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Reconocer esto podría ser la nueva revolución copernicana, según Rick Terrile
-Antonio Machado
¿Para qué estamos vivos? Para despertar. En esto coinciden el Buda, Antonio Machado y
una nueva ola de científicos y CEOs de importantes compañías de tecnología. La
reencarnación de las ideas del samsara y del māyā es para nuestra generación la Matrix
y más recientemente la hipótesis de la simulación de Nick Bostrom, que parece estar
ganando tracción entre científicos y multimillonarios por igual. El mundo en que el vivimos
no es real. O es real, pero sólo una vez que hemos descubierto que es una ilusión y entonces
podemos recrearlo o apagarlo.
Hace unos meses el CEO de Tesla Elon Musk explicó por qué le parece sumamente
probable que vivamos en una simulación o, en sus propias palabras, que existamos como
personajes dentro de un videojuego (esto es lo que pasa cuando los techies van a Burning
Man y toman psicodélicos). Musk argumentó que la tendencia exponencial con la que
avanza nuestra tecnología es una señal de que en el futuro podremos crear simulaciones
indistinguibles de la realidad. Ya que vivimos en un universo de una vastedad
inconmensurable, es simplemente muy probable entonces que alguien antes que nosotros
haya llegado ya a este punto crítico y haya experimentado simulando un universo. De
alguna manera, simular universos sería la evolución lógica de una civilización
tecnológicamente avanzada.
Así que, dado el hecho de que estamos en una clara trayectoria hacia diseñar juegos
indistinguibles de la realidad, y esos juegos pueden jugarse en cualquier consola o PC
o lo que sea, y debería haber miles de millones de estos aparatos, de aquí podríamos
deducir que las probabilidades de que existamos en una realidad base [en un mundo
no-simulado] son uno en miles de millones. ¿Díganme si encuentran algún error a
este argumento?
De hecho deberíamos tener esperanzas de que esto sea verdad, ya que si una
civilización deja de avanzar, esto debe ser el resultado de alguna calamidad que borra
la civilización... o crearemos simulaciones indistinguibles de la realidad o las
civilizaciones dejarán de existir. No es muy probable que simplemente entremos en
una estasis de millones de años.
Terrile considera que no estar viviendo en una simulación sería muy poco probable y que,
de hecho, esta idea será en el futuro similar a la revolución copernicana (el descubrimiento,
que hoy nos parece tan evidente, de que la Tierra gira alrededor del Sol). Y responde a la
pregunta de los 64 mil bits (sobre quién programó la simulación) diciendo: "nosotros
mismos en el futuro" hemos creado la simulación.
El físico Max Tegmark, famoso por su visión platónica de las matemáticas como entidades
preexistentes al universo manifiesto, no está del todo convencido. Según Tegmark, si bien
lógicamente es posible que vivamos en una simulación, las probabilidades no son tan altas
como creen Musk o Terrile. "Para poder hacer el argumento, en primer lugar necesitamos
saber cuáles son las leyes fundamentales de la física en el lugar donde las simulaciones
están siendo realizadas. Y si estamos en una simulación no tenemos una pista verdadera de
cuáles son las leyes de la física. Lo que enseño en MIT serían leyes de física simuladas".
Aunque estas ideas parecen radicales e innovadoras no lo son tanto. Los filósofos védicos y
post-védicos tenían el concepto de māyā; los budistas la noción del samsara; Platón
consideraba que este mundo era la sombra o copia de un mundo real superior (el mundo de
las formas) y los gnósticos literalmente consideraban que este mundo era la simulación o
copia de menos calidad de la creación divina, hecha por un demiurgo o un grupo de
demiurgos (algo que a veces se conoce como "stereoma", la realidad virtual diseñada por
los Arcontes).
Quizás saber bien a bien (con todo nuestro código, por usar una metáfora informática) que
vivimos en una simulación sea lo mismo que lo que los budistas llaman el bodhicitta
absoluto, esto es la mente del despertar absoluto, la cual justamente está ligada a la
sabiduría de que el mundo es una ilusión, está vacío, no existen los objetos, ni un yo
independiente que los perciba. Y estas simulaciones podrían ser como las "tierras puras" o
campos búdicos que generan algunos bodhisattvas en el budismo mahayana, la más famosa
de ellas, Sukhavati (la tierra pura del buda Amitabha). En ese caso estas simulaciones
budistas (que son paraísos para el cultivo del dharma) no son generadas con el poder de
computación que se encuentra en la materia sino con la conciencia compasiva, con la más
pura intención de liberar a todos los seres de la ilusión. Y el Buda mismo, según enseña el
budismo mahayana, no es más que una forma habilidosa, una especie de programa
holográfico que se manifiesta conforme a las necesidades de los usuarios atrapados dentro
del juego, para mostrarles que el ilusorio mundo del sufrimiento puede cesar. El Buda,
como Morpheus en Matrix, sólo puede mostrar el camino, ofrecer la medicina, pero todas
las personas tienen que tomar por su propia cuenta la medicina, recorrer el camino
y despertar por su propio mérito. La metáfora de salir la Matrix es muy parecido a
descubrir el māyā o despertar al nirvana que siempre ha existido debajo de la ilusión
del samsara, esta es la resonancia arquetípica que ha hecho la saga de los Wachowski tan
popular.
Una importante diferencia entre las concepciones antiguas del mundo como ilusión --ya sea
el māyā védico o el samsara budista-- y la noción moderna de existir dentro de un programa
informático, es que para el vedanta o para el budismo, la ilusión persiste solamente hasta
que persiste la ignorancia de la realidad, sólo mientras la percepción está oscurecida y no
puede ver la verdad. Vivimos en una ilusión, el mundo sólido, separado, finito, etcétera, no
existe, pero tampoco existe una limitante trascendente y una diferencia entre el programa o
los jugadores del programa y el programador. Por lo cual en realidad somos libres y
paradójicamente darse cuenta que el mundo es una ilusión --un sueño, un programa
informático--, lo cual es el requisito para despertar, aniquila al mismo programa, hace que
la ilusión en realidad nunca haya existido. Los budas sólo ven Buda, para ellos toda la
realidad está iluminada.