Mientras en el Perú la construcción de infraestructura, la explotación del petróleo, la
explotación forestal y la minería han contribuido al crecimiento económico de determinados sectores de la sociedad, las consecuencias para los pueblos indígenas a menudo han sido devastadoras. Sufrieron el despojo de sus tierras, la desaparición de sus bosques y la contaminación de sus ríos. Por lo tanto, han sido despojados de sus medios de vida, a menudo sin recibir ninguna compensación ni acceso a medios de vida alternativos. El artículo 7 del Convenio 169 de la OIT nos dice que los pueblos indígenas deberán tener el derecho de decidir sus propias prioridades en lo que atañe el proceso de desarrollo, en la medida en que éste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar, en la medida de lo posible, su propio desarrollo económico, social y cultural. Ante este artículo se ha formado una controversia entre 2 bandos los cuales muestran posturas a favor y en contra de conceder a los pueblos indígenas el derecho a decidir sobre su propio modelo de desarrollo. Mi postura ante esta controversia es en contra de conceder el derecho de modelar su crecimiento económico a los indígenas, la cual defenderé mediante los siguientes argumentos.
El brindar a los indígenas el derecho a decidir su propio modelo de desarrollo, y luego el
derecho a controlar su propio desarrollo económico, social y cultural va más allá de favorecerles una ley que lo permita. En efecto, la Declaración de las Naciones Unidas sobre el derecho al desarrollo, afirma en su preámbulo que “el derecho al desarrollo es un derecho humano inalienable y que la igualdad de oportunidades para el desarrollo es una prerrogativa tanto de las naciones como de los individuos que componen las naciones“.
Asimismo, reconoce el derecho y el deber de los Estados de formular políticas públicas de
desarrollo nacional adecuadas y crear condiciones nacionales e internacionales con el fin de mejorar constantemente el bienestar de la población entera y de todos los individuos sobre la base de su participación activa, libre y significativa en el desarrollo y en la equitativa distribución de los beneficios resultantes de éste.
En conclusión reafirmo mi postura en contra de otorgarles a los pueblos indígenas la
facilidad de decidir sobre su propio modelo de desarrollo. Resalto la idea que el derecho al desarrollo es un derecho humano inalienable y que esto refleja un bien para la población entera.
Martínez Salgueiro, M. E. (2008) - Nociones Básicas Sobre Derechos Humanos. Dirección de Derechos Humanos. Ministerio de Educación y Cultura. Sistema de Naciones Unidas en Uruguay. (Pp. 5 A 26) .