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El Discipulado PDF
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Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, 20 enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el
fin del mundo. LBA Mateo 28:19-20
D entro de la vida cristiana es necesario crecer en el conocimiento del Señor. En el principio uno puede iniciar el
proceso como oyente, e ir avanzando, hasta que el Espíritu Santo nos convence de pecado, justicia, y juicio (Juan
16.18), donde reconocemos a Jesucristo como Señor y Salvador, convirtiéndonos en creyentes. Pero el proceso
continúa al estadío de discípulo, donde crecemos en la palabra del Señor y adquirimos varias características que
atenderemos más adelante. Luego el proceso continúa hasta llegar a ser siervo y amigo del Señor cómo lo fue Abraham
cuando le creyó a Dios y fue llamado Amigo de Dios (Santiago 2.23).
E l discípulo según diccionarios seculares, puede ser descrito primeramente cómo la persona que recibe enseñanzas
de un maestro o que sigue estudios en una escuela, y también es aquella persona que estudia, sigue y defiende las
ideas de un maestro, aun cuando pertenezca a una generación posterior. En Antioquía a los primeros que fueron
llamados cristianos fue a los discípulos (Hechos 11.25-26).
Discípulo se traduce del griego Mathetes (G3101 Strong), que significa aprendiz, alumno y discípulo. Esto nos deja ver que
primeramente el discípulo debe aprender de su maestro, cómo exhortaba el Señor Jesucristo a quien le escuchaba, al
decir que aprendiéramos de Él que es manso y humilde (Mateo 11.29). Es interesante saber también que el griego G3101,
tiene una raíz G3129 que es Madsatés, que significa estudiar, saber, aprender, y esto ya representa una acción de estudiar
lo que la Palabra de Dios quiere para nosotros, y así poder enseñar a otros. También la palabra hebrea es Limmud (H3928
Strong) que significa enseñado, aprendido, acostumbrado a una cosa, discipulado.
En Mateo 28.19-20 podemos leer que el Señor Jesucristo nos da la instrucción de “Ir y hacer discípulos a todas las naciones,
y enseñar a guardar todo lo que Él nos ha mandado”. Para ello en este tiempo es necesario Discipular al pueblo del Señor,
para que pueda comprender las escrituras y ponerlas por obra. Un ejemplo de esto es como el Apóstol Pablo enseña a
los Corintios sobre las ofrendas y cómo específicamente los macedonios ponían por obra la enseñanza (2 Corintios 8.9-
11). El Discipulado es el lugar donde un discipulador enviado, enseña en hogares a otros discípulos a crecer en la sana
doctrina. Dentro de las características de los discipuladores se encuentran:
i. Brazo Magisterial: Dentro de la Iglesia, existen discípulos preparados para discipular al pueblo,
convirtiéndose en el brazo magisterial. Este grupo de discipuladores, aprenden lo que el Apóstol enseña,
para poder propagarlo y enseñarlo a otros. Así cómo el Apóstol Pablo quien instruye a Timoteo,
indicándole que lo que aprendió de él, eso sea lo que se enseñe a otros (2 Timoteo 2.2).
ii. Función Pastoral: Otra de las características que se debe tener al momento de discipular, es poder
bendecir y dar una palabra de aliento al necesitado, cansado, fatigado y abatido, para poder edificarlo y
consolarlo (Isaías 50.4)
Si observamos el tabernáculo de Moisés, y cómo figura del atrio, lugar santo y lugar santísimo, podemos ver a los
creyentes en el atrio, discípulos en el lugar santo y siervos y amigos en el lugar santísimo. Esto nos deja ver que a
los discípulos están en el lugar santo donde se encuentra la iluminación del candelabro, los panes de la
proposición, la mesa de la comunión y el altar del incienso. Esto significa que los discípulos es al grupo que el
Señor escoge para poder tomarlos por aparte, y poder enseñarle sus misterios, recordando que los secretos son
misterios revelados por el Señor. Cuando oramos al Señor (incienso) y nos acercamos a su mesa (comunión),
estudiamos la Palabra del Señor (pan) y Él por su misericordia nos ilumina (candelabro), para que podamos
comprenderla, vivirla y enseñarla a otros.
i. Repartir el alimento: Cuando llevamos un tiempo de caminar con el Señor, hemos aprendido de Él y
hemos sido alimentados, por lo que el Señor también nos da la instrucción de alimentar al pueblo. En la
escritura hay un ejemplo precioso cuando Eliseo alimenta al pueblo, con panes de primicias, panes de
cebada y espigas de trigo, para alimentar a la multitud del pueblo, este alimento era poco, pero Eliseo
confió en la Palabra del Señor la cual se cumplió, ya que el pueblo comió y aún sobró (2 Reyes 4.42-44).
Esto deja ver que el Señor se encargará de saciar a su pueblo por medio de la Palabra.
ii. Permanecer en la Palabra: Otro aspecto que debemos contemplar, es ser fieles y permanecer en la
Palabra, ya que si la guardamos fielmente la Palara que nos ha alimentado, seremos verdaderamente sus
discípulos (Juan 8.30-32). Esta actitud la tienen los discipuladores y los discipulados.
iii. Semillero de Discipuladores: De los discípulos que permanecen, son escogidos siempre hombres fieles
que pueden atender otras tareas dentro del Ministerio. Vemos que los Apóstoles, para dedicarse de lleno
a la obra del ministerio, escogieron de los discípulos, hombres llenos del Espíritu Santo y Sabiduría como
ayudas (Hechos 6.2-3). Estos hombres llenos del Espíritu Santo son los que hablan la Palabra con valor
(Hechos 4.31)
El Señor ha regalado dones, que son los cinco ministerios, que tienen la función de capacitar a los santos, en este
caso a los discipuladores, para estar preparados para la obra que es la edificación del Pueblo. En Efesios 4.29
también nos indica la Palabra que de nuestra boca no debe salir ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena
para edificar, según la necesidad del momento, con gracia a los que escuchan.
i. Practicar la Palabra: Uno de los aspectos que se debe tener al momento de discipular, es vivir la doctrina
y dar buen testimonio. Vemos a Esdras que era un varón de Dios, y nos deja ver la secuencia para enseñar
a otros, ya que estudiaba las escrituras, pero el aspecto más importante es que la practicaba, para luego
poder enseñarla (Esdras 7.10). El Apóstol Pablo exhortaba a que el pueblo practicara lo que ha aprendido,
recibido, oído y visto de él (Filipenses 4.9)
ii. Nuestro Testimonio: También el Apóstol Pablo nos enseña que somos cartas abiertas, que serán leídas
por el mundo (2 Corintios 3.2), es decir que verán nuestras actitudes y caminar, por lo que es importante
guardar nuestro testimonio para no hacer tropezar a nadie. Así mismo debemos imitar la fe de nuestro
Pastor, así como el resultado de su conducta (R60 Hebreos 13.7)
iii. No poner cargas: También es importante que al discipular no se pongan cargas a los hermanos, ya que el
propósito es la enseñanza y no otras actividades ajenas a esto.
i. No solo conocimiento, sino amor: Debemos saber administrar la Palabra, ya que escrito esta que la letra
mata pero el Espíritu vivifica (2 Corintios 3.6). Esto deja ver, que no solo es enseñar la letra, sino lo que el
Espíritu quiere decir a nuestros corazones para poder acercarnos más al Señor. Es decir que no solo es
trasladar conocimiento, el cual puede envanecer o secar a una persona, sino enseñar con amor el cual
edifica (1 Corintios 8.1); La Biblia de Lenguaje Sencillo, nos indica que con amor se fortalece nuestra vida
cristiana, y la Versión Amplificada nos dice que nos hace crecer.
ii. Madurez: También se requiere de madurez, ya que se debe discernir el estado en que se encuentran los
hermanos, el Apóstol Pablo vio la necesidad de los corintios y en lugar de darles viandas, les dio leche
espiritual (1 Corintios 3.2).
iii. Don de Enseñanza: El discipulador debe anhelar los dones del Espíritu Santo, y en este caso, el don de
Enseñanza (Romanos 12.6), que es necesario para poder trasmitir el mensaje de Dios escrito en la Biblia y
guiado por el Espíritu Santo (2 Pedro 1.19; Juan 16.13). Debe basarse en la escritura y en la guía del
Espíritu Santo de lo contrario, como dice el profeta Isaías, a la ley y al testimonio, si no hablan conforme
a esta palabra, a tales no les ha amanecido (Isaías 8.20)
iv. Hacer entender la Palabra: Dice la escritura que nosotros somos reyes y sacerdotes, y como sacerdotes,
una de las función importante es el trasladar la enseñanza y que el pueblo de Dios comprenda el mensaje.
Este ejemplo lo vemos con Esdras quien era escriba y a los levitas, que hacían entender al pueblo el
mensaje de Dios por medio de la Ley y el pueblo podía comprender cuales fueron sus pecados, y al
entender lloraban y se arrepentían delante del Señor (Nehemías 8:9-10). Por eso el Apóstol Pablo exhorta
a Timoteo a buscar hombres idóneos que puedan enseñar a otros, la enseñanza apostólica (2Timoteo 2.1-
3)
El amarse los unos a los otros, evidencia también que somos Discípulos del Señor Jesucristo. El Apóstol Pablo nos
habla acerca de la Exaltación de Cristo que es el mensaje principal, y nos resalta las actitudes que debemos tener,
es estar en un mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados al mismo propósito, y no
a hacer las cosas por vanagloria o con un fin propio, sino con humildad estimando a los demás como superiores a
nosotros mismos (Filipenses 2.2-3)
Algunos discipuladores no buscan edificar el Cuerpo de Cristo, sino tener su propia visión. Dice la escritura que el
que se aparta su propio deseo busca (Proverbios 18.1). Algunos dejan la unidad para hacer su propia obra y no
la que el Señor establece, deseando ser mayores que otros y no atendiendo las instrucciones de la Iglesia cómo
Diotrefés (3 Juan 1:8-9).
El discipulado, que es una actividad que se realiza plenamente en los hogares, se comparte con los hermanos en
comunión. Se imparte la Palabra, la cual es la enseñanza apostólica, y también se participa de la oración a Dios
por las necesidades del grupo (NTV Romanos 1.9)
E s importante conocer las características que tiene un discipulador y un discípulo, ya que el Apóstol Pablo nos indica
el proceso a seguir, primero recordando la gracia que es Cristo Jesús, luego a escuchar la doctrina apostólica, para
luego buscar dentro de los hombres fieles, los que son idóneos para enseñar a otros (2 Timoteo 2:2-3). De tal
manera anhelamos que el Señor nos tome por fieles para realizar la gran comisión de hacer discípulos (1 Timoteo 1.12) y
recordar siempre que nuestra capacidad viene de Él (2 Corintios 3.5).