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¿Te has dado cuenta que no eres el mismo?

Algo está pasando y no es nuevo, de pronto sin darte cuenta has ido perdiendo el gusto por
lo espiritual. Comenzaste descuidando la oración, dijiste: “Mañana lo haré” y fuiste
posponiendo algo tan vital para “mañana” sin darte cuenta que todos los días serian mañana.
¡Ya no eres el mismo!

Leías como nadie, te saciabas de la verdad, tu alimento era la Palabra, sin embargo de pronto
ya no había tiempo para hacerlo, descuidaste la lectura, ese lindo hábito se fue perdiendo y
ahora lo poco que lo haces te cansa la vista y te provoca sueño. ¡Ya no eres el mismo!

Escuchar un mensaje era como renovar tu fe y tus fuerzas, llegabas a sentarte en ese
auditórium como un niño esperando escuchar uno de las más fascinantes historias que el
mundo pudo conocer, tus ojos brillaban de ilusión por aprender, tu atención estaba centrada
a cada palabra, en ocasiones reías, en otras llorabas, era la presencia de Dios ministrando tu
vida con Palabra que tocaba fuertemente tu corazón, sin embargo hoy todo ha cambiado,
dices que la palabra no fue tan buena, que el predicador no tenía mucho denudo, que el
expositor no iba lo suficientemente preparado, cambiaste tu oído humilde por uno crítico,
dejaste recibir para dedicarte a juzgar. ¡Ya no eres el mismo!

Servir en lo que sea, pero servir era tu lema, existía en ti un espíritu de servicio tal cual nadie
más había demostrado, eras un ejemplo para muchos y admirado por tantos, sin embargo
aquello que en un principio era tu delicia se convirtió en una carga, en algo tedioso y fuiste
descuidando aquello que anteriormente era lo que más cuidabas, de hacer lo mejor que
podías comenzaste a hacer lo que querías. ¡Ya no eres el mismo!
Al principio de conocer al Señor todo tu ser comenzó a cambiar, tu forma de actuar, de
conducirte por la vida, tu manera de hablar ya no era igual, ahora todo giraba alrededor de
Cristo, eras un testimonio vivo del cambio extraordinario que Dios puede hacer en el
hombre, la gente admiraba tu cambio, se podía notar fácilmente que Dios habitaba en tu
vida, sin embargo desde hace un tiempo tu carácter comenzó a cambiar nuevamente, el brillo
de tus ojos comenzó a apagarse, tu vocabulario comenzó a ensuciarse, tus pensamientos
comenzaron a trastornarse y poco a poco has dejado de ser aquel hombre o mujer que antes
fuiste. ¡Ya no eres el mismo!

¿Te has dado cuenta que no eres el mismo?


Hoy puedes comenzar de nuevo, antes que nada reconociendo que no eres el mismo,
reconociendo que sin darte cuenta fuiste dejando todo lo que provocaba que fueras el
hombre o la mujer que llegaste a ser en el Señor.

Si eres consciente que no eres el mismo o la misma deberías reconocer tu actual estado
delante de Dios y humillarte a él. Tú sabes que no quieres ser como actualmente eres, tu
sabes que prefieres ser como llegaste a ser, ese hombre o esa mujer que amaba a Dios
incondicionalmente, ese hombre o esa mujer que vivía en humildad y sencillez, ese hombre y
esa mujer que se dejaba ministrar por la presencia de Dios, ese hombre o esa mujer que era
muy sensible a la voz de Dios y que en lugar de un corazón de piedra, tenía un corazón de
siervo o sierva.

Hoy tienes que comenzar desde el principio, hoy tienes que comenzar a realizar aquellas
actividades que hacían de ti un ejemplo para los demás y un orgullo para Dios, no digas que
no puedes, no pienses que fracasarás, si un día pudiste, ¿Por qué no ahora?, solo basta que
exista la disposición total para hacerlo.

Hoy te animo a retomar aquellos hábitos que hicieron de ti un hombre o una mujer feliz en el
Señor, te motivo a no dejarte vencer por los pensamientos negativos que te quieren hacer
creer que no podrás o que jamás volverás a ser el mimos, Dios quiere encontrarse en
intimidad nuevamente contigo, Él sigue esperándote en los mismos lugares, Él quiere
ministrar tu vida y a partir de este día si te lo propones comenzaras a experimentar un
nuevo cambio.

¡Vamos! ¡No te rindas! Deja de ser el que no quieres ser, para comenzar a ser el que debes
ser, un hijo o una hija de Dios que lo aman y viven para Él.

¡Elcambio que Dios tiene para tu vida está en la


disposición que tengas para experimentarlo!

“Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová”


Lamentaciones 3:40 (Reina-Valera 1960)

“Pues Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le
agrada”.
Filipenses 2:13 (Nueva Traducción Viviente)

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