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El mito marxista de la "lucha de clases"

Jorge Fernández Zicavo

La Lucha de Clases es la tesis primordial del dogma marxista,


pues la considera articuladora de la historia universal:

La historia de todas las sociedades que han existido hasta


nuestros días es la historia de la lucha de clases.

Mencionar la existencia de clases sociales a lo largo de la


historia es una obviedad, pero afirmar que hayan estado
permanentemente en lucha y que éstas hayan determinado y
articulado la historia de las civilizaciones, es una hipótesis que
exige ser validada empíricamente, y desde luego, no es
legítimo que su autor la formalice como tesis.

Lo primero que llama la atención de este enunciado con


reminiscencias bíblicas, es que el verbo luchar no vaya
seguido de un adjetivo. Se omite, por lo tanto, una cualidad
que resulta imprescindible para determinar su sentido, para
saber que entendían sus autores por… lucha de clases.

Marx y Engels enumeran las luchas de clases registradas por


la historia escrita, cuyo comienzo es de suponer que sitúan en
la Atenas siglo V a.C. de Herodoto, Tucídides y Jenofonte,
porque la primera supuesta lucha de clases que mencionan
fue entre hombres libres y esclavos. Lo cual resulta
asombroso: ¿los esclavos, que ni siquiera eran atenienses sino
prisioneros de guerra extranjeros... constituían una clase
social?
Pero centrémonos en las clases burguesa y proletaria de la
Modernidad que nutrieron el dogma marxista.
La lucha de clases burguesía-proletariado admite dos
interpretaciones que dividieron al movimiento socialista
internacional. Por consiguiente, la omisión adjetivadora de
Marx y Engels, en tanto que militantes de la Liga de los
Comunistas fundada por el primero en 1847; y de la Primera
Internacional de los Trabajadores (1864) cuyos Estatutos
redactó Marx, debería ser analizada políticamente.

Para algunos pensadores socialistas la lucha de clases se


manifiesta mediante "conflictos de intereses", que pueden
solucionarse mediante negociaciones, acuerdos o pactos;
independientemente de que los adversarios hayan
presionado, o no, con medidas de fuerza: huelga de unos;
despidos, represión policial, etc. de otros.
A esta variante, por cierto, habría que interrogarla: ¿En una
huelga se enfrentan dos clases sociales, o sólo algunos de sus
miembros? Y lo mismo vale para los sindicatos y partidos.
¿Quién está legitimado para hablar y actuar en representación
de los millones de individuos que integran una clase social?
En cualquier caso, queda claro que esta interpretación de la
lucha de clases se circunscribe a luchas económicas dentro de
un marco político reformista.
Así; como una lucha para obtener ventajas y beneficios de un
régimen económico y político que no se pretende derribar,
entendió la lucha de clases el socialismo democrático y
reformista: la socialdemocracia europea agrupada en la
Segunda Internacional bajo el liderazgo de los marxistas
Kautsky y Bernstein.

Pero la lucha de clases también puede concebirse como una


"guerra por el poder" total o absoluto (político y económico).
Por la dominación de clase, en palabras de Marx.
Es decir, como una guerra civil revolucionaria para apoderarse
del Estado y los medios de producción. El objetivo estratégico
del proletariado debería ser… la expropiación de los
expropiadores por medio de un gobierno de la clase obrera.

Para mayor abundancia sobre su concepción de la lucha de


clases:

La conquista del poder político por el proletariado… El poder


político, propiamente hablando, es la violencia organizada de
una clase contra otra… Los comunistas proclaman
abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados
derrocando por la violencia todo el orden social existente.

Se le entiende, ¿verdad?

Pues bien. Una vez que con estas inequívocas aclaraciones


desaparece la ambigüedad y aflora el verdadero sentido de la
tesis marxista, puede afirmarse que ésta es una estafa
intelectual, ya que jamás ha existido en la historia universal,
como Ley (con la excepción que ahora se comentará), una
lucha de clases como guerra de clases generalizada y
sistemática, programada para la toma revolucionaria y
violenta del poder.

La lucha de clases entendida como conflictos de intereses


negociables, y no la guerra de clases, ha sido la única ley
histórica universal vigente desde la Antigüedad hasta su única
excepción con la Revolución Francesa del siglo XVIII en la que,
por primera vez en la historia, después de al menos 2.500
años, una clase (la burguesía) desalojó violentamente del
poder político y económico a otra (la aristocracia o nobleza)
que detentó el poder desde las primeras civilizaciones; incluso
durante las pseudo democráticas repúblicas griegas y
romanas.
Pero la Revolución Francesa sólo ha sido una excepción de la
única milenaria ley histórica que sigue estando vigente, dado
que después de ella, es decir, desde hace ya… dos siglos… las
revoluciones burguesas se extendieron por Europa y América
sin que hasta ahora hayan sido reemplazadas, como
aseguraba otra profecía de Marx, por la… única clase
revolucionaria destinada a esa misión histórica: el
proletariado; los sepultureros de la burguesía engendrados
por ella.
A no ser, claro está, que se tenga el cinismo de considerar
Estados proletarios a los gobernados por pequeños burgueses
comunistas fundadores de una aristocracia roja. ¿Lenin,
Trotski, Mao, Ho Chi Min, Fidel Castro… miembros de la clase
obrera? ¿Estado proletario la monarquía roja de Corea del
Norte? ¿Los partidos comunistas… todos ellos con una
abrumadora mayoría de militantes de clase media, partidos
obreros?

Resumiendo:
1- Al otorgar a su hipótesis el rango científico de tesis, Marx
tuvo la osadía intelectual de eliminar de la historia universal
nada menos que los 2.500 años sin lucha revolucionaria o
guerra de clases, anteriores a la Revolución Francesa.
2- Sus seguidores silencian que desde aquella única excepción
que confirmó la regla, ésta sigue vigente: una historia
universal en absoluto articulada por la lucha de clases
concebida como una guerra civil revolucionaria por el poder.

El truco del prestidigitador hegeliano Marx consistió en


maquillar la hipótesis “lucha de clases” como tesis, para
presentar como científica lo que era una visión teleológica
funcional a su Utopía, es decir, pura metafísica: la historia
universal considerada como un Proceso hacia un fin
predeterminado por el plan o programa de Dios, la
Providencia, el Espíritu, el Ser Supremo, el Logos, el Sino, la
Lucha de Clases… según preferencias de una larga lista de
filósofos y teólogos cristianos, agnósticos y masones como
San Agustín, Kant, Hegel y Marx entre decenas. Produce
vergüenza ajena escuchar en boca de intelectuales marxistas
el oximoron epistemológico de considerar científicas las
predicciones y oráculos. Como toda doctrina historicista, el
marxismo fuerza a la realidad para que encaje en la teoría.
Ludwig Von Mises identificó la pirueta del socialismo
“científico”: Lo que ha hecho una realidad de la lucha de
clases es la conciencia de clases creada por la ideología
marxista. Es la idea la que ha creado la clase y no la clase
quien ha creado la idea.

Que Marx concediera una función determinante a la lucha de


clases (en su variante guerrera) como articuladora de la
historia universal, resultó funcional a su lógica política, porque
le permitió vincularla a otro mito de su utopía mesiánica: la
supuesta naturaleza revolucionaria, justiciera y redentora del
proletario. Una suerte de superhombre prometeico que, como
sujeto histórico, estaría destinado a cumplir la misión de
instaurar la última fase de la historia: la sociedad comunista;
donde la necesidad (alimentos para los pobres del mundo y
los esclavos sin pan) cedería su lugar al reino de la
abundancia y la libertad mediante un reparto justo en una
sociedad donde ya no habría ni Estado ni clases sociales: De
cada cual según su capacidad. A cada cual según su
necesidad.
Versión marxista del Antiguo Testamento, con maná del cielo y
paraíso terrenal incluidos. La Tierra como paraíso y patria de
la humanidad, según la letra de “La Internacional”.

Lógicamente, el concepto de lucha de clases revolucionaria


generó una praxis política específica:

A partir de las enseñanzas aportadas por la insurrección de la


Comuna de París en 1871, la lucha de clases según la
entendían los socialdemócratas que tres años después de
morir Marx fundarían la Segunda Internacional (lucha sindical-
parlamentaria: nivel táctico-reformista), fue reconvertida por
Marx-Engels y sus discípulos radicales en una guerra de clases
destinada a la toma armada del poder (nivel estratégico-
revolucionario) e implantación de una dictadura del
proletariado. Este nuevo paradigma, que Lenin defendería en
sus Tesis de Abril y en su durísima polémica con Kautsky, hizo
posible el golpe de Estado bolchevique-militar del 25 de
octubre de 1917, y se institucionalizó en una Tercera
Internacional que consagró definitivamente la ruptura del
movimiento socialista en dos bandos irreconciliables.
E incluso fratricidas: los comunistas rusos exterminaron a los
socialistas; y la República alemana de Weimar presidida por el
socialista Fiedrich Ebert masacró a centenares de comunistas
y a sus líderes Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo.

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