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Segundo parcial
Francisco Iversen
DNI 38833204
franciscoiversen@hotmail.com
03489 15 312019
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Francisco Iversen 2018
I. Índice
I. Índice (p. 2)
V. Conclusiones (p.7)
Allí, él esclarece que no puede hablar de éros en general sino de Sócrates, su amor.
Comienza entonces señalando que sólo las palabras de Sócrates generan alboroto en
su alma y lo hacen esclavo de sus conclusiones (215d-216c). Señala a su vez que está
contrariado, pues quiere que Sócrates desaparezca para dejar de tener esa condición
tan paupérrima pero, a la vez, considera desagradable el hecho de vivir sin Sócrates
(216c-d). Presenta luego una serie de anécdotas en las cuales Sócrates es el hombre
más único y excelente, como no lo amó por su belleza como hubiera hecho el común de
la gente de su tiempo argumentando que no es buen negocio comprar bronce
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Aunque comúnmente encontramos esta obra citada como Banquete, sería más adecuado al griego
sympósion y al contenido de la obra, traducir el título como Simposio. Véase SANTA CRUZ, M. (2013:160)
y, una versión resumida, en la entrada “simposio” del presente glosario.
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(refiriéndose a la belleza física) con oro (refiriéndose al saber, a la bondad del alma
entendida como conjunción bien-verdad-belleza) (216d-222e).
Tenemos dos problemas en el caso: Primero ¿De dónde saca Alcibíades esta obsesión
por Sócrates?; Segundo ¿Por qué Sócrates no se permite ser objeto de amor de
Alcibíades siendo que este segundo es un joven bello y como tal el objeto de deseo por
excelencia de cualquier amante en el sistema pederasta?
Respecto del segundo problema. Según Lacán (2003: 183) Sócrates, al rechazar a
Alcibíades, se niega a realizar la metáfora del amor, se admite como amado
inconscientemente. ¿Por qué? Porque no admite ser amado, posiblemente con fines
didácticos, de hacer a Alcibíades más sabio, se niega a ocupar ese lugar de amando,
de objeto deseado que todo amante tiene vacío. Sócrates se está negando como
simulacro de la metáfora en general y Alcibíades sufre las consecuencias.
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Verbo meletáo del cual salen compuestos referentes al “cuidado de sí” en la filosofía antigua (epiméleia
heautoû) que es retomado en la edad media como cura sui, en Heidegger como sörge y en Foucault
nuevamente como epiméleia heutoû. Vease DOVER (1994)
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IV. Glosario
A. De términos platónicos
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Véase Plutarco (1939: 3).
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Fedón 66b
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B. De términos psicoanalíticos8
fueron elaborados ad hoc a partir de la bibliografía a falta de encontrar una definición explicita y
aquellas en las que se aclare explícitamente, todos los términos son tomados, por una cuestión
de síntesis en algunos casos en paráfrasis y en otros por cita directa (aclarado en cada caso por
la presencia o ausencia de entrecomillado), de las respectivas entradas en LAPLANCHE y
PONTALIS 1981.
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1. Analista: Quien lleva a cabo la terapia y puede ser objeto de la transferencia del
paciente.
2. Consciente: Aquello dado a la experiencia presente y objetiva, no oculto y que no
requiere de una terapia para ser desenterrado.
3. Contratransferencia: Conjunto de reacciones inconscientes del analista,
fundamentalmente, frente a la transferencia de este último
4. Cura: Estado del paciente producto del autoconocimiento de su deseo inconsciente
a través de la terapia
5. Deseo: “En la concepción dinámica freudiana, uno de los polos del conflicto
defensivo: el deseo inconsciente tiende a realizarse restableciendo, según las
leyes del proceso primario, los signos ligados a las primeras experiencias de
satisfacción. El psicoanálisis ha mostrado, basándose en el modelo del sueño,
cómo el deseo se encuentra también en los síntomas en forma de una transacción.”
6. Elaboración: “Término utilizado por Freud para designar, en diversos contextos,
el trabajo realizado por el aparato psíquico con vistas a controlar las excitaciones
que le llegan y cuya acumulación ofrece el peligro de resultar patógena. Este
trabajo consiste en integrar las excitaciones en el psiquismo y establecer entre
ellas conexiones asociativas.”
7. Elección de objeto: “Acto de elegir a una persona o un tipo de persona como
objeto de amor.”
8. Historia infantil: Origen de las fijaciones opuestas a traumatismos y
acontecimientos de la historia de la consciencia o de segundo tiempo. 9
9. Imago paterna: Prototipo inconsciente del personaje paterno que orienta
electivamente la forma en que el sujeto aprehende a los demás; se elabora a
partir de las primeras relaciones intersubjetivas reales y fantaseadas con el
ambiente familiar. En Lacán aparece como representante de la ley moral en tanto
ocupa el lugar de objeto de la madre pero como distinto de dicha ley.
10. Inconsciente: “En sentido tópico, la palabra inconsciente designa uno de los
sistemas definidos por Freud dentro del marco de su primera teoría del aparato
psíquico; está constituido por contenidos reprimidos, a los que ha sido rehusado
el acceso al sistema preconsciente-consciente por la acción de la represión.”
11. Metáfora del amor: Cumplimiento por el amante de la adecuación de la imago
paterna al objeto deseado.10
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12. Moral: Consciencia que ejerce censura tanto en los sueños como en la experiencia
consciente, asociado, en general, con la figura psíquica del superyó.
13. Neurosis: Trastorno según el cual se tienen problemas producto de la historia
infantil
14. Principio de abstinencia: “Principio según el cual la cura analítica debe ser
dirigida de tal forma que el paciente encuentre el mínimo posible de
satisfacciones substitutivas de sus síntomas. Para el analista, ello implica la norma
de no satisfacer las demandas del paciente ni desempeñar los papeles que éste
tiende a imponerle. El principio de la abstinencia puede, en algunos casos y en
ciertos momentos de la cura, concretarse en consignas relativas a los
comportamientos repetitivos del paciente que entorpecen la labor de
rememoración y elaboración.”
15. Transferencia: Designa, en psicoanálisis, el proceso en virtud del cual los
deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos, dentro de un
determinado tipo de relación establecida con ellos y, de un modo especial, dentro
de la relación analítica. Se trata de una repetición de prototipos infantiles, vivida
con un marcado sentimiento de actualidad.
V. Conclusiones
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VI. Bibliografía
VII. Anexos
En un artículo publicado hace setenta años, Erich Bethe observó que la introducción
abusiva de la valoración moral, «la enemiga mortal de la ciencia», había viciado el estudio
de la homosexualidad griega; y ha seguido haciéndolo. La combinación del amor a Atenas
con el odio a la homosexualidad está en la base de los juicios que consideraban las
relaciones homosexuales «un pecado dorio, cultivado por una ínfima minoría en
Atenas»(J. A. K. Thompson, quien ignoraba el testimonio de las artes figurativas) o «una
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ignominia tanto a ojos de la ley... como de la opinión pública» (A. E. Taylor, quien ignoraba
las implicaciones del texto al que se refiere en su nota a pie de página). La combinación
del amor a la cultura griega en general con la incapacidad o la renuencia a reconocer
distinciones de comportamiento que tenían una gran importancia en esa cultura, lleva a
afirmar que la
‘homosexualidad’ tout court o la ‘pederastia’ estaba prohibida por ley en la mayor parte de
las ciudades griegas (Flacelière, Marrou). No sé de ningún tema de los estudios clásicos
en el que la destreza habitual de los estudiosos para captar diferencias y sacar
conclusiones se vea tan mermada, ni de ninguno sobre el que se haga decir a un autor lo
que no ha dicho o se le acuse de haber omitido lo que ha dicho en varias ocasiones.
Personalmente, suscribo el comentario de Karlen, según el cual «algunos (expertos en
sexología, tanto públicos como universitarios) son secreta- mente homosexuales, y su
“investigación”, una apología disfrazada. Otros investigadores y especialistas médicos
revelan en privado un odio vengativo hacia las desviaciones sexuales que nunca
mostrarían en publicaciones o en público». Naturalmente, yo no puedo ver mis zonas
oscuras ni explicar de forma satisfactoria por qué mi propia actitud es la que es, pero la
describiré rápidamente, para que los lectores puedan tenerla presente.
El uso lingüístico establecido me empuja a considerar ‘homo-sexual’ y ‘heterosexual’ como
contrarios, pero si siguiera mi inclinación, reemplazaría ‘heterosexual’ por ‘sexual’ y
consideraría la ‘homosexualidad’ como una subdivisión de lo ‘cuasi-sexual’ (o
‘pseudosexual’, no de lo ‘parasexual’). Todo aquel que desee sacar una impresión de mí
atribuyendo mi inclinación a un prejuicio debe primero persuadirme de que ha hecho un
serio intento de distinguir entre prejuicio y juicio. (Intro. a Dover, 1978, pp. 17-18)