Está en la página 1de 3

El entrenamiento en inoculación de estrés de Meichenbau

Donald Meichenbaum (pronúnciese "máijenbaum" o "máikenbom") es un psicólogo


canadiense-estadounidense. Estudió psicología en el City College de Nueva York, y en
la Universidad de Illinois. Habiendo hecho un internado en un hospital psiquiátrico,
quedó fascinado por los pacientes, y cambió su vocación de la psicología industrial,
por la psicología clínica. Su tesis doctoral se centró en la posibilidad de que los
pacientes esquizofrénicos se hablaran a sí mismos en aras de regular su conducta.
Trabajó en la Universidad de Waterloo, en Ontario, Canadá, por más de treinta años.
Retirado ya, actualmente trabaja en el Instituto Melissa, co-fundada por él.

El entrenamiento en inoculación de estrés fue desarrollado por Meichenbaum y


Cameron en 1972.
Es una forma flexible y múltiple, ajustada al individuo, de terapia cognitivo-
comportamental. Básicamente, supone una técnica para el control de la ansiedad a
través de un entrenamiento en habilidades, no se compone de una única técnica, sino
desde directrices didácticas, reestructuración cognitiva, solución de problemas y
entrenamiento en relajación, ensayo conductual y en imaginación, autoobservación,
autoinstrucción y autorrefuerzo y esfuerzos dedicados al cambio ambiental.
La finalidad no es la de resolver sólamente problemas específicos, sino la de ofrecer a
los individuos sometidos al entrenamiento un método de defensa proactiva o una serie
de habilidades de afrontamiento para manejar futuras situaciones de estrés
Cuando Meichenbaum habla de inoculación se refiere a lograr que el paciente
desarrolle anticuerpos psicológicos o habilidades de afrontamiento, y aumentar la
resistencia a través de la exposición a los estímulos que son lo suficientemente fuertes
como para activar las defensas, pero no tan fuertes como para que derriben estas
defensas
La inoculación de estrés se ha aplicado en problemas de fobias, ansiedad, dolor, ira,
violaciones, como prevención (por ejemplo, en futuras operaciones quirúrgicas)
(Meichenbaum y Jaremko,1987) o por ejemplo, en epilepsia (Ruiz, 1997) o con
estudiantes (Sheely y Horan, 2004). El entrenamiento puede durar entre una hora y 40
sesiones, aunque suele durar una media de 12, y se aplica en formato individual, a
parejas y a grupos, por psiquiatras, psicólogos, enfermeras, o asistentes sociales
(Meichenbaum y Cameron, 1987). Recientemente, los más de 30 años de vida del
entrenamiento han sido revisados por Meichenbaum (2007) destacando éste el papel
del entrenamiento en el campo médico (p.ej., hipertensión, artritis reumatoide, cáncer,
etc), psiquiátrico (trastorno de estrés postraumático, control de la ira, etc.), en
ansiedad de ejecución (p.ej., atletas, hablar en público, etc), grupos profesionales
(p.ej., enfermeras, militares, profesores, etc.) y finalmente, para trabajar con individuos
que están experimentado un cambio en sus vidas.

El objetivo principal del entrenamiento es producir un cambio en tres campos


(Meichenbaum y Cameron, 1987):
1. Conductual: cambiar las conductas desadaptativas y aumentar las positivas.
Disminuir o anular la tensión y la actividad fisiológica.
2. Actividad autorreguladora: trabajar a niveles de estructuras superficiales,
cambiando los enunciados, imágenes y sentimientos que interfieren con el
funcionamiento adaptativo, reduciendo cogniciones desadaptativas y
sentimientos perturbadores.
Sustituir las antiguas interpretaciones negativas por diversos pensamientos
positivos para afrontar estrés

3. Estructuras cognitivas: éstas serían estructuras más profundas que suponen


cambios en supuestos y creencias, cambios en la forma que tienen los sujetos
de entender el mundo.
Enseñar a la persona a enfrentarse a la situación estresante que le produce
malestar, mediante entrenamiento de determinadas habilidades.

El entrenamiento en inoculación de estrés consta de 3 fases principales dentro


de un marco flexible que tiene en cuenta las diferencias individuales, buscando
cambios no sólo en el individuo sino en el ambiente, y con una estrecha
colaboración paciente-terapeuta (concibe al ser humano como un solucionador
de problemas, lo cual acerca este modelo al modelo de Nezu) y en donde es
muy importante tener en cuenta cómo y de dónde ha llegado el paciente al
tratamiento (Meichenbaum y Cameron,1987).

En la primera fase, de conceptualización (Fase Educativa o Conceptual) se educa a


los pacientes (mediante el diálogo socrático) sobre la naturaleza y el impacto del
estrés (desde una perspectiva valorativa y transaccional). En la línea de la solución de
problemas, los pacientes aprenden a ver la amenaza percibida como problemas,
resolviendo e identificando aquellos aspectos de las situaciones (junto a sus
reacciones) que se pueden cambiar y los que no. El resultado de este proceso es el
desarrollo de un modelo ajustado al problema del paciente que conduzca a una
intervención específica. Esta conceptualización se hace de muy diversas maneras,
como una entrevista funcional, procedimientos en imaginación, registros (diarios),
evaluación conductual (ya sea en vivo o en imaginación), etc. Todos los datos se
deben integrar y además el paciente debe ser capaz de observarse, registrar y atribuir
sus problemas y los determinantes de ellos, generando hipótesis y soluciones
posibles, etc. Las cuatro fases serían: 1) Prepararse para el estresor; 2) Manejando el
estresor; 3) Ser abrumado por el estresor; y 4) Reforzarse a sí mismo.
La segunda fase, de ensayo o de adquisición de habilidades y práctica de las
habilidades supone la enseñanza activa de estilos de afrontamiento adaptados a las
diversas problemáticas de los pacientes. Supone, pues, la enseñanza de técnicas de
afrontamiento activas y cognitivas. El enfrentamiento puede ser instrumental o directo
(acciones que sirven para enfrentarse a las demandas ambientales o para alterar
situaciones y transacciones que producen estrés), o paliativo (eliminar el malestar ante
situaciones negativas). Entre los procedimientos utilizados se encuentran: la
autorregulación emocional, consuelo de sí mismo y aceptación, relajación,
autoinstrucciones, reesPRINCIPALES MODELOS Y RESULTADOS 57 tructuración
cognitiva, solución de problemas, habilidades de comunicación, etc. La práctica de las
habilidades puede ser en imaginación, con juego de papeles o con autoinstrucciones.
En la tercera y última fase, de aplicación y seguimiento los pacientes pueden practicar
una amplia variedad de estilos de afrontamiento, pero con la particularidad de hacerlo
siendo inmunizados poco a poco. La meta es doble: lograr un cambio y lograr un cambio
duradero y generalizable. Todo ello se pone en marcha poco a poco. Y para ello se emplean
técnicas como la imaginación, los ensayos conductuales, modelado, juego de roles, y
exposición gradual en vivo, etc. Se busca la prevención de recaídas y se programan sesiones de
seguimiento. Para el mantenimiento y generalización, el paciente debe aumentar su sensación
de autoeficacia e identificar y anticipar situaciones de alto riesgo (practicando con situaciones
posibles en imaginación).

También podría gustarte