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EL GOCE DEL SÍNTOMA

Silvia Elena Tendlarz

Me alegra haber podido escuchar el resumen de las intervenciones de la última vez ya que me dan un poco la
pista del punto al que han llegado.

El tema de hoy es “El goce de síntoma”, en la primera clase me quiero centrar en el cambio de axiomática, el
desplazamiento del deseo al goce; y en la segunda parte, que será por la tarde, trabajaré las consecuencias
clínicas. Este movimiento interno dentro de la enseñanza de Lacan no es sin consecuencias clínicas, no se
trata solamente de elaboraciones teóricas sino que hay un movimiento entre la práctica y la teoría,
constantemente hay un pasaje entre la práctica y la teoría. No es a partir de la teoría que Lacan inventa una
nueva práctica sino que la práctica misma de Lacan lo lleva a construir los movimientos internos que
encontramos en su teoría, con las paradojas que resultan de esto: tenemos un “primer Lacan”, un “segundo
Lacan”, un tercer momento en la enseñanza, y como decía Germán García en la noche de Orientación
lacaniana del miércoles, ¿qué tenemos que tomar entonces para orientarnos en la clínico y en la teoría? A
partir de la última enseñanza de Lacan, ¿no valen las elaboraciones anteriores de Lacan en relación a la
clínica? Hay que poder situar los distintos momentos sin pensar que borra todo lo anterior sino que hay que
ajustar y ver qué es lo que se extrae, cómo articularlo, y cuáles son las consecuencias, y pensar qué vamos a
cambiar al acentuar el goce del síntoma y la transformación del concepto de síntoma en sinthome. Veremos
que la consecuencia inmediata es “la psicosis generalizada”. Si el primer modelo concierne al modelo del
padre y la neurosis, a la distinción entre neurosis y psicosis, con el concepto de sinthome encontramos el
análisis de lo que se llama las psicosis no desencadenada, cuestión profundamente clínica. Joyce es el caso
ejemplar que da Lacan para examinar la psicosis no desencadenadas. Esto también concierne a la vida
amorosa en tanto que Lacan plantea que la mujer es un síntoma para un hombre, síntoma no en el sentido de
metáfora sino en el de goce del síntoma, que hace que Miller desarrolle un curso que se llama “El partenaire-
síntoma”. Y la tercera consecuencia clínica es lo que se llama la identificación al síntoma al final del análisis,
es decir, también se produce una reformulación del final de análisis .

En una reunión del ICBA de la Comisión Científica me encontré con Jorge Chamorro y le dije: ¡Qué
programa para hablar en tan poco tiempo! Me contestó que en realidad uno plantea rasgos generales para
trabajar en los próximos años. Retomo sus palabras para hacerlas propias y espero que esta exposición se
vuelva una invitación de lectura y estudio .

Antes de acceder directamente a lo que va a ser la formulación del síntoma como goce, el goce de síntoma,
quiero hacer una breve recapitulación sobre algunos conceptos que seguramente ya conocen, para situar sus
transformaciones y sus efectos clínicos.

I. La axiomática del deseo

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Para examinar el desplazamiento del cambio de axiomática del deseo al goce, orientaré mi lectura en el curso
de Jacques-Alain Miller titulado Los signos del goce (Paidós).

Se trata de un pasaje del “querer decir” al “querer gozar”. Si lo que está en juego en la primera axiomática es
la comunicación y el querer decir, en la segunda axiomática lo es el querer gozar y este corte del efecto de
comunicación.

En ese querer decir el esquema utilizado es el del mensaje invertido. Hay una intención de significación y el
mensaje retorna retroactivamente produciendo un efecto de sentido. Este efecto de sentido se constituye por
la acción de dos figuras de la retórica que son la metáfora y la metonimia (estamos en el terreno de lo que es
la articulación significante y la sustitución de un significante por otro). La sustitución de un significante por
otro produce un efecto de significación, el paradigma es la significación fálica, pero hay que considerar que
esta significación es imaginaria. Tenemos una operación simbólica que es la sustitución de un significante
por otro, que produce una significación imaginaria, al mismo tiempo que produce efectos de sentido que son
simbólicos.

En la primera axiomática, que es la del deseo, nos centramos en lo años 50 y 60; en la segunda axiomática
vamos a poner el acento en los años 70, donde todos estos conceptos los vamos a traducir en términos de
goce. Entonces, tenemos este efecto de significación, mensaje invertido, ese querer decir toma como
instrumento la palabra, es un instrumento de comunicación en un circuito de preguntas y respuestas donde
en a partir del esquema invertido se extrae del código, del Otro, un significante que permita producir ese
efecto de significación. La estructura en juego es la del lenguaje que está constituido por elementos
diferenciales en oposición entre sí, y se producen efectos combinatorios con reglas de composición interna.
Aquí figura el Nombre del Padre como significante clave que produce el ordenamiento en el interior de la
estructura.

La letra es el significante en su estructura localizada (en esta primera época), es el soporte material del
significante, y la referencia es la de Saussure. Utiliza a la vez el concepto de metáfora y metonimia. La
metáfora es la sustitución de un significante por otro que produce un efecto de sentido, es lo que Lacan
traduce del término freudiano de condensación; y la metonimia tiene que ver con el deslizamiento en la
cadena significante. Uno, la metáfora es la sustitución de un significante por otro, y el otro, la metonimia, es
la conexión de un significante con otro, quedan en el mismo nivel de enlace y se liga con el concepto
freudiano de desplazamiento.

Lacan señala que en toda metáfora hay un efecto de metonímico, porque para que un significante quede
sustituido por otro tiene que existir un enlace metonímico entre los significantes, es decir que siempre hay
un resto metonímico en el enlace metafórico.

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Estos dos mecanismos son fundamentales, incluso Lacan para armar su fórmula de la metáfora y la
metonimia, indica que la metáfora produce un atravesamiento de la barra, porque un significante viene en
lugar de otro y para producir un efecto de sentido tiene que atravesar la barra; en cambio, en la metonimia la
barra (que tiene que ver con la barra de la represión) se mantiene, porque en realidad en ningún momento se
produce una completa sustitución ya que quedan enlazados. Por ejemplo, cuando se dice “treinta velas” (para
nombrar un barco) los significantes están metonímicamente enlazados. La idea de la metáfora es que para
que haya represión, para que haya la posibilidad de una sustitución tiene que operar el Nombre del Padre, el
ordenador interno dentro de la estructura que permite que un significante se reemplace por otro significante.
En cambio, cuando uno escucha el discurso de un paciente psicótico vemos que no hay metáforas pero sí
metonimias, por lo que los significantes se conectan metonímicamente y el paciente puede seguir hablando.
El lenguaje está plagado de metáforas que funcionan en sí mismas en forma compacta. Se puede usar una
metáfora que tenga un uso común en la lengua sin que para el sujeto tenga un efecto metafórico, sin que para
el sujeto evoque algo elidido, sustituido y reprimido, simplemente por el uso de la lengua. Por eso Lacan dice
que la metáfora se liga con el ser porque hay algo que aparece, en la sustitución hay algo del ser que se
manifiesta; en cambio, la metonimia se liga con la falta en ser porque siempre puede aparecer algo más, otro
significante.

Esto permite entender por qué Lacan, en esta primera axiomática, define el deseo como su metonimia. Es un
cambio en el interior de la enseñanza de Lacan porque su primera formulación es que el deseo es un deseo de
reconocimiento. Lacan utilizaba el paradigma de la figura retórica hegeliana de la dialéctica del amo y el
esclavo: en la lucha por puro prestigio entre dos hombres el que logra hacerse reconocer es el amo y el que
renuncia para salvar su vida es el esclavo. Después se genera una paradoja porque el amo se hace reconocer
por alguien que al mismo tiempo no es reconocido por él mismo, el amo se hace reconocer por el esclavo,
reconocimiento particular puesto que el que él mismo no reconoce es quien lo reconoce. Esta es la paradoja
del deseo reconocimiento, que es un deseo imaginario.

Cuando Lacan dice en “La instancia de la letra...” que el deseo es una metonimia está dando una formulación
simbólica. Dice en “La dirección de la cura...” que su palabra desfallece cuando tiene que decir deseo de..., en
ese punto de interrupción se auto-critica y plantea que el deseo no es de reconocimiento sino que el deseo es
una metonimia. El deseo se desliza en la cadena significante, no existe una palabra que lo pueda nombrar.
Está en comunidad topológica con el sujeto. Esto constituye una progresión en la concepción de Lacan.
Cuando habla de deseo de reconocimiento Lacan distingue la palabra plena y la palabra vacía. La palabra
plena es la portadora del deseo y de la verdad, es la palabra que podría ser dicha; y la palabra vacía, es aquella
ajena al deseo que corresponde al discurso yoico. El sujeto está más bien del lado de la palabra plena, es el
sujeto constituyente de la palabra plena, sujeto constituyente en oposición a los efectos yoicos de la palabra
vacía que no conciernen al deseo.

En esta época, la operación analítica apunta al revelamiento de la verdad, la interpretación a que aparezca
esta palabra verdadera, y la idea del fin de análisis es que esa verdad pueda ser dicha. Lacan mantiene estas

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formulaciones en el 53´, y poco después modifica esta concepción. Al cambiar su concepción del deseo no
puede utilizar ya la concepción de una palabra portadora de la verdad ni del deseo, sino que toma la fórmula
de Saussure de la combinatoria significante que se rige por la leyes de la metáfora y de la metonimia, y el
deseo huidizo que se desliza. Por otra parte, el sujeto pasa a ser un sujeto barrado que aparece entre líneas,
que se hurta y aparece entre los significantes. Un sujeto es lo que representa un significante para otro
significante, es el que se ubica entre los significantes, en comunidad topológica con el deseo y también con el
inconsciente. Es un sujeto profundamente dividido que se opone a la idea de un yo, donde algo de sí mismo
continuamente se le hurta, que es la idea del inconsciente freudiano, algo del inconsciente nunca pasa
totalmente a la conciencia, sino que hay un limite resistente (que es la barra). La barra que cae sobre el sujeto
es la misma barra que está en la fracción de un significante sobre otro, que es la de la represión, y hace que
haya un imposible (lo imposible en el análisis es curar al sujeto en la división subjetiva, o que el inconsciente
se vuelva consciente, es un imposible de la estructura).

Hay una incompatibilidad entre la palabra (que es una palabra de comunicación) y la verdad. En esta época
Lacan define al inconsciente como un inconsciente estructurado como un lenguaje, también lo define como el
discurso del Otro, como un discurso concreto transindividual. Antes de la formulación del grafo del deseo
Lacan afirma que el Otro existe, hay un Otro completo. La concepción de que el Otro existe posibilita que el
Nombre del Padre como significante se aloje en el interior del Otro, dándole cierta consistencia. Esta
inclusión se produce en la neurosis y es el organizador interno; pero si no lo está, si se encuentra forcluido, si
está extraído del conjunto de los significantes, nos encontramos con la psicosis: la psicosis se puede explicar
como la forclusión del Nombre del Padre.

El síntoma como mensaje parte del vector de la intención de significación, y una vez que se cruza con el
lugar del Otro, del código, retorna y retroactivamente produce el mensaje invertido produciendo un efecto
de sentido. En el síntoma como mensaje tenemos dos elementos: por un lado, se trata este síntoma como una
sustitución significante, como metáfora, el sentido del síntoma está dado por esta sustitución significante;
pero esta sustitución significante produce un efecto de significación imaginaria. Es decir que en el síntoma
tenemos el síntoma como definición simbólica, pero que tiene un contenido imaginario dado por la
significación. Lacan define al síntoma es esa época como: “el mecanismo de doble gatillo de la metáfora, es el
mismo donde se determina el síntoma en el sentido analítico, entre significante enigmático del trauma sexual
y el término al que viene a sustituirse en al cadena significante actual, pasa la chispa que fija en un síntoma”;
queda elidido pues el significante enigmático del trauma sexual.

Tomemos un ejemplo que presenta Freud en “Nuevas puntualizaciones sobre neuropsicosis de defensa”
(1896). “Un niño de 11 años había instituido compulsivamente el siguiente ceremonial antes de irse a la
cama, no se dormía hasta no haberle contado a su madre presente, con los mínimos pormenores todas las
vivencias del día. Sobre la alfombra del dormitorio no debía haber por la noche ni un papelito y ninguna otra
clase de basura; la cama tenía que arrimarse por completo a la pared, tenía que haber tres sillas delante de
ella y disponerse a las almohadas de una manera especial, y él mismo antes de dormirse tenía que

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entrechocar sus piernas cierto número de veces y luego ponerse de costado. Esto se esclareció de la siguiente
manera: Años antes, había ocurrido que una sirvienta encargada de llevarlo a la cama, aprovecho la
oportunidad de acostársele encima y abusar sexualmente de él, después cuando este recuerdo fue despertado
por una vivencia reciente, se anunció a la conciencia a través de la compulsión al ceremonial cuyo sentido era
fácil de colegir y fue establecido en detalle por el psicoanálisis”.

Hay un sentido que corresponde a un trauma sexual que queda reprimido y en su lugar aparece todo este
ceremonial, pero, en el mismo punto, el síntoma como metáfora marca que los dos elementos están presentes
en el trauma inicial, simplemente que, vuelven a hacerse presentes cambiando de sentido por la sustitución
significante. ¿Cómo la explica? “Sillas delante de la cama arrimada a la pared para que nadie más pudiera
tener acceso a la cama; almohadas ordenadas de cierta manera para que estuvieran ordenadas diversamente
que aquella noche; los movimientos con las piernas, echar fuera al a persona acostada sobre de él; dormir de
costado, porque en la escena yacía de espaldas. Detallada confesión ante la madre, pues le había callado esa y
otras vivencias sexuales por prohibición de la seductora; por último, mantener limpio el piso del dormitorio
porque el principal reproche, que hasta entonces había debido recibir de su madre, es que no lo mantenía así”.

Encontramos que hay un trauma sexual (idea freudiana) que queda reprimido y en su lugar aparece toda esta
escenografía por lo que se produce esta sustitución que es el síntoma como metáfora. Freud lo relaciona con
una escena efectivamente vivida, un abuso sexual; que es la primera idea de Freud, que es la realidad del
abuso y la seducción. Años después esa realidad se vuelve fantasmática, y en el lugar de la perversión aparece
la fantasía. Al desplazarnos desde la teoría de ese trauma de ese abuso sexual empezamos a encontrar la
interferencia del fantasma en la constitución del síntoma, que hay un enlace entre la constitución del síntoma
y la fantasía. Maud Manonni utiliza este ejemplo para decir que el síntoma es el síntoma de la madre, que la
verdad en relación a la sexualidad de la madre reaparece en el niño. Por otra parte, es un ejemplo tomado por
todos los que teorizan el tema del abuso sexual, de moda en los Estados Unidos: los juicios para saber si
realmentese produjo o no un abuso sexual, las demandas de los padres sobre abuso sexual, las contra
demandas a los analistas de los pacientes por haberles inducido falsos recuerdos acerca de abusos sexuales
que no tuvieron lugar. Esta temática propiamente freudiana de la fantasía del trauma sexual se desplazó de
los analistas a los tribunales para hacer juicios a los terapeutas que inducen falsos recuerdos a sus pacientes,
y que hacen que esos sujetos crean haber sido abusados por sus padres cuando en realidad no lo fueron y le
demandaron a los padres indemnizaciones por haberlos abusado. Más que si es verdadero o falso, nos
interesa la posición del sujeto, qué es lo que hace con eso que puede decir , cómo lo subjetiviza.

El elemento que aparece en más en este relato es el que este chico es tan pulcro por el reproche que le hace la
madre por dejar la pieza sucia. En el lugar de la falta del Otro se sitúa el enigmático deseo del Otro. En la
metáfora paterna el ordenador central es el Nombre del Padre. El Deseo de la Madre no es en realidad un
deseo sino una voluntad sin ley. El NP se inscribe en el Otro limitando este Deseo de la Madre. Esta
sustitución nunca es totalmente exitosa sino no habría un retorno de lo reprimido puesto que la represión
sería exitosa y todo quedaría en su lugar. El retorno de lo reprimido muestra que siempre hay un resto en

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esta metáfora paterna que es el enigmático deseo del Otro: me dice esto pero, ¿qué quiere? Hay algo que no
queda absorbido por el significante y queda como un resto. No es lo mismo afirmar que el Otro es un Otro
sin barrar que no le falta nada, que afirmar que le falta algo, que hay algo que no se puede nombrar y queda
como enigmático.

Cuando la madre le reprocha que deja la habitación sucia, en este ejemplo sencillo, el síntoma no es
solamente una sustitución significante sino que en esta misma formulación del síntoma como metáfora hay
una interferencia del fantasma, está enlazado a una fantasía, y también hay una interpretación del deseo del
Otro aunque no esté formulado todavía como tal porque Lacan no introdujo aún el significante de la falta del
Otro. El síntoma como metáfora está enlazado a una interpretación por parte del sujeto sobre cuál es el
deseo del Otro, deseo que no puede ser nombrado porque hay un significante que falta, en su lugar hay una
interpretación que puede variar. El encuentro del sujeto con el enigmático deseo del Otro produce la
angustia. En el ejemplo del pequeño Hans, el desencadenante de la angustia es la amenaza de la castración,
no porque se lo quieren cortar, sino porque expresa la emergencia del deseo del Otro. Esta emergencia
produce la angustia del niño y da una respuesta sintomática que ya es una interpretación de ese deseo que no
tiene significante. Lacan dice que la angustia aparece no por que falte el objeto sino por que aparece ahí
donde no tiene que estar, hay algo que aparece en más y está articulado al deseo del Otro. Aparece en más no
del lado significante sino del lado real, y no con un significante que pueda nombrarlo, de ahí la angustia.

En esta primera axiomática del querer decir también se enlaza una nueva definición del inconsciente. La
problemática del deseo incluye también los años sesenta y la transformación de Lacan a partir del Seminario
11. Hasta aquí es planteada la pregnancia de lo simbólico y de lo imaginario. Lacan produce a continuación
un desplazamiento en su enseñanza. Primero trabaja sobre lo imaginario, a continuación sobre lo simbólico,
a grandes rasgos luego el énfasis cae sobre lo real, y en la última parte de su enseñanza equipara los tres
registros en relación a un cuarto concepto que toma la delantera que es el goce. Allí es cuando realmente se
produce el cambio de la axiomática en Lacan, aunque en la primera axiomática introduzca distintos
movimientos.

Lacan modifica el concepto mismo de inconsciente y también del sujeto. Hasta ahora la definición del
inconsciente como articulación significante es simbólica. A partir del momento en que Lacan empieza a
enfatizar el registro de lo real examina todos los términos que había trabajado antes en términos de real, y el
inconsciente pasa a tener un estatuto real. Afirma que el inconsciente es un tropiezo, una falla, una fisura, es
decir que tiene la idea de un corte del sujeto, un borde, un intervalo. Esta idea de corte, de borde, podría
decirse que es simbólico, pero lo que permite este corte, este intervalo, es que empalme con un real. Este real
tiene que ver con la sexualidad y con la pulsión. Lacan hasta ahora había tomado una posición
exclusivamente simbólica del inconsciente y había dejado lo que es la realidad sexual del inconsciente,
verdadero espíritu freudiano, la sexualidad no se traducía en el inconsciente lacaniano de los años cincuenta,
no tenía lugar. Hay un retorno a la idea freudiana de la sexualidad incluida en el inconsciente a partir del
Seminario 11, por eso el inconsciente empalma con lo real de la sexualidad, y esta idea de corte y de borde

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que tiene una pulsación temporal de apertura y de cierre, queda articulada de una manera particular con la
transferencia, que no es un concepto que vamos a trabajar hoy, que no nos interesa en esta clase .

Este corte empalma con ese borde real, que marca el corte en el cuerpo de las pulsión. Lacan distingue los
cuatro elementos que caracterizan a la pulsión: el empuje o su fuerza constante; la fuente, que son las zonas
erógenas; esos cortes en la superficie del cuerpo tienen una finalidad que es la satisfacción; que se alcanza a
través del objeto. Esta es la novedad subrayada por Lacan: no hay un objeto que pueda satisfacer a la pulsión
de lo contrario transformaríamos la satisfacción en una necesidad. Si la pulsión se satisficiera con comer
entonces significaría que tenía hambre, pero la pulsión no es solamente comer sino que hay un menú: pollo
con champignones, un conejito al ajillo, o unos raviolcitos preparados de seso. El menú indica que ese objeto
no es un objeto , es el objeto de la pulsión que le permite a la pulsión dar su vuelta, hacer su recorrido. Este
objeto nombra es un vacío. Si en la primera teorización de Lacan existía un objeto de deseo se trata de
alcanzar, a diferencia de la determinación de la etología animal el objeto es contingente y no está fijado por
el instinto. Esto produce los desencuentros en la vida amorosa, aún con el mismo objeto, porque siempre hay
algo que no coincide exactamente con lo que se espera que esté, son todas las paradojas de la relación entre
amor y el deseo. Este objeto se vuelve un objeto causa del deseo, es un objeto real que empuja al deseo, que
lo pone en movimiento, no ya el objeto deseado. Pero la paradoja es que este objeto causa del deseo es un
vacío , y puede resultar extraño porque si fuera un objeto en particular lo agarramos y ya está, pero como es
un objeto que falta es algo que no está y que nombra un empuje del deseo a alcanzar el objeto.

Todo este problema del objeto es un problema particular porque Lacan la primera concepción del objeto lo
presenta como un objeto imaginario, es la relación a-a´ del estadio del espejo que lo viste con las vestiduras
yoicas del i(a). Es una paradoja porque el i(a), que es la imagen especular, aloja en su interior al objeto a.
Cuando Lacan formula por primera vez el grafo del deseo en el Seminario 5 indica que el objeto a es un
objeto significantizado, son objetos recortados por el significante; intenta así deslizarse de lo imaginario
hacia lo simbólico. A continuación intenta cada vez darle un estatuto real a este objeto, pero surge el
problema de cómo nombrarlo, porque si no es simbólico y es real, ¿cómo hacemos para nombrarlo? El objeto
pulsional es el objeto que pone en marcha a la pulsión. Al intentar aprender su consistencia Lacan tiene que
recurrir a la consistencia lógica, se va logicificando cada vez más en la medida que hace ese esfuerzo de
aprehenderlo por medio de la lógica, por lo que paradójicamente eso real que intenta aprehender se vuelve
cada vez más simbólico, y vuelve a quedar con el mismo impasse puesto que se le vuelve a hurtar.
Finalmente, en el Seminario 17 Lacan transforma este objeto en un objeto plus de goce .

Por último, Lacan recién en el Seminario 11 comienza a hablar de sujeto del inconsciente; por un lado, habla
del inconsciente y, por el otro, de sujeto del inconsciente. Distingue así el sujeto del inconsciente del
inconsciente propiamente dicho. Lacan diferencia también los enunciados y la enunciación, el enunciado
corresponde al piso inferior del grafo y se constituye a partir del esquema del mensaje invertido. El lugar de
la enunciación inconsciente se sitúa en el piso superior, en el lugar de la falta. En la experiencia analítica uno
parte de los dichos del paciente y apunta al sujeto. al lugar desde donde habla, a la enunciación del sujeto

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para verdaderamente producir un efecto que cambie la posición del sujeto a través de la interpretación. Si
nos limitamos a dar un sentido a lo que dice, alimentamos su síntoma puesto que le damos cada vez más de
sentido a través de ese efecto imaginario que es la comprensión. La operación analítica no se queda en la
sugestión sino que apunta a la enunciación del sujeto.

Hasta aquí el síntoma es definido como una metáfora. En el grafo del deseo se puede ver la incidencia del
fantasma en la formación de síntomas, puesto que en el trayecto que parte del sujeto se llega al síntoma a
través de la interferencia del fantasma. ¿Cuál es la definición de fantasma que Lacan utiliza en esta época? El
fantasma es concebido como imaginario, es la puesta en escena de un deseo, es el sujeto barrado deseo del
objeto a como una puesta en escena imaginaria. La paradoja es que, por un lado, tenemos un elemento
simbólico que es el sujeto barrado y traduce la falta en ser y, por otro lado, hay un complemento de esa falta
en ser que es el objeto a. En la medida en que Lacan formaliza el goce se incluye el goce en el fantasma, pero
hasta el punto en que nos encontramos se trata de la articulación de un elemento simbólico con un elemento
que luego se vuelve real, y una puesta en escena imaginaria que le da su vestidura.

El objeto a viene de la pulsión, es el objeto pulsional. La pulsión aparece en el grafo como el sujeto barrado
frente a la demanda del Otro: come ,dame tus heces... La demanda del Otro es lo que da la gramática
pulsional, esta es la definición simbólica de la pulsión que da Lacan en el Seminario 5 donde todo era
traducido en términos de lo simbólico. A partir de la demanda del Otro se constituyen los objetos
pulsionales. Frente a la necesidad inicial el niño grita, viene el Otro materno y le da un sentido a ese grito
enigmático del niño. Lacan plantea dos tipos de demanda: articulación significante, pero sobre todo también
es demanda de amor, es demanda de pura presencia. Cuando Lacan escribe la fórmula de la pulsión, la
demanda que toma en cuenta es como pura articulación significante. El sujeto queda dividido frente a la
demanda del Otro que le dice, por ejemplo, que tiene hambre. Pero entre la necesidad inicial y la demanda
como articulación significante que le viene del Otro siempre hay una diferencia que produce un resto
denominado deseo. El deseo surge así como la diferencia entre la necesidad y la demanda y está articulado a
un objeto pulsional que no aparece en forma directa en la fórmula gramatical simbólica de la pulsión. El
objeto en juego que queda disimulado con esta fórmula puramente gramatical y simbólica es el objeto a, que
es el objeto pulsional presentado así en el Seminario 11. La particularidad es que el fantasma es una puesta
en escena, una vestidura imaginaria del objeto pulsional, pero que si la pulsión escribiera que el sujeto está
en relación a un objeto, la pulsión se reduciría al fantasma. Si la fórmula de la pulsión la escribiéramos como
realmente es, en relación con el objeto pulsional, encontramos al fantasma. Se entiende ahora por qué el
fantasma da una vestidura y encubre a la pulsión, porque el fantasma escribe la relación con el objeto
pulsional que falta en la escritura de la pulsión.

Veamos un caso clínico. Un analista relata el caso de un sujeto que está en tratamiento. A esta persona le va
muy bien, gana mucho dinero, y tiene una cadena de perfumerías. Entre los objetos que vende se incluyen
jabones que están en exhibición en la vidriera. Luego de quedar mucho tiempo allí no son más utilizables, no
se pueden vender. Esta persona se caracterizaba por tomar todos objetos que ya no eran comercializables y

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los guardaba, los coleccionaba, eran restos de objetos se podría decir. Por otra parte, tenía un síntoma, un
problema en la piel, porque en lugar de usar los jabones bonitos, perfumados y de calidad que sus cadenas de
perfumería vendía, usaba un jabón blanco común para bañarse, y eso le producía continuamente problemas
de piel. Al analista le intrigó esta costumbre y quiso averiguar por qué si tenía acceso a tantos jabones que
podían solucionar su síntoma, usaba ese jabón común que le producían tantos trastornos en la piel. El sujeto
le contesta entonces que él no se sentía a la altura de usarlos. Este hombre poderoso con un discurso de un
rico, cuando se trate de ver qué jabón usar para bañarse, no se sentía a la altura de usar unos de los jabones
que él mismo comercializaba. Cuándo el sujeto dice que él no se siente a la altura, muestra bien el objeto
excremencial, la “mierda” que él es en la pulsión. Desconocemos la fórmula de su fantasma, pero supongamos
simplemente para usarlo de ejemplo que su fantasma sea justamente no sentirse a la altura, no sentirse a la
altura, por supuesto, en relación al padre. Allí el analista cuenta que el padre era un importante ejecutivo,
pero obligaba a los chicos, a pesar de que tenía un buen pasar económico, a mendigar en las verdulerías el
papel con que se cubren a las frutas para usarlos como papel higiénico. El sujeto reacciona frente a esto,
arma una buena cadena de perfumerías para que todo quede bien limpito, no hay ninguna duda de que esto
ésta en relación al padre, pero, con esa doble posición en relación al padre, primero toda su actividad
comercial traduce una posición reactiva frente a lo que queda como sucio, infectado y demás, pero, en un
punto no se siente a la altura frente al otro. Si consideramos que su fantasma es no sentirse a la altura
articulado al tema del padre, como buen obsesivo tendrá algo que ver con la dama, no se siente a la altura y
vaya a saber en qué circunstancias. Se revela así que en este fantasma queda incluido el objeto anal, que el
objeto pulsional (el objeto a), y esto incluye la sujeto mismo, porque el objeto queda incluido en la propia
subjetiviza. El objeto anal en lugar de aparecer como lo pulsional, aparece a través de la vestidura
fantasmática.

En la operación analítica la interpretación permite la caída de las identificaciones, de los significantes amo
que determinan la cadena de los significantes, y en la medida en que esto se lleva a cabo se construye el
fantasma. Cuando se habla de construir el fantasma no se trata ya solamente de las investiduras imaginarias
sino que se trata de aislar lo que se llama fantasma fundamental, la estructura básica de esta vestidura de la
pulsión. La interpretación del síntoma no trata de darle un sentido, sino de vaciar su consistencia. El
atravesamiento del fantasma resulta de la construcción del fantasma, en la que el sujeto queda situado frente
a su objeto pulsional. Cuando el sujeto queda situado frente al objeto sin la vestidura imaginaria que le da el
fantasma se produce el atravesamiento del fantasma, el cambio de posición subjetiva frente al objeto.

Respuestas a una pregunta:

S.T.: No es que en la cura lo imaginario se vuelve real. En el transcurso de su enseñanza Lacan primero
toma a ese objeto como puramente imaginario, pero en el i(a), en el interior de esta vestidura yoica ya se
anuncia que hay algo real, que es el objeto a. Para nombrar al objeto como real Lacan introduce dos
operaciones lógicas: la alienación y la separación. En el Seminario 11 plantea que a través de la alienación
significante el sujeto se incluye en el Otro; pero al mismo tiempo se extrae a través de la operación de

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separación. Lo que no es significante del lado del sujeto se reúne con lo que no es significante del lado del
Otro, produciéndose así una intersección de dos vacíos, y Lacan ubica allí al objeto a como un vacío central
que se encuentra en la estructura. En el Seminario 17 Lacan llama a este objeto plus de goce. Cuando se
incluye el sujeto en lo simbólico siempre se produce una pérdida de goce, o sea que en esta operación no todo
el goce va a ser aprehendido por lo simbólico sino que hay un resto. Si bien hay una pérdida de goce, hay una
recuperación de goce, ese goce que no logra ser aprehendido por lo simbólico emerge bajo la forma de objeto
a.

Julio Seiffe: Todo este problema sería lo que en el campo de la clínica , los relatos clínicos, es como si el
campo de la interpretación hubiera llegado a sus límites y empieza a subrayarse el término de construcción
no ya en el sentido freudiano sino quizás más bien en relación a la construcción del fantasma; o esa
diferencia que hace Miller de cadena como agotamiento de la cadena cuando en ese seminario en ese curso
,introduce otro término el de constelación , esta referido todo esto a esa sedimentación progresiva del a, de
algo de cómo articular eso en términos de interpretación, eso sería , donde ya no es plenamente un campo de
significación sino como dice Miller el goce como significado.

S.T.: Tu pregunta es totalmente pertinente e introduce el problema clínico que va a hacer que Lacan cambie
de axiomática. ¿Cómo se aprehende lo que hay de real en el sujeto? Esta cuestión lleva a Lacan a plantear de
otra manera a la interpretación que no tiene que ver con el sentido sino con la alusión, con el equívoco y con
la idea de que hay algo que no puede ser dicho. Si hay algo que a través de la palabra no pude ser
aprehendido, entonces el inconsciente no es lo que se pensaba, por lo que Lacan lo enlaza al goce. Una vez
que Lacan introduce el término de goce va a comenzar a abarcar todo lo que es la constitución del psiquismo,
y esto lo lleva a plantear el concepto de sinthome, concepto mixto entre el sentido del Otro y el fantasma.
Este concepto incluye al fantasma y al síntoma, e incluye al goce presente en el fantasma. El fantasma
presenta la parte solidificada del goce y del lado del síntoma se encuentra todo lo móvil. Hay algo que se fija
cuando el síntoma móvil se vuelve un sinthome, cuando el goce queda incluido en el síntoma. Lacan lo define
como un modo de gozar del inconsciente, es decir, es una noción transclínica que concierne a la neurosis y a
la psicosis.

En el grafo del deseo el vector que va del deseo al fantasma divide en dos al grafo, es el punto de juntura
entre la parte superior y la parte inferior; la parte inferior que es la de los enunciados y concierne a la
relación del sujeto con el Ideal, y la parte superior concierne al objeto a. Lacan escribe en la parte superior
un vector que va del goce a la castración. Esto es muy importante porque de lo contrario queda como si
habláramos del goce desarticulado de la noción de la castración y de la falta. La tachadura sobre el Otro
expresa la inscripción del significante que falta, y es equivalente a la del $ (sujeto barrado), es la misma barra
de la fracción de la sustitución de un significante por otro (propia de la metáfora). En el Seminario 5 Lacan
dice que “el falo como significante del deseo es lo que barra al Otro”, por eso aquí se sitúa el deseo del Otro
en la medida que queda marcado por el falo como significante del deseo. En “Subversión del sujeto...” el falo
se vuelve un significante del goce, es decir queda articulado al goce. La falta, la castración se juega de

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entrada, por eso el goce se va a transformar en pulsión en la medida que queda articulado a la castración y a
la falta. El falo se vuelve una reserva libidinal, real, sin imagen. El objeto a en la imagen aparece como
castración imaginaria porque no es especularizable, por eso la falta revela la posición del objeto. El objeto
real se sitúa siempre en relación a la castración imaginaria y al deseo. Miller sitúa en el matema “d” del grafo
el deseo del analista que permite que en lugar de quedarse en un terreno puramente de enunciación yoica de
comprensión, el analista apunte a que el sujeto se confronte con la falta y pueda situarse así en relación a su
objeto pulsional. La función del fantasma es obturar la falta en el Otro, por lo insoportable que resulta la
confrontación con la castración. El neurótico no quiere saber nada acerca de la falta en el Otro. Toda su
estrategia es obturar la falta del Otro, y lo hace por vía del fantasma que funciona como tapón. En la medida
en que el fantasma se desimaginariza, el sujeto queda confrontado finalmente con su objeto pulsional. El
deseo del analista apunta a que el sujeto pueda dar esta vuelta para poder colocarse frente a su objeto. Esto
es lo que se llama atravesamiento del fantasma y cambio posición subjetiva. No todas las demandas de
tratamiento van este sentido y no por eso dejan de ser buenas direcciones de tratamiento. Lo importante es
desde dónde se hacen las cosas. El deseo del analista se dirige hacia la particularidad del sujeto, ver desde su
unicidad qué tiene como singular, y cuál va a ser la mejor salida para ese sujeto.

X.: Me quedé pensando cuando usted se refirió al goce y al poder autoerótico y la irrupción de la falta, me
acordé de un seminario creo que en el seminario de Miller de lógica de la vida amorosa , del año 1986, y una
cosa que dice Miller es que el amor hace condescender al deseo con el goce y Lacan que habla de el amor
hace signo, yo entendí al signo como el signo lingüístico de Saussure, como que no hubiese esa barra de
represión como que el amor es lo que taparía eso que cae ahí en la operación de goce en la falta, velaría en
cierta forma, haría que esa barra desaparezca , por eso dice Lacan el amor hace signo o lo que dice Miller el
amor hace condescender el deseo con el goce.

S.T.: Lacan es quien lo dice el seminario de la angustia, eso significa que algo del goce queda aprehendido en
la red del deseo. El amor hace que cuando una mujer y un hombre gozan, que no se trate solamente de goce
sino que se desee ese objeto con el cual se goza. Después en el Seminario 20 dice que el amor hace signo y
toma el poema de Rimbauld, “Un nuevo amor” En ese Seminario Lacan cambia la definición del amor no es
ya simbólica sino real. Se ama el inconsciente del otro. Es diferente a la definición del amor que tiene que ver
con la dialéctica fálica: amar es dar lo que no se tiene, al objeto que uno ama se lo inviste con el falo que no se
tiene. Lacan dice que la verdadera metáfora del amor se produce cuando ese objeto amado que tiene ese valor
fálico para el otro entrega a su vez su propia falta, volviendo el objeto amado al otro. Amar el inconsciente
del otro (ya cambió en esa época la definición de inconsciente) es amar la enunciación del otro, no es
solamente entregar la falta sino que es amar el ser del otro. La captación inefable del otro produce el efecto
del amor. En el Seminario 20 Lacan indica que el amor hace que la contingencia del encuentro se vuelva
necesario, esto es el destino y el drama del amor. Eso es en cuanto a lo que concierne al amor, pero en
relación al goce, el drama es que el goce es profundamente autoerótico y la cuestión es cómo hacer que quede
en relación con el otro.

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Lacan construye las fórmulas de la sexuación en donde los sujetos se van a ubicar de un lado femenino o
masculino a partir de la inclusión en el discurso. El sexo es un decir, no es la anatomía ni el cuerpo tomado
exclusivamente como anatómico o biológico, y los sujetos se ordenan de un lado y del otro. La relación con
la falta es lo que permite que el sujeto salga de ese goce puramente autoerótico y quede en relación con el
otro por eso siempre la relación con el otro queda articulado con el amor y el deseo.

Ricardo Gandolfo: Hace un instante planteabas que el objeto a no se puede asir, y el esfuerzo de Lacan de
logificarlo y al mismo tiempo se vuelve más real. Pensaba en esto que apunta Wittgestein, que lo que no se
puede hablar hay que indicarlo, quiero enlazar esto con una idea de la última parte de este programa que es
el acto analítico, es decir hay algún acto del analista que indica el objeto, creo que se podría entender así, que
cerca, que va cercando el objeto...

S.T.: Absolutamente, esto no es sin acto analítico, pero también es el cambio de la definición de
interpretación que aludía a la pregunta anterior, cuando en la “Dirección de la cura...” dice que la
interpretación es esa virtud alusiva, según la imagen de Leonardo de Vinci con el dedo de San Juan
apuntando al cielo, Lacan indica que es el falo como significante del deseo. Años más tarde Lacan indica que
la interpretación es equívoca y alusiva en tanto que intenta aprender lo real del objeto.

Julio Leites: Quería tomar lo de síntoma que plantea Lacan o sea del lado del hombre la mujer como el
síntoma del hombre...

S.T.: Eso lo voy a explicar después, por qué Lacan dice que la mujer es un síntoma para el hombre.

II. La axiomática del goce

Vamos a comenzar entonces con el deslizamiento hacia la segunda axiomática que es la axiomática del goce.

Partimos del lenguaje, recuerden que todo lo que era un querer decir se planteará en términos de un querer
gozar, y el lenguaje, que era una estructura una combinación de elementos diferenciales, en este momento no
va a ser solo un medio de comunicación sino que va a ser un aparato de goce, el lenguaje es definido como un
aparato de goce.

Recientemente Jacques-Alain Miller dictó unas clases en las que trabaja este tema del aparato de goce y
cómo repercute en la palabra, pueden encontrarlo en el libro El lenguaje, aparato del goce que publiqué en la
Colección Diva. Si decidí copiar como título del libro el nombre de uno de los artículos es porque me pareció
bastante ilustrativo de la idea del punto de partida de esta nueva axiomática, que lo que se trata es que el
lenguaje sirve para gozar y que ya no se trata solamente de una estructura sino de un aparato que funciona
para gozar, el sujeto cuando habla goza. Esto trae nuevos desafíos clínicos porque al invitar al sujeto a
hablar se lo invita a gozar, se lo invita de alguna manera a que aloje ese goce en el dispositivo analítico.

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Cuando Miller conceptualiza esta idea del lenguaje como un aparato de goce dice que las palabra que antes
eran un medio de comunicación sufren una transformación. Toma una expresión de Lacan que aparece
exclusivamente en dos oportunidades, una en el Seminario 17, en la página 53-54: “la incidencia del
psicoanálisis en el destino del ser que habla tiene poco que ver con su palabra, tiene que ver con estructuras
que se aparejan, el ser humano no tiene más que apalabrarse con este aparato. Pero este apalabrase en
francés está escrito con dos “p”, es decir, retoma la palabra aparato (appareil) que también se escribe con dos
“p”, esta palabra es una combinatoria entre aparato y palabra, retoma así la idea del aparato dentro de la
palabra. La segunda referencia es del Seminario 20, en la página 69 dice que “la realidad se aborda con los
aparatos del goce, aparato no hay otro que el lenguaje”, de ahí viene el lenguaje como aparato del goce , si se
apareja el lenguaje en el ser que habla.

Entonces, ¿ven que son dos términos que se utilizan aisladamente? Uno es el apalabrase, y el otro es
lapalabra, que expresa este mixto entre palabra y aparato. A partir de estas dos únicas expresiones, porque
no es toda una teoría en Lacan que figura y que está desarrollada, Miller hace un desarrollo a partir de estas
dos perlas en los textos de Lacan. A partir de la idea del aparato del goce, hay una inmixión entre aparato y
palabra. Opone entonces la palabra como medio de comunicación que sirve para el diálogo, a la palabra que
en castellano podemos decir apalabra para guardar la idea de aparato y palabra. Esta apalabra no tiene que
ver con el diálogo sino que es una palabra que es un instrumento de goce, apunta al querer gozar y donde
más que un diálogo es un monólogo dominado por la pulsión, que en definitiva se trata de que donde eso
habla eso goza.

Ahora bien, este goce, ¿qué es? Es un goce que se desliza en la cadena significante, y así es cómo el
significante se vuelve un instrumento de goce, y todos los conceptos anteriores comienzan a ser releídos,
redefinidos en términos de goce. Por ejemplo, la metáfora y la metonimia en “Radiofonía” son redefinidos en
términos de goce. La metáfora, la sustitución de un significante por otro significante, Lacan ya no dice que
produce un efecto de significación sino que produce un efecto de sentido, pero cuando habla de efecto de
sentido tiene como prototipo el sin-sentido, no se trata de la significación imaginaria sino que esa sustitución
toca algo de lo real y concierne al goce. El goce de desliza en la metonimia significante, aparece entre los
significantes como el objeto a, también se ubica entre los significantes. La palabra jouissance, que significa
goce, incluye la palabra “gozar” y “sentido”, de ahí que se traduzca en castellano como sentido-gozado o
como goce del sentido. El sujeto al producir sentido goza, entonces ya no se trata solamente de efecto de
sentido sino de efecto de goce. Si el goce se desliza en la cadena significante y lo que se trata es de producir
un sentido articulado al goce, ya no se trata de un efecto de significación imaginaria sino que esta
articulación significante es un efecto de goce, es otra manera de decir que el sujeto al hablar goza, y al
producir sentido goza del sentido que produce.

Lacan define en “Televisión” al inconsciente como cadena de significante de sentido gozado; el inconsciente
en los años 70´ incluye al goce, y es definido como un saber cifrado que trabaja articulado a lo que Lacan

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llama lalengua. Es un inconsciente que se capta no tanto a través de su enunciación sino a través de su
escritura. A través de los dichos se intenta captar el decir del sujeto. En esta orientación el concepto mismo
del sujeto varía y aparece lo que se llama ser-hablante, porque el sujeto no se lo toma solamente en su
división sino que es sujeto más el goce que queda involucrado en el sujeto al hablar, queda articulado a un
discurso.

Hay otro concepto que varía que es el de signo, y que puede resultar el más enigmático. Al comienzo de su
enseñanza Lacan critica severamente la idea de signo de Peirce que parte de la idea de que, por ejemplo,
donde hay humo hay fuego y lo opone a la idea del significante. Un objeto no remite a un significante sino
que el significante tiene que ver con la articulación entre los significantes, y un sujeto representa a un
significante para otro significante. En “Televisión” Lacan retoma la idea de signo y lo sustituye al de
significante: el signo es el significante más el goce. A partir de estas consideraciones lo que importa es la
diferencia entre significante y letra, que nos permitirá explicar el concepto de sinthome. El significante se
define a partir de su oposición con otro significante, a partir de estructuras diferenciales, corresponde a un
principio diacrítico y responde a la combinatoria significante. En cambio, la letra (que ya está presente desde
los comienzos de Lacan, y era definido como el soporte material de significante) en este momento toma más
preeminencia. La letra responde al principio de identidad, no se combina con otros significantes, es idéntica a
si misma, está desarticulada. La letra no hace cadena, y por lo tanto, no produce efectos de sentido. Esto hace
que Lacan en la última parte de su enseñanza articule el inconsciente con la letra. Dice: “El síntoma es lo que
del inconsciente puede traducirse por una letra”; y también en RSI: “Defino al síntoma por la manera en la
que cada uno goza del inconsciente en tanto que el inconsciente lo determina”. El síntoma es un modo de
gozar del inconsciente, es un inconsciente articulado al goce y en relación a la letra.

Ahora bien, partimos de la idea de que el signo trata de tomar algo de lo que es del orden del significante y
de lo que es del orden del goce. Tenemos una doble vertiente en el signo, es un matriz de doble entrada: el
signo, por un lado, tiene que ver con el significante, es el signo en tanto tiene efectos de sentido, y está
relacionado con el Otro, con la articulación significante. Pero, por otro lado, también involucra al goce, al
objeto a. El sinthome (que es el goce tomado en el síntoma) es un mixto entre el significante y el objeto a
(mixto entre significante y goce).

Habíamos dicho que en los años 50 estaba la idea de que la neurosis era el modelo de síntoma y la psicosis
era una variante. El Nombre del Padre era planteado como un ordenador central, y cuando se lo forcluía se
producía la psicosis. En los años 60 aparece el S(A) barrado, que junto al fantasma, interfieren en la
constitución del síntoma. Lacan plantea una falta central, no hay Otro del Otro (hay un significante que
falta). En los años 70, a partir de que el seminario que da Lacan sobre Joyce, hay una inversión de la
perspectiva clínica; entonces el modelo que se toma ya no es el de la neurosis sino el de la psicosis puesto que
la falta de un significante por estructura lleva al planteo de una forclusión generalizada, es decir que en toda
estructura, psicótica o neurótica, hay un significante que está forcluído, siempre hay un significante que falta
y esa es la característica de la estructura. Por eso Miller llega a hablar de la clínica universal del delirio,

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todos deliramos (es la locura generalizada) porque en toda estructura falta un significante, hay un
significante que está forcluido. La forclusión restringida es cuando la forclusión recae sobre el Nombre del
Padre, y esto produce la psicosis. Durante esta época Lacan no habla del Nombre del Padre en singular sino
que pluralización de los Nombres del Padre. Todas las estructuras tienen una falla y el Nombre del Padre, o
lo que venga a ocupar la función del Nombre del Padre para un sujeto, funciona como una suplencia para la
estructura. La metáfora paterna siempre es fallida, hay un resto, es lo que se llama le enigma del deseo del
Otro. Para suplir esta falla de estructura siempre hay un elemento que funciona como suplencia ( esto remite
a la teoría de los nudos que no voy a desarrollar). Si lo quieren tomar como perspectiva la idea es que hay un
desanudamiento que es de estructura y que el padre como nombre y el padre que nombra es el elemento que
funciona como cuarto nudo que viene a paliar el desanudamiento.

Esta es una presentación de algo que corresponde a la última parte de la enseñanza de Lacan. El sinthome
funciona como suplencia a esta forclusión generalizada. Eso significa que el padre (cuando tomamos esta
versión del Nombre del Padre) mismo es un síntoma, es un sinthome que permite mantener anudado los
nudos imaginario simbólico y real. Se trata del nudo borromeo (esquema de la pizarra) que se enlaza de
modo tal que si se rompe uno se desatan los tres. Existen distintos desanudamientos de estructura, y lo que
permite anudar o mantenerlos anudados es que hay un cuarto nudo que es el Nombre del Padre que los
mantiene anudados. El padre se vuelve así un síntoma en el sentido del sinthome porque el sinthome siempre
funciona como una suplencia a una falla de la estructura. Esta idea permite trabajar con las psicosis no
desencadenadas puesto que permite entender qué es lo que funciona como suplencia para ese sujeto para que
no delire y no tenga una psicosis manifiesta a pesar de que la estructura es psicótica. Y cuando trabajamos
con una psicosis desencadenada permite examinar aquello que el sujeto logrará construir durante el análisis
para armar algo que funcione como suplencia que le permita mantener anudado los registros y lo mantenga
estabilizado. Esto toma el relevo del análisis de la suplencia desde la perspectiva de la “Cuestión
preliminar...” en la que se pensaba cuál es la metáfora delirante que se puede construir en el lugar de la
metáfora paterna que no está, que llevaba a muchos analistas a ponerse a delirar con el paciente. En cambio
es diferente pensar qué es lo que el sujeto va a poder armar como suplencia a partir de su delirio mismo a
través del dispositivo analítico.

Por ejemplo, un niño que me llega a la consulta como autismo infantil a la edad de tres años, a los cuatro
años de tratamiento (ya tenia 5 o 6 años) se memorizó todas las calles de la ciudad de la Capital. Conocía el
mapa de memoria ( era un chico particularmente inteligente). A partir de esto, primero construyó en
diferentes papeles todo el trayecto del colectivo, situando siempre cuál era el trayecto del colectivo y del
subte, para llegar a mi consultorio. Después se ocupó de ubicar nombres de todas las calles y armaba el mapa
en donde se encontraba mi consultorio. Utilizaba como significante de la transferencia el de la flaca escopeta
con el que me nombraba: yo era su flaca escopeta. Situaba entonces en el mapa la flaca escopeta. El niño
había armado una geografía simbólica construida bajo transferencia en donde alojaba a su analista, y eso
funcionó para él como una geografía simbólica que le permitía ordenarse en el mundo en el lugar en donde le
faltaba la ruta principal que le da el significante del Nombre del Padre evocado por Lacan en el Seminario 3.

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Lacan dice que cuando falta la ruta principal los pequeños letreritos que hay en las calles funcionan como las
alucinaciones que le permiten al psicótico orientarse en el mundo. La construcción del mapa bajo
transferencia funciona para este niño como suplencia que le permite mantenerse estabilizado, y a partir del
trabajo de lecto-escritura que fija al goce el niño se pacifica.

Esta perspectiva de Lacan permite examinar en un psicótico que no desencadena su psicosis qué es lo que
funciona como sinthome para él, y si la desencadena qué es lo que permitirá estabilizarlo. Pero para los
neuróticos también hay algo que opera como un cuarto nudo, puesto que con la pluralización de los Nombres
del Padre se trata de examinar cómo el padre hace las veces de cuarto nudo. Lacan en el Seminario 23 dice:
“El cuarto nudo en esta ocasión es el sinthome, es también el padre”, el padre mismo es considerado como un
sinthome, es también el padre en tanto que père-versión quiere decir versión hacia el padre y que el padre no
es en suma más que un síntoma. El concepto de “ex-sistencia” es existir fuera, entonces cuando Lacan dice
que el padre como síntoma “ex-siste” está diciendo que no es necesariamente simbólico.

La nueva definición del síntoma como sinthome es que se trata de “un efecto de lo simbólico sobre lo real”.
¿Que significa esto? Lacan parte de la psicosis no desencadenada del caso Joyce. Lacan afirma que en Joyce
lo real y lo simbólico quedan anudados y lo imaginario queda flotando, pero no es solamente que quedan
unidos sino que quedan interpenetrados, o sea que lo real y lo simbólico están acoplados. Lacan lo sitúa en
las epifanías de Joyce. La epifanía es un procesamiento literario que hace que por ejemplo, cuando Joyce
escucha un extracto de una conversación por la calle -“...¿te parece?... No, no sé”-, sin conocer su contexto
más amplio, la extrae y la sitúa en el contexto de su escritura puesto que para él como el sentido de una
iluminación súbita. Este procedimiento literario consisten en tomar ese extracto de conversación que está
desacoplada de cadena de significante que le daría un sentido, y le da un sentido pleno, o sea que funcionan
casi como fenómenos elementales, es un S1, es algo que queda fuera de la cadena significante porque no tiene
ningún sentido. Pero lo particular es que cuando se lo lee el lector tampoco entiende de qué se trata puesto
que el sentido es pleno solo para Joyce, no para el lector. Lacan dice que esas epifanías muestran muy bien
cómo está acoplado lo real y lo simbólico porque lo simbólico se trata de frases pero que tienen un sentido
real, es un puro sin sentido, un S1 solo. Miller señala que el S1 tiene dos valores: puede estar acoplado al S2
y producir efecto de sentido, y también puede estar solo, que es cuando Lacan dice hay Uno, que es un puro
sin-sentido. Este procedimiento literario también se lo puede encontrar en Virginia Wolf en los pequeños
cuentos. Ella también era psicótica, padeció depresiones y sucesivas internaciones. Era una psicosis
estabilizada a través de su escritura.

Lacan dice también que esta idea de lo imaginario que queda suelto se lo puede visualizar en una experiencia
que relata Joyce en la que le habían dado una paliza y él sintió como si el cuerpo fuera una cáscara que se
desprendía de sí mismo y quedaba flotando. Esta vivencia muestra muy bien cómo lo imaginario queda
flotando. Lacan afirma que si su psicosis no se desencadenó era porque no estaba desanudado sino que dos
los lazos se mantenían unidos. Examina entonces por qué no se desencadena en ningún momento la psicosis,
en particular lo que llama el “lapsus del nudo”, que es el punto en donde no queda anudado. Muestra que si

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queda enganchado es porque lo que funciona para él como suplencia, lo que va a ser su sinthome, es lo que
llama el “ego” de Joyce.

Por otra parte, Lacan indica que Joyce mientras el escribe obtiene un goce en ese momento, en ese momento
no funciona la escritura como suplencia porque la escritura da un efecto de goce autista: goza al escribir a
través de estos procedimientos que saca de un lado y lo vuelve a poner en otro lado. Goza con esta escritura.
Esta escritura consisten en una pura letra, como se visualiza en su última novela. No es a través de la
escritura que Joyce se construye un ego, sino a través de la publicación, puesto que la publicación le permite
construir un nombre que funciona en el lugar del Nombre del Padre ausente, por eso dice que el ego es lo
que funciona como suplencia a través de la publicación puesto que él mismo se vuelve el padre de sus obras,
y produce así un efecto de suplencia. Para Lacan la escritura ilustra más bien el goce de la letra fuera del
sentido, por eso dice que el arte de Joyce de su escritura resulta homogéneo a los fenómenos elementales de
la psicosis donde se trata de un puro real. Lacan llega incluso a afirmar que Joyce está desabonado del
inconsciente porque se desconecta del inconsciente, de la articulación significante, y sólo goza a través de un
puro S1. En el neurótico hay goce del S1 que tiene que ver con el sinthome, pero también hay una
articulación significante.

Hay un trabajo de Sergio Laia, que es un colega de San Pablo, que escribió una tesis buscando a partir de la
biografía cuáles son los elementos que pueden hablar biográficamente de la psicosis de Joyce. Ustedes saben
que Lucía, la hija de Joyce; era esquizofrénica, estaba internada y era atendida por Jung. Ella creía que era
telépata emisora. Sergio Laia dice: “El breve comentario lacaniano sobre el diagnóstico concedido a Lucía
por Joyce, (porque Joyce consideraba que su hija era no estaba loca, él le creía a su hija) termina sosteniendo
que el escritor testimonia en ese mismo punto la carencia al padre... La no simbolización de esta carencia., la
experiencia real de esa falla es lo que los psicóticos testimonian. Gracias a una biografía relativamente
reciente es posible constatar que John Estalinaos (padre de Joyce) encarnaba una falta frente a su tradición
familiar (lo que intenta ver en esta biografía donde se sitúa esta falta del padre). La descendencia que genera,
contrariamente a lo que ocurrió con sus antepasados, no se concentra más en un único hijo cuya especificidad
mantendría intacto y con orgullo, y no un linaje familiar de sucesión de primogénitos hombres”. La tradición
era que ,siempre había un primogénito que sostenía la tradición familiar y que no había más hijos, el padre de
Joyce tubo varios hijos, finalmente su primer hijo, a pesar de que había sido un varón que tendría que ser el
orgullo familiar, este varón fallece pocos días después de haber nacido, y Joyce no es solamente el segundo
hijo, sino también el mayor de toda una serie de hermanos. En sí mismo esa falta paterna no puede ser
tomada como un fundamento para la locura de Joyce pero aun en su desdoblamiento sobre la estructura de
las relaciones entre John Estalinaos, que es el padre, y John Joyce, existe una determinada ambigüedad que
puede ser el índice de fracaso en la simbolización de lo que Lacan llamó la carencia paterna. Está este
antecedente, pero no alcanza para decir que hay forclusión del Nombre del Padre. Sería muy simplista.
Entonces Sergio Laia muestra que John Estalinaos se rehusaba a sentir culpa por haber quebrado la
secuencia familiar que recibió como un legado y al mismo tiempo trataba a Joyce como el único hijo, aunque
fuese apenas el segundo y el más viejo entre varios otros que lo sucedieron. La obra de Joyce actúa como un

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sinthome que permite a Joyce imponer al mundo su nombre y así forjar su propia versión de lo que pueda
hacer las veces de la paternidad.

En distintas oportunidades a Joyce le volvían como palabras impuestas las palabras del padre. A partir de la
biografía, Laia muestra que todo aquello que había sido la palabra del padre le retorna como palabras
impuestas en distintas oportunidades, sobre todo cuando aparece el episodio de Lucía. Todo el tiempo hay
una posición paranoica de Joyce, con litigios, con la idea de que había un complot hacia él, de que no lo
dejaban publicar, que algo tenía que ver la locura de su hija en relación con ese complot. Por otra parte,
como ya lo señalé, las palabras del padre en lugar de funcionar en forma metafórica se le volvían con
palabras impuestas que retomaba en su escritura, esta idea de la imposición de pensamientos es un fenómeno
elemental, esto lo argumenta Sergio Laia en su tesis. Pero Lacan no utiliza eso, utiliza nada más que algunos
pocos elementos para determinar cómo este ego funciona cómo un anudamiento de lo que queda suelto.

El sinthome es el efecto del significante en lo real, el síntoma-goce queda por fuera de la cadena significante,
se extrae un elemento del inconsciente de lo simbólico hacia lo real y ese elemento es la letra, o sea se goza
del inconsciente como letra. Definido así estamos diciendo que el inconsciente tiene que ver con lo simbólico,
pero cuando algo de lo simbólico pasa a lo real, se extrae un significante de lo simbólico del inconsciente en
lugar de dejarlo articulado a la cadena significante funciona solo: esto es la letra. Es la manera más sencilla
que encontré para explicarles lo que Lacan quiere decir en su última concepción del síntoma cuando afirma
que el sujeto goza de un elemento que extrae del inconsciente que es la letra, o sea que goza de la letra, goza
de un S1 por eso les dije que “el sinthome es un S1 más el objeto a” .

La idea de ego como suplencia es lo que funciona para Joyce, pero no opera así en todos los casos.

Siempre hay una falla en toda estructura que se manifiesta a través de la formación de síntomas, pero el
padre es la suplencia en la neurosis que mantiene el nudo anudado, no hay un pasaje de estructura, por lo que
el neurótico no se psicotiza. Las psicosis no desencadenadas no están del todo puesto que hay algo que hace
suplencia e impide que se desencadene la psicosis. En las psicosis desencadenadas no hay un cuarto nudo y se
trata de construir una suplencia que mantenga el anudamiento. Esta perspectiva de análisis tiene como mira
el examen de qué es lo que funciona como suplencia, como sinthome, para mantener estable a la estructura.
La idea de sinthome, del goce incluido en el síntoma, no invalida la producción de síntomas a través de la
articulación significante y de la emergencia del inconsciente. Las conversiones, las dudas, las obsesiones, las
fobias no desaparecieron de la teoría psicoanalítica, sino que simplemente es tomado desde otra perspectiva.

Julio me preguntó esta mañana qué significa que la mujer es un síntoma para el hombre. Cuado Lacan afirma
que el padre es un sinthome, también indica que para un hombre la mujer es un síntoma, con eso está
diciendo que aloja el goce del sujeto. Si el síntoma es una manera de gozar del inconsciente, el sujeto elegido
como partenaire queda incluido en su goce del inconsciente. En realidad, el partenaire siempre es un síntoma
porque tiene que ver con el goce. Lacan dice que así como para un hombre la mujer es síntoma para la mujer

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el hombre es algo peor que eso, puede ser un estrago. Hace una especie de distribución entre los sexos de la
vida amorosa. Esto tiene que ver con las fórmulas de la sexuación. Lacan dice que la mujer para un hombre
es su objeto causa de deseo. Existe un disimetría entre los sexos porque no es lo mismo el hombre para una
mujer que una mujer para un hombre, no funciona igual.

Esta disimetría estaba planteada ya con los desarrollos relativos a la dialéctica fálica. Indica entonces que el
hombre puede amar a una mujer y desear otra pero, en cambio, en la mujer convergen en el mismo objeto el
amor y el deseo. El hombre puede amar a una mujer y al amarla le da el falo que le falta es la definición
simbólica del amor, pero al amarla no recibe el falo que él desea, porque como lo señala Lacan en el
Seminario 5, “El pobre infeliz lo tiene pero no le alcanza, lo que quiere es serlo”. La base de esta afirmación
es la idea de que en la constitución del psiquismo el niño pasa de ser el falo de la madre a desidentificarse con
ese falo inscribiendo así la castración materna. Cuando el niño deja de ser el falo de la madre padece la falta
en ser el objeto de deseo de la madre, entonces pasa del “ser” a “la falta en ser“, el falo de la madre,
abriéndose así a las peripecias de querer tenerlo. Para el tratamiento del tener, el hombre cuenta con la
apoyatura fálica. Su problema es cómo hace para tomar posesión de su órgano a partir de la promesa fálica
del padre. No le basta con tenerlo sino se trata de ver cómo se las arregla con eso que tiene. De allí emergen
las temáticas del poder, de la potencia, la impotencia, la rivalidad.

En cambio, del lado de la mujer, la problemática es cómo operar con la falta en tener. Pasa de la falta en ser
el falo de la madre a la falta en tener el falo. Existen tres salidas posibles frente a esa falta en tener, frente al
Penisneid (envidia al pene) tomado por Lacan como operador estructural para las mujeres. La primera es la
maternidad como una manera de recibir el falo añorado a través de la ecuación fálica niño-falo. La segunda
salida es el parecer ser propio de la mascara femenina: “parecer ser el falo”. Y la tercera salida es a través del
amor. En “Inhibición síntoma y angustia” Freud dice que para las mujeres, lo que funciona en el lugar de la
angustia de castración de los hombres es el miedo a la pérdida de amor. La dependencia al partenaire es
tanto más acentuada en las mujeres que en los hombres porque a través del hacerse amar la mujer recibe el
falo que le falta. Es por eso que generalmente la experiencia amorosa tiene más peso en las mujeres que en
los hombres, en la experiencia amorosa en el sentido del hacerse amar, no porque para los hombres no sea
importante amar, ser amado, sino el acento en las mujeres está puesto en el hacerse amar por este
tratamiento particular de su falta en tener. Esto hace que en la mujer converja el amor y el deseo en el
mismo objeto porque se trata de hacerse amar y desear por ese objeto. En cambio, el hombre al amar no
recibe un tratamiento a su falta en ser el falo, se dirige entonces al objeto, que puede ser la prostituta o la
virgen, que cobra el valor fálico para encontrar una solución a su deseo de falo. Así se produce la
degradación de la vida amorosa en los hombres y el desdoblamiento entre el objeto de amor y el objeto de
deseo.

Lacan introduce a continuación el tema del goce. En la última parte de su enseñanza distingue el goce fálico
del goce suplementario. Todo los hombres acceden a través de la castración al goce fálico. En cambio, a
algunas mujeres, no todas, les está reservado la posibilidad de tener un goce suplementario, un goce fuera

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del falo. El hombre encuentra en la mujer su objeto causa de deseo. Lacan dice que para que padre sea
considerado como tal tiene que haber investido a una mujer como su objeto de deseo, tiene que estar
perversamente orientado. ¿Por qué la condición perversa? Porque se inscribe el fantasma, tiene que haber
investido a una mujer como objeto causa de su deseo. Para las mujeres es distinto porque en la mujer son los
hijos los que ocupan el lugar de objeto a, o sea que para la mujer el objeto causa de su deseo va a estar puesto
en los hijos y no en el hombre. Del lado masculino encontramos entonces la fórmula en donde el sujeto
escribe su fantasma. La mujer condesciende a las condiciones de goce del hombre, condesciende a ese
fantasma para quedar incluida en su deseo y así hacerse amar y desear por ese hombre. Lacan plantea que
existe cierta plasticidad en la mujer frente a las condiciones perversas del hombre. Pero ese objeto causa del
deseo es también el objeto de goce, el objeto plus de goce, y eso permite entender cómo la mujer se vuelve el
síntoma del hombre: ahí justamente aloja sus condiciones de goce.

Del lado de la mujer Lacan hace un planteo diferente. Parte de la formulación de que “La mujer (con
mayúscula no existe). Esto significa que no se puede constituir un universal de las mujeres, a diferencia de
los hombres que constituyen un todo. No hay un significante que nombre a la mujer porque ese significante
está forcluido de la estructura. Este planteo tiene como consecuencia que también se afirme que “no hay
relación sexual”, no existe la posibilidad de establecer una relación entre dos términos porque por un lado
tenemos el significante fálico y por el otro nada. En las fórmulas de la sexuación Lacan escribe el La tachado
(La mujer no existe) y lo pone en relación al falo que se encuentra del lado masculino. El amor se vuelve así
demanda de amor, y del lado del deseo toma al pene del partenaire como objeto de deseo. Como la mujer no
está exenta de la relación con el falo, ella misma también se ordena de acuerdo a la lógica fálica. Pero la
mujer tiene la duplicidad que le permite también acceder al goce suplementario. La mujer por un lado accede
a colocarse en el lugar del objeto del fantasma del partenaire para hacerse amar y desear, y esta misma mujer
tiene acceso eventualmente, Lacan dice que no le ocurre a todas, a este goce suplementario, a este goce fuera
del falo.

Para entender por qué un hombre es un estrago para la mujer hay que ver que la demanda de amor cuando
parte del lado de la mujer no parte desde una lógica fálica donde tiene un cierto orden, un límite, sino que
esta demanda de amor tan esencial en la subjetividad de una mujer parte justamente de un goce que queda
fuera del falo, desde algo ilimitado puesto que no hay manera de medirlo, no tiene la medida fálica. Eso
produce que retorne como un estrago. La demanda de amor de un sujeto que se dirige al otro si parte fuera
del límite que caracteriza al goce suplementario, retorna entonces como un estrago. Lacan también habla del
estrago que se produce en la relación madre-hija, en esa relación pasional de amor y odio que las caracteriza.
El asunto es, por ejemplo, qué estaría dispuesta a hacer una mujer para hacerse amar, cuál es el límite cuando
ya no hay limites. Esto fue mal entendido por la comunidad analítica y lo estudió en términos de
“masoquismo femenino”. Lacan dice que el “masoquismo femenino es un fantasma masculino pero que fue
alimentado por las mujeres, y si uno ve en los trabajos de las analistas pos-freudianas se puede constatar que
fueron las que más trabajaron el tema del masoquismo femenino. En realidad esto responde a la pregnancia
que tiene para la mujer el hacerse amar y cómo puede retornar como un estrago.

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El tercer punto que quisiera plantear de pasada en relación a la modificación del concepto de síntoma es
cómo se redefine el tema del final de análisis. Habíamos dicho que del lado del fantasma el análisis consistía
en construirlo para hacer caer el velo imaginario y poder alcanzar así la posición del sujeto frente al objeto
pulsional. Si se afirma que el síntoma es un modo de gozar del inconsciente nos confrontamos que hay algo
de eso que es incurable, es decir, en determinado momento por más trabajo analítico se lleve a cabo se
presenta un punto de reducción, se va estrechando el campo a través del trabajo significante pero hay un
punto donde el sujeto queda en relación finalmente a su goce. Al final del análisis no hay una pérdida total de
goce sino que hay un resto. En la medida en que se puso en práctica el dispositivo del pase en la comunidad
analítica se empezaron a escuchar los testimonios de quienes terminaron el análisis. Se pudo observar
entonces de que no se trata solamente de que caía el velo imaginario del fantasma y el sujeto se ubicaba
frente a ese objeto, sino que también se producía lo que Lacan denomina identificación al síntoma. Eso
significa que finalmente hay eso y se trata de ver cómo un sujeto se las arregla con eso que hay. Con Ricardo
Gandolfo discutíamos si eso es pragmatismo o no. Es un saber hacer con eso que hay, o sea que hay eso, uno
es eso, es ese goce, eso es identificarse al síntoma, hay eso y qué es lo que hace uno con eso que hay.

Seifes: Volviendo al tema de Joyce en la relación de Joyce con su mujer Lacan dice “ha hecho de ella por
degradación a la mujer elegida, la única”, eso significa que la hace existir, es decir que existe la mujer en ese
caso.

S.T.: Si tal vez se podría pensar en ese sentido, Lacan también dice en “Televisión” que en la psicosis la
mujer hace existir “el hombre”. Schreber, por ejemplo, se sitúa como la mujer que falta entre los hombres,
ocupa el lugar de excepción, él encarna el lugar de excepción que es la excepción del padre, pero la ocupa él
mismo, como la mujer que falta entre los hombres. Habría que pensarlo en relación a Nora, que es la mujer
de Joyce, pero tal vez sería la manera de hacer existir la mujer que no existe..

Matilde Tavesí: Me podría explicar toda esta amplia parte entre el Sinthome de Lacan, esto que usted llama
la última axiomática de Lacan en relación al síntoma y lo que ya está presente en las primeras
conceptualizaciones freudianas sobre el síntoma, porque Freud desde el comienzo presenta el síntoma como
una formación del inconsciente pero que incluye un plus que lo diferencia del resto de las formaciones del
inconsciente y que es justamente esa dimensión de goce, una satisfacción sustitutiva que lo marca, es una
satisfacción paradójica porque aunque causa displacer algo se satisface, es decir es verdad que no habla de
goce, habla de satisfacción sustitutiva que uno lo puede entender como una suplencia de una satisfacción que
se ha visto interceptada por la defensa, o sea, que esa dimensión de suplencia del síntoma estaría presente en
la concepción freudiana en el sentido que suple o sustituye una satisfacción que se ha visto interceptada por
la represión, eso es lo que no alcanzo a comprender, la distancia entre eso que ya se vislumbra en Freud y
muy claramente aunque no del término “goce”.

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S.T.: Ese desarrollo de Freud está articulado al complejo de Edipo. Esa es una diferencia radical con estas
formulaciones de Lacan. La traducción lacaniana del complejo de Edipo es el Nombre del Padre, marca
significante que ordena la estructura sin que existe una falla estructural en el interior de la estructura. El
planteo de Freud, en ese sentido, está más próximo al primer Lacan, aunque falte la inclusión de la
dimensión libidinal del síntoma. Sería como un mixto entre el primer Lacan y lo que desarrolla después en
relación al sinthome, sería entonces el sinthome con Edipo. Pero a partir del Seminario 17 Lacan plantea un
más allá del Edipo, un pasaje del Edipo a la estructura, del mito a la estructura, y en lugar de tomar el mito
edípico toma como paradigma el mito de la “horda primitiva” del padre primordial. Cambia totalmente de
orientación. Ya no se trata de la versión del hijo, la versión heroica del hijo que mata al padre y goza de la
madre, o sea, que estaría primero la ley y luego el goce, la ley que prohíbe y luego está el goce, sino que hay
una inversión. Primero está el goce, el padre que goza de todas la mujeres que luego es asesinado por la
fraternidad de los hermanos. No goza ya de la madre sino de todas las mujeres. El asesinato del padre por la
comunidad de hermanos produce la obediencia retroactiva: se inscribe la ley por la cual todos se privan
igualmente de todas las mujeres. El goce arma la ley, hay una inversión en relación al mito edípico. El padre
primordial queda como la excepción, como un imposible lógico, porque ese goce era como imposible, por lo
que se vuelve el operador estructural. Es padre queda como un imposible, como real, es la excepción que
funda lo posible: que todos los hombres estén igualmente castrados. Cuando decís que este planteo es igual al
Freud primero, es cierto pero desde una lectura retroactiva, como cuando Miller lee las dos conferencias de
Freud sobre la formación del síntoma y muestra que estos elementos de alguna manera ya está. En eso
estamos de acuerdo, pero desde otra lógica porque la lógica de la última enseñanza de Lacan corresponde a
una lógica de un mças allá del Edipo, una pluralización de los Nombres del Padre y con una falla estructural,
por lo que el término de suplencia toma otra envergadura porque desde la base de que hay una falla de
estructura y que no es que hay un padre que ordena eso, se produce un punto de diferencia que pienso que es
esencial.

M.T.: Si de todas maneras aun en el tema del goce en Lacan es como si se alejara mucho de Freud.

S.T.: Este tema del goce referido al síntoma está en todo lo que es el desarrollo económico libidinal en
Freud, pero no está presente el concepto de suplencia desde esta idea de la lógica de una falla en la
estructura.

Seifes: En el caso del anudamiento de lo real, cuando hay una pre-psicosis por ejemplo, que tomaba el caso de
Joyce que es un particular elemento que hace que se produzca un anudamiento, en el caso de los transexuales
o algún transexual ¿ la operación del cambio de sexo estaría en ese lugar? En el lugar de elemento que
produciría ese anudamiento supuestamente que haya un transexual que tiene una estructura psicótica, no,
que se produce en las operaciones de cambio de sexo, por algo que e leído hace mucho tiempo y que no me
adentré mucho en la lectura pero recordé eso cuando usted estaba desarrollando la cuestión de ese
anudamiento que se produciría en el caso de que no haya una estructura neurótica.

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S.T.: No puedo contestar en forma general. Eso me parece que habría que verlo en cada caso. Me parece que
la autora cuando lo presenta así está viendo esas estructuras que serían psicosis no desencadenadas, pero hay
muchos matices en el tema. Vi un paciente que decía que era travesti y su preocupación durante el análisis
era saber si se iba a cortar o no el pene, le preocupaba saber si se iba a volver transexual o no. Para él una
cosa era vestirse de mujer y otra transformarse en una mujer, no es exactamente lo mismo. El trabajo
analítico le permitió no operarse. Este sujeto que no era psicótico, era una perversión porque le encantaba
vestirse de mujer, encontrar un hombre, no le interesaba los homosexuales sino 4ncontrar un heterosexual
que lo tomara como mujer y que en ese momento descubriera que era un hombre. Se situaba en el lugar del
objeto apuntaba a producir la división del otro. Es como en la película “El juego de las lágrimas”, la sorpresa
era que no era una muchacha sino un muchacho. Tal vez en otro ámbito mi paciente hubiera sido impulsado
a hacerse operar, pero una cosa es la indeterminación ligada a sus condiciones de goce y otra cosa es
transformarse en mujer, La pregnancia imaginaría que caracteriza a la perversión está muy bien explicada
por Miller en La naturaleza de los semblantes, donde el parecer ser queda acentuado. El paciente me
explicaba: “doctora no es como usted que quiero ser, vestida con un traje, yo lo que quiero es tipo una
estrella, estar vestida con ropa bien ajustada”, para él se trataba de mostrar., de resaltar el tema de parecer
ser mujer. Por eso hay que ver en cada caso, yo no lo generalizaría, tal vez él hubiera terminado siendo
transexual a través de un acting-out o por un pasaje al acto de ir operarse, y después no sé lo que le hubiera
pasado porque no estaba dentro de sus perspectivas castrarse verdaderamente.

M.T.: Sobre la naturaleza de los semblantes, que acabas de explicar, algo referido justamente a los
transexuales, esta autora dice algo muy interesante que cuando uno lo escucha resulta algo paradójico
porque dice: “Los transexuales al operarse lo que buscan es curarse de la castración”. Claro uno diría ¿cómo
el cortarse el órgano implica el curarse de la castración? Bueno, es que justamente buscan inscribir eso que
falta eso que es la falta.

Ricardo Gandolfo: Quería comentar un efecto que se produce acá en el IOM que he notado que se produjo en
varias oportunidades a propósito de la pregunta de Matilde Travesi el efecto que hay, yo creo que es muy
interesante que siempre que citamos a Freud lo vemos generalmente bajo la mirada de Lacan, me parece que
el Freud que Lacan extrae porque hay una extracción de los conceptos de Freud para construir su teoría, no
es exactamente el Freud histórico creo que hay en el esfuerzo en la lectura de Freud de Lacan y en la
interpretación que Lacan ha hecho del deseo de Freud hay un esfuerzo de pérdida de Freud.

S.T.: Absolutamente, hay un texto que se llama “La última enseñanza de Lacan” que corresponde a las dos
últimas clases de “El lugar y el lazo” de Miller. Estoy preparando un nuevo libro para la Colección Diva y lo
voy a republicar. Miller directamente dice que en la última enseñanza de Lacan, Lacan no es freudiano, sino
que rompe con Freud. Durante toda su enseñanza afirmó que intentaba hacer un retorno a Freud y lo último
que dice es que en realidad no es freudiano. Estamos acostumbrados a leer a Freud desde Lacan y gracias a
Lacan hemos entendido varios conceptos con la riqueza clínica de Freud que de lo contrario resultaban difícil
de entender, como por ejemplo que cuando habla de la satisfacción sustitutiva del síntoma está hablando de

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un goce incluido en el síntoma. Lo que varía es el contexto, por lo que se vuelve diferente algo que parece
muy similar.

Leites: Si solamente un rasgo clínico, la contra-transferencia es el invento de la mujer, esta es inventada por
una mujer y una de las cuestiones que se pueden ver en toda la posición de los analistas freudianos y pos-
freudianos en relación a la contratransferencia es de estas mujeres que quieren ser algo para su analizante.

S.T.: Una demanda de amor, sí.

Pregunta: Bueno a mí me pareció interesante toda la exposición pero querría que abordara un poquito sobre
esta cuestión que introdujiste sobre la cuestión sobre la psicoterapia y su valor cuando esta bien orientada, lo
planteo de una manera mas especifica, en pacientes de una institución donde hay un limite de tiempo para
atenderlos donde de entrada se sabe que no se les puede ofrecer los tiempos y la disponibilidad del
dispositivo analítico hay tiempos de terminación pautado por la institución y muchas veces se cuestiona los
analistas que en esos lugares no se puede hacer psicoanálisis, no, entonces se habla de terapias breves, que lo
que habría que hacer cuando hay un tiempo acotado es una terapia breve que tiene por supuesto otro modelo,
cuál es el valor de un tramo de iniciar una terapia sabiendo que no se va a llegar a un fin de análisis de
estructura por las condiciones en que eso se inicia o no cerrándose a la posibilidad, ampliar un poquito sobre
el valor de este proceso.

S.T.: Primero Lacan dice que el análisis no apunta a la curación y el efecto terapéutico se produce por
añadidura en el transcurso de un análisis. Cuando un sujeto tiene la posibilidad de encontrar un ámbito
donde su palabra tiene valor y se apunte a considerar cuál es su verdad, que se escuche qué es lo que tiene
para decir y poner a su inconsciente a trabajar, yo creo que aunque dure una única entrevista es una
experiencia única y no es una terapia breve, es un encuentro inolvidable.

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