida por esa verdad: Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios que vive.
Esto no puede ser Logos, porque el Logos nos deja fríos, no nos impulsa a la
acción, no cambia nuestra vida, no pasa de ser una nueva tarjeta en nuestro
archivo mental, muy posible que al día siguiente no recuerde siquiera cuál
fue el tema de ella.
En otras ocasiones escuchamos personas que hablan con fuego, que me
transmiten ese calor, me siento tocado hasta lo más profundo de mi ser, me
lleva a actuar, a un cambio, a una experiencia.
Pedro no es el único ejemplo de persona que ha experimentado el Rhema.
Todos los Santos han tenido Rhema de uno o varios versículos de la Palabra y
el vivirlos los ha hecho santos.
Para citar solamente uno, hablemos de San Francisco de Asís, que un día
hace abrir el Evangelio de la iglesia de Asís, pues quiere saber el camino que
Dios desea para él, y lee: “Si quieres seguirme, ve, vende todo lo que tienes,
dalo a los pobres, luego ven y sígueme” (Lucas 18,22).
San Francisco no lee solamente, sino que al leer recibe el Rhema de esa
Palabra de Dios y sale inmediatamente a hacer exactamente lo que dice,
comenzando así una vida pobre, que lo hace sentir feliz y lo convierte en
Santo.
Esa persona tiene Rhema, por eso habla con Rhema, me comunica Rhema,
recibo Rhema y se transforma mi vida.
Conozco un predicador de estos que no sube al púlpito sin haberle pedido a
Dios un Rhema y sin haberlo obtenido.
Ahora sí, hablemos de este libro: Si este libro se queda en Logos, nada habrá
pasado en tu vida, te olvidarás de él y seguirás arrastrando tus problemas.
Pero, si por el contrario, recibes el Rhema de cada uno de los capítulos que
siguen, puedes estar seguro que tu vida no será la misma.
Cuántas veces escuchamos predicaciones bellísimas, ciertas, bien preparadas,
dichas con muy buena intención, pero que nos dejan fríos. ¿Por qué? Porque
la predicación se ha movido únicamente en el terreno del Logos; es probable
que impresione mi mente, que me deslumbre la erudición, pero no cambia
mi vida, no marca una época; es
El objetivo de este libro es llevarte al Rhema de cada uno de los temas

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

tratados.
Por eso cada capítulo se limita a tratar un solo tema y de manera muy
concreta, partiendo de una frase de la Palabra de Dios. Encontrarás
repeticiones, pausas, puntos suspensivos, frases para repetir en voz alta,
ejercicios sencillos. Todo ello se ha colocado para facilitar el que esa Palabra
llegue a lo más íntimo, se convierta en Rhema.
Por ello te recomiendo, y mira con qué letras tan grandes te lo escribo: NO
PASES ADELANTE HASTA NO HABER OBTENIDO EL RHEMA Y HABER
REALIZADO COMPLETAMENTE EL EJERCICIO PROPUESTO.
El Rhema no es algo mágico: “Toda dádiva buena, viene de arriba, del Padre
de las luces...” (Santiago 1, 17).
Ningún ser humano puede obtener Rhema si Dios no se lo da. Es un regalo. Y
la condición única que Dios ha puesto a sus regalos es esta: “Pidan y
recibirán...” (Mateo 7, 7).
Por esto, pídele a Dios que te dé Rhema de cada uno de estos capítulos que
siguen, y Ello hará.
Según lo dicho, puedes deducir que no se trata de un libro para hojear, ni
tampoco para leer apresuradamente. Se trata de un libro para dejar penetrar
a través de la lectura pausada, y si es necesario, repetida. Se trata de un libro
para trabajar, en el que tú tienes una participación insustituible.
Si te aproximas a este libro con la intención de lograr el Rhema, puedo
garantizar una revolución en tu vida.
“... ¿No es verdad que el corazón nos ardía en el pecho cuando nos venía
hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lucas 24, 32).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“MI PAZ LES DEJO, MI PAZ LES DOY.”


Juan 14,27

La paz

Vamos a dar comienzo al “Curso para solucionar sus problemas”, escuchando


cómo actuó Jesús ante un terrible problema: una grave tormenta en el mar
de Galilea, mientras dormía en una frágil barquita.
“Jesús subió a la barca con sus discípulos. Se desató una tormenta tan grande
en el mar que las olas cubrían la barca; pero El estaba dormido. Los discípulos
se le acercan y lo despiertan, diciéndole: “Socórrenos, Señor, que perece-
mos”. Jesús les dice: “Gente de poca fe, ¿por qué tienen miedo?”. Después se
pone en pie, le da una orden a los vientos y al mar... y todo queda en calma.
Aquellos hombres exclamaron: “¿Quién es éste, a quien hasta los vientos y el
mar le obedecen?” (Mateo 8,23-27).
¿Qué es la paz?
La paz es Jesús mismo.
“El es nuestra paz” (Efesios 2, 14).
Esto quiere decir, que si tengo a Jesús, tengo la paz. Y si tengo la paz, la
verdadera paz, es porque tengo a Jesús.
“Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama”
(Lucas 2, 14).
La paz es el gran regalo de Dios para los que ama, porque Jesús es el gran
regalo de Dios.
Es la paz lo que distingue a Jesús, la paz es la característica de Jesús.
La paz es también el sello especial que encontramos en la vida de los Santos y
en la de la Santísima Virgen María.
¿Puede usted imaginar a Jesús confundido, azarado, angustiado, acelerado,
nervioso, impaciente?
¿Cierto que es imposible?
Jesús es la paz, es nuestra paz, es mi paz. Solamente Jesús puede producir
paz en mi alma, paz en mi vida, paz a mi alrededor.
La paz es el signo inconfundible de Jesús, es el sello del que está en Jesús y
del que tiene a Jesús dentro de sí.
La paz es regalo de Jesús.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

La paz está presente en las personas de oración, de contemplación. La paz es


signo de madurez, de equilibrio.
“Mi paz les dejo, mi paz les doy” (Juan 14, 27).
La paz no es algo que se pueda comprar; la paz no es siquiera algo que se
pueda merecer, o a lo que se tenga derecho.
La paz es regalo de Dios y viene siempre por medio de Jesús. No hay otra
forma de obtenerla.
La paz estará en mí en la medida que tenga a Jesús, en la medida en que esté
unido a El.
“El es nuestra paz” (Efesios 2, 14).
¿Dónde se siente la paz?
La paz se experimenta en lo más profundo del alma, en lo más profundo del
espíritu, en lo más profundo de la personalidad; allí es donde vive Jesús.
Pero la paz no se queda en la profundidad del ser, la paz brota del alma, se
refleja y comunica a todo el ser, manifestándose en todo: en el rostro, en los
ojos, en los gestos.
La paz no se puede fingir, no se puede simular, pero tampoco se puede
esconder, ni ocultar.
Tampoco existe un estado intermedio. Se tiene la paz o no se tiene. Tengo
paz o no la tengo. Pero si no la tengo, Jesús me dice: “Mi paz te dejo, mi paz
te doy”.
Jesús es la paz, ya Jesús solamente lo encuentro en mi espíritu, en lo
profundo de mi ser.
La paz es más que solamente descanso físico o psicológico -la paz se
encuentra en el alma-, pero la paz produce por sí misma un gran descanso
físico y psicológico.
Como “la Gracia no destruye la naturaleza” -según enseña la Teología-, para
encontrarme con Jesús es necesario acallar el alboroto exterior a mí, y
también el alboroto que hay dentro de mí.
Para esto existen técnicas sencillas, muy útiles como enseña el Padre Ignacio
Larrañaga o.f.m. Cap., que facilitan el encuentro con Dios pero en ningún
caso lo reemplazan.
Es necesario aislarme del exterior, abandonar el ruido fuera de mí, cerrar los
ojos para atender al interior, aflojar mi cuerpo, prepararme para el encuentro
con El, ya que “el espíritu está pronto, pero la carne es débil”.
Después de lograr el aislamiento de lo exterior, es preciso lograr el silencio
interior, mediante el olvido de los asuntos que ocupan mi mente, de los

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planes y recuerdos para encontrarme con Jesús, porque “donde está tu


tesoro, allí estará también tu corazón” (Mateo 6,21).
Cuando traspaso el bosque de las sensaciones interiores y exteriores, llego a
la profundidad de mí mismo y estoy preparado para encontrarme cara a cara,
en mi alma, con Aquel que es la Paz, que es mi Paz.
Vamos a continuación a quitar los obstáculos que me impiden experimentar
la Presencia de Jesús y su Paz.
Lea lo indicado con puntos y practíquelo a continuación.
Siéntese en una posición cómoda.
Cierre sus ojos.
Afloje uno a uno los músculos de todo su cuerpo, empezando por la
frente. Suelte los músculos de la frente hasta que no haya arrugas en
ella. Afloje los músculos de la cabeza.
Continúe con la cara, suelte la mandíbula, no apriete los dientes, deje
caer suavemente la quijada.
Afloje los músculos del cuello, suelte los hombros, déjelos caer, no los
encoja.
Suelte los músculos de la espalda, deje reposar la espalda en el asiento.
Descanse...
Deje caer suavemente los brazos, abra los puños, no cierre sus manos,
déjelas en una posición descansada.
Suelte los músculos de sus miembros inferiores, extienda las piernas,
estire suavemente los pies, déjelos colgar suavemente.
No contenga su respiración, suelte los músculos del pecho, tampoco
respire rápidamente.
Introduzca el aire en sus pulmones suavemente, lentamente, por la
nariz y expúlselo también suave y lentamente por la boca. Haga esto
varias veces.
No atienda los sonidos exteriores, poco a poco. Atienda más bien al
ritmo de su respiración, o al latido de su corazón. Concéntrese en
usted, aíslese del exterior, pero hágalo suavemente, sin esfuerzo.
Ya no hay tensión en su cuerpo. Ahora...
Silencie todas sus preocupaciones, pensamientos, emociones, planes,
recuerdos...
Solamente atienda al ritmo de su respiración, coloque toda su atención
en ello.
Vaya con su imaginación al lago donde está Jesús. Jesús ha dado una

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

orden a los vientos y al mar... y todo ha quedado tranquilo. Mire usted


a Jesús, de cerca, fíjese en la paz que irradia su rostro y toda su
persona.
Ahora está en condiciones de hablar, de encontrarse con Jesús, que es la Paz
y da la Paz.
Quédese ante El, todo el tiempo que le sea posible, sin hacer esfuerzo y
permita al Espíritu Santo que lo dirija en el encuentro con El, con Jesús, con la
Paz.
Si desea hablar, háblele, si desea quedarse en silencio, mirándolo, hágalo así.
Permanezca en la Presencia de Jesús, al menos cinco minutos.
Si se distrae no haga esfuerzo, no se preocupe, encamine su imaginación
nuevamente al lago, vuelva a ver a Jesús, a experimentar la paz al lado de
Jesús, al ver el lago que El calmó, al ver su Poder sobre la tormenta, su Poder
sobre todo lo que existe.
Diga varias veces en voz alta y despacio: “Jesús es mi paz”, mientras expulsa
lentamente el aire por la boca. Hágalo las veces que sea necesario hasta que
experimente la paz.
Jesús... es mi paz... Jesús... es mi paz... Jesús... es mi paz.
Repita diez o más veces, muy despacio: Jesús... es mi paz... Jesús... es mi
paz... Jesús…. es mi paz (silencio).
Jesús, gracias, porque he experimentado tu paz. He logrado la calma exterior
y el sosiego interior y te he sentido en lo más profundo de mí ser. Gracias,
Jesús.

Ejercicio

Lograr este silencio del exterior y del interior antes de iniciar cada nuevo
capítulo del libro. No es necesario que permanezca largo tiempo, sino lograr
el sosiego para encontrarse con Jesús, que es la Paz, en el nuevo tema que
trata cada capítulo.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“CON AMOR ETERNO TE HE AMADO, POR ESO TE SIGO TRATANDO CON BON-
DAD.”
Jeremías 31, 3

Dios me ama

Dios me ama antes de que yo naciera. Desde toda la eternidad pensó en mí;
hace mil años sabía quién era yo, pensó en mí, en mi nombre, me formó en
su mente.
“...Con Amor eterno te he amado, por eso te sigo tratando con bondad”
(Jeremías 31, 3).
Dios me ha amado siempre y nunca dejará de amarme.
Escogió mis padres y el lugar de mi nacimiento. Cuando nací se complació en
mí, me amó con ternura, como la mejor de las madres.
“¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de
sus entrañas? Pues aunque una madre pudiera olvidar a su niño de pecho, Yo
nunca me olvidaré de ti” (Isaías 49, 14-15).
Desde ese día hasta hoy no ha habido un instante en que Dios me haya
dejado de amar. “...Por eso te sigo tratando con bondad” (Jeremías 31,3).
Aunque no haya sentido el amor de mis padres y de mis seres más cercanos,
o ellos hayan muerto, Dios nunca me ha dejado de amar.
“Aunque mi padre y mi madre me abandonaran, el Señor me acogerá”
(Salmo 27, 10).
¿Quién soy yo? Soy la máquina más perfecta y precisa del universo. Tengo en
mi cerebro una computadora que coordina todos mis actos. Poseo habilidad
para pensar y expresarme, para ver, para oír los sonidos maravillosos de la
naturaleza, de las voces humanas; puedo moverme, puedo trabajar.
Soy el ser más perfecto de la creación. “Milagro soy, maravillas son tus
obras” (Salmo 139, 14).
“Hechura suya somos y obra de sus manos” (Isaías 64, 8).
“Cuán grandes son, Señor, tus maravillas. Si me pongo a contarlas son más
numerosas que la arena” (Salmo 139, 18).
Dios no me ha creado solamente a mí, sino los alimentos para sostener mi
vida, los materiales para construir mi casa, el agua, el aire, y además, muchas
cosas bellas para alegrarme: flores, pájaros, estrellas...

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“Yo he venido para que tengan Vida y la tengan abundante” (Juan 10,10).
y si miro mi alma copiada de la suya... “Apenas inferior a un dios le hiciste...”
(Salmo 8,6).
Me hizo un alma que no acabará, que no morirá, me hizo para existir
siempre, como El, y con El, en el Cielo.
Dios me ama, son infinitas las pruebas de su Amor para conmigo, “...porque
es eterno su Amor” (Salmo 118, 1).
Me ha dado personas que me aman: padres, hermanos, amigos, cónyuge,
hijos...
Dios me ama, Dios quiere lo mejor para mí. Dios quiere mi felicidad, porque
me ama. Dios me ama porque es mi Padre, y El cuida de mí.
Dios no me ha abandonado, ni me abandonará. Dios me ama... Dios me
ama... Dios me ama.
Aunque nadie me ame, Dios me ama.
Aunque nadie me entienda, Dios me entiende.
Aunque nadie me cuide, Dios me cuida.
Dios me ama... Dios me ama... Dios me ama.
Déjese amar por El. Imagine que El está con usted ahora. Siéntalo, déjese
amar por El, sienta el Amor y el calor de El hacia usted.
Repita ahora mismo muchas veces, hasta que lo sienta: “Dios me ama... Dios
me ama... Dios me ama...”.

Ejercicio

En cada circunstancia que se le presente, tanto agradable como difícil,


repítase usted mismo: “Dios me ama”.
Escribir en el cuaderno una lista lo más completa posible de cosas, personas y
acontecimientos que yo siento que son manifestaciones del Amor de Dios
para mí.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“SEÑOR, TU CONOCES TODAS MIS ANDANZAS, SABES TODO LO QUE HAGO.”


Salmo 139, 3

Dios me mira

¿Quién soy yo?


Yo no soy el que yo pienso que soy...
Yo no soy el que los demás piensan que soy... Yo no soy el que quisiera ser...
Yo soy el que Dios sabe que soy.
Dios es el único ser que sabe quién soy.
Solamente El me conoce profundamente, totalmente, solamente. El sabe qué
hay dentro de mí, porque... “...los hombres ven las apariencias, pero sólo
Dios mira el corazón” (I Samuel16, 7).
El corazón del hombre es engañoso.
Hay muchas cosas en mí que ni yo mismo comprendo. Tengo sentimientos
encontrados:
“No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, y en cambio,
aquello que odio, es precisamente lo que hago” (Romanos 7,15).
Veo continuamente mis reacciones, acciones y actitudes. Tengo
resentimientos profundos, recuerdos dolorosos, pecados ocultos...
El corazón del hombre es un misterio, un enigma.
Los que me rodean ven las apariencias, pero no ven ni pueden imaginar lo
que hay dentro de mí.
Yo mismo no me entiendo, no sé por qué obro así, no sé quién soy.
Por eso me hago máscaras, para aparecer ante los demás, para que ellos me
vean, para que vean no lo que soy sino lo que yo quiero que ellos piensen y
crean de mí.
Tengo una colección de máscaras, para usar cada una según convenga.
Tengo una para ir a la iglesia, otra para presentarme ante personas
importantes, una para estar en el trabajo, otra para mis compañeros de
estudio, otra para estar en casa, con mi familia.
Detrás de esas máscaras estoy ocultando mi verdadera identidad, y ninguna

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

de ellas muestra cómo soy realmente.


Estoy ocultándome y no quiero que se descubra quién soy, qué pienso, qué
hay verdaderamente dentro de mí.
Me asusta que sepan quién soy, porque... ¡ni yo mismo sé quien soy!
De aquí viene el miedo al qué dirán, la insinceridad, la hipocresía y toda
falsedad.
“...Todo hombre es mentiroso” (Salmo 116, 11).
Pero, por mucho que quiera ocultarme, por más que desee que nadie me
conozca, hay un Ser que me conoce profundamente, y perfectamente: Dios.
“Nada de lo que Dios ha creado puede esconderse de El. Todo está
claramente expuesto ante aquel a quien tenemos que rendir cuentas”
(Hebreos 4, 13).
Dios me conoce tal como soy. Dios sabe quién soy.
Vivo en la mentira de mi verdadera identidad. Vivo en la ignorancia respecto
de mí mismo. Tengo miedo de descubrirme.
Un filósofo antiguo aconsejó como el principio de la sabiduría: “Conócete a ti
mismo”.
Y Jesús dice: ''Así ustedes conocerán la Verdad, y la Verdad los hará libres”
(Juan 8, 32).
Conocer la verdad, mi verdad, es el principio de la sabiduría y de la verdadera
libertad. Dios, que me ama, quiere que yo sea libre y por ello desea
mostrarme quién soy yo.
El no quiere que yo esté engañado, quiere que yo sepa toda la verdad sobre
mí mismo.
Pero, por mucho que quiera ocultarme, por más que desee que nadie me
conozca, hay un Ser que me conoce
Sin embargo, Dios no puede mostrarme mi verdad si yo no la acepto, si yo no
la deseo y no le expreso mi deseo.
El dice: “Pidan y recibirán, busquen y hallarán, toquen y les abrirán, porque
todo el que pide, recibe, el que busca, encuentra y al que llama, se le abre”
(Mateo 7, 7-8).
Jesús, te pido que Tú me muestres quién soya tus ojos; muéstrame todo lo
que te desagrada de mí: pecados, odios, resentimientos, apegos. Muéstrame
lo que me falta para agradarte.
Deja ahora al Señor hacer tu radiografía. Permite que el Señor te hable. Entra
en un profundo silencio, mirando lo que El ve en ti.

17
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Ejercicio

Anotar lo que el Señor me ha mostrado de mí mismo, y que El desaprueba.


Anotar cuidadosamente mi radiografía hecha por Jesús ante quien nada
puede ocultarse.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“VUELVANSE AL SEÑOR , Y EL TENDRA COMPASION DE USTEDES.”


Isaías 55, 7

Volvámonos a Dios

En el capítulo pasado le pedimos al Señor que nos hiciera la radiografía


interior y nos diera la Gracia de vemos como Dios nos ve.
“Sondéame, Señor, conoce mi corazón...” (Salmo 139, 23).
Hoy voy a completar lo que el Señor me ha mostrado, viendo en detalle
cuáles cosas le desagradan de mí y no quiere de mí.
“...Que ninguno de ustedes se? engañado por el pecado, y su corazón se
vuelva rebelde” (Hebreos 3, 13).
“...EI que dice que no tiene pecado, es un mentiroso y la verdad no está en
él” (I Juan 1, 10).
El pecado es una desobediencia a Dios, a sus Mandatos, a su Palabra, un
desacato a su autoridad. Cada vez que me independizo de Dios, peco.
Dios tiene normas precisas, invariables, eternas, que ha dado a conocer
claramente a través de su Palabra y de la Iglesia, su Esposa.
Cada vez que yo las desobedezco, peco, me separo de Dios.

“Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a


Dios, que tendrá compasión de él...” (Isaías 55, 7).
Yo soy pecador, veré cuáles son mis pecados: Los pecados son contra Dios y
contra los hombres.
Dios es mi Padre que me ama; quiere que yo también le ame y le adore, que
lo reconozca como el Único Ser Supremo.
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda
tu mente” (Mateo 22,37).
Cada vez que yo prefiero otra cosa o persona en vez de Dios, le estoy
ofendiendo.
Toda creencia opuesta a Dios -superstición, hechicería y demás- es una
ofensa grave a Dios, porque lo dejo a El, fuente de Agua Viva, y pongo mi fe,
mi confianza, mi seguridad en algo o alguien que no es El únicamente.
“Cuando hayas entrado en el país que el Señor, tu Dios, te va a dar, no imiten
las horribles costumbres de esas naciones. Que nadie de ustedes ofrezca en

19
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

sacrificio a su hijo o hija haciéndolo pasar por el fuego, ni practique la


adivinación, el sortilegio, ni pretenda predecir el futuro, ni se dedique a la
hechicería ni a los encantamientos, ni consulte a los adivinos y a los que
invocan a los espíritus, ni consulte a los muertos. Porque al Señor le
repugnan los que hacen estas cosas. Y si el Señor, su Dios, arroja de la
presencia de ustedes a estas naciones es precisamente porque tienen estas
horribles costumbres. Ustedes deben ser perfectos en su relación con Dios”
(Deuteronomio 18,9-13).
“...Me dejaron a Mí, fuente de Agua Viva, para hacerse pozos que no pueden
contener el agua” (Jeremías 2, 13).

Preferir tales cosas es serle infiel, dudar de El, de su Bondad, de su Amor, de


su Poder, de su interés por mí.
“Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a
Dios, que tendrá compasión de él...” (Isaías 55, 7).
“Ámense ustedes, los unos a los otros, como Yo los he amado” (Juan 13,34).
“Lo que hiciste con uno de éstos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo
hiciste” (Mateo 25,40).
Todo rencor, odio, resentimiento, deseo o acto de venganza es una ofensa a
Dios. Si algo de esto existe en mí, no tengo derecho a hablar con Dios, ni a
pedirle siquiera el perdón de mis pecados.
“Si uno guarda rencor a su prójimo, ¿cómo querrá que Dios le dé a él su
curación? No tiene compasión de un hombre igual a él ¿y pide a Dios el
perdón de sus pecados?” (Eclesiástico 28, 3-4).
“Así que, si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene
algo contra ti, deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a
ponerte en paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar
la ofrenda” (Mateo 5,23-24).
“Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a
Dios, que tendrá compasión de él...” (Isaías 55, 7).
Tengo obligaciones como miembro de un hogar:
Como esposo: Procurar amor, cariño, consejo, apoyo y también dinero para
las necesidades materiales; ser fiel a la esposa.
Como esposa: Obedecer al esposo, estar disponible para los deberes
conyugales, respaldar al esposo, animarlo, ser su ayuda ideal, encargarse de
la casa y de los hijos como madre.
Como hijo: Obedecer a mis padres, colaborar en la casa con trabajo, y con

20
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

dinero si lo gano.
Como hermano: Amar a mis hermanos, ayudarlas, aconsejarlos, respetarlos.
Tengo obligaciones también con el resto de los seres humanos próximos a
mí: Respetarlos, no hacerles mal espiritual ni material, de pensamiento,
palabra u obra, en sus personas o en sus propiedades.
“Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a
Dios, que tendrá compasión de él...” (Isaías 55, 7).
Ahora” concretamente, examinémonos de acuerdo con estas pautas.
¿Amo a Dios con todo lo que soy?
¿He participado en alguna de las cosas siguientes aunque haya sido una sola
vez y por curiosidad: he creído en reencarnación, rosacrucismo, gnosticismo,
esoterismo?
¿He participado en alguna de las cosas siguientes aunque haya sido por
curiosidad y en una sola ocasión: prácticas relacionadas con José Gregario
Hernández, yoga, espiritismo, ciencias ocultas, meditación trascendental,
control mental, magia, hechicería, brujería, adivinación del futuro en la
mano, en el café, en las cartas, tablita -guija-, riegos, sahumerios?
¿He tenido supersticiones como cruz magnética, budas de la buena suerte,
millonaria, mata de zábila, herradura, colmillo, gato negro, mariposa negra,
pasar debajo de escaleras, espejo quebrado, sal, mal de ojo, amuletos,
etcétera?
¿He cultivado conscientemente poderes extrasensoriales como telepatía,
precognición, telequinesis” hipnotismo, control mental?
¿Desconfío de Dios, de su Poder, de su Amor? ¿He dicho palabras que
ofenden a Dios?
¿He jurado sin motivo grave, o he jurado en falso?
¿Participo en la Eucaristía dominical y también los días de fiesta? ¿ Asisto
desde el principio hasta el final?
¿Trabajo sin necesidad en esos días?
¿Conozco y leo la Palabra de Dios? ¿Hablo con El?
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda
tu mente” (Mateo 22, 37).
“Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a
Dios, que tendrá compasión de él...” (Isaías 55, 7).
¿Tengo algún rencor, algún odio? ¿Deseo vengarme?
¿A quién no hablo, no saludo?
“Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Dios, que tendrá compasión de él...” (Isaías 55, 7).


¿Proveo a las necesidades de mi esposa? ¿Amor? ¿Comida? ¿Comprensión?
¿Casa? ¿Ropa? ¿Le soy fiel? ¿Doy buen ejemplo a mi familia?
¿Cumplo con el deber conyugal? ¿Soy responsable de la correcta marcha del
hogar?
¿Respeto y obedezco a mis padres? ¿Les ayudo en el trabajo del hogar? ¿Les
colaboro con dinero si lo gano? ¿Amo a mis hermanos y les ayudo?
¿Respeto y obedezco a mis superiores?
“Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a
Dios, que tendrá compasión de él...” (Isaías 55, 7).
¿Respeto a los demás? ¿Respeto sus cosas? ¿Escandalizo? ¿Soy la causa de
que otros pequen? ¿Hago mal a los vecinos, en alguna forma?
¿Me burlo de otras personas, que son seres humanos como yo?
¿Hago chismes, calumnias, difamaciones?
¿Envidio? ¿Desprecio?
¿Respeto mi cuerpo y el de los demás?
¿Siendo soltero, tengo actividad sexual que no me está permitida por Dios?
¿Si soy casado, soy fiel en pensamiento, palabra y obra?
¿Robo? ¿Engaño a los demás? ¿Hago trampas en el estudio? ¿En el trabajo?
¿En los negocios?
¿Digo mentiras? “...Y todos los mentirosos, están destinados al lago de fuego
ardiente y azufre...” (Apocalipsis 21, 8).
¿Cumplo con mi deber en el trabajo? ¿Y con todas mis obligaciones? ¿Soy
perezoso? ¿Abuso de la necesidad ajena?
“Afuera se quedarán los pervertido; los que practican la brujería, los que
cometen inmoralidades sexuales, los asesinos, los que adoran ídolos y todos
los que aman y practican la mentira” (Apocalipsis 22, 15).
Cuando peco, rompo mi relación con Dios, me voy de la Casa del Padre, me
alejo de El, quedo separado de Dios, de su Gracia, de su Reino, del Cielo,
quedo solo.
Al quedar separado completamente de El, quedo abandonado a mí mismo, a
mis instintos, a mis deseos.
“y por haber abandonado el verdadero conocimiento de Dios, Ellos ha
abandonado a sus perversos pensamientos, para que hagan lo que no deben”
(Romanos 1,28).
“Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a
Dios, que tendrá compasión de él...” (Isaías 55, 1).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Completa ahora tu lista, recuerda tus pecados concretos, los más ocultos, los
que te avergüenzan, los que hasta hoy no creías que eran pecados. Recuerda
que Dios te mira en este momento y que Ello sabe todo.
“Están llenos de toda clase de injusticia, perversidad, avaricia y maldad. Son
envidiosos, asesinos, pendencieros, engañadores, perversos y chismosos.
Hablan mal de los demás, son enemigos de Dios, insolentes, vanidosos y or-
gullosos; inventan maldades, desobedecen a sus padres, no quieren
entender, no cumplen su palabra, no sienten cariño por nadie, no saben
perdonar, no sienten compasión. Saben muy bien que Dios ha decretado que
quienes hagan estas cosas merecen la muerte; y, sin embargo, las siguen
haciendo, y hasta ven con gusto que otros las hagan” (Romanos 1, 29-32).
Ahora, que has visto lo malo que has hecho, debes:
Reconocer tu pecado. Aceptar que has estado haciendo lo que Dios no quiere
que hagas, y que has dejado de hacer lo que Dios quiere que hagas.
“Si reconocemos nuestros pecados, Dios, que es justo y fiel, perdonará
nuestros pecados y nos purificará de toda iniquidad” (1 Juan 1, 9).
Aceptar que no puedo cambiar con mis propias fuerzas, que no soy capaz de
hacer lo bueno, que necesito de Dios.
Decidir cambiar de vida, con la ayuda de Dios.
“Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a
Dios, que tendrá compasión de él...” (Isaías 55, 7).
Empezar una vida nueva desde, hoy, no volviendo a pecar y apartándome de
las oportunidades de caer en lo que Dios no quiere.
Si estás decidido, repite en voz alta y con firmeza: “Renuncio a todo pecado,
a toda creencia, superstición, práctica, cultivo de poderes extrasensoriales,
curanderos, espiritismo, etcétera. Renuncio a todo odio y perdono a todos
los que n;¡e han ofendido. Renuncio a todos y cada uno de los pecados que
he cometido conscientemente. Renuncio a Satanás. No puedo cambiar sin tu
ayuda, Señor; dame el regalo de empezar una vida nueva, diferente, y que
vuelva definitivamente a ti.
Gracias, Jesús, porque estoy seguro que mi vida se transforma a partir de
hoy. Gracias, Señor”.

Ejercicio

Completar la lista que hiciste al terminar el capítulo anterior, con lo que has
visto en este capítulo y cualquier otro pecado que recuerdes ahora.

23
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a


Dios, que tendrá compasión de él...” (Isaías 55, 7).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“DIOS DESCARGO SOBRE EL LA CULPA DE TODOS NOSOTROS.”


Isaías 53, 6

La gran noticia

En el capítulo anterior has completado la radiografía que Dios te ha hecho,


has reconocido tu pecado, has decidido no volverlo a hacer, te has vuelto
hacia Dios. Sin embargo, sientes el peso del pecado y de la culpa dentro de ti,
no estás tranquilo, has pecado.
Eres consciente que por tus pecados has perdido la Vida verdadera, la unión
con Dios, y que mereces el Infierno, que es la separación total y para siempre
de El.
“Todos pecaron y están privados de la Gloria de Dios” (Romanos 3,23).
Es cierto: por el pecado estoy perdido, he agraviado a Dios, estoy ahogado,
estoy condenado, no puedo salvarme a mí mismo, no hay salida ni solución
para mí.
Pero... Dios me ama, y por eso me ha mandado a su Hijo
Jesús, para morir en vez de mí, para pagar a Dios la deuda por mis pecados, la
deuda que yo no podría paga! jamás.
“Porque tanto amó Dios al mundo -y a mí-, que entregó a su Único Hijo, para
que todo aquel que crea en El, no perezca, sino que tenga Vida Eterna” (Juan
3, 16).

Yo estaba separado totalmente de Dios, tenía por único y seguro futuro el


Infierno, pero Jesús cogió mis pecados, los puso sobre El, se hizo pecado por
mí, y murió por esos pecados, en vez de mí, haciéndome así libre de la conde-
nación que tenía decretada y me volvió a la amistad y unión con Dios.
“...Dios descargó sobre El la culpa de todos nosotros” (Isaías' 53, 6).
Dios se hizo como yo, se hizo ser humano, en la persona de Jesús, para llevar
El mismo mis pecados y los pecados de todos los seres humanos y pagar con
su Vida la deuda que yo tenía con Dios por mis pecados; se colocó en vez de
mí y así me sacó de la cárcel del Infierno donde yo estaba destinado.
“...Dios descargó sobre El la culpa de todos nosotros” (Isaías 53, 6).
Jesús ya pagó en su Cuerpo, por sus Llagas, todas mis maldades; El sufrió en
vez de mí, El se ofreció voluntariamente a sufrir por mí, a pagar por mí.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“El ha sido herido por nuestras rebeldías y molido por nuestras culpas. El
soportó el castigo que nos trae la paz y por sus Llagas hemos sido curados”
(Isaías 53, 5).
Sí, estas Palabras del mismo Dios, a través del profeta Isaías, dicen que Jesús
ya pagó todo por mí, todo lo que yo debía pagar y no podía, ni podría jamás;
por lo tanto, YO ESTOY LIBRE.
Veamos un ejemplo: Hace tiempo Juan necesitaba urgentemente cincuenta
millones de dólares (50'000.000), indudablemente una gran suma. Juan fue
donde Antonio, el hombre más rico de la ciudad y Antonio se los prestó. Pa-
saron días, meses y años, y Juan aunque quería pagar, sabía que no podía
hacerla, que ni en toda su vida podría reunir ese dinero. Tal fue su
preocupación y sufrimiento que perdió el apetito, el sueño y hasta enfermó
físicamente. Estaba desesperado, se sentía en un callejón sin salida, quería
pagar pero no sabía cómo, no podía, era imposible para él pagar una deuda
tan grande. Se sentía infeliz, culpable, avergonzado, pero esto no solucionaba
su situación.
Juan -no pudiendo ya soportar este conflicto-, pasado mucho tiempo acudió
a don Roberto -su papá-, y le dijo con franqueza: “Estoy en un problema, en
el más grande problema de mi vida; le pedí prestado a Antonio cincuenta
millones de dólares, una suma enorme y estoy seguro que no podré pagarlos
nunca. No tengo nada que ofrecerle a Antonio, ni veo qué otra cosa hacer.
Don Roberto -que era riquísimo-, se levantó de su silla, le sonrió, le abrazó,
meneó la cabeza de un lado a otro y le dijo con ternura: “Hijo, descansa,
tranquilízate. El mismo día que hiciste el préstamo a Antonio, me encontré
con él y me lo contó, muy contento porque creía haberte sacado de apuros.
Yo le dije que se lo agradecía, pues lo que había hecho con mi hijo era como
si lo hubiera hecho conmigo. Y le dije también: Por esa razón, en nombre de
mi hijo Juan le pagaré inmediatamente la deuda que él acaba de contraer con
usted; y así fue, saqué mi chequera y le di un cheque por cincuenta millones
de dólares. Hijo: ¡tú no debes nada a nadie! ¡Nunca has debido nada, porque
yo pagué inmediatamente todo por ti! Y te has preocupado tanto...”.
Juan lo miraba con sorpresa, y mil pensamientos y emociones le llenaban. Y
le dijo a don Roberto: ¡Gracias, papá! ¡Mil gracias! ¡Me siento nuevo, liviano,
como si hubiera vuelto a nacer! ¡Y pensar que he sufrido tanto tiempo por
una deuda que no tenía! ¡Nunca creí, papá, que usted pagara por mí, como
yo estaba tan lejos de usted y le había hecho tanto mal! ¡Pero usted pagó!
¡Mi papá pagó por mí, y yo no lo sabía! ¡Yo le creo, porque él me ama! ¡Mi

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

papá pagó por mí, sin pedírselo, pagó todo! ¡No debo nada! ¡Estoy libre!
¡Estoy libre! ¡No debo nada!...
¿Cuánto tiempo llevó Juan la carga de la deuda? Todo el tiempo desde que
contrajo la obligación hasta que supo la buena noticia por su papá.
¿Cuando quedó libre del peso de la deuda?
¿Cuando fue pagada la deuda? No.
¿Cuando don Roberto le comunicó la buena noticia? No.
Juan quedó libre cuando creyó a don Roberto que este último había pagado
la deuda suya.
¿Qué hubiera pasado si Juan no le hubiera creído a don Roberto? Juan
hubiera continuado con el peso de la deuda.
Pero Juan creyó, y en ese momento quedó libre de la obligación, del peso de
la deuda” y empezó a experimentar paz, felicidad, alivio.
Juan estaba libre desde que su papá pagó, pero no lo sabía, por eso se sentía
atado, angustiado, desesperado.
Cuando Juan creyó, Juan quedó libre. ¿Has comprendido el ejemplo?
Exactamente eso ha ocurrido contigo y ha ocurrido conmigo.
Tengo una deuda inmensa, infinita, imposible de pagar; no tengo con qué
pagar, nunca tendré con qué pagar, la deuda es infinita, nadie puede
ayudarme.

Y en este momento de desesperación al comprender que no puedo, mi


padre, Dios, me da la mejor noticia que he recibido y podré recibir en toda mi
vida:
¡Que Jesús ya pagó toda la deuda por mí para que viva libre! ¡Que Jesús ya
pagó! ¡No debo nada! ¡No estoy condenado al Infierno! ¡Estoy salvado! ¡Todo
está pagado! ¡Hace siglos!
“Dios, en su bondad y gratuitamente, los ,ha librado de culpa, mediante la
liberación que se alcanza por Cristo Jesús. Dios hizo que Cristo, al derramar
su Sangre, fuera el instrumento del perdón” (Romanos 3, 23-25).
Para quedar libre, solamente se necesita creer en esta noticia. Que yo le crea
a Dios que me lo dice: ''Así pues, quienes mediante la fe hemos sido puestos
en camino de salvación, estamos en paz con Dios por medio de Nuestro Se-
ñor Jesucristo” (Romanos 5, 1).
¡Jesús murió por mí! ¡Jesús pagó por mí! ¡Estoy libre!
“Por consiguiente, ninguna condenación pesa ya sobre los que están en
Cristo Jesús” (Romanos 8, 1).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

¡Estoy libre! ¡Estoy libre! ¡Estoy libre! ¡Gracias, Señor!


“..¿Qué más podremos decir? ¡Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá
estar contra nosotros! Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de damos también,
junto con su Hijo, todas las cosas?
¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido? Dios es quien los declara
libres de culpa. ¿Quién podrá condenarlos?...” (Romanos 8, 31-34).
¡Estoy libre! ¡Dios me ha perdonado! ¡No debo nada! ¡Nada! ¡Nada! ¡Gracias,
Jesús! ¡Gracias, Jesús! ¡Gracias!
Repita estas últimas frases en voz alta, varias veces, hasta que lo sienta como
suyo.
“Por consiguiente, ninguna condenación pesa ya sobre los que están en
Cristo Jesús” (Romanos 8, 1).
Estoy libre, Jesús me ha liberado, yo no he hecho nada, Jesús lo ha hecho
todo. Jesús pagó por mí.
Ahora no debo nada, estoy en paz con Dios.
Esta fe me lleva a la esperanza y la esperanza me lleva al amor; siento la
salvación de Dios para mí, siento su Amor, casi que lo puedo palpar: sacrificó
a su Único Hijo, lo dejó morir en vez de mí, ¡me prefirió a mí!
Este Amor, que conozco de Dios por esta noticia, hace nacer en mí el amor a
El, un agradecimiento con toda la profundidad que como ser humano,
ayudado por el Espíritu, puedo dar. Brota amor, amor perfecto, amor
verdadero.
Este es el amor perfecto, del que la Iglesia ha afirmado siempre que borra los
pecados, aun antes de acercarse al Sacramento de la Reconciliación.
“Por esto te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó
mucho; pero a la persona a quien poco se le perdona, poco amor muestra. Y
le dijo a ella: “Tus pecados te son perdonados. Por tu fe has sido salvada.
Vete tranquila” (Lucas 7, 47-48; 7,50).
Recibo el perdón en el momento en que creo que Jesús ya pagó toda la
deuda por mis pecados.
Abraham fue declarado justo porque le creyó a Dios; Dios miró su fe y lo hizo
santo.
“Si Abraham hubiera sido aceptado a causa de sus propios hechos como
justo, tendría un motivo de orgullo aunque no delante de Dios. Pues la
Escritura dice: “Abraham creyó a Dios, y por eso Dios lo aceptó como justo”.
Ahora bien, si alguno trabaja, el pago no se le da como un regalo sino como

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

algo merecido. En cambio, si alguno cree en Dios, que libra de culpa al


pecador, Dios lo acepta como justo por su fe, aunque no haya hecho nada
que merezca su favor. David mismo habló de la dicha de aquel a quien Dios
acepta como justo sin tomarle en cuenta sus hechos. Dijo David: “¡Dichosos
aquellos a quienes Dios perdona sus maldades y pasa por alto sus pecados!
¡Dichoso el hombre a quien Dios no le toma en cuenta su pecado!”...”
(Romanos 4, 2-8).
Sin que yo hiciera nada, cuando todavía era pecador, Cristo murió por mí. No
fue por lo que hubiera hecho, ni esté haciendo ni vaya a hacer, que fui
perdonado por Jesús. Soy perdonado porque Jesús ya llevó sobre Sí mi
pecado y me dejó libre. El ya pagó por mí.
Por la fe nos llegan las promesas, y tanto la fe como las promesas son regalos
de Dios, que están al alcance de todos los descendientes de Abraham, tanto
por la ley -los judíos-, como los descendientes por la fe -los cristianos-.
Ahora volvamos al ejemplo de Juan: Cuando Juan creyó que su papá había
pagado por él, quedó libre de la deuda; pero... ¿dónde estaba la constancia
que Antonio había dado a Juan diciendo que el cheque de don Roberto
pagaba la deuda de Juan con Antonio? No había hasta ese momento tal
constancia. Por eso, Juan fue rápidamente donde Antonio para que le diera
ese recibo, ese comprobante, esa constancia pública de que ya no había
deuda, que la deuda había sido pagada por don Roberto.
Con ese documento Juan quedó libre, no solamente ante Antonio, sino ante
la ley, ante la sociedad.

El Sacramento de la Reconciliación es un juicio que produce una sentencia


legal, y esa sentencia es de absolución de la culpa y de la deuda, porque ya
toda mi carga, mi culpa, ha sido pagada por Jesús, así como la de todo
hombre que se acerca a este tribunal. Para todos hay absolución, declaración
de libertad: “Puedes irte en paz...”, y esto dicho en Nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo y de la Iglesia, la Esposa de Jesús.
Soy perdonado en el momento en que creo que Jesús pagó por mí, pero debo
acercarme al Sacramento de la Reconciliación para que el Sacerdote en
Nombre de Dios y de la Iglesia -mediante el veredicto de la absolución sacra-
mental-, declare que estoy libre de pecado, de culpa, de condenación.
Jesús mismo instituyó el Sacramento de la Reconciliación, para que por
medio de la Iglesia, actuando en el Nombre de Jesús, yo pueda recibir la
seguridad del perdón de Dios.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“A quienes les perdonen los pecados, Dios se los perdonará” (Juan 20,23).
El Sacramento de la Reconciliación es indispensable si he pecado en forma
grave; aunque siempre que me acerque a él recibiré Gracias especiales para
mantener y aumentar la amistad con Dios.
El Sacramento de la Reconciliación es el canal por el que Jesús me comunica
todo el poder de su Redención.
Es, pues, este Sacramento: Declaración oficial y pública del perdón recibido;
canal de Gracia redentora que se derrama sobre mí, no solamente en cuanto
al perdón de los pecados, sino también la Gracia medicinal para curar las
heridas que el pecado dejó y la Gracia preventiva para no recaer, además de
muchas Gracias de unión con Dios, en esta vida, y aumento de gloria en la
Eterna.
“De sus grandes riquezas, todos hemos recibido Gracia sobre Gracia” (Juan 1,
16).
Acerquémonos a este Sacramento con la certeza de que el mismo Jesús, que
cargó sobre El mi culpa y pagó mi deuda, es el que ahora me declara libre en
la persona de su Ministro.

Ejercicio

Acercarse al Sacramento de la Reconciliación con la lista que hemos estado


elaborando en los capítulos anteriores y con la certeza del perdón.
''Así pues, quienes mediante la fe hemos sido puestos en camino de
salvación, estamos en paz con Dios por medio de Nuestro Señor Jesucristo”
(Romanos 5, 1).
6

.. NO TENGAS RENCOR A TU PROJIMO, PASA POR ALTO LA OFENSA. “


Eclesiástico 28, 7

YO PERDONO.

.. Pedro se le acercó entonces y le dijo: Señor, ¿ cuántas veces tengo que


perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? y Jesús
le dice: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.”
Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso arreglar ventas con
sus empleados. Al empezar entró uno que le debía cincuenta millones de

30
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

pesos. Como no podía pagar, el rey ordenó que fuera vendido él, su mujer,
sus hijos, y todo cuanto tenía-, y que con ese dinero se le pagara. Entonces, el
empleado se arrodilló delante de él y le decía: Ten paciencia conmigo que
todo te lo pagaré.

Compadecido, el rey de aquel empleado, le dejó ir y le perdonó la deuda. Al


salir de allí, aquel empleado se encontró con uno de sus compañeros que le
debía ochenta pesos, le agarró y ahorcándole, le decía: Paga lo que debes. Su
compañero, arrodillado a sus pies, le suplicaba: Ten paciencia conmigo, que
te pagaré. Pero él no quiso, sino que lo hizo meter en la cárcel hasta que
pagara lo que debía.
Al ver esto sus compañeros, se pusieron muy tristes, y fueron a contarle al
rey todo lo que había pasado. Su rey entonces, le mandó llamar y le dijo:
Empleado malo, yo te perdoné a ti toda la deuda aquella porque me lo
pediste, ¿no debías tú también tener compasión de tu compañero como yo la
tuve de ti?
Y furioso su rey, le entregó a los torturadores hasta que pagara todo lo que
debía. Esto mismo hará con ustedes el Padre del cielo, si no perdona cada
uno de corazón, de verdad, a su hermano.” Mateo 18, 21 - 35

Yo tenía una gran deuda que no podía pagar.


Dios me perdonó esa deuda infinita: mis pecados.
Me los perdonó todos, sin excepción.
Me dejó libre.
El mismo pagó por mí la deuda en la cruz. .. Así pues, libres ya de culpa,
estamos en paz con Dios por Nuestro Señor Jesucristo.” Romanos
5, 1

Muchísimas personas me han ofendido durante la vida. Será justo que yo no


les perdone Y los deje libres, habiendo recibido yo mismo un perdón y una
libertad tan grandes, infinitas?
.. Hombre malo, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo
pediste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, cómo yo me
compadecí de ti?
Puede suceder que haya perdonado a los que me han ofendido pero aún
quedan en mí sentimientos negativos, - ira, dolor, tristeza-, y estos
sentimientos hacen que yo no pueda sentirme completamente bien respecto

31
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

de esas personas, ni actuar con ellas como debiera ó quisiera.


Esto sucede porque no he podido expresar mis sentimientos completa y
adecuadamente, por lo que ellos han quedado dentro de mí, hirviendo como
una olla puesta al fuego.
Por esto los sentimientos afloran de vez en cuando, generalmente en
momentos de tensión, o se conservan completamente inconscientes, pero se
manifiestan a través de enfermedades, pesadillas, depresión, nerviosismo,
etc.
.. Del vengativo se vengará el Señor; Dios llevará cuenta estricta de sus
pecados.

Perdona las ofensas a tu prójimo, y Dios perdonará tus pecados cuando se lo


pidas.
Si uno guarda rencor a su prójimo, ¿ cómo querrá que Dios le dé a él la salud?
No tiene compasión de un hombre igual a él, ¿ Y pide a Dios el perdón de sus
pecados?
Es un simple mortal y guarda rencor, ¿ quién le obtendrá el perdón de sus
pecados?
Piensa en tu fin y ya no odies más; piensa en la muerte y cumple los
mandamientos.
Recuerda los mandamientos y no odies al prójimo; piensa en el pacto del
Altísimo y perdona las faltas.” Eclesiástico 28, 1- 7
Si he tenido la posibilidad de expresar mis sentimientos, pero no he
perdonado, sigo en la culpa.
Si he perdonado, pero no he desahogado mis sentimientos, continúo con ira.
Para que yo quede libre y me sienta libre es necesario ambas cosas: Perdonar
y expresar mis verdaderos y profundos sentimientos.

“¿Cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi


hermano? ¿Hasta siete veces? Y Jesús dice: No te digo hasta siete veces, sino
hasta setenta veces siete.”
Mateo 18, 21 - 22
Dios quiere que yo perdone sinceramente, ampliamente, totalmente,
definitivamente, tal como El hizo conmigo.

Pero. . . yo no soy capaz de perdonar, no puedo perdonar, no me siento


capaz de perdonar con mis solas fuerzas.

32
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Dios es quien da a todos la capacidad de perdonar.


“ El que no libró a su propio Hijo, sino antes bien, lo entregó a la muerte
por nosotros, no nos dará con El, gratuitamente, todas las cosas?”
Romanos 8, 32

En el nombre de Jesús puedo perdonar cualquier ofensa, por grande que sea.
Puedo perdonar la muerte de mi hijo, el asesinato de mi padre, el robo de
toda mi fortuna, la infidelidad de mi cónyuge.
El nombre de Jesús tiene poder, y con ese poder, puedo decirle a cualquier
persona que me haya ofendido: En el nombre de Jesús, yo te perdono!
“¿Cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi
hermano? ¿ Hasta siete veces? Y Jesús dice: No te digo hasta siete veces, sino
hasta setenta veces siete.”
Si Jesús nos ordena hacerlo, es porque es posible. Si Jesús dice que hay que
hacerlo, puede hacerse.
No hay ofensa que yo no pueda perdonar con la ayuda, la gracia de Jesús.
Qué es perdonar?
Perdonar es pasar por alto la ofensa. . .es declarar inocente al que me
ofendió. . .es renunciar a odiarlo . . . es renunciar a vengarme de él. . . es
hablarle de nuevo. . . es no hablar más de la ofensa. . . es no sacaría más
tiempo en cara. .. Perdonar es hacer de cuenta que no fui' ofendido. . . es
borrón y cuenta nueva. . .
Esta actitud solamente puedo tomarla en el nombre y con el poder de
Jesús, que al morir en la cruz pidió al Padre por sus asesinos con estas
palabras: el Padre, perdónales porque no saben lo que hacen.”
Lucas 23,34
¿ Cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi
hermano? ¿Hasta siete veces? Y Jesús dice: No te digo hasta siete veces, sino
hasta setenta veces siete.”
Cuando perdono en el nombre de Jesús, el primer y mayor beneficiado soy
yo. Quedo libre, se me quita un peso de encima, se me acaba la culpa, la ira,
la tristeza, la depresión, las enfermedades; quedo nuevo, comienzo a crecer
espiritualmente, a sentirme más cerca de Dios, más amigo de El.
Perdonar no es un sentimiento, es una decisión, es un acto de la voluntad.
Hago mi parte cuando decido perdonar y Dios hace la suya, dándome la
gracia para tomar esta resolución, y me da la curación interior de la herida y
el sentimiento.

33
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Recuerde : Todos hemos sido heridos, ofendidos, humillados, ultrajados.

Dios quiere que perdonemos, Dios quiere que usted, que yo perdone. Pero
no puedo, a menos que lo haga en el nombre y con el poder de Jesús.
.. ¿Cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?
¿Hasta siete veces? y Jesús dice: No te digo hasta siete veces, sino hasta
setenta veces siete.”
Haga una lista de todas las personas que le han ofendido durante su vida:
padres, hermanos, parientes, maestros, compañeros de estudio, compañeros
de trabajo, patronos, vecinos, nosotros mismos' y . . . hasta Dios.
Anote tanto las personas que están vivas como las que han muerto. El solo
hecho de recordarlas es motivo suficiente para anotarlas.
En un lugar solitario, con la lista en la mano, haga el siguiente ejercicio:

Imagine la primera persona de la lista, enfrente de usted.


Exprésele sus sentimientos en voz alta, dígale sus quejas, sus reclamos, todos
los sentimientos que tiene hacia ella. No ahorre palabras, gestos, ni llanto.
Deje salir sus sentimientos libremente. No los guarde, no los niegue. Hable,
háblele hasta que ya no salga más.
Cuando sienta que está totalmente desahogado de esos sentimientos
respecto a la persona que imaginariamente tiene al frente de usted, mírela a
los ojos y dígale en voz alta:

En el nombre de Jesús yo te perdono a ti,- diga el nombre de la persona -, te


dejo libre de culpa, te declaro inocente y prometo no vengarme de ti.
Imagine a Jesús que se acerca y entréguele sus sentimientos, pidiéndole que
se los lleve, los sane y lo llene a usted con su paz, que usted pueda recordar
con paz esa persona y esos sucesos.
Respire hondo y descanse.
Imagine a la siguiente persona de la lista y realice con ella los pasos
anteriores.
Continúe en la misma forma con las demás personas hasta terminar la lista,
pero hágalo una por una, sin prisa, sin afán, aunque el proceso lleve varias
horas.
Al terminar este ejercicio se sentirá totalmente nuevo, descansado, libre, y
podrá decir :” El que está en Cristo Jesús, nueva criatura es ; las cosas viejas
pasaron, lo que ahora hay es nuevo.” 2 Corintios 5, 17

34
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“… Hay más alegría en dar que en recibir.”


Hechos 20, 35

EJERCICIO

Perdonar.
Hacer la lista.
Desahogar mis sentimientos, en voz alta. Perdonar en el nombre de Jesús.
Pedir a Jesús que sane la herida, y me dé paz. Continuar así con todas las
personas de la lista hasta terminarla.

35
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“... SI RECUERDAS QUE TU HERMANO TIENE ALGUNA QUEJA EN CONTRA


TUYA,
...ANDA PRIMERO A HACER LAS PACES CON TU HERMANO.” Mateo
5,23-24

PIDO PERDON.

En el capítulo pasado perdonamos a los que nos habían ofendido y el


ejercicio de perdonar nos liberó profundamente del resentimiento y la ira
que había dentro de nosotros.
En este capítulo vamos a estudiar y vivir otro aspecto: yo he ofendido a otras
personas, y la culpa que esto me ha producido no me permite experimentar
plenamente la salvación que Jesús me ganó en la Cruz.
A través de los años de mi vida he estado en contacto con tantas personas...
ya muchas he ofendido, unas veces ha sido de manera consciente, otras lo he
hecho sin darme cuenta de que ofendía y sin la intención de hacerlo.
De todas maneras -con intención o sin ella-, hay hermanos que tienen quejas
contra mí, y Jesús me dice claramente lo que debo hacer 'en esta situación: “
Así que, si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene
algo Contra ti, deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a
ponerte en paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar
la ofrenda” (Mate o 5, 23-24).
¿En cuántas ocasiones me he dejado llevar de la ira, del rencor, de la envidia,
del prejuicio, de las apariencias? En este tiempo, ¿cuántas palabras he dicho
salidas de tono, ofensivas, insultantes?; ¿cuántas actitudes mías, cuántas
miradas, cuántos gestos han herido a los que estaban cerca de mí, a los que
pasaban por mi lado en ese momento de mi vida?
Otras veces callé cuando debía y podía hablar en favor de un hermano. Callé
cobardemente.
Así que, si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene
algo contra ti, deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a
ponerte en paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar
la ofrenda” (Mateo 5, 23-24).
¿Cuántos hermanos se han sentido robados, engañados, estafados,

36
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

perjudicados por mí?


A otros he juzgado, he calumniado, he condenado sin oírlos, sin darles
oportunidad de defenderse.
He mentido, he engañado, he despreciado, he insultado, he golpeado aun
físicamente.
¡Cuánto dolor, cuántas lágrimas se han derramado por mi culpa!
Algunas de estas personas, de estos hermanos, me habían ofendido o me
habían hecho mal, otras eran inocentes, pero a todos los herí, los destruí
sicológicamente, moralmente, aun físicamente.
Así que, si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene
algo contra ti, deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a
ponerte en Paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar
la ofrenda” (Mate o 5, 23-24).
Es cierto que estoy arrepentido, es cierto que le he pedido perdón, que me
he confesado de estos pecados, de estas ofensas. Cierto es que Jesús ya me
perdonó en la Cruz, ya pagó por mí, estoy libre, pero el sentimiento de culpa
sigue presente en mí, pues Jesús quiere que: “Así que, si al llevar tu ofrenda
al altar te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda
allí mismo delante del altar y ve primero a ponerte en paz con tu hermano.
Entonces podrás volver al altar y presentar la ofrenda” (Mateo 5, 23-24).
Recuerdo a esas personas y me siento avergonzado, culpable, temeroso,
nervioso.
Es muy posible que mis hermanos también me recuerden con ira, con rencor,
con tristeza. Es muy posible que no se hayan repuesto del trauma y la
amargura que les causé.
Claro que a mi mente vienen muchas razones: Hace tanto tiempo... quién
sabe si se acordará, no me atrevo... es muy duro para mí... a mí me ofendió
más... y así, por este estilo, otras muchas.
Jesús me dice nuevamente: “Así que, si al llevar tu ofrenda al altar te
acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí mismo
delante del altar y ve primero a ponerte en paz con tu hermano. Entonces
podrás volver al altar y presentar la ofrenda'; (Mateo 5,23-24).
En muchos casos mi deseo no era ofender, no pensé que haría daño, no
pensé que molestaría a mi hermano.
Pero basta que mi hermano se sienta ofendido para que yo esté obligado a
pedir perdón, a hacer las paces, a reconciliarme con el hermano.
Mi parte es pedir perdón, no me toca obligar a que se me perdone.

37
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“El otro no me va a perdonar”. Eso no me interesa. Jesús me pide mi parte, es


la única parte que puedo hacer, la mía: pedir perdón.
Mi hermano sigue siendo libre para perdonarme, para atenderme, para hacer
las paces, o para no hacerlo. Yo cumpliré mi parte, pidiendo perdón.
Debe estar muy claro que el pedir perdón no puede usarse como excusa para
acusar a mi hermano, para profundizar la herida, para continuar la discordia.
Tampoco el pedir perdón es la ocasión para justificarme, para excusarme,
para quedar bien.
No se trata de justificar mis actitudes, es el momento de reconocer la verdad,
con humildad, con sencillez: “Te ofendí, te molesté, te herí, te hice daño, te
perjudiqué: por favor, por amor a Jesús crucificado, perdóname”.
Pedir perdón es un acto de mi voluntad, de mi libertad, salido del corazón.
Para pedir perdón es necesario ver a Jesús calumniado, insultado, burlado,
robado, en esa persona que ofendí y humildemente decirle: “He hecho mal,
perdóname”.
Para realizar este pedido de Jesús, esta exigencia de su Palabra, debo seguir
varios pasos:
Escribir el nombre de todas las personas a las que he ofendido. Padres,
hermanos, parientes, amigos, vecinos, conocidos.
Busque la lista a lo largo de su existencia: en la escuela, en el trabajo,
en la casa. Anote tanto las personas que están vivas como las que han
muerto.
Cuando haya terminado de hacer la lista busque un lugar solitario y
tranquilo para hacer el ejercicio de pedir perdón.
Imagine la primera persona de la lista enfrente de usted. Dígale,
reconózcale que usted la ha ofendido de esta manera. Sea concreto.
Dígale lo mal que usted se ha sentido por esto. Exprésele sus
sentimientos de vergüenza, culpa, angustia, etc.

A continuación pídale perdón explícitamente: N. N. Estoy arrepentido


de haberte ofendido, en (mencione la ofensa). Quisiera que esto nunca
hubiera sucedido. En el Nombre de Jesús, te pido que me perdones y
te prometo no ofenderte más.
Pídale a Jesús que lo libere a usted de la culpa y que a su hermano lo
sane de la herida que usted le causó.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Después de realizar este ejercicio con la primera persona de su lista,


continúe haciéndolo con cada una de las personas siguientes hasta
terminar la lista.
Cuando haya terminado este ejercicio, haga saber su decisión de pedir
perdón a las personas vivas con las que usted pueda tener alguna clase
de comunicación.
Escriba cartas o postales pidiendo explícitamente el perdón a los que
se encuentren lejos, a aquellos con los que tema que el pedirlo
verbalmente suscite una discusión y a aquellos con quienes es
deseable mantener cierta distancia pues su cercanía conlleva peligro
moral o físico.
Con otros use el teléfono o hable personalmente, pero únicamente
para pedir perdón, para hacer las paces. Si teme que vendrán
acusaciones o excusas de parte suya, es mejor que escriba.
Si la persona ha fallecido, ore por ella o haga celebrar una Eucaristía
por todas aquellas personas que están muertas y a quienes usted
ofendió.
En el caso que se haya quitado el honor, la fama, cosas o dinero estoy
en la obligación de resarcir y restituir. O sea, de hacer recuperar en lo
posible la fama y el honor perdidos y de regresar a su dueño los
objetos y el dinero que les deba.
“Así que, si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene
algo contra ti, deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero p
ponerte en paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar
la ofrenda” (Mateo 5, 23-24).

Ejercicio
Hacer la lista.
Expresar sus sentimientos.
Pedir perdón en el Nombre de Jesús.
Pedirle a Jesús que nos sane: a él de la herida y a mí de la culpa.
Continuar así con todos los nombres de la lista.
Escribir y enviar las cartas o postales pidiendo perdón.
Llamar o hablar personalmente con las demás personas vivas de la lista.
Orar por las que ya han muerto.
“Así que, si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene
algo contra ti, deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

ponerte en paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar


la ofrenda” (Mateo 5,23-24).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“Y CREO DIOS EL HOMBRE A IMAGEN, SUYA, A IMAGEN DE DIOS LE CREO. “


Génesis 1, 27

YO ME ACEPTO.

Dios me creó a Imagen y Semejanza suya... soy hechura suya... obra de sus
manos. Me pensó desde toda la eternidad... y me amó. Soy obra de Dios. No
soy obra del acaso, no soy obra de la suerte, del azar. Soy obra especial de
Dios.
“Y creó Dios al hombre a Imagen suya, a Imagen de Dios lo creó” (Génesis 1,
27).
Dios me creó para El mismo... para deleitarse en su obra, en mí, porque soy
su obra maestra.
Dios es mi finalidad... me hizo para existir siempre, me hizo para que lo
conociera, para que lo amara, para que disfrutara de El y todo lo que hizo
para mí, me hizo para vivir con El, siempre.
“Y creó Dios al hombre a Imagen suya, a Imagen de Dios lo creó” (Génesis 1,
27).
Fui hecho con un fin... fui hecho con una razón. Fui hecho con Amor, y a
Imagen y Semejanza de Dios, mi Hacedor.
Yo (diga su nombre) fui creado especialmente por Dios para conocerlo y vivir
con El siempre... siempre... siempre.

Definitivamente, yo soy alguien especial.


“Y creó Dios al hombre a Imagen suya, a Imagen de Dios lo creó” (Génesis
1,27).
Pero ¿cómo respondió el hombre?
El hombre pecó, se separó de Dios.
El pecado hizo estragos en todos los seres humanos... y yo participo de ese
desastre. El pecado me ha hecho daño...
En lo espiritual: nazco envuelto en el pecado original, nazco con la tendencia
a la rebeldía, con la inclinación al mal, al pecado.
En lo sicológico: nazco y crezco con traumas, heridas sicológicas, complejos,
enfermedades mentales.
En lo físico: defectos de nacimiento, enfermedades de todo tipo, algunas

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

dolorosas e incurables.
El pecado dañó el plan primero de Dios; pero Dios que tanto ama al mundo y
a mí, envió a su Hijo al mundo, y El en la Cruz destruyó el pecado y acabó con
todas sus consecuencias.
Por la Muerte de Jesús soy libre del pecado original, soy libre de todos mis
pecados, Jesús pagó todo por mí, Jesús se puso en vez de mí. !
Por la Muerte de Jesús soy libre de mis enfermedades sicológicas y físicas,
soy libre de mis defectos físicos, y de los complejos que han creado en mí.
“Y creó Dios al hombre a Imagen suya, a Imagen de Dios lo creó” (Génesis 1,
27).
Dios me ama, y porque me hizo y me ama, me acepta tal como soy.

“...La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues los hombres
ven las apariencias, pero sólo Dios mira el corazón” (1 Samuel 16, 7).
Soy obra de las manos de Dios... es verdad que soy obra deformada por el
pecado... pero igualmente es verdad que soy obra restaurada perfectamente
por la Sangre de Jesús.
“y creó Dios al hombre a Imagen suya, a Imagen de Dios lo creó” (Génesis
1,27).
Porque Dios me creó y me restauró, Dios me acepta como soy, me ama como
soy, me ama tal como soy, porque me ve a través de su Hijo Jesús, Hombre
perfecto.
“y creó Dios al hombre a Imagen suya, a Imagen de Dios lo creó” (Génesis
1,27).
En lo espiritual no mira mis pecados y defectos; ve a Jesús que me ha bañado
con su Sangre, que me ha limpiado con ella.
En lo físico y psicológico no mira en mí traumas, complejos, defectos físicos,
enfermedades. Ve en mí la' Imagen de su Hijo Jesús, que me liberó de todas
las consecuencias del pecado.
“Y creó Dios al hombre a Imagen suya, a Imagen de Dios lo creó” (Génesis 1,
27).
Dios me ve perfecto en Jesús.
Dios me acepta como una madre acepta a su hijo enfermo o inválido, porque
no mira su enfermedad, su invalidez; ella mira en esa persona a su hijo... y
eso le basta.
“Y creó Dios al hombre a Imagen suya, a Imagen de Dios lo creó” (Génesis 1,
27).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Dios me ama tal como soy... Dios acepta y ama mi nombre... “Ahora, así dice
Yahvé, tu Creador, Jacob, tu plasmador, Israel. “No temas que Yo te he
rescatado, te he llamado por tu nombre, tú eres mío”” (Isaías 43, 1).
Dios acepta mi cuerpo... mi estatura... mi piel y su color... mi cara... mis ojos...
mi nariz... mi boca... mis orejas... mis manos... mis pies... mis piernas... mis
dedos...
Dios me acepta así como soy, pues con estos mismos ojos y esta misma piel
que tengo ahora, le veré a El siempre, en el Cielo.
“Bien sé yo que mi Defensor está vivo, y que El, el último, se levantará sobre
la tierra. Que después que me dejen sin piel, ya sin carne, veré a Dios. Sí, seré
yo quien lo veré, mis ojos le verán, no los de otro...” (Job 19,25-27).
Dios, porque me ama, me hizo; porque me ama, me restauró; y porque me
ama, me resucitará perfecto, como me hizo en principio, como me planeó
originalmente, para vivir con El toda la eternidad, sin limitación alguna,
porque soy suyo, porque soy para El, porque soy su obra, porque mi finalidad
es El.
¡Dios me acepta como soy! ¡Dios me acepta como soy!
Repita esto en voz alta muchas veces.
Si Dios, que es perfecto, me acepta como soy, me ama como soy y espera
vivir conmigo toda la eternidad, ¿por qué yo no me acepto como soy, por qué
yo no me amo como soy?
No estoy contento de ser como soy... no me conformo con ser como soy;
quisiera ser distinto... quisiera tener otra estatura... otro color de piel... otro
sexo... No estoy contento conmigo mismo.
Cuando yo no me acepto, estoy acomplejado, traumatizado, soy tímido...
Cuando me acepto, soy libre, proclamo la restauración que Jesús hizo en mí,
en la Cruz.
“y creó Dios al hombre a Imagen suya, a Imagen de Dios lo creó” (Génesis 1,
27).
Si yo soy libre del pecado y sus consecuencias por la Sangre de Cristo, ¿por
qué vivo como encarcelado, como amarrado, como atado?
Dios quiere que yo sea libre... ojos me liberó por medio de Jesús en la Cruz.
Dios me acepta como soy, y quiere que yo me acepte.
Dios quiere que yo cambie lo que puedo cambiar... y acepte con paz lo que
no puedo cambiar.
Dios quiere que espere la resurrección para ser perfectamente restaurado y
así disfrutar plenamente de la Redención.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Mientras estoy aquí en este mundo, quiere El que yo cambie lo que puedo
cambiar, y acepte con paz lo que no puedo cambiar.
Cierre los ojos y con toda sinceridad mire en su interior.
¿Qué rechazo de mí? Nombre, estatura, color de la piel, ojos, orejas, boca,
nariz, pies, manos...

Anote la lista de lo que ha rechazado hasta este momento en usted.


¿Qué puedo cambiar?
Anote qué puede cambiar y cómo.
¿Qué cosas no puedo cambiar?
Decida aceptarlas con paz.
Diga en voz alta: “Me acepto como soy. Me acepto como Dios me acepta. Me
amo como Dios me ama. Acepto (nombre lo que acepta). Acepto también
(nombre lo que acepta)”, y así hasta terminar todo lo que no puede cambiar
y acepta con paz. ¡
“Jesús, te pido que pueda aceptarme tal como soy, porque I
Tú me aceptas así”.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“SABEMOS QUE DIOS DISPONE TODAS LAS COSAS PARA EL BIEN DE LOS QUE
LE AMAN. . . “
Romanos 8, 28

Acepto mis circunstancias

Dios me ama y tiene un plan para mí; quiere lo mejor para mí y por eso saca
para mí bienes de todo lo que ocurre a mi alrededor, de las personas que me
rodean, y de todas las circunstancias de mi vida.
Dios es Todopoderoso, sabio, es el único capaz de hacer todo lo que se
propone.
“Para Dios, nada es imposible” (Lucas 1,37).
Los hombres no podemos hacer cosas buenas sino de otras cosas buenas.
Solamente Dios puede sacar cosas buenas aun de las malas.
“Sabemos, además, que todo contribuye al bien de los que aman a Dios, de
los que El ha llamado según sus designios” (Romanos 8, 28).
¿Qué es todo? Todo es todo.
Todo, todo, todo.
Todas las cosas, las circunstancias, las personas, todo lo que me rodea, se
convierten para mi bien, si amo a Dios.

Un padre y una madre mueren accidentalmente Y dejan ocho huérfanos. Eso


es para el bien de los que aman a Dios. En ello interviene Dios, para el bien
de los que le aman.
Mi esposo es borracho, mi hijo es borracho, la Palabra de Dios dice que eso
ayuda para bien, si amo a Dios; El saca bienes de allí.
Vivo en una casa muy estrecha, con otras personas, tengo dificultades con
ellas, me parece imposible vivir más tiempo en esa situación...
“Sabemos, además, que todo contribuye al bien de los que aman a Dios, de
los que El ha llamado según sus designios” (Romanos 8, 28).
Las circunstancias en que me encuentro ayudan para mi bien, si amo a Dios.
Estoy muy pobre, tengo escasez de todo: eso ayuda para mí bien.
Tengo a mí alrededor personas difíciles de entender, tengo a mí alrededor
personas difíciles de vivir con ellas. En todas esas cosas interviene Dios para
el bien de los que le aman. Todas esas personas ayudan para mi bien, porque

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

amo a Dios.
Soy huérfano, murieron mis padres, estoy solo, mis parientes me han
abandonado. Todo esto ayuda para mi bien, si amo a Dios.
Tengo una enfermedad incurable, estoy desahuciado. Esto ayuda para mi
bien, si amo a Dios.
Todo, todo, todo, ayuda para mi bien... si amo a Dios.
Lo que para mí es negativo, insoportable, insufrible, espantoso, lo que no he
podido aceptar, cooperará, ayudará para mi bien. Dios lo hará así para
cumplir su promesa, Y todo aquello que me parecía negativo se convertirá en
beneficio para mí, si amo a Dios.
La situación económica... el futuro del país... los acontecimientos
mundiales... todo coopera para el bien de los que aman a Dios.
La Palabra de Dios es verdad, no falla, no miente, lo que dice es así como lo
dice.
Y si la Palabra de Dios dice que todo coopera para el bien de los que aman a
Dios, que todo coopera para mi bien, eso es así... y significa que todos los
acontecimientos, aunque sean malos, se convierten en bien para mí.
Por eso, para mí los acontecimientos ya no son negativos, sino maravillosos,
porque detrás está Dios que interviene en ellos para mi bien.
En el capítulo pasado aceptamos toda nuestra persona, porque es para
nuestro bien que somos así, que soy así. Eso coopera para mi bien.
En este capítulo estamos hablando principalmente de lo que nos rodea:
clima, personas, cosas, acontecimientos, etc.
Si he perdido alguna parte de mi cuerpo... eso coopera para mi bien; Dios
interviene para sacar maravillas de ello, aunque yo no lo comprenda, ni sepa
cómo lo hace.
Dios saca grandes bienes de lo que nosotros vemos como un desastre, como
una derrota, como un fracaso...
Una Santa que se sentía incapaz de llevar sus circunstancias, vio al Señor y El
le dio la oportunidad de cambiar de Cruz. La Santa probó miles de cruces que
había en un Cuarto y a pesar que algunas parecían más livianas y mejores que
la suya no se acomodó con ninguna.
Al final probó una con la que pudo acomodarse y se la pidió al Señor, que le
dijo: “Esa es la tuya, la que siempre has tenido”.
Cuántas veces hemos dicho: ¿Por qué permitiste esto en mi vida, Señor?
“Sabemos, además, que todo contribuye al bien de los que aman a Dios, de
los que El ha llamado según sus designios” (Romanos 8, 28).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Si usted experimenta actualmente alguna circunstancia que no considera


buena para su vida, hay algo a su alrededor que lo hace sufrir, una persona le
hace difícil la vida, tiene un pasado triste que no acepta, escuche a Dios:
“Sabemos, además, que todo contribuye al bien de los que aman a Dios, de
los que El ha llamado según sus designios” (Romanos 8, 28).
Diga ahora en voz alta, pensando en la circunstancia de su vida que le parece
más negativa: Esto (diga qué es), contribuye a mi bien, ayuda para mi bien.
Todo coopera para el bien mío, pues amo a Dios. Repita varias veces esto.
Pídale a Dios que todo ayude en su vida para su bien y que estas palabras
sean una realidad para usted, de manera que pueda repetirlas cuando se
enfrente a circunstancias que parezcan negativas, y llegue hasta a dar gracias
a Dios por el bien que le han traído; porque estamos seguros que “todo
coopera para el bien de los que aman a Dios”.
Agradezca a Dios por esa circunstancia que antes le parecía tan negativa.
Piense: “Es para mi bien, para beneficio mío”.
Diga en voz alta: “Gracias, Señor, por esto (nombre de qué se trata). Te
bendigo... te alabo por esto”. Repita varias veces, hasta que se sienta
realmente agradecido con Dios.

Ejercicio

Haga una lista de las circunstancias y personas de su vida que usted ha


considerado negativas, y repita mientras repasa la lista: “Esto ayuda para mi
bien, porque amo a Dios”, hasta que realmente lo sienta así. Realice este
ejercicio en voz alta.

47
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

10

“EL SEÑOR SANA A LOS QUE TIENEN ROTO EL CORAZON Y LES VENDA LAS
HERIDAS. “ Salmo
147, 3

Estoy herido

Cada persona tiene recuerdos dolorosos, espinas profundas, dolores


interiores, penas amargas, que el tiempo no ha podido ni podrá borrar
perfectamente.
Tengo mi propia historia. Desde muy pequeño estoy recibiendo golpes
interiores... profundos... el solo hecho de recordarlos hace que las lágrimas
vengan a mis ojos.
Mi corazón es sensible... delicado... fácil de herir... aun con el más pequeño
detalle: una mirada, un gesto, una palabra, son suficientes para dejar una
herida imborrable en mi ser.
En los capítulos pasados he vuelto a Dios, he recibido su perdón, he
perdonado a los demás, he renunciado a lo que Dios no quiere, me he
aceptado a mí mismo, he aceptado mis circunstancias... pero aún los
recuerdos dolorosos persisten allá muy dentro, en mi interior.
Muchas veces ese dolor interior es tan grande que lo he sepultado en lo más
recóndito y no puedo traerlo otra vez a la memoria. Fue tanta la herida que
mi mente no resiste el recuerdo.

Otros dolores son muy antiguos, los recibí cuando aún era muy pequeño,
cuando estaba todavía en el vientre de mi madre, y de esa época no recuerdo
nada; es posible que no los conozca.
Estos recuerdos pueden ser el origen de una enfermedad física que no ha
podido ser curada y que no podrá serlo hasta que desaparezca la causa
interior.
También estos recuerdos son la causa de que yo reaccione de manera
explosiva, anormal, excesiva, de manera incomprensible, aun para mí.
Algo que ha ocurrido hace tiempo es el resorte que impulsa mi actuar,
aunque no lo sepa ni lo entienda.
“El Señor sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas”
(Salmo 147,3).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Desde el momento en que comencé a existir empecé a recibir impresiones


negativas, que me han afectado profundamente a lo largo de la vida.
Quizá mi madre sintió miedo excesivo o continuo durante el embarazo... tuvo
disgustos... sufrió algún accidente... todo eso repercutió en mí y se grabó con
gran fuerza en mi interior.
Después de los traumas recibidos en el vientre de mi madre... llegó el
momento del nacimiento.
Salí de ese lugar tan cómodo y seguro, me separé de ella... tuve que empezar
a respirar solo, a vivir solo... sentí incomodidad, sentí hambre, sentí sed...
Durante esa etapa de mi vida, también fui afectado sicológicamente,
interiormente.
“El Señor sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas”
(Salmo 147, 3).
Durante los años de la niñez cuántas cosas me afectaron: padres poco
comprensivos... reprensiones y golpes injustos... discusiones y peleas a mi
alrededor... falta de amor de los padres hacia mí ausencia temporal ~
definitiva de los padres, hermanos crueles, pobreza, y muchas otras si-
tuaciones que vienen a mi mente en este momento...
Se burlaron de mí... me compararon con otros... y tantas cosas más.
“El Señor sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas”
(Salmo 147, 3).
Crecí, salí la primera vez a la escuela, me separé de la casa, me quedé sin la
seguridad que experimentaba en ella... Encontré profesores duros,
incomprensivos, compañeros crueles... un ambiente totalmente nuevo que
me afectó también.
“El Señor sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas”
(Salmo 147, 3).
Al llegar la época de la adolescencia experimenté muchos conflictos internos:
cambios en mi cuerpo... alteraciones en mi temperamento... sentimientos
fuertes que nunca había sospechado... soledad... duda... incertidumbre. No
tuve a quién acudir, a quién preguntar.
“El Señor sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas”
(Salmo 147, 3).
En el campo sentimental: amé y no fui correspondido... me dejaron sin
explicación... sentí que se burlaron de mí... alguien trató de hacerme daño
físico o moral...
“El Señor sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas”

49
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

(Salmo 147, 3).


En el estado en que me encuentro: soltero, casado, religioso, Sacerdote...
cuántos desengaños, choques, heridas: con padres... hermanos... esposo...
esposa... hijos... superiores... compañeros...
“El Señor sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas”
(Salmo 147,3).
En mi trabajo... en mi estudio... cuántos miedos sin razón... cuánto sentido de
culpa... por mis errores... por mis pecados... voy cargando un fardo
inmenso... siento un gran peso sobre mi espalda y ni siquiera sé de dónde
viene...
“El Señor sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas”
(Salmo 147, 3).
Todos tenemos una larga historia... yo también tengo la mía... y es una
historia dolorosa (recuérdela).
Pero, a pesar de esta historia... “El Señor sana a los que tienen roto el
corazón y les venda las heridas” (Salmo 147, 3).
El único que conoce a fondo mi historia, mi corazón, mi mundo interior... es
Jesús.
El conoce todos los recuerdos amargos de mi vida, mis tristezas, mis
desengaños, mis frustraciones, y solamente El puede curarlos
completamente.
“El Señor sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas”
(Salmo 147, 3).
Jesús no solamente puede curar mis heridas, no solamente las cura, es más,
Jesús ya las curó en la Cruz, Jesús llevó cada uno de esos dolores interiores
que he sufrido a lo largo de mi vida.
“Y con todo eran nuestros dolores los que El llevaba, nuestras dolencias las
que soportaba” (Isaías 53, 4).
Puedo decir: “Y con todo eran mis dolores los que El llevaba, mis dolencias las
que soportaba”.
Ese grito, ese gesto, ese golpe, ese desprecio, ese insulto, Jesús los cargó
sobre Sí mismo, para que yo sea libre ahora, en este momento.
Todas y cada una de las heridas de mi vida, de los desengaños de mi vida, de
las frustraciones de mi vida, cada uno de los golpes interiores... Jesús los llevó
en la Cruz en vez de mí... por mí.
“El Señor sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas”
(Salmo 147, 3).

50
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

El pecado afectó al hombre en todos los aspectos, íntegramente. Jesús pagó


por mí la deuda que tenía con el Padre, venció el pecado y todas las
consecuencias de ese pecado sobre mi persona.
Su salvación -palabra que significa salud- fue total, no se limitó a la deuda por
el pecado.
Esto lo hizo para que yo tuviera una vida plena, feliz, realizada.
“El Señor sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas”
(Salmo 147, 3).
“...El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus Llagas hemos sido
curados” (Isaías 53, 5).
Jesús, pues, quiere y puede sanar todo mi doloroso pasado. Para que esto
sea realidad es necesario:
Recordar todos y cada uno de estos hechos y si es posible, volver a vivir
el sentimiento que me acompañó en ese momento.
Hacer un recorrido de la vida con Jesús, y ver cómo en cada uno de
esos acontecimientos Jesús se pone en vez de mí, y recibe la ofensa
que iba contra mí, llevándosela inmediatamente a la Cruz, dejándome
así libre.
Si tengo una persona de confianza, puedo expresarle estos recuerdos y
los sentimientos que los acompañaron y pedirle que ore por mí hasta
sentir tranquilidad. También puedo orar a solas por mí mismo. Este
proceso puede hacerse en varias sesiones para evitar demasiada carga
emocional.

Ejercicio

En un lugar tranquilo y solitario, recordar toda la vida con sus traumas,


complejos, recuerdos dolorosos y hacer la lista de todos ellos, que se usará
en el próximo capítulo, donde le pediremos a Jesús que sane totalmente
estos recuerdos para que podamos recordarlos con paz y no interfieran con
nuestra vida diaria.

51
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

11

“JESUCRISTO ES EL MISMO AYER, HOY Y POR LOS SIGLOS. “


Hebreos 13, 8

Jesús sana mis primeros años

En el capítulo pasado recordamos toda nuestra vida, y debemos tener ya la


lista con cada uno de esos recuerdos. En este capítulo vamos a pedirle a Jesús
que los sane de raíz.
“Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13,8).
Cierre los ojos, mire a Jesús a su lado: El está aquí. El Jesús que está aquí y
que usted está viendo con los ojos interiores es Dios, es el mismo ayer, hoy y
por la eternidad.
Para Jesús no hay pasado, ni futuro, no hay límite de tiempo, para El todo es
presente, todo está presente, todo es hoy, ahora.
El sabe quién soy yo, me ama, sabe qué heridas he recibido, mejor de lo que
las sé yo mismo.
“Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13,8).
El quiere recorrer ahora conmigo cada una de las circunstancias de mi vida.
Haga un acto de fe. Dígale a Jesús en voz alta: “Creo que Tú, Jesús, estás aquí.
Creo que Tú eres el mismo ayer, hoy y para siempre.
Creo que Tú ves como en una película toda mi vida. Te invito a recorrerla
conmigo en este momento.
Tú conoces el momento de mi concepción. Completa, Señor, el amor que
faltó en ella, y sana los móviles de mis padres para traerme al mundo”.
“Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; Tú me formaste en el vientre de mi
madre” (Salmo 139, 13).
Durante todos los días que estuve en el vientre de mi madre, ponte Tú entre
los dos y deja caer sobre Ti todas las emociones negativas que ella
experimentó en ese tiempo hacia otras personas y hacia mí.
“Por todos lados me has rodeado; tienes puesta tu mano sobre mí” (Salmo
139, 5).
Mi madre sintió miedo durante el embarazo. Miedo al futuro, miedo a
perderme, miedo al parto, miedo a su esposo, a la oscuridad, a algunos
animales...
Jesús, Tú has vencido el miedo en la Cruz. En este momento entra en esa

52
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

época de mi existencia, que para Ti está presente, y haz que el miedo de mi


madre caiga sobre Ti. Llévate mi miedo mientras oras en el Huerto de los Oli-
vos, y asume sobre Ti todo el miedo de mi vida para que yo quede libre.
“...No te angusties ni tengas miedo” (Juan 14,27). Gracias, Jesús, porque el
miedo desaparece de mi vida, ya que tu deseo es que yo viva sereno, en paz,
sin temor. Mi madre también sintió odio, rencor, resentimiento. Lo sintió
hacia Ti, Jesús, hacia sí misma, hacia mi padre, hacia mis parientes y sobre
todo hacia mí.
“Mira cuántos enemigos tengo que sienten por mi un odio mortal. ¡Cuídame,
sálvame la vida!” (Salmo 59, 2-3).
Me sentí rechazado por ella, deseaba que no naciera, prefería que yo no
hubiera existido, tal vez hasta hizo algo para lograrlo...
Jesús, Tú lo sabes... y me comprendes, porque a Ti te odiaron y desearon tu
Muerte. Ponte Tú entre ella y yo, y deja que ese odio caiga sobre Ti y yo
quede libre.
Sana las consecuencias de ese odio... mi inseguridad... mi desconfianza. ..
Lléname de tu Amor, de tu seguridad, de tu confianza, de tu mansedumbre.
Gracias, porque ya no me siento amenazado por los demás, ya no me siento
odiado, ya no me siento despreciado, ya no me siento inseguro, siento que
valgo, que soy alguien a quien Tú amas.
“El Señor es la defensa de mi vida. ¿Quién me hará temblar?”.
Llegó el momento de mi nacimiento. Jesús, entra en el sitio donde vine al
mundo y recíbeme Tú, acaríciame, caliéntame, rodéame con tus brazos; haz
que no tema al mundo, a lo desconocido, a lo nuevo...
“Tú me hiciste nacer del vientre de mi madre...” (Salmo 22, 10).
Nací, no por azar, por suerte, por casualidad. Nací porque Tú me pensaste
desde toda la eternidad. Nací porque Tú fijaste un día en tu libro para que
empezara mi vida, la sostuviste en el vientre de mi madre mientras me hacías
crecer y formar con perfección.
Y decretaste el día de mi nacimiento, que nadie pudo impedir...
Porque me amas y quieres mi felicidad me trajiste a este mundo. Gracias,
porque curas mis heridas para que disfrute de la vida y no maldiga más el día
en que nací, sino que te agradezca el regalo magnífico de la vida.
“Yo he venido para que tengan Vida y la tengan abundante” (Juan 1O, 1O).
Empieza mi vida, independiente de mi madre, llena de nuevos
acontecimientos, pero también de dificultades: ruidos, gritos, demasiada luz,
o por el contrario: oscuridad y soledad... Me sentí desamparado porque a mi

53
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

alrededor no había nadie que me protegiera; no podía moverme, de-


fenderme... no podía expresarme... Tuve hambre, tuve sed, pero nadie me
comprendió. A pesar de eso: “Señor, Tú me escrutas y me conoces, todas mis
andanzas, cuando me siento y cuando me levanto, mi pensamiento calas
desde lejos; esté yo en camino o acostado; Tú lo adviertes, conocidas te son
mis sendas; aún no tengo la palabra en la lengua y Tú, Señor, ya la conoces”
(Salmo 139,1-4).
Colócate, pues, junto a mi cunita y soluciona mis necesidades para que pueda
estar pleno, satisfecho, seguro, como TÚ deseas que esté.
Rodéame de Amor y seguridad, mis dos grandes necesidades de esta época.
Gracias, Jesús, porque lo haces. Siento alivio, descanso... I
Siento que una carga, una angustia, desaparecen de mi vida...
“Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13,8).
Continúa entrando en cada momento doloroso de mi vida, ya que Tú los ves
y los vives perfectamente porque no estás limitado por el tiempo que ha
pasado desde estos acontecimientos, y tampoco estás limitado por la distan-
cia. Eres Omnipotente, todo lo puedes, y pones tu Omnipotencia a mi
servicio... porque me amas.
Gracias, Jesús, gracias... gracias...
Recorre cada día de los primeros cinco años de mi vida y repara mi
personalidad que se afectó tan fácilmente en esta época. Capté que mis
padre no estaban de acuerdo... que no se querían... no supe por cuál
decidirme... a cuál amar. Recibí heridas de ambos: miradas, burlas, desprecio.
Sentí que no valía, que no era importante, que no era capaz, que era torpe,
que no podía.
Sentí que era una carga, un estorbo, pero también sentí que necesitaban de
mi apoyo pues cada uno me contaba sus problemas. No me sentía capaz de
esa labor; me sentí agobiado, deprimido... triste, muy triste.
O pudo ser que por el contrario, me protegieron demasiado, me impidieron
jugar, correr, hablar, expresar mis sentimientos y opiniones.
Es cierto que no recuerdo nada de esta época, pero hay heridas en mí:
inseguridad, miedo, desconfianza... Tengo sentimientos negativos hacia mis
padres, hacia mis hermanos, hacia el sitio donde nací y viví mis primeros
años...
Jesús, gracias, porque has recorrido conmigo cada día de cada uno de los
cinco primeros años de mi vida. Gracias, porque has curado mis heridas más
profundas. Gracias, porque has transformado mi personalidad, que estaba

54
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

afectada profundamente, y yo ni siquiera sabía por qué.


“El Señor sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas”
(Salmo 147, 3).

Señor Jesús, te pido que sanes los eventos que hemos mencionado hoy y los
que no puedo recordar conscientemente. Te doy gracias, porque estoy
seguro que me concedes todo lo que te pido, porque Tú has dicho: “Pidan y
recibirán...” (Mate o 7, 7).
Gracias, Jesús, por el alivio y la paz que siento a partir de este momento.

55
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

12

“EL SOPORTO El CASTIGO QUE NOS TRAE LA PAZ. “


Isaías 53, 5

Jesús me sana

Gracias, Jesús, por el proceso de curación interior que has empezado en mí.
Tú estás curando paso a paso mis traumas, mis complejos, mis recuerdos
dolorosos, que están profundamente arraigados en mi personalidad.
Jesús, Tú eres el mismo ayer, hoy y por los siglos. Tú te regresas conmigo en
la vida, Tú vuelves a vivir la vida conmigo, y en el momento en que
sucedieron los hechos dolorosos no dejas que yo los cargue sino que Tú te los
llevas, Tú los sufres en la Cruz, Tú los padeces en vez de mí y yo puedo
quedar libre. Realmente quedo libre, recuerdo esos momentos pero los
recuerdo con paz, sin esos sentimientos dolorosos que experimentaba antes,
sé que me sucedió a mí pero ya no me duele. Gracias, Jesús.
Tú has curado las heridas, las impresiones negativas que recibí cuando aún
estaba en el vientre de mi madre. Yo no recuerdo nada, pero Tú sí conoces
todo.
Has sanado también cada día de los primeros cinco años de mi vida que
fueron decisivos en la formación de esta Persona que en este momento te
habla, Jesús. En esos cinco años se estructuró mi personalidad. Tú has sanado
esa época, por eso tengo ahora una personalidad nueva, soy una nueva
criatura, una nueva persona, más libre, más feliz, más madura.
Hoy quieres continuar la curación del resto de mi vida, donde están la
mayoría de mis recuerdos conscientes, de lo que llamo mi memoria.
“...EI soportó el castigo que nos trae la paz...” (Isaías 53,5). Vuelve a vivir
conmigo ahora cada uno de los días de mi vida, cada uno de los instantes
desde que empecé a existir hasta ahora.
Gracias, porque has vuelto a vivir conmigo los días que transcurrieron desde
mi concepción hasta los cinco años y has profundizado mi curación interior.
Yo no tengo recuerdos conscientes de esa época, pero Tú sabes exactamente
qué sucedió en cada instante, y no solamente lo sabes sino que has echado
sobre Ti la carga emocional que esa época trajo a mi vida. Gracias, Jesús, por
que te has puesto entre mi madre y yo, y Tú has sido la barrera que me
defendió de sus sentimientos negativos. Gracias, Jesús.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

A partir de los cinco años cuántas cosas me han afectado; no quiero auto
compadecerme, quiero que me sanes, que esos recuerdos dejen de ser un
obstáculo para mi felicidad, que no me roben la paz, que no me anulen, que
no me aten. Gracias, Jesús, por la libertad que estoy seguro que me das a
través de esta petición que te hago para que me cures por dentro.
Recuerdo a mi padre y la relación que tuve con él: no fue una relación de
hijo, fue una relación de esclavo, fue una relación de miedo, de
resentimiento, de desconfianza, de desaliento, pues no pude satisfacer su
exigencia de perfección. No me fue posible identificarme con él, más bien me
sirvió de modelo de cómo debía evitar ser yo.
Mi mamá fue dura como papá, exigente, autoritaria, no me inspiraba
confianza. Estaba siempre ocupada, no me atendía, le parecían bobadas
todas mis cosas.
Recuerdo a mis hermanos egoístas, crueles; Tú sabes lo que siento por cada
uno de ellos.
Otras personas vivieron en la casa porque eran parientes o porque éramos
muy pobres y debíamos compartir la casa. Cada una de esas personas marcó
mi vida de una manera diferente.
Jesús, Tú me amas y me comprendes. Llena el vacío que esas personas
dejaron en mi vida y las frustraciones que ocasionaron.
Colócate entre ellos y yo, y haz que todas sus actuaciones y la herida que
causaron en mí caiga sobre Ti, súfrelas Tú en vez de mí, para que ya no me
persigan más esos recuerdos.
Se burlaron de mí, me compararon con otros, me gritaron, me castigaron
injustamente. Recibe, Jesús, burlas, castigos, gritos, comparaciones. Tú
viviste eso después que te prendieron y te llevaron a la cárcel. Déjame libre,
cúrame, ya que Tú soportaste el castigo que me trae la paz.
Gracias, Jesús, porque voy sintiendo alivio, descanso, paz, tranquilidad.
Gracias, Jesús, porque en tu Cruz he obtenido la paz y la curación de estos
recuerdos.
Llegó el día de ir a la escuela. Me separé de la casa, me sentí inseguro, triste,
solo, lleno de temor ante lo desconocido.
Acompáñame, Jesús, a la escuela este primer día y sígueme acompañando
cada día que asistí a ella. Ahora siento que no voy solo, que voy contigo, que
estoy acompañado, que estoy protegido.
“Aunque camine por cañadas oscuras nada temo, porque Tú vas conmigo”
(Salmo 23, 5).

57
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

En la escuela tuve dificultades con los profesores y con los compañeros.


Tengo recuerdos muy negativos de la escuela. Probablemente ello fue la
causa de que abandonara la escuela prematuramente, de que no completara
mi educación. No me sentí bien, sentí a la escuela como una cárcel.
Jesús, toma todas mis heridas del tiempo de escuela y cúralas. Vive Tú por mí
estos sentimientos y estas experiencias para que yo quede libre. Gracias,
Jesús, porque puedo recordar la época de la escuela sin miedo, sin resenti-
mientos. “...EI soportó el castigo que nos trae la paz...” (Isaías 53, 5).
De pronto, comencé a experimentar cambios en mi cuerpo, en mi
temperamento, Y en todo mi ser. Llegó la adolescencia y me sentí a menudo
solo, sin confianza para compartir mis sentimientos, para manifestar mis
proyectos, mis ilusiones. No me sentía capaz de hacer las preguntas que
daban vueltas en mi cabeza, ni pude aclarar las dudas tan comunes en esa
época.
Tú, Jesús, fuiste adolescente como yo. Vive de nuevo la adolescencia
conmigo, pero de una forma nueva; vive Tú lo negativo de esa época,
llévatelo a la Cruz y hazme un adolescente libre, confiado, seguro. Ayúdame a
llegar a la edad adulta y a su madurez.
Gracias, Jesús, por estar conmigo en esta parte de mi vida, por no dejarme
solo, por compartir conmigo, por ser mi amigo, por dialogar conmigo.
“No te dejaré, ni te abandonaré” (Jos 1, 5).
“...EI soportó el castigo que nos trae la paz...” (Isaías 53, 5).
En lo emocional y sentimental Tú sabes mi historia, sabes que guardo tristes
recuerdos: alguien me dejó, me abandonó sin motivo, me hizo daño físico o
moral, amé y no me amaron de igual forma, sentí que me usaron, que juga-
ron conmigo.
Jesús, llévate estas decepciones a la Cruz y déjame libre de esos recuerdos
para que pueda evocar mi adolescencia con paz, con alegría, hasta con
nostalgia.
“...EI soportó el castigo que nos trae la paz...” (Isaías 53, 5).
No pude estudiar todo lo que hubiera deseado o debido. Esto dejó una
herida en mí, una frustración, un complejo. Me sentí inferior a los que
obtuvieron mayor educación. Esto me aisló de muchas personas y me hizo
resentido.
Cura, Jesús, mi herida y haz que sienta que Tú me amas no por lo que
estudié, sino porque me hiciste y así como soy me sigues amando.
Trabajé duramente y mal remunerado. Tú que trabajaste hasta los treinta

58
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

años, puedes vivir conmigo esta época y sanar las heridas que esta actividad
dejó en mí.
Elegí estado.
Me casé y lo que esperaba sería una gran felicidad en mi vida se convirtió en
decepción. Mi cónyuge cambió de manera de ser y mostró facetas de su
personalidad que yo desconocía por completo. Me sentí engañado, incapaz
de vivir así. Soporté ofensas, infidelidad, amenazas, golpes, desprecio,
indiferencia. Creció en mí una gran amargura. He perdonado, pero aún
sangra la herida. Me abandonó, me dejó solo, y tuve que enfrentarme a la
vida sin apoyo.

Cura, Jesús, todas las heridas que se produjeron en mí durante el


matrimonio, sana completamente la relación con mi cónyuge para que pueda
verlo y amarlo con ojos nuevos.
Es posible que mi dolor se deba a la viudez, que me dejó definitivamente solo
en el mundo, que truncó mis ilusiones.
Jesús, reemplaza Tú a ese ser que murió y sana mi soledad.
Los hijos que nacieron de mí trajeron amarguras también. Sufría en el
embarazo pensando en su futuro, con miedo de que no nacieran. La crianza
significó privaciones y sacrificios. Lo que a ellos les hace sufrir es también una
nueva herida para mí. También me han ofendido, herido, humillado. No han
sido agradecidos ni considerados.
Sáname hasta tal punto, Jesús, que sonriendo pueda decirte: “Gracias, Jesús,
por haberme dado este esposo y estos hijos”. Que recuerde con paz a cada
uno de ellos.
“...El soportó el castigo que nos trae la paz...” (Isaías 53, 5). Escogí por el
contrario la vida de soltero.
He sentido la soledad, me parece que no hay sitio para mí en ningún hogar.
En mí hay temor a la vejez, temor al futuro.
Acompáñame Jesús en este estado, llévate mi soledad.
“...El soportó el castigo que nos trae la paz...” (Isaías 53,5). Soy religioso, o fui
religioso.
Tú sabes, Jesús, que allí recibí o he recibido heridas de parte de mis
superiores y de mis compañeros en la vida consagrada.
He sentido desaliento, desesperanza, deseos de desistir. Cura Tú, Jesús, estos
sentimientos que son los mismos que experimentaste en tu Pasión. Llévate
estas heridas que me hacen sufrir y me dificultan amar a mis hermanos y

59
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

superiores.
“...El soportó el castigo que nos trae la paz...” (Isaías 53, 5).
Cualquiera que haya sido mi vida, soy consciente que a través de ella he
ofendido a Dios y a mis hermanos. Me he confesado de ello, estoy
sinceramente arrepentido, pero siento culpa, me siento avergonzado
conmigo mismo y también contigo, Jesús. Recuerdo mis pecados y me siento
como atado por esos recuerdos.
Llévate Tú estos sentimientos de culpa, ya que Tú fuiste molido por causa de
mis pecados y por tu Muerte tengo paz con Dios. Tú pagaste mi deuda con lo
más precioso: tu propia Vida. Cura mi culpa y haz que vaya confiado por la
vida y al encuentro contigo.
“...El soportó el castigo que nos trae la paz...” (Isaías 53, 5).
Jesús, hay un hecho en mi vida que puedo llamar el recuerdo más doloroso
de todos. Sana con especial profundidad y cuidado ese hecho, ese recuerdo,
ese trauma, ese complejo.
Gracias, Jesús, porque me siento libre, nuevo, liviano, descansado. Gracias,
Jesús.

Ejercicio

Completar la lista de los episodios de nuestra vida que necesitan sanación


interior.
Repetir este capítulo pidiendo curación interior por cada uno de los hechos
de la lista todas las veces que sea necesario hasta que sienta que estoy sano
de ellos.

Recuerde: La curación interior es un proceso que puede durar semanas,


meses o años.

60
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

13

“POR SUS LLAGAS FUIMOS CURADOS.”


Isaías 53, 5

Jesús me curó

En los capítulos anteriores hemos visto juntos varios aspectos de la salvación


de Jesús; esta palabra salvación significa salud, plenitud en todo sentido.
La salvación que Jesús obró por mí en la Cruz es una completa reconstrucción
y restauración.
Imaginemos una ciudad que ha sido destruida por un desastre como un
terremoto o una inundación. Todo ser ha muerto, se ha terminado la vida.
Empieza el rescate. Sacan escombros, limpian las calles, construyen nuevas
casas, vienen a habitar en ellas.
¿Es la misma ciudad? Sí. Tiene el mismo nombre, está situada como antes,
pero a la vez es otra ciudad, es profundamente diferente. No parece la
misma, dirán todos. Es mejor que la anterior. Sobre las ruinas de la primera
se levantó otra ciudad.
Así pasa conmigo. El pecado me destruyó, no dejó en mí sino escombros.
Afectó mi alma, afectó mi sicología, afectó mi cuerpo, afectó la naturaleza
que me rodea, todo...

El pecado dejó traumas, heridas interiores, complejos, recuerdos sumamente


dolorosos, pobreza, enfermedades físicas.
“...El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus Llagas hemos sido
curados” (Isaías 53, 5).
Llegó Jesús a salvarme de esa situación, a darme la salud en todos los
campos, empezó a quitar escombros, a restaurar mi naturaleza.
Me quitó el pecado, me quitó el sentido de culpa, me sanó interiormente, y
también me sanó físicamente, al destruir el pecado y todas sus
consecuencias.
Si Jesús me salvó, en todos los campos, quiere decir que me hizo una persona
nueva, diferente, sana en lo espiritual, libre de pecado, sana en lo emocional
y psicológico, y sana también físicamente, además de ser llena de capaci-
dades y regalos venidos de Dios.
“...El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus Llagas hemos sido

61
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

curados” (Isaías 53, 5).


Jesús, durante su Vida terrena, pasó haciendo el bien y curando toda
enfermedad y toda dolencia de los que acudían a El.
Dice el Evangelio: Le llevaron muchos enfermos, ya todos los sanó (Marcos 6,
56).
Jesús murió en la Cruz, pero resucitó al tercer día, y está vivo; tiene el mismo
Poder que tenía en la tierra, pues El no ha cambiado: El es el mismo ayer, hoy
y para siempre.
Jesús en la Cruz derrotó el pecado y todas sus consecuencias; Jesús en la
Cruz, por tanto, llevó todas mis enfermedades y dolencias.
“¡Y con todo eran nuestros dolores los que El llevaba, nuestras dolencias las
que soportaba!... por sus Llagas hemos sido curados” (Isaías 53, 4-5).
La Palabra de Dios es verdad. Ella dice que Jesús ya llevó mis enfermedades y
dolores.
Y, si esto es verdad, ¿por qué estoy enfermo todavía?
“...El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus Llagas hemos sido
curados” (Isaías 53, 5).
Estoy enfermo porque no he creído que Jesús ya llevó en la Cruz mi
enfermedad en vez de mí.
Si hago un acto de fe, creyendo que ya Jesús tomó sobre El esta enfermedad,
que El realmente derrotó el pecado y todas sus consecuencias, que me salvó
del pecado original, experimentaré la curación de mi enfermedad.
“...El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus Llagas hemos sido
curados” (Isaías 53, 5).
El problema de la curación física, de que yo no me cure, no está en Dios,
porque Jesús cura a todos los que se acerquen y lo pidan creyendo, ya que
Jesús nos salvó de la enfermedad en la Cruz. El problema de la curación física
está en mí que no le creo a Jesús ni a su Palabra, que dice: “...EI soportó el
castigo que nos trae la paz y por sus Llagas hemos sido curados” (Isaías 53,5).
Jesús no se limitó a llevar en la Cruz algunas enfermedades, de una manera
simbólica. Jesús nos liberó en la Cruz de toda enfermedad: cáncer, lepra,
tuberculosis, artritis, úlcera, diabetes, esterilidad, hipertensión arterial y
todas las demás enfermedades que el ser humano padece corno
consecuencia del pecado original.
“...El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus Llagas hemos sido
curados” (Isaías 53,5).

62
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

¿Qué debo hacer ahora para que la Salvación de Jesús llegue a mí, se haga
realidad en mí y en mi cuerpo, así como se ha hecho realidad en las otras
partes de mí ser, mi sicología y mi espíritu en los capítulos anteriores?
“... ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir:
“Levántate y anda”? Pues para que vean que el Hijo del Hombre tiene Poder
en la tierra para perdonar pecados digo al paralítico: “Levántate, toma tu
camilla y vete a tu casa” (Mateo 9, 4-6).
Para ser curado debo imaginar a Jesús sufriendo mi enfermedad en la Cruz,
para así destruirla.
Creer que Ella sufre en la Cruz para que yo sea libre de ella, para que
no tenga que seguir cargando esta enfermedad.
Imaginarme curado, haciendo lo que antes no podía hacer, debido a la
enfermedad.
Continuar creyendo en la curación aunque los síntomas persistan horas
o días, ya que desaparecerán sin duda, pues “la fe es la seguridad de lo
que se espera, la certeza de las cosas que no se ven” (Hebreos 1l, 1).
Decir en voz alta a mí mismo y a otros, a muchos, de mi curación.
Asegurar en fe que estoy sano, confiando en Jesús y en su Palabra. “El
Cielo y la tierra pasarán, pero mis Palabras no pasarán” (Mateo 24,35).
No volver a pedir la curación, pues cuando creo que algo es realmente
mío, no vuelvo a pedir que me lo regalen; me lo apropio, lo tomo como
mío, vivo como poseedor de ese 'regalo.
Si sigo pidiendo lo mismo, después de creer, indico que mi fe no es
real, no es cierta.
Agradecer muy frecuentemente a Jesús mi curación.
En algunos casos los síntomas desaparecen inmediatamente; en la mayor
parte de los casos los síntomas van desapareciendo lenta pero seguramente,
en forma de proceso, hasta que no quede rastro alguno de enfermedad.
El que esto escribe fue sanado por Jesús de cinco enfermedades en un
instante: hernia inguinal, dolor de cabeza de quince años de duración, lesión
en la columna vertebral cervical, hongos cutáneos y gastritis.
“...EI soportó el castigo que nos trae la paz y por sus Llagas hemos sido
curados” (Isaías 53, 5).
Diga en voz alta: “Jesús, dame la Gracia de creer que hoy soy liberado de mis
enfermedades y te pido que avives más y más mi fe para creer estas
realidades que no se ven”.
Imagine que Jesús está delante de usted y le dice: “...Yo soy Yahvé, el que te

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

sana” (Éxodo 15,26).


Recuerde cada una de sus enfermedades.
Imagine a Jesús clavado en la Cruz, sufriendo las enfermedades suyas, todas
sus enfermedades.
Diga en voz alta: “Jesús, creo que en la Cruz llevaste mi enfermedad (nombre
aquí la enfermedad), y por eso ya fui curado de ella. Gracias, Jesús”.
Mire ahora a Jesús a su lado, colocándole la mano en la parte que estaba
enferma, diciéndole: “Puedes irte en paz... Estás curado. Tu fe te ha sanado”.
Imagine su vida curado de esa enfermedad, qué actividades podrá realizar,
en qué forma vivir cada día.
Diga en voz alta con fe y seguridad: “Estoy curado de (nombre aquí la
enfermedad) por la Sangre de Jesús”. Repita esta frase unas diez veces.
“Estoy curado de (nombre aquí la enfermedad) por la Sangre de Jesús”.
“Gracias, Jesús, porque me curaste de (nombre aquí la enfermedad)”.
Repita esta frase unas diez veces:
“Gracias, Jesús, porque me curaste de (nombre aquí la enfermedad)”.
“... ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir:
“Levántate y anda”?” (Mateo 9, 4).

Ejercicio

Hacer una lista de las enfermedades de las que Dios le ha curado hoy.
Agradecer a Dios continuamente por la curación.
Contar al mayor número de personas que Jesús curó su enfermedad.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

14
“SEAN PRUDENTES Y MANTENGANSE DESPIERTOS, PORQUE SU ENEMIGO EL
DIABLO, COMO UN LEON RUGIENTE, ANDA BUSCANDO A QUIEN DEVORAR.”
1 Pedro 5, 8

Estoy en peligro

Satanás, el demonio, es una persona, es real.


Tentó a Adán y a Eva, tentó a Jesús en el desierto, tentó a Judas. Entra en
muchas personas, y el Evangelio relata como Jesús y los que le seguían
expulsaban malos espíritus de ellas.
Satanás nos tienta continuamente y nos pone toda clase de trampas para que
caigamos en ellas.
“Sean prudentes y manténganse despiertos, porque su enemigo, el diablo,
como un león rugiente anda buscando a quien devorar” (I Pedro 5, 8).
Satanás también actúa hoy en el mundo y da vueltas alrededor de cada
persona, buscando a quién devorar, buscando a quién hacer daño.
“Porque no estamos luchando contra adversarios de carne y hueso, sino
contra malignas fuerzas espirituales de este mundo tenebroso, las cuales
tienen mando, autoridad y dominio sobre este mundo oscuro” (Efesios 6, 12).
Antes de la creación del hombre, Dios creó millones de seres perfectísimos,
para que lo adoraran y lo obedecieran en todo. Estos seres especiales son los
Ángeles.
En algún momento Dios los probó; muchísimos permanecieron fieles a El,
entre ellos los Arcángeles San Miguel, San Gabriel, San Rafael, y muchos
otros.
Otros se pusieron en contra de Dios, no quisieron obedecerlo, ni adorarlo,
desearon ser iguales a Dios, y por eso El los arrojó al Infierno que creó en ese
momento para ellos.
“Sean prudentes y manténganse despiertos, porque su enemigo, el diablo,
como un león rugiente anda buscando a quien devorar” (1 Pedro 5, 8).
Los demonios son seres vivos, son personas, son espíritus que piensan y
actúan, tienen inteligencia y poder, pero poder malo y usan todos los
recursos que tienen -astucia y poder- para tentar al hombre.
Satanás y todos los demonios son enemigos de Dios, y por eso de todos los
hombres, en los que ven reflejada la Imagen de Dios.
Los demonios no pueden ni quieren hacer el bien. Son totalmente malos, no

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

tienen nada bueno -a diferencia de los seres humanos-.


Por eso -porque son totalmente malos-, no pueden hacer nada bueno,
solamente planean y hacen el mal.
La primera actuación de Satanás, en contra del hombre, fue el engañar Adán
y a Eva, mentirles y hacerlos caer en su mismo pecado: la soberbia.
Después tentó a Caín quien mató a su hermano Abel, y desde entonces tienta
a los hombres de todos los tiempos, engañándolos, poniéndoles trampas,
mintiéndoles, tratando de apoderarse de ellos por medio del pecado.
“Sean prudentes y manténganse despiertos, porque su enemigo, el diablo,
como un león rugiente anda buscando a quien devorar” (1 Pedro 5, 8).
El demonio actúa en la naturaleza, en las cosas, en los animales, en las
personas, en las familias, en las comunidades humanas de todo tipo.
Donde se le permite la entrada a Satanás trae el caos, el desorden, hace
estragos, destruye personas y familias.
Por esto dice Job: “...La vida del hombre es una batalla sobre la tierra” (Job 7,
1).
Estamos ante dos caminos: el bien y el mal.
Estamos entre dos bandos: el bando de Dios y el de Satanás.
Dios, que es la perfección de la libertad, nos hizo libres, tal como hizo a los
Ángeles; por eso, como ellos, debemos escoger nuestro bando: bajo cuál
bandera viviremos ahora y siempre.
Seguiremos a Dios o a Satanás; no hay más caminos.
Jesús dijo: “El que no está conmigo está contra Mí, y el que no recoge
conmigo, desparrama” (Lucas 11, 23).
Soy libre; puedo entregarme a Satanás ya todos sus engaños y pecados, o
puedo elegir a Dios, decidir hacer únicamente su Voluntad y cumplir sus
órdenes.
Se hace indispensable decidir; como lo hizo Josué y obligó a hacerlo a los
israelitas.
“Si no les parece bien servir a Yahvé, elijan hoya quien servir... que yo y mi
familia serviremos a Yahvé” (Josué 24, 15).
Esta es una decisión que debe tomar cada ser humano.
Optar por Jesús es algo definitivo que exige romper totalmente con el pecado
y con Satanás.
“Nadie puede servir a dos señores, porque amará al uno y odiará al otro. O
bien despreciará al uno y se entregará al otro” (Mateo 6,24).
Nadie puede servir al mismo tiempo a Dios y al demonio.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Dios me exige hoy una decisión de la que dependerá mi felicidad en esta vida
y en la futura.
Si me decido por Dios debo renunciar a Satanás, a todo pecado y a todo amor
al pecado.

Ejercicio

Hacer una lista de las áreas en que Satanás tiene influencia en mi vida.
Hacer un acto explícito de renuncia al pie del Sagrario o en un sitio solitario,
llevando la lista y diciéndole a Jesús: “En el Nombre de Jesús renuncio a
Satanás y a todas sus seducciones. Especialmente renuncio a (nombrar el
área en que está influyendo Satanás en mí”. Repetir este acto de renuncia
con cada una de las áreas que he anotado. Luego, con toda decisión, decir:
“Jesús, me decido definitivamente por Ti”.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

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“ESTAS SON LAS SEÑALES QUE ACOMPAÑARAN A LOS QUE CREAN. EN MI
NOMBRE, EXPULSARAN DEMONIOS”
Marcos 16,17a

Jesús me da poder sobre Satanás

En el capítulo pasado tomé una decisión trascendental para mi vida presente


y futura; tomé la decisión de seguir a Jesús y rechazar a Satanás.
He abandonado el bando del demonio, ahora pertenezco al batallón de Jesús,
estoy bajo su bandera.
Bajo la bandera de Jesús hay muchísimos seres. Está la Trinidad: Padre, Hijo y
Espíritu Santo. También está María Reina, la primera liberada por Jesús. Hay
millones y millones de Ángeles que tienen por oficio servir día y noche al Cor-
dero y a todos los liberados por El. También en el ejército de Jesús están los
cantos y los seres que ya viven en el Cielo. Por último, son parte de este
ejército los santos que aún viven en la tierra.
Este gran ejército de Jesús se llama la Iglesia.
Al decidirme por el ejército de Jesús estoy bajo su bandera, bajo su
protección. No estoy abandonado, no estoy solo, todo su ejército está a mi
favor, y dentro de él puedo pelear en el Nombre de Jesús contra Satanás y
vencerlo.

La cabeza del ejército de Dios es Jesús. Jesús inauguró el ejército en la Cruz.


Allí derrotó a Satanás y todas las consecuencias de su acción: el pecado, la
tentación, la enfermedad, y todo lo demás.
Jesús, en la Cruz, venció total y definitivamente a Satanás.
Si yo acepto la Salvación de Jesús, acepto que El ya venció por mí a Satanás.
El diablo está derrotado, ya no tiene poder sobre mí; Jesús me arrancó de las
garras del Maligno, me libró de su poder. ¡Satanás ya no tiene poder sobre
mí!
Repita esto en voz alta diez veces: “¡Soy de Jesús!”.
Repita esto en voz alta diez veces:
“¡Satanás ya no tiene poder sobre mí! ¡Soy de Jesús!”.
A pesar de que esto que hemos dicho es la verdad, el demonio continúa en
guerra; no quiere aceptar su derrota y aprovecha el escaso tiempo que le
queda para atacarme, para tratar de engañarme, haciéndome pasar a su

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

bando, intentando que me rinda.


Para lograr estos propósitos Satanás actúa en tres niveles:
El primero es la tentación. Toda tentación viene del diablo pues: Dios no
tienta a nadie (Santiago 1,13).
El segundo nivel de acción de Satanás es la opresión u obsesión. Cuando
dejamos alguna puerta entreabierta espiritualmente-, Satanás entra como
ladrón que es y se apodera de una o varias áreas de nuestra vida: ira, odio,
celos, soberbia, gula, enfermedad, envidia, pereza, lujuria.
En el caso de una opresión no pierdo la libertad, pero quedo atado por
Satanás en esos aspectos de mi personalidad.
Por esto me siento incapaz de manejar esas áreas, pierdo la paz interior, me
siento atormentado y voy enfriándome lentamente en la vida cristiana.
“...Puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no
quiero. Y si hago lo que no quiero, no soy yo quien obra, sino el pecado que
habita en mí” (Romanos 7: 19-20).
Estos casos de tentación y opresión son más frecuentes de lo que a menudo
pensamos.
El tercer nivel de acción de Satanás en la persona es la posesión, que sucede
en personas que se han entregado voluntaria y formalmente a él y por esto
son tomadas por él hasta en su voluntad; algunas enloquecen. Estos casos
ocurren pero son muy poco frecuentes.
Todos somos tentados por Satanás. Muchos padecemos o hemos padecido
una opresión en alguna área de nuestra vida.
Es posible que Satanás tome el mando de alguna área de mi vida, por el
abandono de mi relación con Dios, por mi independencia de El, por mis
pecados, especialmente aquellos que son habituales, frecuentes, continuos y
también por participar en prácticas de espiritismo, brujería, hechicería,
magia, etc.
“Estos son los signos que acompañarán a los que crean: En mi Nombre
expulsarán demonios...” (Marcos 16, 17).
Pero recordemos: Si he pasado a vivir bajo la bandera de
Jesús, Satanás en mi vida- está derrotado.
El diablo puede tentarme, pero Jesús me dice: “Resistan al diablo y huirá de
ustedes” (Santiago 4, 7).
Esta es la estrategia contra el maligno.
Satanás puede atacarme, pero no tengo que temerle: si vivo en el ejército de
Jesús, si actúo como buen soldado, porque entonces yo tengo todo el poder

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

que da el ser del lado de Jesús, tengo todo el Poder del mismo Jesús, el poder
de su ejército reunido, el poder de la Iglesia, y por lo tanto tengo la victoria.
“Estos son los signos que acompañarán a los que crean: En mi Nombre
expulsarán demonios...” (Marcos 16, 17).
Tengo pues, todo el Poder de Jesús para hacer realidad en mí esa victoria de
Jesús, sobre Satanás.
Cuando venga la tentación, cuando sienta su ataque u opresión sobre alguna
área de mi vida puedo:
Recordar el Poder de Jesús, que es infinito, por su victoria en la Cruz sobre el
diablo. Recordar que yo tengo ese Poder por ser del ejército de Jesús.
Llamar a la Iglesia, es decir: a la Trinidad, a María, a los Ángeles, a los Santos.
A continuación, actuar como lo que soy: un soldado del ejército de Jesús;
actuar en el Nombre y con el Poder de Jesús, y ordenar con su autoridad al
demonio:
“En el Nombre de Jesús, ordeno al espíritu de que me está tentando ti
oprimiendo, que salga inmediatamente de mí y vaya a los pies de Jesús, para
que Ello mande donde quiera y le prohíbo regresar a mí”.
Al final, pedir a Dios que llene esa área con su Presencia. Utilice estas
sugerencias para usted mismo.
Los casos ajenos y los casos propios más graves que tenga, llévelos con toda
confianza al Obispo, al Pastor de la Diócesis, a quien Jesús ha colocado en la
Iglesia para velar por nosotros y le ha dado poder especial contra Satanás. El-
en Nombre de Jesús y de la 19lesia- expulsará al enemigo de nuestra vida.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

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“MALDITO AQUEL QUE SE FIA EN HOMBRE, Y HACE DE LA CARNE SU APOYO Y
DE DIOS SE APARTA EN SU CORAZON.”
Jeremías 17, 5 - 6.

¿Por quien me muevo?

Lo primero que nos dice la Palabra de Dios en estos versículos es: “Maldito
aquel que se fía del hombre”.
¿Qué es ser maldito por Dios?
Es ser abandonado por Dios, es ser desechado por El, es ser arrojado en el
Infierno, eso es ser maldito. Recordemos las Palabras de Jesús: “Malditos, id
al fuego eterno” (Mate o 25, 41). Ser maldito es ser condenado.
¿Quién es maldito?
Aquel que se' fía del hombre... aquel que pone su confianza en el hombre...
aquel que hace de la carne su apoyo... que se apoya en otro ser humano,
carne como él.
Cuando me apoyo en otra persona, en otro ser, me estoy fiando de un
hombre, de otro ser humano, así esa persona sea maravillosa. Aunque ese
ser sea mi papá, mi mamá, mi esposo, mi esposa, mi hijo, mi hija, mi socio.
Si yo me apoyo en esa persona, que es un ser humano, recibo la sentencia
del Señor: “Maldito aquel que se fía del hombre, y hace de la carne su
apoyo...” (Jeremías 17,5-6).

Fiarse del hombre es poner mi confianza en un ser humano, es apoyarme en


él, es ponerlo en el puesto de Dios.
Hacer de la carne mi apoyo es colocarlo en vez de Dios.
Y Dios hizo al hombre para apoyarse únicamente en El, en Dios.
¿Cuántas personas se deprimen, se resienten por años con Dios, se les acaba
el sentido de su vida porque perdieron un ser querido: el papá, la mamá, un
hijo, un hermano, el cónyuge?
¿Qué significa esto? Qué tenían su confianza puesta en el ser que perdieron.
Hay una tristeza de duración e intensidad normales por la pérdida de un ser
querido, pero los extremos no entran dentro de lo normal.
¿Cuántas personas hay en los manicomios que han puesto su seguridad en sí
mismos o en otro ser humano, y el día que ellos han fallado o el otro les ha

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

fallado, han caído en una depresión y angustia tales que han desembocado
en la locura?
“Maldito aquel que se fía del hombre, y hace de la carne su apoyo, y de Dios
se aparta en su corazón” (Jeremías 17, 5-6).
¿Qué consecuencia trae el poner en la carne su apoyo? Que “de Dios se
aparta en su corazón”.
Es posible que yo diga que Dios es el centro de mi vida, que no creo más que
en El, que sólo a El quiero servir, que qué sería de mi vida sin El, etcétera,
etcétera. Pero en realidad, esto son solamente palabras, y si tengo mi
confianza en el hombre mi corazón se aparta de Dios, dependo de ese ser en
quien he puesto mi confianza. O me apoyo en esa cosa en que he puesto mi
confianza: dinero, posesiones, belleza, honor, conocimientos, etc.
Dependo del parecer de mi ídolo, de su estado de ánimo, de su presencia, de
su cariño, de su opinión. Le consulto a él antes que a Dios. No soy capaz de
contrariarlo, no soy capaz de desagradarlo aunque esto me lleve a desobede-
cer a Dios, a pecar.
“Maldito aquel que se fía del hombre, y hace de la carne su apoyo, y de Dios
se aparta en su corazón” (Jeremías 17, 5-6).
Aparentemente tiene en el centro de su vida a Dios, pero allá en el fondo de
su corazón está apartado de Dios, no confía en EJ, no cree que Dios puede y
quiere dirigirlo y protegerlo; no está seguro que las órdenes de Dios le trai-
gan el éxito, el bien.
Está inseguro, miedoso, teme al futuro, teme desagradar a su ídolo, y que
éste lo rechace. Si es una cosa teme que se le acabe y no es feliz.
Y Dios, ¿qué dice?: “Maldito aquel que se fía del hombre, y hace de la carne
su apoyo, y de Dios se aparta en su corazón” (Jeremías 17, 5-6).
En Isaías 7, 5 dice Dios: “Si no se afirman en Mí, no serán firmes”.
Si alguien se apoya en una cañabrava, cualquier viento hará que tambalee y
caiga la caña, y de paso el que se apoya en ella.
Si pongo mi apoyo en un roble o en una roca pueden venir lluvias, ciclones,
tempestades, y estará firme mi apoyo, y estaré firme yo.
La caña y el viento son los hombres, la carne, lo pasajero de este mundo. La
roca es Dios.
El que se apoya en un ser humano se está apartando de
Dios en su corazón y no estará firme, estará maldito.
“Maldito aquel que se fía del hombre, y hace de la carne su apoyo, y de Dios
se aparta en su corazón” (Jeremías 17, 5-6).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

He levantado un altar en mi corazón y he colocado allí mis ídolos, o peor aún,


me he colocado a mí mismo en el altar.
Y en ese altar quiero que se me rinda culto: Busco que los demás me honren,
me aprueben, me aplaudan. ¡Y ay de aquellos que no me rindan culto, que no
me tengan en la cuenta! ¡Ay, de aquellos que se atrevan a burlarse de mí!
¡Ay, de aquellos que me desprecien, que me contradigan, que no me
agradezcan!
Me siento frustrado por estas situaciones, yeso quiere decir que mi ídolo soy
yo mismo, que yo soy mi propio apoyo.
Me deprimo, me entristezco, me enfurezco conmigo mismo cuando fallo,
cuando me equivoco, cuando algo me sale mal, cuando me fallan mis planes,
mis ideas, mis proyectos.

Cuando me apoyo en Dios, ¿a mí qué me importa que no me rindan culto, si


no tengo altar para mí en el corazón?
Es posible comprender que tengo ídolos de mi alrededor, pero es difícil ver y
aceptar que el ídolo soy yo mismo, que soy un ególatra, que en todo lo que
hago me busco a mí mismo, que el centro de mi universo soy yo, que todo
gira alrededor mío, que todo es para mí.
¿Y Dios? Dios a un lado.
Decimos: “Creo en Dios, mi vida y todo lo mío es para Dios. Le rezo todas las
mañanas, le digo que soy de El, que quiero hacer su Voluntad”.
Pero la verdad no es esa; la verdad la conoce Dios que profundiza en el
corazón, y El sabe que eso no es cierto, que la verdad es que yo soy un ídolo
para mí mismo.
Y la sentencia de Dios es: “Maldito aquel que se fía del hombre, y hace de la
carne su apoyo, y de Dios se aparta en su corazón” (Jeremías 17, 5-6).
¿Qué me pasa entonces? “Será como la zarza del desierto, que no verá el
bien cuando venga, que crece entre las piedras, en tierras de sal, donde
nadie vive” (Jeremías 17, 6).
No puedo reconocer el bien porque estoy pendiente de mi ídolo; vivo en
sitios quemados del desierto, entre las piedras, en terrenos salados, donde
nadie vive.
La vida es difícil, triste, dura para mí, me siento solo, caigo fácilmente en la
depresión, en el pecado, en la borrachera, en la lujuria, en la pereza, en la
ambición, en la avaricia, Porque he puesto mi apoyo en lo que no es Dios.
Yo mismo no puedo descubrir mis ídolos; verlos es un regalo de Dios.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Vaya pedirle ese regalo para poder verlos hoy mismo. Estoy seguro que así
empezará una nueva época en mi vida espiritual, cuando baje del altar a mis
ídolos, renuncie a ellos y los destruya delante de Dios.
Para esto también necesito la Gracia de Dios: “...Sin Mí, nada podéis hacer”
(Juan 15, 5).
Si yo no busco sinceramente mis ídolos, si no renuncio a ellos y a mí mismo,
no puedo ser seguidor de Jesús.
“Mucha gente seguía a Jesús; y El se volvió y dijo: “Si alguno viene a Mí y no
me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus
hermanos, y a sus hermanas, y aún más que a su propia vida, no puede ser mi
discípulo... Así pues, cualquiera de ustedes que no deje todo lo que tiene, no
puede ser mi seguidor” (Lucas 14, 25-26; 14, 33).
Es básico en la vida cristiana renunciar a mis ídolos empezando por mí mismo
y ceder a Dios lo que hasta ahora he considerado mi puesto.
“Maldito aquel que se fía del hombre, y hace de la carne su apoyo, y de Dios
se aparta en su corazón” (Jeremías 17, 5-6).
Hace pocos días hablé de este tema con una persona entregada a Dios hace
muchos años, a quien le costaba mucha dificultad ver sus ídolos. Le sugerí
que pidiera a Dios esa Gracia, pues por sus propias fuerzas no podría verlas
nunca. Así lo hizo, y al día siguiente, muy temprano, vino a mi casa y me dijo:
“Por fin he visto mis ídolos. Yo mismo soy mi ídolo. Me vi en un altar, en un
trono muy grande, allí estaba yo. Y vi otro trono de iguales características, y
allí estaba Dios. ¡Yo estaba a la misma altura de Dios! ¡Yo era igual a Dios!
Intenté, bajarme, con bastante dificultad y al fin lo logré, y poco a poco fui
viéndome más y más pequeña y Dios creciendo sobre mí, pero Dios estaba
apoyado en mí, ¡yo era el pilar, el sostén de Dios! Yo me sentía necesaria
para que Dios pudiera actuar. Fue necesario orar mucho para quitarme de
ese puesto, destronar mi yo, para que solamente quedara un trono, y en ese
trono estuviera Dios, y por fin, pudiera yo, postrado en tierra, adorar a Dios,
pudiera inclinarme de corazón ante El, reconocer su dignidad”.
Si yo no bajo de mi puesto, de mi trono, si no bajo mis ídolos y a mí mismo,
no puedo ser seguidor de Jesús.
San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas -una de las comunidades más
numerosas e importantes de la Iglesia-, dijo en una ocasión: “Si me
suprimieran la Compañía de Jesús, creo que solamente necesitaría un cuarto
de hora para ponerme en paz”.
Esto indica que para San Ignacio, la Compañía de Jesús, la obra de toda su

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

vida, no era un ídolo, porque tenía puesta su confianza, su corazón,


solamente en Dios.
“Pero bendito el hombre que confía en Dios, que pone en El su esperanza”
(Jeremías 17, 7).
Hagamos un examen serio delante de Dios, que conoce nuestro corazón. El
conoce las razones más profundas para mis acciones, conoce lo más oculto,
conoce toda mi verdad. Puedo tratar de engañarme a mí mismo, pero a Dios
no.
“...Los hombres ven las apariencias, pero sólo Dios mira el corazón” (1
Samuel 16, 7).
Cierra tus ojos, haz profundo silencio, no trates de evitar la verdad.
“Así ustedes conocerán la Verdad, y la Verdad los hará libres” (Juan 8, 32).
¿En quién me apoyo?:
¿En mi papá? ¿En mi mamá? ¿En mis hijos? ¿En mi esposo? ¿En mi esposa?
¿En mis amigos? ¿En mis parientes? ¿En alguna otra persona?
¿En qué me apoyo?:
¿En mi dinero? ¿En mis posesiones? ¿En mis conocimientos? ¿En mis títulos?
¿En mi trabajo? ¿En mi posición? ¿En mis placeres? ¿Me apoyo en alguna
otra cosa aunque sea buena? ¿En algún líder espiritual o político? ¿En algún
camino de espiritualidad?
¿Y en mí? ¿Soy el centro de mi universo? ¿Pongo a girar todo alrededor de
mí?
¿Quién es el centro de mi vida? ¿Yo? ¿Mis padres? ¿Mi esposo? ¿Mi esposa?
¿Mis hijos?
“Maldito aquel que se fía del hombre, y hace de la carne su apoyo, y de Dios
se aparta en su corazón” (Jeremías 17, 5-6).
Revisa tu vida, destierra tus ídolos, destrúyelos, y coloca a Dios en el centro
de tu vida.
Reconócele el puesto que le corresponde, adóralo, no por lo que te ha dado,
sino por lo que El es. El es el Único Dios y Señor. Dile que todo es nada ante
El, que tú eres nada ante El.
“Pero bendito el hombre que confía en Dios, que pone en El su esperanza.
Será como un árbol plantado a la orilla de un río, que extiende sus raíces
hacia la corriente y no teme cuando llegan los calores, pues su follaje está
siempre frondoso. En tiempo de sequía no se inquieta, y nunca deja de dar
fruto” (Jeremías 17, 7-8).
“No pongan su confianza en hombres importantes, en simples hombres que

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

no pueden salvar, pues cuando mueren regresan al polvo, y ese mismo día
terminan sus proyectos” (Salmo 146, 3-4).
“Feliz quien recibe ayuda del Dios de Jacob, quien pone su esperanza en el
Señor, su Dios” (Salmo J46, 5).
“Señor: Te pido que me des la Gracia de conocer mis ídolos, de renunciar a
ellos y de ponerte a Ti en el puesto que te corresponde, que es ser el centro y
el trono de mi vida”.

Ejercicio

Mirar cuáles son mis ídolos, hacer la lista de ellos, renunciar clara y
concretamente a cada uno de ellos, y colocar a Dios en el centro de mi vida,
adorándolo.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

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“TODA LENGUA PROCLAME QUE CRISTO JESUS ES SEÑOR, PARA GLORIA DE


DIOS PADRE”
Filipenses 2,11

Jesús es el señor

Diariamente usamos la Palabra Señor, y por eso, para nosotros ha perdido


mucho de su verdadero significado.
Señor significa dueño absoluto, amo, poseedor, propietario.
Ante el Señor soy un sirviente, o más apropiadamente, un esclavo.
Le pertenezco totalmente. Soy de El. El puede hacer de mí lo que quiera.
Es en este sentido que la Biblia dice que Jesús es el Señor. No un Señor, sino
el Señor. Jesús es Señor del Cielo, de la tierra, y de todo cuanto existe.
Jesús es mi Señor, mi Dueño, eso es un hecho.
Jesús es mi Señor porque Jesús me compró.
Dice el apóstol Pedro: “Sabiendo que ustedes han sido rescatados de la
conducta equivocada de sus antepasados, no con algo pasajero, como oro o
plata, sino con una Sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancha:
Cristo” (1 Pedro 1,18-19).

Por esta razón, porque El me compró, Jesús tiene todo el poder sobre mí y
sobre lo que es mío.
“Dios le exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al
Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los Cielos, en la tierra y en los
abismos y toda lengua proclame que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios
Padre” (Filipenses 2, 9-11).
Pero, ¿cuál es mi realidad?
“No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino
el que haga la Voluntad de mi Padre celestial” (Mateo 7, 21).
Decimos frecuentemente: “Jesús es mi Señor”. Pero en la práctica El no es el
dueño absoluto de mi vida; El no es el que la controla; El no es mi Señor.
¿Quién ocupa el trono de mi vida?
Respóndase usted mismo esta pregunta con toda sinceridad (silencio).
En mi vida hay un centro, un trono, y muchas áreas a su alrededor.
Jesús quiere ser el Señor del centro, sentarse en el trono y controlar cada

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

área de mi vida.
“Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguien oye mi Voz y abre la puerta,
entraré en su casa y cenaremos juntos” (Apocalipsis 3,20).
¿Qué significa abrir la puerta a Jesús?
Abrir la puerta a Jesús como el Señor es rendirme completamente a El y
entregarle cada una de las áreas de mi vida, de tal modo que El sea el único
por el que me mueva, el único ser que tenga el dominio de mi vida.

Abrir la puerta a Jesús como Señor significa también que yo desaparezco, no


vuelvo a obrar según mis criterios, mis opiniones, mi parecer, sino que me
decido a actuar únicamente como a EJ le parece, como a Jesús le parece.
Abrir la puerta de la vida a Jesús como el Señor es entregarle el timón de mi
vida, para que Ello haga girar hacia donde le parezca y como le parezca.
Abrir la puerta de mi vida a Jesús como el Señor es arrodillarme y adorar su
Voluntad en mi vida, es no discutir sus órdenes, es obedecerle en todo,
entregarle mi ser, mi tiempo, mis posesiones, mi futuro, y todo lo que soy y
tengo.
“Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguien oye mi Voz y abre la puerta,
entraré en su casa y cenaremos juntos” (Apocalipsis 3, 20).

Ejercicio

Hacer una lista de las personas y de las cosas que han sido los señores de mi
vida hasta ahora.
Ahora, pregúntese interiormente usted:
¿Estoy dispuesto a que Jesús sea el Señor de mi vida, de todas las áreas y
para siempre?
“Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguien oye mi Voz y abre la puerta,
entraré en su casa y cenaremos juntos”
(Apocalipsis 3, 20).
Si me he decidido a abrir la puerta de mi vida a Jesús, para que sea mi Señor,
el dueño absoluto de mi vida, debo antes estar convencido que El es el Señor
y el único que merece serlo.
Debo también abrirle la puerta pública y explícitamente.
“Si confiesas con tus labios que Jesús es Señor... serás salvo” (Romanos 1O,
9).
Ser consecuente con esa decisión, o sea, depender exclusivamente de El, en

78
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

todo y durante todo el tiempo de la vida. Si está decidido, repita en voz alta:
“Jesús, creo que eres el dueño absoluto de todo lo que existe, incluyéndome
a mí. He decidido aceptarte así. En este momento te abro la puerta de mi
vida, te entrego todo lo que soy y todo lo que tengo. Te declaro mi único Se-
ñor y Dueño. Prometo obedecerte en todo y no hacer de hoy en adelante
nada que sea contrario a tu Voluntad”.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

18
“AL NOMBRE DE JESUS DOBLEN LA RODILLA TODOS LOS QUE ESTAN EN LOS
CIELOS, Y EN LA TIERRA, Y DEBAJO DE LA TIERRA.”
Filipenses 2,10

Al Señor adorarás

Dice la Escritura: “Al Señor, tu Dios, adorarás, y a El solo darás culto” (Lucas 4,
8).
“Ha llegado la hora (y es ahora mismo) en que los que rinden verdadero culto
al Padre, lo adoren en Espíritu y en Verdad. El Padre quiere ser adorado así.
Dios es Espíritu, y los que lo adoran deben hacerla en Espíritu y en Verdad”
(Juan 4, 23-24).
¿Qué es adorar?
Adorar es reconocer quién es Dios y quién soy yo.
Adorar es creer, aceptar y reconocer que Dios es El que es y yo soy el que no
soy.
Adorar es reconocerlo como el Señor, como el Único Señor.
Adorar a Dios es reconocer que El tiene el dominio absoluto de todo lo
creado, de todo lo que existe: el Cielo, la tierra, el tiempo, las cosas, las
personas.
Adorarlo es reconocer y confesar que El es el Señor y el dueño de mi vida, de
mi cuerpo, de mis cosas, de mi tiempo... y que yo soy solamente un súbdito,
un vasallo, un siervo, propiedad suya.
Adorar es reconocer que lo que hay en mí es de El, es propiedad suya, y que
por lo tanto, a El, y solo a El, le pertenece el honor y la gloria.
Adorar es reconocer que yo nada tengo que sea mío; que soy pobre, pecador,
sin nada propio.
Adorar es reconocer el Señorío de Dios y de su Hijo, Jesús. ''Al Nombre de
Jesús toda rodilla se doble en los Cielos, en la tierra y en los abismos y toda
lengua proclame que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre”
(Filipenses 2,10-11).
Adorar a Dios es inclinarme ante El como el Absoluto, como el
Imprescindible.
La adoración tiene dos aspectos: Reconocer quién es El, y reconocer quién
soy yo.
Y una tercera parte: Me inclino y me postro, me humillo ante El.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

''Al Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los Cielos, en la tierra y en los
abismos y toda lengua proclame que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios
Padre” (Filipenses 2, 10-11).
La adoración es un acto de la voluntad por medio del que yo le doy a Dios el
homenaje que El se merece. Este homenaje de adoración a Dios se llama
culto de latría, y solamente esta adoración se le da a Dios.
La adoración es el acto más agradable a Dios, porque reconocemos el primer
puesto que en justicia le corresponde.
“Yo soy el Señor, ese es mi Nombre, mi Gloria no se la doy a nadie y no
permitiré que honren a los ídolos en vez de a Mí” (Isaías 42, 8).
Ante mí se abren, pues, dos posibilidades: Adoro a Dios o no lo adoro.
Adorarlo se llama latría.
No adorarlo se llama idolatría. La idolatría es la adoración de dioses falsos, a
ídolos.
Porque cuando no estoy adorando a Dios, estoy adorando otra cosa, pues el
trono no puede quedar vacío.
Cuando no adoro a Dios, estoy adorándome a mí mismo o a otra persona o
cosa creada por El.
“Lo que de Dios se puede conocer, ellos lo conocen muy bien, porque El
mismo se lo ha mostrado; (...) aunque han conocido a Dios no lo han honrado
como a Dios ni le han dado gracias (...). En lugar de la verdad de Dios han
buscado la mentira, y han honrado y adorado las cosas creadas por Dios y no
a Dios mismo, que las creó y que merece alabanza por siempre. Amén”
(Romanos 1, 21; 1, 25).
No es posible vivir sino de una de estas dos maneras: en adoración a El, o en
idolatría a las criaturas que El hizo.
Dios ordena como lo más importante, como lo primero: ''Al Señor, tu Dios,
adorarás, y a El solo darás culto” (Lucas 4, 8).
La adoración me coloca en mi verdadero puesto que es la dependencia
absoluta de El.
Mi vida depende de El, mi salud depende de El, mi tiempo depende de El, mis
planes dependen de El, mis cosas dependen de El, mi futuro depende de El.
El pecado gravísimo de la soberbia, cuya tendencia llevo dentro, me empuja a
colocarme en el centro, a colocarme en el primer lugar, a colocarme en el
trono, aunque yo sé que ese centro, ese trono, ese primer lugar, pertenecen
únicamente a Dios.
Cuando adoro estoy en la Verdad, estoy en El, porque El es la Verdad.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Dios quiere que yo lo adore, no solamente con la palabra, sino desde el fondo
de mi ser, desde el fondo de mi persona.
“Ha llegado la hora en que los que rinden verdadero culto al Padre, lo adoren
en Espíritu y en Verdad. El Padre quiere ser adorado así. Dios es Espíritu, y los
que lo adoran deben hacerlo en Espíritu y en Verdad” (Juan 4, 23-24).
La adoración es una fuente inagotable de Gracias, de regalos de Dios para mí.
Cuando Dios ve que toda la gloria se la doy a El, que toda la gloria es para El -
lo que es justo, pues lo merece-, El se derrama a Sí mismo y derrama todos
sus regalos, y todo su Poder, sobre la persona que lo adora verdaderamente.
La adoración no es cuestión de palabras.
“Ha llegado la hora en que los que rinden verdadero culto al Padre, lo adoren
en Espíritu y en Verdad. El Padre quiere ser adorado así. Dios es Espíritu, y los
que lo adoran deben hacerlo en Espíritu y en Verdad” (Juan 4, 23-24).
Esto quiere decir que Dios busca que le adoren desde el fondo del alma, con
una verdadera actitud de reconocer quién es El.
¿Cómo adorar?
''Al Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los Cielos, en la tierra y en los
abismos y toda lengua proclame que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios
Padre” (Filipenses 2, 10-11).

Es necesario adorar en Espíritu y Verdad. Esto quiere decir que es necesario


adorar no de boca solamente, sino desde lo más profundo del corazón,
creyendo y aceptando lo que digo.
Es necesario que mi espíritu adore, que mi inteligencia adore, Y también es
necesario adorar con mi cuerpo.
“Ustedes han sido comprados a gran precio. Por eso, glorifiquen a Dios en su
cuerpo” (1 Corintios 6, 20).
Otra versión dice; “Ustedes no son sus propios dueños, porque Dios los ha
comprado por un precio. Por eso, deben honrar a Dios en el cuerpo”.
Mi cuerpo es suyo y así debo reconocerlo. Mi cuerpo existe para honrar a
Dios con él, más exactamente, para adorar a Dios con él.
La actitud de mi cuerpo expresa mis sentimientos internos, y me ayuda a
obtener esos sentimientos si no los tengo.
Si permanezco en una posición arrogante, de superioridad o igualdad con
Dios, difícilmente podré adorar en mi interior.
Si adopto la posición de adoración, fácilmente puedo ponerme en actitud
interna de adoración.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

La Palabra de Dios dice; ''Al Nombre de Jesús toda rodilla se doble...”


(Filipenses 2, 10).
Lo primero para adorar es adoptar una posición física: doblar las rodillas, y
para demostrar mi sumisión, mi adoración, inclinar la cabeza hasta el suelo,
pegar la boca al suelo, como se observa en el dibujo:

Inclino mi rostro ante El, Ello es todo. Yo soy nada ante El. Permanezco en
esta actitud de adoración, me postro ante el Dueño de todo, y Dueño mío.
“Póstrese ante Ella tierra entera” (Salmo 66,4).
“Alaben al Señor, nuestro Dios, y arrodíllense delante de sus pies. El es
Santo” (Salmo 99,5)
Además de adoptar una posición física es necesaria la actitud Interior y la
expresión de esa actitud. Por ello, debo confesar con mi boca, debo
reconocer que El es todo y yo I soy nada.
“Si confiesas con tus labios que Jesús es Señor... serás salvo” (Romanos 1O,
9). I
“Al Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los Cielos, en la 1 tierra y en los
abismos y toda lengua proclame que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios
Padre” (Filipenses 2, 10-11).
Si mi cuerpo está postrado y con mi boca estoy adorando, fácilmente mi
mente mi corazón entrarán en adoración.
Pida la Sabiduría de Dios para adorar: Ella ha prometido Y se la dará. “Al
Nombre de Jesús toda rodilla se doble...” (Filipenses 2, 1O).
San Francisco de Asís pasaba las noches en adoración, contemplando a Dios y
repitiendo incansablemente: “¿Quién eres Tú y quién soy yo?”.
La Madre Laura -colombiana-, en vía de canonización, tenía una actitud
profunda de adoración, que se reflejaba en estas palabras suyas:
“Destrúyeme, Señor, y sobre mis ruinas levanta un monumento a tu Gloria”.
La adoración es el culto que Dios quiere de sus criaturas -los hombres- de
todos los tiempos.
Le adoró el pueblo de Israel, los primeros cristianos, los Santos de todas las
épocas, como San Francisco, Santa Teresa de Jesús y la Madre Laura, esta
última de nuestro siglo.
Adoraremos en el futuro, en el Cielo. Esa será nuestra eterna labor.
Preparémonos desde ahora para ello.
Hoy también se adora, y Dios muestra cómo desea la adoración, curando las

83
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

rodillas enfermas para que se doblen delante de El.


Cuando Dios nos enseñó la importancia de la adoración estaba en Tunía,
Cauca, Colombia, con un grupo -el día de la Fiesta de la Anunciación, 25 de
Marzo-.
Leímos la Palabra de Dios: ''Al Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los
Cielos, en la tierra y en los abismos y toda lengua proclame que Cristo Jesús
es Señor para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2, 10-11).
Obedecimos a la Palabra que nos ordenaba y nos postramos. Ninguno de los
asistentes lo había hecho antes. Pero fue una experiencia inolvidable para
todos.
Sentimos la Presencia de Jesús de una manera tan fuerte y real que casi
podíamos tocarlo. Al finalizar la experiencia decían haber sentido una paz
inmensa, alegría, fervor, unción. Una profesora joven, llamada Cilia de
Cadena, se puso de pie y dijo: “Hacía varios años sufría un dolor en las
rodillas que me impedía doblarlas; lo hice por obedecer la Palabra de Dios y
me sorprendí al no sentir el dolor acostumbrado, permanecí largo rato
postrada y me levanté perfectamente bien. Dos años después, afirma
continuar sanada.
''Al Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los Cielos, en la tierra y en los
abismos y toda lengua proclame que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios
Padre” (Filipenses 2, 10-11).
En otra ocasión, mientras dictaba este “Curso para solucionar los Problemas”
en El Santuario, Antioquía, Colombia, a las Religiosas Concepcionistas
Franciscanas de clausura, llegados a este tema les dije: “Hagamos la
experiencia”. Las treinta Religiosas se postraron inmediatamente, aunque
tampoco lo habían hecho antes.
Al levantarse, relataban cosas extraordinarias. Decían haber sentido a Dios de
una manera especial, y hasta lloraban.
La Hermana Leonor dijo: “Desde hace catorce años no podía arrodillarme, lo
hice por obedecer a Dios y a su Palabra. Ahora me siento perfectamente
bien”.
La Hermana Marta sufría igual impedimento hacía trece años. Curó también
de las rodillas y continuó postrándose todos los días hasta que el Señor la
llamó a adorarlo en el Cielo, unos meses más tarde.
¿Qué indican estos testimonios?
Es evidente que estos signos de Dios son una confirmación de que Dios no se
conforma con la adoración interior -como dicen algunos-, sino que desea la

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

adoración con nuestro cuerpo, la expresión física de nuestra rendición, de


nuestro sometimiento a El, pues así como nuestra alma es de El, nuestro
cuerpo es de El.
¡Hágalo ahora mismo!
Vea a Dios delante suyo, póstrese rostro en tierra, reconózcalo como el Señor
y permanezca postrado adorando todo el tiempo que desee.
Haga de esta forma de oración un hábito: al levantarse, al acostarse, y verá
las maravillas que ocurrirán en su vida. Dios volcará sobre usted toda clase de
bienes y regalos, y sobre todo, se volcará El. Usted irá desapareciendo, con
sus preocupaciones, problemas y dificultades, e irá apareciendo Jesús
triunfante en usted.
La adoración transforma la vida: acerca a Dios, aleja a Satanás, destierra la
tentación, las preocupaciones, da paz interior... e incluso, ¡cura las rodillas
enfermas!
“Al Señor, tu Dios, adorarás, y a El solo darás culto” (Lucas 4,8).
La adoración es un regalo.
“Toda dádiva buena, viene de arriba, del Padre de las luces...” (Santiago 1,
17).
Pida al Señor que le dé un verdadero espíritu de adoración, y El se lo dará.
Sin el espíritu de adoración no espere crecer espiritualmente, ni hacer cosa
de provecho porque usted no será agradable a Dios, ya que su primer
mandato, su primera orden es:
“Al Señor, tu Dios, adorarás, y a El solo darás culto” (Lucas 4,8).
¿Cuándo adorar?
Debo vivir en espíritu de adoración.
Para lograr el espíritu de adoración es necesario hacer actos repetidos de
adoración.
Postrarse por lo menos tres veces al día. Postrarse tres veces al día o al
menos al levantarse y al acostarse. La adoración le irá convirtiendo en el
adorador que el Padre busca en Espíritu y en Verdad.
“Póstrese ante Ella tierra entera” (Salmo 66, 4).
Aunque usted no sienta deseos de adorar, empiece a hacerlo en fe y
obediencia. Hágalo con sus labios un buen rato y verá cómo la adoración
comenzará a fluir de su corazón.
¡Haga la experiencia!

Ejercicio

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Vamos a postrarnos ahora mismo. Doble sus rodillas. Coloque su rostro en el


suelo. Adore a Dios. Reconózcalo como el que es. Déjese guiar por el Espíritu
de Dios. Permanezca así todo el tiempo que sea posible.
Continúe haciendo este acto de adoración diariamente.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

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“CUANDO VENGA EL ESPIRITU SANTO SOBRE USTEDES, RECIBIRAN PODER Y


SERAN MIS TESTIGOS.”
Hechos 1, 8

El poder del espíritu

Entre los cristianos hay dos clases de vida: una derrotada y otra plena, llena
de frutos.
Hay personas que viven una vida frustrada, sin sentido, sin metas, con
altibajos, con sufrimiento, dando la impresión que algo falta en ellas. A pesar
de ser personas cristianas, que frecuentan los Sacramentos y quieren vivir
bien, algo falta en esas vidas.
Por otro lado, hay cristianos plenos, llenos de paz, amor, alegría, que saben lo
que Dios quiere de ellos, trabajan por El y dan fruto, y fruto abundante.
La diferencia entre estas dos clases de vida está en la plenitud del Espíritu
Santo. La primera clase de vida no tiene la llenura del Espíritu Santo; la
segunda sí la tiene y el Espíritu Santo es el motor de lo que hacen: “...Cuando
venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán Poder y serán mis testigos...”
(Hechos 1, 8).
Para que yo pueda usar el Poder de Dios y con él hacer las obras de Dios,
necesito tener la fuente de ese Poder dentro de mí, necesito estar lleno del
Espíritu Santo.

Es cierto que ya tengo el Espíritu Santo recibido en los Sacramentos del


Bautismo y la Confirmación. Pero a pesar de ello, ese Espíritu Santo no actúa
en forma plena en mí; estoy encadenado, limitado, atado, porque vivo una
vida carnal, programada por mí mismo, sin tener en cuenta al Espíritu Santo
que es el mismo Dios dentro de mí.
Es necesario que yo le abra la puerta de mi vida a la acción I plena del Espíritu
Santo, por medio de una nueva efusión, de un nuevo baño del Espíritu Santo,
al renovar el Sacramento de la Confirmación. I
“...Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán Poder y serán mis
testigos...” (Hechos 1,8). I
La renovación del Sacramento de la Confirmación la llamamos Bautismo en el
Espíritu Santo, porque Jesús usó ese término, cuando dijo a los discípulos:

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu
Santo dentro de pocos días” (Hechos 1, 5). I
El Bautismo en el Espíritu Santo no es un nuevo Sacramento, es una
oportunidad para llenamos más profundamente I del Espíritu.
Por eso Jesús y nosotros le llamamos Bautismo, o sea baño, plenitud, llenura
del Espíritu Santo. El Bautismo en el Espíritu Santo hace que nuestra vida I
cambie de rumbo, que se transforme, que empiece a ver todos los
acontecimientos desde el punto de vista de Dios, que mi vida tenga un
propósito, una dirección, una meta y que sea una vida llena de paz, gozo,
poder y frutos espirituales.
“...Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán Poder y serán mis
testigos en Jerusalén, en Judea y en Samaria, y hasta en los confines de la
tierra” (Hechos 1, 8).
Para ser bautizado en el Espíritu Santo debo prepararme dejando entrar a
Jesús en cada área de la vida, deseando ardientemente el Espíritu Santo y
pidiéndole a Jesús que me bautice con su Espíritu Santo.
Resumiendo, ¿qué sucederá en mí cuando sea bautizado en el Espíritu Santo?
Recibiré Poder, fuerza. El Poder es algo que se me comunica, se me entrega,
el Poder hace que lo que para mí era imposible comience a ser posible.
Recibiré Poder para resistir a Satanás y a las tentaciones que él me pone en el
camino de la vida. Porque tengo fuerza espiritual contra el enemigo, cuando
viene la tentación puedo decir “no” a ella, porque tengo Poder, porque el Es-
píritu Santo está en mí.
Recibo Poder para entender la Biblia, la Palabra de Dios. A través de las
Escrituras me habla el Espíritu Santo y me enseña todas las cosas como lo
prometió Jesús.
Recibo Poder para vivir una vida abundante, plena. El Espíritu Santo me da la
dirección adecuada en cada momento; sé para dónde voy, sé qué quiere Dios
de mí, y siento la Presencia continua de Dios junto a mí.
“Voy a enseñarte, a mostrarte el camino a seguir; fijos en ti los ojos, seré tu
consejero” (Salmo 32, 8).
La Presencia del Espíritu Santo y la seguridad de su dirección, producirán en
mí una paz y una alegría imposibles de explicar.
Recibiré Poder contra el miedo, contra la angustia, contra la ansiedad,
porque ya no estaré solo. El Espíritu Santo estará conmigo, será mi
Consolador, mi compañero.
“Tú eres un cobijo para mí, de la angustia me proteges, estás alrededor de mí

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

para salvarme” (Salmo 32, 7).


Recibiré Poder para proclamar a Jesús a los demás, para hablar de El sin
temor; tendré Poder para invitar a otros a entrar en esta vida nueva, llena del
Espíritu.
El miedo al qué dirán no tendrá cabida en mí, porque no seré yo el que hable,
será el Espíritu el que hable en mí, el que mueva los corazones.
“...Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán Poder y serán mis
testigos en Jerusalén, en Judea yen Samaria, y hasta en los confines de la
tierra” (Hechos 1, 8).
Recibiré Poder para hablar con Dios de una manera nueva, diferente; el
Espíritu Santo orará en mí en una forma perfecta, fácil, siempre de acuerdo
con la Voluntad de Dios.
“...Porque no sabemos orar como se debe, pero el Espíritu Santo ora por
nosotros con gemidos que no pueden explicarse” (Romanos 8, 26).
Recibiré Poder para amar a mis hermanos. Ya no seré yo, será el Espíritu
quien ame a través de mí. .
Recibiré Poder para ser miembro vivo y activo de la Iglesia. Crecerá mi amor
por el Papa, por los Obispos, por la Santísima Virgen María, por los
Sacramentos. Recibiré una fe más profunda en las verdades fundamentales o
dogmas.
No miraré solamente a Cristo, sino que miraré y amaré también a su Cuerpo
espiritual, la Iglesia.
Tendré Poder -cuando tenga la plenitud del Espíritu Santo-, para anhelar y
esperar la vida que no se acaba: el Cielo. Empezaré a vivir en este mundo
como de paso, viviré para la eternidad .feliz que me espera, porque el
Espíritu que he recibido es el adelanto de esa Vida. Viviré el Cielo en la
tierra...
“Tenemos las primicias del Espíritu...” (2 Corintios 1,22).
Esto que se ha dicho, y mucho más que no se puede explicar con palabras, es
la vida del bautizado en el Espíritu Santo. Será su propia vida, si usted lo
desea y pide.
Para prepararse para este gran acontecimiento: acérquese al Sacramento de
la Reconciliación, perdone de corazón a todas las personas que le hayan
ofendido, ábrale de par en par la puerta de su vida a Jesús, y sobre todo,
pídale a Jesús que le dé más y más deseos de recibir la plenitud del Espíritu
Santo.
“...Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán Poder y serán mis

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

testigos en Jerusalén, en Judea y en Samaria, y hasta en los confines de la


tierra” (Hechos 1,8).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

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“EL QUE TENGA SED QUE VENGA A MI Y BEBA.”
Juan 7, 37

El deseó del espíritu Santo

““El que tenga sed que venga a Mí y beba; del corazón del que cree en Mí
brotarán ríos de agua viva”. ...Esto lo decía Jesús explicando que los que
creyeran en El recibirían el Espíritu...” (Juan 7, 37-39).
A través de los capítulos anteriores, Jesús nos ha estado preparando para el
regalo más grande que puede damos después de subir al Cielo: su Espíritu, el
Espíritu Santo.
“Yo le pediré al Padre para que les envíe otro Paráclito, el Espíritu de la
Verdad, para que esté siempre con ustedes. No los vaya dejar abandonados;
volveré para estar con ustedes” (Juan 14, 16; 14, 18).
El Espíritu Santo es el Espíritu de Jesús, es una Persona, es Dios como lo son el
Padre y el Hijo.
El Espíritu Santo me recuerda todo lo que Jesús ha dicho.
“Pero el Espíritu Santo, Paráclito, que el Padre va a enviar en mi Nombre, les
enseñará todas las cosas y les recordará fado lo que les he dicho” (Juan 14,
26).
El Espíritu Santo completa la obra de Jesús; es Dios que trabaja en nuestra
alma, en mi alma, para llevarme a la perfección y a la vida llena de Poder que
Dios quiere para mí, desde que me creó.
El Espíritu Santo me da a conocer más profundamente a Jesús. Glorifica y
exalta a Jesús.
“Pero el Espíritu Santo, Paráclito, que el Padre va a enviar en mi Nombre, les
enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que les he dicho” (Juan
14,26).
El Espíritu Santo viene en plenitud a la persona que ha entregado todas las
áreas de su vida a Jesús, que lo tiene en el centro de su existencia, como su
Señor.
El Espíritu Santo viene en plenitud a la persona que lo desea.
“El que tenga sed que venga a Mí y beba...” (Juan 7, 37).
El Espíritu Santo viene a la persona que pide ser llena con el Espíritu Santo.
''Así que Yo les digo: “Pidan y recibirán; busquen y encontrarán; llamen a la
puerta y les abrirán. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra;

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

yal que llama a la puerta, se le abre. ¿Acaso alguno de ustedes, que sea
padre, sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado, o,
de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si ustedes, que son malos,
saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el
Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” (Lucas 11,9-13).
El primer requisito para ser llenados del Espíritu Santo es tener a Jesús en el
centro de la vida. Esto significa haber renunciado a mi pecado y haber
decidido abandonarlo definitivamente, haber perdonado a todas las personas
que me han ofendido, haber renunciado a creencias, supersticiones,
prácticas prohibidas por la Palabra de Dios, y haber abierto totalmente la
puerta de la vida a Jesús, corno lo hicimos en el capítulo pasado.
El segundo requisito para ser llenados plenamente con el Espíritu Santo es
desear recibirlo. Dios respeta mi libertad, no me obliga. Para recibir el
Espíritu Santo es necesario que yo lo desee. Pero en el deseo hay muchos
grados.
Hay un “desearía”: si me lo quisieran dar, lo recibiría. Esta es una posición
muy pobre.
Hay un “deseo”: quiero recibir el Espíritu Santo, así, simplemente.
Hay un “deseo”: ardientemente.
Entre estas tres posiciones la más adecuada es la de desear ardientemente,
tener sed -como dice Jesús-, porque nada hay más apremiante que la sed;
nos obliga a buscar agua y a beberla, se convierte en nuestra máxima
necesidad.
Así pasa con el Espíritu: Según sea mi sed, así será el derramarse del Espíritu
Santo sobre mí. El Espíritu es infinito, tanto cabrá de El en mí, cuanto espacio
yo le dé, cuanta sed tenga de El.
La sed también es regalo de Dios; si yo se la pido, El me la da.
“Dios por su benevolencia da el desear y el obrar” (Filipenses 2, 13).
El tercer requisito para ser llenado por el Espíritu Santo es el pedirlo.
Es necesario pedir, pedir con fe, pedir con seguridad, con la certeza de que lo
que pido, Dios me lo concede.
Puedo estar absolutamente seguro que Dios me dará el Espíritu Santo,
porque Dios lo desea, El mismo ha ordenado que seamos llenos del Espíritu
Santo.
“No se emborrachen pues eso lleva al desenfreno; al contrario, llénense más
bien del Espíritu Santo” (Efesios 5, 18).
Si Dios me ama y quiere lo mejor para mí, El está más interesado en darme el

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Espíritu Santo de lo que yo puedo estar interesado en recibirlo.


“Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto
más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” (Lucas 11,
13).
Dios nos da el Espíritu Santo -podemos estar seguros de ello-, porque El lo ha
prometido y Dios siempre cumple sus promesas.
Cuando no hemos sido llenados plenamente por el Espíritu Santo somos
tibios, nos desanimamos fácilmente, caemos repetidamente en la tentación,
nuestra voluntad es débil, somos cobardes, no nos sentimos capaces de ha-
blar de Jesús, vivimos una vida derrotada, triste, sin poder espiritual.
Prometemos, nos entusiasmamos con Dios y con las cosas de Dios, pero
pronto echamos pie atrás, viene el desaliento, dejamos de progresar y no
podemos ayudar a otros a adelantar en lo espiritual.
Cuando el Espíritu Santo me llena plenamente mi vida se transforma, todo
cambia, como pasó en Pentecostés; me relaciono con Dios como con una
persona viva, cercana a mí, que me ama; siento hambre de la Palabra de Dios
y la comprendo más fácil y profundamente; experimento paz, alegría, fuerza
en la tentación; crece mi fe; siento fuego dentro de mí y quiero comunicarlo
a los demás.
“...Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán
Poder y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea y en Samaria, y hasta en los
confines de la tierra” (Hechos 1, 8).
Otro resultado de la plenitud del Espíritu Santo es que me da Poder para
hablar en Nombre de Jesús, para obrar en su Nombre, para orar, para
proclamarlo.
Esta vida llena del Espíritu es una vida nueva, feliz; es la verdadera vida, pues
sin el Espíritu Santo el hombre está muerto.
Necesito el Espíritu Santo para que fluyan ríos de agua espiritual dentro de
mí, que me laven y me hagan germinar, vivir, crecer y dar frutos espirituales.
Esta agua del Espíritu Santo es una fuente inagotable que obra maravillas
dentro de mí y a través de mí, en otros.
Recordemos los tres requisitos para ser llenados con el Espíritu Santo:
Que Jesús sea el centro de nuestra vida, el centro de mi vida. Esto lo hicimos
en el capítulo pasado.
Pedir ser llenos del Espíritu Santo: Lo haremos en los próximos capítulos.
Tener sed, desear ser lleno del Espíritu Santo. Ese es el objetivo de este
capítulo, pues de la sed dependerá el derramamiento.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Pida, pues, a Jesús, en este momento, que le dé sed, el deseo del Espíritu
Santo y lo vaya aumentando cada instante más.

Ejercicio

Pedir continuamente que el deseo de recibir el Espíritu Santo aumente


continuamente en mí.
“El que tenga sed que venga a Mí y beba” (Juan 7, 37).

94
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

21
“TODOS QUEDARON LLENOS DEL ESPIRITU SANTO.”
Hechos 2,4

El gran regalo
Este capítulo requiere una metodología especial, y es ésta: Léelo
completamente y después busca un lugar solitario para realizar esta lección
paso a paso.
E] requisito para recibir este gran regalo es haber vivido cada uno de los
temas anteriores -20 temas-, y haber realizado el ejercicio de cada uno de
ellos lo mejor posible. Por esto, si te ha faltado leer algún capítulo anterior a
este o realizar el ejercicio, te sugiero hacerlo antes de intentar recibir el gran
regalo.
Este capítulo, como los anteriores, pretende llevar a una experiencia de Dios,
por lo tanto no es suficiente leerlo, es preciso realizarlo.
En los veinte capítulos anteriores has venido preparando uno de los
acontecimientos más grandes de tu vida: el Bautismo en el Espíritu Santo que
el Padre celestial y Jesús quieren darte hoy.
Hoy es un día grande, un día de fiesta, hoy tu vida se parte en dos, vas a
renovar el Sacramento de la Confirmación.
“Todos quedaron llenos del Espíritu Santo...” (Hechos 2, 4).
Vas a tener hoy la misma experiencia que vivieron María y los discípulos de
Jesús el día de Pentecostés.
Invita a María para que esté contigo y te acompañe en esta hermosa
experiencia.
“María, te pido que estés aquí, conmigo, como estuviste en el primer
Bautismo en el Espíritu Santo el día de Pentecostés”.
Lee atentamente lo que dice la Palabra de Dios en los Hechos de los
Apóstoles, capítulo 2, versículos del 1 al 4: “Cuando llegó el día de
Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De pronto vino del
cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la
casa donde estaban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego, las que,
separándose, se fueron posando sobre cada uno de ellos; y quedaron llenos
del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas en las cuales el
Espíritu les concedía expresarse”.
El objetivo de este capítulo es reclamar la promesa de Jesús de darte el
Espíritu Santo.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Jesús quiere bautizarte, Jesús quiere inundarte con el Espíritu Santo.


“Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto
más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” (Lucas 11,
13).
Imagina a Jesús que está a tu lado. El te dice: “Pidan y recibirán, busquen y
hallarán, toquen a la puerta y les abrirán. Porque todo el que pide, recibe, y
el que busca, halla, yal que llame a una puerta, se le abrirá” (Lucas 11,9-10).
Jesús y el Padre Celestial quieren darte el regalo del Espíritu Santo;
solamente esperan que lo pidas. Es muy sencillo hacerla.
Diles con todo el corazón: “Padre Santo, en el Nombre de tu Hijo Jesús, te
pido que renueves en mí el Sacramento de la Confirmación, te pido que
ahora me hagas una nueva criatura”.
Póstrate, adóralo, alábalo, canta, déjate llevar de lo que Dios mismo te
indique hacer.
Después, puedes orar así: “Padre Santo, creo que Tú me amas Y deseas
regalarme la plenitud del Espíritu Santo. En el Nombre de Jesús, te pido que
renueves en mí el Sacramento de la Confirmación, enviándome ahora mismo
la plenitud del Espíritu Santo. Gracias, Padre, porque estoy seguro que me
has bautizado con el Espíritu Santo. Gracias, Padre”. .
Quédate alabando y adorando a Dios, o en silencio profundo, gustando la
Presencia del Espíritu Santo.
Si no experimentas nada de tipo sentimental o emocional, no te preocupes:
esta es una vivencia espiritual, por la fe, porque crees que Dios cumple su
promesa de damos lo que le pedimos.
El Padre celestial y Jesús te han regalado la plenitud del Espíritu Santo. Eres
una persona nueva.
Termina agradeciendo a Dios el gran regalo que te ha dado hoy: su Espíritu
Santo.
“Todos quedaron llenos del Espíritu Santo...” (Hechos 2, 4).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

22
“SEAN USTEDES SANTOS, PUES YO, EL 5EÑOR SU DIOS, SOY SANTO”
Levítico 19, 2

Dios quiere que yo sea santo

Por el Bautismo en el Espíritu Santo, que recibí en el capítulo pasado, he


nacido de nuevo, soy una persona nueva.
Sin embargo, el Bautismo en el Espíritu Santo no es el final del camino, no es
la meta. Todo lo contrario: El Bautismo en el Espíritu Santo es el principio de
un nuevo camino, de una nueva forma de vivir.
Dios no quiere que me quede estancado en el estado espiritual que tengo
ahora, por elevado que sea. Dios quiere que adelante, que siga creciendo
espiritualmente hasta llegar a la perfecta estatura espiritual: Jesús.
Adelantar y crecer en lo espiritual es lo que se llama santidad.
“...Sean ustedes santos, pues Yo, el Señor, su Dios, soy Santo” (Levítico 19,2).
Dios quiere que yo sea santo.
Santo quiere decir separado, consagrado, dedicado a aquel que es el Santo,
el Señor, Dios. Ser santo es muchas cosas y a la vez una sola cosa: Ser santo
es desaparecer yo para que aparezca Dios en mí.
Para que esto sea posible es necesario consagrar mi ser al, Señor, estar
dedicado a Dios en el estado que tenga.
Al desaparecer yo y aparecer Jesús en mí, iré teniendo la misma mente, los
mismos sentimientos de Jesús, hasta tal punto que llegue a identificarme con
Jesús, a ser una reproducción de Jesús.
Pero es necesario que yo desaparezca para que Jesús pueda crecer en mí,
pueda obrar en mí y a través de mí. Es preciso que renuncie a lo mío, para
que El viva en mí y I pueda decir como San Pablo: “Vivo yo, pero ya no soy yo
I quien vive, sino que Cristo vive en mí...” (Gálatas 2, 20).
San Juan Bautista dijo: “Es necesario que El crezca y que yo disminuya”. Y en
otra versión: “El ha de ir aumentando en importancia y yo disminuyendo”
(Juan 3, 30).
Yo desaparezco en la medida en que doy cabida a Jesús, a sus pensamientos,
a sus sentimientos, a su Palabra, a su Cuerpo, a su Vida, a sus criterios, a sus
normas.
“...Sean ustedes santos, pues Yo, el Señor, su Dios, soy Santo” (Levítico 19, 2).
Si lleno mi mente con la Palabra de Jesús, mis pensamientos desaparecen.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Si lleno mi boca con esa Palabra para hablar a otros, desaparecen mis
palabras vanas, inútiles, tontas.
Si recibo el Cuerpo de Jesús, desaparezco yo y El va creciendo en mí.
“El que come mi Cuerpo y bebe mi Sangre vive en Mí y Yo en él” (Juan 6, 56).
Voy desapareciendo cuando dejo los amigos del mundo para hacerme amigo
de los que siguen a Jesús.
“...Sean ustedes santos, pues Yo, el Señor, su Dios, soy Santo” (Levítico 19, 2).
Yo no me puedo hacer santo, volverme santo. Únicamente Dios puede
hacerme santo. Lo que Dios pide de mí es que me vacíe de mí y deje la
entrada libre a Aquel que es Santo, que sabe qué es la santidad, que me
puede hacer santo.
Y a Dios lo dejo entrar por su Palabra: la Biblia, por la oración, por el
testimonio, por la Eucaristía, por la vida comunitaria, por mi relación con la
Virgen María y por mi obediencia a la Iglesia, su Cuerpo.
Vamos a ver un poco más detalladamente cada uno de estos medios de
santificación:
Iglesia: Cuando acepto la autoridad de la Iglesia de Jesús, representada
en el Papa, en el Obispo, en el Párroco, estoy aceptando a Jesús. Me
identifico con Jesús al identificarme con la Iglesia; obedezco a Jesús al
obedecer a la Iglesia, pues abandono mis criterios, mis opiniones, mis
juicios para aceptar los del Cuerpo de Jesús.
“El que los escucha a ustedes, me escucha a Mí; y el que los rechaza a
ustedes, me rechaza a Mí; y el que me rechaza a Mí, rechaza al que me
envió” (Lucas 10, 16).
Palabra de Dios: Cuando leo, estudio, medito, aprendo y escucho la
Biblia, Jesús va entrando en mí. “...Investiguen las Escrituras, pues ellas
hablan de Mí” (Juan 5,39).
Oración: Al orar diariamente aprendo a vivir comunicado con Dios y
Jesús va inundando mi mente y mis pensamientos.
Eucaristía: Al recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús, El se hace uno
conmigo, y me hace como El.
Comunidad: Al comunicarme con los que se han entregado a Jesús,
vivo en el mundo de Jesús.
Testimonio: Al hablar de Jesús, mi lengua se ocupa del El y destierra lo
demás.
María: Al acudir a Ella, me dice: “Hagan todo lo que El les diga” (Juan 2,
5). Al amarla e imitarla me voy pareciendo a su Hijo, me voy haciendo

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

santo.
Dios quiere que yo sea santo.
“...Sean ustedes santos, pues Yo, el Señor, su Dios, Soy Santo” (Levítico 19,2).

Ejercicio

Repetir en voz alta veinte veces: “...Sean ustedes santos, pues Yo, el Señor, su
Dios, soy Santo”.
Después, en voz alta, repetir veinte veces: “Dios quiere que yo sea Santo
como El”.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

23

“ORAD CONSTANTEMENTE”
Efesios 5, 17

Hablar con Dios

Orar es hacer contacto con Dios.


Expliquemos esto mejor usando un ejemplo. Tengo una plancha fría, está
desconectada de la energía eléctrica; no puedo planchar. En el momento en
que la enchufo, en que la pongo en contacto con la corriente eléctrica, la
plancha empieza a calentarse y de su interior comienza a salir calor al
exterior.
Así soy yo: Soy una plancha fría, que nada del exterior puede calentar.
Tampoco despido calor para otros.
Necesito conectarme con la fuente de energía espiritual que es Dios, que su
energía entre en mí para que salgan de mí luz, calor y poder.
El cable que me lleva a conectarme con Dios, y que permite que estas cosas
pasen a mí, se llama oración.
Orar no es repetir palabras u oraciones sin sentido. Orar es unirme con Dios,
hacer contacto con El.
“Oren constantemente” (Efesios 5, 19-20).
La Palabra de Dios me ordena orar constantemente, orar sin descanso, orar
sin parar.

La única manera de obedecer a esa orden de Dios de orar sin parar es vivir
conectado con El.
Así pasa cuando plancho: Conecto la plancha y muchas veces mientras
plancho no estoy consciente de que está conectada.
Igual con la oración o estar conectado con Dios. Muchas veces no seré
consciente de ese contacto con El, pero puedo tratar de hacerlo cada vez que
lo recuerde o cambie de actividad, cada vez que empiece una nueva labor
durante el día.
“Oren constantemente” (Efesios 5, 19-20).
¿Cómo puedo iniciar y hacer consciente ese contacto con Dios?
Poniéndome delante de la Persona de Jesús, caminando continuamente en la
Presencia de Jesús, porque: “Pues en El vivimos, nos movemos y existimos...”

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

(Hechos 17, 28).


“...Camina en mi Presencia y serás perfecto” (Génesis 17, 1).
Dios me mira continuamente. Cuando yo soy consciente de la mirada de
Jesús, y de su Presencia continua alrededor de mí, debo hacerlo participante
de lo que hago, de lo que digo, de lo que pienso en ese momento, así como
pedirle su parecer en las decisiones que tomo. Jesús, ¿qué te parece esto?...
Jesús, pienso esto... Jesús, debo hacer esto... Ayúdame... hazlo Tú por mí
Jesús, te amo, y así en todo.
El iniciar el hábito de vivir delante de Jesús será un poco difícil, pero a medida
que se practica, va haciéndose más fácil.
Un Santo colombiano -en vías de canonización-, Emilio Botero González,
Obispo de Pasto, interrumpía la conversación cada cinco o diez minutos y se
ponía conscientemente en la Presencia de Jesús, haciendo una brevísima
oración: una jaculatoria.

¿De qué modo me comunicaré con Jesús en esos momentos conscientes?


Unas veces será adorándole, otras alabándole, consultándole su parecer,
pidiéndole, y otras, ojala muchas veces, simplemente estando en su
Presencia, sin decir nada, quieto ante El. “Mi bien es estar junto a Dios...”
(Salmo 73, 28).
“...Camina en mi Presencia y serás perfecto” (Génesis 17, 1).
Para vivir en esta comunicación íntima y continua con Jesús -que nos va
volviendo santos-, es indispensable cada día un tiempo exclusivo para hablar
con Dios.
Este tiempo no deberá ser menor de quince minutos, ojala media hora.
Dejamos lo que estamos haciendo, lo que estamos pensando, para pensar
únicamente en Dios, para hablar únicamente con Dios, para poner en
contacto nuestra mente y nuestro espíritu con El, para una audiencia con El.
¿Qué puedo hacer en este rato de conexión especial con Dios?
Acallar y serenar mi cuerpo y mi mente, haciendo ejercicios de
silenciamiento como se indica en el capítulo introductorio de “La
Paz”.
Ponerme en la Presencia de Dios, ser consciente de que El está allí.
Si necesito, tomo un Salmo, lo leo y lo releo, lo hago mío, trato de
meterlo en mí, repito el versículo que me toca.
Si me siento unido a Jesús, me quedo quieto ante El, en su Presencia,

101
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

sin decir nada.


Si siento que me habla en mi interior, escucho, si deseo hablarle, lo
hago.
“Oren constantemente” (Efesios 5, 19-20).
El tiempo ideal es la madrugada, antes de iniciar las actividades. Si es preciso,
podemos adelantar ese cuarto de hora y levantamos antes de lo
acostumbrado.
El es el primero; debe ser también para nosotros el primero. Esto nos hará
empezar bien el día, nos dará ánimo y, luz, no estaremos solos.
Para finalizar y evaluar el día, otro rato de encuentro con Jesús. No hay nadie
tan ocupado que no pueda dedicarle este tiempo a Dios, si realmente le
interesa. Siempre tenemos tiempo... para lo que nos interesa.

Ejercicio

Permanecer en la Presencia de Jesús.


Repetir lo más frecuentemente que podamos: “...Camina en mi Presencia y
serás perfecto”.
Hacer contacto con Dios diariamente quince minutos como mínimo al
levantarme y al acostarme.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“YO LES ASEGURO QUE si DOS DE USTETEDES SE PONEN DE ACUERDO EN LA


TIERRA PARA PEDIR ALGO, - CUALQUIER COSA QUE SEA -, LA CONSEGUIRAN
DE MI PADRE QUE ESTA EN LOS CIELOS.”
Mateo18, 19

Ejercito de oración

El Ejército de Oración está formado por una multitud de Sacerdotes,


Religiosas y laicos que nos unimos en oración para interceder por nuestras
propias necesidades y por las del mundo, como ha pedido la Santísima Virgen
María en todas sus apariciones.
El Ejército de Oración consiste en dedicar quince minutos diarios a la oración,
a la misma hora, en el sitio en que estemos, solo s o en compañía de otros.
Las intenciones del Ejército de Oración son:
La paz del mundo y la conversión de los pecadores.
La renovación espiritual de nuestra parroquia.
Las necesidades de cada uno de los soldados del Ejército, incluyendo
las suyas.
El Ejército, con su oración constante, ha logrado de Dios la conversión de
pecadores empedernidos, la curación de muchos enfermos, la solución a
problemas conyugales y familiares, la transformación espiritual de varias
parroquias y muchas Gracias más.
En el momento de escribir este libro, el Ejército de Oración cuenta en sus filas
con más de seis mil soldados, pertenecientes a Batallones localizados en
Bogotá, Medellín
El Santuario (Antioquía), Armenia y Calarcá (Quindío) Piendamó y Tunía
(Cauca), Cali, Cartago, Albán y El Cairo (Valle del Cauca).
Para inscribirse anote abajo la hora en que se compromete con el Ejército.
El compromiso es con Dios. No es indispensable enviar cupón con datos.

Me comprometo como soldado del Ejército de oración', diariamente a las…


de la mañana… tarde…. Noche…

103
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

24

“AQUEL QUE ES LA PALABRA SE HIZO HOMBRE Y VIVIO ENTRE NOSOTROS,


LLENO DE AMOR Y VERDAD.”
Juan 1, 14

La palabra

“En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios
y era Dios” (Juan 1, 1).
La Palabra es Dios mismo.
La Palabra se hizo Carne: tomó carne humana.
Según esto, Jesús es la Palabra de Dios. ¿Qué quiere decir todo esto?
Cuando yo expreso algo, digo una palabra. Esa palabra expresada indica lo
que hay dentro de mí; la palabra que pronuncio revela, muestra lo que hay
dentro de mí, o sea, que yo me dejo conocer a través de la palabra que digo.
“...De la abundancia del corazón, habla la boca” (Mateo 12, 34).
Así que yo puedo conocer a alguien a través de lo que dice, porque la palabra
es la expresión tangible de su pensamiento.
Yo puedo darme a conocer, me doy a conocer a través de la palabra y los
demás me conocen a través de mis palabras.
Y esto que yo soy imperfecto, pecador, mentiroso. No soy transparente, no
soy veraz, y a pesar de eso me comunico y me doy a conocer.
A través de mi palabra los demás pueden saber cómo pienso y de esta forma
me conocen: “Y la Palabra se hizo Carne...” (Juan 1, 14).
Según esto la palabra es algo esencial, algo que no puedo separar de mí.
“...De la abundancia del corazón, habla la boca” (Mateo 12, 34).
Jesús es la Palabra de Dios, o dicho en otra forma: Jesús es la expresión de
Dios que podemos palpar.
Dios para mostrarse al hombre lo hizo a través de la Palabra, o sea, de Jesús.
Como Jesús es la Palabra de Dios, Dios se me muestra a través de El.
Yo sé quién es Dios a través de su Palabra, a través de Jesús.
La palabra -mi palabra- y yo somos distintos; en cambio, Dios y su Palabra son
Uno solo.
“El Padre y yo somos Uno” (Juan 1O, 30).
“En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

y era Dios. Ella estaba en el principio con Dios” (Juan 1, 1-2).


La Palabra de Dios no tuvo principio, existe desde siempre y existirá por
siempre, es la expresión eterna del Padre.
Todas las palabras del lenguaje existen para manifestar algo, para dar a
conocer algo, por eso cuando llegó el momento preparado de antemano, y
después de haber hablado de muchas maneras a los hombres por medio de
los profetas, mandó su Palabra hecha Hombre, y “...la Palabra se hizo Carne y
habitó entre nosotros...” (Juan 1, 14). Dios se expresó al hombre a través de
su Palabra, y no sólo hablada, sino hecha Hombre.
Jesús es la Palabra de Dios, o sea que la Palabra de Dios no es algo aparte de
El, independiente de El; la Palabra de Dios es Dios mismo.
“En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios
y era Dios” (Juan 1, 1).
Dios es Uno, Eterno, Infinito, Simple, por eso una sola es su Palabra, una sola
es su expresión y ésta es Jesús, la Palabra de Dios.
¿Y cómo se manifestó Jesús, la Palabra de Dios?
Jesús se manifestó a través de su propia expresión, se manifestó a través del
lenguaje.
“...Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en hechos y en
palabras delante de Dios y de todo el pueblo” (Lucas 24, 19).
Jesús hablaba y sus Palabras eran la expresión de El mismo.
“Las Palabras que Yo les hablo son Espíritu y son Vida” (Juan 6, 63).
Por eso Pedro dijo un día, inspirado por Dios:
“...Sólo Tú tienes Palabras de Vida Eterna” (Juan 6,68).
Las Palabras de Jesús atraen las multitudes, transforman las personas, curan
los enfermos, expulsan demonios, resucitan muertos, porque su Palabra es El
mismo, por eso su Palabra tiene Poder.

Las Palabras de Jesús son Palabras de Vida Eterna, Palabras llenas de Poder,
son Espíritu y son Vida.
Cuando Dios habla, cuando Jesús habla, es El mismo quien está en esa
Palabra, es uno con esa Palabra, y cuando yo escucho la Palabra de Dios
estoy estuchando a Jesús, conociendo a Jesús, y haciéndome Jesús, porque
esa Palabra tiene Poder para transformarme.
La Palabra de Dios tiene Poder para sacar cosas de la nada y para transformar
todo lo que existe.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“Y dijo Dios: Hágase la luz, y la luz fue hecha” (Génesis 1, 3).


La Palabra de Dios es creadora, saca las cosas de la nada.
La Palabra de Dios limpia: “Ustedes ya están limpios gracias a las Palabras
que les he dicho” (Juan 15, 3).
La Palabra de Dios perdona: “...Tus pecados te quedan perdonados” (Mateo
9,2).
La Palabra de Dios cura: “...Quiero, queda limpio de la lepra” (Mate o 8,3).
La Palabra de Dios convierte: “Vengan a ver a un hombre que me ha dicho
todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?” (Juan 4, 29).
La Palabra de Dios resucita muertos: “Lázaro, sal fuera” (Juan 11, 43).
La Palabra de Dios cambia la vida: “...”Síganme y Yo haré que ustedes sean
pescadores de hombres”. Al momento dejaron sus redes y se fueron con El”
(Marcos 1, 17-18).
Cuando yo me acerco a la Palabra de Dios, me acerco a Dios mismo; cuando
la Palabra de Dios me habla, Dios mismo me habla, Dios mismo se me
muestra.
La Palabra de Dios tiene Poder para cambiarme, para transformarme.
¿Dónde está la Palabra de Dios, cuál es la Palabra de Dios?
La Palabra de Dios es LA BIBLIA.
La Biblia no sólo contiene las Palabras de Dios, sino que es
La Palabra de Dios.
La Biblia es Cristo, es Jesús, es el Verbo, es la Palabra de Dios, para mí, dicha
para que yo la oiga, la escuche, la conozca.
En todos los textos de la Biblia está Jesús hablándome, enseñándome,
curándome, limpiándome.
Cuando leo la Biblia y su contenido entra en mí, está entrando la Palabra de
Dios, está entrando Dios mismo.
Por eso es que la Palabra de Dios -la Biblia- hace lo que ningún libro es capaz
de hacer, porque al leer la Biblia es Dios mismo con todo su Poder el que
penetra en mí.
Cada vez que me acerco a la Biblia me acerco a Dios.
Cuando leo la Biblia, entra Dios en mí; cuando escucho la Biblia, escucho a
Dios; cuando hago lo que dice la Biblia, me identifico con Dios.
La Biblia tiene Poder, tiene fuerza dentro de sí.
“Así como la lluvia y la nieve bajan del cielo, y no vuelven allá, sino que
empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, y producen la semilla
para sembrar y el pan para comer, así también la Palabra que sale de mis

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

labios no vuelve a Mí sin producir efecto, sino que hace lo que Yo quiero y
cumple la orden que le doy” (Isaías 55, 10-11).
La Biblia siempre hace en mí una obra, la Palabra de Dios nunca me deja
igual, porque la Palabra de Dios es Poder y ese Poder actúa en mí, trabaja en
mí.
Un solo versículo de la Palabra de Dios transformó la vida de los Santos:
San Francisco: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a
los pobres. Así tendrás riqueza en el Cielo. Luego ven y sígueme” (Mateo 19,
21).
San Francisco Javier: “¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si al
final pierde su alma?” (Mateo 16, 26).
Santa Teresita del Niño Jesús: “Si no se hacen ustedes como niños no pueden
entrar en el Reino de los Cielos” (Matea 18, 3).
Me acerco a la Biblia con reverencia porque me acerco al mismo Dios que me
habla a mí, y como María de Betania, me siento con confianza a los pies de
Jesús para escuchar la Palabra.
Siempre que me acerque a la Palabra de Dios debo hacerla con la intención
de lograr el Rhema, de lograr que sea vida para mí y que no se quede
solamente en el Logos, en la inteligencia.
Para que se convierta en Rhema para mí debo dejar que entre la Palabra, que
se haga mía, que actúe en mí. Por eso debo esperar.
“Es mejor esperar en silencio a que el Señor nos ayude” (Lamentaciones 3,
26).
“Tú espera, aunque parezca tardar, pues llegará en el momento oportuno”
(Habacuc 2, 3).
La Palabra de Dios es para escuchar, para asimilar, para gustar y vivir.
Cuando escucho, cuando espero, cuando me siento a los pies de Jesús para
que la Palabra de Dios se haga mía, todo mi ser se va transformando.
Y cuando la Palabra de Dios es ya Rhema para mí, estoy capacitado para darla
a otros, porque la Palabra tiene Poder y como ese Poder está en mí, por la
Palabra puedo actuar y puedo hablar, y veré grandes cosas.
“Jesús, Tú eres la 'Palabra de Dios. Te pido que tu Palabra entre en mí y se
convierta en Rhema que cambie mi vida”.

Ejercicio

Leer todos los días un trozo de la Palabra de Dios y después hacer silencio.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Repetir muchas veces el versículo que más le guste, dejarlo entrar, penetrar,
calar en usted hasta que se vuelva Rhema para usted.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

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“EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE TIENE VIDA ETERNA.”


Juan 6, 54

El alimento

Jesús es la Verdad. El mismo me habla en este momento: “El que come mi


Carne y bebe mi Sangre tiene Vida Eterna” (Juan 6,54).
Decía San Agustín: “Nos hiciste Señor para Ti, e inquieto está nuestro corazón
hasta que descanse en Ti”.
Tengo ansia, sed de infinito... que nada ni nadie puede llenar. Hay una sed
ardiente dentro de mí, sed de infinito, sed de Dios.
Solamente El puede calmarla, solamente El puede llenar el vacío de mi
corazón.
No solamente El puede calmarla, es más, El desea calmar mi ansia, mi
hambre de infinito, mi hambre de Dios, mi hambre de El.
Por eso Dios mismo, Jesús, se hizo comida, alimento físico, real, para mí...
para mí.
“Mi Carne es verdadera comida y mi Sangre verdadera bebida” (Juan 6, 55).
Jesús está en la Eucaristía como alimento, para calmar mi hambre de El.
Cuando recibo a Jesús en la Eucaristía, El entra totalmente dentro de mí, y tal
como el alimento común me hace crecer y me da energías para trabajar, así
mismo hace Jesús; el Cuerpo de Jesús me da fuerza, me da Vida, me hace
crecer en lo espiritual. Tal como el alimento corporal se hace uno conmigo, se
hace parte de mí, así hace Jesús en la Eucaristía, se hace uno conmigo, se
hace parte de mí, me hace como El, me hace El.
“El que come mi Cuerpo y bebe mi Sangre vive en Mí y Yo en él” (Juan 6, 56).
En el momento de recibir a Jesús en la Eucaristía sucede un verdadero
milagro, un hecho asombroso: Dios -hecho Hombre y hecho Carne- entra en
mi cuerpo, en mi ser, en toda mi persona, me hace como El, me da de su
Vida, que es una Vida para siempre, una Vida Eterna, abundante, plena.
Al comulgar recibo la verdadera Vida, porque recibo la verdadera comida,
única comida capaz de mantenerme vivo y sano para siempre.
“Yo he venido para que tengan Vida y la tengan abundante” (Juan 1O, 1O).
La Vida plena, la Vida Eterna que recibo en la Eucaristía no depende de mí,
viene del Poder de la Presencia y la acción de Jesús en mí.

109
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene Vida Eterna” (Juan 6, 54).
Jesús, que me hace uno con El en la Eucaristía, cuando yo lo recibo es el Dios
en que creyó Abraham, el Dios “que (...) crea las cosas que aún no existen”
(Romanos 4, 17).
Independientemente de mi esfuerzo, El obra en mí, me asimila a Sí mismo,
me hace uno con El, se mete en mí totalmente Y me mete a mí en El.
“El que come mi Cuerpo y bebe mi Sangre vive en Mí y Yo en él” (Juan 6, 56).
Pero, a veces me acerco al pan que da Vida para siempre, no con el fin de
tenerla, sino por otros motivos: costumbre, porque todos lo hacen, por el
qué dirán, porque me obligan.
En esa forma no podré sentir lo que Jesús hace en mí. Para estar seguro se
necesita la fe.
“...Sin fe es imposible agradar a Dios...” (Hebreos 11,6).
“Creo, afirmo, estoy seguro, que Tú estás aquí, en la Eucaristía. Creo que si te
recibo tengo Vida plena, Vida nueva, Vida Eterna, Vida para siempre. Creo
que acabas de entrar en mí, que me has traído esa Vida plena que prometes;
creo que vives dentro de mí y que soy uno contigo. ¡Gracias, Jesús!”.
Así empiezo a sentir la obra que Jesús hace en mí por la Eucaristía, y la deseo
cada día más, siento más hambre y más sed pero de una manera diferente.
La fe es la seguridad de lo que espero, la certeza de las cosas que no se ven y
esa fe marca una diferencia profunda en mi manera de acercarme a la
Eucaristía y en el deseo que sentiré de recibirla.
Por eso dice la Palabra de Dios: “Mi justo vivirá por la fe” (Habacuc 2, 4;
Romanos 1, 17; Gálatas 3,11; Hebreos 10, 38). O dicho de otra manera: “Mi
justo vive de la fe”.
Recibiendo a Jesús en la Eucaristía con fe, fe que está allí y que me da Vida
para siempre, se irá manifestando su Presencia en mis actos, mis
pensamientos, mis palabras en toda mi vida, hasta que pueda decir: “Vivo yo,
pero ya no soy yo quien vive, sino que Cristo vive en mí” (Gálatas 2, 20). Mi
vivir es Cristo.
“El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene Vida Eterna” (Juan 6, 54).
Los que se acercaron a Jesús con fe fueron sanados, fueron liberados, fueron
transformados, en una palabra: fueron salvados.
También hoy, al acercarme con fe a la Eucaristía, a Jesús hecho alimento,
recibo salud, liberación, transformación, salvación, y el adelanto de la Vida
para siempre, la Vida Eterna.
¿Cómo tener la fe?, es la pregunta de muchos. ¡Y es tan fácil la respuesta!

110
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“Toda dádiva buena, viene de arriba, del Padre de las luces...” (Santiago 1,
17).
La fe es un regalo del mismo Dios.
Y Jesús dice: “Pidan y recibirán” (Mateo 7, 7).
Luego, si le pedimos la fe al Padre celestial para creer que Jesús me da Vida
Eterna, que no termina, el Padre me dará la fe.
Tengan fe en Dios. “Por eso les digo que todo lo que pidan en oración, crean
que ya lo han conseguido y lo recibirán” (Marcos 11, 24).
Por eso puedo decirle a Jesús, al recibirlo en la Eucaristía: “Tú has dicho que
quien te come vivirá por Ti, y tendrá la Vida Eterna, la Vida que no termina.
Te recibo, creyendo que Tú cumples tu promesa y que me das Vida Eterna.
Entra Jesús, dame Vida Eterna. Gracias, Jesús”. Puede que usted no tenga
sensaciones físicas pero la fe le dirá que Jesús le ha dado Vida plena, y usted
la verá aparecer más y más en su vida.
“Jesús, te pido ahora el regalo de la fe para creer que si te recibo en la
Eucaristía tengo la Vida Eterna. Gracias, Jesús”.

Ejercicio

Acercarme con fe a la Eucaristía y esperar con fe, creer que recibo allí la Vida
Eterna, porque me he hecho uno con Jesús, que no muere.

111
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

26

“CUANTAS VECES HAGAN ESTO, HAGANLO EN MEMORIA MIA. “


Lucas 22, 19

El sacrificio

Vamos a ver qué es la Misa.


La Misa es la renovación del Sacrificio de Jesús en el Monte Calvario.
“...Hagan esto en memoria mía” (Lucas 22,19).
Toda la riqueza de lo que hemos venido tratando y experimentando a lo largo
de estos Rhemas, tiene como causa y origen de su valor el Sacrificio de Jesús
en la Cruz.
“...Hagan esto en memoria mía” (Lucas 22,19).
Cristo abolió los sacrificios de la Antigua Alianza, y en vez de toros y vacas se
ofreció a Sí mismo como víctima para rescatarme, para pagar mis pecados,
para sanarme interiormente, para sanarme físicamente, para librarme del
poder del demonio, para llenarme de su Espíritu Santo.
Jesús me ha dado la prueba más grande de su Amor: Murió por mí. “...Me
amó y se entregó a la muerte por mí” (Gálatas 2, 20).
“En esto conocemos el Amor que nos tiene: en que siendo aún pecadores,
murió por nosotros” (Romanos 5, 8).
Con la Muerte de Jesús en la Cruz quedó cancelada, quedó pagada, toda la
deuda que yo tenía con Dios.
“...Dios descargó sobre El la culpa de todos nosotros”
(Isaías 53, 6).
En la Cruz Jesús sufrió toda clase de dolores sicológicos, de dolores interiores;
allí Jesús sufrió en vez de mí los recuerdos dolorosos de la vida.
“...EI soportó el castigo que nos trae la paz...” (Isaías 53, 5).
Jesús sufrió toda clase de dolores físicos, y por eso en la Cruz llevó todas mis
enfermedades.
“...Por sus Llagas hemos sido curados” (Isaías 53,5).
En la Cruz Jesús venció a Satanás, en la Cruz me dio la capacidad de perdonar;
en la Cruz me regaló su Palabra, su Cuerpo, su Iglesia, su Madre.
“Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por
todos nosotros, ¿cómo no habrá de damos también, junto con su Hijo, todas
las cosas?” (Romanos 8, 32).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Resumiendo: El Sacrificio y la Muerte de Jesús en la Cruz es la culminación y


el sello de la salvación completa para mí; salvación en lo espiritual, salvación
en lo psicológico, salvación en lo físico. Y además, regalos, muchos regalos.
En la Cruz Jesús obtuvo para mí la libertad, la Redención, la Salvación.
Este Sacrificio fue suficiente y más que suficiente, fue superabundante.
Jesús pagó todo lo que yo debía y me regaló todo lo que yo necesitaba; fui
rescatado, fui redimido, fui comprado por la Sangre de Jesús.
El me compró en la Cruz, y por eso soy suyo, el precio que pagó por mí fue su
propia Sangre, su propia Vida.
Antes de morir, Jesús reunió a los Doce, cenó con ellos, no quería dejarlos:
“...Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros” (Lucas 22, 15).
“No los vaya dejar abandonados; volveré para estar con ustedes” (Juan 14,
18).
“Después tomó el pan y dando gracias lo partió y se lo dio, diciendo: “Este es
mi Cuerpo, el que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía”
(Lucas 22, 19).
Jesús celebra así la primera Misa, y allí se ofrece, se inmola para el perdón de
los pecados y a continuación le ordena a sus discípulos: “...Hagan esto en
memoria mía” (Lucas 22, 19).
En la Misa hay verdadero sacrificio porque hay una víctima: “Este es mi
Cuerpo, el que es entregado por ustedes” (Lucas 22, 19).
En la Misa hay verdadero sacrificio porque hay derramamiento de Sangre:
“Esta es mi Sangre que va a ser derramada por ustedes” (Lucas 22,20). y hay
un Sacerdote que ofrece el sacrificio: Jesús mismo, el mediador entre Dios y
los hombres.
Y después El ordenó a sus seguidores, a sus discípulos: “...Hagan esto en
memoria mía” (Lucas 22,19).
Estas Palabras son una orden, y por medio de esa orden quedan
“Ordenados”, o consagrados las primeros Sacerdotes de la Nueva Alianza,
con el poder para hacer esto en memoria de Jesús, en Nombre de Jesús.
“...Hagan esto en memoria mía” (Lucas 22, 19).
Por eso, cuantas veces el Sacerdote en el altar pronuncia las Palabras de
Jesús en la Eucaristía, se renueva allí mismo el Sacrificio de Jesús.
Este Sacrificio no se repite -porque el Sacrificio de la Cruz se ofreció una sola
vez y para siempre, es un Sacrificio suficiente-; el Sacrificio de la Cruz se
renueva, se actualiza en el altar de una manera real, porque allí está el
Cuerpo de Jesús.

113
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

La consumación de la víctima se produce al comulgar I


-momento en el cual se celebra misteriosamente la Muerte de Jesús-. En la
Misa se cumplen los requisitos para que haya verdadero sacrificio: una
víctima, derramamiento de la sangre de esa víctima, un Sacerdote que
ofrezca la víctima y la consumación de la víctima.
No se trata solamente de un recuerdo o conmemoración -no es una comida
de pan y vino-, es el Cuerpo y la Sangre de Jesús bajo las especies de pan y
vino que se consumen en este Sacrificio espiritual pero real.
“...Hagan esto en memoria mía” (Lucas 22,19).
El Sacrificio de la Cruz se renueva continuamente en el altar por medio de los
Sacerdotes legítimamente ordenados por los Obispos -sucesores de los
Apóstoles-, para que se haga actual en mí toda la riqueza de su Salvación, de
su Redención.
En la Misa obtengo todas las Gracias que hubiera recibido I en el Calvario el
Viernes Santo. En la Misa recibo el perdón, la curación interior, la curación
física, poder contra el enemigo, me alimento con la Sangre y el Cuerpo de
Cristo, recibo el Espíritu Santo y otras múltiples riquezas de la infinita Gracia
de Dios.
Cuando participo en la Misa, en la renovación del Sacrificio de Jesús,
participo de su Muerte y recibo todo el fruto de su Salvación.

No hay problema, no hay dificultad, no hay necesidad que no quede resuelta


en el altar.
Allí llegamos cargados de culpa, y salimos limpios; llegamos cargados de
penas y dolores interiores, y salimos libres, aliviados; llegamos enfermos del
cuerpo y salimos curados; llegamos indecisos, confusos y salimos decididos,
tranquilos; llegamos con toda clase de necesidades y salimos sin ellas.
Alrededor del altar nos reunimos como los primeros cristianos para celebrar
la fracción del pan, la Cena del Señor, el Sacrificio de Jesús.
La Misa la celebramos con gozo, con alegría, porque al mismo tiempo
celebramos la Muerte y la victoria sobre la muerte -la Resurrección de Jesús-.
Celebramos la Pascua de Jesús, y con ella, nuestra propia Pascua -el paso del
pecado a la Gracia-, y un anticipo de la Pascua eterna -el paso de la tierra al
Cielo-.
La Misa es, pues, el resumen de Cristo, el resumen de la Iglesia, el resumen
de la Salvación.
Allí está todo y de allí brota todo.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Misa viene del latín “mitere” que significa “enviar”. “Misa est”: Se acabó, se
terminó, y podemos decir: Aquí está todo, ya no hay más, en la Misa está
todo.
Vamos a la Misa, allí está todo; no busquemos en otra parte: Ello tiene todo,
Ello da todo, El se entrega todo, por mí y para mí.
¿Por qué razón no experimentamos maravillas durante la Misa? Creo que
puede ser porque no sabemos a qué vamos, ni qué podemos obtener en ella.
¡Vamos a la Misa!

Ejercicio

Participar de la Misa lo más frecuentemente que me sea posible; en esta


semana ojala sea diariamente.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

27

“UN SOLO SEÑOR, UN SOLO BAUTISMO, UNA SOLA FE”


Efesios 4, 5

La iglesia

Dios es Uno. Dios unifica todo.


La unidad es signo de perfección. Dios que es el Ser Perfecto unifica todo.
Porque Dios es Uno, Dios no tiene muchos planes, Dios tiene un solo plan,
una sola meta.
La meta de Dios es El mismo.
Todo lo que Dios ha hecho y pueda hacer tiende hacia esa meta única: El
mismo.
Dios ha resumido, condensado, esa meta en una Persona: Jesús.
“Un solo Señor, un solo Bautismo, una sola fe” (Efesios 4, 5).
Jesús es la Imagen de Dios.
En Jesús, Dios depositó todas las riquezas. Dios creó todo lo que existe por
Jesús, en Jesús y para Jesús.
Dios hizo al hombre a su Imagen y Semejanza para injertarlo después en la
Trinidad, por medio de Cristo, Dios y Hombre. Pero el hombre pecó, se
separó de Dios.
Dios, a pesar de este contratiempo, ideó una solución al pecado del hombre y
comenzó a preparar al hombre para ella a través del tiempo, de la historia.
Llamó a una persona, Abraham, lo hizo padre de una familia especial, que a
su vez creció hasta convertirse en un pueblo.
Cuando vio sufrir a su pueblo en Egipto, llamó a Moisés -uno de ellos-, para
que dirigiera su pueblo y lo sacara de Egipto, le ayudara a atravesar el
desierto hasta introducirlo en la Tierra que Dios mismo había prometido para
él.
Mientras caminaban por el desierto Dios los alimentó de un modo milagroso
con el maná, con codornices, les dio agua, los protegió del calor con la nube
que de día los cubría y los iluminaba en la noche. “Un solo Señor, un solo
Bautismo, una sola fe” (Efesios 4,5).
Les dio una Ley para cumplir, les mostró un rito para adorarlo y nombró
Sacerdotes para presidir el rito e interceder por el pueblo.
Los llevó a la Tierra que manaba leche y miel, por medio de signos y prodigios

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

extraordinarios.
No los dejó solos, les dio jueces, luego reyes y profetas que los dirigieran y
orientaran.
Cuando el pueblo estuvo preparado, cuando llegó el momento señalado de
antemano, Dios envió a ese pueblo a su Hijo, a Dios mismo, nacido de una
mujer.
Jesús nace del pueblo de Israel, pero viene a formar un pueblo nuevo
destinado a la salvación de todos los hombres, un pueblo que sea no
solamente amigo de Dios sino Cuerpo de Cristo, participante de Dios.
Jesús sale a predicar y escoge a doce hombres a quienes hace su familia, sus
hermanos, sus discípulos: los enseña, los entrena, los envía, los corrige, los
ama.
Nombra entre ellos un jefe que los presida: “Yo te digo: “Tú eres Pedro, y
sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia...” (Mateo 16, 18).
Les envía- el Espíritu Santo para que sea el alma de la Iglesia. Dios mismo en
el centro de la Iglesia, la dirigirá, la orientará y sobre todo esto -como el
mayor signo de su Presencia- la mantendrá unida.
La Iglesia se mantiene unida alrededor del representante visible que Cristo
nombró y a quien encomendó: ''Apacienta mis corderos (...). Apacienta mis
ovejas” (Juan 21, 15-17).
El Cuerpo de Cristo necesita alimento, ya que es un organismo vivo: por eso
Cristo lo alimenta no con maná y codornices sino con su propio Cuerpo y
Sangre. Jesús mismo es el alimento de la Iglesia.
“Yo mismo soy el Pan vivo que bajó del Cielo; el que come de este Pan, vivirá
para siempre. El Pan que Yo daré es mi propio Cuerpo...” (Juan 6,51).
La Iglesia de Cristo, el Pueblo que El se compró, tiene una Ley impuesta por
Jesús: esa Leyes el Evangelio.
“No crean ustedes que Yo he venido para abolir la Ley y los Profetas. No he
venido a abolir, sino a darle cumplimiento. El que la obedece y enseña a
otros a hacer lo mismo será considerado grande en el Reino de los Cielos...”
(Mateo 5, 17; 5, 19).
La Iglesia de Cristo es cuidada por una Madre, la Madre de la Cabeza, la
Madre de Cristo, a la que nos entregó oficial y solemnemente en la Cruz:
“...Hijo, ahí tienes a tu Madre...” (Juan 19, 27).
El Cuerpo de Cristo, el nuevo Pueblo de Dios, también tiene un culto,
superior al antiguo: es el mismo Sacrificio de Cristo en la Cruz y a Jesús
mismo se le rinde la adoración que debemos a Dios.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Jesús nombra para su Iglesia Sacerdotes que presiden el culto y cuidan el


rebaño, siempre unidos al representante visible.
“Que todos nos tengan como servidores de Cristo y administradores de los
misterios de Dios” (1 Corintios 4, 1).
Jesús me introduce en su Iglesia por el Bautismo.
“...Al ser bautizados, hemos venido a formar un solo Cuerpo...” (1 Corintios
12, 13).
Jesús me ratifica como testigo suyo en el Sacramento de la Confirmación.
“...Recibirán Poder y serán mis testigos...” (Hechos 1,8).
Jesús me perdona en el Sacramento de la Reconciliación.
“A quienes les perdonen los pecados, Dios se los perdonará; y si no los
perdonan, les quedan sin perdonar” (Juan 20, 23).
Jesús me alimenta en la Eucaristía.
“Mi Carne es verdadera comida y mi Sangre verdadera bebida” (Juan 6, 55).
Jesús está en medio de los esposos durante su vida conyugal por medio del
Sacramento del Matrimonio.
“...Y serán los dos una sola carne. Lo que Dios ha unido que no lo separe el
hombre” (Mateo 19, 6).
Jesús nos consuela y sana en la enfermedad. También nos prepara para el
paso a la tierra prometida del Cielo, por el Sacramento de la Unción de los
Enfermos.
“Si alguno está enfermo debe llamar a los Presbíteros de la Iglesia, para que
oren por él y le pongan óleo en el Nombre del Señor. Y cuando oren con fe, el
enfermo se salvará, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le se-
rán perdonados” (Santiago 5, 14).
Jesús nos da todos estos medios de salvación y nos dirige por mano de sus
Ministros que reciben el Sacramento del Orden.
“...Como el Padre me envió a Mí, así Yo los envío a ustedes. Entonces sopló
sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo” (Juan 20, 21-22).
Cristo unido a todos sus miembros del Cuerpo Místico ofrece continuamente
adoración a Dios por medio del Sacrificio Eucarístico y la Liturgia de las Horas
u Oficio Divino.
“Ya que está vivo para interceder por nosotros” (Hebreos 7,25).
“Un solo Señor, un solo Bautismo, una sola fe” (Efesios 4, 5).
La Iglesia, formada por Dios, vive para Dios y regresa lentamente a El al ir
terminando cada uno de sus miembros la peregrinación, el viaje por esta
tierra, e ir ocupando sitio en la verdadera Casa, en la verdadera Patria, en la

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Tierra Prometida, en la Jerusalén del Cielo.


Allí gozaremos eternamente en El.
Esta Iglesia, fundada por Jesús y dirigida visiblemente por Pedro -el Papa-,
permanecerá hasta el fin de la historia porque Jesús así lo prometió: “Yo te
digo: Tú eres Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del
Infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16, 18).
“Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que tú ates en la tierra
quedará atado en el Cielo, y lo que tú desates en la tierra quedará desatado
en el Cielo” (Mate o 16, 19).
Esta es la Iglesia de Jesús, el Cuerpo de Jesús; esta Iglesia es Una, con una
sola cabeza, con una sola organización, con una sola Doctrina, con un solo
Credo, con una sola Fe, con un solo Bautismo.
“Un solo Señor, un solo Bautismo, una sola fe” (Efesios 4, 5).
A pesar de las persecuciones, nadie ha podido destruirla.
A pesar de las fallas de algunos de sus miembros, nadie la puede hacer
tambalear.
A pesar de que algunos se han ido de ella, han desertado formando
divisiones, cismas, sectas, nadie puede romper su unidad, nadie puede
destruir su integridad, porque la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, y las puertas
del Infierno no prevalecerán contra ella.
La Iglesia es Una porque el Cuerpo de Cristo es uno solo. El Cuerpo de Cristo
no puede dividirse ni estar dividido. Solo hay un Cuerpo, una Iglesia, Única.
“Un solo Señor, un solo Bautismo, una sola fe” (Efesios 4, 5).
No soy una rueda suelta, no estoy pegado de las ramas, sino del único
tronco.
Estoy injertado en Jesús, en su Única Iglesia, en su Iglesia Católica, dirigida
por el sucesor de Pedro, el Obispo de Roma, el Papa.
Aceptamos cada uno de los Sacramentos que Jesús instituyó, aceptamos
cada uno de los dogmas que la Iglesia ha definido.
Creemos en el Cielo, en el Infierno, en el Purgatorio.
Veneramos a María como Madre de Dios y Madre de la Iglesia.
Veneramos a los Santos, amigos de Jesús y amigos nuestros.
Acatamos al Papa, a nuestro Obispo, a nuestro Párroco. Creemos en los
Ministros de Cristo, sus representantes.
Somos católicos, no por tradición sino porque creemos que es la única
verdadera, y sólo en ella podemos salvamos.
No queremos hacer nada sin la Iglesia, ni al margen de la Iglesia.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Queremos sometemos a su autoridad.


“Lo que se hace a espaldas del Obispo, en adoración al demonio se hace”
(San Ignacio de Antioquía).
“...Pues el Señor nos dio esta autoridad para hacerlos crecer a ustedes
espiritualmente, y no para su ruina” (2 Corintios 10, 8).
Si criticara a la Iglesia, me criticaría a mí mismo, que soy miembro de ella,
parte de ella.
Si criticara a otro miembro de la Iglesia, me haría juez de El, y para ello no me
ha nombrado el Señor ni la Iglesia.
Debo también tener muy claro que aunque en la Iglesia hubiera malos
miembros que no vivieran de acuerdo a su Bautismo, esto no significa que la
Iglesia en sí, en su esencia o en su totalidad, sea mala o esté en el error.
Tampoco mi pertenencia a la Iglesia debe ser motivada por los sentimientos,
ya que los sentimientos cambian. Mi pertenencia debe estar motivada por “la
fe es la seguridad de lo que se espera, la certeza de las cosas que no se ven”
(Hebreos 11, 1).
En cambio, por mi Bautismo tengo otros derechos y otros deberes: amar a la
Iglesia, orar por ella, trabajar en ella y con ella para la salvación de las almas.
“Y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16, 18).
Nos sometemos a sus normas, a sus orientaciones. Nos confesamos hijos de
la Iglesia, miembros de Cristo, de su Cuerpo único y espiritual; estamos
convencidos que fuera de la Iglesia careceríamos de la mayor parte de los
medios de salvación, que arriesgaríamos severamente nuestra salvación.
“El que no se queda unido a Mí, será tirado fuera y se secará como las ramas
que se recogen y se queman en el fuego” (Juan 15,6).
Queremos morir en la Iglesia para vivir después en la Iglesia celestial.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Ejercicio

Recitar el Credo, despacio y en voz alta, ahora mismo.


“Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del Cielo y de la tierra, y en
Jesucristo su único Hijo, Nuestro Señor, que par nosotros los hombres y por
nuestra salvación bajó del Cielo y por obra del Espíritu Santo se hizo Hombre,
padeció y fue sepultado, resucitó y subió al Cielo y está sentado a la derecha
del Padre y de allí vendrá a juzgar a vivos y muertos y su Reino no tendrá fin.
Creemos en la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos, el perdón de
los pecados y la Vida Eterna. Amén”.

Profesión de fe Católica
Yo___________________
Creo, confieso y acepto todas y cada una de las verdades contenidas en
la. Palabra de Dios y enseñadas y declaradas por la Santa Iglesia Una,
Santa, Católica, Apostólica y Romana.
Creo en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres Personas y un solo Dios
(Mateo 18, 19).
Creo que Jesús es Dios y Hombre, que pagó por mí en la Cruz la deuda
debida par mis pecados y me abrió así la única posibilidad de salvación
y santificación (Hechos 4, 12).
Creo que hay una sola Iglesia de Cristo, verdadera, en la que se
encuentran todos los medios de salvación; Iglesia que es Una,
extendida por todo el mundo, confesara de una sola fe, dirigida por los
Apóstoles y sus sucesores, el Papa y los Obispos (Colosenses 1, 18; Efe-
sios 5, 27-32).
Creo que Jesús ha delegado su autoridad a Pedro, a los Apóstoles y a
sus sucesores sin interrupción: el Papa y los Obispos. Por lo tanto los
acepto como embajadores de Cristo y administradores de los misterios
de Dios y estoy dispuesto a obedecerlos ya respetarlos (Mateo 16, 19).
Creo que Jesús en la Ultima Cena instituyó el Sacerdocio de la Nueva
Alianza, por lo que los Sacerdotes o Presbíteros son representantes y
Ministros legítimos consagrados para guiar a la Iglesia y administrar los
Sacramentos (Lucas 10, 16; Juan 20,20-23; Hechos 20,28).
Creo que hay una sola Fe, un solo Bautismo, un solo Señor (Efesios 4,
5).
Creo que el Sacramento del Bautismo que recibí en la infancia me

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

introdujo real y verdaderamente a la Única Iglesia de Jesucristo


(Corintios 12, 12-f3).
Creo que en la Misa no solamente se recuerda, sino que se renueva el
Único Sacrificio de Cristo en la Cruz, y que al comulgar participo en la
Muerte de Jesús y recibo las Gracias infinitas de su salvación (Lucas 22,
19).
Creo que en la Eucaristía está el Cuerpo y la Sangre de Jesús,
realmente, bajo las especies de pan y vino (Juan 6,55-56; Lucas 22, 19).
Creo que en el Sacramento de la Penitencia confieso mis pecados ante
el embajador de Jesucristo, ante su Ministro, quien en Nombre de
Cristo y de la Iglesia, su Esposa, me aplica el valor de la Sangre de
Cristo derramada en la Cruz y por el Poder de esa Sangre me deja libre
de culpa (I Corintios 4, 1; Juan 20, 22-23).
Creo en la Comunión de los Santos: Una Iglesia militante en la tierra,
una Iglesia purgante y una Iglesia triunfante, a la que pertenecen como
primicia María y los Santos cuya veneración e imitación no contradice
las Escrituras (2 Tesalonicenses 1, 12; 1 Tesalonicenses 3,17; 1
Corintios 6,2; Efesios 12, 19).
Creo que la Palabra de Dios está contenida en cada uno de los setenta
y dos libros de la Biblia (Apocalipsis 22, 19).
Renuncio a interpretar la Biblia a mi manera y aceptó la interpretación
oficial de la Iglesia Católica (2 Pedro 1, 20-21; 2 Pedro 2,16-17).
Renuncio a toda religión, iglesia, doctrina, secta o movimiento que
enseñe cualquier cosa contraria a la Palabra de Dios y a la enseñanza
de la Iglesia Católica (1 Juan 2,18-19).
Prometo obedecer a la Iglesia no participando en cultos o reuniones
evangélicos o de movimientos no católicos (Mateo 16, 19).
Creo en el Cielo, el Infierno y el Purgatorio (Hebreos 11, 6).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Hoy firmo libre y voluntariamente esta profesión de fe, afirmando que quiero
vivir y morir dentro de la Iglesia Católica.

____________________________________
C.C. de

''Ayúdame, Señor, a conservar el depósito de la fe hasta mi muerte, para


encontrar la gloria junto a Ti en el Cielo”.
“Pero ustedes, queridos hermanos, manténganse firmes en su santísima fe.
Oren guiados por el Espíritu Santo... Tengan compasión de los que vacilan. A
unos, sálvenlos sacándolos del fuego; a otros compadézcanlos, aunque con
cautela...” (Judas 20, 22, 23).

123
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

28

“EL QUE LOS ESCUCHA A USTEDES, ME ESCUCHA A MI; Y EL QUE LOS RECHA-
ZA A USTEDES, ME RECHAZA A MI; Y EL QUE ME RECHAZA A MI, RECHAZA AL
QUE ME ENVIO”
Lucas 10,16

El Papa

Jesús mismo instituyó el oficio de Papa, Jesús fue quien nombró el primer
Papa; Jesús continúa nombrando al Papa, a través del Espíritu Santo que dejó
en la Iglesia.
El oficio de Papa no es fruto del esfuerzo o del talento humano, el oficio del
Papa es un regalo de Jesús para la Iglesia, su Esposa.
“El que los escucha a ustedes, me escucha a Mí; y el que
los rechaza a ustedes, me rechaza a Mí; y el que me rechaza a Mí, rechaza al
que me envió” (Lucas 1O, 16).
Vamos a recordar cómo fue la elección del primer Papa: Jesús iba con sus
doce discípulos por la región de Cesárea de Filipo, y de pronto, mientras
caminaban, les hace una pregunta: “La gente, ¿quién dice la gente que es el
Hijo del Hombre?”. Al instante, todos responden lo que los demás dicen. A
continuación Jesús hace una nueva y definitiva pregunta: “Para ustedes
¿quién soy Yo?”. O sea: ¿Ustedes qué piensan de Mí? ¿Cuál es el concepto en
que me tienen? Solamente responde uno. Y lo hace inmediatamente. Dice:
“Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. Jesús elogia la fe de Simón: “Dichoso
tú, Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo enseñó la carne ni la sangre,
sino mi Padre que está en los Cielos”. Y luego Jesús dice una frase que cambia
el curso de la vida de ellos y de la historia humana: “Yo te digo: “Tú eres
Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia...” (Mateo 16, 18).
Simón ya no es Simón, es otra persona, es Pedro, es Piedra.
Ser piedra significa tener solidez, firmeza, resistencia, estabilidad, fortaleza,
seguridad.
Estas son cualidades para algo que Jesús tiene planeado, algo que durará
miles de años: su Iglesia.
Ser piedra es un regajo de Dios, es algo que está más allá de las fuerzas del
hombre.
El ser piedra (Papa) no anula la naturaleza humana de quien ejerce ese oficio,

124
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

pero sí le da una capacidad espiritual especial para mantener la fe.


Jesús no oró por la inteligencia, la habilidad o la riqueza de Pedro. Jesús oró
por la fe de Pedro, por la fe de la Piedra, por la fe del Papa: “Yo he rogado por
ti, para que tu fe no decaiga y puedas confirmar en ella a tus hermanos”
(Lucas 22, 32).
La tarea más importante del Papa es conservar la unidad de la fe.
El que no tiene fe no puede entender a Jesús, ni a la Iglesia, ni al Papa,
porque “...sin fe es imposible agradar a Dios...” (Hebreos]], 6). Solamente con
fe se entiende a Jesús, se entiende la Iglesia, se entiende y se acepta al Papa,
a Pedro, ala Piedra.
Pedro, después de este nombramiento por parte de Jesús, y de la plenitud
del Espíritu recibida en Pentecostés, cambia totalmente.
Habla con valor y predica a los paganos, mantiene la fe de los creyentes, es
azotado y encarcelado por causa del Evangelio y al final da su vida por la fe,
por Cristo, por la Iglesia, por el rebaño que Jesús le entregó un día:
“Apacienta mis corderos (...). Apacienta mis ovejas” (Juan 2, 5-7).
Pedro murió en el año 67 de nuestra era, pero la Iglesia no murió con él. Se
necesita otra piedra, otro Pedro, otro Papa. y los Apóstoles y los que los han
sucedido, los Obispos, nombran otra piedra, que recibe la misión y la
capacidad de reemplazar a Pedro. El nuevo Pedro cambia su nombre para
indicar que ya no es la misma persona de antes, que es una persona nueva,
que es una piedra, que es Pedro, que es un Papa.
Pedro y todos los que lo han seguido representan a Cristo, actúan en Nombre
de Jesús, que es la Roca, la Piedra fundamental invisible, el cimiento de la
Iglesia.
Podemos decir que el Papa es algo así como el piso de la Iglesia; el piso se ve,
nos apoyamos en él, pero el piso está a su vez asentado sobre el cimiento,
sobre la roca que no se ve.
Jesús dijo además a Pedro: '~ ti te daré las llaves del Reino de los Cielos...”
(Mateo16, 19). O, en otras palabras: '~ ti te doy el mando de mi Reino, la
Iglesia. Tú tienes mi Poder para guiarla al Cielo, al encuentro definitivo
conmigo”.
También añade, ratificando la amplitud de la tarea que le da: “...Lo que ates
en la tierra quedará atado en el Cielo; lo qué desates en la tierra, quedará
desatado en el Cielo” (Mateo16, 19). Jesús con estas Palabras le dice: “Te
apoyo, lo que hagas está bien. Te respaldo, tienes mi autoridad absoluta”.
Y al final de esta solemne declaración, que ningún Apóstol ni evangelista

125
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

discutirá jamás, viene una promesa: “...Y las puertas del Infierno no
prevalecerán contra ella” (Mateo 16, 18).
Se desatará todo el poder del Infierno contra la Iglesia, contra ti, pero no
podrá vencerla, no podrá destruirla.

“El que los escucha a ustedes, me escucha a Mí; y el que los rechaza a
ustedes, me rechaza a Mí; y el que me rechaza a Mí, rechaza al que me
envió” (Lucas 10, 16).
La historia demuestra que Jesús ha cumplido su promesa: “...Y las puertas del
Infierno no prevalecerán contra ella” (Mate o 16, 18).
En estos dos mil años de vida de la Iglesia algunos han desobedecido al Papa,
ignorando las Palabras de Jesús. Estas personas son los cismáticos, que se
han separado de la verdadera Iglesia, fundada por Jesús. No han querido
obedece: a Pedro, se han guiado por su propio parecer, por su soberbia.
Unos pocos los han seguido.
La Iglesia continúa.
Otros han negado la fe que los Papas -como nuevos Pedros- defienden y
conservan. Estos son los herejes. Con su actitud se han colocado fuera de la
Iglesia y fuera de Cristo, ya que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo.
La Iglesia continúa.
La Iglesia, después de dos mil años, sigue profesando la fe de los Apóstoles a
pesar de las herejías y los cismas.
La Iglesia, como un Cuerpo -es el de Cristo- permanece Una. No se ha
dividido, no ha cambiado en los dogmas, en las Verdades fundamentales, no
ha traicionado la fe.
La Iglesia es columna y fundamento de la Verdad.
Jesús dijo también que el signo para que el mundo creyera sería la unidad.
“Para que todos sean uno... para que el mundo crea...” (Juan 17,21).
La Iglesia tiene una sola fe, un solo Espíritu Santo, un solo Bautismo, un solo
Señor y un solo Dios y Padre.
Esta es su fuerza: su fidelidad al mandato de Cristo, a la integridad del
Evangelio y a la jefatura visible que en ese mismo Evangelio Cristo dejó
establecida.
La Iglesia, representada por los Obispos, dirigida por el Espíritu Santo, se
reúne cuando es necesario en Concilios. En esos Concilios se han definido los
dogmas o Verdades fundamentales de nuestra fe. Para dar un ejemplo, todas
las Verdades contenidas en el Credo son dogmas de fe, son Verdades

126
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

fundamentales, esenciales para pertenecer a la Iglesia de Cristo. Quien niega


una de ellas se ha excomulgado, se ha separado de la comunión de los
creyentes, se ha salido de la Iglesia, es como si no hubiera sido bautizado.
Otra de las Verdades fundamentales o dogmas, declarada en el Concilio
Vaticano 1, es la de la infalibilidad del Papa en asuntos de fe o moral cuando
habla “ex-cathedra”, o sea cuando declara algo como dogma de fe u
obligatorio en lo moral.
Por ello, podemos estar seguros de nuestra fe, no puede haber error en las
Verdades de la Iglesia, Jesús oró por la fe de Pedro, el Papa es infalible: lo ha
dicho la Iglesia.
Otras verdades- no son obligatorias, no son dogmas, el hecho de no creerlas
no nos coloca fuera de la Iglesia: veracidad de ciertas apariciones, el Limbo, el
Ángel de la Guarda, etc.
Cada vez que moría el Papa, los Apóstoles y sus sucesores los Obispos,
guiados por el Espíritu Santo, elegían al nuevo Pedro, y así ha continuado -sin
interrupción- hasta hoy.
Desde Pedro hasta Juan Pablo II, durante dos mil años, una sola cabeza
visible ha dirigido la Iglesia, afirmada sobre el cimiento .invisible de Cristo, la
Roca. Por eso la Iglesia es Apostólica, o sea que es la única que existe desde
los Apóstoles.
El Papa y los Obispos -firmes en la fe, gracias a la oración de Cristo por Pedro
y por ellos, sucesores de él-, han mantenido la unidad de la Iglesia en todo el
mundo. Por eso decimos que la Iglesia es Católica, o sea, Universal, la misma
fe en todo el orbe.
No puedo decir que soy de Cristo si no estoy en la Iglesia.
La Iglesia es el cuerpo de Cristo. El es la cabeza. Si no estoy en la Iglesia, estoy
fuera de la Iglesia, estoy aparte, he sido cortado, no tengo la Vida Eterna.
Porque Cristo no tiene dos Iglesias, tiene solamente una Iglesia.
“Yo te digo: “Tú eres Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia...” (Mateo
16, 18).
“Dios, pues, colocó todo bajo los pies de Cristo, y lo puso como cabeza
suprema de la Iglesia. Ella es su Cuerpo, y El, que llena todo en toda forma,
despliega en ella su plenitud” (Efesios 1,22-23).
Volvamos a la historia de Pedro y de la Iglesia en sus primeros años: El
Espíritu Santo, que los discípulos de Jesús recibieron la mañana de
Pentecostés, les dio Poder para ser testigos de Jesús.
Su testimonio fue contar lo que habían visto y oído, y hacer los signos que

127
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Jesús les ordenó hacer. Los cristianos contaron la buena noticia de Jesús por
todo el mundo. La necesidad de predicar el Evangelio, y las persecuciones
que esa predicación produjo, dispersaron a los cristianos. Sin embargo la
separación física no afectó la unidad. Siguieron profesando la misma fe,
reconociendo la autoridad del Papa -de Pedro- y, de los Apóstoles y sus
sucesores los Obispos.
Los apóstoles ejercían la autoridad que Jesús les había delegado,
pastoreaban a los fieles y eran aceptados por ellos. La Iglesia aumentaba
cada día en número y se hacía difícil atender personalmente a cada uno,
como debe hacer el Pastor. Por ello los Apóstoles ordenaron Obispos, Presbí-
teros y Diáconos, que les ayudaran, encargándose cada uno de un territorio o
de un trabajo.
Un ejemplo de esto es Tito, a quien Pablo nombró y consagró como Obispo
de Creta, y le dijo que ordenara Presbíteros para colocar en todas las
ciudades.
“El que los escucha a ustedes, me escucha a Mí; y el que los rechaza a
ustedes, me rechaza a Mí; y el que me rechaza a Mí, rechaza al que me
envió” (Lucas 10, 16).
A todos los católicos nos gustaría estar cerca del Papa, oír al Papa, trabajar
junto al Papa, obedecer directamente al Papa. Cuando el Papa viaja a algún
país del mundo millones de personas se someten a muchísimas incomodida-
des para verlo, para oírlo, para recibir su bendición. Esto está muy bien
hecho, pues como representante legítimo de Cristo merece todo el respeto y
veneración. Pero no es posible para todos estar en diario y cercano contacto
con el Papa, ya que los fieles católicos somos alrededor de novecientos
millones en el mundo.
Pero yo tengo un Papa, un Papa mío, nombrado por el Papa para que esté
cerca de mí, para que me cuide, para que me oriente, para que se ocupe de
mi fe: Ese Papa es el Obispo.
Mi Obispo -mi Papa cercano-, pastorea muchísimos católicos, y quiere estar
cerca de cada uno. Para eso ha nombrado ayudantes, para que el cuidado de
sus ovejas sea más cercano, más efectivo, más profundo.
Ese ayudante del Obispo es mi Papa. Está muy cerca de mí y tiene sólo unos
miles de almas, para que pueda atenderlas mejor.
Ese ayudante del Obispo, ese Pedro, esa piedra, ese Papa se llama mi
Párroco.
La misma actitud que tengo para el Papa y el Obispo es la que debo tener

128
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

hacia mi Párroco -mi Papa-, porque el Párroco es el que representa al Obispo,


el Obispo representa al Papa y el Papa representa a Cristo.
Por lo tanto, el Párroco es el representante de Cristo en mi parroquia, es
Cristo, Buen Pastor para mí.
El Párroco es Cristo vivo, a quien puedo oír, a quien puedo hablar, a quien
puedo consultar, y a quien debo obedecer con la seguridad que no obedezco
a un hombre sino al mismo Cristo.
“Obedezcan a sus Pastores y sométanse a ellos, porque ellos cuidan sin
descanso de ustedes, sabiendo que tienen que rendir cuentas a Dios.
Procuren hacerles el trabajo agradable y no difícil, pues lo contrario no sería
de ningún provecho para ustedes” (Hebreos 13, 17).
No estoy llamado a juzgarlo, sino a amarlo; no me han nombrado su crítico,
sino su oveja; debo obedecerlo, seguirlo con sencillez, ayudarlo, apoyarlo,
orar por él.
No importa si mi Párroco es -según mis criterios- bueno o malo. Lo que
interesa es que es mi Párroco, mi Papa, el representante de Cristo para mí, el
responsable de mí.
“El que los escucha a ustedes, me escucha a Mí; y el que los rechaza a
ustedes, me rechaza a Mí; y el que me rechaza a Mí, rechaza al que me
envió” (Lucas 10,16).
En la eclesiola -la iglesita parroquial-, se reúne la asamblea local en torno al
Párroco, para caminar con él hacia la Patria definitiva.
Allí, mi Párroco me introduce en la Iglesia por el Bautismo, me procura la
Confirmación en la fe, me da diariamente el alimento para la Vida verdadera:
la Eucaristía, me perdona los pecados en Nombre de Cristo y de la Iglesia, me
sana por la Unción de los Enfermos, presencia mi matrimonio cristiano ante
Dios, me enseña la Palabra de Dios, me aconseja.
Qué agradecido debo estar con el Obispo, con el Papa, con Cristo, porque me
han dado un Papa, un Papa cercano.
“El que los escucha a ustedes, me escucha a Mí; y el que los rechaza a
ustedes, me rechaza a Mí; y el que me rechaza a Mí, rechaza al que me
envió” (Lucas 10, 16).
No es correcto dejar a un lado mi parroquia. El sitio que el Señor fijó para mí
es en mi iglesia parroquial, junto a mi Pastor, mi Párroco. Allí, junto a él, me
colocó Jesús.
Los movimientos apostólicos tienen sentido si están destinados a vitalizar la
parroquia, de lo contrario, son ramas sin savia que no podrán dar fruto

129
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

abundante y permanente, y a largo plazo languidecerán.

Ejercicio

Revisar seriamente la relación con mi parroquia, mi actitud hacia ella.


Orar especialmente por mi Párroco, ahora mismo.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

29

“¡AY DEL SOLO, PORQUE SI SE CAE, NO TIENE QUIEN LO LEVANTE!”


Eclesiastés 4, 10

Ay del solo

Dios hizo al ser humano para relacionarse con otros seres humanos; Dios
puso en el hombre la necesidad de compañía.
“Entonces dijo Dios: “Ahora hagamos al hombre a nuestra Imagen, como
Semejanza nuestra” (Génesis 1, 26).
“Luego Dios, el Señor, dijo: “No es bueno que el hombre esté solo. Le voy a
hacer alguien que sea una ayuda adecuada para él” (Génesis 2, 18).
Dios creó al hombre con esa necesidad de compañía, porque lo creó parecido
a El mismo y Dios no está solo, Dios no existe solo.
Dios es a la vez Uno y Tres. Un solo Dios y tres Personas en Dios. Por eso
podemos decir que Dios es una familia, la familia trinitaria: Tres Personas
divinas en unidad total, en comunidad sin posibilidad de división.
Porque Dios es una comunidad, es una familia, Dios quiere que yo también
esté acompañado de seres parecidos a mí, como El está.
Dios no quiere que yo esté solo, Dios no quiere que viva solo, no quiere que
trabaje solo, que ore únicamente solo.
Dios quiere que yo tenga con quien compartir mi vida y especialmente mi
vida como cristiano.
“... ¡Ay del solo, porque si se cae, no tiene quien le levante!” (Eclesiastés 4,
10).
Es cierto que pertenezco a la Iglesia, la familia de Dios en la tierra, el Cuerpo
de Cristo; pero por su tamaño no puedo pretender tener íntima
comunicación real con cada uno de sus miembros. Por esto es necesario
escoger en oración unas personas de la Iglesia para tenerla más cerca de mí,
con las que pueda desarrollar una relación profunda de amor fraterno, con
las que pueda orar, compartir y enriquecer mi vida cristiana.
“... ¡Ay del solo, porque si se cae, no tiene quien le levante!” (Eclesiastés 4,
10).
Para elegir los compañeros sugiero varios puntos que me parecen
importantes:
Ellos deben compartir conmigo la fe católica, pues el Señor dice: “No se

131
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

unan en yugo desigual con los que no creen...” (2 Corintios 6, 14).


Todas las sectas y movimientos fuera de la Iglesia, niegan o ignoran
uno o varios artículos de la fe -o sea los dogmas-. Como vamos a tener
tanta comunicación, sobre todo en el campo de la fe y la experiencia
de Dios, no podremos hacerlo si en la base hay diferencia. Por eso
aconsejo encarecidamente que sea con hermanos católicos.
Como segunda consideración, que se trate de personas que desean ser
santas, que ansíen unirse más y más a Jesús.
“Pongo mis ojos en los que son leales, ellos vivirán conmigo; el que
sigue un camino recto, ése será mi servidor” (Salmo 101, 6).
También es aconsejable -aunque no indispensable que hayan vivido la
salvación de Jesús, que se hayan entregado a El; ojala hayan realizado
el proceso de este libro, o deseen hacerlo, pues a mayor identidad,
mayor comunidad.
Es lógico que a continuación se haga la pregunta: ¿Cuántas deben ser esas
personas?
Dice la Palabra de Dios: “Y la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente”
(Eclesiastés 4, 12).
Tres son las Personas de la Trinidad; tres los integrantes de la familia de
Nazaret; tres eran Pedro, Santiago y Juan, que sin dejar a los demás tenían
una relación de especial amor y comunicación entre sí; tres eran Jesús,
Moisés y Elías reunidos en el monte Tabor, como resumen del pueblo elegido
de Dios.
Tres es un número ideal de personas con las que puedo crecer, íntimamente
relacionado.
La célula trinitaria será imagen de la familia trinitaria, de la familia de Dios.
El lazo que los unirá será el mismo que une a la familia de Dios: el amor,
vínculo de la perfección.
Esta célula vivirá la fe, pues “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11,
6).
Solamente la fe hace posible comprender esta unión y perseverar en ella.
La esperanza será la meta de la célula. Sin esperanza, ¿para qué formar esta
familia? Si no hubiera Vida después de la muerte, si no hubiera Cielo, ¿para
qué unimos si después tendríamos que separamos? La esperanza nos ani-
mará a continuar unidos en la tierra y reunimos en el Cielo, en la Tierra
Prometida, para continuar viviendo nuestra célula en la Trinidad.
“... ¡Ay del solo, porque si se cae, no tiene quien le levante!” (Eclesiastés 4,

132
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

10).
¿Qué hacemos en la célula trinitaria?
Nos reunimos, nos comunicamos, nos encontramos en ella con Aquel que
sabemos que nos ama; por la oración nos encontramos con el Padre, con el
Hijo, con el Espíritu Santo.
En su nombre se realiza la reunión de la célula.
La oración íntima, profunda, y el encuentro con la Trinidad hacen que esta
célula tenga Vida.
Si nos encontramos con la Trinidad la Palabra de Dios actuará, pues el Verbo
de Dios es la Segunda Persona de esta misma Trinidad. La Biblia será el
alimento de esta célula trinitaria, así como la Eucaristía, la Palabra hecha
Carne.
Compartir será la actividad fundamental de la célula trinitaria: Compartir la
oración, la Palabra, la vida, tal como hace la Trinidad.
Compartir lo que somos, lo que tenemos, lo que anhelamos, lo que podemos.
Será como una familia donde uno a otro se animan, y a la vez todos se
apoyan y sacan sus fuerzas de la Trinidad.
“... ¡Ay del solo, porque si se cae, no tiene quien le levante!” (Eclesiastés 4,
10).
El iniciar una célula trinitaria no nos impide asistir a otros grupos. La célula es
un “Más adentro” y un “Más arriba” en el encuentro con Dios Uno y Trino y
con los hermanos.

La célula trinitaria es una reproducción aquí y ahora del hogar trinitario de


Nazaret. Con Jesús, María y José nos insertamos a la vez en la realidad
terrenal que vivimos y miramos a la celestial que esperamos.
Iniciemos nuestra célula trinitaria con la bendición: “En el Nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo”.
Después oremos, leamos la Palabra de Dios, compartamos lo que nos dice,
hablemos, oremos y terminemos con la alabanza a la Trinidad: “Gloria al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”.
Dejémonos guiar por Dios en el desarrollo de estas reuniones -anticipo del
Cielo-.
Fuera de la reunión podemos estar siempre en comunicación: oración,
llamadas telefónicas, cartas, detalles, encuentros informales.
La Trinidad es una comunidad, una familia, pero por eso no es cerrada en sí
misma; por el contrario, es una comunidad abierta, fecunda, activa, viva.

133
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

La Trinidad es la autora de la Creación, del hombre, de la vida; la Trinidad ha


llamado al hombre a vivir como ella.
La célula, por tanto, puede y debe abrirse a todos: evangelizar, orar por
otros, comunicar sus tesoros.
La célula puede reunirse para hacer una visita, para formar un grupo, para
hacer alguna clase de actividad apostólica si la Trinidad así lo desea.
Esta célula trinitaria nos llevará a un encuentro especial con Jesús, a una
identificación en El, a un cambio radical, a una transfiguración en El, para ser
insertados por El en la Trinidad.
“... ¡Ay del solo, porque si se cae, no tiene quien le levante!” (Eclesiastés 4,
10).

Esta célula trinitaria dará nueva vida a las familias, a los grupos, a las
comunidades, a la parroquia, a la Iglesia en general.
Podemos formar células de familias, de parejas matrimoniales, de
Sacerdotes, de Religiosas, etc.
El amor nos llevará poco a poco a compartir más y más actividades: un paseo,
una comida, una fiesta, un desierto, una vigilia.
Siempre estarán abiertas las puertas de nuestra casa y de nuestro corazón
para los miembros de la célula trinitaria.
“Y la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente” (Eclesiastés 4, 12).
Es posible que usted no tenga a nadie en mente para esta célula. Ore y preste
o regale este libro y encontrará con quien formarla.
Si muchos quieren formar las células, pueden reunirse todas las células un día
al mes para orar, leer la Palabra, compartir la Eucaristía.
“... ¡Ay del solo, porque si se cae, no tiene quien le levante!” (Eclesiastés 4,
10). En cambio, “...la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente”
(Eclesiastés 4, 12).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Ejercicio

Orar en este momento pidiéndole a Jesús que me muestre cuáles deben ser
mis compañeros en esta comunidad, en esta célula trinitaria. Anotar sus
nombres.
Reunirme con ellos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y
transmitirles la idea. ¡Puede estar seguro que aceptarán!

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

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“HIJO, HE AHI A TU MADRE.”


Juan 19,27

María es mi Madre

Dios me ama, con Amor eterno y también cercano. Dios compara su Amor
con el amor de un esposo por su esposa: “Me voy a casar contigo porque te
amo mucho, y voy a serte eternamente fiel” (Oseas 2, 19-20).
También compara su Amor con el que tiene una madre por su hijo: “Como
una madre consuela a su hijo, así los consolaré yo a ustedes...” (Isaías 66, 13).
“¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de
sus entrañas? Pues aunque una madre pudiera olvidar a su niño de pecho, Yo
nunca me olvidaré de ti” (Isaías 49, 14-15).
El Amor de Dios por mí es muchísimo más grande, muchísimo mayor que el
amor de una madre por su hijo.
En el mundo humano no hay amor más grande que el que tiene una madre
por su hijo; ese amor lo ha puesto Dios en ella y a través de mi madre he
conocido y sentido el Amor de Dios.
Los seres humanos necesitamos un amor que podamos sentir. Por esa razón,
Jesús -verdadero Hombre- tuvo una madre y sintió el amor de Ella.

María fue, para Jesús, la persona humana más importante. María fue el canal
a través del cual Jesús pudo sentir, como ser humano, el Amor de Dios para
El.
María es Madre de Jesús, María es Madre de Dios. María es madre perfecta,
porque Ella hizo sin pecado y llena de virtudes; su amor es el más grande y
puro.
Además del Cuerpo físico de Jesús, el Padre celestial formó en Jesús un
Cuerpo invisible, espiritual, místico. La cabeza de ese Cuerpo es Jesús y el
resto de ese Cuerpo somos nosotros: ese Cuerpo es la Iglesia.
El Cuerpo de Cristo está vivo, y yo soy parte de ese Cuerpo de Cristo, soy
miembro de la Iglesia.
Ese Cuerpo tiene una Madre, proclamada solemnemente minutos antes de la
Muerte de Jesús en la Cruz, donde la Iglesia estaba representada por el
discípulo amado.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“...Hijo, ahí tienes a tu Madre...” (Juan 19, 27).


Desde ese momento, María es la Madre del Cuerpo espiritual de Jesús; María
es la Madre del Cristo total, del Cuerpo total de Jesús, Madre de la Iglesia y
¡Madre mía!
En Juan, yo estaba junto a la Cruz, por eso me lo dice en singular: “...Hijo, ahí
tienes a tu Madre...” (Juan 19, 27).
Hoy me lo repite: “Hijo, ahí tienes a tu Madre” (Juan 19, 27). Jesús rúe dice
por mi nombre: “Hijo, ahí tienes a tu Madre”.
María es mi Madre, Jesús me la dio, no me dejó huérfano. y lo confirmó
diciéndole a María: “...Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Juan 19, 26).
María, es pues, sin lugar a dudas, mi Madre. ¿Para qué me dejó Jesús a María
como Madre?
Para que yo también sintiera, como El, el amor de una madre.
María es de verdad mi Madre, y hace conmigo en lo espiritual, lo que hace
con su hijo una madre camal.
María me alimenta, María me limpia, María me educa, María me da su amor.
¿Cómo me alimenta María, mi madre? María me alimenta con el Cuerpo de
Jesús, que fue formado de su propio cuerpo.
¿Cómo me limpia María, mi Madre? María me limpia en la Sangre de Jesús
que fue formada de su propia sangre.
¿Cómo me educa María, mi madre? María me educa diciéndome: “Hagan
todo lo que El les diga” (Juan 2, 5).
Y lo que El dice está en la Biblia.
¿Cómo me da su amor María, mi Madre? María me demuestra su amor
pidiendo continuamente a Jesús por mí.
“...Hijo, ahí tienes a tu Madre...” (Juan 19,27).
María ha cumplido a cabalidad el encargo que Jesús le hizo de ser mi Madre.
¿y cómo cumplo yo mi deber como hijo de María?
Para ser buen hijo de María no hay otra forma que ser otro Jesús, que ser
como Jesús. Soy buen hijo de María si me parezco a Jesús, si me identifico
con Jesús, si soy otro Jesús.
Soy para María el reemplazo de Jesús en la tierra. ¿Cómo puedo ser otro
Jesús?
María me da el secreto para ser otro Jesús: “Hagan todo lo
que El les diga” (Juan 2, 5).
Dejando que Jesús destruya en mí la vieja persona, el yo, para que
pueda renunciar a lo que le desagrada y dejarme lavar con la Sangre de

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Jesús por medio del Sacramento de la Reconciliación.


Recibiendo el Cuerpo del Hijo de María en la Eucaristía para hacerme
uno con Jesús. “El que come mi Cuerpo y bebe mi Sangre vive en Mí y
Yo en él” (Juan 6,56).
Siguiendo el consejo de María: “Hagan todo lo que El les diga” (Juan 2,
5). Lo que Jesús dice está en la Biblia. Al leerla, estudiarla y meditarla,
la Palabra que es Jesús mismo, me va identificando con El, hasta que
llegue el momento en que pueda decir: “Vivo yo, pero ya no soy yo
quien vive, sino que Cristo vive en mí” (Gálatas 2, 20).
Viviendo en comunicación con Ella, mi Madre, recordándola para
imitarla: sencillo como Ella, orante como Ella, haciendo la Voluntad de
Dios como Ella, obedeciendo como Ella y hablando con Ella para que
como Madre hable a Jesús de mí.

Ejercicio

Evaluar mi relación con mi Madre, María, según los puntos analizados aquí.
Recorrer con María la Vida de Jesús, rezando el Rosario pausadamente y sin
prisa, teniendo una intención para cada misterio o para cada Ave María.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

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“VE Y ANUNCIA LO QUE EL SEÑOR HA HECHO CONTIGO.”

Pescador de hombres

Cuando la Palabra de Dios ha entrado en mí, ha hecho su obra, me ha


sanado, me ha liberado, me ha transformado, se ha hecho Rhema para mí,
Jesús me dice: “...Ve y cuenta lo que Dios ha hecho contigo...” (Marcos 5, 19).
Decía Pedro -que tenía Rhema de que la Palabra se cumplía en Jesús y que El
era el Mesías-: “No podemos dejar de anunciar lo que hemos visto y oído”
(Hechos 4, 20).
Jesús le había dicho: “Vengan detrás de Mí y les haré pescadores de
hombres...” (Marcos 1, 17).
La Palabra de Dios cambió a Pedro y a los doce hasta tal punto de dedicar sus
vidas a anunciar a Jesús y a su Palabra, a pesar de las persecuciones; la
Palabra cambió el rumbo de sus vidas, dejaron su trabajo y siguieron a Jesús
hasta dar la vida por El.
Cuando Jesús hace una obra en alguien le dice también:
“...Ve y cuenta lo que Dios ha hecho contigo...” (Marcos 5, 19).
“Llegaron al otro lado del lago a la tierra de Gerasa. En cuanto Jesús bajó de
la barca, se le acercó de entre los sepulcros un hombre que tenía un espíritu
impuro. Había salido de entre las tumbas porque vivía en ellas. Nadie podía
sujetarlo, ni siquiera con cadenas... Andaba de día y de noche por los cerros y
las tumbas, gritando y golpeándose con piedras. Pero cuando vio de lejos a
Jesús, echó a correr, y poniéndose de rodillas delante de El le dijo a gritos:
“¡Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo! ¡Te ruego por
Dios que no me atormentes!”.
Hablaba así porque Jesús le había dicho:' “Espíritu inmundo, deja a ese
hombre”.
Los espíritus le rogaron: “Mándanos a los cerdos y déjanos entrar en ellos”.
Jesús les dio permiso y los espíritus impuros salieron del hombre y entraron
en los cerdos. Estos, que eran unos dos mil, echaron a correr pendiente abajo
hasta el lago, y allí se ahogaron.
Los que cuidaban de los cerdos salieron huyendo, y fueron a contar en el
pueblo y por los campos lo sucedido. La gente acudió a ver lo que había
pasado. Y cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

su cabal juicio al endemoniado que tenía la legión de espíritus. La gente


estaba asustada, y los que habían visto lo sucedido con el endemoniado y los
cerdos se lo contaron a los demás.
Al volver Jesús a la barca, el hombre que había estado endemoniado le rogó
que lo dejara ir con él. Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a
tu casa, con tus parientes, y cuéntales todo lo que el Señor te ha hecho, y có-
mo ha tenido compasión de ti”.
El hombre se fue y comenzó a contar por los pueblos de Decápolis lo que
Jesús había hecho por él; y todos se quedaron admirados” (Marcos 5, 1-3; 5,
5-8; 5, 12-16; 5, 18-20).
Cuando he tenido la experiencia de Dios siento la necesidad de contar a
todos lo que el Señor ha hecho conmigo. Cuando tengo el Rhema, la
experiencia de Dios, puedo y debo ir a transmitir a los demás lo que he visto
y oído.
“Lo que les digo en la oscuridad, díganlo ustedes a la luz del día; y lo que les
digo en secreto, grítenlo desde las azoteas de las casas” (Mateo 10, 27).
Cuando tenemos el Rhema, tenemos el Poder de la Palabra dentro de
nosotros, el Espíritu Santo está en nosotros.
“...Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán Poder y serán mis
testigos en Jerusalén, en Judea y en Samaria, y hasta en los confines de la
tierra” (Hechos 1, 8).
Con este Poder de Dios -el Espíritu Santo-, yo estoy capacitado, equipado,
preparado para gritar la Palabra, para contar cuanto el Señor ha hecho
conmigo.
Ahora, que tú tienes la experiencia de Dios, escucha la Palabra de Dios:
“...Toda autoridad se me ha dado en el Cielo y en la tierra. Vayan, pues, a
todas las gentes y háganlas mis discípulos, (...) y enséñenles a obedecer todo
lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, Yo estaré con ustedes todos
los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28, 18-20).
Según estas Palabras, el contar lo que Dios ha hecho conmigo no es opcional,
no es si me parece, no es si me atrae hacerlo. Contar lo que el Señor ha
hecho conmigo es una orden según lo dijo al hombre de Gerasa y a los
discípulos todos reunidos antes de la Ascensión.
Es Jesús, la Palabra eterna de Dios, el que tiene toda la autoridad en el Cielo y
en la tierra, y sobre mí, el que me manda: “Vayan, pues, a todas las gentes y
háganlas mis discípulos...”.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Es una orden de Jesús... voy en su Nombre... con su autoridad... a anunciar lo


que El ha hecho conmigo... y puedo estar seguro que El estará conmigo, que
El está conmigo mientras lo haga.
Para mí no es motivo de orgullo predicar el mensaje de salvación, porque lo
considero una obligación ineludible: “¡Y ay de mí si no lo predico!”.
¿Cómo anunciar lo que el Señor ha hecho conmigo?
Este libro ha sido diseñado para que sirva no solamente para individuos sino
también para ayudar a otros, separadamente o en grupos, sin ser
indispensable una gran preparación intelectual o teológica.
Para ello:
Haga todo el proceso de este libro y cada uno de sus ejercicios sin
prisa.
Cuando esté seguro que Dios ha hecho una obra en usted, una
transformación en su vida, usted estará en condiciones de dar a otros
lo que ha recibido.
Invite a sus amigos, parientes o vecinos al “Curso para solucionar sus
problemas”. Si prefiere busque otro grupo, vaya a un lugar pobre o
marginado.
Cuénteles lo que ha ocurrido en usted al hacer el Curso que les ofrece,
quién era antes, y cómo es ahora, gracias al Curso que les dará.
Fije el día y la hora más cómodas para ellos y usted, y cúmplalas. No
falte a esa cita y si le es imposible asistir, envíe alguien que le
reemplace.
Cada semana, antes de salir para la reunión, repase y vuelva a
experimentar el Rhema para que pueda transmitir Rhema al grupo.
Inicie cada grupo con un canto apropiado al tema que se va a tratar, y
con una oración corta pidiendo que se logre el Rhema, o sea que se
logre el objetivo del tema, basándose en que Jesús dijo que todo lo
que se pida por la oración de dos o tres puestos de acuerdo se con-
seguirá del Padre que está en los Cielos.
Lea a continuación el tema, muy despacio, haciendo algunos silencios.
Trate de que sea vivencial, no teórico, no se trata de aprender nada,
sino de vivir. No es necesario ampliar el tema pues puede dar pie a
discusiones difíciles de manejar y a que los asistentes se vayan por el
Logos para no enfrentar su realidad.
Al final puede dialogarse pero sobre la experiencia que recibieron.
Después, destinar un rato para conversar, hacer amistad, orar por los

141
Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

enfermos y las necesidades del grupo.


Mientras realiza con el grupo el proceso -durante ocho meses, si se
hace uno por semana- siga usted creciendo por medio de la
continuación de este libro, que se titula: “NUEVAS HERRAMIENTAS
PARA SOLUCIONAR SUS PROBLEMAS”, o por medio del “CURSO
BIBLICO CATOLICO” -a distancia-, del Padre ANDRES, que puede buscar
en las librerías o solicitar al:

Apartado Aéreo 2447 - Armenia Quindío-Colombia

“...Ve y cuenta lo que Dios ha hecho contigo...” (Marcos 5,19).

Si desea iniciar en su Parroquia, motive al Párroco para que lea el plegable


“COMO RENOVAR UNA PARROQUIA” Y ofrézcale su colaboración.

NOTA: No se limite a ayudar a los participantes de su grupo. Cada vez que


tenga la oportunidad cuente lo que el Señor ha hecho con usted.
Invítelos a leer el libro, si por alguna razón no pueden pertenecer a su grupo,
y si le consultan algún problema concreto léales o hágales leer el tema
correspondiente y motívelos a realizar el ejercicio.
Volverán agradecidos con usted contando lo que el Señor ha hecho con ellos.
“...Toda autoridad se me ha dado en el Cielo y en la tierra. Vayan, pues, a
todas las gentes y háganlas mis discípulos, (...) y enséñenles a obedecer todo
lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, Yo estaré con ustedes todos
los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28, 18-20).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

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“¿A QUIEN ENVIARE, QUIEN IRA POR MI?”


Isaías 6,8

¿Quién irá por mí?

Jesús mismo nos dice: “La cosecha es mucha” (Mateo 9, 37). ¿Qué es la
cosecha?
La cosecha son todos los hombres, mujeres y niños que andan por el mundo
como ovejas que no tienen pastor. La cosecha son todos aquellos que a pesar
de ir a la Iglesia y llamarse católicos llevan una vida a medias porque no co-
nocen personalmente a Jesús, ni han experimentado la riqueza de tenerlo, de
depender solamente de El.
La cosecha son también los pecadores que viven lejos de Jesús, que han
olvidado a Jesús.
La cosecha son también los que no conocen, los que no leen, los que no se
alimentan de la Palabra de Dios.
La cosecha son también los que se han hecho sus propias maneras de vivir,
sus normas, olvidando las de Dios.
La cosecha son también los que están apresados por la droga, el sexo, el
alcohol, el dinero.
Jesús dice que: “...La mies es mucha” (Mateo 9, 37). Esto lo podemos
comprobar en nuestra parroquia, en nuestra ciudad, en nuestra Diócesis, en
nuestro departamento, en nuestra nación.
¿Cuántos aquí, en esta ciudad, conocen a Jesús de Tú a tú, personalmente?
¿Cuántos se tratan con El? ¿Cuántos escuchan sus Palabras diariamente en la
Biblia? ¿Cuántos las obedecen?
Basta mirar nuestro barrio, nuestra calle, pensar en nuestros vecinos,
nuestros parientes...
“La mies es mucha...”. “La cosecha es mucha” (Mateo 9, 37).
¿y los obreros? Los obreros son pocos, muy pocos. Los Sacerdotes y los
misioneros seglares no son suficientes para llegar a todas y cada una de las
personas.
“...La cosecha es mucha, pero los obreros son pocos...” (Mate o 9,37).
y cuando esto pasa se pierde la cosecha que está lista, porque no alcanza a
recogerse.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

“Jesús miró a la multitud y tuvo compasión de ellos porque andaban


extraviados como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9,36).
Son muchísimas las personas hoy que no saben para dónde van, que están
extraviadas, perdidas, desconcertadas, engañadas, van de un sitio a otro,
como ovejas que no tienen pastor, están en peligro, no tienen quién se
preocupe por ellas, quién las defienda.
Jesús quiere ser su Pastor, llevarlas a sitio seguro. Pero necesita, quiere
ayuda, desea que le ayudemos a reunir las ovejas, que se las llevemos a El.
Jesús te llama, te invita a ser pescador de hombres, te quiere enviar en
representación suya.
Tú puedes responderle sí o responderle no. El está esperando tu respuesta.
“Uno de los que El llamó respondió: “Señor, déjame ir antes a enterrar a mi
padre” (Mateo 8,21).
“Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y vaya probarlas. Te ruego
que me disculpes” (Lucas 14, 19).
“Otro contestó: “Acabo de casarme y no puedo ir” (Lucas 14,20).
“Jesús les dijo: “Dejen que los muertos entierren a sus muertos. Tú vete a
anunciar el Reino de Dios. El que pone la mano en el arado y mira atrás no es
apto para el Reino de Dios” (Lucas 9, 60).
El profeta no contestó como los tres anteriores. El profeta dijo: “...Aquí estoy,
Señor. Envíame a mí” (Isaías 6,8).
“... ¿A quién enviaré, quién irá por Mí?...” (Isaías 6,8).
“...Aquí estoy, Señor. Envíame a mí” (Isaías 6,8).
¿Quieres responder a Jesús como el profeta? ¿Estás deseando que te envíe?
¿Anhelas ser su mensajero? ¿Quieres ser embajador del Rey de todos los
reyes?
Jesús espera una respuesta tuya, una respuesta sincera, que salga del
corazón; no importa tu incapacidad, El te dirá lo que debes hacer y decir.
“...Irás a donde quiera que te envíe, y dirás todo lo que Yo te mande. No les
tengas miedo, porque estaré contigo para protegerte (...). En este momento
pongo mis Palabras en tu boca” (Jeremías 1, 7-9).
Imagina a Jesús en frente tuyo, que te dice: “... ¿A quién enviaré, quién irá
por Mí?...” (Isaías 6, 8).

Escucha a Jesús, dialoga con Jesús, respóndele a Jesús... (Deténgase aquí


hasta que le haya respondido a Jesús).
Si te has decidido por El, si quieres ser su mensajero, no te preocupes por el

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

cómo, por el cuándo, ni por el dónde. El te guiará, te mostrará el camino.


“Vaya instruirte, vaya mostrarte el camino a seguir; y me ocuparé de ti
constantemente” (Salmo 32, 8).
Lo único que Jesús te pide es que te decidas, que le des tu palabra, que te
ofrezcas a El, que le digas: ''Aquí estoy, Señor. Envíame a mí”.

A través de los capítulos de este libro he recibido muchísimos regalos, si he


realizado los ejercicios y tratado de experimentar los temas. Jesús me ha
regalado el Rhema, la experiencia interior de muchas verdades. Recordemos
algunas: Dios me ama... Dios me mira... Dios me perdona... Soy libre, Jesús
pagó por mí... Dios me acepta como soy... puedo aceptar a los demás y las
circunstancias... Dios me ha dado su Espíritu Santo... Para que yo sea santo...
me ha dejado su Palabra, su Cuerpo, me ha enseñado a orar, me ha dejado a
su Madre, me ha injertado en la Iglesia, me ha dado guías, y ahora, me ha
preparado para ser su embajador.
“Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la
paz, que trae la buena nueva y proclama la salvación...” (Isaías 52, 7).
Si recuerdo quién era yo antes de iniciar este proceso y quién soy ahora,
tengo que reconocer que he cambiado, que no soy la misma persona; soy
otro, he cambiado, me siento mejor, más feliz, más liviano; he solucionado
mis problemas y los que no están en mi mano cambiar los he aceptado con
paz. Tengo ahora una nueva manera de ver las cosas, las personas, los
acontecimientos, a mí mismo, a Dios al futuro.
El Señor que me ha dado esas riquezas quiere que las comparta con otros
que las necesitan, y en esa labor me promete la alegría: “...Hay más alegría
en dar que en recibir” (Hechos 20, 35).

“El Reino de los Cielos es como un hombre que cuando estaba por salir a otro
país llamó a sus siervos y les encargó su dinero. A uno le dio cinco talentos, a
otro dos y a otro uno. Entonces se fue de viaje. El que recibió cinco talentos
hizo negocio con el dinero y gano así otros cinco. Del mismo modo el que
recibió dos ganó otros dos. Pero el que recibió uno fue y escondió el dinero
de su amo en un hoyo que hizo en la tierra. Mucho tiempo después volvió el
amo de aquellos siervos y se puso a hacer cuentas con ellos. El que había
recibido cinco talentos entregó esos y otros cinco... Y el amo le dijo: “Muy
bien, eres un siervo bueno y fiel. Ya que fuiste fiel en lo poco te encargaré de
mucho más. Entra y alégrate conmigo”. Lo mismo pasó con el que había

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

recibido dos talentos... Pero cuando llegó el siervo que había recibido un
talento le dijo a su amo: “Señor, yo sabía que eras un hombre duro, que
cosechas donde no sembraste y recoges donde no has esparcido nada. Por
eso tuve miedo y fui y escondí tu dinero en la tierra. Pero aquí tienes lo
tuyo”. El amo le contestó: “Siervo malo y perezoso, ¿con que ya sabías que
cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí? Por eso, debías haber
puesto mi dinero en el banco, y al volver hubiera recibido ganancia junto con
lo que es mío”. Y dijo a los que estaban allí: “Quítenle el talento y désenlo al
que tiene diez. Porque al que tiene se le dará más y tendrá de sobra, pero al
que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. Y a este siervo inútil,
échenlo a la oscuridad de afuera, donde llorará y le rechinarán los dientes”
(Mateo 25, 14-30).
He recibido una fortuna, un tesoro, ha llegado el momento de dar; no
interesa la preparación intelectual que tenga, los estudios que haya hecho. El
quiere que dé lo que he recibido según mi capacidad, y Ella conoce. El sabe
qué fruto puede esperar de mí. El quiere que lo que he recibido de El, lo que
he vivido, lo que he aprendido, lo dé.
“...La cosecha es mucha, pero los obreros son pocos...” (Mateo 9,37).
Jesús me quiere como obrero de su mies, trabajando para que su Reino
crezca. El me ha llamado a ser pescador de hombres. Y el pescador se afana
por obtener mucha pesca: busca, espera, se mueve.
No interesa mi capacidad solamente humana; Jesús tiene para mí una
promesa: “...No se preocupen de lo que van a decir, porque el Espíritu Santo
hablará por ustedes” (Marcos 3, 11).
Dios me acepta como soy, acepta el fruto según mi capacidad que El conoce.
Yo pondré todo mi esfuerzo.
“… ¿A quién enviaré, quién irá por mí?..”
“...Aquí estoy, Señor. Envíame a mí” (Isaías 6, 8).

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Ejercicio

Ir lo más pronto que te sea posible a una capilla o iglesia tranquila, colócate
junto al Sagrario, donde está Jesús. Escúchalo mientras te dice: “La cosecha
es mucha, pero los obreros son pocos” (Mateo 9, 37). “... ¿A quién enviaré,
quién irá por Mí?..” (Isaías 6, 8). Respóndele.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

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“SI ALGUIEN SE DECLARA A MI FAVOR DELANTE DE LOS HOMBRES, YO


TAMBIEN ME DECLARARE A FAVOR DE EL DELANTE DE MI PADRE QUE ESTA
EN EL CIELO.”
Mateo 10, 32

Mi testimonio personal

“Si alguien se declara a mi favor delante de los hombres, Yo también me


declararé a favor de él delante de mi Padre que está en el Cielo” (Mateo
10,32).
La palabra testimonio viene del verbo “testificar”, o sea, ser testigo.
Yo puedo dar un testimonio cuando soy testigo de algo.
¿Qué es ser testigo?
Ser testigo es haber presenciado o vivido un acontecimiento.
La fuerza y el valor del testimonio están en que haya presenciado o vivido el
hecho que es objeto de testificación.
Mientras más cerca haya estado del hecho, más válido es mi testimonio.
Por eso mismo, si lo he vivido en carne propia mi testimonio es indiscutible.
El testimonio personal por esa razón tiene fuerza y valor especiales, porque
es algo que yo mismo he vivido.

El testimonio personal no es materia de examen, no es discutible, porque el


que testifica narra una experiencia.
No pueden decirme cuando testifico: “Usted no ha vivido eso”, o, “usted no
ha sentido eso”, porque el testimonio se basa en la persona que lo da, es algo
subjetivo, es una experiencia.
“Si alguien se declara a mi favor delante de los hombres, Yo también me
declararé a favor de él delante de mi Padre que está en el Cielo” (Mate o
10,32).
Con estas Palabras Jesús me dice que desea que yo sea su testigo, que hable
de El y de lo que El ha hecho en mí.
Jesús quiere que yo me declare a su favor delante de los hombres, y me hace
una promesa: Si lo hago, El se declarará a mi favor delante de su Padre, en el
Cielo.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Si quiero tener un buen testimonio de Jesús acerca de mí, es preciso que yo


dé testimonio de El aquí y ahora.
Jesús me ha preparado para ser su testigo, para declarar en su favor delante
de los hombres.
Jesús me ha preparado con su Espíritu.
“...Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán Poder y serán mis
testigos en Jerusalén, en Judea y en Samaria, y hasta en los confines de la
tierra” (Hechos 1, 8).
He recibido hace poco tiempo la plenitud, la llenura, el Bautismo en el
Espíritu Santo, del que habla Jesús en el versículo que acabamos de oír. Y si
he recibido el Espíritu Santo, he recibido Poder para dar testimonio de Jesús.
No hay, pues, nada que dudar.
Ser testigo de Jesús no es otra cosa que contar lo que Jesús ha hecho en mi
vida, ser testigo de Jesús es proclamar la obra que Jesús ha hecho en mí.
La fuerza de mi testimonio está relacionada con el grado de experiencia que
haya vivido. Mientras mayor sea mi experiencia, más fuerte será mi
testimonio.
El testimonio es algo esencialmente personal.
Digo lo que El ha hecho en mí, en mi vida, y el cambio que El ha obrado en mi
persona.
“Si alguien se declara a mi favor delante de los hombres, Yo también me
declararé a favor de él delante de mi Padre que está en el Cielo” (Mateo 10,
32).
Debemos preferir en lo posible dar nuestro propio testimonio personal que el
de otras personas, pues aunque sean ciertos ninguno de ellos tendrá la
fuerza del que ha vivido en carne propia lo que afirma.
Ser testigo de Jesús es afirmar que El está vivo y que actúa y ha actuado en
mí con todo el Poder de su Resurrección.
“Por su parte los Apóstoles daban testimonio con gran energía de la
Resurrección de Jesús...” (Hechos 4,33).
Ellos decían: “No podemos dejar de anunciar lo que hemos visto y oído”
(Hechos 4, 20).
El testimonio narra lo que he vivido con Jesús, muestra la realidad de su
Presencia, de su Poder.
Cuando yo hablo, apoyo lo que digo en mi experiencia personal con Jesús, y
así lo que digo adquiere una fuerza extraordinaria, porque no hablo lo que
pienso ni lo que sé, sino lo que he vivido.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Mi testimonio puede convertir a muchas personas a Jesús.


“Si alguien se declara a mi favor delante de los hombres, Yo también me
declararé a favor de él delante de mi Padre que está en el Cielo” (Mateo 10,
32).
Para que el testimonio conserve toda su fuerza debe llenar algunos
requisitos:
Orar es el primer requisito para pedir al Espíritu Santo que me ayude a
hacerlo y a decirlo .para que Jesús sea conocido, alabado y seguido.
Es necesario que el testimonio sea fundado en la verdad, pues solamente la
verdad puede ser respaldada por Jesús.
“...Mi misión consiste en dar testimonio de la Verdad. Precisamente para eso
nací y para eso vine al mundo...” (Juan 18, 37).
Para que mi testimonio sea efectivo es necesario que sea claro y concreto.
Los testimonios que cuentan anécdotas interminables, que no se sabe dónde
empiezan y dónde terminan, ni a qué fin llevan, acaban por aburrir a los que
escuchan. Buscar claridad y concisión es esencial en la labor de preparar el
testimonio.
También es necesaria la brevedad, o sea que sea corto. Un testimonio no
debe durar más de tres a cinco minutos.
El testimonio tiene como objetivo proclamar la Persona de Jesús y su obra en
mí. Por lo tanto en ningún momento debe darse la impresión de que se está
haciendo propaganda a una persona o a un movimiento apostólico. Jesús de-
be permanecer siempre como el centro del testimonio. Por esto es mejor
evitar el nombrar movimientos y personas en mi testimonio.
“Si alguien se declara a mi favor delante de los hombres, Yo también me
declararé a favor de él delante de mi Padre que está en el Cielo” (Mate o
10,32).
El testimonio contiene tres partes esenciales y necesarias:
Estas partes deben responder las siguientes preguntas:
¿Cómo era yo?
¿Cómo me encontré con Jesús y El me cambió?
¿Cómo soy ahora?
O en otras palabras: Yo era uno antes de conocer a Jesús, mi vida cambió a
partir de un hecho y un momento concreto, y ahora soy muy diferente.
A continuación vamos a estudiar detalladamente cada una de las partes del
testimonio.
La primera parte del testimonio debe contestar la pregunta: ¿Cómo era yo

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

antes? En esta parte cuento mis defectos, mis desengaños, mis pecados, mis
frustraciones, mis depresiones, mis angustias. Se puede incluir una pequeña
anécdota que dé a entender cómo era.
Esta primera parte debe ser la más corta.
La segunda parte es la más importante. Esta segunda parte contesta la
pregunta: ¿En qué momento cambié, y cómo fue ese proceso?
Cuento breve y claramente cómo fue el encuentro con Jesús y cómo fue que
El cambió mi vida. Algo así como: Le hice una entrega total de mi vida, me
invitaron a una reunión o retiro y allí me hablaron de Jesús... Me decidí por
El.
La tercera parte responde la pregunta: ¿Cómo soy ahora? Esta es la parte
más larga del testimonio. Ahora soy otra persona, debo tratar de hacer el
contraste con la primera parte usando ejemplos concretos. Si antes dije que
era iracundo, contar como la ira fue desvaneciéndose en mi vida y ahora
puedo decir que soy paciente, etc. Si mi vida era vacía y sin sentido, decir que
ahora mi vida tiene sentido, que se ha llenado mi vacío, etc. En esta tercera
parte debe quedar muy claro que soy una persona nueva, una creación
nueva.
Claro está que no soy perfecto todavía, pero evitaré citar lo negativo que aún
quede en mí pues opacaría el cuadro de la obra que Jesús ha hecho en mí.
El testimonio termina de una manera clara, definida. Termina con una cita
bíblica ya que la Palabra de Dios nunca vuelve vacía, hace una obra en los
corazones que la escuchan. Además, con la cita bíblica que escoja, daré una
idea de cómo puede resumirse mi experiencia, mi testimonio. Pero
solamente una cita bíblica, y corta.
Es casi imposible preparar un testimonio sin colocarlo por escrito y revisarlo
una y otra vez para que quede con el máximo de fuerza.
Si el testimonio se queda en el papel, tampoco me servirá. Debo tenerlo
grabado de memoria para usarlo en muchísimas ocasiones que se me
presentarán para ello.
Por esto, voy a ponerlo por escrito, a pedirle a mi guía de grupo familiar o a
otra persona de mi confianza que lo revise y me ayude a hacerlo más
adecuado. Después podré aprenderlo de memoria y usarlo.
“Si alguien se declara a mi favor delante de los hombres, Yo también me
declararé a favor de él delante de mi Padre que está en el Cielo” (Mateo
10,32).
Al dar testimonio de Jesús, debo hacerlo con decisión, con fuerza, con

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

energía, con claridad, con entonación, y aunque haya sido preparado debe
salir tan natural que nadie note algo postizo en él.
Antes de decirlo es siempre necesario orar para que el Señor toque a través
de mi testimonio a los que me escuchen.

Recordemos: Al preparar y dar mi testimonio personal debo tener ante mí el


objetivo de ese testimonio que es dar gloria y honor a Jesús, proclamar a
Jesús y buscar que muchos se decidan por El.
En ningún momento debo esperar aplausos o admiración hacia mi persona.
Debo esperar una respuesta de conversión, de cambio de vida, de decisión
por Jesús en los que me escuchan.
“...Ve y cuenta lo que Dios ha hecho contigo...” (Marcos 5, 19).
Vamos a escuchar como un ejemplo de los tres aspectos del testimonio, la
experiencia de María Santamaría de Pazmín.
Estemos atentos a descubrir en este testimonio los requisitos que hemos
enumerado hoy.
“Me llamo María Santamaría de Pazmín. Soy casada, tengo una hija y diez
nietos. Actualmente tengo setenta y siete años de edad, vivo en Armenia,
pero hace solamente doce años encontré la verdadera felicidad, y voy a
contarles cómo.
Toda mi vida arrastré problemas familiares, varias enfermedades, incluida la
artritis que me tenía impedida para salir de la casa.
Padecía también el vicio del cigarrillo y a pesar de muchos esfuerzos no lo
podía dejar.
Un día conocí a una familia católica que tenía un grupo en su casa para orar y
meditar la Biblia.
Me invitaron a su casa, me dieron la forma para salir de mis problemas
dejando entrar a Jesús en mi vida.
A partir de ese momento se realizó en Mí un cambio maravilloso.
Dejé completamente el vicio del cigarrillo sin esfuerzo de mi parte.
Curaron todas mis enfermedades, la artritis desapareció, pude salir de mi
casa y empezó para mí una vida nueva.
Los problemas con mi familia mejoraron también.
Ahora soy feliz.
Participo en las actividades de mi parroquia, evangelizando y orando por los
enfermos, pues el Señor dice en Mateo 11, 18: “Todos los que estén cargados
y agobiados vengan a Mí, que Yo los aliviar锓.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Hasta aquí el testimonio de una persona que solamente asistió tres meses a
la escuela primaria. No es necesario mucho estudio, sino la experiencia para
hablar de Jesús.
“...Ve y cuenta lo que Dios ha hecho contigo...” (Marcos 5,19).

Ejercicio

Escribir mi testimonio propio.

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Como Solucionar sus Problemas – Padre Andrés

Siervo de Dios canónigo Jesús Antonio Gómez


(Llamado “ Padre Toñito “)
En proceso de beatificación

Nació en 1895 en El Santuario, Antioquía, Colombia; murió en 1971 en


Medellín. Sacerdote, profesor, Director Espiritual del Seminario
Arquidiocesano durante veinte años, Capellán de varias comunidades
religiosas, Visitador Eclesiástico y Canónigo de la Catedral, honor que recibió
con sotana prestada.
Tuvo fama de santidad por su equilibrio en todo, ya que hacía lo ordinario en
forma extraordinaria.
Fundó la revista “Sé apóstol” para niños y jóvenes y la hojita periódica “In
Corde lesu” para Sacerdotes.
Como obra de beneficencia inició el “Fondo Sacerdotal para los pobres”.
Era humilde, obediente y pobre. Amaba la Eucaristía y fomentaba la
recepción de los Sacramentos. Vivía al día en todo lo relacionado con la
Iglesia y el mundo. Cultivaba el idioma y era considerado una autoridad en
castellano.
Dedicó su vida a aconsejar, confesar, aplicar la Unción de los Enfermos,
incluso a los que ya se había declarado muertos. Pedía constantemente que
no se embalsamaran los cuerpos y que se esperara la descomposición natural
antes de enterrarlos. SU5 investigaciones sobre este tema las resumió en un
folleto llamado: “Muerte real, muerte aparente”.
Seguía un horario estricto; meditaba y usaba la oración escrita para evitar la
distracción. Era devoto del Espíritu Santo, y tenía una gran confianza en el
Padre. Al final de su vida lloraba pensando en el Amor de Dios, y repetía:
''Amar al Padre, esperar en el Padre, confiar en el Padre”.

Informar las Gracias recibidas al P. Pablo Vásquez V. Carrera 50A # 61-42 Tel.:
2541557, MEDELLIN, ANT. COLOMBIA o a Monseñor Luis Gómez, EL
SANTUARIO, ANT. COLOMBIA.

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