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Estos principios rectores permiten a los cónyuges celebrar acuerdos con respecto a los
efectos económicos que tendrá el matrimonio, en un pie de igualdad, con autonomía y respetando
la solidaridad que debe existir entre sus miembros.
No nos detendremos a analizar cada una de ellas solo la que hace a la materia en análisis,
es decir, la “enunciación de las deudas”. Esto significa un inventario del pasivo que cada uno de
los contrayentes posee al momento de la celebración del matrimonio, enunciación que facilitará
la prueba del carácter propio de las obligaciones de los esposos contraídas con anterioridad al
mismo. Lo cual será de suma utilidad en las relaciones internas entre ellos y también con respecto
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Molina de Juan, Mariel F. “Régimen de bienes y autonomía de la voluntad. Elección y modificación del
régimen. Convenio. Contratos entre cónyuges.” En Código Civil y Comercial de la Nación. Familia.
Suplemento especial de La Ley. Diciembre 2014
a terceros, ya que estos últimos sabrán perfectamente cuales son los bienes que podrán atacar
para hacer reales sus acreencias.
Por otro lado, se destaca en este nuevo ordenamiento, la posibilidad que tiene los
cónyuges, siempre de común acuerdo, de mutar el régimen patrimonial vigente también mediante
una nueva convención entre ellos. Para poder efectuar este cambio debe haber transcurrido un
año desde la elección del anterior, también requiere escritura pública y como ocurre con la
convención pre nupcial debe ser registrado en el acta de matrimonio, lo que causa la posibilidad
de que terceros interesados puedan oponerse a las misma evitando así el fraude a los acreedores
como lo prevé el art. 487 del ordenamiento legal: “La disolución del régimen no puede perjudicar
los derechos de los acreedores anteriores sobre la integralidad del patrimonio de su deudor” Estos
podrán solicitar la inoponibilidad si les causa perjuicios y para ello tendrán un plazo de un año
desde que conocieron el cambio de régimen.”
Así es que el Código introduce una reforma al régimen patrimonial matrimonial innovadora, esto
es la posibilidad que tienen los cónyuges de elegir el régimen al que desean someter las cuestiones
de índole patrimonial de su matrimonio. No solo esto sino además, la posibilidad de variar este
régimen durante la vigencia del matrimonio. A su vez esta variación puede traer dificultades a los
acreedores de los cónyuges por lo que veremos a continuación cual es el régimen por el que se ha
optado, para que los terceros y los mismos cónyuges, no salgan perjudicados en el devenir de la
economía del matrimonio.
Como se dijo, los regímenes patrimoniales por los que pueden optar los cónyuges son dos:
el de comunidad y el de separación de bienes. Si estos no ejercen la opción el régimen aplicable
será el de comunidad.
El artículo 467 enuncia el principio general que rige en materia de responsabilidad por las
deudas en el sistema de comunidad: “Cada uno de los cónyuges responde frente a sus acreedores
con todos sus bienes propios y los gananciales por él adquiridos. “
Este principio general se condice con el sistema de libre administración y disposición de los
cónyuges con respecto a los bienes adquiridos por ellos ya sean estos propios o gananciales, como
lo determina la Sección 4ª del Código referida a la Gestión de los bienes en la comunidad. En
síntesis, cada cónyuge puede comprar, vender, gravar los bienes de su propiedad y gestión con la
excepción del que fuere sede del hogar conyugal donde necesitará el asentimiento del otro
cónyuge.
Queda así regulado el aspecto interno de la obligación, es decir, aquel que rige las relaciones
entre los cónyuges consagrando a su vez, el principio de recompensa en el art. 468, expresando
que el cónyuge cuya deuda personal fue solventada con fondos gananciales, debe recompensa a la
comunidad, y esta debe recompensa al cónyuge que solventó con fondos propios deudas de la
comunidad.
En lo que refiere a este aspecto interno de las relaciones económicas entre cónyuges debemos
hacer mención a la distinción efectuada por el ordenamiento jurídico en los arts. 489 y 490 donde
enumera las cargas de la comunidad, lo que la doctrina ha dado en llamar “pasivo definitivamente
común” y las obligaciones personales de los cónyuges, “pasivo definitivamente personal”, esto ya
en la etapa de liquidación de la comunidad.
Así el art. 498 determina que son a cargo de la comunidad: a) las obligaciones contraídas
durante la comunidad, no previstas en el artículo siguiente; b) el sostenimiento del hogar, de los
hijos comunes y de los que cada uno tenga, y los alimentos que cada uno está obligado a dar; c) las
donaciones de los bienes gananciales hechas a los hijos comunes, y aún las de bienes propios si
están destinados a su establecimiento o colocación; d) los gastos de conservación y reparación de
los bienes propios y gananciales .
A su vez, el art. 490 determina el pasivo definitivamente personal expresando que son
obligaciones personales de los cónyuges: a) las contraídas antes del comienzo de la comunidad; b)
las que gravan las herencias, legados o donaciones recibidas por alguno de los cónyuges; c) las
contraídas para adquirir o mejorar bienes propios; d) las resultantes de garantías personales o
reales dadas por alguno de los cónyuges a un tercero; e) las derivadas de la responsabilidad
extracontractual y de sanciones legales.
En primer lugar, es conveniente aclarar, que este régimen para su aplicación debe ser elegido
por los cónyuges mediante convención prenupcial o con posterioridad a la vigencia del
matrimonio también convencionalmente luego de haber regido sus relaciones económicas por el
de comunidad durante el lapso mínimo de un año, convenio que deberá efectuarse como se dijo
por escritura pública y con nota marginal en el acta de matrimonio, para resguardar intereses de
terceros, que podrán oponer sus acreencias a la nueva modalidad.
En este régimen cada uno de los cónyuges conserva la libre administración y disposición de sus
bienes personales, no se forma una masa común que a la disolución de la sociedad conyugal será
partible, ni hay expectativas de participación de los esposos en los bienes adquiridos por el otro.
Al disolverse la unión cada uno de ellos se lleva lo suyo, no hay calificación de bienes, ni derechos
sobre ellos, ni a las ganancias del otro.
Por ello en cuanto a las deudas cada uno de ellos responde por las contraídas por él, dejando a
salvo claro está el deber de contribución previsto por el art. 455 y que consiste en que los
cónyuges deben contribuir a su propio mantenimiento, al del hogar y al de los hijos comunes en
proporción a sus recursos, ello en la esfera de las relaciones personales.
Frente a terceros se aplicará el art. 461 ya analizado donde estos responderán solidariamente
por las deudas contraídas por el otro para solventar las necesidades ordinarias del hogar y el
sostén de los hijos comunes.
En síntesis:
En primer lugar, puede advertirse que cualquiera sea el sistema que en ejercicio de la
autonomía de la voluntad, tácita o expresa, las partes elijan, se resguarda y protege la solidaridad
y cooperación familiar mediante la designación de aquellas obligaciones a las que los cónyuges
deberán contribuir a solventar solidariamente ya que son responsables por las obligaciones
contraídas para las necesidades del hogar y el sostén y educación de los hijos comunes. Por lo
tanto responden con la totalidad de sus bienes frente a terceros e internamente no se distingue ni
limita la contribución a determinados tipos de bienes. Fuera de estos casos ninguno de los
cónyuges responde por las obligaciones del otro.
Entonces, los acreedores tendrán derecho a ejecutar sus acreencias sobre el patrimonio de
ambos cónyuges indistintamente, sin tener en cuenta cuál de ellos se obligó.
Podemos agregar a modo de corolario que esta novedosa reforma que crea la posibilidad de
elegir libremente el régimen matrimonial patrimonial no hace mella en la protección de los
acreedores ya que esta no depende del régimen legal único e imperativo, que existía con
anterioridad, sino de un adecuado sistema de publicidad que permita a los mismos tener
conocimiento del régimen que han elegido los cónyuges… la autonomía de la voluntad de los
cónyuges no puede estar limitada por un orden público que busque proteger a terceros
acreedores 2.
Creemos que estos se encuentran protegidos y que el sistema propuesto beneficia las
relaciones conyugales.
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LLOVERAS, Nora / SALOMON, Marcelo J. “El derecho de familia desde la Constitución Nacional” Ed.
Universidad, Buenos Aires, 2009 p 32 y sig.