Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Rolena Adorno en su artículo “El sujeto colonial y la construcción cultural de la alteridad”, plantea
que el discurso colonial hispanoamericano presenta un problema de alteridad, pues se trata de un
discurso construido tanto por el sujeto colonial colonizador como por el sujeto colonial colonizado.
Es a través de esta alteridad que ambos podrán fijar las fronteras de su identidad.
Tanto los españoles que llegarán al Nuevo Mundo como los pobladores americanos describirán
en sus discursos al “otro”, siguiendo sus propios parámetros de concepción del mundo.
Los primeros textos coloniales, las crónicas, serán el espacio en el que se desarrollarán las
batallas ideológicas iniciales. Se buscará justificar la presencia española en América barbarizando
al indígena. Luego, se presentará una respuesta a estas afirmaciones representando a la
población americana dentro de un discurso caballeresco y cuestionando la legítima presencia de
España en América.
José Carlos Mariátegui
Nuestra literatura no cesa de ser española en la fecha
de la fundación de la República. Sigue siéndolo por
muchos años, ya en uno, ya en otro trasnochado eco
del clasicismo o del romanticismo de la metrópoli. En
todo caso, si no española, hay que llamarla por
luengos años, literatura colonial.
(...)
Las novedades interrogan frontalmente las tradiciones, es decir, nuestros
modos de interpretación del pasado, sin poder tocar, por supuesto, el pasado
mismo. Por eso esta tarde tomo la posición de que la historia está con los
muertos y la tradición está con nosotros. Las Casas, Guaman Poma y el
padre Oliva descansan eternamente con sus secretos; somos nosotros los
insomnes que seguimos dando vueltas a sus ideas. Así es que quiero
recalcar la actualidad del interés en las crónicas; son asunto nuestro porque
nuestra es la tarea de dar forma a impulsos interpretativos que señalamos
con los nombres de literatura e historia intelectual.
Tres son los nombres que quiero evocar esta tarde, pero no como individuos
históricos sino colectivamente como fenómeno de su época. Como personas
históricas su peruanidad no se produce de modo igual. Uno nació, vivió y
murió en el Perú (Guaman Poma). Otro, italiano de nacimiento e ingresado
al noviciado jesuita de su ciudad natal de Nápoles, pasó al Perú a los veinte
y pico años en 1597 y hasta su muerte en 1642 residió en las misiones
jesuíticas de Juli y en los colegios de Chuquisaca, Potosí, Arequipa y Callao
(Giovanni Anello Oliva) (Porras Barrenechea [1962] 1986: 499). El tercero
(Fray Bartolomé de las Casas) jamás pisó el suelo peruano pero es sobre él
o, mejor dicho, sobre sus ideas acerca del Perú que más se ha escrito. Hay
que llamar lo que comentamos no "Las Casas" sino el "lascasismo", y en la
medida en que este fenómeno toque a los otros córpuses Guaman Poma
textuales&emdash;el lascasismo es a primera vista uno de los hilos que los
une&emdash;hablemos en esta ocasión de lo reunido bajo aquellos nombres
como un fenómeno abarcador, como materia para interpretar.