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Todavía PSOE y Podemos no han entrado a negociar o a dialogar sobre contenidos, pero
las cuestiones formales y de procedimiento les alejan cada vez más. El PSOE asiste
"con perplejidad, preocupación y decepción a la comparecencia del señor [Pablo]
Iglesias", ha dicho este lunes el portavoz parlamentario del PSOE y del equipo
negociador de los socialistas, Antonio Hernando, ante el formato que ha propuesto
Podemos en un documento que define las funciones que debería asumir Iglesias como
vicepresidente. "Una vez más, el señor Iglesias demuestra que no sabe ni dónde está ni
qué papel le corresponde".
Una vez señaladas las reglas del juego, Hernando ha asegurado que el equipo
negociador del PSOE está dispuesto a empezar el diálogo sobre contenidos de manera
inmediata con quien designe Pablo Iglesias o con él mismo. "Lo que pensamos del
documento de Podemos se lo diremos a Podemos tan pronto como nos reunamos con
ellos; mientras tanto, seguiremos trabajando con todos aquellos grupos que quieren un
cambio".
Consulta, el 27 de febrero
En 2007 la crisis se activó, en primer lugar, a través del mercado hipotecario; luego pasó
a la banca, de la que inicialmente se dijo que tenía problemas de liquidez cuando eran
de solvencia. Ahora los problemas se han contagiado a través de las bolsas de valores y,
dentro de ellas, del sector financiero. Los inversores no apuestan por los bancos. Se está
sustituyendo el momento Lehman Brothers (problemas inmediatos de solvencia de uno
de los principales bancos de inversión de Wall Street) por el momento Deutsche Bank,
que afecta al primer banco germano y a una buena parte de las entidades financieras
italianas. Sus dificultades son más de falta de rentabilidad (bajos tipos de interés durante
mucho tiempo) que de solvencia, aumento de la morosidad, sospechas de problemas en
el impago de sus seguros (CDS), y necesidad de mayores porcentajes de capital para
coyunturas como la actual, de “estancamiento secular”.
A pesar de que Ortega y Gasset dijera en alguna ocasión que no sabemos lo que nos
pasa, y eso es precisamente lo que nos pasa, los españoles sí que sabemos lo que nos
pasa, al menos en parte. Por ejemplo, hemos transitado en cuatro décadas de tener al
dinosaurio como animal emblemático a tener al camaleón. Así, sin paliativos, como si
no hubiera en la fauna otras figuras bastante más apropiadas para una sociedad
democrática, como sería el caso de una ciudadanía madura y responsable, integrada en
instituciones justas.
Como es sabido, en ese género literario que es la emblemática, y también en las fábulas,
se utilizan con frecuencia figuras de animales para transmitir un mensaje moral. Los
animales representan virtudes o vicios, como es el caso del zorro, que simboliza la
astucia, el león, el valor y la nobleza, el águila, la amplitud de miras, o la cigarra, la
pereza.
Así las cosas, hace algunas décadas, la persona de convicciones profundas, dispuesta a
defenderlas a capa y espada, y a no cambiarlas ni matizarlas por ningún concepto era el
modelo a imitar, al menos en la educación oficial, tanto formal como informal. Como
los dinosaurios de cuerpo acartonado que se hicieron famosos más tarde gracias a las
películas de Spielberg. Sin embargo, los dinosaurios no pueden resistir los cambios,
parecen invencibles, pero perecen en cuanto es necesario adaptarse a un nuevo entorno.
Sobrevivir, y sobrevivir bien requiere flexibilidad, no digamos ya en el caso de las
personas y de las sociedades. Esta lección es la que fuimos aprendiendo en esa escuela
que fue la Transición ética y política, una Transición que hubiera sido imposible sin
incorporar el hábito democrático de intentar buscar acuerdos dentro de los límites de lo
justo y razonable.
La corrupción es un cuerpo extraño en la vida pública y debe ser eliminada sin
paliativos
Pero, por desgracia, poco a poco a lo largo de estos 40 años ha ido ganando terreno el
camaleón como modelo a imitar, acompañado de la leyenda que le corresponde
tradicionalmente: “Yo me adapto”. Pero no solo eso, que sería muy razonable para
poder sobrevivir, sino: “Yo me adapto a lo que haga falta con tal de prosperar
grupalmente y sobre todo individualmente”. Aunque para lograrlo sea necesario
abandonar todas las convicciones racionales y borrar de un plumazo las señas de
identidad que impidan pactar con cualquier cosa.
Recordando a Nietzsche se dice entonces que las convicciones son prisiones, y se añade
por cuenta propia que no interesa forjarse convicciones, sin solo construir convenciones.
La ingeniosa frase de Groucho Marx “estos son mis principios, y, si no les gustan, tengo
otros” se convierte en imperativo de actuación para la vida política y para el conjunto de
la vida social. Los consejos de Maquiavelo al príncipe para que intente engrandecer la
patria se manipulan hasta convertirse en recetas caseras para triunfar en política en
provecho propio.
Ciertamente, la falta de flexibilidad es letal, para quien la practica y sobre todo para
quienes dependen de él, en más o en menos. Pero el vacío de convicciones es
igualmente letal para quien carece de ellas y sobre todo para los que de algún modo
están en sus manos. Y eso es precisamente, al menos en parte, lo que nos pasa; con
malas consecuencias para el conjunto de la sociedad y para los más vulnerables en
particular.
Como en las cosas humanas, una vez tomado el pulso al momento presente, lo
importante es idear qué queremos que nos pase y poner los medios para encarnarlo en la
realidad, es urgente encerrar a los dinosaurios y a los camaleones en las páginas de la
historia de la emblemática pasada, y optar por un nuevo emblema, el de una ciudadanía
madura, capaz de labrar un buen futuro.
El vacío de convicciones es letal para quien carece de ellas y para los que están en sus
manos
Ciudadanos hay de dos tipos al menos, los que optan por ingresar en partidos políticos y
asumir con ello una especial responsabilidad por la cosa pública, y esa gran mayoría que
conforma la sociedad civil y que es sin duda corresponsable. Aunque siempre conviene
recordar que a mayor poder, mayor responsabilidad. ¿Qué podemos esperar de unos y
otros?
En lo que hace a los primeros, cabe esperar de ellos, como mínimo, que tomen en serio
el Estado de derecho, cumpliendo escrupulosamente la legalidad. No es de recibo
corromper la actividad política concediendo contratos de favor a cambio de un impuesto
partidario, generando esa gangrena que recorre nuestra sociedad. La corrupción es un
cuerpo extraño en una vida pública sana y debe ser eliminada sin paliativos. Pero
tampoco es lícito eludir las leyes, por ejemplo, proponiendo referendos
inconstitucionales; una actuación que deslegitima cualquier pretensión de que la
ciudadanía cumpla las leyes. Por otra parte, los partidos deben exhibir sus señas de
identidad, aclarar de forma transparente con quiénes están dispuestos a pactar y cuáles
son los contenidos de los pactos, que deben estar en coherencia con el propio programa.
Actuar de otro modo es caer en el oscurantismo, practicar un fraude inadmisible, que
provoca desafección, porque convierte al voto en blanco y a la abstención en las
opciones más razonables. Votar sin saber qué se está eligiendo es en realidad entregar un
cheque en blanco, y ningún elector tiene por qué hacerlo.
Más allá de los dinosaurios y los camaleones, la ciudadanía madura toma lo mejor del
liberalismo y del socialismo. Se compromete con las exigencias del Estado social de
derecho en que vivimos, creando cohesión social y amistad cívica; abre las puertas a los
refugiados políticos y a los inmigrantes pobres, actuando a la vez en los lugares de
origen; apuesta por reforzar la Unión Europea, consciente de que no hay que
abandonarla porque esté en crisis, sino trabajar activamente por construirla mejor;
practica el cosmopolitismo arraigado de quien se compromete con lo local y sabe cuál
es su lugar en el mundo.
"La popularidad no debería ser la medida a la hora de elegir políticos. Si fuera así el
Pato Donald estaría en el senado".Orson Wells.
Lo cual nos permite afirmar que por más eficaces que sean en sus trabajos, por más
decentes que sean en sus vidas personales, por más amables que sean en el trato a los
niños y a los animales de compañía, como animales políticos una enorme proporción de
los habitantes de la antigua democracia más rica y poderosa del mundo ocupa un
eslabón evolutivo ligeramente por encima del de las vacas.
Lo tremendo es que Luntz se acerca más a la verdad que O’Rourke, que grandes
manadas de votantes se han convencido de que Trump, que vuela a sus mítines
electorales en avión privado, es el látigo de la élite. La noción implícita, claro, es que el
día que él sea presidente todos pertenecerán a la élite. Un espécimen trumpista, una
devota de unos 40 años con gafas cuyas dos lentes pintaban el nombre de su héroe,
decía el otro día en la CNN que su candidato favorito representaba para ella “la
esperanza”.
Es decir, que la noción que esta dama y sus correligionarios tienen de la esperanza está
representada en un personaje que insulta a las mujeres sistemáticamente, llamándolas en
público “cerdas, perras, guarras” o peor, y en el caso de una presentadora de televisión
que le hizo una pregunta difícil durante un debate, proponiendo que debía estar en el
medio de su ciclo menstrual. “La sangre le sale por los ojos”, Trump declaró.
Apelando a aquellas partes del cerebro que heredamos de los dinosaurios, el mensaje de
Trump cala. El área de materia gris encargada del razonamiento no entra en juego. Si
no, aquellos que aspiran a que Trump sea su máximo representante terrenal
reflexionarían que ya hay más de 50 millones de “hispanos” en Estados Unidos y o es
demasiado tarde para impedir las masacres que se avecinan, o quizá no representan un
problema tan serio como algunos creen. Si no, contemplarían la siguiente contradicción:
Trump está en contra de reducir el acceso de los ciudadanos a las armas de fuego en un
país donde acaban con las vidas de más de 30.000 personas al año, donde niños de cinco
años han matado a muchas más personas con las pistolas de sus padres que las que han
muerto como secuencia de atentados terroristas islamistas desde el 11-S (la cifra total es
48) en suelo estadounidense. Está estadísticamente demostrado que hay más posibilidad
hoy de morir en EE UU partido por un rayo que abatido por un terrorista.
Francisco cumple este lunes con su jornada de tributo e impulso al ala más plural de la
Iglesia mexicana. Su visita a la catedral de San Cristóbal de las Casas (Chiapas), donde
honrará la tumba del obispo indigenista Samuel Ruiz, supone una restitución histórica
del sector progresista del clero, laminado durante décadas por la conservadora jerarquía
local en mancuerna con el Vaticano, y un aldabonazo de sello papal a la reactivación de
la orientación pastoral sociopolítica.
El Papa, que por la tarde pasará por la capital de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, dará misa a
las diez en San Cristóbal en un campo de deportes y luego recorrerá la ciudad hasta la
casa episcopal, donde almorzará con ocho fieles indígenas y con los dos obispos de la
diócesis un pollo con champiñones y arroz blanco. Todo en el mismo plato, sin entradas,
por indicación del equipo de Francisco, aunque sí con un poco de dulce con queso de
postre. A continuación irá a la catedral y rendirá tributo a Ruiz, sepultado en el propio
templo. El sentido de justicia y diversidad de Jorge Mario Bergoglio se verá medido en
el exigente espejo de Ruiz, un obispo que entraba a la catedral con los zapatos llenos de
barro y usaba caleidoscópicas mitras y estolas de colores que le bordaban mujeres
indígenas.
En pleno papado del tradicionalista Juan Pablo II, la Santa Sede reaccionó ante su
heterodoxia. A principios de los noventa el cancerbero del Pontífice polaco en México,
Girolamo Prigione, intentó sacarlo de Chiapas pero el obispo, con un respaldo popular
muy amplio, se resistió. Los ataques a Ruiz se exacerbaron con el levantamiento el 1 de
enero de 1994 del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Si bien Ruiz siempre
criticó la vía armada, sus enemigos llegaron a acusarlo de comprarle los fusiles a los
zapatistas con el dinero de la diócesis. A la postre fue un mediador clave en los diálogos
del paz con el Estado y llegó a ser nominado dos veces para el Premio Nobel de la Paz.
En Chiapas, el Estado más depauperado del país (1,6 de 4,7 millones de habitantes en
pobreza extrema, casi todos indígenas), el Papa tendrá la ocasión de desplegar su
artillería progresista de la mano del recuerdo de una de las figuras a las que se guarda
más respeto en México. “Él fue muy tras de la gente indígena”, decía anoche en San
Cristóbal Juana Pérez, una mujer tzotzil que describía con ternura al obispo Samuel
Ruiz: “Era un gordito que andaba con su gorrito. Sí. Así era el difunto”.
“No acumulen fortuna”, ha dicho el Papa Francisco en la misa que ha ofrecido este
domingo en Ecatepec. “Con el demonio no se dialoga, porque nos ganará siempre”.
Cerca del pontífice, a tiro de piedra, el obispo emérito de Ecatepec, Onésimo Cepeda,
atendía sus palabras. El prelado, antiguo agente de bolsa, impulsor de Inbursa junto al
magnate Carlos Slim, autor de frases como “el estado laico es una jalada” o “si ya
desaparecieron, ya desaparecieron”, en referencia a los 43 estudiantes de Ayotzinapa,
había llegado temprano a la catedral.
Cientos de miles de fieles esperaban la llegada del Santo Padre en las calles de
Ecatepec, algunos desde la madrugada, como unas señoras que habían aguantado sin
dormir desde las tres de la mañana. Las señoras eran voluntarias de la organización que
ha preparado la visita del Pontífice al municipio. Vestían, todas, camisetas tamaño extra
grande con el escudo de la diócesis en la espalda. Una de ellas señalaba la mitra que
corona el escudo, la mitra papal, y también el báculo, a un costado. Las señoras
guardaban el perímetro de la marcha del Papa, que ha llegado en helicóptero a Ecatepec
y luego ha tomado el papamóvil para alcanzar el predio El caracol, donde ha oficiado la
misa.
Había trascendido estos días que el Gobierno del Estado de México, comandado por el
priista Eruviel Ávila, se ha esmerado en arreglar los alrededores del predio El Caracol,
así como las calles cercanas, entre ellas la avenida Hank González. La intención,
además de estética, era evitar las polvaredas a toda costa, las famosas tolvaneras, lluvias
de arena frecuentes en la tierra baldía del altiplano mexicano. El Gobierno de Eruviel
había repartido gravilla por medio término municipal de Ecatepec con tal objetivo.
Suerte que no ha soplado el viento, porque algunos tramos de la Hank González, en
glorietas y jardineras –sin plantas– lucía en rutilante gris, en calma, el polvo de todos
los días.
El Papa atravesó raudo la avenida, generando a su paso una deformación del espacio
tiempo: su visita era, desde luego, una ruptura en la rutina dominical de los
ecatepecanos. Una señora en silla de ruedas había salido a la calle con su hijo a verlo
pasar. Abrigada, amarrada a una de las miles de banderitas con los colores de México y
El Vaticano que había repartido el gobierno estatal, ha dicho: “Aunque sea verlo pasar,
aunque sean tres segundos”…
Los miles de fieles atendieron, gritaron y volvieron a su fiesta, algunos con sus bandas
de música, sus porristas, otros con los chalecos rojos –el color del PRI–, también de la
organización. Los vendedores ambulantes trataban de sacar su mercancía al precio que
fuera. Los más desgraciados, los vendedores de banderas, lo tenían peor, su
competencia, el Gobierno del Estado, las daba gratis. Uno, ya cerca del centro comercial
Las Americas, a varios kilómetros de El Caracol, puso cara de fastidio. Parado en una
glorieta llena de polvo dijo: “Mejor hubiera vendido de El Chapo”.
Pablo Iglesias (c), acompañado por Nacho Álvarez y la diputada Carolina Bescansa,
durante la presentación. Uly Martín
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"En estos momentos", razona el texto, presentado en el Congreso de los Diputados por
Iglesias —acompañado de Carolina Bescansa y de Nacho Álvarez—, "es imprescindible
la convocatoria de un referéndum con garantías en Cataluña que permita a sus
ciudadanos y ciudadanas ejercer el derecho a decidir sobre su futuro político. No se trata
solo de la única salida capaz de desbloquear una situación que se ha caracterizado por la
negación del debate político y de la búsqueda de soluciones más allá del bloqueo
institucional, sino que es, además, la opción que genera un amplio consenso entre la
ciudadanía de Cataluña, con independencia de su posición acerca de la relación entre
Cataluña y España, y que permite asimismo un debate real sobre las distintas opciones
desde un espacio de consenso".
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, ha rechazado sin ningún tipo de matiz
negociar con Ciudadanos un Gobierno de coalición con el PSOE, IU y Compromís. De
hecho, sigue apremiando al líder de los socialistas, Pedro Sánchez, para que abandone
los contactos con el equipo negociador de Albert Rivera y se decante por Podemos.
Pero Iglesias no descarta del todo el diálogo con la formación de origen catalán, ya que
quiere pedirles la abstención, al igual que a DL, ERC y el PNV, en la sesión de
investidura de Sánchez. Por esta razón ha enviado a Rivera su documento de propuestas
-también lo quiere hablar con el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy-
para tratar de convencerle.
El documento resalta como esenciales esos cambios de estructura del Estado y del
Gobierno. El Ejecutivo que plantea Podemos tendría 15 ministerios, entre los que
figuran Igualdad y Medio Ambiente que también propone el PSOE, una Presidencia,
ocupada por Pedro Sánchez, y una Vicepresidencia, de la que se encargaría Iglesias. "En
sí mismo", explica el texto, "un Gobierno de coalición con Pedro Sánchez en la
Presidencia y Pablo Iglesias en la Vicepresidencia supone un mecanismo de check and
balance, control y contrapeso, es decir, una garantía de que en nuestro país se acabaron
los rodillos y los gobiernos que no rinden cuentas".
Economía
Vicepresidencia
Ministerio de Plurinacionalidad
Este organismo se justifica, según Podemos, "porque el primer déficit democrático que
debemos abordar está conectado con la cuestión de la cohesión territorial y la búsqueda
de un nuevo encaje para todas las naciones, comunidades políticas y territorios, si así lo
deciden". "Es un proceso que debe partir del reconocimiento previo y específico de las
diversas realidades nacionales. La apuesta por desarrollar un Estado plurinacional,
donde todas las comunidades nacionales puedan desarrollarse en un marco libre de
imposiciones, igualitario y cooperativo, es una obligación con nuestra propia identidad
como país". Uno de sus primeros objetivos será impulsar un referéndum en Cataluña:
"Impulsar el proceso de referéndum en Cataluña como objetivo en la primera etapa de
Gobierno y cualesquiera otros procesos de consulta y referéndum en aquellas naciones
que lo hayan planteado con especial intensidad".
Pedro Sánchez inició las negociaciones para ser investido presidente anunciando su
intención de llegar a acuerdos "a izquierda y derecha". Sin embargo, las profundas
diferencias programáticas que separan a PSOE, Ciudadanos y Podemos se han puesto de
manifiesto este lunes, cuando la formación de Pablo Iglesias ha hecho público su
documento negociador. Son tantas las incompatibilidades en aspectos clave como el
modelo territorial, la política económica y fiscal, la composición del Ejecutivo o las
relaciones con Bruselas, que Antonio Hernando, portavoz parlamentario de los
socialistas, se ha declarado "perplejo" ante la oferta de Pablo Iglesias.
Sistema laboral. Podemos quiere derogar las dos últimas reformas laborales (PSOE y
PP). El PSOE, por su parte, coincide solo en su voluntad de derogar la reforma laboral
del PP. Ciudadanos, que no la defiende, ofrece una solución que ha sido muy criticada
por Iglesias y Sánchez: un contrato único indefinido con indemnizaciones progresivas
por despido según la antigüedad. En su documento, los socialistas plantean tres tipos de
contrato. Podemos, por su parte, plantea una reforma de la contratación temporal y
parcial tendente a aumentar el número de indefinidos. Las diferencias entre los tres
partidos en este apartado son múltiples.
Sistema electoral. Los tres partidos quieren cambiar la actual ley electoral para que
gane en proporcionalidad. Pero no coinciden en el modelo: Ciudadanos quiere un
sistema de doble urna y Podemos uno que tenga a las autonomías como circunscripción
electoral. El PSOE, por su parte, se limita en su documento negociador a mostrar su
buena disposición a mejorar la proporcionalidad del sistema.
Lucha contra la corrupción. Los tres partidos plantean una amplia batería de medidas
anticorrupción, lo que incluye, en el caso de Podemos, hasta la creación de una
secretaría de Estado para afrontar la lucha contra esta lacra. Coinciden, por ejemplo, en
endurecer el régimen de incompatibilidades, en su voluntad de reformar la ley de
partidos o en que quieren proteger a los denunciantes. Sin embargo, Podemos no aboga
por algunas de las medidas estrella de la propuesta de Ciudadanos, como la de eliminar
los aforamientos o expulsar a los imputados de cargos públicos y listas electorales. En
ese punto, el PSOE se muestra dispuesto a avanzar "en la adecuación del régimen de
aforamientos".
Salario mínimo interprofesional. Podemos pide que suba de los poco más de 600
euros mensuales actuales a “al menos” 950 euros mensuales al final de la legislatura.
Coincide con el PSOE en que debe alcanzar el 60% del salario medio neto. Ciudadanos
no se pronuncia en su documento.
Ley de la segunda oportunidad. Los tres partidos coinciden en una amplia batería de
medidas de segunda oportunidad para los emprendedores, los autónomos y las familias.
El papel del PP. Pedro Sánchez y Mariano Rajoy han subrayado que se votarán no
mutuamente. Rivera, mientras tanto, insiste en intentar mediar e incorporar al PP al
proyecto. Iglesias es tajante: no cuenta con la formación de Génova.
Algunos rasgos de nuestra fisiología, como el tamaño y la forma del pene, muestran que
no hemos evolucionado para entregarnos a un solo amor
Cuando el presidente llegó al mismo punto de la visita, el empleado le dio el recado que
había dejado su esposa y dejó pensativo al presidente. "Entonces, dígame, ¿el gallo elige
siempre a la misma gallina cada vez que lo hace?". "No, no, a una diferente cada vez",
respondió el granjero. "Por favor", contestó el presidente, "cuéntele eso a la señora
Cooldige".
Esta historia es la que da nombre al Efecto Coolidge, un término empleado por los
biólogos para explicar un fenómeno habitual entre los mamíferos. El interés sexual, en
particular entre los machos, se incrementa ante la presencia de nuevas parejas. Por eso,
quizá sea deseable cierto grado de escepticismo cuando cuatro hombres cantan que solo
piensan en ti.
Aunque el efecto Coolidge se ha observado con más intensidad en los machos, algunos
rasgos de nuestra fisiología muestran que, probablemente, tampoco ellas evolucionaron
para entregarse a un solo hombre. La evolución es una batalla cruenta en la que hay que
adaptarse a circunstancias cambiantes para no quedarse en el camino y de esa batalla
quedan vestigios que nos pueden dar una idea de cuáles eran las amenazas que se
afrontaron.
Que haya rasgos promiscuos en nuestra naturaleza no implica que no podamos aspirar a
sobreponernos a ellos si eso nos parece lo correcto
Ejemplos como los anteriores sugieren que el ideal del amor con exclusividad sexual
incorporada, probablemente, no forma parte de nuestra naturaleza. Quizá por ese
motivo, precisamente, es una aspiración compartida por millones de personas en el
mundo. Poca gente desea con tanta intensidad algo que puede conseguir con facilidad.
No obstante, como recordaba en Materia el antropólogo Michael Tomasello, conocer
determinados rasgos de nuestra naturaleza no implica que no podamos aspirar a
sobreponernos a ellos si eso nos parece lo correcto. El racismo es un mecanismo
integrado en nuestra biología y eso no significa que tenga que ser aceptable.
Por otro lado, la evolución es un proceso continuo, y los humanos llevamos siglos
reutilizando capacidades surgidas en la sabana africana para realizar todo tipo de nuevas
actividades. La lectura, por ejemplo, es posible porque nuestro cerebro reutiliza nuestra
capacidad para reconocer rostros u objetos. Hormonas como la oxitocina o la
vasopresina sirvieron durante millones de años para regular el comportamiento
reproductivo de los mamíferos, estrechando lazos entre los progenitores y entre estos y
sus crías, y estas mismas hormonas debieron de facilitar la creación de los vínculos que
hicieron posible la aparición de una especie tan social como la humana. Después, como
recordaba un estudio publicado en Nature la semana pasada, la aparición de las
religiones permitió amplificar ese mecanismo hormonal para superar los vínculos de la
tribu y comenzar a construir imperios.
Es probable que el amor que algunos celebrarán en San Valentín, con una exclusividad
sexual perpetua, tenga tan poca relación con la naturaleza humana como las creencias
religiosas. Sin embargo, es difícil discutir que ambas han desempeñado un papel. Calvin
Coolidge, el protagonista de nuestra historia inicial, decía algo respecto a la religión que
hoy puede resultar hoy chocante en una democracia: “Nuestro Gobierno descansa en la
religión. De esa fuente derivamos nuestra reverencia por la verdad, la justicia, la
igualdad y la libertad, y por los derechos humanos”. Quién sabe si dentro de un siglo,
nuestra forma de vivir el amor parecerá igual de estrambótica a los habitantes del futuro.
Aguirre tiene buenas razones para asumir responsabilidades. A medida que avanza la
investigación de la trama Púnica, se agrandan las sospechas sobre la gravedad de los
actos que han podido cometer personas de gran poder e influencia a su lado. La
macroinvestigación de la trama Gürtel ya había dejado claro que nada ni nadie frenó la
corrupción o el uso fraudulento de dinero público. La pregunta no es cuánto más podía
aguantar la mujer fuerte, sino cómo no había dimitido antes. Lo que ha ocurrido en
Madrid es que el juez y la Guardia Civil van tirando de los hilos hasta dar con una
lógica: si el ex secretario general del partido en la comunidad, a la sazón Francisco
Granados, es un presunto corrupto a gran escala, todo el partido puede estar infectado.
“Algo grave hay ahí”, admitió Aguirre en su comparecencia de ayer.
Es abusivo que las autoridades o dirigentes afectados por investigaciones sobre
corrupción traten de sostenerse contra viento y marea. El político responde ante los
electores y no solo ante los jueces. El abuso en la mezcla constante de ambos planos ha
llevado a muchos votantes a dar la espalda a partidos de corruptos. Los nuevos políticos
han impuesto o asumido la agenda de la regeneración y resulta suicida que los
sospechosos de corrupción se refugien en los recovecos legales para sostenerse en la
política.
Pero no solo ellos: los jefes de los partidos tienen que responder de la buena
administración de los caudales públicos por parte de personas que dependen de aquellos
y de la limpieza de la competición electoral, falseada por la corrupción al saltarse las
reglas de la financiación de la política.
El PP permanece bloqueado por Rajoy, que dio orden de frenar todos los congresos
regionales y de supeditarlos al congreso nacional, aplazado sine die. Pero eso no detiene
los escándalos producidos a cada avance judicial, con muchos procesos pendientes. En
estas condiciones, parece imposible que cualquier otro partido facilite la reelección de
Rajoy como presidente del Gobierno. Cuando antes lo entienda, menos complicado será
formar otro Ejecutivo.
Las guerras ya no son lo que eran. Estamos perplejos ante conflictos bélicos y acciones
terroristas que no sabemos bien cómo entender y menos aún de qué manera combatir.
Los atentados del terrorismo yihadista, la misma naturaleza del autodenominado Estado
Islámico, tienen unas propiedades que no cuadran con las viejas categorías bélicas. Los
nuevos conflictos tienen muy poco que ver con las guerras de nuestra historia: se llevan
a cabo sin Estados, sin Ejércitos, fuera de toda lógica territorial. Por eso los clásicos
instrumentos militares pierden buena parte de su eficacia en estos nuevos conflictos.
Nos enfrentamos a adversarios que no tienen ni territorio, ni Gobierno, ni fronteras, ni
diplomáticos, ni asiento en el Consejo de Seguridad, ni verdaderas razones para
negociar...
Podríamos decir que las guerras son un asunto cada vez más social que militar. En otros
momentos de la historia, las guerras no implicaban más que a una élite que las llevaba a
cabo como si fuera un torneo entre dirigentes; actualmente se insertan en las sociedades
y se dirigen más a los civiles que a los militares. Se podría afirmar que la guerra de los
pobres ha sustituido a la competición entre los poderosos. No se trata de una
confrontación entre poderes establecidos sino que es, por el contrario, efecto de la
fragilidad debida a la ausencia de instituciones, a la precariedad del vínculo social, a la
miseria que encuentra en las sociedades guerreras un medio por el que canalizarse. Son
conflictos que se alimentan de patologías sociales que trascienden el juego interestatal y
que requieren, sobre todo, un tratamiento social. La guerra —si es que todavía puede
utilizarse esta palabra— se socializa cada vez más. No solamente porque implica a más
civiles, sino porque sus causas están más en los dramas sociales que en las estrategias
políticas de los dirigentes.
Explicar de dónde surgen los conflictos, cuáles son sus causas profundas, no disculpa ni
relativiza la agresión pero sirve para combatir sus causas, más allá de las respuestas que
haya que dar en cada momento a sus manifestaciones. Creo que estos nuevos conflictos
se explican al menos por tres propiedades: la desintegración social, el contagio que
caracteriza a un mundo interdependiente y el carácter global de la desigualdad.
Si queremos gobernar esta globalización del sufrimiento no tenemos más remedio que
llevar a cabo una política social de la globalización, que implica regulación, solidaridad
y cooperación, es decir, introducción en la agenda de los grandes asuntos sociales
internacionales. Hemos dado algunos pasos, pero claramente insuficientes. Hasta el
PNUD de 1966, teníamos un modelo de desarrollo que solo atendía a variables
económicas. A partir de ese momento, las consideraciones sociales globales entraron a
formar parte del análisis de la situación internacional. Más tarde, el Índice de Desarrollo
Humano, que inicialmente tenía en cuenta un número limitado de variables, comenzó a
ampliar la agenda de la seguridad e incluyó las dimensiones sociales. De una manera
todavía insuficiente, el sufrimiento colectivo se ha ido haciendo un hueco en las agendas
globales.
Hemos entrado en la era de los conflictos de la exclusión social, en relación con los
cuales la intervención militar es una solución claramente insuficiente. No se combate la
violencia de extracción social con intervenciones armadas. Se trataría de dar prioridad a
las cuestiones sociales internacionales o, dicho de otra manera, entender las cuestiones
internacionales desde la perspectiva de lo social. Hay una cuestión social global que hay
que diagnosticar y gestionar como se hizo con la cuestión social que se planteaba en el
interior de los Estados durante los siglos XIX y XX.
El País
Madrid 17 FEB 2016 - 19:57 CET
El portavoz del PSOE en el Senado, Óscar López, ha asegurado este miércoles que
Podemos está proponiendo una "involución democrática" al pretender que el Gobierno
tenga el "control" del CNI, la policía, los jueces, los fiscales y la televisión pública, que
son su "obsesión".
En declaraciones realizadas en los pasillos del Congreso, López ha recalcado que los
socialistas consideran un "grave error" el planteamiento que ha hecho Podemos en su
documento de Gobierno y ha defendido que el camino debe ser justo el contrario:
asegurar la independencia de los servicios secretos, las fuerzas de seguridad, la justicia
y la televisión.
Las medidas que plantea el partido de Pablo Iglesias han provocado reacciones en el
Poder Judicial. "Es una de las mayores aberraciones que he podido escuchar en los
últimos tiempos", ha afirmado Emilio Frías, portavoz de la conservadora Asociación de
Fiscales. Su homólogo en la Asociación Progresista de Fiscales, Álvaro García, cree que
la propuesta "choca con la petición de independencia del ministerio fiscal" que el
partido hace en otro punto de su programa.
Óscar López también ha cargado contra el secretario general de Podemos por haber
pedido al líder del PSOE, Pedro Sánchez, dejar a un lado la "arrogancia" y la
"prepotencia" para negociar. "Pablo Iglesias y humildad son un oxímoron, parece una
broma de mal gusto", ha remachado.
lo Iglesias, presentó el lunes el documento que bajo el título Un país para la gente:
Bases políticas para un Gobierno estable y con garantías fija la posición de su partido
en la negociación con el PSOE para apoyar a Pedro Sánchez en la investidura. La
propuesta supone, de hecho, un auténtico bloqueo a la posibilidad de formar un
gobierno de coalición entre ambos partidos. No es más que la afirmación por parte de
Podemos de posturas políticas que les permitan culpar a los socialistas de haber roto una
negociación que ellos mismos hacen imposible.
La propuesta es innegociable, tanto por la forma como por el fondo. Iglesias escenificó
una presentación agresiva en la que él mismo se postulaba como candidato a formar
Gobierno con Sánchez y advirtiéndole de que le podría recibir hasta el jueves.
Aparentemente ha olvidado que quien ha recibido el mandato del Rey para presentarse a
la investidura es el líder socialista, y no él. Sánchez, por su parte, debería haber
rechazado esa propuesta y esos modos de forma más convincente.
Al margen de las formas, el fondo del texto cierra cualquier posibilidad de acuerdo. Ni
el capítulo económico y fiscal, ni el territorial, ni el de política exterior y defensa están
en línea con el escenario de negociación propuesto por los socialistas. Por el contrario,
los planteamientos de Podemos sobrepasan todos los límites fijados por el Comité
Federal del PSOE, hacen imposible cuadrar las cuentas públicas, esquivan la legalidad
constitucional en política territorial y alejan a España del eje central de la política
comunitaria.
El documento tiene 98 páginas: es como si cada folio le fuera a costar a España mil
millones de euros, porque las políticas sociales que propone suponen un aumento del
gasto de 96.000 millones en tres años. En la memoria económica que incluye se
desglosa la financiación de esos nuevos gastos, con ingresos extras de 12.000 millones
por lucha contra el fraude, 28.000 millones en subidas de impuestos, 26.300 millones de
un supuesto nuevo calendario de reducción del déficit y 29.700 por crecimiento
económico. Unas cuentas muy alejadas de la realidad como socios de la Unión Europea.
En definitiva, Pablo Iglesias ha dado un paso más hacia unas nuevas elecciones al
presentar una propuesta imposible e intentar culpar a Pedro Sánchez de no querer llegar
a un acuerdo. En el camino, el líder de Podemos arriesga credibilidad y, probablemente,
votos.
Después de una campaña reñida y divisiva, la elección de 1960 dio lugar a un resultado
que en votos aún se disputa; pero en el sistema indirecto americano, Kennedy ganó por
un margen relativamente estrecho en el colegio electoral y asumió la presidencia en
enero de 1961.
En muchas democracias se acepta que sus minorías se definan como ‘nación’ dentro del
Estado
Kennedy se enfrentó a una exclusión tras otra. Antes de que las elecciones primarias se
generalizasen en la carrera para la presidencia, se presentó con éxito en una elección
primaria en el Estado fuertemente protestante de Virginia Occidental, obteniendo una
victoria decisiva que demostró su capacidad de atraer votos de quienes no compartían su
religión católica. En su toma de posesión hizo una apelación elocuente a la solidaridad,
iniciando un intento de reducir la pobreza e infundiendo ideales de tendencia altruista en
la mayor parte de una generación. Pero su aportación más importante tuvo que ver con
el movimiento de derechos civiles con el que mantuvo una relación a veces tensa, pero
en el fondo cercana. Juntos, Martin Luther King y Kennedy consiguieron lo que
ninguno de los dos hubiera alcanzado sin el otro. Los manifestantes persuadieron a la
opinión pública de la urgencia de acabar con exclusiones heredadas. Kennedy ayudó a
convencer a la sociedad y al sistema político de reconocer la legitimidad de la protesta y
la causa de los negros. En varios momentos, y en contra de la recomendación de
algunos asesores que pensaron que cualquier acción solidaria podría llevar a la pérdida
de votos entre la población blanca en el sur del país, Kennedy tomó partida,
demostrando su simpatía hacia King y los manifestantes.
Hay quienes afirman que un pacto de gobierno no debe de incluir a partido alguno que
represente el nacionalismo periférico. Convendría que recordasen el valor universal del
Guernica, la obra maestra de Picasso. El acto de solidaridad y de creatividad artística
del pintor malagueño es un patrimonio privilegiado de España. Pero esa exclusión
negaría la legitimidad política de los nietos de las víctimas del bombardeo representado
en el cuadro de Picasso, los vecinos actuales de Gernika que votaron muy
mayoritariamente por el Partido Nacionalista Vasco el 20 de diciembre.
El cambio cultural aplicado a la política siempre parece muy difícil hasta que tiene lugar
Cantinela fría
Cada año, como un ritual, tenemos el lamento ruso por
el injusto aislamiento al que le someten EE UU y la
UE
José Ignacio Torreblanca
17 FEB 2016 - 00:00 CET
Lo mismo puede decirse de Siria, donde el régimen de El Asad está logrando recuperar
la iniciativa militar gracias al plan diseñado por Moscú consistente en machacar a la
oposición siria para que Occidente solo pueda elegir entre Asad o el Estado Islámico.
Putin quiere tres cosas: ser una potencia global a la par con EE UU, crear una esfera de
influencia exclusiva en su periferia y mantenerse en el poder a pesar de la crisis
económica. Proclamar la guerra fría es la mejor manera de lograrlo. Esa guerra fría le
sirve a él, no a nosotros. Y encima nos la endosa
La extrema volatilidad de las bolsas ha dado un giro preocupante en los últimos días
cuando los mercados han señalado con dedo acusador a la banca europea como fuente
de inestabilidad financiera. Ya no se trata sólo de la crisis china, ni del hundimiento del
petróleo, ni siquiera de la escalada de tipos de interés de la Reserva Federal (a la vista
de la inestabilidad mundial, es probable que Margaret Yellen se lo piense dos veces
antes de seguir con su plan de normalización monetaria), sino de que todos estos
factores se proyectan sobre lo que se considera uno de los eslabones más débiles de la
cadena: la banca europea. Las bolsas han hecho caer estrepitosamente los valores
bancarios, en especial los bancos italianos, el Deutsche Bank y la Société Générale
francesa.
Es tarde para nuevos test; los mercados los aceptan con reticencia y no inmunizan
contra la incertidumbre. La línea de conducta aceptable es que los bancos centrales
entren a fondo en el examen de la solvencia de todas las entidades que están en el
núcleo de este maelstrom bancario. La estrecha conexión de la banca con la economía
real obliga además a actuar sobre el crecimiento y el empleo. Si no hay expectativas de
aumento de la demanda en Europa, las terapias financieras serán soluciones de muy
corto recorrido.
Por mucho que insista el presidente Obama en que el renacer del liderazgo
estadounidense es real pero sin ser gendarme del mundo, los grandes think-thank
globales han decretado el final de la hegemonía estadounidense. El mayor consenso en
el análisis del vigente sistema internacional es señalar que el caos y la anarquía son la
regla dominante del inestable escenario global. Voces ideológica y teóricamente tan
divergentes como Kissinger, Nye, Brezezinsky, Moisi o Fisher, en distintos estudios y
desde muy diferentes medios –también en estas páginas-, vienen a coincidir en que nos
encontramos ante un deterioro progresivo del orden mundial, una violencia creciente
fuera de control y un vacío de poder manifiesto. Pero lo peor y más peligroso es que los
actores más destacados e influyentes del sistema internacional, no están concienciados
en la necesidad de un esfuerzo común para establecer un statu quo.
La gran paradoja del poder mundial reinante es que no hay ningún actor que pueda estar
en todo y controlarlo todo: la incapacidad por parte de los Estados Unidos para seguir
siendo el guardián entre el centeno en el presente desorden global. La pérdida de un
liderazgo internacional incontestable que supone la progresiva merma de la absoluta
influencia pasada para condicionar y organizar la agenda internacional. Ante esta
presencia intermitente o inexistencia irremediable del amigo estadounidense, los vacíos
de poder regionales fuera de control, son ocupados por actores y dinámicas
desestabilizadoras violentas que proclaman para sí realidades políticas nuevas, incluso
estatales, como es el caso de ISIS; en resumen, el verdadero triunfo del caos y del
Leviatán global.
Aun con este escenario, todavía hay lugar para la esperanza: las últimas investigaciones
de la física cuántica en los átomos del xenón demuestran que, contrariamente a la
noción popular, la teoría del caos no implica el desorden completo. Cuando se tiene un
sistema caótico caracterizado por la extrema aleatoriedad, paradójicamente puede
provocarse y producirse una conducta ordenada después de un cierto tiempo y con un
Atractor adecuado. Un Atractor cuántico es un conjunto en el que todas las trayectorias
cercanas convergen haciendo que las dinámicas imprevisibles presentes tiendan hacia el
orden incluso si son ligeramente perturbadas; en estas situaciones, la única posibilidad
creadora capaz de superar la inestabilidad permanente del sistema, viene del caos.
Llegados a este punto en la aplicación de esta teoría del “caos creador” al actual
desorden del sistema internacional, será necesario saber si una colaboración entre las
dos potencias globales: Estados Unidos y China –tal como sueña Kissinger en su nueva
obra World Order- u otros tipos de alianzas propuestas: con los BRICS, individualmente
considerados o en conjunto, con o sin Rusia, incluso también coaliciones específicas
para cada zona fuera de control –como ocurre ahora en Afganistán, Irak y Siria-; todas
ellas o solo algunas, podrían jugar el papel de Atractor necesario para el sistema caótico
internacional.
Sin embargo, todos los sistemas no lineales, y el internacional lo es, son analíticamente
irresolubles y la tendencia al desorden es permanente; por lo tanto, este proceso
ordenador del caos, o Atractor, es necesario pero no es condición suficiente para dar
estabilidad y permanencia a los subsistemas regionales y al sistema internacional en su
conjunto, tanto y en cuanto, no exista un acuerdo de medios y fines con continuidad y
permanencia entre las superpotencias globales, en cada una de las zonas intervenidas.
Sería por tanto imprescindible, como ya lo fue en la Guerra Fría, dividir el mundo en
zonas de influencia y buscar alianzas específicas en aquellas regiones desestabilizadas
con un compromiso de contención militar, política y estratégica, según exija cada caso.
En conclusión, un juego de geometría variable en donde el acuerdo global chino-
estadounidense –más que poco probable-, debería ser compatible con una multitud de
subacuerdos regionales en donde el aliado en una región podría ser el enemigo a
contener y combatir en otra. Véase el papel de Rusia como superpotencia global y su
posición interesada en conflictos como el de Ucrania o Siria.
Estamos ante un deterioro progresivo del orden mundial, una violencia creciente fuera
de control y un vacío de poder manifiesto
Por otro lado, en la interesante aplicación de la teoría del caos para una explicación
racional de la situación actual del sistema internacional y su posible evolución, es
imprescindible tener en cuenta uno de los paradigmas centrales de la mecánica cuántica,
la paradoja de Schrödinger. Adaptando dicha paradoja a este caso: cualquier
intervención (medida o proceso de observación) en las condiciones del sistema caótico,
altera su naturaleza (el estado de la partícula) y puede producir reacciones inesperadas
pudiendo provocar el efecto contrario al proceso ordenador deseado. En cualquier caso,
pueden implicar grandes diferencias en el comportamiento futuro, imposibilitando la
predicción a largo plazo. Ya tenemos las experiencia de los fracasos en Afganistán e
Irak, el crudo invierno en el que se han transformado las primaveras árabes, el
atolladero sirio, la extensión de la guerra en África y como conclusión última, el avance
del radicalismo, en un mundo progresivamente más desigual e inseguro.
Lo que se le dice a Sánchez es que en el Gobierno no habrá una España, como hubo una
Galicia para PSdeG y BNG. Estará por un lado la gente, que vivirá en un territorio
permanentemente autoamenazado por la ruptura, y luego los que se resistan a entrar en
razón. Los españoles que consideren que ellos están en lo cierto serán apadrinados por
la vicepresidencia del Gobierno. A los otros se les dejará en el peor escenario posible:
un Gobierno de Pedro Sánchez al que lo único que se le consulte en referéndum sea si
es posible mantener sexo cuando hay amistad. “El eterno debate”, avisó el socialista en
Twitter.
Salvadas todas las distancias, que no son pocas ni cortas, algo flota en el ambiente que
recuerda los lejanos tiempos del 98, cuando el espíritu público andaba por los suelos
ante el ruido ensordecedor que anunciaba un inminente finis Hispaniae: tanto había
caído España, dirá Costa, que ya la veía, como a Lázaro, en el sepulcro, a la espera del
mesías que le dijera levántate y anda. Llegó a sentirse tan hondo el daño, y acudieron
tantos médicos a la cabecera del enfermo, que las librerías rebosaron de aquel
abrumador regeneracionismo que a don Juan Valera le parecía que a nada bueno
conducía, pues “quien aspira a regenerarse empieza por creerse degenerado”. Eran los
males de España, el desastre nacional, la moral de la derrota…
También como entonces, la proliferación sin tasa de esta literatura terapéutica nos
alcanza hoy al son de una música elegiaca: algo ha ocurrido en el reciente pasado, un
infortunio, una desgracia, que nos ha arrastrado hasta la penosa situación en que nos
encontramos en el presente, nosotros, que fuimos capaces de asombrar al mundo en
aquellos años que ahora se revelan como de falsa bonanza. ¿Acaso no crecíamos a una
velocidad que hacía estallar el espejo en que solíamos mirarnos para medir la
profundidad de nuestra pasada decadencia? Italia, Francia y hasta Alemania quedaban
rezagados, mientras nuestros gobernantes se atrevían a plantar los pies encima de la
mesa del único anfitrión a su altura, Estados Unidos de América.
Y así, de un tiempo a esta parte, la pregunta que más veces repetimos al tropezar con
algún conocido ha cambiado el clásico ¿qué tal, cómo estás? por el inevitable ¿qué va a
pasar, cómo lo ves? Lo preguntas tú, y te lo preguntan a ti, en medio de un clima de
frustración y desconcierto como si de pronto el horizonte se hubiera estrechado de tal
manera que ya no existiera futuro. Frustración, porque del “España va bien” de Aznar y
de la “España más fuerte” de Zapatero hemos caído al lamento por lo mal que España
va y lo débil que camina. Y desconcierto, porque cuando la luz se apaga y el edificio se
agrieta, todo el mundo entona lo que ahora llaman mantra y antes cantinela: a
regenerarse tocan, nueva versión de la literatura del desastre en la que tanto se
empecinaron hace más de cien años nuestros ancestros.
Es tiempo de actuar y buscar un pacto amplio e incluyente para sacar adelante las
reformas
Una cantinela que nos resulta ya insufrible y humillante, porque quienes más claman
por la regeneración son aquellos que más degenerados aparecen, como ocurre con la
cúpula entera del Partido Popular, que en cualquier democracia digna de este nombre ya
habría hecho mutis por el foro. Oprobio sobre vergüenza, la regeneración consiste en
blindar a una exalcaldesa, hoy senadora, para que no la salpique ni una mota de la
podredumbre sobre la que sentó sus reales, tan ufana ella, durante décadas. Y el
regenerador supremo del mismo partido, su presidente, ahí sigue, impasible, y encima
maleducado, cuando a su alrededor y dentro de su cueva todo es corrupción. La última
burla a sus propios votantes, mofándose del Senado al utilizar su Diputación
Permanente como tapadera de una organización corrompida hasta el tuétano, colma en
verdad el vaso de la paciencia.
Que se regeneren ellos, los degenerados; o que tomen las de Villadiego, como acaba de
hacerlo la presidenta del Partido Popular en Madrid, el otro gran bastión del PP que ha
resultado ser una cueva de ladrones; que los responsables políticos que han chapoteado
durante décadas en ese piélago de clientelismo y corrupción, consentido cuando no
promovido por ellos mismos para consolidarse en el poder, se vayan a casa con todo su
séquito y se den una buena ducha. Que dejen de maniobrar como traficantes de
desperdicios, que se callen y no alboroten, mientras los demás, que son mayoría,
debaten y negocian las reformas encaminadas a impedir que esta corrupción que ha
engrasado las relaciones entre política y economía y que ahora amenaza con asfixiarnos
a todos, resurja otra vez, pasado el trance, como si nada hubiera ocurrido.
¿Es posible? Claro que lo es. Ciertamente, “la crisis por la que pasamos” —como dijo
también Valera hace más de un siglo— “es terrible de veras, y aun serían menester
muchos disgustos, muchas perturbaciones y muchas fatigas para que salgamos de ella
triunfantes”. Pero disgustos, perturbaciones y fatigas ya hemos acumulado en demasía.
Ahora es tiempo de actuar, de aplicarse a la tarea con discreción y responsabilidad. Y es
preciso destacar en este punto que, tras un decepcionante comienzo, los equipos del
PSOE y de Ciudadanos que decidieron encontrarse y negociar como se podía esperar de
políticos en una democracia en buen estado de salud, han dado un magnífico ejemplo de
cómo deben hacerse las cosas. Quizá si Podemos evitara alguna nueva payasada, como
la presentación en público de medio Gobierno, con su general y todo, y los afiliados y
votantes del Partido Popular obligaran a sus actuales dirigentes a emprender la vuelta a
casa, el futuro comenzaría a abrirse de la única manera posible tras el resultado de las
pasadas elecciones: alcanzando un pacto, amplio e incluyente, con objeto de acometer la
reforma pendiente de la Constitución y todas las conexas: revisar lo relativo a la
autonomía de los diversos territorios del Estado, garantizar la independencia de todas
las Administraciones públicas, restablecer el control y equilibrio de poderes, impedir y
sancionar la colusión de gestores del dinero público con empresas e intereses privados.
He ahí un programa digno de hombres y mujeres de Estado que ciegue de una vez la
fuente y el origen de la corrupción, vieja amiga de la política, que tanta frustración y
desconcierto ha extendido por la sociedad española.
La gallina ciega
Lo que parecía un ensayo electoral fallido está
adoptando unos tintes dramáticos
Antonio Elorza
16 FEB 2016 - 00:00 CET
Cada uno arriesgaba mucho en esta partida. En vez de esperar acontecimientos y pensar
en una operación quirúrgica imprescindible sobre un cuerpo con miembros
gangrenados, Rajoy se ha lanzado hacia adelante, y con él la maquinaria de propaganda
del partido, exhibiendo su irritación ante una injusticia que solo él ve, hasta
comprometer decisivamente la imagen de lo que hubiera debido ser un gran partido
conservador. Por su parte, Pedro Sánchez y sus dirigentes críticos saben de sobra que un
fracaso ahora, tras buscar una nueva fórmula de gobierno de la que sean cabeza, les
aboca a unas elecciones con el alto riesgo de ser claramente superados por Podemos y
seguir la triste suerte de otros partidos socialdemócratas europeos. Algo parecido le
sucede, desde otro ángulo, a Ciudadanos. De triunfar su imposible mediación,
alcanzarían un merecido prestigio. Unas nuevas elecciones a cara de perro entre el PP y
Podemos/PSOE, les lleva en cambio al hundimiento. Y Podemos, en la medida que
responde a un movimiento político de aluvión, necesita llegar al poder, dejar claro que
su prepotencia está bien justificada. Puestos a citar historias de tigres, recordando una
de Rudyard Kipling, lo suyo es invitar a Sánchez, como a la dama de Riga para dar un
paseo, que terminaría con la dama en la tripa y una sonrisa en la cara el tigre. Pero si no
toca poder, y una alianza de PSOE y Ciudadanos, con abstenciones exteriores,
funcionase, el globo populista podría estallar.
Lo más probable es que esto no suceda, a la vista del documento presentado por el
PSOE, y no por la presencia de concesiones sensibles a Podemos, sino porque cabe
apreciar vacíos significativos. El más inexplicable, en principio, el de la ausencia de
Cataluña, el principal problema que tiene hoy nuestro Estado. Cualquier precisión al
respecto, atendiendo a las palabras de Sánchez sobre la unidad territorial, hubiese
chocado con la reivindicación, que Iglesias no puede abandonar, del referéndum de
autodeterminación. Sabiendo como actúa Iglesias, es posible pensar en la trampa de una
consulta, no un referéndum, pero que cumpliría las mismas funciones prácticas que el
referéndum, siendo más digerible jurídicamente, y además como solución grata para los
independentistas catalanes. Tampoco existen razones para aplazar la propuesta de una
reforma federal, verdaderamente urgente, si se quiere abordar el caso catalán desde otro
ángulo. Y en otros temas, la cercanía entre PSOE y Podemos es solo aparente, pero
puede ser potenciada por llegar al Gobierno. Ayudados por un PNV listo para pasar la
gorra, llevándose la Seguridad Social, más su “derecho a decidir”.
Para que otra cosa funcionase, el desistimiento de Rajoy resultaba imprescindible. Pero
en vez de atenerse a los deseos de los empresarios, y probablemente de Europa,
posibilitando el Gobierno Sánchez, apoyado en Ciudadanos, su no fue rotundo e
indignamente grosero. Así que el PSOE se desliza hacia Podemos. Y los participantes en
el debate plural sobre el programa, no habrían sido más que comparsas vendados en el
círculo de la gallina ciega.
Causa perplejidad que a los líderes del PSOE les resulte imposible negociar con el
Partido Popular y, sin embargo, estén dispuestos a pactar con Podemos. La paradoja es
notable pues su distancia con Podemos es mayor, no solo en sus propuestas de acción
política sino en su respeto al marco constitucional, tanto nacional como europeo. Por no
hablar de la posición de Podemos sobre los derechos humanos en Venezuela e Irán.
Para algunos, el giro del PSOE a la izquierda es mero cálculo electoral. Pero el partido
pequeño no siempre sale perdiendo en las coaliciones de gobierno. Además, el cálculo
electoral solo explicaría que el PSOE no entrase en el Gobierno o que no llegase a un
acuerdo para abstenerse, pero no su negativa a negociar con el PP. Negarse a negociar
tiene poco sentido cuando la mayoría de los ciudadanos desea un acuerdo centrado, no
un pacto frentista y divisivo. Además, la sangría de votos del PSOE sería mortal si su
futuro gobierno quedase atado a los oportunismos de Podemos.
Por último, lo más importante, es poco verosímil que la dificultad se deba a que
socialistas y populares aspiren a aplicar políticas diferentes. Al fin y al cabo, tanto en
materia económica como social el margen de elección está acotado por su común
respeto a las restricciones que imponen la pertenencia al euro y a la Unión Europea; y
sucede algo parecido en materia de soberanía nacional. Es más, si alguna diferencia
parece realmente insalvable es su dudosa aceptación por Podemos: no dice estar contra
Europa ni contra el euro, pero sus propuestas podrían bien ser incompatibles con ambos.
Por todo ello, la causa de la negativa socialista podría ser más profunda, y residir en que
mucha de la izquierda que se cree progresista quizá considera inmorales a quienes tilda
de conservadores. Sucedería aquí en España algo similar a lo que en un trabajo ya
clásico Graham, Haidt y Nosek constataron hace años para los demócratas
estadounidenses: estos no creían (ni, aparentemente, creen) que los republicanos deseen
construir una sociedad más justa, ni que les importe el medio ambiente o el bienestar de
los individuos menos favorecidos. Sienten así que discrepan en los fines, y no en los
medios empleados para alcanzarlos.
La fragmentación política exige alcanzar pactos que nos inmunicen contra viejos
sectarismos
Este tipo de prevención moral sería hoy menos racional en España: debido a las
restricciones europeas, el margen de decisión de nuestros Gobiernos es muy estrecho.
La prevención se sustentaría más bien en prejuicios y resentimientos no del todo
distintos de los que esgrimía la izquierda entre 1934 y 1936 para impedir el acceso de la
derecha al Gobierno de la República. Apunta en esa dirección el que, contra toda
evidencia, parte de la izquierda moderada aún necesite considerar derecha extrema a
partidos de centroderecha y liberales.
No basta con aceptar el derecho del otro a pensar distinto, sino valorar que la diferencia
nos enriquece
Estamos a tiempo de reconducir este proceso de división, pues apenas se plantea una
actitud similar en términos de superioridad moral de la derecha. Ciertamente, existen
sectores que simplifican la moral del progresista típico, a menudo como un compendio
de autoengaños sin sentido alguno de la lealtad, la autoridad o la trascendencia. Sin
embargo, dentro de los partidos, se trata aún de posiciones minoritarias, aunque
crecientes, como reflejan los exabruptos de algunos líderes populares.
La solución racional pasa por reconocer la entidad moral del adversario, lo que requiere
entender la estructura instintiva de la moralidad, tanto ajena como propia. Es preciso
comprender que ambas matrices morales —progresista y conservadora— son
imprescindibles para la convivencia. Busquemos asentar esta en la racionalidad más que
en intuiciones e instintos. Como argumenta un progresista como Joshua Greene, para
conflictos del tipo “Yo-contra-nosotros” basta con la moral instintiva, pero los
conflictos que hoy nos aturden se plantean entre tribus culturales, y son del tipo
“Nosotros-contra-ellos”. Resolverlos requiere que la racionalidad tome el control de los
instintos tribales.
La repentina fragmentación política exige alcanzar pactos que nos inmunicen contra
sectarismos que en el pasado costaron tanta infelicidad y retraso. En los últimos 150
años, los españoles apenas hemos vivido 100 años en democracia, y casi siempre en un
régimen bipartidista. La reciente fragmentación plantea una prueba de madurez que en
otros momentos fuimos incapaces de superar.
Bajo el bipartidismo, basta con la tolerancia pasiva del adversario, tanto si se está en el
Gobierno como en la oposición. La fragmentación requiere una tolerancia más activa:
no cabe odiar al enemigo pero tampoco basta con soportar al adversario, sino que es
preciso dialogar y pactar con él; y eso exige empatía y confianza. No basta con aceptar
su derecho a pensar, creer y ser diferente, sino valorar que las diferencias morales nos
enriquecen a todos. No se puede dialogar desde la superioridad moral. Aun menos desde
la cosificación del adversario a la que podría llevarnos el supremacismo cultural o
étnico que aún nutre a nuestros sectarismos y localismos.
“Me voy a dejar la piel para lograr un acuerdo con Sánchez”, decía este lunes Pablo
Iglesias mientras pensaba: “Ahí tienes esa, nos vemos el 26 de junio en las urnas”. El
líder de Podemos volvió a escenificar el papel de candidato a la investidura a
vicepresidente del Gobierno, dando un paso más en el pulso que quiere mantener con
los socialistas. Insiste en la prioridad del referéndum de autodeterminación en Cataluña
y no solo exige para él la vicepresidencia, sino que convierte el cargo en el de un
auténtico primer ministro.
Sabrata tiene apenas 9.000 habitantes, pero posee un anfiteatro romano que en tiempos
de paz visitaban decenas de miles de turistas cada año. El Estado Islámico hizo una
demostración de fuerza el pasado diciembre cuando se adentró con 30 vehículos en este
enclave, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Parecía que otra
catástrofe arqueológica estaba a punto de suceder a manos de los terroristas, como ya
sucedió en Siria. Pero, en esta ocasión, los yihadistas se limitaron a rescatar a tres de sus
miembros que se encontraban retenidos por las autoridades, y se marcharon sin llegar a
utilizar las armas.
Estados Unidos y las principales potencias de la Unión Europea llevan varias semanas
estudiando la forma de combatir al Estado Islámico en Libia, un grupo que ya controla
200 de los 1.770 kilómetros de la costa mediterránea del país y que en las últimas
semanas ha atacado puntos claves de producción y exportación de petróleo. Pero la
condición sine qua nom que ha primado hasta ahora es que cualquier intervención sobre
el terreno debería hacerse con el permiso del Gobierno de unidad. Y ese Gobierno de
unidad, hoy por hoy, está en el aire.
La fecha límite para aprobar o rechazar ese Gobierno de Unidad, dentro de las
innumerables fechas límites que se han venido fijando en los últimos meses en Libia,
será el próximo martes 23 de febrero. Si Tobruk aprobase el nuevo Gobierno de Unidad
este Gobierno en realidad solo sería de “Unidad” sobre el papel, ya que el Parlamento
de Trípoli, no reconocido por la comunidad internacional, se niega a reconocerlo.
Juan Arias
19 FEB 2016 - 17:28 CET
¿Puede irritarse un papa y responder, con mala cara, “deja de ser egoísta?” a un fiel
exaltado que casi le hace caer al suelo?
Hay católicos que piensan que no, y menos el papa Francisco, cuyo nombre evoca
valores de mansedumbre. “Sólo le faltó soltar un taco”, comentó irónico un señor en las
redes sociales. ¿Y por qué no?
Esta vez el enfado del papa no tuvo que ver con la indignación contra la violencia o la
corrupción.
Se advierte en su rostro, entre dolorido y airado, que le estaba molestando aquel devoto
que lo arrastraba. Y se advierte que le reprueba con cara de malas pulgas, como dicen
los castizos. No fue suave, Francisco. Fue tajante: “Deja de ser egoísta”, y parecía
querer añadir: “Basta, suéltame”.
¿Por qué ha habido a quién ha molestado y hasta escandalizado ese exabrupto del papa
Francisco? Quizás porque existe la idea de que un papa no es de carne y hueso, no
siente o no debe sentir, sólo aguantar, sufrir estoicamente, como si se tratara de un ángel
o de un robot.
Recuerdo que el anciano Papa Juan XXIII, que es quizás al que más se parece en sus
gestos inesperados y en su humor el papa Francisco, cuando visitaba las parroquias de
Roma, solía hablarles a la gente espontáneamente, de forma improvisada. Después,
mirando a los periodistas que lo seguíamos, nos decía: “Mejor que toméis apuntes, pues
es posible que mañana me censure L’Osservatore Romano”
En otra ocasión, al papa Juan Pablo I, cuya muerte, después de solo 33 días de
pontificado, sigue envuelta en el misterio, se le ocurrió decir en un discurso público, en
la plaza de San Pedro, que Dios “no era sólo padre, sino también madre”.
Lo había dicho el profeta Isaías hacía miles de años, pero a los oídos de los teólogos del
Vaticano sonó a herejía. Fue llamado al orden.
Así era, hasta la llegada de Francisco, que se negó a vivir prisionero en los palacios
vaticanos prefiriendo un cuarto de una pensión para sacerdotes, donde es posible verle
en el corredor llegar con un euro en la mano para sacar un café de la máquina
automática. Es el primer papa libre en sus gestos personales de las férreas liturgias y
teologías de los papados tradicionales.
La santidad no tiene por qué necesitar de las alas puras de los ángeles o de los
superhéroes. El cristianismo lleva en su esencia la encarnación de lo divino en lo
humano y está siempre preñado de debilidades. El Dios cristiano no es un dios del
Olimpo, lejano de la realidad de la vida. Y la vida es un mosaico de acciones con todas
sus tonalidades.
Dar ejemplo de vida, como se supone de un papa que lleva sobre sus hombros la
responsabilidad de una Iglesia con millones de fieles y dos mil años de historia no
significa convertirse en estatua de cera.
Un papa, como Francisco, que lucha para defender a los más desvalidos y pisoteados
por el capitalismo salvaje; un papa capaz de misericordia y comprensión con los que
resbalan en la vida, que vive en sintonía con lo que predica, bien se merece la libertad
de irritarse cuando le pisan los pies.
Quizás aparezca así a algunos menos dios, pero también más capaz de entender no sólo
las sublimidades de los virtuosos sino también los traspiés de los pobres mortales.
Jesús de Nazaret se apellidó a sí mismo “el hijo del hombre”, nunca “el hijo de Dios”.
Cerca de la recesión
La economía global necesita un plan drástico para
incentivar la demanda
El País
19 FEB 2016 - 00:00 CET
Es difícil unir las causas mencionadas, detonadas por la crisis china, y dar con un
remedio que resuelva todos los problemas planteados. A pesar de lo que diga la OCDE,
ciertos específicos como bajar los impuestos no son una solución universal. En algunos
casos será una medida eficaz —en los países con elevada fiscalidad— y en otros quizá
agravaría la situación (España, por ejemplo, está por debajo de la presión fiscal media
europea).
Anticapitalismo de amiguetes
Dirigentes de Podemos no dudan en engrosar las
nóminas de los centros de influencia con personas
de su entorno personal
Javier Ayuso
19 FEB 2016 - 00:00 CET
El último de los escándalos de nepotismo en los lugares en los que gobiernan Podemos
y sus grupos asociados se ha vuelto a producir en el Ayuntamiento de Madrid, en donde
el tristemente famoso concejal Guillermo Zapata (el de los tuits contra las víctimas del
terrorismo y los judíos) ha contratado como asesora a su expareja, con el módico sueldo
de 50.000 euros anuales. Están recientes las contrataciones de las parejas de Ada Colau
y Gerardo Pisarello en Barcelona.
Pablo Iglesias e Iñigo Errejón (ambos profesores de Políticas y ambos con parejas y
exparejas colocadas en los centros de poder ganados) conocen bien la teoría de las élites
que desarrollaron los pensadores italianos Gaetano Mosca y Wifredo Pareto. Según esa
teoría, en toda sociedad hay una minoría que ostenta el poder en sus diferentes formas;
unas élites que ocupan todos los espacios de poder.
En su intento de asalto a los cielos (siguiendo las enseñanzas de Karl Marx en París), no
dudan en engrosar las nóminas de los centros de influencia con personas de su entorno
personal y, por supuesto, ideológico. Por eso, asusta leer los 98 folios de la propuesta de
Gobierno de coalición de Podemos con el PSOE. Sobre todo, la que se refiere al poder
que asumiría el vicepresidente (o sea, Iglesias).
Más allá de los eslóganes, Europa sigue contando con importantes recursos de poder y
es de un interés vital para EE UU. Aunque la economía estadounidense es cuatro veces
mayor que la de Alemania, la economía de toda la Unión es similar en tamaño a la suya,
y su población de 510 millones es muy superior a los 320 millones de estadounidenses.
Es verdad que el ingreso per capita de Estados Unidos es mayor, pero en términos de
capital humano, tecnología y exportaciones la UE está muy a la par. Hasta la crisis de
2010, cuando los problemas fiscales en Grecia y otros lugares generaron ansiedad en los
mercados financieros, algunos economistas habían especulado con que pronto el euro
podría reemplazar al dólar como moneda de reserva primaria del mundo.
La respuesta varía según el tema. Por ejemplo, en asuntos comerciales Europa está a un
nivel comparable con EE UU y tiene capacidad para equilibrar el poder de este. En el
Fondo Monetario Internacional únicamente EE UU supera a Europa (si bien la crisis
financiera ha mellado la confianza en el euro). En políticas antimonopolio, el tamaño y
atractivo del mercado europeo ha significado que las empresas que desean fusionarse
han tenido que obtener la autorización tanto de la Comisión Europea como del
Departamento de Justicia estadounidense. En el mundo cibernético, la UE es quien
define los estándares globales de protección de la privacidad, que EE UU y otras
compañías multinacionales no pueden pasar por alto.
El riesgo de que Europa llegue a convertirse en una amenaza para Estados Unidos es
muy reducido, y no solo debido a su bajo nivel de gasto militar. Representa el mayor
mercado del mundo, pero carece de unidad. Y sus industrias culturales son notables,
pues en términos de educación superior 27 de sus universidades se encuentran entre las
100 principales del mundo, frente a 52 de Estados Unidos. Si Europa superara sus
diferencias internas e intentara convertirse en un actor que compitiera con EE UU, estos
recursos equilibrarían parcialmente el poder estadounidense, pero no lo igualarían.
Ni unos Estados Unidos fuertes ni una Europa sólida representan una amenaza para los
intereses vitales o importantes del otro. Pero si Europa se debilita en 2016 acabará
afectando a ambos.
El principio esperanza
Espero que España no delire como tantas veces a lo
largo de su historia, pues ya sabemos cómo acaban
estos desatinos
César Antonio Molina
19 FEB 2016 - 00:00 CET
RAQUEL MARIN
Recordando aquellos años finales del franquismo y los primeros de la Transición, hasta
la instauración definitiva de la democracia (cosa que algunos partidos pretenden ahora
poner en duda), la palabra que para mí mejor resume aquel tiempo sería la de ilusión. Es
decir, una fe ciega en que todo iba a cambiar y en que nuestra generación sería la
primera que no fracasaría tras siglos de autoderrotas.
Hoy, esta primera virtud teologal la tengo que cambiar por la segunda de la lista, la
esperanza. Esperanza, que no autoengaño. Para eso le he robado el título de este artículo
a Ernst Bloch, cuyo libro se refiere a la utopía como una función esencial del ser
humano. Una utopía marxista-metafísica que, según la interpretación de Habermas,
conduciría a la libertad a través del poder totalitario del Estado, la violencia
supuestamente justa, la planificación centralizada (los planes quinquenales soviéticos),
el colectivismo y la extrema ortodoxia doctrinal. Todas estas mismas letanías volvemos
a escucharlas, con supuestas palabras nuevas, a determinado partido. Bloch, esta especie
de discípulo aventajado de Marx y de Teilhard de Chardin, explorador de las fuentes de
la utopía, sin embargo acabó sus días no en la República Democrática de Alemania, sino
en la Federal.
La palabra esperanza no tiene cabida en el marxismo, pues esta ideología lo tiene todo
previsto, todo organizado y para qué una fe pequeñoburguesa como la esperanza. Sin
embargo, como Unamuno escribió en El sentimiento trágico de la vida, yo creo porque
espero. Espero que España no delire como tantas veces a lo largo de su historia, pues ya
sabemos cómo acaban estos desatinos. “España ha delirado”, escribió María Zambrano,
“ofreciendo en su delirio su sangre. Toda la sangre de España por una gota de luz. Por
eso tiene derecho —¿sabrá aprovecharlo?— a la esperanza”. Cioran, uno de los más
fieles amigos de nuestra filósofa, en una de sus varias reflexiones sobre nuestro país, en
este caso en La tentación de existir, insistía en ese sentimiento negativo español de
rumiar sobre la muerte “en embadurnarse con ella, en convertirla en experiencia
visceral”. Esto, en vez de hacernos avanzar, nos hacía retroceder a los españoles sin
cesar “hacia lo esencial, hacia la nada”. Y añadía el filósofo rumano: “Leyendo a
Ganivet, Unamuno u Ortega uno advierte que, para ellos, España es una paradoja que
les atañe íntimamente y que no logran reducir a una fórmula racional”.
Un amigo me dijo hace poco en París que nunca había visto suicidarse a un país con
tanta alegría
Pero, por otro lado, no hay que olvidar que la esperanza es enemiga del utopismo, de la
pasión, de lo irracional, de las certezas insoslayables, de las verdades sacras aunque
laicas, de las fórmulas mágicas para arreglarlo todo. Ya lo dijo Gracián: “La pasión
enemiga de la cordura”. La esperanza misma es la posibilidad de la felicidad y se puede
esperar cualquier cosa con tal de que no sea imposible. Es aún peor la falsa ilusión que
la desesperanza. Ortega en el artículo El error Berenguer ya comentó irónicamente que
los españoles no pertenecíamos a la familia de los óvidos. La esperanza es lo que nos
queda cuando ya solo nos queda la esperanza. Es decir: paciencia, persistencia,
tenacidad, obstinación, deseo, expectativa. Esperanza también mezclada con el temor
por lo desconocido. “Cuando las cosas llegan a lo peor, regresan a donde estaban antes”,
se dice en el Macbeth.
Yo tengo esperanza en la democracia y en la Constitución. Eso sí, con las revisiones que
sean menester. Yo tengo esperanza en la monarquía parlamentaria: no ha existido mejor
diplomacia. Yo tengo esperanza en la labor de Estado y no empresarial de los partidos
políticos. El invasor absolutista francés, duque de Angulema, enviado a España para
reinstaurar a Fernando VII tras el trienio liberal (1820-1823), escribió lo siguiente a su
ministro de Exteriores: “Los partidos son demasiado encarnizados y están demasiado
llenos de odio. Diez años nos quedaríamos en España, y al cabo de ese tiempo se
degollarían los unos a los otros, este país se desgarrará durante años”. ¡Ojalá no sea así
nunca más!
Pero, como en otras muchas ocasiones en las que hay que elegir entre lo malo y lo peor,
la victoria del 'no' a Europa en junio en Reino Unido, sería letal para una Europa
gravemente amenazada por un neonacionalismo destructor y un populismo
irresponsable. Ergo, al Consejo Europeo le corresponde dar la mano a Cameron y
ponerle así al frente de una campaña que, junto a laboristas, sindicatos, empresas, City,
medios de comunicación, etc., sea capaz de vencer ese sentimiento británico no europeo
que tanto nos molesta y superar las encuestas, hasta obtener una mayoría que despeje
esta gravísima incógnita europea.
Lo último que podemos hacer es facilitar el No británico a una Europa que da su espalda
a su singularidad
Cuando los vientos antieuropeos son tan fuertes en Francia, Holanda, Dinamarca,
Polonia…Cuando en el Parlamento Europeo tenemos que razonar día tras día contra
casi cien eurodiputados que no quieren Europa. Cuando la fragmentación nacional es
más evidente que nunca en el fracaso de nuestra política de inmigración, o en la
descoordinación policial o en las dificultades de colaboración interestatal en la lucha
contra el fraude y la elusión fiscal. Cuando Europa sufre esta tentación neonacionalista
en Hungría, Polonia, Francia…y el euroescepticismo avanza tan desgraciadamente.
Cuando todo esto ocurre, lo último que podemos hacer es facilitar el No británico a una
Europa que da su espalda a su singularidad.
Naturalmente, habrá fuerzas que censuren el acuerdo UE-Reino Unido. Es muy cómodo
y muy fácil el testimonialismo. Es muy frecuente escuchar reproches a los “privilegios”
británicos en la Unión Europea y, claro, es más popular oponerse a algunas concesiones
de la propuesta Tusk. Pero, quienes se sitúan en esas posiciones, tienen que asumir el
riesgo de la derrota europea en el referéndum británico y defender después la Europa
resultante.
No, el pragmatismo no es una posición tan cómoda como el populismo pero, ¿Qué
habría sido de Europa sin él? ¿Cómo se resolvieron todos los problemas que ha ido
superando la Unión a lo largo de su historia, sino a través de acuerdos pragmáticos?
Rita Maestre, Javier Barbero, Dolors Miquel. Son distintos los episodios de la portavoz
del Ayuntamiento madrileño (juzgada ayer por desnudarse años ha en una capilla
universitaria), de su colega de Seguridad (escrachado por guardias municipales) y de la
poeta Dolors Miquel, que recitó un padrenuestro “blasfemo” en el Ayuntamiento de
Barcelona.
Tres casos distintos, pero enhebrados por un hilo conductor que nos convoca a un
ejercicio de buen sentido. Y a rehacer el manual del buen transgresor.
Lo más urgente es distinguir las protestas pacíficas de las violentas. Aquellas deben ser
protegidas, por tolerables: tolerancia significa aceptar lo que nos disgusta e incluso
ofende, pues el resto no es su objeto, sino materia de regocijo. Entre la manifestación
acogida a la libertad de expresión y la violencia sin adjetivos a veces hay una zona gris:
la amenaza agresiva, acosante, intimidatoria. También es violencia, aunque sea menos
estentórea y dañina. Por eso hay que erradicar la moda del escrache.
También urge usar la sensatez antes que el Código Penal. Solucionar por las buenas es
siempre mejor que por las malas.
Y deben exhibir —si pueden— talento. Marcel Duchamp colocó en 1917 un retrete en
una exposición de pintura: por demostrar que el ámbito del arte es ilimitado y nada
ajeno a los objetos cotidianos. Así que la historia avanza a base de desechar, innovar,
subvertir y transgredir. Pero el primer imperativo del transgresor es ser hábil, sugerente,
atractivo.
Cantinela fría
Cada año, como un ritual, tenemos el lamento ruso por
el injusto aislamiento al que le someten EE UU y la
UE
José Ignacio Torreblanca
17 FEB 2016 - 00:00 CET
Lo mismo puede decirse de Siria, donde el régimen de El Asad está logrando recuperar
la iniciativa militar gracias al plan diseñado por Moscú consistente en machacar a la
oposición siria para que Occidente solo pueda elegir entre Asad o el Estado Islámico.
Putin quiere tres cosas: ser una potencia global a la par con EE UU, crear una esfera de
influencia exclusiva en su periferia y mantenerse en el poder a pesar de la crisis
económica. Proclamar la guerra fría es la mejor manera de lograrlo. Esa guerra fría le
sirve a él, no a nosotros. Y encima nos la endosa. @jitorreblanca
Patriotismo de partido
Salvo contadas excepciones, para algunos grupos
políticos su patria parece ser el partido mismo
1Fernando Vallespín
18 FEB 2016 - 18:16 CET
Cuando se habla de pactos solemos dar por supuesto que estos se emprenden siguiendo
el interés más o menos racional de cada partido. Cómo quedan colocados en el caso de
que se forme Gobierno; o si no, qué ventajas pueden obtener de este proceso de cara a
unas nuevas elecciones. Lo que interese a la sociedad como un todo aparece como algo
secundario. Los protagonistas son ellos. Nosotros, los ciudadanos, ya nos hemos
retirado hasta nueva orden. Lo que no quita para que los electores de cada cual sean
utilizados como ornato para justificar unos u otros movimientos.
Y, sin embargo, como ya sabemos desde Aristóteles, el todo es más que la suma de sus
partes. Esta máxima suele encontrar dificultades al adaptarse a la democracia, que tiene
mucho de alquimia. La razón es bien sencilla, en ella una o varias partes —“partido”
viene del latín pars, partis— deben actuar, se supone, en beneficio de la totalidad. Por
eso el mandato es representativo, no imperativo. Cuando esto ocurre decimos que
actúan al servicio del bien común, el interés general o comoquiera que lo deseemos
llamar. Que, en suma, son “patrióticos”, un término carente de connotaciones teológicas
y de impronta republicana.
Pues bien, salvo contadas excepciones, para algunos grupos políticos su patria parece
ser el partido mismo. Uno de ellos, el PP, a quien tanto se le llena la boca cuando habla
de España, no es lo suficientemente patriótico como para remover el único obstáculo
que lo pudiera hacer “pactable”. Todos sabemos cuál es. Y que proceda a esa limpieza
interna tantas veces postergada. Para otros, como Podemos, en tanto que “vanguardia de
la gente” y su único representante verdadero, el auténtico gesto patriótico es facilitarle
su acceso al poder. Maquiavelo 3.0. Los más propensos al pacto han resultado ser
Ciudadanos, los cuales —¡qué casualidad!— apenas tienen estructura de partido.
Los juegos del poder han suplido a la responsabilidad pública; las grandes proclamas a
las propuestas de administración sensata; el buenismo de salón al realismo
Hasta ahora los partidos habían ocupado las instituciones, reduciéndolas a órganos de
acogida de sus despojos, a sede de blindajes judiciales varios y a la fórmula perfecta
para el intercambio de favores mutuos. Pero al menos gobernaban. Después de las
elecciones nos hemos encontrado con que ni eso. No porque no lo deseen, claro, sino
porque sea otro el que esté al timón.
Mientras, la nave va. Sin rumbo conocido y con un capitán demediado. Los juegos del
poder han suplido a la responsabilidad pública; las grandes proclamas a las propuestas
de administración sensata; el buenismo de salón al realismo. Lo que nos queda por
delante es abrumador: Cataluña, reajuste presupuestario, deuda, fractura social, reforma
política inconclusa... Ponerse a ello es el gesto auténticamente patriótico, una virtud de
la que al parecer carecemos en este país sectario. Todos vamos en el mismo barco, pero
cada cual quiere que lo lleve su propio timonel.
Su número dos, Íñigo Errejón, lamentaba recientemente (EL PAÍS, 7-2-2016): “Aunque
no nos negamos a escuchar otras propuestas, tengo que decir que todavía no he
escuchado ninguna otra”. Pero las hay. Juan José López Burniol, un intelectual catalán
muy influyente en los tiempos del editorial conjunto de la prensa catalana de fines de
2009, defendía la semana pasada en La Vanguardia (13-2-2016) “una consulta que no
sería sobre independencia sí o no, sino acerca de si aceptan o no un proyecto concreto
de encaje con el resto de España en los términos previamente pactados”. Y situada al
final de la negociación, como ratificación del acuerdo, y no de entrada en sustitución del
mismo.
La mayoría de la gente acepta sin problema que el corazón le palpite con fuerza cuando
ve a la persona de la que está enamorado o que le tiemblen las piernas cuando va a
hablar en público. Son emociones que provocan síntomas físicos reales. Sin embargo,
cuesta aceptar que los mismos pensamientos que te encogen el estómago puedan llegar
a provocar dolencias tan graves como ceguera, convulsiones o parálisis. Y sin embargo,
así lo recoge Suzanne O’Sullivan en su libro Todo está en tu cabeza (Ariel, 2016), en el
que hace un repaso por algunos de los casos de enfermedades psicosomáticas más
impactantes con los que ha lidiado a lo largo de su carrera.
Una vez, la neuróloga O'Sullivan tuvo una paciente llamada Linda que se había notado
un pequeño bulto en el lado derecho de la cabeza. Era solo una acumulación de grasa,
pero no dejaba de hacerse pruebas y comprobaciones. Al poco, perdió la sensibilidad del
brazo y la pierna derechos: la paciente estaba segura de que el bulto había llegado al
cerebro. Cuando O'Sullivan la vio, la parte derecha de su cuerpo, donde tenía el bulto,
había perdido todo movimiento y sensibilidad. El hecho de que Linda no supiera que la
parte derecha del cerebro controla la parte izquierda del cuerpo había hecho que su
mente se equivocara al crear sus síntomas. Linda sufría un trastorno psicosomático: sus
pensamientos le causaban síntomas de una enfermedad que no tenía.
"Tu cuerpo te está diciendo que algo no va bien dentro de ti y que no lo estás viendo"
Fue en 2004 cuando empezó a hacer algo al respecto. Desde entonces, cuando da con un
paciente con síntomas pero sin lesiones neurológicas, intenta hacerle entender que el
origen de sus males es un problema psicológico que no está resolviendo bien. Pero los
pacientes no suelen aceptar este diagnóstico. “Tienen un estrés mental del que no son
conscientes y alguien les está obligando a enfrentarlo. Esos síntomas son una
manifestación del organismo: tu cuerpo te está diciendo que algo no va bien dentro de ti
y que no lo estás viendo”, cuenta la neuróloga.
Nadie está a salvo de estas enfermedades, hay cientos de causas que las originan. Según
O’Sullivan, los casos muy extremos, como los ataques o las parálisis, suelen nacer de
traumas psicológicos severos; los menos graves pueden surgir de un cúmulo de agobios
pequeños que los pacientes no saben gestionar. “Depende de la atención que la persona
presta a los dolores. Si se obsesionan y tratan de buscar una y otra vez una explicación
médica que no existe, es posible que acaben desarrollando la enfermedad
psicosomática”, explica O’Sullivan.
"Las discapacidades que ideamos son tan infinitas que ya he dejado de creer en los
límites"
“A veces los pacientes desean desesperadamente que encuentres un mal resultado en las
pruebas, que pongas nombre a su enfermedad y les recetes unas pastillas que justifiquen
sus dolores”, cuenta la neuróloga. Este problema es mucho más común de lo que parece.
El 30% de las personas lo sufre y la inmensa mayoría ni siquiera lo sabe.
Daniel Mediavilla
19 FEB 2016 - 18:43 CET
La galaxia elíptica NGC 4889, el objeto más brillante en el centro de la imagen, oculta
un descomunal agujero negro en su interior NASA/ESA
La galaxia más brillante que ocupa el centro de esta imagen tomada por el Telescopio
Espacial Hubble es NGC 4889 y en su interior oculta un secreto descomunal. Situada a
300 millones de años luz, en el cúmulo de galaxias de Coma, contiene el quinto mayor
agujero negro que se conoce. Ese monstruo cósmico tiene 21.000 millones de veces la
masa del Sol y domina un horizonte de sucesos, el espacio desde el que ni siquiera la luz
puede escapar a su tirón gravitatorio, con un diámetro de 130.000 millones de
kilómetros.
Según explicaban esta semana la NASA y la Agencia Espacial Europea en una nota de
prensa, si estuviese en nuestro sistema solar, el agujero negro ocuparía un espacio 15
veces mayor que la órbita de Neptuno alrededor del Sol. En comparación, Sagitario A,
el superagujero negro que ocupa el centro de la Vía Láctea, tiene una masa estimada de
4.000 millones de veces la masa solar y un horizonte de sucesos menor que la órbita de
Mercurio.
Pese a su amenazadora presencia, los tiempos más violentos de este agujero negro ya
han pasado. Hace millones de años, devoraba grandes cantidades de estrellas y polvo
cósmico formando un gigantesco disco de acreción que giraba a toda velocidad
arrastrado por el inmenso poder gravitatorio del agujero que calentaba hasta millones de
grados toda aquella materia. Durante aquel periodo, en el que el habitante del centro de
NGC 4889 produciría gigantescos chorros ultraenergéticos de material desde su interior,
el agujero negro de la imagen habría sido clasificado como un cuásar, un tipo de objetos
sobre los que aún se conoce poco.
Para los animales sociales como los humanos, la soledad suele ser un estado patológico.
De hecho, existe una relación entre aislamiento y enfermedad confirmada por
centenares de estudios. Pero no está tan claro como se produce esta conexión. Ahora,
investigadores estadounidenses han demostrado que en las personas que se sienten solas
los genes relacionados con el sistema inmunitario se expresan de forma que lo debilitan
ante las infecciones.
La soledad, en el sentido de aislamiento social no escogido, se ha relacionado
tradicionalmente con impactos negativos en la salud mental. Suele ir aparejada de
sentimientos de angustia, depresión y estrés. En el caso de los mayores, los que viven
solos, muestran un 14% de aumento del riesgo de muerte prematura, según un estudio
del psicólogo de la Universidad de Chicago, John Cacioppo, autor de varios libros sobre
la soledad y uno de los precursores de la llamada neurociencia social. En España, cuatro
millones de españoles sufren la soledad.
La expresión de los genes vinculados con el sistema inmune se ve influida por hechos
sociales como la soledad
En un trabajo previo, este grupo de científicos había descubierto una conexión entre la
soledad y un fenómeno que ellos llamaron respuesta transcripcional conservada ante la
adversidad (CTRA, por sus siglas en inglés) y que se podría ver como la reacción
genética a la soledad. Esta particular respuesta se manifiesta en una mayor expresión de
los genes que intervienen en la inflamación, una de las señales de alerta ante la
infección. En paralelo, se produce una menor expresión de los genes dedicados a la
respuesta contra virus.
Los investigadores han estudiado ahora esta respuesta tanto en un grupo de humanos
como en ejemplares de macaco Rhesus (Macaca mulatta), uno de los primates más
sociales que hay y para los que el aislamiento forzado es uno de los mayores castigos.
Entre los humanos, 141 ciudadanos de Chicago (EE UU), la cuarta parte se
reconocieron socialmente aislados en la escala de la soledad que creó la Universidad de
California Los Angeles hace unas décadas. Para los macacos, estudiaron la posición y
relaciones sociales de varias decenas de ellos para determinar cuáles se sentían solos.
"También hemos visto que vivir en soledad, predice una expresión de los genes tipo
CTRA medida un año más tarde", escribe Cacioppo. Aún más sorprendente, la soledad y
la expresión de los genes vinculados a los leucocitos parecen tener una relación
recíproca, influyéndose la una a los otros. Es como si tener glóbulos blancos debilitados
pudiera predecir que uno va a sentirse solo meses después. "Estos resultados son
específicos del sentimiento de soledad y no se pueden explicar por una sintomatología
depresiva, estrés o apoyo social", explica el psicólogo estadounidense.
Con los estudios con macacos creen explicar cómo se produce esta conexión entre una
situación social (la soledad) y su correlato físico (la salud). En la orina de monos
catalogados como en soledad, encontraron elevados niveles de restos de un
neurotransmisor conocido como norepinefrina. Esta sustancia, que también funciona
como hormona, interviene en el mantenimiento del estado de alerta ante las amenazas.
Su rol en el sistema inmune consiste en estimular a las células madre de la médula ósea
para que generen y pongan en circulación más y más monocitos que acaban en el
torrente sanguíneo antes de tiempo.
Comprobado el mecanismo celular que conecta soledad con sistema inmunitario, los
investigadores fueron un poco más allá. Con sus datos de conducta y de expresión de los
genes, infectaron a 17 macacos con el virus de inmunodeficiencia en simios,
emparentado con el VIH de los humanos. Aunque la muestra no era muy grande,
comprobaron que los macacos que se sentían solos mostraron una peor respuesta contra
el virus. En cuanto a los humanos, aunque harán falta más estudios, Cacioppo recuerda
que ya se ha demostrado que "las personas son mas susceptibles a los virus de las vías
respiratorias cuando están solas".
“Estar con la depre” se ha convertido en nuestro tiempo en un poco menos que un chiste
o una banalidad. Pero hay un tipo de depresión –el trastorno depresivo mayor, o
depresión clínica— que no tiene la menor gracia, sobre todo para quien la padece: se
asocia al 60% de los suicidios. Sus causas son complejas, pero a partir de hoy ya no
cabe duda de que la genética está entre ellas. Secuenciando parcialmente el genoma de
5.303 mujeres chinas con depresión clínica, un consorcio científico internacional ha
hallado dos genes en el cromosoma 10 con un papel protagonista.
Uno de los genes es un viejo conocido de los biólogos. Se llama SIRT1, y está
implicado en la generación de mitocondrias, los orgánulos (pequeños órganos) que
nutren a la célula de energía. Es la primera evidencia de las mitocondrias están
implicadas en este trastorno mental. Sobre la función del segundo gen (llamado LHPP)
las pistas son muy escasas por el momento, aunque eso no impedirá que se pueda
utilizar con fines diagnósticos. En cualquier caso, es probable que haya más genes
implicados.
“De todas las enfermedades humanas complejas, el trastorno depresivo mayor (MDD,
por sus siglas inglesas) se ha revelado como la más complicada de entender”, comenta
en un ensayo Patrick Sullivan, genetista y psiquiatra del Instituto Karolinska de
Estocolmo. El trastorno ha recibido la atención de los investigadores durante décadas,
pero hasta ahora no se sabía nada sólido sobre sus fundamentos biológicos. Un estudio
reciente con más de 9.000 personas no logró localizar las variantes genéticas
sospechosas.
Uno de los mayores problemas para estos estudios de asociación genética ha sido, de
hecho, previo a la genética: la mera definición del trastorno. Como dice Sullivan, “la
tristeza es una parte normal e integral de la condición humana”. Solo cuando se hace
persistente, recurrente e incapacitante, con trastornos del sueño y del apetito,
dificultades cognitivas y tendencias suicidas, se puede hablar de depresión clínica, o
MDD. “Pero ¿dónde trazar la línea entre normalidad y patología?”, se pregunta el
psiquiatra.
Las dos variantes genéticas no son específicas de China y son anteriores a la salida de
África de la pequeña población de humanos modernos que se extendió por el resto del
planeta
Por eso decidieron restringirse solo a China, solo a mujeres, y solo a las que habían
mostrado múltiples episodios y habían buscado atención psiquiátrica. La prevalencia de
la depresión en China es menor que en los países occidentales, y por eso restringirse a
China –razonaron los científicos— reduciría los casos debidos exclusivamente a
factores ambientales: reduciría el ruido que ocultaba los factores genéticos. La
estrategia ha funcionado.
Curiosamente, las dos variantes genéticas que han descubierto no son específicas de
China, ni mucho menos. Ambas son antiguas, anteriores a la salida de África de la
pequeña población de humanos modernos que se extendió por el resto del planeta, y, por
tanto, están presentes en todas las poblaciones del mundo. Las causas genéticas de la
depresión han acompañado siempre a nuestra especie. Las hipotecas se inventaron más
tarde.
Jaume V. empezó a consumir pasta base ya mayor. Tenía unos 47 años y había sido
director general de varias empresas. Su negocio se fue al garete, sufrió un divorcio y
comenzaron los problemas. Se juntó con quien no debía y su vida se fue por el desagüe
lentamente. Giovanna Valls (París, 1963) pasó en pocos años de esnifar una raya de
heroína en una fiesta de París a encontrarse tirada en el antiguo barrio de Can Tunis de
Barcelona mientras alguien le pinchaba el brazo. Durante su caída malvivió robando en
centros comerciales, contrajo el virus del SIDA, la tuberculosis y hepatitis. Y cuando en
2004 alguien debía estar ya grabando el nombre de ambos en alguna lápida del
cementerio de Barcelona, sus vidas se cruzaron en un pequeño pueblo del Amazonas
junto al río Mapiá. Agotadas todas las vías tradicionales de rehabilitación, decidieron
formar parte de un tratamiento experimental para tratar las adicciones a través de la
ayahuasca. Durante 8 meses estuvieron consumiéndola de forma controlada con un
grupo de indígenas y otros pacientes de España. Debieron de intervenir muchos
factores, pero los dos se salvaron.
Desde entonces, Jaume y Giovanna, escritora y hermana del Primer Ministro francés
Manuel Valls, toman ritualmente y de forma periódica esta droga visionaria cuyo uso se
ha disparado en los últimos años en Occidente –normalmente son perfiles
socioculturales altos- con el aumento de corrientes espirituales como la meditación. La
ayahuasca es una suerte de infusión que resulta de la decocción de una liana amazónica
llamada Banisteriopsis Caapi con otras plantas que pueden contener DMT, el elemento
químico que produce las visiones. Por separado no tienen ningún efecto, pero juntas
inducen estados de conciencia alterada que iglesias amazónicas como el Santo Daime
utilizan con fines religiosos o espirituales.
Sin embargo, más allá de la esfera ritualista –cada fin de semana puede encontrarse en
Madrid o Barcelona una ceremonia- deja al descubierto lugares de información del
inconsciente y áreas del cerebro que facilitan algunos tratamientos psiquiátricos como
las adicciones, la depresión y el estrés postraumático. Las últimas investigaciones, en
gran parte realizadas en España –donde su consumo transcurre en un vacío legal-, han
abierto la exploración por vía científica de esta sustancia.
Los resultados en el resto de pacientes fueron “muy alentadores”, según Fábregas. Pero
no hay datos precisos sobre el porcentaje de éxito. Jaume Vidal recuerda como 14 de las
16 personas que convivieron con él durante tres meses hace 10 años han recuperado una
vida normal lejos de la adicción (uno de ellos murió y al otro le perdió la pista). “En
psiquiatría utilizamos fármacos de hace 60 años. El Prozac lleva 40 años en el mercado,
el Valium 60… Seguimos tratando síntomas y siendo incapaces de modificar situaciones
de base. Las sustancias visionarias podrían ser una opción para ello. Hoy en día se están
iniciando en muchos países estudios para la implementación de esas técnicas como
terapia”.
Según los últimos estudios, permite recuperar recuerdos con un alto contenido
emocional y poder observarlos con una cierta distancia