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Así cuenta una historia hebrea, de la tradición Hasidim:

“El padre de mi abuelo, para honrar a Dios, salía de casa muy temprano,
con las primeras luces del amanecer. Iba al bosque, siguiendo un sendero que
solo el conocía, hasta que alcanzaba un prado, a los pies de cierta colina. Al
llegar cerca del manantial, se ubicaba frente a un gran roble, y cantaba en
hebreo una plegaria solemne, antigua y secreta.

Su hijo, el padre de mi padre, salía también de casa muy temprano, e iba


al bosque siguiendo el camino que el padre le había mostrado. Solo que él, que
tenia la respiración pesada y muchos problemas en la cabeza, se detenía antes.
Había encontrado un abedul cerca de un arrollo, delante del cual cantaba la
plegaria hebrea que había aprendido de memoria desde niño. Y así también el
honraba a Dios.

Su hijo mayor, mi padre, tenia menos memoria, era menos devoto, y tenia
una salud menos vigorosa. Así que no se levantaba tan temprano, iba justo
cerca de casa a un jardín donde había plantado un arbolito, de manera más
imprecisa, murmuraba alguna palabra hebrea a menudo llena de errores, para
honrar a Dios.

Yo que no tengo ni memoria ni tiempo, he olvidado donde se encontraba


el bosque, no se nada mas de arroyos o de fuentes, no estoy más en
condiciones de recitar ninguna plegaria. Sin embargo, me levanto temprano y
cuento esta historia: y esta es mi manera de honrar a Dios.”

Esta historia es mucho menos simple de lo que parece. A primera vista, el


sentido puede parecer obvio: se trata de un apólogo. Un apólogo sobre la
memoria que progresivamente desaparece. De generación en generación, parece
decir el narrador, todo se pierde. Las informaciones que no se ponen por escrito
(el bosque, el sendero, el prado, la colina, el roble, como los detalles del canto
en honor a Dios, que el fundador de la familia del narrador, seguía con tanto
escrúpulo), inevitablemente se pierden sin dejar rastros. Como las plegarias en
hebreo que el narrador no sabe recitar más.

La memoria de los hombres es frágil. Todo lucha en contra de la


memoria: las palabras, todas las palabras, aun las mas solemnes, son puro
aliento, se pierden en el aire, parece agregar el cuento.

Un segundo sentido del apólogo atañe, indirectamente, a la escritura y al


uso de los libros o de Libro, como es natural en la tradición hebrea, y su
relación con la memoria. Se piensa enseguida en las tradiciones orales, en su
fragilidad, en la manera en que desaparecen porque son sostenidas, solamente,
por la voz de aquellos que narran. Como ha escrito Krystof Pomian, cualquier
memoria oral es, inevitablemente, memoria de alguien. Quien narra esta sujeto
a las dificultades y al azar de toda circunstancia humana. Quien narra es
mortal – parece decir el yo narrador – su memoria viva se pierde en el polvo o
en la incomprensión. El narrador mismo es la prueba de que los detalles del
rito se pierden: quien narra esta historia no sabe mas nada. Es el que, como
nosotros hoy, ha perdido la intrincada sabiduría y la habilidad ritual del
antepasado sabio.

Pero, concluye el narrador, también él continua honrando a Dios. De


manera paradojal, ya que lo hace contando, como ha desaparecido la plegaria
que el ya no puede recitar. El texto parece volverse más sutil. No distingue mas,
solamente entre palabra pronunciada y palabra escrita. Traza en cambio, una
primera distinción entre las palabras dichas: entre lo que se puede contar, las
historias, y las palabras de un orden diferente que van dirigidas, de manera
solemne, directamente a Dios. Algunas palabras están hechas para contar,
otras, para celebrar, parece agregar el apólogo Hasidim, y a la vez, ofrece la
prueba mas bella de que solo el narrar, no el rito y sus funciones exóticas,
constituyen la memoria. Es solamente la historia, no la memoria, lo que
permaneció en la mente del narrador.

Y sin embargo, ni siquiera esta conclusión agota el sentido del apólogo.


Parece que hay algo en esta historia que contradice su contenido manifiesto, y
de alguna manera, cambia su sentido. En efecto, quien cuenta, narrando la
historia, declara honrar a Dios. Por lo tanto el narrador reza: narrar, nos
explica, es su manera de hacerlo. La conclusión es que esa historia, no es solo
narración de algo, de padre a hijo, generación tras generación. Es también algo
muy diferente: una plegaria, contada para honrar a Dios. Aunque el rito de
celebración, parezca anularse en una narración que parece no tener nada que
ver con lo divino, ésta, que se revela como la historia de una plegaria
desaparecida de la memoria, conserva, justamente, gracias a su carácter
irónico – que acrecienta su ambigüedad – una eficacia preformativa. Es
suficiente contarla, para que se transforme en una plegaria.

Quien narra celebra a Dios: la narración y la recitación ritual – las dos


grandes ramas de las tradiciones orales – se encuentran en esta historia en
admirable equilibrio. Esto confiere al cuento un carácter de perfección peculiar,
similar al de un cristal, con sus planos de simetría, puestos en relación
geométrica regular en el espacio, para apresar la luz. La historia de una
plegaria que se transforma en pura narración, es reconocida, al final, como la
mejor de las plegarias. Por esta razón, justo cuando el narrador declara que
todo se pierde, afirma en cambio que algo de lo esencial, permanece. El acto
ritual, la celebración a través de la palabra, constituye la filigrana mental del
texto que resiste a las modificaciones posibles, a los detalles agregados por
cada nuevo narrador, que tiene el derecho de situar una peripecia particular,
en un paisaje ligeramente nuevo, un poco diferente al de la versión anterior
(como yo mismo he hecho retomándola aquí). Pero resiste también la perdida de
los detalles, que los incordios, los rasgos d carácter, las peripecias cómicas, o
trágicas de los protagonistas de la historia, dispersan inevitablemente con el
paso del tiempo. Por lo tanto, es la valencia preformativa, el acto de celebrar, y
no el contenido de la historia, lo que persiste en la tradición.

Carlo Severi
El Sendero y la Voz.
Una Antropología de la memoria.
Editorial sb.

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